Juan III - La pregunta básica

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Evangelio de Juan (III):
La pregunta más importante de todas (Jn.21 :15-22)
Introducción: Estos domingos por la mañana en julio hemos estado meditando
en las cuestiones realmente importantes de la vida a través del prisma del
Evangelio de Juan. En nuestro primer domingo oímos a Juan preguntar, "¿qué
es lo que realmente adoras?". El domingo siguiente escuchamos a Juan
preguntar, "¿en qué crees realmente?" Ambas preguntas son previas a la
crucifixión.
1) Esta mañana nos trasladamos a un escenario después de la resurrección y
llegamos a la cuestión crucial para todos los que dicen ser seguidores de
Jesús el Mesías: "¿a qué o quién amas de verdad?" El testimonio de Juan
versa sobre el objeto de su culto, creencia y amor (las preguntas realmente
básicas).
En relación con el tiempo, estamos en ese período de 40 días después de la
resurrección cuando Jesús se apareció a los discípulos intermitentemente,
enseñándoles la manera de interpretar las Escrituras a la luz de Su muerte y
resurrección y ayudándoles a comprender el verdadero significado de todo el
ministerio de Jesús. En testimonio final de Juan (capitulo 21), los discípulos han
vuelto momentáneamente a un viejo y conocido pasatiempo (pesca en el Mar
de Galilea): cuando la vida es estresante, cuando necesitamos estabilidad
y paz, volver a algo familiar de nuestro pasado ofrece un tipo de confort
nostálgico y restaurador para el alma.
Eso es lo que estaba pasando en los corazones de esos discípulos mientras
regresaban a sus viejos hogares en el Mar de Galilea. Pasaron la noche entera
de pesca, pero no cogieron ni un solo pez, y al día siguiente el Señor Jesús se
presentó en la orilla del lago, pero no lo reconocieron en el crepúsculo de la
mañana. Él les llamó: "amigos, ¿tenéis algún pescado?". Cuando dijeron que
no, les pidió lanzar la red a la derecha de la barca para encontrar pesca. Como
no tenían nada que perder, tiraron la red, y de inmediato se llenó con una gran
captura de peces grandes que ni siquiera pudieron subir a la barca. ¡Déjà vu!
¿Cómo no reconocieron al Señor? Naturalmente Juan lo verbaliza en primer
lugar, siempre el discípulo impulsivo. Pedro arrojó su manto y se lanzó al agua
a nadar a la orilla, dejando a Juan y los demás remando en la barca,
arrastrando la red llena detrás de ellos.
Y Jesús invitó a los discípulos al mejor desayuno de pan y pescado de sus
vidas. Juan especifica que esta era la tercera vez que Jesús se había
aparecido a los discípulos desde Su resurrección. Pero lo que realmente nos
interesa en este pasaje hoy es lo que sucedió después del desayuno (la
sobremesa).
• Podemos imaginar que la conversación entre Pedro y el Señor tuvo lugar en
privado, pero Juan en realidad no nos da ninguna razón para pensar que
sucedió así. Él escribe que después de haber terminado de desayunar, Jesús
le hizo a Pedro esta pregunta personal, íntima ¡delante de todos!
La pregunta para Pedro no fue ¿Qué te parece la gran captura de
•
peces?, ¿Qué sentiste cuando la red se tensó? ¿Por qué saltaste al agua y
nadaste hasta la orilla? Esas preguntas no van al corazón del asunto, no eran
pertinentes. La pregunta en la agenda de Jesús en este punto (la misma que
predomina en su agenda de hoy) era: ¿De verdad me amas más que a todas
esas cosas / personas? Esa es la pregunta crucial en el final del ministerio
terrenal de Jesús, y al final del testimonio de Juan, al final del día, ¡al final de
una vida! Esto es lo realmente importante.
• Uno de nuestros jóvenes solteros aquí en IBC se acercó a mí un domingo
hace unos años y me pidió una cita durante la semana para poder hablar sobre
un grave problema en su vida. Fijamos la cita, y mi imaginación comenzó a
hacer horas extraordinarias respecto a lo que este problema podría ser que le
causaba tanta agonía (¡siempre pensamos lo peor!). Así que mentalmente
cuando empezamos a hablar ese día estaba preparado para escuchar el peor
de los casos, pero como el joven derramó su alma ante mí, él reveló que su
problema era que él simplemente no amaba a Dios. No me sorprendió su
problema, sino su honestidad. Después de todo, esto es lo que Jesús había
señalado como el mandamiento más grande: amar al Señor nuestro Dios con
todo nuestro ser, y aunque no obedecemos plenamente a este mandamiento ni
un solo día en toda nuestra vida, creemos que nuestra cuenta de pecados no
es un problema tan grande. Fallamos miserablemente en lo que Dios dice
que es más importante (¡y mucho más si miramos el segundo mandamiento
de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos!). Puesto que Jesús dice
que este es el mandamiento más importante, naturalmente representa nuestro
mayor fracaso. ¡Le dije al joven que no estaba solo! ¡Este es nuestro error más
común! Gracias a Dios que lo reconoció al principio de su peregrinación;
gracias a Dios que estaba dispuesto a confesar para que el Señor pudiera
hacer algo al respecto.
A estas alturas, Pedro había pasado suficiente tiempo con Jesús como
•
para responder con honestidad que amaba a Jesús, sabía ahora que Jesús
veía el interior de su corazón y entendía todo lo que allí había. Sin embargo,
aun sabiendo todas las debilidades y fracasos de Pedro, Jesús todavía estaba
dispuesto a darle a Pedro este encargo: "¡Apacienta mis ovejas!" En otras
palabras, el amor es el único cimiento sólido para el ministerio, la única
base digna para el testimonio, nuestra motivación para cuidar el uno del
otro. A Pedro le correspondía la responsabilidad de cuidar el rebaño - sobre la
base de su amor por Jesús.
2)
Las cosas de gran importancia en la Biblia siempre se repiten. Así
que por segunda vez Jesús le dirige la misma pregunta a Pedro, pero él no le
llama por su apodo (Pedro / Cefas = "la roca"), sino por su nombre de pila y su
apellido: Simón hijo de Juan (en la actualidad sería Simon Johnson). Era como
ponerlo bajo juramento ante sus semejantes: lo que estaba a punto de declarar
tenía que ser necesariamente la verdad, toda la verdad, y nada más que la
verdad, con la ayuda de Dios.
• La pregunta no se centraba en cómo estaba Pedro emocionalmente
(después de su negación), no era una cuestión de "¿cómo te sientes? ¿Estás
contento con este grupo particular de los discípulos? ¿Hay alguien aquí con
quien preferirías no asociarte o hablar?" Nadie le preguntó a Jesús en el Huerto
de Getsemaní, "¿Cómo te sientes? ¿Estás angustiado?" Nadie preguntó a
Jesús delante de Pilatos, "¿Estás enfadado con Judas por que te traicionó,
decepcionado con Pedro porque te negó?" Nadie le preguntó a Jesús en la vía
crucis, "¿Estás preparado para esto?” ¡No era un tema de sentimientos, sino
de amor!
• En la cruz Jesús demostró la altura, profundidad, longitud, anchura de
su gran amor mediante su sacrificio, su perseverancia, su perdón. Esto es
lo que tu y yo necesitamos saber para los malos tiempos: Su amor no era una
mera teoría o palabras, no era buenas intenciones ni sólo una filosofía que
sonaba bien. ¡Su amor se hizo carne y sangre, fue burlado y golpeado,
ridiculizado y escupido, clavado en una cruz, donde se asfixió y se desangró
hasta morir por nosotros! ¡Así de real y fuerte es su amor! Si soportó la
cruz, Él no te abandonará, y tienes que estar convencido de esto! La
Palabra y el Espíritu quieren llevar este mensaje a tu corazón. El amor no trata
sólo de sentimientos, mero sentimentalismo ni de rendimiento, sino de un
compromiso que se mantiene en las duras y las maduras, que no busca un
escape frente a la aflicción, una bondad que no cesa cuando es injustamente
tratada. Este es el tipo de amor real de Dios, Él es su Fuente, y tu eres el
objeto central; estás destinado a convertirte en su canal.
Por eso, cuando Pedro responde a la pregunta de nuevo: "Señor, tú sabes
que te quiero," Jesús se atreve a encargarle de nuevo la tarea de cuidar
de sus ovejas. Estaba dejando que Pedro continuara el trabajo que Jesús
había comenzado a pesar de los fracasos y recelos de Pedro. A pesar de la
frecuencia con que nos equivocamos, Jesús continúa confiando a
nosotros sus preciadas posesiones - ¡sus corderos! Pero cuidar de los
demás debe ser el fruto del amor (es la razón que conecta estos dos de
nuevo), de lo contrario, será una pesada obligación que nos pesará y
desgastará, o una carga aburrida que pondrá a prueba nuestra paciencia,
enfadará nuestro espíritu, y mostrará un montón de desagradecimiento. El
verdadero amor se expresa en el cuidado de nuestros semejantes (tener
comunión con nuestros compañeros en la manada), y Dios es la fuente del
amor que necesitamos para ser capaces de "cubrir nuestra multitud de
pecados."
3) Inmediatamente después de dar a Pedro el encargo, Jesús le lanza por
tercera vez la pregunta y Pedro comienza a retorcerse. No entiende
realmente lo que está pasando, se siente preocupado por este interrogatorio
repetitivo frente a sus condiscípulos. ¿Acaso no había respondido bien ya?
"Señor, tú sabes todas las cosas!"
La verdad es que Jesús no tenía necesidad de oír la respuesta de
•
Pedro, realmente ya conocía su corazón. Fue el propio Pedro el que
necesitaba escuchar la pregunta y la respuesta de su propio corazón una
y otra vez. Pedro estaba aprendiendo a ensayar la verdad al responder a la
pregunta de Jesús, y Jesús sabía que Pedro necesitaba estos ensayos. De
hecho, todos tenemos que ensayar la verdad y la gracia de Dios una y otra vez,
es lo que hacemos en la mañana del domingo, y lo que tienes que hacer por tu
cuenta todos los días.
En realidad se trataba de las 3 veces que Pedro negó Jesús, la
•
noche de su arresto en el patio del sumo sacerdote. Esta era una especie de
restauración pública, pero aún más, era la restauración del propio alma de
Pedro. Recordemos la frase del Salmo 23: "Él restaura mi alma". ¿Alguna vez
han restaurado tu alma? ¿Puedes entender esta expresión? No siempre amé al
Señor Jesús, aunque nací en un hogar cristiano, criado por padres creyentes
devotos que amorosamente me señalaban al Maestro. Pero no podía decir que
realmente amaba a Dios, mi amor primario en la vida era yo mismo, mi
comodidad, mi interés y mi imagen pública, aunque hice todo lo que tocaba
para ser un buen cristiano y un hijo de pastor. Ni siquiera podía ver lo dedicado
que estaba a mí mismo, porque si hay un amor que es verdaderamente ciego
es el amor propio… El amor propio no puede percibir que el objetivo principal
de su agenda es la protección y la exaltación del yo. Esto fue lo que Pedro
descubrió en su triple negación: la auto-protección era su meta principal,
y que nunca lo habría imaginado de él mismo. Cómo se le rompió el corazón
cuando pudo ver al verdadero Pedro… Eso es lo que Dios tuvo que hacer
conmigo: él tuvo que dejar que me rompiera para poder tener una visión
más clara de mi egoísmo y falta de amor por Él y otros. El reconocimiento y
la confesión de esta verdad fue el comienzo de un verdadero arrepentimiento,
para que pudiera empezar a ensayar una nueva verdad: el don de su amor
inalterable para mí. ¡Ahí es donde me encontré a mi alma restaurada!
¿Necesitas que tu alma se restaure esta mañana? Eso es lo que Dios está
tratando de hacer día a día a medida que aprendamos a amarle por encima de
todo como el único que verdaderamente satisface.
• Después de la tercera pregunta / respuesta vino el tercer desafío a Pedro
para poner en práctica su amor mediante la alimentación de las ovejas de
Jesús. Y en esta ocasión Jesús lo siguió con un anuncio algo sombrío,
básicamente diciéndole a Pedro como iba a ir su vida, lo que al final iba a ser:
la persecución y encierro, obligándolo a ir a donde no quería ir. De hecho, el
versículo 18 no es muy específico, sino que podría ser la descripción de lo que
le sucede a casi cualquier persona en su vejez: alguien te viste, te lleva a sitios
que tú no habrías elegido. No sabemos qué tipo de sufrimiento nos espera en
el horizonte: la pérdida de seres queridos, momentos difíciles, enfermedades,
accidentes, incluso a ser perseguidos, en definitiva, todos vamos a morir, a
menos que Jesús regrese primero (Igual estás pensando: "¡gracias por todo el
aliento de la Palabra esta mañana!"). La Biblia nos proporciona la mejor
dosis de realismo que podemos encontrar en cualquier sitio, sin
encubrimientos, sin restar importancia a las duras realidades: la muerte está a
la espera al final de cada vida. Pero no perdamos el enfoque: ¡la muerte no
tendrá la última palabra! Juan añade la interpretación de las buenas noticias a
esta aparentemente mala noticia cuando dice que Jesús estaba indicando el
tipo de muerte con la que Pedro iba a glorificar a Dios. Como seguidores de
Jesús, no importa lo mal que nuestro fin terrenal parezca, tenemos el privilegio
de glorificar a Dios a través de él. Dios tiene la última palabra en nuestras
vidas, así que no te preocupes por el final, no te preocupes por tu salida,
no te preocupes acerca de la muerte: sólo dáselo a Dios, deja que Él teja
el tapiz de tu vida de tal manera que cuando llegue el momento, Él puede
usar incluso su muerte para su gloria.
Conclusión: En este punto Jesús dice a Pedro que le siga y, aparentemente
se separan del grupo para continuar un diálogo privado. Pero Pedro nota que el
discípulo a quien Jesús amaba (Juan) iba tras ellos. Y quiso saber: "Señor,
¿qué pasa con él?" Ya fuera por cariño, envidia, curiosidad o celos, nos
distraemos tan fácilmente con los demás, nuestros ojos se centran a menudo
en otros en vez de en el Señor. El Señor dijo a Pedro: él es mi siervo, yo haré
lo que está bien para él. Tú, mantén los ojos sobre mí y no te alejes. Es la
única manera de aprender a amarlo con todo nuestro corazón - estar cerca,
manteniendo nuestros ojos en Él, ensayando su verdad y gracia, seguirlo hasta
el final. Es la única manera de restaurar nuestra alma.
¿Le amas esta mañana? No es sólo una pregunta retórica, es la pregunta más
importante que puedes hacerte al final del día. ¡Y cómo tenemos que aprender
a ser honestos al respecto! Si somos capaces de reconocer nuestra falta de
amor, estamos dando permiso al Señor para sanar y restaurar nuestra alma.
Para restaurar tu alma, has de ensayar la verdad de Dios hasta que
aprendas a amar al Señor Jesús con todo tu corazón.
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