profesor de la Universidad de Santa Cruz (California)

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elkarrizketa Texto: Nerea Haig. Fotos: Mikel Arrazola.
Stephen Gliessman,
profesor de la Universidad de
Santa Cruz (California)
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“Sin la agroecología no se puede
concebir un desarrollo sostenible”
Con estudios de postgrado de
Botánica, Biología y Ecología en
la universidad californiana de
Santa Bárbara, el profesor Stephen R. Gliessman acumula más
de un cuarto de siglo de docencia, investigación y experimentación en el campo de la producción agroecológica. Considerado
una autoridad mundial, define
esta disciplina como aquella que
“desvela el funcionamiento ecológico para conseguir desarrollar
una agricultura sostenible que
no olvide el acceso igualitario de
todos a los medios de vida”
¿A qué nos referimos exactamente cuando hablamos de agroecología?
La agroecología es sobre todo una
forma de pensar. Es un enfoque sobre
los factores necesarios para manejar y
diseñar sistemas de producción que presenten todos los elementos de sostenibilidad. Es la utilización de los conocimientos ecológicos combinados con la
aplicación de los recursos para mantener un crecimiento y desarrollo que no
comprometa el futuro. De una manera
más técnica, podríamos decir que la
agroecología es aquella disciplina que
sienta las bases científicas de una agricultura ecológica, mediante la conjugación de las aportaciones de diferentes
disciplinas para, a través del análisis de
todo tipo de procesos de la actividad
agraria en su sentido más amplio, comprender el funcionamiento de los ciclos
minerales, las transformaciones de
energía, los cambios biológicos, y las relaciones socioeconómicas, como un todo.
Es decir, tiene una dimensión amplia e
integra. La agroecología, como sistema
de análisis que es, desvela el funcionamiento ecológico para conseguir desarrollar una agricultura sostenible sin
olvidar la equidad, es decir, el acceso
igualitario de todas las personas a los
medios de vida.
¿Es lo mismo que el concepto de desarrollo sostenible?
No es exactamente lo mismo, aunque son elementos que van juntos, que se pueden combinar.
Ambos son procesos paralelos, pero los fines de cada uno son
distintos. El concepto de desarrollo sostenible tiene un componente más social. Hace sobre todo referencia al bienestar,
los modos de vida, la cultura etc... podríamos decir que es un
concepto más amplio, que incluiría a la agricultura ecológica
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elk. Stephen Gliessman. Hay que promover un cambio en los valores y las actitudes
humanas, potenciando el sentido de integración con la tierra. La agroecología no es una simple
técnica, es una manera de pensar.
como un elemento más, imprescindible
para garantizar un futuro en el que se
cumplan todas esas expectativas.
¿Cúales son las bases, entonces, de una
agricultura sostenible?
Con nuestros conocimientos actuales, podemos definir como agricultura
sostenible aquella que tenga el mínimo
efecto sobre el medio ambiente, preserve la fertilidad del suelo, use ugua en
forma tal que permita la recarga de los
acuiferos, haga uso de los recursos dentro del agrosistema, incluyendo a las
comunidades cercanas, valore y conserve la diversidad biológica y, por último,
garantize la equidad en el acceso a las
prácticas agrícolas apropiadas y permita el control local de los recursos agrícolas.
¿Es una disciplina que está “de moda”?
Ciertamente, todo lo relacionado
con la ecología ha experimentado un
importante despegue en los últimos
años, pero hablar de “moda” me suena
como algo despectivo que hace referencia a una costumbre pasajera. Yo creo
que, afortunadamente, esto no es así,
porque ya llevamos muchos años investigando para sentar las bases sólidas de
esta disciplina.
¿Cuándo y dónde se comenzaron a sentar esos principios?
Con algunas excepciones importantes, el análisis ecológico de los sistemas
agrícolas es muy reciente. Tradicionalmente, las dos ciencias que lo componen, agronomía y ecología, han tenido
una relación distanciada, aunque a finales de los años veinte hubo un intento de combinarlas, dando origen a lo
que se llamó “ecología de cultivos”. Pero hasta los años sesenta y setenta no
hubo un verdadero interés. Un hito importante de ámbito mundial se dio en
el año 1974 cuando, en el marco del
Primer Congreso Internacional de Ecología, un grupo de participantes presentó el informe titulado “Análisis de
Agroecosistemas”. El interés fue en aumento, de tal manera que a inicios de
la década de los ochenta la agroecología
ya emergió como una disciplina distin6
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ta y única para el estudio de los agrosistemas. Las primeras experiencias
prácticas se dieron en México, dónde
un grupo de expertos se propuso estudiar, conservar y promocionar los sistemas productivos tradicionales, mucho
más respetuosos con el entorno.
la producción de alimentos. En pocas palabras, la agricultura moderna es insostenible debido a que está erosionando las
condiciones que la hacen posible y a largo plazo no tendrá potencial para producir el sufiente alimento para satisfacer
la demanda de la población.
La agricultura “convencional” tal como ahora la conocemos, ¿se encuentra
en vías de extinción?
No exactamente, pero desde luego
necesita ir evolucionando para garantizar su propia supervivencia. Se encuentra en un proceso de erosión de las bases
fundamentales que la sostienen. Estos
sistemas poductivos han abusado y degradado los recursos naturales y han
creado una gran dependencia en el uso
de otros no renovables como el petróleo.
Además, han formado un sistema que
elimina la responsabilidad de los agricultores y de los trabajadores del campo en
Esta situación ha sido creada por los
países desarrollados, pero el esfuerzo
para corregirla se está pidiendo también a los de zonas en desarrollo. ¿Hasta que punto es justo esto?
Bueno, las primeras experiencias se
han realizado en paises en vías de desarrollo por una razón muy sencilla:
ellos conservaban aún los modos de
producción tradicionales y una mentalidad más pegada a la tierra, lo que facilitaba considerablemente la implantación de sistemas de ecoagricultura.
En los países desarrollados, con sus
prácticas de agricultura convencional
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elk. Stephen Gliessman. Los productos ecológicos
dejarán de ser caros si se propicia el contacto directo entre el
agricultor y el consumidor, sin intermediarios. Hay que recuperar los pequeños mercados locales.
tos y no han sido afectados por la acción externa.
¿Cuáles son sus características básicas?
Principalmente, se caracterizan por
la combinación de especies de buena calidad, la diversidad estructural y temporal, la utilización de ciclos de fertilizantes eficaces, y por la presencia de un intrincado complejo de interacción biológica. Hay muchos sistemas de cultivo dedicados a la salud ecológica que incluyen
las siguientes condiciones: alternativa
biológica, bajos costos externos, biodinámica, regeneración, organicidad, etc..
fuertemente implantadas, es más difícil
realizar estas experiencias. Pero desde
luego todos tienen que asumir la responsabilidad y aplicar los principios de
la ecoagricultura a sus características
peculiares. Los países desarrollados
tendrán que hacer un mayor esfuerzo,
pero hay que reconocer que también
quizá han tenido mayor responsabilidad en la situación creada. De hecho,
en algunos paises eropeos ha existido
ya desde hace tiempo un fuerte interés
por la agricultura orgánica, para reducir la dependencia de los insumos artificiales. Existen ya experiencias muy
interesantes y totalmente viables en
Gran Bretaña, Alemánia y algunas zonas de Andalucía, por citar sólo algunas pocas. Pero hay muchos mas ejemplos de sistemas tradicionales procedentes de Asia, África y América Latina ecologicamente sanos, especialmente aquellos que han permanecido intac-
Desde su conocimiento del entramado
agrícola del País Vasco, ¿cree que serán de facil aplicación los principios de
la ecoagricultura?
Las explotaciones de tamaño pequeño y mediano son ideales para la puesta
en práctica de los principios de la ecoagricultura, ya que muchas mantienen
parte de los elementos tradicionales, y
pueden obtener mejoras en la calidad y la
cantidad de la producción sin grandes esfuerzos. Aplicando los mismos conceptos
a producciones de caracter extensivo, como la existentes en parte del territorio
Alaves, veremos resultados más lentos y
paulatinos pero también muy positivos,
como un proceso de transición agroecológica que con el tiempo diversificará los
sistemas. La cuestión es aplicar las mismas formas de pensar y los mismos conceptos tanto a las explotaciones familiares como a las de mayor tamaño, según
las necesidades de cada una.
¿Cómo se puede abordar el diseño de
un sistema sostenible?
Es necesario un cambio en el bioconocimiento, los valores y las actitudes
humanas, como también en el sentido
de la integración con la tierra. Debe,
por ejemplo, acentuarse la prevención
de plagas de manera natural (mediante
animales benéficos, productos naturales, combinación de plantas...). Las especies se deben seleccionar siempre en
base a su adecuación a las condiciones
locales de suelo, clima y mercado. La
infraestructura debe ser diseñada para
fomentar sistemas descentralizados,
con circuitos que permitan utilizar de
forma eficiente, sin desperdicios, la
energía, los nutrrientes y otros recursos.
A simple vista se puede pensar que este esfuerzo va a traer a corto plazo una
disminución en la capacidad competitiva de los agricultores, que deberán
vender sus productos más caros.
Es un error muy corriente pensar
que los productos ecológicos tienen que
ser más caros, pero de ningún modo
tiene que ser así, especialmente si la
venta se realiza directamente del productor al consumidor, evitando intermediarios. Puede parecer utópico, pero
no lo es. Por ejemplo, en los alrededores de la ciudad de Vitoria-Gasteiz existe ya un cordón de pequeñas huertas
—lo que llamamos agricultura periurbana— cuya producción debería llegar
directamente al consumidor. Hay que
apoyarlo y mantenerlo a través de iniciativas asociacionistas, de formación,
etc...
Una labor muy importante es la de formar a los nuevos agricultores y reciclar
a los existentes.
Efectivamente, es algo primordial
que debe iniciarse en la educación primaria, enseñando a los niños de forma
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elk. Stephen Gliessman. La agricultura sostenible debe, además de respetar el
medio ambiente y hacer un uso racional de los recursos, garantizar la equidad en el acceso de
todas las personas a los medios de vida.
práctica los principios de la ecologia, y
seguir en la secundaria y la universidad con programas específicos, como ya
se hace en algunos campus del mundo.
Existen experiencias que se pueden extrapolar. En cuanto al reciclaje de los
trabajadores en activo, lo principal es
que tengan claro que este es el camino
para mejorar su entorno, su propia calidad de vida y la de la comunidad en
general. Una vez esto claro, ya será labor de las instituciones publicas (gobiernos, ayuntamientos...) o privadas
(asociaciones) facilitar el camino para
que obtengan la formación adecuada,
mediante acuerdos con otras zonas
donde ya se haga, por ejemplo.
¿De qué otra manera pueden los organismos públicos contribuir al desarrollo
de la ecoagricultura?
Desde luego, las ayudas económicas directas son una alternativa y son
siempre bien recibidas. Yo no soy muy
partidario, pero en el caso de concederlas, se debería hacer a posteriori,
es decir, como una recompensa a un
trabajo bien hecho, y no como si fueran un simple subsidio. Otro punto
básico es la creación de mercados o
puntos de encuentro directo entre los
productores y los consumidores. Sin
olvidar, por supuesto, que las instituciones también tienen un trabajo importante que hacer en la concienciación del consumidor a través de campañas divulgativas.
El Departamento de Agricultura del
Gobierno Vasco pretende que en el año
2020 el veinte por ciento de los productos que se consuman en Euskadi sean ecológicos, ¿cree que es viable?
Si se educa a los consumidores, es
perfectamente posible. En California,
por ejemplo, hemos observado en los
ultimos tiempos un incremento importante en el consumo de este tipo de
productos, especialmente entre los de
primera necesidad, como pan, leche o
fruta. No hay que esperar milagros, pero, poco a poco, lo conseguiremos.
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“Agricultor a tiempo parcial”
Stephen Gliessman nació en California hace cincuenta y ocho años y en la actualidad es profesor de Agroecología en el Departamento de Estudios Ambientales
de la Universidad de Santa Cruz (California). Sus experiencias internacionales
—tanto en agricultura de zonas tropicales como templadas, con sistemas de fincas grandes y pequeñas, con manejo tradicional y convencional, con actividades
académicas y de campo, con visión de producción orgánica o con uso de agroquímicos síntéticos— le dotan de una mezcla única de conocimientos heterogéneos y perspectivas diversas. Muchas de ellas se han visto reflejadas en su amplia
producción bibliográfica, de la que destacamos un título básico: “Agroecología.
Procesos Ecológicos en Agricultura Sostenible”. Asimismo, el profesor Gliessman
es, como a él mismo le gusta decir, “agricultor a tiempo pacial”, ya que, junto con
su familia, produce uvas y aceitunas en una finca orgánica situada en Santa
Bárbara (California).
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