el principito - Fasta Santo Domingo de Guzmán

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EL PRINCIPITO
DE ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
ESCENA I:
(Fondo de CIUDAD. En una sala están el abuelo y el padre jugando al ajedrez. La abuela teje y los niños se encuentran
hacia la derecha en el piso. Las niñas leen sobre unos almohadones. El niño dibuja mientras observa en un libro.)
Madre: (Entrando) Marcel, ¿qué están haciendo los niños? Ya va a ser hora de que se preparen para cenar…
Padre: Déjalos un rato más… Clotilde y Claire están leyendo… Antoine, dibuja seguramente…
Abuelo: (riéndose) ese niño no madura nunca… siempre haciendo dibujitos por todos lados…
Abuela: (Ofendida) Cállate Pierre, tú también has sido niño, ya tendrá tiempo de ocuparse de cosas de grandes…
Madre: (Dirigiéndose a las niñas) ¿Qué hacen mis pequeñas?
Hermana 1: (Orgullosa) Yo leo poesía madre, la maestra vendrá mañana y podré recitarle todo de memoria.
Hermana 2: Estoy terminando de estudiar mis clases de gramática… pronto tendremos el examen…
Madre: (Al niño) ¿Y tú Antoine?... ¿Qué estás mirando?
Antoine: (Se levanta y mostrando el libro cuenta) Mira madre, es un lámina magnífica… ¿Conoces este libro? Se llama
“Historias vividas”… (El padre se va acercando) Copie el dibujo en mis hojas… ¿Te asusta? (mostrando el dibujo 1)
Padre: (interrumpiendo a la madre que iba a contestar, con tono de burla) ¡Hijo! ¿Por qué habría de asustarnos un
sombrero?
Antoine: No, no… mírenlo bien (se agacha a dibujar en otra hoja rápidamente) Es una serpiente boa que digiere un
elefante (sonríe mientras muestra el dibujo 2).
Abuelo: Sí que tu hijo tiene una imaginación suprema, Marcel… (Se ríen)
Padre: Te consejo Antoine que dejes de lado ya los dibujos de serpientes boas abiertas y cerradas y te intereses un poco
más en la geografía, la historia, el cálculo, la gramática…
Abuelo: ¡Pero claro niño! A comienzos del siglo XX donde nos ha tocado vivir, los niños se ocupan de cosas más
interesantes…
(Se desarma la escena mientras comienza el baile del SWING)
ESCENA II:
(Al finalizar el baile, aparece fondo de desierto y sonido de caída del avión. Entra el aviador desde atrás acomodándose y
se tira al piso a descansar.)
Principito: (Dirigiéndose al aviador) Por favor… ¡dibújame un cordero!
Aviador: (Abre los ojos, medio asustado) ¡Eh!
Principito: Dibújame un cordero…
Aviador: (poniéndose de pie rápidamente y frotándose los ojos. Mira hacia su alrededor y luego vuelve a mirar al
hombrecito) Pero ¿qué haces aquí?
Principito: Por favor… dibújame un cordero…
Aviador: (Saca de su bolso hojas y un lápiz) Pero yo… no sé dibujar…
Principito: No importa. Dibújame un cordero.
(El aviador dibuja y le muestra) ¡No! ¡No! No quiero un elefante dentro de una boa. Una boa es muy peligrosa y un
elefante muy embarazoso. (El aviador se sorprende) En mi casa todo es pequeño. Necesito un cordero. Dibújame un
cordero.
(El aviador dibuja nuevamente y le muestra) ¡No! Este cordero está muy enfermo. Haz otro.
(El aviador continúa dibujando y el Principito sonríe cuando lo muestra) ¿Ves?... No es un cordero, es un carnero. Tiene
cuernos…
(El aviador como cansado intenta otra vez) Éste es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
(Con pocas ganas, indignado dibuja y muestra)
Aviador: Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro.
Principito: (sonriendo) ¡Es exactamente como lo quería! ¿Crees que necesitará mucha hierba este cordero?
Aviador: (Sorprendido) ¿Por qué?
Principito: Porque en mi casa todo es pequeño…
Aviador: Alcanzará seguramente… Te he regalado un cordero bien pequeño…
Principito: No tan pequeño… ¡Mira! Se ha dormido… (Enrolla el dibujo y se va a sentar frente al avión)
ESCENA III:
(El aviador saca herramientas de su bolso cerca de donde está sentado el Principito)
Principito: ¿Qué es esa cosa?
Aviador: No es una cosa. Vuela. Es un avión. (Orgulloso) Es mi avión.
Principito: ¿Cómo? ¿Has caído del cielo?
Aviador: (Riendo) Sí.
Principito: ¡Ah! ¡Qué gracioso! (El aviador lo mira ofendido de su risa). Entonces tú también vienes del cielo… ¿De qué
planeta eres?
Aviador: ¡Vienes pues de otro planeta! (El Principito sigue mirando el avión sin atender la pregunta)
Principito: Verdad es que, en esto, no puedes haber venido de muy lejos… (Abre el dibujo de la caja y lo mira)
Aviador: ¿De dónde vienes hombrecito? ¿Dónde queda tu casa? ¿A dónde quieres llevar mi cordero?
Principito: (Luego de unos segundos de silencio) Me gusta la caja que me has regalado porque de noche le servirá de
casa… (Camina hacia el costado como saliendo y da vuelta para hablar) ¡Mi casa es tan pequeña!
(El aviador queda pensativo en medio de la escena. Vuelve fondo de CIUDAD)
ESCENA IV
Aviador: (camina pensativo) Me dijo que su planeta es apenas más grande que una casa… Mmm… Cuando un
astrónomo descubre algún planeta pequeño, le da un número por nombre… (Comienza a entrar el público y a sentarse, y
por el otro lado el astrónomo 1 con su pizarra) Tengo serias razones para creer que el planeta de donde viene el Principito
es el asteroide B612… Aunque primero nadie le haya creído a su descubridor… Las personas grandes son así… (Sale)
Público 1: (Levantándose) ¡A ver! Cuál es la novedad que nos tiene este científico loco vestido como payaso…
Público 2: No creo que nos hayan invitado al gran Congreso Internacional de Astronomía para presenciar un espectáculo
de circo… (Todos se ríen)
Público 3: Un momento señoras… le demos una oportunidad al buen hombre… quizás ni se ha enterado que hemos
comenzado el siglo XX y por eso todavía usa esos harapos… (Nuevamente se rién)
Astrónomo 1: Señores, tengo el agrado de presentarles al nuevo y pequeño planeta que he descubierto hace muy pocos
meses con mi telescopio…
Público 6: ¡Aha! ¿Y cómo es que está tan seguro de que se trata de un nuevo planeta? ¿A qué distancia se encuentra?
¿Cuánto pesa?
Astrónomo 1: ¡Yo mismo lo he observado y estudiado!
Público 7: (Todos se ríen y murmuran) Cómo si eso fuese suficiente… ¡Por favor! Déjese de payasadas… Vaya a hacer
números y traiga una investigación más interesante… (Sale el astrónomo 1 con la cabeza gacha y por el costado el público
a avejentarse.)
Público 4: (Entra el público y por el otro lado el astrónomo 2. Arman nuevamente la escena) Pero qué alegría verlos
nuevamente… si han pasado diez años ya… parece que ha venido un astrónomo de renombre…
Público 5: ¡Sí! Eso me han dicho, que es un hombre muy elegante, debe tener una trayectoria magistral, ojalá lo hubiese
visto hace años…
Astrónomo 2: Señores, tengo el agrado de presentarles el asteroide B 612, que yo mismo he descubierto con mi teles copio
hace 10 años, a tres mil millas de nuestro planeta, con un peso aproximado de cien mil toneladas, con el 58% de
probabilidad de vida…
Público 8: (Todos aplauden) ¡Bravo! Este hombre es un genio… Cuánta precisión en las cifras… (El astrónomo saluda y el
público va saliendo por los costados).
(El astrónomo 2 va saliendo por un lado y el aviador entra por el otro. Vuelve fondo de DESIERTO)
Aviador: Las personas grandes aman las cifras. Son así. Y no hay que reprocharles… Los niños deben ser muy indulgentes
con las personas grandes… (Mira al público) Yo… no sé ver corderos a través de las cajas… Soy quizás un poco como las
personas grandes. Debo haber envejecido…
ESCENA V
(Entra el Principito como apurado)
Principito: ¿Es verdad, no es cierto, que a los corderos les gusta comer arbustos?
Aviador: (Levantando los hombros y desmereciendo la pregunta) Sí. Es verdad.
Principito: ¡Ah! ¡Qué contento estoy! (El aviador lo mira dudosamente) ¿De manera que comen también baobabs?
Aviador: Los baobabs no son arbustos, sino árboles grandes como iglesias… Aunque una tropa de elefantes quisiera comer
de ellos no acabarían con un salo baobab…
Principito: (Ríe y luego piensa) Los baobabs antes de crecer comienzan por ser pequeños…
Aviador: ¡Es cierto! Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman baobabs pequeños?
Principito: ¡Bueno! ¡Vamos! Como resultado de buenas semillas hay buenas hierbas, y de malas semillas malas hierbas… Si
se trata de una planta mala debe arrancarse la planta inmediatamente, en cuanto se ha podido conocerla… (El aviador
continúa atendiéndolo mientras dibuja)Si un baobab no se arranca a tiempo, invade todo el planeta, lo perfora con sus
raíces y, si es demasiado pequeño, lo hace estallar… Es cuestión de disciplina, cuando uno termina de arreglarse a la
mañana debe hacer cuidadosamente la limpieza del planeta… Es aburrido, pero fácil.
Aviador: (Mostrando lo que ha hecho) ¿Crees que así estará bien? Cuando vea a algún niño le diré… ¡Cuidado con los
baobabs! A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde algún trabajo, pero si se trata de ellos… es siempre una
catástrofe…
(El Principito se levanta y mira hacia el sol. El aviador se le acerca)
Principito: Me encantan las puestas de sol. ¿Vamos a ver una puesta de sol?
Aviador: Pero tenemos que esperar...
Principito: ¿Esperar qué?
Aviador: Esperar a que el sol se ponga…
Principito: (Entristecido) Me creo siempre en mi casa… ¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las
puestas del sol… (El aviador sonríe, lo abraza y se va para el costado que vuelve a buscar sus herramientas cerca del
avión)
ESCENA VI
(El Principito corre hacia donde está el aviador)
Principito: (Preocupado) Si un cordero come arbustos, ¿come también flores?
Aviador: Un cordero come todo lo que encuentra.
Principito: ¿Hasta las flores que tienen espinas?
Aviador: Sí. Hasta las flores que tienen espinas.
Principito: Entonces, las espinas, ¿para qué sirven?
Aviador: (Tira una herramienta al suelo como enojado) Las espinas no sirven para nada. Son pura maldad de las flores.
Principito: (Sorprendido) ¡Oh! (Queda pensativo y luego enérgico) ¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se
defienden como pueden. (El aviador lo mira y sigue buscando una herramienta) Y tú, tú crees que las flores…
Aviador: ¡Pero no! ¡Yo no creo nada! Te contesté cualquier cosa. ¡Yo me ocupo de cosas serias!
Principito: (Lo mira estupefacto) ¡Hablas como las personas grandes! ¡Confundes todo! ¡Mezclas todo! Conozco un planeta
donde hay un señor carmesí. Jamás ha aspirado una flor. Jamás ha querido a nadie. No ha hecho más que sumas y restas.
Y todo el día repite como tú (en tono de burla) “Soy un hombre serio, soy un hombre serio”. Pero no es un hombre, ¡es un
hongo!
Aviador: ¿Un qué?
Principito: ¡Un hongo! (Piensa y continúa) ¿No es importante saber por qué hace miles de años las flores fabrican espinas
que no sirven para nada? ¿No es importante que yo conozca una flor única en el mundo y que un corderito puede
aniquilar una mañana, así, como si nada? Si alguien ama a una flor única entre las millones de estrellas es bastante para
que sea feliz cuando mira las estrellas… Y si el cordero come la flor es como si todas las estrellas se apagaran… ¿Eso no es
importante? (Se tira al piso a llorar. El aviador tira sus herramientas al suelo y lo abraza. Luego lo acuna.)
Aviador: La flor que amas no corre peligro… Dibujaré un bozal para tu cordero. Dibujaré una armadura para tu rosa…
Di… (Vuelve a abrazarlo. Fondo de PLANETAS. El aviador sale y el Principito queda como dormido. Entra la rosa se
coloca en el medio del escenario agachada)
ESCENA VII
(El Principito observa a la rosa que permanece agachada. Da una vuelta y vuelve a mirar. La rosa va levantándose de a
poco, acomodándose de espaldas al público, peinándose.)
Rosa: (Dándose vuelta) ¡Ah! Acabo de despertarme… Perdóname… Todavía estoy despeinada…
Principito: (Admirado) ¡Qué hermosa eres!
Rosa: ¿Verdad? Y he nacido al mismo tiempo que el sol… (El Principito la mira ante su falta de modestia) Creo que ya es
hora del desayuno… ¿Tendrías la bondad de acordarte de mí?
(El Principito va a buscar una regadera y la riega)
Rosa: (Mirando sus espinas)¡Ya pueden venir los tigres con sus garras!
Principito: (Confundido) Aquí no hay tigres… además los tigres no comen hierbas…
Rosa: (Agrandada) Yo no soy una hierba… No temo a los tigres, pero siento horror a las corrientes de aire… ¿No tendrías
un biombo? (El Principito se encoge de hombros) Por la noche me meterás bajo un globo. Aquí hace mucho frío. Hay
pocas comodidades. Allá de donde vengo… eh… en ese lugar… (Comienza a toser) ¿Y el bombo?
Principito: Lo iba a buscar, pero estabas hablando… (La rosa vuelve a toser y el Principito busca el biombo. Camina del
otro lado como ofendido) No debí haberla escuchado, nunca hay que escuchar a las flores. Hay que mirarlas y aspirar su
aroma… Debo juzgarla por sus actos y no por sus palabras… (Corre el biombo, riega la rosa y hace el intento de colocar el
biombo otra vez) Adiós…
(La rosa se hace la que no lo escucha ni lo mira)
Principito: Adiós.
Rosa: (Tose) He sido tonta. Te pido perdón. Procura ser feliz. (El Principito la mira) Pero… sí… te quiero. No has sabido
nada, por mi culpa. Has sido tan tonto como yo. No tiene importancia. Deja ese biombo en paz. No lo quiero más.
Principito: Pero el viento… los animales…
Rosa: No estoy resfriada como para… El aire fresco me hará bien. Soy una flor. Es preciso que soporte dos o tres orugas si
quiero conocer las mariposas… No te detengas más, es molesto, has decidido partir… (El Principito deja el biombo al
costado y la mira… Ella solloza) ¡Vete! (El Principito va hacia el fondo y se acerca a la parte de los pájaros. Baja la luz y
sale la rosa).
ESCENA VIII
(Entra el Rey y se sienta en su trono al medio del escenario. El Principito comienza a caminar como observando su
alrededor.)
Rey: ¡Ah! He aquí un súbdito…
Principito: (sorprendido y mirando al público) ¿Cómo puede reconocerme si nunca me ha visto antes? Quizás, para los
reyes de este mundo, todos los hombres son súbditos…
Rey: (Sonriente y orgulloso) Acércate para que te vea mejor…
(El Principito busca un lugar para sentarse pero queda de pie y luego bosteza)
Rey: (enojado) Es contrario al protocolo bostezar en presencia de un rey… Te lo prohíbo.
Principito: No puedo impedirlo… he hecho un largo viaje y no he dormido…
Rey: (Piensa) Entonces… te ordeno bostezar. No he visto bostezar a nadie desde hace años. Los bostezos son una curiosidad
para mí… ¡Vamos! Bosteza otra vez, ¡es una orden!
Principito: (Confundido) Pero ahora no puedo…
Rey: Mmm… Entonces… te ordeno bostezar o no bostezar… (Orgulloso) Soy un monarca muy respetado y no tolero la
desobediencia…
Principito: ¿Puedo sentarme?
Rey: Te ordeno sentarte…
Principito: Mi señor, perdón por interrogaros… ¿sobre qué reináis?
Rey: Sobre todo… (El Principito mira hacia el fondo) Sobre todo eso… Soy un monarca universal… Hasta las estrellas me
obedecen al instante, no tolero la indisciplina.
Principito: (Piensa) Quisiera ver una puesta de sol… Ordena al sol que se ponga…
Rey: Pues bien… hay que exigirle a cada uno lo que cada uno puede hacer…La autoridad reposa, en primer término,
sobre la razón… Deberás esperar a que las condiciones sean favorables… (Busca en un calendario) Eso… eso será como… ¡a
las siete y cuarenta! Sí… ¡y verás cómo soy obedecido!
Principito: (Se toma la cabeza con las manos como aburrido…) Ya no tengo nada más que hacer aquí, voy a partir…
Rey: No partas… te nombraré ministro… ministro de justicia… todavía no conozco todo el reino… no se sabe nunca quién
puede aparecer para juzgar… Aunque, ¡te juzgarás a ti mismo! Es lo más difícil, es mucho más difícil juzgarse a sí mismo
que juzgar a los demás… Si logras juzgarte bien a t mismo, eres un verdadero sabio… (El Principito niega con la cabeza, se
levanta y comienza a alejarse) Está bien, ¡te hago embajador!
Principito: (Se acerca al público lentamente. Bajan las luces.) Las personas grandes son bien extrañas… (Sale el rey y entra
el vanidoso)
ESCENA IX
(El Principito va dando vuelta como recorriendo el lugar)
Vanidoso: ¡Ah! ¡Ah!¡He aquí la visita de un admirador!
Principito: Buenos días… qué sombrero tan raro tienes…
Vanidoso: Es para saludar… para saludar cuando me aclaman. Desgraciadamente, nunca pasa nadie por aquí… ¡Golpea
tus manos una contra otra! (El Principito duda un poco y luego aplaude. El vanidoso saluda con el sombrero. Hacen lo
mismo dos veces más)
Principito: ¿Y qué hay que hacer para que el sombrero caiga? (El vanidoso sigue sonriendo como si no escuchara)
Vanidoso: ¿Me admiras mucho verdaderamente? (El Principito se encoge de hombros) Digo… reconocer que soy el hombre
más hermoso, mejor vestido, más rico y más inteligente del planeta…
Principito: ¡Pero si eres la única persona del planeta!
Vanidoso: ¡Hazme el favor! ¡Admírame lo mismo! (Sale pensativo y el Principito se acerca al público)
Principito: Las personas grandes son decididamente muy extrañas… (Comienza a recorrer el lugar nuevamente. Entra el
bebedor, se sienta frente a una mesa y se apoya sobre ella como cansado)
Principito: ¿Qué haces ahí? (Se va acercando) ¿Por qué estás en silencio y tienes una colección de botellas llenas y una
colección de botellas vacías?
Bebedor: (Se endereza) Bebo…bebo para olvidar…
Principito: ¿Para olvidar qué?
Bebedor: Para olvidar que tengo vergüenza…que tengo vergüenza de beber… (Vuelve a apoyarse en la mesa. El
Principito lo mira sorprendido. Se va alejando mientras no deja de mirarlo.)
Principito: (Dirigiéndose al público) Las personas grandes don decididamente muy pero muy extrañas… (Sale el bebedor y
entra el hombre de negocios)
ESCENA X
(El Principito se va acercando al hombre que hace cuentas)
Principito: Buenos días… Su cigarro está apagado.
Hombre de negocios: Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, veintidós.
Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. ¡uf! Da un total,
pues, de quinientos un millones seiscientos veintidós mil seiscientos treinta y uno.
Principito: ¿Quinientos millones de qué?
Hombre de negocios: ¡Eh! ¿Siempre estás ahí? Quinientos un millones de… Ya no sé… tengo tanto trabajo… Yo soy serio, no
me divierto con tonterías. Dos y cinco, siete…
Principito: ¿Quinientos millones de qué?
Hombre de negocios: En los cincuenta y cuatro años que habito este planeta, solo me han molestado tres veces. La
primera fue hace veintidós años por un abejorro que cayó sabe Dios de dónde… Cometí cuatro errores en mi suma. La
segunda fue hace once años por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejercicio… no tengo tiempo para moverme… Yo
soy serio. La tercera… ¡Hela aquí!
Principito: ¿Millones de qué?
Hombre de negocios: (Disgustado) Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo… Esas que brillan…
Principito: ¿Moscas? ¿Abejas?
Hombre de negocios: ¡Pero no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo
para desvariar…
Principito: ¡Ah! Estrellas… (El hombre asiente con la cabeza y el dedo) ¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
Hombre de negocios: Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy serio, soy preciso…
¿Qué hago? (El Principito asiente con la cabeza) Nada, las poseo…
Principito: ¿Y para qué te sirve poseerlas?
Hombre de negocios: Me sirve para ser rico… y para comprar así otras estrellas si alguien las encuentra. Soy el primero que
ha pensado en poseerlas, pues entonces son mías. Las administro… Las cuento y las recuento…
Principito: Yo, poseo una flor que riego todos los días… poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Es útil para
ellos que yo los posea… pero tú no eres útil para las estrellas…
(El hombre lo mira sorprendido y comienza a contar en silencio. El Principito se aleja hacia el público mirando al hombre).
Principito: Decididamente las personas grandes son enteramente extraordinarias… (El Principito comienza a caminar, sale
el hombre y corren la mesa hacia atrás.)
ESCENA XI
(Entra el farolero con su farol y comienza a encenderlo y apagarlo. El Principito lo ve desde lejos.)
Principito: Tal vez este hombre es absurdo. Sin embargo, su trabajo tiene sentido. Cuando enciende el farol es como si
hiciera nacer una estrella más. Cuando la apaga hace dormir a la estrella… Es verdaderamente útil. (Se acerca al
farolero) Buenos días, ¿por qué acabas de apagar el farol?
Farolero: Es la consigna. Buenos días. (Apaga el farol)
Principito: ¿Qué es la consigna?
Farolero: Apagar el farol. Buenas noches. (El Principito lo mira confuso) No hay nada que comprender. La consigna es la
consigna. (Se seca la frente con un pañuelo y continúa hablando sin dejar de prender y apagar el farol) Tengo un oficio
terrible. Antes era razonable. Apagaba por la mañana y encendía por la noche. Tenía el resto del día para descansar, y el
resto de la noche para dormir.
Principito: ¿Y después de esa época la consigna cambió?
Farolero: La consigna no ha cambiado… ¡Ahí está el drama! De año en año el planeta gira más rápido y la consigna no
ha cambiado… Entonces, ahora que da una vuelta por minuto no tengo un segundo de descanso. Enciendo y apago una
vez por minuto… Hace ya un mes que estamos hablando juntos… (El Principito va alejándose)
Principito: Este hombre es el único que no me parece ridículo… Quizás porque se ocupa de una cosa ajena a sí mismo.
Pero su planeta es verdaderamente demasiado pequeño. No hay lugar para dos…”
(Sale el farolero y su farol y entra el Anciano y se sienta a la mesa hacia un costado.)
Anciano: ¡Toma! ¡He aquí un explorador! (El Principito se sienta en la mesa y suspira como cansado) ¿De dónde vienes?
Principito: ¿Qué es ese grueso libro? ¿Qué haces aquí?
Anciano: Soy geógrafo… Un sabio que conoce dónde se encuentran los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los
desiertos.
Principito: Es bien interesante… ¡Por fin un verdadero oficio! ¿Tu planeta tiene océanos?
Anciano: Todavía no puedo saberlo… ni puedo saber si hay ríos, desiertos o ciudades… (El Principito lo mira sorprendido)
Soy geógrafo, pero no explorador. Carezco absolutamente de exploradores. No es el geógrafo el que debe hacer los
cómputos de las montañas, las ciudades, los ríos. El geógrafo es demasiado importante para ambular… No debe dejar su
despacho. Allí recibe a los exploradores. Los interroga y toma nota de sus observaciones. Y si las observaciones de alguno le
parecen interesantes, el geógrafo indica hacer una investigación sobre ellas porque un explorador que mintiera
produciría catástrofes en los libros de geografía… (El Principito mira desorbitado) Pero tú… ¡tú vienes desde lejos! ¡Eres
explorador! ¡Vas a describirme tu planeta! (Abre el libro como para comenzar a escribir)
Principito: ¡Oh! Mi planeta… no es muy interesante, es muy pequeño. Tengo tres volcanes. Dos en actividad y uno
extinguido. Tengo también una flor…
Anciano: No anotamos las flores… porque son efímeras… están amenazadas por una próxima desaparición.
Principito: (Intranquilo) ¿Mi flor está amenazada por una próxima desaparición? (Se toma la cabeza) ¡Y la he dejado sola
totalmente en mi casa! (El geógrafo lo palmea) ¿Qué me aconsejáis que vaya a visitar?
Anciano: El planeta Tierra, tiene buen prestigio… (El Principito se baja de la mesa y sale. Fondo de DESIERTO. Sale
Anciano y mesa.)
ESCENA XII
(Entra la serpiente y se ubica “enrollada” en medio del escenario. El Principito aparece desde atrás, como sorprendido
observa a su alrededor, y camina lentamente)
Principito: Buenas noches…
Serpiente: Buenas noches… (El Principito busca quién le habla)
Principito: ¿En qué planeta he caído?
Serpiente: En la Tierra, en África…
Principito: ¡Ah!... ¿No hay, pues, nadie en la Tierra?
Serpiente: Aquí es el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es grande. (El Principito se sienta y levanta los ojos
hacia arriba.
Principito: Mira mi planeta… Está justo sobre nosotros… ¡pero qué lejos está!
Serpiente: ¡Qué hermoso que es! ¿Qué vienes a hacer aquí?
Principito: Estoy disgustado con una flor… (La serpiente asiente con la cabeza. Permanecen en silencio unos segundos)
¿Dónde están los hombres? Se está un poco solo en el desierto.
Serpiente: Con los hombres también se está solo…
Principito: Eres un animal raro. Delgado como un dedo…
Serpiente: Pero soy más poderoso que el dedo de un rey… Puedo llevarte más lejos que un navío. (Se enrosca en el pie del
Principito. Él la mira sin asombro) A quien toco, lo vuelvo a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro, y vienes de una
estrella… Me das lástima, tú, tan débil sobre esta Tierra de granito. Puedo ayudarte si algún día extrañas demasiado a tu
planeta. Puedo…
Principito: ¡Oh! Te he comprendido muy bien, pero ¿por qué hablas siempre con enigmas?
Serpiente: Yo los resuelvo todos. (Quedan en silencio. Sale la serpiente. El Principito comienza a caminar y sale hacia un
costado. Entra la flor y se ubica hacia un lado del escenario y luego pasan los hombres de un lado a otro. Ella los observa
mientras pasan. Mientras sonido de viento.)
Hombre 5: ¿Falta mucho para llegar? ¿Alguno tiene de de dónde estamos?
Hombre 2: No debemos estar muy lejos del camino… Ya hemos andado largo rato.
Hombre 3: Yo no imagino de quién habrá sido la idea disparatada de largarnos a caminar por aquí… ¡Y mejor que ni me
entere!
Hombre 1: ¡Ya lo creo! Estaríamos descansando hace rato sin tragar arena culpa de este viento desgraciado…
Hombre 4: ¡Ya hombres! Caminen de una vez, quejándose no llegarán más rápido a ningún lado... Quieren llegar a sus
casas y después hay que rogarles que se queden… ¡Vamos, andando!
ESCENA XIII
(El Principito entra y se acerca a la flor que se acomoda sus pétalos)
Principito: Buenos días.
Flor: Buenos días.
Principito: ¿Dónde están los hombres?
Flor: Mmm… ¿los hombres? Los he visto… Creo que existen unos cinco o seis. Pero no se sabe nunca dónde encontrarlos. El
viento los lleva. No tienen raíces. Les molesta mucho no tenerlas.
Principito: ¡Oh!... Adiós.
Flor: Adiós.
(El Principito camina hacia el otro costado del escenario y se sube a una “montaña” alta)
Principito: Desde una montaña alta como esta veré de un golpe todo el planeta y todos los hombres… (Observa como
tratando de encontrar algo. Luego con las manos al costado de su boca) ¡Buenos días!
Eco: Buenos días… Buenos días… Buenos días…
Principito: ¿Quién eres?
Eco: ¿Quién eres? ¿Quién eres?
Principito: Sed amigos míos, estoy solo.
Eco: Estoy solo, estoy solo, estoy solo…
Principito: ¡Qué planeta raro! Es seco, puntiagudo y salado. Y los hombres no tienen imaginación… Repiten lo que se les
dice. En mi casa tenía una flor… (Baja de la montaña como nostálgico) Era siempre la primera en hablar… (Sale
caminando hacia el costado)
ESCENA XIV
(VALS DE LAS FLORES)
Principito: (Mirando a las rosas) Buenos días.
Rosas: Buenos días.
Principito: ¿Quiénes sois?
Rosas: Somos rosas (riéndose con complicidad entre ellas)
Principito: (Alejándose un poco de las rosas) Todas se parecen a mi rosa… Se sentiría avergonzada si viera esto, tosería y
aparentaría morir para escapar del ridículo… (Intranquilo) Me creía rico con una flor única y no posea más que una rosa
ordinaria…
Rosa 1: ¿Qué es lo que te sucede pequeño príncipe? ¿De qué hablas?
Principito: Mi rosa y mis tres volcanes…
Rosa 2: ¿Dónde están ellos? (Con tristeza mirando a las demás) No podemos ayudarte a buscarlos…
Rosa 3: (Sonriendo) Debes ser una gran príncipe para tu rosa…
Principito: (Triste) Realmente no soy un gran príncipe… (Se tira al piso a llorar)
(Entra el zorro por un costado)
Zorro: Buenos días.
Principito: (Levanta la mirada y secándose las lágrimas) Buenos días.
Zorro: Estoy acá… (El Principito se da vuelta y lo ve)
Principito: ¿Quién eres? Eres muy lindo…
Zorro: Soy un zorro.
Principito: Ven a jugar conmigo, ¡estoy tan triste!
Zorro: No puedo jugar contigo. No estoy domesticado.
Principito: ¡Ah! Perdón… ¿qué significa domesticar?
Zorro: No eres de aquí… ¿Qué buscas?
Principito: Busco a los hombres… ¿Qué significa domesticar?
Zorro: Los hombres tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés… (Piensa y mira al
Principito) Domesticar, es una cosa demasiado olvidada. Significa “crear lazos”… Para mí no eres todavía más que un
muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un
zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el
mundo. Seré para ti único en el mundo…
Principito: Empiezo a comprender… Hay una rosa… Creo que me ha domesticado.
Zorro: Es posible. ¡En la tierra se ve toda clase de cosas!
Principito: ¡Oh! no es en la Tierra…
Zorro: ¿En otro planeta? (El Principito asiente con la cabeza) ¿Hay cazadores en ese planeta? (El Principito niega con la
cabeza) Es interesante eso… ¿Y gallinas? (El Principito también lo niega. El zorro suspira) No hay nada perfecto… (Piensa)
Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen.
Me aburro, pues, un poco. (Se alegra) Pero si me domesticas mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que
será diferente a todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra… El tuyo me llamará fuera de la
madriguera, como una música. Y además… ¡mira! (Le señala hacia un lugar como observando algo)¿Ves allá los campos
de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Pero tú… tú tienes
cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti… ¡Por
favor… domestícame!
Principito: Bien lo quisiera, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
Zorro: Solo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas
hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un
amigo ¡domestícame!
Principito: ¿Qué hay que hacer?
Zorro: Hay que ser muy paciente. (Le dramatiza lo que dice) Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba.
Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más
cerca… Vendrás siempre a la misma hora, así podré preparar mi corazón. Cuanto más cerca esté la hora de tu llegada
más feliz me sentiré… (Conversan, el Principito le muestra las rosas, señala el cielo, le muestra su dibujo, continúan
conversando. Música de fondo)
Zorro: ¡Ah! Voy a llorar.
Principito: Tuya es la culpa. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara… (El zorro asiente con la cabeza)
¡Pero vas a llorar! Entonces, no ganas nada.
Zorro: Gano, por el color del trigo… Ve, y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo.
Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
(El Principito se acerca a las rosas)
Rosa 4: Es el pequeño príncipe, miren, se está acercando…
Rosa 5: Quizás tiene algo para decirnos, viene directo hacia aquí…
Principito: No sois en absoluto parecidas a mi rosa, no sois nada aún.
Rosa 6: ¿Qué es lo que te sucede pequeño muchachito?
Principito: Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como lo era mi zorro. Pero yo lo hice mi amigo
y ahora es único en el mundo…
Rosa 7: ¿Es mi impresión o es niño nos está denigrando?
Rosa 8: Oye jovencito… ¿acaso no admiras nuestra belleza?
Principito: Sois bellas, pero están vacías. No se puede morir por vosotras. Cualquiera creerá que mi rosa se os parece…
Rosa 9: ¿Y qué es lo que tiene tu rosa que nosotras no tengamos?
Principito: Es ella a la rosa que he regado, es ella a quien puse bajo un globo, a ella abrigué con el biombo… Es ella la rosa
a quien escuché quejarse, alabarse o aun callarse… Ella es mi rosa (Se señala y va caminando de a poco hacia el zorro
mientras hablan las rosas)
Rosa 10: (Sorprendida) Nunca pensé que un niño podría hablarme de esa manera…
Rosa 11: (Desinteresada y moviendo los hombros) Al cabo que ni quería ser su amiga…
Rosa 12: (Con melancolía) No seas cruel con el pequeño… Debe extrañarla muchísimo…
Principito: (Mirando al zorro) Adiós.
Zorro: Adiós. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. (El
Principito va repitiendo) El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. Los hombre han
olvidado esta verdad (Lo toma de los hombros) ¡Pero tú no debes olvidarla! Eres responsable para siempre de lo que has
domesticado. Eres responsable de tu rosa… (El Principito repite en voz alta mientras comienza a caminar hacia el otro
costado. Música. Salen las rosas y el zorro)
ESCENA XV
(Sonido de tren. Entra el guardagujas y se encuentra con el Principito)
Principito: Buenos días.
Guardaagujas: Buenos días.
Principito: ¿Qué haces aquí?
Guardaagujas: Clasifico a los viajeros por paquetes de mil. Despacho los trenes que los llevan, tanto hacia la derecha como
hacia la izquierda (Señala con los brazos. Sonido de tren nuevamente. El Principito mira con la mano en su frente como
visera)
Principito: Llevaban mucha prisa… ¿Qué buscan?
Guardaagujas: Hasta el hombre de la locomotora lo ignora. (Sonido de tren) Mira, esos son otros, van y vienen. Nadie está
nunca contento donde está… (Siguen mirando) Ahí adentro duermen o bostezan. Solo los niños aplastan sus narices contra
los vidrios.
Principito: Solo los niños saben lo que buscan…
Guardaagujas: Tienen suerte de saberlo… (Palmea al Principito y sale. El Principito camina hacia el otro costado y se
encuentra con la mesa y el mercader.)
Principito: Buenos días.
Mercader: Buenos días. Bienvenido. Soy un mercader de píldoras perfeccionadas que aplacan la sed. Se toman una vez
por semana y no se siente más la necesidad de beber.
Principito: ¿Por qué vendes eso?
Mercader: (Orgulloso) Es una gran economía de tiempo. Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres
minutos por semana… y en esos minutos, ¡se hace lo que se quiere!
Principito: Yo, si tuviese esos cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una fuente… (Se aleja y
sale, el mercader se encoge de hombros y sale por el otro costado. Música y bajada de luces.)
ESCENA XVI
(El Principito y el Aviador se ubican en medio del escenario. El Aviador escucha sentado mientras el Principito va
dramatizando lo que cuenta)
Principito: (Riéndose) Ja ja ja, ¡pero qué locura! Vender esas píldoras, ¿no te parece gracioso?
Aviador: Tus recuerdos son bien lindos, pero todavía no he reparado mi avión, no tengo nada para beber y yo también
sería feliz si pudiera caminar lentamente hacia una fuente… (Agarrándose la cabeza) Nos vamos a morir de sed…
Principito: (Despreocupado) Es bueno haber tenido un amigo, aun si vamos a morir… (El aviador niega con la cabeza
agarrándose con amabas manos) Tengo sed también, busquemos un pozo…
(Comienzan a caminar lentamente, cansados)
Aviador: ¿También tienes tú sed?
Principito: El agua puede también ser buena para el corazón… (Dan unos pasos más y el Principito se sienta. El aviador
busca un lugar cerca de él) Lo que embellece al desierto, es que esconde un pozo en cualquier parte…
Aviador: Sí, ya se trate de una casa, de las estrellas o el desierto… lo que los embellece es invisible. (El Principito se dormita
y el aviador lo mira fijamente) Lo que veo aquí es una corteza. Lo más importante es invisible… (Como contándole al
público) Lo que me emociona tanto en este principito dormido es su fidelidad por una rosa que resplandece en él como
una lámpara aún cuando duerme… (Lo carga y camina un poco más hacia el pozo)
(Llegan al pozo, lo deja en el suelo, lo despierta y el aviador observa lo encontrado)
Aviador: Es extraño, todo está listo: la roldana, el balde, la cuerda… (El Principito se levanta juega con la cuerda y sonríe)
Déjame a mí, es demasiado pesado para ti… (Hace que levanta el balde)
Principito: ¿Oyes? hemos despertado al pozo… ¡Y el pozo canta!
(El aviador sube el balde. El Principito se sienta y le da de beber)
Aviador: Ahora comprendo… El agua, ha nacido de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de
mis brazos… Es buena para el corazón, como un regalo… Cuando yo era pequeño, la luz del árbol de Navidad, la música
de la Misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, formaban todo el resplandor del regalo de Navidad que recibía…
Principito: En tu Tierra, los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín y no encuentran lo que buscan… Y, sin
embargo, podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…
Aviador: Pero los ojos están ciegos, es necesario buscar con el corazón… (El Principito se levanta)
Principito: Debes cumplir tu promesa (El aviador lo mira confundido) Un bozal para mi cordero… ¡Soy responsable de esa
flor!
(El aviador saca sus hojas, dibuja y se lo entrega)
Principito: Sabes, mi caída sobre la Tierra… mañana será el aniversario, fue cerca de aquí.
Aviador: Entonces, no te paseabas por casualidad la mañana que te conocí, hace ocho días, así, solo, a mil millas de toda
región habitada… ¿Volvías hacia el punto de tu caída?
Principito: (Despreocupándose del tema) Debes trabajar ahora. Debes volver a tu máquina. Te espero aquí mañana por
la tarde… (El aviador se aleja lentamente, mirándolo)
ESCENA XVII
(El Principito se sube al muro y entra la serpiente que se queda debajo.)
Principito: ¿No recuerdas, pues? ¡No es exactamente aquí! (El aviador va entrando por el otro costado)
Serpiente: Sí, sí, es el día, pero el lugar no es aquí seguro. Verás dónde comienza mi rastro en la arena. No tienes más que
esperarme allí. Estaré allí esta noche.
Principito: ¿Tienes buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho tiempo? (La serpiente asiente con la cabeza. El
aviador se detiene sorprendido y comienza a mirar hacia abajo del muro) Ahora vete… quiero volver a descender (El
aviador se apura y la serpiente sale hacia el costado. El aviador ayuda a bajar al Principito)
Aviador: ¿Qué historia es esta? ¿Hablas con las serpientes? (Le da de beber y el Principito lo abraza)
Principito: (Mirando al aviador) Estoy contento de que hayas encontrado lo que le faltaba a tu máquina. Vas a poder
volver a tu casa…
Aviador: ¿cómo lo sabes? Precisamente venía a anunciarte que había tenido éxito con mi trabajo…
Principito: Yo también, hoy vuelvo a mi casa… Es mucho más lejos, es mucho más difícil…
Aviador: (Sosteniéndolo fuerte) Tengo tu cordero, y tengo la caja para tu cordero… y tengo el bozal… (Lo mira) Has
tenido miedo hombrecito…
Principito: Tendré mucho más miedo esta noche… Mi estrella se encontrará exactamente sobre el lugar donde caí el año
pasado…
Aviador: Hombrecito… ¿verdad que es un mal sueño esa historia de la serpiente, de la cita y de la estrella?
Principito: No se ve lo que es importante… Como la flor… como con el agua… Por las noches mirarás las estrellas, la mía
será una de ellas y entonces te agradará mirarlas… Y cuando te hayas consolado estrás contento de haberme conocido.
(Poniéndose serio) Esta noche… ¿sabes?... no vengas.
Aviador: No me separaré de ti…
Principito: Parecerá que sufro, parecerá un poco que muero. Es así, no vengas a verlo… (El aviador repite lo mismo que
dijo antes) Además, la serpiente no debe morderte, a veces son malas y muerden por placer…
(Caminan hacia un costado. El Principito regresa sin que el aviador se dé cuenta. Luego lo alcanza)
Principito: ¡Ah! ¿Estás allí? (Lo toma de la mano) Has hecho mal, vas a sufrir. Parecerá que me he muerto y no será
verdad… ¿Comprendes? Es demasiado lejos, no puedo llevar mi cuerpo allí… pero será como una vieja corteza
abandonada… (Abraza al aviador y llora. Luego mira el centro del escenario) Es allí, déjame ir solo. (Camina y se sienta)
(El aviador se sienta al costado cerca del avión como queriendo no ver. Bajan las luces. Entra la serpiente. Luz amarilla
mientras se enrosca la serpiente. Música fuerte)
ESACENA XVIII
(Desde atrás los camaradas gritan y van entrando y en ese momento salen la serpiente y el Principito de escena)
Camarada 1: ¡Allí está! ¡Es él! Ese es su avión, no tengo dudas…
Camarada 2: Por favor, síganme los médicos, este hombre debe estar muriendo de sed… Debe hacer una semana que no
prueba una gota de agua en medio del desierto…
(Suben al escenario los camaradas y lo traen hacia adelante. El aviador no responde, está como confundido)
Camarada 1: ¡Qué alegría compañero! Temimos lo peor…
Camarada 3: (Mientras lo atienden, toman la presión, miran sus ojos) ¿Cómo se siente? ¿Sucede algo?
Aviador: Eh… no… no… es la fatiga. (Busca a su alrededor)
Camarada 4: ¿Qué es lo que busca? ¿Acaso se le ha perdido algo?
Aviador: Sí… digo no… He ganado, por la música de las estrellas (mirando hacia arriba).
Camarada 5: Debemos trasladarlo a nuestro avión, necesitamos hacerle otros controles, venga por aquí… (Lo sacan hacia
un costado y recogen su bolso y herramientas. El escenario queda solo. Música lenta)
(Entra el aviador mirando el fondo. Camina lentamente, se toma la cabeza, se seca las lágrimas)
Aviador: (Señalando el fondo. Habla bien tranquilo) Éste es, para mí, el más bello y más triste paisaje del mundo. Aquí
fue donde el Principito apareció en la Tierra y luego desapareció. Mirad atentamente este paisaje a fin de estar seguros de
reconocerlo si algún día viajáis por el desierto… Y si llegáis a pasar por ahí, os suplico, no os apresuréis. Esperad un
momento, exactamente debajo de esa estrella. Si entonces un niño llega a vosotros, si ríe, si tiene cabellos dorados, si no
responde cuando se lo interroga… Escribidme enseguida… decidme ¡El Principito ha vuelto! Y ninguna persona grande
comprenderá jamás que esto tenga tanta importancia… (Sube música, agacha la cabeza y sale hacia atrás)
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