el realismo. - arteenelvalle

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I.E.S. Valle del Ambroz. Historia del Arte, 2º Bachillerato.
Manuel Torres Zapata
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EL REALISMO.
En 1848 Marx publica el
manifiesto comunista, fruto de la
situación económica y social que
estaba atravesando Europa en
aquellos años, sacudida por una
nueva oleada revolucionaria. Estas
revoluciones de 1848 responde a
factores muy diferentes a los de los
de las de 1830, el protagonista ahora
va a ser el pueblo, que lucha por
mejorar su situación. Estos son los
años del surgimiento del obrerismo y
de las reivindicaciones laborales y esta situación hace que el arte europeo también se vea
afectado. Desde la década de 1840 el arte está dominado por grupos que se autoproclaman
“realistas”, los artistas entendían el realismo como una reacción frente al movimiento
romántico que se evadía en sus mundos de ensoñación, de recuerdos históricos, Su principal
objetivo es dar cuenta de la realidad que rodea al artista, realidad en su sentido más amplio y
no sólo en sus aspectos más amables o singulares. A diferencia de lo artistas anteriores el
pintor ahora incluso un compromiso político, y pone su pintura al servicio de los ideas de
denuncia, en muchos casos vinculados a la actividad de los partidos socialistas. Algunos de
ellos participaron activamente en la revolución de 1848, como Courbert, que manifestó: “Sin
la revolución tal vez no se habría visto nunca mi pintura; al renegar del ideal falso y
convencional, en 1848 levanté la bandera del realismo, la única capaz de poner el arte al
servicio del hombre. Por esto he luchado contra todas las formas de gobierno autoritario y
de derecho divino, queriendo que el hombre se gobierne a si mismo según sus necesidades, en
su provecho directo y siguiendo sus propias concepciones”
El hombre, sin exaltaciones místicas ni abstracciones académicas se convierte en el
centro de la nueva estética, por lo tanto el eje central del realismo es el vínculo directo con
todos los aspectos de la vida, incluidos los más inmediatos y cotidianos, se destierra la
mitología, la evocación histórica, la belleza convencional de los cánones clásicos. El mundo
del trabajo, visto desde esta perspectiva de denuncia, de valoración positiva del esfuerzo de las
clases trabajadoras, las escenas cotidianas, la crítica, incluso caricatures, a la sociedad
burguesa, es lo define la temática de la pintura realista.
El público consumidor de arte empieza a cambiar, aunque la burguesía sea aun el
principal comprador, se generaliza el público como un consumidor anónimo que acude a las
galerías y a los salones a conocer el arte más novedoso- pero a este público le interesaban
sobre todo los valores reconocidos por la crítica oficial, mientras que a muchos de los artistas
sus interés era completamente el contrario. La distancia entre publico y artista se fue
ensanchando hasta acabar por ser aceptada, apareciendo el artista maldito, el bohemio y
figuras ya típicas de la historia del arte del siglo XIX y XX
El realismo va ser una escuela fundamentalmente francesa, que ocupa
aproximadamente los años centrales del siglo XIX. Paris ya es el centro artística mundial a
donde acuden todos los que quieren triunfar como artistas; comienza asi a surgir la imagen del
artista bohemio, de vida agitada, de sobrevive al borde de la miseria en las calles parisinas.
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G. COURBERT, (1819-1877)
Podemos considerarle el padre del
realismo, de origen rural y muy vinculado a sus
tierra de origen y a los valores revolucionarios y
republicanos. Su formación artística no siguió
los cauces tradicionales, no frecuento las
academias y talleres tradicionales, sino que se
dedica a copiar a los grandes maestros, pero
siempre con un planteamiento muy personal, el
mismo manifestó “he querido simplemente
sacar del total conocimiento de la tradición el sentimiento razonado e independiente de mi
propia individualidad”. Insatisfecho con el panorama artístico de París, vuelve a refugiarse a
su pueblo, Ornans, donde trabaja en solitario reflejando los paisajes y la vida de su entorno.
Después de 1848 y del fin del régimen de Luis Felipe de Orleáns vuelve a París donde fija su
taller, en 1850 presenta "Entierro en Ornans", obra que representa un entierro rural,
manifestando su interés por lo popular con técnicas de composición y color que deben mucho
a la escuela barroca, aunque la referencia inmediata que tenemos es el “Entierro del Conde de
Orgaz” de El Greco, ambos de un tamaño desmesurado, como una forma de dignificar, de
introducir en el gran arte temas profundamente populares, se trata de un friso de figuras
negros, sacadas de la realidad rural del siglo XIX. Las figuras se distribuyen sin una jerarquía
aparente detrás de la fosa que esta abierta para recibir el ataúd que llevan los personajes de la
izquierda del lienzo
Ese mismo sentido lo encontramos en otros cuadros que buscan dignificar el trabajo
obrero, como "Los picapedreros", de 1850 también. Esta exaltación monumental del trabajo o
de una comunidad campesina hace que sea tachado de socialista por la crítica oficial, ante lo
que el respondía: “Yo acepto encantado esta denominación, yo no soy solamente socialista,
sino además demócrata y republicano, en una palabra, partidario de toda revolución y, por
encima de todo realista”.
Unos años posterior es “El taller del pintor”, también de gran tamaño, un autorretrato
en el que aparece pintando rodeado de diversos personajes reales amigos y mecenas del pintor,
de todo lo que él considera “la historia moral y física de mi taller, están todas las personas que
me sirven y participan de mi trabajo”. Aparecen desde las modelos, el propio pintor
autorretratado, los críticos, poetas y amantes del arte que formaban su circulo de amistades. La
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obra fue presentada a la Exposición de 1855, siendo rechazada, a pesar de los cual es
considera como la obra maestra de
Coubert
También fue un destacado
paisajista y pintor de desnudos
femeninos, que trata con una gran
libertad y tratamiento muy
desenfadado y sin ningún tipo de
pudor a la hora de representar el
cuerpo de la mujer.
J. F. MILLET (1814-1875)
Sus cuadros giran casi siempre en torno al mundo
rural, aunque con una mentalidad y un tratamiento
diferente al de Coubert, ha pasado a la historia como el
pintor de campesinos, aunque en una atmósfera sosegada,
lo que no impide que represente el sufrimiento y el
esfuerzo cotidiano, identificándose con las gentes del
campo. En un momento en el que triunfaba la escuela de paisajistas de Barbizon, Millet
vuelve a centrarse en el hombre, que considera el elemento irrenunciable de toda obra “ Al
pintar un cuadro, ya sea una casa, un bosque, el océano o el cielo, es necesario pensar
siempre en la presencia del hombre”
De origen humilde y rural, su formación inicial está condicionada por el ambiente
católico de su devota abuela y de su tío, párroco rural, que le inculcan esos valores morales y
religiosos que marcan su obra. Tuvo una vida difícil, con serias dificultades económicas y
personales, abandona París, donde había vivido unos años, y vuelve al campo, identificándose
plenamente con el mundo rural, humilde y trabajador. “Campesino nací, campesino moriré.
Tengo que contar las cosas como las he visto y me quedaré en mi terruño sin retroceder ni un
paso”
Todos estos planteamientos artísticos y personales lo vemos en el que posiblemente es
su cuadro más conocido “El Angelus", en el representa a una pareja de campesino que han
parado su trabajo en el campo para rezar un momento, Millet busca destacar los la humildad y
el recogimiento de esos campesinos, que trabajan en una tierra tan pobre que sólo da un cesto
de patatas, no hay resentimiento ni critica social, reconcilia al hombre con la naturaleza. Ese
aire de serenidad y de tranquilidad se ve potenciado por la luz del atardecer en la que coloca la
escena; y por la simplicidad de la composición , un rectángulo dividido en dos por la línea del
horizonte en el que sólo aparecen las dos figuras de pie.
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En los cuadros de Millet no hay como se ha querido ver por parte de algunos críticos,
nunca le intereso el campesinado como clase social, ni mucho menos sus reclamaciones, tan
sólo le movía la verdad simbólica y la dignidad de la vida campesina. Su obra conmovió a sus
contemporáneos y a numerosos artistas se vieron influidos por sus cuadros de campesinos, que
como decía Van Gogh
“parecen pintados con la
tierra que labran y trabajan”
En “Las espigadoras”
(1857) tres mujeres humildes,
representan la dureza de los
trabajos agrícolas, como el
recoger los restos de espigas
que quedan en la era después
de trillar, predominan los
tonos terrosos, que evocan el
trabajo de la tierra y ambiente
caluroso del verano; las
mujeres aparecen en el
primer plano, forman ángulos
rectos que se recortan en el
simple paisaje de amplio
horizonte
HONORÉ DAUMIER.
La tercera y gran figura del realismo
francés es el pintor, grabados y escultor
Daumier
(1808-1879),
que
refleja
irónicamente el mundo burgués francés con
sus tragedias y preso de la política, Su
formación fue completamente autodidacta,
contemplando las colecciones del Louvre,
especialmente de pintura española, lo que le
permite pasar de la litografía y la caricatura
periodística a la pintura. A diferencia de los
dos anteriores sus temas son cien por cien
urbanos, dedicándose mucho a la ilustración gráfica. Tiene grandes dotes para el dibujo y gran
agudeza intelectual para la crítica y la caricatura. Trabajo para alguna de las revistas de sátira
política de la época que incluían sus caricaturas. Los cuadros son de tonos negros y parduscos,
con contornos muy marcados y sinuosos de perfil negro. Posiblemente su cuadro más famoso
sea 'El vagón de tercera". Hizo varias versiones del mismo cuadro, con una línea ágil y muy
marcada, realiza casi una caricatura de un vagón de ferrocarril, el nuevo medio de transporte
de la Revolución Industrial, que podía ser muy bien un reportaje periodístico de esa realidad
del siglo XIX . El éxito de Daumier está en haber mostrado como los medios de expresión del
artista debían plegarse a las exigencias de una sociedad cada más influenciable por las
imágenes impresas
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Dentro de esta pintura realista de
mediados del siglo XIX, va a tener también una
importancia considerable, la pintura de paisaje;
la dignificación del paisaje que se produce ahora
es de importancia trascendental para el
protagonismo que va a tener posteriormente en
el Impresionismo. El paisaje realista aparece
despojado de todo simbolismo, convertido en un
tema completamente neutro, con contaminación
sentimental o literaria alguna, aspecto este que
le hará un perfecto campo de experimentación y
la plasmación de valores plásticos puros, de ahí
su importancia para el arte del siglo XX. El
eslabón entre el paisaje tradicional y romántico
con el paisaje moderno será este paisaje realista,
con autores como Corot (1796.1875) o las
escuelas de paisajistas de Barbizon (en las
cercanías de París) o de Le Havre. Corot
representa el paso del paisaje clásico francés al
paisaje realista, de familia acomodada, no
conoció los problemas económicos de otros pintores de su generación, ni la necesidad
imperiosa de vender sus obras para sobrevivir, lo que se traduce en una mayor libertad
artística y a la independencia respecto a escuelas y grupos; su estilo es muy personal,
subordina la técnica a la visión personal, afirmando que “no hay que perder nunca la primera
impresión que nos ha conmovido”, por lo que podemos considerarle también uno de los
antecesores directos del impresionismo. Descubrió la luz en sus viajes a Italia, que le sirve
para destacar la limpieza de la atmósfera, esencialmente en visiones panorámicas. Emplea
como método de trabajo apuntes del natural que luego retoma en el taller, transformándolos,
dándoles una mayor emotividad: “Mientras busco la imitación concienzuda, no pierdo ni un
instante la emoción… Lo real es una parte importante del arte, pero el sentimiento lo
completa. Si estamos verdaderamente conmovidos, la sinceridad de nuestra emoción se
transmitirá a los demás”. Los temas de sus paisajes son amplios, y van desde las vistas de las
zonas rurales de Francia, en las que
incluye monumentos como en “El
puente de Nantes” o “La catedral de
Chartres”, o de ruinas romanas.
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En España el realismo está representado sobre todo por la pintura de tema histórico,
posiblemente debido a que las circunstancia sociales y económicas hicieron que la pintura
realista de crítica social tardará mucho más tiempo en llegar. La pintura histórica busca
reflejar los grandes momentos gloriosos del pasado nacional, y evidentemente está muy
vinculada a la construcción del estado liberal burgués y al nacionalismo. Su origen es
romántico, pero la forma de tratar el tema varia, ya no se trata de exaltar el espíritu, ahora se
trata de un pintura erudita, que quiere reflejar el hecho histórico fielmente y preocupado por la
verosimilitud de los representado. Es asunto es lo principal, sumamente minuciosos en los
detalles, son lienzos de gran tamaño. Los temas elegidos normalmente son los más
dramáticos, aquellos que tienen una carga heroica mayor. Fue uno de los géneros mas
cotizados y demandados, sobre todo por instituciones oficiales, ayuntamientos, diputaciones…
que los empleaban para decorar los salones de sus dependencias. De los pintores de este
género de pintura podemos destacar a José
Casado de Alisal (1832-1886), con La rendición
de Bailén; Francisco Padilla, con Doña Juana la
Loca, acompañando el cadáver de Felipe el
Hermoso, o Eduardo Rosales con El testamento
de Isabel la Católica.
Otro pintor español de esta generación es
Mariano Fortuny (1838-1874), vinculado al
realismo por su gusto por el detalle, los temas
populares, cierto exotismo y orientalismo; el tipo
de luz o de pincelada lo acerca al naciente
impresionismo; su temprana muerte cortó lo que
podía haber sido una exitosa carrera, de la que
destacamos obras como “La Vicaría”, de
pequeño formato
y abigarra pincelada, exuberante policromía, en la que emplea
magistralmente las luces y los brillos. Uno de sus encargos fundamentales fue la serie de
lienzos que realiza en Marruecos, documentando la campaña militar. El paisaje realista esta
representado por pintores como Carlos de Haes, que se centra sobre todo en paisajes
montañosos de los Picos de Europa.
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