Centenario de `una fecha fundacional

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70 CUADERNO CENTRAL
El Any Ateneu, recuerdo y celebración de la trayectoria de la entidad
Centenario de una fecha fundacional
TEXTO
Joaquim Coll i Amargós
c
B.MM NÚMERO 66 OTOÑO 2005
● La celebración del Any Ateneu quiere festejar, por una parte, el centenario
del traslado de la entidad –fundada en 1872– a la calle Canuda nº 6, al Palacio
Savassona, en un momento de eclosión del catalanismo político y de inicio
del movimiento novecentista. Esta coincidencia refleja un hecho sustancial
de la historia del Ateneu Barcelonès, que no es otro que su indiscutible centralidad como espacio social y cultural vertebrador de la vida barcelonesa y
catalana en general durante el primer tercio del siglo XX.
Por otra parte, la celebración del Any Ateneu quiere poner de manifiesto que
1906 es una fecha fundacional de la Cataluña contemporánea, en la época en
que se produce el nacimiento de la moderna sociedad de masas, con unas
nuevas morales colectivas y el estallido de nuevos movimientos sociales. A
modo de ejemplo, hay que recordar que en el ámbito cultural se inicia el
Glossari de Eugeni d’Ors, unos textos que Xènius a menudo redactaría en la
propia biblioteca del Ateneu Barcelonès. No hay que olvidar tampoco que
Josep Carner, otro conspicuo ateneísta, publicó aquel año Els fruits saborosos,
y que Miquel Costa i Llobera dio a conocer Horacianes, un trabajo que fue
comparado con la obra de Carducci por Rubió i Lluch, Bofill i Matas y
Manuel de Montoliu en un acto de gran importancia cultural, celebrado en
el Ateneu.
En el terreno político, no podemos olvidar el impacto de una obra teórica
como La nacionalitat catalana, de Enric Prat de la Riba; el hombre que, diez
años antes, había diseñado y ejecutado, en alianza con las peñas republicanas
y modernistas, el asalto catalanista a la entidad. A partir de aquel momento,
las juntas estuvieron presididas por figuras tales como Àngel Guimerà, Valentí
Almirall, Domènech i Montaner, Bartomeu Robert o Joan Maragall. La obra
de Prat salió a la luz precisamente en el año en que se constituyó el más amplio
y rotundo movimiento político transversal: Solidaritat Catalana. En este sentido, hay que subrayar que el primer acto de trascendencia que se celebró en
el nuevo salón de cátedras del Ateneu, en la calle Canuda, fue el homenaje a
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Junto a estas líneas, el bar del Ateneu.
Debajo, cubiertas de “Els fruits saborosos”,
de Josep Carner, conspicuo ateneista, obra
aparecida el mismo año del traslado del
Ateneu a su actual sede, y “La nacionalitat
catalana”, de Enric Prat de la Riba, que tuvo
un gran impacto en la sociedad del momento.
Lluís Sans
En definitiva, 1906 fue el año en que se realizaron grandes definiciones
en todos los ámbitos (cultural, literario, político, institucional), entre
las que el Ateneu Barcelonès ocupó un espacio privilegiado de encuentro, exposición y debate. La entidad funcionaba como un barómetro
capaz de tomar el pulso a todas aquellas “palpitaciones del tiempo presente”, según una inconfundible expresión de Ors.
En 1906 el Ateneu abandonó el antiguo local de alquiler que desde sus
orígenes ocupaba en el edificio del Teatro Principal, en la Rambla dels
Caputxins, y se estableció en un palacio construido a finales de mil
setecientos junto a la plaza Catalunya, que cuenta con frescos barrocos
de Francesc Pla, conocido como “el Vigatà”. Así pues, se ubicó en la
parte antigua de la ciudad pero muy cerca del nuevo espacio urbano y
símbolo de la modernidad barcelonesa: el Eixample. 1906 fue el año en
que, para remate de coincidencias, se inició la construcción de La
Pedrera, de Antoni Gaudí. Sin duda tampoco es casualidad que en la
reforma del Palacio Savassona participase de forma muy destacada
uno de los colaboradores habituales de Gaudí que, con el paso del
tiempo, han sido mejor valorados: Josep Maria Jujol. Su intervención
en la primera planta del palacio para instalar la nueva biblioteca tuvo
como resultado una auténtica joya artística, y en el vestíbulo de la
planta baja nos legó un destacado conjunto simbólico de cuatro
columnas jónicas, una de las cuales lleva grabada la fecha de 1906.
Teniendo en cuenta todos estas circunstancias, fijar 2006 como el Any
Ateneu no constituye ningún exceso retórico sin fundamento, sino
más bien la constatación de un hecho histórico indiscutible: que la
entidad ha sido el más importante y destacado vehículo de la modernidad civil catalanista.
Hoy, cien años después, el Ateneu ha cambiado, como también lo ha
hecho la sociedad catalana a lo largo de este tiempo. Ciertamente la
Cataluña de hoy poco se parece a la de principios del siglo XX. Sin
embargo, el Ateneu Barcelonès se reivindica otra vez como un espacio
abierto a la discusión, como punto de encuentro de la sociedad civil
catalana comprometida con el país y sus retos sociales, políticos, culturales y económicos. El Ateneu Barcelonès se afirma como una entidad ciertamente privada pero marcada por la extraversión en relación
con los debates sobre el presente y el futuro del planeta, de la ciudad
y del país; por la transversalidad ideológica, social y cultural de sus
asociados, y por el carácter interdisciplinario de sus secciones de trabajo y conocimiento.
c
los diputados y senadores que habían participado en la multitudinaria
manifestación del 20 de mayo de 1906 en contra de la Ley de
Jurisdicciones, con la destacada participación del republicano Nicolás
Salmerón. En este acto se definió el papel del Ateneu como el espacio
de los intelectuales profesionales que apostaban por el realismo y la
praxis política frente a los acartonamientos doctrinarios y las polémicas estériles.
Por último, en el ámbito cultural y lingüístico destaca la colaboración
del Ateneu en los actos y conferencias en torno al I Congreso
Internacional de la Lengua Catalana, con la participación destacada de
otro notable ateneísta, Pompeu Fabra. También en otoño de 1906 se iniciaron en los locales del Ateneu Barcelonès los cursos de los Estudios
Universitarios Catalanes, con clases de historia, literatura, lengua y derecho, a cargo de las más destacadas figuras intelectuales del país, después
de la negativa del gobierno español a la catalanización de la universidad
oficial. Una característica de primer orden del Ateneu no es ajena a este
hecho: la importancia de su biblioteca que, en aquel momento, ejercía
una función supletoria ante la falta de una biblioteca nacional. Ya
entonces la biblioteca del Ateneu disponía de un fondo de cerca de
75.000 volúmenes, y recibía las grandes publicaciones periódicas europeas, como la Revue des Deux Mondes o la italiana Nuova Antologia.
NÚMERO 66 OTOÑO 2005 B.MM
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