la crisis en las fronteras - Corporación Viva la Ciudadanía

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¿Reforma?... O revancha contra la Justicia
José Hilario López
Abogado
Corporación Utopía
En la combinación de todas las formas de lucha, el gobierno del presidente
Uribe ha demostrado ser experto y aventajado maestro. Utilizó tal método para
llegar al poder, para atornillarse cuatro años más, para vapulear a su antojo a
sus contradictores y para liberar a un escogido puñado de rehenes de las
FARC.
La “reforma” a la justicia, que se presenta como la gran prioridad del nuevo
Ministro del Interior y de Justicia, pero viejo zorro de la politiquería, Fabio
Valencia Cossio, es otra expresión de esa táctica que tanto critica y
periódicamente achaca a algunos de sus opositores. Desde otro ángulo, será la
manera como este gobierno le cobrará las cuentas a quienes se han atrevido a
investigar y encarcelar a sus socios de sus entrañas y a poner en entredicho la
legitimidad del régimen. Aunque sea un decir, la vida entre barrotes del primo
del presidente, Mario Uribe Escobar, del “buen muchacho” Jorge Noguera, de
Álvaro Araujo y de sus más allegados socios de proyecto político-militar, para
citar apenas unos, no quedará impune. Ese es el mensaje.
Cuando el país asistía entre atónito y polarizado a las diatribas del ejecutivo en
contra de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia, cuando justo veíamos
arrodillado al presidente Uribe y al magistrado Ricaurte, también arrodillado, en
honor de la verdad ante una imagen religiosa, ¡se apareció la virgen! La
liberación de los secuestrados ocurrida el 2 de julio del presente año sirvió para
que el país se olvidara del grave enfrentamiento entre Uribe y la rama judicial
en cabeza de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia. A pesar de la
reunión que propiciara Valencia Cossio, para bajarle la temperatura al
enfrentamiento, las causas de la calentura siguen intactas.
La “reforma” que se pretende no es un acto de alta política de Estado con el
cual se busque mejorar el acceso de la justicia a la mayoría de los ciudadanos,
no. Tampoco se pretende brindarle “pronta y cumplida justicia” a la población.
Mucho menos reducir los altos índices de impunidad y de morosidad. La
“reforma” que se pretende es simplemente un acto cobarde de revancha contra
la Corte Suprema de Justicia y otro zarpazo de Uribe para arrogarse más poder
del que ha venido acumulando a lo largo de seis años. Para consolidar el
proyecto que engendra es necesario disminuir y aniquilar cualquier asomo de
oposición.
La “reforma” surge en medio de la crisis institucional, generada por el
presidente Uribe al irrespetar reiteradamente las decisiones de la rama judicial
que no son de su agrado, ni de su conveniencia.
Para descifrar el por qué de la reforma debemos mirar el contexto de la política
uribista frente a la justicia, a la rama judicial y la coyuntura en medio de la cual
se presenta. Entonces, encontraremos que se trata de una clara y abierta
revancha:
No se requiere hacer demasiada memoria. Los últimos meses, el país fue
espectador pasivo de los siguientes hechos que, en un país decente o en una
democracia de verdad, hubiesen generado un gran sacudón. Todos los
episodios fueron originados por el presidente Uribe y su legión de áulicos:
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Enfrentamiento con el magistrado Valencia Copete que llevó inclusive a
que Uribe formulara denuncia penal en su contra.
Enfrentamiento con el magistrado Velásquez Gómez aduciendo un
supuesto montaje del magistrado contra Uribe Vélez y al cabo de unos
meses se descubrió que el montaje era a la inversa, en contra del
magistrado Velásquez (caso “Tasmania”).
Enfrentamiento con la sala penal de la Corte Suprema de Justicia porque
a Uribe no le gustó el pronunciamiento que hizo en la sentencia contra
Yidis Medina acerca de la legalidad de la votación que permitió la
reelección.
El cambio de ministro no es gratuito, la escogencia del reemplazo de Holguín
Sardi, tampoco, el tonito “conciliador” de Valencia Cossio, aún antes de
posesionarse tampoco es gratis. Uribe, experto marrullero no da puntada sin
dedal. Todo está debidamente calculado. Será una reforma perfecta. ¡Los
chalecos con el emblema de la Cruz Roja Internacional están listos!
Es una “reforma” en beneficio de sus socios encarcelados y los que faltan por
encerrar.
La “reforma” será discutida y aprobada por los congresistas encarcelados, a
través de quienes los reemplazaron. Así como la Ley 975 de 2005, mal llamada
de Justicia y Paz que fue discutida y aprobada por los parapolíticos.
Apenas ahora, los Uribistas alegan falta de garantías y echan de menos la
doble instancia en las investigaciones que desde el siglo pasado adelanta la
sala penal de la Corte Suprema de Justicia con ese procedimiento. La
propuesta de la doble instancia busca entrabar las investigaciones contra los
congresistas vinculados con los paramilitares y poner en tela de juicio las
condenas que se han dictado.
En la táctica de la combinación de todas las formas de lucha, Uribe presentará,
además, la “reforma” política que le confeccionaron sus “notables” en tiempo
record. Y haciéndose el desentendido, empujará la propuesta de “referendo
popular” para quedarse otros cuatro años más, arropado por el discurso
embaucador de que en el país no hay otra persona capaz de gobernar. ¡Como
si al ejercicio arbitrario, autoritario y demagogo de Uribe se le pudiera llamar
gobernar!
La Constitución del 91 ha sido violada, ultrajada, retocada, particularmente por
las hordas Uribistas. Así como las cuadrillas paramilitares se ensañaron con
nuestras indefensas mujeres.
Lo que requiere hoy el país, es un nuevo consenso nacional que permita
recomponer las cargas del poder, que permita hacer real la división equitativa
de poderes de las tres ramas, porque como están las cosas Uribe se ha
encargado de deslegitimar el estado social de derecho y lo ha convertido en
poco menos que su hacienda, en donde él es simplemente el capataz.
¿Cuándo dejaremos de ser sumisos peones? ¿Cuándo saltaremos el
palenque?
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