Canto fúnebre - Papel Digital

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LATERCERA Martes 1 de octubre de 2013
Cultura&Entretención
Alice in Chains
Movistar Arena
14.600 asistentes.
CRITICA DE CONCIERTO
Canto fúnebre
A
PESAR DE LAS SEVERAS fracturas en su
historia, incluyendo la
fatalidad de perder al
cantante por creerse el cuento
del rock & roll y abusar de la
oferta narcótica, Alice in Chains
sigue siendo una banda que
funciona como un eslabón
exacto entre lo que fue el metal
de la costa oeste de fines de los
80 y lo que la industria musical
etiquetó como grunge en los 90.
Los más oscuros de la partida,
que completan Nirvana,
Soundgarden y Pearl Jam, encarnan a un grupo de heavy clásico en muchos aspectos –riffs
machacones, una energía confiada en la repetición que decanta en un impulso innato por
agitar la cabeza-, pero se detienen especialmente en detallar
con sus melodías lúgubres las
consecuencias de los malos viajes lisérgicos. Si el heavy de los
80 pretendía una áurea glamo-
Marcelo
Contreras
Crítico de música
“La jornada fue el
símbolo de una
banda que vive de
un pasado brillante
y un presente más
que digno”.
rosa con las drogas, Alice in
Chains se encargó de dejar en
claro con su discografía inicial
que tal cosa no existía.
Anoche, con el Movistar Arena
repleto, ofrecieron su frialdad a
la perfección. Trajeron el más
flojo de sus álbumes, el título de
este año The devil put dinosaurs here, que sólo se remite al
sonido propio y fraseos musicales ramplones. Para delicia del
público, mayoritariamente
treinteañeros que disfrutan de
la nostalgia por los 90, fueron
pocas las paradas en aquel álbum, incluyendo Hollow y
Phantom limb, entre las más
rescatables de una colección
para olvidar. El resto fue demoledor, lo mejor de su repertorio.
Ya en la pasada por el festival
Maquinaria en 2011, también su
primera vez en Chile, el reemplazante de Layne Staley, el cantante y guitarrista William DuVall, demostró tener la calidad
RR William DuVall es el actual vocalista. FOTO: CHRISTIAN IGLESIAS
suficiente para militar en una leyenda. La intensidad de la voz
original es irremplazable, pero
DuVall es un profesional consumado. Junto a Jerry Cantrell, el
guitarrista y cerebro de Alice in
Chains, logran recrear aquellas
armonías capaces de descolocar
primero y seducir después. Y es
un frontman preocupado de encantar al público.
El sonido fue perfecto, ensordecedor en un comienzo y luego
equilibrado. La densidad arrastrada, definida desde el bajo de
Mike Inez, el toque macizo de
Sean Kinney, y la guitarra siniestra de Cantrell para clásicos espesos como Them bones, Dam
that river, Junkhead y Would?,
fue contrapuesta, por ejemplo,
con la desoladora luminosidad
de No excuses. La jornada fue el
símbolo de una banda que vive
de un pasado brillante y un presente más que digno.
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