Un mundo sin fronteras: ¿una literatura juvenil sin fronteras

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ENCUENTROS EN VERINES 2012
Casona de Verines. Pendueles (Asturias)
Un mundo sin fronteras: ¿una literatura juvenil sin fronteras?
Marinella Terzi
RAE: “FRONTERA: Confín de un estado, límite. LÍMITE: línea real o
imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios.”
Cada año que pasa creo menos en verdades absolutas y siento más dudas.
En lo personal y en lo profesional. Veo menos claros los límites, se me
desdibujan las fronteras… Pero pienso que eso puede ser bueno en este
congreso y va a permitirnos dialogar más, y, sobre todo, disentir y
enfrentarnos en determinados temas, lo que sin duda enriquecerá el debate.
Ahora mismo, en este instante, me gustaría creer, me gustaría
abogar por un mundo sin fronteras y, también, por una literatura juvenil sin
fronteras; buena literatura que disfrutaran los jóvenes, desde luego, pero
también los adultos, sin ningún tipo de prejuicios.
Porque ¿a qué fronteras puede referirse el título elegido para el
congreso de este año?
*
Si es a las fronteras de edad, ya digo, para mí en literatura
juvenil éstas deben existir solo por abajo, pero nunca por arriba. Es evidente
que resulta imposible que un niño pequeño lea un libro juvenil o, siendo más
clara, quizá pueda leerlo pero no comprenderlo o, mejor aún, asimilarlo. Pero
igual que un buen álbum ilustrado puede hacer feliz a cualquier adulto con
sensibilidad, lo mismo debería ocurrir con una buena novela juvenil. Su
lectura puede ser placentera para un adulto, su fondo puede llevarle a
hacerse preguntas, a emocionarle; su forma puede obligarle a releer
párrafos, a conmoverse. Para eso, desde luego, yo le pido a una novela
juvenil algo más que el simple placer del disfrute, igual que se lo pido a un
libro para adultos. Le exijo a una novela que me haga pensar, que no me de
todo hecho. Y eso pretendí cuando escribí Falsa naturaleza muerta, la
última novela juvenil que acabo de publicar. Una novela que habla de pintura
pero, sobre todo, de las dificultades añadidas que todavía tienen –y, desde
luego, tuvieron- las mujeres creadoras por el solo hecho de ser mujeres.
Creo sinceramente que es una novela para jóvenes, pero que también
puede interesar a muchos adultos.
*
Pero el tema que nos ocupa tal vez haga referencia también a
las fronteras temáticas.
¿Debe haberlas en la literatura para jóvenes?
Honestamente, pienso que no. Me parece que se puede hablar de
cualquier cosa. No en el caso de los niños, pero sí en el de los jóvenes. En
mis libros he tratado los temas de la droga y la marginación –en Espiral-, el
tráfico de órganos –en ¿De vacaciones en México?-, la muerte y el suicidio –
en De Gabriel a Gabriel-; he hablado de la homosexualidad –en Llámalo X-,
y también de las cortapisas con las que han debido enfrentarse las mujeres
en su lucha diaria por la igualdad –en Falsa naturaleza muerta. Lo que más
me ha interesado siempre a la hora de escribir es hablar de emociones, de
sentimientos.
Muchos pueden creer que la novela juvenil no nació
espontáneamente, como sí lo hicieron los cuentos para niños. Es verdad, la
mayor parte de las colecciones juveniles surgieron a requerimiento de los
editores que vieron la oportunidad de publicar para una franja de edad que
no tenía nada propio hasta ese momento.
Yo, que empecé a leer con los cuentos troquelados, con los tebeos,
con la colección Cuatro Vientos de Noguer –Michael Ende y Ursula Wölfel
estaban ahí- y, por supuesto, con los libros de Enid Blyton; sin embargo, no
tuve colecciones juveniles con las que alimentarme cuando llegué a la
adolescencia. Recurrí sin ningún problema, por cierto, a los libros que se
apilaban en las estanterías de mi casa y mi madre fue mi mejor prescriptora:
Pearl S. Buck, Vicki Baum, Zane Grey, Vinieron las lluvias (Luis Bromfield),
Lo que el viento se llevó (Margaret Mitchell)… ¿Qué tipo de libros eran
esos? ¿Quizá los best sellers de entonces sin ni siquiera haber adoptado
ese nombre? En definitiva, historias de aventuras y maduración, y, sobre
todo, dominadas por los sentimientos. Y eso es lo que sigo buscando en un
libro juvenil, tanto cuando lo leo como cuando lo escribo.
Ahora bien, a pesar de lo dicho, en mi obra sí hay en cuanto a
temática una “frontera” que la caracteriza. Una frontera que se mantiene
abierta y permite cruzar la barrera hacia el periodismo. Mi obra se compone,
por lo menos hasta la fecha, de libros realistas y que tocan temas actuales.
Al escribirlos, inconscientemente, regreso a la periodista que fui, me pongo
la cámara al hombro y hago un reportaje sobre la vida de mis personajes.
Me surto de la realidad del día a día, me centro en lo social.
*
¿Se refiere el título a las fronteras de forma quizá?
A mi modo de ver, si los libros para jóvenes se diferencian en algo de
los de los adultos –o, para ser más exactos, de los de ciertos adultos- es por
su forma. Ahí sí veo límites, fronteras. Quizá la literatura para jóvenes sea
más desnuda, menos barroca o, también, menos experimental en cuanto al
estilo. Quizá acertáramos si la llamásemos más convencional, aunque
¿comparándola con qué? Con ciertos libros elitistas, esos que cada vez leen
menos adultos… Porque ¿qué está leyendo la mayor parte de los adultos en
este momento? Libros comerciales, tipo best seller, y esos son sin duda
mucho más convencionales que buena parte de los juveniles actuales. Y
esos son, además, similares a los que yo leí en mi juventud.
Pero sí creo que un buen autor que escribe para adultos escribe ante
todo para sí mismo y hace bien en no pensar demasiado en sus lectores.
Escribe visceralmente, lo que siente que le estalla dentro, y no se preocupa
del destinatario porque es un igual, alguien como él. Sin embargo, el autor
que escribe para jóvenes sí suele tener presente el punto de mira -sus
lectores- y narra pensando en ellos. Los destinatarios de sus novelas son,
sin duda, personas que quieren, que sufren y que sienten como él, pero que
no poseen todavía su misma formación ni su misma experiencia de vida. Por
eso, ve necesario tenderles una mano, hablar de lo que desea en todo
momento pero desbrozándoles el camino. Me refiero sobre todo al lenguaje
y al estilo, pero también al tratamiento: no regodearse en la desolación, dejar
una puerta abierta a la esperanza, equilibrar la balanza, servirse del joven
que fuimos únicamente para ahondar en emociones pero nunca para
anclarse en la nostalgia, porque como dijo Emili Teixidor en su interesante
ensayo La lectura y la vida (Ariel, 2007) “La nostalgia de la infancia que
tenemos los adultos y que cultivan muchos libros dedicados a la infancia es
un sentimiento adulto; los jóvenes no sienten esta nostalgia porque están
instalados en la infancia o en la juventud y no se puede sentir nostalgia de lo
que no se ha perdido. Razón de más para insistir en un género sin
nostalgias y que enganche desde la primera línea si queremos hacer
lectores.”
En cuanto a la forma, al igual que en la literatura para adultos,
también hay otra frontera que los escritores estamos cruzando a pasos
agigantados. Curiosamente, ahora que por desgracia el cine pierde
audiencia, la novela mimetiza cada vez más el género cinematográfico. El
cine y la televisión han provocado que la literatura se agilice y se sirva de
sus técnicas para estar más enfocada al lector de hoy en día, para
aproximarse a él. Los guiones de series y películas son ejemplos de los que
el autor puede aprender mucho: el ritmo de los diálogos, el retrato de los
caracteres, la interacción entre personajes, el uso del flash back, la sincronía
entre varias acciones paralelas… Todo es utilizable en literatura juvenil y nos
permite despojarnos de lo superfluo y llegar con más facilidad a nuestros
lectores.
*
Por último quisiera referirme a las fronteras entre el mundo
del papel y el digital. En principio, no parece existir más que una evolución
natural del soporte, como las que ya se han producido a lo largo de la
Historia. Como lectora de novelas lo que me interesa por encima de todo es
surtirme de historias, y la importancia de éstas -vengan a mí a través de un
medio o de otro- radica siempre en el peso de lo que cuentan. Como autora
de novelas escribo en el ordenador. Me sirvo de él, es mi herramienta de
trabajo. Por otra parte, al crear mis historias, lo que menos me preocupa es
el soporte en el que posteriormente las leerán mis lectores.
La historia es siempre la clave. Otra cosa es la posibilidad que se nos
brinda, con las nuevas tecnologías, de decorarla, añadirle mil aderezos para
hacerla más atractiva, más llevadera. Pero entiendo que todo eso son
valores añadidos: músicas, canciones que tararean los protagonistas, blogs
en los que escriben… Todo eso será solo “papel mojado” si la historia
genuina, de la que parten todas esas ramificaciones, no tiene asideros, no
vale nada. Sin embargo, en el mundo de hoy en día, tan dado a la velocidad,
a no dar segundas oportunidades, a detenerse únicamente en lo que se ve a
simple vista, a lo efímero, esos “aderezos” atraen y, si cuentan con los
medios adecuados, las editoriales deberían ofrecérselos al
posible
comprador –aquí ya no me atrevo a hablar exclusivamente de lector-. Sin
embargo, todavía son muy pocas las editoriales que apuestan por ello. En
general, y salvo excepciones, veo a las editoriales lentas, aún sin la
suficiente valentía para mover ese tipo de fichas. No creo que debamos ser
los autores los que nos dediquemos a hacerlo, pero pienso que hay
determinados libros que, contando ya
con la tecnología necesaria,
demandan esa clase de añadidos. Vuelvo a poner el ejemplo de Falsa
naturaleza muerta, un libro que por sus especiales características podría
tener cierto apoyo informático, quizá una página en Internet donde los
lectores obtuvieran información sobre los artistas nombrados en la historia y
también el apoyo visual de los cuadros que aparecen en el relato. Ya hay
libros así en el mercado, pero aún se toman como meros experimentos, no
como algo habitual.
Resumiendo, ya lo dije al principio: Cada año que pasa creo menos
en verdades absolutas y siento más dudas. En lo personal y en lo
profesional. Veo menos claros los límites, se me desdibujan las fronteras…
Marinella Terzi
Septiembre, 2012
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