1 TEMA 2. DEL ORIENTALISMO A ORIENTE (I) INTRODUCCIÓN

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TEMA 2. DEL ORIENTALISMO A ORIENTE (I)
INTRODUCCIÓN
Para el estudio de este tema se tomará como referencia al autor Edward Said y su obra Orientalismo (1978).
Las representaciones orientalistas tuvieron dos etapas:
- 1º: el imaginario existente hasta finales del siglo XVIII.
- Orientalismo moderno: desde el siglo XIX hasta nuestros días. Comienza con el colonialismo europeo.
“Lo oriental” como denominación genérica de todo lo concerniente a Asia y al Este era utilizado como término para
hablar de todo lo opuesto a lo occidental.
El boom de lo oriental que se produjo en el siglo XIX fue la consecuencia de la invasión napoleónica de Egipto en
1798. De esta campaña resultó la “Biblia” para el imaginario orientalista.
Junto al ámbito de la investigación, el orientalismo se vio reforzado por la fascinación estética que ejerció sobre
literatos y artistas, todos quisieron viajar a Oriente: Chateabriand, Lamartine, Flaubert, Víctor Hugo, Lord Byron,
Goethe, Ingres, Delacroix…
Con el japonesismo puesto en marcha a finales del siglo XIX el mosaico del orientalismo quedó completado,
marcando todo el transcurso de la modernidad artística desde el impresionismo hasta las vanguardias artísticas y
poniendo en marcha nuevos discursos que vinieron a reforzar y prolongar la contraposición entre Occidente y
Oriente. Said encuentra que existe un impedimento para imaginar un Oriente no orientalizado, es decir un Oriente
no sometido a la visión occidental (incluso hoy en día), esto supone la existencia de una gran cantidad de
estereotipos.
1. BREVE RESUMEN HISTÓRICO DE LA PRESENCIA ORIENTAL.
Oriente siempre ha sido una incorporación deseada para la constitución y poder de Occidente. Ya tiempos de
Herodoto (Los nueve libros de Historia) encontramos un intento de clasificación etnográfica del mundo conocido:
Europa, Asia y África quedando el mundo dividido en dos grandes bloques: el griego occidental y el de los bárbarosorientales, siendo este último el objetivo de las conquistas del primero.
Con el triunfo de Alejandro Magno sobre el Imperio Persa Grecia comenzaría a asimilar la cultura oriental, pero fue
con el cristianismo cuando Oriente asentaría de forma definitiva su presencia en Occidente. La nueva religión
vendría al mundo de la mano de dos hechos que la vincularían al mundo oriental de forma definitiva:
- El cristianismo tiene sus raíces en la Biblia, de tradición judía.
- Fue el emperador romano oriental Constantino quién en 313 (Edicto de Milán) la establecería como religión
oficial.
En el siglo VII ese rumbo cambiará con la aparición del Islam, el cual se convirtió en amenaza y por tanto fue el
enemigo a combatir, se iniciaron las cruzadas, las cuales conformaron una idea del imaginario histórico occidental: la
lucha por preservar la identidad frente a la amenaza que encarna el otro oriental.
En la Edad Moderna se vio como Occidente se imponía al darse una serie de acontecimientos: 1453 Constantinopla
caía, 1492 expulsión de los musulmanes de Granada y el descubrimiento de América, 1571 Batalla de Lepanto (en la
que el Islam es derrotado).
No obstante, a pesar de la imperiosa necesidad de demostración de la supremacía sobre lo oriental, Europa nunca
dejó de estar fascinada por ese mundo extraño al suyo y aunque en la Edad Moderna los pintores poblaran sus obras
de la presencia oriental no será hasta el siglo XVIII cuando ese interés se extienda con gran fuerza.
2. EL ORIENTALISMO.
La influencia de Turquía en Europa durante el XVIII sería el punto de partida del orientalismo. Aunque el Imperio
Otomano no estaba en su mejor momento, los dominios que este había establecido por todo el Mediterráneo
permitieron la propagación y conocimiento de su cultura. Las razones de esta explosión de Oriente en la Europa del
siglo XVIII fueron principalmente dos:
- Mayor y pacífico contacto político entre Turquía y Europa.
- Aumento de los viajes y expediciones de los europeos a territorios orientales. Ya fuesen botánicos,
geógrafos, científicos, embajadores o diplomáticos entre otros.
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El siglo XVIII inició lo que en el XIX se convertiría en una ley: la descripción relatada de Oriente, su fabulación, una
ficción con tintes de realidad. Cuando una narración se pone en marcha desde muchos puntos de vista (políticos,
artísticos, científicos…) y estos proceden de la autoridad que envuelve a los personajes ilustres de la época, lo
narrado abandona el ámbito de la opinión/fantasía/literatura para autoproclamarse verdad/realidad/mundo.
Esta idea de lo oriental derivo de: traducciones de obras literarias como Las mil y una noches, obras de filósofos que
introdujeron el toque oriental o las experiencias de viva de quienes fueron allí. Oriente se convirtió en la gran moda,
todo el mundo quiso salir de Europa p e su defecto reconstruir en la propia casa el exotismo oriental.
Así fue como un conjunto de ideas y valores sobre lo oriental, procedentes de narraciones occidentales fueron
constituyendo en Europa no solo una imagen sino lo que se entendería como la realidad oriental, como el Oriente
mismo. Este quedó definido como la exuberancia y las excentricidades desbordantes, como la tierra del dorado, de
los misterios y las leyendas, el territorio de los sultanes, las cacerías de fieras y los baños de odaliscas.
2.1. Napoleón y Egipto:
Pero será en el siglo XIX cuando se configurará el orientalismo, sobre todo de la mano de Francia y Napoleón con su
ambicioso proyecto de expansión hacia Oriente, en concreto hacia Egipto.
Napoleón, interesado por Oriente desde su juventud, consideró la conquista de Egipto como un proyecto
fundamental para su expansión, así como factible. Esta confianza procedía del conocimiento que Francia había
adquirido sobre el mundo oriental a lo largo del siglo anterior ya que la “epidemia” oriental había generado
numerosos estudios de carácter científico y erudito. Por lo tanto Napoleón contaba con datos fundamentales para
elaborar su estrategia militar así como de toda la información necesaria para una conquista “espiritual” de Oriente.
Aunque las campañas militares de Egipto y Siria fueron un fracaso con ellas Napoleón obtuvo un gran triunfo
(epistemológico) para Occidente.
Sin temer a los enigmas Napoleón inició su gran empresa de investigación y recopilación de la cultura egipcia, cuyos
frutos comenzaron a verse en 1799 con el descubrimiento de la Piedra Rosetta. La labor de Napoleón es destacable
porque nunca se había permitido a ningún extranjero (ni griegos, ni romanos) penetrar en el interior de los templos,
“fue necesaria su llegada para reunir los recuerdos del Egipto antiguo para la gloria de la Francia moderna”, así fue
como Oriente, por fin, volvería a dejarse recorrer por lo europeos (hasta entonces desterrados) que iniciaron su
definición y catalogación definitivas.
Esta gran empresa se materializó en Europa bajo el formato de las colecciones de arte oriental que vendrían a
completar las galerías de los grandes museos como el Louvre o el Museo Británico. El botín de la conquista se
exhibiría como el mayor esfuerzo de investigación científica realizado sobre un Oriente hasta entonces desordenado
y que a partir de ese momento ya podría pasar a formar parte de la historia universal occidental. Oriente ya había
sido incorporado, dejaba de ser algo exterior, y como tal sería expuesto en vitrinas.
En el mundo del arte, tras esta gran expedición, se incorporarían una serie de narraciones y representaciones que
derivarían en una egiptomanía, que hoy en día sigue vigente. La tierra de los faraones se incorporó al repertorio
iconográfico europeo y al imaginario oriental europeo. Destaca la obra de Vivant Denon como cronista gráfico de la
expedición egipcia.
2.2. El orientalismo y Japón:
A finales del siglo XIX el interés pasó de Egipto al lejano Oriente. Este cambio ya se empieza a atisbar con
impresionistas como Manet, en su Retrato de Emile Zola (1868) incluye una estampa de Utagawa Kuniaki II, dejando
así patente la nueva gran moda orientalista: el japonismo. La estampa japonesa, en concreto de Utamaro y Hokusai
tendrá una gran influencia en los artistas de esta época.
Fue gracias a la Exposición Universal de Paris de 1867 cuando la presencia del Lejano Oriente encarnado por Japón
comenzaría a ser una nueva faceta del orientalismo estético en Europa, a partir de entonces Japón sería el
protagonista.
En lo japonés el artista europeo/occidental encontró toda una serie de recursos estéticos y compositivos con los que
experimentar nuevas vías de creación al margen de la mímesis imperante en los dictados académicos, así como un
Oriente delicado, erótico, sutil en contraposición al Oriente desmesurado, agitado y violento que encarnado por
Turquía y Egipto había nutrido el imaginario orientalista anterior.
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2.3. Gran Bretaña y Egipto:
Con el final del siglo XIX y comienzos del XX la situación cambiará ya que será Gran Bretaña la gran protagonista del
dominio sobre Oriente, tras la ocupación de Egipto en 1882. Esta ocupación se explicaba como el inevitable
compromiso que Europa/Occidente tenía para con un Oriente sin herramientas para poder administrar su política, su
cultura o su inmersión en los parámetros del progreso y la ciencia. Sería el Imperio Británico el responsable del
ingreso de Egipto en las filas de la historia. Destaca la obra de Lord Cromer Ancient and Modern Imperialism (1910) la
que llevaría más allá la idea de Occidente como salvador de Oriente.
2.3. La geografía:
Para poder llevar a cabo esta “evangelización” Occidente contó con nuevas herramientas, entre ellas destaca la
ciencia de la geografía que pasaría a entenderse no sólo como la observación y el registro de territorios y regiones
sino como una ciencia más amplia e histórica que engloba el estudio de población, sociedades, fronteras y estados.
Lo físico se amplió con lo político.
Occidente estaba legitimado no sólo para hablar de los orientales sino también para explicarlos, cartografiarlos,
dominarlos y por supuesto, colonizarlos.
2.4. El orientalismo en las vanguardias:
En lo que respecta al panorama artístico en el siglo XX comienzan las vanguardias históricas. En ellas sigue viéndose
el orientalismo pero lo que va a destacar en ellas será la fascinación por el exotismo de la África negra.
En este momento Oriente pervivirá en muchas de las propuestas de la vanguardia, a la disputa egipcia se sumará el
protagonismo de otros países orientales resultado del colonialismo:
- Pacífico: con Gaugin.
- Retratos de mujeres árabes: Émile Bernard.
- Máscaras africanas y primitivismo íbero: Picasso (Las señoritas de Aviñón)
- Exotismo y sensualidad del Oriente soñado: Rousseau, con un estilo naive.
- Arte negro compaginado con el exotismo oriental, los rostros como máscaras y el arabesco como leitmotif:
Matisse.
Luz tamizada y cambiante: muchos expresionistas
- El interior del mundo árabe: Macke.
Otros artistas como Kandinsky, Marquet o Paul Klee continuarán con la representación de Oriente.
3. EL ORIENTALISMO TRAS LAS GUERRAS MUNDIALES
Las guerras mundiales fueron determinantes para la evolución del orientalismo.
Tras la primera guerra mundial en Egipto, bajo ocupación británica, había aflorado una sonora resistencia local que
reivindicaba la independencia del país.
Tras la guerra Europa cayó en una crisis económica, política y humana que quebraría la confianza necesaria para sus
iniciativas de expansión y progreso. Occidente ya no podía defenderse con la integridad anterior y esto conllevaría
una reformulación de su relación con Oriente, en concreto con el Oriente islámico.
3.1. Teóricos orientalistas del S. XX:
El orientalismo continuaba estando en manos de Gran Bretaña y Francia, donde surgirían modernos portavoces:
- Gran Bretaña-Hamilton Gibbs: siguió con los viejos argumentos orientalistas que caracterizaban el Islam
como una ortodoxia, celosa de sus costumbres y valores ancestrales y ajena a cualquier acontecimiento
histórico, político o social. Esta realidad requeria una intervención exterior para el futuro buen desarrollo de
su política, economía, educación y cultura.
- Francia-Louis Massignon: más transgresor que Gibbs, a pesar de su denuncia del colonialismo construirá un
discurso sobre la dicotomía oriente/antigüedad-occidente/modernidad.
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3.2. El orientalismo y Estados Unidos:
En el periodo de entreguerras el orientalismo continuará actuando desde los mismos argumentos y desde los
mismos lugares. Será tras la Segunda Guerra Mundial cuando se produzca el primer cambio importante: Estados
Unidos irrumpe en escena desplazando a una Europa en la mayor crisis política, económica, social, cultural y moral
de su historia.
En este contexto de crisis, guerra fría y procesos de descolonización Estados Unidos se mostrará favorable a estos
procesos descolonizadores y de independencia. Para ello fortalecería sus relaciones con los países de Oriente Medio,
estas a diferencia de las relaciones establecidas por Europa serán de tipo administrativo. Es decir, más que buscar su
expansión mediante la ocupación, establecería su control imperial (s.XX y s.XXI) tanto mediante políticas de
intervención militar en los estados de Oriente Medio como son su dominio tecnológico y su gran industria
armamentística.
Estados Unidos, a diferencia de los países europeos, nunca tuvo una tradición orientalista. Por ello comenzaron a
fundarse instituciones como el Middle East Institute (1946) o el Middle East Studies Asociation (1966) con el objetivo
de ir construyendo un discurso orientalista apto para sus necesidades. La literatura quedó totalmente excluida de
estos estudios sobre Oriente, y en su lugar se utilizó la estadística, el dato, los hechos, es decir una objetividad
científica.
La vertiente más radical del orientalismo americano habla de combatir el islam como fuerza enemiga de cara a los
intereses estadounidenses. Se ve el islam como una civilización antihumanista, es una amenaza, un peligro cultural y
económico que hay que controlar. Caracterizado de este modo, el mundo islámico parecía estar pidiendo a gritos la
inmediata intervención occidental, esta se planteaba como la única solución posible para el progreso del mundo
islámico.
3.3. Conclusión:
Los dogmas orientalistas tradicionales continuaron. Como expone Said pervivieron la contraposición abismal entre
Occidente y Oriente; la concepción abstracta por la que Oriente quedaba desvinculado de su realidad histórica
moderna/actual por lo cual era incapaz de autodefinirse y autogestionarse; y por último la interpretación de Oriente
como una entidad que hay que temer o que hay que controlar.
Aunque el ensayo de Said pertenece a 1970 se aprecia que semejante estrategias orientalistas continúan presentes
en nuestro siglo XXI: el mundo islámico (tras el 11S más aún) continua siendo la gran amenaza aunque
acontecimientos recientes como la primavera árabe han demostrado que el islam no es incompatible con la historia
y los dinamismos político-sociales que reivindican el cambio.
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