ANTONIO “RUFINA”: UN CAMPESINO CONSCIENTE CIENCIA CAMPESINA Y SUSTENTABILIDAD David Gallar Hernández*, Antonio Viñas Márquez** * Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) – Universidad de Córdoba; Universidad Rural Paulo Freire. [email protected] ** Universidad Rural Paulo Freire Serranía de Ronda. [email protected] “Hemos matado a la cultura campesina y no la hemos sustituido por nada, al menos, por nada noble” Miguel Delibes “Uno de los fenómenos globales más importantes que está teniendo lugar es la eliminiación intencionada y planificada del campesinado (...) Nos han convencido de que el pasado no existe y eso nos resta la esperanza, no hay más que mirarnos por dentro” John Berger 1. CRISIS CIVILIZATORIA Y AGRICULTURA La modernización del mundo rural, de la agricultura y de la sociedad se empeñó en acabar con el campesinado: había que lograr una agricultura más productiva, sacar al medio rural del atraso, la calidad de vida se debía medir por el nivel de consumo y confort. Como si el problema de la pobreza rural estuviera en la ignorancia y la incapacidad de sus habitantes. La Revolución Verde y su aplicación a través de la Política Agraria Comunitaria (PAC) impusieron el modelo de la agricultura industrial productivista. El productivismo es la idea-fuerza de la modernización agrícola, que se caracteriza por la intensificación -que se consigue con productos químicos, fertilizantes inorgánicos, aplicación de los avances biotecnológicos y mecanización-, la concentración -menos unidades de explotación y más grandes- y la especialización -tendencia al monocultivo- (Gómez Mendoza, 2001:113). Frente a la agricultura tradicional, más o menos familiar, y vinculada a las condiciones ecológicas, que generaba un paisaje peculiar y una diversidad de productos y formas de hacer -en todos los sentidos-, la agricultura industrial se desvincula del medio natural sustituyendo o deslocalizando las materias primas y los insumos de producción -importación de piensos, producción ganadera intensiva en grandes naves, deslocalización por motivos económicos, laborales o medioambientales; uso de tierras para externalizar los purines, etc.-. Esto supone la inserción de la agricultura en el sistema agroalimentario globalizado, y una reconversión de su propia esencia, de su vinculación con el medio rural y de su función alimentaria con respecto a la sociedad general. Después de haber implantado el paradigma del “Desarrollo” en la agricultura y en la sociedad rural, determinados sectores científicos, políticos y sociales, parecen irse dando cuenta de la inviabilidad de este modelo; hecho, desgraciadamente, no generalizable. Como ya reconocían el Informe Meadows (1972) y el Informe Brundtland (1987) y la Cumbre de Río (1992), el desarrollo del crecimiento económico y del consumo de materiales y energía era insostenible. Más allá del concepto de “desarrollo sostenible” hay quienes buscan referentes de formas de manejo de los recursos naturales y de gestión de la vida comunitaria que sean más justos, más equitativos, más sanos ecológicamente y más participativos. 2. RECAMPESINIZACIÓN Y SUSTENTABILIDAD La Agroecología y el paradigma ecológico con las herramientas de la Economía Ecológica, la Ecología Política, las Etnociencias, los planteamientos ecofeministas, etc., reconocen el valor de muchas de las formas de hacer del campesinado en su relación con el medio natural como una propuesta de sustentabilidad (Guzmán et al, 2000). La autonomía de las personas y de las culturas frente al modelo hegemónico y homogeneizador del desarrollo moderno se convierte en una necesidad para superar la crisis ecológica y civilizatoria que se está viviendo. Se impone reconocer y redescubrir otras formas de generar conocimiento, con otros objetivos sociales y otras formas de relación con la Naturaleza y el resto de sociedades. El diálogo de saberes con el campesinado redescubre una cultura de sustentabilidad y de autonomía que ofrece claves necesarias para reconducir la actual crisis (Leff, 1994, 1998). La necesidad de reconocer nuevas formas de entender la ciencia de acuerdo con los principios de la sociedad del riesgo (Beck, 2001) y la incertidumbre a la que la ciencia convencional no puede dar respuesta. Por eso se plantea la construcción de la “ciencia con la gente” (Funtowicz y Ravetz, 2000): una ciencia que reconoce el valor social y los conocimientos de cada persona y colectivo que se ve afectado por las decisiones científicas y políticas del modelo de desarrollo, además de otras formas de conocimiento que pueden aportar luz sobre los problemas actuales. 3. ANTONIO GARCÍA VÁZQUEZ, “RUFINA”1: “TRABAJANDO EN LO QUE VEÍA DE SUS PADRES” En Benalauría, provincia de Málaga, Antonio García Vázquez, de apodo “Rufina”, es uno de los supervivientes de esa cultura de la autonomía, del aprendizaje permanente en vinculación con la naturaleza, de lógicas económicas muy distintas a las actuales. A sus casi 80 años es un experto de la agricultura “ecológica”, de una agricultura sin químicos que se basa en el saber hacer y en el conocimiento complejo de los recursos naturales y del territorio. Su resistencia nos ofrece una muestra de autonomía y emancipación, y, además, permite que aún queden prácticas de manejo de los recursos naturales de las que aprender para una agricultura sustentable. Nací en el año 34..., el 21 de setiembre del año 34. Nací en el campo; en las Canchas... Que eso es por detrás de la sierra esta... A los seis años, a los cinco o seis años, ya estaba yo guardando animales. Ahí empecé. Guardando unos guarritos, que me gustaba mucho de guardarlos y estar con ellos. Cuando ya era un poquito más grande pues, claro, ya empecé a trabajar en lo que yo veía en mis padres y la gente que teníamos trabajando... Así estuve hasta el año 48 que murieron mis abuelos, partieron y a mis padres les tocaron tierra en Benalauría. Le tocó la casa esta, y le tocó la huerta de los naranjos, otro pedacito con olivos y una suerte también, en la Estación de Cortes: es una huertecita chiquitita -ya ves media fanega de tierra es-, que estaba puesta de peros que ya ves, es donde yo cargué los primeros. Ahí se han criado unos peros buenísimos, pero dulces y buenos de comer... y todos se han perdido... El pero de Ronda y otros que les gustaban mucho al personal. Por ejemplo a mí mismo. Yo lo he comido y eso es bueno, muy brillositos, eran peros que a mí me encantaba verlos. A partir de esas huertas familiares Antonio empezó a ir de arriero por las veredas hasta Ronda a 1 Todas las citas son parte de las transcripciones de las entrevistas realizadas a Antonio “Rufina” en marzo de 2009. De las citas se han eliminado las preguntas del investigador; se incluyen entre corchetes aclaraciones añadidas. vender las frutas y verduras, hasta que se sacó el carnet de conducir y pudo comprar una pequeña furgoneta. Para él la venta de su fruta es un orgullo como fruto de su trabajo bien hecho y la mejor manera de obtener rendimiento económico a través de la venta directa. Haciendo lo que hace se siente feliz y, en cierta manera, libre, especialmente cuando está en contacto con la naturaleza, con “su campo”. 4. “CIENCIA CAMPESINA” 4.1. “PENSAR ES SEMBRAR” O APRENDER EXPERIMENTANDO El aprendizaje a través de la transmisión práctica y de la experimentación es una fuente de conocimiento que caracteriza a la “ciencia campesina”, a través de la observación y la construcción colectiva en comunidad del saber hacer. La relación directa con la naturaleza y la experimentación son algunas de las bases del saber campesino. Cuando había uno que estaba haciendo injertos, pues yo estaba encima mirando cómo lo hacía y cuando el hombre se iba, lo estaba yo experimentando antes de que se me fuera a olvidar. Eso, en seguida lo estaba yo haciendo. Eso lo sabe la persona que no va a la escuela, porque el que va a la escuela, no ve labrar un huerto [o injertar los frutales]. En la escuela no hay más que libros, eso no lo puedes ver allí. Pero el que no va a la escuela, está al pie del que lo está haciendo, del que está poniendo el huerto, entonces el niño está mirando lo que están haciendo allí, como se está poniendo el huerto... y cuando hay que labrarlo, porque ya lo escuchas, pues estas palabras lo hablan unos con otros, pues el zagal está escuchando y lo está viendo... Entonces ya, pasa por otro lado, por otro huerto y dice pues este huerto está para labrarlo. Hombre, lo has visto y es como el maestro que le dice al niño hazme la cuenta así... pues de esa manera (…) El que está en el campo todo el día es como el que está todo el día en la escuela. Eso es igual. Ahí vas tomando experiencia en todo, y escuchando porque como no van a estar callados, se está hablando... Pues el niño lo que está es [escuchando]... y todo lo que están hablando se va quedando en la cabeza, porque como le gusta, pues se le queda en la cabeza. Ahora al que no le guste ese no echa mano de arrancar la papa ni verde ni madura ni de ninguna clase. Ese lo que hace es comérsela frita si se la come. Las cosas todas es que gusten y gustando la cosa no hay que hablar nada. Del mismo modo, esta experimentación permanente hace que la innovación sea una constante en el conocimiento campesino. Se cambia ya cuando se ve que es para una cosa mejor. Es que como siempre se va aprendiendo, es que se muere uno con ciento cincuenta años y estás aprendiendo... en el campo... sale, uno que ha salido lejos y lo ha visto, otro que ha experimentado... en fin, que todos los días se va aprendiendo. Claro, pero si este año no me ha resultado bien... al otro año, como yo digo, experimento ya como te he dicho cómo se hace... hace su hoyito bien, echas su “estierquito” abajo, como ya la raíz va entrando para abajo, va cogiendo el estiércol y va haciendo una pimentera o una tomatera buena... pues al otro año ya estás diciendo “pues yo la pongo como el año pasado que me ha resultado bien”. Que la he puesto de otra manera y el otro vecino las ha puesto como yo digo... como al pasar se ven y se hablan y eso... “chiquillo, yo nunca lo he hecho...”, al experimentar “pues a mí me ha dado un resultado bueno” pues ya, eso lo tienes aprendido, el año que viene lo has puesto como lo ha puesto aquel que le va muy bien. Y así es la cosa del campo por todo lo que se eche mano. De esa manera. Una innovación y experimentación que parte de la experiencia, del aprendizaje cotidiano y el descubrimiento a través de la práctica y la asignación de responsabilidades progresivas: Claro, es que eso es así. Mi padre dice que una vez mandó al hijo... no me acuerdo si fueron... cómo me contaban a mí hombre... me parece que fue por una carga de leña, sería... dice mira “llévate la burra y te traes una carguilla de leña” y dice “bueno pero después quién me va a mí a ayudar”, dice “tú llamas al tío mañas”... “¿al tío mañas?”, “sí, tú llama al tío mañas para cargar, yo no puedo ir”... se fue, nada más que pensando en eso, su carguita... “a ver lo del tío mañas, nada, que me tengo que ir ya, que se entere...” Dice que se lió “¡tío mañas, tío mañas!” y nada, esto ni tío mañas, ni la madre que parió esto. Dice “voy a ver la leña que yo puedo poner” dice que se puso, que se caían los palos... En fin, a fuerza de poner y experimentar una forma y otra, cargó la carguilla que pudo, malamente. Cuando llegó, dice el padre “me cago en la mar, que no te has traído ni la carga completa”. “¿La carga cómo la voy a traer completa...? Toda la tarde llamando al tío mañas y allí no ha aparecido nadie”. Dice el padre “¿entonces cómo has hecho?”, dice“¿cómo voy a hacer? Ahí he puesto como dios me ha dado a entender”, “pues hijo, ese es el tío mañas, así tienes que empezar, haberte criado como me crié yo”. Al día siguiente a por la carga, ¿no iba a traer la carga completa...?: así va aprendiendo, y así aprendió. Como eso es todo. En el campo hay que ir aprendiendo sólo..., se aprende, sin nada, pero claro, hay que estar en él. 4.2. LA PRAXIS DEL “ANÁLISIS MULTIVARIABLE” El reconocimiento de la complejidad de los procesos biofísicos es una característica “científica” del campesinado frente a la ciencia atomística y mecanicista de la ciencia convencional. La discusión sobre cómo plantar las patatas, puesto que en distintos sitios se siguen costumbres diferentes, hace que Antonio Rufina ofrezca su explicación específica pero incluida en una explicación general sobre las múltiples variables del proceso productivo, incluyendo de manera fundamental el trabajo, la dedicación y la apropiación del fruto. La incertidumbre y el reconocimiento de las paradojas de los procesos hace que sea “un oficio de locos” en permanente análisis práxico de apropiación del fruto de su trabajo. Pues mira, siempre, debe de meterse con la metida para abajo y lo cortado para arriba... En la tierra hay que ponerla así... Ahora la metida sale aquí, la raíz que está aquí coge la tierra..., y esto se tiene que pudrir y entonces, si la pones así, lo de abajo se va pudriendo y tarda en que coja tierra la raíz que sale de aquí. Por eso debe de ponerse así. (…) Su sitio, es ese. Si cae para abajo, la papa nace también. Ahora, su sitio y lo más natural y lo mejor, es ponerla así. Pero al fin y al cabo, todo está bien. Ya el campo, de siempre se ha dicho que de todos los oficios, el de locos. No hay que pensar si las pongo para arriba o las pongo para abajo, no va a servir, que si esto que si lo otro... que a lo mejor el día que las pones para arriba bien, a lo mejor te salen mal porque el tiempo no haya venido bien. Otras veces las has puesto bien puestas y... que a lo mejor cuando las has puesto malamente, es cuando te han salido mejor. Y siempre se escucha decir eso, todos los viejos y todos los agricultores. En el campo no hay que pensar, sembrar. Que eso es oficio de locos, unas veces sale mejor y otras peor. El agricultor que es mejor tiene más anhelo con las cosas y las arregla mejor y eso… El otro como es tan lacio, no lo hace bien y coge menos. Pero vamos, eso son todo conversaciones. Eso es todo conversaciones y eso es todo nada porque también eso es la suerte de la persona... [La clave está en] arreglar sus cosas bien. Creo yo vamos. El que tenga sus cosas bien le tiene que dar más rendimiento que el que las tenga malamente. Pero eso lo sabemos hacer todos. Lo que pasa es que unos lo hacen y otros no, porque no quieren. Aquí van dos o tres a Cartajima a coger castañas, con un hombre allí, el que tiene las castañas mejores ¿por qué? Porque llegó la hora de talar los castaños, taladitos, llegó la hora de labrarlos, labrados. ¿Cómo va a ser que tengas los castaños llenos de cándalos secos, de renuevos en el troncón, chupando a ese castaño? te saldrá la castaña más mala ¿no? Ese que la tiene bien arreglada, castañas siempre buenas ¿por qué? Porque las ha arreglado siempre mejor... y a ese le ha amanecido y anochecido en los castaños. Yo creo que el truco es ese. 4.3. PRINCIPIOS DE “PARSIMONIA” Y “COEVOLUCIÓN ECOLÓGICA” El reconocimiento de la capacidad ecológica de autorregulación y equilibrio de la naturaleza, la capacidad de resilencia de los sistemas ecológicos equilibrados es una de las fuentes de explicación y comprensión de los procesos biológicos del campesinado. La intervención y adaptación de los manejos agrarios, las variedades y condiciones locales mediante la coevolución genera un cuerpo de conocimientos teóricos y prácticos suficientes para la reproducción del sistema. [La huerta] Eso no tiene complicación ninguna... Los pimientos los quieres más tempranos, los pones antes, a últimos de abril puestos..., que no, yo siempre los he puesto a últimos de mayo o principios de junio... he puesto en mi casa los huertos. Buenísimos. [Los frutales] eso no tiene nada que aprender. Eso no es... Nosotros hemos sacado las naranjas sin nada, sin estudios ningunos. Ahí no se ha estudiado nada. Las habrán arado, regarlas y al otro año, a coger naranjas al llegar su tiempo. Y siempre así. Los olivos igual... Yo mis pimenteras las he fumigado con [purín de ortigas] y mis huertos nunca les ha pasado nada. Y otras veces sin nada, sin echarle nada... Eso mi padre no lo sabía, mi padre nunca le ha echado nada al huerto... nada. Antes cualquier cosa “se han perdido, pues vaya por dios”... todos no se van a perder, siempre han quedado, en mi casa siempre ha habido tomates, de sobra. Y pimientos igual. Eso si tiene pulgón, ya se caerá. Eso igual que nosotros, nosotros en cuanto tenemos un resfriado estamos en el médico sin nada... la persona que antes iba al médico estaba ya casi más en aquel lado que en éste. Hombre, de verdad. Y se curaban... hombre, algunas veces es que iban ya cuando estaban medio listos ya..., y con las plantas pasa igual. Pasa lo mismo... Esto hace que la agricultura tradicional se haya resignificado en la actualidad, en combinación con nueva técnicas modernas, como agricultura ecológica frente a la artificialización y quimicalización de la agricultura moderna industrial. La complejidad de la coevolución ecológica y social genera, sin embargo, en cierta manera una mayor parsimonia. Yo sí... yo mientras viva, lo mío está en agricultura ecológica, me paguen o no me paguen o me dejen de pagar. No es que si ya no me pagan me voy a liar a echar química... que Antonio no echa y nunca se ha echado. Si yo siembro un canasto de patatas, ¿para qué le voy a echar yo química para que sean gordas? Si yo en vez de pelar dos patatas, pelo cuatro y me las como buenas. ¿Tú cómo lo ves? 4.4. “EQUIDAD INTERGENERACIONAL” El desarrollo sostenible, según el Informe Brundtland, se puede definir como “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”. El campesinado tiene en la reproducción de los recursos naturales la condición para su propia continuidad, por eso su uso “limitado” y su reproducción es una práctica fundamental, mantenida en términos económicos, éticos y estéticos. De ahí la posibilidad de plantear la cultura de sustentabilidad que representa el campesinado y sus conceptos no crematísticos de la economía, en lo que puede interpretarse como economía ecológica y economía moral. A mí los árboles desde chico siempre me han gustado muchísimo, pues ya a mí, toda mi ilusión era poner un árbol, injertarlo, ver..., irme con el que los injertaba para enseñarme. Yo todavía veo un claro en mi finca y pongo un árbol. Sabiendo que ya no voy a ver el fruto ya, pero ¿por qué veo yo otros que tendrán cientos de años? Porque los habrá puesto otro y lo cojo yo. Entonces ¿por qué yo no lo voy a poner para otro?, ¿que dejo el terreno vacío ahí porque yo no voy a ver el árbol? Eso es para que me corten el pescuezo. La forma mía de pensar es esa, hijo mío. Hombre, antes siempre se decía que había que poner para el día de mañana, hay que ahorrar para el día de mañana... Yo a mis abuelos les he escuchado siempre eso..., y a mis padres igual. 5. CONCLUSIONES Antonio García Vázquez, “Rufina”, nos demuestra que la dinámica productiva y tecnológica campesina, lejos de ser repetitiva y pasiva es, dentro de sus parámetros lógicos y sus finalidades, tan susceptible de producir cambios como de experimentar e incorporar novedades tecnológicas externas (Díaz Tepepa et al. 2004:19). Vemos que el campesinado por su relación con el mercado puede ser impulsada hacia el cambio en sus productos o en sus procesos, pero también porque el trabajo campesino, como en todo proceso productivo también existe creatividad. El cambio además es consustancial al trabajo productivo campesino debido al variable espacio natural en el que se despliega éste y que exige modificaciones en las técnicas, en los procesos o en la organización del trabajo. En otras palabras, “las motivaciones para el cambio también son producidas desde el espacio de conocimientos y prácticas tradicionales, por lo tanto se puede afirmar que la tradición también es innovadora” (ídem). Los agricultores manejan una gran cantidad de conocimientos por la propia condición de sus tareas. Esta variedad de actividades y el manejo de la complejidad existente en recursos requiere un elevadísimo grado de conocimientos, que se convierte en decisivo porque de su buen hacer depende la reproducción de la unidad doméstica. Como reconoce Víctor Toledo (1993:211) “al igual que cualquier productor, los campesinos utilizan medios intelectuales para realizar una correcta apropiación de los sistemas ecológicos durante el proceso de producción”; y de acuerdo con Altieri (1991:16-24), el conocimiento indígena y campesino utiliza normalmente sistemas complejos para clasificar plantas y animales, que de hecho se corresponden muy habitualmente con la taxonomía científica; el conocimiento sobre las prácticas agrícolas de producción da solución a problemas como el mantenimiento de la diversidad y la continuidad temporal y espacial, la utilización óptima de recursos y espacio, el reciclaje de nutrientes, la conservación y el manejo del agua, y el control de la sucesión de cultivos, todo ello de forma tal que resulta imprescindible su existencia sin un fuerte componente experimental del conocimiento campesino. Pero, además de resaltar el valor de este corpus de conocimientos, hay que destacar su característico modo de transmisión y de aprehensión, que es esencialmente oral y completamente imbricado en el contacto entre personas y los lazos que existen entre ellas, además de ser un conocimiento que surge de un saber hacer práctico: “el saber campesino se dice oral porque no está en los libros, sino en los textos que manipula en su trabajo, las herramientas y en las estrategias que implementa (...) el conocimiento del sistema de trabajo, la epistemología, es resultado de esta interacción donde la lógica inductiva es aprendida en la medida que se ve hacer y se escucha para poder decir, explicar, devolver el conocimiento a lo largo de las relaciones de parentesco o de vecindad” (Iturra, 1993:143, 135); es decir, nos encontramos ante un conocimiento eminentemente “praxeológico” y engarzado a la comunidad local. Este conocimiento está en la experimentación, en la innovación dentro de la tradición y en el saber compartido socialmente, así como por la observación: la observación es algo parecido a una segunda naturaleza y tiene una gran importancia para la experimentación y la asimilación técnica. Para aprender hay que ser un buen observador y saber imitar. La unidad campesina y la comunidad local son instituciones de aprendizaje. Fundamentalmente hemos de reconocer en Antonio “Rufina” y su relato de aprendizaje continuo el cómo llegó a atesorar ese saber hacer que le hace experto. Vemos que “el conocimiento tecnológico y productivo se basa en la experiencia histórica, se modifica y enriquece por la experiencia socialmente compartida de una generación y por la experiencia particular de cada productor, pero también con fuerte énfasis en la observación atenta”. Vemos que “el conocimiento campesino es resultado del interjuego entre tradición e innovación: interjuego que es escenificado en la interacción entre diferentes actores de una red, quienes aportan, confrontan y negocian sus conocimientos particulares, hasta ir dando forma a la regularización de conocimientos y su consecuente transformación en procesos productivos concretos” (Díaz Tepepa et al. 2004:70). En esa negociación se enfrentan con diferentes formas de hacer y diferentes conocimientos, que pueden venir de otras comunidades o de saberes expertos. En la narración de Antonio “Rufina” vemos cómo se negocian esa producción y puesta en práctica de saberes, ya sea entre agricultores o entre técnicos. Lo importante en este caso es destacar que el papel de especialista no depende tanto de los títulos sino de la autoridad socialmente reconocida a través de los resultados obtenidos con su práctica. Así se llega a un “diálogo de saberes”, en el que dependiendo de las condiciones sociales se respetará un equilibrio entre el corpus técnico externo y la praxis y corpus interno de los agricultores. La agricultura ecológica debe tender a ese intercambio intercultural entre saber hacer campesino e innovación científico-técnica, sin olvidar que ha de tender hacia la sustentabilidad global y no hacia la productividad como único objetivo, sino que ha de insertarse en procesos de cambio social y de paradigma civilizatorio. Redescubriendo y reconstruyendo el concepto y las prácticas del campesinado se pueden encontrar las vías de la transición hacia paradigmas científicos y sociales más democráticos y sustentables (Calle y Gallar, 2011; Calle et al., 2011). Por ultimo, reseñar la conciencia de felicidad que Antonio “Rufina” manifiesta de su vida ligada a la naturaleza, a “las cosas del campo”; a pesar de la época de insostenibilidad social que vivió la agricultura andaluza en la autarquía, hecho que ha condicionado a posteriori la visión ruda y el desapego de lo agrario de la sociedad actual y, como consecuencia, el efecto huida que ha supuesto la despoblación de pueblos y aldeas. Antonio “Rufina”, como otras muchas personas, ama su oficio, lo sueña día a día, todo por primera vez. No importan los años y las dolamas. Siente la tierra como su hogar planetario y lo pregona cada día con sus manos, con su ejemplo. En sus manos cada alba es un brote tierno, un aire nuevo, una esperanza de la que debiéramos aprender. Alba2 El cielo es una sonrojada mejilla y los gallos pregonan en el mercado del aire. Los perros ladran las siete del reloj. Hoy toca poda e injerta. Rufina sabe que su juventud se empapará de sudor y la brisa le secará las sienes. Pero la rama del azahar no espera y sabe que ese es su sitio en el mundo. Mientras los huesos y el amor aguanten, allí estará su espigado destino germinando en la palabra tierra. Antonio Viñas (2008) 2 “Alba es para Antonio Rufina, al que no he querido esconder detrás de otro nombre. Aunque septuagenario y con un sustillo de infarto, al abrirse el día no hay pereza que se leresista para enfundarse las botas y salir al campo como si allí repartieran el cielo” (Viñas, 2008:98) BIBLIOGRAFÍA • ALTIERI, Miguel A. (1991) “¿Por qué estudiar la agricultura tradicional?” en Agroecología y Desarrollo, Año 1, número 1. • BECK, Ulrich (2001), La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Barcelona, Paidós. • BERGER, John (2011), La razón del campo. 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