Subsidio "Mártires del siglo XXI"

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MÁRTIRES DEL SIGLO XXI
Llamados a dar la vida por Cristo
Parroquia Inmaculada Concepción
Monte Grande
El sociólogo Massimo Introvigne, representante de la OSCE (Organización para la Seguridad
y la Cooperación en Europa) para la lucha contra la intolerancia y la discriminación contra los
cristianos, afirma que, «cada cinco minutos, un cristiano muere asesinado por su fe». Conforme
este estudio, cada año son asesinados por su fe 105 mil cristianos en el mundo.
Las estadísticas de los mártires
Estas cifras se encuentran basadas en los trabajos de David B. Barrett († 2012), responsable
del primer centro mundial de estadística religiosa, el estadounidense Center for Study of Global
Christianity (Centro para el Estudio del Cristianismo Global). Los estudios de este centro son los
más citados en la materia por el mundo académico.
En el año 2001, Barret y su colaborador, Todd M. Johnson, comenzaron a recoger estadísticas
sobre los mártires cristianos. En su obra World Christian Trends AD 30-AD 2200 (Tendencias
cristianas mundiales 30 DC – 2000DC), trataron de calcular el número total de mártires cristianos
—así como de las otras religiones— en los dos primeros milenios del cristianismo, hasta el año
2000. Como base para su trabajo, escogieron esta definición de mártires cristianos: «Creyentes en
Cristo que han perdido la vida prematuramente, en la situación de testigos, como resultado de la
hostilidad humana».
El estudio reveló que estos mártires cristianos, en los primeros dos milenios, habían sido unos
70 millones, de los cuales, 45 millones perdieron la vida en el siglo XX. Las discusiones que
surgieron en estos diez años, tras la publicación del libro, han servido para confirmar el carácter
riguroso del estudio. Desde entonces, Barrett y Johnson actualizaron todos los años sus cálculos, sin
modificar los criterios ni la definición. En la primera década del siglo XXI, el número de los
mártires cristianos fue creciendo hasta alcanzar a mediados de siglo la alarmante cifra de 160 mil
nuevos mártires al año.
El representante de la OSCE ha comparado estos estudios con los resultados del libro The
Price of Freedom Denied (El precio de la libertad negada), de los sociólogos estadounidenses
Brian J. Grim y Roger Finke, según éste el número de los mártires cristianos podría ser superior,
entre 130 y 170 mil al año.
Esconder los números para ocultar la matanza
Massimo Introvigne ofreció las cifras más prudentes de Barret y Johnson, unos 105 mil
mártires en 2011, número muy inferior al propuesto por Grim y Finke. Esto significa que, al día,
mueren por su fe entre 287 y 288 cristianos, doce por hora, es decir, uno cada cinco minutos.
El representante de la OSCE aclara: «Si no se gritan al mundo estas cifras de las persecuciones de
los cristianos, si no se detiene la matanza, si no se reconoce que la persecución de los cristianos es
la primera emergencia mundial en materia de violencia y discriminación religiosa, el diálogo entre
las religiones y las culturas sólo producirá hermosos congresos, sin resultados. Quien esconde los
números quizá, simplemente, busca no hacer nada para detener la matanza».
Cristianos, los más perseguidos
“Los
cristianos
son
actualmente el grupo religioso
que sufre el mayor número de
persecuciones a causa de su fe
en el mundo”. Esta frase
pertenece a Benedicto XVI y la
pronunció en su mensaje para la
Jornada Mundial de la Paz del 1º
de enero de 2011. Pocas horas
después, vino a darle la razón
una bomba que estalló a la salida
de Misa en una iglesia copta de
Alejandría,
provocando
21
muertos y 79 heridos.
Pero la persecución a los
cristianos —y no hablamos,
pues, sólo de católicos, sino también de anglicanos, luteranos, evangélicos, ortodoxos,…— es
habitual en buena parte del mundo. Por diversos motivos relacionados con sus creencias y de
diferentes maneras, los cristianos son —somos— asesinados, agredidos y vejados en los cinco
continentes: según la fundación “Ayuda a la Iglesia Necesitada”, más de 200 millones de
seguidores de Jesús sufren discriminación por su fe.
Tal vez no debería sorprendernos. Al fin y al cabo, ya lo anunció el propio Jesús de Nazaret a
sus primeros discípulos: «Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los
calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán
una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los
precedieron.» (Mt. 5, 12-13).
Sigilosas o explosivas
Las discriminaciones pueden ser de muchos tipos y de distintas intensidades, sigilosas y
persistentes o violentas y explosivas. Y responden a motivaciones que vienen de «arriba» —esto es,
de los gobiernos o regímenes políticos— o de «al lado» —es decir, de otros grupos sociales
mayoritarios, de fundamentalismos o de odios sempiternos—. Ambas clases aparecen con
frecuencia de forma conjunta, como sucede en muchos países de mayoría islámica.
El Pew Research Center
(Centro de Investigaciones Pew)1
señala hasta 64 países donde se
persigue a los cristianos. La
mayor parte de ellos están en
Oriente Medio o el norte de
África, pero no son los únicos.
Corea del Norte, Irán, Arabia
Saudí, Afganistán y Somalia
encabezan la lista. Pero otros
como India, Pakistán, Argelia,
Marruecos, Malasia, China o la
misma Turquía —que aspira a
entrar en la Unión Europea— no
se quedan atrás. Y no hay que
olvidar
algunos
países
americanos, como la Venezuela del fallecido Hugo Chávez o la Cuba de Raúl Castro.
En Irak quedan cada vez menos cristianos. Su situación es tan insoportable, que la mayoría ha
optado por exiliarse. Según datos de la ONG británica Minority Rights Group (MRG), el 64 por
ciento de los refugiados iraquíes de 2009 eran cristianos y muchos de ellos afirmaban no querer
retornar al país. Lo cierto es que apenas tienen otra salida en medio de una guerra civil de facto
entre sunitas y chiítas que los ha situado en el centro de todas las violencias y sin autoridad que los
proteja o los apoye. Las causas, explica monseñor Shlemon Warduni, vicario del patriarcado caldeo
de Bagdad, son muchas y variadas, pero «la finalidad parece clara y única: reducir la presencia
cristiana cada vez más en Irak, marginarla y privarla de sus derechos».
En Egipto no hay guerra,
pero
sí
una
creciente
«islamización» del país. Los
coptos cristianos, descendientes
de los egipcios originarios y cuya
presencia en aquellas tierras es
anterior a la llegada del islam,
son alrededor de ocho millones,
el diez por ciento de la población.
Viven, según la expresión de uno
de ellos, «secuestrados en su
patria». No se les permite ocupar
cargos públicos y no poseen los
mismos derechos que el resto de
ciudadanos. La Constitución
egipcia precisa claramente que
«los principios de la ley coránica constituyen la fuente principal de la legislación», por lo que se
aplica a todos. «Una familia cristiana puede vivir libremente su fe en la medida en que no se
acerque a un tribunal», concluye el patriarca copto-ortodoxo Chenouda III de Alejandría.
La situación es peor en otros países musulmanes. Sabido es que en Arabia Saudí y otros
emiratos del Golfo Pérsico están prohibidas todas las religiones, excepto el islam. Que la mera
posesión de una Biblia acarrea pena de cárcel. O que la conversión al cristianismo acaba en pena de
muerte por apostasía. Menos conocidas son, sin embargo, las presiones que soportan los miles de
1
El Centro de Investigaciones Pew es un think tank con sede en Washington, D.C. que brinda información sobre problemáticas,
actitudes y tendencias que caracterizan a los Estados Unidos y el mundo.
trabajadores inmigrantes que trabajan allí: «Después de algunos meses, quienes dan trabajo
plantean un ultimátum y dicen que debemos hacernos musulmanes para no ser despedidos»,
contaba Joselyn Cabrera, enfermera católica filipina que trabaja en un hospital en Riad, en la revista
Misioneros del Tercer Milenio.
«Somos islotes en medio de un tormentoso océano musulmán», resumía el último otoño en el
Sínodo de Obispos de Oriente Medio el obispo de Rabat, Vincent Landel. El problema, continuaba,
no son los musulmanes, sino que el islam es la cultura dominante y los cristianos son tratados como
ciudadanos de segunda.
En China los ciudadanos sólo pueden pertenecer a una religión declarada “oficial” por el
régimen comunista. Para los católicos, existe una iglesia controlada por el partido que nombra a sus
propios obispos. Los que rechazan unirse a ella se ven obligados a pasar a la clandestinidad. El
resultado: obispos encarcelados durante décadas, sacerdotes arrestados, fieles ejecutados,
desaparecidos o despojados de sus bienes con frecuencia.
En Corea del Norte, los métodos son mucho menos sutiles. Allí, a los cristianos se les aplican
juicios sumarísimos y se les fusila sin miramientos. En algún caso, han llegado incluso a aplastarles
la cabeza con apisonadoras delante de multitudes convocadas para verlo.
Shahbaz Bhatti, uno de los mártires del siglo XXI
Este es el impresionante
Testamento Espiritual de Shahbaz
Bhatti, Ministro de Minorías de
Pakistán del Gobierno presidido por
Asif Ali Zardari y cristiano católico,
asesinado el 2 de marzo de 2011 por
islamistas a causa de su fe, por su
oposición a la ley de la Blasfemia y
su defensa de Asia Bibi:
«Me llamo Shahbaz Bhatti.
Nací en una familia católica. Mi
padre era un profesor jubilado, y mi
madre un ama de casa, que fue
educada de acuerdo a los valores
cristianos y las enseñanzas de la Biblia; ambas cosas tuvieron gran influencia en mi infancia.
Desde pequeño solía ir a la iglesia, y allí encontraba profunda inspiración en las enseñanzas, el
sacrificio y la crucifixión de Jesús. Fue el amor a Jesucristo lo que me indujo a ofrecer mis
servicios a la Iglesia. Las terribles condiciones en que vivían los cristianos de Pakistán me
impactaron. Recuerdo un Viernes Santo, cuando tenía 13 años, que escuché un sermón sobre el
sacrificio de Jesús para nuestra redención y la salvación del mundo. Pensé que debía corresponder
a ese amor, amando a nuestros hermanos y hermanas, poniéndome al servicio de los cristianos,
especialmente de los pobres, los necesitados y los perseguidos de este país islámico.
Me han pedido que ponga fin a mi lucha, pero siempre me he negado, aun a riesgo de mi
vida. Mi respuesta ha sido siempre la misma. No busco popularidad ni posiciones de poder. Solo
busco un sitio a los pies de Jesús. Quiero que mi vida, mi carácter y mis acciones hablen por mí, y
que digan fuerte y claro que sigo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en mí que me consideraría
un privilegiado si -debido a este esfuerzo combativo para ayudar a los necesitados, los pobres y los
cristianos perseguidos de Pakistán- Jesús quisiera aceptar el sacrificio de mi vida.
Quiero vivir en Cristo y quiero morir en El. No siento miedo en este país. Los extremistas
han intentado matarme muchas veces, me han encarcelado, amenazado, perseguido, y han
aterrorizado a mi familia. Yo solo digo que, mientras esté con vida, hasta mi último suspiro,
seguiré sirviendo a Jesús y a esta pobre y sufriente humanidad, a los cristianos, a los necesitados,
a los pobres.
Creo que los cristianos de todo el mundo que en 2005 le tendieron la mano a los musulmanes
víctimas del terremoto han construido un puente de solidaridad, amor, comprensión, colaboración
y tolerancia entre ambas religiones. Si estos esfuerzos se mantienen tengo la convicción de que
ganaremos los corazones y las mentes de los extremistas. Esto nos llevará a un cambio positivo: la
gente no se odiará, no se matará en nombre de la religión, sino que se amarán los unos a los otros,
traerán armonía, cultivarán la paz y la comprensión en esta región del mundo.
Creo que los más necesitados, los pobres, los huérfanos, sea cual sea su religión, deben ser
tratados por encima de todo como seres humanos. Estas personas son parte de mi cuerpo en
Cristo, son la parte perseguida y necesitada del cuerpo de Cristo. Si llevamos a cabo esta misión,
entonces nos habremos ganado un sitio a los pies de Jesús y yo podré mirar Su rostro sin sentir
vergüenza.»
Fuentes:
www.religionenlibertad.com
www.ain-es.org
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