C O N SE JE R IA DE EDUCACIÓN Y CULTURA D EL PRINCIPAD O IN S T IT U T O DE ESTUD IO S AS T U R IA N O S (c. s. i. c.) BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS N.° 119 AÑO XL OVIEDO Septiembre Octubre 1986 S U M A R I O Págs. Cómo enferm aron y m urieron los obispos de Oviedo (siglos X V I I I al X X ), p or Melquíades Cabal González .................................................... 671 “M arcos del T orniello”, por Antonio García M iñor ................................. 787 N otas sobre la presencia de comerciantes catalanes en Oviedo en el si­ glo X IX , p or José Ram ón García López ............................................. L a cerám ica prehistórica del abrigo de Cueto de la M ina por Pablo 795 (A sturias), Arias Cabal ........................................................................... 805 O tro de los mitos romanos.— L as aguas medicinales de L a d a en el con­ cejo de L angreo, por M . S.-Fidalgo .................................................... 833 Localización y análisis funcional de las entidades de población del con­ cejo de A ller, por Inocencia Fernández Fernández ......................... 839 A badologio del monasterio de San Salvador de C ornellana (siglos X I I X I X ), por Ernesto Zaragoza Pascual .................................................... 879 L o s N obles Grem ios de Grado. (Transcripción del ms. de A rias de V e lasco), por J.L. Pérez de Castro ............................................................ A le ja n d ro C ason a: 905 Datos biográficos. Producción literaria (1962-1965). El autor y la crítica, por Marina Villalba A lvarez .......................... 921 E l em igrante asturiano José Menéndez (M iran d a de Avilés, 1846— t B ue­ nos Aires, 1916), “Rey sin corona” de Patagonia y T ierra de Fuego (C h ile/A rgen tin a) y la extinción de los indígenas, p or José M anuel Góm ez-Tabanera ....................................................................................... 937 Actividades hum anas y medios de producción en la A sturias de finales del A ntiguo Régimen, por J. O. Suárez-Valdés ................................. 971 L a pedagogía libertaria de “Nuestra N atacha”. (En el 50 aniversaria de su estreno), por José Manuel Feito .................................................... 985 CONSEJERIA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO IN S T IT U T O DE ESTUD IO S A S TU R IA N O S (c. s. i. c.) BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS N.° 119 AÑO X I OVIEDO Septiem bre O ctu bre 1986 Depósito L e g a l: O. 43-1958 I. S. B. N . 0020-0384 Im prenta “L A C R U Z ” H ijos de Rogelio L a b ra d o r P ed regal G randa-Siero (O viedo), 1986 BOLETIN DEL ESTUDIOS A ño x l INSTITUTO DE A S T U R I A N O S S e p t ie m b r e -O c t u b r e Núm. 119 COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO (SIGLOS X V III AL X X ) POR M E LQ U IAD E S CABAL G O N ZA LEZ La razón que no siempre justifica los hechos, me induce y orienta hacia el estudio de las enfermedades y fallecim iento de los Obispos de Oviedo en los tres últimos siglos de nuestro tiempo, y lo hacemos p or un impulso vocacional debido a m i form ación médica, pero sin condicionamientos previos, y sólo con el deseo de aclarar dentro de lo posible un acontecer histórico aún no su­ ficientem ente estudiado. Ciertamente para esta pretensión, parece obligado que el autor posea conocim ientos suficientes para enjuiciar la veracidad, rigor y lagunas que indefectiblem ente existen en todo trabajo de inves­ tigación, máxime cuando han transcurrido cientos de años los sucesos acaecidos, permaneciendo ocultos y olvidados a la curio­ sidad del saber humano. Tal es el pretender conocer los padeci­ mientos sufridos p or los Prelados ovetenses en los tres últimos siglos de nuestra época. Fueron 117 los Prelados afectos a la Diócesis de Oviedo, perte­ neciendo 26 a los tres últimos siglos, espacio que abarca nuestra pretensión, estudiando en cada uno de ellos sucinta b iografía y toma de posesión, rastreando con ilusionada esperanza, en fuentes diversas de inform ación, todo cuanto pueda acercarnos al conoci­ m iento de las indisposiciones y enfermedades, logrando en la casi totalidad de la empresa llegar a un diagnóstico de precisión, sien­ do m ínim o el porcentaje de presunción diagnóstica, pero con 672 MELQUIADES CABAL GONZALEZ acentuadas posibilidades de ofrecer la verdad y, si bien algunos de estos Obispos fenecieron alejados de Asturias, la búsqueda de datos e inform ación se orientó hacia el lugar donde ocurrió el óbito, solicitando en estos casos testimonios literales existentes en los libros parroquiales y Obispados, siendo mínimas las respuestas a nuestra demanda. Increm entaba el interés de este pretendido deseo el saber que Oviedo había sido designado desde muchos siglos atrás la Ciudad de los Obispos, p or ser ella la sede donde se celebraron los prim e­ ros Concilios y Asambleas, pequeño estado que dió vitalidad a otros más poderosos y aguerridos. En el prim er Concilio reunió Alfonso el Casto en el año 832, y en el segundo convocado por Alfonso el Magno en 901, una veintena de Obispos, acogidos y protegidos en la Iglesia de San Salvador, huyendo del poder musulmán, siendo la ciudad de Oviedo el centro del poder eclesiástico y permanencia de Prelados. Muchos años después, algunos cientos de años, se consagraban en Oviedo el 13 de abril de 1890 tres ilustres asturianos elevados a la Dignidad Episcopal, Fray Bem ardino Nozaleda, Arzobispo de Manila, Fray José Hevia Campomanes y D. Manuel Fernández de Castro, Obispos de Nueva Segovia y Mondoñedo, estando presen­ tes el Cardenal Fray Ceferino González, nuestro Prelado Fray Ra­ món M artínez V igil y el ilustre Valeriano Menéndez Conde. Nunca con m ayor m otivo pudo ser llamado Oviedo la Ciudad de los Obispos. A esta lógica y razonable denominación había de añadirse la breve permanencia de los Obispos en la Diócesis, a tal extremo, que en el siglo X V I I I ocuparon la Silla Episcopal de Oviedo diez Prelados; en el X IX , nueve y en el siglo X X otros nueve, con cambios frecuentes de residencia quizá p or m otivos eclesiásticos, y posiblemente también por inadaptación de los Obispos a un clima lluvioso y frío, donde era d ifícil distinguir los cambios de estación, y la falta de com odidades en el antiguo Palacio Episcopal, sin olvidar también que la generalidad de los Obispos que venían a Oviedo eran en su m ayoría personas ya en­ tradas en años, siéndoles difícil acomodarse a un ambiente sin más atractivo que el puramente eclesiástico del que huían refu­ giándose en Contrueces, quinta-palacio que el Obispado tenía en Som ió (G ijó n ), desde donde ejercían su labor pastoral no siempre con beneplácito y agrado del Cabildo. Otros Prelados elegían com o residencia tem poral Benavente, adscrita a la Diócesis ovetense, unos buscando m ayor bienestar para su salud y tranquilidad y COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 673 algún otro feneciendo allí, com o le ocurrió a D. Agustín González Pisador. Para conseguir sistematizar el trabajo y hacerle más com pren­ sible al lector, se ha optado por el estudio separado de cada Obispo, pero conservando la cronología histórica, dando más am plitud en su estudio a los Obispos que han dejado tras sí una labor perdu­ rable y m ayor número de testimonios referidos a sus enfermedades y fallecim iento, insertando reproducciones de catorce óleos, alguno de los cuales se conservan sufriendo gran deterioro en la Catedral de Oviedo, aprovechando esta oportunidad para llam ar la atención de los poderes civiles o eclesiásticos en evitación que en su pro­ longado abandono se consume su total pérdida. Este trabajo quedaría sin concluir y el autor insatisfecho si no se hiciese constancia de nuestra gratitud más sincera y expresiva a D. Raúl Arias del Valle, pues debido a su amplitud de conocim ien­ tos fué posible identificar a los autores de los óleos, fecha, entrega, y m ultitud de datos que guiados por su consejo y orientación, per­ m itieron hacer realidad y llevar a buen térm ino este original. O B ISPO D. TOM AS R ELU Z Q U IÑ O N E S Prelado de la Silla Episcopal de Oviedo, fué Pastor de la Dióce­ sis desde 1697 a 1706, ostentando los títulos de Conde de Noreña, M iem bro del Consejo de S. M ajestad y de la Orden de Predicadores. Este Obispo no era asturiano de origen, había nacido en la antigua villa de Ciempozuelos, del Arzobispado de Toledo, gober­ nando p or entonces la Iglesia Católica el Pontífice Urbano V I I I , y el Im p erio Español Felipe IV , viniendo al mundo el 21 de diciem­ bre de 1636, siendo bautizado en la Parroquial de San Cibrián. Procedía de ilustre fam ilia, siendo notoria la lim pieza de su antiguo linaje y la nobleza cristiana fam iliar heredada de sus as­ cendientes, siendo sus padres D. Jerónimo Reluz y D.a Micaela Quiñones. De inclinación religiosa precoz, siendo aún muy niño, rara vez participaba en los juegos y distracciones infantiles, prefirien do oír y ayudar a misa, asistir a los sermones y rezar el Rosario (1). (1 ) M e d r a n o , F ra y M anuel.— “Patrocinio de N uestra Señora en España. N oticias de su im agen y vida del Ilustrísimo Señor D. F ra y T om ás de Reluz, O bispo d e O viedo ” . Im preso por Francisco P laza en Oviedo, año 1719. 674 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Algunos de sus biógrafos le atribuyen prematuras condiciones de predicador, llegando a ser tan celebrada su gracia, que las per­ sonas mayores le ponían en la calle una mesa para que im provisara pequeños sermones. La lengua y gramática latina las estudió a la par que aprendía a leer y escribir castellano. Siendo un mozalbete trató su padre de desposarlo con la hija de un ricachón del pueblo, y aunque al padre de Tomás le halagaba la idea, dejó a su h ijo en libertad de decidirlo, manifestando al cabo de unos días no hallarse inclinado al matrim onio. La inclinación religiosa de Tomás tenía un precedente; un tío, Fray Domingo, que le propuso continuar y am pliar conocimientos en Toledo, perfeccionándose en gramática y retórica, siendo su preceptor un gran maestro en lengua latina conocido p or el nom­ bre del ciego. Desde bien temprana edad manifestaba el deseo de hacerse dominico, y aunque trataban de disuadirle haciéndole ver las di­ ficultades que había de vencer para alcanzar sus deseos por la rigidez de la R eligión de Santo Domingo, más que disminuir sus ansias las aumentaba, llegando incluso a convencer a su tío el M aestro Reluz. Tom ó el hábito con lágrimas de gozo en la mañana del 21 de junio de 1655, cuando contaba 19 años de edad. Hasta los 46 años su vida de gran actividad no parecía haber afectado su salud, pero a partir de entonces su robustez comenzó a declinar, lógica consecuencia de las fatigas de la cátedra, del púlpito y del rigor de las penitencias. E l prim er contacto epistolar con el Cabildo de Oviedo tuvo lugar el 2 de enero de 1697, manifestando que S.M. se había servido man­ darle al Obispado de Asturias, misión que aceptaba por no desagra­ dar a Dios y al Rey, al ser la tercera vez que había sido propuesto. E l Cabildo, siempre cortés, le enviaba la enhorabuena por carta, cu­ yo portador, el licenciado Antonio Fernández Setienes, Capellán de Prima, había de cumplir su misión en el plazo de 50 días (2). Y a que entonces el ir y regresar de M adrid se necesitaban 50 días. Había transcurrido m edio año, cuando el nuevo Obispo, en carta enviada desde León, encargaba a Manuel Alonso de Salceda hiciese llegar al Cabildo su cordial afecto, y que p or el rigor del invierno demoraba ponerse en camino. Como mejorase el tiem po se decidió a emprender el viaje, pues días después, en nueva carta fechada en (2) A C O — T. 36, folio 370v y 371, 14-1-1697. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 675 Obispo D. Tom ás Reluz Quiñones (del libro de F ra y M an uel M edrano). 676 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Campomanes, manifestaba «e l deseo de entrar en secreto en su po­ sada», p or no haber llegado la fam ilia ni pontifical. En Oviedo se hospedó en el Convento de Santo Domingo, donde en secreto permaneció algunos días, rogando al Cabildo que dado el continuo llo ver y destemplanza, así com o por el frío , se le per­ m itiese dispensar en su entrada en lo que fuese posible, resolviendo salir del Convento a caballo, haciéndose acompañar de los Comisa­ rios enviados p or el Cabildo, prestando juram ento el 2 de ju lio de 1697 (3). Años antes, en 1682, aceptó la invitación de su hermano José y su esposa Catalina para que en su compañía pasase unos días de descanso. La alegría de sus hermanos duró poco, pues días después de v iv ir con ellos se sintió enfermo, con elevada y persistente tem­ peratura, haciendo temer por su vida. En su delirio suspiraba por su celda y hermanos religiosos, en tanto que a sus fam iliares les era im posible ocultar el dolor que les producía la seguridad de un fin próxim o, pues el pronóstico m édico no admitía la posibilidad de una total recuperación. N o obstante, tras varios días de tempe­ ratura elevada, la fiebre y el delirio comenzó a rem itir y en poco tiem po se hallaba libre de peligro, si bien persistía notable debili­ dad general. Según los documentos examinados, el cuadro clínico corres­ pondía a un tabardillo en su form a benigna, eliminándose toda enferm edad contagiosa generalmente epidémica dada la evolución favorable en breve tiempo. N o se le ocurrió al médico pensar que tratándose de una es­ tación calurosa, todo el problema no fuese otra cosa que una insolación de gran aparatosidad, pero en ningún m om ento de pro­ nóstico infausto, sin excluir la posibilidad fuese un proceso neu­ m ónico con su com ienzo agudo y terminación en crisis en las de curso favorable. En la designación de D. Tomán de Reluz Quiñones para el Obispado de Oviedo, vacante por fallecim iento del Obispo Fray Simón García Pedrejón, intervinieron el entonces M onarca de Es­ paña D. Carlos I I y su Augusta Madre la Reina Mariana de Austria, a la que Reluz asistía espiritualmente, así com o los ministros de En la Comunicación de su nombramiento se hacía hincapié en la necesidad de su aceptación en favor de los vasallos del Princi­ pado de Asturias, ante el ejem plo de su doctrina y prudente GobierCámara. (3) A C O — T. 37, folio 4 y 4v, l-VII-1697. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 677 no que ofrecía el nuevo Obispo, en carta firm ada en Palacio a 19 de diciem bre de 1696. Después de intercambiar opiniones entre sus compañeros del Convento, aceptó la proposición Real, respuesta que causó general beneplácito en la Corte y en su hermano José. Cuando D. Tom ás de Reluz Quiñones tom ó posesión del Obis­ pado de O viedo contaba el Prelado 60 años de edad, pero «n i la intratable aspereza de estas montañas, ni los achaques contraídos en la fatiga del estudio, la predicación, etc., eran capaces de im pe­ dir estuviese en continua inquietud». En la visita que hizo a Grandas de Salime allá p or el año 1704, viaje que se hacía a caballo, hubo de apearse de la caballería, y entre lo pronunciado de la cuesta y el tiempo sofocante, sufrió una nueva indisposición que sus acompañantes calificaron de grave. De la integridad de su carácter decidido y firm e es suficiente recordar un suceso acaecido con la Inquisición. Se trataba nada más ni menos que sancionara el embrujam iento de Carlos II. Dis­ crepando de quienes mantenían el criterio del em brujam iento, calificó de insensatez tal supuesto, afirmando sin tem or que la ver­ dadera causa de todos los males del Monarca provenían de un exceso som etim iento a la Reina (4). Continuando su Visita Pastoral, de Grandas de Salime pasó a San Antolín de Zelis, lugar donde para que pudiese descansar se le im provisó una incómoda y estrecha cama en una ermita. Como hiciese mucho calor y abundasen las moscas que de continuo im ­ portunaban al Obispo, los labradores decidieron poner una escu­ dilla de m iel próxim a a la cama al parecerles que tal ocurrencia pudiera desviar los inoportunos insectos. El resultado fué adverso, pues aumentando el número de moscas atraídas p or la miel, vola­ ban en círculo de la escudilla a la cama im pidiéndole un rato de sosiego. Después de esta aventura Pastoral, decidió salir de nuevo en 1706, contrariando el dictamen médico y los consejos de sus ami­ gos, siendo muy verosím il fuese D. Francisco Dorado el m édico a quien cupiese la responsabilidad de la salud del Prelado. V isitó algunos lugares sin novedad alguna para su salud, pues aunque experimentaba mucho cansancio y desmayo, lo atribuía a su edad, ya que p or entonces pronto cumpliría los 70 años. Sin duda era acertado el pensamiento del Obispo al atribuir el cansancio y desmayo a la edad, pero no era menos cierto que a tal (4) G ra n Enciclopedia A stu ria n a ; da. G ijón, 1970. T. X II, pág. 188. Edit. Silverio C aña­ 678 MELQUIADES CABAL GONZALEZ edad todas las precauciones entonces y ahora son necesarias para no provocar a la naturaleza ya cansada. Razonando a su manera continuó su labor Pastoral, pero lle­ gado a Proaza y estando aposentado en casa de los Prada, nobilísima fam ilia, le acom etió un ataque de «perlesía», embargándole los m ovim ientos del cuerpo hasta poner en peligro la vida (5). Si se analizase con rigor y en nuestra perspectiva actual lo ocu­ rrido al Obispo, es admisible pensar que las dos indisposiciones sufridas por el Maestro Reluz no fueron otra cosa que un insulto cerebral, siendo el prim er accidente com o aviso precursor m otiva­ do por espasmo transitorio de una arteria cerebral que cedió con reposo, dieta y la consabida sangría. Como la sintom atología se acentuase decidieron conducirle al Palacio de Oviedo, que era su deseo, anhelando m orir entre los brazos de su Amada Esposa. En una silla de manos improvisada se aventuraron a traerle a Oviedo, procurando suavidad en los m ovim ientos por lo acciden­ tado del camino, evitando así perjudicar al enfermo, siempre acom­ pañado p or los dueños de la casa de Prada. Al llegar a la ciudad numeroso gentío se unió a la caravana, en especial los pobres de la Diócesis. Como el Obispo por su grave estado no pudiese expresar con palabras su agradecimiento, lo hacía con triste mirada. Cuando llegaron al Palacio se atendió prim ero a la medicina del alma, pa­ sando luego a explorarle el médico del Cabildo D. Francisco Dorado, que ya por entonces comenzaba a declinar su fama profesional. De D. Tomás de Reluz existe en la Catedral de Oviedo una pin­ tura imaginativa obra del artista D. José Braulio M ori, en la que el Obispo impresiona como hombres corpulento de gran estatura, con rostro de color trigueño claro, ojos vivos, nariz afilada de mu­ cha proporción; la barba negra cuidada y bipartida, ofreciendo un aspecto agradable y varonil, siendo en especial bellas las manos que manejaba con frecuencia en sus famosos discursos. E l verdadero retrato de D. Tomás de Reluz se contempla en el libro de Fray Manuel Medrano, retrato que se inserta en este trabajo, apareciendo el Obispo en posición sentada, corpulento, sin barba, con el cuero cabelludo rasurado exceptuando una corona pilosa des­ de la parte alta de la frente al occipucio, muceta negra forrada en blanco, Cruz pectoral, manos distinguidas; la derecha sobre un (5) L a “p erlesía” , diagnóstico frecuente en aquella época, era una enfer­ m edad que producía una privación o disminución del movimiento del cuerpo a modo de una parálisis acompañada de temblor. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 679 lib ro abierto colocado sobre una mesa y la izquierda en actitud interrogativa o de mandato. Sobre la mesa más libros, tinteros, papeles, calamo, báculo y mitra. Recién incorporado a la Diócesis y ante la pobreza de rentas que percibía el H ospital de Santiago, hizo una donación ante Tirso de V igil de tres m il ducados para la fábrica que se había de hacer para prolongar la convalecencia de los enfermos (6). E l fallecim iento del Obispo Tomás de Reluz tuvo lugar el 12 de ju lio de 1706, determ inando el Cabildo se hiciesen las exequias al día siguiente con toda pompa y magnificencia, asistiendo el Go­ bernador, la nobleza, el pueblo y las comunidades de religiosas, llenando p or com pleto la Iglesia de San Salvador. Por deseo del Obispo se pretendió enterrarlo delante del altar de Nuestra Señora de la Concepción, en el tránsito que va a la Capilla del Rey Casto, deseo incum plido ante la im posibilidad de hacer la sepultura «p o r ser todo de peñas», teniendo que ser sepultado p or este m otivo en la Capilla M ayor de la Santa Iglesia, hasta que en el año 1717 estando en obras la Catedral, se trasladaron los restos a la Capilla de la Concepción (7). O B ISPO D. JOSE FE R N A N D E Z DE TORO Fué un Obispo de triste recuerdo para la Iglesia en general y especialmente para la Diócesis de Oviedo por el abandono que hizo de la Silla Episcopal en 1712, ausencia que el Cabildo ovetense, consciente de la grave responsabilidad en que incurría el Prelado, supo adoptar una actitud de silencio y moderación que se aprecia claramente en las Actas Capitulares, evitando fuesen conocidas las causas y m otivaciones anormales en la conducta del Obispo. Natural de Osuna (S evilla), había sido colegial en el M ayor de Cuenca e Inqu isidor de Murcia, señalando Fray Manuel Risco que tras tom ar posesión del Episcopado de Oviedo el 2 de ju lio de 1707, fué llam ado a Rom a para ser objeto de procesamiento p or el Santo Tribunal de la Fe, siendo nombrado para sustituirle D. Tomás José del Castillo, V icario de M adrid y Obispo titular de Sebaste (1). (6) A C O .— T. 37, folio 207, 5-V-1700. (7) A C O — T. 39, folio 365v, 19-VI-1706. (1) R isco, M anuel.— “E spaña S a grad a”, Oficina de la V iu d a e H ijo de M a ­ rín, M adrid , 1795. 680 MELQUIADES CABAL GONZALEZ El Cabildo ovetense tuvo conocimiento de su nombramiento por carta que el Obispo electo rem itía a la Santa Iglesia, enviando Bulas y poder a fa vor de D. José Dóriga y Malleza, canónigo en Oviedo, para que tomase posesión del Obispado y su gobierno (2). Las Bulas le fueron expedidas el 21 de m arzo de 1707, y estando en orden se dió posesión del Obispado a D. José Dóriga Malleza, sentándole en la Silla Episcopal con capa pluvial y báculo, tocando las campanas y chirimías, respondiendo aceptaba el cargo (3). Es casi seguro fué el Obispo que más presto se incorporó a la Diócesis, pues aún no habían pasado dos meses y m edio de la toma de posesión p or poder, cuando ya anunciaba salir de la Corte para Oviedo el 15 de setiembre del mismo año, y el prim ero de octubre prestaba juram ento ante D. Juan Marrón, comisionando el Cabildo a D. José Estrada y a D. Francisco de Tapia para hacerle la visita de cortesía, darle la bienvenida y ofrecerle personas y hacienda para su obsequio (4). Durante dos años las relaciones con el Cabildo fueron normales en apariencia, existiendo razones para intuir existían discrepancias ahogadas por la prudencia, deduciendo tal pensamiento cuando el Provisor manifestaba al Cabildo los grandes deseos del Obispo de buscar la paz y concordia. La falta de entendimiento entre el Pre­ lado y Cabildo obedecía, a lo que parece, a la pretensión del Obispo de inmiscuirse en asuntos que de siempre habían sido competencia del Cabildo, y aunque se nombraron Comisarios portadores de sen­ tim ientos de paz y buena correspondencia, insistía el Cabildo para conocim iento del Obispo, que siempre había existido pareceres acordes con todos los demás Prelados que habían sido de la Santa Iglesia, llegando las discrepancias al conocido pleito de las procesio­ nes con el Convento de San Francisco en relación con la procesión del Corpus (5). Las discrepancias entre ambas Dignidades tenían sin duda hon­ das y singulares raíces, pues como señala González Novalín, al poco tiem po de su nombramiento fué denunciado a la Inquisición Gene­ ral p or profesar y practicar la herejía de Molinos, condescendiendo con prácticas sensuales consideradas legítimas cuando se presenta­ ban com o natural redundancia del am or a Dios manifestado hacia el p rójim o (6). (2) A C O — T. 40, folio 20, l-VII-1707. (3) A C O .— T. 40, folio 21v, 2-VII-1707 (4) A C O .— T. 40, folio 39v, 3-X-1707. (5) (6) A C O — T. 40, folios 219v y 220, 13-IX-1709. G o n z á l e z N o v a l í n , José Luis.— “H istoria de A stu rias” , Edit. A y a lg a , 1977. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 681 N o fué posible señalar con certeza de dónde partió la denuncia de que el Obispo José Fernández de T oro practicase el quietism o de M iguel M olinos, secta o doctrina aceptada p or falsos místicos, equivocados en puntos esenciales de la vida espiritual. L o esencial de la doctrina de Molinos se reduce a los extremos siguientes: com pleta aniquilación del alma en virtud de la cual el hom bre anula toda actividad de sus facultades, constituyéndose en un estado puramente pasivo a manera de cuerpo exánime, situa­ ción en que pretender todo acto piadoso del entendimiento o de la voluntad es ofen der a Dios, naciendo de este principio la supresión de todo am or interesado, de tal form a que quien hiciese entrega a Dios de su libre albedrío, no debe cuidar ya nada, ni pensar en el infierno, en el cielo, ni desear su perfección, con exclusión de toda manera de orar y de reflexión, oponiendo una resistencia mera­ mente negativa a las tentaciones, manifestando que cuando el alma se entrega a Dios sean cuales fueren las tentaciones que experi­ mente el cuerpo, no son imputables a pecado, aunque se percibiese que su causa fuese ilícita, pues al haber entregado la voluntad a Dios todo lo que sucede en la carne debe atribuirse a la violencia del dem onio y de la pasión, oponiendo el hombre una resistencia negativa (7). Siguiendo a González Novalín, «e l Obispo Toro, que había man­ tenido trato espiritual con religiosas y piadosas mujeres, se vió envuelto en una serie de acusaciones e indicios sobre los cuales es d ifícil form ular un ju icio defin itivo». Sin pretender enjuiciar la conducta del Obispo José Fernández Toro, resulta evidente que su com portam iento distaba mucho de ser normal, pues en 1712, sin tener el Cabildo conocim iento previo, anuncia hallarse próxim o hacer ausencia del Obispado, señalando la necesidad de nom brar un Gobernador que asuma poderes en su ausencia, recayendo el nombramiento en D. Andrés del Campillo Cebrón, con poder espiritual y temporal, así com o del condado de Noreña p or el tiem po que esté fuera de Oviedo, porm enorizando todas y cada una de las atribuciones de que le hace depositario, sin especificar el tiem po que había de durar la delegación. E l Gobernador D. Andrés del Campillo Cedrón estaba afectado de mal calculoso, y era enferm o de D. Gaspar Casal, quien le había recetado las píldoras de Barbet, que estaban compuestas de hueso humano calcinado, greda preparada y trociscos de Alchechenjes. En ausencia de Casal y estando en anuria, otro médico, errando el (7) Enciclopedia U n iv ersal Ilustrada, Espasa Calpe, T. 48, M adrid, 1976. 682 MELQUIADES CABAL GONZALEZ diagnóstico, le hizo «tom ar espíritu de vitriolo, trementina y otros tan impetuosos diuréticos», que pusieron al paciente no lejos de la muerte en opinión de Casal, quien resolvió la situación con un baño o semicupio de agua tibia y anodinos emolientes interiores, empezando a orinar con eliminación de algunas piedrecillas (8). Aunque las Actas Capitulares no explican los m otivos de la marcha del Obispo y delegación de poder, pronto la reserva del Cabildo fué incapaz de im pedir que el vecindario de Oviedo y mentideros de la pequeña ciudad especulasen sobre la marcha del Obispo. Y a habían transcurrido cerca de dos años, cuando en fecha 27 de abril de 1714 D. Eusebio Velarde manifestaba al Cabildo ser notoria la falta del Prelado, indicando la conveniencia de comuni­ car al Papa Clemente X I tan anómala situación, decisión que antes de llevarla a efecto prefirió el Cabildo someterla a votación, deter­ minando que D. Tomás Peón, Duque de Estrada; D. Luis de Mier, Arcediano de Villaviciosa; D. Manuel José Dóriga y otros confe­ rencien y mediten la form a de proceder (9). Se estudió con todo detenimiento y se hicieron varios m em oria­ les con lo que había de decirse a S. Santidad y al Rey, más otro para el Procurador de la Santa Iglesia en M adrid y para el Agente particular, comisionando al Arcediano de Tineo, M agistral y Lectoral para proceder en la form a más prudente y delicada, rem itien­ do con poder, lo que se decidiese a D. Rodrigo Quiñones, Canónigo de la Santa Iglesia en Roma, el cual aconsejado por Monseñor Molinas, prim er M inistro del Rey en aquella Corte, no consideró procedente entregar la carta a S. Santidad, siendo el Monarca en definitiva quien dió cuenta al Papa la necesidad que la Diócesis de Oviedo tenía de un nuevo Obispo (10). Aunque apremiante la necesidad de nom brar otro Obispo, hubo de pasar mucho tiempo hasta que el Cabildo tuviese conocimiento de la llegada de D. Francisco del Castillo, Obispo Auxiliar de Sebaste y Gobernador (11). La noticia del nombramiento del nuevo Obispo llegó a Oviedo p or mediación de una carta que el propio interesado enviaba al Cabildo dándole conocimiento de haber recibido las Bulas expedi- (8) C a s a l , G aspar.— “H istoria natural y médica del Principado de A stu ­ rias” , O ficina de M anuel M artín, M adrid, 1762. (9) A C O .— T. 41 folio 194, 27-IV-1714. (10) A C O — T. 42, folio 232v, 13-XI-1716. (11) A C O — T. 42, folio 284, 25-IV-1717. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 683 das por el Papa Clemente X I, así como un poder a nom bre de D. Nicolás de Paz Herm osino, para que se le diese posesión y se le acudiese con las rentas, frutos y demás emolumentos pertene­ cientes al Obispo D. José Fernández Toro, y su mesa episcopal com o tal Gobernador (12). El nom bram iento de D. Francisco del Castillo, Obispo Auxiliar de Sebaste y Gobernador del Obispado de Oviedo, era interino, en tanto estuviese preso en Rom a el Obispo D. José Fernández de Toro, solicitando toda la jurisdicción espiritual y tem poral que com o tal Gobernador y Adm inistrador le correspondía, sin exceptuar la villa de Noreña, sus castillos palacios y casas de su condado. Se discutió en el seno del Cabildo si al entrar en Oviedo el Obis­ po Auxiliar de Sebaste y Gobernador del Obispado, habían de tocarse las campanas de la Catedral, y existiendo opiniones encon­ tradas se consultó con el Nuncio de S. Santidad, que era del pa­ recer que debía procederse conform e a su Dignidad, siendo muchos los canónigos que influían sobre el Deán para que no se le hiciese ningún honor ni preeminencia (13). Las relaciones entre D. Francisco del Castillo, Obispo de Sebaste y Gobernador, con el Cabildo, sin llegar a ser de gran cordialidad, tam poco hubo entre ambas Dignidades m otivos importantes de discordia, quizá simple frialdad, pero siempre en un tono de me­ sura y prudencia en evitación de originar perjuicios al com etido que ambas tenían asignados. E l Obispo D. Francisco del Castillo fué autor de dos im portan­ tes Pastorales, de las que sólo se conserva la segunda publicada en Oviedo el 20 de diciem bre de 1718, expresando en ella a los Sacer­ dotes la más pronta obediencia, poniendo especial diligencia en la ejecución y práctica de las conferencias, advirtiendo a los curas y confesores, aún sin tener fama de ignorantes, la posibilidad de ser examinados de latín, al acaecer con frecuencia descuidarse de su estudio. Se desconocía la edad de D. Francisco del Castillo, Obispo Auxiliar de Sebaste, cuando el 5 de abril de 1718 anunciaba al Ca­ b ildo estar de partida para hacer la visita Pastoral, ignorándose el concejo de la Diócesis que pensaba visitar, siendo lógico supo­ ner no existía enferm edad alguna, ya que de lo contrario no había de faltarle el consejo médico, que a juzgar por la fecha es seguro le visitase D. Francisco Dorado. (12) A C O — T. 42, folio 286, 26-IV-1717. (13) A C O .— T. 42, folio 378, 17-XII-1718. MELQUIADES CABAL GONZALEZ 684 La duración de la visita Pastoral no se prolongó en demasía, pues ya en el mes de junio estando ya en Palacio hubo intercambio de cartas entre el Obispo y Cabildo sobre la form a de despachar los edictos y las competencias que incumbían a sus respectivas Dignidades. Aún no estaba resuelto el problema planteado p or la anómala conducta del Obispo D. José Fernández Toro, residente en Roma, cuando se tuvo conocimiento del fallecim iento de D. Francisco del Campillo, hecho que tuvo lugar el 27 de noviem bre de 1719, no existiendo en las Actas Capitulares constancia de enfermedad pre­ via, haciendo presum ir que la muerte fué inesperada. Al carecer de disposición relativa a su enterramiento, existía en su ánimo, y lo había expresado en diferentes ocasiones, le gusta­ ría ser sepultado en la Santa Iglesia de Oviedo, que para él sería un honor, y teniendo conocimiento el Cabildo de su deseo, se le d ijo un responso por su ánima, y previa votación se acordó se le diese sepultura en la Capilla M ayor por m ateria de gracia, con la m ayor solemnidad y haciendo tocar las campanas durante dos horas, nombrando Comisarios para asistir a las funciones y sacarle del Palacio y la Santa Catedral, al Maestrescuela, Inclán, Costales, Ham aya y Cuevas (14). El mismo día que había fallecido D. Francisco del Castillo, Obispo de Sebaste, planteaba al Cabildo D. Andrés del Campillo Cebrón, si fallecido el Obispo no volvería su persona a recibir la jurisdicción de la que había sido propuesto p or S. Santidad. El Cabildo siempre prudente, antes de aceptar el deseo de D. Andrés del Campillo, creyó ser de rigor el asesoramiento de cuatro aboga­ dos, D. Julián de Granda, D. Juan de Llanes, D. Cipriano de Villaverde y D. Gabriel de la Villa, cuyo dictamen serviría de conducta al Cabildo (15). Aducía D. Andrés del Campillo Cebrón, que en tanto no existiese jurídicam ente sentencia desfavorable contra el Obispo D. José Fer­ nández Toro, no había de cesar com o Gobernador, opinión contra­ ria al Cabildo que pretendía reservarse el derecho de nom brar nuevo Gobernador (16). Mientras que en el seno de la Iglesia de Oviedo se suscitaban competencias de poder, en Roma era acusado D. José Fernández (14) A C O .— T. 43, folio 158, 27-XM 719. (15) A C O .— T. 43, folio 158v, 27-XI-1719. (16) A C O .— T. 43, folios 158v y 159, 27-XI-1719. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 685 T oro de haber profesado la herejía de Molinos, firm ando ante el Papa Clemente X I el 23 de ju lio de 1729 un documento de abjura­ ción reconociendo su culpabilidad, privándole de la Diócesis y con­ denado a reclusión perpetua en un Monasterio, asistido según refiere González N ovalín por un maestro espiritual para hacer penitencia con el pan del d olor y el agua de la tristeza. N o existe referencia alguna en la documentación oficial por nosotros examinada, que el Obispo José Fernández T oro sufriese padecim iento orgánico alguno en el breve tiem po que gobernó la Diócesis de Oviedo. Es cierto sin embargo, que no hubo com pleta cordialidad y paz entre el Prelado y Cabildo, imputable posiblem en­ te — pensamos com o m édico— por el estado anímico que padecía el Obispo, suposición lógica ante los acontecimientos de que tuvo conocim iento la ciudad, achacados al hecho de pertenecer a la secta del hereje español Molinos, doctrina anticatólica, que sólo se puede aceptar y practicar partiendo del supuesto que el Obispo padeciese un desquilibrio psíquico, perturbación que a la larga habría de ocasionarle trastornos mentales cuyo final, más o menos lejano, no habría de ser otro que una acentuación sintomática pro­ gresiva tras la reclusión perpetua a que fué condenado. El quietism o de M olinos fué admitido p or algunos falsos y equi­ vocados místicos al aceptar que la propia salvación y supresión de la esperanza está en abierta pugna con la doctrina cristiana, siendo com prensible en cierto m odo existiesen personas no pertenecientes a la Iglesia que acepten el quietismo com o doctrina de su existen­ cia, pero no resulta imaginable incluso a nuestra perspectiva actual, que un m iem bro de la Iglesia con Dignidad de Obispo abjure de sus principios y se convierta al quietismo, presumiendo en tales casos la existencia de una anormalidad incluida entre los padeci­ mientos orgánicos mentales. O B ISPO D. A N T O N IO MALDONADO Son muy escasas las referencias oficiales alusivas a este Obispo, estando justificado la inexistencia de inform ación por el breve tiem po que dirigió la Diócesis de Oviedo. Natural de Minaya, en la Mancha, fué alumno en la Universidad de Alcalá, donde después de leer Filosofía se integró en ella com o 686 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Catedrático. Posteriorm ente disfrutó de una prebenda en la Santa Iglesia de Toledo (1). La prim era noticia que el Deán y Cabildo de Oviedo tuvo de su nom bram iento fué por una carta que el Obispo electo enviaba desde M adrid en fecha 6 de marzo de 1720, en la que manifestaba la sorpresa de su nombramiento después de haberse presentado para la Diócesis de Teruel (2). Un año después, el 29 de marzo de 1721, en nueva carta al Ca­ bildo, alude a estar dispuesto para salir para su Obispado, sin concretar fecha alguna, lo cual hace suponer que por el momento no pensaba ven ir a la Diócesis (3). La razón de no reintegrarse el Obispo a la Diócesis fué debido a no haber recibido las Bulas de S. Santidad y ejecutoriales de S. M ajestad, interviniendo el Cabildo cerca del Nuncio para agilizar la documentación, ocasión que se le brinda al Obispo D. Antonio M aldonado para expresar a las Dignidades ovetenses sus gracias más rendidas, según carta fechada en M adrid a 2 de abril de 1721 (4). La intervención del Cabildo haciendo ver ser muchos los años que la Diócesis carecía de Obispo, m otivó se abreviasen los trám i­ tes para la obtención de las Bulas, permanenciendo entre tanto en la Corte a fin de concluir sus dependencias según expresión que hace en carta fechada en Madrid a 24 de diciembre de 1721 (5). Pero aún había de pasar bastante tiempo antes de tener com ­ pleta su documentación, dirigiéndose entonces a Oviedo para re­ m itir poder y Bulas, y para que en su nombre tomase posesión del Obispado D. Tomás de Peón, Duque de Estrada y Deán de la Santa Iglesia de Oviedo, anunciando que en cuanto lo perm itiese el tiem­ po y tránsito de los puertos vendrá a Oviedo (6). N o debe causar extrañeza que el Obispo, aun sintiendo grandes deseos de venir a su Diócesis, tuviese enorme pereza para hacer un viaje en un mal carruaje o a lomos de un caballo, tardando en ha(1) R isco, M anuel.— “España S a grad a”, O ficina de la viuda e hijo de M a ­ rín, M adrid . 1795. (2) A C O .— C arta del Obispo electo al Cabildo, fechada en M ad rid a 6 de m arzo de 1720. (3) A C O .— C arta del Obispo electo al Cabildo, fechada en M ad rid a 29 de m arzo de 1721. (4) A C O .— Carta del Obispo electo al D eán y Cabildo, fechada en M a ­ drid a 2 de abril de 1721. (5) A C O .— C arta d el Obispo al Deán y Cabildo, fechada en M ad rid a 24 de diciem bre de 1721. (6) A C O .— Carta del Obispo electo al D eán y Cabildo, fechada en M a d rid el 4 de febrero de 1722. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 687 cer el recorrido de M adrid a Oviedo entre los diez a quince días, sufriendo las inclemencias del tiempo, agua, frío y nieve en cuanto se aproximase a nuestra provincia. N o obstante sus buenos propósitos, hasta el 11 de m arzo de 1722 no se pone en camino, y llegado a Labajos, de nuevo escribe al Deán y Cabildo para que con antelación deliberen en todo aque­ llo que pueda servir a su entrada en la ciudad (7). Le recibió y tom ó juram ento conform e previenen los Estatutos y dispone el Ceremonial Romano, D. Tomás Peón, Duque de Es­ trada y Deán, teniendo presente una Cruz, un misal y el libro de los Estatutos, colocando su mano derecha sobre los Sagrados Evan­ gelios haciéndole saber había de respetar los privilegios, reglas, sentencias, Estatutos y las condiciones de la Santa Iglesia de Ovie­ do y Cabildo, las buenas costumbres de su Obispado y clerecía, etc., etc., m anifestando el Deán que si así lo hiciere, guardase y cumpliere, Nuestro Señor le dé vida y conserve en su estado, le aumente en este mundo y en él le dé la gloria, y de lo contrario se le demande. E l Acta del Juramento fué firm ada prim ero p or el Obispo, luego D. Tom ás de Peón, Duque de Estrada, y los testigos D. José Jacinto de Omaña, D. José Miguel de H eredia y D. Fernando Pantaleón (8). El Obispo M aldonado había llegado a Oviedo obsequioso, pues días después de su arribada y realizada la visita de cortesía al Cabildo, ofrecía un terno blanco con flores de oro, capa, casulla y dalmáticas, terno que había de ser utilizado en las fiestas princi­ pales, y que para adquirirlo era preciso valerse del caudal que para tales casos tenía la obra de Aponte, consiguiendo el Cabildo licencia para adquirirlo (9). Aunque las Actas Capitulares hablan del obsequio del Obispo Antonio Maldonado, lo sucedido en realidad fué que el Cabildo, aprovechando circunstancias favorables, solicitaba autorización pa­ ra com prarlo, debiendo considerarse como licencia y no com o regalo con peculio del Obispo. La estancia del Obispo Antonio M aldonado en la Diócesis de Oviedo fué muy corta, pues a los tres meses de su llegada y toma de juram ento, fallecería en la noche del 22 de junio de 1722. (7) A C O .— C arta d el O bispo electo al Deán y Cabildo, fechada en L e b a jos a 11 de m arzo de 1722. (8) A C O .— T. 44, folios 253 y 253v, 24-IIM 722. (9) A C O .— T. 44, folio 254v, 30-111-1722. 688 MELQUIADES CABAL GONZALEZ N o parece haber sido un fallecim iento inesperado; seguramen­ te enferm o y conocedor de su dolencia, tuvo tiem po para otorgar disposiciones ante el escribano D. Pablo Antonio Valdés en relación con el cobro de algunas cantidades que como tal Obispo había de cobrar p or su dignidad episcopal (10). Es decir que el otorgamiento de poder lo hace pocos días antes a su fallecim iento y a los tres meses de la toma de posesión, no siendo posible ante la escasez de datos concernientes a su persona, incluido el desconocimiento de su edad, em itir un juicio diagnós­ tico de la causa inmediata del óbito, aunque parezca lógico suponer que el Obispo fuera persona senecta y enferma, y que las moles­ tias del viaje e incluso una intercurrencia gripal motivase un desfa­ llecim iento cardíaco como causa de la muerte. E l Obispo D. Antonio Maldonado debió haber sido persona juiciosa y que gustase meditar las cosas con detenimiento, dejando dispuesto que le enterrasen en la Santa Iglesia Catedral de Oviedo, suplicando al Cabildo se le hiciesen los oficios de costumbre. Cuan­ do el escribano abandonó el Cabildo, se le d ijo el responso acos­ tumbrado, acordando fuese enterrado al día siguiente después de horas, y que los canónigos D. Luis de M ier y N oriega señalasen la sepultura en la Capilla M ayor (11). O BISPO D. THOM AS JOSEPH DE M O N TE S Fué Obispo de la Diócesis de Oviedo desde junio de 1723 a ju­ nio de 1724. Natural de los montes de Granada, su inclusión en esta nómina de Prelados no aporta nada im portante a nuestro es­ tudio. Se tiene conocimiento por Risco, fué catedrático de Teología del Colegio del Sacro Monte de Granada, y poseyendo al parecer mucha erudición, le valió la estimación del Papa Clemente X I que le elevó a la dignidad de Canónigo de San Juan de Letrán, Arzobispo de Seleucia, Prelado asistente al Solio Pontificio, Examinador de Prelados y Consultor de la Congregación de Ritos (1 ) Nom brado Obispo de Oviedo, se incorporó a la Diócesis a fina­ les del mes de agosto del año 1723. (10) (11) (1) A H P .— C a ja 971, folio 11, 17-V-1722. A C O .— T. 44, folios 275v y siguientes, 22-VI-1722. R isco, F ra y M anuel.— “España S a grad a” , Edit. V iu d a e H ijo de M a ­ rín, M adrid , 1795. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 689 Desde Granada escribía el Obispo en fecha 13 de julio, dando al Deán las gracias p or la prontitud en tom ar la posesión (2). El Obispo, aprovechando seguramente el buen tiempo, daba cuenta el 27 de ju lio desde Pozuelo de Arabaca salir de dicho lugar para O viedo el día 28, carta que se recibió el día 5 de agosto, m om ento en que el Cabildo nombraba a D. Eugenio Velarde, junto con el P rio r para que saliesen a su encuentro tan pronto se conozca el itinerario que había de seguir. De venir por el Puerto de Pajares, los Comisarios del Cabildo pernoctarían en Mieres y desde allí salir a recibirle a una legua de distancia poco más o menos. Al encontrarse el Obispo en Mieres entraría en Oviedo y Santa Iglesia Catedral por la tarde, acordando que llegado a Palacio le fuesen a visitar el Prior, Tesorero, Velarde y Flórez para darle la bienvenida y ofrecerle todo lo que fuere de su m ayor agrado o pueda ejecutar el Cabildo en su obsequio, y que para tom arle ju ­ ramento en la Capilla M ayor como era de costumbre, de no asistir el Deán, que le tom e juram ento el Sr. Gordón com o Dignidad más antigua (3). E l juram ento se le tom ó el día 10 de agosto de 1723 hacia las cinco y m edia de la tarde, estando juntos procesionalm ente los Capitulares, Capellanes, Ministros y más personal del grem io, y el Prelado dom éstico del Papa Inocencio X I I I , en la form a acostum­ brada. Desde esta últim a fecha, las Actas Capitulares silencian por com pleto las alusiones al Prelado hasta el día 5 de diciem bre de 1723, haciendo constar el deseo del Obispo de salir algunos días hacia el Areedianato de Gordón a confirmar, y que p or sus muchas ocupaciones e ignorar si había Cabildo dejaba de bajar personal­ mente a despedirse, acordando que D. José Benito de T oro y D. Eusebio Velarde le fueran a despedir saliendo a caballo (4). Nom brado Obispo de Oviedo, fué luego prom ovido a los Arzo­ bispados de Tarragona y Zaragoza a los cuales renunció, en tanto que el Cardenal Belluga dejaba a su favor el Obispado de Cartage­ na, obligado p or el R ey Felipe V a aceptarlo. Su episcopado en O viedo fué tan breve com o ineficaz, no de­ jando constancia alguna de la labor efectuada, ni testim onio sobre su estado de salud, resultando infructuosas todas las tentativas realizadas para am pliar esta somera biografía. (2) A C O — T. 45, folio l l v , 30-VIM 723. (3) A C O — T. 45, folio 14v, 9-VIII-1723. (4) A C O — T. 45, folio 28-XII-1723. 690 MELQUIADES CABAL GONZALEZ O BISPO D. M A N U E L JOSE DE E N D A Y A Y HARO N ació en Manila, siendo sus padres originarios de Endaya, rayando con Francia por donde confina con la provincia de Gui­ púzcoa, en tanto que otros autores le asignan su origen en San Sebastián, desde donde su ascendientes em igraron a las Islas Fi­ lipinas. Desde niño tuvo inclinaciones eclesiásticas y por ello pasó a M éjico en cuya Universidad se doctoró, obteniendo grandes éxitos literarios que más tarde habían de ser reconocidos en Roma. Ad­ m itida su valía entre los más importantes, el Papa Inocencio X I I I le proveyó de los Deanatos de Plasencia y M urcia y el mismo Papa le nom bró Arcediano de Alarcón, Dignidad de la Santa Iglesia de Cuenca y una canongía de la misma Iglesia, perdonándole el gasto de las Bulas. Siendo Arcediano de Alarcón fué prom ovido al Obispado de Oviedo, según carta que desde Cuenca envía al Cabildo ovetense en fecha 15 de diciembre de 1723 (1). En la m isiva anunciaba que con fecha 23 de octubre de 1723, había sido prom ovido al Obispado de Oviedo, solicitando del Ca­ bildo ayuda para el desempeño del m inisterio Pastoral, expresiones muy parecidas a las cartas que los Obispos envían com o cortesía antes de posesionarse de la Diócesis. Y a camino de Oviedo y estando aún en Madrid, da cuenta de haber llegado las Bulas, carta a la que el Cabildo contesta en­ viándole la enhorabuena y deseando gozar de su amable compañía y obedecer sus preceptos (2). Las Bulas fueron expedidas en Rom a por el Papa Benedicto X I I I con fecha 11 de setiembre de 1724. Como la generalidad de los Obispos destinados a Oviedo, en­ cuentra m otivos para demorar su posesión, otorgando poder real y efectivo a las personas D. Tomás Peón, Duque de Estrada, y D. An­ drés del Cam pillo Cedrón, Deán y Canónigo respectivamente (3). En su nombre tom ó posesión del Obispado D. Andrés del Cam­ p illo Cedrón, con asistencia del Secretario D. Antonio Faes, quien (1) A C O .— C arta enviada p or el Obispo D. José de E ndaya y H a ro desde Cuenca y leída en el A n gu lo de 31 de diciem bre de 1723. (2) A C O .— C arta del D eán del C abildo ovetense al Obispo, fechada en O viedo a 3-1-1724. (3) A C O — T. 45, folio 41v, 17-XI-1724. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 691 puesto en la Silla Episcopal con capa pluvial y báculo, tom ó pose­ sión actual, corporal y civil. Seguidamente, en compañía de los com isarios y con las insignias de rigor, fué al Cabildo, sentándole en la Silla Episcopal (4). E l viaje del Obispo D. José de Endaya y H aro a Oviedo fué muy dificultoso, pues en los Puertos de Pajares en aquellos meses había gran acopio de nieve, siendo en cierto m odo impracticables, tenien­ do noticias de su accidentado viaje desde León, Campomanes y Pola de Lena, anunciando el deseo de llegar a la Santa Iglesia la víspera de la Concepción de Nuestra Señora, nombrando el Cabildo por com isarios para salir a recibirle a D. Felipe del Cam pillo y D. Eusebio Velarde, logrando entrar en Oviedo el 7 de diciem bre de 1724 a las tres y m edia de la tarde. El m ismo día de su llegada prestó juram ento ante un Cruz, el libro de los Santos Evangelios y Estatutos, teniendo su mano de­ recha puesta sobre los Evangelios, empleando la fórm ula habitual de guardar los privilegios, reglas, sentencias, Estatutos, etc., de la Santa Iglesia de Oviedo, actuando de testigos D. Tom ás Peón, D. José Viñera, Vizconde de Calahorra, D. Francisco Antonio de Cañas, Duque del Parque, y D. José Miguel de Heredia, vecinos de la ciudad (5). Cuatro meses después de prestar juramento, entró el Obispo al Cabildo anunciándoles haber sido convocado por orden de S. San­ tidad para concurrir al Concilio, invitación que aceptó antepo­ niendo la orden del Papa a todas las conveniencias personales, prom etiendo hacer el viaje con la m ayor brevedad, ofreciéndose al Cabildo para cualquier deseo suyo en la Corte Romana (6). Para despedir al Obispo en su viaje a Rom a fueron designados com isarios D. Matías de Faes Miranda, D. Alvaro Antonio Flórez Abarca, dando cuenta haber llegado hasta G ijón y asistir al Obispo hasta haber embarcado, habiendo gastado en el viaje 150 reales de vellón (7). El Obispo llegó a Rom a sin contratiempo alguno, y oportuna­ mente para firm ar los capítulos tratados en el Concilio, esperando conseguir para la Santa Iglesia rezos propios para el Santísimo Sudario y para la Cruz de los Angeles que bajaron a fabricarla en (4) A C O — T. 45, folio 144, 18-XI-1724 (5) A C O — T. 45, folio 149, 7-XII-1724. (6) A C O — T. 45, folio 173, 10-IV-1725 (7) A C O .— T. 45, folio 176, 20-IV-1725. 692 MELQUIADES CABAL GONZALEZ tiem po del Rey Alfonso el Casto, y sea con el título de la Descen­ sión de los Angeles (8). N o obstante los buenos deseos del Obispo de hacer el viaje a Rom a con la m ayor brevedad, cuando regresa de la Corte Romana no viene a Oviedo; se dirige a Benavente, escribiendo desde allí en fecha 6 de diciembre de 1725, manifestando haber llegado bastante fatigado p or tan larga jornada, y que por los hielos y nieves no se atrevió pasar el puerto, anunciando se detendrá allí hasta que con más com odidad pueda abrirse camino, dando cuenta a la vez que el Cardenal Cienfuegos le ha hecho la grande expresión del deseo que tiene de servir a esta Santa Iglesia y Principado com o h ijo de él, encargándole la solicitud de los rezos al Santo Sudario y Cruz de los Angeles (9). Durante los 5 años que D. Manuel José de Endaya y Haro fué Obispo de Oviedo, pocos fueron los meses que vivió en el Palacio Episcopal. En una de sus cortas estancias, tuvo el deseo de regis­ trar las reliquias con m otivo de colocar un pedazo de la Sábana Santa y algunas otras reliquias que se hallaban en los cofres y en las dos urnas de Cristo que el Deán había regalado para este fin. El Obispo intervino gustoso en la colocación, haciendo prim ero un estante decente y en disposición para el registro de los concurren­ tes en donde se pongan las urnas, acordando que los comisarios encarguen un marco de plata para extender el pedazo de la Sábana Santa, asistiendo a este acto el Arzobispo de Tineo, D. Andrés del Campillo, D. Miguel de Cifuentes y D. Arias V alled or (10). Un año después del anterior relato, de nuevo se encontraba el Obispo en Benavente para celebrar la Consagración de los Oleos, solicitando del Deán las ánforas que había de entregar a su P rovi­ sor que dispondría su envío (11). Las últimas noticias del Obispo Endaya y Haro desde Benavente corresponden a mediados del año 1729, diciendo en una de las cartas de fecha 24 de junio, que se quitase una de las rejas de la Capilla de Santa Bárbara y se pusiese en la Cámara Santa, tenien­ do com o su final deseo escrito, se nombrase P rovisor y Vicario General de nuestra Audiencia y Tribunal Eclesiástico de la ciudad de O viedo a D. Andrés del Campillo y Cedrón (12). (8) (9) A C O .— T. 45, folio 195v, 13-VII-1725. A C O .— T. 45, folio 235, 11-XIM 725. (10) A C O .— T. 46, folio 80, 23-IV-1728. (11) A C O — T. 46, folio 142v, 2-IV-1729. (12) A C O — T. 46, folio 185v, 23-VIII-1729. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 693 El Obispo D. Manuel José de Endaya y Haro falleció en Benavente el día 5 de octubre de 1729. Se hallaba el Cabildo reunido en Angulo en fecha 8 de octubre del año antes aludido, cuando se leyó una carta de D. Nicolás García Carreño, Secretario del Obispo Endaya y Haro, participando que el día 5, entre las tres y cuatro de la mañana, había ocurrido el fallecim iento del Prelado, rem itien­ do la fe del fallecim iento extendida por D. José Estrada, Cura de Santa M aría de Lazogue, la m ayor de la villa de Benavente, notario Apostólico en la que da cuenta haber visto m uerto y am ortajado en el féretro al Iltm o. D. Manuel José de Endaya y Haro, y para que conste y a pedim ento de D. Nicolás García Carreño, extendía dicha certificación el 5 de octubre de 1729. En vista de la certifica­ ción y carta, se acordó se llamase a Cabildo, y habiendo precedido la voz de campana, se juntaron en número pleno según costumbre y loables Estatutos, acordando publicar la sede vacante, y que el campanero toque para este fin según era habitual. Antes de que ocurriera el fallecim iento del Obispo D. Manuel José de Endaya y Haro, se habló de su traslado a Puebla de los Angeles, en M éjico, noticia de la que tuvo conocim iento el Cabildo por una carta que según el Doctoral había sido traída por un pro­ pio de Santiago de Galicia, y habiendo sido leída resultó ser de D. Juan de A vello Castrillón, participando que S. M ajestad le había nom brado para este Obispado por traslado del Obispo actual a Puebla de los Angeles, acordando en vista de ello que durante tres noches consecutivas se iluminase la Torre y se disparasen los fue­ gos que se pudieran hacer, y que se repita «la com edia» con nuevo sainete y baile, haciéndose todas las demostraciones de regocijo que se puedan p or noticia tan plausible y apreciable para la Co­ munidad (13). Este regocijo del Cabildo y pueblo puede interpretarse de dos maneras diferentes: bien com o alegría por el traslado de Endaya y H aro a Puebla de los Angeles, o bien por la llegada de un nuevo Obispo, D. Juan Avello Castrillón, siendo nuestro parecer, que tan­ ta comedia, sainete y baile, obedecía al deseo del Cabildo a que hubiese cam bio de Prelado, ante la ineficacia en todos sus aspec­ tos del Obispo saliente. (13) ACO.— T. 46, folio 100, 8-IX-1728. 694 MELQUIADES CABAL GONZALEZ O BISPO D. JUAN G ARCIA A V E LLO C A S T R ILLO N Sucedió en la Silla Episcopal a D. Manuel José de Hendaya y Haro, cuando éste, que se pensaba trasladar a Puebla de los Ange­ les, en M éjico, fallecía en Benavente. La trayectoria vital del Obispo D. Juan García Avello Castrillón m ereció siempre los máximos elogios, incluso antes de su nombra­ miento para la Diócesis de Oviedo. Asturiano de origen, descendía de noble fam ilia, de la ilustre casa de Taborcias, aldea de la Parroquia de Santiago (Luarca). Su nacimiento sucedió en esta villa el 19 de febrero de 1673, y bautizado al día siguiente en la Parroquia de Santa Eulalia. Su padre, del mismo apellido y nombre, estaba casado con D.a Francisca Vázquez Navia (1). Se inició en la carrera eclesiástica en la Universidad de Oviedo, donde alcanzó el grado de Doctor en Teología, ingresando cuando tenía 24 años com o becario en el Colegio de San Pelayo de Sala­ manca, llegando a desempeñar, tras sucesivas oposiciones, el cargo de Secretario. Estudioso sin descanso, obtiene por oposición la dignidad de Lectoral en la Santa Catedral de Oviedo, asumiendo en 1715 la Rectoría de la Universidad, dirección que ostentó solamente un año. Libre del com prom iso universitario abandona Oviedo y vuelve a Salamanca, ciudad que rivalizaba en afectos con Oviedo, y lo hace con una beca en el Colegio M ayor de San Bartolom é, alcanzan­ do tras nueva oposición la canongía de Penitenciario en el Cabildo catedralicio en el Arzobispado de Santiago de Compostela. Obispo electo para la Silla Episcopal de Oviedo y su Diócesis, fué confirm ado por el Papa Benedicto X I I I , siendo honrado por el Rey con sus Reales despachos (2). Como no le fuera posible reintegrarse con prontitud a Oviedo, delega en D. Tomás Peón, Duque de Estrada, confiriéndole todos los poderes necesarios para que en su nombre y representando su persona, tom e la posesión de la Santa Iglesia Catedral y Diócesis según santas y loables costumbres. Aunque aducía deseos de llegar a Oviedo a la m ayor brevedad por lo mucho que le instaba su obligación, su am or y ternura para determ inar consagrarse, hubo de transcurrir cerca de un mes, has(1) S u a r e z , Constantino.— “ Escritores y artistas asturianos” , M adrid, 1936.- (2) E l P a p a Benedicto X I I I falleció el 21 de febrero de 1730. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 695 ta el 25 de abril de 1730, siendo preciso para que así fuese la recepción de las Bulas y Real Cédula en la ciudad de Santiago, y com o la documentación llegase en regla, enviaba poderes al Deán para que en su nom bre tomase posesión del Obispado (3). En el Coro, presentes el Deán y Canónigos, fué investido D. T o­ más Peón, Duque de Estrada, con la Capa Pluvial, báculo com o signo de poder, y sentándoee en la Silla Episcopal se le dió posesión corporal, real, efectiva, así com o las insignias de costumbre, acto del que se in form ó al Obispo, a la vez que se le rogaba avisase con antelación su entrada en el Principado para nom brar Comisarios que saliesen a recibirle, siendo designados para este com etido, previa votación, D. M iguel García Infanzón, Chantre Coadjutor y D. Pedro García Fuertes, rehusando D. Diego de Sierra Pam bley y el Arcediano de Gordón (4). Su entrada en Oviedo se demoró algunos días más p or ligera indisposición cuando procedente de Santiago se detuvo en Luarca, obligándole a tom ar con mayor lentitud el viaje, deteniéndose en Pravia para hacer Ordenes, entrando en Oviedo el día 30 dom ingo del mes de abril, esperándole los Comisarios del Cabildo en la ci­ tada villa. El juram ento preceptivo tuvo lugar el 5 de junio de 1730, a las cuatro y m edia de la tarde, y como de costumbre en casos simila­ res, se le recibió conform e previenen los Estatutos y ceremonial Romano, tom ándole Juramento D. Tomás Peón, Duque de Estrada. E l Obispo D. Juan García Avello Castrillón tuvo larga vida para bien de su Diócesis, refiriendo Constantino Suárez que para rem e­ diar necesidades acuciantes de sus feligreses, llegó a pasar apuros económicos, enajenando incluso coche y tren de Palacio, pues los años de su Obispado, muy calamitosos, trataba de m itigarlos des­ prendiéndose de cuanto le pertenecía, llegando en su caridad a serle im posible construir en su habitación una chimenea para preservar­ le de los rigores del frío, ya que por entonces entrado en años era presa fácil a las enfermedades víricas en un organism o declinante, m anifestando que m ayor era el frío que pasaban los pobres (5). E l frío pasado p or el Obispo y Cabildo tuvo que ser intenso, pues en 1738 se le llegó a proponer que existiendo en esta ciudad y Principado mucha destemplanza de tem poral en todo tiempo, que apenas se percibe cuándo es verano, así por la continuación de (3) A C O .— T. 46, fo lio 289v, 16-IV-1730. (4) A C O — T. 46, folio 290v, 16-IV-1730. (5 ) S u a r e z , C.— “ Escritores y artistas asturianos”, M adrid , 1936. 696 MELQUIADES CABAL GONZALEZ los fríos y humedades y lluvias que con frecuencia vienen, que no se recogiesen las capas de coro por la Pascua, pues el sobrepelliz no evita el frío, acordando el Cabildo suplicar al Obispo autorización para poder usar las capas de coro todo el año, con la sola diferencia de tela según la estación, pues en otras Iglesias que no existen tales m otivos se usan (6). Aún no habían pasado dos meses de la estancia del Obispo en Oviedo, cuando el 23 de julio de 1730 aprobó las Constituciones de la Cofradía de la Gloriosa Virgen y M ártir Santa Eulalia de Mérida, Patrona de la Santa Iglesia Catedral, constituciones estudiadas y ordenadas por los Comisarios, Deán, Cabildo y Diputados del Prin­ cipado, a fin de restablecer las Constituciones aprobadas en tiempos del Obispo D. Am brosio de Espinóla y Guzmán (7). El fallecim iento del Obispo D. Juan García Avello Castrillón tuvo lugar en Oviedo el 29 de octubre de 1744, contando 71 años de edad. E l Obispo no falleció bruscamente, tuvo unos siete días de enfermedad, y fué asistido sin dilación alguna por D. Gaspar Casal, que le diagnosticó una apoplejía de la que no fué posible recupe­ rarlo. En estos cuadros de apoplejía, Casal se mostraba con razón escéptico, y refiriéndose a la sangría, tan en uso entonces, que in­ cluso llegó su empleo a nuestros días, la consideraba inoperante, así com o las ayudas y calas irritantes, estornutatorios, fajas, ligaduras, friegas, espíritus penetrantísimos, vejigatorios, y aún los cauterios actuales. En la estadística recogida por Casal de enfermos con apoplejía figura D. Arias Avello Castrillón, hermano del Obispo y D. Eusebio Velarde, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo (8). La apoplejía o ictus cerebral tiene mayor incidencia en el sexo masculino, siendo más predispuestos las personas de mediana o edad avanzada, existiendo cierta predisposición fam iliar. Su pre­ sentación sobreviene de manera brusca, sin síntomas prem onitorios generalmente, en ocasiones suelen preceder a la instauración del ictus vértigos transitorios o una alteración del lenguaje. Es posible que Casal no tuviera un conocim iento exacto de las causas que predisponían al ictus cerebral, sucediendo con m ayor frecuencia en las personas con hipertensión, cuadros de (6) A C O .— “L ib ro de A cuerdos” , T. 21, folio 40v, l-XII-1738. (7) A C O .— “ Constituciones de la C ofradía de la Gloriosa Sta. E ulalia de M érida, patrona del Principado de A stu rias”, Oviedo, 22-VII-1730. (8) C a s a l , G aspar.— “Historia natural y médica del Principado de A stu ­ rias” . O ficina de M anuel M artín, M adrid, 1762. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 697 arteriosclerosis, aneurismas de vasos cerebrales, originando bien trom bosis o hem orragias de diversa localización y diferente pro­ nóstico, pero siempre importante en los que logran recuperarse de ella ante la gravedad del déficit funcional y la posibilidad fre­ cuente de una recaída, ya entonces irremediable. El haber ocurrido el fallecim iento ab-intestato, perm ite apoyar la idea que el Obispo D. Juan García Avello Castrillón, no obstante tener cumplidos los 71 años, debía encontrarse en buen estado, haciéndole olvid ar había sobrepasado en mucho la edad media de vida de las personas de su época, entrando en una fase en que el cuerpo todo declina y es incapaz de sustraerse a la acción del tiempo, constituyendo la vejez un estado nosológico con alteracio­ nes generales del organismo, pero participando en desigual medida los diversos órganos y aparatos. Como hubiese m uerto sin testar, el Cabildo había de determ i­ nar el lugar donde dar sepultura a su cuerpo, encargando al Maes­ tro de Ceremonias dispusiese todo lo necesario para la m ayor solemnidad, ordenando el entierro para el día siguiente después de Prima, a la vez que se comisionaba a los canónigos Faes y Sala Argüelles se personasen en Palacio a recoger las llaves de Secre­ taría y entregarlas al Cabildo (9). O B ISPO D. GASPAR VAZQ UEZ TABLAD A Fué Obispo de la Diócesis de Oviedo desde el 15 de setiembre de 1735 hasta su fallecim iento el 29 de diciembre de 1749. La fam ilia de este Obispo procedía de la villa de H ito, pequeño m unicipio de la provincia de Cuenca, donde fué nacido el 6 de enero de 1688, siendo sus padres D. Domingo Vázquez Tablada y D.a Josefa Blanco, personas de ilustre abolengo en aquella provincia. Los prim eros años del futuro Obispo los vivió en la villa de M ontalvo, iniciando los estudios de Gramática en V illa rejo de Fuentes desde donde pasó a la Universidad de Alcalá para asimilar enseñanzas de Derecho Civil y Canónico, haciendo tales progresos, al decir de Fray Manuel Risco, que a los 19 años de edad recibía el grado de Licenciado en Leyes y Cánones, siendo posteriorm ente, al conseguir la beca, colegial en el M ayor de San Ildefonso, donde (9) A C O — T. 52, folio 304v, 29-X-1744. MELQUIADES CABAL GONZALEZ 698 al correr de los años sería elegido R ector del mismo y de la Uni­ versidad (1). En unos años se doctoró en ambos Derechos y regentó cátedras de ambas Facultades, hasta conseguir la de Prima, Asesor de la Universidad, Canónigo de la Iglesia de San Justo, Alcalde de H ijos­ dalgo y oidor de la Chancillería de Valladolid. En esta plaza se hallaba cuando fué prom ovido al Obispado de Oviedo. Las Bulas fueron expedidas por el Papa Benedicto X IV y los ejecutoriales p or el Rey D. Felipe V. N o siéndole fácil pasar a Oviedo a tom ar posesión del Obispa­ do, nom bró procuradores a D. Tomás de Peón, Duque de Estrada, y en caso de enfermedad o ausencia a D. Juan Vela Cabeza de Va­ ca, Canónigo Doctoral, y en tercer lugar a D. Policarpo Mendoza, Dignidad, para que en su nombre tomasen posesión real del Obis­ pado (2). El Obispo se hallaba en la villa de Torrubia de Vélez huyendo de los calores de la estación, pero reconociendo su obligación seña­ laba su pronta llegada a Oviedo, dando cuenta las actas capitulares de la entrada del Obispo el día 7 de noviembre de 1745, a las tres de la tarde, estableciendo contacto con los Comisarios del Cabildo en Mieres, donde fué agasajado hasta la conclusión del viaje (3). Una vez en Oviedo, se dirigió a la Iglesia Catedral donde juntos procesionalmente le esperaban los Capitulares, M inistros y demás personas pertenecientes a la Santa Iglesia, tomándole juram ento D. Tomás de Peón, Duque de Estrada, teniendo presente una Cruz, el libro de los Santos Evangelios y Estatutos, poniendo sobre ellos la mano derecha, y actuando de testigos el Conde de Peñalba, el Vizconde de Peña de Francia y D. Diego Ramón de Argüelles (4). La prim era actuación del Obispo fué nom brar Provisor del Obispado a favor de D. Pedro Torres, clérigo de menores, llevando im plícito amplios poderes, dando el Cabildo su conform idad a condición que en el término de seis meses estuviese ordenado «in sacris» y rechazarlo en el caso contrario. Tras el nombramiento del Provisor, fué corto el tiem po que el Obispo permaneció en la Diócesis, no recogiendo las Actas Capitu­ lares acontecimiento alguno comentable; de ahí la sorpresa del (1) R isco, F ra y M anuel.— “España S a grad a”, T. X X X V I I I , O ficina de la V iu d a e H ijo de M arín, M adrid, 1795. (2) A C O .— C arta del Obispo electo D. G asp ar Vázquez de T ablad a, To­ rru b ia de Vélez, 8-IX-1745. (3) A C O — T. 52, folio 299v, 5-XI-1745. (4) A C O — T. 52, folio 401v, 7-XI-1745. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 699 Cabildo, al recib ir una carta del licenciado D. Antonio de Ochoa Salazar y M onte N egro, Alcalde M ayor de la ciudad de T oro, fe­ chada en aquella localidad el 29 de diciembre de 1749, participando el fallecim iento del Obispo, dando fe de ello D. Bartolom é Patricio Sagunero, N ota rio de Toro, manifestando había fallecido a las 6 de la mañana del día señalado, cuando contaba 61 años de edad. Ante lo inesperado del óbito, se volvió a leer la carta de D. An­ tonio de Ochoa Salazar, y en su consecuencia se acordó que el Secretario indicase a los campaneros tocasen una hora a difunto según la form a acostumbrada para los Prelados, haciendo después pausa de un cuarto de hora con el clam or de las campanas, tocando a vacante en la form a ordinaria, haciendo al día siguiente, después de nona, un o ficio solemne como día de entierro, llamando a Cabildo para nom brar Provisores y demás oficios para el buen gobierno y administración de justicia en el Obispado (5). Ante la falta de un diagnóstico de enfermedad exacto, se solicitó inform ación a la Colegiata de Toro, que tuvo la gentileza de orien­ tarnos hacia el Archivo H istórico Diocesano de Zamora, donde en la actualidad se encuentran los libros parroquiales. El in form e literal de la partida de defunción no aclara el tipo de afección que causó la muerte al Obispo, estando justificada la falta de precisión diagnóstica por la frecuencia que los médicos del siglo X V I I I rara vez mostraban interés por una diagnosis com o pauta terapéutica, atendiendo a cada uno de los síntomas predo­ minantes, considerando con ello se podía conseguir una curación sin precisar el nom bre de la enfermedad. Tal sucedió ante la enfermedad que causó la muerte al Obispo D. Gaspar Vázquez Tablada, cuya partida de defunción recibida del Archivo H istórico Diocesano de Zamora dice lo siguiente: «E n treinta de diciem bre de 1749, murió el Ilustrísim o Señor D. Gaspar de la Tabla, Obispo de Oviedo, y electo de Sigüenza, Gobernador que fué del Consejo Real de Castilla, habiendo recibido todos los Santos Sacramentos; hallándose gravemente enferm o en el Con­ vento de los M ercedarios Calzados de esta ciudad, y fué enterrado su cuerpo en el Convento de San Diego de esta referida ciudad por ser así su últim a voluntad; haciendo el O ficio el Cabildo de la In­ signe Iglesia Colegial de esta ciudad, por haberlo mandado así el Iltm o. Sr. D. Onésimo de Salamanca, Obispo de la ciudad y Obis­ pado de Zam ora por carta orden, rem itida a D. Felipe Carrasco, su Vicario en esta Vicaría, sin ser su ánimo perjudicar a los derechos (5) ACO.— T. 53, folio 276, 5-1-1750. 700 MELQUIADES CABAL GONZALEZ parroquiales del cura de Santo Thomé, en cuya feligresía está sito el referido convento; tomóse testimonio por todos los curas de esta ciudad de la referida carta orden, para que nunca pueda per­ judicar a su derecho, ni alegar este ejem plar; y se reserva en el Archivo del Cabildo de Párrocos: Y a mí el infrascrito cura, que a la sazón era de Santo Thomé, se me dió satisfacción de todos los derechos que p or tal cura me devieron tocar: Todo lo cual me ha parecido anotar para que conste y lo firm a ut supra. Juan Du­ qu e» (6). La certificación expedida por el Archivo H istórico Diocesano de Zamora, que no dudamos es correcta, presenta no obstante dos erro­ res cuyo único responsable fué el cura que inscribió la certificación en el libro de difuntos. La primera, el día de su fallecim iento no fué el treinta de diciembre de 1749, sino el día 29 del mismo mes y año, pues p or esta misma fecha D. Antonio de Ochoa Salazar, com o se indica anteriormente, daba cuenta al Cabildo de Oviedo de su falleci­ miento, que ratificaba D. Bartolom é Patricio de Sagunero, N otario de Toro. El segundo de los errores se refiere a sus apellidos, om i­ tiendo el Vázquez y equivocando el Tablada que señala com o Tabla. Los dos apellidos los tomó de su padre D. Domingo Vázquez Ta­ blada. O BISPO D. F E L IP E M A R T IN OVEJERO Fué Obispo de la Diócesis de Oviedo durante los años 1750 a 1753. Su fam ilia, de gran nobleza, procedía de Villam artín, pueblo próxim o a Palencia, siendo sus padres D. Félix M artín y D.a Cata­ lina Ovejero, quienes desde niño le inculcaron sentimientos reli­ giosos. Se ignora el acontecer de sus primeros años, mas cuando llegó a la edad de los estudios los inicia en Carrión, donde asimila ense­ ñanzas de Gramática Latina y de Filosofía en Palencia, estudiando Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Valladolid. Según D. Manuel Risco en su «España Sagrada, era un estudian­ te bastante tardo y de memoria tan corta que nada bueno cabía esperar com o fruto de sus estudios. Años más tarde, su perseve­ rancia y esfuerzo se vió compensado, observándose un cambio tan (6) A rch ivo Histórico de Zam ora, libro 227, 13-1-3, folio 70v., 1749. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 701 radical, con ideas tan claras y despejadas, que llegó a ser el pasmo de la Universidad de Valladolid. Comenzó haciendo oposiciones con éxito en Sigüenza a la Pre­ benda Doctoral, recibiendo posteriormente una beca de Colegial en el M ayor de San Ildefon so de Alcalá, optando después a la Preben­ da de Doctoral de la Iglesia de Málaga, ascendiendo a la Dignidad de Maestrescuela y Deán. A su iniciativa se debe el haber prom ovido la custodia y clausu­ ra del Beaterío de mujeres pobres y el haber dado las oportunas providencias para preservar de peste al Reino de Granada, ayudan­ do a la vez al alivio de los apestados de Ceuta y presidios a los que suministraba lo necesario para llevar una vida más humana. En Málaga aún se recuerda, no obstante disposición con que asistió en la epidemia del nuevos hospicios y hospitales, proveyendo a mosnas que él m ism o repartía y solicitaba ciudad (1). los años pasados, la año 1738, edificando los enferm os con li­ p or las calles de la El prim er contacto de D. Felipe Martín O vejero con el Deán y Cabildo de la Santa Catedral de Oviedo se establece a través de una carta enviada desde Málaga en fecha 4 de agosto de 1750, no­ tificándoles haber sido nombrado Obispo electo de Oviedo, cuyas Bulas fueron expedidas por S. Santidad el Papa Benedicto X IV el 22 de ju lio de 1750, así com o los Reales Despachos Ejecutoriales de S.M. el R ey D. Fernando V I (2). En la misma carta dirigida al Cabildo anuncia hará el viaje sin m ayor detención a Oviedo, deseando tributar más de cerca sus res­ petos al Deán y Cabildo. Como no le fuera posible emprender el viaje a Oviedo con la prontitud anunciada, rem ite poder a D. Tomás de Peón, Duque de Estrada, Deán, y a D. José Menéndez de Luarca, Canónigo Peniten­ ciario y a D. Luis García Mañero, Canónigo Doctoral, a los tres juntos y acada uno de ellos «in solidum » para tom ar posesión de la Diócesis. En nom bre del Obispo electo tomó posesión D. Tom ás de Peón, que siendo conducido al coro y sentado en la Silla Episcopal, y revestido con la capa Pluvial y báculo, se le dió posesión real, civil y corporal del Obispado, a la vez que recibía las insignias de ri(1) R isco, F ra y M anuel.— “E spaña S a grad a” , O ficina de la V iu d a e H ijo de M arín, M adrid , 1750. (2) A C O — T. 54, folio 61, 26-VIII-1750. 702 MELQUIADES CABAL GONZALEZ gor (3), enviando carta al Vicario de San M illán de haberse efectua­ do la toma de posesión, acordando el Cabildo a la vez efectuar a la m ayor brevedad reparos en el Palacio Episcopal para su m ayor decencia. Mostrándose el Cabildo muy obsequioso, acordó ofrecer­ le dinero o cualquier otra cosa que necesitase para su estancia en la Corte o durante su viaje a Oviedo, escribiendo a D. Francisco Antonio Gómez, vecino de Madrid, para que le hiciese la oferta, entregándole lo que pidiese y pudiese necesitar (4). El epistolario entre el Obispo y Cabildo fué continuo, pues cuando no lo hacía el Obispo lo hacía el Cabildo. En una de las cartas, estando el Obispo en León, anunciaba el viaje a Oviedo, haciendo juicio de llegar a Mieres el 17 de octubre del año atrás comentado. Como estuviese próxima la entrada del Obispo en Oviedo, se nombraron Comisarios para salir a su encuentro, designación que se hizo por votación, siendo elegidos el Arcediano de Tineo com o prim er Comisario y D. Juan de Quirós com o segundo, autorizándo­ les a desplazarse a una legua más o menos de Mieres. Los Comisa­ rios salieron de Oviedo el día 16 con la intención de dorm ir en Mieres y continuar el viaje a la mañana siguiente hasta su en­ cuentro (5). Así dispuestas las cosas, el M ayordom o del Obispo comunicaba al Cabildo que el Prelado se encontraba enferm o en Arbas, siendo preciso avisar al médico. La salida de los Comisarios no fué m odificada, variando sola­ mente la distancia del viaje, prosiguiendo hasta poder adquirir noticias sobre la salud del Obispo, llegando hasta Arbas si fuera preciso, mientras que el Cabildo acordaba sacar de su capilla a la Gloriosa Patrona Santa Eulalia en procesión, dejar sus cenizas en el Altar M ayor hasta su restablecimiento, haciendo tocar las cam­ panas al m ediodía (6). La enfermedad sufrida por el Obispo no se señala en las Actas Capitulares, pero es presumible fuese un proceso gripal, banal en su pronóstico pero de suficiente importancia para im pedirle pres­ tar juram ento y demás formalidades precisas el día de la prim era entrada del Obispo en la Diócesis. (3) A C O .— T. 54, folios 61 y siguientes, 26-VIII-1750. (4) A C O — T. 54, folio 66v, 4-IX-1750. (5) A C O — T. 54, folio 81v, 13-X-1750. (6) A C O — T. 54, folio 83, 16-X-1750. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 703 P or noticias enviadas p or el Arcediano de Tineo tuvo conoci­ m iento el Cabildo de la pretensión del Obispo de pernoctar en Campomanes, llegando a la mañana siguiente a Mieres, y seguida­ mente entrar en Oviedo. La inform ación que le llegaba al Cabildo le hacía mostrarse precavido, acordando que el Secretario escribiese inmediatamente y enviase la carta p or un propio, y tratar de convencer al Prelado para que su entrada fuese en cierto m odo secreta, dirigiéndose di­ rectamente a Palacio para una vez restablecido prestar el juram ento y demás form alidades que previene el Pontifical y Estatutos de la Santa Iglesia de Oviedo (7). El Obispo, haciendo caso omiso a los consejos del Cabildo, en­ tró en O viedo el 22 de octubre de 1750, prestando juram ento el m ismo día de su llegada, entre las cuatro y cinco de la tarde, ac­ tuando de testigos los Comisarios D. Alonso Ramírez, Marqués de San Esteban, D. Baltasar de Cienfuegos, Conde de Peñalba y D. M i­ guel José de H eredia (8). La enferm edad del Obispo, en franca regresión, precisó la asis­ tencia del médico, posiblemente D. José Dorado o D. Simón Santos Menéndez, ambos por entonces médicos de la ciudad, pues D. Gas­ par Casal, que era el m édico del Cabildo, se encontraba en Benavente visitando a uno de sus hijos, y aunque se le envió un propio para que se restituyese a la ciudad a la mayor brevedad para asistir y cuidar los enferm os que estaban a su cargo, no existe constancia de haberse reintegrado a Oviedo, escribiendo desde la Corte el 25 de agosto de 1751, haciendo presumir no le cupo a D. Gaspar asistir al recién incorporado Obispo (9). Sea cual fuere el m édico qu asistió al Obispo D. Felipe M artín O vejero, su enferm edad le obligó a mandar recado p olítico al Ca­ b ildo por uno de los Capellanes ante la im posibilidad de bajar al Cabildo en visita de cortesía, teniendo autorización del facultativo para pasearse p or las tardes en coche por serle muy conveniente para el restablecim iento de su salud, aconsejándole el Cabildo se aprovechase del rem edio, ya que su quebrantada salud no le per­ m itía otra cosa, deseándole el más breve y total restablecimiento, usando cualquier arbitrio que le pareciese conveniente para su cu­ ración (10). (7) A C O — T. 54, folio 84v, 21-X-1750. (8) A C O — T. 54, folio 85, 22-X-1750. (9) A C O — T. 54, folio 152, 6-X-1751. (10) A C O — T. 54, folio 88, l-XI-1750 704 MELQUIADES CABAL GONZALEZ N o es posible precisar si la enfermedad del Obispo a que nos estamos refiriendo tiene que ver con «un fuerte accidente que le sobrevino estando en Asturias, del que en opinión de Manuel Risco, le resultó quedar un poco ofendida la razón, y aunque sintió algu­ na m ejoría tuvo que desistir a salir a visitar el Obispado por ha­ bérsele agravado su enfermedad». Los médicos le aconsejaron salir de Asturias y pasar a Benavente, pueblo también de este Obispado, donde tampoco experimentó m ejoría alguna (11). N o obstante la apariencia saludable del Obispo, la recuperación de su salud no fué completa, pues en la visita que hace el Obispo al Arcedianato de Benavente el 8 de junio de 1752, no se despide personalmente del Cabildo por no perm itírselo «alguna indisposi­ ción que actualmente le molestaba». Al año de estar en Benavente, escribe al Cabildo notificándole piensa dirigirse a Tamames para tom ar aguas y baños en Ledesma, emprendiendo el viaje el 7 de ju lio de 1753. La tales aguas y baños eran indicadas entonces en las afecciones reumáticas, catarros bronquiales y parálisis (12). Aunque el Cabildo tenía conocimiento de la escasa salud del Obispo, no por ello dejó de sorprenderle la noticia de su falleci­ miento. El 29 de octubre de 1753, una carta de D. Juan de Malabia, Canónigo de la Santa Iglesia, daba cuenta que el Obispo se hallaba gravemente enferm o de una parálisis que afectaba todo el cuerpo. Al día siguiente, en nueva carta enviada por un propio, llegaba la noticia del fallecim iento del Obispo entre las once y doce del mismo día, incluyendo el testimonio de D. Leonardo Ramos, N otario Apos­ tólico vecino de Benavente, dande fe de haber visto el cadáver del Obispo, extendiendo certificación a pedimento de D. Juan Floren­ tino de M alabia (13). Enterado el Deán y Cabildo se dió orden inmediata que todas las campanas de la ciudad toquen una hora según costumbre, y tras una pausa de un cuarto de hora, toquen a vacante en la form a ordinria. La última enfermedad del Obispo debió presentarse inopinada­ mente pero con gran sintomatología clínica, provocándole una (11) R isco, F ra y M anuel.— “España S a grad a” , O ficina de la V iu d a e H ijo de M arín, M adrid, 1750. (12) A un kilómetro del pueblo de Tam am es existe una fuente de aguas sulfurosas llam ada de Roldán, aguas beneficiosas en las infecciones intesti­ nales y de la piel, en tanto que los baños de Ledesm a están indicados princi­ palm ente en el reumatismo. (13) A C O .— T. 55, folios 51 v y 52, 3-XI-1753. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 705 parálisis total de todo el cuerpo al decir de la carta enviada p or D. Juan de Malabia, haciendo sospechar que la causa del óbito fuese p or una hem orragia masiva cerebral, quizá p or aneurisma de uno de los vasos cerebrales, generalmente congénitos y asintomáticos hasta que su rotura produce el aparatoso cuadro del coma cerebral, pero persistiendo siempre la duda si el accidente padecido en As­ turias que le quedó ofendida la razón pudo haber tenido parentesco con el cuadro final que ocasionó el fallecim iento. O BISPO D. JUAN FRANCISCO M A N R IQ U E DE LA R A BR AVO DE GUZM AN Fué Obispo de Oviedo desde enero de 1754 al año 1759. Su origen no era asturiano, procedía de la villa de Alm oguera, en la Alcarria, donde fué nacido el año 1703. Su linaje fam iliar estaba unido con las principales casas de España, siendo sus padres D. Juan M anrique de Lara Bravo de Guzmán, natural de Alm ogue­ ra, y D.1 M aría P rieto Laso de la Vega, natural de M ondéjar. Contando 12 años de edad, pasó a estudiar a la Universidad de Alcalá, en el Colegio de Santa Catalina, hasta el año 1725. Con beca en el Colegio de los Manriques, hizo Filosofía, Leyes y Cánones, donde recibió el grado de D octor en ambas disciplinas, llegando al correr del tiem po a ser R ector del Colegio. Cuando abandona la Rectoría del Colegio, es designado para Teniente V icario de Alcalá, pasando a continuación a ser visitador de algunos partidos cercanos y posteriormente con la misma m i­ sión los partidos de Guadalajara y Brihuega. Tras este últim o em­ pleo, el Infante Cardenal D. Luis le proveyó de una canongía y la dignidad de Capellán M ayor de la Iglesia de Alcalá, de las que gozó hasta el año 1749. Durante este mismo año, le presentó el serení­ simo Infante al Rey, su padre, para Obispo Auxiliar de Gerren o M aseli (1). La prim era noticia del nombramiento de D. Francisco Manrique de Lara para regir la Diócesis de Oviedo fué a través de una carta que llegó en el Correo de Castilla, donde el Obispo electo m anifes­ taba «qu e habiendo m erecido de la piedad del R ey (q.D .g.) la gracia (1) R isco, M anuel.— “España S a grad a” , Oficina de la V iu d a e H ijo de M a ­ rín, M adrid , 1750. 706 MELQUIADES CABAL GONZALEZ y honor de la m itra de esta Santa Iglesia y Obispado, comunicaba esta noticia esperando de la benevolencia y ayuda del Cabildo pue­ da desempeñar el cargo que S. Majestad ha puesto sobre la debi­ lidad de mis hombros, etc. (2). En virtud de la carta, acordó el Cabildo que el día 31 del mismo mes y año se toquen las campanas de la Santa Iglesia en cele­ bración de tan agradable noticia, efectuando lo mismo todas las comunidades de ambos sexos e Iglesias parroquiales (3). Estas agradables noticias sobre la designación de un nuevo Pre­ lado para la Diócesis de Oviedo fueron empañadas por la muerte de D. Tomás Peón, Duque de Estrada, suceso acaecido a las 10 de la noche del 30 de marzo de 1754. Finalizando el mes de abril, el día 24, nueva carta del Obispo, participando haber llegado y recibido las Bulas expedidas por el Papa Benedicto X IV y los ejecutoriales del Rey D. Fernando V I, enviando a sus apoderados D. Angel de M ier y D. Juan Manuel de Bela con las Bulas para ser presentadas en el Cabildo, en la con­ fianza de m erecer su aceptación y los favores que en semejantes casos se acostumbra. Para la toma de posesión fueron nombrados D. José de Llanes, Canónigo y Arcediano de Tineo, D. Sancho Inclán, Coadjutor Canó­ nigo y Arcediano de Ribadeo, D. Juan Bela, Doctoral, D. Francisco Buelta, D. T orib io de Faes y D. Bartolom é Cifuentes, Canónigos, quienes llevando en compañía del Secretario a D. José Angel de M ier, Arcediano de Villaviciosa, como apoderado más antiguo al coro, le revistieron de la capa pluvial, báculo episcopal en la mano derecha, y cubierta la cabeza con bonete le sentaron en la Silla Episcopal, en donde en nombre de D. Juan Francisco Manrique de Lara, se le dió posesión real, actual, corporal, civil, de la Dignidad Episcopal (4). Desde su nombramiento estuvo el Obispo en contacto epistolar con las autoridades eclesiásticas de Oviedo, escribiendo desde León, donde anuncia permanecerá 4 a 6 días para recobrarse de las m o­ lestias y cansancio del viaje, con ánimo de llegar a Olloniego y entrar p or la tarde en la capital siguiendo el itinerario que se le había previam ente indicado de no surgir causa que se lo impida (5). (2) A C O .— Carta del Obispo D. Francisco M an riq ue de L a ra , fechada en M ad rid a 23 de enero de 1754, firm ada por el Obispo de G ueren y electo de Oviedo. (3) A C O .— T. 55, folios 80v y 81, 31-1-1754. (4) A C O .— T. 55, folio 120, 27-VII-1754. (5) A C O .— T. 55, folio 140, 29-VII-1754. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 707 A su vez, los Comisarios enviados por el Cabildo al encuentro del Prelado anunciaban su llegada a M ieres con buena y robusta salud, y que al día siguiente, después de com er en Olloniego, haría la entrada en O viedo hacia las 6 de la tarde del día 31 de ju lio de 1754. El m ismo día de su llegada prestó juramento, siendo encar­ gado del acto D. José Angel Mier, Arcediano de Villaviciosa, como Dignidad y Canónigo más antiguo, ante una Cruz situada en el A ltar M ayor, con la mano derecha sobre los Evangelios y Estatu­ tos, siguiendo en todo la fórm ula empleada con los demás Obispos. Como el Prelado contase entonces 51 años de edad y ya re­ puesto del cansancio del viaje deseaba bajar al Cabildo por ser preceptiva esta visita de cortesía y para poder salir de Palacio a otras «cosas», mas com o no hubiese Cabildo en unos días, se acor­ dó que el Obispo quedase en libertad; el Obispo deseaba ver las reliquias, sin cerem onia alguna, como un particular, ordenando el Cabildo se abriesen las puertas de las Santas Reliquias para que puedan entrar a visitarlas con toda tranquilidad (6). Al mes de hacerse cargo de la Diócesis, ya expresaba el Obispo deseos de salir a comenzar la visita del Obispado, om itiendo las Actas Capitulares el lugar de la visita y el tiempo que estuvo au­ sente (7). Y a entrado el año 1755, visitó el Obispo Villaviciosa, Cangas de Onís y Llanes. Desde Villaviciosa daba cuenta el Obispo al Cabildo en fecha 25 de setiembre de 1755 que verificándose en aquella villa la clausura de un M onasterio de Recoletas el día 4 del mes siguien­ te, deseaba asistir, y que para dar mayor solemnidad pensaba celebrar de Pontifical, teniendo prevenido que el M agistral predi­ case, esperando del Cabildo facilite licencia a los Capitulares que deseen asistir (8). Coincidiendo con la visita que el Obispo hizo a Fonsagrada el 3 de mayo de 1758, llegaba al Cabildo la noticia de la muerte del Papa Benedicto X IV , Santidad que había expedido las Bulas de nuestro Prelado M anrique de Lara. El año 1755 fué en extremo calamitoso para la ciudad por lo riguroso del tiem po, con abundantes lluvias y fríos, y una gran epidem ia de viruela y otras enfermedades, solicitando p or ello los Comisarios de la ciudad se sacase la Patrona en rogativa y que se fuese a San Sebastián y San Roque (9). (6) A C O — T. 55, folio 143v, 2-VIII-1754. (7) A C O — T. 55, folio 155, 23-IX-1754. (8) A C O .— T. 55, folio 243v, 26-IX-1755. (9) A C O — T. 55, folio 214v, 12-V-1755 708 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Algunos meses después bajaba el Obispo al Cabildo para pro­ poner que en atención de las alarmantes noticias procedentes del reino de Portugal, sobre los furiosos temblores de tierra habido el Día de Todos los Santos, apenas perceptibles en el Principado de Asturias, sería muy digno se hiciese una acción de gracias a Dios y sus Santos, acordando el Cabildo expresarle las gracias por el am or y celo que tenía para la Diócesis y Principado, encargando al M agistral D. Alonso Francos hiciese una plática previa a una pro­ cesión de rogativas (10). Estando el Obispo descansando unos días en Contrueces se puso enferm o de importancia, y encontrándose sin médico, solicitaba del Cabildo, por interm edio de Valdés de Prada, perm itiesen al médico pasase unos días para atenderle por hallarse «am alado», deseando hacer alguna prevención. El médico oficial del Cabildo era por en­ tonces D. Simón Santos Menéndez, el cual para ausentarse, además de tener la autorización del Cabildo, tenía que nom brar un sustituto para lo que se ofreciese y para la asistencia de los Hospitales (11). La enferm edad del Obispo llevó en principio una evolución favorable, encontrándose transcurrido poco más de un mes en condiciones de asistir a las exequias de la Reina D.a M aría Bárbara de Portugal, acudiendo a Oviedo el 16 de octubre de 1758, alegrán­ dose incluso se le hubiese avisado, «p o r no estar aún hábil para firm a r», siendo acompañado en el viaje p or Tineo y Torres (12). N o señalan las Actas Capitulares el tipo de afección que pade­ cía el Prelado, pero el hecho de no lograr una total recuperación después de algunos meses de enfermedad y tratamiento, hace su­ poner se trataba de un padecimiento de «bastante cuidado», sugi­ riendo D. José Angel Mier, Arcediano de Villaviciosa, ser costumbre en tales casos hacer alguna demostración pública con rogativas, y visitarle y ofrecerle cuanto pudiese contribuir a su alivio (13). El retrato del Obispo Manrique de Lara que existe en la Ca­ tedral de Oviedo no perm ite em itir siquiera un diagnóstico de suposición de la enfermedad que padecía, no sólo por tratarse de una pintura imaginativa realizada años después de su fallecim iento, sino más bien por carecer de rasgos o signos orientadores hacia una determinada enfermedad. La pintura a que aludimos fué rea­ lizada p or Esperanza Merás Cañedo, estando el Obispo sentado, (10) A C O — T. 55, folio 163, 20-XI-1755. (11) A C O .— T. 56, folio 41v, 30-VIII-1758. (12) A C O .— T. 56, folio 48, 9-X-1758. (13) A C O — T. 56, folio 72v, 17-IV-1759. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 709 con solideo hacia adelante, muceta o esclavina de color violado oscuro, con botonadura roja y Cruz Pectoral. En la mano derecha, que apoya sobre una mesa, tiene el breviario cerrado, y en la iz­ quierda, el antebrazo en posición elevada con un pliego de papel doblado, tinteros y plumas calamos, y campanilla. E l aspecto de la cara no ofrece particularidad alguna; la cara es pequeña, demacra­ do, ojos grandes no exoftálmicos, pómulos salientes, nariz larga, cuello estrecho, orejas aladas, boca pequeña y barba poblada. Nada en definitiva que pudiera orientar un diagnóstico. La enferm edad de D. Juan Francisco Manrique de Lara existía realmente, al extrem o de obligarle a escribir a S.M., m anifestándole que con el perm iso de la Cámara había pasado hacía algunos meses a tom ar las aguas de Sacedón debido a un accidente que contrajo en Asturias a causa de las humedades de aquella tierra, que por dos veces en un año le puso al extremo de su viaje, y no hallándose del todo restablecido de su penosa enfermedad, y con tem or de retrasar su m ejoría lo frío del país, ni pudiendo restituirse a su Obispado sin evidente riesgo de su vida según dictamen hasta su entero restablecim iento, suplicaba al Rey se dignase concederle perm iso para que pasando a la Corte, pudiera lograr su total alivio con el beneficio de los aires, com o lo experimentó en todo el tiem­ po que estuvo de auxiliar de S.A., y al mismo tiem po lograr la honra de besar la real mano de S.M. (14). E l beneficio que obtenía el Obispo con las aguas de Sacedón, sulfatado-cálcicas, azoadas y radioactivas, sugiere la posibilidad que su padecim iento no fuera otro que un artritism o solo o com ­ plicado con una afección del aparato respiratorio, afecciones que soportan mal el frío y la humedad existente en Asturias. O BISPO D. A G U S TIN G O N ZALEZ PISAD O R Procedía de N ava del Rey (V alladolid), donde fué nacido en 1709. En esta ciudad hizo estudios y preparación de oposiciones a los Curatos del Arzobispado de Toledo, gobernando algunas parro­ quias con acierto, siendo la última la de San Sebastián, en la Corte. El Cardenal Arzobispo de Toledo D. Luis Antonio Fernández de Córdoba le hizo auxiliar, cuyo m inisterio ocupó con el título de (14) A .G .S .— G racia y Justicia. L e g a jo 104, 5-X-1759. Cortesía de D olores Mateo, P ro feso ra de H istoria M oderna en la U niversidad de Oviedo. 710 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Obispo de T ricom i desde el año 1754 hasta 1760 en que pasó a Ovie­ do, contando entonces 51 años de edad (1). El prim er contacto del Cabildo ovetense con el Obispo D. Agus­ tín González Pisador se estableció a través de una carta escrita desde Benavente dando cuenta haber llegado a aquella localidad, pero manifestando «qu e por los malos tiempos que allí corren», no puede señalar el día exacto de su entrada pública en Oviedo no obstante ser grande su deseo (2). Quizá p or dificultades climáticas y de salud, la llegada a Mieres se dem oró hasta el día 17 de octubre de 1760, donde permaneció hasta el día siguiente que reanudaría su última jornada, para en­ trar en Oviedo a las cuatro de la tarde, disponiendo el M aestro de ceremonias todo lo necesario, y anunciando a las Comunidades y Parroquias la hora de su llegada. El ceremonial del juramento se celebró en la Capilla M ayor de la Santa Iglesia el día 18 a las cuatro de la tarde, juntos procesio­ nalmente los Capitulares, Capellanes y demás ministros de la Santa Iglesia. El Deán D. Juan Manuel Bernaldo de Quirós le tom ó y re­ cibió juram ento ante una Cruz colocada en el A ltar M ayor, colo­ cando la mano derecha sobre los Evangelios, actuando de testigos los Capitulares más antiguos, D. Baltasar Cienfuegos Caso, Conde de Peñalba; D. Alvaro de Inclán Valdés, R egidor Perpetuo de la Ciudad, y D. Diego Ramón de Argüelles Quiñones, Señor de la Paranza (3). Como curiosidad anecdótica recogemos el hecho que los Comi­ sarios que salieron a recibir al Obispo pasaron días después la cuenta de lo gastado en Olloniego por sus atenciones personales, nota que se elevó a doscientos once reales y veintidós marave­ dises (4). La actividad Pastoral del Obispo D. Agustín González Pisador se fué demorando hasta la llegada del buen tiempo, siendo su pri­ mera visita a Villaviciosa, continuando luego a Cangas de Onís, desde donde escribe manifestando le ha sido preciso suspender la visita, haciendo suponer, dada su delicada salud, estuviese enfer­ mo (5). (1) C a n e l l a S e c a d e s , F.— “H istoria de la U niversid ad de O viedo”, Imp. de Flórez G usano y Cía., San José, 6, Oviedo, 1903-1904. (2) A C O — T. 56, folio 156v, 3-X-1760. (3) A C O — T. 56, folio 161, 18-X-1760. (4) A C O .— T. 56, folio 163, 27-X-1760. (5) A C O — T. 57, folio 20v, 28-X-1761. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 711 Tan pronto llegaba el buen tiempo, comenzaban las ausencias del Obispo de la Diócesis, sintiendo preferencia por Contrueces, donde el Obispado poseía una quinta, haciendo desde allí la visita de Gordón, de camino para León, donde quiso asistir a la Consa­ gración de D. Cayetano Cuadrillero, Magistral de aquella Santa Iglesia y electo Obispo de Ciudad Rodrigo (6). En Contrueces m ejoraba el Obispo de sus frecuentes indisposi­ ciones, y allí pasaba temporadas, hasta que se veía libre de ellas. A propósito de estas ausencias en Contrueces, era quejoso el Cabil­ do por no despedirse, sintiéndose molesto al interpretarlo com o una descortesía, ausencias que en ocasiones se prolongaban en de­ masía (7). Como fuese notoria la escasa permanencia del Obispo en su Palacio de Oviedo, determ inó poner en sus ausencias persona de su confianza con facultades referidas al uso de su potestad en beneficio de sus súbditos y para la buena administración de jus­ ticia, nombrando Gobernador del Obispado a D. Antonio Navarro, Abogado, confiriéndole poder y facultad para nom brar administra­ dores de los Santuarios, Iglesias, Obras pías, hospitales, etc. (8). Las reiteradas indisposiciones del Obispo, cuya designación y naturaleza no especifican las Actas Capitulares, se pueden advertir a través del óleo del pintor Francisco Reyter, actualmente en el Ar­ chivo de la Catedral, pintura donde el artista plasmó quizá sin pretenderlo la delicada salud del Obispo. El pintor Francisco Reyter era, según indica Constantino Suárez, vecino de Oviedo, pintor del siglo X V I I I , que además de pintar al Obispo Pisador, retocó cua­ dros en el Convento de San Francisco. Con independencia de las indisposiciones habituales en el Obis­ po, padeció la gangrena de una pierna, de la que tuvo conocim iento el Cabildo p or una carta enviada por el Arcediano de Villaviciosa fechada en Nava del Rey a 28 de octubre de 1765, manifestando que su gravedad le había puesto en la necesidad de administrarle el V iático, solicitando el Prelado se le encomendase a Dios, a la vez que el Cabildo acuerda se hagan rogativas a la Patrona Santa Eulalia, trayéndola de su Capilla al Altar M ayor seguida de Proce­ sión p or la Santa Iglesia (9). (6) A C O — T. 57, folio 95, 15-VI-1763. (7) A C O .— T. 57, folio 146, 6-VII-1764. (8) A C O .— T. 57, folio 215, 22-X-1765. (9) A C O — T. 57, folio 217v, 8-XI-1765. 712 MELQUÍADES CABAL GONZALEZ Contaba p or entonces el Obispo 56 años de edad, temprana edad para sospechar siquiera pudiera tratarse de una gangrena senil, siendo más probable fuese una gangrena diabética, suposición so­ bre lo cual nos hace pensar el cuadro de Reyter, sospechando que el Obispo tuviese una diabetes magra, dada la delgadez de su ros­ tro, sin que ello excluya otro tipo de enfermedad. Sin poner el Cabildo en duda la veracidad de las indisposiciones del Obispo, siente necesidad que se reintegre a la Diócesis, pues la últim a ausencia había alcanzado dos años consecutivos, con graves perjuicios que se seguían por sus constantes enfermedades, siem­ pre en vía de convalecencia. En vista de ello el Deán y Capitulares fueron del parecer de escribirle, manifestándole que sólo en caso de una im posibilidad física absoluta se le podía dispensar el viaje por la incom odidad del mismo y larga distancia, pero que sólo por una indisposición más o menos im portante no estaba dispensado de venir aunque fuera con alguna dificultad a residir en la capital, cuya presencia facilitaría los inconvenientes que «n o proceden m anifestar por escrito, ni son fáciles de contestar para evacuarlos con la pronti­ tud que se despachan en las conferencias» (10). Los inform es que desde Nava del Rey enviaba el Arcediano de Villaviciosa al Cabildo sobre la salud del Obispo no satisfacían en m odo alguno, anunciando en ellos que la convalecencia sería aún para largo tiempo. N o obstante la m ejoría del Prelado, su perma­ nencia en Nava del Rey se prolongó durante un año más anuncian­ do en carta al Cabildo su traslado a Benavente, donde con fecha 21 de agosto de 1767 exponía las razones de su incomparecencia, razones que no recogen o silencian las Actas Capitulares (11). El intercam bio de cartas por m otivos de su residencia entre el Obispo y Cabildo cesaron cuando el Prelado escribía desde Bena­ vente en fecha 9 de noviem bre de 1767 anunciando estar determina­ do a ven ir a la Diócesis en la primavera, teniéndolo así manifestado a la Silla Apostólica y Real Cámara, aun cuando existan problemas relativos al pleito con su Vicario D. Juan Francisco Prieto (12). El Obispo encontraba difícil reintegrarse a Oviedo p or su deli­ cado estado de salud no obstante manifestar reiteradam ente su am or a la Diócesis, de lo que no podía dudarse, en tanto el Cabildo consideraba que la ausencia prolongada producía graves daños por (10) A C O .— Consulta 3, folio 121 v, 5-IX-1767. (11) A C O — T. 58, folio 76, 25-VIII-1767. (12) A C O — T. 58, folio 93, 16-XI-1767. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 713 no poder la Santa Iglesia ejercer el m inisterio de con ferir órdenes sacras y confirm ar, añadiendo a ello el dispendio y quebranto de salud que padecen los ordenados pasando puertos en la más rigu­ rosa estación, ante la necesidad de acudir a otros Obispos que les confiriesen las órdenes (13). En agosto de 1769 se encuentra el Obispo en Oviedo, pero por su precaria salud no puede asistir al Sínodo, acordando el Cabildo que faltando el Prelado no deben concurrir a él con capa de coro los Diputados del Cabildo ni los restantes individuos que por o ficio o nom bram iento hayan de asistir. La inasistencia del Obiepo al Sínodo hace pensar que el Prelado nunca disfrutó de una salud continuada, creyendo com o más ve­ rosím il presentase períodos regresivos de la enferm edad sin lograr una curación total; es decir fases de estabilización de duración variable pero agudizadas en los meses de invierno que le obligaban retirarse a Benavente. Examinando el óleo que nos legó el pintor ovetense Francisco Reyter, se obtiene el convencimiento, únicamente com o presunción diagnóstica, que el Obispo pudiera padecer una tuberculosis pul­ monar de evolución crónica, situación en que el enferm o se acar­ tona y defiende del proceso bacilar, sin alcanzar una regresión total de la enfermedad, pero logrando incluso períodos de gran longevidad, máxime cuando el enferm o puede llevar una vida sin exigencias físicas, tal com o ocurrió en nuestro Prelado, que llegó a los 82 años de edad sin conocer la normalidad en su salud. En O viedo se tuvo conocimiento de una nueva recaída en la en­ ferm edad del Obispo a través de una carta enviada desde Benavente p or D. José Antonio Pérez de fecha 11 de enero de 1789, donde m anifestaba que aunque no parecía estar en estado sumamente peligroso, había deseado recibir a Dios por Viático público, mien­ tras que el Cabildo hacía rogativas por la vida y salud del Prelado con procesión y misa a Nuestra Señora Patrona, enviando una carta el día 15 del mismo mes y año signada por D. Manuel Pisador, D. José González Alonso, p or acuerdo uánime del Cabildo de la Santa Catedral (14). Tras el episodio reseñado, y vuelto a lograr una tranquilidad en la salud del Obispo, en nueva misiva fechada en Benavente el 15 de mayo de 1791 se notificaba al Cabildo que el Prelado padecía (13) A C O — T. 58, folio 148v, 5-IX-1768. (14) A C O .— C arta enviada por D. José Antonio Pérez fechada en B en acente el 11 de enero de 1789. 714 MELQUIADES CABAL GONZALEZ una grave indisposición con inminente peligro de vida, solicitando fervorosas oraciones, y que después de vísperas se cantase la letanía de Nuestra Señora en la Capilla del Rey Casto, rogando p or la vida y salud del Obispo (15). E l fallecim iento del Obispo tuvo lugar el 17 de mayo de 1791, en­ tre la una y media de la noche, teniendo noticia del óbito a través de su Secretario de Cámara y Gobierno D. Miguel Bernardo Meana, acordando el Cabildo se toque a muerto durante una hora, y con­ cluida ésta y tras un cuarto de descanso se toque a vacante (16). Resumiendo esta incertidumbre diagnóstica sobre el fallecim ien­ to de D. Agustín González Pisador, creemos que el Obispo era un enferm o con padecimiento orgánico, quizá una tuberculosis pul­ monar crónica y períodos de reactivación frecuente, pero con inde­ pendencia de la afección orgánica, existía en él una gran obsesión p or las enfermedades y los médicos, de ahí el haber m ostrado enor­ me interés por los enfermos del mal gálico de que saliesen del hospital bien curados, y la creación de dos cátedras de medicina en la Universidad, iniciando la fundación con la aportación de cien m il reales, obra cuya vigencia duró en tanto vivió el Obispo, desapa­ reciendo tras su fallecim iento, perdiendo la ciudad de Oviedo y su Real Universidad un gran valedor, preocupado por su salud, la me­ dicina y los médicos. OBISPO D. JUAN LLAN O PO N TE Conocido com o Juan X V , era asturiano y nacido en Avilés el 23 de abril de 1727, siendo sus padres D. Joaquín Alejos de Llano Ponte y D.a Antonia de Sierra Flórez y Arcellana (1). Siendo aún muy joven se doctoró en Teología en la Universidad de Oviedo, alcanzando por su cultura en ciencias eclesiásticas ser nom brado Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, previa presenta­ ción de las pruebas de genealogía y limpieza de sangre, accediendo al Arcedianato de Gordón vacado por traslado al de Grado D. Faus­ tino García Tuñón, siendo nombrado Grados, Balbín Sierra y Celo- (15) A C O .— T. 62, folio 156, 17-V-1791. (16) A C O .— T. 62, folios 157 y 157v, 20-V-1791. (1) S u a r e z , C.— “Escritores y artistas asturianos” , ID E A , Oviedo, 1956. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 715 sía, quienes en com pañía del Secretario pasaron al coro, y en la última silla de la testera le dieron posesión del Arcedianato de Gordón (2). Ante la precaria salud del Obispo D. Agustín González Pisador, fué nom brado Obispo auxiliar, cargo que ostentó con el nombre de Obispo de Larén durante una veintena de años. Cuando contaba 64 años de edad fué elegido Obispo de la Dió­ cesis de O viedo y Principado, teniendo conocim iento el Cabildo por carta enviada p or el Obispo electo desde Avilés en fecha 10 de noviem bre de 1791, dando cuenta de haber llegado a M adrid las Bulas de S. Santidad Pío V I y la confirm ación del nom bram iento p or el Rey Carlos IV . N oticioso el Cabildo por nombramiento tan de su agrado, envía a los Arcedianos de Villaviciosa y Tineo con felicitaciones, ofrecién­ dole cuantos caudales necesitase para el indispensable aumento de gastos que su designación y traslado originaba, oferta que acepta muy gustoso, elevando su necesidad a doscientos m il reales reales que iría recibiendo en cantidades parciales, contra resguardo para cubrir las form alidades y seguridad del Cabildo (3). En nom bre del Obispo electo tomó posesión D. Manuel Jeróni­ mo Carro Alonso, Deán de la Santa Iglesia, quien siguiendo la tradición le dirigieron al coro investido de la capa pluvial, estola, báculo en la mano derecha y a la cabeza el bonete, y sentándose en la Silla Episcopal tom ó posesión real y efectiva de la Diócesis (4). Después de un año sin tener noticias del Obispo, se recibió una carta suya fechada en Avilés el 17 de noviembre de 1792, quedando en avisar desde allí el día de su entrada en Oviedo. Entonces el viaje se hacía en coche de caballos y muías, y como la distancia era corta desde Contrueces, determ inó llegar a Oviedo el día 28 de noviem bre, prestando juram ento el mismo día de su llegada, ante una Cruz situada en el Altar Mayor, colocando su ma­ no derecha sobre el libros de los Evangelios. Los Comisarios enviados por el Cabildo dieron cuenta de ha­ berle hallado en el camino, y que el Obispo, apeándose de su coche, entró en el de los Comisarios, efectuando la comida de rigor en La Corredoria. En el recibiento se gastó el Cabildo tres m il noventa y cinco reales, im porte de la comida. (2) A C O — T. 54, folio 155, 26-IX-1760. (3) A C O .— T. 62, folios 17 y 17v, 11-11-1791 (4) A C O .— T. 62, folio 22v, segunda parte, 28-XI-1791. 716 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Días después de su llegada visitó el Obispo al Cabildo, enviando previam ente recado, tapete y almohada, siendo acompañado desde Palacio p or el Arcediano de Tineo, Sierra y Castañón. E l Obispo, sentado en su silla, pronunció un breve y expresivo discurso de gratitud al Deán, que fué contestado p or el Arcediano de Villaviciosa (5). El Arcediano de Villaviciosa, D. Miguel Pisador, sufrió un insul­ to cerebral el 30 de abril de 1793, y aunque m ejorado en los meses siguientes, y con licencia para no acudir a la Iglesia, todas las pre­ cauciones y consejos médicos no pudieron evitar su fallecim iento, que ocurrió a la una de la mañana del 21 de diciem bre del año in­ dicado (6). Tras prestar juramento permaneció el Obispo en Oviedo, sien­ do su prim era actuación encargar al Cabildo el nombramiento de un diputado consiliario para tratar con él la erección del Seminario Conciliar prevenido por Real Orden de 1.° de agosto de 1792. Al igual que sus predecesores, si bien en m enor proporción, sintió p or Avilés y Contrueces predilección com o lugar de residen­ cia. En una de estas estancias en Contrueces sufrió un padecimien­ to con peligro de perder la vida. Con tal m otivo, se hicieron en la ciudad rogativas por su salud, indisposición sufrida en noviem bre de 1803, acordando que la Comunidad de Santo Dom ingo cantara la Salve y Letanía a Nuestra Señora del Rosario, y al día siguiente misa cantada. Agradecido el Obispo, manifestó el deseo de contri­ buir con fondos de su Obispado para concluir la carretera que debía de seguir desde Fuente calada (Foncalada) hasta la Plazuela de Santa Clara, siempre que el Ayuntamiento lo aceptase (7). En tales circunstancias escribía el Obispo al Ayuntamiento de Oviedo la siguiente carta: «M u y Sr. m ío y de mi estimación: Re­ cibo la suya de 20 del corriente en que me participa haber manifes­ tado al noble e ilustre Ayuntamiento de esa ciudad mis intenciones en gratitud y reconocim iento al distinguido favor que me ha dis­ pensado en rogaciones públicas al Todo Poderoso para el beneficio de m i salud. Y siéndole agradable como me dice la conclusión del camino desde Fuente calada hasta Santa Clara, doy orden a m i M ayordom o para que estrechándose cuanto le sea posible, se dis- (5) (6) ( 1) A C O .— T. 62, folio 92, segunda parte, 5-XII-1792. A C O .— T. 62, folio 158, segunda parte, 21-XII-1793. C iría c o , M igu el V igil.— “ Colección histórica-diplom ática del A y u n ta­ miento de O viedo” , Imp. Pardo, Gusano y Cía., editores, San José, 6, Oviedo, 1889. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 717 ponga para satisfacer el costo de esta obra; que llam e al MaestroArquitecto Muñiz que la tome a su cuidado y con la brevedad po­ sible bajo las órdenes y dirección de Vd. que espero tom ará p or su ciudad y por m í este trabajo. Y renovando a Vd. m i afectuosa atención, ruego a Nuestro Señor guarde su vida muchos años. Contrueces, 28 de m arzo de 1803. Juan-Obispo de Oviedo. Sr. D. Jo­ sé M éndez V ig o » (8). El padecim iento del Obispo, en apareciencia sin importancia, no pasó desapercibido para el Cabildo, que envió al P rio r de Pala­ cio fuese a Contrueces a interesarse por su salud, ofreciéndole a la vez cuanto pudiera contribuir a su alivio y com odidad (9). P or una pintura ejecutada por el diplom ático y escritor avilesino D. David Prada años después de fallecido el Prelado, cuyo óleo sumamente deteriorado se conserva en la Catedral de Oviedo y que se inserta en este trabajo, al efectuar su examen se recibe la im pre­ sión de hallarnos ante una persona de fuerte contextura, de faccio­ nes regulares muy masculinas, mirada fija pero agradable, perfecta la nariz, póm ulos ligeram ente prominentes, boca grande y frente despejada de gran dignidad, cuello corto y grueso, ancho el tórax y manos bien cuidadas, conjunto quizá obtenido de una fotografía en su juventud. Con anterioridad a la indisposición del Obispo en Contrueces, tuvo otro padecim iento en Avilés en 1800, posiblemente anticipo o malestar de su padecim iento posterior. El estudio de los Obispos en relación con sus enfermedades no siempre resulta fácil hacer un diagnóstico cierto, siendo en muchas ocasiones sólo perm isible hacer un juicio de presunción, pues la apariencia saludable puede ocultp.r la existencia de un padecimien­ to cardíaco, una coronariopatía de evolución subclínica, sufrim iento cardíaco impensable entonces por sus períodos asintomáticos, en ocasiones capaces de durar varios años, hasta que un factor de los que hoy conocemos com o de riesgo coronario provoca el desenlace fatal. Después de la indisposición del año 1803 tuvo el Obispo dos años de aparente tranquilidad, sin lograr su total restablecimiento, siendo en 1805 cuando se hizo público el conocim iento de que el Prelado se encontraba enferm o de cuidado, momento en que inter­ viene el Cabildo, que encomienda al cirujano D. Ramón Valle, años atrás postergado, atienda al Obispo permaneciendo continuamente (8) A A O .— L ib r o de Acuerdos, folios 21v y 22, 28-111-1803. (9) A C O — T. 65, folio 21, 18-XI-1803. 718 MELQUIADES CABAL GONZALEZ en su habitación para socorrerle de los repetidos ahogos que con frecuencia presenta, actuando como médico de cabecera, llegándose a la precisión de nombrar un cirujano sustituto para la asistencia a los hospitales (10). Recogen las Actas Capitulares en esta ocasión la sintom atología más dominante, los ahogos, induciendo a pensar, teniendo en cuen­ ta su robusta complexión, pudiera ser causa de los ahogos un asma cardíaco, cuadro clínico de gran parecido a los accesos de asma bronquial, de presentación en las cardiopatías crónicas, sin excluir la posible coexistencia de una hipertensión o una coronariopatía. N o obstante las medidas adoptadas por el Cabildo y el acierto en elegir al cirujano D. Ramón Valle para asistirle, facultativo de gran pericia, la sintomatología fué en aumento, ocasionando el fallecim iento a las 9 de la noche del día 23 de abril de 1805, dán­ dosele sepultura en la Capilla M ayor de la Catedral, tañendo las campanas de la Santa Iglesia, comunidades y parroquias durante dos horas, form ando el duelo del sepelio el Chantre, Babia, Ayala y el Penitenciario, obteniendo permiso el Arcediano de Gordón pa­ ra ir de manteo com o los demás componentes del duelo. N o obstante haber gobernado la Diócesis de Oviedo durante 14 años, no dejó una labor perdurable, ni puede ser catalogado com o un Prelado eficaz, quizá en parte debido a falta de iniciativa y más probablemente a su enfermedad o a ambas cosas a la vez. OBISPO D. AND RES TO RR E S Y GOMEZ El Obispo D. Andrés Torres y Gómez no llegó a ocupar la Silla Episcopal de Oviedo, pues una enfermedad de maligna evolución le im pidió, después de confirmado, tomar posesión de la Diócesis. Preconizado por S. Santidad el Papa para la m itra de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo a principios del mes de setiembre de 1805, y llegadas las Bulas y ejecutoriales, una carta del Obispo electo fechada en Jaca (H uesca) el 30 de octubre de 1805 dirigida al Deán y Canónigos de la Iglesia de Oviedo, daba al traste con las ilusiones puestas para su solemne recibimiento. La carta a que se alude dice así en algunos de sus párrafos: (10) ACO.— T. 65, folio 303, 22-IV-1805. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 719 Cuando pensaba solo como debo, en el olvido y desprecio que m erezco y con la m ayor amargura repasaba m i vida adelantada pero inútil y ociosa, el Rey (q.D .g.) quiso nom­ brarm e para el Obispado de esa Santa Iglesia sin tom ar el empeño de m anifestar el susto y asombro que semejante noticia m e causó...... Ninguno menos ambicioso del esplendor y la grandeza; nin­ guno más cobarde para ejercer empleos de responsabilidad y ciencia, y ninguno más insuficiente, más pobre y descono­ cido. Y aunque pudiera lisonjearm e de algunas prendas no sería un vano y orgu lloso...... Estoy seguro que los medios que han podido servir para tan desproporcionada exaltación, son tan desconocidos para mí, com o para todos los de la oración, y que p or consiguiente han m ediado ciertos designios del Altísim o y de nuestro So­ berano que debo respetar v obedecer. Sé por otra parte que presidiré en V.S.I. un senado bien responsable pero lleno de ciencia, virtud y excelente ejem ­ plo. Reciba V.S.I. la noticia que le doy de ser su indigno Prelado con regocijo y sin temor; con regocijo porque así lo ha que­ rido Dios, porque V.S.I. tendrá un padre, un hermano, un am igo y un bienhechor. Sin tem or porque únicamente desea­ ré la fortuna de V.S.I. y la paz...... La carta indicaba no le era posible señalar con certeza el lugar y tiem po para su consagración, aduciendo haber padecido quebran­ tos en la salud y no recobrado en su totalidad, albergando no obs­ tante la esperanza que no ha de tardar, máxime si S.I., com o se lo suplico y espero, dirigen oraciones al cielo para que me dispense sus consuelos. El Obispo, percatado o no de la gravedad de su padecimiento, mantiene la esperanza de su recuperación, convencido de ello o tratando de ilusionar a los demás con augurios favorables. Las dignidades ovetenses contestan al Obispo el 13 de noviem ­ bre de 1805, y estando interesados en su elección, continúan con más oraciones a la Divina clemencia para que se digne «com p le­ tárnosle» cuanto antes, con el deseo de ver al Obispo en la Silla Episcopal. N o obstante los buenos deseos del Cabildo, la enferm edad si­ guió un curso rápido y desfavorable, ocasionando el fallecim iento el 12 de febrero de 1806, víctim a de una enfermedad pesada, «en ­ fadosa y m aligna», según expresión de Fray Lorenzo, Obispo de Jaca, fechada en este lugar el día 16 del mismo mes y año. La enfermedad, cuya denominación no figura en ninguno de los documentos examinados, le redujo a un estado de suma debilidad, 720 MELQUIADES CABAL GONZALEZ agotando todas sus fuerzas, lo que hace pensar que su problema patológico fuese una neoplasia de probable localización abdominal, quizá gástrica, por ser las tumoraciones de esta zona juntamente con las pancreáticas, las que ocasionan m ayor astenia y desnu­ trición. Según documentación que se conserva en el Archivo de la Ca­ tedral de Oviedo, el Obispo D. Andrés Torres y Gómez pasó por la vida sembrando dulzura y caridad para con los pobres, siendo esta virtud la dominante y favorita de su vida. Llevó la enfermedad con ejem plar resignación y mansedumbre según carta del Obispo de Jaca, D. Lorenzo, seguro com o estaba de acercarse la hora del Señor y sintiendo venir la muerte con pasos acelerados, la esperó con ánimo tranquilo y sereno, semblante ri­ sueño y apacible, y penetrado de los grandes y sublimes sentimien­ tos que abrasaban a San Pablo cuando exclamaba que deseaba desatarse de las cadenas del cuerpo y m orir eternamente en Jesu­ cristo, y abrazando el Crucifijo y lleno de paz, entregó su alma al Creador (1). P or su parte, D. Juan Pablo Mestanza, Presbítero Secretario de Cámara del Obispo Fray Lorenzo Alaguero y Ribera, Obispo de Ja­ ca, del Consejo de S.M., certifica que en la tarde del día 12 del mes de febrero del año 1806 falleció en la ciudad de Jaca el Obispo D. Andrés de Torres y Gómez, Deán que fué de la Santa Catedral de esta ciudad y Obispo electo de Oviedo, y que en la mañana del día 14 se le dió sepultura en el Presbiterio, con el honor correspon­ diente a su dignidad (2). A su vez el Cabildo catedralicio de Oviedo recibía por la misma fecha testimonios de las virtudes que adornaban al que hubiera sido Obispo de Oviedo. Era un Pastor celoso, un Prelado ejem plar dotado de las más relevantes prendas. La mendicidad y la pobreza perdieron un extraordinario amparo, que siempre m iró con indife­ rencia la fortuna, siendo de admirar la conform idad con que sufrió sus terribles males; la paz y la alegría con que entregó su espíritu, y la conmoción general de todo el pueblo reunido en torno de su féretro. (1) L a s frases que anteceden corresponden textualm ente a las contenidas en una carta del Obispo F ray Lorenzo de Jaca, de fecha 16 de febrero de 1806. (2) A C O .— Certificado extendido por D. Juan P a b lo M estanza y R ibera, Secretario de C ám ara del Obispo de Jaca, autorizado con el sello m enor de sus armas, en la ciudad de Jaca a 16-11-1806. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 721 P o r su parte el Arcediano de Gordón exhibió una carta que D. Carlos de Torres, sobrino del Obispo, enviaba desde Jaca con fecha 25 de feb rero de 1806 al Arcediano de Ribadeo y Gobernador del Obispado dando cuenta del fallecim iento de su tío, acordando el Cabildo se toque a muerto después de horas por espacio de una hora en la Santa Iglesia, parroquias y conventos de la ciudad, dando parte a S.M. y al Nuncio Apostólico de estos Reinos de la vacante (3). O B ISPO D. GREG O RIO H E R M ID A CAMBA La relación de este Obispo con la Diócesis de Oviedo tuvo lugar el 3 de octubre de 1806, por mediación de una carta dando cuenta haber llegado a M adrid las Bulas de confirmación, y que verificado el pase rem itirá los poderes al Deán y Canónigo más antiguo para que en su nom bre tomen posesión (1). Pasados algunos días, el 23 del mismo mes y año, daba ceunta el Deán al Cabildo haber llegado las Bulas confirm atorias al nom­ bram iento del Obispo, papeles que el Doctoral llevaría al Cabildo del día siguiente para ser reconocidos y examinados. Los documen­ tos correspondían a S. Santidad el Papa Pío V I I y a la católica M ajestad del R ey Carlos V I (2). Se ignoran muchos momentos y episodios de la vida de este Prelado, pues las Actas Capitulares rara vez hacen partícipe al Obispo del cotidiano quehacer de la Diócesis. P or esta razón, cuando se investiga la patología sufrida y se trata de confeccionar su historia clínica, no se encuentra inform ación no obstante haber leído numerosos libros de actas correspondientes a los años que gobernó la Diócesis, sospechando que al proceder así se trataba de ocultar para no inquietar la tranquilidad de la población católica. Para conocer la enferm edad primera que tuvo el Obispo hay que remontarse al año 1806, cuando en viaje hacia Oviedo, enferm a de gravedad en Luarca, situación que se pone en conocim iento del Cabildo, p or si éste tiene a bien enviarle capitulares a visitarle, (3) A C O — T. 66, folio 17, 25-11-1806. (1) A C O — T. 66, folio 54v, 3-X-1806. (2) A C O .— T. 66, folio 57, 24-X-1806. 722 MELQUIADES CABAL GONZALEZ ofreciéndose unánimemente para ofrecerle sus facultades y auxi­ lios, a la vez que se hacían rogativas por su salud (3). La enfermedad, cuyo diagnóstico médico no se indica, le retuvo en Luarca varios días, y una vez repuesto de lo que pudo haber sido un proceso gripal, presumible dada la época del año en que ocurrió y las dificultades que el viajar implicaban entonces, son datos que si no afirm ativos parecen abogar por una gripe sin com­ plicaciones. Repuesto sólo en apariencia, anuncia en nueva carta haber lle­ gado a Avilés, y que desde allí tenía resuelto entrar en la ciudad el día 15 de diciembre, pero pendiente aún de recuperarse total­ mente; en otra misiva manifiesta continúa en Avilés, anunciando su entrada pública en la ciudad el 23 de diciembre (4). P or este tiempo, corría el año 1808, el Obispo, que padecía en­ ferm edades frecuentes de las que no tenían conocim iento sus fieles, disponía de un coche para pasearse por la ciudad y su Diócesis, coche que fué incendiado en la revuelta producida en la Plazuela de la Fortaleza por la plebe insurrecta en junio del año aludido (5). Como el Obispo al parecer necesitase coche, se adquirió otro en Londres, de color aceitunado, forrado de paño drapé fino con sus galones, muelles finos de acero con sopandas de fierro y muy fuerte y todo él de la m ejor calidad, coche que no llegaría a disfrutar el Obispo, por cuanto el General francés Bonet, cuando ocupó parte de la provincia, su Intendente D. Antonio Gómez de la Torre, dis­ puso del mismo, llevándole fuera de España cuando el enemigo vencido fué expulsado de Asturias (6). El Obispo D. G regorio Herm ida Camba fué protagonista de uno de los episodios más importantes de la historia de España en su tiempo, al negarse en rotundo a ejecutar el Real Decreto de 22 de febrero de 1813, que ordenaba que al ofertorio de las misas mayo­ res durante tres domingos consecutivos se leyese el m anifiesto en que las Cortes Generales determinaban la supresión del Santo T ri­ bunal de la Inquisición. Contrario a la supresión de la Inquisición, manifestaba el Obis­ po en fecha 23 de abril de 1813 que el único objeto de su m inisterio (3) A C O — T. 66, folio 62v, 27-XI-1806. (4) A C O — T. 66, folios 67v y 68, 22-XII-1806. (5) A r i a s d e l V a l l e , Raúl.— “E l coche del Sr. O bisp o” , A lb u m de fiestas de San Juan de la Pedrera, Gijón, 1980. (6) A C O .— Cuadernillo con foliación irregular referente al expediente en­ tre D. José M éndez V igo con el fiscal de expolios, sobre el im porte de un coche im portado de Londres, 17-IX-1815. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 723 era el bien y utilidad de sus fieles, ejerciéndolo de form a suave y dulce. El Obispo no se dejó influir con amenazas, pues desde Contrueces enviaba a D. Antonio Cano Manuel una carta de fecha 2 de junio de 1813 manifestándose contrario al Real Decreto que abolía el Tribunal de la Inquisición. Se llegaba así a una situación en la que el Jefe Político del Principado conminaba al Prelado a que en el plazo de una hora contestase si estaba presto a cum plir el Decreto de S.M., y ante su negativa fué preciso indicarle sería objeto de extrañamiento de los Reinos y la ocupación de sus temporalidades, advirtiéndole sería traslado por mar a la ciudad del Ferrol, cuyo Gobernador ya había recibido órdenes de cóm o tratar al perturba­ dor y perturbado Obispo. De nuevo entonces se invoca el deterioro de su salud, concedién­ dole indicase el lugar donde quisiera pasar fuera del Reino una vez estuviese restablecido y en disposición de hacer el viaje, que haría con el decoro que correspondía a su alta dignidad, sin perjuicio que en el F errol recibiese todos los auxilios y atenciones médicas para recobrar la salud. Es com prensible que tal desazón m oral influyese en la salud del Obispo, predom inando en nuestra opinión lo psíquico sobre lo or­ gánico. En el F errol fué breve su destierro, pues el día 12 de setiembre de 1813, aún no restablecido, viaja haciendo cortas detenciones a Santa M aría de Cambre, lugar templado y apacible, continuando a la villa de Viana de Foz, donde se acomoda durante algún tiempo esperanzado en lograr algún alivio. El Obispo no fué al destierro sin documentación oficial, pues D. Francisco X avier M elgarejo y Rojas, Comendador de Guadalerza en la Orden de Calatrava, le había expedido licencia y seguro pa­ saporte para «q u e consecuente a Real Orden de 9 de ju lio de 1813, pueda pasar con ocho personas de su fam ilia y criados al Reino de Portugal, en cuyo viaje, según previene en la misma Real Orden, se le tratará con el decoro que corresponde a su alta dignidad», ordenando y mandando a los Oficiales militares y M inistros de Jus­ ticia de su jurisdicción no le pongan im pedim ento alguno en su viaje, antes bien le den y faciliten el auxilio que necesitare de alo­ jam iento y bagajes, pasaporte fechado en Ferrol a 17 de setiembre de 1813. E l viaje a Ferrol lo hizo en litera, durando el traslado 14 días, no sin gran quebranto. 724 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Si juzgásemos por la firm a y rúbrica que observamos en sus numerosos escritos, se obtiene la impresión, com o médico, que el Obispo D. Gregorio Hermidad Camba era ya en aquellas fechas un hombre entrado en años, y que padecía una arteriosclerosis cere­ bral, que explicaba no solamente sus actitudes, sino más bien por el tipo de letra, que al correr del tiempo se hace más imprecisa y temblona, y escrita con evidente dificultad. En numerosos escritos suplicaba regresar a España, petición que le fué concedida el 22 de mayo de 1814, siendo entonces cuando el Obispo, en carta escrita desde Soto de Luiña, expresaba al Cabildo el mucho obsequio en su recibiento, reiterando que su salud no le perm itía hacer la entrada con la solemnidad que el Cabildo había preparado (7). La actividad del Obispo decrece desde su regreso a la Diócesis, tal se deduce de la falta de inform ación en las Actas Capitulares, silencio que desaparece el 3 de octubre de 1814, en que el Cabildo reunido en Angulo hace saber que el Obispo sa hallaba gravemente enferm o, haciéndose rogativas al día siguiente por su salud (8). Su estado tantas veces creído fuera engañoso, tocaba a su fin, ocurriendo el fallecim iento el 10 de noviem bre de 1814 entre las 6 y 7 de la tarde, disponiendo el Maestro de Ceremonias enterrarle el día 12, dando aviso a las comunidades y parroquias para acudir al coro a las 8 de la mañana y seguidamente darle sepultura. Nada cierto se sabe sobre el facultativo que asistió al Obispo en su últim o padecimiento, admitiendo com o probable fuera D. An­ tonio Correa, incorporado a la nómina del Cabildo en setiembre de 1792, actuando hasta su jubilación, falleciendo en diciembre de 1831. También es posible fuera asistido por el m édico cirujano D. Ra­ món del Valle, o ambos a la vez, pues hasta 1815 el Cabildo no toma la decisión de jubilarlo por tratarse de un profesional de extraordi­ nario prestigio y honradez, a la vez que Catedrático de Anatomía (9). (7) A C O — T. 67, folio 73v, 16-VI-1814. (8) A C O — T. 67, folio 95v, 3-X-1814. (9) C a b a l , M elquíades.— “Hospitales antiguos de O viedo” , ID E A , Oviedo, 1985. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 725 O B ISPO D. G REG O RIO CERUELO DE LA FU E N T E Sucedió a D. G regorio Herm ida Camba en el Obispado de Ovie­ do. Nacido en Santa Eulalia de Paredes de Nava (Palencia), se desconoce la fecha de nacimiento. Su confirm ación com o Obispo de Oviedo tuvo lugar el 18 de feb rero de 1815 según carta que desde Palencia dirige al Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Oviedo, concebida en términos pare­ cidos a sus predecesores, por lo que carece de interés reproducirla. Tenía el Obispo D. G regorio Ceruelo de la Fuente dos sobrinos, D. Juan de la Cruz y D. V íctor Ceruelo Velasco, ambos de Palencia, que progresaron a la sombra y amparo del Prelado, siendo D. Juan quien acompañó al Obispo a la toma de posesión de la Silla Epis­ copal ovetense (1). Llegadas las Bulas y demás documentos a Oviedo, el Deán las hizo conocer al Doctoral, dándole posesión el 23 de setiembre de 1815, confirm ado previam ente por el Papa Pío V II, con la adverten­ cia no se demorase la toma de posesión del Obispado (2). Los Comisarios de la Catedral salieron a recibirle a bastante distancia, viajando en carruaje o muía, pues nada más avistarle se apearon y tras saludos corteses el Maestrescuela pronunció una arenga que fué escuchada por el Obispo som brero en mano, contes­ tando al saludo con la «efusión de su corazón». Después se fueron a com er a La Man joya, y tras el almuerzo regresaron todos hasta la casa de Ania, en cuyo portal vistió el Obispo la Capa Coral, mientras que el Cabildo se dirigía a San Tirso, donde entró el Prelado, que hincándose de rodillas durante unos instantes adoró la Cruz de la Victoria. Una vez en la Catedral, se dirigió al Altar M ayor, y concluidas las antífonas, tal com o prescribe el Pontifical, el Deán le tom ó ju­ ramento sobre un Misal, siendo testigos de la ceremonia el Marqués de San Esteban, Conde de Peñalba, D. Francisco de H eredia y D. Pe­ dro Salas Omaña, dos comisionados y el Secretario Capitular. Después del juram ento, el Prelado se sentó al lado del Evangelio, retirándose los Capitulares al Coro, besando uno tras otro, por su antigüedad, la mano, a la vez que recibían su bendición (3). (1) S u a r e z , C.— “ Escritores y artistas asturianos”, Imp. Sáez H erm anos, M adrid, 1936. (2) A C O — T. 67, folios 148v y 149, 23-IX-1815. (3) A C O — T. 67, folio 158v, 30-X-1815. 726 MELQUIADES CABAL GONZALEZ E l nombramiento de D. Gregorio de la Fuente, un absolutista furibundo al decir de Jove y Bravo, avivó aún más la encarnizada persecución contra los liberales, siendo advertido fuese moderado en la represión, existiendo una Real Orden signada p or D. Tadeo Calomarde de fecha 29 de noviembre de 1826 conminándole a que actuase con m ayor justicia y rectificase los atropellos (4 y 5). En un intento de conocer el aspecto físico y posibles enferm e­ dades del Obispo, nada más demostrativo y elocuente que examinar el retrato al óleo realizado por el pintor realista V. López, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Oviedo. El Obispo, sen­ tado, se muestra en toda su magnificencia. Dentro de la belleza que el cuadro ofrece sobresale el aspecto de la cabeza, que se nos anto­ ja grande, redonda, potente, de frente despejada acentuada aún más por el comienzo de su calvicie. Pero es en la cara donde los rasgos fisonómicos, acentuados en conjunto, dan la medida de su carácter. Sus cejas arqueadas muestran los párpados superiores grandes, sin caer sobre los globos oculares. Su mirada es viva, profunda, penetrante y carente de dulzura; la nariz grande pero correcta y proporcionada a la cara; m ofletes gruesos, carnosos, y sonrosados en la pintura original; orejas algo aladas, boca grande sin exceso y mentón ancho y pronunciado sin demasía, adquiriendo el observador la impresión de hallarse ante un hombre de mediana juventud, de carácter fuerte poco atrayente para su función de Pas­ tor espiritual. Siguiendo el examen del cuadro se puede apreciar la caída acentuada del hom bro derecho que parece normal, com parado con abultamiento del izquierdo, no atribuible a la torsión del torso que aparece distendido en posición natural. Pero son las manos del Obispo las que el pintor recoge con m ayor naturalidad en el retrato. Son manos exentas de belleza, enormemente deformadas, artrósicas, con un grueso tofo en el metacarpo de la mano izquier­ da. La mano derecha, que apoya sobre el dorso de un libro, parece buscar descanso a sus doloridas articulaciones interfalángicas, con el anillo episcopal secuestrado en el dedo anular, quedando oculto p or el atuendo el carpo y metacarpo de la mano derecha eviden­ temente deform ado, llamando igualmente la atención la gran de­ form idad del hom bro izquierdo, posiblemente p or una artrosis deform ante en grado sumo de la articulación escápulo humeral, (4) J o v e Y B r a v o , R.— “A sturias”, de Bellm unt y Canella, T. I, G ijón, 1895. (5) C a v a n i l l a s , R.— “L a C atedral de O viedo”, Edit. A y alg a, Salinas turias), 1977. (A s ­ COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 727 perfectam ente ostensible a través de las vestiduras y de la banda de la Cruz pectoral. La artritis reum atoide provoca en ocasiones grandes deform i­ dades, y aunque su m ayor incidencia es en el sexo femenino, no excluye a los hombres entre los treinta y cincuenta años de edad. En los casos más típicos com o el del Obispo Ceruelo de la Fuente, aparece insidiosamente, afectando en ambos lados las articulaciones de la mano, y p or tanto las interfalángicas proxim ales y metacarpo falángicas, siguiendo en orden de frecuencia las rodillas, codos, hom bros y caderas. La articulación afectada se pone tumefacta, dolorosa espontáneamente y a la presión, y la piel circundante es en ocasiones enrojecida y ligeramente más caliente que la que recubre zonas normales. Las causas de la enfermedad no están aún hoy día determinadas con exactitud, predominando la teoría que atribuye la artritis a una enfermedad autoinmune. Persistiendo en el análisis del retrato se puede pensar que el Obispo, además de la artrosis, padecía una broncopatía crónica, con posible agudizaciones invernales, haciendo hincapié los Esta­ tutos Capitulares que a causa de la revolución se vió obligado a salir de la Diócesis en el rigor del invierno, donde sus procesos patológicos sufrieron evidente perjuicio. La salud del Obispo Ceruelo de la Fuente, hipotecada por sus enfermedades, se incrementó con seguridad en su aspecto psíquico y orgánico ante las persistentes revueltas habidas en la ciudad, herencia de las existentes en la época de su predecesor D. G regorio Hermida. Después de gobernar durante algunos años la Diócesis de Ovie­ do, determ inó allá p or el año 1829 se pavimentase toda la Catedral con baldosas blancas y negras, encomendando el trabajo al maes­ tro Roque Quirós, ascendiendo la obra a treinta y tres m il duros, así com o la verja de bronce que cerraba la Vía Sacra en el antiguo Coro, siendo atribuido su diseño, estilo y buen gusto a D. Isidro Achúcarro, dejando en su testamento una manda para la limpieza y conservación. Su fallecim iento fué comunicado al Cabildo por su sobrino el Arcediano de Ribadeo en el Angulo del día 27 de marzo de 1836, después de tres meses de incómoda enfermedad, y ocurrido el óbito a las doce y media del día 26, y habiéndose rezado un respon­ so p or su alma com o era de costumbre, se determ inó que el entie­ rro se verificase al día siguiente, anticipándose en m edia hora la entrada en el Coro, ordenando al Maestro de ceremonias dispusiese el enterram iento y avisase a las parroquias y conventos de la ciudad. 728 MELQUIADES CABAL GONZALEZ En una cláusula del testamento, leída por el Arcediano de Ribadeo, manifestaba encomendaba su alma a Dios, y que se am or­ tajase el cadáver con las sagradas vestiduras correspondientes de acuerdo con el Pontifical Romano, deseando ser sepultado, si fuera del agrado de sus venerables hermanos, el Deán y Cabildo, en la Capilla en que se veneran las sagradas reliquias de Nuestra Patra­ ña Santa Eulalia, en el pavimento frente al altar, entre las dos rejas, cubriendo la sepultura con una lápida en que se lea la si­ guiente inscripción: «A qu í yace D. Gregorio Ceruelo de la Fuente, Obispo de este Obispado.— Requiescat in pace.— Am én». O BISPO D. IG NACIO D IAZ CANEJA Procedía de un pequeño lugar del partido judicial de Riaño, en Oseja de Sajambre (León ), donde fué nacido el 31 de ju lio de 1769, siendo sus padres D. Tomás Díaz Caneja y D.a M aría Tovar, ambos vecinos de la villa de Oseja. La prim era enseñanza la recibió en la escuela del pueblo, y años más tarde completa estudios en Pedrosa del Rey, donde un modesto cura parroquial cuyo nombre olvidó la posteridad le enseñó latín. Su futuro eclesiástico, su porvenir en el seno de la Iglesia, fué favorecido por un tío suyo residente en Valladolid, perteneciente a la Orden de los Basilios, que le brindó la oportunidad de llevarlo a la ciudad para ampliar estudios superiores en el M onasterio de los Benedictinos, doctorándose en Teología en Avila. El futuro Obispo, tras recibir las Ordenes Sagradas, fué desti­ nado a Valladolid, siendo nombrado catedrático del Sem inario de San Froilán, y en 1802 se le asigna la parroquia de Villabalter, don­ de perm aneció más de treinta años. Tenía D. Ignacio Díaz Caneja un temperamento enérgico, inquie­ to y era gustoso de la política, pues con independencia de esta manera de ser que determinaba su carácter, su proceder tanto en las cosas de la Iglesia como ajenas a ella, siempre estuvieron in­ fluidas p or su hermano D. Joaquín, persona de acusada inteligen­ cia, b rilló com o abogado por su elocuencia y ambiciones políticas de tipo liberal, alcanzando un acta de Diputado en las Cortes de Cádiz. Constitucional a ultranza, antiabsolutista y antifernandino, al regresar Fernando V I I a España se refugió en Portugal, después en Francia y finalmente en Italia. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 729 De regreso a España, los años y las ausencias m oderaron su ideología política, llegando a ocupar la Subsecretaría de Gracia y Justicia en 1834, y doce años después, en 1846, se le confía la Car­ tera de esta titularidad. La actividad política de su hermano D. Joaquín influyeron ne­ gativam ente en el com portam iento del sacerdote, que hace pública m anifestación de constitucionalista, recibiendo con jú bilo la Cons­ titución gaditana. A partir de 1814 comienza la intranquilidad de D. Ignacio, pues sus enemigos políticos le califican de sospechoso, jansenista, hereje e im pío, m otivando que el Obispo de León le confine en el Monas­ terio de Santo T orib io de Potes, refugio que le sirve de consuelo m editando el Viacrucis, y escribiendo sus meditaciones. Cuando se libera del destierro se hace cargo de nuevo de la Parroquia de Villabalter, mas persistiendo viva su pasión política, de nuevo el Obispo ha de actuar con mano dura, suspendiéndole «a b -oficio», recluyéndole en el Convento de San Francisco de León, donde permanece hasta que convencido el Obispo de su buena fe, pone en sus manos otra vez la Parroquia de Villabalter. Una vez en libertad, renace su temperamento díscolo, disputando la preben­ da de Chantre de la Catedral de León, llegando a Oviedo para tom ar posesión del Deanato e-1 22 de mayo de 1835, cuando ya p or enton­ ces contaba 65 años de edad (1). N o obstante su discutido pasado, y cuando lleva en Oviedo 12 años com o Deán, es presentado por S.M. la Reina para Obispo de la Diócesis de Oviedo, noticia que «p o r su avanzada edad le pone al borde del sepulcro, suplicando le admitiesen la renuncia de tan elevado cargo» (2). Sus años no merman su actividad, pues seguidamente a su aceptación escribe al Arzobispo de Santiago para que nombre Go­ bernador y P rovisor V icario General a D. Manuel Pérez Suárez, Canóniga de la Santa Catedral de Oviedo (3). E l Obispo electo fué consagrado en Valladolid, y antes de em prender el viaje se despide del Cabildo com o individuo y Pre­ lado (4). (1) V i ñ a y o , Antonio.— “ El Sem inario de O viedo” . T alleres “ G ráfic as L u x ” , Oviedo, 1905. (2) A C O — T. 72, folios 343 y 344, 15-XI-1847. (3) A C O .— T. 72, folio 346, 20-XII-1847. (4) A C O .— T. 72, folio irregular, 4-V IM 848. 730 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Cuando regresa a Oviedo tras su consagración, los comisionados del Cabildo salen a su encuentro hasta Olloniego, acompañándole hasta la Quinta de Barrio que le franquearon Ribadeo y Prior, para que en ella se le ofreciese la com ida de costumbre, llegando el Obispo en coche hasta la casilla de San Roque, y desde ella a caballo hasta la casa de Ania, que se hallaba adecentada con corti­ najes y un sitial para revestirse el Obispo de ropas corales, saliendo una vez cambiadas las ropas hasta el pórtico de San Tirso, donde el Cabildo le espera procesionalmente (5). Los comisionados del Cabildo propusieron se le hiciese el regalo de Pontifical que había pertenecido al Obispo D. Gregorio Herm ida Camba y el báculo de D. Gregorio Ceruelo de la Fuente, haciendo su entrada el día 3 de agosto de 1848, prestando juram ento en la form a ritual, colocando la mano derecha sobre el libro abierto de los Evangelios, jurando el Prelado guardar los privilegios, senten­ cias, reglas, etc., etc. Poco tiem po después de hacerse cargo del Deanato en la Cate­ dral de Oviedo, con 66 años de edad, y quizá temiendo p or su existencia, hizo testamento en la Notaría de D. Benedicto Blázquez en fecha 2 de diciembre de 1854, manifestando, aunque fuera puro form alism o, hallarse con salud y cabal juicio, y a la vez creer fir­ memente el inefable M isterio de la Santísima Trinidad (6). Su interesante y minucioso testamento señala que desde el pri­ m er día que ocurriese su muerte si fuera en hora regular, com ien­ cen a celebrarse por el descanso de su alma e intención m il misas, remunerando a los sacerdotes celebrantes con cinco reales. Merece especial mención por su significado, la manda de tres m il reales que otorga al Hospital Civil de Oviedo para atender a la curación de los enfermos, otra al Hospicio Provincial de dos m il reales, a las víctimas de la Guerra de la Independencia lo acostum­ brado, y al Seminario Conciliar del Obispado. Aunque las donaciones familiares eran las más importantes por su cuantía, no olvida los años pasados en Villabalter, otorgando manda para la Escuela y Parroquia, Iglesia de Oseja, y para los testamentarios a los que lega y manda a cada uno de ellos media docena de cubiertos de plata. Meses después de fallecer el Obispo, manifestaban los testamen­ tarios tener en su poder 10 casullas, dos dalmáticas, cinco copón (5) A C O .— T. 72, folio irregular, 18-VII-1848. (6) Testamento del Obispo D. Ignacio Díaz Caneja, por cortesía de Elena Rodríguez Díaz, fam iliar lejano del Obispo, con nuestro agradecimiento. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 731 de color negro, más siete varas de alama m edio tisú fondo plata para com poner un palio, y ocho varas de metal blanco galbanizado de plata para el palio con el fin de regalarlo a la fábrica de la Santa Iglesia (7). La fundación del Sem inario Conciliar fué la obra más m eritoria del Obispo D. Ignacio Díaz Caneja, pues sólo la tenacidad de un Prelado octogenario hizo realidad una obra necesaria para form ar clérigos instruidos de buenas costumbres. N o fué fácil realizarlo p or faltarle el apoyo de la ciudad, la incomprensión de algunos capitulares y la abierta oposición del Claustro Universitario. El Sem inario fué ubicado en el antiguo Convento de Santo Dom ingo de los P.P. Dominicos, que abandonado y ruinoso tras la supresión y expulsión de las comunidades religiosas, ofrecía en su abandono m ejores perspectivas para su restauración que los otros edificios vacantes, com o el Colegio de San Matías de la Compañía de Jesús, antiguo H ospital y Cuartel de Milicias. Para conseguirlo hubo de vencer numerosas dificultades, solventadas por la genero­ sidad de la Reina, reedificando parte del Convento y reform ando lo restante del edificio hasta conseguir gran número de aposentos, aulas y oficinas (8). Para el v iejo y tenaz Obispo la fundación del Sem inario Conci­ liar era la necesidad más sentida de la Diócesis, mientras que no pocos interesados en distintos conceptos dificultaban cuanto les era posible se llegase a establecer, teniendo lugar su inauguración el 19. de enero de 1851, entrando en el recién instalado Seminario 40 seminaristas para dar vida y comienzo a la institución igualmen­ te esperada y com batida (9). Durante su episcopado sufrió Oviedo varias epidemias de tipo colérico, señalando las Actas Capitulares que en la epidem ia de 1854 el Ayuntamiento hacía observar al Cabildo, vencida ya la epi­ demia, la conveniencia de suspender la celebración de los Oficios Divinos la víspera de Navidad, evitando que las aglomeraciones de gente en el tem plo pudiesen ocasionar nuevo brote epidem ioló­ gico (10). (7) A C O .— L ib r o de Acuerdos, 74, folio 22, 9-III-1857. (8) Constituciones del Sem inario Conciliar de Santa M a ría Asunción de la ciudad de Oviedo, dispuestas por el Excmo e Iltmo. Sr. D. Ignacio Díaz C aneja, O viedo, 1851. (9) V i ñ a y o , Antonio.— “ El Sem inario de O viedo” , Edit. T alle res “G ráficas L u x ”, Santa A n a, 6, Oviedo, 1955. (10) A C O .— H o ja 20-IX-1855. sin fo lia r signada por el Obispo D íaz C aneja, Oviedo, 732 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Poco había de disfrutar el senecto Obispo de su obra al fallecer el 20 de noviem bre de 1856 a los 87 años de edad. En esta fecha su sobrino D. Domingo Díaz Caneja participaba al Cabildo el fallecim iento, ocurrido hacia las seis menos cuarto de la mañana del mismo día. Enterado el Cabildo, se rezó un responso p or su alma, acordando que el Maestro de Ceremonias dispusiese el entierro para el día siguiente por la mañana, y cumpliendo el deseo expresado en el testamento fué sepultado sin embalsamar en la Capilla Mayor, destinada para acoger los restos de los Obispos de la Diócesis (11). N o obstante la avanzada edad del Obispo D. Ignacio Díaz Cane­ ja, las Actas Capitulares de los dos años anteriores a su falleci­ m iento no recogen dato alguno sobre enfermedades anteriores a la defunción, lo que hace presumir con cierto fundamento que la salud del Prelado era buena, admitiendo que el óbito ocurrió ines­ peradamente, sin padecimiento previo, víctim a de un fallo cardíaco en un corazón senil, existiendo hoy día estudios documentados que admiten la existencia en la vejez de una m iocardiopatía con hiper­ trofia concéntrica del corazón, en especial el ventrículo izquierdo, acompañado o no de síntomas clínicos, principalmente disnea, mo­ lestias angoroides, síncope y muerte súbita. N o obstante ser voluntad del Obispo se le diese sepultura en la Santa Catedral de Oviedo, cuarenta y cinco años más tarde, en 1901, un fam iliar del Prelado solicitaba al Cabildo ovetense el tras­ lado de los restos de su tío para depositarlos en el panteón que la fam ilia tenía en la Iglesia de Ose ja, petición que hacía su sobrino D. Dom ingo Díaz Caneja, accediendo el Cabildo previa licencia «in scrip tis» del Sr. Obispo, dejando por entonces el m odo y form a de la exhumación de los restos (13). O BISPO D. JUAN IG NACIO M ORENO Y M A I SON A VE Eminente Prelado español, nació en Guatemálaga el 24 de no­ viem bre de 1817 y falleció en Madrid el 24 de agosto de 1884. Cuando en 1834 llegó a España con sus padres, contando 17 años de edad, nadie podía presagiar pudiese alcanzar con el correr de los años el capelo rojo catedralicio. (11) A C O — T. 74, folio 11v, 20-XI-1856. (12) A C O — T. 79, folio 280v, 1KX-1901. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 733 Comenzó p or estudiar latín, humanidades y filo so fía en Valen­ cia, am pliando estudios en el Colegio que los P.P. Jesuítas tenían en M adrid en la calle del Duque de Alba. Llegado el tiem po de elegir carrera universitaria, no experimen­ tó duda alguna, ingresando en la Universidad Central para estudiar jurisprudencia, disciplina de la que se Doctoró en 1842, ejerciendo de abogado, donde alcanzó gran prestigio por su elocuencia, obte­ niendo posteriorm ente una cátedra del notariado a propuesta de la Junta de Gobierno de la Audiencia de Madrid. En tan privilegiada situación comenzó a sentir vocación ecle­ siástica, cambiando la toga por la túnica sacerdotal, recibiendo Ordenes el 1 de ju lio de 1849, siendo dispensado de Intersticios por el Arzobispo de Toledo, celebrando misa el mismo año que se hizo sacerdote. Dos años después, el cuatro de enero de 1851, el Arzobispo de Burgos Fray C irilo de Alameda le propuso al Gobierno com o Pro­ visor y V icario General del Arzobispado de Burgos, desempeñando con tal acierto los cargos que el 30 de abril de 1853 fué nombrado M inistro del Tribunal de la Rota, y tras un paréntesis de 3 años, el 18 de ju lio de 1857 fué elevado a la Silla Episcopal de Oviedo, en­ trando en la Diócesis el 23 de enero de 1858 en m edio de incesante aclamación popular, siendo preconizado por el Papa Pío I X el 25 de setiembre de 1857 y consagrado en M adrid por el Arzobispo de Burgos. Al hacerse cargo de la Diócesis de Oviedo contaba tan sólo 40 años de edad, la más propicia para llevar a cabo, com o así lo hizo, una gran labor pastoral. De este eminente Obispo existe en la Catedral de Oviedo una fotografía, y sobre ella dado color por el fotógrafo ovetense R.G. Duarte en 1916, y sin pretender lograr una pintura al óleo, consi­ guió su ob jetivo principal, legar a la posteridad una imagen real del Prelado, dando la impresión de contar por entonces la edad de cuarenta a cuarenta y cinco años. La pintura nos muestra al Obispo con muceta y bonete de color morado y sobre ella la Cruz P on tifi­ cal; las facciones son correctas, con cejas pobladas cejijuntas, ojos de co lo r castaño con pronunciadas ojeras, orejas de normal tama­ ño muy pegadas, pelo entrecano, sobarba, cuello corto y ancho el tórax, im presionando la serenidad que el conjunto im prim e a sus masculinas formas. La prim era noticia de su nombramiento para la Silla Episcopal ovetense fué conocida por el Cabildo por una carta suya en que 734 MELQUIADES CABAL GONZALEZ participaba haber sido nombrado Obispo de la Diócesis de Ovie­ do (1). La carta no difería en su contenido general a las remitidas por los Obispos precedentes en situaciones semejantes, haciendo reite­ rada mención a la inmerecida honra y a las graves y delicadas obligaciones que imponía su dignidad. Para la toma de posesión dió poder a favor del Deán y Doctoral de la Santa Iglesia por medio de una carta enviada desde la V illa y Corte de M adrid el 11 de diciembre de 1857, una vez en su poder las Bulas expedidas por el Papa Pío X. Durante la toma de posesión tocaron las campanas y los dos órganos de la Catedral y demás Iglesias de la ciudad, actuando de testigos D. Francisco Parres, D. Fernando V illam il, D. Alonso Albuerne, etc., verificándose los autos sin contradicción ni oposición de persona alguna, y sí con mucho júbilo. Cuando el Cabildo conoció la llegada del Obispo se nombraron Comisarios para salir a recibirle fuera de la ciudad, utilizando un carruaje adornado, llegando hasta el Puente de Olloniego, donde se detuvieron esperando la comparecencia del Obispo, que llegó a las once menos cuarto, recibiéndoles con mucha amabilidad, pa­ sando luego al carruaje de los Comisarios. En Oviedo entró a las doce y media de la mañana del día 24 de enero de 1858, estando presentes durante la celebración del jura­ mento D. Alvaro Armada Valdés y Ramírez, Conde de R evillajijedo, Marqués de San Esteban y Grande de España, D. José M aría Bernaldo de Quirós, Marqués de Camposagrado, etc. En el atrio de la Iglesia de San Tirso se hallaba el Cabildo, portando el Capellán la Cruz de la V ictoria para darla a besar al Obispo. Al apearse del carruaje juntamente con los nobles que le acompañaban fué a la puerta de la Iglesia de San Tirso, vistiendo entonces las ropas propias de su dignidad, dirigiéndose al lugar donde previam ente se había preparado el sitial y almohadones. Se arrodilló unos instantes, y habiendo besado y adorado la Cruz, se incorporó al Cabildo cerrando la procesión. Durante los años que dirigió la Diócesis de Oviedo tuvieron lugar acontecimientos importantes para la historia de España y de Oviedo en particular. En 1859, meses después de tom ar posesión de la Diócesis, ini­ ciaba la visita pastoral a Teverga, dejando el gobierno de la Diócesis a su P rovisor y Vicario General D. Inocencio Penzol Labandera, (1) ACO.— Libro de Acuerdos, T. 74, folio 40, 4-X-1857. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 735 Canónigo Doctoral, visitas que repitió cada segundo año en la época estival. Fom entó durante el breve tiempo que duró su estancia en Ovie­ do el decoro de la clase sacerdotal y frecuencia de los Sacramentos, recibiendo durante su pontificado a los Reyes D.a Isabel I I y a D. Francisco, en la visita que los monarcas hicieron a la Santa Iglesia y Santuario de Covadonga (2). Sus intervenciones com o Prelado fueron siempre ventajosas para la Santa Iglesia. En cierta ocasión y com o anécdota, el Cabil­ do trataba de enajenar unas tablillas de m arfil que apetecía poseer la Academ ia de la Historia, oponiéndose el Obispo a su enajena­ ción p or su valor moral, manifestando ser más conveniente conser­ varlas en la Iglesia y guardarlas con sumo cuidado en unión de las demás alhajas patrim onio de la Diócesis (3). Su labor Pastoral trascendió más allá de España, de tal form a que en 1862, siendo aún Obispo de Oviedo, viajó a Rom a en visita al Papa Pío IX , que según recogen sus biógrafos le tenía en gran estima p or sus pastorales y oposición a la desmembración de los bienes y al principio de aniquilamiento del poder tem poral de la Iglesia. Entre las donaciones que el Obispo hizo a la Santa Iglesia figu­ ra un terno com pleto de raso blanco bordado de oro, para su uso cuando el Cabildo tuviese una función de señalado relieve, efec­ tuando también a su costa la reparación de los órganos de la Ca­ tedral (4). Entre los hechos más sobresalientes de este Obispo figura haber sido confesor de S.M. el Rey D. Alfonso X I I cuando de manos de S. Santidad recibió la prim era comunión. Grandes fueron sus m éritos y actuaciones durante el tiem po que gobernó la Diócesis de Oviedo, de tal form a reconocidas que en 1863 fué confirm ado para la Sede Arzobispal de Valladolid, ciu­ dad en la que hizo su entrada oficial el 10 de enero de 1864, y once años más tarde, en 1875, preconizado Arzobispo de Toledo, pro­ puesto a instancias del Papa al Gobierno que presidía Cánovas del Castillo (5). (2) A C O .— Estatutos C apitulares de la C atedral de Oviedo. Establecim ien­ to T ipográfico de Vicente B rid. Canóniga, 18, Oviedo, 1892. (3) A C O — T. 74v, 23-XI-1860. (4) A C O .— T. 74, folio 22, 18-11-1859. (5) Enciclopedia U n iv e rsa l Ilustrada, Espasa Calpe, M adrid, 1977. 736 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Asimismo la Reina Da Isabel I I le hacía entrega el 4 de abril de 1867 de la birreta cardenalicia, y dos años después, en 1869, recibía del Papa Pío IX el capelo cardenalicio, acompañando al Pontífice cuando el ejército italiano se apoderó de Rom a el 20 de setiembre de 1870, siendo partícipe en el cónclave donde se eligió al Papa León X I I I . De este Obispo no existe referencia alguna de enfermedad du­ rante los 6 años que dirigió la Diócesis, resultando totalmente infructuosa la lectura de las Actas Capitulares y documentación referida a este aspecto del Prelado, que no obstante su actividad conservó siempre una salud excelente, falleciendo en M adrid en 1884 a los 67 años de edad, siendo sus principales cualidades la caridad, la unción evangélica, ser sabio y virtuoso (6). O BISPO D. LU IS M O NTAG UT R U BIO La relación de este Obispo con la Diócesis de Oviedo comienza el año 1863 y concluye en agosto de 1868, en que por m otivos de salud fué trasladado a Segorbe. Natural de Albaida, en la provincia de Valencia, fué nacido en 1805. Con anterioridad y durante bastantes años fué Párroco de la feligresía de V illar del Arzobispo, en la histórica ciudad de Sagunto y de San Esteban en la capital (Valencia). P or su inteligencia y distinguida erudición llegó a Canónigo M agistral de aquella M etropolitana y Rector del Sem inario Central, y al transcurrir del tiempo fué designado Prelado doméstico asis­ tente al Solio Pontificio, y Caballero de la Gran Cruz de Isabel la Católica, distinción otorgada por el Gobierno de la nación. Contando 59 años de edad fué designado Obispo de la Diócesis de Oviedo, y ante su incomparecencia para tom ar posesión y jura­ mento, envió poder libre y espontáneo ante el N otario D. José Ra­ món Calvo y Perlada, para que en su nombre lo hiciese D. Rom ualdo Gómez, Deán de la Santa Iglesia, y D. Inocencio Penzol Lavandera, Canónigo Doctoral y Vicario Capitular, para que juntos y cada uno «in solidum » actuasen representándole, siendo testigos del acta notarial D. Vicente R ipoll y Pons, Presbítero de la Iglesia Parro(6) A C O .— Boletín O ficial Eclesiástico del O bispado de Oviedo, año X X I, n.° 20, 15-IX-1884. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 737 quial de San Esteban, D. Franco de Sena Chocomeli, Abogado del Ilustre Colegio Académ ico de Sagrados Cánones de San Isidro, y D. Franco de Sena Chacomeli y Llobull, Abogado del Ilustre Cole­ gio valenciano, todos ellos vecinos de la misma ciudad, acto testi­ m onial que tuvo lugar el 30 de abril de 1864. Las Bulas le fueron expedidas en 21 de diciem bre de 1863, y siendo presentadas en el Consejo de Estado de S.M. la Reina D.a Isa­ bel II, se libraron las cartas ejecutoriales para su posesión. Este Obispo tuvo una actuación Pastoral importante, y ya a los pocos meses de desempeñar su ministerio episcopal publica una Pastoral en form a ordinaria para conocimiento de los fieles, un edicto para cubrir la vacante de Magistral de púlpito (1 ) y una Carta a los Arciprestes, Curas, Ecónomos, Coadjutores y demás sacerdotes del Obispado, exhortándoles redoblen sus trabajos sin descanso, «a fin de que los que se hallen a su cuidado den frutos saludables de penitencia». En marzo de 1867 en una carta exposi­ ción de la Reina manifestaba que el Obispo de Asturias no había de descuidar su m irada al revuelto mar de la política, sino cuando sus deberes religiosos y com o Obispo le impongan sagrada obliga­ ción (2). Aunque la salud del Obispo no era buena, no por ello eludió hacer la visita pastoral, aprovechando para ello los meses de ve­ rano, encaminando el rumbo hacia el Arziprestazgo de Valdés, siguiendo por Salas, Navelgas y Gijón. En esta población visitó el Santo H ospital, cuyo Presidente, D. Gaspar Cienfuegos Jovellanos, le acompañó mientras duró la visita, teniendo el Prelado elogios para los profesores de medicina y cirugía que asistían al hospi­ tal (3). Continuando delicada la salud del Obispo, fué aconsejable abandonase la Diócesis por algún tiempo, saliendo para Valencia en los prim eros días del verano, donde experimentó notable m ejo­ ría de su padecimiento, y aunque estaba deseoso de regresar a la Diócesis, se consideró no era el momento más apropiado por la amenaza del cólera m orbo en la provincia (4). Los deseos del Obispo de regresar a su Diócesis hubo de pos­ ponerlo varios meses, pues aunque m ejorado de su quebrantada (1) Boletín O ficial Eclesiástico del Obispado de Oviedo, año I, n.° 5, 11-111-1865. (2) Boletín Eclesiástico del O bispado de Oviedo, año I, n.° 6, 16-111-1865. (3) B oletín Eclesiástico del Obispado de Oviedo, año I, n.° 15, 17-VII-1865. (4) Boletín Eclesiástico del Obispado de Oviedo, año II, n.° 12, 27-VI-1866. 738 MELQUIADES CABAL GONZALEZ salud, su acendrado am or a su ciudad natal y la m ejoría que en ella experimentaba le retenían obligadamente. Los viajes se hacían entonces en carruajes con cierta com odi­ dad, mas a pesar de ello, en el viaje de mayo de 1867 hubo de descansar en Mieres en el palacio del Marqués de Campo Sagrado, llegando a León sin novedad aunque cansado por las molestias de un viaje p or terreno accidentado y aún no repuesto de su reciente enfermedad. En M adrid se detuvo algunos días para cum plir los deberes que im ponían su condición social y las obligadas gestiones que en la Corte era preciso tram itar en beneficio de la Diócesis, continuando desde allí su viaje a Valencia. Esta ausencia del Prelado de su Diócesis fué la más prolongada, pues desde comienzos de mayo tenía proyectado viajar a Rom a acompañado de los Obispos de Segorbe y Tuy, pernoctando en Barcelona en el Convento de los P.P. Jesuítas, tomando el barco para Rom a el 11 de mayo, no sin antes celebrar el día anterior una función religiosa en la Santa Catedral de la Ciudad Condal, arri­ bando al Vaticano cinco días después (5). Tras un mes de ausencia regresa a España, llegando a Barcelo­ na el 19 de ju lio del mismo año, y de nuevo se hospeda en la casa de los P.P. Jesuítas, celebrándose un Te Deum de acción de gracias p or haber retornado sin novedad, continuando viaje a Valencia donde permanece hasta noviembre de 1867, no regresando a Ovie­ do hasta el 15 de enero de 1868. Pocos meses después quedaba vacante la Silla Episcopal de Oviedo, al ser trasladado nuestro Prelado a Segorbe, quedando com o Gobernador y Provisor del Obispado mientras no se ocupara la vacante D. Ignacio Penzol Lavandera. El traslado a la Diócesis de Segorbe se efectuó el 22 de junio de 1868, siendo Pontífice Pío IX . En la Catedral de Oviedo existe un retrato del Obispo D. Luis Montagut, óleo imaginativo pintado por J. Goselbo P., fechado en Játiva en 1877. Aunque no puede ser considerado como obra de excelente factura, perm ite darnos una idea global del Obispo. Se trata de una persona de fuerte constitución y probablem ente de buena estatura, de facciones grandes regulares, cara gruesa, ojos con poca expresividad, cejas pobladas y abundante sobarba, ves­ tido de Pontifical de color blanco y oro suave, báculo y mitra, con las manos cubiertas de guantes blancos, parecen ser delicadas, (5) Boletín Eclesiástico del O biepado de Oviedo, año III, n.° 15, 2-VIII-1867. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 739 adivinándose finos y largos dedos, llevando en la mano derecha el anillo episcopal colocado p or encima del guante. Si la salud del Obispo D. Luis Montagut Rubio la juzgásemos a través de las alusiones que de ella hace el Boletín Eclesiástico, habríamos de pensar padecía un proceso crónico, no reflejad o en el retrato donde todo parece saludable, haciéndonos suponer, com o diagnóstico de presunción, su relación con el clima asturiano, de frecuentes y persistentes lluvias y frío, pensando que el Obispo pudiera sufrir la sintom atología de una artrosis dolorosa exacer­ bada en la época invernal. Ante su retrato pudiera pensarse se trataba de un hipertenso con broncopatía crónica e insuficiencia de corazón derecho, sólo com o presunción o posible valoración clínica, pues no obstante su quebrantada salud de continuo aludida en las Actas y Boletín, le perm itió alcanzar los setenta años de vida, edad donde es lícito adm itir tuviese un desfallecim iento cardíaco. Su fallecim iento ocurrió el 16 de diciembre de 1875, señalando las Actas Capitulares su óbito en el Angulo del día 17 del mes y año indicado, acordando el Cabildo celebrar un o ficio funeral por su alma el día 23 de diciem bre de 1875 (6). O B ISPO D. B E N IT O SANZ Y FORES Natural de Gandía (V alencia), nació el 21 de marzo de 1828, siendo bautizado en la Iglesia Parroquial de Santa M aría de la ciudad de Gandía, erigida Colegiata por el Sumo Pon tífice Alejan­ dro V I en 1499. Estudió prim eram ente jurisprudencia en la Universidad de Va­ lencia, y próxim o a concluir la carrera, abandona la Universidad para ingresar en el Seminario, doctorándose en Teología a los 22 años de edad. Tras ocupar algunos cargos de aquella Diócesis, octuvo por oposición la Canongía Lectoral de Tortosa, llegando a ser Vice­ rector del Sem inario Conciliar de su ciudad natal. El 15 de mayo de 1868, contando 40 años de edad, la Reina Isabel I I le nom bró predicador, presentándole para la Silla Epis­ copal de Oviedo, siendo preconizado el 22 de junio del m ismo año, (6) ACO.— Libro de Acuerdos, T. 77, sin foliar, 17-XII-1875. 740 MELQUIADES CABAL GONZALEZ y consagrado Obispo en la Iglesia de las Salesas de M adrid el 8 de noviem bre del año aludido, con entrada solemne en Oviedo el 15 de diciembre de 1868 (1). A este Obispo, famoso por muchos conceptos, se debe la inicia­ ción de volar la cresta del cerro donde posteriorm ente se había de erigir un templo suntuoso a Nuestra Señora de Covadonga, acontecimiento que tuvo lugar el 30 de ju lio de 1877, en opinión de algunos con la asistencia del Rey Alfonso X II. Durante su pontificado, que duró hasta 1882, las obras de la Basílica de Nuestra Señora de Covadonga tuvieron un ritm o con­ tinuado, utilizando en ella las limosnas de los fieles, aunque sin llegar a la terminación del lugar donde sería emplazado el futuro templo, efemerides que había de corresponder al Obispo D. Ramón M artínez V igil, que a su indicación se hicieron los planos del tem­ plo, con aprobación de la Real Academia de San Fernando, inicián­ dose las obras el 28 de julio de 1886, que a gran ritm o continuaron hasta su terminación el 7 de setiembre de 1901, colocándose las Cruces de las torres el 8 de mayo de 1902. A su interés y orientación, fueron construidas dos capillas y una hospedería en Covadonga, debiéndose al mismo Obispo la restau­ ración del retablo de la Capilla M ayor de la Catedral y Capilla del Palacio Episcopal (2). Dotado de gran actividad pastoral, su prim era salida fué para adm inistrar el Santo Sacramento de la Confirm ación en las villas de Noreña y Gijón, visitando a la vez el Seminario de Valdediós, donde fué recibido por el Rector, Profesores y alumnos. A G ijón se trasladó en tren, esperándole en la estación un lujoso coche enviado por el Conde de R evillajijed o en cuyo pa­ lacio pernoctó (3). La visita pastoral la continuó durante los meses de verano, no quedando arciprestazgo que no recibiese la visita del Obispo. En Belm onte presidió la elección de Abadesa en el Convento de mon­ jas de la villa, regresando a Oviedo tras dos meses de peregrinar por toda la Diócsis. Al poco tiem po de incorporarse a la Diócesis, proyecta un viaje a Rom a para asistir al Concilio Ecuménico del Vaticano, despi(1) M e n d e z M o r í , Paciente.— “El Excmo. Sr. C ardenal Sanz y Forés”, Im ­ prenta L a Cruz, San Vicente, 10, Oviedo, 1928. (2) Estatutos de la Basílica Catedral de San S a lvad o r de Oviedo, Est. T i­ pográficos de Vicente B rid, Canónigo, 18, Oviedo, 1892 (3) A C O .— Boletín O ficial n.° 25. 10-IX-1869. Eclesiástico del O bispado de Oviedo, año V, COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 741 diéndose del Cabildo y ciudad, iniciando el viaje el 19 de noviem ­ bre de 1869, teniendo noticia por telegrama de su arribada al puerto de Civita Vecchia, continuando por ferrocarril a Roma, perm aneciendo en Italia hasta julio de 1870 donde se distinguió com o notable jurista, escritor y orador sagrado (4). Por un óleo pintado por el Agustino Fray V íctor Villán en fecha 18 de m arzo de 1886, se tiene conocimiento acertado del aspecto físico general del Obispo, cuyo rostro en conjunto ofrece gran simpatía. Usaba gafas pequeñas proporcionadas al rostro, vestido con roquete, esclavina y capucha caída sobre la espalda, cubierta la cabeza con solideo rematado por una pequeña borla, perm itien­ do apreciar tiene el pelo ralo y entrecano, y unas manos regordetas y pequeñas con el anillo pastoral en la derecha, Cruz Pectoral, etc. Examinando la fotografía que ilustra el libro de D. Paciente Mén­ dez M orí se obtiene la impresión de ser persona de mediana esta­ tura, de m oderada obesidad, cuello corto y plétora abdominal. En 1881 fué preconizado Arzobispo de Valladolid, y estando en esta Archidiócesis construyó la torre de la Catedral y Seminario, sucediendo años después, en 1889, al Padre Ceferino González en el Arzobispado de Sevilla, y nombrado Cardenal en 1893. Si bien su vida eclesiástica fué de gran actividad, su aspecto general era bueno, y cuando en el verano de 1895 estuvo en Oviedo parecía ser un hom bre lleno de vida. En aquel entonces fué invi­ tado p or el que aquí en Oviedo fuera su Provisor y Vicario General a sentarse un día a su mesa en el Palacio del Parque, a lo que accedió gustoso, acompañándole sus familiares y antiguos servi­ dores. Su fallecim iento fué inesperado, sorprendiéndole la muerte en el Convento de Carmelitas de M adrid el prim ero de noviem bre de 1895 a los 67 años de edad, acompañado por el Obispo de Lérida Dr. Meseguer, secretario suyo en los años que desempeñó el Obis­ pado de Oviedo. Era el día de Todos los Santos. Otros autores señalan que el fallecim iento tuvo lugar el 30 de octubre de 1895, momentos después que D. Benito Sanz y Forés concluyera una plática en el Monasterio de las Salesas. Días después, el 15 de noviembre, proponía el Alcalde de Ovie­ do D. José Lon goria Carbajal a sus compañeros de Corporación municipal «qu e a la calle de la Platería que conduce directamente a la Catedral, y cuya denominación actual no responde a interés (4 ) Sanz y F o r e s , Benedicto.— “O fficia propria Sanctorum Dioecesis O ve- tensis”, T ypis B rid et Regadera, Oveti, 1871. 742 MELQUIADES CABAL GONZALEZ alguno local o histórico que merezca conservarse, se le adscriba el nom bre del ilustre finado Sanz y Forés», aduciendo haber sido un Obispo de esclarecida inteligencia, docto, virtuoso y amante de la ciudad y provincia, proposición que fué declarada urgente y aprobada por unanimidad» (5). Su estado de profunda gravedad no admitía demora en tomar determinaciones para atender al Cardenal, por ello el Capellán Oli­ va había solicitado al conductor de su coche lo llevase a casa de sus fam iliares, pero apenas iniciada la marcha se desplomó de su asiento, lívido el semblante y con una hem iplejía del lado izquierdo del cuerpo, afectando al conocimiento y sensibilidad y con bastante alteración de la palabra articulada que aunque confusa y débil era perceptible. Así las cosas, el Capellán dió orden de trasladarlo inmediatamente al Colegio de las Religiosas Carmelitas Terciarias, llamando sin dilación alguna a los médicos locales. Después de una agonía de 36 horas en que estuvo luchando con la muerte, y de recibir los Santos Sacramentos acompañado de sus amigos los Obispos de Lérida y Astorga, del Canónigo Población, de su hermano y sobrina, de Cañamache y Sarmiento, P rovisor y Secretario de la Diócesis de Sevilla, expiraba aquella naturaleza de p rivilegio aparente. Tres grandes circunstancias llenaban los actos de su vida como sacerdote: la piedad que todo lo inform a, la prudencia que todo lo dirige y la laboriosidad que todo lo emprende (6). Disfrutaba el Cardenal D. Benito Sanz y Forés cuando se le pre­ sentó la muerte de aparente salud física y moral, sin causa cono­ cida alguna que hiciera presagiar un final próxim o, resultando harto d ifícil reconstruir su pesado patológico, máxime cuando muy pronto hará un centenar de años, y se carece de documentación testifical alguna, tanto en las Actas Capitulares del Archivo Cate­ dral de Oviedo, como de otra fuente inform ativa que pudiera orien­ tar su patocronia que a buen seguro existió aunque ésta fuera banal. Su fallecim iento fué debido a un ataque de apoplejía segura­ mente, con mínimos porcentajes de error, a una abundante hem o­ rragia cerebral que afectó hem isferio cerebral derecho, pues aunque conservó la vida durante día y medio, la perturbación vital fué total, entrando en coma en los últimos momentos de su existencia. (5) A A O .— L ib ro de Acuerdos, folio 156v, 15-XI-1895, Oviedo. (6) “E l C arbay ó n ”, año X X V II, n.° 9.999, 17-VIL-1905. A ñ o V de la segun­ da época, n.° 1.218. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 743 Durante diez años estuvo enterrado en M adrid, pero en 1905 hubo exhumación de restos para conducirlo a Gandía, su pueblo natal, donde en la actualidad descansan. Los restos fueron extraí­ dos de la cripta ante el Juez Eclesiástico D. Bartolom é Rom ero Gago, Fiscal D. Jerónim o Arm ario, Teniente Fiscal D. Manuel Gar­ cía Bernal y N ota rio M ayor D. Luis Montoto, quien hizo entrega de ellos a los representantes, los Sres. Forrat y Andreu Castaño, Alcalde y Secretario del Ayuntamiento de Gandía. E l cadáver se conservaba admirablemente; la ropa en muy buen estado, y en la cabeza colocado aún el solideo de color gra­ nate. Hecha la entrega del cadáver a la Comisión de Gandía y a su hermano D. Pascual Sanz y Forés, levantó el N otario D. Luis M on­ toto la correspondiente acta. La caja de zinc que contenía los restos se m etió en otra revestida de terciopelo granate y anchos galones de oro, y colocada encima de la mesa situada en el centro de la Capilla, encendiéndose los securdillos y el plan del altar. E l «C orreo de Andalucía» refería por esta fecha las honras fú­ nebres celebradas en la Catedral de Sevilla, y que « E l Carbayón» de O viedo recoge el día 18 de ju lio de 1905 (7). Comenzaron los actos funerales con una misa oficiada por el Prelado de Sevilla a la que asistieron de diácono y subdiácono D. Manuel Rodríguez y D. Rafael González Merchant, y de presbí­ tero asistente el Arzipreste Ayerbe. Como la misa era de Pontifical, estaban presente en ella las dignidades mitradas Torres y Tons, A rbolí y M arrón revestidos de capa pluvial y mitra. A l concluir la misa se contó un solemne responso p or el Pre­ lado, y a continuación se puso en marcha el cortejo fúnebre inte­ grado p or com isiones de R.R. Capuchinos y Carmelitas, Cruces parroquiales y la patriarcal acompañada del Beneficiado Barrera y seminaristas con sobrepelliz, curas párrocos, cantores, capella­ nes, Cruz Arzobispal, y el Obispo de Listra, llevando la caja sacerdo­ tes y los caperos Fernández Mateos, García Valero, R om ero Gago, Muñoz y Pabón, Arm ario y Oliva, y el Prelado asistido Rodríguez y Merchant. Puesta en marcha la com itiva y llegado a la puerta de San M i­ guel y aparecer los restos del Cardenal, la banda de música, trom ­ petas y tambores del Regim iento de Soria ejecutaron la marcha real. En la puerta del Arenal y rezado un nuevo responso, se retiró (7) “E l C arb ay ó n ” , año X X V I I , n.° 10.000, 18-VII-1905. A ñ o V de la segun­ da época, n.° 1.219. 744 MELQUIADES CABAL GONZALEZ el Cabildo Catedral, haciéndose cargo del cadáver la parroquia del Sagrario que lo condujo con Cruz alzada a la Estación de la Plaza de Armas. A la entrada de la estación se colocó una mesa cubierta de paño ro jo de terciopelo, poniendo en ella la caja, desfilando ante ella los regimientos, comenzando el General Ortiz Saracho con sus ayudantes; el batallón de Soria, el de Granada, Artillería y Lanceros. Desde Sevilla y en el Correo de M adrid fué el cadáver hasta Alcalá de San Juan en donde se enganchó el furgón al tren de Va­ lencia que lo llevaría hasta Carcagente, y en este punto y en otro tren lo llevaría hasta Gandía. El cadáver, concluidos los funerales, se colocó en la Capilla de San Francisco de B orja de la Iglesia Colegial, al lado de la pila bautismal del Santo Duque. El epitafio que cubría la boca del nicho es lacónico y dice así: N E IC — V B I— N A TV S — ERAT A SEDE H O N O R IS SVS CORPORE TRASLATO C O N D ITV S EST B E N E D IC TV S SANZ ET FORES C A R D E N A LIS POST PO N TIFIC A TU S O V E T E N S E N ET V A L L IS O L E T A N V M A C H IE PIS C O PV S H IS P A L E N S IS N A T V S X I I K ALE N D AS A P R IL IS M DCC X X V I I I D E S E S IT K E L E N D IS N O V E M B R V S M DCCC XCV A V E + E T + V A L E + DECVS ET O R N A M E N TV M E C LE S IA E H IS P A N IC A E TE. IN — PACE CRISTVS/ O BISPO D. S E B A S T IA N H E RR E RO Y E S P IN O S A DE LOS M O NTEROS Fue Prelado de la Diócesis ovetense durante un solo año, de 1882 a 1883. Natural de Jerez de la Frontera, nació en esta ciudad en 1822, falleciendo en Valencia en 1903. Fam ilia de ilustre apellido, antes de hacerse sacerdote estudió derecho en Sevilla, donde adquirió fama com o poeta y escritor, COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 745 estrenando con éxito notable los dramas «G arcía el Calum niador» y « E l Conde Fernán González». Después de ejercer en su villa natal como abogado, ingresó en la carrera judicial donde desempeñó cargos de im portancia; no obstante en 1858 abandona carrera y honores para ingresar en la Congregación del Oratorio. Y a sacerdote, da a la imprenta en 1888 una colección de poesías religiosas dedicadas al Papa León X I I I . Como eclesiástico ocupó numerosos cargos de relieve. Fué Rec­ to r del Sem inario de Cádiz, Canónigo en Jerez y Cádiz, Obispo de Cuenca, luego de Oviedo, V itoria y Córdoba, y finalm ente en 1889 Arzobispo de Valencia. La prim era noticia de su nombramiento com o Obispo de Ovie­ do fué p or una comunicación suya de haber sido preconizado para la Diócesis ovetense en el Consistorio de 27 de m arzo de 1882 y p or una carta del Nuncio Apostólico en representación del Papa León X I I I . P o r carta fechada en San Lucar de Barrameda de 22 de ju lio de 1882, y ante el N otario Plácido López Iturralde, se dirige al Deán y Cabildo para que en su nombre tome posesión de la Sede Epis­ copal. En la toma de posesión del Deán tocaron los órganos y campanas de la Catedral y demás Iglesias, actuando de testigos los Beneficia­ dos D. Francisco Ramos, D. Santiago Alvarez Nieto, Sochantre y D. Paciente M érida M ori. Cuando el Deán se despoja de la capa usada en el ritual, dió conocim iento del contenido de una carta del nuevo Obispo fechada en M adrid a 26 de ju lio del año aludido, comunicando haber dis­ puesto que D. José Sarri y Oller, Gobernador Eclesiástico, Provisor y V icario General que fueron de sus antecesores, continúen desem­ peñando sus respecitvos cargos en tanto determina el personal que ha de sustituirlos (1). Los preparativos para recibir al nuevo Obispo fueron cuidado­ samente estudiados, dando órdenes al fabriquero para que con antelación estuviese todo preparado. Como la prim era visita fuese por costumbre a la Iglesia de San Tirso, se engalanó con colgaduras, y una mesa cubierta y un sitial. A la entrada de la pedrosa o enlosado de la Catedral se colocó una alfom bra y dos almohadones, uno frente al otro. En la puerta cen­ tral, dentro de la Iglesia, colocaron una mesa y encima el acetre o calderillo de agua bendita y la naveta del incienso. En el Altar (1) ACO.— T. 78, folio 20, 28-VII-1882. MELQUIADES CABAL GONZALEZ 746 de la Luz seis velas encendidas, y en la grada ínfim a del A ltar Ma­ yor un almohadón, y al lado de la Epístola el trono del Prelado; la orquesta, debidamente situada, había de cantar el villancico, asis­ tiendo los dos organistas, el Cabildo, los Beneficiados, todos los dependientes de la Iglesia y los seminaristas que hubiese en la población. Como el Prelado viajase en el tren correo, salieron a su encuen­ tro, con dirección a la Veguellina, el Gobernador Eclesiástico, el Maestrescuela, el Tribunal, los párrocos de la capital y personas distinguidas de la población. Cuando el tren entró en Asturias, no cesaron en todo el trayecto las manifestaciones de simpatía hacia el Obispo, en especial en Pola de Lena, Mieres y Las Segadas, lugar este últim o donde se hallaba esperando la Comisión del Cabildo, Presidente de la Audien­ cia y otras personalidades. En la estación de Oviedo aguardaban el Gobernador Civil, Presidente de la Diputación, Alcalde, Gober­ nador M ilitar, Seminario Conciliar, la Universidad Literaria, Títulos de Castilla y personas notables. Al apearse del tren fué saludado por el Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Oviedo D. José Longoria Carbajal, que en nombre de la ciudad y en breve discurso, lleno de religioso sentimiento, daba la bienvenida al Prelado (2). Al abandonar el Obispo la estación se anunció su llegada con un repique general de campanas de la T orre y demás Iglesias de la ciudad. Cuando el Obispo se dirige a la Catedral y está próxim o a ella, salió el Cabildo procesionalmente a recibirle en el lím ite de la plazuela, llevando el Capellán M ayor la Cruz de la V ictoria asistido de dos caperos con capa blanca y cetros dorados. En el cancel de la Iglesia de San Tirso, viste el Obispo la capa magna, se dirige al lugar donde está situado el Cabildo, se arrodilla y adora por unos instantes la Cruz de la V ictoria que le presenta (2) Como anécdota curiosa m erecedora de ser conocida, el A lc ald e de O viedo no fué en principio invitado a la ceremonia p ara recibir al Obispo según carta de 30 de julio de 1882 que envía a D. José de Cos, en que dice lo sigu ien te: “ M i distnguido a m ig o : En este momento me dice un compañero, D. R afael González Alegre, que cuando entró el P relad o Sanz y Forés, hoy A rzobispo de V alladolid, fué testigo como A lc ald e en la Catedral, y si esto es verdad como creo, no quisiera yo que el A lcald e de la C iudad de los Obispos, de F ru ela y de A lfon so II, perdiera ningún privilegio ni distinción por peque­ ña que ésta sea, pues aunque yo como particular nada pido ni reclamo, como A lcald e de la C apital del Principado, quiero todo lo que a ella sea anejo. Es suyo buen amigo S.S. y B.S.M . José Lon goria C a rb a ja l.” COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 747 el Capellán M ayor, también arrodillado, incorporándose el Obispo a la procesión entra en la Santa Iglesia por la puerta principal, deteniéndose para que el Deán le ofrezca el agua bendita y el in­ cienso. Entre tanto, el Sochantre entona la antífona «E cce sacerdos m agnus», y una vez que concluye, canta la orquesta el villancico estando form ada la procesión frente al Altar de la Luz. Al llegar el Obispo al Altar M ayor se entona el Te Deum a canto de órgano, y de nuevo se arrodilla el Obispo en la prim era grada, mientras que el Cabildo pasa al coro, quedando con el Prelado el Deán, Comisarios del Cabildo, caballeros y nobles llamados para testificar, prestando juram ento según el ceremonial romano y Es­ tatutos, volviendo a la Capilla de las Santas Reliquias la Cruz de la Victoria, dejándose oír de nuevo los órganos, y comenzando a besar el anillo al Prelado, el cual se dirige a Palacio acompañado por el Cabildo hasta su' cámara (3). La com ida ofrecida p or el Cabildo al Obispo se celebró en uno de los salones de la Santa Iglesia acondicionado de form a que ofrecía un aspecto majestuoso, con abundante decoración de ja r­ dinería tanto en la mesa como en el resto del salón y dependencias próxim as donde se colocaron más de cien macetas de flores. El número de invitados no debió de exceder de veinte, por coincidir con la cantidad de cubiertos facilitados por el H otel Luisa de la calle de San Juan, cuya factura se conserva, en tanto que las tarjetas invitaciones, sobres y listas del menú impresas p or Vicente Brid de la calle Canóniga hacían un total de veinticinco. Del menú no es posible hacer com entario alguno por no hallar documento acreditativo que lo especifique. Los gastos de preparativos y recibim iento del Obispo ascendie­ ron a cuatro m il ciento sesenta y cinco reales y sesenta maravedís, cuya lista porm enorizada fué aprobada con fecha 2 de setiembre de 1882 p or D. Pedro Ignacio Caneja, incluida la propina al criado del Marqués de Canille jas por llevar dos «ca jon es» de tabaco su­ p erior regalados para la comida, así como las propinas a los coche­ ros y lacayos de los Marqueses de San Esteban y Canillejas. El im porte de la com ida con sus veinte invitados, fam iliares, testigos y autoridades, se elevó a m il setecientos sesenta reales de vellón. Pocas veces recogen las Actas Capitulares referencias alusivas al Obispo Espinosa de los Monteros, ya que su permanencia en la Diócesis no llegó a un año completo, no dejando de su paso por la Diócesis ovetense otro testimonio que el haber donado quince (3) A C O — T. 78, folios 21 y 21v, 29-VII-1882. MELQUIADES CABAL GONZALEZ 748 m il pesetas para el arreglo de una de las vidrieras del Santo Tem­ plo (4). El traslado del Obispo a Córdoba fué acordado en el Consisto­ rio celebrado en Roma el 15 de marzo de 1883, y rem itido el acuerdo por el Cardenal Secretario de Estado de S.S. al E m bajador de S.M. cerca de la Santa Sede y por el M inistro de Gracia y Justicia, al haber designado el Sumo Pontífice preconizar al Obispo de Oviedo para la Silla Episcopal de Córdoba, quedando de esta manera des­ vinculado de la Santa Iglesia de Oviedo (5). Al conocer el Cabildo la noticia, se nom bró por votación secreta quién había de ocupar la vacante hasta la llegada del nuevo Obispo, siendo elegido para Vicario Capitular el Maestrescuela D. Pedro M oreno Martínez, quien seguidamente prestó juram ento de fid eli­ dad (6). Durante el año que el Obispo D. Sebastián H errero y Espinosa de los M onteros permaneció en Oviedo no existe constancia de haber estado enfermo, pero se puede aventurar que procediendo de Andalucía y haber desempeñado hasta entonces cargos en ciu­ dades de clima templado y seco, es de suponer que el invierno que pasó en Oviedo tuvo que sufrir el frío y la humedad del país, y su obligado proceso gripal con o sin bronquitis, máxime que ya por entonces contaba el Prelado la edad de sesenta y un años. Para darnos una idea de cómo era el Obispo en su aspecto fí­ sico puede ser de gran utilidad el óleo que se conserva en la Ca­ tedral de Oviedo, que al igual que otros muchos, necesita urgente reparación para evitar su com pleto deterioro. El retrato, obra del artista Rodríguez Losada, no aparenta en m odo alguno que el Pre­ lado tuviese sesenta años cumplidos al posesionarse del Obispado, mostrándole ataviado con roqueta o sobrepelliz oscuro con boto­ nadura de color rojo vivo. El conjunto de facciones es agradable, son correctas, de ojos grandes sin exceso pero de gran expresividad, cejas pobladas y pelo visible de color gris oscuro. En las manos, en la derecha el anillo episcopal y bastón de mando, y en la izquier­ da un libro breviario; colgando del pecho la Cruz Pectoral, más otras tres condecoraciones, una con banda y las dos restantes no identificables. (4) A C O — T. 78, folio 82v, 10-VI-1882. (5) A C O .— T. 78, folio 50v, 25-IV-1883. (6) A C O — T. 78, folio 52v, l-V-1883. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 749 Su vida eclesiástica concluyó siendo Arzobispo de Valencia, allá por el año 1889, en cuya silla permaneció hasta su muerte, acaeci­ da en Valencia en 1903, cuando contaba 81 años de edad; muerte debida seguramente dada su edad a cualquier proceso banal inesp ecífico en una persona senecta. O B ISPO D. RAM O N M A R T IN E Z V IG IL Mucho se ha escrito sobre la vida y obra de este insuperable Obispo que rigió la Diócesis de Oviedo en los comienzos del siglo X X , pero su hacer ha sido de tanta trascendencia política y ecle­ siástica para Asturias que resulta penoso tener que silenciarlo por no acomodarse al contenido de nuestro estudio. Asturiano de nacimiento, nació en Santa M aría de Tiñana (O vied o ) el 12 de setiembre de 1840, falleciendo en el Palacio que el Obispado tenía en Somió, el 16 de agosto de 1904. Contaba sólo 17 años de edad cuando ingresó en el Convento de Ocaña de los P.P. Dominicos, y allí cursó Filosofía y Teología bajo el consejo y dirección de distinguidos profesores. Alumno aventajado, se ordenó sacerdote contando 23 años de edad, y a p artir de entonces comienza su periplo pastoral en las Islas Fili­ pinas, ejerciendo su apostolado por estacio de 12 años, desempe­ ñando el cargo de catedrático en la Universidad de Manila, en cuyo centro se doctoró en Filosofía y Teología. Poseía un carácter de genio vivo, enérgico y creador, y exami­ nando las fotografías de los textos consultados, presenta una m i­ rada penetrante, escudriñadora, frente despejada acentuada p or su precoz calvicie, nariz pequeña proporcionada al resto de la cara, m axilar in ferio r de acentuada anatomía, mentón grueso, ligera so­ barba, cuello corto y com plexión robusta, de gran parentesco con la constitución pícnica. Usaba gafas pequeñas, quizá por miopía. Fué un Obispo descollante por su inteligencia y laboriosidad, contando algunos de sus biógrafos que ya a las cinco de la mañana en todas las estaciones del año se le podía encontrar en el confe­ sonario, empleando el resto del día en la cátedra, púlpito, gabinete, biblioteca de la Universidad o en las oficinas del Estado. El relato de su vida es bastante conocido p or los estudiosos asturianos, siendo muy extensa la bibliografía referida a su hacer cotidiano y m inisterio episcopal, sobresaliendo entre todas ellas 750 MELQUIADES CABAL GONZALEZ las debidas a la pluma de D. Maximiliano Arboleya y Martínez, Constantino Suárez (Españolito), D. José Pérez Castro, D. M arino Gómez Santos, Juan Antonio Cabezas, etc., etc. Durante su pontificado, diez años solamente, hizo una intensa y extensa labor eclesiástica, concluyendo numerosos templos pro­ vinciales; las Siervas de Jesús y Hermanitas de Gijón; las Carme­ litas, Salesas y Siervas de Oviedo; el Tem plo de Covadonga, las Capillas del Cristo de las Cadenas, Nuestra Señora de la Guía, del Rosario de Som ió y las Hermanitas de Avilés y Salinas. Su temperamento inquieto y efectivo se evidenciaba de conti­ nuo, pues aún no habiendo concluido un proyecto, se mentalizaba en el siguiente, siendo testimonio de ello las obras realizadas en el in terior y exterior del Palacio Episcopal; la adquisición y me­ jo ra de la quinta-palacio de Somió; la edificación del Seminario Conciliar de Santo Tomás de Aquino; la Casa Capitular de Cova­ donga con sus escuelas y viviendas para Capitulares; comienzo del H otel Pelayo; la carretera a los lagos de Enol; la reform a interior de la Catedral, trasladando el Coro al ábside con nueva sillería; la construcción del Presbiterio con balaustrada de m árm ol y los púlpitos (1). Su aparente buen estado de salud nada hacía presagiar su pró­ xim o fallecim iento, recogiendo las Actas Capitulares el regreso del Obispo de la visita pastoral, siempre extensa, sin hacer mención alguna a la posibilidad de que se encontrase enfermo. Pero ya en el año 1902 y no obstante la prudencia de las Actas Capitulares, ya se tenía conocimiento de su padecimiento cardíaco, y los mismos periódicos de la capital no tuvieron recato en pu­ b licar y dar a conocer que el Obispo se hallaba enferm o de una afección cardíaca en Somió, y que si bien había m ejorado de la indisposición padecida, era lógico existiese preocupación en el seno eclesiástico, proponiendo el Deán y Cabildo se nombrase una Co­ m isión integrada por el Deán, Chantre y Capa, para ir a Som ió y felicitar al Obispo por la m ejoría observada (2). E l laconismo de las Actas Capitulares no recogen entonces la buena impresión de los visitantes, haciéndoles pensar que la sintom atología de la dolencia, ausente entonces, hubo de impresionar­ les favorablem ente como si se tratase de un proceso carente de gravedad. (1) “ Estadismo de la Diócesis de O viedo” , Est. Tipográfico de A d o lfo B rid, Canóniga, 18, Oviedo, 1903. (2) A C O — T. 79, folio 304-v, 19-IX-1902. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 751 La recuperación del Obispo no se hizo esperar, pues en fecha 3 de diciem bre de 1902, ya en activo, concedía licencia de quince días al Canónigo Suárez y al Capitular Obín por enferm edad (3). R efiere D. R ogelio Jove y Bravo en la «R evista Covadonga», en visita que hizo al Obispo después del ataque que puso en peligro su vida, encontrarle leyendo un libro de medicina. Sorprendidos ambos, manifestaba el Prelado que había tenido la curiosidad de querer saber cuál era su enfermedad, añadiendo que ahora que lo sabía, m i muerte será repentina, pero que ello no había de alterar su vida, pues conocía las palabras del Señor: «E t vos estote parati, quia qua hora non putatis, Filius hominis veniet». Verem os si el Señor me da tiem po para term inar alguna de mis labores (4). Aunque la cardiopatía que padecía el Obispo no le impedía relativa actividad p or la provincia, las Actas Capitualres dan cuen­ ta de un viaje, om itiendo quizá voluntariamente a dónde se dirigía y objeto del mismo, haciéndonos presumir se. desplazaba a M adrid para hacerse reconocer por cardiólogo afamado. Las Actas, con censura manifiesta, sólo dan cuenta de su llegada en el tren correo, participando la conveniencia de ir a recibirle a la Estación del N o r­ te de O viedo (5). Su enfermedad, transitoria o permanente, le perm itía hacer una vida de relativa actividad, y quizá autorizado p or el médico, en los últimos meses de su Obispado prodigó la santa visita pastoral, retocando las campanas de la Santa Basílica a su regreso. Según D. M axim iliano Arboleya, el día 16 de agosto de 1904, fecha en que ocurrió su fallecim iento, dijo misa a las 7 de la ma­ ñana, notando las personas que asistieron a ella algo anormal, haciéndolo constar a las personas de su servidumbre. Después del desayuno, ordenó se le preparase el coche para hacer un paseo hasta la Providencia, acompañado de los señores Regueras y Prendes Pando, regresando a las once y media. Mani­ festó entonces no se sentía bien y se acostó aconsejado por las personas que se hallaban en la quinta de recreo. A la una, hora en que ordinariam ente comía, el Obispo se levantó, siéndole im posible caminar, y sintiéndose mal, llamó, acudiendo las personas más pró­ ximas, que lo hallaron tendido en la cama, sin conocimiento. La llegada de los médicos no se hizo esperar, acudiendo prim e­ ro D. Corsino Prendes Pando, su médico de cabecera, y poco des- (3) A C O — T. 79, folio 312v, 3-XII-1902. (4) “ C ovadon ga” , n.° 13, pág. 202, 6-VIII-1918. (5) A C O — T. 79, folio 322, 21-V-1903. 752 MELQUIADES CABAL GONZALEZ pués Valledor, confirmando los dos la muerte del Obispo, que a su juicio había sido a causa de una flebitis que había desprendido un coágulo al corazón. Como anécdota curiosa propia de persona no médica, recoge « E l Correo de Asturias» que días antes al óbito había ido a visitarleacompañado de su esposa el que fuera Gobernador García Bernar­ do, y que al verle tom ar el fresco bajo un castaño, le había dicho en tono de broma: «Señor, ¿sabe S.E. lo que dice Eguíbar? Pues que todos los que toman el fresco a la sombra de los castaños mue­ ren repentinamente. Sonrió S.E. afablemente y contestó: Y a sabe Vd. que el Sr. Eguíbar es muy exagerado. Y o tom o el fresco bajo estos castaños porque les tengo cariño, por haberles plantado yo y haberles visto crecer» (6). El cadáver fué vestido de Pontifical con casulla negra bordada de oro, se le colocó en el alfom brado del suelo, en el salón inmedia­ to a su dorm itorio convertido en capilla ardiente. A la izquierda el báculo y a la derecha la mitra. Como dejase testamento y cumpliendo su voluntad, se le ente­ rró en la Capilla de Santa Eulalia de la Catedral, avisando a los canónigos y beneficiados ausentes para asistir al funeral y sepelio del Prelado (7). P or noticias enviadas desde Somió, se tuvo conocim iento que la com itiva fúnebre saldría a las diez y media de la mañana del día 18, para llegar a Oviedo a las cinco y media de la tarde, saliendo el Cabildo, clero secular y regular a recibirle al Pontón de Santullano, acompañándole desde allí al Palacio Episcopal, en cuya ca­ pilla se depositaría hasta después de las horas canónicas de la mañana siguiente, a cuya hora se form aría la procesión, se canta­ ría la V igilia, Misa Pontifical, oración fúnebre, responsos y sepelio conform e a lo dispuesto por el Ceremonial de Obispos y Directores de Coro. La carroza en que venía el féretro era arrastrada por cuatro caballos cubiertos con ricas gualdrapas negras y franjas moradas, y negros con morado los penachos que lucían. Al llegar la carroza se form ó la procesión de la manera siguien­ te: Pendón negro de la Santa Iglesia, asilados de San Lázaro y Hermanitas de los Pobres, Cruz y ciriales de la Basílica, clero re­ gular y secular, parroquial y Cabildo Catedral, llegando la proce- (6) “E l Correo de A stu rias”, año X V , n.° 4.336, 17-VIII-1904. (7) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 79, folio 355v, 17-VIII-1904. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 753 sión al Pontón de Santullano donde se hallaban las autoridades y numeroso púúblico. Venía el cadáver en una carroza sencilla y a la vez severa. Acto continuo se entonó p or los Sochantres el responso de rúbrica, y al ponerse en marcha la procesión, y visto el excesivo peso de la caja y no poder ser transportada en hombros de los sacerdotes, se acordó continuara en la misma carroza p or las calles de La Piñera, Azcárraga, San Vicente y Plazuela de Alvarez Acevedo, siguien­ do el c ortejo funerario hasta el atrio del Palacio Episcopal, donde se cantó otro responso. Y a en el Palacio Episcopal fué trasladado y subido en hombros de sus fam iliares a la capilla ardiente, donde quedó depositado, siendo abierto el féretro y expuesto el cadáver al público, no sin antes haber certificado los médicos Corsino Prendes Pando y D. Ra­ fael Sarandeses haber sido embalsamado y que no había peligro alguno para la salud pública. E l prim ero que besó el anillo de S.E. fué el Alcalde de Oviedo D. Ramón Pérez de Ayala, íntim o amigo del Prelado, y expuesto al pueblo, fué visitado incesantemente por los fieles ansiosos de con­ tem plar el rostro de su querido y llorado Pastor. A todos los actos estuvieron invitadas las autoridades y el Sr. Obispo de Tonkín, que o fició de Pontifical. A las diez de la mañana del día siguiente, después de termina­ dos los Oficios Divinos, se form ó en la Santa Iglesia Catedral la procesión para asociar el cadáver, compuesta por el clero regular y el de las cuatro parroquias de la ciudad, con las insignias de las Cofradías de Animas de San Pedro, dirigiéndose al Palacio Epis­ copal por la escalera interior, y una vez en la capilla se cantó un responso. Concluido éste, los familiares del Obispo tom aron a hom bros la caja que bajaron al atrio, donde antes de em prender la marcha procesional se cantó otro solemne responso. N o cabe duda que la enfermedad que ocasionó la muerte del Obispo D. Ram ón M artínez V igil pudo haber sido, com o acertada­ mente señaló su m édico de cabecera D. Corsino Prendes Pando, el desprendimiento de un trom bo de la flebitis que al parecer venía padeciendo, sin desechar la posibilidad se tratase de un infarto de m iocardio p or esclerosis coronarias, cuya explicación patogénica no es otra que el aporte insuficiente de oxígeno al m iocardio, por afectación de cualquiera de su ramas coronarias, sin menospreciar, dada su edad, la intervención de otras causas com o la desmesurada actividad corporal, las emociones psíquicas, el tabaco, las comidas MELQUIADES CABAL GONZALEZ 754 copiosas ricas en grasa, y otros factores calificados de riesgo co­ ronario. En el atrio de la Catedral esperaban los representantes del Ayuntamiento con sus maceros ,las autoridades civiles y militares y otras muchas comisiones de la provincia. Puesta en marcha la asociación, la banda de música del Regi­ miento del Príncipe interpretaba composiciones funerales reco­ rriendo las calles de Alvarez Acevedo, Canóniga, San Antonio y Cimadevilla, lugar donde se hizo una breve parada para cantar un nuevo responso, continuando por las calles de Rúa, Sanz y Forés hasta la Basílica, a cuyas puertas se cantaron las preces de ritual. Y a en el interior de la Iglesia se colocó el ataúd bajo un túmulo instalado en m edio de las naves de la Iglesia, y en el Presbítero y Coro tom ó asiento el clero regular y secular, las autoridades, cor­ poraciones y los duelos en sus respectivos lugares. A continuación dió principio la Misa de Pontifical que o fició Fray Maximino Fer­ nández, V icario Apostólico de Tonkín Central que accidentalmente se hallaba en Asturias, su país natal, y que desde G ijón se había trasladado en coche acompañado de D. Angel Regueras, Provisor del Obispado, el Secretario de Cámara D. Manuel Suárez, D. Maxi­ m iliano Arboleya, Canónigo, y el médico oficial del Obispo D. Corsino Prendes Pando. Concluida la Misa, de nuevo se form ó la procesión por la nave izquierda de la Basílica a la Capilla de Santa Eulalia, en cuyo punto y delante de la puerta de la Sacristía se abrió la sepultura, donde por disposición del finado se colocó el cadáver, con las preces y rito de rúbrica (8). El fallecim iento del Obispo asturiano provocó un sentimiento de d olor en toda España, recibiéndose expresivos pésames de con­ dolencia, de S. Majestad el Rey, S. Majestad la Reina y S.S.A.A. los Príncipes de Asturias, el Nuncio Apostólico, el Presidente del Con­ sejo de M inistros, el Cardenal Arzobispo de Santiago y de la mayor parte de los Arzobispos y Obispos del Reino, Corporaciones religio­ sas, Párrocos de la Diócesis, etc. etc. (9). Durante los días 22 al 25 se celebraron funerales en la Santa Iglesia Catedral, oficiando de Pontifical D. Francisco García, Obis­ po titular de Lorim a, anunciando que el fallecido Obispo había indicado en su testamento se repartiesen quinientas raciones ex- (8) “E l Correo de A stu rias”, diario de la m añana, 18-VIII-1904, Oviedo. (9) “E l Correo de Asturias, diario de la m añana, 19-VIII-1904, Oviedo. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 755 traordinarias de com ida a todos los pobres de la ciudad en la Cocina Económica. A l igual que los periódicos de la capital, el periódico gijonés « E l Popular», haciéndose eco del sentimiento de d olor provincial, publicaba durante los días 17 y 19 de agosto amplia reseña in for­ m ativa porm enorizada del fallecim iento del Obispo (10). O B ISPO D. FRANC ISCO JA V IE R B A Z T A N U R N IZ A Procedía de Sada, villa de la provincia de Navarra, donde fué nacido el 28 de abril de 1844, siendo sus padres D. Ceferino y D.a Catalina (1). Estudió la carrera eclesiástica en el Sem inario Conciliar de Pamplona, ordenándose presbítero el día 13 de m arzo de 1869, a los 25 años de edad (2). Gobernó la Diócesis de Oviedo en circunstancias poco propicias, y a pesar de ello, dejó de su estancia en Asturias actuaciones de gran relieve socio-religiosas, entre ellas, contrarrestar la disminu­ ción creciente y alarmante de las vocaciones sacerdotales, creando en la Diócesis la Obra para el fom ento de las vocaciones, si bien su empeño más notable fuese la construcción del Tem plo Parroquial de San Juan el Real de Oviedo, la Catedral del ensanche com o con peculiar gracejo la llamaban los ovetenses. El nom bram iento de D. Francisco Javier y Urniza para ocupar la Silla Episcopal de Oviedo fué conocido por el Cabildo al ser publicado en la Gaceta Oficial, ya que hasta entonces era Arcediano y V icario Capitular de Ciudad Real, acordando el Cabildo Catedral felicitarle por carta encomendada al Maestrescuela (3). Días después, el 14 de noviembre de 1904, se recibía noticias telegráficas de Rom a dando cuenta haber sido preconizado para la (10) E l O bisp o F ra y Ram ón M artínez V ig il editó una em otiva Pastoral con m otivo de su entrada en la Diócesis, conservándose en el A rch ivo del A yuntam iento de O viedo un ejem plar. Edit. T ip ografía del A silo de H uérfanos del S C. de Jesús, Juan B ravo, 5 (B a rrio de Salam anca), 1884. (1) E l apellido B aztán d eriva de Baz-nat, que en la lengua de su país sig­ nifica “ soy uno” , indicando tam bién su carácter de amigos de la Independencia. (2 ) R u b io y B a r b ó n , Fernando.— “Parro q u ia y templo de San R e a l” , Edit. G rá fic a s Sum m a, S.A., Oviedo, 1980. (3 A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 79, folios 368 y 368v, 7-XI-1904. Juan el MELQUIADES CABAL GONZALEZ 756 Diócesis de Oviedo, disponiendo el Cabildo un repique general de campanas, la celebración de un Te Deum y misa solemne a toda orquesta, invitando a las autoridades y corporaciones. El nuevo Obispo fué consagrado en Pamplona, enviando desde aquella localidad la bendición al Cabildo, autoridades y fieles de la Diócesis. En nombre del Obispo tomó posesión del Obispado D. Benigno Rodríguez Pajares, aportando el poder correspondiente, las Bulas apostólicas y las ejecutoriales de S.M. el Rey Alfonso X I I I (4). Para recibir al Obispo en el lím ite de la provincia se nombraron varias comisiones; una compuesta por el Chantre y Penitenciario, otra para todo lo concerniente a los preparativos de recepción, carruajes, autoridades, refresco, y una tercera para la parte cere­ monial que fué asignada al Prefecto y Maestro de Ceremonias. La entrada en Oviedo tuvo lugar el día 15 de abril de 1905, a las cinco y media de la tarde. El día anterior y en el tren correo salie­ ron para La Robla el Gobernador Eclesiástico, el Prefecto de Estu­ dios, el R ector del Seminario Conciliar, los Comisionados del Cabildo y otras personas distinguidas, para acompañar al Prelado hasta la estación de Ujo, donde se detuvo la com itiva oficial. En esta localidad fueron obsequiados por el Marqués de Comillas, dueño de aquel coto minero, que puso a disposición del Obispo un tren especial para su entrada en la ciudad, anunciando su llegada al público disparando cohetes en la cercanía de la población En la Estación del N orte de Oviedo esperaban para recibirle el Gobernador M ilitar, el Alcalde y Concejales del municipio, com isio­ nes de la Audiencia y Universidad, Senadores, P.P. Dominicos, etc. Al descender del departamento fué saludado por el Alcalde de Oviedo que en breve alocución le dió la bienvenida, a la que el Prelado contestó dando las gracias. Organizada la com itiva, el Obispo se m ontó en un coche de gala del Marqués de Canillejas, llevando a su izquierda al Alcalde y enfrente a los Comisionados del Cabildo, siguiéndole una caravana de 50 a 60 coches con las autoridades, recorriendo la calle de Uría, Toreno, Santa Susana, Campomanes, Magdalena, Plaza M ayor, Cim adevilla, Rúa, Sanz y Forés hasta la Catedral, no deteniéndose en la Iglesia de San Tirso como era costumbre lo hiciesen los Obispos, a causa de la lluvia que en aquel momento caía sobre la población, continuando hasta el atrio de la Catedral donde le esperaba el Cabildo, dándole a besar la Cruz de la V ictoria el Arcipreste com o (4) ACO.— Libro de Acuerdos, T. 79, folios 375 y 375v, 28-III-1905. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 757 dignidad preferente. En la parte sur del atrio, en un pequeño altar, se habían colocado los ornamentos pontificales. A una señal del Presidente salió en orden el Cabildo con la Cruz alzada, dirigiéndose al atrio de la Basílica, colocándose el hebdom adario en el centro revestido de pluvial con la Cruz de la V ictoria y el prim er dignatario acompañado de los Diáconos, tam­ bién revestidos, presidiendo la procesión. Seguidamente el Obispo, vestido con los ornamentos pontificales, siempre ayudado p or los Diáconos de honor, entró en la Catedral en tanto que los Sochan­ tres cantaban la antífona «Sacerdos et Pon tifex» y el responsario eclesiástico. En la puerta principal de la Basílica la m ayor dignidad entregó al Obispo el hisopo y el incensario tres veces, iniciándose la procesión por la nave central hasta el Altar M ayor, cantándose entre tanto el Te Deum a toda orquesta y un coro nutrido de voces, y tras cantar las preces y la oración, subió el Prelado al trono, siem­ pre acompañado de los Diáconos, y acto seguido los canónigos y beneficiados le fueron a besar la mano. Después de esta ceremonia, el Obispo en m edio de los Diáconos de honor se d irigió al altar, lo besó en el centro y colocándose al lado de la epístola cantó la oración del titular del tem plo después de haberlo hecho el coro, bendiciendo a continuación al pueblo que llenaba totalm ente la Basílica. Concluidas todas las ceremonias, el Obispo, ayudado p or los Diáconos, se despojó de los ornamentos pontificales, poniéndole sus fam iliares la capa mayor, y orando unos instantes, se retiró a Palacio acompañado del Cabildo, autoridades y familiares. Al día siguiente, Dom ingo de Ramos, a las seis y media de la tarde, le obsequió el Cabildo con un refresco, al que asistieron autoridades, testigos y nobles de la ciudad, celebrándose el acto en el salón de la biblioteca, que se hallaba muy adornado e «ilu m i­ nado con potentes focos eléctricos» (5). A los pocos días de la toma de posesión efectuó el Obispo varios nombramientos, el de P rovisor y Vicario General en la persona de D. Benigno Rodríguez Pajares, Dignidad de Maestrescuela y el de Secretario de Cámara a D. Pedro Fernández de Sevilla y Muñoz (6). El análisis breve de su actuación como Prelado fué muy m eri­ toria; a él se debe la colocación y bendición de la prim era piedra del nuevo Tem plo de San Juan, acto que tuvo lugar el 24 de junio de 1905, siendo invitado el Cabildo Catedral a la solemne ceremo(5) A C O .— L ib r o de Acuerdos, T. 79, folios 378 y siguientes, 13-IV-1905. (6) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 80, folio 380v, 24-IV-1905. MELQUIADES CABAL GONZALEZ 758 nia, nombrándose una comisión compuesta por el Arcediano y Lectoral para asistir representando al Cabildo en tan importante acontecimiento (7). Fué un Obispo que desarrolló gran actividad, pues antes de cumplir el año de la toma de posesión, el 2 de noviem bre de 1905, emprendía viaje a Rom a con objeto de hacer la Visita «ad lim ina», dejando en su ausencia encargado de la Diócesis a su Provisor D. Benigno Rodríguez Pajares, siendo despedido por el Sr. Carbajal, Flórez y Vicario General (8). Su estancia en Rom a fué breve, regresando el Obispo a Oviedo el 6 de diciem bre de 1905, siendo recibido con los honores de cos­ tumbre por el Chantre y Sánchez Obeso, tocando las campanas de la Basílica y desplazándose el Cabildo a Palacio para saludarle (9). Las visitas pastorales gustaba hacerlas con detenimiento, ha­ ciendo la prim era ausencia el 23 de abril de 1906, para visitar Benavente, Toral, Valencia de Don Juan, Alba, Gordón y Tercia. En las visitas por Asturias utilizaba el tren mixto, saliendo de la D ió­ cesis el 24 de setiembre de 1906, recorriendo los Arciprestazgos de Cabrales, Luna, Riello, Ordax, Armellada, Omaña, Laceana y Ba, bias, regresando el 27 de octubre del mismo año (10). A juzgar por el número de veces que se ausentaba el Obispo para hacer la visita pastoral, es perm isible pensar que no dejó lugar alguno de Asturias sin visitar, siendo nombrado Senador por la Provincia Eclesiástica, según noticia de D. Vicente Alvarez Villamil, Canónigo de la M etropolitana de Santiago, y nombrado p or el Cabildo de Oviedo com promisario para dicha elección (11). En 1920, quince años después de su entrada en Oviedo, tiene conocim iento el Cabildo de que el Prelado había renunciado al Obispado, sorpresa que da lugar a que se acuerde elevar escrito al Nuncio Apostólico, suplicándole lo haga llegar a S. Santidad para que no admita la renuncia que de esta Diócesis había presentado el Obispo (12). En este mismo año fallecía su Provisor D. Benigno Rodríguez Pajares, Deán de la Santa Iglesia, a las nueve y cuarto de la noche del día 20 de abril de 1920. (7) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 80, folio 385, 20-VI-1905. (8) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 80, foliación irregular, 5-XII-1905. (9) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 80, foliación irregular, 5-XII-1905. (10) A C O .— L ibro d e Acuerdos, T. 80, folio 42v, 27-X-1906. (11) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 80, folio 187, 23-V-1910. (12) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 82, folio 164, 12-XI-1920. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 759 E l sentim iento que en el seno del Cabildo produjo la renuncia del Prelado a su Obispado fué general, aduciendo para ello m otivos de salud, pues ya contaba el Obispo en esta fecha 76 años de edad, pero siendo la prim era vez que se hablaba de la salud del Obispo desde la tom a de posesión. E l Pon tífice en fecha 24 de octubre de 1920 comunicaba haber aceptado la renuncia, transfiriendo al Obispo a la sede titular de N ilópolis, debiendo considerar el Cabildo la renuncia com o un hecho cum plido sobre el cual la Santa Sede no adoptaría variación alguna (13). Con ocasión de la renuncia se propaló p or M adrid en los me­ dios eclesiásticos la calumniosa especie de una supuesta hostilidad del clero asturiano contra el Obispo, hostilidad inexistente por cuanto la Corporación de la Catedral envió al Nuncio de S. Santi­ dad, interpretando el sentir general del clero de la Diócesis, ser com pletam ente inexacta la disparidad entre los sacerdotes asturia­ nos ya que en éstos no existían animadversión ni preferencias por nadie, si bien concebida la respuesta en estos términos no parecía ser totalm ente concluyente (14). Como quiera que fuese, el Obispo permaneció en la Diócesis hasta enero de 1922, y en vísperas de abandonar Asturias dirige una Carta Pastoral al Deán y Cabildo, al Abad y Canónigos de la Real Colegiata de Covadonga, agradeciendo el mensaje dirigido a S. Santidad para que no le aceptase la renuncia, así com o a los Arciprestes y Párrocos y demás sacerdotes, Ordenes religiosas, Pro­ fesores del Sem inario y Autoridades (15). Sólo al final de su gobierno, y con ocasión de la venta del Semi­ nario, acto com entado y muy discutido, amargó la vida del Pre­ lado. En 1922 abandonaba la Diócesis de Oviedo al ser destinado a Pamplona, donde pasó los últimos años y donde halló la muerte el 14 de diciem bre de 1926, cuando contaba 82 años de edad. Se ignora la causa inmediata de su fallecim iento, pero es vero­ símil adm itir que incluso el médico que le asistió en sus momentos finales, no diagnosticase otra enfermedad que la senectud acompa­ ñada finalm ente de complicaciones cardíacas, renales, pulmona­ res, etc. (13) A C O .— L ib r o de Acuerdos, T. 82, folio 167v, 17-XI-1920. (14) A C O — T. 82, folios 181 y 181v, 28-M921. (15) Bol. Eclesiástico del O bispado de Oviedo, año L IX , n.° 4, 30-1-1922. 760 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Después de cuatro años de estar sepultado su cadáver en el panteón que el Cabildo de Pamplona posee en el cem enterio de aquella ciudad, sus restos fueron remitidos a Oviedo, siendo inhu­ mados en el Presbiterio de la Iglesia Parroquial de San Juan el Real, donde una amplia losa de mármol blanco nos recuerda de continuo que allí yacen los restos del Obispo que siendo de esta Diócesis, se construyó p or su interés y denodado esfuerzo la llamada nueva Catedral del ensanche, una de las Iglesias más bellas de la ciudad. Recibidos los restos el día 6 de setiembre de m il novecientos treinta en la Estación del Norte, se trasladaron hasta el templo parroquial acompañados de numerosísimo público, las autoridades todas de la ciudad, presidiendo la com itiva el Cardenal Arzobispo de Sevilla y los Obispos de Alm ería y de Oviedo, celebrándose los sufragios cantados a gran orquesta y muchas voces, con misa so­ lemne celebrada por el licenciado Pedro Gómez, y el últim o res­ ponso cantado por el Cardenal Arzobispo de Sevilla (16). O BISPO D. JUAN B A U T IS TA LU IS PE R E Z Fué continuador en la Diócesis de Oviedo del Obispo D. Fran­ cisco Baztán y Urniza, que tan grato recuerdo dejó en este Obis­ pado. El Obispo D. Juan Bautista de Luis Pérez era natural de Buuriana, en la provincia de Castellón, donde nació el 1 de abril de 1874, iniciando los estudios eclesiásticos en el Sem inario de Tortosa, para continuarlos y concluirlos en el P on tificio Colegio Es­ pañol de Roma, desde 1892 a 1897. Su vida fué un continuo quehacer prácticamente sin descanso, pues cuando abandona Roma fué nombrado Profesor de Derecho Público en el Seminario de Tarragona, cargo que desempeñó hasta el año 1905. Dos años antes, en 1903, fué Doctoral en Murcia, de­ jando recuerdo de su paso por aquella Diócesis p or su bondad y celo, bien como orador sagrado, bien com o periodista en el diario «L a V erdad», que fundó y dirigió con admirable acierto. Canónigo por oposición de Valencia desde 1907, el entonces Arzobispo de la Diócesis, nuestro paisano Sr. Guisasola, le nom bró D irector del (16) lio 192. A rch ivo P a rro q u ial San Juan el R eal de Oviedo.— L ib ro 1.923-43, fo­ COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 761 diario católico «L a V o z», en los memorables días entre blasquistos y sorianistas, proporcionando a la Iglesia grandes triunfos. P rovi­ sor del Obispado en 1908, el Sr. Guisasola le llevó a Toledo en 1914, haciéndole Obispo auxiliar (1). De acuerdo con el Nuncio Apostólico en España, el Gobierno de S.M. le presentó a la Santa Sede para Obispo de Oviedo, nombra­ miento firm ado el 3 de junio de 1921, apareciendo en la Gaceta del día 24 del m ismo mes y año, y preconizado el 30 de noviem bre del año aludido por el Papa Benedicto X V. En su nom bre tom ó posesión de la Diócesis el Deán de la Santa Iglesia de O viedo D. Francisco Trapiello y Sierra, el día 20 de ene­ ro de 1922, quien com pareció acompañado de algunos testigos, que tom aron asiento entre los canónigos. El apoderado exhibió las le­ tras apostólicas que fueron leídas y aprobadas, procediéndose a darle la posesión, actuando de testigos el Marqués de Santa Cruz, Marqués viudo de Canillejas y San Feliz y otras personas, teniendo a bien con ferirle autoridad para el gobierno de la Diócesis hasta que el nuevo Obispo entrara en ella en D. José Cuesta Fernández, P rovisor y V icario General del Obispo dimisionario (2). E l Obispo D. Francisco Trapiello y Sierra ensalzó la figura del nuevo Prelado com o varón apostólico de extraordinario talento, cultura nada común, humilde y austero, sereno y trabajador. Contrariam ente a otros Obispos, su entrada en Oviedo se hizo sin demora, pues aún se hallaban en el Palacio Episcopal los asis­ tentes a la toma de posesión por poder cuando el Deán D. Fran­ cisco T rapiello y Sierra anunciaba que el nuevo Prelado saldría de M adrid el 1 de febrero de 1922 con objeto de pernoctar en Mieres y entrar el día 3 en Oviedo. La noche que pernoctó en Mieres le ofrecieron hospedaje el Conde de Mieres y el Gerente de la Hullera Española, D. Santiago López; mas el Obispo, agradeciendo el ofrecim iento, optó por per­ noctar en la casa rectoral, de donde por entonces era Párroco D. Herm ógenes Lorenzo, desfilando por ella incontables personas llegadas de toda la provincia y especialmente de Oviedo con ánimo de saludarle. El viaje a O viedo lo hizo el Obispo en coche, y a la entrada de la capital, en el lugar conocido por San Roque, lo esperaban las autoridades para darle la bienvenida, ocupando seguidamente el (1) A C O .— B ol. O ficial Eclesiásticoi del Obispado de Oviedo, n.° 5, 9-II-1922. (2) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 83, folio 136, 20-1-1922. año L IX , 762 MELQUIADES CABAL GONZALEZ lando de D. Policarpo Herrero. Al percatarse el público que en él iba el Obispo, fué saludado con vivas y aplausos a su paso p or las calles de Arzobispo Guisasola, Campomanes, Santa Susana, Astu­ rias, Independencia, Uría, Fruela, Jesús y Plaza Mayor. E l día tres, como estaba previsto, hacia las cinco de la tarde entraba el Obispo en Oviedo, dirigiéndose a la Iglesia de San Isi­ doro, acompañado procesionalmente por el Cabildo, yendo en el centro de la procesión el hebdomadario revestido de pluvial con la Cruz de la Victoria, dos caperos, presidiendo la com itiva el Deán revestido también de capa. En el atrio de la Iglesia de San Isidoro se habían colocado sobre una pequeña credencia los ornamentos pontificales. E l Deán le dió a besar la Cruz de la Victoria, pasando ésta otra vez a manos del hebdomadario. Revestido de Pontifical, se puso en marcha la procesión en di­ rección a la Catedral, transcurriendo por las calles del Peso, Uni­ versidad, Porlier, San Juan y Sanz y Forés, no haciéndolo p or la calle Cimadevilla y Rúa, por haber obras en la Plaza Mayor. En la Catedral entró el Obispo bajo palio, acompañado de los diáconos asistentes sosteniéndole la capa pluvial, en tanto que los sochantres cantaban la antífona «Sacerdos et P on tifex» y el responsario. Omitiendo parte del ceremonial, el Obispo, cantadas las preces, subió al trono acompañado de los diáconos de honor, y acto con­ tinuo los canónigos y beneficiados fueron a besarle la mano, tocán­ dose entre tanto el órgano; después se dirigió al Altar M ayor, lo besó y colocándose al lado de la Epístola, cantando el coro la an­ tífona y versículo correspondiente, bendijo al pueblo allí asistente y se publicaron las indulgencias. A las seis y media del domingo siguiente le obsequió el Cabildo con un refresco en el salón de la biblioteca que se hallaba muy adornado, asistiendo las autoridades y testigos (3). Contaba do 48 años H istoria de de su vida, el Obispo cuando se hizo cargo de la Diócesis de Ovie­ de edad, y le cupo vivir dos fechas importantes en la España: el cambio de régimen y, en los últimos días la revolución de octubre de 1934. H om bre de gran actividad eclesiástica, al poco tiem po de go­ bernar la Diócesis de Oviedo iniciaba la visita pastoral, saliendo a predicar en los Arzobispados de Avilés, Pravia y Cudillero, dejando (3) ACO.— Libro de Acuerdos, T. 83, folios 137 y siguientes, 24-1-1922. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 763 encargado de la Diócesis al Provisor y Vicario General D. Juan Fuertes Ram ón (4). Como recuerdo de la entrada del Obispo en Oviedo, el Prelado obsequió a los ancianos desamparados, presos de la cárcel y a los concurrentes a la Cocina Económica con una com ida extraordina­ ria, enviando importantes limosnas a la Conferencia de San Vicente de Caballeros, escuelas gratuitas del Ave M aría de San Lázaro, el Bosque, La V ega y Fray Ceferino. Su Obispado tuvo com o característica fundamental su gran dinamismo, celebrándose en Oviedo un sínodo diocesano en 1923, y en 1924 la magna Asamblea Mariana de Covadonga (5). Durante los 12 años que el Obispo D. Juan Bautista de Luis Pérez d irigió la Diócesis de Oviedo no padeció enferm edad alguna que merezca com entario, pero a partir del año 1933 com enzó a presentar alteraciones del estado general y molestias de garganta, seguramente atribuibles por los médicos al uso del tabaco, siendo muy probable fuese D. Ramón Miyares, especialista de garganta muy afam ado en toda Asturias, uno de los médicos que le asistie­ ron en los comienzos de su enfermedad. E l Prelado, aunque notoriam ente enfermo, conservaba la plena lucidez de todas sus facultades mentales, pero teniendo gran d ifi­ cultad en el uso de la palabra, que poco a poco se le iba haciendo más ronca y dificultosa. En este período surge el m ovim iento revolucionario de octubre de 1934, y aunque en un principio se le ocultó al Prelado la magni­ tud de los acontecimientos, al tener noticia de ellos influyeron desfavorablem ente en el curso de la enfermedad, pero aún en tan desfavorable situación física y moral, tuvo arrestos para dirigir una cariñosa alocución a los asturianos, condensando todo el amargo pesar que encerraba su corazón atribulado ante la lucha fratricida. Estando en muy grave situación y ante los acontecimientos que se cernían sobre la ciudad, se le trasladó a M adrid, deteniéndose en Gordón varios días para visitar a su amigo el Arcediano, razón que justifica que algunos autores consideren su fallecim iento en Pola de Gordón. Al llegar a M adrid se le instaló en el Convento de las Jerónimas de la Adoración, donde por lo avanzado de su dolencia hubo de guardar cama, originando una afección pulmonar, quizá una neu- (4) A C O .— L ib ro de Acuerdos, T. 83, folio 195, 24-IV-1922. (5) V iñ a y o , Oviedo, 1955. Antonio.— “ El Sem inario de O viedo” , Talleres “ G ráficas L u x ” , 764 MELQUIADES CABAL GONZALEZ monía, que acentuaba su gravedad, originándole la muerte a las diez de la noche del día 6 de noviembre de 1934 (6). El viaje a M adrid es muy posible lo hiciese pensando hacerse explorar por D. Antonio G. Tapia, el más prestigioso especialista de garganta de España y el más diestro y con m ayor experiencia en la práctica de la laringuectomía o estirpación de la laringe en los casos de tumoración maligna de este órgano, enfermedad que en definitiva padécía el Obispo, posiblemente en situación que ha­ cía impracticable, por su extensión, todo intento de operación. Durante su estancia en Madrid estuvo acompañado de su so­ brino D. Juan Luis y Bertrán y de las Hermanas Jerónimas de la Adoración, cuyo instituto fué realidad por empeño y cariño del Prelado, su fundador. Al conocerse la noticia del fallecim iento del Obispo de Oviedo, se presentaron inmediatamente en el Convento el Marqués de la Vega de Anzo y D. Angel Herrera, Presidente de la Junta Nacional de Acción Católica, de la que era Consiliario el ilustre Prelado. El cadáver fué recibido en Oviedo el viernes día 9 a las doce del m ediodía y trasladados sus restos desde la Estación del N orte a la Santa Catedral, siendo inhumados en la Capilla de la Patrona Santa Eulalia, celebrándose al día siguiente funeral en la Iglesia de San Isidoro, a las diez y media de la mañana, siendo encargado de la oración fúnebre el Canónigo Magistral D. Benjam ín Ortiz. OBISPO D. JUSTO A N T O N IN O ECH EG U RE N ALDAM A Era natural de la villa de Amurrio, de la provincia de Alava, donde nació el 10 de mayo de 1884. Cursó los estudios de segunda enseñanza en el Colegio de los Padres Paules de Murguía (Alava), obteniendo el grado de bachiller en 1901 con notables califica­ ciones. Con vocación eclesiástica precoz, ingresa concluido el bachiller en el Sem inario Conciliar de Vitoria, donde estudia cuatro años de Sagrada Teología y dos de Filosofía. Al term inar estos estudios, in­ gresa en el Colegio Español de Roma, doctorándose en Filosofía y Derecho Canónico en 1908. (6) “R egión”, año X II, n.° 3.495, 7-XI-1934, Oviedo. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 765 Ordenado Presbítero en 1907 fué designado para ocupar en el Sem inario Conciliar la cátedra de Cosmología y Psicología Racio­ nal, p or entonces vacante por traslado del titular, cargo que desem­ peñó durante un trienio, haciéndolo com patible con las tareas de la Prefectura de Disciplina de los alumnos internos, en cuya misión tuvo el apoyo del doctor D. Zacarías Vizcarra, im prim iendo una nueva manera de ser en la disciplina del Seminario, emprendiendo a la vez la empresa de organizar una gran catequesis en Villauso, ayudado por los seminaristas teólogos y jóvenes de la Congrega­ ción Mariana, en la que llegó a ser el Vicedirector. Cuando en las Cortes se presentó el proyecto de ley de las Con­ gregaciones, recorrió en unión de jóvenes de idéntico criterio toda la región de Alava, organizando una importante manifestación en protesta de la ley que se quería poner en vigor, dando nacimiento en aquella ocasión a la idea de fundar un periódico católico, «L a Gaceta de Alava», que se publicó durante algún tiempo. A su cargo corrió el discurso de apertura del Seminario, en el curso 1910-1911, disertando con gran elocuencia y competencia, sobre el tema la «M isión social del clero en los presentes tiem pos». Estudioso incansable, en 1913 dió a la imprenta un opúsculo titulado «M utualidad catequística», desempeñando al año siguiente la Cátedra de Derecho Canónico y nombrado Secretario particular del Dr. M eló y N otario M ayor del Tribunal Eclesiástico. Posteriorm ente, en el año 1918, en el Pontificado del Dr. E ijo, desempeñó simultáneamente los cargos de Secretario de Cámara y D irector del Boletín Eclesiástico, siendo dicho Prelado quien proveyó en él una de las vacantes de la Catedral de Vitoria. Años después, en 1933, en el Pontificado de D. Zacarías M artínez se le asignó además del cargo de N otario Mayor, la Secretaría de Comu­ nicaciones Latinas y Expedición de Preces hasta el prim ero de diciem bre de 1934 en que fué nombrado Adm inistrador de la Dió­ cesis de Oviedo, siendo elevado a la Sede Episcopal de Asturias el 28 de enero de 1935 (1). P or el Papa Pío X I fué nombrado para la Silla Episcopal de Oviedo, pero no siéndole posible posesionarse de inmediato, delegó poder en D. M axim iliano Arboleya Martínez, Deán de la Catedral, y en defecto de éste, al que canónicamente fuere Presidente del mismo Cabildo, y exhibiendo el poder y las Bulas Pontificias, tom ó posesión del Obispado, actuando de testigos D. Enrique Fernández (1) “R egión” , año X V , n.° 4.250, 17-VIII-1937, O viedo-Luarca. 766 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Mata y D. Pablo García Manzanal, beneficiados, maestros de cere­ monias y vecinos de Oviedo. Como la Santa Iglesia Catedral de Oviedo no estuviese aún en condiciones de celebrar en ella solemnidades pontificales, se efec­ tuó la consagración en la Catedral de V itoria el 7 de abril de 1935, siendo deseo del nuevo Prelado que se sentiría muy honrado si pudiera ver en ella una representación del Cabildo Catedral. Su preocupación prim era al llegar a Oviedo fué buscar lugar para el emplazamiento del Seminario Mayor, comenzando con toda urgencia las obras de acondicionamiento en Valdediós, donde se construyeron 80 habitaciones individuales para los Teólogos que reingresaban en el Seminario al concluir las vacaciones de Navidad, y com o advirtiese la precaria situación económica de los semina­ ristas, les proveyó de ropas y libros, única manera de poder resar­ cirles de las pérdidas sufridas en el incendio del Sem inario (2). Al hacerse cargo de la Diócesis contaba el Obispo 51 años de edad, encontrándose pletórico de salud y ansias de trabajar. En la fotografía que acompaña al texto en el libro de D. Antonio Viñayo se aprecia un semblante lleno de juventud, de viva pero agradable mirada, la piel de la cara tersa ofrece unos pómulos pronunciados, con iniciación de la sobarba, nariz gruesa ligeram ente aguileña, boca pequeña y labios y mentón retraído y frente ampliamente des­ pejada, ofreciendo un conjunto atrayente de gran simpatía que favorecía ser querido por cuantos tuvieron la fortuna de conocer­ le y tratarle. En la historia de su breve estancia en Asturias, alcanzaron sig­ nificado especial sus visitas pastorales y de Confirmación, que así fué conociendo la gran mayoría de los Arciprestazgos. En abril de 1937 le correspondería ser acogido con muestras de cariño y ve­ neración p or los pueblos de Armellada, Ordás, Carbajales, Oseos y Burón (3). Al comienzo del mes de mayo del mismo año visitaba Vegadeo, Castropol, Cangas del Narcea, Allande y Navelgas (4). (2) V iñ a y o , Antonio.— “E l Seminario de O viedo”, T alleres “ G ráfic as L u x ” , Oviedo, 1955. (3) A C O .— Boletín O ficial Eclesiástico del O bispado de Oviedo, año L X X I I , n.° 5, 5-IV-1937. (4) A C O .— Boletín O ficial Eclesiástico del O bispado de Oviedo, año L X X I I , n.° 6, 6-V-1937. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 767 P or entonces el Boletín O ficial Eclesiástico se im prim ía en Vegadeo, lugar de residencia del Prelado, siendo su últim a visita pastoral que pensaba realizar la de Omaña, Laceana y Suarna (5). El día 16 de agosto, a prim era hora de la mañana, el Obispo, que residía en Vegadeo, se trasladó a Castropol, donde o fició de Pontifical, y durante la misa pronunció un sermón hablando de la festividad de la Asunción de la Virgen María. Después de alm orzar y acompañado de D. Claudio de Heredia, P rofesor del Sem inario de V itoria y de D. Joaquín Ocharán, em­ prendieron viaje a Tapia de Casariego, quedándose en La Caridad el Sr. Ocharán y en Navia el Sr. Heredia, continuando el Prelado a Cangas del Narcea, donde pensaba pernoctar y de donde sal­ dría a la mañana siguiente para León con objeto de dedicarse a la consagración de aras, pensando regresar el día 21 para practicar la santa visita en los Arciprestazgos de Omaña y la Coalla, en la provincia de León, y en Navia de Suarna de Lugo. Disponía el Obispo para estos largos desplazamientos de un co­ che propiedad de D. Arturo Cima, y lo conducía D. Cándido Pérez Fernández, natural de Vigo. Cuando reanudaron la marcha en dirección de Cangas del N ar­ cea, tom ando la carretera de Oviedo, al llegar a Almuña, el chófer, que conducía a marcha exagerada, vió salir de la carretera que conduce al hospital a dos chicas dispuestas a atravesar la calzada, y ante e-1 tem or de atropellarlas, se vió obligado a realizar un rá­ pido viraje, de form a que el coche, impulsado por la velocidad que llevaba, cruzó la carretera cayendo a un barranco de doce metros de altura, después de dar un par de vueltas de campana, pero que­ dando en estado nomal, sin mayores deterioros. Las personas que vivían en la proxim idad del accidente acudie­ ron rápidas a socorrerlos, advirtiendo desde el prim er instante que el conductor era ya cadáver, quizá por la violencia de un golpe recibido en la región torácica al tropezar con el volante, apreciándosa la rotura de varias costillas que hacían prom inencia al exte^ rior. El Obispo, una vez liberado entre los destrozos del automóvil, preguntó p or el chófer, indicándole el lugar donde yacía el cadá­ ver. E l Sr. Echeguren, haciendo grandes esfuerzos, se dirigió al sitio donde se encontraba el conductor y le absolvió subconditione. E l Obispo, con heridas igualmente graves en la cabeza y tórax, fué preciso extraerle no sin gran esfuerzo y cuidado entre las asti(5) A C O .— Boletín O ficial Eclesiástico del Obispado de Oviedo, año L X X I I , n.° 8, 20-V II—937. 768 MELQUIADES CABAL GONZALEZ lias de la carrocería, pero conservando el conocimiento, suplicaba a las personas allí presentes fuesen en busca de un sacerdote, pues era consciente de su próxima murte, repitiendo de continuo « ¡Per­ dóname, Dios mío! »; aquellas gentes dudaban si habían de ir a Barcia en busca del sacerdote que solicitaba el Prelado o condu­ cirlo al H ospital de Luarca. Prevaleciendo la idea de llevarlo al hospital, se le trasladó en el coche que ocupaba un militar. Ya en el centro hospitalario, se le prestó rápida asistencia facultativa por el médico de guardia D. Ma­ nuel López Fanjul, que tras verificar un minuicioso reconocimiento, no dudó en em itir un pronóstico infausto a breve plazo. De D. Manuel López Fanjul, traumatólogo hoy jubilado, hemos solicitado tratase de rememorar las heridas y estado en que llegó al H ospital de Luarca el Obispo D. Justo Antonio Echeguren Aldama. Su inform e escrito, después de haber transcurrido 49 años del grave accidente, dice así: Ingresó de urgencia por accidente de circulación, por vuelco del automóvil en que viajaba. Presen­ taba a su ingreso una grave contusión de tórax, con fuerte aplasta­ miento del esternón y plano anterior de costillas, con supuesta lesión de visceras intratorácicas. Su estado era de extrema grave­ dad, con cianosis intensa y respiración fuertemente fatigosa. Creo recordar que se produjo el fallecim iento en corto espacio de tiem­ po, y deseo hacer constar y así lo manifesté en cuantas ocasiones se habló del suceso, la entereza y ejem plaridad de su com porta­ miento, que a pesar de su estado angustioso y la gran dificultad para expresarse, solamente se preocupaba de pedir perdón a todas cuantas personas hubieran podido tener relación con él. Dándose cuenta el Sr. Obispo de su grave estado, pidió se le administraran los Santos Sacramentos, y sin pérdida de tiempo el Capellán del Hospital, D. Perfecto, acudió a su lado para confesar a su Ilustrísima, administrándole el Santo Viático y la Extremaun­ ción. El m édico ovetense D. Pedro M iñor Rivas, que visitó al Obispo inmediatamente de tener conocimiento del accidente, obtuvo la misma impresión que sus compañeros del hospital, manifestando se trataba de un caso desesperado para el que no existía rem edio alguno para salvarle la vida. En las horas que siguieron al accidente, ya en la noche, se que­ jaba de intensos dolores, disnea acentuada, opresión torácica y cianosis. A las tres y cuarto de la madrugada tuvo un vóm ito de sangre, y a partir de aquel momento perdió el conocimiento, ex- COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 769 tinguiéndose poco a poco hasta exhalar el último respiro; eran las tres y m edia de la mañana. El P. Paúl D. Pedro Vargas, Superior de la Residencia de Oviedo, dándose cuenta que había entrado en período agónico, se dispuso a darle la recomendación del alma, viendo con asombro cóm o el m oribundo recitaba en latín la letanía de los Santos y demás ora­ ciones propias del caso (6). Antes de m orir, pudo advertir estaba a su lado D. Antonio Alon­ so Rodríguez, Canónigo Doctoral de la Catedral de Oviedo y P rovi­ sor del Obispado, al cual en sus últimos momentos le dijo: «S r. Provisor: Sé que me muero y le encargo comunique a todos los fieles en general y al clero en particular mi despe­ dida, bendiciendo a todos por última vez. P or todos pediré en el cielo si la bondad divina me perm ite ir a él. De todos mis diocesanos me voy agradecido de este mundo por las atenciones que conm igo prodigaron en el tiem po que he tenido la dicha de regir los destinos de esta Diócesis. Tengo que reconocer en este momento supremo que el clero ha sido buenísimo, disciplinado y trabajador. Y o ofrezco mi vida gustosamente a Dios, por el bien de mis queridos dio­ cesanos y por España. Dios salve a España con el triunfo del Generalísimo Franco. Dios me perdone y me abra las puertas del cielo. Recibo muy contento y satisfecho la muer­ te por ocurrir ésta el día de la Asunción de la Virgen a los cielos, cuyas glorias he tenido la dicha de cantar esta ma­ ñana». Provechosa y larga fué la conversación sostenida con el P rovi­ sor D. Antonio Alonso Rodríguez, que literalm ente fué publicada en el Boletín O ficial Eclesiástico del Obispado y en el periódico «R e g ió n », y que por su interés insertamos en su totalidad, seguros de serle grato para sus fieles diocesanos que no hallan tenido opor­ tunidad de conocerla. Entre las recomendaciones que solicitó del Provisor, indicó el deseo de ser enterrado en el lugar donde ocurriese el fallecim iento, sin boato ni ostentación de ninguna clase, y que tam poco se p ro­ nunciase la oración fúnebre. Le cupo al P rovisor el triste com etido de n otificar el falleci­ miento a sus hermanas, que residían en Am urrio (V ito ria ), así como 3 las autoridades, los Generales Aranda, M artín Alonso y al Dele­ gado de Orden Público D. Gerardo Caballero, al Cardenal Prim ado (6) “Región”, año XV, n.° 4.250, 17-VIII-1937. 770 MELQUIADES CABAL GONZALEZ de España, al Arzobispo de Santiago y a los Obispos de Lugo y Mondoñedo. E l entierro y funerales se celebraron en la mañana del día 17, a las once, siendo inhumado el cadáver en la Capilla de Nuestra Señora del Carmen de la Iglesia Parroquial de Luarca, por deseo expreso del Prelado. N o obstante los deseos del Obispo fallecido de que sus exequias se efectuasen sin honores ni boato alguno, se le concedieron los honores de General con mando en plaza de la manera siguiente: «A rtícu lo único.— Habiendo fallecido el Iltm o. Sr. D. Justo Antonino Echeguren, Obispo de esta Diócesis, mañana, a las once horas, tendrá lugar la conducción del cadáver desde la capilla ardiente en el H ospital número 1 a la Iglesia Parroquial de esta villa, donde a continuación se celebrarán los funerales y el sepelio. Con toda la fuerza disponible del Destacamento de A rtillería y Falange ,se fo r­ mará una Compañía que con la anticipación necesaria acudirá al citado H ospital para rendir honores. Todos los Jefes y Oficiales francos de servicio asistirán a estos actos». Como el Obispo había sido enterrado por deseo silyo y a causa de la Guerra Civil en Luarca, pasados cerca de 21 años, el 7 de abril del año 1958, se presentó una comisión del Cabildo, integrada p or D. Samuel Fernández Miranda Gutiérrez, D. José M aría Suárez M artínez y D. Manuel Suárez García, con la intención de recoger los restos del Obispo, que estaba enterrado delante del Altar de Nuestra Señora del Carmen. Los restos llegaron a Oviedo el 14 de abril del año aludido, traídos por los Capitulares D. Ramón Fernández, Secretario del Cabildo y el Adm inistrador D. José M aría Suárez Martínez. El Arzobispo D. Francisco Javier Lauzurica, por entonces Obis­ po de la Diócesis de Oviedo, recibió los restos a la puerta principal de la Catedral, siendo llevado el arcón por D. Samuel Miranda, D. Arturo Alvarez, D. Manuel Suárez y D. José Inclán al túmulo que se levantó bajo el Crucero, cantando la Schola Cantorum del Sem inario el responso, al final del cual comenzó la misa de réquiem oficiada p or el Canónigo Tesorero D. Dem etrio Cabo, asistido de los Capitulares D. Eliseo Gallo y D. Manuel M oroño. Así concluía la vida y muerte de un Obispo ejem plar, que al decir de Viñayo, era promesa de días muy venturosos para la Dió­ cesis. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 771 O B ISPO D. M A N U E L ARCE O CH O TO RENA Obispo de excelentes cualidades y virtudes, poseía simpatía cordial y señorial y un gran don de gentes. Natural de San Julián de Ororbia (N avarra), nació el 18 de agosto de 1879. Comenzó los estudios eclesiásticos en el Sem inario Conciliar de Pamplona, cursando en él tres años de Latín y Huma­ nidades, tres de Filosofía, los tres primeros de Teología y prim ero de M oral. En el Sem inario Pon tificio de Zaragoza estudió con gran apro­ vechamiento, desde 1900 a 1902, el cuarto año de Teología, siendo a continuación alumno del Colegio Español de San José, desde octubre de 1902 a ju lio de 1905, donde cursó Derecho Canónico durante tres años y uno de Sagrada Escritura, asistiendo al estudio de prácticas de la Sagrada Congregación del Concilio, obteniendo en la Universidad Gregoriana varias distinciones, entre ellas una en la clase del célebre P. Wernz. Se ordenó sacerdote en Rom a el 17 de ju lio de 1904 a los 25 años de edad, obteniendo a la vez el doctorado de Filosofía, Sagra­ da T eología y Derecho Canónico. Cuando p or este tiem po regresa de Roma, fué nom brado Pro­ fesor de Latín, Humanidades, Filosofía e Instituciones de Derecho Canónico en el Sem inario de Pamplona, donde años antes había sido aventajado alumno. En 1914 obtuvo, tras reñida oposición, la Canongía Doctoral en Pam plona y Secretario de concurso de curatos, V icario Capitular y V icario General, Exam inador prosinodal, Vocal del Consejo de Adm inistración de bienes Diocesanos, Diputado de Hacienda, dis­ ciplina al Sem inario, Juez en el proceso ordinario in form ativo de la causa de Beatificación de V.P. Esteban de Andoaín y en el pro­ ceso apostólico del Beato Andrés Hum berto Tourney y Consiliario de la Junta Diocesana de Acción Católica de la M ujer y de la Aso­ ciación de Padres de Fam ilia (1). Antes de ven ir a Oviedo como Obispo, lo había sido de Zam ora p or Decreto de la Sagrada Congregación Consistorial el 5 de febre­ ro de 1929, siendo consagrado en la Catedral de Pam plona el 16 de junio del m ism o año. (1) A C O .— Bol. O ficial Eclesiástico del Obispado de Oviedo, año L X X I I I , n.° 1, 31-1-1938. 772 MELQUIADES CABAL GONZALEZ En Zamora sufrió el Prelado los ataques de la impiedad y de la revolución en los años que transcurrieron desde la caída de la Dictadura hasta el comienzo de la Guerra Civil. La toma de posesión del Obispado de Oviedo por poder corres­ pondió a D. Maximiliano Arboleya Martínez, Deán del Cabildo de Oviedo, ceremonia que como era habitual, se celebró con toda so­ lemnidad el 20 de marzo de 1938 a las once de la mañana, con asistencia del Gobernador Civil, Alcalde-Presidente de la Corpora­ ción Municipal, Presidente de la Diputación, Presidente y Fiscal de la Audiencia, Rector de la Universidad, párrocos, clero provincial, personal de la curia y numerosos fieles. P revio aviso, entró en la Basílica Catedral el Deán, acompañado del Prefecto de Ceremonias, ocupando un sitial especial instalado al fondo, haciendo allí entrega al Presidente de la Corporación Ca­ pitular de las Bulas expedidas por el Papa Pío X I, así com o el poder otorgado por el Prelado. Mientras se leían en voz alta los documentos, el Deán arrodillado hizo la profesión de fe, dirigién­ dose acto seguido a la Capilla del Rey Casto donde se cantó un Te Deum, verificándose las ceremonias de la posesión orando unos momentos ante el Altar, besando el Ara y sentándose en la Silla Episcopal. Concluido el ceremonial de la toma de posesión, el Secretario dió lectura a un oficio del Prelado, en virtud del cual confiaba el gobierno de la Diócesis al Vicario Capitular D. Francisco Quintana Benavides. El mismo día un telegrama del Obispo D. Manuel Arce Ochotorena anunciaba su llegada a la Diócesis el 2 de abril de 1938, deteniéndose en Mieres para hacer su entrada en Oviedo el día 3 del mismo mes y año (2). En la villa de Mieres pernoctó hasta el día siguiente, alojándose en la casa rectoral que generosamente puso a su disposición el Párroco D. Hermógenes Lorenzo Alvarez. A las ocho de la mañana del día 3 celebró el Santo Oficio de la Misa en la Iglesia de Mieres, manifestando antes de abandonar la villa su agradecimiento al Pá­ rroco, autoridades y fiales. A las cinco de la tarde las campanas de Oviedo y parroquias anunciaban la llegada del Obispo. En San Roque fué recibido, dán­ dole la bienvenida el Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Ovie­ do, y ya en la ciudad, ante la Iglesia de San Tirso se revistió con los ornamentos episcopales, y acompañado del Cabildo y clero pa­ (2) ACO.— Bol. Oficial Eclesiástico, año LXXIII, n.° 3, 31-III-1938. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 773 rroquial se dirigió a la Catedral, besando previam ente la Cruz de la V ictoria que portaba el Maestrescuela D. Vicente Suárez Coro­ nas, en tanto que el Deán le ofrecía el agua bendita y le incensó, entrando a continuación en el Tem plo a los acordes del órgano y canto de la Capilla que en aquellos momentos entonaba el «Sacerdos et P on tifex». El Obispo subió al púlpito para d irigir por prim e­ ra vez la palabra a los fieles, y en medio de un imponente silencio, com enzó su oración glosando las palabras de San Pablo, «la gracia de Dios y la paz sea con nosotros». Y a en posesión de la Diócesis, el Prelado nom bró Provisor y V icario General a D. Antonio Alonso Rodríguez, Canónigo Doctoral de la Santa Iglesia, confiriéndole facultades en la institución de párrocos, celebración de matrimonios de «conciencia» y adjudica­ ción de capellanías. Fué consciente el Obispo al hacerse cargo de la Diócesis de Oviedo de las grandes dificultades que había de encontrar y pro­ curar vencer para regir los destinos religiosos de su Episcopado. La Diócesis tenía la Catedral medio derruida y saqueada; no existía Sem inario ni Palacio Episcopal; quinientas iglesias incendiadas, destruidas y saqueadas, muchas víctimas de sacerdotes y un orden m oral inexistente. N o fué rem iso el Prelado en comenzar a trabajar, iniciando su episcopado con la publicación de magníficas pastorales sobre el «T em p lo y la Parroquia», «E l Sem inario», la creación de un patro­ nato para la reconstrucción de la Catedral; el Patronato de Covadonga; la construcción del nuevo Palacio Episcopal; incrementar la Acción Católica; suavizar rencores y convertir el odio en amor; aumentar la Acción M isional y Catequística, etc., contando enton­ ces el Obispo 59 años de edad. Durante los seis años que duró su Pontificado en Asturias, res­ tauró los templos destruidos y reorganizó las parroquias, y se inició la construcción del actual Seminario de Oviedo, correspon­ diendo al Prelado la colocación de la prim era piedra. Cuando en 1944 fué trasladado a Tarragona, el Papa Pío X I I le elevó a la dignidad de Príncipe de la Iglesia Romana con el nom­ bram iento de Presbítero Cardenal, y legado del Pontífice para pre­ sidir las fiestas de coronación de la Virgen de Montserrat. Mientras perm aneció en Oviedo como en los prim eros tiem­ pos en Tarragona, su salud no se había afectado no obstante las muchas inquietudes y trabajo que le ocasionó la Diócesis astu­ riana, donde todos sus logros fueron a costa de mucha perseveran­ cia y no pocas dificultades, que sin duda habían de influir, sin 774 MELQUIADES CABAL GONZALEZ apreciarlo entonces ,en su bienestar, admitiendo la posibilidad de que incluso sintiendo las molestias, las había soportado sin hacer participe de ellas a las personas y fam iliares con las que vivía en Palacio. En esta situación de aparente normalidad vivió en Tarragona cerca de cuatro años, sin que el Cabildo ovetense tuviese conoci­ miento de la enfermedad del Cardenal hasta mediado el mes de setiembre de 1948, fecha en que la prensa ovetense ponía en cono­ cim iento de los asturianos que el que fuera Obispo de esta Diócesis D. Manuel Arce Ochontorena se encontraba ligeram ente aliviado y en neta m ejoría (3). Con anterioridad a las noticias que se recibieron en Oviedo, ya el Cardenal se encontraba enfermo hacía algún tiem po aquejado de molestias de estómago, que le impedían descansar tranquilamen­ te durante la noche e in jerir alimentos. Pocos días después, el 2 de setiembre, el ilustre médico catalán Dr. Antonio Puigvert ma­ nifestaba a la prensa que el enfermo había experimentado en los últimos días una ligera m ejoría, y que de persistir ésta, en la se­ gunda quincena del mismo mes sería sometido a una delicada ope­ ración quirúrgica. La noticia de la enfermedad del Cardenal trascendió a España entera y fuera de ella, recibiéndose constantemente telegramas, cartas y llamadas telefónicas pidiendo noticias sobre la evolución de su enfermedad, interesándose el Padre Santo a través de la Nun­ ciatura de Su Santidad en España. E l ilustre purpurado fué trasladado desde Tarragona a Barce­ lona, haciendo el viaje acompañado del doctor Antonio Puigvert, siendo ingresado en el Instituto de Urología que dirige el afamado urólogo, pues su aparente m ejoría no perm itía p or entonces llevar a efecto la operación que debía practicársele. Colaboraban con el Dr. Puigvert en la asistencia del Cardenal el internista D. Pedro Pons y Echarte, así com o el Dr. Sastre, mé­ dico de cabecera en Tarragona. Los partes facultativos, aunque lacónicos, expresaban que el Car­ denal presentaba el mismo estado de gravedad, habiendo pasado la noche regular, aunque bastante agotado. La persistencia de la gra­ vedad hace prever un mal pronóstico, debido a la larga enferm e­ dad sufrida. Su estado es muy grave, aunque existe la posibilidad de que se recupere. En el parte facultativo de la tarde, más expre­ sivo aunque breve, se habla de la persistencia de la hem orragia (3) “Región”, año XXVI, n.° 8.160, 15-IX-1948, Oviedo. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 775 digestiva, a pesar de todos los tratamientos aplicados, temiéndose un fatal desenlace. A medida que avanzaba la tarde se acentuaba la gravedad, lle­ gando a perder el conocim iento en algunas ocasiones. Junto al lecho del enferm o se hallaba su hermana D.a M aría Arce, con su hijo, el Dr. Exquieta y otros sobrinos. A las diez de la noche entró en estado pre-agónico, conservando no obstante la lucidez, m om ento que aprovechó el Prelado M odre­ go Casaus para el rezo de unas oraciones y jaculatorias que el enferm o siguió fervorosam ente con el m ovim iento de sus labios, dándole finalm ente su bendición. A su vez, los médicos, reunidos en consulta y dada la extrema gravedad del enferm o, adoptaron el acuerdo de trasladarlo a la capital de su archidiócesis, p or considerar de todo punto im posible la actuación quirúrgica proyectada. Antes de su traslado a Tarragona, fué visitado por los Gober­ nadores civil y m ilitar de la provincia, Labadíe Otermín, Coronel Salvador, Alcalde de la ciudad Sr. Sandoval y el Subjefe Provincial del M ovim iento García Rebul, a quienes conoció el Cardenal, que agradeció su visita con una mirada llena de afecto. Y a de madrugada su estado era gravísimo, estando acompaña­ do p or el V icario de su Archidiócesis Sr. Vives, su confesor, Padre Superior del Corazón de M aría de Tarragona, D. Antonio Blanch, el m édico de cabecera Dr. Sastre, su hermana D.a M aría y la tota­ lidad de las autoridades de Tarragona, estimando inminente un fatal desenlace (4). Para interesarse p or su estado, fué visitado p or los Obispos de Barcelona, Dr. M odrego; de Lérida, Dr. Del Pino; y el Dr. Font y Andreu, de Zamora. Dada su extrem a gravedad, que se acentuaba a cada momento, y cumpliendo los deseos del enfermo, fué trasladado en una am­ bulancia autom óvil al Palacio de su archidiócesis desde la clínica del Dr. Puigvert, siendo acompañado por los facultativos, los cuales a su llegada al Palacio facilitaron el siguiente parte: A las diez menos diez de esta noche ha dejado de existir el Dr. Arce Ochotorena a consecuencia de una hemorragia interna producida por ulcus duodenal, presentando el cadáver signos inequívocos de m uer­ te real, firm ando el certificado el Dr. Puigvert y Sastre. Eran las veintiún horas del día 16 de setiembre de 1948 (5). (4) “A B C ” , edición de la tarde, pág. 12, 16-IX-1948, M adrid. (5) “R egión” , año X X V I , n.° 8.160, 15-IX-1948, Oviedo. 776 MELQUIADES CABAL GONZALEZ En el momento de m orir rodeaban el lecho el Vicario General de la Archidiócesis, Rvdo. Dr. Rufino Truébano; el Secretario de Cámara, Dr. Claveras; el Dr. Echarte, de Pamplona; Hermanas Carmelitas, D.a M aría Arce y los sobrinos D. Joaquín, D. Manuel y D.a M aría Ezquieta. Con independencia de las noticias de la prensa, que no siempre recogen con exactitud la term inología médica, y deseos de conocer la verdadera enfermedad causante de su muerte, establecimos con­ tacto con el afamado urólogo D. Antonio Puigvert, que muy gustoso atendió nuestra demanda. El Dr. Puigvert, aunque urólogo, actua­ ba en Barcelona com o médico de cabecera, dirigiendo las explora­ ciones y análisis que a su juicio era necesario hacer. La exploración urológica fué en un principio normal, existiendo un prostatismo que le obligaba a tener la sonda uretral permanente, con diuresis normal y ausencia de patología microbiana en el sedimento, dese­ chando la existencia de una hipertrofia prostática de tipo tumoral. En la prim era fase de la enfermedad, meses antes a su grave­ dad, la afección no parecía ofrecer un pronóstico desfavorable no obstante las abundantes y dolorosas hemorragias gástricas, su repetición frecuente y la imposibilidad de alimentarlo. La explo­ ración pulmonar y cardíaca no ofrecía anormalidad a pesar, según nos refiere el Dr. Puigvert, ser el Cardenal desde que había es­ tado en Cuba un fum ador empedernido, sugiriendo la posibilidad de que existiese una broncopatía ocasionada por el tabaco. Como el enferm o evolucionaba desfavorablemente, el Dr. Puig­ vert solicitó la colaboración del Dr. Pedro Pons, el más esclarecido internista catalán, que ante las repetidas hematémesis llegó a sos­ pechar fuesen ocasionadas por un proceso neoplástico de estómago, cuyo diagnóstico de certeza no hubo lugar a pronunciarse. Al principio las constantes eran normales, incluso la urea, ele­ mento que en los días previos a su muerte se elevó hasta tres gramos por mil. Antes de concluir este breve relato de la enfermedad y muerte de un Obispo que fué de la Diócesis de Oviedo, queremos dejar constancia de nuestro profundo agradecimiento al Dr. D. Antonio Puigvert Gorro, el afamado urólogo universal, por las facilidades y generosas atenciones que facilitaron en gran medida el poder com pletar este estudio. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 777 O B ISPO D. B E N J A M IN DE A R R IB A CASTRO Natural de Santa M aría de Peña Mayor, en la provincia de Lugo, nació el 8 de abril de 1886, siendo sus padres D. Antonio de A rri­ ba Ares y D.a Pilar Castro Bolaño. Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de M adrid, y una vez concluida ingresó en el Colegio Pontificio Español de San José en Rom a en 1908, com pletando estudios en la Universidad Grego­ riana a la vez que hacía un curso especial de Sagrada Escritura en el Instituto Bíblico. Prosiguiendo estudios se graduó Doctor en Sagrada Teología con la calificación de «cum laude» y en Filosofía por la Academia Pontificia de Santo Tom ás de Aquino, y tratando de com pletar su form ación, se licenció en Derecho Canónico en la Universidad Pon­ tificia de Toledo. Con tan am plia form ación fué ordenado Presbítero por el Car­ denal M erry del Val, en la Capilla del Colegio de San José de Roma el 14 de ju lio de 1912. Regresado a Madrid, desempeñó en el Seminario Diocesano la Cátedra de M etodología, Teología Fundamental y Crítica Histórica de G riego y Hebreo, obteniendo por oposición una canonjía en el Cabildo Catedral de la Diócesis de Madrid, de la que tom ó po­ sesión el 16 de febrero de 1921, a la vez que actuaba de Secretario de Cámara y Gobierno del Obispado de Madrid, cargo del que tom ó posesión el prim ero de ju lio de 1921, al frente del que permaneció hasta el 31 de diciem bre de 1930, en que fué nombrado P rovisor y Teniente V icario General, actuando en dichos com etidos hasta que fué consagrado Obispo de la Diócesis de Mondoñedo. Para la Diócesis de M ondoñedo fué preconizado el prim ero de m ayo de 1935 p or Decreto de la Sagrada Congregación Consistorial, recibiendo la consagración el 16 de julio de 1935 en la Santa Igle­ sia Catedral de Madrid, actuando de consagrante el Obispo de Madrid-Alcalá D. Leopoldo E ijo Garay por hallarse enferm o el Nun­ cio de S. Santidad. Como Obispo de la Diócesis de Mondoñedo fué nombrado y pre­ conizado el 1 de mayo de 1935, tomando posesión p or poder el día 19 del m ism o mes y año, y nueve años más tarde fué designado para el Episcopado de Oviedo, delegando en D. M axim iliano Arboleya, dándole la posesión el Arcipreste D. José Cuesta Fernández el 29 de octubre de 1944 (1). (1) V i ñ a y o , Antonio.— “ El Sem inario de O viedo” , Oviedo, 1955. 778 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Después del acto de la profesión de fe y juramento, se trasladó el Cabildo desde la Sacristía, convertida en Sala Capitular, hasta el Altar M ayor, donde se cantó un solemne Te Deum. El nuevo Obispo de la Diócesis de Oviedo entró en Asturias el día 18 de noviem bre de 1944, recogiendo el Boletín O ficial Ecle­ siástico que durante todo el trayecto del viaje, una vez entrado en Asturias, fueron constantes las pruebas de simpatía y cariño, cons­ tituyendo una espléndida manifestación de fe y adhesión. En el puente interprovincial, en la entrada del río Eo, la Dipu­ tación de Asturias levantó un soberbio arco forrado de terciopelo rojo, con la leyenda «L a Excma. Diputación de Asturias saluda a su Prelado». Cuando el Obispo descendió del coche se rom pió el protocolo al tratar la gente que le esperaba de acercarse a él para besarle el anillo episcopal; las campanas fueron echadas al vuelo, los cohetes atronaban, la banda de música interpretó la Marcha de Infantes, los guardias presentaron armas, los asilados de Sestelo soltaron al aire blancas palomas, significando todo ello un acontecimiento po­ pular de religiosidad, correspondiendo al Arcipreste Párroco de Piantón, D. Anacleto Rodríguez, darle la más cariñosa y cordial bienvenida. Durante todo el trayecto del Obispo a Oviedo fué calurosamen­ te aclamado por las gentes, rivalizando unas villas de otras en entusiastas manifestaciones de simpatía, principalm ente en Tapia de Casariego, Luarca, Grado y Trubia. La entrada en Oviedo fué el 19 de noviem bre de 1944, esperando el Cabildo al Obispo en la confluencia de la calle Fruela y San Francisco con Cruz alzada y vistiendo trajes de gran gala, hacien­ do de Preste D. José Cuesta, Arcipreste de la Basílica y Vicario General del Obispado, portando la Cruz de la V ictoria el CanónigoMagistral D. Elíseo Gallo Lamas. El Obispo, arrodillado, besó la Cruz, y vueltos todos hacia el Naranco se cantó la salve popular en honor de Nuestra Señora Santa María. Seguidamente la com itiva inició su marcha por la calle San Francisco, tapizada de pétalos de flores y balcones engalanados. Al pasar ante la vieja Universidad las campanas de la torre comen­ zaron a repicar, contestando las de San Tirso y Catedral. Al llegar a la Plaza de Alfonso I I el Casto, entró el clero en San Tirso el Real, donde el nuevo Obispo se revistió con los ornamentos pon­ tificales, y conducido bajo palio que llevaban seis sacerdotes, entró el Prelado en la Sede Catedralicia entre un flam ear de banderas, y a los acordes del órgano que entonaba una marcha triunfal. Una COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 779 vez cantado el Te Deum subió el Obispo al púlpito y com enzó una hermosa alocución dando las gracias al público de Oviedo y a la Diócesis entera, concluyendo su magistral oración dando la bendi­ ción en nom bre del Padre y del H ijo y del Espíritu Santo. Días después de su entrada en Oviedo se desplazó a Gijón, don­ de fué recibido con idéntico entusiasmo que recibiera en el resto de la provincia, y el mismo día 26 de noviem bre de 1944 tom ó po­ sesión del Condado de Noreña (2). Cuando el Obispo D. Benjam ín de Arriba y Castro se hace cargo de la Diócesis de O viedo contaba 58 años de edad, y a juzgar por la foto grafía que inserta Viñayo en su libro, parece tratarse de persona que rebosa salud, propicia para llevar a térm ino grandes empresas. Su aspecto físico general causa m agnífica impresión, y aunque usa gafas metálicas p or miopía, sus facciones en conjunto ofrecen un aspecto de agradable simpatía. La frente amplia y des­ pejada, quizá fuera debida a poseer escasa cabellera, presum ible­ mente de pelo castaño o entrecano, con nariz y boca proporcionada al resto del semblante, con ligero prognatismo del m axilar inferior. En su conjunto parece tener buena estatura, pues aunque sen­ tado, parte de la cabeza sobresale del respaldo del sillón. Vestido con elegancia, la muceta parece de seda con dibujos verticales y amplia botonadura, y colgando sobre ella, la Cruz pectoral. Sus manos, apoyadas sobre los brazos del sillón, son grandes y bien formadas, llevando en el dedo anular de la mano derecha el anillo episcopal. Durante los cinco años que dirigió la Diócesis de Oviedo con­ tribuyó con eficacia al acondicionamiento del Sem inario M enor de Valdediós, tanto en su aspecto material, espiritual, disciplinario y científico. La Diócesis de Oviedo, en palabras de M onseñor Gabino Díaz de Merchán en la hom ilía del funeral que se celebró en la Catedral el 16 de m arzo de 1973, recordaba a los ovetenses y fieles del Principado la deuda contraída con el Cardenal Arriba y Castro p or sus desvelos pastorales, su celo y ejem plaridad, siempre atento para mantener la vida de oración y austeridad, notas relevantes que han quedado grabadas en el recuerdo de cuantos mantuvieron contacto episcopal y de amistad en sus años de episcopado. La enferm edad del Cardenal fué conocida en Oviedo días des­ pués de su iniciación, creyendo en un principio se trataba de un proceso gripal intrascendente, pero ante su persistencia, fué tras­ ladado a Barcelona, ingresando en la Clínica Quirós, donde fué (2) ACO.— Bol. Oficial Eclesiástico, año LXXIX, n.° 21, 20-XI-1944. 780 MELQUIADES CABAL GONZALEZ .. asistido por los médicos Pelegrín y Ríus, quienes en un prim er inform e hacen constar que el paciente presentaba problemas de tipo respiratorio y vasculares (3). Con el tratamiento indicado, hubo en los primeros días discreta m ejoría, pero a través de las diversas pruebas a que fué sometido para posibilitar un diagnóstico general de certeza, se descubrió un proceso tumoral que, sin especificar su asiento, creaba una situa­ ción preocupante y un pronóstico grave. Desde los primeros días de su estancia en Barcelona fué visitado por el titular de la Archidiócesis tarraconense M onseñor José Pont y Gol, así com o por diversas personalidades eclesiásticas de su Diócesis y de Barcelona, autoridades diversas y estamentos so­ ciales. Juntamente a su proceso tumoral, existía acentuada insuficien­ cia cardíaca, m otivo que justificó que el Obispo de Tarragona tomase la determinación de administrarle los Sacramentos del Viá­ tico y a la Unción de los Enfermos, que por conservar entera la claridad de la mente, recibió con mucha devoción, y con serenidad y entereza bendijo a todos, agradeciendo la delicadeza y las ora­ ciones que se hacían por que recobrase la salud (4). Su estancia en la clínica no se prolongó mucho, apenas un mes, falleciendo el 8 de marzo de 1973 hacia las cuatro de la tarde, siendo com prensible que así fuese la evolución teniendo en cuenta sus padecimientos; una insuficiencia cardíaca sin posibilidad de compensación; la edad de 87 años, y la coexistencia de un proceso tumoral cuya localización, aunque ignorada por om itirla los partes médicos, ensombrecía aún más el pronóstico. El cadáver fué trasladado desde Barcelona a la Catedral de Ta­ rragona, donde fué expuesto a la veneración de los fieles. Al térm ino de dos días recibió sepultura en la Iglesia Parroquial de San Pablo por expreso deseo del Cardenal, quien dispuso tam­ bién que las honras fúnebres fuesen lo más humildes posibles. M onseñor Arriba y Castro se había jubilado en 1968, retirándo­ se a v ivir a un pueblecito de la provincia de Barcelona. Durante su larga vida episcopal se preocupó por el apostolado entre las clases más humildes, especialmente entre los gitanos, publicando numerosas exhortaciones pastorales sobre los más di­ versos temas. Fueron notables sus pastorales y escritos sobre «Juventudes y aspirantazgos», «L a religión y sus problemas actua(3) “L a N u eva España”, año X X X V II, n.° 12.030, 15-11-1973, Oviedo. (4) Bol. Eclesiástico de Tarragona, n.° 3, 13-11-1973. O bispo D. A gustín González Pisador. C atedral de Oviedo. (Cortesía de D. Isidoro Cortina Frade). Obispo D. Juan L lan o Ponte. C atedral de O vie­ do. (Cortesía de D. Isidoro Cortina Frade). Obispo D. G regorio Ceruelo de la Fuente. Museo de B ellas A rtes de Oviedo. Obispo D. Ignacio Díaz Caneja. C atedral de O vie­ do. (Cortesía de D. Isidoro Cortina Frade). Obispo D. Juan Ignacio Mftreno Maisonave. (C ated ral de Oviedo). Obispo D. José Luis M ontagut y Rubio. (C atedral de Oviedo). Obispo D. Oviedo. (Cortesía de D. Isidoro Cortina Frade). Benito Sanz y Forés. Catedral Obispo de D. Sebastián Monteros. H errero Espinosa de C atedral de Oviedo. (Cortesía D. Isidoro Cortina Frade). los de O bispo D. Ramón M artínez Vigil. C atedral de Oviedo. (Cortesía de D. Isidoro Cortina Frade). Obispo D. Justo Echeguren y A ld am a (del libro “ El Sem inario de O viedo”, de Antonio Viñayo). Obispo D. Javier Lauzurica T o rralb a (del libro “El Sem inario de O viedo ” , de Antonio Viñayo). Obispo D. B enjam ín de A rr ib a y Castro (del libro de Antonio V iñayo). Obispo D. M anuel A rce Ochotorena (del libro de Antonio Viñayo). COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 781 les», «L a Santa Cuaresma», «L a semana m ayor», siendo autor también de un interesante documento con m otivo del X X V aniver­ sario de la consagración episcopal de S. Santidad Pío X II. E l Cardenal Arriba y Castro fué el auténtico pregonero de la obra del Apóstol San Pablo, organizando el centenario de la venida a España del Apóstol, que constituyó un auténtico acontecimiento en Tarragona, figurando entre los peregrinos que llegaron hasta la Catedral tarraconense el General Francisco Franco. El últim o acto oficial al que asistió hacía cuatro meses, lo fué con m otivo de la llegada del cuerpo incorrupto del Beato Buenaven­ tura Gran, que trasladado desde Roma, llegó a la Iglesia Parroquial de Ruidams, de la que el Cardenal era h ijo predilecto. P or sus notables cualidades como pastor de la Iglesia, estaba en posesión de numerosas condecoraciones y distinciones, entre dllas, la Cruz de Isabel la Católica, Cruz del M érito M ilitar, Cruz de San Raimundo de Peñafort, Cruz de Calos I I I y la Cruz de Al­ fonso X el Sabio (5). El cadáver del Cardenal fué colocado en la capilla ardiente ins­ talada en el salón del trono del Palacio Episcopal, siendo infinidad los tarraconenses que desfilaron ante el cadáver. El cadáver fué trasladado desde la capilla ardiente situada en Palacio hasta el prim er tem plo de Tarragona, presidiendo la com i­ tiva el Nuncio de S. Santidad Monseñor Dadaglio, el Cardenal Tarancón, Arzobispo de Madrid-Alcalá, el Arzobispo de Tarragona Dr. Pont y Gol, el Obispo de Sigüenza-Guadalajara Dr. Castán Lacoma, y la totalidad de los Obispos de las Diócesis de Cataluña y los Abades de los M onasterios de Montserrat, Poblet y Solins. E l Cardenal Tarancón, a cargo de quien corrió pronunciar la homilía, exaltó la personalidad y obra sacerdotal del fallecido Car­ denal, al que calificó com o hombre de Dios p or su entrega apa­ sionante y porque la oración enmarcó toda su vida, ofreciendo durante su larga existencia una lección continua para todos y en particular para los Obispos y Sacerdotes. A continuación y en form a privada, los restos fueron trasla­ dados a la Iglesia Parroquial de San Pablo, donde recibieron sepultura (6). (5) “L a N u e v a E spañ a” , año X X X V I I , n.° 12.049, 9-III-1973, Oviedo. (6) “L a N u e v a E spañ a”, año X X X V I I , n.° 12.052, 13-111-1973, Oviedo. 782 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Aunque no hubo representante de la Diócesis de Oviedo en Ta­ rragona, el día 16 del mismo mes de su fallecim iento se celebró en la Catedral M etropolitana un funeral p or el eterno descanso del que durante cinco años fué Prelado de Oviedo, siendo presidido p or el Arzobispo de Oviedo D. Sabino Díaz Merchán (7). O BISPO D. FRANCISCO JA V IE R LAU ZU R IC A Y TO R R A LB A Fué un Obispo longevo, pues habiendo nacido el día 3 de di­ ciem bre de 1890 en Yurreta, cerca de Durango (Vizcaya), murió en M adrid el día 12 de abril de 1964 a los 73 años de edad, siendo sus padres D. Eugenio Lauzurica y D.a M aría Torralba. Su form ación eclesiástica fué muy intensa, iniciando sus estu­ dios con los P.P. Jesuítas de Durango, donde cursó tres años de latinidad, pasando seguidamente a la Universidad de Comillas don­ de, en régim en de internado, permaneció desde 1906 a 1919. En este año fué nombrado Profesor de Latín en la Preceptoría de Bergüenda, en la provincia de Alava, Diócesis de Vitoria, haciendo previa­ mente el doctorado de Filosofía, Teología y Derecho Canónico en el Seminario-Universidad, donde post :riorm ente fué Prefecto de disciplina en la comunidad de filosofes. En años sucesivos, y siempre por oposición, obtuvo la prebenda de Canónigo Archivero de la Iglesia Colegial de Logroño, y en 1924 la prebenda de Penitenciario de la Catedral de Zamora, regentando en el Sem inario la Cátedra de Teología M oral; en 1926, la canonjía doctoral en la Iglesia M etropolitana de Valencia, desempeñando la disciplina de Derecho Canónico hasta el año 1931. En los com ienzos del año 1931, el 20 de febrero, fué nombrado Obispo titular de Siniando y auxiliar de la Archidiócesis de Valen­ cia, desempeñando a la vez la dirección del Sem inario M etropoli­ tano hasta el 18 de ju lio de 1936. Increm entando de continuo su prestigio, en setiembre de 1937 se le nombró Adm inistrador Apostólico de la Diócesis de Vitoria, que entonces integraban las tres provincias vascongadas, y en esta su incesante valoración personal, fué nombrado en 1943 Obispo de Palencia y seis años más tarde, el 11 de abril de 1949, fué nombra­ do Obispo de Oviedo. (7) “La Nueva España”, año XXXVII, n.° 12.054, 15-111-1973, Oviedo. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 783 Su entrada en O viedo tuvo lugar el 23 de octubre de 1949. Asturias le dispensó un recibim iento cariñoso, sincero, filia l y en­ tusiasta. E l Obispo, que hacía el viaje en coche, pernoctó en León y al día siguiente a la hora prevista llegó a Arbas, donde era esperado por el Gobernador Eclesiástico D. José Cuesta y los representantes del Cabildo ovetense D. Benjam ín Ortiz y el Canónigo D. Cesáreo Rodríguez, los Gobernadores M ilitar y Civil, Presidente de la Dipu­ tación D. Paulino Vigón, el Vicesecretario de Educación Popular D. Alejandro Fernández Sorto, etc., etc. El Obispo fué saludado por todos, besándole el anillo pastoral, organizándose seguidamente el viaje en dirección a Mieres, siguien­ do al Prelado una extensa caravana de coches. La recepción en M ieres fué inolvidable, pues el pueblo entero, sin excepción de clases sociales, salió a recibirle, siendo para la villa un día de fiesta, colaborando en ello la banda municipal que recorría la población tocando pasacalles, en tanto se hacía retumbar la dinamita en todo el valle anunciando la llegada del Prelado, acompañando al sonar de las campanas. Cuando el Obispo se apea del coche, es saludado p or el Alcalde, el cura parroquial, corporaciones municipales, autoridades y nu­ meroso gentío. Tras organizar la com itiva, se encamina a la Iglesia Parroquial celebrándose un Te Deum, trasladándose después al Ayuntamiento donde se le ofreció un vino de honor. P or la no­ che recibió el Obispo una representación de la Herm andad de Mineros de Santa Bárbara. Su entrada en Oviedo fué em otiva y de extraordinaria grandeza. En la parte alta de la calle Toreno se había colocado un artístico arco con el escudo de Oviedo, mientras que los guardias urbanos, a caballo y con uniform e de gala, abrían paso a la com itiva a la vez que daban prestancia al acto. Acompñaban al Obispo en su coche los comisionados del Cabil­ do, el Abad de la Trapa y el Alcalde de Oviedo, siguiéndole las autoridades presididas por el M inistro de Obras Públicas D. José M aría Fernández Ladreda. E l Cabildo en pleno le esperaba al comienzo de la calle de San Francisco, y a su llegada se le dió a besar la Cruz, cantándose la salve popular dando vista a Santa M aría de Naranco. En la Plaza de la Catedral, revestido el Prelado con los orna­ mentos episcopales, entró bajo palio en el templo, entonándose un Te Deum según costumbre y «T u es Petrus» por la capilla y semi­ naristas. El Obispo desde el púlpito dió la bendición y saludó a los 784 MELQUIADES CABAL GONZALEZ ovetenses, pasando luego a la Capilla del Rey Casto, donde autori­ dades y cuantos llenaban el templo catedral desfilaron para besar el anillo pastoral (1). Apenas repuesto del viaje, días después, el 25 de octubre, se trasladó a Valdediós para visitar sus «pequ eñ os» seminaristas, acompañado del V icario D. José Cuesta, y al día siguiente fué a Covadonga, pues le parecía tardaba en hacer la visita a la Virgen del Auseva, relegando para el día 30 la toma de posesión del Con­ dado de Noreña, distinción que ostentaban los prelados ovetenses desde que el Condado pasó de los Alvarez de Asturias a los Obispos de Oviedo por cesión otorgada por el Rey D. Juan I en las Cortes de Segovia del año 1383. El día 1 de noviembre del año a que repetidam ente aludimos, festividad de Todos los Santos, fué recibido en Gijón y el día 17 del mismo mes y año hizo su entrada en Avilés. Desde el inicio de su Obispado puso de m anifiesto sus deseos principales mientras fuese Obispo de Oviedo: la continuación de las obras del Seminario, por entonces paralizadas; la instalación en Covadonga de un seminario de verano para acoger alumnos del M ayor que bajo la dirección de profesores especializados de Espa­ ña o de la Universidad Gregoriana pudiesen enriquecer a los se­ minaristas en liturgia sagrada, canto, catequesis, acción católica, misiones, lenguas modernas, etc. (2). Su permanencia en la Diócesis de Oviedo fué realmente fecunda, durando diez años, hasta el 25 de diciembre de 1959 en que anun­ ció su retirada del gobierno activo de la Diócesis, poniéndolo en manos de D. Segundo García de Sierra y Méndez, nombrado por la Santa Sede Arzobispo coadjutor con derecho a sucesión. P or sus relevantes méritos fué designado M iem bro Correspon^ diente de la Real Academia de la Historia, estando en posesión de las Grandes Cruces del M érito Civil y de San Raimundo de Peñafort. Un examen retrospectivo de su com portam iento al abandonar el gobierno activo de la Diócesis sugiere la idea de que el Obispo comenzase a sentir la sintomatología clínica de la arteriosclerosis, que le im pediría con responsabilidad seguir rigiendo una Diócesis p or suyo complicada, dándose cuenta de su merma cerebral, con im pedim ento para tom ar resoluciones importantes, pues tras aban- (1) A C O .— Bol. O ficial Eclesiástico del Obispado de Oviedo, año X X X IV , n.° 21, 3-XI-1949. (2 ) V i ñ a y o , Antonio.— “ E l Sem inario de O viedo” , Oviedo, 1955. COMO ENFERMARON Y MURIERON LOS OBISPOS DE OVIEDO 785 donar a O viedo no volvió a ocupar cargo activo de ningún género. Desde el 30 de enero de 1960 residía en M adrid dedicado a la oración, con residencia en la calle del Bosque n.° 25, escribiendo entonces com o despedida de sus fieles, «qu e el Señor ha querido con esta enferm edad lim itar nuestra reflexión y acción pastoral a uno de sus aspectos, el más importante, la oración y la unión con D ios». «E n tre las funciones del Obispo hay una prim ordial, la de m ediador». «H em os determ inado p or ello, dedicarme aún más in­ tensamente a este m inisterio mientras Dios nos dé vida». E l V icario Genral de la Archidiócesis, dándose cuenta del pro­ greso de la enferm edad y que su vida se apagaba p or momentos, solicitaba que en todas las Iglesias se realizasen especiales rogati­ vas y que los sacerdotes añadan en la misa la «p ro in firm o». Las últimas noticias sobre el estado del Obispo indicaban que el pulso se debilitaba y que la respiración era muy disneica, y que desde las prim eras horas del día once de abril de 1964 y a conse­ cuencia de una trom bosis cerebral, su estado era gravísim o (3). El fallecim iento ocurrió, según el certificado m édico expedido p or el P rofesor D. Angel Huerta Fernández Gil, a las 3,40 horas del día 12 de abril de 1964, muriendo a consecuencia de trombosis cerebral com o causa inmediata, pues venía padeciendo una arterosclerosis grave desde hacía bastante tiempo. Después de transcurrir las horas legales que previene la ley fué embalsamado p or los Profesores médicos D. Antonio Fernández M artín y D. José Pérez de Pelinto, siendo requerido para este acto la presencia del Subdelegado de Medicina de M adrid el día 13 del mismo mes y año. M ínim os detalles de la autopsia nos parecen interesantes para nuestro estudio, al perm itirnos conocer la técnica entonces em­ pleada; com enzaron p or descubrir la arteria fem oral en la que se hizo una pequeña abertura para la colocación de una canula en comunicción con el aparato que contenía el líquido conservador, perm itiendo así la inyección de todo el sistema vascular, con cuatro litros de un líqu ido compuesto de form ol al 40% y quinientos gra­ mos de urotropina. Los orificios naturales fueron taponados con bolas de algodón im pregnado de un antiséptico, lavando el cadáver con una solución 'desinfectante, extrayéndole los gases y líquidos de la cavidad esplacnica, que fueron sustituidos por los mismos líquidos empleados para inyectar el sistema vascular. (3) “La Nueva España”, año XXVIII, n.° 9, 14-IV-1964. 786 MELQUIADES CABAL GONZALEZ Después de embalsamado se le colocó en un féretro de madera dura e in terior metálico soldado al fuego, en cuyo fondo se colocó un lecho de hierbas aromáticas y sustancias antisépticas, cerrándo­ se el ataúd en presencia del Subdelegado de Medicina de M adrid, observándose todas las prescripciones prevenidas en la Ley de Sa­ nidad, actuando de testigos del embalsamiento D. Pedro Aipoico Gueno y D. Antonio M oro Zapico. El V icario General del Obispado de M adrid, y por lo que a su autoridad competía, concedió la licencia precisa para el traslado del cadáver a la Catedral de Oviedo, en tanto que la Jefatura Pro­ vincial de Sanidad de M adrid expedía autorización por oficio a D. Lucio Param io Gutiérrez, Beneficiado. A las once de la mañana del día 14 llegaba al lím ite de la pro­ vincia el coche fúnebre furgón en que venían los restos del Obispo que desde M adrid acompañaban sus familiares, tres canónigos de la Catedral de Oviedo, Monseñor Pérez Mier, Auditor de la Rota Española, y M onseñor Tabar, Deán de la Catedral de Vitoria. A la puerta de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo esperaban los restos D. Dem etrio Cabo y con él las autoridades civiles y m ili­ tares. E l féretro se depositó en la Capilla de Nuestra Señora de Covadonga, presidiendo los funerales el M inistro de la Gobernación D. Camilo Alonso Vega y el Arzobispo electo D. Vicente Enrique de Tarancón; los Obispos de Santander y León, así com o gran can­ tidad de sacerdotes, religiosos, asociaciones y colegios, doblando a muerto las campanas de la Catedral e Iglesias cercanas. Conducido el féretro al Palacio Arzobispal, quedó instalado en la capilla del Palacio a los pies de la imagen de la Santina. Durante la mañana del día 14 se sucedieron los turnos de misas, celebrando también los prelados que llegaron para asistir a las exequias (4). Previa autorización del Cabildo Catedral, se le dió sepultura a las tres de la tarde del día 14 de abril de 1964 en la Capilla de Nuestra Señora de Covadonga de la Catedral. La arteriosclerosis, entonces y ahora enferm edad muy común, com enzó a manifestarse clínicamente en el Obispo cuando contaba 69 años de edad, viviendo desde entonces en precaria situación, sin ocupación alguna de responsabilidad, dedicando la m ayor parte del día a la oración, terminando sus días después de dieciséis años de haber comenzado la enfermedad. (4) ACO.— Libro de Defunciones, T. 139, folio 5, 14-IV-1964. « M A R C O S D E L T O R N I E L L O » POR A N T O N IO G ARCIA M IÑ O R Decía Pepín M algar (es decir, don José M aría M algor y López), en vida Juez avilesino y M iem bro de Núm ero del Instituto de Es­ tudios Asturianos, entre otras muchas cosas importantes, en la dedicatoria de un libro que en su día me envió, que yo era una de las personas que más sabían de «M arcos del T o rn ie llo » (1853-1938). Y eso, desde luego, no era cierto ni pasaba de ser otra cosa que una cariñosa frase de humor. Lo que sí era yo probablemente, una de los personas que más admiraban al poeta y que con más cariño le recordaba siempre. Quienes más sabían de «M arcos del T orn iello», después de don Dom ingo Acebal, fueron Pepín Quevedo y su sobrino don Julio (cronista de A vilés) y con ellos los señores Trapa, Soigni, Morán, González Llanos, don David Prada y el cura de Valliniello, y des­ pués José M aría M algor que compuso sobre la biografía del poeta avilesino su b ello y documentado discurso de ingreso en el Insti­ tuto de Estudios Asturianos en 1950. Fué «M arcos del T o rn ie llo » uno de los poetas asturianos en bable que más fácilm ente llegaron al ánimo de sus muchos lectores. Llamábase José Manuel García González y nació en hum ildísim o hogar aldeano el 28 de noviem bre de 1853, en la casa llamada de Rosalía, en el barrio de San Sebastián de Avilés y fué bautizado en 788 ANTONIO GARCIA MINOR la parroquia de San Nicolás de Barí por el sacerdote don Francisco Buria, siendo sus padrinos Lorenzo y Prudencia Alvarez Buylla. Fué a la escuela del Campo de Caín en Avilés. En el convento de San Francisco había escuela y el maestro era D. Juan de la Cruz Alonso. A llí aprendió José Manuel las primeras letras. El padre del poeta era carretero, que con su carro y su pareja de bueyes acarreaba cal de los caleros de San Sebastián hasta la ría de Avilés, donde los veleros la embarcaban con destino a los puertos de Galicia. Carga peligrosa en verdad si al barco le sorprendía en el mar una tormenta, circunstancia que más de una vez fué utilizada en literarias narraciones. Pero Benigno, el carretero, se enferm ó seriamente de larga y penosa enfermedad, y ya se sabe que antaño en casa del trabajador ocurría que cuando entraba la enfermedad ya no había jornales. Entonces José Manuel ( ¡catorce años, Señor! ) se hizo cargo del transporte y allá iba con su carro y sus bueyes, de San Sebastián a la ría: Carreteros de Avilés en todo lleváis la gala en tener bones parexes y en cantar la soberana. Esto y mucho más diría en versos más tarde el poeta com o re­ viviendo «in m ente» los tiempos juveniles en que recorría con la pareja el paisaje, los establecimientos del camino y la convivencia con los otros carreteros. Y a de adolescente le acucia el deseo de aprender música, y co­ mienza el solfeo en la Academia de la Banda de Avilés. Y llegado el m om ento el director y profesor le confía nada menos que un trom bón de varas. Parece que hubo rechifla entre el público al ver al guaje aquel uniform ado, b ajito y miope con un instrumento más largo que él. Pidió entonces que le asignaran un trom bón de llaves, a lo que el director no accedió, por lo cual José Manuel causó baja volun­ tariam ente en la banda. Y aparece don Domingo Alvarez Acebal, director y profesor de la escuela de noche (Artes y O ficios), y allí se decide franca y cla­ ramente el porvenir de José Manuel. «MARCOS DEL TORNIELLO» 789 El prim er diálogo entre el profesor y el alumno fué así: — Bueno, ¿tú qué quieres aprender? — le preguntó Acebal. — T od o — respondió José Manuel con decisión. — Pero algo sabrás. ¿Qué sabes? — inquirió Acebal. — Nada — respondió sin dudarlo el alumno. «T o d o se lo debo a don Domingo Acebal — diría José Manuel ya adulto— , hasta el seudónimo con que ahora todos me conocen». Don D om ingo era am igo de un tío de José Manuel llam ado Marcos. Y p or otra parte Acebal sabía que el padre del chico era del pueblecito de Torniello. Y durante las clases unas veces el p rofesor acertaba a llam ar al chico por su nombre: José, el de Benigno; otras le llamaba Marcos, como al tío, y otras «e l del T o rn iello », com o el padre. Así nació el seudónimo popularísim o de «M artos del T orn iello ». El, p or decisión propia suprimiría el Manuel de su nom bre de pila y agregaría el Benigno, de su padre, figurando así com o José Benigno a la cabecera de todas sus obras. Y a estudiar. Y a recibir ayudas de varias personas. Prim ero el bachillerato y a continuación derecho. El Colegio de la Merced, de don Domingo Acebal, le recibe más tarde de profesor. Este colegio estaba donde hoy se halla el templo de Santo Tom ás de Cantorbery. En 1884 los contertulios del Centro Industrial de la avilesina calle de la Fruta (don Federico Trapa «R ic o de fe »; don Fernando de Soigni, profesor; don Bernardino Morán, capitán de la Marina Mercante; don Francisco G. Llanos y «M a rcos» fundan el semana­ rio « E l Centinela», en el que hace José Benigno las primeras armas periodísticas. Y «M a rcos« se casa (n o sin antes consignar en castellanos ver­ sos breve romance en un abanico de seda la cálida adoración que siente por la dueña, después su esposa, Leopoldina Fernández del V is o ) en la iglesia de Santo Tomás de Sabugo el 9 de mayo de 1888. Y tras el casorio, viene la reciella, com o él mismo diría, y el aumento de las necesidades. Entonces sin dejar el Colegio de la Merced, de Acebal, abre Marcos otro en la calle de la Cárcel (h oy Ruiz Gómez n.° 8, lo que le perm ite v ivir con sobriedad pero sin estrecheces. Escribe en la prensa local «Semana Festiva», «L a B atalera», «E l V igía »... 790 ANTONIO GARCIA MIÑOR «L a B atelera» era un semanario festivo en el que con gran fi­ nura y con esa elegancia innata de los avilesinos se vertía gracia a raudales de manera limpia y noble. N o así en «E l V igía ». En cierta ocasión, hallándose ausente «M arcos», que era el di­ rector, apareció en «E l V ig ía » un artículo sin firm a injuirioso para el alcalde de Avilés. Inm ediatam ente el alcalde, al no figurar firm a en el artículo, demandó al periódico, y «M arcos», ante la negativa a comparecer el autor del trabajo, Julián López Gutiérrez, que todo el mundo conocía, fué procesado por injurias. Recurre don José Benigno a la Audiencia y allí, bien defendido p or el fam oso abogado criminalista don Felipe Rivero, fué absuelto con todo género de pronunciamientos favorables. Cuando «M a rcos» regresó a Avilés las gentes le aplaudían por la calle. Y él form uló solamente el siguiente com entario: — H ay hombres que saben hacer justicia. H ay pueblos que la adivinan. Y p or encima de todos está Dios. ¡Quédoyos a los tres muy agradecido! — II — «M a rcos» calaboró en «D iario de Avilés», «Sem ana Ilustrada» (que dirigía José Martín Fernández, poeta fácil, que fué quien acon­ sejó a «M a rcos» componer en bable). Colaboró igualmente en «A stu rias» de Madrid, «E l Correo», «E l Carbayón» de Oviedo, «E l Com ercio» y «E l N oroeste» de Gijón, «L a V o z » y «E l Progreso de Asturias» de Avilés, «E l N alón » de Pravia, «E l Progreso de Astu­ rias» de La Habana y «E l H erald o» de Buenos Aires. La prim era poesía de «M arcos del T orn iello » en bable se llama­ ba « E l maestro de escuela», que publicó en «Sem ana Ilustrada» en 1900. Tom ó parte en la Extensión Universitaria de 1904 con una con­ ferencia sobre poesía regional, leyendo poemas de muchos autores y también propios. En 1904 la Diputación publica su prim er libro de versos dedi­ cado a don Fermín Canella, «Tam b or y gaita», prologado por el marqués de la Vega de Anzo, don M artín González del Valle, siem­ pre presente y siempre ayudando a toda obra o actividad cultural asturianas. En 1905 compuso una comedia en verso en bable y en un acto, «L a esfoyeta», a petición de la Asociación Coral Avilesina, que fué «MARCOS DEL TORNIELLO» 791 estrenada en M adrid el 5 de mayo de 1905 con extraordinario éxito en el teatro de la Princesa y con asistencia de la Infanta doña Isabel de Borbón, que invitó al autor a subir al palco al final de la función. H ay una anécdota curiosa en dicho estreno. Hallándose M arcos de tertulia en el camerino del entonces joven tenor y más tarde im portante naviero don Angel Alvarez y González de la Rivera, mientras éste cantaba en falsete, en la intimidad, un aria para él compuesta p or don H eliod oro González, llegó el representante de la coral a n otificar que el actor que tenía a su cargo el papel del americano de «L a esfoyeta» se había puesto muy enfermo. Anim ado por todos pero muy especialmente por el m ismo don Angel Alvarez, salió «M a rcos» a escena haciendo el papel del ausen­ te p or enfermedad. La representación fué un éxito — ya lo hemos dicho— . La Infanta saludaba con el pañuelo desde el palco. En un intervalo «M a rc o s » escribió unos versos de gratitud a la Infanta y al público. A llí estaba también don Benjam ín Orbón, que dirigió la orquesta que interpretó el fin de fiesta asturiana. Des­ pués que «M a rc o s » recitó sus versos fué invitado — com o dijim os— a subir al palco de Su Alteza, y ésta le pidió que se los dedicase y firm ase. Noche hermosa y triunfal. P or cierto que de esos versos no tenía copia y a «M a rc o s » le dolía no recordarlos, hasta que más tarde logró recuperarlos y los incluyó en uno de sus libros. En 1910 muere otro gran poeta en bable, llanerano de nacimien­ to, avilesino de adopción, el inolvidable Pepín Quevedo. «M arcos del T o rn ie llo » escribió su estrem ecido y dolido poema «L a Cuestona de X in e ro » (rom ance). En 1923 escribe «M a rcos» unos versos a Palacio Valdés (ro ­ mance) en el hom enaje que a éste tributó la villa y que fueron leídos p or un actor de la compañía teatral que intervino en los actos. Deseó don Arm ando conocer al autor de los versos y le fué pre­ sentado. Intim aron de inmediato. Don Armando anima a «M a rcos» a que publique otro libro. Don Armando por su parte visita, habla, escribe a editores libreros y amigos de Madrid, de España, de Am érica y se edita por fin «O rbayos de la quintana» en M adrid en 1925, con portada de Paulino Vicente, prólogo de don Armando y epílogo de A lfred o García Sánchez. «T a m b o r y ga ita» suena a jo lgo rio cantarín de rom ería; «O rba­ yos de la quintana» prom ete la nostálgica gravedad del refugio fam iliar astur, las dulces y pluviosas contemplaciones de la vida 792 ANTONIO GARCIA MIÑOR a través del paisaje y del alma astúrica com o diría después con muy parecidas palabras José Francés. Pero los negros nubarrones del dolor llegan a todos y también al alma del poeta porque el 9 de septiembre de 1925 falleció en accidente su esposa. La pena le vence y desde ese m omento deja de asistir a todo género de reuniones. N o fué ni al banquete homenaje a los hermanos Alvarez Quin­ tero en agosto de 1925 en San Juan de Nieva. «M a rcos» físicamente ausente, no lo está en espíritu y les dedica unos versos, «Falando en bable», que entusiasmaron a los sevillanos dramaturgos, los cuales le contestaron con cariñosa carta el 24 de agosto de 1925, agradecidos. En 1926 llega al fin el muy merecido homenaje para «M a rcos» del pueblo avilesino. E l Ayuntamiento, presidido por su alcalde don Valentín Alonso García, acordó por unanimidad en sesión del 10 de noviem bre de 1926 dar el nombre de «M arcos del T o rn ie llo » a la vieja calle del Progreso, a él que le sobraba con una caleya según propia frase de humor. Hubo verbenas y romerías en honor del poeta y un banquete muy concurrido en su asistencia y con personalidades de calidad reconocida y adhesiones de todas partes. O freció el homenaje José Francés y hablaron doce oradores. A llí don Julio G. Quevedo leyó una hermosa com posición llena de finura y humor titulada «A d m ajorem M arci T ornielli gloriam », en la que en un bable fluido, culto y sentido habla con pinceladas filosóficas del «M a rcos» hombres bueno, de los poetas chiflados que no piensan en la «cebera», y dice entre otras muchas intere­ santes cosas, aquello tan grancioso y tan real de: «A h í tenéis a «M arcos del T orn iello » que dimpués de quedar en sin pestañes cantando nuiche y día en güenos versos cuanto merez la pena ser cantable tendrá agora n’el bolso del chaleco de diez y seis a diez y siete reales.» Este poema fué según propia frase el que más conservó en su emocionada memoria el homenajeado y lo recitaba con frecuencia. La lectura de sus versos (décim as) de agradecimiento «C on la voz del corazón» fué lo último que en vida leyó en público «M arcos del T orn iello». «MARCOS DEL TORNIELLO» 793 Don José Manuel o don José Benigno García González, «M arcos del T o rn iello », falleció en su casa de Avilés el 9 de fberero de 1938 a los ochenta y cinco años de edad. Murió dulcemente, com o había vivid o — nos dirá M algor— y entregó su alma a Dios con la misma santidad que la había recibido. Su cuerpo reposa en el cementerio de La Carriona, a unos pasos nada más del lugar que acoge los restos de quien fué en vida pa­ triarca de las letras españolas y su amigo don Armando Palacio Valdés. NOTAS SO BRE LA PRESENCIA DE COMERCIANTES CATALANES EN OVIEDO EN EL SIGLO X IX POR JOSE R AM O N GARCIA LO PEZ P ro fe s o r de H is toria económ ica en la Escuela Universitaria de Estudios Em presariales de G ijó n Si una característica destacada tuvo el siglo X IX , quizás más aún que la difusión de la industrialización, fue la de los m ovim ien­ tos m igratorios. Cierto que estos m ovim ientos son tan antiguos com o el hombre, y en todas las épocas se produjo en m ayor o me­ nor grado la m ovilidad de los individuos y los grupos, pero es en el siglo X I X cuando este fenómeno alcanza unas cifras verdadera­ mente espectaculares. Se ha estimado en más de 30 m illones el número de europeos que durante este período abandonaron sus países (1), lo que da idea de la repercusión que tal trasiego tuvo que provocar sobre los respectivos focos de procedencia y destino. Con todo, no son sólo estos masivos desplazamientos in tern a cio­ nales los únicos m ovim ientos significativos de la época. De manera paralela, y a veces com plem entaria a ellos, se produjeron también importantes m igraciones interiores, generalmente acompañando al proceso de industrialización. España participó de ambas corrientes, con una notable em igración hacia Am érica que afectó especialmen­ te a las regiones costeras del Norte, y con otros m ovim ientos (1) A r m e n g a u d , A n d ré.— “L a población europea, 1700-1914” , pp. 66-75, en Historia económica de Europa ( 3) La Revolución industrial, C.M. C ipolla (ed.). E ditorial A riel, Barcelona, 1979. 796 JOSE RAMON GARCIA LOPEZ interiores hacia las regiones de la periferia, provocados p or la atracción de los nacientes focos industriales. Pero también cono­ ció otros m ovim ientos internos, menos significativos cuantitativa­ mente, que sin embargo supusieron efectos locales apreciables: es el caso de la diàspora catalana ligada al com ercio, a cuya conside­ ración, por lo que se refiere a la que toma com o destino Oviedo, se dedican las líneas que siguen. A la hora de explicar las causas de una corriente m igratoria se acude a la consideración de los factores de expulsión y de atrac­ ción, siendo generalmente los primeros los que dan lugar a las migraciones masivas, si bien suelen producirse simultáneamente a factores de atracción que encauzan en determ inado sentido esa corriente. Pero las solas razones del push-pull no sirven para ex­ plicar la emigración catalana a las demás regiones españolas. Cataluña duplica en la primera mitad del ochocientos su pobla­ ción (2), pero este fuerte aumento no puede ser tom ado como factor de expulsión porque no corresponde sólo a un crecimiento vegetativo que pudiera haber creado una situación de presión de­ m ográfica, sino también a una corriente inm igratoria interna coin­ cidente con el prim er empuje industrializador de la región (3). Aquí surge una aparente contradicción: la naciente industria textil catalana, a la vez que es foco de atracción de inmigrantes de otras regiones va a generar una menos numerosa y selectiva corriente de signo contrario. Este flu jo m igratorio catalán hacia otras re­ giones españolas no obedeció a las razones convencionales, y fue más bien una consecuencia de la propia dinámica de su economía; es decir, estuvo vinculado a la vitalidad de su propia industria, que en su crecimiento, provocó la salida, junto a las mercancías, de los agentes encargados de distribuirlas. Así lo estima el profesor Jaume Torras, que considera que dicho flu jo supuso un soporte bá­ sico para la introducción en el resto de España (y hay que pensar que también en las colonias) de los géneros de la pujante industria textil catalana. Oviedo fue uno de los puntos de destino de esa corriente que desde las comarcas barcelonesas se dirigía a múltiples plazas de la Península. La presencia de catalanes en Oviedo ya debía de ser (2) N a d a l , Jordi.— La población española A rie l, Barcelona, 1976. (3) P e r e z M o r e d a , Vicente.— “L a ( siglos X V I modernización a X X ). dem ográfica, E ditorial 1800-1930. Sus lim itaciones y cronología”, en La modernización económica de España, 1830-1930, N . Sánchez A lbornoz 34 y 37. (comp.). A lianza editorial, M adrid, 1985, pp. NOTAS SOBRE LA PRESENCIA DE COMERCIANTES CATALANES EN OVIEDO 797 apreciable en las prim eras décadas del siglo, quizás todavía no de manera estable, y desde luego, en los años cuarenta ya era nume­ rosa. E llo explica que el com ercio ovetense de la época, aún no siendo «tan extenso com o pudiera y debiera serlo», dispusiera de «paños de todas clases, la m ayor parte de fábricas del rein o» (4). T o liv a r Faes, al ocuparse del origen del nombre de «Catalanes» con que en el O viedo actual se conoce una extensa zona en to m o a los Colegios M ayores universitarios, lo vincula a la adquisición hacia mediados de siglo por propietarios catalanes de unas fincas a las que posteriorm ente los hermanos Coll y Malts dieron un uso agropecuario (5). Los hermanos Coll-Malats y García-Robés a que T o liv a r se refiere, eran hijos de JOSE COLL Y M ALATS, com er­ ciante catalán llegado a Oviedo hacia finales de los años veinte que logra adqu irir un elevado status social (6). En las décadas centrales de siglo eran numerosos los comercian­ tes catalanes instalados en Oviedo, y sus establecimientos, dedica­ dos a la venta de tejidos, ocupaban un destacado lugar en el mundo m ercantil de la ciudad. Habitualmente este com ercio se ejercía sobre la base de sociedades que disponían de dos establecimientos, uno en Barcelona que actuaba com o casa m atriz a cuyo frente se encontraba uno de los socios, encargándose de efectuar las com­ pras, y otro en Oviedo, dedicado a la venta al p or m ayor o al detall, dirigido p or otro de los socios. Con frecuencia el socio que se encargaba del establecimiento dedicado a la venta tenía la con­ sideración de industrial, es decir, no participaba con capital alguno, aportando solamente su experiencia en el ramo. Suponía este sis­ tema una im portante innovación en la organización comercial, reduciendo sensiblemente la venta ambulante, que quedaba lim i­ tada a algunas ferias a las que se seguiría acudiendo. P or otra parte, la integración gradual de los empleados en esas casas de com ercio, con una progresiva participación en los resultados que culminaba en la conversión en socios partícipes, a la vez que era un notable intrumento de prom oción personal, estimulaba la de­ dicación y laboriosidad con la consiguiente repercusión en la buena (4) C aveda N a v a , José.— Historia y de Oviedo. Oviedo, 1844. Tom ado de la edición facsím il de M onum enta H istórica Asturiensia, Gijón, 1978, pp. 66-67. (5) T o l iv a r F a e s , J.— N om bres y cosas de las calles de O viedo. Oviedo, 1958. (6) José C oll y M alats fue R egidor del Ayuntam iento y A lc ald e de O viedo en 1846, y participó de m anera notable en la adquisición de fincas desam or­ tizadas (José M a ría M oro, La Gijón, 1981, p. 2). desamortización en Asturias, Ed. S. Cañada, JOSE RAMON GARCIA LOPEZ 798 marcha de los negocios. Por este m edio pudieron acceder a la ges­ tión empresarial buena parte de los comerciantes y financieros que en el siglo X IX alcanzaron en Asturias las mayores cotas en la actividad com ercial e industrial. Una de las casas de com ercio catalanas más importantes en los años cincuenta era la que regía RAM ON G ALC ERAN Y DOM INGO, que giraba bajo la razón social «O llés y Galcerán», siendo JOSE O LLE S el socio que se encontraba al frente del establecimiento de Barcelona encargado de las compras. Debió iniciarse esta sociedad en los años cuarenta, disponiendo en 1855 al renovarse la escritura social de un capital próxim o a los 800.000 reales, cifra muy consi­ derable, en la que participa además, com o socio com anditario, el luarqués José Beltrán (7). Procedía Ramón Galcerán de Igualada, y contrajo m atrim onio con la asturiana Nicasia Cifuentes Morán. quien, junto con sus hijos y su cuñado JOSE G ALC ER AN Y DO­ M IN G O , continuaría el negocio tras el fallecim iento de aquél. De m ayor antigüedad e importancia era la casa «V iu da y here­ dero de Antonio Jover y Pedrell», que aunque no tenía al frente del establecimiento de Oviedo a un socio catalán, la citamos aquí por ser catalanes los que daban nombre a la razón social y porque quien la dirigía en Oviedo, Ignacio H errero y Buj, iniciaría una dinastía de comerciantes y financieros vinculados a esta ciudad que se prolongará de form a inintern mpida hasta nuestros días. Ignacio H errero, nacido en la localidad turolense de Fortanete, dirigía las sucursales que esta sociedad tenía en Villafranca del B ierzo y en Oviedo, siguiendo el sistema antes descrito. En 1852 la razón social pasó a ser «H errero y Compañía», participando Ig ­ nacio H errero con la mitad del capital que en su conjunto ascendía a 1.903.502 reales. A partir de esta fecha irá aumentado progresi­ vamente la vinculación a la fam ilia H errero y la dedicación al negocio de banca (8). También en torno al medio siglo se encuentra establecido en Oviedo PEDRO M ASAVEU Y R O VIRA, que procedente de Castellar del Vallés, pequeño pueblo de la comarca tarrasense, había llegado hacia 1840 para emplearse en el com ercio de tejidos. Se asocia en 1855 con Carolina González Arias-Cachero, tomando la compañía la razón social de «V iuda de Barrosa y Cía.», con el objeto de «continuar con el establecimiento abierto en la calle de Cimade(7) Escritura de fecha 20 febrero 1855, notario de O viedo Vicente Gonzá­ lez A lv e rú , protocolo 1783, A rch ivo Histórico Provincial, O viedo (8) AHPO Esc. 7 octubre 1852, not. de O viedo J. Antonio (A H P O ). Cuervo, prot. 2009, NOTAS SOBRE LA PRESENCIA DE COMERCIANTES CATALANES EN OVIEDO 799 v illa » (9). Más adelante nos ocuparemos con detalle de esta casa de com ercio cuya evolución hemos seguido a través de sus libros de cuentas, y que nos ha perm itido com probar la función de cap­ tación de un numeroso personal para desempeñar las tareas com er­ ciales y administrativas del negocio, personal que prácticamente en su totalidad provenía de la región tarrasense. Había p or esas mismas fechas otro Masaveu dedicado también al com ercio textil; se trataba de V IC E N T E M ASAVEU Y R O VIR A , hermano del an­ terior, que había form ado sociedad con el también catalán F R A N ­ CISCO PU IG Y M A R C E LI, denominada «P u ig y M asaveu» con establecim iento en la calle de La Magdalena. Esta sociedad fue disuelta en 1867, continuando Vicente Masaveu el negocio hasta 1892 en que se retira traspasándolo a sus antiguos dependientes C irilo y Ramón Pérez y Ayala, padre y tío del ilustre novelista, que lo continuarán com o «P érez Ayala H erm anos» (10). Tenemos noticia de otras casas de com ercio regidas por cata­ lanes. Así la de los hermanos LU IS y JOSE M A R IA FO R TU N Y, que giraba bajo la razón «Fortu n y y Compañía», y en la que partici­ paban com o dependientes M A N U E L FIG U EROLA, JU LIA N CLAVEG UERA y PEDRO M O LIN S . Estaba dedicada al com ercio textil, pese a lo cual a finales de 1867 adquieren una tienda de «ab acería» establecida en la calle Salsipuedes (11). También en los años se­ senta se asocian E S T E B A N G IR A L Y BO RREL, JUAN PAGES y F E L IO T U R U L L «para dedicarse a la venta de géneros y tejid os», siguiendo la consabida fórm ula de situar a uno de los socios en Barcelona para realizar las compras (12). En años sucesivos, aun­ que ya en m enor medida, aún se producen nuevos establecimientos, siendo más bien renovaciones o sustituciones de los que se van retirando. Así en 1879 se form a la sociedad «Galés, Fontela y Com­ pañía» entre TO M AS GALES Y FLOT, antiguo empleado de la casa Galcerán, RO D RIG O FO N T E L A y EU G E N IO COLL Y M ALATS, para adqu irir los géneros de la firm a «José Galcerán e h ijo » que se disuelve (13). N o siempre se dedican los comerciantes catalanes a los tejidos, y aunque sea sólo a título de excepción, hemos de citar la tienda de quincalla de JOAQUIN NOMDEDEU. (9) (10) Esc. 23 m arzo 1855, not. Vicente González A lve rú , prot. 1783, A H P O . Esc. 18 enero 1892, not. de O viedo Cristeto A lv a re z Rayón, L ib r o 8, hoja 100 del Registro M ercantil de la provincia. (11) Esc. 1 diciem bre 1867, not. de Oviedo José Rodríguez, prot. 1629, AHPO. (12) Esc. 21 m ayo 1866, not. de Oviedo José Rodríguez, prot. 1624, A H P O . (13) Esc. 1 noviem bre 1879, not. de Oviedo José Fernández de la M uría, prot. 2206, A H P O . 800 JOSE RAMON GARCIA LOPEZ U N D E ST A C A D O FO CO D E A T R A C C IO N : LA C A SA M A SA V E U Entre los comerciantes catalanes llegados a Oviedo en la prim e­ ra mitad del siglo hemos citado a PEDRO M ASAVEU Y R O VIR A . Ciertamente el término com erciante debe ser entendido en un sen­ tido amplio, pues más que comerciantes eran en un principio trabajadores empleados en el comercio, por más que su meta fuese llegar a ser algo en el mundo de los negocios. Pedro Masaveu era uno más entre los jóvenes que dejaban su tierra para buscar un porvenir en la venta de esos géneros catalanes que tan buena aceptación tenían. Cuando llega a Oviedo no tiene todavía quince años y comienza su andadura insertándose en esa actividad com er­ cial. Es todavía una época en la que hay que recorrer las ferias de algunos pueblos, situándose en Oviedo com o punto de partida, donde ya están establecidos los comerciantes más importantes. Al asociarse con Carolina González Arias-Cachero en 1855 y pasar a d irigir el establecimiento abierto en la calle Cimadevilla, quedan sentadas las bases de lo que bajo su gestión llegaría a ser una de las casas de com ercio más importantes de la región. El esta­ blecim iento, aunque de reducidas dimensiones, disponía de una excelente ubicación, ya que la citada calle era el centro de la ciudad: «E n el recinto antiguo de la ciudad, circuido por todas estas líneas, se encuentra la parte más céntrica de la población y también la más vistosa v de m ejor caserío. Sobresalen aquí la calle de Encima de Villa, larga, espaciosa y cómoda, y la m ejor de la ciudad» (14). Con este favorable emplazamiento y una intensa y acertada dedicación, logra Pedro Masaveu afianzar y desarrollar los nego­ cios de esta casa de comercio, una de cuyas consecuencias va a ser la colocación suesiva de empleados y mancebos, procedentes en su m ayoría de la misma región tarrasense de donde unos años antes había venido él mismo. Eran empleados de la casa, DOM INGO BO AD ELLA A L B E R T y M A R T IN COMAS FARELL. Este último, también natural de Cas­ tellar, gozaba de la plena confianza de Pedro Masaveu, y con plenos poderes regía el com ercio en las frecuentes ausencias del titular por viajes de negocios. En noviembre de 1860 se unió a ellos E L IA S M ASAV E U Y R IV E L L , sobrino de Pedro Masaveu, que con 13 años (14 ) C a v e d a y N a v a , José.— Op. cit., p. 37. NOTAS SOBRE LA PRESENCIA DE COMERCIANTES CATALANES EN OVIEDO 801 recién cumplidos había llegado de Castellar para trabajar en el ne­ gocio. Muchas debieron ser las ilusiones puestas p or el joven Elias en este viaje, pues com o recuerdo de él, y sin duda presintiendo que m arcaría el rumbo de su vida, quiso conservar com o recuerdo el b illete de la diligencia que desde Barcelona le trasladó a Oviedo (15). A mediados de los años sesenta se deja sentir en Oviedo, com o en la m ayoría de las plazas españolas, un enrarecim iento de la ac­ tividad económ ica general que termina en una abierta e intensa crisis financiera que afectó también al com ercio y a la industria. Ante esta delicada situación, con oscuras perspectivas, decide Pedro Masaveu con vertir su casa de com ercio en sociedad colectiva, dan­ do entrada en ella a sus antiguos empleados DOM INGO BO AD ELLA y M A R T IN COMAS, junto con E LIA S M ASAVEU, que aunque to­ davía m enor de edad, ya había demostrado sobradas cualidades mercantiles. Se lleva a efecto la constitución de la sociedad en los comienzos de 1867, tomando la razón social de «P ed ro Masaveu y Com pañía» (16). Dedicado E L IA S M ASAV E U a más altas funciones dentro de la casa, se da entrada com o dependiente a PEDRO AR R AU T, que sólo perm anecerá seis meses, relevado por D OM INGO JU LIA N A Y A L B E R T , llegado también de Castellar y que comienza a traba­ ja r el 30 de setiembre de 1867. Como Elias Masaveu, y juzgando p or sus realizaciones futuras, debió este viaje responder a un ilu­ sionado proyecto. Se integra con rapidez en la casa y en 1873 ya se le concede participación en los resultados del negocio. Como consecuencia vendrá a continuación JOAQUIN JU LIA N A Y A LB E R T , hermano del anterior, que se incorpora a finales de 1871, sustitu­ yendo al también catalán N ARC ISO FO R R E LLA T cuyo paso por la casa fue de tan sólo cuatro meses. La buena marcha del com ercio en los comienzos de los años setenta perm ite a Elias Masaveu llamar a su hermano JAIM E M A­ SAVEU Y R IV E L L , a quien le gira el im porte de los gastos de viaje para que se traslade desde Castellar, lo que lleva a cabo en 1873. Un año más tarde hará lo propio JUAN G IRBAU . Este últim o será uno de los empleados más estables, permanentemente ligado a la sección de venta de tejidos. (15) Su hijo, el eminente jurista D. Jaime M asaveu M asaveu, aún lo con­ serva cuidadosam ente enm arcado. A él debo esta y otras valiosas in form a­ ciones. (16) Constituida p or escritura ante el notario de Oviedo José Fdez. de la M u ría con fecha 9 febrero 1867, prot. 2195, A H P O . 802 JOSE RAMON GARCIA LOPEZ La ampliación de los negocios, con fuerte presencia de operacio­ nes bancarias a partir de 1876, dará lugar a nuevas incorporaciones. En 1877 será el tarrasense A N TO N IO P U IG V E R T Y M U X I, un dili­ gente empleado de escritorio que llevará los asuntos de banca (17). En 1880, pero com o dependiente del com ercio, ingresará JOSE PALLAS, y seguidamente V IC E N T E M ASAVEU Y R IV A S , sobrino de Pedro Masaveu, también procedente de Castellar. En 1884 se incorpora C A SIM IR O PALLAS, recomendado por su hermano José, y también O LEG ARIO ORDEIG, aunque este últim o volverá a Bar­ celona meses más tarde. En 1887 ingresan tres nuevos dependientes y mancebos, todos catalanes: JUAN COMAS, FRANC ISCO BASSAL y F ID E L ROCABERT, y al año siguiente, JOSE D AV IU Y E M IL IO H O M ET. Finalmente, en 1893, JOSE FORES y D IO N IS IO H O M ET com pletan la relación de los empleados catalanes captados p or la Casa Masaveu en el período fijado. Naturalmente las incorporacio­ nes no se interrumpen, continuándose en las primeras décadas de nuestro siglo. Pero eso ya cae fuera del lím ite que hemos estable­ cido. N o puede negarse a esta casa un destacado papel en la capta­ ción de empleados catalanes, si bien es verdad que se trata de un caso especial por la importancia de sus negocios. Efectivamente, la Casa Masaveu alcanzó un elevado prestigio, no sólo com o ven­ dedores al p or m ayor y m enor de tejidos, sino también com o casa de banca. N o obstante, lo curioso es que, aunque ambas secciones constituían partes inseparables del negocio, sólo eran catalanes los empleados en la sección com ercial, es decir, los dependientes, cortadores, encargados, etc., mientras que el personal de escritorio y de los asuntos de banca (contables, escribientes, cobradores, etc.), con la única excepción de Antonio Puigvert, no procedían de Catalu­ ña. Así pues, con razón escribía Clarín al describir la vida cotidiana de Vetusta: «L a calle del Comercio es el núcleo de estos paseos noctur­ nos y algo disimulados. Los caballeros van y vienen p or la ancha acera y miran con mayor o m enor descaro a las da­ mas sentadas junto al mostrador. Con un o jo en las nove­ dades de la estación y con otro en la calle, regatean los precios y cazan lisonjas y señas al vuelo. Los mancebos son casi todos catalanes, pero pronuncian el castellano con su­ ficiente corrección. Son amables, guapos casi todos. Los (17) Antonio Pu igvert abandonará la Casa M asaveu en 1894 pasando a la Casa de banca abierta en G ijón en igual fecha por Florencio Rodríguez. NOTAS SOBRE LA PRESENCIA DE COMERCIANTES CATALANES EN OVIEDO 803 más tienen la barba cortada a lo Jesucristo. Muchos ojos negros almibarados, y rosas en las m ejillas. Inclinan la ca­ beza con una languidez entre romántica y cachazuda; aquello lo m ismo puede significar: «Señorita, abrigo una pasión secreta,...» que «Señorita, ni la paciencia de Job,..., pero tendré paciencia» (18). Los mancebos, desde luego, eran casi todos catalanes, com o también lo eran sus patronos en la m ayoría de los casos. Antes decíamos que el térm ino comerciante referido a estos jóvenes ca­ talanes debía entenderse en un sentido amplio, pues muchos de ellos no pasaron de ser empleados de comercio, pero también es cierto que algunos de ellos aprovecharon las oportunidades que el sistema de participación en los negocios les ofrecían, logrando lle­ gar a ser dueños de establecimientos y a ejercer el com ercio con plena dedicación y responsabilidad. En estas breves notas han sido citados algunos que lo consiguieron con notable relevancia, des­ bordando incluso su actividad hacia la prom oción de empresas de los más diversos campos. P or ello, podemos concluir reconociendo que la presencia de comerciantes catalanes supuso para Oviedo, y en general para Asturias, una benéfica influencia en el proceso de desenvolvim iento económ ico del ochocientos. (18) A la s “ C la rín ” , L eopoldo.— La Regenta. P rim era m ado de la edición de 1972 de A lian za Editorial, p. 174. edición, 1884. To­ LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LAMINA (ASTURIAS) POR PABLO A R IA S CABAL* 1. IN T R O D U C C IO N E l propósito de esta nota es dar a conocer un conjunto de frag­ mentos de cerám ica de tipología verosím ilm ente prehistórica del abrigo de Cueto de la M ina (B ricia, Llanes). Y a se tenía noticia de la existencia de cerámica en los niveles superficiales de este im por­ tante yacim iento paleolítico merced a la propia m em oria de la excavación (1). Sin embargo, no fueron descritas ni reproducidas gráficam ente ni p or el Conde de la Vega del Sella ni p or ninguno de los autores que han revisado las colecciones de la excavación, interesados únicamente en las industrias paleolíticas y epipaleolíticas. P or tanto, creemos que puede ser útil publicar una descrip­ ción de los fragm entos de cerámica de esos niveles adscribibles tipológicam ente a la Prehistoria. N o nos hemos ocupado de las cerámicas modernas que integran también esta colección, pues se alejan excesivamente de nuestra línea de investigación. (* ) D epartam ento de Prehistoria y Arqueología. U n iversid ad de C antabria. V e g a d e l S e l l a , Conde de la : Paleolítico de Cueto de la M ina ( A stu ­ rias). M ad rid , C IP P , 1916, p. 15. (1 ) 806 2. PABLO ARIAS CABAL LAS E XC A V AC IO N ES DEL CONDE DE LA VE G A D EL SE LLA E N CUETO DE LA M IN A Y EL PRO BLE M A DE LOS N IV E L E S CON CERAM ICA E N LOS CONCHEROS El Conde de la Vega del Sella realizó excavaciones arqueológicas en Cueto de la Mina en los años 1914 y 1915 (2). Dicho yacimiento habría de convertirse en una de las referencias básicas para el es­ tudio del Paleolítico Superior cantábrico p or su com pletísima secuencia intacta, que comprende desde el Auriñaciense hasta el Asturiense, y por la calidad científica del trabajo del investigador, tanto en la excavación como en la publicación de sus resultados. Sin em bargo había también en este abrigo algunos niveles con materiales modernos a los que apenas se les ha prestado atención. Vega del Sella dividió la excavación en tres sectores — o «sec­ ciones», com o él los denominaba— en los que trabajó de form a independiente con objeto de asegurar un correcto control de la estratigrafía. El prim ero de ellos correspondía a un pequeño covacho que hay en la zona oriental del abrigo, el segundo a la zona del abrigo que está delante de la boca de dicho covacho y el tercero al sector occidental del abrigo. Los trabajos comenzaron en la prim era sección. En ella pudo el Conde distinguir una estratigrafía cuyo nivel más reciente era E pipaleolítico (A ) y se superponía a tres magdalenienses (B , C y D ) y a una potente capa solutrense (E ). Sin embargo, la segunda y tercera secciones presentaban se­ cuencias ligeramente distintas. Los dos niveles superiores se habían erosionado, sin duda por estar más expuestos que los del covacho a los elementos, y en su lugar se habían depositado dos estratos revueltos: a) Tierra vegetal con materiales actuales. b) «T ie rra negra, mezcla de vegetal y de hogares, que contenía teja romana, cerámica de muy distintas épocas, lascas de cuar­ cita y silex del paleolítico superior y del pren eolítico» (3). B ajo ella se encontraba el mismo nivel C de la prim era sección. N o había más discordancias, salvo la aparición bajo el nivel E de (2) Ibidem , pp. 11-18. (3) Ibidem , p. 15. LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 807 tres nuevas capas fértiles: otro estrato solutrense (F ) y dos califi­ cados de auriñacienses (G y H ) (4). En Cueto de la Mina, por tanto, se excavaron niveles postasturienses, aunque desgraciadamente revueltos. E llo nos introduce en un problem a que trataron sólo marginalmente Vega del Sella y otros investigadores de su época: ¿Cuándo desaparecen los concheros? ¿Qué relación hay — si es que hay alguna— entre el Asturiense y los niveles superficiales con cerámica de tantas cuevas de Asturias y Cantabria? Desgraciadamente, el Conde, que excavó tantos yacimientos del oriente de Asturias, nos ofrece poca inform ación — y no muy pre­ cisa— acerca de estos problemas. E llo quizá se deba a que Vega del Sella pensaba que no existía relación entre el Asturiense y el N eolítico, que había entre ellos un «h iato », mucho más reducido que el clásico de De M ortillet que él había contribuido a llenar en la zona oriental de Asturias, pero insoluble. Esta opinión se apoya­ ba en el contraste entre la composición faunística de los concheros, en los cuales la M on odon ta lineata es prácticamente el único bígaro representado, y la fauna actual, en la que junto a este caracol de aguas templadas está presente la L ittorin a littorea, propia de mares más fríos. Según esto, basándose en la discutible prem isa de que el clim a del N eolítico era muy sim ilar al actual, no habría una transición entre la fauna del óptim o postglacial que caracterizaba al Asturiense y la del N eolítico (5). Quizá p or esto Vega del Sella no explotó demasiado una serie de datos que debía de poseer — y de los que sólo nos ofrece refe­ rencias marginales— acerca del final del Asturiense. Estas observaciones, repartidas por toda la obra del Conde, se pueden sintetizar en tres: (4) Ibídem , p. 16. Esta calificación ha sido precisada recientemente, a la vista de la p ro fu n da transform ación que ha sufrido el problem a del A u riñ a ciense desde los tiempos de Peyrony, como Perigordiense Su perior (C f. B e r n a ld o de Q u i r ó s G u i d o t t i , F . : Los inicios del Paleolítico Superior Cantábrico. M adrid, Centro de Investigación y M useo de A ltam ira, 1982, p. 227). L a s dem ás excavaciones legales realizadas en Cueto de la M ina, dirigidas por Jordá (decenio de 1950), por G. A . C lark (1969) y por M. de la R asilla y J. Fortea (iniciadas en 1982) no aportan nada a este problem a. L a s prim eras, inéditas, no fu eron m ás que una limpieza de corte. L a s de C lark una recogida de m uestras en los restos del conchero asturiense. L a s que se están llevando a cabo, p or último, afectan únicam ente a los niveles paleolíticos del yacimiento. (5) V ega d e l S e lla : “L a transición al Neolítico en la costa can tábrica” . Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. M em orias, I V (1925), p. 172. 808 PABLO ARIAS CABAL — En la fase final del Asturiense abunda el H elix nem oralis (6). — Hay una serie de concheros tardíos, «d e posteriores épocas» al Asturiense (7), en los que es más abundante el m ejillón que en éste. •— E l final del Asturiense «lin d a » con niveles con cerámica (8 ) y con cantos con cazoletas (9), aunque sin pulim ento de la pie­ dra (10). De la cerámica sólo sabemos que eran «tiesto s» de cerámica grosera (11). Lamentablemente, Vega del Sella no amplía estos datos y, con­ tra su costumbre, ni siquiera cita los yacimientos de los que proceden. P or ello es imposible saber si alguno está basado en los trabajos de Cueto de la Mina. Según los cuadernos de campo del propio Conde, en el yacimiento de Cueva Rodríguez (B ric ia ) había en superficie cerámicas y cazoletas (12), pero ello no im plica que en otros lugares no ocurriera lo mismo. Nos ofrece también algunos datos de gran interés H. Obermaier en su im portante síntesis E l hom bre fósil (13). Sin duda provienen de inform ación oral que le debió de proporcionar el Conde de la Vega del Sella. En la primera edición de su obra Oberm aier alude a una sucesión cultural después del Aziliense que comenzaría por el Asturiense, continuaría con concheros con más M ytilus edulis que los asturienses, con cantos rodados ovales con cazoletas y punzones de hueso sin pulimento y terminaría con contextos con la misma industria lítica, más frecuencia de M ytilus edulis y H elix nem oralis y cerámica grosera y cocida por el interior solamente (14). N o parece que el autor alemán haga referencia a una secuencia (6) Ibídem , p. 169. (7) Ibídem , p. 170. (8) Ibídem , p. 172, y V e g a d e l S e l l a : El Asturiense. N u eva industria p re - neolítica. M adrid, C IP P , 1923, pp. 32 y 41. (9 ) V e e g a d e l S e l l a : El Asturiense..., p. 41. (10) V ega d e l S e lla : (1 1 ) V e g a d e l S e l l a : El Asturiense..., p. 32. (12) M á rq u ez U ría , “L a transición...”, p. 172. M . C . : “T ra bajo s de cam po realizados p or el Conde de la V e g a del S e lla” . Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 83 (1974), p. 828. (13 ) O b e r m a ie r , H . : El hombre fósil, M adrid, C IP P , 1916; Fossil M a n in Spain, N e w H aven, The H ispanic Society, 1924; El hom bre fósil, 2.a edición am pliada, M adrid , C IP P , 1925. (14) P. 337. LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 809 probada estratigráficam ente sino a tres grupos de yacim ientos or­ denados cronológicam ente en base a la aparición de la cerámica y a la suposición de un aumento progresivo del porcentaje de m eji­ llones a p artir del Asturiense. En todo caso no aclara de dónde viene esta inform ación. En la edición en inglés de 1924 se repite la misma secuencia, añadiendo la oveja en el segundo grupo y negando explícitam ente la presencia de industria lítica en el tercero. Oberm aier señala también que las dos últimas fases están muy mal documentadas, por escasez de yacim ientos y falta de investigación, pero que no podía menos que referirse a ellas «puesto que parecen constituir una fase transicional al verdadero N eo lítico » (15), lo cual contras­ ta, obviam ente, con las ideas de Vega del Sella acerca de las rela­ ciones entre el Asturiense y la Prehistoria con cerámica. La segunda edición castellana aporta muy pocas novedades. La única reseñable es la observación de que los moluscos H elix nem o­ ralis y H elix a rbustorum son casi exclusivos de estratos superficia­ les (16). En definitiva, parece existir cierta confusión en torno a estos niveles superficiales con cerámica y a su relación con el Epipaleolítico local. N o queda muy claro en la bibliografía si se excavó en algún lugar un nivel postasturiense intacto. Tam poco si había real­ mente una ruptura entre el Epipaleolítico y el N eolítico, com o afirm a Vega del Sella, o cierta continuidad en la evolución indus­ trial y en la com posición m alacológica de los yacimientos, tal com o parece dar a entender H. Obermaier. P or lo que respecta a Cueto de la Mina, creemos que existe al­ guna posibilidad de que las capas con cerámica de este yacim iento puedan estar en la base de alguna de las observaciones expuestas. Analizaremos esta cuestión en el apartado 6 del presente artículo. 3. D E S C R IP C IO N DE LOS M A T E R IA L E S La industria recogida p or el Conde de la Vega del Sella en sus excavaciones fue enviada en su mayor parte al Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid, a consecuencia de su vinculación a la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (C .I.PP.P.) de la Junta para Am pliación de Estudios e Investigacio­ (15) P. 358. (16) P. 384. 810 PABLO ARIAS CABAL nes Científicas, cuya sede estaba en dicho museo. Algunas piezas que quedaron en el palacio del Conde en Nueva de Llanes ingresa­ ron tras su muerte en el Museo Arqueológico Provincial de Oviedo, pero en la colección de Cueto de la Mina conservada en Asturias no hay cerámicas. Las cerámicas de los niveles superficiales de Cueto de la Mina están guardadas en varios de los cajones que albergan las colec­ ciones de materiales prehistóricos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. La m ayor parte de ellas están sigladas con la referencia del yacimiento (CM ), con una indicación de que proceden del nivel superficial y con un número de inventario. Unos pocos fragm entos no tienen sigla, pero no plantean especiales problemas porque se hallaban en cajones que contenían exclusivamente restos industria­ les y faunísticos de Cueto de la Mina. Incluso alguno de ellos, como veremos, encajaba con otros fragmentos siglados, lo que nos hace sospechar que la falta de referencia se debe a una rotura de un fragm ento m ayor después de haber sido siglado. En todo caso, salvadas todas las reservas que se puede tener hacia colecciones de excavaciones antiguas, sigladas muchos años después de su in­ greso en el museo, no parece que existan argumentos para dudar de la procedencia de toda la colección de Cueto de la Mina. Como apuntábamos en la introducción del presente trabajo, el conjunto de cerámicas que vamos a describir no es la totalidad de la colección. Tal como señalaba Vega del Sella, en el revuelto de Cueto de la Mina se recogieron materiales de cronología muy di­ versa. P or tanto hemos seleccionado las cerámicas elaboradas a mano con aspecto de ser anteriores a la Edad del H ierro, dejando sin analizar un nutrido conjunto de materiales claramente poste­ riores. La pieza más espectacular de toda la colección es sin duda la representada en las láminas 1 y 2. Es un gran fragm ento sin sigla que incluye el borde y una buena porción del cuerpo de una vasija carenada con borde recto redondeado. Las paredes p or encima de la carena presentan un perfil ligeramente cóncavo. Sus medidas son 16 x 13'5 cm. La curvatura del fragm ento conservado indica que la pieza original tendría un diámetro en la boca que oscilaría entre los 19 y los 20 cm. La altura del vaso es im posible de evaluar. La carena parece estar situada en una posición relativam ente baja, p or lo que quizá alcanzara los 20 cm. de altura o tal vez algo más. La pasta es de color negruzco y contiene desgrasantes de menos de 2 mm. de longitud máxima. El espesor de las paredes oscila en­ tre 5 mm. en el borde y 13 mm. en la carena; en la m ayor parte LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA L ám in a 1: V aso carenado sin siglas. Lámina 2. Vaio ctrar.aia *L\ tljli 811 812 PABLO ARIAS CABAL del sector del p erfil que ha llegado hasta nosotros oscila entre los 7 y los 8 mm. El exterior de la pieza parece estar bruñido, aunque esto no se puede afirm ar con seguridad por estar bastante deteriorado por concreciones calcáreas. Otro fragm ento que perm ite reconstruir bastante aproximada­ mente la form a de la vasija original es el siglado con el número 142 de la colección de superficie (lám ina 3). Con él encaja perfec­ tamente un pequeño fragm ento sin siglar. Ambos proceden con toda probabilidad de un cuenco con form a de casquete esférico, con un diám etro en la boca de unos 16 cm. y una altura de casi 7 cm. El borde es recto y las paredes muy finas (3 mm. de espesor). La pasta es de una calidad bastante buena, homogénea y con desgrasantes finísim os ( < 1 mm.). Tanto el exterior com o el interior de la pieza son de color marrón y están cuidadosamente bruñidos. Los fragm entos número 139 y 137 (lám ina 3) proceden de vasi­ jas parecidas a esta última. Ambos form aron parte de cuencos de paredes finas, con form a de casquete esférico y con ambas caras bruñidas. N o se puede asegurar que procedan exactamente del mismo cacharro, pues no encajan uno con otro, pero ambos pre­ sentan idénticas características: paredes de entre 4 y 6 mm. de espesor, pasta porosa negra con desgrasantes de menos de 1 mm. de longitud y superficies exterior e interior bruñidas de un intenso c olor negro. La número 139 es un fragm ento de borde con la mayor parte del p erfil y la 137 parece ser el fondo de la vasija. La prin­ cipal diferencia de esta pieza (o de estas dos piezas) con la número 142 es, además del color, que la que acabamos de describir tiene el borde redondeado y ligeramente adelgazado. El número 143 (lám ina 3) es un pequeño fragm ento con un borde sim ilar al del 139. La pasta es algo porosa, de color ocre, con desgrasantes casi invisibles. N o presenta restos de enlucido. El es­ pesor de las paredes es de unos 5 mm. N o se puede in ferir con seguridad la form a de la pieza de procedencia, aunque bien podría tratarse de un pequeño cuenco hemiesférico. Los fragm entos siglados con los números 5 y 10 tienen un ca­ rácter bien distinto. Proceden de un plato o una fuente de borde engrosado por el interior. La pasta es porosa y de color negro, con desgrasantes menores de 1 mm. Las paredes alcanzan un espesor de 5 mm. en el cuerpo y de 12 mm. en el borde, Las superficies exterior e in terior son de color pardo rojizo y están alisadas (véase la lámina 4). LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 813 L ám in a 3: Fragm entos de cuencos: Núm eros 143 (1 ); 142 (2 ); 139 (3) y 137 (4). 814 PABLO ARIAS CABAL L ám in a 4: Fragm entos núm ero 5 y 10 (1), 17 (2) y 147 (4). E l 3 de esta lám ina no tiene siglas. LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 815 E l resto de los fragm entos no perm ite reconstruir las form as de los vasos de los que proceden. El número 138 (lám ina 5) es un pequeño fragm ento de borde saliente, redondeado y ligeram ente adelgazado con un cuello bien marcado cercano a la boca. La pasta, arenosa, llega a los 8 mm. de espesor. Sus desgrasantes son de cuarzo y rondan la longitud de 1 mm. N o se observa ningún resto de enlucido. E l exterior es de color negro y el interior rojizo. El número 17 (lám ina 4) (17) es otro pequeño fragm ento de borde. En este caso es de form a redondeada, con un resalte hacia el exterior. La pasta es muy porosa, de color gris ceniciento, con desgrasantes menores de 1 mm. El espesor es de 1 cm. Tam poco hay evidencias de enlucido o decoración. El número 8 (lám ina 5) es también un fragm entito de borde. Es recto y aplanado en su parte superior. La pasta es de color negro y cuenta con desgrasantes ínfim os ( < 1 mm.). El espesor de la pa­ red es de 6 a 7 mm. Los fragm entos restantes proceden todos del cuerpo de sus res­ pectivas vasijas. E l representado en el número 3 de la lámina 4 no tiene sigla. Su p erfil presenta una curva convexa hacia el exterior muy pronunciada. E l espesor de las paredes es de 7 mm.; la pasta rojiza y escamosa; los desgrasantes, menores de 1 mm. El exterior tiene una coloración variable, que oscila del gris a un ro jo ladrillo oscuro. La número 147 (lám ina 4) parece venir de una vasija de un ta­ maño considerable, a juzgar por la curvatura del pequeño fragm ento conservado. Las paredes tienen un espesor de 7 mm. y la pasta es escamosa y de color negro. Contiene desgrasantes de una longitud m enor de 1 mm. La pared exterior es de color ocre. Para finalizar, nos quedan tres fragmentos con decoración (lá ­ mina 5). Dos de ellos, los números 3 y 48, encajan entre sí. El otro (núm ero 1) es idéntico a los anteriores en la pasta y en el aspecto y la técnica de la ornamentación. La form a de la vasija es desco­ nocida, aunque el fragm ento número 1 tiene un p erfil ligeram ente sinuoso, marcando tal vez el cuello del cacharro. La pasta es poro­ sa, de color negro, con desgrasantes menores de 1 mm. El espesor de las paredes alcanza los 7 mm. El exterior de los tres fragm entos es de color ocre y presenta una decoración conseguida p or m edio de acanaladuras poco profundas. En el fragm ento 1 form an dos bandas paralelas rectas y verticales, apareciendo junto a la de la (17) L a sigla estaba m al conservada, por lo que no estamos seguros total­ mente de que éste fu era el verdadero número. 816 PABLO ARIAS CABAL L ám in a 5: Fragm entos núm ero 3 y 48 (1), 1 (2), 8 (3) y 138 (4). LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 817 derecha otra banda oblicua que no se llega a unir a las otras. En el número 3/48 se puede ver cóm o se unen dos bandas similares a las descritas anteriorm ente form ando un ángulo de unos 40°. Más arriba de este m otivo hay un trazo oblicuo aislado. N o es posible reconstruir la organización general de la ornamentación a partir de estas muestras. 4. E STU D IO G LO BAL Y CRO NO LO G IA En total hemos seleccionado en la colección de Cueto de la Mina 13 fragm entos con posibilidades de ser prehistóricos (consi­ derando com o un solo fragm ento aquellos que encajan entre sí), procedentes de un m ínim o de 11 vasijas diferentes. Los únicos fragm entos que parecen proceder del mismo cacharro son el 139 y el 137 p or una parte y el 48/3 y el 1 por otra. Tan solo había elementos de juicio para reconstruir de una ma­ nera aproxim ada la form a de las vasijas en seis fragm entos: uno correspondía a una vasija carenada de buen tamaño, cuatro a cuen­ cos no muy grande de form a hem iesférica o de casquete esférico y el últim o a un plato o más probablemente a una fuente con el borde engrosado p or el interior. En dos piezas no reconstruibles se conservan bordes ligeram ente salientes y en otra uno ancho y recto. Cuatro fragm entos (tres de los cuencos y la pieza de borde en­ grosado) estaban claramente bruñidos o alisados, mientras que otro (e l gran vaso carenado) podría estarlo, aunque su estado de conservación no perm itía asegurarlo. Los demás fragm entos no presentaban huellas de ningún enlucido de las superficies. Hem os de destacar, por último, que las únicas piezas decoradas eran los dos fragm entos descritos en último lugar, los cuales mos­ traban, com o ya hemos dicho, acanaladuras con un m otivo com ple­ jo del que sólo tenemos un conocimiento parcial. Las pastas estaban relativamente cuidadas p or lo general, con paredes poco espesas, cocción aceptable, casi siempre reductora, y desgrasantes muy pequeños. Se trata, com o es fácil de ver, de un conjunto relativam ente homogéneo. Es obvio que no tenemos ninguna prueba de que ten­ gan nada que ver entre sí estas cerámicas, pero no se puede negar cierta sim ilitud en la técnica de fabricación (lo cual es un argu­ mento de un valo r reducido a la vista de su sim plicidad). P or lo que se refiere a su clasificación cronológica, poco seguro podem os decir. Las cerámicas prehistóricas de la región cantábrica 818 PABLO ARIAS CABAL no han sido estudiadas con suficiente detalle com o para hacer posible la clasificación y datación de hallazgos fuera de un contexto estratigráfico. Por ello, ante la falta de una secuencia local, se hace im prescindible acudir a paralelos lejanos, lo cual, com o consecuen­ cia de la variabilidad en el espacio de este tipo de documentos arqueológicos, reduce su valor a una mera orientación. La m ayoría de las cerámicas de Cueto de la Mina son bastante indefinidas. Los cuencos de form a hem iesférica o de casquete es­ férico son form as muy comunes desde la Prehistoria hasta tiempos muy cercanos a la actualidad. La propia simplicidad del tipo hace im posible la existencia de particularidades suficientes com o para datarlo con precisión. Es cierto que el bruñido de las superficies de las vasijas es muy frecuente en el Calcolítico y sobre todo en la Edad del Bronce, pero está lejos de ser exclusivo de esas épocas. Lo que sí puede ser algo más significativo es la presencia de cuencos bruñidos en otros ya­ cimientos del oriente de Asturias, como la cueva de Mazaculos, en un nivel Calcolítico (18), el conchero no excavado de La Cuevona (Pendueles, Llanes) (19.) y la cueva de Les Pedroses (E l Carmen, Ribadesella), contexto muy difícil de valorar pero ciertamente pre­ histórico (20). Algo más orientativa puede ser la gran vasija carenada. Su fo r­ ma tam poco se puede asignar con exclusividad a ningún período (18) La c u e v a d e M a z a c u lo s cuenta con dos e s t r a t ig r a fía s s e p a ra d a s , u n a e n el a b rig o , co m p u esta p o r n iv e le s astu rien ses (C f. G o n z á le z M o r a l e s , M . R . ; M á r q u e z U r í a , M . C . ; D ía z , T . E . ; O r t e a R a t o , J.A. y V o lm a n , K . : “ In fo rm e p r e lim in a r d e la s e x c a v a c io n e s en el co n ch ero a stu rie n se d e la C u e v a d e M a ­ zac u lo s I I ( L a F r a n c a , A s t u r ia s ): C a m p a ñ a s d e 1976-78”. Noticiario A rq u eo ­ lógico Hispánico, 9 (1980), 35-62) y otra en e l in te rio r d e la c a v id a d , con n iv e le s con c e rám ica . D e esta ú ltim a no se h a p u b lic a d o h a sta e l m o m en to m á s q u e u n a b r e v e r e fe r e n c ia en la o b ra d e G o n z á le z M o r a l e s : El Asturiense y otras cul­ turas locales (S a n ta n d e r, C e n tro d e In v e stig a c ió n y M u s e o d e A lt a m ir a , 1982, p p. 107-109). E n n u e stra M e m o r ia d e L ic e n c ia t u r a ( Tranformaciones económ i­ cas y cambio social en el paso a la Prehistoria reciente en el órente de Asturias. U n iv e r s id a d d e C a n t a b r ia , 1985) h e m os c la s ific a d o lo s m a te ria le s de estos n i­ v e le s com o calcolíticos. (19) G o n z á le z M o r a le s : El Asturiense..., pp. 244-247. En esta obra se llam a a este yacimiento “A brigo s de Pendueles” . (20) L a s cerámicas de L es Pedroses conservadas en el M useo A rq u eoló ­ gico Pro vin cial de Oviedo proceden de las excavaciones d irigid as por J. Jordá en el decenio de 1950. Desgraciadam ente no se llegó a p ublicar la m em oria de esos trabajos, lo que, unido a la falta de sigla o cu alqu ier otra referencia clara en los materiales, impide valorar adecuadamente esta colección, m uy heterogénea, p o r otra parte. LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 819 de la Prehistoria. Los vasos con carenas medias o bajas son pare­ des rectas están ya presentes en los yacimientos clásicos de Calcolí­ tico peninsular (V ila N ova de Sáo Pedro, Zambujal, Orce, M ontefrío, p or citar algunos de los más importantes en los que se encuen­ tran) (21). N o obstante, su generalización p or toda la Península y su m ayor frecuencia se ha de situar en el Bronce M edio o Pleno ( ca. 15001200 a. C.), período en el que se los encuentra en abun­ dancia en todas las zonas en que se ha individualizado adecuada­ mente este período: Meseta septentrional (22), cultura de las m otillas de La Mancha (23), Bronce valenciano (24), cultura de E l Argar (25), B ronce del sudoeste (26)... El caso de la fuente de borde engrosado es bastante más res­ baladizo. Conservamos un fragm ento suficientemente am plio com o para reconstruir parcialm ente la pieza, pero no sabemos nada de la form a que tenían algunas partes fundamentales para la defini­ ción tipológica, especialmente el fondo. Por otra parte, los m ejores paralelos de esta form a son bastante problemáticos. Están muy bien datados pero proceden de contextos excesivamente alejados cultural y geográficam ente del área de Llanes. Los platos y sobre todo las fuentes de borde engrosado se han convertido en los últi(21) Cf. S a n g m e is t e r , E. y S c h u b a r t , H . : Zam bujal. D ie Grabungen 1964 bis 1973. M ainz am Rhein, V e rla g Philipp von Z abern (serie M adrider B ei­ träge, 5, 1), 1981. A r r i b a s , A . y M o li n a , F . : El poblado de “Los Castillejos” en las Peñas de los Gitanos ( M o n tefrío, Granada). Campaña de excavaciones de 1971.— El cor­ te n.° 1. G ran ad a, Secretariado de Publicaciones de la U n iversid ad de G ran a­ da, 1978. S c h u le , W .: (22) Orce und Galera. M ainz am Rhein, Ph ilip p von Z abern , 1980. Jim en o M a r t í n e z , A . : Los Tolmos de Caracena (Soria). (Cam paña de 1977, 1978 y 1979). N uevas bases para el estudio de la Edad del Bronce en la zona del A lto Duero. M adrid, Subdirección G en eral de A rq u e olo gía y Etno­ gra fía (serie Excavaciones Arqueológicas en España, 134), 1984. (23) N á j e r a , T. y M o li n a , F .: “L a Edad del Bronce en L a M ancha. E xca­ vaciones en las m otillas del A zu e r y L os Palacios (cam paña de 1974)” . Cua­ dernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 2 (1977), 251-300. (24) no: H ern án dez P é r e z , M .S .: “L a Edad del Bronce en el P a ís V alencia­ P an o ram a y perspectivas”, en Arqueología del País Va len cia n o: panora­ ma y perspectivas. Alicante, Secretariado de Publicaciones de la U niversidad de A licante, 1985, pp. 101-119. (25) B la n c e , B . : “The argaric Bronce A ge in Ib e ria ”. R evista de G u im araes, L X X I V (1964), 129 y ss., R u i z - G á l v e z P r i e g o , M .: “N u e v a aportación al conocimiento de la cultura de E l A r g a r ”. Trabajos de Prehistoria, 34 (1977), 85-110. (26) S c h u b a r t , H .: “A cerca de la cerámica del Bronce Tardío en el Su r y Oeste p enin su lar” . Trabajos de Prehistoria, 28 (1971), 153-182. 820 PABLO ARIAS CABAL mos años en uno de los elementos que define con m ayor nitidez el Calcolítico del tercio meridional de la Península. Su relevancia ya la habían hecho notar los Leisner (27), especialmente para el SO, pero ha sido recientemente cuando se ha valorado adecuada­ mente. Arribas y Molina, en un detallado estudio que realizan de esta especie cerámica, señalan que constituye el índice tipológico más característico del Cobre Antiguo y Pleno de Andalucía orien­ tal (28), aunque es en el valle del Guadalquivir y en Huelva donde son más frecuentes, apareciendo en contextos calcolíticos bastante antiguos com o el poblado de Valencina de la Concepción (29) o en m egalitos com o Pozuelo (30). También se documentan en la Estremadura portuguesa (niveles precampaniformes de V ila N ova de Sáo Pedro, Zam bujal y Rotura (31) y en los megalitos alentejanos (Anta Grande da Comenda da Ig re ja ) (32). Probablem ente el yaci­ m iento donde se puede estudiar de form a más clara su posición estratigráfica sea el poblado de Los Castillejos, en M on tefrío (G ra­ nada). Aparecen allí las fuentes de borde engrosado en el nivel VA, y alcanzan su apogeo en el IV B y el IV A (33), niveles pertenecientes todos ellos a la fase I I I del desarrollo del poblado, correspondiente a un Calcolítico antiguo en el que comienzan a aparecer los prim e­ ros fragm entos de campaniforme m arítim o (34). Arribas y M olina distinguen varios tipos de fuentes de borde engrosado, de los cuales (27) L e i s n e r , G. y L e i s n e r , V .: D ie Megalithgräber der Iberichen Hal­ binsel. D e r Süden. Berlin, 1943 (Röm isch-Germ anische Forschungen, 17), pp. 515 y ss. (28) A r r i b a s y M o li n a , op. cit., p. 99. H u iz M a t a , D .: “ Cerám icas del Bronce del poblado de Valencina de la Concepción (S e v illa ): (29) los platos” . Cuadernos de Prehistoria y Arqueología (U n iv ersid a d Autónom a de M adrid), 2 (1975), 123-149. (30) C e r d á n M á r q u e z , C . ; L e i s n e r , G . y L e i s n e r , V . : Los sepulcros m egalíticos de Huelva. Excavaciones arqueológicas del Plan Nacional 1946. M a ­ d rid , C o m is a ría G e n e ra l de E x c a v a c io n e s A rq u e o ló g ic a s (s e rie Inform es y memorias, 26), 1952, lá m in a s X X X V I I y X X X IX . V é a s e ta m b ié n Góm ez, A . : “ N u e v a s ap o rta c io n e s a l estu dio d e lo s dó lm en es d e E l P o z u e l o : E l d o lm en de “ M a r t ín G i l ” ” . H uelva Arqueológica, I V (1978), 11-78. (31) S a n g m e is t e r y S c h u b a r t , op. cit., lám inas 66, 67 y 71. T a v a r e s de S i l ­ va, C .: “ O povoado pré-histórico da Rotura. N otas sobre a ceram ica” . Actas do I I Congresso Nacional de Arqueología (Coim bra, 1970). Coim bra, 1971, pp. 175-192. (32 ) L e i s n e r , G. y L e i s n e r , V .: D ie M egalithgräber der Iberischen Hal­ binsel. D e r Westen. Berlin, W alte r de G ruyter & schugen, 1/2), 1959, lám. 26. (33) A rrib a s (34) Ibidem , p. 133. y M o li n a , op. cit., p. 134. Co. (serie M adrider F o r- LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 821 el más parecido al de la de Cueto de la Mina es el b l: fuente con paredes convexas con borde engrosado por su interior, presente ya en el nivel V A del poblado. N o pretendem os afirm ar que la cronología del fragm ento astu­ riano tenga que ser idéntica a la de estos paralelos, ni menos aún que tenga algo que ver con su contexto cultural. N o obstante, cree­ mos que puede servir de referencia para aproximarnos a la datación de nuestra pieza. El resto de las cerámicas de Cueto de la Mina son demasiado indefinidas o conocemos fragm entos demasiado pequeños para po­ der com pararlas con nada (caso de las decoradas). En conclusión, de los datos expuestos podemos deducir que por el m om ento no se puede datar con precisión esta pequeña colección de cerámicas. Se pueden encontrar paralelos bastante antiguos en el propio oriente de Asturias para los cuencos bruñidos: Mazaculos y La Cuevona, yacimientos que no deben ser considerados posterio­ res al Calcolítico. Hacia esta cronología apunta también el conjun­ to de paralelos que hemos citado para la pieza de borde engrosado. La vasija carenada, p or otra parte, es adscribible a un segmento tem poral más amplio. Puede ser de cualquier mom ento del Calco­ lítico o la Edad del Bronce, pero parece que lo más probable es que corresponda a la segunda mitad del I I milenio. Mas todas estas especulaciones, repetim os, se mueven en un terreno poco firm e p or la relativa sim plicidad de las piezas en estudio y p or el mal conocim iento de la Prehistoria postepipaleolítica local. P or tanto, no podemos hacer más que considerar esas sugerencias de datación meras indicaciones provisionales. 5. C O N T E X T O ARQUEOLOGICO LOCAL El área de Posada de Llanes registra una de las principales concentraciones de yacimientos del N eolítico, el Calcolítico y la Edad del Bronce de todo el oriente de Asturias (35) y probable­ mente de toda la región. N o obstante, hemos de señalar que se trata de yacim ientos muy heterogéneos y relativamente mal cono­ cidos. En la lámina 6 se puede ver la situación de todos ellos. Por una parte hemos agrupado los yacimientos del N eolítico y del Cal­ colítico y p or otra los clasificables en la Edad del Bronce. A pesar (35) P érez S u árez, C . : Carta Arqueológica de los concejos de Llanes y Ribadedeva. M em oria d e Licenciatura inédita. U niversid ad de Oviedo, 1982. 822 PABLO ARIAS CABAL de que la prim era etapa postepipaleolítica bien definida del oriente costero asturiano es el Calcolítico (36), la presencia de un buen número de manifestaciones arqueológicas mal estudiadas o fuera de contexto que pueden corresponder tanto a este período com o al N eolítico (monumentos megalíticos no excavados, hachas pulimen­ tadas halladas en superficie o procedentes de excavaciones antiguas) nos ha aconsejado agrupar los yacimientos anteriores a la Edad del Bronce bajo una rúbrica amplia. Los yacimientos mal datados son un conjunto de túmulos me­ galíticos sin excavar localizados en las rasas costeras que se en­ cuentran entre Nueva y S. Antolín de Bedón: uno en el Llano de Nueva (37), otro en el de Hontoria (38) y tres en el de Naves (39); un túmulo más localizado en una collada que une la plataform a costera con la Depresión interior Güeña-Cares: El Coteru de Igena (40) y cuatro lugares donde aparecieron hachas pulimentadas: Cuerres, Balm ori (41), Piñeres de Pría y Sam oreli (42). Los únicos que han proporcionado industria suficiente para aventurar una detación más precisa son el Llano de Los Carriles, extensa meseta en la que se ha recogido en superficie industria fechable en conjunto en el Calcolítico antiguo (43), cueva R od rí­ guez, yacim iento explorado por el Conde de la Vega del Sella del que se conserva un fragm ento de cerámica decorada correspondien­ te a un Calcolítico tardío, cercano ya a la transición a la Edad del Bronce (44) y Cueto de la Mina, sobre cuya cronología ya hemos hablado en las páginas precedentes. (36) A r i a s C a b a l, P . : “Bases para el estudio de la neolitización del orien­ te de A stu rias” . Actas del X V I I I Congreso Nacional de Arqueología ( Islas Ca­ narias, 1985). Zaragoza, Secretaría G eneral de los Congresos A rqueológicos N acionales (en prensa). (37) PÉREZ SüÁREZ, Op. CÍt. (38) (39) G o n z á le z , J . M . : “Recuento de los túmulos sepulcrales megalíticos de Ibídem . A stu rias” . A rch ivum , X X I I I (1973), 5-42. (40) A r i a s C a b a l, P . y P é r e z S u á r e z , C . : “E l yacimiento arqueológico del L lan o de los C arriles (A stu ria s)” (en prensa). (41) D i e g o Som oano, C . : “L a Colección “Soto Cortés” de L a b ra . Cangas de O nís” . Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, X L (1960), 269291; X L I (1960), 440-452, y X L I I (1961), 125-140. (42) P é r e z S u á r e z , C., op. cií. (43) A ria s C abal y P érez S u árez: (44) A ria s “ El yacim iento...” , cit. C a b a l, P . ; M a r t í n e z V i l l a , A . y P é r e z S u á r e z , C . : “L a cue­ v a sepulcral de Trespando (Corao, Cangas de O n ís)”. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (1986) (en prensa). LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA Lámina 6. 823 824 PABLO ARIAS CABAL Los materiales de la Edad del Bronce son más escasos y sus contextos son aún más oscuros. Destaca entre ellos un lote de ha­ chas planas del Bronce Plano procedente de la fuente de Frieres, cerca de Posada (45). Aunque no se conocen las circunstancias en que aparecieron, parece probable que provengan de un depósi­ to (46). La otra pieza metálica que se conoce en la zona es el hacha de talón y dos anillas de Caldueño, también de contexto desconocido. Los dos yacimientos restantes son Cueto de la Mina y la cueva de Cuetu Llamazúa (Riocaliente). En este lugar se recogieron en el revuelto superficial materiales de aspecto paleolítico (47) y un frag­ mento de vasija con una acusada carena media, con borde recto y exterior bruñido (lám ina 7). La pasta es porosa, de color gris os­ curo y presenta numerosos desgrasantes menores de 1 mm. de longitud. E l espesor de las paredes varía de 4 a 12 mm. Parece clara la relación de esta vasija con la de Cueto de la Mina repre­ sentada en las láminas 1 y 2. Aunque la pieza de este últim o yaci­ m iento es bastante más grande y tiene la carena en una posición más baja, comparten la form a del borde, posiblemente el enlucido, y ciertamente el aspecto de la pasta. Acerca de la cronología del fragm ento de Cuetu Llamazúa puede resultar válido el com entario que hicimos para la pieza análoga de Cueto de la Mina. Parece la datación más probable el Bronce Pleno, pero no se puede afirm ar con seguridad. 6. CO NCLU SIO NES La zona del macizo de La Llera, localizado entre las localidades llaniscas de Niem bro, Balmori, Posada y S. Antolín de Bedón constituye una de las principales aglomeraciones de yacimientos arqueológicos del Cantábrico ya desde el Paleolítico Superior (re ­ cuérdense yacimientos como Arnero, La Riera, Bricia, Tres Calabres, Cueto de la Mina, El Tebellín, Fonfría, Balm ori y E l Quintanal). Dicha riqueza en asentamientos, que se mantiene y aun se incre­ menta en el Epipaleolítico (véase la lámina 6), ha sido puesta en (45) (46) D i e g o Som oano, C., op. cit. B la s C o r t i n a , M .A . d e: La Prehistoria reciente en Asturias. Oviedo, Fundación P ú blica de Cuevas y Yacim ientos prehistóricos de Asturias, 1983, p. 136. (47) PÉREZ S u á r e z , op. cit. LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 825 Lámina 7. Cerámica carenada de la cueva de Cuetu Llamazúa (Riocaliente) (tamaño natural) relación con la estratégica localización del macizo. La Llera se en­ cuentra en uno de los principales cruces de caminos del oriente de Asturias. Dicha región, enmarcada por el mar Cantábrico, los valles del Sella y el Deva y los Picos de Europa, se caracteriza desde el punto de vista del relieve por la existencia de una plataform a cos­ tera relativam ente llana, fácilm ente transitable, y de una profunda depresión prelitoral (50-500 m. de altura en el fondo del valle), separadas ambas por una sucesión de escarpadas sierras (L a Cu­ beta, La Escapa y Cuera), alineadas de O. a E., que alcanzan 1.315 m. de altitud en el pico Turbina. Esta disposición de los principales accidentes geográficos dificulta notablemente la circulación en direc­ ción N.-S., prim ando claramente las comunicaciones en la dirección de los paralelos. Sin embargo, hay un valle que corta estas sierras litorales aproximadam ente a la mitad de su desarrollo, el del río Bedón (llam ado río de las Cabras en su curso alto), que discurre desde una collada relativam ente baja por la que se accede a los valles del Güeña y el Cares (alto de Robellada-Ortigueru, de unos 500 m. de altitu d) hasta S. Antolín de Bedón, en las proxim idades 826 PABLO ARIAS CABAL de Posada de Llanes. Por ello, en esta población confluye la única vía que perm ite pasar cómodamente de la depresión prelitoral Güeña-Cares a la costa con la ruta E-0 de la plataform a litoral. Sin duda ello ha sido uno de los factores que ha favorecido el asentamiento en La Llera de las comunidades del Paleolítico y el E pipaleolítico (48). El camino de Posada al interior sería útil tanto para los animales que formaban la base de la alimentación de aquellos grupos como para ellos mismos, hecho probado por la existencia de algunos asentamientos de estos períodos entre Can­ gas de Onís y Panes (49). Por ello el control de la base de esa vía revestiría una importancia considerable. A este respecto conviene destacar el hecho de que la inmensa m ayoría de las ocupaciones paleolíticas y epipaleolíticas — y las principales, a juzgar p or los indicios sobre su intensidad— se distribuyen por la zona costera, por la salida del valle. Puede verse en la lámina 6, en la que se recoge la localización de los yacimientos asturienses (la de los paleolíticos sería similar, pero con una densidad más reducida) que en el valle propiamente dicho sólo hay dos yacimientos, mientras que en su cabecera no hay ninguno, lo que contrasta con las decenas de vestigios de este período en La Llera v sus aledaños. Podría argüirse que ello se debe al carácter de concheros de estos yacimientos, que exigiría cercanía a la costa. N o es así, sin embar­ go. La distribución de los yacimientos magdalenienses — que no son concheros— es muy similar, al tiempo que no se han encontra­ do yacimientos epipaleolíticos de otro tipo más arriba. Si pasamos ahora a revisar la disposición en el espacio de los vestigios neolíticos y calcolíticos vemos que la m ayoría sigue es­ tando cerca de la costa — aunque ya no en La Llera— pero un buen número de ellos se concentra en la embocadura del valle y aparece por vez prim era un testimonio de la ocupación humana en la cabe­ cera de uno de sus ramales, justamente en el paso a la otra vertiente (48 N o se deben despreciar otros como la cercanía a la costa o la m ayor anchura de la llan ura litoral en ese tramo de lo que es frecuente en el oriente asturiano. (49) Recordem os yacimientos como Los Azules, E l B uxu, Coím bre o T ra ú - no, suficientemente divulgados en la biblio grafía sobre Paleolítico cantábrico. A ellos hemos de añadir algunos aún inéditos, localizados durante las pros­ pecciones que hem os llevado a cabo con Carlos Pérez en la depresión prelito­ ra l desde 1981. Entre ellos destacan la cueva de C ovariellas y el abrigo de L o s Huracaos, am bos en Puertas de Cabrales, que han sido objeto de un son­ deo estratigráfico (diciem bre de 1985), cuya mem oria será publicada p ró xim a­ mente. LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 827 (e l túmulo de Igena). P or otra parte hemos de señalar que, aunque no es perceptible en el mapa, los cinco túmulos de la zona costera no están en la plataform a litoral, sino en las rasas, situadas ya a 150-200 m. de altitud. De la Edad del Bronce son demasiado escasos los testimonios com o para concluir nada. N o obstante, es interesante constatar la presencia de la mitad de los yacimientos en el curso alto de los afluentes del Bedón, en zonas que dan paso a áreas de pastos de montaña. Se saldría de los objetivos de este artículo un análisis detallado de la significación de la distribución geográfica de los restos de las épocas que estamos estudiando. Aun así, creemos que algunas con­ sideraciones a este respecto pueden ayudar a com prender m ejor el contexto de Cueto de la Mina. Como hemos señalado en otra parte, en el I I I m ilenio antes de nuestra era se produce una ocupación de la m ayor parte del territorio habitable, según criterios contem­ poráneos, en el oriente de Asturias (50). De un hábitat constreñido en el Paleolítico Superior y el Epipaleolítico a las zonas bajas, con una especial concentración de asentamientos en la costa, se pasa a la ocupación de los valles altos e incluso de zonas realmente de montaña (véase la lámina 8). Siguen estando la m ayor parte de los yacimientos en la costa (bien es cierto que es la zona m e jo r explo­ rada), pero comienza a haber un número porcentualmente im por­ tante en la depresión prelitoral. Sin duda, esto se ha de poner en relación con el cam bio radical que se ha producido en las relaciones del hom bre con el medio. Los modos de vida basados exclusiva­ mente en la caza y la recolección de productos silvestres se ven sustituidos por otros en los que ocupan un papel fundamental la agricultura y la ganadería. E llo va a favorecer la explotación de zonas elevadas, apropiadas para llevar a pastar al ganado, y tam­ bién algunas áreas especialmente útiles para la agricultura, como la fértil llanura aluvial del Güeña. En momentos más avanzados no se ha de perder de vista la im portancia del in terior del oriente de Asturias com o centro me­ talúrgico. Los concejos de Onís y Cabrales son muy ricos en minas de cobre. Algunas ya se explotaron en la Edad del Bronce, com o la fam osa mina del M ilagro y, quizá, otros yacimientos de mineral más problem áticos (51). Prueba de la intensidad de la actividad (50) (51) Transformaciones económ icas.. cit. E. G arcía Dom ínguez ( “Explotaciones m ineras en la m itiva” . Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, X I X A stu rias p ri­ (1963)) cita varias 8 PABLO ARIAS CABAL Lámina 828 LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 829 Lám ina 8 Distribución de los yacimientos postepipaleolíticos del oriente de Asturias anteriores al Bronce final CLAVE Túmulo (1) Mina de cobre prehistórica Túmulos (10) Hacha pulimentada (1) Conchero con cerámica Hachas pulimentadas (2 ó más ) Cueva sepulcral Depósito de piezas metálicas C ueva de carácter indeterminado con cerámica Pieza metálica aislada Yacimiento al aire libre Estación de arte rupestre INDICE DE YACIMIENTOS 1: 2: 3: 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10: 11: 12 : 13: 14: 15: 16: 17: 18: 19: 20: 21: 22 : 23: 24: 25: 26: 27: 28: Les Pedroses Sulamula Dolmen de Sta. Cruz Cangas de Onís Margolles Santianes El Coteru (Igena) Trespando El Cuélebre Corao Labra Coraín Ería Susierra Isongo Abamia Intriago Mian S. Xuan de Beleño Mestas de Con Gueraño El Milagro Gamonéu Puerto de Cangas Pruneda El Molín Cuerres Piñeres de Pría Llano de Nueva 2 9: 3 0: 3 1: 3 2: 3 3: 34: 3 5: 3 6: 3 7: 3 8: 3 9: 40: 41: 42: 43: 44: 45: 46: 47: 48: 49: 5 0: 5 1: 5 2: 53: 54: 55: Llano de yontoria Llano de Los Carriles Llano de Naves Cuetu Llamazúa Samoreli Fuente de Frieres Cueva Rodríguez Balmori Los Huracaos Asiego Sta. María de Lias Los Canes Arangas Lianes Llano de Cue La Peña La Llana El Bufón Peña Tú Sierra Plana de La Borbolla La Cuevona (Pendueles) Mazaculos El Trabe La Hayuquera La Cuadra del Cazurru Cuetu Tresgüel Tina Mayor 830 PABLO ARIAS CABAL metalúrgica en la zona es la gran cantidad de piezas metálicas recuperadas (mucho más numerosas que en la costa), entre ellas algunas de tanta importancia como el depósito de Asiego, que da nombre al tipo «Cabrales» de hachas planas (52). Desde esta perspectiva es fácil com prender la abundancia de yacimientos postasturienses en la zona de Posada y el valle del Bedón. La depresión prelitoral, que en el Paleolítico era un área relativam ente marginal en comparación con la rica plataform a cos­ tera, se convierte a partir de la neolitización, y especialmente desde la adopción de la metalurgia, en una región de una fundamental relevancia económica, al tiempo que se intensifica la explotación de los recursos de montaña. En consecuencia, el lugar donde se encuentra Cueto de la Mina, el inicio del m ejor camino hacia los valles interiores de las tierras litorales y hacia las cuencas del Güe­ ña y el Cares, se convierte en un punto clave en la comarca. Otra cuestión bien distinta es la que dejamos planteada en el apartado 2 de este trabajo. ¿Tienen alguna relación las cerámicas que hemos descrito con los niveles postepipaleolíticos inmediatos al fin del Asturiense a los que se refieren las publicaciones de prin­ cipios de siglo? La mala conservación de la parte más reciente de la estratigrafía de Cueto de la Mina nos impide movernos con seguridad en este terreno. N o obstante puede ser interesante recor­ dar ciertos hechos: a) En Cueto de la Mina los testigos de conchero alcanzaban una altura de unos 5 metros por encima de la entrada del covacho en el que comenzaba la estratigrafía bien conservada (53). b) Los paralelos más cercanos geográficamente a los cuencos con superficie bruñida, que constituyen el tipo más frecuente en la colección de Cueto de la Mina, proceden de un conchero (L a Cuevona de Pendueles) y de varios niveles con una elevadísima proporción de mariscos (Mazaculos). m inas en Onís y C abrales con indicios de haber sido explotadas en época pre­ rrom ana, aunque la m ayor parte de ellos son excesivam ente vagos como p ara aceptar la cronología prehistórica de esos trabajos. (52) B ronze H a rb is o n , Age of P .: “M editerranean and A tlantic elements in the E arly Northern Portugal and G alicia” . Madrider M itteilungen, (1967), 200 y ss. (53) V ega d e l S e lla : Paleolítico..., cit., pp. 11 y 61. 8 LA CERAMICA PREHISTORICA DEL ABRIGO DE CUETO DE LA MINA 831 N o pretendem os concluir nada concreto de estos hechos, pero se puede proponer la hipótesis de que la parte superior erosionada del conchero de Cueto de la Mina podría haber contenido cerámi­ cas com o las que recogió Vega del Sella en el revuelto de los niveles a y b. Nuestra total ignorancia de la cronología de la fase erosiva que arrasó los niveles A y B fuera del covacho (o las fases, porque pudieron haber sido varias) nos impide afirm arlo, pero parece verosím il que parte del relleno posterior que vino a ocupar el lugar dejado por los niveles intacto procediera de la parte superior del conchero. Si esta hipótesis fuera cierta, lo cual es, por desgracia, im posi­ ble de com probar, se verificaría en Cueto de la Mina un interesante hecho ya constatado en otros lugares del oriente de Asturias: la continuidad entre el Asturiense y las primeras fases con cerámica. Continuidad que no se lim ita a la ocupación de los mismos asen­ tamientos, sino que afecta también a la industria lítica y ósea y a algunos aspectos de la estrategia económica (54). El carácter relativam ente tardío de las cerámicas que hemos estudiado no sería un obstáculo. Los modos de vida epipaleolíticos perduran en esta zona más que en otras áreas peninsulares, y, aunque hay indicios de un N eolítico final (55), no aparece bien documentada la neolitización de la comarca hasta un m om ento contem poráneo del Calcolítico antiguo de otras regiones (56). Por ello, no sería contradictorio con el resto de la inform ación disponi­ ble que estas cerámicas fueran indicios de la ocupación del abrigo de Cueto de la Mina, quizá form ando niveles de conchero, sin rup­ tura con el Asturiense, durante el I I I milenio antes de nuestra era, con una posible continuidad ya bien entrado el II. (54) A r i a s C a b a l: (55) Fundam entalm ente “Bases p ara el estudio...” . algunos monumentos megalíticos, entre los que destaca el dolm en de la capilla de Santa Cruz (Cangas de Onís) (cf. V e g a d e l S e lla : (56) El dolm en de la capilla de Santa Cruz (A sturias). M adrid, C IP P , 1919). A ria s C a b a l: “Bases para eJ estudio.. ’’ cit OTRO DE LOS MITOS ROMANOS LAS AGUAS M E D IC IN A L E S DE LADA EN EL CONCEJO DE LAN G REO POR M. S.-FIDALGO M ie m b ro Correspondiente del I.D.E.A. Una mañana muy fría del mes de diciembre, con muchas nubes y poco sol, llegam os a La Felguera. Fuimos rectos a Lada, atrave*samos el N alón y dejam os atrás la tierra de los turiellos (1). Hacía más de treinta años que no visitábamos Lada, y nos adm iró que hoy form a un solo núcleo urbano con La Felguera. Se abrieron nuevas calles y se desvió la carretera que iba p or E l Ponticu, constituyendo una nueva avenida con altos y modernos edificios que sale directam ente a La Felguera, cuando en los prim eros años de este siglo había un despoblado que separaba Lada de La Fel­ guera. Donde hoy está la iglesia parroquial de Lada, en la calle prin­ cipal, en el Ablaneo había una capilla llamada «L a Capilla de Lada», y la iglesia parroquial estaba en San Miguel, un altozano sito al suroeste de Lada y muy cerca de otro altozano situado un poco más al suroeste donde hoy está el cementerio parroquial. La igle­ sia parroquial de San M iguel sufrió daños en la guerra del 1936-1939., (1) A s í les llam an a los vecinos de L a Felguera porque antes de pertene­ cer a la feligresía de San P e d ro de la Felguera pertenecían a la parroq u ia de Santa E u lalia de T uriellos, cuya advocación después cambió por la de San P edro de la Felguera. 834 M. S.-FIDALGO pero quedó algún residuo que posteriorm ente reconstruyeron en parte, y allí se dice misa alguna vez. La capilla de Lada fué recons­ truida y ampliada en 1939, y desde entonces es el tem plo parroquial. Las aguas medicinales de Lada, en un balneario de intemperie, son aguas finas y frías en verano, porque siempre se conservan a la misma temperatura. Son aguas sulfuro-arsenicales. Curan, o di­ cen que curan todas las afecciones de la piel. H oy las siguen be­ biendo todos los vecinos de Lada, pues todos los días van a buscar el agua milagrosa a aquella fuente de Lada. En la pasada centuria en que tan en moda estuvieron las aguas medicinales fué el Dora­ do de Lada; hasta el punto de que, a últimos del pasado siglo y principios del actual, durante toda la temporada de aguas, desde junio — si el tiempo venía bueno— , no había en Lada dónde hos­ pedarse porque todas las casas estaban ocupadas por los agüistas, hasta el punto de que podía decirse que todas las casas de Lada eran fonda eventual para ellos. Desde las estaciones de la Renfe de La Felguera y Sama había a todos los trenes coches de caballos, cuyo cochero anunciaba a la llegada de los viajeros al salir de la estación a voz en grito: «Coche a Lada». Entre estos cocheros, que hoy se recuerdan por los más viejos de la parroquia, destacaba «César el Palom bu». Esta fuente santa, antes de ser llama «Fuente del Guevu» debido al sabor del agua a «huevos podres», se llamaba «Fuente del Abla­ nedo», debido al paraje donde estaba situada, por la abundancia de avellanos en las márgenes de aquel reguero o arroyo. Hará unos cincuenta años que no van agüistas a Lada, y dejaron de venir por no tener dónde hospedarse, pues al m ejorar el nivel de vida y con el aumento de la industria metálica en La Felguera, los vecinos de Lada no querían a los agüistas en sus casas. Los actuales habitan­ tes de Lada siguen creyendo que las aguas son muy buenas para recuperar la salud de la piel, pero reconocen por otra parte que para los bronquios no son recomendables. El manantial está bien cuidado en la actualidad, lim pio y aseado y cubierto por dos aguadas de uralita, que cuida con todo esmero el Ayuntamiento de Langreo, su propietario, pues es de los vecinos, ya que Lada no es entidad local menor. Cuando el Dorado de La­ da, el Ayuntamiento de Langreo tenía una empleada para dar el agua a los consumidores. H oy ya no es necesaria, pues sólo los vecinos la suelen recoger una vez al día. Pero es frecuente ver, sobre todo en días festivos, muchos coches con garrafas recogien­ do el agua milagrosa para llevarla a sus dom icilios, pues los vecinos OTRO DE LOS MITOS ROMANOS 835 aseguran que tomando las aguas durante quince días curan todas las afecciones que padecen en la piel. En el siglo pasado y a principios de éste, Lada era un pueblecito de Langreo frecuentado sólo por agüistas de Aller, de Mieres, de Lena, de Laviana, Caso y Sobrescobio que buscaban allí curación a su mal. Todo el caserío estaba situado al lado de la carretera y constituía su principal calle, con un par de filas de acacias y «p lá ­ ganos», que dan sombra y frescor en los días calurosos del verano. H oy es la capital de la feligresía o de la parroquialidad y com ­ prende este pueblecito veintidós caseríos: Las Borias, Cebofel, Cantarillón, Cimalavilla, Cortina, Cotorrasu, Cuarteles de la Peña, Rubia, Cestanaval, Doni, Les Fayes, La Granda, La Manigua, Meriñán, Nalón, La Nisal, Pando, Pedrea, Pelabroga, E l Pilar, El Ponticu, San Miguel, Santianes, Les Tejeres, La Vallina y Veneros. H oy no todos están habitados. En todas estas entidades de pobla­ ción o caseríos se hospedaban los alleranos que generalmente por el verano iban a tom ar las aguas que nada curaban, durante un período de quince días o un mes. Otros alleranos de buena posi­ ción cuando iban a tom ar las aguas solían hospedarse en buenos edificios al lado de la carretera general, con pensión completa, media pensión o alquilando una alcoba con «derecho a cocina». Otros agüistas con una economía más débil solían escoger la tem­ porada de aguas en el mes de julio de cada año para hospedarse en los caseríos de la parroquia humildemente, para trabajar en las faenas de la «y e rb a », bien sea ayudando — com o las m ujeres ge­ neralmente— . Pero todos ellos así veraneaban y al mismo tiempo tomaban las aguas milagrosas. El manantial, sito en lo más céntrico del casco urbano, al lado de la carretera, unos m etros más abajo y a poca altura del río Montes, de tal form a que cuando alguna tormenta arreciaba en aquel valle el río crecía, subían sus aguas con la avenida y llegaba en ocasiones a tapar el manantial. Los más pudientes, que se hospedaban en las casas en el centro de Lada y del otro lado de la carretera, pasaban los días de calor del verano sentados en una silla que sacaban de su casa y que si­ tuaban debajo de los árboles en «b ile ra » para tom ar el fresco, sin olvidarse de que todos ellos, hombres y mujeres, eran artistas de la baraja; y los hombres los días de «orb a yu » se reunían en el «lla g a r» para tom ar unos «cu letes» de sidra o, incluso si el día es­ taba lluvioso, jugando a la baraja en la blanca mesa fregada con arena de la cuarcita del Nalón y ya gastada de tanto fregarla con estropajos y arena p or las sirvientas, en aquel «lla g a r» de suelo 836 M. S.-FIDALGO terrero, donde los bancos no encontraban acom odo para sentar sus cuatro patas. Los menos pudientes y las mujeres generalmente se hospedaban en los pajares de las caserías cercanas. Tom aban las aguas y por el día trabajaban recogiendo la «y e rb a » para la casería p or una exigua soldada de trabajo de luz a luz — sin seguros so­ ciales— , pero aseguraban una buena alimentación. Los varones se dedicaban a las faenas de la siega después de haber dorm ido en el pajar de la casería. Durante las primeras horas de su mañana y p or las tardes «cabruñaban» las guadañas en los huertos, debajo de las higueras, o en «la corralá», debajo de la parra, para tenerlas preparadas para segar al día siguiente por la mañana muy tempra­ no, durante »la rosada». Las mujeres que allí veraneaban y toma­ ban las aguas se dedicaban también a las faenas de la hierba para «garabatar», «esparcer», «am ontonar» o hacer varas de hierba. Los domingos solían oír misa en la parroquial y a su salida, después de haber oído la predicación del párroco, se reunían en el cabildo para criticar, hasta que el párroco salía y las disolvía y empren­ dían el camino hasta su caserío. Todos los agüistas a una, sin distinción entre pudientes y no pudientes, tomaban con fe diariamente aquellas aguas milagrosas que creían curaban todas las afecciones a la piel, o al menos las mejoraban. Tenían herpes, la m ayoría de las veces debido al con­ tagio del ganado cabrío, y sobre todo sarna; pero tomaban con fe aquellas aguas santas que nada curaban, pero la fe y la ignorancia de los agüistas hacía alguna vez curar las llagas, que podían ser en algunas ocasiones hasta de lepra, aunque en el siglo pasado todas las afecciones de la piel eran consideradas com o lepra. P or este m otivo existió en Valdevenero la leprosería, y que aún hoy se con­ serva en parte el edificio y un «santín», barroco, con la tabla de los leprosos en la iglesia románica de Santibáñez de la Fuente. Una m ayoría de agüistas que no trabajaban, bebían las aguas y atravesada la reguera se tiraban sobre la hierba verde en un prado al lado de la reguera, bajo la sombra de los avellanos, y allí pasa­ ban los días, tirados en aquella pradera. Los días tristes y sin luz, que generalmente «orbayaba», atravesaban la carretera y se diri­ gían a la confitería, donde el Sr. Coalla hacía riquísimas «casadielle s » que comían para desayunar y después con el vino blanco de la Nava, dulce o mistela, se hacían verdaderas proezas. E l m ito de las aguas santas siempre es folk lore que ya viene desde los romanos. Estos manantiales durante la Edad M edia de­ bieron de haber tenido alguna aceptación porque a través de la Edad M edia heredamos nuestro folklore sobre la materia, adquiriendo OTRO DE LOS MITOS ROMANOS 837 gran prestigio durante todo el siglo X IX que es cuando aparece la legislación sobre los manantiales de aguas termales o minero-me­ dicinales y cuando se ensalza la figura del m édico director en los balnearios y se pone de m oda el tomar las aguas, que era, más que otra cosa, un acto social para cultivar o adquirir amistades. Du­ rante el prim er tercio del siglo X X continúa igual, pero decayendo totalm ente en 1944 cuando el entonces S.O.E. (Seguro O bligatorio de E nferm edad) no aceptó las aguas como curativas para sus ase­ gurados, sin que nadie protestase por tal medida. Decayeron así el resto de los balnearios, Fuensanta, Borines, Las Caldas, etc., y ya no digamos Guitiriz, Corconte, Cestona y otros, incluso en el ex­ tranjero, donde no se reconoció ni el de Vichy, tan famoso. LOCALIZACION Y ANALISIS FUNCIONAL DE LAS ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER POR IN O C E N C IA FE R N A N D E Z FE R N A N D E Z La presente colaboración dedicada al concejo de A ller form a parte de un am plio program a de investigación que se está llevando a cabo en el seno del Departamento de Geografía de la Universidad de O viedo con el fin de com pletar y profundizar en el análisis del Sistema Urbano Asturiano y llegar así a un m ayor conocim iento del mismo. E l p rim er intento ya partió de la Tesis Doctoral de E m ilio Mur­ cia N avarro sobre «Las villas costeras en el Sistema Urbano Astu­ ria n o» (1977), en cuya introducción se utiliza para realizar este estudio la regla rango-tamaño. Es en dicha Tesis donde se lanzan las prim eras hipótesis sobre la jerarquía del Sistema y la existencia de subsistemas. Posteriorm ente se trabajó sobre áreas de influencia y funcio­ nalidad y también se analizaron los centros comarcales (1980) a partir de los datos del Impuesto Industrial y de la población ac­ tiva. A continuación José Ramón Fernández Prieto en su M em oria de Licenciatura — de la cual se publicaría posteriorm ente en la revista geográfica «E r ía » un artículo titulado «Organización del Sis­ tema Urbano Asturiano» (1982)— confirm ó la existencia de una jerarquización de núcleos dentro del Sistema. 840 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ Utilizando esta misma M etodología, se efectuó el análisis funcio­ nal de los núcleos de la población del concejo de A ller y se estableció una jerarquía de los mismos. Así, en la prim era fase del trabajo se tratará de localizar y de­ lim itar las entidades de población y se estudiarán las características tanto físicas com o humanas del espacio que vamos a analizar. A continuación efectuaremos el análisis funcional a partir del cual establecemos una jerarquía y una tipología de núcleos que luego localizarem os sobre el espacio para com parar su posible organiza­ ción con el m odelo de Christaller. Pero antes de seguir adelante es preciso hacer una serie de con­ sideraciones acerca de algunos conceptos que se van a emplear en esta colaboración, tales como «T eoría de Lugares Centrales» y «S is­ temas T erritoriales». Las bases de la Teoría de los Lugares Centrales fueron estable­ cidas p or el geógrafo alemán W. Christaller (1933, 1938) para el com ercio y los servicios y por el economista, también alemán, August Lósch (1941) para la industria. Para Christaller la ciudad se define por su función, que es la de abastecer a una zona rural más o menos amplia con servicios y bienes típicamente urbanos; por ello Christaller propone para la ciudad p or él definida la denominación de lugar central, y para las mercancías y servicios expedidos por ella la de bienes y servicios centrales. Su localización es el centro de la zona rural abastecida, por lo cual supone que en una llanura homogénea isotrópica, en la que la población está distribuida de una form a regular, igualmente transitable en todas las direcciones, los lugares centrales estarán también distribuidos de modo uniforme, guardando entre ellos determinadas distancias. Por estas condiciones, los lugares centra­ les se sitúan en los vértices de triángulos equiláteros, los cuales se unen a su vez form ando una red exagonal. Como veremos, esta red exagonal que propugna Christaller no se cum ple en el espacio que vamos a analizar, pues éste no es isotrópico sino anisotrópico con una topografía muy accidentada y una población desigualmente repartida. Otro concepto es el de «Sistemas T erirtoriales». E m ilio Mur­ cia los define de la form a siguiente: «E l sistema territorial es un conjunto de unidades territoriales significativas, dotadas de deter­ minados atributos y características, de interrelaciones entre los atributos y características de una misma unidad territorial, y de ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 841 interrelaciones entre los atributos y las características de unas y otras unidades» (1981). Estos sistemas territoriales son abiertos, p or lo cual pueden conocerse en ellos las propiedades básicas atribuidas a este tipo de sistemas, a saber: totalidad, descomponibilidad, especialización, orden jerárquico, finalidad, adaptabilidad, crecim iento etc., es de­ cir, se trata de sistemas que evolucionan con el entorno y la super­ vivencia de los mismos depende de su capacidad de adaptación a dicho entorno, para lo cual disponen de procedim ientos que regu­ lan y controlan dicha adaptación (véase M URCIA, 1979). Se entiende p or «unidad territo rial» a cualquier parte de la su­ p erficie terrestre, sin una dimensión determinada o concreta. Por otra parte, la significatividad de una unidad territorial depende del grado de especificidad y diferenciación de su estructura y su diná­ m ica y de su sensibilidad a la adopción de decisiones colectivas o individuales sobre las mismas (M U R CIA, 1981). P or ello, podem os decir que tanto una granja com o una casería o una ciudad son unidades territoriales significativas, porque po­ seen estructuras y dinámicas propias que se diferencian de otras granjas, caserías o ciudades, y porque tales estructuras son afecta­ das e incluso pueden ser m odificadas por las decisiones que toman los granjeros, propietarios o los poderes municipales. También tienen la propiedad de manifestarse físicamente en el espacio a través de m orfologías individuales. P or esta razón, hemos analizado entidades de población muy distintas com o: barriadas, caseríos, aldeas, villas, etc., pues cree­ mos que el conocim iento de las funciones que se realizan en cada una de ellas es el procedim iento más indicado para identificar y delim itar las unidades territoriales significativas (U T S ) que inte­ gran un sistema territorial determinado. L O C A L IZ A C IO N Y D E L IM IT A C IO N DE LAS E N TID A D E S DE PO BLACIO N A la hora de localizar y delim itar entidades de población nos encontramos con diversos problemas. Así, en territorios de poblamiento disperso, com o ocurre en nuestro caso, dentro de un mismo m unicipio suelen coexistir entidades de población del más diverso carácter, desde el núcleo o los núcleos urbanos principales a la granja aislada, pasando por la aldea y núcleos interm edios de d ifícil clasificación, o también suele suceder que en los municipios 842 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ muy poblados, como es el caso del concejo de Aller, aparezcan villas pequeñas o medianas que se extienden sin solución de con­ tinuidad abarcando y asimilando otras entidades de población que las rodean, muchas de las cuales suelen ser rurales; esto hace que la distinción entre un medio y otro sea muy difícil. Por ello, algunas que están próximas al núcleo principal — en este caso a M oreda— no debemos considerarlas independientes sino integradas en dicho núcleo, pues debido a su crecim iento han sido asimiladas por él. Con las barriadas ocurre algo similar; ¿has­ ta qué punto una barriada se puede considerar com o entidad de población independiente, dependiente del núcleo urbano o integra­ da en él? En el concejo de Aller esto sucede sobre todo con Oyanco, barrio que cuenta incluso con una estación de ferrocarril y con varias licencias comerciales. Para tratar de solucionar estos problemas de integración hemos recurrido al análisis funcional de todas las entidades y teniendo en cuenta la proxim idad de las mismas al núcleo principal, se puede com probar si form an una unidad con él o por el contrario las debemos considerar como núcleos diferentes. Así, existen algunas que, aún contando con una cifra de población bastante significativa com o para autoabastecerse, sin embargo no cubren la totalidad de las necesidades de sus habitantes (Caborana, Oyanco), por lo cual su rango debería ser mayor. Esto nos indica una posible integra­ ción de entidades. Otro problem a es el de la delimitación entre lo urbano y lo rural, pues la falta de un consenso general acerca de los criterios válidos para la definición de lo urbano hace que sean difíciles de presenciar los límites entre ambos ámbitos. Pero antes de llevar a efecto dicho análisis fué necesario loca­ lizar todas las entidades de población. Para ello hemos utilizado fundamentalmente el Mapa Topográfico Nacional a escala 1/50.000 y otros mapas y planos que nos perm itieron subsanar los errores existentes en aquél, pues se trata de una cartografía muy antigua — hecha hacia los años 49-50— y por tanto, desfasada para el estu­ dio y localización de los núcleos actuales de población. Otra fuente utilizada fué el Nom enclátor del IN E , fuente que también contiene numerosas deficiencias y una inform ación de es­ casa calidad, ya que separa caseríos, calles y barriadas del núcleo al que pertenecen considerándolas com o entidades distintas. Así, por ejem plo, en el caso de Caborana considera com o entidad de población a Nuestra Señora de Fátima cuando en realidad es una calle, o a los Cuarteles; algo similar ocurre con M oreda y otras ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 843 entidades. P or otro lado, utiliza criterios bastante arbitrarios cuan­ do define un núcleo com o aldea, lugar o caserío. Este trabajo con los mapas y el Nom enclátor dió com o resulta­ do el número de núcleos que debemos analizar, los cuales aparecen en el cuadro I y se corresponden con la figura 1, que es el mapa donde se encuentran situados. Se ordenaron, según el número de habitantes, de m ayor a menor, eliminándose los que quedaron abandonados. C A R A C TE R IS TIC A S FIS IC A S Y H UM ANAS D E L ESPACIO ESTUDIADO El relieve, las vías de comunicación y la densidad de la pobla­ ción son factores importantes que debemos tener en cuenta para poder profundicar en el conocimiento de la estructura de los siste­ mas territoriales. Pero es el relieve el que condiciona las vías de comunicación, la distribución de la población, y es fundamental conocerlo para poder aplicar la Teoría de los Lugares Centrales de Christaller. a) EL RELIEVE Aunque en la presente colaboración analizaremos solamente el concejo de Aller, sin embargo en este apartado nos parece conve­ niente estudiar también el relieve de Lena, pues ambos tienen unas características físicas semejantes, no sólo por hallarse próxim os, sino también por estar enclavados dentro de la Cuenca Carbonífera Central. Así, A ller lim ita al N orte con los concejos de Laviana y Mieres, al Sur con la provincia de León, al Este con los de Caso y Sobrescobio y al Oeste con el de Lena. Por su parte, Lena lim ita al N orte con los concejos de Riosa y Mieres, al Sur con la provincia de León, al Este con el concejo de A ller y al Oeste con el de Quirós. Los dos están situados al sur de la región asturiana. 844 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ CUADRO I: E N TID AD E S DE PO B LAC IO N D E L CONCEJO DE ALLER (Com plem ento de la figura 1) Núcleo Pobla. N.° M oreda C aborana 4.403 2.426 39 40 N.° 1 2 N úcleo Escobio, el Pobla. 77 74 3 Oyanco 1.309 41 R ío -A lle r Otero, el 4 C abañaquinta 1.217 42 Castro, el 70 5 Boo 805 43 L ab ay o s 68 6 Felechosa 747 44 V iü a r 67 7 Corigos 631 45 Fuente, la 67 8 B ello 477 46 Escobio 66 9 Piñeres 390 47 Cabo 61 59 74 19 11 Pelúgano 376 48 Castañedo Collanzo 355 49 V illa r 52 12 L e vinco 305 50 Prim ayor, la 49 13 Casom era 264 51 B uciello 48 14 264 52 Pinga, la 48 15 M ored a de A rr ib a Soto 263 53 Pum ardongo 47 16 Serrapio 261 54 Polea, la 39 17 L lera, la 235 55 Castandiello 39 18 Llan os 234 56 Felguerosa, la 38 19 227 57 V aldediós 38 20 A g ü e ria P o la del Pino 225 58 Sinariego 36 21 Santibáñez de M urias 218 59 Estrada, la 35 22 Pino, el 204 60 Estrullones 35 23 M u rias 185 61 Cargaderos 35 24 Santa A n a 184 62 V ega 34 25 C uérigo 164 63 V aldevero 32 26 Pueblo, el 159 64 M a ra v illa 29 27 Cortina, la 159 65 R ueda 29 28 L lam as 157 66 Entrepeñas 29 28 29 Felgu erú a 132 67 Conforcada, la 30 Enfistiella, la 130 68 Canto la Silla 27 31 San M igu el 114 69 Cascayera, la 27 32 Conforcos 105 70 Conveniencia 25 33 M isiegos 95 71 C asas de A b a jo 25 34 L a g a r, el 87 72 C arrerallan a 24 35 87 73 Cantiquín, el 24 36 O rillés Santibáñez de la Fuente 86 74 Fontona, la 24 37 Bustillé 84 75 38 P ro vía, la 77 70 Felgueras C asar, el 22 23 ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 845 CUADRO I (Continuación) Núcleo N .° 77 Florida, la 78 L lam e res Caseta, la 79 Pobla. N .° N úcleo 19 19 18 105 Llananzanes 9 106 107 Fresnaza V alle, el 9 8 Pobla. 80 H uertom uro 18 108 Cubrenes 7 81 82 Llan dem ieres 17 109 Longalendo R um iada, la 17 110 Venta, la 7 7 83 C am brosio 17 111 Pinedo 7 84 R ay án 16 112 Rotella, la 6 85 H o m ero s, 16 113 Entrebú 6 86 Castiello 16 114 B ello 6 87 M arian as 16 115 Tarancón, el 5 88 C asares 16 116 Llan as, las 5 los 89 Tornos, los 15 117 Palom ar, la 5 90 P a ra y a , la 14 118 Rozá, la 5 91 92 P edreo 14 119 Baná, la 5 V illa r 14 120 93 O m edal 14 121 Cuevas Cabanón 4 94 Bustíos, los 13 122 P ro vi a, la 3 95 Santo T om ás 13 123 Cabanielles 3 96 V egalatorre 13 124 A rteos 3 97 San A ntonio 12 125 Río C abo 3 98 C abanón 12 126 Tom o, el 3 99 C arrera, la 12 127 Peña, la 2 100 C ollada, la 11 128 Orozaz 2 101 R ío-M añón 10 129 Heros, los 2 4 102 A m iz o 10 130 Pered a 1 103 P e d regal 10 A cebedo 1 104 Rasón, el 10 131 132 Cuevas 1 F u en te s: N om enclátor de la población, 1970, y Padrón de H abitantes, 1981. E laboración propia. La m ayor parte del relieve está ocupado por terrenos carboní­ feros; sólo existen dos pequeñas manchas de Paleozoico Precarbon ífero situadas al N E y al SW. de la zona estudiada que son las que representan al Cámbrico, form ado por pizarras y areniscas fundamentalmente, aflorando también hacia el SW dolomías de origen sedim entario y calizas. E l O rdovícico está representado por las cuarcitas de Barros o Armoricanas, y las pizarras y areniscas de Pajares. El tránsito de­ vónico-carbonífero in ferio r se encontró en la mina de m ercurio situada al N orte de Pelúgano, pues encima de la caliza G riotte Fig. 1 Localización de las entidades de población del concejo de A lle r. E. 1:100.000 ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 847 aparece un delgado nivel de pizarras y calizas que se cree corres­ pondería a las pizarras de Vegamián y a las calizas de Candamo. Pero el piso más im portante por ser el que más aflora en el espacio estudiado es el Carbonífero. Dentro del mismo podemos distinguir dos series: la in ferior considerada com o im productiva y la superior que encierra todos los paquetes hulleros beneficiados en la actualidad. La serie in ferior considerada como im productiva que aflora en Pola de Lena, Vega del Ciego, Mamorana, Campomanes, Zureda, Telledo, etc., está constituida en su tramo basal p or una alternancia de pizarras y areniscas; las primeras son frecuentemen­ te calcáreas y form an lechos potentes y las segundas presentan en ocasiones estratificación cruzada, encontrándose casi siempre cons­ tituyendo alternancia con pizarras más o menos arenosas. Los bancos calizos se diferencias muy bien porque constituyen cres­ tones debido a su dureza y por los acusados buzamientos con que están afectados. Es característica en casi toda esta serie la com ple­ jidad de los numerosos pliegues y fracturas. La serie superior llamada productiva tiene una estratigrafía mucho más com plicada que la anterior, pues está form ada por tres tramos, los cuales incluyen a su vez una serie de paquetes bastante com plejos, tanto desde el punto de vista litológico com o estratigráfico que ocupan grandes extensiones en los dos concejos, form ando parte de los sinclinales y anticlinales más importantes. Los materiales que se encuentran en esta serie suelen ser pizarras, areniscas conglomerados, cuarcitas y calizas. En cuanto a la tectónica, el relieve está dividido en cinco uni­ dades o zonas: la unidad de Bodón que se extiende hacia el N orte de Pajares y está form ada por un manto de cabalgamiento muy plegado de carácter isoclinal con dirección E-W y vergencia S., además existen una serie de fallas cuya fracturación acusa dos di­ recciones N N E y N N W . La subcuenca de Riosa que ocupa gran parte del concejo de Lena y coincide con la serie in ferior considerada com o im produc­ tiva; los pliegues son casi siempre volcados, cuyos ejes llevan una dirección N-S en la parte septentrional del área estudiada y en la parte Sur cambia, tomando un rumbo E-W y N-W. La Cuenca Carbonífera Central, tramo productivo form ada por dos conjuntos de pliegues cruzados de tendencia N y E respectiva­ mente. Estas estructuras son un conjunto de sinclinales relativa­ mente am plios con anticlinales estrechos y apretados, perturbados por esfuerzos E-W y son unidades estructurales de este tipo el INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ 848 •SITUACION DE LOS DE ALLER ASTURIANA. CONCEJOS DENTRO DE LA REGION Y LENA ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 849 sinclinal de Cobertoria, el anticlinal Desquite, el sinclinal de M o­ reda, anticlinal de Valdediós, sinclinal de San Fernando o de las Hermanas y el sinclinal de Conforcos. Las unidades estructurales principales de la Cuenca Carbonífera Central productiva se encuen­ tran, dentro de la zona estudiada, en el concejo de Aller. P or otra parte, la Cuenca Carbonífera Central, tram o subhullero, tiene una litología semejante al anterior, pero desde el punto de vista tectónico es muy difirente, ya que no se puede hablar de un estilo determ inado pues las estructuras son, en su m ayor parte, superpuestas, debidas a tres impulsos distintos o fases de plegamiento, p or ello ete tram o tiene una gran com plejidad estructural. Entre las unidades más importantes del llam ado subhullero se encuentran el anticlinal de la Pandiella, sinclinal de los Llanos, an­ ticlinal de Llamas, sinclinal de Riomañón, sinclinal de Casomera, anticlinal de Peña Redonda, anticlinal de Piedrafita, sinclinal de Cellón, sinclinal de Llanos de Somerón y el anticlinal de Santibáñez de Murías, en cuya parroquia existen además una sucesión de an­ ticlinales que dan lugar a los picos más importantes que separan los dos concejos, com o el Pico de Fuentes, Tres Concejos, Pico de Pisones y el Boya, que sirven también de lím ite entre las parro­ quias de Nem bra y Murías. P or últim o, existe otra unidad o zona; se trata de la escama de Laviana, que está compuesta p or un manto de cabalgamiento con materiales carboníferos, ordovícicos y cámbricos sobre la cuar­ cita armoricana. Nos encontramos pues, con una estructura form ada p or una sucesión de pliegues muy complicados que van desde anticlinales y sinclinales hasta cabalgamientos, anticlinales tumbados y gran variedad de form as que no siguen una dirección concreta y única, sino que tienen direcciones muy variadas y com plejas, pues cam­ bian constantemente. A su vez existen una serie de fallas de varios tipos con direcciones diversas: E-O, NE-SO, NO-SE y N-S, además de existir pequeñas variaciones condicionadas por la litología. P o r todo ello, la topografía es muy accidentada y con mucha pendiente, existiendo gran cantidad de picos aislados, con una altura del relieve que oscila entre más de 2.000 m. en los picos Braña Caballo, Cellón y Tres Concejos, situados en la parte Este y Oeste de ambos concejos, y los 308 metros a la altura de Pola de Lena. Prácticam ente no existe un solo valle suficientemente amplio, sino que los ríos drenan más o menos encajados en el relieve p or unos valles estrechos debido a la fuerte pendiente y a la dureza de 850 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ los matriales; a causa de ello, son los sinclinales los que originan los valles amplios o vals donde se instalan generalmente los nú­ cleos de población más importantes de la zona. Así pues, se trata de un relieve muy irregular con plegamientos y fracturas extremadamente complejos. Este espacio nada uniforme condiciona notablemente la distri­ bución de la población y la red de las vías de comunicación, esto lo demuestra el hecho de que dos concejos tan próxim os como éstos no se comuniquen por carretera el uno con el otro debido a la dificultad del relieve. Vemos que ambos están juntos p or su parte Oeste y Este respectivamente, sin embargo no existe relación alguna entre ellos y sí hay vías de comunicación con otros munici­ pios. Las delimitaciones entre ambos se deben a la gran sucesión de picos, bastante elevados y abruptos, que son hostiles a las co­ municaciones por carretera y ferrocarril, com o son el pico de Pedro García, con 1.543 metros de altura; el Cumbre, con 1.193 m.; el Cerra, con 1.295 m.; el Pico Cerrón, con 1.664 m.; el Boya, con 1.727 m.; Tres Concejos, que alcanza una altura de 2.020 me­ tros, etc. Todo esto incide sobre la Teoría de los Lugares Centrales que propugna Christaller, ya que la premisa fundamental es la existen­ cia de un espacio isotrópico y en nuestro caso, la variedad e irre­ gularidad del relieve que interviene notablemente en la organización de los sistemas territoriales, origina una com plejidad en la distri­ bución de la población por la dispersión de núcleos, sin cortes nítidos entre unos y otros, lo que nos obliga a pensar si form an o no una sola unidad funcional o son prolongación de un mismo núcleo cuando están muy próximos, cosa que no ocuriría si el poblam iento fuese concentrado y además, condiciona las vías de comunicación. Estos problemas hacen que la aplicación de dicha teoría presente enormes dificultades. b) L A S V IA S DE COMUNICACION Los flujos de bienes se realizan a través de vías de comunica­ ción (en nuestro caso carreteras y ferrocarriles), y a su vez, los consumidores de bienes y servicios se desplazan por estas vías. Así, la organización de canales de transporte sirve com o indicador de la estructura del comercio. E l concejo de A ller cuenta para comunicarse con el exterior con una carretera comarcal que atraviesa todo el municipio siguien­ ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 851 do una dirección Este-Oeste, y a través del Puerto de San Isidro se interna en la provincia de León; es en la que se produce un m ayor número de flujos. Dicha carretera principal cuenta con una serie de ramales que form an otras secundarias com o la de M oreda a Santibáñez de Murías, a lo largo del valle R ío N egro; de M oreda a Boo, de Levinco a Bello, de Levinco a Pelúgano, de Collanzo a Casomera. En el in terior del territorio existe un servicio de auto­ buses que hacen el recorrido de Valdefarrucos (Caborana) a Co­ llanzo y de éste a Felechosa y Casomera por otros servicios de autobuses distintos. El resto de los núcleos no mencionados, de­ bido al mal estado de sus carreteras y a la falta de medios de transporte, tienen una comunicación con el interior bastante defi­ ciente, pues muchos de ellos, como por ejem plo Rio-Aller, Pelúga­ no, Llamas, Conforcos, etc., cuentan con caminos, que aunque puedan circular p or ellos automóviles, suelen ser estrechos y tor­ tuosos, con curvas muy pronunciadas y peligrosas. A su vez los medios de transporte son insuficientes, existiendo bastantes parro­ quias que no se benefician de ellos como Nembra, Bello, Pelúgano, Conforcos, Murías, etc. P or otro lado, el Ferrocarril Vasco-Asturiano (F.E .V .E .) sólo lle­ ga hasta Collanzo, siguiendo la dirección de la carretera general, por lo cual varias zonas no cuentan con este medio de locom oción. La red de comunicaciones depende del relieve, puesto que to­ das las carreteras se ubican n los valles, siguiendo la dirección de los ríos que circulan paralelos a ellas. Todos estos problemas re­ lacionados con las vías de comunicación inciden de una manera notable en la funcionalidad y centralidad de los núcleos de pobla­ ción del sistema territorial. Si nos fijam os en el mapa (figu ra 2), vemos que los núcleos fundamentales se distribuyen a lo largo de las vías de comunica­ ción, salvo los que están mal comunicados — las áreas mal comu­ nicadas en el centro del sistema territorial hace que en ellas se desarrollen lugares centrales que intentarán abastecer a dichas áreas— y que p or ello tienen tendencia a autoabastecerse de los productos más necesarios, ya que el traslado diario de los consu­ midores hacia otros m ejo r dotados sería muy problem ático, tanto por la econom ía m onetaria en sí, como por el desperdicio de tiem ­ po que ello supondría. Esto sucede con los núcleos de la parroquia de Nem bra, Casomera y Río-Aller. Asimismo, las comunicaciones del concejo con el exterior son también deficientes. Sólo se comunica con los concejos que están situados al N orte; es decir, con Mieres por carretera — existen ser­ 852 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ vicios de autobuses que circulan de Valdefarrucos a M ieres, p or lo cual los flujos de circulación entre ambos son muy importantes— y ferrocarril — este último hace el recorrido desde Collanzo hasta Oviedo— y con Laviana mediante un ramal que parte de Cabañaquinta. A l Este están Caso y Sobrescobio y al Oeste Lena, los cuales no tienen vía de comunicación alguna con Aller. Esto es debido a la dificultad que impone el relieve, no perm itiendo que se abran carreteras en esa dirección, quedando por ello los tres concejos incomunicados. C) LA DENSIDAD DE POBLACION Existen parroquias con densidades de población muy distintas y éste es otro aspecto que influye en la dotación funcional de los núcleos situados en cada una de ellas. P or eso hemos tenido en cuenta la funcionalidad según su número de habitantes y hemos relacionado los establecimientos y las funciones de cada núcleo con su población respectiva, lo cual también nos sirve para conocer la jerarquía e incluso el área de influencia que éste tiene. En el concejo de Aller, tal como refleja el mapa (figu ra 3), las parroquias más pobladas son las que están situadas en un lugar privilegiado desde el punto de vista geográfico; es decir, en el valle más am plio e im portante del concejo, donde existen las ventajas que proporcionan las vías de comunicación — arteria principal y ferrocarril— , lo cual favorece la instalación de habitantes en dicho valle. Caborana, Moreda, Cabañaquinta, Piñeres, Boo y Santibáñez de la Fuente son las parroquias que tienen m ayor densidad de po­ blación. Están formadas por un gran número de núcleos muy próxim os entre sí, localizándose en ellas los que tienen una dotación m ayor de funciones y establecimientos, com o es el caso de Moreda, Caborana, Cabañaquinta, Piñeres y Collanzo. Frente a estas densidades importantes, nos encontramos con espacios casi vacíos en el concejo. Así, las parroquias de Murías y Casomera tienen una densidad de población p or debajo de los 10 habitantes/Km.2, debido a que se hallan situadas en una zona mon­ tañosa poco propicia para el poblamiento; además esta orografía tan abrupta no favorece la existencia de vías de comunicación ade­ cuadas, p or lo cual la población tiende a em igrar hacia lugares m ejor dotados para el asentamiento humano. P o r esta razón, las zonas de relieve más accidentado y peor comunicadas — las parroquias que se encuentran al Sur y Este del Concejo de A ller: principales Fig. 2 Núcleos y red viaria. ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 853 854 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ concejo— se están convirtiendo en espacios vacíos, mientras que las situadas a lo largo del valle de Aller aún conservan densidades de población importantes. N o obstante, el concejo ha perdido po­ blación durante los diez últimos años, pues de 22.812 habitantes que tenía en el año 1970 pasó a 19.844 en 1980. Ese descenso está relacionado con la crisis de la minería, pero también hay que te­ ner en cuenta el abandono progresivo de la agricultura en las áreas rurales que tienen ya una densidad de población muy baja. A N A L IS IS DE LOS NUCLEOS Para estudiar la funcionalidad de los núcleos hemos utilizado la misma m etodología que aplicó José Ramón Fernández Prieto en su trabajo «Organización del Sistema Urbana Asturiano», ar­ tículo que fué publicado en la revista geográfica «E r ía » (1982), consultando com o fuente básica para obtener inform ación sobre dicha funcionalidad la Lista Cobratoria del Impuesto Industrial. La Licencia Fiscal o Lista Cobratoria del Impuesto Industrial es un censo con fines fiscales elaborado por el M inisterio de Ha­ cienda, cuya inform ación se encuentra depositada en los Ayunta­ mientos, Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y Navegación y Delegaciones de Hacienda. En ella aparecen todas las activida­ des comerciales, industriales, de transporte y de servicios que se realizan en el concejo, comenzando por los sanitarios, jurídicos, arquitectos, etc., con la salvedad de que no aparecen los servicios oficiales (sanitarios que pertenecen a la Seguridad Social, etc.) ni tampoco las actividades de titularidad pública (adm inistración). La Licencia nos da un epígrafe único para cada actividad, el nombre y los apellidos del comerciante, la dirección de su estable­ cim iento y la contribución que paga por cada licencia. Por ello, licencia se corresponde con actividad; es decir, cada licencia es una actividad. Con los datos obtenidos podemos conocer el total de activida­ des, funciones y establecimientos que hay en algunos núcleos del concejo, y al mismo tiempo, los que carecen de dichas funciones y actividades, por lo cual tienen una dedicación eminentemente agraria. Ahora bien, el comerciante puede realizar desde una sola activi­ dad a varias actividades. Si realiza una sola actividad com o puede ser un bar, por ejem plo, ésta se corresponde con un establecimien­ to. Así, si en un núcleo de población cualquiera nos encontramos _ ensidad de población en el Fig. 3 concejo de Aller, 1981. ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 855 856 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ con este caso, podemos decir de él que tiene una actividad, una función y un establecimiento. Sin embargo, puede ocurrir también que en un mismo establecimiento se fabrique y se vendan mue­ bles, ataúdes, colchones, cuadros, etc., por lo cual el empresario paga una licencia por cada actividad al no dedicarse solamente a fabricar muebles. Pero estas actividades se realizan en un mismo local y, por tanto, podemos hablar de una sola unidad económica; es decir, de un solo establecimiento (varias actividades, un estable­ cim iento). Asimismo una tienda de ultramarinos puede tener varias licen­ cias, una p or venta de leche, otra por venta de frutas, de bebidas, huevos, etc., pero form a todo ello un solo establecimiento, que es la tienda de ultramarinos. Es frecuente encontrar en determinados núcleos bares que hacen también de tienda de comestibles o vice­ versa, p or lo que en un determinado establecimiento se venden alimentos variados — en algunos incluso objetos varios— y toda clase de bebidas. Para saber qué tipo de establecimiento es, debemos tener en cuenta la actividad principal que se realiza, dejando de lado aque­ llas ocupaciones secundarias o dependientes. Los establecimientos se clasifican p or funciones económicas. Así, cada núcleo tendrá establecimientos de más o menos funciones, por lo que podemos hablar del número de funciones que tiene un determinado núcleo. Tam bién los hay que tienen un solo establecimiento y una sola función, p or lo cual ya tienen una función económica determinada. La jerarquía de las entidades de población se determina tenien­ do en cuenta fundamentalmente el número total de actividades, establecimientos y funciones de cada núcleo. a) A N A L IS IS DE L A S ACTIVIDADES En el cuadro I recogemos la suma de todas las actividades que se realizan en cada núcleo estudiado, apareciendo incluso las en­ tidades dependientes y agrícolas, es decir, las que no cuentan con actividad com ercial alguna. Todos estos núcleos han sido ordena­ dos según su población, de mayor a menor, y los m ejo r dotados de actividades son: el prim ero Moreda, que cuenta con 257 licencias; seguido de Caborana, con 82; Cabañaquinta, 51; Felechosa, 38; Piñeres, 35; Collanzo, 22 y así sucesivamente, vemos pues una cierta jerarquía de actividades. ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER CUADRO I: 1 2 3 N U M E R O DE A C TIV ID A D E S POR NU CLEO E N E L CONCEJO DE A L L E R N úcleo N .° 857 M ored a C aboran a O yanco Act. N .° 257 82 46 47 18 48 Núcleo Escobio Cabo Castañedo Act. — 3 1 4 C abañaquinta 51 49 V illa r — 5 Boo 22 50 Prim ayor, la 6 Felechosa 38 51 Buciello — 2 7 C origos 6 52 Pinga, la — 8 B ello 12 53 Pum ardongo — 9 10 Piñeres Pelú gano 35 54 — 8 55 Polea, la Castandiello 11 Collanzo 22 56 Felguerosa, la 12 L e vinco 13 C asom era 9 57 Valdediós 15 58 Sinariego — 2 — 1 1 14 M ored a de A r r ib a 4 59 Estrada, la 15 Soto 6 60 Estrullones — — 1 16 Serrapio 3 61 C argaderos 17 L le ra , la 15 62 18 L lan os 7 63 V ega V aldevero 19 A g ü e ria 2 64 M a ra v illa — 20 21 P o la del Pino 5 65 Rueda Santibáñez de M u ñ a s 7 66 Entrepeñas — 2 22 Pino, el 3 67 Conforcada, la 23 M uñas 6 68 Canto la Silla — — 24 Santa A n a 9 69 Cascayera, la — 25 Cuérigo 2 70 Conveniencia — 26 Pueblo, el 1 71 Casas de A b a jo — 27 Cortina, la 72 C arrerallan a — 28 L lam a s 4 73 Cantiquín, el — 29 30 Felgu erú a 1 74 Fontana, la — E enfestiella 6 75 31 San M igu el 76 Felgueras Casar, el — 77 Florida, la — 78 Llam eres — — — — — 32 Conforcos 3 2 33 M isiegos 1 34 L a g a r, el — 79 Caseta, la 35 — 80 H uertom uro — 36 O rillés Santibáñez de la Fuente 1 81 Llan dem ieres — 37 B ustillé 2 82 Rum iada, la — 38 P ro v ía , la 2 83 Cam brosio — 39 40 Escobio, el 5 84 R ayán — R ío -A lle r 3 85 Torneros, los — 41 42 Otero, el 6 86 Castiello — Castro, el — 87 M arian as — 43 44 Labayos — 2 88 Casares — 89 Tornos, los 45 Fuente, la 1 90 Paray a, la — 1 V illa r INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ 858 CUADRO I (Continuación) N .° N úcleo Act. Núcleo N.° Act. 91 92 Pedreo __ 113 Entrebú — V illa r — 114 B ello 93 94 95 O m edal Bustíos, los Santo Tom ás — 115 116 117 Tarancón, el — — Llan as, las Palom ar, la — 96 V egalatorre San Antonio — 118 Roza, la — 97 — 119 B aná, la — 98 Cabanón — 120 Cuevas — 99 C arrera, la — 121 Cabanón — 122 Provía, la C abanielles — — 100 Collada, la 101 Río-M añón 1 — 123 — — — — 102 A rnizo — 124 Arteos 103 104 P ed regal 125 Río C abo — Rasón — — 126 T om o, el 105 Llam anzanes — 127 106 Fresnaza V alle, el — 128 Peña, la Orozaz — — — 129 Heros, los — 107 — 108 Cubrenes — 130 Pereda — 109 Longalendo 131 Acebedo — 110 Venta, la — — 111 Pinedo — 112 Rotella, la — Total .......... 699 Fuentes: L ista Cobratoria del Impuesto Industrial de 1980. N om enclátor de Po­ blación, 1970. Padrón de Habitantes, 1981. Elaboración propia. Para apreciar m ejor la relación existente entre la población y las actividades hemos realizado un gráfico (figu ra 4). Trazamos un eje de coordenadas al que llevamos nuestras observaciones, colo­ cando la población en el eje de las abscisas com o variable inde­ pendiente, ya que las actividades son función de la población, y las actividades en el eje de las ordenas com o variable dependiente, a continuación hallamos la recta de regresión correspondiente que nos perm ite conocer la media. Esta recta atraviesa unos puntos que se corresponden con los núcleos estudiados, se trata de la representación gráfica de una nube de puntos. Pero el problema nos surge a medida que van aumentando los núcleos que cuentan con pocas actividades, ya que todos ellos tienen una población similar, produciéndose el consi­ guiente amontonamiento de puntos y haciéndose la nube demasia­ do espesa por la acumulación de éstos. Debido a esta circunstancia, A ller: Relación actividades Fig. 4 entre 3.0 DO y población. ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 859 860 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ no hemos podido representar la totalidad de los mismos, p or lo cual sólo aparecen los que pertenecen a los núcleos más im por­ tantes y algunos otros. En relación con la recta aparecen puntos que están p or encima, otros p or debajo y también los hay que oscilan en torno a ella. Esto nos perm ite hablar de núcleos que están p or encima de la media y a los que consideraremos de tipo A, es decir, poseen un número suficiente de actividades en relación con su población, por lo cual abastecen a todos sus habitantes. P or el contrario, los nú­ cleos deficitarios de actividades en relación con su población están por debajo de la recta, son los de tipo B, y los que oscilan en torno a ella son de tipo C. Así, entre los núcleos de tipo A estarían M oreda (la cual no apa­ rece reflejada en el gráfico por falta de espacio, pero está situada en 257 actividades y 4.403 habitantes), Cabañaquinta, Felechosa, Piñeres, Collanzo, La Llera (debido a las condiciones especiales de aislam iento), etc. Otras entidades de población, a pesar de contar con un número importante de habitantes, sin em bargo están por debajo de la media — Caborana, Oyanco, Boo y otros— , debido a la influencia de factores diferentes. Los núcleos bien equipados de actividades (tip o A ) se supone que también abastecen a la población de otras entidades, estable­ ciendo así un área de dependencia; por el contrario los habitantes de los que están mal dotados de actividades (tip o B ) deberán con­ sumir habitualmente en otros núcleos de población cercanos. b) A N A L IS IS DE LO S EST A B LEC IM IEN T O S Y a se ha explicado anteriormente la diferencia que hay entre actividades y establecimientos, por lo cual es muy d ifícil que el número de éstos coincida con el de las actividades. Sólo en algunos núcleos se producen coincidencias (Oyanco, Corigos, Pelúgano...) y en los que tienen una sola actividad que cuentan, por lo menos, con un establecimiento (véase cuadro II). La relación que existe entre el número de establecimientos y la población de cada núcleo es muy semejante a la de las actividades, es decir, los núcleos que aparecen por encima de la m edia o de tipo A — los m ejor dotados de actividades y establecimientos y, por tanto, son los que tienen un rango mayor— coinciden con los del gráfico anterior (M oreda estaría situada a la altura de 195 estable­ cimientos y 4.403 habitantes); lo mismo sucede con los de tipo B y C, por lo cual la jerarquía es la misma (figu ra 5). A ller: Relación entre Fig. 5 los establecimientos y la población. ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 861 862 C) INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ A N A L I S I S D E L A S F U N C IO N E S Conocer el número de funciones con las que cuenta cada entidad de población es fundamental para realizar el análisis que nos pro­ ponemos, ya que el mero hecho de contar aunque sea solamente con una función, tiene cierta importancia económica y por ello, debemos tenerlo presente para realizar el análisis funcional del sis­ tema en cuestión. Además un lugar central es más importante cuando tiene una diversificación funcional m ayor (Cuadro II). d) N U M ER O D E H A B IT A N T E S POR E S T A B L E C IM IE N T O Para hallarlo se divide el número de habitantes que tiene el concejo entre el número total de establecimientos y nos dió como resultado una media de 34,8. La siguiente operación fué d ividir el número de habitantes de cada núcleo entre el número de estable­ cimientos con que cuenta cada uno; si el resultado da un número in ferior a la media, se puede concluir que dicho núcleo cuenta con establecimientos suficientes para abastecer a la totalidad de su población e incluso a la de otras entidades circundantes. Teniendo en cuenta esto, vemos que núcleos tan importantes dentro del sis­ tema com o Moreda, Cabañaquinta, Felechosa, Piñera, Collanzo, etc., se encuentran por debajo de la media. Pero se deben m atizar los resultados que se producen en cier­ tos núcleos muy poco poblados y que cuentan con un estableci­ miento, pues no suelen reflejar la realidad, es decir, tenemos núcleos com o La Paraya, la Collada, Entrepeñas con una población de 14,11 y 14 habitantes y un establecimiento; al hacer la división correspondiente nos da el mismo resultado, o sea, un número muy in ferior a la media, lo que indicaría una dotación de establecimien­ tos muy im portante en relación con la población y, sin embargo, sospechamos que la existencia de un solo establecimiento no satisfa­ ce la totalidad de las necesidades que pueda tener dicha población. Estos datos se pueden relacionar con el número de licencias básicas que analizaremos seguidamente. e) N U M ER O D E L I C E N C I A S B A S IC A S Para conocerlo se divide el número de licencias totales del con­ cejo entre el número de habitantes del mismo y nos da un resultado que luego multiplicaremos por el número de habitantes de cada ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 863 núcleo concreto, con lo cual ya conocemos el número de licencias teóricas; a continuación, restamos el número de licencias teóricas del de reales y si nos da un número positivo se trata de licencias de carácter básico o exportadoras, por el contrario si da un nega­ tivo significa que faltan licencias y a causa de ello los consumido­ res deben com prar en otro sitio. Esto está relacionado con la Teoría de la Base Económ ica que diferencia las actividades básicas o fundamentales — las que se proyectan fuera de un determinado núcleo— y las no básicas — lla­ madas así porque solamente satisfacen las necesidades internas del mismo, sin abastecer a su entorno exterior— . f) IN D IC E D E C E N T R A L ID A D D E D A V IE S Se trata de un índice que también sirve para clasificar a los lugares centrales. Para hallarlo se divide 100 entre el número de establecimientos de cada tipo existentes en todo el sistema terri­ torial y nos da un coeficiente de localización que luego se m ulti­ plica p or el número de establecimientos de cada tipo existentes en el núcleo analizado y finalm ente sumamos los resultados. La fórm ula sería la siguiente: 100 .t C = -----------T siendo C el coeficiente de localización de la función t, t la función considerada y T el número de establecimientos existentes en el sistema de la función t. El total de la suma es la centralidad del núcleo. Con el fin de evitar distorsiones producidas por las funciones esporádicas o que sólo aparecen en un núcleo, no se sumaron al índice los coeficientes de éstas (se eliminaron los coeficientes ma­ yores del 20%, puesto que provocan importantes distorsiones en el índice no reflejan do la realidad). Los resultados de estos índices se pueden ver en el cuadro II. Como se observa, los núcleos aparecen clasificados según el nú­ m ero de funciones, ya que es éste el criterio fundamental para determ inar la jerarquización de los mismos. 864 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ CUADRO I I : C LA SIFIC A C IO N DE NUCLEOS SEGUN E L NU M ERO DE FU NCIO NE S Y OTRAS V A R IA B L E S Núcleo (1) F I E H L T P M oreda 44 737,8 195 22,5 125 A 4.403 C aborana 22 200,2 62 19 211,5 46 9 15 B A 2.426 C abañaquinta Piñeres 39,1 26,4 13 103,1 25 15,6 23 A 390 Collanzo 11 69,8 16 22,1 11 A 355 Boo 10 81,5 21 38,3 —2 B 805 1.217 Oyanco 9 35,7 18 72,7 — 21 B 1.309 Felechosa 9 67,9 30 24,9 16 A 747 L lera, la B ello 7 44,3 14 17,0 8 A 239 5 12,1 10 47,7 —2 B 477 Levinco 5 27,2 9 33,8 0 C 305 Corigos 4 4 22,5 6 105,1 — 13 B 21,3 14 18,8 7 A 631 264 4 Casom era Soto 13,9 6 43,8 —2 B 263 Santibáñez de M urías Otero, el 4 6,5 6 36,3 1 C 218 4 18,1 5 14,8 4 A 74 Pelú gan o 3 9,5 8 47,0 —3 B 376 P o la del Pino M u rías 3 2,5 5 45,0 —2 C 225 3 7,5 4 46,2 1 B 185 Enfistiella 3 13,8 5 26,0 2 C 130 Escobio, el 3 16,6 5 15,4 3 C 77 M oreda de A rr ib a 2 2 2 4,1 9,3 3 88,0 —4 B 264 2 130,5 —5 B 261 4,5 6 39,0 0 B 234 1,5 2 113,5 —5 B 227 2,0 3 68,0 —3 B 204 4,0 6 30,6 3 B 184 1,5 2 82,0 3 B 164 114 Pro vía, la 2 2 2 R ío -A lle r Pueblo, el Serrapio L lan o s A g ü e ria Pino Santa A n a Cuérigo 2 2 2 6,8 3 38,0 0 C 1,5 2 38,5 —0 B 77 2 2,0 3 24,6 1 C 74 0,5 1 159,0 —4 B 159 2,0 4 39,2 — 1 C 157 Felgu erú a 1 1 1 0,5 1 —3 B 132 Conforcos 1 1,0 2 52,5 — 1 B 105 M isiegos 1 1 0,5 1 95,0 —2 B 95 0,5 86,0 — 1 B 86 1,0 1 1 84,0 0 B 84 San M igu el L la m a s Santibáñez de la Fuente Bustillé V iü a r Fuente, la Cabo Castañedo Buciello Felguerosa, la 1 1 1 1 1 1 1 132 1,0 2 33,5 0 B 67 3,5 1 67,0 — 1 B 67 1,5 3 C 61 — 1 B 59 0,5 1 1 20,3 59,0 1 0,5 48,0 1 B 48 1,0 2 19,0 1 C 38 ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 865 CUADRO I I (Continuación) N úcleo (1) F I E H L T P Sinariego 1 0,5 1 36,0 0 B 36 Estrada, la 1 0,5 1 35,0 B Vega 1 0,5 1 34,0 0 0 B 35 34 Entrepeñas 1 1,0 2 14,5 1 C 29 P a ra y a , la 1 0,5 1 14,0 0 C Collada, la 1 0,5 1 11,0 1 C 14 11 M edia 34,8 (1) F : núm ero de funciones. I : Indice de Davies. E : núm ero de establecim ien­ tos. H : núm ero de habitantes p o r establecimiento. L : núm ero de licencias básicas. T : tipo de núcleo. P : número de habitantes. Fuentes: L ista C obratoria del Im puesto Industrial, 1980. N om enclátor de Po­ blación, 1970. P a d rón de habitantes, 1981. E laboración propia. En la columna T se recoge la tipología de núcleos resultante del análisis de regresión a partir del estudio de las figuras 4 y 5; es decir, los de tipo A (son los que están p or encima de la recta), B (los que están p or d eb ajo) y C (los que oscilan entorno a ella). Pero para conseguir una inform ación más precisa y condensada hemos elim inado el tipo C, lo cual no se hizo gratuitam ente sino teniendo en cuenta la proxim idad de la oscilación, si el núcleo está más cerca del tipo A o del B, y según esa tendencia, se encuadra en una tipología determinada. A continuación se establecen unos umbrales de población distintos para cada tipología, desde A-l hasta A-4 y desde B-l hasta B-4, teniendo en cuenta en cada grupo el um bral máxim o y el umbral mínimo. Dentro de cada umbral de población se han considerado las variables siguientes: el número de funciones, de establecimientos, el índice de Davies, las licencias básicas, los habitantes p or establecimiento y el número de núcleos p or grupo. En el cuadro I I I se pueden ver los resultados de esta división así com o los umbrales dentro de los que se mueven en cada grupo las distintas variables. 866 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ CUADRO III: CLA SIFIC A C IO N DE NUCLEOS POR T IP O S Y GRUPOS E N A L L E R B A T IP O V ariab le 1 U m b ra l Población 2 3 4 1 2 3 4 M áxim o 5.000 700 100 50 2.500 300 200 100 M áxim o 700 100 50 10 300 200 100 30 M áxim o 44 13 4 1 22 4 9 2 1 1 3 2 3 1 2 M áxim o Estableci­ M áxim o 195 25 5 2 62 6 4 2 mientos M áxim o 30 5 2 1 6 2 1 1 M áxim o 737,8 103,1 18,1 1 200,2 13,9 7,5 M áxim o 67,9 4 1 9,5 1,5 0,5 1,5 0,5 23 0 4 1 9 1 1 1 0 0 — 21 —5 —4 —2 Funciones Ind. D a vies Licencias M áxim o 125 básicas M áxim o 15 0,5 1 H abitantes/Estableci­ mientos M enor M enor M enor M enor M ay or M ay or M a y o r M ayor N .° de núcleos p o r 3 grupo G ru p o A - l : 7 5 5 6 8 7 9 M oreda, C abañaquinta y Felechosa. G ru p o A -2 : Piñeres, Collanzo, L le ra (la), Levinco, Casomera, E nfistiella y San­ ta A na. G ru p o A -3 : Escobio (el), Otero (el), Río-A ller, V illa r y Cabo. G ru p o A -4 : Felguerosa (la ), V ega, Entrepeñas, P a ra y a (la ) y C ollada (la). G rup o B - l : C aborana, Oyanco, Boo, Corigos, B ello y Pelúgano. G ru p o B -2 : M ored a de A rrib a , Soto, Serrapio, Llanos, A gü eria, P o la del Pino, Santibáñez de M urías y Pino (el). G ru p o B-3 : M urías, Cuérigo, Llam as, Felguerúa, San M iguel, Conforcos y Pu e­ blo (el). G ru p o B-4 : Misiegos, Santibáñez de la Fuente, Bustillé, P ro v ía (la ), Fuente (la ), Castañedo, Buciello, Sinariego y Estrada (la). ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER Fig. 6 A l l e r : Posición jerárquica de los núcleos. 867 868 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ CO NCLUSIONES Una vez estudiadas las características de los núcleos que form an la red de lugares centrales, podemos hacer algunas consideraciones acerca de la estructura del sistema territorial. Para ello represen­ tamos sobre él la localización de los núcleos, lo que perm ite conocer de una form a aproximada las relaciones de dominio-dependencia que mantienen los lugares centrales entre sí. A continuación com­ pararemos los resultados del análisis con la Teoría de Christaller para com probar su posible aplicación en este caso. Para conseguir este fin, se elaboró un mapa (figu ra 6) donde se representan los lugares centrales mediante símbolos que hacen referencia a su posición jerárquica. Existen dentro del sistema dos villas que tienen una importancia económica muy superior a la del resto de los núcleos, por lo cual se configuran com o organizadoras y dominadoras de toda la estructura. FIG U RA 6 (Com plem ento) CO R R E SPO N D E N C IA DE LAS CLAVES N U M E R IC AS QUE APAR E CE N E N LAS FIGURAS N .° N úcleo N .° N úcleo M oreda 26 Pueblo, el C aborana O yanco 27 L la m a s 28 Felguerúa C abañaquinta 29 5 Boo 30 Eenfestiella, la San M igu el 6 Felechosa 7 Córigos 31 32 Conforcos M isiegos 33 34 Santibáñez de la Fuente B ustillé P ro vía, la 1 2 3 4 8 B ello 9 Piñeres (V eguellin a) 10 P elú gan o 35 11 Collanzo 36 Escobio, el 12 Levinco 37 13 14 Casom era M oreda de A rr ib a 38 R ío -A lle r Otero, el 39 V iH ar 15 Soto 40 Fuente, la 16 Serrapio 41 C abo 17 L lera, la 42 Castañedo 18 L lan os 43 BucieUo 19 A g ü e ria 44 20 P o la del Pino 45 Felguerosa Sinariego 21 Santibáñez de M urías 46 Estrada, la 22 Pino, el 47 23 24 M u rías 48 V ega Entrepeñas Santa A n a 49 P a ray a, la 25 Cuérigo 50 CoUada, la ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 869 Tanto la situación de M oreda en la parte septentrional com o la de Cabañaquinta en el centro de la artería principal, favorece el ejercicio de su dom inio sobre todo el conjunto ,debido funda­ m entalm ente a la im portancia de las vías de comunicación, a través de las cuales se realizan los flujos de bienes y el desplazamiento de los consumidores p or las mismas. P or ello, se dibujó un mapa que recoge la carretera comarcal, las secundarias y los caminos de acceso del concejo (figu ra 7). Si superponemos o comparamos las figuras 6 y 7 observamos que los núcleos más importantes de tipo A y un gran número de tipo B están ubicados a lo largo de la carretera general, destacando Moreda, Cabañaquinta y Felechosa, que compiten entre sí a la hora de extender al conjunto del sistema sus áreas de influencia respec­ tivas. Tam bién existen lugares de tipo A-2 com o Piñeres, Santa Ana, Levinco y Collanzo que tienen una importancia local. Como ya hemos visto cuando estudiamos la densidad de pobla­ ción en el concejo, todos estos núcleos se encuentran situados en el espacio más densamente poblado; es decir, en la zona localizada a lo largo de la carretera com arcal donde existe un número m ayor de lugares centrales de habitantes. P o r otra parte, las zonas más deprimidas se sitúan hacia el Sur, donde la orografía im pide una m ejor dotación de vías de comuni­ cación, lo que incide de una manera notable en el número de ha­ bitantes y de entidades y sólo existen dos carreteras locales a lo largo de las cuales se alinean los núcleos de tipo A-2 y A-3 de Nembra y los de Casomera, existiendo en esta última parroquia un solo núcleo de tipo A-2. Los núcleos que cuentan con un m ayor poder económ ico dentro del sistema son M oreda y Cabañaquinta, los cuales extienden su área de influencia a la totalidad del municipio aunque con una in­ cidencia distinta, pues Cabañaquinta al ser la capital del concejo su función más im portante es la administrativa, lo que hace sea deficitaria en algún tipo de producto, por lo cual los consumidores deben dirigirse a M oreda para realizar ciertas compras, com o la de materiales de construcción, de joyería, de vehículos, etc., mientras que los habitantes de M oreda se dirigen a Cabañaquinta para sa­ tisfacer ciertas necesidades, sobre todo las de tipo adm inistrativo (hay una interferencia de áreas de influencia). Dentro de estas áreas de influencia más generales e im portan­ tes — sobre todo en lo que se refiere a ciertas funciones com o la existencia de oficinas bancarias, farmacia, etc.— existen otras de influencia local generadas p or la existencia en el sistema de otros A ller: Carretera Fig. 7 principal y secundarias. 870 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE AT T.FR 871 núcleos de tipo A, lo que da lugar a un solapamiento de las mis­ mas; éste es un problem a bastante grave a la hora de establecer una jerarquía de éstas, pues en una determinada área pueden com petir varios núcleos, e incluso algunos pueden ejercer influen­ cia sobre otros, y p o r tanto absorber la propia área de éstos, por lo que ciertas áreas pueden no percibirse. Pero hemos intentado delimitarlas teniendo en cuenta la racio­ nalidad de los habitantes a la hora de realizar sus compras p or la tendencia a ahorrar tiem po y dinero en los desplazamientos. Si tenemos un núcleo de un rango más o menos im portante dentro del sistema, en él convergerán vías de comunicación, tanto caminos com o carreteras, que parten de otros núcleos próxim os a él pero de in ferio r rango, p or lo cual los consumidores irán allí a com­ prar. Así, M oreda extiende su influencia a los núcleos de su parroquia e incluso a los de Caborana debido a la proxim idad, p or lo que llegan a form ar una sola unidad funcional, com o ocurre en Oyanco, Felguerúa, Caborana, Provía, Buciello, Agüeria... y otros núcleos que carecen de función alguna, como por ejem plo, la Prim ayor, la Pinga. Tam poco se deben olvidar los que tienen funciones, pero no suficientes com o para abastecer a su propia población, por lo cual los consumidores deben trasladarse a M oreda o Caborana para realizar sus compras; estos núcleos, por su distancia y poca continuidad, no form an una unidad funcional com o sucede con Sinariego, la Estrada, la Felguerosa y con otros también distancia­ dos pero que son totalm ente dependientes por carecer de funciones com o, por ejem plo, Cubrenes, Cambrosio y todos los núcleos ru­ rales. En Piñeres ocurre algo similar, pues es una parroquia form ada p or un cierto número de núcleos muy próximos entre sí que fo r­ man, algunos de ellos, una unidad funcional. En la parroquia de Soto, Santa Ana es el único núcleo de tipo A, pero éste reparte su área de influencia con Cabañaquinta debido a la proxim idad y a la importancia de la villa, lo que da lugar a una interferencia de áreas y además, Cabañaquinta extiende la suya a todos los núcleos que componen las parroquias de Serrapio y Vega, si bien en esta última Levinco ejerce una influencia secun­ daria sobre Bello, Pelúgano y Entrepeñas, no debemos olvidar el peso tan im portante que tiene la capital del municipio. P or otra parte, unos caminos unen a Río-Aller y la Paraya con Casomera y a Conforcos con Llamas, mientras que una carretera comunica entre sí a estas dos entidades más importantes y a su 872 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ vez las une a Collanzo, núcleo que tiene una m ayor importancia p or estar en plena comarcal 6310 y además tener una situación privilegiada dentro de ella, ya que las carreteras de Cuérigo, Santibáñez de la Fuente y Casomera parten todas de Collanzo. Pero éste tiene que repartir también su área de influencia con Fe-lecho­ sa, debido no sólo a la proxim idad y ubicación también ventajosa de este último, sino también porque se trata de un núcleo aún más im portante al ser de tipo A-l; esto hace que sea d ifícil precisar el área de influencia de uno y otro. P o r otra parte, la parroquia de Nembra, com o ocurre con la de Piñeres, también está form ada por un conjunto de núcleos muy próxim os entre sí que constituyen todos ellos una unidad funcio­ nal, pero en este caso juega un papel muy im portante el aislamien­ to, ya que dichos núcleos no tienen una ubicación ventajosa desde el punto de vista de las vías de comunicación, pues no se hallan en la carretera comarcal como ocurre con los de Piñeres o Moreda, sino que cuentan con un ramal secundario, el cual parte de Boo y llega hasta Santibáñez de Murías, es decir, recorre todo el valle del río Negro, esto hace que los medios de locom oción sean también muy deficientes. P or todo ello los consumidores se ven obligados a bastecerse en su propia parroquia de los productos más necesa­ rios con el fin de ahorrar tiempo y dinero, de ahí que núcleos com o la Llera, Otero, la Enfistiello y Cabo sean todos de tipo A y fo r­ men, junto con otros de tipo B como San Miguel, una sola unidad funcional que abastece de lo más elemental tanto a su población com o a la de los núcleos más alejados y puramente rurales que carecen de función com ercial alguna. Pero el área de influencia de estos núcleos no se lim ita sólo a su propia parroquia, pues los consumidores de Murías, V illa r y Santibáñez de Murías cuentan con la misma carretera de acceso a Moreda, lo que les obliga a pasar necesariamente por Nembra, encontrando en sus desplazamientos com ercios y tiendas más pró­ ximos a sus lugares de residencia. Así pues, todo esto nos confirma lo d ifícil que resulta asignar unas áreas de influencia nítidas a cada núcleo, debido principal­ mente al solapamiento y a la interferencia entre las mismas, a causa de la competencia que se produce entre los núcleos de una deter­ minada área o zona. A pesar de todas esas dificultades, hemos intentado representar en la figura 8 las áreas de influencia locales, no olvidando las co­ rrespondientes a los tres lugares centrales A-l, o sea, a Moreda, Cabañaquinta y Felechosa, pues ya sabemos que éstas absorven a Areas de influencia en el concejo Fig. 8 de A ller. 874 INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ todas las anteriores, siendo muy difícil establecer una jerarquía de áreas de influencia dada la importancia que tienen los núcleos citados dentro del sistema. Una vez analizadas las características del sistema territorial estudiado, podemos com probar si tiene validez el m odelo de Chris­ taller en este caso y enseguida observamos la inexistencia de cualquier rigidez geométrica. E llo se debe fundamentalmente a la com plejidad del relieve, pues tanto la red viaria com o la población deben adaptarse al mismo. Por esa razón, los lugares centrales se ven obligados a ubicarse en los valles donde están las vías de co­ municación, lo que también evita la regularidad geom étrica de las áreas de influencia, pues si observamos la figura 8 vemos que los lugares centrales no se sitúan en el centro de sil dom inio sino que tienen una situación más bien lineal a lo largo de las carreteras; además en las zonas donde los medios de comunicación no existen o son deficientes, los núcleos empiezan a escasear e incluso desa­ parecen, es decir, la irregularidad del relieve también impone irregularidades en la distribución sobre el espacio de los lugares centrales, evitando así cualquier regularidad geométrica. P o r todo ello, el m odelo de Christaller no se puede aplicar por com pleto en este caso, pues como sabemos se refiere a superficies isotrópicas y distribuciones regulares de población. Sin embargo, también debemos tener en cuenta a la hora de intentar aplicar el modelo de Christaller lo que éste escribió en 1938, fué lo siguiente: «Las vías decomunicación, por su parte, pueden alterar el sistema normal de lugares centrales, o crear un sistema según sus propias leyes. La circulación no favorece en modo alguno la distribución homogénea de bienes centrales en un área, sino que actúa linealmente introduciendo un principio de circu­ lación que tiende a hacer que un mayor número de lugares centra­ les se encuentren en una vía circulatoria importante, reduciendo sus distancias. En consecuencia, las áreas de influencia de estos lugares centrales ya no tienen la form a ideal, circular o exagonal, sino que presentan formas alargadas cuyo eje m enor está form ado por la vía de comunicación mientras que el m ayor es perpendicular a dicha vía«. P or otra parte, existen jerarquías y esto coincide con la teoría de lugares centrales, ya que organiza los centros de distribución de tal manera que éstos se jerarquizan horizontal y verticalm ente com o se demostró en el apartado anterior, pues en el cuadro I I I se definen una serie de niveles o tipos en los que se incluyen nú­ cleos de distinto tamaño considerando así las dos componentes ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 875 de la jerarquía, es decir, la horizontal y la vertical. Además dentro de los niveles se hace una separación por grupos en la que se tienen en cuenta fundamentalmente el tamaño de los núcleos. Pero mientras la jerarquía vertical es mucho más clara según la im portancia de los núcleos — tal como vim os en el apartado anterior— , la jerarquización horizontal es muy d ifícil detectarla debido a la com plejidad del espacio, ello no quiere decir que de­ bamos descartarla. P or ello, hicimos un tipo de clasificación dife­ rente a la propuesta p or Christaller y similar a la que realizó José Ramón Fernández Prieto en su M em oria de Licenciatura, en la que llega a la conclusión de que puede existir una jerarquía horizontal pero organizada en distintos términos que los definidos p or la «teo ría de oís lugares centrales». F U E N T E S Licencia Fiscal o Lista obratoria del Im puesto Industrial, 1980. A y u n ta­ miento de A lle r y Lena. N om enclátor de la Población, 1970. Instituto N acional de Estadística. Padrón Municipal de Habitantes, 1981. Ayuntam ientos de A lle r y Lena. La renta de les municipios asturianos, 1978. Sadei. C a ja de A h orros de Asturias, O viedo, 1981. M apa Topográfico Nacional, escala 1:50.000. Instituto G eográfico Nacional, M adrid. D e las hojas 52, 53, 77, 78, 79, 102 y 103 la parte correspondiente a los concejos de A lle r y Lena, publicadas en años distintos. Mapa Geológico de España, escala 1:50.000. Instituto Geológico y M inero (IG M E ). H o ja núm ero 78, P o la de Lena. Atlas de Asturias. A y a lg a Ediciones, Salinas, 1977. Gran Enciclopedia Asturiana. Silverio Cañada, Gijón, 1970. INOCENCIA FERNANDEZ FERNANDEZ 876 B I B L I O G R A F I A A l e x a n d e r , J.W . (1954): “The basic non-basic concept of urban economic functions” , en Econom ic Geography, 1954. A lonso y otros (19 8 1 ): Los supuestos centros locales: un análisis funcional y gravitacional. Departam ento de G eografía, Oviedo. “M echanics of the urban economic base”, en Land Eco­ A n d r e w s , J. (19 5 5 ): nomics, 1955. B e a v o n , K .S.O. (1 9 8 1 ): Geografía de las actividades terciarias. U na reinter­ pretación de la teoría de lugares centrales. Oikos Tau, Barcelona. B e c k m a n n (1958): “Structural proportions in a hierarchy of cities” . Economic D evelopm ent and Cultural Change, vol. 6, págs. 243-248. B e l l , T .L . 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D epartam ento de G eografía, Oviedo, 1982). ENTIDADES DE POBLACION DEL CONCEJO DE ALLER 877 F r e i j e G a y o , J.A. (1983): Sobre la delimitación de Unidades Territoriales Sig­ nificativas a partir del análisis funcional: una aproximación práctica en el área central de O viedo. M em oria Inédita de Licenciatura. D epartam en­ to Geográfico, 1983. F u e n t e I g l e s i a s , M.J. (1983): Iniciación al estudio de la estructura intraurba- na de O viedo. Análisis de la funcionalidad económica. M em oria Inédito de Licenciatura. Departam ento de Geografía, 1983. L ü s c h , A . (1 9 4 1 ): D ie räumliche Ordnung der Wirtschaft, Fisher, Jena. (E d . en castellano: T eoría económica espacial, Buenos A ires). M u r c i a N a v a r r o , E. 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(1982): La teoría de los lugares centrales. D esarro­ llos posteriores a su form ación original y evaluación de las posibles apli­ caciones al caso español. M em oria Inédita de Licenciatura. Dto. de Geo­ grafía, U n iv ersid ad de Oviedo. P e r r o u x , F. (1961): “L a firm e motrice dans une région, et le régión m otrice” . C ahiers de l ’I.S.E.A., serie A D , n.° 1. P r o s t , M . (1965): R a c i n e , J.B. y L a hierarchie des villes. G authier-V illars, París. R a y m o n d , H. (1973): L ’anályse quantitative en Geographie. P U F , París. Z i p f , G. (1941): National unity and desunity. Principia Press, Blomington. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA (SIGLOS X II-X IX ) POR E R N E S T O ZARAGOZA PASCUAL IN TR O D U CCIO N E l m onasterio de San Salvador de Cornellana, situado cerca de la villa de Salas, en tierras asturianas, entre las sierras de Genestoso y San Loado, cabe el río Narcea, es uno de los más insignes cenobios que la Orden de San Benito tuvo en Asturias. Así nos lo describe Gaspar M elchor de Jovellanos en uno de sus D ia rio s: «E ste monasterio de Cornellana está situado en un bellísim o anfiteatro: es una vega casi circular, rodeada de montá­ rmelas, la más alta de las cuales se conoce con el nombre de Cerro de la Horca, porque allí está la señal de jurisdicción del monaste­ rio; tendrá com o un cuarto de legua de diám etro su llanura por todas las partes, aunque sus extremos se prolongan. El frente del m onasterio m ira al Norte. Al Oriente el nuevo y m agnífico dorm i­ torio, que se empezó a edificar en junio de 1757 y se acabó en junio de 1759. El Narcea que le baña por el Oriente viene desde el Sur, corriendo p or una vega que se va estrechando hasta la confluencia del Pigüeña, que hemos descrito, y pasado el m onasterio recibe el Noraya, que viene corriendo de hacia el Poniente, saliendo p or una garganta que está por b ajo y a la izquierda del Cerro de la Horca. La Tierra de Dóriga, confinante con el coto, y cuyos señores le han dado tantos cuidados, está al Oriente del mismo monasterio; su 880 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL coto, así en lo alto como en la vega, está muy agradable y última­ mente p ob lad o» (1). Este monasterio fue fundado por Dña. Cristina, hija del rey Verm udo I I de León y esposa del infante Ordoño el Ciego, el 31 de mayo de 1024 (2 ) como fam iliar y dúplice (3). Lo dotó con la m edia villa de San Juan con todas sus pertenencias, la iglesia de San Pedro en Soto de los Infantes, la de S. Vicente de Salas, San Julián de Santullano y cierta iglesia hoy im posible de identificar, dedicada a Santa Eugenia (4). A la muerte de Dña. Cristina el patrim onio se dividió, desapa­ reciendo el monasterio hasta que el futuro conde Suero Bermúdez y su esposa Enderquina volvieron a darle nueva vida, asignándole nuevas heredades y para asegurar la pervivencia de la vida monás­ tica benedictina, el 7 de marzo de 1122 lo donaron a la gran abadía borgoñesa de S. Pedro de Cluny (5 ) a la que estuvo unido hasta 1291. De este siglo X I I es su iglesia románica. Pedro I el Cruel, en 1353 confirm ó sus privilegios y le añadió la jurisdicción civil y crim inal de los cotos de Luceros y Ramón, y la mitad de las rentas reales de un puerto de mar cercano. Tuvo sujetos hasta 14 prio­ ratos, pero un pavoroso incendio quemó muchos documentos de su archivo, con lo que su patrim onio disminuyó considerablemen­ te, p or falta de ellos. Desde 1466 a 1543 fue dado en encomienda hasta que renunció a ella el último abad comendatario, D. Francis­ co Solís. A petición de Carlos V, el Papa Paulo I I I unió el monas­ terio a la Congregación Observante de San Benito de Valladolid (6), cuyo General nombró prim er abad trienal a Fr. Juan de Plasencia, m onje de S. Juan de Burgos, el 16 de mayo de 1543 (7). En adelan­ te, sus abades electos como los de los demás monasterios en el Capítulo General, fueron trienales hasta 1613 — excepto un par de elecciones después de 1563 que fueron sexenales— , y cuatrienales hasta la época de la tercera exclaustración, la de 1835. Durante la (1) G.M . de J o v e l l a n o s , D iario del 24 de ju lio de 1795, Obras completas, I I I (M a d rid , Biblioteca de A utores Españoles, 1956), 103. (2) A.C . F l o r i a n o , El monasterio de Cornellana, en Fuentes para la his­ toria de Asturias, I (Oviedo, 1949), doc. n. 1. (3) E. F l ó r e z , España sagrada, vol. X X X V I I I , 35. (4) M .G . M a r t ín e z , Monasterios 1977), 107. (5) Id., Ibid., 143-145; J. U r ía y medievales asturianos (Salin as-G ijón, Ríu, La donación del monasterio de C or­ nellana a Cluny, en Revista de la U niv. de O viedo (1942), 131. (6) E. Z a r a g o z a P a s c u a l , Los generales de la Congregación de San Benito de Valladolid, II (Silos, 1976), 238-239. (7) Cf. A b a d n. 32. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 881 Guerra de la Independencia y el Trienio Constitucional los aba­ diatos continuaron hasta los Capítulos Generales de 1814 y 1824, respectivamente. En 1549 el m onasterio tenía un pleito con D. Alonso Enriquez, abad de la Colegiata de Valladolid (8). Y com o no tenía mucha hacienda, la Junta de M adrid determinó en 1562 que se le uniese el monasterio de Ntra. Sra. de Obona. Mas com o las gentes de los alrededores de Obona protestaron de esta unión, Felipe I I en 1564 mandó a los visitadores que la suspendieran por el momento, no efectuándose ya jamás (9). Sabemos que en 1559 su abad era elegido en el Capítulo Gene­ ral (10) y que se le dió asiento en el mismo, después del abad de S. Vicente de Salamanca (11). El Capítulo General de 1586 prohi­ bió que recibiera novicios hasta que tuviera más monjes conven­ tuales, cuyo número debía ir aumentando a medida que crecieran las rentas (12), pues sin duda no había podido sustentar los 14 monjes que le asignaron las Constituciones de 1563 (13). Sin em ­ bargo, sabemos que desde el siglo X V II y hasta 1835 recibió regularmente novicios, siendo con el monasterio de Corios los dos únicos monasterios benedictinos asturianos con noviciado pro­ pio (14). La historia del m onasterio en los siglos de su m ayor esplendor (siglos X V I I y X V I I I ) se ve reflejada en parte en las actas de v i­ sita inéditas que han llegado hasta nosotros y que abarcan desde 1698 a 1834 (15). Durante la francesada, los monjes abandonaron el monasterio, pero regresaron en 1814. Fue cerrado de nuevo el 6 de noviem bre de 1820, a tenor del decreto de exclaustración de los (8) (9 E. Z a r a g o z a P a s c u a l , o .c ., 202. Id. Ibíd., 355. (10) Id. Ibíd., 322. (11) Id. Ibíd., 505. (12) Id. Ibíd., I I I (Silos, 1979), 126. (13) Id. Ibíd., II, 514. (14) L ib ro de gradas de la Congregación de S. Benito de Valladolid (1702- 1833), en A rch iv o Histórico Diocesano de León, Fondo general, Ms. s. n., pro­ cedente de Sahagún ; Gradas de m onjes de la Congregación de San B enito de Valladolid para uso del P . M ro. Fr. Bartolomé Mayor. A ñ o de 1833, en A rch ivo del m onasterio de S. Pelay o de Oviedo, Fondo S. Vicente, Leg. 8, n. 4, ff 12r-13v (1748-1833). (15) D esde 1698 a 1817 se hallan en el A rch ivo de la Congregación, que se guarda en la abad ía de Silos, Libros de visitas, 6 vols. ; y desde 1819 a 1834 en el A rch iv o del m onasterio de S. P ayo de Antealtares, en Santiago de Com­ postela, L ib ro de visitas de la Congregación de Valladolid, Ms. s. n. 882 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL monacales, dado por el Gobierno Constitucional (16), y definitiva­ mente, el 12 de noviembre de 1835 por causa de la exclaustración general decretada por el Gobierno Mendizábal (17). Su comunidad compuesta de 19 monjes se dispersó, lo mismo que su archivo y sus obras de arte, ornamentos y objetos litúrgicos, continuando sin em bargo com o parroquia hasta hoy. Para la confección del abadologio que aquí presentamos nos hemos servido principalmente de fuentes manuscritas inéditas. Pa­ ra los abades más antiguos hasta el siglo X V , nos hemos basado fundamentalmente en la documentación aportada p or A.C. Floriano, en su obra E l M onasterio de Cornellana (18), sin olvidar las listas de abades que traen los manuscritos de 1723: Relaciones históricas de algunos monasterios de la Congregación de Valladolid. Año 1723 (19) y M onasticon hispanicum (20). Desde el siglo X V I al X I X hemos ido siguiendo las actos de los capítulos genera­ les de la Congregación de S. B enito de Valladolid (1503-1805), que se guardan en la abadía de Silos (B u rgos) y el fondo documental cornellanense que guarda el Archivo H istórico Nacional de Ma­ drid (21), además de otras fuentes manuscritas e impresas, que se citan en las notas a pie de página. La publicación de este abadologio es sin duda muy interesante, porque los antiguos cronistas benedictinos, Prudencio de Sandoval, Antonio de Yepes y Gregorio de Argaiz, no registraron catálogo alguno de los abades de Cornellana, y los citados manuscritos iné­ ditos de 1723, llegan naturalmente solo hasta el año en que fueron escritos. P or eso creemos que la publicación de la lista de abades desde el siglo X I I al X IX — completa desde el siglo X V I en adelan­ te— es una aportación importante a la historia del monasterio de Cornellana, que todavía espera su historiador. (16) A H N , Clero, Leg. 8.923, 8.924 (Inventarios originales). (17) E. Z a r a g o z a P a s c u a l , (18) Colección Fuentes para la historia de Asturias, I (Oviedo, 1949). (19) A rch ivo del monasterio de Sam os (L u go ), Ms. 43, ff. 453r-460v. (20) B iblioteca N acional de París, Sección de manuscrits espagnols, Ms. o .c ., V I, Cap. X I I I (en prensa). n. 321, ff. 367v-369v. (21) Sección de Clero Secular y Regular. En esta sección se hallan los si­ guientes documentos pertenecientes al antiguo archivo del monasterio de Cor­ n ellan a: L ib ro s del n. 8.913 al 8.948; L egajo s del n. 5.023 al 5.036 y en la Sección de pergaminos, Carpetas del n. 1.591 al 1.594. 883 ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA SIG LAS Y AB R E V IA TU R A S ACG = Actas de los Capítulos Generales de la Congregación de S. Benito de Valladolid, A rch iv o de la Congrega­ ción, existente en la abadía de Silos (B u rg os), 3 Vols. (1503-1805). A C V , Doc. = A rch ivo de la Congregación de V allad olid, existen­ te en la abadía de Silos, Documentación varia. A H N , C lero = A rch iv o Histórico N acional, de M adrid , Sección de Clero Secular y Regular. --------, Cód. = Ibid., Sección de códices. --------, Consejos = Ibid., Sección de Consejos. Catálogo = U n iversid ad de Santiago de Compostela, Ms. 324, Catálogo de los m onjes que resgiven nuestro santo pbito en esta casa de San M artín el Real de Santia­ go (1503-1721). F L O R IA N O = A.C . F l o r i a n o , El monasterio de Cornellana, en Fu en­ tes para la historia de Asturias, I (O viedo, 1949). P u ­ blicado antes en Bol. Instituto de Estudios Asturia­ nos, n. V (1948), 135-278; VI (1949), 145-161; V II (1949), 119-162; V I I I (1949). Gradas 1833 = A rch . M onasterio de S. P e lay o de Oviedo, Fondo S. Vicente, Leg. 8, n. 4, Gradas de m onjes de la Congregación de San Benito de Valladolid para uso del P. M ro. Fr. Bartolomé M ayor. Año de 1833 (1748-1833). Gradas León = A rch ivo Histórico Diocesano de León, Fondo gene­ ral, s. n., L ib ro de gradas de la Congregación de San Benito de Valladolid (1702-1833), procedente de Sahagún. IB A R R A = J. I b a r r a , Historia del monasterio benedictino y de la Universidad Literaria de Irache (Pam plon a, 1939). M. Hisp. = B ibl. N acional de París, Monasticon Hispanicum, Sec. de manuscrits espagnols, n. 321 (1723). 884 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL Relaciones históricas = Relaciones históricas de algunos monasterios de la Congregación de Valladolid. A ñ o 1723, A rch ivo del monasterio de Samos, Ms. 43. ZARAGO ZA = E. Z a r a g o z a P a s c u a l, L os generales de la Congre­ gación de San Benito de Valladolid, 5 Vols. (Silos, 1973-84), V I (en prensa). --------, Corias = I d ., Abadologio del monasterio Corias de S. Juan Bta. de ( Siglos X I -X I X ), en Bol. Instituto de Estud. Asturianos, n. 116 (1985), 1.031-1.054. --------, Eslonza = I d ., Abadologio del monasterio de San P ed ro de Es­ lonza ( Siglos X -X I X ), en A rch ivos Leoneses, n. 75 (1984), 163-186. --------, Galicia = I d ., Abadologio benedictino gallego ( Siglos X V I - X I X ), en Studia monastica, vol. 27 (1985), 69-132. --------, Necrologio = I d ., Necrologio benedictino vallisoletano ( 1803-1834), en Ibid., vol. 25 (1983), 241-272. --------, Villanueva = I d ., Abadologio del monasterio de San Pedro de V i­ llanueva ( Siglos X I I -X I X ) , en Bol. Inst. de Estud. Asturianos, n. 116 (1985), 905-926. ABADOLOGIO D EL M O N ASTER IO DE SAN SALVADOR DE C O R N E LLAN A (S IG LO S X I I - X I X ) 1. M A R T ÍN 1122-1140 (1). 2. G U IL LE R M O 1140-1162 (2). 3. HUGO 1162-1183. 4. PEDRO A L V A R E Z 1183-1191? 5. G U IL LE R M O 1191-1202? 6. M E N E N D O DE C O R N E LLAN A 1202-1214 (3). (1) Relaciones históricas, f. 453r-v; Ai. Hisp., f. 367v; J. U r ía y R í u , La donación del monasterio de Cornellana a Cluny, en “Revista de la U n iversid ad de O viedo” (1942), 131. (2) F l o r i a n o , 23. (3) Relaciones históricas, f. 454v. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 7. HUGO 1214-1222? (4). 8. R A IM U N D O 1222-1226? 9. JUAN DE C O R N E L L A N A ¿1226-1236? 885 10. PEDRO Á L V A R E Z 1236-1241? (5). 11. M E N E N D O P É R E Z 1241-1289? Adquirió mucha hacienda pa­ ra el m onasterio (6). 12. D IEG O G AR C IA 1289-1307. M urió en 1307 (7). 13. FE R N A N D O RO D RIG U EZ 1307-1311. 14. A R IA S G U N D ISA LV O 1312-1313. 15. F E R N Á N P É R E Z 1314-1322. 16. PEDRO LÓ P E Z 1322-1333. 17. FE R N A N D O P É R E Z 1333-1348. 18. G A R C ÍA LÓ PE Z 1348-1390 (8). 19. JUAN F E R N Á N D E Z 1390-1403 (9). 20. G AR C ÍA SUÁREZ 1403-1417 (10). 21. M E N É N R O D R ÍG U E Z 1417-1429 (11). 22. G AR C ÍA LÓ P E Z 1429-1436. (4 ) Ib íd ., f. 455r. (5 ) F l o r i a n o , 17. (6 ) F l o r i a n o , 39. (7 ) F l o r i n o , 41. (8 ) F l o r i a n o , 47, 54, 55, 56, 74, 76. (9 ) Relaciones históricas, f. 455v. (10) F l o r i a n o , 92, 98, 99. (11) F l o r i a n o , 101. 886 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL 23. D IEGO FE R N ÁN D E Z 1436-1466. El manuscrito de Samos, n. 43, f. 455v, dice que fueron dos abades del mismo nombre (1436-58 y 1458-72) pero no aduce ninguna prueba de ello. 24. G AR CIA DE T IN E O 1466-1476. Era arcediano de Grado. Fue el prim er abad comendatario. 25. JUAN FE R N Á N D E Z 1476-1489. Era m onje de Cornellana. 26. DIEGO FE R N ÁN D E Z na (12). 27. C A RD E N AL H E U N A 1503-1509. N o aparece com o cardenal en Eubel, H ierarchia Catholica M edii et Recentioris Aevi. Era comendatario. 28. L U IS DE P E Ñ A F IE L 1509-1513. Era deán de la catedral de Oviedo y datario del Papa. Fue abad comendatario. 29. JUAN CORTÉS 1513-1523. Era sacristán del rey y chantre de la catedral de Sevilla. Fue abad comendatario. 30. ALO NSO E N R ÍQ U E Z 1523-1529. Era al mismo tiempo abad com endatario de Cornellana y de Obona. En 1523 parece que se había dado la abadía al Cardenal Laurencio. 31. FRANCISCO DE SO LÍS 1529-1543. Era obispo de Vinerca y Bagnorregio, caballero de la Orden de Santiago y abad co­ m endatario de Cornellana y de Obona al mismo tiempo. Re­ nunció a la abadía en favor de la Observancia Vallisoletana en 1529 a cambio de una pensión de 200 ducados anuales, que cobró hasta 1545. Tras su renuncia, el monasterio fue gobernado por presidentes hasta su muerte. Lo fueron: Fr. Juan de Valpuesta (1529-32), Pedro de Cámara (1532), Juan de Almenara (1532-36), Bartolom é de Bozo (1536-39). En 1539 se despacharon las bulas de unión del monasterio a la Congregación de San Benito de Valladolid, pero mientras vivió el comendatario siguió gobernado por presidentes. Lo fueron: Bartolom é Curiel (1540-41), Bartolom é de Bozo (154142) y Juan de Plasencia (1542-43), hasta que el 16 de mayo de (12) F lo r ia n o , 1489-1503. Era profeso 107, 108, 109, 110. de Cornella­ ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 887 1543 se nom bró prim er abad observante (13). De este tiempo nos queda la visita que hicieron al monasterio los visitado­ res Fr. Lope de la Barreyra, abad de Samos, y Fr. Hernando de Heras, abad de Espinareda, que en el acta de la misma dejaron ordenado: Que ardiera la lámpara del Santísimo los dom ingos y fiestas de guardar, al menos durante la misa ma­ yo r y las vísperas; que se compraran ropas y un ara para el altar m ayor; que se apearan las heredades del m onasterio cuanto antes «porqu e hay mucha nesgesidad d ello »; que no se aforen los cilleros, sino que se arrienden y que las escri­ turas de arriendo se conserven en el archivo; que contraten un cocinero seglar que sirva las comidas a las horas regula­ res; que se renueve el Santísimo cada quince días; que se igualen las piedras del pavimento de la iglesia y que el presi­ dente dé al p rior tres varas de sarga de Flandes y de com er al muchacho que le sirve (14). 32. JUAN DE P L A S E N C IA 1543-1550. Prim er abad trienal. Pri­ m ero había sido elegido «presidente am obilem ad nutum por quanto fuere nuestra voluntad y no m ás», se dice en la co­ municación del nombramiento hecho por el General de la Congregación Fr. Diego de Sahagún, en San M illán de la Cogolla el 17 de setiem bre de 1542 (15). Era profeso de San Juan de Burgos, donde había tomado el hábito en 1498 (16). El m ismo General de la Congregación le nom bró prim er abad el 16 de m ayo de 1543, «d e aquí al Capítulo General próxim o futuro y no m ás». Tom ó posesión de la abadía el 23 del mis­ m o mes. Fue reelegido en el Capítulo General de 1544, el 18 de mayo, para un trienio y reelecto el 13 de mayo de 1547 para otro trienio (17). 33. ALO N SO DE V IL L A M U E R A 1550-1553. Fue abad de S. Juan de Corias (1547-50) (18). (13) Relaciones históricas, f. 457r. (14) E. Z a r a g o z a P a s c u a l , Actas de visita de la Congregación de San B e ­ nito de Valladolid (1541-42), en Archivos leoneses, n. 71 (1982), 52-53. (15) A H N , Clero, Leg. 5.028 (Cédulas originales de los nom bram ientos y confirm aciones). (16) M . M u ñ o z , El “B ecerro” del monasterio de San Juan de B urgos (B u r­ gos, 1950), 117. (17) A H N , Clero, Leg. 5.028 (Cédulas originales de nom bram ientos). (18) Z a r a g o z a , Corias, 1.038. 888 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL 34. V IT O R E S DE L IM P IA S 1553-1556. Fue abad de San Pedro de Tenorio (1547-53) y de San Pedro de Montes (1556-59) (19). 35. JUAN DE CAÑAS 1556-1559. Era profeso de San M illán de la Cogolla, donde había tomado el hábito el 29 de agosto de 1528. Fue profesor de los colegios de S. Vicente de Oviedo y S. Vicente de Salamanca, abad de Irache, de S. Esteban de Ribas de Sil (1554-56) y San M illán (1559-62) y definidor ge­ neral de la Congregación (1562-65). El P. Yepes que le cono­ ció le califica de «prudente y d octo» y dice que le llamaban «padre de colegiales, por la cordura y suavidad con que los gobernaba» (20). 36. JUAN DE BOZO 1559-1562. Por el nombre parece que era originario del lugar de Bozóo, cerca del monasterio de El Espino, pero era profeso del monasterio de San Pedro de Arlanza, de donde también fue abad (1565-68). Fue también abad de E l Espino (1551-52) y Lorenzana (1556-59), procura­ dor general de la Congregación en Madrid, abad de Celorio y S. Antolín (1562-65) y definidor general (1565-68) (21). 37. ALO NSO DE TORO 1562-1565. Es distinto de su homónim o contemporáneo General de la Congregación (22). Después de acabar su abadiato, en el Capítulo General de 1565 fue elegi­ do abad de Obona, pero renunció dos días después, el 6 de junio (23). 38. (19 H E R N A N D O DE V IL L A R R E A L 1565-1568. Era portugués. Fue abad de S. Pedro de Villanueva (1560-62) y de Obona (1562-65) (24). A C G I, f. 129v; Relaciones históricas, f. 457r; Z a r a g o z a , Galicia, 125; E. Z a r a g o z a P a s c u a l , Abadologio del monasterio de San Pedro de M ontes (S i­ glos V I I -X 1 X ), e n A rchivos leoneses, n. 74 (1983), 324. (20 ) A . de Y e p e s , Crónica General de la Orden de San Benito, I I I c h e -P a m p lo n a , 1610), f. 385r; (21) ACG I, f. 192r; Relaciones históricas, f. 457v; A. G o y , El Espino y su comarca (M adrid, 1940), 218. (22) Z a r a g o z a II, 261. (23) A C G I, ff. 268r, 270r. (2 4 ) Z a r a g o z a , Villanueva, (Ira - Z a r a g o z a , Galicia, 104. 9 11 . Z aragoza III, 375; ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 889 39. AN D R É S DE FR E SN E D A 1568-1571. Quizás se debe id en tifi­ car a este abad con Alonso de Fresneda, elegido d efin idor y visitador en 1574. 40. JUAN DE H IT A 1571-1574. Era natural de H ita (Guadalaja­ ra) y profeso del monasterio de Ntra. Sra. de Sopetrán, de donde fue abad (1566-68). Fue también visitador (1565-68) y d efin idor (1571-74) (25). 41. PEDRO O R TE G A 1574-1577. Era profeso del m onasterio de S. Pedro de Eslonza, de donde había sido abad (1562-65). Fue también abad de San Claudio de León (1565-68) y de S. Pedro de T en orio (1569-71) (26). 42. AN D R É S DE RO XAS 1577-1583. Fue electo para un sexenio, a tenor de las constituciones de 1562. Era profeso del monas­ terio de Sahagún (27). 43. JUAN DE LOS ARCOS 1583-1586. Era natural de Los Arcos (N a va rra ) y profeso de Irache. Fue profesor de artes en Ri­ bas de Sil (1574-77) y de Eslonza (1580-83), defin idor general (1577-80, 1583-86, 1589-92, 1595-98, 1610s), abad de Cornellana (1583-86), de donde fue también profesor (1586-89), de S. Clau­ dio de León (1592-95), de Irache (1601-04) y de Lorenzana (1607-10), y general de la Congregación (1598-1601). Prom o­ vió la recolección benedictina y fue hombre de muchas letras, observante, buen filó so fo y teólogo, y muy virtuoso. En el Capítulo Privado de Cardeña de 1587 se revisó un proceso que le habían hecho los visitadores porque juzgaron que por no haber podido pagar todas las deudas de la abadía de Cor­ nellana había «incu rrido en las penas de los que dejan las casas empeñadas (p e ro ) fueron admitidos sus descargos y él dado p or libre en esta parte» (28). (25) E. Z a r a g o z a P a s c u a l , U n abadologio inédito del monasterio de Sope­ trán, en W ad-A l-H ayara, n. 3 (1976), 40, y Los abades de Sopetrán ( 1372-1835), en Ibíd., n. 8 (1981), 438. (26) cual, 173; E. Z a r a g o z a P a s ­ Abadologio del monasterio de San Claudio de L eón (Siglos X V I - X I X ), Z a r a g o z a , Galicia, 126; Z a r a g o z a , Eslonza, en A rch ivos leoneses, n. 78 (1985), 362. (27) Relaciones históricas, f. 457v; M (28) Cf. su b io grafía completa en Z a r a g o z a III, 191-216. Hisp., i. 368v. 890 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL 44. H E R N A N D O GALLO 1586-1589. Fue penitenciado por el Ca­ pítulo Privado reunido en Cardeña el 5 de octubre de 1587 p or haber dado con otros monjes un escrito contra la actua­ ción de Fr. Benito Gauna, General de la Congregación (28 bis). 45. JUAN CORTÉS 1589-1592. Era natural de la localidad extre­ meña de Ribera y había tomado el hábito en Cardeña el 7 de marzo de 1569. Fue predicador, abad de Cornellana (158992), de Lérez (1592-95), de Celorio (1595-98), de Dueñas (160104) y de Cardeña (1606-07). Murió en 1610 (29). 46. PEDRO DE AR É V ALO 1592-1594. Era profeso de S. Pedro de Arlanza, de donde había sido abad (1590-92). Fue abad de Cornellana sólo un año y medio. N o sabemos si cesó por pro­ moción a otra abadía, por renuncia o por muerte (30). 47. PEDRO RO LD AN 1594-1595. Era natural de la localidad bur­ galesa de Belorado yhabía tomado el hábito en el monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela el 18 de mayo de 1566. Después de ser abad de Cornellana lo fue de Lérez (1598-1601) (31). 48. JUAN DE A Z P E IT IA 1595-1598. Era profeso de Sto. Domingo de Silos, de donde también fue abad (1592). 49. G REG O RIO DE H IT A 1598-1601. Era profeso de Cornellana y quizás pariente del abad Juan de Hita, que le habría dado el hábito durante su abadiato (1571-74). 50. ALO NSO M A R T ÍN E Z 1601-1604. Era natural de H ita (Guadalajara) y había tomado el hábito en el monasterio de Santa María la Real de Nájera el 1 de febrero de 1570 (32). (28 b is.) (29) F. A C G I, ff. 371r-372v. Cf. Z a r a g o z a III, 130-131. de B e r g a n z a , Antigüedades de España, II (M a d rid , 1721), 327; Z a r a g o z a , Galicia, 80; D.M . Y á ñ e z , Historia del Real Monasterio de San Isi­ dro de Dueñas (Palencia, 1969), 433; E. Z a r a g o z a , Abadologio del monasterio de San Salvador de Celorio ( Siglos X I -X I X ), en Bol. del Instituto de Estud. A s ­ turianos, n. 117 (1986). (30) Relaciones históricas, f. 457v; E. Z a r a g o z a , Abadologio del monas­ terio de San P ed ro de Arlanza (en preparación). (31) (32) Catálogo, f. 7r; Z a r a g o z a , Galicia, 81. A H N , Cód. 89-b, L ibro de gradas del monasterio de N ájera, publica­ do p or m í con el título: Libro de gradas del monasterio de N á jera ( 1515-1714), en Studia monastica, vol. 28 (1986), 131-160. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 891 51. G REG O R IO DE H IT A 1604-1607 (Cf. Abad n. 49). Dice el P. Yepes que: «P o r los años de 1604, pareciéndole que no estaba el conde D. Suero y su m ujer con la decencia que me­ recían pasó sus sepulcros (del crucero, a mano izquierda) a dentro de la capilla mayor, a los lados de ella, en arcos de piedra bien labrados, donde están con mucho ornamento y autoridad, m ayor de la que antes tenían, y no solamente le deben los patronos de su casa esta buena obra, sino también la historia de ella tiene que agradecerle, porque de los pa­ peles que me envió se han sacado los más de las cosas que aquí van dichas, sirviéndome de su mucha curiosidad y le­ tras» (33). 52. C R IS TÓ B A L DE A R E S T I 1607-1608. Renunció a la abadía p or la cátedra de teología de Santo Tomás de Oviedo. Era natural de Valladolid y había tomado el hábito en Samos el 16 de octubre de 1585, de donde más tarde fue predicador (1604-07) y abad (1613-17, 1621-25). Fue asimismo lector de teología en Irache (1617-21) y en Oviedo, de donde también fue regente de estudios. Ocupó los cargos de prior de los monasterios de Sevilla y Oviedo (1608-10) y definidor (1617-21), además de catedrático de teología de Sto. Tomás (1608-13) y de S. Escritura (1613-17) de la Universidad de Oviedo, don­ de se había graduado en teología. Felipe IV le presentó para el obispado de Asunción, en el Paraguay en 1629. Tras ser consagrado en S. M artín de Madrid, partió para su diócesis, haciendo su entrada solemne en ella en mayo de 1631. Des­ plegó una gran actividad pastoral, pues bautizó casi a 20.000 personas, confirm ó a más de 4.000 y reunió un sínodo dioce­ sano. Luego fue obispo de Buenos Aires (1629-38), donde fundó las misiones del R ío de la Plata y prosiguió las obras de la catedral. M urió en Potosí en 1638, siendo enterrado en la catedral bonaerense. Dejó fama de santidad, por su celo apostólico, integridad de vida y caridad para con los pobres y enfermos, abriéndosele el proceso de beatificación y cano­ nización, que p or causas que desconocemos no se prosiguió hasta el fin (34). (33) A. (34) Relaciones históricas, f. 458r; M . Hisp., f. 368; Z a r a g o z a IV , 467-468. de Y e p e s , o .c ., III (M adrid , B A E , 1960), 22. 892 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL 53. AN D RÉ S CORREA 1608-1610. Era profeso de M ontserrat de Cataluña, donde había tomado el hábito el 1 de ju lio de 1578. Luego fue abad de su monasterio de profesión (1613-14) (35). 54. FRANCISCO RODRÍGUEZ 1610-1613. Era profeso de Samos y ocupó los cargos de procurador (1601-10, 1613-17, 1621-25, 1629-33) y abad de Lorenzana (1617-21) y de Espinareda (1625-29) (36). 55. G REG O RIO DE H IT A 1613-1617 (Cf. Abad n. 49). 56. FU LG ENC IO DE OVIEDO H E V IA 1617-1621. Era natural de V alladolid y profeso del monasterio de S. Benito el Real de su ciudad natal, donde había tomado el hábito el 16 de se­ tiem bre de 1590. Graduóse en teología en la Universidad de Oviedo y fue maestro general de la Congregación, prior de Valladolid, abad de Villanueva (1610-13), de Cornellana (161721), de Ntra. Sra. de la M isericordia de Fróm ista (1645-46) y de S. Vicente del Pino de M onforte de Lemos (1625-29). Renunció a la abadía de Frómista para retirarse a Valladolid, donde murió el 15 de junio de 1648. Escribió: Com pen­ dium casuum ac ipsorum resolutionum ordine alphabetico concionatum (Zaragoza, 1643); Selectorum casuum conscientiae (Valladolid, 1643) y M orale opus et praxis de República Regulari, Hierusalem Nova, Ecclesia p rim itiv o ru m 2 Vols. (M adrid, 1639-40 y Valladolid, 1641). Fue uno de los m ejores moralistas de su tiempo, apreciado también com o predicador y maestro de espíritu (37). 57. D IEGO G O N ZA LEZ 1621-1625. Era profeso de S. Zoilo de Carrión. 58. B E N IT O DE V IV E R O 1625-1629. Era profeso de Cornellana y calificador de la Inquisición. Fue abad de Villanueva (163740), cuya abadía renunció en 13 de junio de 1640 (38). (35) A .M . A l b a r e d a — J. M assot, Historia de Montserrat (M ontserrat, 1977), 320. (36) M. Hisp., f. 291r; M. A r ia s , U n abadologio inédito de Samos, en A r ­ chivos leoneses, n. 44 (1968), 69. (37) A C V , Doc. 36, f. 661r; J. P é r e z de Ú r b e l , Varones insignes de la Con­ gregación de Valladolid (M adrid, 1967), 177-178; Z a r a g o z a IV , 437; Z a r a g o z a , Villanueva, 914. (38) Relaciones históricas, f. 458r; Z a r a g o z a , Villanueva, 915. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 893 59. A N T O N IO DE PALACIO S 1629-1633. Era profeso de Comellana. Fue abad de Cornellana cuatro cuatrienios (1629-33, 1637-41, 1645-49, 1653-57). 60. PLÁCID O SU ÁREZ 1633-1637. Era profeso de Cornellana. Fue abad dos cuatrienios (1633-37, 1641-45). 61. A N T O N IO PALAC IO S 1637-1641. 62. PLÁCID O SU ÁREZ 1641-1645 (C f. Abad n. 60). 63. A N T O N IO PALACIO S 1645-1649 (Cf. Abad n. 59). 64. B A R TO LO M É DE V IL L A L P A N D O 1649-1653. Era profeso de Cornellana. Fue abad del monasterio cuatro veces (1649-53, 1657-61, 1665-69 y 1673-77). 65. A N T O N IO PALACIO S 1653-1657 (Cf. Abad n. 59). 66. B A R TO LO M É DE V IL L A L P A N D O 1657-1661 (C f. Abad n. 64). 67. ALO N SO SE R R AN O 1661-1665. Era profeso de Cornellana. 68. B A R TO LO M É DE V IL L A L P A N D O 1665-1669. Fundó en Cor­ nellana, en 1669, la cofradía de las ánimas (39). (Cf. Abad n. 64). 69. JOSÉ DE SOJO 1669-1673. Era profeso de Cornellana y ocu­ pó los cargos de maestro de estudiantes de S. Vicente de Oviedo, catedrático de artes en la Universidad de Oviedo 1633ss), lector de teología en S. Vicente de Salamanca, re­ gente de estudios del colegio de pasantes de Eslonza y cate­ drático de prim a de teología en la Universidad de Irache (40). 70. B A R TO LO M É DE V IL L A L P A N D O 1673-1677 (C f. Abad n. 64). 71. JUAN DE L E G A Z P I 1677-1681. Era profeso de Cornellana. Ocupó los cargos de predicador de Sevilla (1673-77), de M ontserrat de M adrid (1661-65, 1669-73) y de Carlos II. Tam- (39) A H N , Clero, L ib. 8.921, L ibro de la Cofradía de Anim as (1669). (40) Relaciones históricas, f. 459r. 894 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL bién fue maestro general, graduado en la Universidad de Irache el 26 de diciembre de 1659, abad de S. Esteban de Ribas de Sil (1686-89) y definidor (1701-05) (41). 72. JOSÉ DE LONDOÑO 1681-1685. Era profeso de Cornellana y fue m ayordom o y administrador del Hospital de Ntra. Señora de la O de Cornellana (1689-93) (42). 73. B E N IT O DE SOTOM AYOR 1685-1689. Era profeso de Corne­ llana y fue maestro general, catedrático de artes en la Uni­ versidad de Oviedo, definidor general (1689-93, 1709-13) y abad de S. Juan de Poyo (1701-05). Fue cuatro veces abad de Cornellana (1685-89, 1693-97, 1707-09, 1713-17) (43). 74. ALO N SO P É R E Z 1689-1693. Era profeso de Cornellana y maestro en teología. Luego sería abad de S. Juan de Poyo (1697-1700), donde murió en 1700 (44). 75. B E N IT O DE SOTOM AYOR 1693-1697 (C f. Abad n. 73). 76. D IEGO DE RATO 1697-1701. Era profeso de Cornellana. 77. PEDRO DE LA PE Ñ A 1701-1705. Era profeso de Cornellana y posiblemente hermano de Miguel de la Peña, abad de El Espino. Fue visitador general (1705-09) y abad de S. Juan de Poyo (1709-12), cuya abadía renunció en 1712 (45). 78. D IEGO DE RATO 1705-1707. M urió en 1707 (46). 79. B E N IT O DE SOTOM AYOR 1707-1709. Fue elegido para aca­ bar el cuatrienio de su antecesor (Cf. Abad n. 73). 80. JOSÉ CRESPO 1709-1713. Era profeso de Cornellana y fue definidor p or vacante (47). (41) I b i d .; M. Hisp., f. 249v; A H N , Clero, L ib . 8.921; Z a r a g o z a , Galicia, 107; I b a r r a , 397. (42) A H N , Clero, L ib . 8.916. (43) M. Hisp., f. 203v; Z a r a g o z a IV , 496. (44) A H N , Clero, L ib. 8.916; M . Hisp., f. 205r. (45) Relaciones históricas, í. 459v; (46) (47) Relaciones históricas, f. 459v. I b íd .; E l Capítulo G eneral de Pérez, que no aceptó, A C G II, f. 614r. M . Hisp., f. 205r. 1721 había elegido abad a Anselm o ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 895 81. B E N IT O DE SO TO M AYO R 1713-1717 (C f. Abad n. 73). 82. JOSÉ CRESPO 1717-1725. Fue reelegido en el Capítulo Gene­ ral de 1721 para otro cuatrienio (Cf. Abad n. 80). 83. M IG U E L X IM É N E Z BARRANCO 1725-1728. Era natural de Soria y había tom ado el hábito en el monasterio de Valvanera el 25 de marzo de 1684, habiendo realizado ya los estu­ dios eclesiásticos. Fue predicador y abad de Valvanera (170105) y de Ribas de Sil (1715-21). Renunció a la abadía de Cornellana para retirarse a la de Valvanera, donde murió el 4 de octubre de 1730. Escribió con elegante latín: Conclusio allegationis in lite super certitudine auctoriis in co gn iti in Psalm os (M adrid, 1728); Incognitus apertius cognitus sive Petrus B erch oriu s secundo assertus C om m entarii in Psalm os In c o g n iti nom ine vulgati (M adrid, 1722); Incogn itu s p er se cognitus (M adrid, 1720) y Panegyrico funeral en las solemnes exequias del Serenissim o Señor Luis X V ...q u e celebró la nobilíssim a y fidelíssim a ciudad de Soria, en su insigne Iglesia Colegial de San Pedro, el día p rim ero de ju n io de este año de 1711 (S oria, 1711) (48). 84. D IEG O DE E S T E F A N IA 1729. Era natural de V alladolid y había tom ado el hábito en S. Millán de la Cogolla el 30 de noviem bre de 1685. Profesó el 8 de diciembre de 1686 y fue p rio r de Irache, procurador general de Valladolid (1705-09) y de M adrid (1709-13) y dos veces abad de San M illán (171317, 1721-25), mostrándose siempre de carácter afable. M urió siendo abad de Cornellana el 20 de diciembre de 1729, dejan­ do fam a de docto y diplomático. Había sido confirm ado abad de Cornellana el 22 de mayo de 1729. (49). 85. RO SEND O BLANCO 1729-1733. Era profeso de Cornellana y probablem ente natural de Villerías (Palencia). Fue electo en Irache el 15 de enero de 1730 y confirm ado el 24 del mismo mes (50). (4 8 ) ACG III, f. 2 5 r; J. P é r e z de Ú r b e l , o .c ., 67-70; Z aragoza V , 470; Z a r a g o z a , Galicia, 10 7 ; A . P é r e z , Historia de la Real Abadía de Ntra. Sra. de Valvanera en la R ioja (S.I., 1971), 431. (49) A H N , Clero, L eg. 5.028 (Nom bram iento original) y L ib . 6.085, f. 141 v ; J. P e ñ a , Páginas emilianenses (50) (Salam anca, 1980), 230-231. A H N , Clero, Leg. 5.028 (Nom bram iento original). 896 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL 86. S E B A S T IÁ N PARDO 1733-1737. Era natural de La Coruña y había tomado el hábito en S. Martín Pinario de Santiago de Compostela el 8 de octubre de 1701. Fue pasante de Eslonza y de Celorio, lector de artes de este últim o colegio, de teolo­ gía en el de Oviedo (1719-23), de tercia de teología (1723-26) y regente de estudios (1724-25) de San Juan de Poyo, regente de Eslonza (1725-29), lector de teología m oral de Santiago 1729-33), abad de Cornellana (1733-37) y acompañado del Ge­ neral (1737ss). M urió hacia 1739 (51). Era maestro en teología. 87. JOSÉ DE GRANDA 1737-1741. Era natural de la ciudad de Oviedo y había tomado el hábito en Cornellana el 13 de agos­ to de 1717. Fue predicador en varios monasterios, cuatro veces abad de Cornellana (1737-41, 1749-53, 1757-61, 1765-69) visitador (1753-57, 1761-65). Tenía una tía o hermana monja en S. Pelayo de Oviedo, de cuyo monasterio fue abadesa (1765-69). Su nombre era M.a Antonia de Granda (52). 88. ISID O R O COUVAREM 1741-1744. Era h ijo de los Condes de Niel, en Bravante, D. Carlos Couvarem y Dña. M aría Cárcer, y en el bautismo recibió el nombre de Erasmo. Tom ó el há­ bito en el monasterio de Sant Felíu de Guixols, con el nombre de Isidoro, entre 1683 y 1689. Tras estudiar filosofía en R i­ bas de Sil (1696-98) y teología en S. Vicente de Salamanca, fue predicador (1705-17, 1725-29) y abad (1717-21) de su mo­ nasterio de profesión, abad de Ribas de Sil (1721-25), defini­ dor (1725-29) y predicador general. M urió siendo abad de Cornellana el 26 de diciembre de 1744 (53). Tenía un hermano benedictino llamado Carlos, que fue abad de S. Pedro de Es­ lonza (1717-21) (54). 89. PEDRO BAH AM O ND E 1745-1749. N o sabemos si se eligió otro abad hasta el Capítulo General de 1745. Las Constituciones de 1706 (p. 108) ordenan que no se nombre abad si faltan sólo tres meses para el próxim o Capítulo General, pero como éste se celebró el 15 de mayo, debía nombrarse abad. En este (51) Catálogo, f. 69r. (52) Gradas L e ó n ; A C G III, f. 85v; Z a r a g o z a V , 542. (53) E. Z a r a g o z a P a s c u a l , Abadolcgio guixolense ( Siglos X - X I X ) liu de G uixols, 1982), 86. (54) Z a r a g o z a , Eslonza, 182. (S. Fe- ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 897 caso creemos que se nom bró a Pedro Bahamonde y que fue reelegido en el dicho Capítulo General. Este m onje, profeso de Corias, de donde fue abad (1737-41), fue visitador general (1741-45) y predicador (55). 90. JOSÉ DE G RAND A 1749-1753. En 1750 solicitó del General de la Congregación licencia para canalizar el agua de la fuente de la Condesa hasta el monasterio, pues com o inform a a di­ cho General: «E ste monasterio padece en él la total falta de agua de fuente para uso de la cocina y mesa, precisados...a usar del agua del río conducida por las zanjas de un pra­ d o » (56) (Cf. Abad n. 87). 91. FE R N A N D O PRAD A 1753-1757. Era natural de la localidad asturiana de Naveces y había tomado el hábito en Cornellana el 26 de noviem bre de 1734. Tenía dos hermanos monjes, a saber: Benito, en el monasterio de Valladolid, y Santiago, en el de Corias. Fue seis veces abad de Cornellana (1753-57, 1761-65, 1769-73, 1777-78, 1781-85, 1789-90?), defin idor y lec­ tor de teología m oral de S. Claudio de León (1765-69), lector de S. Escritura y M oral en S. Martín de M adrid (1773-77), catedrático de Irache (1749-53), en cuya Universidad se gra­ duó en filosofía, teología y cánones el 4 de setiembre de 1751. Fue también procurador general de la Congregación en Ma­ drid (1778-81). M urió hacia 1790 (57). 92. JOSÉ DE G R AN D A 1757-1761 (Cf. Abad n. 87). E dificó el dorm itorio que m ira a Oriente (entre junio de 1757 y junio de 1759) (58). 93. FE R N A N D O PRAD A 1761-1765 (59) (Cf. Abad n. 91). 94. JOSÉ DE G R AND A 1765-1769 (60) (Cf. Abad n. 87). (55) ACG (56) A C G III, f. 144r; A H N , Clero, Leg. 5.028 (Petición de licencia al G e­ neral) (57) (58) III, f. 121r; Z a r a g o z a V , 541; Z a r a g o z a , Cotias, 1.048. A C G I I I B , ff. 52r, 90v, 112r; A C G III, f. 180r; G.M . B A E , 1956), 103. (59) A C G III, f. 21 lv. (60) Ibíd . I I I B , f. 51r. de Gradas L e ó n ; I b a r r a , 512. J o v e l l a n o s , Obras Completas, I I I (M adrid , 898 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL 95. FE R N AN D O PRADA 1769-1773 (61) (Cf. Abad n. 91). 96. AN SE LM O DE LAS ALAS VALD ÉS 1773-1777. Era natural de Avilés (Asturias) y había tomado el hábito en Cornellana el 13 de junio de 1738. Fue vicario de las benedictinas de S. Pelayo de Oviedo (1777-85) (62). Tenía un hermano llamado José profeso del monasterio de Sahagún, de donde llegó a ser abad (1778-81) (63). 97. FE R N AN D O PRADA 1777-1778. Renunció a la abadía para ocupar el puesto de procurador general de la Congregación en M adrid (1778-81), vacante por haber sido elegido abad de Sahagún el P. José de las Alas, que lo ocupaba desde 1777 (64). 98. LUCAS R IV E R O 1778-1781. Era natural de Oviedo y había to­ mado e-1 hábito en Cornellana el 22 de marzo de 1753. Siguió la carrera del pùlpito y por ello fue predicador de los monas­ terios de San Martín de Madrid (1765-73), de N ájera (1773-78) y de Ntra. Sra. de la Antigua de Ávila (1781-85) (65). 99. FE R N AN D O PRADA 1781-1785 (Cf. Abad n. 91). Según el ba­ lance de ingresos y gastos presentado al Capítulo General de 1785, durante su abadiato ingresó 323.045 reales y gastó 326.767 y mantuvo 20 monjes conventuales (66). 100. M IG U E L IB Á Ñ E Z 1785-1789. Era natural de Aldeanueva (L o ­ groñ o) y había tomado el hábito en Cornellana el 1 de febrero de 1739. Siguió la carrera del pùlpito y por ello ejerció como predicador en los monasterios de Corias (1761-65), Cardeña (1765-69), Valladolid (1769-73), Cardón (1773-77), Medina del Campo (1777-81) y finalmente Vicario de las benedictinas de San Pelayo de Oviedo (1789-93) (67). M urió posiblemente ha­ cia 1797. Parece que era sobrino del abad de Corias, Gregorio Ibáñez (68). (61) (62) (63) Ibíd., f. 67r. Ibíd., ff. 88v, 101 v, 122r; Gradas León. E. Z a r a g o z a P a s c u a l , Abadologio del monasterio de S. Benito de Sa­ hagún ( Siglos X -X I X ), en Archivos leoneses, n. 77 (1985), 129. (64) A C G II I B, f. 106r; A H N , Clero, Leg. 5.028 (Nom bram iento original). (65) A C G I I I B, ff. 52v, 68v, 91v, 107v, l l l v , 128r; (66) A C G I I I B, f. 125v; A C V , Doc. X X IX , f. 36ss; Z a r a g o z a V , 234-236. (67) A C G III B, ff. 29v, 53r, 68v, 91v, 108v, 149v, 157r; Gradas León. (68) Z a r a g o z a , Corias, 1.049. Gradas León. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 899 101. FE R N A N D O PRAD A 1789-1790? (69) (Cf. Abad n. 91). Parece que m urió en la mitad de su cuatrienio de abadiato, puesto que en el Capítulo General de 1793 aparece com o abad de Cornellana Juan de Estrada. 102. JUAN DE E STR AD A 1790?-1793. Era natural de Lugones (As­ turias) y profeso de Cornellana, donde había tom ado el hábito el 4 de agosto de 1766 (70). El 17 de ju lio de 1792 recibió la visita de Gaspar M elchor de Jovellanos. Éste en su diario nos da las siguientes noticias sobre Cornellana: «E d ific io nuevo, sólido, cóm odo, sin ningún ornato de gusto...la iglesia se está solando de nuevo de ricos jaspes, sólo bruñidos en el presbiterio y coro bajo, pero sin pulimento. Éste nuevo, de mala invención y mal ejecutado...La arquitectura del interior de la iglesia puede ser del tiempo de la fundación, pues per­ tenece a la época asturiana; sólo me han parecido nuevos la bóveda y el coro. Tuvo sin duda en lo antiguo los sepulcros de sus dotadores, pero ya no existen, sino dos pergaminos, al parecer del siglo X V I (Cf. Abad n. 51), que están en dos cua­ dros en el presbiterio y dicen así: Prim ero, sepulcro del Conde D. Suero Beremuti, nieto de la reina Dña. Cristina, fundadora de este real monasterio: H ic iacet egregius vobis p er tém pora fledus / Suarius comes h ellator inclitus arm is huius quipe dom us con stru ctor sem per amenus / m oriens vixit, m oriens m ulta bona reliquit. / Requiescat in pace am. / O b iit I I Id. Aug. E ra M C L X V III. Segundo, sepulcro de la muy ilustre Dña. Anderquina, m u jer del Conde D. Suero, con un h ijo suyo, edificadores de este m onasterio: H ic com itissa Suero quomdan copulata ma­ n to / Anderquina jacet tum ülo quoque fosa parentes / nam natum quem o rtu lucis nox atra retexit / in grem io com plexa fovet servatque sepulcro. / Req. in pace am. H ay sepulcros en el claustro viejo sin rótulos y en el nuevo un pedazo de lápida sepulcral que voy a copiar. Dice así: (en blanco). Otra inscripción se lee en la imposta del arco de la puerta interior del claustro que da salida al zaguán y está también defectuosa. Lo que se lee en ella es com o sigue: Pueden decir: La primera: M iles Menendus optim us presens fu it Pelagius ovetensis episcopus de suis...dus Enal- (69) A C G I I I B, f. 164v. (70) Ibíd., f. 167r; Gradas 1833. 900 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL sus, q u i visitavit locum Jerosolim itanum ... La segunda ins­ cripción dice, al parecer: M e Mateus (o M arcus) Caronni fecit manibus cum filios e ( fo rte ejus). Y si es así, el tal M ateo habrá sido el arquitecto del claustro y antigua iglesia de este monasterio. P or el resto de la mañana trabajam os Acebedo y yo en el archivo, que es una pieza cuadrada con buena bóveda y dos balcones rasgados a N orte y Este. La cajonería ocupa todo el resto de Poniente y parte de los del N orte y Sur. Es bien hecha y desarrimada de la pared, de form a que se anda por detrás de ella. Los papeles están bien distribui­ dos y conservados. Hay un índice harto bien hecho y copias de algunos, aunque no todos, los instrumentos antiguos. Nin­ gún b ecerro» (71). 103. JOSE CARBAJAL 1793-1797. Era natural de Ponferrada (L eón ) y había tomado el hábito en Cornellana el 22 de setiembre de 1752 (72). Fue predicador en los monasterios de Cardeña (176973), Samos (1773-77), San M illán (1777-81), Oviedo (1781-89) y Santiago (1789-93). Fue también abad de Cornellana (179397) y visitador (1797-1801). M urió en 1804 (73). Gaspar M el­ chor de Jovellanos escribe en su diario el 4 de ju lio de 1795 que visitó Cornellana y que salieron a recibirle el abad y el canónigo D. Pedro del Hoyo, y anota: «A l archivo; su últim o y m ejor arreglo se hizo en 1772 por el P. Benito de Aguilar. Hemos dado con un buen libro de óbitos y de él se han co­ piado las partidas respectivas a los fundadores. Hay otros de bienhechores señalados, pero no hay tiem po para copiar­ los. Encontramos también varios foros establecidos antigua­ mente y se han sacado extractos» (74). 104. BE RN AR D O PALOM ARES 1797-1801. Era natural de la ciu­ dad de V alladolid y profeso de Cornellana, donde había to­ mado el hábito el 3 de abril de 1748. N o asistió al Capitulo General de 1801, enviando en su lugar al P. Isidoro Riesco, de Cornellana (75). (71) G .M . d e J o v e l l a n o s , o .c ., 96-97; I. G ó m e z , Viajes de Jovellanos por monasterios benedictinos, en Y erm o 4/2 (1966), 107-202. (72) Gradas 1833. (73) A H N , Clero, L ib. 8.918; Gradas L e ó n ; A C G I I I B, ff. 69v, 92r, 108v, 127r, 148r, 161r, 206v; Z a r a g o z a , Necrologio, 244. (74) G.M . (75) A H N , Clero, L ib. 8.918, f. 39r; A C G I I I B, f. 203v. de J o v e l l a n o s , o .c ., 102-103. ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 901 105. PEDRO D E L H O YO 1801-1805. Era natural de la localidad coruñesa de Viérnoles y había tomado el hábito en Cornellana el 9 de junio de 1759. Fue archivero del m onasterio (1789-93). M urió el 18 de enero de 1809 (76). 106. V E R E M U N D O ESCOSURA 1805-1812. Era natural de Oviedo y profeso de Cornellana, donde había tomado el hábito el 5 de octubre de 1786. Fue pasante de Eslonza (1793ss) y de Celo rio (1797-1801). Tenía un hermano predicador en Carrión (1793-97), Corias (1797) y León (1801ss). Por razón de la Gue­ rra de tiem po de la Independencia y de la exclaustración decretada en 1809 el abadiato de todos los abades se alargó hasta el Capítulo General de 1814, pero com o nuestro abad renunció a la abadía a primeros de enero de 1812, rigió el m onasterio en calidad de presidente hasta el dicho Capítulo, el P. Juan Negueruela (77). 107. M A N U E L G RAND ES 1814-1818. Era natural de la localidad riojana de Enciso y profeso de Cornellana, donde había to­ m ado el hábito el 18 de octubre de 1765 y de donde había sido p rio r (1791-93). M urió entre 1820 y 1823, en plena ex­ claustración del trienio constitucional, sin que sepamos la fecha exacta ni el lugar (78). 108. JUAN N E G U E R U E LA 1818-1824. Electo el 20 de abril de 1818. H abía sido presidente del monasterio desde el 24 de abril de 1812 al Capítulo General de 1814. Era natural de Sto. Domin­ go de la Calzada (L o gro ñ o ) y había tomado el hábito en Cor­ nellana el 1 de febrero de 1771. Tras estudiar filosofía en Obona, fue pasante (1781-85) y lector de artes (1785-89) de Espinareda, lector de teología moral de Carrión (1789-93) y Cardeña (1793-97), lector de tercia de teología y regente de studios de Oviedo (1797-1801). Su abadiato duró hasta 1824 a causa de la exclaustración decretada p or el Gobierno en 1820. E l m onasterio fue abandonado el 6 de noviem bre de 1820, quedando para hacer los inventarios el abad y m ayor­ domo, el com isionado por el crédito público, Juan Díaz Salas (76) 1833. (77) (78) ACG I I I B , ff. 225r, 239r; A H N , Clero, Lib. 8.918, f. 150v; Gradas A C G II I B, ff. 198r, 256v; Gradas 1833. A H N , Clero, Lib. 8.918; Gradas 1833', Z a r a g o z a , N ecrologio, 256. 902 ERNESTO ZARAGOZA PASCUAL y Antonio Morón, contador de aduanas del puerto de Avilés, que acabaron su labor el 6 de setiembre de 1821 (79). El P. Negueruela murió entre 1825 y 1827 (80). 109. B E N IT O BARROS 1824-1828. Fue elegido en el Capítulo Ge­ neral de 1824. Era natural de Nozaledo da Pena (Orense) y había tom ado el hábito en Cornellana el 13 de ju lio de 1796 (81). 110. F R O IL Á N RODRIGUEZ 1828-1832. Era natural de Texeiras en el obispado de Orense y había tomado el hábito en Corne­ llana el 11 ó 15 de octubre de 1806 (82). 111. JOAQUIN Á LV A R E Z 1832-1835. Era predicador. Había nacido en la localidad asturiana de Vigaña en Candás, el año 1802. Tom ó el hábito en Cornellana el 17 de abril de 1817. Después de la exclaustración decretada por el Gobierno Constitucional en 1820, en compañía de Esteban López, natural de Villanda, se enroló en el E jército de la Fe en Navarra. Pero más tarde, con pasaporte del Jefe Político de Pamplona, Francisco Bustamante, expedido el 23 de marzo de 1822, pasaron a Francia y en Turín el 24 de abril obtuvieron del encargado de nego­ cios español, pasaporte para Roma, donde viajaron a pie y llegaron el 10 de mayo, hospedándose prim ero en el Hospital de Santiago de los Españoles, según inform a de todo el em­ bajador español en Roma, Francisco M artínez de la Rosa, el 1 de junio de 1822, que les vigilaba porque iban diciendo que habían huido de España «porque se persigue a los religiosos y que venían para entrar en uno de los conventos de su reli­ gión en R om a». El 1 de agosto del mismo año, el em bajador comunica a Madrid, que dichos monjes «han estado tranqui­ los y sin maquinar, antes bien han tratado de entrar otra vez en un convento de su religión y han sido adm itidos en el de Santa Francisca Rom ana» (83). Y desde M adrid le contesta­ ron el 24 del mismo mes, que convenía que permanecieran (79) (80) A H N , Clero, L ib . 8.923 y 8.924. Ibid., L ib. 8.937; A C G III B, ff. 126v, 147r, 160r, 182r, 197v; das 1833; Z a r a g o z a , Necrologio, 261; G ra­ A C V , Doc. X X X I , f. 628r. (81) A H N , Clero, Lib. 8.933; Gradas 1833. (82) (83) A H N , Clero, L ib. 8.938; Gradas 1833. Arch. M inisterio de Asuntos Exteriores, de M adrid, Santa Sede, Leg. 750 (Inform es originales; mes de junio). ABADOLOGIO DEL MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA 903 donde estaban (84). El monasterio de Cornellana se cerró el 12 de noviem bre de 1835, en que lo abandonaron los 19 mon­ jes que com ponían su comunidad (85). El P. Álvarez fue el últim o abad del monasterio. Después de la exclaustración fue ecónom o de una parroquia en la diócesis de Oviedo, don­ de se hallaba en 1854 (86). Desconocemos la fecha de su muerte, que debió ocurrir hacia 1870. (84) Ibíd., L eg. 692 (In fo rm es originales; mes de agosto). (85) J. M (86) A H N , Fondo de Hacienda (M inisterio de G racia y Justicia), L g. 3.641; oro, La desamortización en Asturias (O viedo, 1981), 47-48. Ibíd.. Consejos, L eg. 12.036; Gradas 1833. LOS N O B L E S GREMIOS DE GRADO {T ra n scrip ció n del ms. de Arias de Velasco) POR J.L. PE R E Z DE CASTRO Una de las instituciones bajo medievales más polémicas, y única en Asturias, fué el singular gobierno instituido a mediados del siglo X V por los «Ilu stres Lin ajes» y «N obles Grem ios», de adentro y de afuera, de Grado y su concejo, para regir la vida y ordenar su te­ rrito rio política, económica y jurídicamente. Las reiteradas disputas y escándalos que venían originándose con el tradicional sistema electoral democrático en la organización concejil de Grado dió lugar a que unas diez de las principales fa­ milias nobles y proceres de la villa y su concejo (cinco para aquélla y otras tantas para éste) se organizasen propia auctoritate, so pretesto de instaurar el orden, form ando los llamados: prim ero «Ilu s ­ tres lin ajes» y después de 1538 «N obles Grem ios», atribuyéndose a partir de la Ordenanza redactada por ellos en 1450 — Vid. nota (3 )— una autoridad y prerrogativas que coartaba la libertad y derechos de los demás vecinos del estamento popular. Los abusos de esta peculiar y dictatorial organización dió a su vez origen a nuevos pleitos y a una lucha secular y casi continua, que duró cerca de cuatro siglos. N o parece pues exacto ni prudente calificarla sin reparos, com o hizo el Vizconde consorte de Campo Grande, don Alvaro Fernández de Miranda, de «respetable institu­ ción, cuya brillante historia suscita los bienes que a nuestra co­ marca trajo, al ser de su autonomía escudo, del orden base y de la 906 J.L. PEREZ DE CASTRO paz garantía», sino más bien, como dice Pedregal: «U n acto de re­ belión contra la autoridad popular y usurpación de los derechos, que desde tiempo inmemorial ejercían la Puebla y su concejo». Son varios ya los trabajos publicados sobre tan singular organi­ zación concejil (1 ); pero, no obstante, la verdad es que no conoce­ mos todavía a fondo el origen cierto, las funciones administrativas llevadas a cabo por la institución, ni el com portam iento humano de quienes desempeñaron a su antojo los cargos de Jueces, Alcal­ des y demás oficios (regidores, fieles, corredores, andadores, veedo­ res, etc.) elegidos entre ellos mismos y sus causahabientes, con exclusión de los demás habitantes. De aquí la necesidad de renacer el tema y suscitar el estudio de tan peculiar com o litigiosa y ca­ lumniada agremiación. Entre los documentos que sobre la misma permanecen inéditos, y que han de contribuir a su m ejor conocimiento, figura sin duda el resumen que sobre ella realizó don Francisco Arias de Velasco para el «D iccionario Geográfico-Histórico de Asturias» que, dirigido (1) P o r orden cronológico de aparición, fu eron: — M. P e d r e g a l C a ñ e d o : U n concejo de Asturias en el siglo X V , en la “ Ilus­ y tración G allega y A stu rian a” , año I, tomo I, n.° 4 de 10 feb rero 1879; pp. 40, 41 y 44. — A. F ernandez de M i r a n d a : Grado, en la obra “A stu rias”, coodirigida por Bellm unt y Canella, tomo III, Gijón, 1900, pp. 290 y 291. — F. C a n e l l a : Apuntes de Asturias. Antigua organización, gobierno y admi­ nistración (M s.), nota que insertó en la página 290 (3), del anterior trabajo de A lv a ro Fernández de M iranda, para contradecir y disentir de la opinión de aquél. — V ic e n t e de C astañedo [M artín González del V a lle ] : Los Grem ios de Gra­ do ( Carta abierta) dirigida a don a don A lv a ro Fernández de M iran da y V ives, en “E l Correo de A sturias” (1901), reproducida m ás tarde en su obra “ Ocios de estudiante” , Barcelona, 1905, pp. 103-113. Y vuelta a reim ­ prim ir por A . Fernández de M iran da como apéndice IV en su obra si­ guiente : — A. F ernandez de M ir a n d a : Historia de una comarca asturiana: Grado y su concejo, M adrid, 1907, cap. V , pp. 149 y ss. Como Apéndice I V de la m ism a reproduce la “ Carta abierta” de Vicente de C astañedo; si bien con la errata en este seudónimo de ponerlo incorrectamente en fem enino (C ast a ñ e d A ); errata que tampoco salvaron en la reim presión que de la obra se hizo en O viedo (1982). — C. M a r t í n e z : Historia de Asturias, Gijón, 1969, pp. 199-201. Y en la 2.a edición, pp. 159 y 160. — F. L A r i a s : Grado, en la “ G ran Enciclopedia A stu rian a” , tomo 8, orenzo pp. 21 y 22. — A n o n im o : p. 47. Grem ios de Grado, en la “ G ran Enciclopedia...” , cit., tomo 8, LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO 907 por M artínez Marina, preparaba la Real Academia de la Historia, de M adrid (2), en cuyo archivo se conserva el manuscrito original que tuve a la vista en 1958, en que obtuve la copia que del mismo aquí se publica, y la cual no debe de permanecer inédita por más tiempo, entre otras razones, porque: En un orden cronológico de redacción, fué el prim er trabajo que se escribió sobre dicha insti­ tución y precisamente por quien tuvo en el tema la singular acti­ vidad de contribuir con su intervención como abogado y defensor que fué de los derechos del pueblo llano, a que fuese abolida en 1783, lo que le da un especial interés. Y porque frente a las tesis defensoras que de los Gremios hicie­ ron el Marqués de la Vega de Anzo, don M artín González del Valle, b ajo el seudónimo de V icente de Castañedo, y apoyó Fernández de Miranda, tenemos este manuscrito en que inspiraron las suyas, to­ talmente opuestas, tanto Pedregal como Canella, por lo que el Vizconde de Campo Grande pretende desautorizarlo con estas pa­ labras: «Resuelto enemigo de los Gremios don Francisco [Arias de Velasco], y abogado de los que contra ellos litigaron, allá en las postrim erías del siglo X V I I I , hizo a su modo un extracto del libro documental a que hizimos referencias, om itiendo todo lo favorable a los Gremios, y en ese manuscrito recusable». El lib ro documental a que Fernández de Miranda se refiere era «un libro de gran valor histórico, perteneciente al Marqués de la Vega de Anzo, en el que también se hallan la copia de las aludidas Ordenanzas, testificada, y otros muy interesantes documentos, autos de pleitos, etc., referentes a los G rem ios» (3). A esta base documental habrá que añadir los autos que de los respectivos pleitos se conservan en la Chancillería de Valladolid y demás ar­ chivos. (2) V i d . : J.L. P e r e z de C astro : El Diccionario Geográfico-Histórico de Asturias, tomo I (G énesis y colaboradores). M adrid, 1959. (3) A. F ernandez de M i r a n d a : Historia de una comarca..., cit., pp. 162 y 153 (n. 2). En cuanto al manuscrito que poseía el M arqués de la V e g a de Anzo, don M artín González del V alle, se desconoce su actual p a ra d e ro ; si bien su sucesor, don José M a ría González del Valle, supone se haya quem ado en su casa de O viedo cuando el incendio de 1936, dado que no se encuentra en la biblioteca de su quinta de G rado ( “Santa Julita”). Tam bién el incendio de la Real A udien cia de Oviedo, el 8 de octubre de 1934, nos p riva de conocer los autos de los diversos pleitos sostenidos al respecto. Sobre el tema im porta consultar las Ordenanzas para el concejo de Grado. Plan y modelo que se ordena para el gobierno político, económico y jurídico de la villa y concejo de Grado y sus cuatro partidos de Valdepramaro, Salve- 908 J.L. PEREZ DE CASTRO El autor del ms., don Francisco Arias de Velasco Tuñón y Tamargo, nació en la parroquia de Sama de Grado a mediados del X V III, y andando el tiempo ejerció la abogacía, se acreditó com o persona de fácil palabra y ducho en discusión, ilustración y pres­ tigio, que repartió su gran actividad entre los concejos de Grado y Oviedo. Por tales circunstancias, Martínez Marina recurrió a él a través de don Francisco de la Concha Miera, como colaborador para el «D iccionario Geográfico-Histórico de Asturias», al que con­ tribuyó, de 1801 a 1806, entre otros, con los siguientes trabajos: — CONCEJO DE GRADO, en 12 folios (31 de agosto de 1801) que incluía a Candamo, y tres mapas del mismo. A ésta es a la que parece referirse Españolito (4). — D E SC R IPC IO N DE LOS CONCEJOS DE PRO AZA Y SANTO AD R IAN O , con su correspondiente mapa, en 7 folios, fechados el 18 de febrero de 1802. — SU PLE M E N TO A LA D E SC RIPCIO N H ECH A DEL CONCEJO DE GRADO, en 10 folios. — D E SC R IPC IO N D EL CONCEJO DE PARAM O DE LA FOCEYA, acompañada de mapa, en 5 folios, rem itida el 3 de marzo de 1805. — D E S LIN D E D EL CONCEJO DE GRADO, en 10 folios. — CONCEJOS DE ASTU RIAS, con diversas cédulas en que se ocu­ pa de Hiernes y Tameza. do, A lfo z de Grado y Candamo, de 23 de marzo de 1774; obra del Dr. D. B e r­ nardo de Estrada B a ld iv a re s; publicadas en la “ Colección de Asturias, reu­ nida por D. G asp ar M elchor de Jovellanos”, tomo III, M adrid, 1949, pp. 138-151; y las Ordenanzas de Hernando González del Castillo, de 1441; de las que exis­ te una copia del traslado hecho en la Po la de G rado el 13 de junio de 1450, en la citada “ Colección de A stu rias”, tomo III, pp. 151-161. (4) C. S u a r e z (E sp añ o lito): Escritores y artistas asturianos. Indice B io - bibliográfico, tomo I, M adrid, 1936, p. 457. P o r este mismo autor sabemos que don Francisco estuvo casado con su p rim a A n a A ria s de V elasco; de cuyo matrimonio hubieron al menos a San­ cho A ria s de Velasco, patriota distinguido, como su padre, escritor de temas económicos (O b. cit., p. 460) y abuelo del célebre M agistrado y catedrático de la U n iversid ad de Oviedo don Jesús A ria s de V elasco (O b. cit., pp. 457-460), de quien conozco diversos apuntes y manuscritos jurídicos. 909 LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO — Cédulas sueltas; cual las dos en las que trata de la Universidad de Oviedo y la biblioteca del Brigadier don Lorenzo Solís. Y además, buscó otros colaboradores com o Ramón Baragaña Alvarez, cuando vió que, por sus muchísimas actividades y ocupa­ ciones, no podía encargarse del cumplimiento que Marina le había encomendado (5). Participó com o Diputado, representando a su concejo natal de 1799 a 1806; fué R egidor perpetuo y representante de la ciudad en la Junta de 1808, con m otivo de la invasión de los franceses, y com o tal, dice españolito: «partid ario al principio de no oponerse a las tropas de Napoleón, p or estimar una locura com batir al coloso; pero luego figu ró entre los más entusiastas patriotas defensores de la Independencia nacional y hasta tomó parte en operaciones de guerra com o comandante de alarmas»; distinguiéndose en la orga­ nización de la resistencia, y p or su valor al frente de la división de Ventana (6). En el trienio de 1815 al 18 no creo volviese a pertenecer a la Junta General del Principado, como afirm a Españolito, y de sus actividades jurídicas acaso haya sido la más destacada la defensa que hizo con ocasión de los Gremios de Grado, por la que percibió la suma de al menos los 1.000 doblones a que alude en una de las cartas de su epistolario (7). De esta actividad surgió el trabajo, que también rem itió a la Academia de la Historia, aunque no lo relaciona en sus cartas, y cuyo texto transcribimos a continuación: (5) J.L. P erez de C a s t r o : El Diccionario..., cit., pp. 123-128. Y a dijim os aquí que no colaboró a los concejos de Langreo, L a s R egueras y L av ian a, co­ mo le atribuye Somoza. D ebem os de citar que ya anteriormente había colaborado en 1798 con un trab ajo geográfico-histórico y estadístico, y un m apa, sobre Sam a de G rado — su pueblo natal— p ara el “Diccionario G eográfico de A stu rias” que prepa­ ra b a T om ás López (J.L. P e r e z (6 ) F. C a n e l l a y de C a s t r o : El Diccionario..., cit., p. 274). S e c a d e s : Representación asturiana administrativa y po­ lítica desde 1808 a 1915, Oviedo, 1915-16, p. 6. A . F u g i e r : La Junte Supérieure des Asturies et l’invasion française 18101811, París, 1930, pp. 92, 96 y 150. Es de destacar que este autor cita entre las fuentes que m aneja (p. X I I I ) el “A rch ivo A ria s de V elasco”, en el que men­ ciona el texto de las O rdenanzas del Principado, diarios de la época, y volu­ m inosa correspondencia de Francisco A rias de Velasco, com andante de la división de alarm a de Ventana, “tres importante p ou r l ’histoire des alarmes asturiennes” . A rch iv o hoy en paradero desconocido. (7) J.L. P erez de Si bien Españolito C a s t r o : El Diccionario..., cit., p. 127. (loe. cit.) asegura que volvió a pertenecer a la Junta 910 J.L. PEREZ DE CASTRO R E S U M E N H IS TO R IC O DE LOS G REM IO S DE GRADO E N SU O R IG E N , CO NSE RVACIO N Y E X T IN C IO N , IN T IT U L A D O S DE A D E N TRO Y FU ERA AUNQUE AVECIND AD O S E N LA V IL L A M O TIVO A L O R IG E N : En 7 de Fevrero de 1441 por Fernando González del Castillo, co­ rregidor de Asturias, a pretesto de la necesidad de unas ordenanzas para que los vecinos de la Pobla y concejo de Grado viviesen en justicia y se evitasen en lo sucesivo los daños, muertes e feridas que regularmente sobrevenían al hacer y elegir los oficiales; pro­ puso unas ordenanzas ante los que entonces eran, y mandó que al efecto se convocasen dos o tres Hombres de cada termino, de los mas honrados, antiguos y entendidos; que se juntasen otro día M iercoles para acordarlas con ellos, y publicarlas en el siguiente dom ingo en concejo. Congregados en el Campo de Grado en 12 del mismo mes, Corregidor, Juez, Regidores, Personero, Hombres bue­ nos hijos dalgo y Labradores convocados en form a, se les expresó p or el corregidor a lo que eran llamados y les fueron leidas las ordenanzas, que se reducen a varios capítulos: 1.°) Que fuesen hechos en la Pobla y concejo de Grado, 6 per­ sonas por fieles Regidores: los tres hijosdalgo, y los otros tres labradores que sean vecinos de dicho Concejo, moradores en la Pobla de Grado e Alfoces e Lugares según costumbre; a saber: en dicha Pobla un fiel, en el Alfoz de Salcedo otro, en el Alfoz de Gra­ do dos, y otros dos en el Alfoz de Candamo. 2.°) Que fuesen elegidos dos Jueces: uno en la dicha Pobla de Grado, que sea Juez en todo el Concejo, y otro en Candamo que tengan jurisdicion según que entonces la usaban. Que el Juez de dicha Pobla y los que de alli adelante fuesen el dia de Sn. Juan Baptista hasta la hora de misa, nombren dos personas de buena fam a y abonados, cuyos nombres escriban en dos cédulas iguales, las reserve el Juez en su regazo, y otra buena Persona sin sospecha, saque la una delante del pueblo, o la m ayor parte e el nombre de tal, ese sea Juez por todo el año, y del mismo m odo se haga la elección del de Candamo. en el trienio del 15 al 18, lo cierto es que C a n e l l a : R e p r e s e n t a c i ó n . cit., no le incluye, por lo que Constantino Suárez debió de su frir confusión con el h ijo : Sancho A ria s de Velasco y A ria s de Velasco, quien sí lo hizo ya en la de 1814-15 y 1815-18 por A v ilé s ; y como tal le incluye C a n e l l a : Ibíd., pp. 23 y 26. LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO 911 3.°) Que los 6 Regidores, cada uno en su respectivo Alfoz, nom bre dos Personas, y sus nombres sean escritos en cédulas igua­ les y se haga la elección según va referido. 4.°) Que sea nom brado un Personero en todo el Concejo alter­ nando un año en la Pobla de Grado, y otro en el A lfoz de Candamo. 5.°) Que haya 4 Alcaldes Ordinarios en los Lugares y que los jueces elijan corredores uno en cada Alfoz. 6.°) Que el Odn. dado hasta aqui sea hecho y cumplido dentro de la cerca de dicha Villa, y que los vecinos de ella prim eram ente en el día de San Juan, y despues los Alfoces, entren en la Pobla, sin llevar armas ni hombres poderosos de afuera y para evitarlo que el Juez ponga guardias a su Puerta hasta que esten hechos dichos Oficiales. 7.°) Que haya en ella Hom bres poderosos; y continua ponien­ do otros capitulos, reducidos a que los vecinos no hagan bandos en el concejo. Que los electos no vuelvan a ser elegidos hasta pa­ sados 3 años; que las elecciones se hagan sin intereses y no por deudo ni parentesco: que antes de la elección, se haga juram ento delante del Pueblo: Que se excluya de dichos oficios a los Clérigos y N otarios: Que no haya Ayuntamiento Ordinario mas que una vez al año y se previene el m odo de repartir los mrs. en el Con­ cejo; y concluye que oidas estas ordenanzas, dijeron todos qe. en­ tendían que lo ordenado era en gran servicio de Dios y del Rey y en gran pro del Concejo, y pidieron al Corregidor lo mandase cumplir. O RIGEN En 13 de Junio de 1450 se otorgó escritura de concordia por Juan González de Tamargo, y Juan Hernández de Grado, p or sí y por sus Parientes e Aliados de la una parte: Luis Hernández, Alva­ ro Hernández, y Luis Hernández, el mozo, y otros p or sí y por sus Parientes de la otra; relacionando en ella y porque hubiesen de costumbre y siempre en dicha Pobla de Grado e Concejo de el, hiciesen Jueces e Regidores y otros oficiales que se havian de hacer y elegir p or los vecinos que eran y fuesen de ella e servicio de los Señores Regidores e principes, e según costumbre usada guardada asi por sus Padres, Abuelos, y Antecesores, como p or los otorgan­ tes y p or quanto de la dicha elección habían recrecido e solido recrecer muchas desazones y escándalos, para evitarlos se convi­ nieron: Lo 1.°) Que por cuanto entre ellos en dicha Pobla el día de 912 J.L. PEREZ DE CASTRO S. Juan, había de ser hecho un Juez Ordinario en dicho Concejo y un fiel y Regidor, y lo mismo en cada un año siguiente y un personero de 3 en 3 años; ordenaron que los dichos oficiales fuesen hechos entre los otorgantes en esta manera: Que en el año proxi­ mo e S. Juan inmediato, se eligiese Juez de parte de Luis Hernan­ dez y consortes, y en la persona que lo acordasen; 2.°) entre sus parientes y el de Personero y Regidor y fiel, fuesen hechos y ele­ gidos de parte de Juan Gonzalez, Juan Fernandez y sus Parientes y las personas que acordasen; y que de allí adelante los dichos oficios fuesen hechos y se diesen entre ellos alternando de form a que un año fuese el oficio de Juez de un Partido y el de R egidor y fiel de otro, y al siguiente por el contrario, lo que se observase así entre ellos com o de los que de ellos viniesen eligiendo respec­ tivam ente de su parte los que les correspondiesen y las personas que les pareciesen, de manera que vinieron a quedar con la elección activa y pasiva: y despues de estos particulares concluyeron con que los otorgantes, ni alguno de ellos, ni los que de ellos viniesen «n o demandarían, tomarían, ni aconsejarían tomar, ni demandar, los dichos oficios ni alguno de ellos a Rey ni a Principe ni a Co­ rregidor, ni alguna otra persona para lo sacar del fuero y costum­ bre usada, que se usó en los tiempos pasados, que se contenía en sus ordenanzas de dicho Concejo; y aunque las tales Justicias y Señores, y alguno de ellos se los diesen o quisiesen dar, que los mrs. tomasen, y que si los diesen a otra Persona que no se lo con­ sintiesen, e se opusiesen contra ellos todos en uno, y para que con más fuerza lo defendiesen, cuya escritura pasó ante N otario mi. y testigos. (S o lo en tiempos bárbaros podian correr estas cláusulas»). A PRO BA CIO N R E A L Y S I G U E N L O S D O C U M EN TO S A S U C O N SE R V A C IO N En 24 del mismo mes, estando dentro de la Casa de la Pobla de Grado ante el propio Notario todos los vecinos y moradores de ella, asi hijosdalgo com o labradores, llamados según costumbre para hacer sus oficiales, habiéndoles leido la anterior escritura «tam bién dijeron que era bueno y bien hecho, por quanto se evitavan muchos escándalos y daños y que por tanto lo otorgaban e otorgaron y se obligaron a guardarlo; y cumplirlo; y conform e a ella en el mismo auto pasaron a hacer la elección y nombramiento que también aprobaron los vecinos bajo de juram ento y dichas ordenanzas y escrituras de convenio fueron presentadas ante los Sres. Reyes Catholicos, estando en M adrigal en 24 de Abril de 1476, LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO 913 las que aprobaron y confirm aron y las mandaron guardar y cum­ p lir al Concejo, Juez, Regidores, Hombres buenos y escuderos que eran, de alli adelante fueren», sin perjuicio de persona alguna que derecho tuvieren a los dichos oficios, y al poner, y nom brar de ellos». En 17 de Julio de 1535 se libró provisión por los Sres. del con­ sejo, en la cual relacionándose que en la ciudad de Oviedo y otros lugares se hacian las elecciones por suertes y en otros p or votos de que se seguían perjuicios se mandó se guardasen las ordenan­ zas de Hernando de Vega (o tro corregidor del Principado que las habia hecho generales para el y aun rigen muchas, y también para el sistema que devian tener los pueblos en las suyas) y requerido que fué el M ariscal de León, Corregidor del Principado, pasó a la villa de Grado y asi dichas ordenanzas como la citada provisión, se notificaron a Jueces y Regidores que obedecieron y en cumpli­ miento pasaron a hacer la elección y haviendo hechado cada uno dos cédulas, salió p or Juez, Gómez González. Dió m otivo esto a que por los gremios se interpusiese apelación a la Chancilleria, donde pretendieron su revocación, suponiendo se havia ejecutado contra la costumbre inm em orial y ordenanzas que tenian confirm adas por los Reyes Catholicos. El dicho Gómez solicitó su confirm ación fundando su derecho en lo mandado por la Real pro visión: A esta pretensión se adhirieron los vecinos de los 3 Partidos; es a saber, de Salcedo, A lfoz de Grado, y el de Valdepram aro, y con Audiencia del Fiscal que solicitó lo m ism o que estos, se dió sentencia de vista confirmando la referida elección ejecutada p or el Corregidor del Principado, y habiéndose suplica­ do p or los Gremios y hecho probanza, se dió sentencia de revista revocando la anterior, y elección de Alcaldes, Regidores y otros oficiales, y mandó que de allí adelante, los que se nombrasen en cada un año en la dicha V illa de Grado y sus Alfoces, fuesen un año del Grem io de adentro y otro del de afuera entre los linajes de dichos gremios, conform e a las ordenanzas confirmadas p or los Sres. Reyes Catholicos, con que la elección no se hiciese p or votos, sino p or suertes, conform e a la Provisión de S.M. y a las ordenan­ zas hechas p or Hernando de la Vega, de que se lib ró Real carta ejecutoria en el año de 1539. En 11 de Enero de 1562, se expidió Real Cédula firm ada de S.M. dirigida al C orregidor de el y Juez de Residencia del Princi­ pado o su Lugar Teniente en la cual se relaciona com o se habia mandado crear de nuevo en cada Concejo, un Alferez con ciertas preeminencias y facultades de que se habian representado a S.M. 914 J.L. PEREZ DE CASTRO ser de grande perjuicio particularmente en lo que tocaba a las elecciones y nombramientos de oficiales en que pretendian dichos Alfereces ser siempre electores, de todo lo cual se había recibido inform ación, la cual vista en el Consejo de Hacienda con el dicta­ men dado por el Corregidor que a la sazón era del dicho Principa­ do, se habian mandado guardar los títulos con ciertas limitaciones, excepto en lo tocante al concejo de Grado que se reservó dar pro­ videncia separada de lo que se debia de observar: y visto lo alegado por parte de la V illa y Concejo de Grado acerca de que en ella no podia haber Alcaldes, Regidores, ni otros oficiales algunos que no fuesen de los dichos Gremios que se decían de adentro y fuera, y en atención también a lo alegado por el Alferez fué acordado ex­ pedir una Real Cédula por la cual se declaró y mandó, que dicho Alferez que entonces era, o en adelante fuese, no pudiese entrar, ni entrase, en dichas elecciones, ni tener voz activa ni pasiva, y que acerca de ello se guardase y cumpliese la costumbre y estilo que siempre se habia tenido: Cuya Rl. Cédula se hizo saber al Governador que entonces era del Principado, y también al Theniente General que la obedecieran. En 23 de Febrero de 1586 por el Consejo de Hacienda se des­ pachó orden dando a Geronimo de Briceño, que entonces era Co­ rregidor del Principado, que citadas las Partes a quienes tocase, hiciese una inform ación sobre si convenia que en la V illa y Con­ cejo de Grado y sus Alfoces se vendiesen y perpetuasen los oficios de Regim iento de ella, cuantos y a que precio, y si de ello podría resultar algún inconveniente en perjuicio de S.M. En su cumpli­ miento p or dicho Corregidor se practicaron varias diligencias con citación de Domingo Tamargo y otros; y habiendo oido en su ra­ zón a las feligresías y Alfoces de todo el Concejo y también a los Gremios, se hizo pr. estos presentación de las ordenanzas, Real Cédula, y ejecutoria que van referidas, y con vista de todo se in­ form ó por dicho Corregidor que se podían vender en dicha V illa y Concejo 10 oficios de Regidores y uno de Alferez, que tuviesen voz activa en las elecciones para que todos los vecinos gozasen de los referidos oficios, con lo que estaría mas bien gobernada la Repú­ blica, ninguno tendría m otivo de descontento, sino los pocos Indi­ viduos de los Gremios que entonces los gozaban p or ejecutoria, de que rem itió Copia igualmente que de las ordenanzas de la V illa y Concejo, en su vista y sin embargo de lo expuesto, por sus partes se mandaron vender no obstante dichos oficios por auto de 20 de Junio de 1587. Habiéndose suplicado, por otro de 20 de Julio del mismo año se confirm ó el anterior, con que el Corregidor señalase LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO 915 20 personas de las mas hábiles y suficientes que pudiesen servir los oficios, los que fuesen 10 de los Gremios de dentro y fuera, 5 de cada uno, y los otros 10 vecinos de la V illa y concejo; y para Regidores de los Alfoces y feligresías se viese el numero que fuese menester en cada A lfo z y feligresia, señalando y enviando Personas dobladas, que fuesen tales, excepto del A lfoz de Candamo, que por entonces y hasta que el consejo provehiese y mandase otra cosa, no se habian de vender los dichos oficios. Librada la correspon­ diente provision de este auto, y practicado varias diligencias, se v olvió a recu rrir al consejo, p or quien en 6 de M arzo de 1589 se mandó que los dichos oficios de la V illa y concejo de Grado y sus Alfoces, se vendiesen y perpetuasen com o estaba acordado, dando la m itad de ellos a los citados Gremios de adentro y fuera con que no lo pudiesen renunciar en Persona alguna que no fuese de los dichos Gremios; y en que se les habian de dar la m itad de los Jue­ ces que se hubiesen de elegir en esta manera: Que el prim er año los Gremios habian de proveher los dichos oficios de Jueces: el 2.° la dicha V illa y A lfo z de Grado: el 3.° los Gremios: el 4.° los Alfoces de Valdepram aro y Salcedo; y 5.° los dichos Gremios. Con­ firm ado este auto p or otro posterior, y librado el correspondiente despacho para su execución, com etido a un Dn. Christobal de Quesada, pasó al concejo, hizo varios requerim ientos a los Gremios para que tomasen los oficios, y por haberse escusado a ello, vendió algunos a varios particulares vecinos a quienes despachó los co­ rrespondientes títulos. Tratando estos, Puestos en posesion, de hacer la elección de o fi­ cios, se opusieron los Gremistas y despues de varios recursos que se siguieron y substanciaron con el fiscal y demas interesados, se pronunció sentencia en 9 de Feb°. de 1594, que se confirm ó por otra de 1595, declarando en ella que las facultades contenidas en los titulos de Regidores de dicha V illa de Grado, Valdepram aro, y Alfoces de Grado y Salcedo, no se debian entender para la elec­ ción de oficios, y se mandó guardar y observar en esto la form a y orden de la Carta ejecutoria presentada por los Gremios: se dieron por ningunas las elecciones hechas por los Regidores y que estos devian de usar de sus empleos en aquellas cosas y casos en que lo usaban al tiem po que S.M. les hizo merced de ellos, y en cuanto no fuesen contra la ejecutoria, y de estas providencias se despachó por la contaduría de Hacienda ejecutoria en forma. En 18 de A b ril de 1741, se dió sentencia por la Real Audiencia del Principado, en el pleyto que Dn. Lázaro Cuerbo instauró en ella en 16 de M ayo de 1736, contra los Individuos de los Gremios 916 J.L. PEREZ DE CASTRO que resistían darle entrada en ellos como descendiente que era de sus Linages, y como tal le correspondía el goce de sus preheminencias, declarando que así el citado D. Lázaro com o todos los demás que fuesen descendientes de los del Gremio, no pudiesen tener voz activa ni pasiva, no viviendo y habitando en dicha V illa la mayor parte del año, o todo el; y aunque de esta sentencia se suplicó no parece llegó a determinarse definitivamente la causa. En 9 de Julio de 1773, por D. Juan de Navia Marqués de Ferrera y D. M artin de Cañedo, vecinos de la Ciudad de Oviedo, se acudió en demanda de propiedad a la misma Real Audiencia exponiendo que siendo correspondiente la elección de Jueces y mas oficios de justicia en los Pueblos donde no hay Regidores perpetuos a los vecinos de cada uno, en el concejo de Grado tenian usurpada esta regalia algunos particulares que, con el figurado titulo de Gremios de adentro y fuera con notorio despotismo ejercían el o ficio de juez, alternando entre si, nombrando y repartiendo los demás o fi­ cios con cuya instrusión carecia el vecindario de las facultades que p or derecho le correspondían,y concluyeron con la pretensión de que se declarase toscar el nombramiento de oficiales a S.M. y en su nom bre a los dichos Demandantes y demas vecinos de la citada V illa y Concejo, en la form a que se ejecutaba en todos los del Prin­ cipado, y que los llamados Gremios, no tuviesen mas intervención que la que qualquiera otro vecino; dado traslado y substanciada la causa con intervención fiscal que la ha protegido en favor del Público, conclusa sin haberse hecho probanza, ni presentándose documento alguno de los que quedan referidos, vista en 23 de Ene­ ro de 1774, se sentenció, declarando tocar a S.M. el nombramiento de oficiales de Justicia del concejo de Grado, y en su Real nombre, a los vecinos de el, y se condenó a los que se titulaban Gremios a que en lo sucesivo se abstuviesen de nombrar, y no im pidieren a los demas vecinos hacer la elección libremente, sobre que se les impuso perpetuo silencio. De esta sentencia se apeló por Dn. Francisco Fernandez M iran­ da, y aunque se contradijo por el Marques de Ferrera y fiscal de esta Audiencia, se admitió en ambos efectos. Llegados los autos a la Chancilleria, alegaron las partes, se recivió la causa a prueba: no se hizo alguna por testigos, solo sí por instrumentos, que fue­ ron entre otros de poca importancia, los que quedan referidos. En ella se m ostró parte D. Francisco Arias de Velasco, y varios veci­ nos que le otorgaron poder del Partido de Candamo y otras Pa­ rroquias del concejo de Grado: y habiendo pasado al fiscal, se expuso por este que la sentencia era digna de confirm ación, no LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO 917 solo por lo expuesto p or el fiscal de Oviedo, sino también por que esta, causa dos respetos: uno las regalias de S.M. sobre dar nueva form a a los oficios públicos y sus elecciones cuando lo juzga con­ veniente a la causa Pública: y el otro el derecho p rivativo entre los vecinos del Concejo de Grado, Gremistas y no Gremistas, sobre el hacer estas elecciones mientras S.M. les perm ita precariamente el uso de ellas. Que de estos dos aspectos, el 1.° es de derecho po­ litico y regalía inherente a la Soberanía, en cuya virtud le perte­ nece el derecho de juzgar por sí o por sus ministros las diferencias y litigios de sus vasallos y de establecer los grados o instancias de los juicios cuyo ejercicio en las justicias inferiores se pueda enagenar o perm itir precariamente su uso a los Pueblos p o r m edio de las Personas que eligiesen sus vecinos. Que durante este uso precario pueden entre si los vecinos arbitrar o concordar el m odo de la elección en cuanto por S.M. no esté ordenada y p or consi­ guiente puedan entre sí, por costumbre o prescripción, adquirir reciprocam ente este derecho pero siempre, por el tiem po que du­ rante este uso y perm isión de S.M. Que es asi mismo cierto, que éste en consequencia de sus soberanas obligaciones debe, o quitar del todo o a lo menos mudar la form a de dicho uso, quando ad­ vierte que este se ejerce con injusticia, con daño del beneficio común, y contra sus Soberanas intenciones; en cuyo caso debe dar nueva form a, cesando desde este momento todos los autos que hayan m ediado entre los vecinos, ya sean en concordias, orde­ nanzas, ejecutorias, u otros semejantes, com o dependientes. Que el m ism o derecho tiene S.M. quando esta jurisdición de prim era o in ferio r instancia se halla enagenada por que siempre le queda salvo el derecho supremo e inabdicable de la salud publica; pero es necesario que sea mas claro y notorio el abuso en este caso, que quando esta jurisdición la tienen los vecinos p or un nuevo uso precario, p or que allí se trata de privar al Dueño de un derecho adquirido por título perpetuo y aqui de ningún m odo; y p or lo mismo, bastan en este caso a S.M. y sus tribunales un ju icio racio­ nal, o prudente para dar nueva forma, que evite los inconvenientes consiguientes a la antigua: Que sentados estos principios, y la cer­ teza de ejercer el Concejo de Grado por uso precario de S.M. y no p or ser Enagenación onerosa, y haver entre sus vecinos concorda­ do y prescrito la form a de sus elecciones, de manera que hoy la ejercen dos fam ilias o Gremios con odio de los demás vecinos, y con tanto daño de la salud publica com o suponen las leyes: es claro que la Sala en quien S.M. tiene depositada su potestad para atajar estos daños y reducir sus elecciones a la observancia de las 918 J.L. PEREZ DE CASTRO leyes, debía confirm ar la sentencia de la Audiencia de Oviedo; sin embargo de cualesquiera derechos que los Gremios alegaron por documentos presentados, pues estos no obstan al derecho político y supremo de S.M.». En este estado se expidió Rl. Cédula a instancia de D. Francis­ co Fernández Miranda, en virtud de precedente inform e, por la cual se mandó que esta Causa se viese con Sala entera, p or la que, en 14 de Noviem bre se pronunció sentencia revocando la anterior del Regente y Oidores de la Audiencia de Oviedo, y en su conse­ cuencia se declaró tocar y pertenecer a S.M. el nombramiento de oficiales de Justicia de la Citada V illa y Concejo de Grado y en su Real nombre a D. Francisco Fernandez Miranda y demás individuos de los Ilustres Gremios y Linages, causando esta sentencia nueva ejecución en favor de ellos: P R IN C IP IO D E LA E X T IN C IO N En seguida recurrió a la Real Persona el D. Francisco Arias de Velasco p or representación que le hizo en 19 de Diciembre de 1780, solicitando de S.M. la libre elección de estos oficios entre los ve­ cinos de la referida V illa y concejo, y no habia estimado la Chancilleria, siéndole remora la referida confirm ación de los Señores Reyes Catholicos para no haver restituido a su Centro la adminis­ tración de Justicia y evitar para siempre las perniciosas conse­ cuencias de su vinculación y estanque, concluyendo en pedir que siéndole necesaria a S.M. mayor instrucción que la circunstanciada que abrazaba esta representación, se sirviese mandar que la misma Chancilleria pasase a sus Reales manos los autos originales, o los remitiese al su Consejo de Castilla para que este supremo tribunal consultase sobre este asunto gubernativo su parecer a S.M., se dignó en su virtud pedir inform e con dictamen al Gobernador del Consejo, y este en la misma form a al Presidente de la Chancilleria, y elevados a S.M., se sirvió en 22 de Junio de 1782 expedir el Real Decreto siguiente: «E n terado el Rey de la instancia hecha a su Rl. Persona por Dn. Franco. Arias de Velasco pr. si y a ncm bre del Concejo y vezs. de la V illa de Grado con m otivo de las sentencias dadas pr. la Au­ diencia de Oviedo y pr. esa Chancilleria en el pleyto que han seguido sobre qe. la eleccn. de Jueces y mas oficios de justicia se haga pr. los vecinos de los Pueblos del mismo concejo en qe. no hubiese Regidores perpetuos, se ha servido S.M. mandar qe. se abra el juicio LOS NOBLES GREMIOS DE GRADO 919 en dho. pleyto, y que sin embargo de qualesqa. usos y costumbres qe. puedan ser perjudiciales a los derechos de S.M., a la causa pu­ blica y en detrim ento y menos cabo de sus Vasallos, buelba esa Chancilleria a ver y determ inar el citado pleyto conform e a lo dis­ puesto p or dro. y leyes del Reyno concurriendo a la vista y deter­ minación con los M inistros de una Sala entera el Presidente de ese tribunal. De Ordn. de S.M. se lo participo a Vmd. pa. su inteligen­ cia y cumplimto.: E l Governador del Consejo: Sor. Dn. Fernando de R o ja s»: (era Decano de la Chancilleria y el Presidente se halla­ ba en la Corte). Presentado este Real Decreto en la Chancilleria, se abrió de nuevo el ju icio en la causa y con nuevos emplazamientos a los Gremistas, se volvió a substanciar, y conclusa, se dió en 26 de M arzo de 1803 la sentencia siguiente: «Fallam os atento a los nuebos autos antes nos hechos y presentados en este grado de su­ plicación que la sentencia definitiva en este dho. pleyto y causa dada y pronunciada pr. algs. de los ohidores de esta Rl. Audiencia y Chancilla. del R ey nro. Señor en 14 de Novre. del año pasado de 1780 de que p or parte de los referidos Dn. M artin de Cañedo Velazquez y Arguelles, Dn. Franco. Arias de Velasco, y mas consortes, fué suplicado, es de enmendar: y para ello la debemos de rebocar y rebocamos, y damos por ninguna y de ningn. valor ni efecto: y haciendo justicia confirm am os en todo y por todo la dada y pro­ nunciada en 23 de M arzo del año pasado de 1774 pr. el Regle, y Alcaldes mayores de la Rl. Audiencia de la ciudd. de Oviedo la qual mandamos sea llevada a pura y devida egecucn. con efecto y no hacemos condenación de costas: y pr. esta nra. sentencia definitiva, así lo pronunciamos y mandamos. Señores Dn. Fernan­ do de Rojas, Dn. de Chaves, Dn. Juan Ant.° García de Herreros. El Conde de Isla Dn. Fernando M uñoz». Obtenida la correspondiente Real Carta ejecutoria (qu e se halla en la secretaria de Cámara de Dn. Carlos de la Escosura López) se hizo p or el D. Francisco Arias de Velasco presentación de ella en la Real Audiencia de Oviedo, pidiendo Juez de letras para su cum plim iento y fué elegido D. Bernardo Estrada Valvidares, quien asistido de escribano y Alguacil de su confianza, habiendo pasado a la referida V illa, y reasumido en sí la Jurisdicion y todos los demás oficios en los 16 y 17 de Agosto del mismo año de 783, en junta plena concurrida de 42 Diputados, uno pr. cada Parroquia, abrazando este número las que constituyen V illa y concejo, hizo las elecciones de Jueces y demas oficiales de Justicia, arreglándose p or entonces a la propuesta provisional que para expedición del 920 J.L. PEREZ DE CASTRO negocio habia hecho el fiscal de la Audiencia; y fueron la de dos Jueces prim ero y segundo, Procurador general, 8 Regidores y 4 Alcaldes de la Hermandad: uno de los Regidores debe ser decano, y este, los Jueces y Procurador general, alternan en los 4 partidos de Valdepram aro, en que se incluyen la V illa Capital, Alfoces de Grado, Salcedo y Candamo, de modo que uno tiene la Judicatura primera, otro la segunda, otro la Procuración general y otro el R egidorato decano y p or este orden siguen la alternativa. Los Re­ gidores son dos en cada partido, que componen los ocho referidos incluso el Decano, los Alcaldes de la Hermandad uno en cada Par­ tido. La elección se hace por 3 electores por cada partido. Cada una de las Parroquias nombra para ella su Apoderado, y reunidos los de cada A lfo z entran al cantaro, y los tres prim eros que salen quedan electores. Todos estos 12 o por suerte o concordia hacen la elección de todos los oficios referidos. Candamo tiene además su Juez de Jurisdicion lim itada a su solo continente, y algunos Regidores (creo que son 5) para la ad­ ministración de algún caudal de propios peculiar suio que no entra a la masa común del concejo: pero en lo politico y m ilitar es pri­ vativo el Juez prim ero del Concejo y también en la parte guberna­ tiva que no sea la referida. Esta elección de oficios lim itados al solo A lfo z de Candamo, la hacen sus mismos vecinos concurriendo los que quieren al pórtico de la Iglesia de Grado (costum bre anti­ gua); y sacando alli sus electores o las preside el Juez prim ero, o la preside el segundo. Aunque com o queda dicho la elección de los oficiales de Repú­ blica hecha por el Doctor don Bernardo Estrada es conform e, o ha sido a lo propuesto por el fiscal, sin perjuicio de darla otra form a si se hallare mas conveniente, sigue en los mismos términos hasta ahora porque se considera la mas oportuna; y es lo dicho quanto en substancia se puede, o hay que decir en este corto resu­ men; que aunque largo al parecer para dar y ceñir noticia en la obra al efecto que se pide para su devida exactitud en el extracto que se medite, no pareció deberse om itir circunstancia importante alguna y no es poco lo que se ha analizado en expediente tan volu­ minoso, quedando omiso cuanto se ha considerado im portuno». ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS. PRODUCCION LITERARIA (1962-1965) E L AU TO R Y LA C R IT IC A POR M A R IN A V IL L A L B A A LV A R E Z Tratar de explicar aquí el porqué de la llegada de Casona a España, después de veinticinco años de exilio por tierras america­ nas, sería com pletam ente inútil, ya que la crítica española se ha ocupado, quizá demasiado, del asunto. Simplemente añadiré algu­ nas palabras del propio Alejandro para responder a esta cuestión: «M e gustaría volver a España, que no olvido una sola hora de m i vida y a quien, desde lejos, he aprendido a amar con más fuerza y pureza. Me gustaría volver a esa Murcia, donde V. puso en mis manos los primeros poemas que me desper­ taron a las letra s...» (Carta a A. Sobejano, Buenos Aires, 11-08-60) «H e vuelto porque tenía hambre y sed de España. Un hom­ bre desterrado es un hombre traducido. Necesita su tierra, su aire, sus raíces para vivir verdaderam ente.» «T o d o mi teatro está escrito pensando en España. Han sido unos años de prueba...» ( R e g id o r , M.: «Prim era figura del teatro universal: A. Casona», Libertad, Valladolid, 26-09-64). Una vez afincado en España, la crítica se m ostraría benévola, en su mayoría, excepción hecha de tres o cuatro críticos que inten­ taron destruir su popularidad y su nombre, después de haberlo creado ellos mismos. 922 MARINA VILLALBA ALVAREZ «H an criticado mi obra sin tener en cuenta el m om ento en que fue escrita. La indudable dificultad del ambiente, aunque la escribiera en un país de habla española. Y, sobre todo, sin conocerla en su conjunto. Los que tratan de destruir (el m ito de Casona) ahora, son los mismos que lo crearon hace unos años por su cuenta...» ( R e g id o r , M.: Op. c it.) En una carta a L. Ponce de León, director de la Estafeta L ite ­ raria (M adrid, septiembre de 1984), Casona le agradece su defensa contra el artículo de R. Domenech: «Liliputeces y evasión», carta que reproduzco a continuación, si bien tomando únicamente las frases más significativas: A) «... Cuando el «ta l» afirma rotundamente que mi teatro no interesa a la juventud, sabe perfectamente o debería saber, circunscribiéndonos a España y a hoy, que en Certamen Nacional de Teatros Juveniles de Castilla, la obra premiada fue La barca sin pescador (10-04-64); que, entre las nueve provincias representadas en el Certamen Juvenil de Málaga, fue galardonada La casa de los siete balcones (21-04-1964); que en el concurso de teatro leído de las juventudes estudiantiles de Santander, el prem io correspondió a La dama del alba (9-04-64)....................... ¿A qué llamará «juventud» el tal? Si se necesitan testimonios más allá de la frontera, puede añadirse que los estudiantes de la Universidad de M ontpellier han form ado un grupo dramático en el que representan a Ram ón de la Cruz, Valle Inclán y Ca­ sona; que en los Estados Unidos las más conocidas edi­ toriales ... han Dublicado siete de mis comedias para el estudio del castellano en las universidades, mientras más de veinte de sus teatros universitarios las representan; que en París las publica la revista «Avant S c è n e .»........ B) ... El tal afirma como dogma que mi ret>ertorio sólo es alimento útil para la burguesía reaccionaria... y de­ bería saber que, en el momento en que escribe esto, mis obras están a todo honor en las carteleras de los teatros más importantes de Checoslovaquia, de Polonia o de Rusia, cuyo público v comités seleccionadores no son precisamente lo oue él llamaría «burguesía reacciona­ ria »... También debería saber que la actriz que más • m ejor ha hecho mis obras en Alemania Occidental ha sido la más resuelta enemiga del nazismo... ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 923 C) Respecto a que yo he llegado justo a tiem po para here­ dar al público de Paso, debería saber que ese mismo éxito de centenares de representaciones lo obtienen tam­ bién en países de signos y culturas tan diversas com o Suecia, Israel, Holanda o Grecia, donde no creo que el Señor Paso haya tenido un solo espectador que dejarm e en herencia. D) A firm a que mi teatro puede triunfar en el público, pero no resiste a la crítica...; en esta temporada últim a la crítica barcelonesa por catorce votos contra dos conce­ dió su galardón a La barca sin pescador, aunque quizá, a su juicio, la crítica de Barcelona no merezca ser con­ siderada com o « c r í t i c a » ....................................................... Para él España son 30 millones de palurdos con una islita aristocrática de café con leche, donde charlan con una irresponsabilidad despiadada a los que dom inó él y su media docena de lilip u tis ta s ...................................... N o percibe de mí, por su labor de propaganda, nin­ guna clase de subsidio, ni ahora, ni hace cuatro años cuando iba por todos los Ateneos de España, proclaman­ do a golpe de retórica v vaso de agua, las excelencias de mi teatro. Todo lo que ha hecho por mí o contra m í ha sido absolutamente gratis.» Por otra parte, en la revista «P rim er Acto», J. M onleón publica las siguientes palabras de A. Casona: «L a crítica debe orientar, esclarecer, documentar... Mire, Monleón, el creador es por definición subjetivo, pero el crí­ tico ha de ser objetivo. Así han sido todos los grandes crí­ ticos que han pasado a la h istoria...» ( M o n l e ó n , J.: «Alejan dro Casona frente a su teatro», P rim e r A cto, n.° 49, Madrid, enero 1964, pp. 16-19) El com prendía perfectam ente las acusaciones de ciertos críticos de teatro, influidos por el realismo en voga. Estos le consideraban un autor de teatro de «evasión ». Valgan estos testimonios suyos para anular cualquier malentendido: «S e me ha acusado por algún sector de escribir un teatro de evasión, v vo entiendo que mi teatro es fundamentalmente 'antievasionista'.» (Art. citado: Op. cit. de R e g i d o r , M .) 924 MARINA VILLALBA ALVAREZ «N o estoy conform e con el calificativo de 'evasionism o' que algunos críticos, incluso de buena fe, me han encajado co­ mo un cordial sambenito. N o soy un 'escapista' que cierra los ojos a la realidad circundante, creyendo anularla con el candoroso expediente de no mirarla. Lo que ocurre es, sen­ cillamente, que yo no considero sólo com o realidad la an­ gustia, la desesperación, la negación y el sexo. Creo que el sueño es otra realidad tan real como la vigilia, que una gota de llanto enamorado es tan humanamente respetable como cualquier gota de sudor, y que la m ayoría de las verdades que nos permiten curar una llaga o acercarnos a la luna se las debemos, en prim er lugar, a nuestra m aravillosa capaci­ dad de fantasía. Menéndez Pidal escribió una vez que, para los españoles, además de la realidad inmediata y vulgar, existe una segunda realidad, contagiada de prodigio, una realidad extraordinaria que aparece ya en E l Poem a del Cid, pasa p or el R om ancero y estalla en toda su plenitud en E l Q uijote. Si lo que han pretendido mis críticos es incluirme en esta segunda realidad prodigiosa y españolísima, muchas gracias.» ( C a n o , J. L.: «Charla con A. Casona», Insula, n.° 191, Madrid, octubre 1962, p. 5) La revista «P rim er Acto», que, sin duda, ha sido la que más atacó el teatro de Casona, da sus razones del porqué de su crítica feroz en un artículo publicado en la misma revista a la muerte del escritor español: «... no tardaríamos en com probar que no había aportado nada rigurosamente nuevo y que su dinamicidad sería sólo un pequeño vendaval que levantaría el polvo ya añoso de nuestra escena para dejarla otra vez posarse cuando su ím ­ petu inicial disminuyera... Atacamos el teatro de Casona con una pasión y una dureza que no eran sino consecuencia re­ fleja de la importancia que había adquirido, una importancia que ni podíamos ni debíamos ignorar... Muy probablemente contra la voluntad de su autor, el teatro de A. Casona, pre­ cisamente a causa de su medianía com o tal teatro y de la endeblez de sus peculiaridades estilísticas, quedó casi auto­ máticamente enrolado con el gran bloque del teatro de la derecha, reclamando a gritos para sí significación tan pacata v conservadora como la que hoy detentan los de José M.a Pemán o A. Paso... Si Casona no tenía acceso com o escritor a la verdad era porque ésta le era aiena instintivamente, por­ que su poesía tenía como cantera un tipo de ensoñación v fantasía que se detenían en sí mismas y se bastaban solas para mantenerse en pie, por com pleto indiferentes a la suer­ te del hombre real v palpitante...» ( F e r n á n d e z S a n t o s , A.: «A lejan dro Casona», P rim e r Acto, n.° 68, Madrid, 1965, pp. 48-50) ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 925 Y dejando a un lado las críticas teatrales, hay que decir que Casona veía en el nuevo teatro español la solución a la crisis, en profundidad y tiempo, padecida en nuestro país. «N u estra escena tiene grandes directores que pueden codear­ se con los m ejores de Europa; brillantes autores y actores, y muchos autores jóvenes, ya victoriosos en el teatro expe­ rimental que sólo esperan una ocasión para triunfar ante el gran p ú b lico ...» ( H e r a s , A.: E l N o rte de Castilla, Valladolid, 25-09-64) «... no se puede negar que el período que atraviesa es de recuperación. Los directores son los que más han hecho pa­ ra ello... Adm iro a Buero V allejo, Sartre y M ihura... Valle Inclán es el m ejor de nuestros autores. Es necesaria una revisión más a fondo ya que se le conoce poco ...» ( R e g id o r , M.: Art. citado, Op. c it.) «... ciertos autores jóvenes como Buero y Sartre, por ejem ­ plo, es lo que intentan hacer (un teatro español, con proble­ mas, temas y expresión que sean un reflejo de lo que nos rodea), y muchas veces lo consiguen. De entre los más re­ cientes, precisamente hace unos días tuve el gusto de reunir en m i casa de M adrid a un grupo de amantes del teatro, ante los cuales Lauro Olmo leyó su última comedia, La Conde­ coración, de la que estoy seguro ha de despertar entusiasmos y polémicas fu ertes...» ( D e l A r c o : «M ano a m ano», La Vanguardia, Barcelo­ na, 18 de febrero de 1965) Posiblem ente el teatro español esperaba de Casona algo más: un teatro realista, com bativo o testimonial. Sin embargo, según declaraciones del autor a Del Arco, en el artículo citado anterior­ mente, Alejandro siempre «h a elegido y elegirá los temas con abso­ luta sinceridad». En una carta dirigida a A. Gala con m otivo de la representación número cien de Los verdes campos del Edén (M adrid, febrero de 1963) enjuiciará el realism o español en oposición a todo lo que no signifique «realism o». «... Si hoy vengo otra vez aquí, es para avisarte de un gran p eligro que estás corriendo, porque has tenido el atrevim ien­ to inaudito de llegar a la escena española con tu carga fresca de humor, de poesía, de ternura, precisamente en un momen­ to en que la poesía y la sonrisa empiezan a estar muy mal vistas entre los que dictan la moda de nuestro teatro, tan mal vistas que, de seguir así las cosas, pronto estarán con­ 926 MARINA VILLALBA ALVAREZ denadas al destierro en nombre de un mal llam ado 'realis­ mo', mucho más falso en su imitación de la realidad vital que aquella magnífica mentira desnuda en que el teatro tu­ vo su nacimiento y sus siglos de o ro ...» En el año 1962, antes de que Casona se instale definitivam ente en Madrid, se estrenan dos obras de su repertorio teatral en Ma­ drid. La prim era será: Otra vez el diablo (13-3-62), en el teatro «T o rre de M ad rid» — más tarde llamado «V a lle In clán »— por la compañía del TEU madrileño, aunque este dato no está consignado en «L a Sociedad General de Autores de España». La segunda, un mes más tarde, el veintidós de abril: La Dama del Alba, representada por prim era vez en España en el teatro «B ellas Artes», por la compañía de A. Vico. «Sorprendido el público de entonces se encontró, al regresar Casona del exilio y estrenar La dama del alba, con que aquel teatro no era de oposición al régimen ni siquiera de oposi­ ción a una clase. Esta primera impresión se fue confirm an­ do con las siguientes obras del autor presentadas al público. Aquel público tan burgués o con tantas aspiraciones a la burguesía tenía ante sus oios un teatro idealista, agradable, poetizante, pensado para el mayor deleite del respetable, en el que incluso Nuestra Natacha — la obra más temida— no pasaba de ser una deliciosa mezcla de simpatía y folletín... Esto unido a la perfecta construcción de las obras del re­ cuperado h ijo pródigo... explica plenamente el éxito masivo de las obras de Casona... Y la angustia de cómicos y empre­ sas al ver que cada vez quedaban menos. Pero Laín Entralgo aportaba un agudo argumento para aclarar aún más las razo­ nes de la afluencia de espectadores: 'Nuestro público era en su mayoría de derechas v aquellas derechas utilizaban las obras de aquel autor rojo para justificarse, para redim ir un poco sus pecados de ira, de rencor, de falta de perdón para el enemigo derrotado. Asistir a aquellos espectáculos les se­ renaba la conciencia..., les hacía sentirse liberales, objetivos. Veían el teatro de aquel rojo v lo comprendían, lo disfruta­ ban. Si todos los rojos fueran así, no tenían nada contra e llo s ...'» (1 ).................................................................................... R. Domenech en «Cuadernos Hispanoam ericanos» escribe un artículo titulado «L a Dama del Alba o la realidad poetizada», poco después del estreno. Además de indicar el gran éxito obtenido entre el público y la favorable acogida de la crítica, añade: (1) F e r n á n G ó m e z , F . : “El entreacto infinito” , Tiem po de Historia (19939- 1979): cuarenta años de España, M adrid, enero 1980, pp. 220-229. ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 927 «... La dama del alba no es, probablemente, el tipo de teatro que hoy pide nuestra época. N o hay en ella un testim onio ni una denuncia; no hay en ella una brizna de esa realidad social de que el teatro es, cada día más, un fiel reflejo ...; de 1944 a hoy el teatro español ha evolucionado en una di­ rección que es clara y manifiesta: la evolución de un teatro que busca la realidad y el compromiso, y La dama del alba tiene muy poco que ver con eso» (2). P or otra parte, el mismo Casona dice a propósito de esta obra de profunda raíz asturiana: «E stim o, en efecto, a La dama del alba com o una de mis obras más representativas, pero lo que me incitó a escribirla entre todas fue en prim er lugar su esencial españolidad. La escribí al otro lado del mar, lejos de mi tierra y de mi pai­ saje, pero con toda el alma puesta en ella. Su lugar de ac­ ción es m i aldea natal. Sus personajes son los pastores v campesinos, con Quienes me crié. Sus canciones son las pri­ meras que aprendí a cantar y sus palabras, entre poemáticas y refraneras, son las del vieio castellano astur, que tiene resonancias de buen abuelo. Todo esto puede parecer puro sentimentalismo, antes que razón artística; pero no, en úl­ tima instancia, sólo se llega a lo universal por el camino de lo nacional. Sólo se está en condiciones de hablar con el hombre, después de haber hablado larga y entrañablemente con Juan.» (C a n o , J.L.: Op. c it.) También en 1962, el público bonaerense pudo asistir a la puesta en escena de la adaptación extranjera Sueño de una noche de ve­ rano, de W . Shakespeare (28 de diciem bre), en el teatro del Jardín Botánico de Buenos Aires, por la compañía de E. Serrador y P. Es­ cudero y con música de Mendelsohn. P or otra parte y con m otivo de la conmemoración del cuarto centenario de Lope de Vega (1962), tiene lugar la creación de Peribáñez y el Com endador de Ocaña, adaptación clásica española. En 1963, Alejandro reside ya en Madrid. En el teatro «Bellas Artes» de la capital y por la compañía de E. Diosdado se estrena La barca sin pescador (16-02-63). La revista «P rim e r A cto», con R. Domenech a la cabeza, critica duramente la obra, a pesar del éxito obtenido entre el público: (2) D o m e n e c h , R . : “ La Dama del A lba o la realidad poetizada” , Cuader­ nos Hispanoamericanos, n.° 149, M adrid, 1962, pp. 276-280. 928 MARINA VILLALBA ALVAREZ «L o de Casona es grave. Alejado durante muchos años de nuestros escenarios, vuelve a ellos con una serie de obras que, si cuando nacieron ya eran viejas, hoy nos parecen pie­ zas de museo. Teatro poético, teatro donde la realidad es presentada a través de un laborioso proceso de alquimia; teatro que cuida más de lo retórico de una frase que de su verosim ilitud en el lenguaje cotidiano. Teatro, en fin, que nos da una visión amable y convencional de la vida y donde todo lo que puede tener una entidad trágica se diluye y es­ fuma por obra y gracia de un afán esteticista... Y o creo que La barca sin pescador resume precisamente todo lo que no debe ser, lo que no puede ser el nuevo teatro... A estas altu­ ras ese teatro ya no sirve y, si sirve, sólo puede servir a la reacción» (3 ).................................................................................. En el mes de abril de 1963 N. Espert pone en escena, en Sevilla, La sirena varada, obra que en julio será presentada al «Festival de Teatro Griego en Montjuich (B arcelona)». Posteriorm ente, el dieciocho de abril de 1965 y por la compañía M.F. de Ocón se representará en el teatro «Bellas A rtes» de Madrid. Pero si La sirena varada tardó en llegar a Madrid, Los árboles m ueren de pie había conseguido un enorme éxito al ser esccneficada p or la compañía de L. Prendes en el teatro m adrileño «Bellas A rtes» (18-12-63). Durante este año consigue Casona el Prem io Nacional de Teatro «M aría R olan d» de la crítica de Barcelona p or la escenificación de Los árboles mueren de pie y La barca sin pescador. En Buenos Aires se siguen representando obras de Alejandro, a pesar de no residir ya en la Argentina. Hacia 1963 la actriz B. Singerman da vida a Cartas de am or de una m onja portuguesa, mo­ nólogo en un acto. En 1964, el 29 de marzo, en el teatro «L a ra » de Madrid, tiene lugar la prim era representación en España de La casa de los siete balcones, por la compañía de A. de la Torre. En este caso también la crítica de la revista «P rim er A cto» es adversa: «L a casa de los siete balcones nos presenta, manejado por Casona, un tema que ha sido tratado otras muchas veces de diversas maneras y con diversos propósitos por el teatro. En líneas generales, el asunto trata de la disolución o des­ com posición de una fam ilia o de un clan fam iliar..., es un m elodrama sin apenas disimulos. Un drama meramente sen(3) D om enech, R .: “L a barca sin pescador de A . C asona”, P rim er Acto, n.° 41, M adrid , 1963, pp. 42-43. ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 929 tim ental... Un concepto hedonista de la belleza que parece extraído de una filosofía del egoísmo y la com odidad...; es de entre todas las obras estrenadas aquí por Casona, la peor, la más endeble. Un melodrama dulzón y sentim entaloide...» (4). Posteriorm ente J. Rodero, excelente actor, presenta E l caballero de las espuelas de o ro en los festivales de Puertollano (Ciudad Real), el día ocho de mayo de 1964. Esta pieza teatral se represen­ tará en M adrid, en el teatro «Bellas Artes», el día prim ero de oc­ tubre del m ismo año p or la compañía del citado actor. Antes de la representación madrileña había sido llevada el ca­ torce de ju lio al «Festival de Teatro G riego» de M ontjuich; y, el cinco de agosto, a los «Festivales Internacionales de V eran o» en Santander. En su autocrítica al Caballero de las espuelas de oro, Alejandro nos indica su intención al escribir esta obra tardía, a la par que alaba y actualiza la figura de Francisco de Quevedo. «D on Francisco de Quevedo, tan caudaloso de invenciones, es también el inventor de la furia española. Su insolencia es de espadachín poeta, su agresividad contra toda falsificación vital y literaria. El genio deslumbrante de su carcajada y sus arrebatos de sátira humanística son las verdaderas es­ puelas de oro con que cabalga a lomos de su tiempo, aunque en la realidad hayan existido también aquellas otras espue­ las ultrajadas a la hora de su muerte. El gran solitario entre el estruendo barroco de un siglo, con más oro ya de otoño que de gloria, es, sin duda, posible la figura más dramática de nuestra historia literaria. Su vida es un corte vertical en la España filipin a que deja al aire unas entrañas todavía fervorosas de fervor, pero ya con un estruendo podredum­ bre. Quevedo, el gran despilfarrador del idioma, siente com o nadie que la gran patria heredada es una historia que ya va quedándose sin geografía. Y acude a tapar los huecos del derrumbe con todo lo que tiene a mano, con la sátira y el aviso, con la denuncia y el sarcasmo, con el ultraje a gritos y la oración desesperada. Como expresión de todo un pueblo nadie ha llegado a tal culminación. N o hay una sola gran pasión española que no esté en él al ro jo vivo. E l orgullo, la honra, la rebeldía y el ansia de aventurar y la mística. Y de tal manera los encarna que, por ello, sigue viviendo pre­ sidiéndonos y aleccionándonos. (4) F e r n á n d e z S a n t o s , A .: “La casa de los siete balcones de A . C asona” , P rim er Acto, n.° 56, M adrid, 1964, pp. 59-61. 930 MARINA VILLALBA ALVAREZ Quevedo no está en el museo, está en la calle. P or eso me he atrevido a intentar un retrato dramático que nos es­ taba haciendo falta poner en vigencia, porque según su frase en M arco Bruto: «L a estatua del padre sería ociosa idola­ tría si sólo se acordara de lo que hizo el muerto y no amo­ nestara lo que debe hacer el vivo ». Comprendo que el intento es demasiado ambicioso Si me he atrevido a ello es porque he contado para mi amparo con la más preciosa de las colaboraciones, la del propio Que­ vedo. Quede bien claro que todo lo que hay en la com edia de claro ingenio y de estremecedora melancolía, pertenece a D. Francisco. M irador se ha limitado a una modesta artesanía para dar a su pensamiento y aventura una estructura escénica, una presencia dramática y una vida coloquial, desde el figón donde está la cofradía de la risa hasta los paisajes lunares del Bosco, donde proyecta aquellos sueños de escalofrío gro­ tesco que Gómez de la Serna llam ó certeramente «nuestra divina comedia de andar por casa». Ignoro si al final de sus días, en su amarga soledad manchega, dio por inútiles todos sus afanes redentores, o si un sueño de esperanza le cerró los ojos. Creo creerlo así y, para eso, le hago m orir en bra­ zos de una Sanchica adolescente y propular ya en el futuro.» E. Sordo en el artículo titulado «E l caballero de las espuelas de o ro » atacaba su idealización y evasionismo: «... Hay en ella una especie de tendencia escolar a idealizar en exceso al héroe revivido. Todo lo que aquí se nos cuenta de Quevedo es cierto o casi cierto. Pero hay otras muchas cosas no tan bonitas, pero sí más importantes que se han om itido con celoso sigilo... una obra para públicos poco exi­ gentes, inclinados a la evasión espiritualista...» (5 )................ A. Fernández Santos también opina en «P rim er A cto » lo si­ guiente: «... su prim era nuevo aportaba nas'. La misma turas poéticas y obra española después de tantos años nada a lo que ya habíamos visto en 'las argenti­ prosa, el mismo lirismo, las mismas estruc­ m entales...» (6 )................................................. (5) S o r d o , E . : “El caballero de las espuelas de oro” , Prim er Acto, n.° 57, M adrid , 1964, p. 54. (6) F e r n á n d e z S a n t o s , A . : “V iejos autores. A utores nes” , P rim er Acto, n.° 62, M adrid, 1965, p. 6. nuevos. Reposicio­ ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 931 Durante su estancia en España se representa en Buenos Aires, el veinticuatro de ju lio de 1964, Don R odrigo, en el teatro «C o ló n », con música de A. Ginastera. Esta ópera era desconocida en España y sólo poseían el ejem plar y la cinta grabada de la representación bonaerense ciertos antiguos e íntimos amigos como, p or ejem plo, C. Ruiz Funés. Durante este año, el veinte de octubre, se estrena en M adrid La tercera palabra, en el teatro «M arqu in a», con la com­ pañía de A. Closas. Alejandro obtiene en 1964 el prem io «M aría R olan d» de la crítica de Barcelona por su obra E l caballero ...; el prem io «José Z o rrilla » de V alladolid a la compañía «A lejan d ro Ca­ sona» p or su trabajo escénico en La casa de los siete balcones; y el prem io «M edalla de O ro » de Valladolid por la puesta en escena de La casa de los siete balcones y Los árboles m ueren de pie. En 1965 L. Canalejas escenificará en el teatro «L a ra » de M adrid P ro h ib id o suicidarse en prim avera, el día doce de febrero. Cinco meses más tarde, M. Leal presentará a los Festivales de Granada La Celestina, adaptación clásica de la obra de F. de Rojas. La Ce­ lestina se pondrá en escena en M adrid el día once de octubre, en el teatro «B ellas A rtes», por la compañía de M. Leal. El día diez de septiembre de 1965 tiene lugar la creación en M adrid de Las tres perfectas casadas, en el teatro «L a ra », p or la compañía de I. M erlo, obteniendo las quinientas sesenta represen­ taciones. Ese m ism o año Alejandro recibe el prem io «L eo p o ld o Cano» de V alladolid por su obra E l caballero de las espuelas de oro, y tiene lugar la entrega del prem io «José Z o rrilla » a la compañía «L o p e de V e g a » por su papel en La Celestina y en E l caballero ... Según unas declaraciones hechas a M. R egidor ( Liberta d , Va­ lladolid, 26 de septiembre de 1964), Alejandro tenía en proyecto una tragedia rural, inspirada en un viejo romance asturiano, obra que seguramente no concluyó a causa de su repentina muerte. El día diecisiete de septiembre de 1965, a las cinco de la tarde, muere Casona en la clínica «C ovesa» de Madrid, a consecuencia de una parálisis cardíaca. I. Merlo, al finalizar la representación de este día de Las tres perfectas casadas, en el teatro «L a ra », anuncia la muerte de A. Casona a los espectadores con estas sencillas, pero significativas palabras: «E l autor de esta obra genial que acabáis de ver, ha m uerto.» La Sociedad General de Autores de España organizó todos los actos relativos al entierro, instalando una capilla ardiente en el 932 MARINA VILLALBA ALVAREZ vestíbulo del teatro «L a ra »; la com itiva fúnebre pasó ante el edi­ ficio de la citada Sociedad, donde se rezó un responso, para seguir a continuación hasta el cementerio de La Almudena, en que se inhu­ maron los restos del escritor. (Carta de «L a Sociedad General de Autores en España», Madrid, 26 de marzo de 1981). El periódico ovetense «L a Nueva España», así com o numerosos periódicos y revistas, publicó extensos reportajes sobre la muerte del autor, el día dieciocho de septiembre: — M. Abello: «Palabras de urgencia para un asturiano universal: A. Casona». — E. Serrano: «Con su dama, con su honor y en su tierra». — Vázquez Prada: «A. Casona, un español ejem plar». — E. de R ioja ... Todas las grandes personalidades en el campo del teatro comen­ taron ampliamente el grave suceso. Reproduzco a continuación las palabras de Buero V allejo, López Rubio y Calvo Sotelo. A) « A las generaciones juveniles la tremenda noticia no pu­ do afectar tanto como a quienes, maduros, recibimos alborozadamente, en nuestra mocedad, la llegada de Ca­ sona a los escenarios españoles. Aquello fue un saludable viento, no por suave menos vivificante; una vez más se intentaba la dignificación estética de unos modos tea­ trales generalmente muy mediocres y, al parecer, con éxito. A. Casona ha sido desde entonces, en el teatro español, creador de un estilo singularísimo, que ha in­ fluido durante largos años en numerosos autores de habla hispana. Es, pues, un verdadero maestro el que nos deja; una original personalidad, sin la cual la his­ toria de nuestro teatro no podría escribirse. Adiós, Ale­ jandro, com o tu Quevedo, calzado vas con tus espuelas de o ro .» B B) uero V allejo «E n estos momentos no estoy para pensar en su obra sino en el hombre. La obra se queda con nosotros; el hombre, el amigo, se nos va. Alejandro y yo salimos al mismo tiempo. Fue esto en el año 1928, en unos concur­ sos de ABC. Son, pues, 40 años de amistad ininterrum­ pida. Después nos hemos encontrado en México, Cuba ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 933 y en otras naciones hispanoamericanas. Nacim os en el m ism o año: 1903. Casona fue el autor de la poesía, de la humanidad, de la imaginación y del sueño inconfun­ dible, además del diálogo y del estilo. Sus obras son obras poéticas por su aliento extraordinario. Pero ahora no puedo pensar más que en el amigo entrañable.» L ó p e z R u b io C) «P ocos sabían m ejor que Casona la íntima conexión que el arte del dramaturgo tiene con la pericia del relojero. Pocos, a su igual, engastaban las piezas de este delicado mecanismo, que es una comedia, con m ejor precisión y más en su sitio. Como cada uno de ellos, era de noble metal, así resultaban después de armoniosas y bien tem­ pladas. Pierde, pues, con su desaparición, la escena es­ pañola uno de sus más finos y delicados cultivadores... Muere, pues, com o sus árboles, de pie. A los que fuim os sus compañeros y sus antiguos amigos nos apena profundamente verle caer tundido p or el man­ doble sin réplica posible del leñador inexorable.» Calv o S otelo P or otra parte, el «In stitu to de Estudios Asturianos» publicaba \ nota cronológica en el Boletín de 1965: «L a muerte nos lo arrebató inesperadamente sin que los asturianos hayamos podido decirle de cerca lo mucho que le queríamos y le admirábamos. La única excepción, posiblemente, la constituyó el B ID E A, pues si, p or las razones apuntadas — brevedad en las estan­ cias de Casona en Asturias— no pudo recibirle en su seno com o m iem bro de honor, tuvo en cambio el acierto de ex­ presarle, de una manera sencilla y práctica, su afecto y, al mismo tiempo, darle la bienvenida por su retorno a la pa­ tria, publicando en 1963 dos importantes trabajos sobre su vida y su obra.» Tam bién el crítico de ABC, E. Llovet, actuó en T V E en un espadedicado al recuerdo de A. Casona. Madrid Madrid Madrid Sevilla Madrid Madrid La dama del alba La barca sin pescador La sirena varada Los árboles mueren de pie La casa de los 7 balcones Lugar estreno Otra vez el diablo Título Bellas — Artes Torre Teatro inicial 29-3-64 Lara Bellas 18-12-63 Artes -4-63 16-2-63 22-4-62 13-3-62 Fecha estreno A. de Torre la L. Prendes B. Artes N. Espert Bellas E. Diosdado A. Vico TEU Compañía inicial Alcázar Lara Reina Victoria — Teatros madrileños poste- 213 R. Victoria T. Cómico 402 R. Victoria — 191 173 •— N.° primeras representacionesriores A. Torre M. Leal M. Leal de M. F. de Ocón L in a Canalejas la F. L adrón de Guevara ■— 100 22 Ü79 152 121 45 173 — Misma N.° repre­ compañía sentacioo c. postenes poste­ riores riores 934 MARINA VILLALBA ALVAREZ R E P R E S E N T A C IO N E S E N E SPAÑA DE LAS OBRAS DE CASONA (1962-1965) tres perfectas casadas Las Madrid Granada Madrid Prohibido suicidarse en primavera Celestina Madrid La tercera pelabra La C ’udad Real Lugar estreno El caballero de las espuelas... Título 10-9-65 4-7-65 12-2-65 20-10-64 8-5-64 Fecha estreno Lara Festival Lara Marquina Festivales Puertollano Teatro inicial I. Merlo M. Leal L. Caña­ lejas A. Closas J. M. Rodero Compañía inicial 560 — 156 260 ■ — N.° primeras representaciones — B. Artes Pl. Mayor R. Victoria T. Cómico ■— Larrañaga Larrañaga Larrañaga R. Victoria T. Club T. Cómico T. Fuencarral — M. Leal — M. Leal M. Leal — Merlo Rodero Arrabal Rodero Misma compañía o c. posteriores B. Artes B. Artes B. Artes Teatros madrileños posteñores — 419 2 58 500 — 100 210 102 470 206 6 90 N.° re p re ­ sentaciones poste­ riores ALEJANDRO CASONA: DATOS BIOGRAFICOS 935 R E P R E S E N T A C IO N E S E N E SPAÑ A DE LAS OBRAS DE CASONA (1962-1965) ( C ontinuación) 936 MARINA VILLALBA ALVAREZ R E P R E S E N TA C IO N E S E N P R O V IN C IA S : 1962-1965 AÑO OBRA C O M P A Ñ IA 1962 La dama del alba L ope de V ega 1963 La barca sin pescador L op e de V ega M ari C arrillo La sirena varada N u ria Espert 1964 L a sirena varada N u ria Espert L a dama del alba Los árboles m ueren de pie L op e de V ega La barca sin pescador A le jan d ro A le ja n d ro Casona T ársila C riado-B eringola Casona M a ri D elgado C riado B eringola 1965 L a casa de los siete balcones A le ja n d ro El caballero de las espuelas de oro L op e de V ega Casona L a casa de los 7 balcones M a ri C arrillo Com pañía de teatro “A lc á z a r” El caballero de las espuelas de oro Lope de V ega L a Celestina L op e de V ega A rtu ro Fernández La tercera palabra Prohibido suicidarse en primavera Los árboles mueren de pie A le ja n d ro Casona A le ja n d ro Casona M a ri C arrillo C riado B eringola La sirena varada M .a F ernanda de La barca sin pescador C riado B eringola Ocón Com pañía de teatro “ A lc á z a r” EL E M IG R A N T E A S T U R IA N O JOSE M ENENDEZ (M IR A N D A D E A V IL E S , 1846-f B U E N O S A IR E S , 1916), «R E Y S IN C O R O N A » DE PATAG O N IA Y T IE R R A DE FU E G O (C H IL E / A R G E N T IN A ) Y LA E X T IN C IO N DE LOS IN D IG E N A S POR JOSE M A N U E L G O M EZ-TABANERA A Enrique Campos Menéndez, puntarenense de estirpe astur y varón p re cla ro de un Chile sin tacha. PRO LE G O M E NO S Las presentes páginas han sido escritas en consecuencia a diver­ sos hechos. El prim ero, que un viaje que realicé el pasado agosto de 1985 a Punta Arenas (T errito rio de Magallanes. República de Chile) me perm itió obtener la documentación e inform ación nece­ sarias para su redacción. Después, lo poco que se sabe aquí en Asturias de uno de sus emigrantes o indianos más prósperos, don José Menéndez, nacido en Miranda de Avilés en 1846 y cuya perso­ na puede decirse que prácticamente se ha convertido hoy en un m ito para sus paisanos, y finalmente, tras advertir que en el re­ ciente libro de Germán Ojeda y José Luis San Miguel, Campesinos, Em igrantes, In d ia n os: E m igra ción y E con om ía en Asturias, 18301930 (Salinas, Ed. Ayalga, 1985), publicado bajo los auspicios de la Junta del Principado, pese al rigor de sus planteamientos, cifras y cuadros estadísticos, y la serie de datos manejados, casi todos ellos JOSE MANUEL GOMEZ-TABAÑERA 938 de aluvión, y de acuerdo con los más utilizados tópicos, se desco­ nocen una serie de realidades, como, pongamos por caso, la em i­ gración asturiana al Cono Sur de América y sus consecuencias de todo tipo, entre las que cabe recordar bastantes de diverso jaez. Emigración en la que alcanzaría un cierto protagonism o el astu­ riano, personaje hoy casi de leyenda, José Menéndez, natural de Miranda de Avilés y olvidado en el citado libro, pese a que, bien o mal, durante lustros mereció ser nominado «R e y sin corona de Patagonia y Tierra de Fuego», en detrimento de otros viajeros, aventureros y emigrantes, que le precedieron, e incluso se creyeron con derecho a ser soberanos de los vastos territorios de la Am érica austral (1), a la sazón, sin fronteras o límites claros, en lo que se refiere a Chile y Argentina, aun cuando hoy, éstos se presenten un tanto claros en los atlas y mapas regionales... Estos vastos territorios, asentamiento futuro de los colonos que configuraron a la postre ambas repúblicas, fueron descubiertos en 1519 en incorporados a España por el navegante portugués H er­ nando de Magallanes y explorados parcialmente p or el galaico Sarmiento de Gamboa, de aventurada existencia desde la Prehisto­ ria, constituían la base territorial de una serie de etnias aboríge­ nes (2), hoy prácticamente extinguidas o exterminadas (com o los Tehuelches o Patagones, Onas, Alacalufes, Yámanas o Yaphanas, etc., etc.), cuyo conocimento y estudio ha m otivado una ingente bibliografía (3). Cus últimos representantes residuales de un geno(1) Sobre la cuestión, independientemente de iniciativas de las diversas naciones europeas, con ínfulas imperialistas, ha pasado a ser célebre la que protagonizó el abogado francés Antoine de Tounens, que no tuvo empacho en auto-proclam arse, abusando de la ignorancia de las tribus indígenas tehuel­ ches, Rey de A rau can ia y Patagonia. Con independencia de alguna rara mono­ g ra fía gala sobre el tema, Cf. A rm ando B r a u n M e n e n d e z , El R eino de Araucania y Patagonia. Santiago, ed. Francisco de A guirre, 1952. (2) Investigaciones arqueológicas en los últimos decenios, permiten ya ha­ bla r de una antigüedad mínima de 10.500 años B .P. (B e fo re Present, antes del presente), tomando como base las dataciones absolutas conseguidas mediante la crono-radiocarbonom etría, en la cueva de M ylodon y cueva Felt, con 10.832 B .P. y 10.710 B .P. respectivamente, para ambos yacimientos chilenos. N o obstante, no hay acuerdo en torno a las etnias, aun cuando pueda hablarse de indus­ trias protolíticas, y epiprotolíticas, así como paleoindias. (3). n ik e r , g ra p h ie , L a b ib lio g r a fía es bastan te p ro lija . C f. sin e m b a rg o , P . H y a d e s , J. D e - Mission P a r ís , Scientifique 1891; du cap H o ra. V o l. V II: A n th ro p o lo g ie , E th n o - J. M. C o o p e r . Analytical and Critical Bibliography of the Tribes of Tierra del Fuego and Adjacent Territory, “B B A m E ” , 63, W a s h in g ­ ton, 1917; M. B o r g a t e l l o , Nella Terra del Fuoco. M em orie di un Missionario Salesiano, T o rin o , 1924; A . T o n e l l i , Grammatica e glossario della lingua degli T IE R R A DEL F U E G O : E V O L U C IO N DE 1 8 8 5 — LA 1 9 7 8 T E N E N C IA F U N D IA R IA 940 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA cidio que ha durado más de siglo y medio, tuvieron que optar por la miscegenación, para una supervivencia que aún hoy se antoja aleatoria en un mundo inhóspito, al que no obstante en el último tercio del siglo X IX , empieza a imponerse la prepotencia tecnoló­ gica de Occidente, y cuyo amanecer apenas vislum bró el asturiano Menéndez, pese a que en su calidad de ser uno de los más repre­ sentativos pioneros europeos de Tierra de Fuego, dejaría en la Am érica austral un legado que hasta cierto punto se conserva respe­ tuosamente, particularmente en Punta Arenas. 1. Antecedentes Quizá habremos de remontarnos para empezar al 21 de octubre de 1520, día en que la flotilla mandada por el marino Magallanes, al servicio de Castilla y al mando de cuatro naos, Trinidad, San A n ton io, Concepción y Victoria, llegó tras penosos meses de nave­ gación y en busca de un estrecho que le perm itiese el paso inter­ oceánico, desde el Atlántico al Pacífico, y con él, el descubrimiento de Chile por el Sur, bautizando las costas que se presentaban ante los ojos de sus atónitas tripulaciones com o Tierra de los Fuegos, por las fogatas y hogueras que se apreciaban, ya junto a los pa­ raderos indígenas en la costa, ya encendidas por los chonkóuiuka/yaghanas sobre sus mismas barcas. El descubrimiento, días después, del esperado paso y la configuración de unas abruptas y heladas costas, que lustros después reconocerían F. García Ona-Selknam della Terra del Fuoco, Torino, 1926; S. K. L of Tierra del Fuego, “M useum Vol. X , N e w Selknam, Vol. III/ 2 : Y ork , of the A m erican othrop, The Indians In d ian ” , H eye Foundation, 1928; M. G u s i n d e , Die Feuerland-Indianer. Vol. I : W ien-M ödling, 1931; Vol. II: Die Yamana, W ien-M ödling, Die 1937; D ie Selknam, der Feuerland-Indianer, W ien-M öd ling, 1939; J. M. C o o p e r , J. B i r d , Indians of Southern South Am erica, “H S A I ” , vol. I, W ash in g­ ton, 1946. E n le n g u a ca ste llan a, a p a rte d e l lib ro y a clásico de M a r t i n G u s i n d e , H om ­ bres prim itivos en la Tierra de Fuego (D e investigador a compañero de tribu), p u b lic a d o añ os h a, segú n tradu cción , r e fu d id a d e l ale m á n , p o r D . B e r m ú d e z Cam acho (S e v illa , S .E .H .A ., 1951), tenem os, com o b ib lio g r a fía m uy reciente, M a t e o M a r t i n i c , La Tierra de los Fuegos, P u n t a A re n a s , C h ile, 1982. Y asi­ m ism o su im p o rta n te co n trib u ción “L a p o lític a in d íg e n a de lo s G o b e r n a d o r e s de M a g a lla n e s 1843-1910” , in c lu id o en Anales del Instituto de la Patagonia, V o l. 10, añ o 1979. Instituto de la P a ta g o n ia . P u n t a A r e n a s , C h ile. T a m b ié n la d e l p u b lic is ta y v ie jo p io n ero a u s tra l J o s é P e r i c h , Extinción indígena en la Pa­ tagonia, S a n tia g o , 1985, com o u n a ap ortac ió n actual, de p a r t ic u la r in terés p a r a el tem a concreto, o b jeto d e l presen te tra b a jo . EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 941 Jofre de Loaiza (1526), Simón de Alcazaba (1536), León Palcaldo (1537), Alonso de Camargo (1540), y finalmente Juan Fernández Ladrillero (1558), bastante antes que arribasen al Estrecho marinos extranjeros com o el inglés F. Drake (1578) y otros. Se inicia así una colonización, en cierto modo, una hazaña continuada, que perm itió empezar a conocer las tierras australes de América, aun después del fracasado intento de Gamboa, y otros subsiguientes. Mundo en disputa, entre Chile y Argentina, tras su emancipación de España y que empieza ya a ser m ejo r conocido con los prim eros años del siglo X I X (4). Durante la prim era mitad del siglo van sucediéndose los acon­ tecimientos. Así, tras un m ejor conocimiento mutuo entre coloni­ zadores e indígenas, se iniciará la ocupación, ya por Chile ya por Argentina, de vastos territorios australes. Chile se instala en un puesto a llam ar Fuerte Bulnes, en una prim era ocupación form al, que parece regularizarse mediante un convenio establecido por el sargento m ayor Pedro Silva, prim er Gobernador de Fuerte Bulnes, con un pintoresco cacique tehuelche de nombre Santos Centurión. Dicho tratado posibilitará el nacimiento de Punta Arenas, el prim er poblado form al chileno, y el más meridional de toda la Ecúmene, a surgir en el m ism o Estrecho de Magallanes, al N. de punta Santa Ana, en la zona del llam ado río del Carbón. Fundación, de existen­ cia aleatoria, si se tiene en cuenta la naturaleza de las primeras gentes en ella establecidos, constituyendo una población que se reparte entre guarnición y familiares; confinados, desterrados y penados políticos, que cumplen allí su pena y los emigrantes que empiezan a llegar al lugar. De aquí la sangrienta destrucción que habrá de conocer pocos años después de su fundación, a raíz de un m otín prom ovido p or un tal Miguel José Cambiazo (1851). Chile hará cuestión de honor la reconstrucción de Punta Are­ nas, que se inicia tras el envío de un nuevo Gobernador, Bernardo E. Philippi, que al intentar aproximarse a las poblaciones indíge­ nas tehuelches, es asesinado en una asechanza. N o obstante el resurgim iento de Punta Arenas se da por hecho, coincidiendo con el surgim iento de otros establecimientos creados p or la vecina Ar­ gentina, sobre todo en la bahía de San Gregorio. (4) B raun Cf. los Utilísimos resúmenes históricos, que se nos dan en A rm ando M e n e n d e z , Pequeña Historia Patagónica y Pequeña Historia Magallá- nica (v a ria s ediciones, Ed. Francisco de A guirre, Santiago), adem ás de la obra citada síipra, de M . M a r t i n i c . 942 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA Van transcurriendo los años y hacia 1870 Punta Arenas cuenta ya casi con un m illar de almas, en su mayoría emigrantes llegados del viejo mundo: españoles, prusianos, centro-europeos, dálmatas, ingleses... Desde entonces quizá pueda establecerse a efectos historiográficos varias etapas en la ocupación y exploración del terri­ torio, aparte de su concesión a los colonos, ya por Chile ya por Argentina. Se sucede así una colonización minera, del tipo que co­ nocen en Am érica del N orte las Californias, tras la «fie b re del o ro », con brutales abusos, a la que sigue otra ganadera unida a diversas actividades mercantiles, tanto en la zona chilena com o en la que reinvindica Argentina. Arriban así a Patagonia gentes de toda extracción, desde aventu­ reros de toda laya hasta pacíficas familias de emigrantes europeos en busca de un porvenir. El asentamiento minero y la colonización pastoril de Patagonia y Tierra de Fuego propiciarán así las prim e­ ras matanzas de indios (5). Por otra parte, la colonización impuesta Gobierno de Chile, por un período de 13 años, de tierras para pas­ tos que hasta entonces se habían dejado para el uso de los aborí­ genes, y que desde un prim er momento sumarían unas 123.000 hectáreas, desde la Bahía Felipe hasta El Porvenir, con diez millas de profundidad, medidas a partir de la corta. N o obstante, años después un emprendedor puntarenense, an­ tiguo lobero, arm ador y comerciante, José Nogueira (6), que ha logrado óptimos contactos con la Administración del Presidente Balmaceda, consigue para sí y su joven cuñado M oritz Braun, una (5) Sobre las mismas, que prácticamente se inician hacia 1851, a raíz de los sangrientos sucesos, protagonizados por el Teniente Cam biazo, Cf. P e r ic h , loe. cit., págs. 41 y ss., y IVUr t i n i c , loe. cit., págs. 56 y ss., cuando se alude a las represalias, de los estancieros, frente al inconsciente abigeo de los Onas y a la labo r colonizadora llevada a efecto por el pionero M oritz Braun. (6) De origen luso, José Nogueira, conocido por los prim eros pioneros como “José el Portugués” , inició su carrera cazando lobos m arinos (focas), m uy abundantes p or entonces en M agallanes, a la vez que aprovechando los “ raqu es” o restos de las naves que se hundían, en el tránsito por los estre­ chos australes, peligrosísimos, y salvando aquéllas y las tripulaciones, em bol­ sándose pingües recompensas por parte de aseguradoras y beneficiados. Casado con la herm ana de M auricio B raun, quien era prometido de Josefina M enéndez Behety, hija del asturiano José Menéndez, fué quizá, tras conocer la colo­ nización gan adera que estaban llevando a cabo, bajo el pabellón inglés, en las Islas M alvin as o Falkland, el introductor de ganado ovino en M agallan es y T ie rra de Fuego. Su vida, apasionada, servirá de inspiración, junto con la de su abuelo José Menéndez, al gran escritor chileno E nrique C a m p o s M e n e n d e z , p ara escribir la saga “Los Pioneros”, en la m ejor tradición novelística euro­ pea. EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 943 concesión de tierras mucho m ayor (unas 180.000 hectáreas), a las que pronto se sumarán las otorgadas al mismo Braun (170.000 hectáreas) — base de una futura compañía «m ultinacional», si es que hace un siglo cabría usar tal concepto— , con el nom bre de The T ierra del Fuego Sheep Farm ing Co. con sede en Londres, y cuyo poder exacerbó el de sus presuntos rivales mercantiles (entre los que se contaba el asturiano José Menéndez, cuya h ija Josefina Menéndez Behety se esposaría con Braun). Se vislumbra una cierta rivalidad entre familias, que apenas apuntó al ser muy grande la tarta a repartir... Pero también denuncias por parte de terceros, en torno a las form as utilizadas por los estancieros en la explota­ ción ganadera de Tierra de Fuego, y de la que indudablemente los auténticos perdedores fueron los naturales... Se dan indudablemen­ te matanzas y genocidios, recayendo la responsabilidad de algunas de aquéllas y de éstos en ciertas personalidades y cabezas visibles de Punta Arenas... Entre éstas, y preminentemente se hallaba el ya citado asturiano Menéndez, establecido en la localidad desde 1876, a raíz de hacerse cargo del negocio que mantenía en la misma el argentino Luis Piedra Buena (7). Las iniciativas, laboriosidad, (7) P a ra el necesario conocimiento de L u is P ied ra Buena, un argentino de natural quijotesco, al que el presidente chileno G en eral M. Bulnes, llevó a m al traer, con la tem prana ocupación chilena del Estrecho de M agallanes, con la goleta An cu d (21 de septiem bre de 1843) y la fundación de Fuerte B u l­ nes, es necesario un conocimiento particular de la pugna que h abrán de m an­ tener A rgen tin a y Chile, p or el dominio del ámbito austral y del Estrecho. H acia 1866, los argentinos decidirán tener una especie de agente o espía, que vele p or sus intereses. Este será, el capitán de m arina don L u is Piedrabuena, que se presenta como comerciante, que establecido en el islote de Pavón , tra­ fica con los indígenas, e incluso atrae para su causa al pintoresco cacique Casim iro, al que los chilenos le habían hecho oficial de su ejército, con la correspondiente paga y ración, y al que ahora, m ediando Piedrabuena, se le hace coronel argentino, b a jo el Presidente M itre... Establecido posteriorm en­ te en Punta A ren as, aunque con nacionalidad argentina, y los correspondien­ tes recelos, pronto se gana el respeto de la población, hasta la llegada en 1874, a la gobernación de M agallanes, del m ilitar chileno don D iego Dublé, que coartará sus actividades, hasta el punto de su frir grandes pérdidas económi­ cas, aceptando en 1878, el traspaso de su establecimiento al asturiano José M enéndez, que ha decidido establecerse en Punta Arenas, y cerrar así una etapa de su vida, que seguirá ya abiertamente, dentro de la M arin a de G u erra A rgentina, pudiendo vo lver años después, tras firm arse un tratado entre Chile y A rgentina, a visitar sin preocupaciones los antiguos escenarios de su activi­ dad. Cf. al respecto A . B r a u n p ágs 135-163. M e n e n d e z , Pequeña Historia Patagónica, cit. 944 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA perseverancia y cosmopolitismo, convirtieron a José Menéndez a finales del siglo en uno de los hombres más influyentes y adinera­ dos del Cono Sur de Am érica (8). 2. Una polém ica que hace historia Tras casi un tercio de siglo de enfrentarse continuamente con el medio, los elmentos, la adversidad y la falta de recursos impuesta por las distancias, el mirandés José Menéndez, en la cumbre de la responsabilidad y de la riqueza, pionero y ciudadano de las Américas, pese a que jamás consintió en dejar la ciudadanía española, había tom ado la costumbre, desde que el estado de sus negocios australes se lo permitía, trasladarse durante los meses de invierno — el invierno austral, por descontado— a Buenos Aires, donde tenía ocasión de redondear sus caudales especulando en la Bolsa y algu­ na afortunada jugada financiera. Corría el mes de abril de 1899 (9). Poco después de llegar a la capital argentina con su familia, Menéndez fue objeto de una en­ trevista periodística para E l Diario, cuya publicación se fue dila­ tando, posiblemente en virtud de concretas presiones cuyo origen sospechamos... Sin embargo no lograron su objetivo, y c! artículo en cuestión pudo ser publicado, sin más, el 13 de junio del mismo año. Como es lógico levantó una cierta polvareda en distintos me­ dios australes, particularmente en el seno de la Congregación Salesiana (Fundación San Juan Bosco) de Buenos Aires. (8 ) de S o b r e José M e n é n d e z M e n én d ez n o h a y t o d a v ía u n a b io g r a fía , d ig n a ser lla m a d a tal, pese a los cen ten ares de a rtíc u lo s p e rio d ístico s q u e ha m o tiv a d o , p rá c tic a m e n te d e un siglo a esta p a rte , su e x t r a o r d in a r ia existe n c ia e irre s is tib le ascenso. R e m itim o s no o bstan te a la s e m b la n z a b io g r á fic a que n o s b r in d ó en el p e rió d ico “L a V o z de A v ilé s ” (5 de en ero d e 1986) su nieto, e l in telectu al ch ilen o do n E n r iq u e C am pos M e n e n d e z , así com o lo s d iv e rs o s t r a b a jo s d e l p á rr o c o d e M ir a n d a de A v ilé s , do n J o s é M a n u e l F e it o , y a im ­ p r e s c in d ib le s p a r a (9) c u a lq u ie r b ió g r a fo q u e q u ie ra b u c e a r en la s ra íc e s... H a de llam arse la atención en el hecho de que no habían pasado aún tres meses de que los respectivos mandatarios de Chile y A rgentina, los pre­ sidentes Federico Errázuriz y Julio A . Roca, protagonizasen en la m isma Pu n ­ ta A ren as el acontecimiento que ha venido a llam arse “el abrazo del Estrecho” , y que m arcaría el fin de toda hostilidad entre am bas potencias australes. El presidente argentino, llegado en el acorazado Belgrano, tuvo entonces ocasión de ser huésped del m ás preminente puntaarenense de entonces, don José M e­ néndez, que le hizo los honores de su acogedora mansión junto con su yerno M auricio y su hijo A lejan dro, sellando así una convivencia duradera, y dando a M enéndez un prestigio m ayor si cabe, que el que gozaba ya entre chilenos y argentinos, como hombre de em presa... El, EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 945 Así, M onseñor José Fagnano (10), renom brado m isionero salesiano, fundador de dos célebres misiones, la de San Rafael en Isla de Dawson y la de La Candelaria en R ío Grande, se sintió personal­ mente aludido por la entrevista a don José Menéndez, y en la que a su ju icio se encerraba una crítica a la labor apostólica de su Con­ gregación entre los indígenas fueginos y patagones, p or lo que decidió contestar mediante una «Carta A bierta» al asturiano. Se abriría así una interesante polémica, que aún se recuerda en Punta Arenas, más o menos deformada, y que como veremos, no llegaría a cerrarse... Dudamos que hoy y a estas alturas puedan lograrlo los historiadores. Pero indudablemente, las declaraciones del asturiano dieron que hablar y durante muchos meses constituyeron la com idilla y tema candente de «to d o Punta Arenas», donde todo el mundo se conocía (11). De los textos que la originaron apenas se tiene noticia (10) A u n cuando actualm ente la figu ra del sacerdote salesiano José F ag­ nano aparece tan distorsionada por la leyenda, como las m ism as de N og u eira y M enéndez, es obvio que su dedicación y protagonism o misionero, que se m aterializa con la creación de la M isión “L a C and elaria” , en Río G ran d e (R e­ pública A rgen tin a), en 1893, y seis años después, de la M isión “San R a fa e l” , en Isla D aw so n (R ep ública de Chile), en 1899. Tam bién que tales estableci­ m ientos pronto im pidieron o ralentizaron las m atanzas de indios, sobre todo Onas. que venían teniendo lugar, al tom ar los estancieros el acuerdo, según orden gu bernativa, de lle v a r a los indígenas “molestos” a las mismas, bajo el cuidado de los misioneros, cosa que hacen puntualmente, aun cuando mu­ chos indios, no acordes con la decisión, se escapen de am bos establecimientos o incluso los utilicen como coartada de sus actividades frente a los oveje­ ros, ganándose la anim adversión de los mismos, que exasperados llevan a cabo m atanzas de los mismos... Se da una tensión que d u ra rá años, con m u­ tuas acusaciones. L o s m isioneros conseguirán p or otra parte, concesiones de pastos, m anteniendo ganados propios, a la vez que telares, aserraderos y pe­ queñas industrias artesanas entre los indígenas, lo que no im pediría que pese a los esfuerzos de la Congregación Salesiana, éstos fu eran m uriendo, diezma­ dos p o r la tisis, el saram pión y distintos contagios. (11) P u n ta A ren as, que surge en pleno territorio m agallánico, tras el abandono de Pu erto H am bre, donde se había levantado Fu erte Bulnes, debe su nom bre al comodoro inglés John B yron, que bautizó al lu g a r Sandy Point, por las arenas que acarrea el Río del Carbón. A llí, y en dicho p araje, m ás acogedor que el anterior, el gobernador chileno M ardones pone las bases de un poblado, que junto a una población creciente de em igrantes, pioneros y loberos, pronto a lo jará un presidio, al que son enviados delincuentes especia­ les, desertores e incluso confinados políticos, y en torno al mismo, gira la vida com ercial de la población, hasta que el 11 de noviem bre de 1837 se desenca­ dena el fam oso “ M otín de los A rtillero s” , que destruyó casi completamente el poblado, costando la vid a de muchos de sus habitantes, y en el que una b ala perdida hirió gravem ente a M a ría Behety de Menéndez, esposa del futuro 946 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA en España, y desde luego, en Asturias, por lo que quizás sea inte­ resante desempolvarles para su conocimiento por la historiografía astur contemporánea, a la hora de que alguien se decida a ofrecer­ nos una biografía definitiva de don José Menéndez (12). Veamos. E l D iario de Buenos Aires, con fecha 13 de junio de 1899, incluyó, com o ya se ha dicho, la entrevista que inició la polé­ mica. Entre diversos papeles que pudimos traer fotocopiados desde Punta Arenas, se incluye el texto periodístico que la inició; así com o sus réplicas y contrarréplicas. Helo aquí, y después, éstas: "V isita m o s ayer en su alojam ien to del Hotel "U n iv e rs a l'' al acaudalado y progresista hom bre de negocios de P. Arenas y Tierra del Fuego don José Menéndez, que acaba de llegar a Bs. Aires, co­ mo sucede todos los años, con o bjeto de pasar aquí las semanas más pesadas del invierno. "E l señor José Menéndez, p ro to tip o del "s e lf made m a n " de nuestra casa, que tiene tam bién vencedores de ese carácter, es as­ tu ria n o y parece tener en la sangre la fa culta d de ascender que caracteriza a los pueblos montañeses. "La vida de este hom bre es una constante ascensión a la cum ­ bre de la fo rtu n a , hecha a fuerza de obstinada constancia y de puño, en una naturaleza agreste y salvaje. "A lguna vez, ya en la cum bre, te rrible s desm oronam ientos im previstos lo han llevado abajo, como le o c u rrió e! año 1877, en que m ientras viajaba a M ontevideo con el o b je to de s u rtir su casa, un m otín de penados y fuerzas de línea pro du cido en P. Arenas, que era entonces una colonia de penados, entregó la población al p illa je y al incendio durante varios días, recibiendo la esposa del Sr. Menéndez una bala perdida en el tiro te o , que le in u tiliz ó una pierna, teniendo que ser llevada a un bosque cercano para ser cu­ rada, en compañía de sus tres hijos. "La casa de com ercio del señor Menéndez, com o casi todas, había sido saqueada y, con esas tristes y dolorosas novedades se halló al volver. "P ero tenía el valeroso astur el «No im p o rta , español", como com o consigna, y empezó de nuevo con más em puje, llegando a ser en pocos años uno de los más opulentos p ro pie tarios de aque­ llas regiones, com erciante en los ramos de exportación e im p o rta ­ ción, naviero y hacendado en gran escala. m agnate asturiano, que, a la sazón, se encontraba en un via je de negocios, y que a su regreso se enfrentaría ante un espectáculo estrem ecedor y casi arru i­ nado... Sobre este Punta A ren as m ártir, h abrá de surgir otro nuevo, aunado por las voluntades de los supervivientes, que enraizados allí, constituirían lo que h ab rá de llam arse m ás tarde “el todo Punta A re n a s ” . (12) Cf. supra, nota 8. EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 947 "E n Magallanes sobre la bahía de "San G re g o rio " posee una Estancia m a triz de tre in ta m il hectáreas poblada p o r noventa m il lanares ( 1 ) . "E n la T ierra del Fuego sobre la desembocadura del Río G ran­ de, donde está precisam ente encallada la "G a v io ta " tiene otras dos estancias "L a P rim e ra " y "La Segunda A rg e n tin a ", una sobre cada margen del Río Grande, una de cincuenta m il animales y o tra de tre in ta m il. "P odría tener ciento cincuenta m il sólo en la "P rim e ra ", nos d ijo al hablar el señor Menéndez, pero tengo una clientela enorm e entre los indios onas que me comen al año de quince a veinte m il ovejas. "L e pedim os datos al Sr. Menéndez que d ifie re n bastante de los inform e s com erciales que aquí solemos tener acerca de la con­ d ició n mansa y tím ida de los pobres indios onas y de la acción evangelizadora de las M isiones establecidas p or aquellas regiones. "L a que hay radicada a una m illa del "C abo D om ing o" sobre la costa A tlá n tica , ocupando un lote fiscal de doce leguas, viene a ser un refugio y nido de ladrones, pues estando la M isión rodea­ da de las dos estancias, los indios excursionan continuam ente desde los espesos y vastísim os m atorrales y bosques que se ex­ tienden de "R ío G rande" hacia el sur; atraviesan los campos y roban puntas de ovejas a mansalva, pues si son sorprendidos dicen que van a la M isión o que vuelven de allí y la juegan con su risa taiam da y silenciosa, haciéndose los tontos. "A sí la M isión viene a darles m agníficos pretextos para hacer cu a tre rism o sin riesgo. "Son de una rapacidad im ponderable los indios onas, nos d ijo el señor Menéndez. Roban por el placer de rob ar y gozan con des­ t r u ir la propiedad ajena. "A rre a n cientos de ovejas y al m enor descuido de los pastores, las van d esjarretando y dejándolas a lo largo del cam ino. "S i son perseguidos y se ven en peligro de ser alcanzados agaran a puñaladas a las ovejas y ganan el m onte dejando un tendal de ellas. "N o es así el tehuelche; éste roba una o dos ovejas y si es sor­ pre nd ido no huye, sino, explica "e sta r h am briento, querer co m e r". " Y , ¿Se lim ita n al p illa je los desmanes del ona?, preguntam os. "A h o ra sí, pero las prim eras expediciones m ineras tienen san­ grientos recuerdos de sus choques con los indios fueguinos. "M uchas de ellas se han internado a hacer cáteos y no se ha sabido de ellas. (1) T a l núm ero de cabezas de ganado se nos antoja excesivo, tras la consulta de diversos documentos existentes en el Instituto de la Patagonia, de Pu n ta Arenas. En realidad debían de ser unas 30.000 cabezas, cifra, por otra parte, m uy respetable. DE IN M IG R A N T E S 1875 1878 1878 1878 1879 1879 1889 1889 1889 Jaime Casóla José Montes Pello José Fiol Massat Ramón Portas Adrián Gali José Fernández Montes José Castro Manuel Barrera Enrique Piña Ponce de León Pablo Fiol Massat Margarita Vives Celestino Menéndez José Lorenzo Salgueiro Florentino Menéndez José Viamonte Francisco Vives José Fernández Fernández Manuel Barral Saravia Amancio Incógnito Collazo José Suárez 1889 1889 1889 1889 1889 1889 1889 1888 1888 1888 1874 1874 1874 1875 Francisco Gómez-Mier María Gómez-Mier Manuel López Sánchez José Menéndez Menéndez circa circa 1874 1874 1866 1868 1873 1873 1874 ? Año de llegada circa DE ENTRE 1866 (lobero) marinero (lobero) marinero (lobero) comerciante comerciante labores de hogar comerciante marinero, dependiente comerciante minero marinero (lobero) comerciante mecánico m arinero rnmPrpianfp marinero comerciante comerciante de comercio ganadero ganadero ganadero, armador, industrial labores de hogar armador, ganadero, comerciante comerciante, marinero, comerciante boticario marinero (lobero) marinero (lobero), capitán armador cazador, armador, ganadero con con con con con ” ” ” ” casada Behety M allo (U ru gu ay ) M ansilla ¿irvr» Tl/Tnrío ** T\/Tnn desconocida Margarita V ives Pablo Fiol Matilde A lv a rez Juana Bastías Eugenia T h u rler Josefa Casanova Enriqueta Cárcam o Clorinda T orres Natividad Sánchez María Petrona Fructuosa esposa con con con con con con con con con con con A ran eda DE Amalia B arría María Beatriz O jeda Constantina de Castro M .a Marcelina A ran eda José M anzano Bonifacia fam iliar TERRITORIO ” ” casada casado ” ” ” ” ” ” ” ” con con casado casado AL Vinculación LLEGADO S Y 1890 ESPAÑOLA, Ocupación/dedicación (C H IL E ) N A C IO N A L ID A D M AGALLANES CENSADOS Constantino de Castro Victoriano Rivera Juan A. Hurtado Joaquín Gómez-Mier Manuel Amarelle Ignacio Diez García José Manzano Nombre NOMINA 948 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA circa piloto, capitán comerciante labrad o r 1888 aserrador labores de hogar 1886 comerciante 1886 1887 1887 1887 casada Fuente: del Instituto M a r t i n i c , “ Origen 1890”. Anales M ateo 1890 1880 1880 1880 1881 1881 1889 1890 1890 1890 1890 1890 1883 1883 1879 hogar ” con José extranjera con ” ” con con en la Sanhueza colonia de ” con Triviño ” con con con con con con 1880 y A m arelle López entre Cecilia Miguel Paz Magallanes, María Luis Ramón María B arría Celina Roubaty María Nieves González María Torres esposa desconocida con Margarita Ram írez desconocida casada ” ” ” ” ” ” esposa Rosario Rosalía Filomena Vásquez Camila Doce casado, esposa desconocida con Gumersinda Ruiz ” con Elena Ordóñez ” esposa desconocida González ” ” V illarro el ” con Suárez Erminda Luisa con con casada de la Patagonia, VI, 1-2, 1975. de la inmigración panadero costurera cocinero labores de agricultor fundidor labrador comerciante comerciante, arm ador y evolución Victoriano Baratau Pedro Batle Puey Marcelino Fernández García Juan Millán1879 Jaime Mayor circa José Joaquín Borreneda circa Juan Irañeta circa Juan Rodiño circa circa José Iglesias Fraga Daniel Fernández Alonso Antonio Fierro Manuel Iglesias Suárez Camila Doce Vicente Rodríguez López Francisca Albiac Mariano Pardiñas1890 marine Femando Alvarez ” mercante José Victoria Muñoz 1886 comerciante Francisco Manuel Suárezcirca 1887 marinero Roberto Gómez Lázaro 1883 factor de comercio Castor Casanova Magariños circa 1884 comerciante Pablo Sánchez de Diego 1884 Francisco Mateo Bermúdez1885 industrial Claudio Soto Molledo 1886 Manuel Banzas circa 1881 panadero José Barrenechea Unanue circa 1881 comerciante José F. Pello Fernández 1881 panadero Pelegrín Macías Ramón Paz Castro Manuel García Recrujado Rafael Pérez1888 marinero Pedro Igorria María Montes1886 Vicente Martín García Ramón Lorenzo García EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 949 950 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA "E l ona es astuto y solapado y es además de una singular va­ lentía, fu erte y frugal si llega a hacerse de un arma de fuego. Con las armas es m uy te rrib le y es un peligroso problem a enfrentarse con él. "¿ Y la acción de las Misiones? "Y o las considero de una eficacia m uy relativa, por lo menos lentísim a. Los indios que van a la M isión y probablem ente se pre­ sentan c o n trito s a los m isioneros no llevan o tro fin , la m ayoría, que robarse las ovejas y volver a las guaridas del bosque. "P o r lo demás es m uy restringida la condición en que se acep­ tan indios con carácter de permanencia en la M isión. "Los pobladores solemos llevarles catecúmenos, pero nos co­ bran los misiones ....... "una libra e s te rlin a "........ por cada uno y tre in ta centavos diarios por tres años pagados adelantados. "A sí que no es muy común que nos resolvamos a recargar nuestros presupuestos con éstos ........singulare p en sio nista s"........ que a fin de cuentas no es d ifíc il que una vez entregados a la M i­ sión, vuelvan después al m onte. "E l m onte en que se refugia la india es según lo descrito por Don José Menéndez, un vastísim o m onte que va desde el Río G ran­ de hasta el Estrecho Le-Maire compuesto de roble fuegino. Continúa el periodista su entrevista con el señor Menéndez, pro­ porcionándole el asturiano diversos datos en torno a los distintos recursos naturales de Tierra de Fuego, como la misma riqueza fores­ tal, con independencia de la ganadera, creada por los estancieros, y que a la larga podrá dar vida a otras derivadas del aprovecha­ miento cárnico, etc. Aprovecharía entonces el redactor para expresar algunos pun­ tos de vista que preocupaban por entonces a la opinión pública argentina, como las presuntas ventas anunciadas de grandes exten­ siones de tierras a consorcios que han hecho ofertas al Gobierno, y hacia cuya exposición Menéndez se m ostraría un tanto cauteloso. «Muchos datos más — terminará escribiendo el redactor— nos dió don José Menéndez, cuya cultura general y pericia práctica en los negocios a los que dedica su vigorosa actividad y la de sus hijos mayores, resalta y se acentúa cuanto más se le trata, explicándose uno perfectamente la creación de una inmensa fortuna, alrededor de la acción de un hombre en un medio hostil lleno de dificultades sólidas, mediante un equilibrio de fuerzas y fijeza de ider.s, la cla­ ridad y perspicacia de un espíritu vigilante y enérgico, lo que expli­ ca el éxito, que no podría fallar en aquellos m edios.» Finalmente intentaría dar a los lectores un retrato de Menén­ dez, describiéndole como un hombre de unos cincuenta años y de una com plexión que parece templada para la lucha. Su acción ci­ EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 951 vilizadora en Punta Arenas ha sido constante y eficaz, vinculándose a todos sus progresos, com o iniciador o prom otor principal en los últimos veinticinco años: "A h o ra m ism o estando el Sr. Menéndez en Bs. Aires se inau­ g uró en P. Arenas un b o n ito teatro edificado a su costa, que él bautizó con el nom bre de "C o ló n " ( 1 ) , pero que allá, nos d ijo sonriendo, se empeñan en llam arlo "José M enéndez". "La señora Menéndez, la valerosa com pañera de toda su exis­ tencia de pionero em prendedor y a fortunado, es o rie n ta l y lleva un apellido que nadie ha olvidado seguramente, es hermana de Matías Behety, el dulce e in fo rtu n a d o poeta que tan g entilm ente encarnó el tip o de "A lfre d o M ose t" en la bohemia bonaerense hace años. "R eiteram os nuestra bienvenida a Don José Menéndez y a su d istin g u id a fa m ilia , deseando que muchos hom bres com o éste, ra­ diquen el campo de acción de sus actividades a la vez en tierras argentinas y en la de nuestro esforzado vecino del Pacífico S u r." El reportaje en cuestión provocó por alguno de los extremos que se tocaron a indignación de la Congregación Salesiana, que se vió directamente aludida. Posiblemente ésta ya había hecho todo lo humanamente posible, aunque sin éxito, para que no fuera pu­ blicado, pues de otra form a no se explica la demora que conoció la salida de tal entrevista. N o es de extrañar pues, que el mismo Monseñor José Fagnano se lanzara a la palestra de la prensa en E l D ia rio de Buenos Aires a refutar al asturiano, mediante una «C arta Ab ierta». H e aquí su réplica: Señor E d ito r "C on la seguridad de que le agrada la nota de im p a rcia lid a d que es la pre rrog a tiva de los periodistas serios, no dudo querrá dar cabida en sus columnas las declaraciones que le pongo a con­ tin ua ció n para contestar los cargos que hace a la M isión Salesiana de Río Grande su re p órte r, sobre datos que dice haberle p ro p o r­ cionado el Sr. José Menéndez. (1) E l teatro aludido, hoy Teatro M unicipal de Punta A ren as, se levanta en la P laza de A rm as de la localidad, precisamente frente a la estatua de M agallanes, centrada en dicha plaza, erigida asimismo por iniciativa del asturiano. En la misma plaza, y en el otro frente que la cierra, se alza la cuidada mansión que habitó don José M enéndez, pre­ cisamente tam bién frente a un busto que fué levantado por la M uni­ cipalidad en su recuerdo. 952 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA "A n te todo, estim o conveniente declarar que no me consta haya habido antecedentes sobre los cuales pueda basar el Señor José Menéndez su voluntad de desprestigiar a aquella M isión. "S in tener en cuenta que fuim os nosotros, los Salesianos, los que abrim os ese puerto a costa de muchos sa crificios personales, y son muchos de miles de pesos llegados en gran parte a las arcas del Sr. José Menéndez, grato me fue co m p ro b a rlo , que la M isión atendió siem pre con todo esmero los intereses del Sr. Menéndez en la persona de su encargado Señor McLenann, y su agente para fa c ilita r las instalaciones de sus estancias. "A llá vivió por meses en nuestra casa, com iendo a nuestra me­ sa, usando nuestros animales y aprovechando todas las facilidades que podíamos proporcionarles. Todo sin un centavo de recompen­ sa, sin rem uneración de ninguna especie, pagándonos en cam bio con muchos m otivos de quejas que nosotros d isim ulam os siem pre para excedernos en los deberes de la caridad cristia na . "E sto habría quedado siem pre en secreto, com o hasta ahora, si no hubiera estim ado necesario en esta ocasión, para p ro ba r que no tiene base alguna razonable el proceder del Sr. Menéndez, y que el m óvil de su hostilización no puede ser o tro que el deseo de quedarse él con el terreno que el G obierno argentino concedió a la M isión Salesiana de Río Grande. "A s í lo d ió a conocer en muchas ocasiones su agente en Buenos Aires, instándonos oportuna e inoportunam ente a que le concedié­ semos nuestros derechos y que él nos habría recompensado. " Y es para conseguir tal fin que se usan tales medios, a la verdad, m uy poco elevados como son los cobardes e infelices aser­ tos que voy a desm entir. " Y venga por p rim ero "la libra esterlina con la pensión de tres a ñ o s "........pagadera adelantada por cada ind io que se entregue. "Eso de la "la libra e s te rlin a "........ me despierta cie rto recuer­ do que me dan la tentación de c o rre r el velo que lo cubre, lo que no es m iste rio para nadie, menos para m í........ la desaparición paulatina de los in d io s ....... pero no lo haré sino instado por ulte­ riores provocaciones. "P o r ahora me contento con decir que nadie ha dado, a pesar que yo en una ocasión observé a los hacendados la necesidad que tenía para m antener a los indios que me entregaban en Dawson después de haberse recogido ellos, los que más servían para el tra b a jo . "A gu ard e que el Señor Menéndez me imponga la grata obliga ­ ción de aseverar lo c o n tra rio en su favor. "O tra noticia que me interesa d e svirtu a r es la que sa tenga a la m isión como "g ua rid a de ladrones". "N o creo que se refiera al tiem po en que se alojaba a llí... la gente del señor Menéndez. Por consiguiente yo sólo pido las prue­ bas de su g ra tu ito acertó con relación al robo de animales y ma­ tanzas, después que lo ayudamos con todas nuestras fuerzas a instalarse allí. EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 953 "M e consta, de fuente segura, por haberlo atestiguado yo m is­ m o, que los indios no se alejan del rancho de la M isió n, en busca de aventuras p o r los campos del Sr. Menéndez........ pues saben que no podrían co n ta rlo a nadie". "Después de ponderadas tales aseveraciones, me causa a d m ira ­ ción el silencio del Sr. Menéndez, sobre realidades que parecen m uy ad hoc ........ para alegar en fa vo r de su causa. "P o r e je m p lo, no hace mención que su capataz en Río G ran­ de........ fue flechado por los indios y que le quem aron la casa........ El sabe que no le conviene sondear m uy a fo nd o en los m otivos de tales desastres, y se contenta con resum irlos en general d icie n ­ do ........"lo s indios me comen de quince a veinte m il animales ........al a ñ o ". "L a bola no necesita com entario, para quien sepa cuántas ove­ jas ha llevado el Sr. Menéndez a Río Grande y conozca la costum ­ bre de los señores estancieros de engordar m ucho los núm eros, cuando se trata de pérdida que puedan in c u lp a r a los indios "Sucede casi siem pre y es de celebrarse después de publicada una de tales infaustas noticias, reaparece la m ajada íntegra, que solamente se había alejado, o que al menos no faltaba m il ovejas, ni cien ovejas y que se le puede sacar todavía o tro cero más. "N o soy yo el que sostengo que los indios no hayan dañado a los estancieros, pero sí puedo a firm a r que por lo general las exa­ geraciones son m uy grandes. " Y basta p o r ahora, pues las otras noticias no me interesan m ás........ que el cuero que se pudre en una hora. "Adem ás me parece haber ya convenido, desafiando a p ro ba r lo c o n tra rio , que no existe el tal negocio in m o ra l de indios que van y vienen para enriquecer a los m isioneros con libras e s te rli­ nas y pensiones, y que la M isión no es ........"g u a rid a de ladrones", sino una in s titu c ió n cuya honradez dará siem pre m ucho m otivo de incom odísim a pesadilla a los ...m a l intencionados. De Ud. Sr. E d ito r S. S. S. M onseñor José Fagnano. N o fue rem iso don José Menéndez al contestar a Monseñor Fag­ nano. Su carta no tiene desperdicio: Buenos Aires, 6 de Septiem bre de 1899 M onseñor José Fagnano "C on pena y sorpresa me he im puesto del poco c a rita tiv o y h u m a n ita rio com unicado de Ud. y digo con pena, porque jamás habría im aginado que el Rvdo. Prelado y Jefe de la M isión Salesiana de Magallanes fuese capaz de un desborde "u ltra ja n te y h u m i­ lla n te " com o el m encionado, regalado al púb lico b a jo su propia firm a , a rrastra do por un m om ento de ofuscación, acertando datos de todos puntos de vista inexactos y en mi contra. 954 JOSE MANUEL G0MEZ-T AB AÑERA "M o tiv a este lastim oso descarrilam iento el rep orta je que se me ha hecho aquí en Buenos Aires, publicado en "E l D ia rio ", de fecha 23 de ju n io de 1899 en el cual a firm o con razón in d is c u tib le que los indios onas en el Río Grande tienen la m isión salesiana como un lugar de refugio, tal cual se aprovechan adm irablem ente para b u rla r la acción de sus víctim as. " Y bien, es sobre este punto que me voy a explicar para demos­ tra r a Ud. y al público que fuese necesario, com o he a firm ad o nada más que la verdad, y más bien ha quedado en el tin te ro lo que habría podido exponer, si no me hubiera detenido el no querer causar p e rju ic io a la m isión, como no deseo causarla a persona alguna. "Decía en el reportaje aludido que los indios onas al ir y volver de la m isión, mantienen un obligado trá fic o p or m is estancias, en v irtu d de la situación en que se encuentran, de la cual se aprove­ chan adm irablem ente bien, disculparse con los guardias de mi propiedad y con ello librarse del castigo a que se hacían acreedores p or los robos que ejecutan. " Y bien, esto es perfectam ente exacto. "H a bría podido añadir que la M isión es a la vez que refugio do ladrones de animales, el refugio y depósito de ........asesinos y m al­ hechores........ como lo prueba el hecho de haber estado en la M i­ sión durante mucho tiem po y haciendo alarde de su acción los indios que asesinaron a San M artín y com pañero ( 1 ) al sur del Río Grande y Traslaviña y com pañero (2 ) en las inmediaciones del lím ite chileno-argentino ( 3) . "A lgunos de ellos aún están sin que nadie los moleste y otros más. " Y habría añadido que la M isión se habría opuesto, con todos sus privile g io s a que la policía argentina ........"recogiera a esos crim ina les de la M isión ....... como lo ha intentado hacer más de una vez, sin resultado. " Y tam bién habría podido decir que entre los indios que desde la M isión van y vienen a la selva para co m binar con sus amigos (? ) los ataques contra la propiedad privada, hay algunos que m ani­ fiestan en su estado físico "huellas de p lo m o " ....... de haber sido más de una vez, sorprendidos en el robo de animales. " Y aún más el ....... Cacique Felipe (B a rra g á n )........ cuya fama de salteador y ferocidad en sus hechos, es perfectam ente conocida, después de haber incendiado las ........"dos casas de la Prim era Arqentina ........en una de las cuales vivía el cuid ad or Don M áxim o G utiérrez y en la otra un destacamento de cu atro policías dedica­ dos a guardar la línea por aquel lado, llegó a la M isión m uy tra n ­ quilam ente, acompañado de sus cuatro cóm plices, en donde per- (1) M ás o menos indirectamente se refiere al cacique indígena Fe­ lipe B arragán , del que hablarem os infra. (2) W illiam son, es el segundo. (3) San Sebastián— a Caleta— Pantano (Josefina). EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 955 m aneció todo el tiem po que q u iso ........ am parado por los fueros de la M is ió n ........ contra las pesquisas de la policía argentina (4 ) que en vano intentaba dar con él para im ponerle el castigo que merecía. " Y bien, estos hechos son tan ciertos que nadie se atrevería a negarlos. ¿Qué o tra cosa que un refugio de ladrones y asesinos es la M isió n, en las actuales condiciones? "¿ Y cóm o es posible que los que nos conceptuamos p e rju d i­ cados con este estado de cosas no tengamos el derecho de expre­ sarnos siquiera de la única manera que yo lo hice al re p ó rte r de "E l D ia rio "? "A h o ra veamos los cargos de desmedida am bición que Ud. me hace, de querer acapararm e las tierras que el G obierno argentino ........concedió........ a la M isión Salesiana. "P rin c ip ia ré p o r decir que es inexacto el hecho a firm a d o en todas sus m anifestaciones, pues no he atentado jamás directam en ­ te ni indirectam ente en acapararme de modo alguno de las tie rras que la M isión ocupa con su estancia y ........ni jamás el G obierno a rg e n tin o ........ le ha concedido tierra alguna a la M isión. " Y como una prueba irre fu ta b le de mi a firm a tiv a podré c ita r que se discute actualm ente en el Congreso A rgentino el proyecto de concesión p or veinte años en favor de los Salesianos por el lote N.° 12 de 19.454 Hás., para establecer en él una colonia de in d í­ genas, siendo ese lote la única tie rra que jamás ha ocupado la M isión y sin que yo procure hostilizar absolutam ente la discusión y pase del proyecto ........aunque está en mis manos poder hacerlo. "En cam bio veamos cuán d iferente fue la a ctitud de la M isión que Ud. representa con respecto a mis intereses. "Desde 1894 que me tiene otorgada la Gobernación de Tierra del Fuego, la ocupación provisoria de los lotes Nos. 31, 32 y 33 Ud. no ha cesado un solo día en procurarse el "acaparam iento de e llo s". "P ruébalo el hecho, que en 1895 después de haber obtenido yo el arrendam iento de ellos por interm edio de las "o fic in a s de Tierras P úblicas" como !o comprueban los expedientes Nos. 1195, 1206 y 1207, la influencia de Ud. llevada ante el poder argentino provocó la desaprobación que el Gobierno prestó a esos expedien­ tes ordenando "que se me devolvieran esos d in e ro s " ........pagados y las letras firm adas y declarando esas tierras en reserva. "M ás tarde el Supremo Gobierno argentino ordenó la venta de 56 leguas en T. del Fuego para el 5 de noviem bre de 1879, entre las cuales iban incluidas las seis y media leguas de que constan los mencionados lotes y por trabajos e influencias llevadas a nom ­ bre de la M isión se exceptuaron de la venta esos lotes en el m ism o m om ento del remate, según me lo ha declarado ingenuamente ol D iputado Nacional, Doctor O. Farrell que lo representa a Ud. con lo cual quedé burla d o en mis justas expectativas de com pra y sa­ c rific io s del viaie que había hecho con tal propósito. (4) Destacam ento de Ushuaia. 956 JOSE MANUEL G0MEZ-TABANERA " Y si a esto se añaden los públicos y n oto rio s pasos que está Ud. haciendo de tiempos remotos desde la famosa petición ........de Popper........ en que de acuerdo con Ud. en 1886, solicitaban del Gobierno argentino 100 leguas en Tierra del Fuego para estableci­ m iento de una colonia fueguina que fracasó, m odificada por otra más tarde en que los ........dos pedían sesenta leguas que tampoco pudo s u rg ir y más tarde la toma de posesión a la fuerza de "R ío G rande" que Ud. hizo de motu propio y sin autorización legal alguna. "¿ N o prueba esto a las claras que la am bición desmedida de acaparam iento de bienes terrenales, lejos de serme achacada a mí, le corresponde en justicia a Ud.? "¿ Y no lo prueba también el hecho explicado de estar Ud. des­ de años atrás poniéndome trabas y procurando arrebatarm e las tierras que form aban la "Segunda A rg en tina ?". "C reo que esto es tan evidente como la luz del día y que ne­ garlo sería inconcebible y hasta absurdo. "Parece también que a Ud. le ha hecho efecto la mención del pago de una libra esterlina y pensión de ve in ticinco centavos, im ­ puestos por Ud. para la recepción de indios en sus misiones. "¿Puede Ud. negar este hecho? "¿N o está en la conciencia de todo, que Ud. a más de lo pasa­ do, que ya es d om in io de todos, se negó Ud. en las últim as confe­ rencias que tuvieron lugar años pasados en la Gobernación de Magallanes, al llegar a un acuerdo con los hacendados respecto a sus exigencias sobre el p a rticu la r que no pudieron ser acepta­ das? ( 1) . "¿ Y no están frescas todavía las negativas también sobre el m ism o tema que Ud. hizo a mi a d m in istra d o r de "R ío G rande" en marzo ú ltim o ? "C reo que sobre este punto no valdrá la pena de presentar otras pruebas que las que ya corren en la conciencia pública. " Y he aquí a que quedan sus cargos g ra tuito s, cargos públicos que Ud. fo rm u la en su citado comunicado. "N o habría para qué tocar las otras menudencias malignas que Ud........... encapotadam ente........ pretende herirm e. "S alta a la vista que son insidiosas y sin base alguna, lanzadas p o r el lastim oso ofuscam iento con que Ud. se p re c ip itó a desaho­ garse por la prensa en mi contra, pues si m i em pleado, Sr. McLenan fue herido por las flechas de los fueguinos al ser sorprendidos robando, prueba sencillamente que es un buen empleado con con­ ciencia y que sacrifica hasta su vida en el c u m p lim ie n to de deber y si los abusos que se atribuyen por la M isión a otros de nuestros empleados fuesen ciertos, lo cual no ha podido ser cons­ tatado, el hecho de haberlos d estitu id o de su cargo inm ediatam en­ te después de producirse la denuncia, prueba que hemos cu m p lid o con un deber de exagerada hum anidad. (1) nota... »Para detalle sobre esta cuestión, hemos de remitirnos injra, Tipos de indígenas Y am an a y cabaña de los mismos. (Fot. de P. H yades y J. Deniker). C abaña cónica de los Ona, de la T ierra de Fuego, que no debió d iferir m ucho de las utilizadas en Europa por los cazadores de la E ra C uaternaria, durante la glaciación wurmiense. José N ogueira, el portugués que inició el aprovecham ien­ to económ ico-ganadero de T ie rra de Fuego,, y cuñado de M auricio Braun, otro pionero magallánico. Su per­ sonalidad quedará re fle jad a en Joáo Palm eira, el pione­ ro portugués, que nos pre­ senta E. Cam pos Menéndez en su extraordin aria trilo­ gía novelesca dedicada a las gentes de Punta Arenas. M auricio B raun, uno de los m ás sagaces pio­ neros de M agallanes, que casaría con una de las hijas del asturiano José Menéndez. Fruto de su unión fue el célebre investigador e his^ toriógrafo de nacionalidad argentina A rm an ­ do B rau n Menéndez, al que se debe impor­ tantes libros sobre T ierra de Fuego. José M enéndez M enéndez, hijo de M iran da de A vilés (A stu rias), que hizo fortuna en el Co­ no Su r prom oviendo innum erables industrias en el terirtorio de M agallanes, tras establecer su cuartel gen eral en Punta A ren as. Im plicado en denuncias por genocidio de indígenas Ona, en T ie rra de Fuego (Estancias L a P rim era y L a Segunda A rge n tin a) se vio en la precisión de restructurar el personal de sus explotacio­ nes ganaderas, tras un viaje de inspección en el “ A m ad eo ” , v ap o r de su propiedad. Es el José Fernández de la saga “L os Pioneros” , de E nrique C am pos Menéndez. Monseñor José Fagnano, fu ndador de las Misiones Salesianas de San R afael en Isla Dawson y la C andelaria en T ierra de Fuego. Río G rande, Busto de don José Menéndez que se erigió en la P laza de las A rm as (Plaza M ay o r) al cumplirse el centenario de su radicación en Punta A ren as (18751975), en el mismo parterre dominado por el monumento a Fernando de M agallanes, que preside la plaza y que fue levantado por iniciativa del pro­ pio Menéndez. del que se conservan aún numerosas huellas, pero también em presas vivas, iniciativas culturales y fundaciones en dicha ciudad chilena. (Fotografía Góm ez-Tabanera, 1985). EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 957 "¿ Y qué direm os respecto a los servicios que Ud. me echa en cara prodigados a m i a d m in istra d o r, Sr. McLenann? "E n el c rite rio p úb lico ese hecho no podría de ningún m odo co a rta r m i lib e rta d para exponer aquello que m i conciencia me dicta ser pura verdad. "P ero hay más, esa clase de servicios, se hacen com o un deber de h osp italida d en todos los campos donde el transeúnte no en­ cuentra los recursos para v iv ir m ediante pago, m áxim e en un de­ sierto habitado solamente por salvajes feroces. "E l Sr. McLenann, al abandonar el generoso albergue que la M isión le p rodigó, d ió las gracias y no so lic itó cuentas de gastos, porque supuso que ese hecho envolvería un in s u lto grave a sus bienhechores y que no es usual en sus p roncipios. "P ero deberé añadir a pesar que tanto entonces, com o en los sucesivos años que han tra n scu rrid o , la M isión ha recibido de par­ te de m¡ a d m in is tra d o r y de m í m ism o servicios m ucho mayores e in fin ita m e n te más valiosos que lo que m aterialm ente ha im p o r­ tado el gasto de uno o dos meses de pensión que fa c ilita ro n Uds. al Sr. McLenann en 1895, servicios éstos que los m enciono, sin el ánim o de echarlo en cara, sino sim plem ente para defenderm e del ataque que Ud. m dirige. "S in em bargo, dispuesto estoy a pagarle con largueza, las aten­ ciones que Uds. prodigaron a McLenann si Ud. desea pasar la pla­ nilla correspondiente. "V e o que ya he explayado lo suficiente todos los puntos de su escrito y espero que su lectura m editada dé a Ud. la convicción de que me he concretado a él. "D e jo p or ahora en "e l tin te ro " otras cosas, porque no ha lle­ gado el m om ento de exponerlas y sentiría que llegase, porque no es m i ánim o en lo más m ínim o lastim ar la m archa de los intere ­ ses que Ud. representa. "P ro te sto que no tengo mala voluntad a la M isió n, ni tengo para qué tenerla y que sólo busco con estas líneas el decoro y la h o n o ra b ilid a d que Ud. ha pretendido arrebatarm e. "Para e v ita r que este asunto siga adelante in v ito a Ud. a un nuevo e scrito, p or el cual se me devuelva el honor, d esvirtuando los falsos cargos que se me hacen por el p rim e ro . "S i esta in vita ció n la acepta Ud. el asunto habrá te rm in a d o ■ el p úb lico no tendrá necesidad de o ír m is descargos. "D e lo c o n tra rio me vería obligado en el caso, tan luego llegue a Punta Arenas de p rin c ip ia r por su carta para seguir en lo demás que "g u a rd o en reserva". "A s í que espero que Ud. determ inará lo que convenga. "S i no hallase eco en lo solicitado, me dem ostraría Ud. seguir el asunto adelante... aúún contra mis protestas. "A la espera de su determ inación me es grato rep etirm e de Ud. A tte. S. S. José Menéndez. 958 3. JOSE MANUEL GOMEZ-TABAÑERA C ontinuación de la p olém ica: M onseñor José Fagnano, versus don José Menéndez E l preminente misionero no pareció cohibirse ante las adver­ tencias o amenazas más o menos veladas del em presario asturiano. N o tardaría mucho en que se hiciera pública su contestación en el mismo periódico: Señor Don José Menéndez M uy señor m ío: "La carta de Ud. en verdad m uy larga ha explayado m i escrito, como Ud. dice, pero no ha contestado a mis preguntas, que voy a re p e tir: "¿M e ha dado Ud. una lib ra esterlina por pensión por cada in d io que se trae a la M isión? "¿Es c ie rto que su ....... "buen M c Le na nn "........ Como Ud. dice, fue flechado y odiado únicam ente porque cum ple con su deber? "Explicaciones sobre este punto (que no pueden p ublicarse) ........si Ud. lo desea, se las dará el Presbítero José M. Beauvoir, D ire cto r de aquella M isión en aquel entonces, cuando el Sr. McLe­ nann se quedó hospedado tres o cuatro meses ........cor.’ o tra n ­ seúnte. "¿U d. sabe si el cacique Felipe, no haya obrado en defensa p ropia, como lo han hecho los indios y como lo haría Ud? '¿'Si verdaderam ente Felipe fuera salteador y asesino, puede p o r esto dar el nom bre a la M isión de "R efugio de asesinos"? "P ero supongamos, que sean verdaderam ente todos o casi to­ dos, como Ud. quiera, asesinos y ladrones ocupados en ir y volver de la selva a la M isión, pasando por las estancias de Ud. com iendo ovejas hasta com pletar el núm ero de veinte m il ........es este caso. "¿Quén le creerá a Ud. que los fueros de la M isión hayan im ­ pedido a la gente de Ud. y a los policías, que no son de papel, aprehender al ind io Felipe? "Pues, es sim plem ente rid íc u lo que Ud. quiera ceder a tales........ fu e ro s........ un poder tan m isteriosam ente capaz de im p e d ir........ la acción de las balas de plom o. "E sto no se lo va a creer n i........ su buen MacLenann, pues, ya pasó el tiem po de los cuentos de hadas. "E n conclusión: o los indios salen de la M isió n, o no salen. Si salen hasta llegar a los campos de Ud. y a la selva, evidentem ente que quedan expuestos a los tiro s de su gente y a la acción de les policías. "E n este caso....... es fa lso ........ que nosotros pongamos tro p ie ­ zo a la acción de la justicia como Ud. a firm a. "P ero sigamos con las preguntas. "S i yo no tengo derecho al terreno que ocupo, vuelvo a pre­ g untarle ¿Por qué su agente en Buenos Aires, Sr. Ju lio Schelky, EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 959 hizo sobre aquel terreno m il propuestas de arreglo a m i repre­ sentante allá, en aquel entonces? "¿ A qué tanta insistencia e inopo rtun ida d para pedirm e aquel terreno si Ud. juzgaba que yo no tuviera más derecho que m i ocu­ pación a motu propio? "P ero como Ud. en este asunto me sale con m ucho aparato de citas, nom bres, fechas y números, para burlarse de los ¡nocentes que le creen, le citaré tam bién yo una fecha que basta p o r todas. "Sírvase Ud consultar las conclusiones de la 37.a sesión de la Cámara de Senadores de Bs. Aires del 29 de agosto ppdo. y verá Ud. como pública y o ficialm ente se reconoce m uy legítim a m i ocu­ pación de aquel terreno en 1893, sin perm iso del señor Menéndez y pese a quien pese. "O ja lá resultare cierto la otra peregrina noticia de Ud. la de haberme concedido el gobierno argentino, o tro terreno que nunca he ocupado. "V é Ud. que cae aplastado bajo su m ism o peso........ su prueba irre fu ta b le e irrevocable, adornada con el absurdo que ya haya hecho costosísim as instalaciones en un terreno a que no tuviera ningún derecho. "S i no hay base de exactitud en lo que a firm a usted sobre mis proyectos en 1886 con Julio Popper (Q. E. P. D.) hay im p líc ita una alabanza en m i fa vor, reconociendo Ud. que yo he explorado aquelas tie rras m ucho antes que Ud. llegado a ú ltim a hora m uy cóm oda­ mente por aquel puerto que yo abrí a costa de muchos sa crificios y de muchos pesos. "P ero de tal alabanza no me creo obligado a d arle las gracias, porque le salió involuntariam ente, como un tiro p o r la culata. "P o r la misma razón, le niego a Ud. mis agradecim ientos por el honor grande que me hace en darme a conocer tan poderoso e influ yen te , que hasta puedo hacer suspender, de repente, los re­ mates fiscales, anular contratos efectuados por el G obierno y o b li­ garlos a devolver dineros a los que le habían arrendado terrenos que estaban pedidos por otras personas. "¿Qué más me fa lta para sentarme en el sillón presidencial y comenzar con decretos desde luego en fa vo r del Sr. José Menén­ dez, para darle una buena g ra tificació n nacional, digna de sus ser­ vicios a la M isión Salesiana de Río Grande? " Y para e vitarle a la hum ildad de Ud. el ru b o r de m encionar tales servicios, enum ero yo a continuación los que conozco y es­ crib o sobre el p a rtic u la r al D irector de aquella M isión para conocer si ha recibido o tro s que no hayan podido llegar a mi conocim iento. 1.° 2.° De viaje el "A m a d e o " a Río Grande, llevó por vapor lo que le entregamos de más urgente para los nuestros de allá, despuó-s del incendio que destruyó la M isión. En el casam iento de indios fue padrino el señor José Menén­ dez, que en tal ocasión ....... regaló un to ro para celebrar la boda con u n ........ "asado con c u e ro "........ a todos los indios y ... ... quien más sabe, que más diga. 960 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA "C uando yo llegue a conocim iento de o tro s favores se los agra­ deceré tam bién con todo el alm a, sin to m a rlo s en cam bio de la hosp italida d y servicios prestados a su gente en cu a tro meses, p o r­ que me dice que, con sus palabras, éstas son costum bres de cam­ pesino, aunque el hecho de haber instalado Ud. allá m ism o tiendas y viviendas para quien quiera aprovechar su hosp italida d me diga lo c o n tra rio . "E spero la publicación de lo que Ud. de¡ó en el tin te ro para contestarla y acabar con nuestra polém ica. "Entonces daré a luz las otras cuatro páginas que yo tengo escritas, con lo demás que requieren las u lte rio re s publicaciones de Ud. ( 1 ) . S. S. S. Monseñor Fagnano. 4. E n torn o a los entresijos de un presunto genocidio La últim a carta de Monseñor Fagnano no fue contestada por don José Menéndez, aun cuando éste, según com entarios recorda­ dos años más tarde por sus familiares, estuviera dispuesto a ello. Sospechamos que no lo hizo a ruegos de la propia Presidencia de la República o de influyentes conocidos de Buenos Aires más que a instancias de numerosos puntarenenses y personajes de la Colonia, a quienes haría tem blar cualquier investigación oficial que tanto el indiscreto celo misionero de Monseñor com o la pérdida de bue­ nas maneras por parte de Menéndez pudiera haber originado, sea de donde viniera, de Buenos Aires o de Santiago, con los naturales perjuicios para todos, armadores, estancieros, comerciantes, etc. Menéndez tuvo pues que tragarse su andanada, posiblemente ya preparada. Es el caso, que aunque siempre estuvo al tanto de la m ayoría de los actos más o menos lícitos de sus convecinos y conciudada­ nos, a la vez que de las acciones que desde muchos años atrás aven­ tureros y desaprensivos de toda laya, desde el teniente Cambiazo hasta Popper y otros (13), emprendían contra los indígenas, jamás (13) Independientem ente de lo que nos narra la historia local, con los excesos de cambiazo, que a la larga traería el asesinato p or parte de los indí­ genas, ahora Tehuelches, de B. P h ilip p i; el inaudito secuestro de siete Onas p o r parte del barco francés “Toulouse”, p ara su exhibición en la Exposición U n iv ersal de P a rís (1889), por iniciativa del em presario M aurice B eauvier, 961 EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ se había significado com o portaestandarte de un humanitarismo lascasiano, más sabiendo hasta dónde llegaba la barbarie de am­ bos antagonistas, el civilizado y el salvaje (14). Se daba p or otra parte la circunstancia que casi siempre Menéndez, en sus tratos y relaciones con los indígenas, se encontró ante hechos ya consuma­ dos. E l que éstos fueran obra de alguno de sus capataces, com o el m ism o McLennan, en quien por entonces recaía la responsabili­ dad de muchas de sus iniciativas ganaderas, es otra cuestión. El caso es que don José Menéndez, ya por entonces, en vez de estar siempre en un sitio o en una explotación determinada, actuaba mediante «subsecretarías», que visitaba periódicam ente mediante viajes de cabotaje que llevaba a cabo en su vapor privado «A m a­ deo», llam ado así p or el dinasta de Saboya, que durante algún tiem po ocupó el trono de España poco antes de la proclam ación de la I República. Desmenuzando y analizando los contenidos no sólo del reporta­ je, sino de las cartas que se cruzaron ambas partes, e independien­ temente de que todos estos escritos puedan dar al lector alguna idea de la dimensión colosal del mirandés José Menéndez, la mul­ tiplicidad de sus empresas y los medios en que hubo de m overse para «h acer las Am éricas», es indudable que todo ello nos pone en contacto con toda una serie de derechos que pudieran contribuir a entre otros, está las acciones que lleva a cabo por entonces el ingeniero ru­ m ano Julio Popper, que disfrutó haci al888 de una concesión argentina p ara la explotación au rífera, y que se significó tristemente como un cazador de indios, tan desaprensivo como el mismo Ramón Lista, alférez de navio de la A rm a d a Argentina, que secuestraba fueginas p ara regalarlas en B uenos A ires, o incluso la m ism a iniciativa, que no merece calificación, de los propios M i­ sioneros Salesianos, que con motivo de la celebración en GónoVa, Italia, del IV Centenario del Descubrim iento no tuvieron escrúpulo alguno d e m andar a Italia a toda una fam ilia A la calu f, de la Isla Dawson, con el P. José B eau voir, en calidad de celador de la misma, falleciendo días después de la m archa dos niñitas aun cuando los religiosos de San Juan Bosco juzgaron buena com­ pensación en que los reyes H um berto y M argarita de Saboya pudieran adm i­ ra r a los indios, y que éstos recibieran en Rom a la bendición apostólica de S.S. L eón X III. (14). Sobre el tema y con independencia de la ingente profusión de biblio­ g ra fía que podría aludirse, nos remitimos a la emotiva novela del escritor chileno contem poránea F r a n c i s c o C o lo a n e , Rastros del guanaco blanco, San­ tiago de Chile, Ed. Z ig -Z a g , 1980, donde, al igual que en la saga de E. Cam pos M e n fn d e z , L os Pioneros, Santiago, Ed. Ercilla, 1984, se b a ra ja n b ajo oca­ sionales pseudónim os los nom bres de conocidos puntarenenses y la fo rm a na­ d a ortodoxa en que hicieron su fortuna. 962 JOSE M ANUEL GOMEZ-TABANERA desentrañar un tanto las culpas de presuntos genocidios, de los que nadie quiere ser responsable. Ahí tenemos, por ejemplo, cuando se habla de «asesinos y m alhechores» refugiados en la Misión Salesiana y que alardearon de haber dado muerte a San Martín y a su compañero al sur del R ío Grande (15), Traslaviña, y a W illiam son que lo acompañaba, ya cerca de la frontera (16). Aquí indudablemente el asturiano se refiere al fam oso cacique indio Felipe, quien tras aceptar la civili­ zación y enseñársele las primeras letras en Punta Arenas, su estan­ cia en la misma se convirtió en una especie de compás de espera, hasta que estimó, ya mozo y un tanto conocedor de la idiosincracia occidental, llegado el momento de tornar al salvajism o y la libertad natural, dentro de una concepción que no tiene nada de rousseauniana. H ijo de la indígena Kalia y del teniente de la Marina chilena Tomás Barragán, asesinado por los Onas en la Isla de Carlos I I I el 7 de marzo de 1846, ya adulto se significará en diversas acciones en pro de los subyugados indígenas. Para ello, y contando con la ingenuidad de muchos salesianos, hizo de la M isión de R ío Grande su cuartel general... Una de sus asonadas costaría así la vida a los capataces Traslaviña y Williamson, a los que sorprendieron y asal­ taron cuando llevaban prisioneros a unos Onas desde Caleta Jose­ fina a Isla Dawson, degollándoles acto seguido. Alguien, quizás su mismo yerno, puso en antecedente de todo el asunto a Menéndez, que por ello le trae a colación en su carta de 6 de septiembre a Monseñor Fagnano, inculpándole más o menos indirectamente así (15) S obre tales m uertes de mineros se planteó en su día la disyuntiva de si habían sido asesinados por cam aradas suyos, y no por indios Onas. (16) L o s asesinatos de Emilio T raslaviña y E. W illam son, que tuvieron lu g a r en enero de 1896, y que conmovió a todo el territorio, dado los carac­ teres de ensañamiento que revistieron, fu é obra de una banda de O nas que intentó librarse del cautiverio cuando eran trasladados desde Caleta Josefina a Isla D aw so n y ser confiados a los M isioneros Salesianos, que venían ocu­ pándose de ellos tanto en territorio argentino como chileno. Precisamente, la M isión de “L a C andelaria” , fundada en territorio argentino en noviem bre de 1893, abarcando los p arajes de B arrancos Negros, los Chorrillos y poste­ riorm ente C abo Santo Domingo, recibió num erosa población indígena a raíz de que M onseñor Fagnano adquiriese 2.000 ovejas en 1894 y 3.000 en los si­ guientes 1895-1896. En 1897 se adquirieron 5.000 ovejas m ás p ara su crianza y alim entación de los O nas que allí se guarecían. Se daba la circunstancia que la M isión estaba rodeada por dos grandes estancias: “L a P rim e ra ” y “L a Segunda A rge n tin a” , pertenecientes al asturiano José Menéndez, que sufría diversos desmanes, p or parte de los Ona, en su ir y venir a las Misiones, te­ niendo que intervenir varias veces las autoridades de U shuaia, con la consi­ guiente intranquilidad y desesperación del mismo M onseñor Fagnano. EL EM IGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 963 del asalto e incendio de casas en Prim era Argentina, en las que moraban un destacamento de soldados y el potrero M áxim o R od rí­ guez, dependiente de Menéndez, que sólo pudo hacer en su día la oportuna denuncia... Pero es obvio que ya desde entonces se de­ sencadena una guerra racial, entre cuyos episodios está aquel en que unos «caza-recompensas» chileno y argentino respectivamente el día 8 de diciem bre de 1899, pocos meses después de haberse ini­ ciado la polém ica periodística entre Monseñor Fagnano y Menéndez. El cuerpo de Felipe, cosido a balazos, contenía entre las ropas una carta al parecer de una india Ona, de nombre cristiano Covadonga, más conocida com o «L a Chonga» y que con el tiem po se hizo popu­ lar com o criada de los Stubenrauch, unos emigrantes alemanes residentes en Punta Arenas, que la afinaron para sus menesteres domésticos y que m oriría de hemoptisis, el 20 de noviem bre de 1899. Dicha carta fue identificada por otro indio, M iguel Calafate, que era m onaguillo del coadjutor de Punta Arenas, el padre M agiorino Borgatello, y aunque jamás se hizo público su contenido, com pli­ caba a la sirviena de los Stubenrauch com o «esp ía » de Felipe. V olvien do a otros extremos contenidos en la polém ica entre el salesiano y el astur, se ve que por parte de Monseñor Fagnano, y en diversas ocasiones, se lanzan graves acusaciones para las gentes de Menéndez. Así, cuando se afirm a que el capataz McLennan, con peones al servicio de Menéndez, inyectaron veneno (arsénico) en un cetáceo varado, con objeto de que cuando los indígenas se llegasen a apro­ vechar su carne, se envenenasen, dándose así com o segura, median­ te tan atroz asechanza, la muerte de un centenar de Onas. En realidad, todo esto era un infundio, quizá originado p or otro hecho mencionado por el propio Fagnano, cuando cuenta que en una boda de indios, de la que fue padrino el propio don José Menéndez, éste le regaló una res para el banquete de boda, y cuya carne es­ taba envenenada... Alude también a una supuesta transacción por la que los terratenientes y estancieros de Tierra de Fuego se com­ prom etieron a contribuir anualmente con una libra esterlina en la manutención de los indios que arrojaban de sus territorios; indu­ dablemente tal pacto existió (17), aunque muy posiblemente pronto dejarían de sentirse obligados por el mismo los estancieros, ante la conducta de los indios, y sobre todo, desde el m omento en que las Misiones Salesianas fueron concesionarias de tierras y contaron con recursos ganaderos y económicos propios. (17) Cf. infra, a continuación, págs. siguientes. 964 JOSE M ANUEL GOMEZ-TABANERA N o obstante, y desde un prim er momento, pese a su entrega la tarea que se impusieron los misioneros era casi sobrehumana. La toma de posesión del Gobernador don Manuel Señoret, quien, prag­ máticamente, ordenó una concentración de indígenas en el sector de Caleta Josefina, para acto seguido llevarlos para su recuento y examen m édico a Punta Arenas, pareció marcar una nueva etapa. Fue entonces, y ante tales hechos, cuando los Salesianos opina­ ron que era muy cóm odo despoblar Tierra de Fuego enviando a los indígenas a las Misiones. Y también estimaron que los estancie­ ros debían de colaborar en los gastos que tal tutoría les ocasionaba, p or lo que les pidieron que les fuera otorgada una libra esterlina por individuo para su alimentación y por una sola vez. Se trata de la misma a la que se refirió Menéndez en su entrevista bonaerense, con independencia de los 30 centavos diarios por tres años, a pagar p or anticipado... Se conserva aún una carta/solicitud que puede clarificar tal ex­ tremo, y que precisamente la firm ó el mismo Monseñor Fagnano, dirigida al Presidente de la Sociedad Explotadora de Tierra de Fuego y cuyo texto es el siguiente: VALPARAISO, Mayo 16 de 1895 Al Presidente de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego Señor: El que firm a , Superior de la M isión de T ierra del Fuego, ex­ pone: Que el Agente de la Sociedad Explotadora Don M. Braun, ha traslado a la Isla Dawson, más de doscientos fueguinos, que tenían su asiento en los campos de dicha Sociedad, en los campos de Bahía In ú til, prom etiendo que el D ire cto rio nos ayudaría a la ma­ nutención de ellos. Los sacerdotes e H ijas de María A u xilia d o ra , atienden la edueducación de los niños y niñas, m ientras otros empleados enseñan el tra b a jo a los hom bres, para hacerles útiles a ellos y sus fa m i­ liares. Me presento a Ud. para tener un a u xilio para m antener a estos indios y a cuantos transporten a la M isión, a u x ilio p o r una sola vez, sea una asignación p o r el espacio de cuatro años, que calculo necesario hasta que estos infelices se basten a sí m ism o con su tra b a jo . No escapará a la penetración de Ud. el beneficio que reportará a la hacienda de la Sociedad, sacando a los salvajes de ese punto y más el cré d ito de la misma ante el m undo civiliza do que abar­ cará los sentim ientos hum anitarios de la "Sociedad C hilen a" cuan­ do se vea al salvaje transform ado en c ris tia n o y tra b a ja d o r. EL EM IGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 965 Insinúo al D ire cto rio d ete rm in a r una cantidad fija p o r cada año para con esta concesión poderm e presentar a alguna in s titu ­ ción de cré d ito y obtener los recursos que yo crea conveniente para la M isió n. A lo menos dos veces al año se recorrerán los campos reco­ giendo indios para la M isión. Llam ando los sentim ientos hum a­ n ita rio s de los D irectores y confiando en su perspicacia en los negocios, espero una favorable resolución a m i pedido. MONSEÑOR JOSE FAGNANO Al día siguiente de su recepción, reunido el Consejo de Adm i­ nistración de la entidad, se leyó al mismo dicha carta. E l acta redactada sobre el asunto y que se guarda, entre otros documen­ tos, en el archivo de M. Braun, hoy conservado en el Instituto de Patagonia, en Punta Arenas, dice lo siguiente: La Sociedad Explotadora reunida con el D ire c to rio , en sesión del día siguiente, acordó lo que expresa en la parte del acta de esa m isión que copiam os a la letra y que dice: "Enseguida se presentó y se leyó una s o lic itu d de M onseñor José Fagnano, S uperior de la M isión de los Salesianos de T ierra del Fuego, que tiene su asiento en la Isla Dawson, so licita n d o de la Sociedad un a u xilio para la m anutención de los indios fueguinos. "L a Junta d iscu tió esa so licitu d y opinó unánim em ente que aunque los reverendos recibían una subvención del Estado, con el o b je to que recogiera y civiliza ra a los indios de la T ierra del Fuego, era ju sto que la Sociedad contribuyese con algo a ese fin y se acordó: Que por cada in d io que la Sociedad llevase a las m i­ siones, se daría a los Reverendos Padres una lib ra esterlina por una sola vez. "C on este acuerdo la Sociedad estima satisfacer a lo so licita d o deseando a la M isión fe licid ad en el desempeño de su la b o r". El acta fue firm ada por el mismo Mauricio Braun, yerno de don José Menéndez, y a la sazón Gerente de la Sociedad Explota­ dora de T ierra de Fuego. Se decidió entonces que Mr. McClelland, Presidente de la compañía, y ausente en la Junta, estuviera en antecedentes de lo acordado, p or lo que se le escribió comunicán­ doselo: "E l Padre Fagnano presentó una so licitu d concerniente a los indios onas y nosotros convinim os en d ar una lib ra esterlina p o r cada in d io que enviáram os a las m isiones, y yo confío en que esta m edida encontrará su aprobación. "Y o pienso que es el m odo más barato para deshacernos de ellos, más c o rto que dispararles, lo que es más censurable" ( * ) . (* ) C arta de M. B. a M e Clelland, de fecha 29-1-1896 (vol. 7, fo­ lios 219-220. Cf. A rch ivo M auricio B rau n H am burger, hoy en el Insti­ tuto de la Patagonia, Pu n ta Arenas. 966 JOSE MANUEL GOMEZ-TABANERA Hacía ya algún tiempo que el propio Mauricio Braun había solicitado protección para los estancieros al Gobernador de Punta Arenas, ante los sucesivos actos de cuatrerismo que cometían los indígenas. El Gobernador destacó entonces algunos soldados, que contaron con la colaboración de la policía argentina de Ushuaia, que tenía la orden terminante de «degollar a cuantos Onas encon­ traran» (18). Fue entonces cuando tuvo lugar la concentración ya aludida y obligada de más de cien Onas en Punta Arenas, que fue contempla­ da con bastantes reservas no sólo por los habitantes de la Colonia, que no eran ganaderos, sino por muy diversos estamentos ciuda­ danos. E l malestar trascendió a Santiago, donde los periódicos criticaron la medida gubernamental. Así « E l P orven ir», de fecha 4 de diciembre de 1895: "La medida del G obernador, don Manuel Señoret, de no entre­ gar a los indios a la M isión Salesiana, no es lógica ni recomenda­ b le ". Más adelante agrega: "Los pobres indios tienen la desgracia de verse tratados con crueldad canibalesca por salvajes con trajes de hom bres civiliza do s". "E n T ierra del Fuego — agrega— se ha m atado despiadadamen­ te, b ru talm en te y sin reparo; a veces por proteger intereses, otras por el pue ril deseo de apretar el g a tillo o a rreb atar una fle c h a ". El día 3 de Agosto de 1895, el pueblo fue sorprendido con un hecho que los dejó atónitos; algo que quedará p re nd ido segura­ m ente en la historia de Magallanes como uno de los sucesos más tris te de la Colonia. El "H u e m u l", vapor de la Arm ada de Chile, por orden del G obernador don Manuel Señoret, tra jo a Punta Arenas 164 indios (onas) de Bahía In ú til, Estancia Josefina, apresados por los c u i­ dadores en las afueras de las estancias y con el fin de enviarlos a la M isión Salesiana de la Isla Dawson. Según la Sociedad Explota­ dora (sociedad creada cuatro años antes, uniendo casi totalm ente el te rrito rio chileno pampeano de T ierra del Fuego), no encontraba manera de co ntra rre sta r los robos de éstos sobre la hacienda lanar y había tom ado la determ inación de apresarlos para enviarlos a Dawson. Según los detalles redactados por testigos, se exponía que 16 hom bres a caballo, armados, obreros de la Compañía, fueron a buscar indios (fu e g u in o s), guiados p o r el rastro de la nieve y los sorprendieron a cinco leguas de la estancia, hacia el in te rio r de la isla, encontrándolos cerca de la laguna en núm ero de 185. (18) C arta de M. B rau n a Me Clelland, del 29 de enero de 1896 (Cf. vol. 7, fols. 219-20. A rch ivo M auricio Braun, hoy en el Instituto de L a Patagonia, Pu n ta Arenas. EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 967 Habiéndose los indios resistido, los blancos m ataron a 21 de ellos y los demás se entregaron, pues le tenían te rro r a las armas de fuego. Los arrearon hasta Josefina y los guardaron en el galpón de la estancia, cuidados de día y de noche por hom bres arm ados. A llí estuvieron los fueguinos once días, m ientras el a d m in is tra d o r de la estancia, Sr. Camerón, hacía las diligencias para el traslado, com unicando la aprehensión al Gobernador de Punta Arenas, don M anuel Señoret y al Gerente de la Explotadora, don M o ritz Braun. La resolución del G obernador fue trae r a los 164 fueguinos a Punta Arenas en el vapor "H u e m u l". Esta m edida del G obernador fue alabada por algunos com o un gran rasgo y p o r o tro s como la aberración más grande un m an­ d a ta rio . La Sociedad Explotadora había dado o tra orden a su a dm in is­ tra d o r: em barcarlos en el vapor "A n to n io Díaz" y enviarlos a Dawson, pero ésta fue anulada por la resolución antes indicada. La E xplotadora, en una com unicación al Sr. G obernador, lo in vita a presenciar en el terreno los daños ocasionados por los fueguinos. Según éstas, las haciendas establecidas en T ierra del Fuego continuaban siendo víctim as de los asaltos y robos de animales. Hacían ver que una partida de indios fueguinos ro m p ió to ta lm e n ­ te los cercos de la Sociedad Explotadora Sheep Farm ing y Cía. y arrearon un pico de m il quinientas ovejas. Perseguidos poco des­ pués y viéndose alcanzados, al d is tin g u ir desde m uy lejos a sus perseguidores, les co rta ron las patas a un centenar de ovejas, que­ dando éstas arrastrándose en convulsiones de agonía en la pampa. Los ovejeros m anifestaban que ver a esos animales vivos sin piernas y balando, era un cuadro ind escriptib le, teniendo que v o l­ ver uno de ellos en busca de más gente para el carneo. Los anim a­ les sacrificados fueron 86 ovejas (testifica ba n con los esqueletos de éstas am ontonados y los cueros que estaban en la estancia). Agrega el com unicado que a cuatro k iló m e tro s de donde su­ cedió este hecho, se encontró en un pantano 226 ovejas más, que los indios enterraban vivas, para fo rm a r un puente y pasar sobre él, o tro piño calculado en 300 ovejas, las que se llevaron tie rra adentro. Los animales enterrados no pudieron ser descuerados y está a la vista todavía el «Puente Ovino». Continúa «E l P orven ir» dando cuenta de hechos realmente alu­ cinantes. Ahora son protagonistas los indígenas: "E n un galpón cerca del muelle de pasajeros en Punta Arenas, dejaron a los 164 indios, hom bres, m ujeres y niños y se les dio carne de oveja para su alim entación, llevándosele leña para a li­ m entar el fogón que se hizo al cento, descerrajándose el techo para que el hum o tega sa lid a". Era un cuadro im presionantem ente tris te ; g rito s, llantos de niños y lam entos. La im presión que causaba ese m ontón hum ano, JOSE M ANUEL GOMEZ-TABANERA era com o para no o lv id a rlo nunca. Los com entarios eran todos adversos a la medida tomada por la prim era auto rid ad . El G obernador Sr. Manuel Señoret, fo rm ó una C om isión con el fin de que ésta atendiera a los fueguinos y buscara una solución al problem a de alim entación y radicación, haciéndoseles casetas en los tupidos bosques del Zanjón Río de la Mano (Punta A re n a ). En él había leña y agua. "Se ha violado en la fo rm a más execrable a las m ujeres y la crueldad es llevada a la ciudad, "la culta y exótica Punta A renas" que se entretiene en arrancarle a la fuerza los h ijo s a estos infe­ lices. "E l pensam iento del Sr. Gobernador era — sigue agregando "E l P o rv e n ir"— re p a rtir todos los indígenas en los centros de tra b a jo , especialmente en los diversos aserraderos a fin de que trabajen y así, paulatinam ente, se vayan civilizando. "L a idea no tuvo acogida por los dueños de los establecim ien­ tos, quienes m anifestaron no tener interés en re c ib irlo s, pues sólo les crearían problemas. "¿Q ué hacer con ellos? "Q ue rie nd o sa lir del apuro, com etió el grave e rro r de entregar­ los a una Com isión ex-profesa que se encargue de esa labor. "Esta separó a los niños de sus padres. Se d ijo que esos niños habían sido separados de los padres con el consentim iento de ellos. "¿A lguien podría creer tan b urdo engaño? "L a tris te y trágica verdad es que no fue cierto. Así lo testifica todo Punta Arenas. "H a n sucedido escenas desgarradoras, capaces de conm over aún a los más malvados. "Las madres escondían debajo de sus cueros a sus h ijo s y has­ ta se echaban sobre ellos para protegerlos con sus cuerpos, para que no se los arrebatasen". "Los padres hacían fuerzas con sus manos y uñas sujetándolos, pero toda resistencia era in ú til; la fuerza se im ponía al fin " . "E n una noche hubo una fuga de cinco de ellos de una casa desocupada y arrancando las tablas de las ventanas huyeron a los m ontes cercanos, pero fueron capturados al o tro día y ........ seve­ ram ente castigados". "Se han visto indios e indias recorrer las calles de Punta Are­ nas, grita nd o como locos o locas, entrando a las casas, trepando los cercos, en busca angustiosa de sus h ijo s ". "Hace poco uno de los encargados puesto por la Com isión, sacó un niño de tres años más o menos a una fa m ilia de indios, al cual tendrían que querer m uchísim o, porque todos lloraban amargamente, se echaban al suelo y desesperadamente se golpea­ ban las cabezas". Para terminar, tras otra serie de consideraciones: "¡H e aquí los fru to s de la medida g u b e rn a tiv a !" EL EMIGRANTE ASTURIANO JOSE MENENDEZ 969 A continuación y entre otras cosas, relatará lo siguiente: "Una señorita, E.N.S., había solicitado una niña india al Jefe de Policía. Este m andó a un soldado al cam pam ento ona para que buscara una y la entregara a la solicitante. Pero el juego salió d u ro esta vez. Apenas el soldado había tom ado a la niña en los brazos, los indígenas se fueron encima del soldado golpeándolo, teniendo éste desesperadamente que disp ara r sobre ellos, h irie n d o grave­ m ente a u n o ". "E ste, entonces, siem pre amenazando con el revólver (lo s in­ dios temen a las armas de fu eg o), ordenó a la m adre de la niña que avanzara al fre n te de él, en fo rm a de coraza, y la o bligó a ir a la casa de la s o lic ita n te ". "Llegando a llí el soldado le q u itó la niña y o b lig ó a la fuegui­ na a irse al cam pam ento". "E ntonces empezó la g rite ría de la m adre de tal manera que parecía loca de d o lo r. Tres m ujeres fueguinas que habían seguido de lejos a la m adre se ju n ta ro n a ella y gritaban y lloraban am ar­ gamente. "Las hicieron alejarse de los transeúntes que estaban en la calle Magallanes, pero a unos m etros más del lugar, se tira ro n al suelo, se golpeaban, se volcaban, se rasguñaban la cara, brazos y piernas, seqún su costum bre de expresar su angustia y d o lo r. "A varias cuadras de distancia todavía se oían sus g rito s y la­ m entos. "A sí era el consentim iento vo lu n ta rio que exponía la H onora­ ble C o m isió n ". Bastantes años después de estos tristes acontecimientos, toda­ vía un v iejo puntarenense, Jesús Ossorio, dueño de la «Estancia Palom ares» (R ío V erde), y que falleció en 1936 a la edad de 76 años, recordará que él mismo se hizo cargo de un niño indio de siete años de edad, el que mantuvo hasta que cumplió 14 años y que desapa­ reció llevándose un caballo que le había regalado el propio Osso­ rio... Para éste, se había fugado a la Argentina. Todavía hasta hace poco más de cincuenta años — hacia 1930— se recordaban aún numerosos casos de asignaciones de niños indios, com o si de una encomienda virreinal se tratase, y cóm o también muchos fueron devueltos al Estado, al caer enferm os o manifestar deficiencias físicas. P or todo lo expuesto, puede comprenderse la reacción de M on­ señor Fagnano ante la entrevista a Menéndez y lo que éste decía de ellos, silenciando la acción tanto de los dos gobiernos y de dis­ tintos particulares, estancieros, colegas, e incluso parientes del asturiano. Precisamente no hacía mucho que se habían cumplido tres años que doce Onas de Gente Grande, tras ser bautizados, 970 JOSE M ANUEL GOMEZ-TABANERA fueron enrolados a la fuerza en la Armada Chilena, de la que deser­ taron cuando se encontraba su barco en Punta Arenas, sin que se volviera a saber de ellos, excepto de tres, Pedro León Gallo, Anto­ nio Manuel Matta y Francisco Bilbao, y que habían dejado la dota­ ción del «C ón d or», cuyo comandante era el capitán de fragata don Agustín Fontaine, y a los que se les vió, años después, por Laguna Blanca. Por entonces también, y en Puerto Porvenir, se vivía con inquie­ tud la convivencia con los indígenas, pero asimismo y más aún, la presencia de «cazadores de indios» por cuenta de los estancieros, siendo denunciados ante las autoridades conocidos propietarios, com o R od olfo Stubenrauch y, a la vez, empleados de la Estancia Josefina y de la Sociedad Gente Grande, que habían llevado a cabo diversos asesinatos. A aun tal John McRae se le imputaba nada menos que la muerte de setenta indígenas. Una denuncia de un tal Julián Sardés obligaría entonces a la Gobernación de Punta Arenas a enviar una Comisión Investigadora al mando del Capitán Ram iro Silva, quien junto a R ío Marazzi pudo encontrar los restos de más de treinta indios, asesinados tiempo atrás. N o es extraño pues, que todos estos hechos se recordasen a raíz de la polém ica entre don José Menéndez y Monseñor Fagnano, y la opinión pública la siguiera con atención un tanto morbosa. Sin embargo, puede decirse que ya la suerte de los últimos fueguinos estaba escrita, com o la de otros pueblos de la Tierra, ante la ex­ pansión colonizadora de Occidente. El que Menéndez participase o no en la misma, pertenece hoy al juicio inexorable de la Historia. ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN LA ASTURIAS DE FINALES DEL ANTIGUO REGIM EN POR J. O. SUAREZ-VALDES En un trabajo anterior aparecido en este mismo boletín y titu­ lado «Asturias preindustrial, 1750-1850», realizaba una aproximación histórica al sector secundario de la economía regional en la etapa final del Antiguo Régimen. Ahora se com pleta aquel trabajo con el resumen cuantitativo de los datos suministrados por el Catastro de Ensenada. Son estimaciones provisionales ya que la naturaleza fiscal de la encuesta dió lugar a múltiples ocultaciones. En trabajos posteriores he am pliado la inform ación aquí expuesta, diversifican­ do las fuentes consultadas y contrastando los resultados obtenidos para distintos períodos históricos (1). N o obstante y a pesar de las lim itaciones indicadas, las tablas expuestas son un fiel re fle jo del predom inio de la industria rural dispersa. Se trataba, com o es sa­ bido, de manufacturas complementarias a las labores agrarias y ejercidas, generalmente, por campesinos que vivían inmersos en una econom ía dominada por la tendencia al autoconsumo. La ma­ yor parte de la producción, obtenida mediante técnicas rudimen­ tarias, se destinaba a los mercados y ferias locales. (1) “A rtesanos y campesinos en la A sturias preindustrial, 1750-1850”, Te­ sis de Doctorado, U n iversid ad Complutense, 1986, M adrid. 972 J. O. SUAREZ-VALDES I. PESCA Y AG R ICU LTU RA I. M olin os harineros M O L I N O S U T I L I D A D M E D IA M O L IE N D A A R E A S n.° de activos Costa % (meses) pan 1.180 26,05 5,23 161,56 243,29 33,27 861 19,01 5,10 197,49 281,73 89,49 2.488 54,93 5,32 45,11 46,48 15,87 M ontaña V alles (litros) M E D IA Med. maíz escandí I I .— Concejos con m ayor n.° de m olinos y mayores períodos de molienda anual P o r el N .° de P o r períodos de M olinos m olienda (meses/año) Costa Castropol 209 Iüas Villaviciosa 149 C orvera N a via 131 101 L lan es G ijó n 8,30 Villaviciosa 6 E l Franco P ra v ia 95 Lianes 92 10,29 9,67 6,34 Valles medios 9,24 Salas 119 Piloña G rado 114 Candam o G rado 7,20 102 Oviedo 6,50 V aldés 72 Cabranes Langreo 63 P a rre s 6 5,75 Montaña 343 253 S. de Oseos C orias (coto) 8,82 Tineo L en a 239 C. de Tineo 8,64 Ibias 166 A lla n d e 8,07 A lle r 126 Som iedo 7,90 S. Tirso de A . 7,44 C. de Tineo Somiedo 97 8,64 ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN ASTURIAS 1.3. 973 M olin o s h arineros: Utilidades brutas (en litro s ) p o r especies y áreas TOTALES M ONTAÑA AREAS V A L L E S M E D IO S COSTA (p o r especies) M aíz 115.685,2 242.577,5 287.086,6 645.349,4 P an 112.247,1 170.043,4 190.645,5 472.936,1 39.493,1 86.967,9 77.052,1 39.265,5 155.810,7 11.222,4 3.020,2 101.210,4 E S P E C IE S Escanda Centeno M ijo 30.918,1 5.956,7 1.810,6 38.685,5 G rano 20.499,1 5.504,4 32.852,8 31.509,4 58.856,3 38.511,2 6.926,8 74,9 Panizo T rigo 96,8 Avena 5.278,8 15.963,5 — H a b a negra 30.503,3 F errage — — 16.060,3 — — 30.503,3 — 1.208,7 1.208,7 587.399,6 1.564.411,6 5.278,8 TOTALES (p o r área) 448.617,3 528.395,1 N o ta : En éste como en otros cuadros, la reducción a litros se ha efectuado de acuerdo tro, con las tablas de equivalencia que aparecen en P e r e z de C as­ J .L .: “Pesos y m edidas populares en A stu rias”, Revista de Dialectología y T radiciones Populares, C.S.I.C., M adrid, 1973. Tomo X X I X , pp. 178-273. 1.4. M olin os harineros: Utilidades brutas (litro s ) p o r concejos M ONTAÑA C angas-Corias 62.135,68 Belmontes L en a 48.162,76 Leitariegos 5.860,00 Tineo 33.874,47 4.475,74 A llan d e 31.745,53 29.695,32 Proeaza S. Tirso A b re s St° A drian o 2.841,07 2.740,54 V aldecarzan a 6.560,85 3.409,56 L avian a 23.178,45 G randas M ira n d a Ibias 22.485,80 Taram undi 2.324,60 19.516,25 16.839,34 R ibera A rr ib a 2.205,62 P áram o Fozella Ulano 2.155,77 16.295,19 M ieres 16.088,38 Pesoz 1.693,77 B o al 15.405,54 Sta E ulalia O. 1.621,80 T ev erga 14.491,24 Y ernes y T. 1.292,40 Som iedo 12.512,86 S. M artín de O. 1.287,27 A lle r 10.041,28 8.785,58 V illan u eva O. Salim u 1.224,00 Riosa A m ieb a C ab rales 1.974,36 1.174,59 974 J. O. SUAREZ-VALDES P o la A lla n d e Ponga M orcín Quirós 8.148,31 8.130,42 Caso R ibera A b a jo 776,80 231,62 7.766,43 7.134,48 Sobrescobio S. Pedro Pañorves 149,78 --- COSTA V A L L E S M E D IO S 112.696,41 95.227,02 Lianes G ijón 144.728,39 90.356,32 V aldés 65.733,22 P ra v ia Piloña Salas 59.405,75 60.125,69 47.197,95 45.149,87 L u arca Castropol O viedo 43.830,23 Carreño 30.624,77 L la n e ra Candam o 27.580,08 20.539,00 Gozón 30.502,95 El Franco L a s R egueras 15.050,42 29.771,49 28.227,86 P a rre s 11.964,05 Siero G rado 33.023,13 Colunga N a via 27.763,19 23.408,87 14.020,92 N ava 9.355,65 Ribadesella Lan greo 5.504,41 3.903,20 Castrillón 3.872,90 V illaviciosa C. de Onís 3.142,43 Coaña 3.539,20 C abranes 2.773,89 C aravia 3.506,64 O lloniego 1.603,24 IUas A viles 1.675,25 T udela Sariego C orvera 926,74 Bim enes IV . 10.047,43 8.579,63 — M olinos de mano concejos AREAS N .° Principales Costa 287 Villaviciosa 55 Lianes 53 P ra v ia 55 R ibadesella L en a Morcín 248 A lle r 50 30 Langreo 150 127 Tineo G rado 71 M ontaña V alles M edios 493 775 Salas 39 30 ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN ASTURIAS V. 975 O ficios o « artes m ecánicas» del ramo a lim enticio 1. P A N A D E R A S 2. H O R N E R A S 3. C H O C O L A T E R O S , V I Z C O C H E R O S , C O N F IT E ­ ROS AREAS CONCEJOS CONCEJOS Valles medios 354 Llan es 5 Oviedo 28 O viedo 120 111 A vilés 10 G ijón 27 G ijón 8 A v ilé s 16 L lan es 5 Siero P ilo ñ a G rado 50 55 Salas 18 Montaña C. de Tineo 32 N o ta: H abía 21 “boroneras” — Gijón, Gozón y Carreño— , ya incluidas en V .l. A s í mismo se citan 24 Tineo Belm onte 6 1 P o la de A lla n d e 1 dos “ casas-panadería” de propiedad monástica, en los cotos de Belm onte y V ald ediós. Tan sólo se citan 4 “hornos de p a n ” en Oviedo y 4, sin especificar, en Lu arca. De tostar pescado” , 1 en Villaviciosa. Otros hor­ Costa G ijó n 383 115 A v ilés 113 V illaviciosa 47 N a v ia 36 L lan es Carreño 23 17 Gozón 12 L u arca 8 V I. AREA nos ya se refieren a los sectores de alfarería y teja. Lagares de sidra. D istribu ción COSTERA VALLES M E D IO S Castrillón 25 Piloña (Infiesto) 65 R ibadesella 13 Siero 26 Oviedo 13 4 C olunga Cabranes V II. 2 Lagares de vino. D istribu ción M ONTAÑA V A L L E S M E D IO S Cangas de Tineo 53 Ibias 11 Candam o 5 976 J. O. SUAREZ-VALDES V III . E l sector pesquero 1. M edios materiales 2. Medios humanos C A Ñ A L E S (Pesca de anguila) P E S C A D O R E S D E R IO : M A R IN E R O S 9 2 L a s Regueras Oviedo 31 (m atricu lados): Coto de Ranón 36 A PO ST A LE S Y POZOS M uros 24 (Salm ón y lam prea) V illa de P ra v ia L a s R egueras 16 Candam o 9 P ra v ia 4 Ponga 2 Quinzanais 1 Coaña 4 519 168 L u arca 114 Coto Figueras 114 Castropol 63 3. Oficios complementarios “Cedaceros” : 84 (V illavicio sa) “X arcieros” : E M B A R C A C IO N E S 3 (P ra v ia ) “C alafates” : 97 (Pesca de río) 32 Castropol 18 A v ilé s 6 Ribadesella 2 G ijón 15 Gozón 1 Colunga R ibadesella 1 P ra v ia P a rre s 6 9 E l Franco 1 P ra v ia 3 6 Lianes 1 V illaviciosa 6 Carreño II. I. E L SECTOR T E X T IL Batanes. D istribu ción p o r áreas y principales concejos A R E A S N .° Ocupación m edia anual (en meses) 14 Bim enes 9 C. de O nís 11 V aldés 6 N ava P a rre s 2 11 anual media (reales) 59 Valles medios Salas U tilidad 43 Costa P ra v ia 10 Castropol 5 Lian es 9 L u a rc a 4 N a via 8 E l Franco 3 3,01 99,38 4.35 207,23 ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN ASTURIAS Montaña 87 Tineo 16 Caso 4 L en a 12 B o al 4 A lle r Cangas 9 de Tineo Ponga II. 4,99 977 65,9 9 4 Telares. D istrib u ción y otros datos Concejos N .° telares N .° propie­ Ocupación tarios anual (meses) A rtífices M. O f. Ap. G ijó n 92 24 7,83 24 52 2 Carreño 30 26 5,93 26 10 2 Gozón 33 — 4,4 33 — G rado 3 — III. 1 — 2 2 — Sastres. D istrib u ción p o r áreas y principales concejos Ocupación AREAS Total Categorías M. Of. A p. Principales m edia anual concejos aproxim ada (m eses) V a lle s medios Costa Montaña 422 510 479 264 415 433 132 81 29 26 14 17 Oviedo 132 Piloña 47 Siero 46 Salas 42 G rado 32 V illa viciosa 78 Lianes 74 G ijón 63 P ra v ia 46 Castropol 46 A vilés 45 N a via El Franco 27 L en a Somiedo 6,48 6,58 24 108 54 A lle r 41 Tineo C. de Tineo 27 24 4,07 J. O. SUAREZ-VALDES 978 IV . Tejedores. D istribu ción p o r áreas, categorías y sexo. Principales concejos Categorías A R E A S Efectivos Valles medios Piloña 100 Lan greo 32 O viedo 100 G rado 30 N oreñ a 45 Siero 27 Costa G ijó n 95 Gozón 31 Montaña C. de Tineo A llan d e 84 33 A b re s 32 Ap. especif. H. V. 427 28 157 5 232 334 93 282 80 81 8 113 215 67 304 — — 304 292 12 — Otras especialidades 1. “ Cordoneros” O viedo G ijó n 20 4 2. “Som brereros” 3. “C ostureras” O viedo 2 V alles medios 35 (Pilo ñ a 30) Siero 9 (m onteras) Costa 17 (Coaña 12) 9 (Caso 7) M ontaña II. Sexo Of. 104 Castropol V. sin M. CURTIDOS Y S IM IL A R E S Ocupación A R E A S 1. Costa 2. V a lle s N .° 61 M 40 c o n c e jo s e s p e c ia lid a d e s Castropol 39 E l Franco 3 guarnicioneros N a v ia A vilés 12 5 Gozón G ijón 1 1 curtidores 58 N oreña 34 Nava 2 zurradores 2 Oviedo 4 albarderos guarnición. 2 4 curtidores 3. M ontaña 1 m e d ia T aram undi 1 curtidor 3 4,8 meses/año 7,7 32 1 7 979 ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN ASTURIAS IV. ZA PA TE R O S C ategorías A R E A S M. Total 29 33 1. M ontaña 179 231 2. Costa A p. Of. 4 32 Ocupación media — 20 Principales concejos (m /a) 6,8 Taram undi C. de Tineo 12 Castropol 50 G ijó n 33 32 8,8 N a v ia 3. V a lle s 370 M. 124 207 39 7,6 206 N oreña A b re s 8 7 77 Siero V illa vicios a P ra v ia 26 A v ilé s 23 O viedo 58 G rado 18 M adreñeros A R E A S N .° 54 1. Costa 2. V alles M. 117 281 3. M ontaña V. P o r concejos V illa viciosa Colunga 46 C ara via 3 L ianes 2 Langreo Piloña Sariego 62 Nava 5 31 C abranes 1 A lle r 76 Q uirós 37 M orcín 7 L en a Caso 71 C. de Tineo Riosa 6 50 A m ieb a 23 8 Po n ga 3 3 18 V IV IE N D A Y C O M PLE M EN TO S I. H orn os de teja y ladrillo. D istribu ción A R E A S N. ° M ontaña 24 1. 2. 3. V alles Costa M. 4_ > 34 Concejos Somiedo 17 Otros Tineo 4 Piloña 14 O viedo C. Onís 13 O tros Lianes P ra v ia 18 V illaviciosa 5 Otros 3 6 10 5 6 25 980 J. 0. SUAREZ-VALDE8 II. Canteros. Distribución por áreas y categorías profesionales. AREAS Categorías 1. Costa 2 . V alles M. M. Of. A p. Total 166 688 71 925 43 103 1 70 3. M ontaña 1 Concejos 147 1 72 principales Lian es 503 N a v ia 21 Ribadesella 286 C olunga 17 P a rre s Oviedo 37 33 Salas Piloña 32 13 M iran da 17 M ieres 7 L en a III. 9 Albañiles-mamposteros. Distribución A R E A S M. Of. Ap. 44 — 1 Concejos principales Total 1. M ontaña 47 2. Costa 42 36 6 — Coto de Cangas 19 Riosa 14 Castropol 16 A vilés 3. V alles V I. M. 39 23 16 — Oviedo 22 C. de Onís 15 Fabricantes de teja Concejo de LLA N E S Categorías Total M. Of. A p. Celorio 362 143 147 72 3 Posada B ibañ o 166 62 80 71 20 35 15 7 3 — S. A ntolín 57 23 30 4 2 L lan es 75 6 56 13 3 O ntoria 50 4 42 4 2 P ría 46 1 38 7 2 120 15 95 10 3 938 292 514 132 18 P arro q u ias O tras TO TALES 8 T ejeras ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN ASTURIAS V. C arpinteros de «o b ra gruesa». Distribución A R E A S T otal Categorías M. O f. A p. 492 1. Costa 260 213 Ocupación Principales concejos m edia (m /a) 19 5,58 Llan es G ijón 135 V illaviciosa 73 41 39 P ra v ia Castropol 39 38 56 55 O viedo Siero 45 V aldés Langreo 51 Piloña 37 C. de Tineo 80 L en a 49 20 M ieres A lle r 14 18 Lu arca 2. V a lle s M. 3. M ontaña 208 396 177 259 298 34 11 5 5,06 N oreña 5,98 A m ieba V I. Efectivos 2. “de carro s” 58 . 31 Carpinteros. Otras especialidades afines E specialidad 1 “de com poner” Principales concejos Ibias 18 Villaviciosa 14 3. “ toneleros” 4. “ paleros” 6 Ponga 5. “ cajeros” 5 L en a 6. “de banastas” 7. “cesteros” E l Franco 7 L a s R egueras 8 9 23 11 223 L lan es Ibias V illaviciosa VI. 981 6 5 11 132 57 A L F A R E R IA S ; A R T E S M ENO R E S. OTRAS E specialidad 1. A lfa re r ía 2. “ O llero s” 3. T allistas y Distribución N .° A rtesanos 130 4 A vilés 48 Oviedo 72 Villaviciosa Otros 2 4 Oviedo 31 G ijón 13 12 Oviedo 11 15 Oviedo 9 5 P ra v ia 1 Gijón P ra v ia 5 S alas Tineo 1 1 69 A v ile s 11 ebanistas 4. Pintoresdoradores 5. Plateros 10 V aldés 6. Escultores 7. A zavacheros 152 8. Cam paneros y relojeros 6 13 9. O tras 2 V illaviciosa 127 25 G ijón V illaviciosa 1 J. O. SUAREZ-VALDES 982 V II. M IN E R IA S Y SID E RO M ETALU R G IA T R A D IC IO N A LE S I. Minas, salinas, almagreras Localización M ineral Oviedo Siero (A re n a s) V illaviciosa (O les) yeso: 2 “succino” : 1 azabach e: 4 1. M inas C. de Onís (L a R iera) h ie rro : 1 “varias” 2. Salinas 3. A lm agreras N o ta : C. de Onís P a rre s (S. M artín) 5 Se citan así mismo 80 “fabricantes de carbón” : 24 en el coto de Santa M aría de G u a y Caunedo (Somiedo), 7 en V illaviciosa, 17 en Coaña y 32 en el concejo de Castropol. II. Laboreo del hierro. Artefactos y d istribución p o r áreas A R E A S . 1 2. 3. VI.3. Fraguas Mazos H errerías Totales Costa M ontaña Valles. M. 1 12 31 13 1 26 12 — — 1 1 TOTAL 13 43 15 71 H erreros. D istribución p o r áreas, categorías profesionales Categorías prof. A R E A S M. Of. A p. Total . 630 12 45 678 1 44 M ontaña Principales concejos B oal 181 T aram undi 110 Santalla de 2. 3. 280 Costa V alles M. 183 104 27 18 12 402 222 Oseos 78 L en a 46 Castropol Tineo 29 52 133 Lianes A vilés 41 N a via 34 E l Franco 27 V illa viciosa 31 O viedo 53 Siero C. de Onís 22 Piloña 24 21 ACTIVIDADES HUMANAS Y MEDIOS DE PRODUCCION EN ASTURIAS VI.4. 983 Otras artesanías D IS T R IB U C IO N Especialidad 1. 2. V II. N .° Caldereros Latoneros 83 5 (principales concejos) A vilés 3. C errajeros 78 G ijón A vilés 4. H errad ores 50 Luarca 5. A rm ero s 8 Oviedo 69 3 41 10 T aram undi 11 N a v ia 10 2 E L SECTO R T E R C IA R IO AREAS A ctivid ad es 1. y establecimientos V alles medios Costa 272 317 4 72 33 4 G22 80 117 70 14 201 76 23 6 “T ratantes-m ercaderes” 2. Proveedores mat. 3. Tiendas estables 4. “V en d ed o ras” prim as M ontaña Totales 5. Ferias y m ercados 16 36 16 6. T ab ern as y mesones 202 220 263 685 7. V entas y posadas 144 40 29 313 V III. A C T IV ID A D E S H U M ANAS Y M ED IOS DE PRODUCCION. Tabla I: « A rtefa ctos» A R E A S Sectores de actividad 1. Alim entación (1) 2. 3. T extiles (2) Sideo-m etal (3) N o tas: Totales V alles medios Costa M ontaña (files) 1.749 62 1.517 3.135 6.401 198 87 347 1 26 54 81 (1) incluye molinos harineros y pisones, y lagares. (2) batanes y telares. (3) ferrerías, fragu a s y mazos. Hemos excluido otros ingenios — hor­ nos de cal y teja, etc.— a fin de sim plificar la tabla para alcanzar una visión un itaria del carácter básico de las m anufacturas protoindustriales. J. O. SUAREZ-VALDES 984 Tabla I I: «A rtes mecánicas» Sectores de actividad 1. 2. A lim entación (1) Vestido, cuero, etc. (2) A R E A S Costa V alles medios Totales (filas) M ontaña 403 981 38 1.422 1.430 1.325 1.107 3.862 1.905 119 2.211 668 402 331 687 1.464 3. 4. Construcción (3) 5. Sidero-m etal (5) 187 465 222 6. Otros (6) 149 508 234 £91 2.856 5.789 2.516 11.161 M adera (4) T O T A L E S (colum nas) N o tas: (2) sastres, 1.311 (1) panaderas, boroneras, pescadores de río y mar, y tejedoras, sombrereros, zapateros, curtidores, etc. (3) similares. canteros, albañiles, tejeros y similares. (4) carpinteros, calafates, toneleros, etc. (5) úni­ camente ferreros. (6) artes menores v suntuarias, alfarería. LA P E D A G O G IA L IB E R T A R IA DE «N U E S T R A N A T A C H A » (E N E L 50 A N IV E R S A R IO DE SU E S T R E N O ) POR JOSE M AN U E L FE ITO Antes de entrar en materia haré unas observaciones sobre el enunciado. Las palabras suelen ir cargadas de contenidos muy al uso y llevadas a otro contexto se disparan hacia campos o frentes que no pretende el que las pronuncia. La palabra lib erta rio puede ser un ejem plo. Su contenido ha variado bastante desde los tiem ­ pos en que Casona escribió su comedia (sin tener en cuenta su misma raíz, liber, que sirve lo mismo para designar libro, libre, hijo, vino, etc.). Más aún, lo que era entonces libertario hoy se puede con­ siderar superado. La reacción que provocó en 1936 esta obra por mantener una tesis izquierdista y progresista, hoy nos hace sonreír. L o cual no obsta para que juzguemos la acción y el mensaje de Casona en su época. Por tanto a la hora de enjuiciar la obra es preciso echar mano de su «sitz in leven», teniendo en cuenta que fue escrita en plena República y que deben ser juzgados desde esa perspectiva los problemas a los que se refiere la comedia, que fue lo que no se tuvo en cuenta al ser repuesta en M adrid en 1966 (1). El propio Casona sale al paso en una entrevista de Gómez Santos manifestando: «n o hacer demagogia (. .. ) sino tocar una llaga de (1) M o n l e ó n , José.— “N uestra drid, 29-1-1966.— P u b l. : A L V I I I , pág. 131. dela Natacha, hoy”. Revista P a l a c io : Triunfo, 191. M a ­ “Casona y la crítica actual”. B ID E A JOSE MANUEL FEITO 986 la pedagogía española que (. .. ) nadie había tocado» (2). Pienso que «N uestra Natacha» sigue siendo actual, y de sangrante aplicación a los modernos sistemas de enseñanza. La com edia se desenvuelve en tres actos que tienen lugar en una residencia de estudiantes, en un reform atorio y en una granja co­ lectiva. El acto segundo consta asimismo de tres cuadros. La resi­ dencia o colegio mayor está animado por un grupo de estudiantes entre los que reina una gran camaradería con algaradas callejeras de protesta, «h erid os» en manifestaciones, etc. El Rector, D. San­ tiago, que no tiene hijos, adopta a una chica del R eform atorio de la Damas Azules, rebelde y díscola. Cambiará con el tiempo docto­ rándose con una tesis sobre «L os tribunales de menores y la edu­ cación en las Casas de R eform a». Félix Sandoval, Director del R eform atorio, la contrata para dirigir el centro. El reform atorio está montado al viejo estilo dictatorial y repre­ sivo. Con la llegada de Natacha se provoca una verdadera revolución en métodos de enseñanza y de dirección: Educación mixta, supre­ sión de disciplina, cambio de uniformes, libertad en una palabra. Hay enfrentamientos con la Srta. Crespo, personificación del des­ potism o autoritario e intransigente. Una pequeña pieza de teatro, escenificada dentro del reform atorio, trae a éste un aire de libertad, libertad que debe ser conquistada. Consecuentemente a todo esto Natacha es cesada, pero se lleva consigo un grupo de voluntarios y se instalan en una granja cedida por uno de los estudiantes. En aquella especie de comuna o falansterio trabajan todos li­ bremente por espacio de un año: cosechan, siembran, conviven en una libertad compartida (3). Estamos en el cincuenta aniversario de su estreno oficial, que tuvo lugar en el Teatro V ictoria de Madrid el día 6 de febrero de 1936 por la compañía de Josefina Díaz Artigas y Manuel Collado (Pepita Díaz y Manolo Collado, como reza la dedicatoria). El verano de ese mismo año tiene lugar el estreno en Gijón, en el Teatro Dindurra. Igualmente por aquellos mismos días se estrenó en el Palacio Valdés de Avilés (4). Había sido escrita el año anterior en el pueblecito de Canales (L eón ) en 19 días y a muy poca distancia de donde había sido inhumada en 1927 su madre, Faustina Alvarez García. (2) G ó m e z S a n t o s , M anuel.— Pueblo (D iario), 16-VIII-1962. (3) C a s o n a , A le ja n d ro .— Obras completas (2 t.). A guilar. N u eva edición 1966. L a s citas de “Nuestra N atacha” ( “N .N .”) se harán en lo sucesivo m edian­ te un número romano (I ) o (I I ) que indica el tomo, y la página correspon­ diente, al pie de texto. (4) I g l e s i a s , Francisco.— Avilés. (Com. pers.). LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 987 N o carece de interés este dato ya que en mi opinión fue precisa­ mente ella la que, sin que apenas halla una alusión directa, de un m odo u otro sembró estas inquietudes de la nueva pedagogía en el alma de Casona. Los métodos empleados por «la maestra de M i­ randa» de Avilés, donde ejerció desde 1910 aproximadamente hasta 1916, no desmerecen de los sugeridos por el autor de «N .N .». Una segunda observación inevitable es la carencia de bibliogra­ fía crítica y de archivos para estudiar a fondo la obra. Muchas veces me encontré desconcertado a la hora de concretar algunas fechas. Este fallo lo acusa también José R. Richard al analizar el trabajo de W .H. Shoemaker, «llegando incluso a equivocarse el propio Casona a la hora de facilitar datos para su b io g ra fía » (5). En «N .N .», que es una obra en gran parte autobiográfica, me interesó com o campo de estudio establecer las posibles conexiones que pudieran existir entre la protagonista y doña Faustina. El p ro­ pio Casona m anifestó que muchos de los personajes de la obra son reales, nombrando algunos por su nombre y apellidos. Así en las misiones que tuvieron lugar en Pedro Bernardo y M ijares (A v i­ la) los días 31 de ju lio al 5 de agosto aparecen Germán Somolinos, médico, com o D irector de la Misión; Carlos R ivera Merino, estu­ diante de agricultura, y Alejandro Somolinos, estudiante de inge­ niería, com o colaboradores del Teatro y Coro de las Misiones (6), aunque luego en la obra Rivera será el ingeniero Aguilar (posible­ mente Luis Santabárbara), perito agrícola, y Somolinos, que con­ serva su título. Otros com o Mario, licenciado en Ciencias Naturales, debe de tener también su modelo en algún estudiante de la resi­ dencia. En otro lugar de la M em oria de las Misiones aparece don Manuel Bartolom é Cossío como presidente de dichas misiones, y que no es otro que el don Santiago de la obra, com o en más de una ocasión se hizo notar (7). N o es difícil deducirlo. Cuando M. B artolom é Cossío entregó a Casona la dirección del teatro, le recordaría: (5) Boletín del Instituto de Estudios A sturianos (B ID E A ). H om enaje A le ja n d ro Casona, n.° L V II. Casona en Norteamérica, por J. R o d r í g u e z chard, p. 151. (6) tro a R i­ C a s o n a , A le jan d ro .— Una estudiantil. Publicaciones Misión pedagógico-social en Sanabria. Tea­ del Patronato H ispano-A rgentino de Cultura. Buenos A ires s/a. Patronato de Misiones Pedagógicas. Setiem bre de 1931— di­ ciem bre 1933. M adrid, 1934. Y Patronato de Misiones Pedagógicas. M em oria de la misión pedagógico-social en Sanabria (Zam ora). Resum en de trabajos realizados en el año 1934. M adrid, 1935, pág. 62. (7) B ID E A ..., pág. 157. JOSE MANUEL FEITO 988 « ¿ N o me decías que te sacudió el teatro la prim era vez que lo viste y de noche no podías dormir? A los campesinos debe de pro­ ducirles algo igual. ¡Hay que hacerlo! » (8). Algo parecido sucede con Lalo, que es presentado por Natacha al R ector con el siguiente parlamento: — «L e conocimos en la Universidad de Verano de Santander y se ha unido a nuestro grupo para organizar el teatro ambulante.» (I, 409). Rivera hablando de Mario: — « ( . . . ) descansará una temporada, dejará en paz sus insectos y form ará parte de nuestro teatro.» Y don Santiago añade: — «T ea tro ambulante, de pueblo en pueblo...» Lalo: — « ( . . . ) para las cárceles, para los asilos. Llevarem os romances y canciones, farsas poéticas, teatro de Lope y Calderón.» (I, 410). Todo gira sobre la misma persona. ¿Quién ha de ser sino el propio Alejandro? Las palabras de don Santiago suenan en la obra com o un eco de las habidas en la vida real: — «C óm o iba a faltar él — dice Natacha— . Y con una promesa cumplida. ¿Recuerdas su idea del teatro estudiantil? Y a está en marcha. En las horas de alta mar lo han ultimado y ensayado todo. El dom ingo os darán aquí su primera fiesta.» (I, 440). Como apostilla podríamos sugerir: ¿N o será Lalo un diminuti­ vo de Alejandro? Pero, ¿y Natacha? ¿Quién puede ser Natalia Valdés, la prota­ gonista? Algunos la han identificado con una tal Natalia Utry de Fabra, hija de doña Mercedes Sardá, viuda de Utray, profesora de Pedagogía en la Escuela Superior de M agisterio de Madrid. Desco­ nozco su trayectoria y categoría pedagógica. Sí sabemos que allí empezó Casona su carrera de Magisterio según el plan de 1914, cuya asignatura pricipal era la Pedagogía. Un trabajo citado por J.A. Solís, sin referencia alguna, fue leído por un tal don Leopoldo Fabra Jiménez en la Institución Libre de Enseñanza el día 4 de abril de 1978 (9). Este apellido Fabra, rela­ cionado por una parte con la Institución Libre de Enseñanza y por otra con Natalia Utray pudiera darnos alguna pista. Pero ante la im posibilidad de abrir más camino en esa dirección opté por bus- (8 ) Patronato... M em oria... M adrid, 1934, págs. 93 y S o l í s : A lejandro Casona y su teatro. Gijón, 1982, pág. 20. (9 ) S o l í s , J.A.— A lejandro..., pág. 23, nota 11. ss.— Jesús A n d rés LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 989 car posibles influencias maternas, cosa que por haber sido doña Faustina maestra en Miranda, donde vivo, me atañe más de cerca y, ¿por qué no decirlo?, me halaga y atrae más. ¿Puede haber influido también su propia madre en esa línea pedagógico-libertaria de Casona? Me gustaría extenderme en el aná­ lisis de esta m ujer excepcional y espero hacerlo en otra ocasión. Sí quiero dejar constancia de que bastante antes de que su h ijo despuntara com o escritor ya ella se había ganado merecida fama local. H e aquí cóm o pensaba el maestro a la sazón, de Miranda, a propósito de los escritos de su compañera: «T o d o s Vds. tienen com o indiscutibles los m éritos del peculiar m odo de retratar los hechos del que suscribe. Si hemos de im pri­ m ir esta M em oria las reseñas de doña Faustina serán com o piedras preciosas incrustadas sobre metal de escaso v a lo r» (10). Con el avilesino don E loy Caravera, escritor y dramaturgo en bable, me sucedió la siguiente anécdota: Un día me abordó en ple­ na calle para preguntarme si yo acaso sabría «qu é había sido de una maestra de Miranda, cuyo nombre ya no recordaba pero sí que escribía en la prensa unas crónicas m aravillosas». N o era difícil adivinar a quién se refería. Cuando se lo aclaré se dió con la mano en la frente y d ijo: « ¡Claro, claro! Ahora me explico y o ...» (11). Doña Faustina Alvarez García nace en Canales de León el día 15 de febrero de 1874, hija de José Alvarez Castro y de Manuela García Horce. Term ina su carrera de M agisterio en León hacia 1895 y es destinada a Olleros de Alba. A llí conoce a don Gabino Rodríguez Rodríguez, natural de Besullo (Cangas del Narcea), con quien contrae m atrim onio. En Canales nace Teresa. Hacia 1900 llega el m atrim onio a Besullo, donde nacen Matutina y Alejandro. Doña Faustina es destinada a Barcia (Luarca) hacia 1909 y allí nace José. En 1910-1911 solicita la plaza de Miranda de Avilés, donde nace Jovita el día 28 de setiem bre de 1912. Permanece en M iranda hasta 1916. Oposita a Inspectora de Prim era Enseñanza, obteniendo el título con el número uno, y es destinada a Murcia. Aquejada por un cáncer de garganta, ella que tanto gustaba de hablar y dar con(10) Mutualidad Escolar A rtim e (M iran da, Avilés, O viedo). Ejercicio se­ gundo M em oria-B alance y varios trabajos adicionales. Imp. “L a E speranza” , A vilés, 1916, pág. 35. (11) D. E loy C aravera, Estanislao Sánchez Calvo, Florentino G. A rro jo y otros personajes ilustres del A vilés entonces asistieron el día 22 de junio de 1915 a una conferencia de la M utualidad pronunciada en la escuela de niños p or D av id A ria s “ A nem os” con el título de “A sturias a través de la Historia A sturian os ilustres” . ( “L a V oz de A v ilé s ” , 23-VI-1915). 990 JOSE MANUEL FEITO ferencias, falleció en Canales el día 10 de octubre de 1927 a los 53 años de edad. En el verano de 1926 había tomado parte en un cursillo peda­ gógico que tuvo lugar en León con una interesante ponencia: «L a maestra leonesa frente al problema del analfabetism o» (12). En 1916 había obtenido un prem io en un certamen organizado por la Fede­ ración «Nuestra Señora de la V ictoria» de Mutualidades Escolares de M elilla, y al que se habían presentado firmas de la categoría de Ezequiel Solana (13). W. Shoemaker dice al respecto: «S u gusto p or la poesía, así como por los paisajes, la soledad y la fantasía le vino a Casona tempranamente de su madre que murió en 1927.» Y añade J.R. Richard: «Casona ha revelado varias veces que su madre fue quien le en­ señó a cantar» (14). La música la introducirá Casona en las Misiones ayudado por un hermano del com positor asturiano Eduardo Torner, afín a su fam ilia. En «N .N .» también se encuentran melodías populares y algún trozo de romances tradicionales. En cuanto al talante de doña Faustina el siguiente párrafo es suficiente para ver en ella un doble de la protagonista de la obra, aplicando com o ella una pedagogía antiacadémica, rebelde e inconform ista: «T em o al personal encargado de educar; si no lleva una prepa­ ración especial, todo se ha perdido; quiero yo que se limen las diferencias, que se acorten las distancias, que se confundan y con­ fraternicen maestros y discípulos; esto es lo que recomiendan los modernos métodos, pero es una bella mentira su realización: es la teoría atrevida que se adelanta a su siglo mientras la práctica se arrastra penosamente. Hay algo aún del espíritu de castas, de la diferencia de categorías...» (15). (12) A l v a r e z , Faustina.— La maestra leonesa frente al problema del anal­ fabetismo. Imp. Provincial. León, 1926. (13) A l v a r e z , Faustina.— Medios prácticos de fom entar la Previsión popu­ lar en la zona de influencia española en Marruecos. Escrito para el Certam en sobre M utualidad escolar, organizado con carácter nacional por la federación “N uestra P u b l.: Señora de la V ictoria” de las M utualidades Escolares de M elilla. M em oria-B alance del tercer ejercicio de la M utualidad Escolar “A rti- m e” . M iran da de A vilés. Oviedo. Imp. “ El Com ercio”. A vilés, 1917, pág. 124. (14) Boletín... (B ID E A ). J.R. R i c h a r d : Casona..., pág. 151. (15) M edios prácticos..., pág. 124. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 991 Así podríam os seguir durante veinte largas páginas. Cuántas veces habrá com entado estas ideas ante sus hijos. Volverem os más tarde sobre ello para analizar alguna de estas actitudes en la pe­ dagogía de entonces, encarnada en el R eform atorio de las Damas Azules. La actitud p or tanto de doña Faustina encaja de lleno con la actitud de la Natacha inconformista: «Las alumnas, violentas, esperaban impacientes la hora de llegar el bedel que terminara su martirio. Si estuviera en mi mano la des­ tituyo. (S e refiere a una profesora de la N orm al). Y puede ser una sabia pero no vale para maestra de escuela y menos de Escuela Norm al. Se apropian el papel de dictador (...). Creen a su vez, que su indumentaria al últim o modelo del figurín parisién las separa... del humilde y remendado refajo de aldeana...» (16). La inquietud social que late en «N .N .» tampoco fue ajena a doña Faustina. N o sólo se deben enseñar conocimientos a las alum­ nas, es preciso prom ocionar a la persona y sus valores. Para ello funda en M iranda de Avilés, juntamente con un maestro, don José Artim e, la prim era Mutualidad Escolar de Asturias para niñas, que bautiza con el nombre de «Perpetuo S ocorro». Así lo reseña en una de sus publicaciones, aunque se duele de su poca autonomía: « Y o que establecí la prim era Mutualidad de una provincia nues­ tra (Astu rias) porque la sentía y amaba, porque la creí un factor poderoso de la educación de la mujer, un m edio económ ico para preservarla del vicio, sin ocuparme para nada de una recompensa que no llega a tiem po (...), que organicé conferencias (...), después de algunos meses de ausencia forzada me encontré... ¡casi con la desaparición de la M u tu alid ad !» (17). Siempre es bueno fracasar, le susurraría años después Casona (I, 408). Pero el chispazo para la creación de la Mutualidad surgió en una conferencia del socialista gijonés Manuel V igil M ontoto. Así nos describe el encuentro la maestra el día 6 de junio de 1914: «E l discurso del Sr. V igil el pasado lunes quince en el Ayunta­ miento (15-V-14)... dirigiéndose a los maestros, acabó por vencer mis tem ores...: Convoqué el jueves a las madres de fam ilia, les hablé de las grandes ventajas de la Mutualidad, de la conveniencia de im plantar la de las niñas en Miranda y el resultado fue la inscrip­ ción de cuarenta mutualistas... Después las niñas me han ayudado cooperando gustosísimas en la obra de su porvenir y perfecciona- (16) M edios prácticos..., pág. 125. (17) M edios prácticos..., pág. 117. 992 JOSE MANUEL FEITO miento, ellas han hecho los reglamentos, recibos e invitaciones, lim itándom e yo a hacer los borradores y a firm ar ( . . . ) » (18). La Mutualidad fue inscrita en el Registro Especial del M iniste­ rio de Instrucción Pública y Bellas Artes en noviem bre de 1914, concediéndosele una bonificación social de 50 pesetas. Los fines sociales que pretendía eran: Ahorro, seguro mutuo de enfermedad y cualquier otra obra de previsión social como cantinas, colonias, viajes escolares, bibliotecas, conferencias, lucha contra el alcoho­ lismo, cultura, higiene, etc. N o es difícil com probar esta labor en las misiones pedagógicas llevadas a cabo por su hijo. Por otra par­ te V igil M ontoto tuvo una estrecha relación con la Mutualidad y sus fundadores. Faustina lo cita en una entrevista publicada en «L a V oz de A vilés» (19). Cuando habla de él lo califica de un obrero con ideales. Incluso da conferencias en la escuela de Miranda con el local a tope, como aquella donde insiste en que el dinero no se debe recibir como limosna sino que hay que ganarlo siempre con el trabajo (20). También lo dirá Lalo: «N ad a de lim osnas» (1,470). Es nombrado socio de honor de la Mutualidad (21). Y debió de haber bastante correspondencia entre la Mutualidad y él. Es una lástima que se hayan quemado todos los papeles de la Mutualidad. Conservamos copia de una de sus cartas en la que les dice: «E d ita ré el n.° 1 de la «Previsión Popular» (. .. ) Como verá he­ mos coincidido en buscar anuncios para sufragar gastos. Si cree Vd. que pueda encontrar algún anunciante en Avilés, me lo dice. Mis afectos a la señora maestra y a los demás m iem bros... M. Vig il» (22). En el n.° 4 de esta misma publicación inserta una semblanza de Artim e y de Faustina, la madre de Casona (23). Me he extendido en esta a modo de introducción a propio in­ tento, con el fin de adelantar datos, y al hacer alusiones en el com entario sobre la obra, que éstos puedan sugerir otras posibles conexiones entre la protagonista y doña Faustina. De hecho ya tenemos una muy clara en el espíritu inconform ista y amante de la (18) Mem oria-Balance de la Mutualidad Escolar “A . r t i m e Imp. “L a Es­ p eran za” . A vilés, 1915, págs. 49-50. (19) “L a Voz de A v ilé s ”, 8-X-1914. (20) Mutualidad Escolar... Balance 1915. Apéndice C : Una conferencia sobre Mutualidades, en M iranda, M. V igil Montoto, págs. 45 y ss. (21) “L a Voz de A v ilé s ” , 10-VIII-1915. (22) Mem oria-Balance... Ejercicio segundo, 1916, pág. 47. (23) La Previsión Popular. Revista mensual ilustrada. Edita M anuel V i­ gil Montoto. A ñ o I, octubre 1915, n.° 4, págs. 28-31. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 993 libertad que se respira en una y otra. Por otra parte el tema de la pedagogía está tan vinculado con la fam ilia de Casona (hasta dieron estudios de M agisterio a las muchachas que tenían de servicio) que sería traicionar su m em oria salim os hacia otros campos con los que, ¿cóm o no?, también puede haber conexiones, pero no tan p ro ­ fundas. Casona, pues, hereda este espíritu social de su madre. Según Arias: «Casona en el Valle de Arán fue creando aquí y allá roperos, bibliotecas y com edores escolares. Abandona la enseñanza memcrística para dar paso a una enseñanza eminentemente activa: visi­ tas a otros maestros, charlas, ensayos de enseñanza globalizada y de otros m étodos, ( . . . ) se aprende trabajando» (24). Es decir, que hace gala de una pedagogía aplicada, que luego dejará traslucir en «N .N .» a cada paso. «E sp añ olito» recoge el dato de que fue en León donde empieza a prepararse para estudios superiores de pedago­ gía (25). En los escritos de su madre nos encontramos con citas de pedagogos tales com o Johan Heinrich Pestalozzi, de la escuela de Rousseau, el cual hace del sentimiento el eje de la educación: «Cuando estudio a Pestalozzi o alguna de esas grandes figuras pedagógicas y com paro ( . .. ) los resultados asombrosos obtenidos (. .. ) p or sólo ese am or grande y sublime, estoy tentada a procla­ m arlo com o la única condición indispensable para educar, para regenerar, para obtener una transform ación» (26). En «N .N .» también el sentimiento es el eje de la acción y de la transformación. Quizá p or eso se la juzgue poco agresiva con serlo tan finamente. E llo va unido a la acción, proclamada por Pesta­ lozzi: intuir más que razonar, no sólo leer, escribir y calcular sino también hilar y tejer. Natacha será un reto a caducos sistemas de enseñanza. Ella, Natalia Valdés, alumna becaria de la Universidad Central, es también la prim era m ujer que alcanza en España el Doctorado en Ciencias de la Educación (I, 407). Pues incluso en «N .N .» tiene una perfecta analogía con la maestra de Miranda, ya que doña Faustina fue la prim era m ujer que alcanzó en España el título de Inspectora de Enseñanza Prim aria (27). Este m ism o título (24) B oletín... (B I D E A ) n.° L V II. M anuel Antonio A gogo, págs. 74 y ss. (25) S u á r e "., Constantino.— r ia s : Casona peda­ Escritores y artistas asturianos. Oviedo, 1957, t. V I (P -R ), pág. 496. (26) M edios prácticos..., pápr. 126. (27) H e recabado algunos datos de los fam iliares de Casona ante la im­ posibilidad de encontrarlos en los A rch ivos del M agisterio. Con fecha 29 de m arzo de 1979 recibí una carta firm ada por su nieta M arga rita R odríguez en JOSE M ANUEL FEIT0 994 lo obtendrá su h ijo Alejandro para desempeñarlo prim ero en Ovie­ do y luego en Madrid. Posiblemente el teatro nos dejó sin un gran pedagogo. Y pudo ser su escuela una de tantas que han hecho historia, pues los males aún siguen ahí. Como si todo intento de reform ar de raíz la enseñanza estuviera llamado a fracasar irrem i­ siblemente. Citemos algunos: Tolstoi realiza en la última mitad del siglo pasado (1859) un ensayo educativo en su residencia de Yasnaia Poliana (28). Los ni­ ños no llevan a la escuela ni libros ni cuadernos. N o se le imponen deberes. N o hay lecciones. Y es que, dirá luego Marsall McLuhan, un niño aprende mucho más por la calle que en las aulas. Sin em­ bargo este exceso de libertad en Yasnaia Poliana terminó al parecer en un fracaso. A esto sale al paso Casona en boca de Lalo: «E n amor, como en casi todo, es tan hermoso fracasar. El fra­ caso templa el ánimo, es un m agnífico manantial de optimismo. Todo hombre inteligente debería procurarse por lo menos un fra­ caso al m es» (I, 408). Como fracaso fue el mayo del 68, pero sólo aparente, ya que hoy está considerado como la revolución de la revolución, es decir, el pasotismo. Rabindranath Tagore por las mismas fechas funda en Santini Ketan, cerca de Bolpur (In d ia), su escuela en plena naturaleza, sin edificios, sin castas, sin diferencia de religión. Su consigna será amar la naturaleza y vivir en fraternidad (29). Esto mismo sucede en la granja de «N .N .», donde se entregan a trabajar durante un año aquel grupo de entusiastas: «D. SANTIAG O .— ( . .. ) Esta granja de trabajo comunal... ¿No estás tratando de resucitar un sueño fracasado de socialismo ro­ mántico? NATACH A.— N o se trata aquí de sueños ni de fórmulas univer­ sales. Esta colonia no es más que un hecho feliz. Todo lo humilde, la que entre otras cosas me confirm a que su abuela doña Faustina “había obtenido en las oposiciones a Inspectora el número uno en M adrid, siendo la p rim era m u jer de España que obtiene dicho título”. En la M em oria-B alance de 1918 (pág. 75) la señorita Dom iciana A lvarez, que sucedió en el cargo de m aestra de M iran da a doña Faustina, se refiere a élla con el título de Inspec­ tora. (28) T o l s t o i , L eó n .— La 1978. (29) M orán y D íe z escuela de Yasnaia Poliana. B ibl. Júcar. G ijón, A l o n s o .— Historia de los vrem ios 3.a ed. Ed. Everest. León, 1976, pág. 73. Nobel. Literatura. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «N UE STR A NATACHA» 995 todo lo pequeña que Vd. quiera. Pero... una flo r vale más que una lección de botánica.» Durante cincuenta años (1921-73) A.S. N eill dirigió en las afue­ ras de Londres la Escuela de Summerhill, en la aldea de Leinston (In gla terra), que sostiene por principio: «la libertad funciona» y «cualquier niño no es un inválido nato, ni un cobarde, ni un autó­ mata inconsciente». Los tres principios fundamentales serán: L i­ bertad, felicidad y amor, para poder realizar una vida auténtica, libre y agradable. Dentro de la originalidad y de la creatividad el niño hará lo que quiera pero ¡sin molestar a nadie! Se suprimen todas las normas escolares y cualquier barrera entre alumno y pro­ fesor. Educar no es enseñar a vivir sino vivir y dejar v iv ir (30). En «N .N .» toda la parte que se desarrolla en el reform atorio desde que llega la nueva directora, es un canto a la libertad, de m o­ do que h Srta. Crespo llega a increpar a Natacha: « ( . . . ) la disciplina de la casa está gravemente quebrantada. Aquí son los muchachos los que toman la iniciativa. NATAC H A.— Es la servidumbre de nuestra profesión. H oy la educación no admite más esclavos que los m aestros» (I, 438). Iniciativa, libertad, educación mixta... debían de sonar en aque­ llos días de 1936 a poco menos que a herejía. Sin em bargo el hijo natural de M arga no fue producto de la libertad sino de aquella absurda disciplina que la impulsó a saltar p or la ventana y dar inocentemente en manos de unos señoritos. Afortunadamente y por obra y gracia de la nueva educación ni aún eso será un baldón para Marga. Esa maternidad será su redención. Pero quienes más pudieron influir posiblemente en la form a­ ción libertaria de Casona fueron un grupo de maestros, cuyo m ayor representante es Félix Carrasquer, un ciego educado en la cárcel, que trató de poner en práctica las experiencias de Decroly, Claparade, Tolstoi, John Dewey — educación integral; intelectual y so­ cial— y otros. Carrasquer nos describe en uno de sus trabajos (31) el resultado del esfuerzo de un grupo de maestros leridanos form a­ dos en la idea libertaria. Atraído por pedagogos com o Pestalozzi, cuando en 1920 brota en Barcelona el M ovim iento Libertario se afilia a él. (30) N e i l l , A .S .— Summerhill. U n -punto de vista radical sobre la educa­ ción de los niños. F.C.S. 11a edic. M adrid, 1977. Se puede consultar tam bién: Carta a una maestra. A lum nos de la escuela de B arbian a. Ed. N o v a Terra, 5.a ed. Barcelona, 1976, como una experiencia m uy interesante. (31) C a r r a s q u e r , Félix.— Una experiencia de educación autogestionada. Escuela “Eüseo Reclús” . A ñ o s 1935-1936. Barcelona, 1981, pág. 23. 996 JOSE M ANUEL FEITO En setiembre de 1932 Casona toma parte en las Misiones Peda­ gógicas del Valle de Arán (L érid a ) y con él un grupo de maestros enumerados por Carrasquer en su obra (32) y que aparecen también en las M emorias con Florentino Torner, el propio Casona y José Tapia en octubre de 1932 y más tarde en Bonansa (33). Sus nom­ bres son: H erm inio Almendro, inspector de Lérida; José Tapia, maestro de Monteliú, etc. Introducen la imprenta en la escuela, entre otras cosas, con la que Casona im prim irá su prim er libro de versos: «L a flauta del sapo» (34). ¿Qué filosofía propugnaban estos maestros? Fundamentalmente crear la escuela libertaria suprimiendo la disciplina que engendra el disimulo, los programas que anulan la originalidad, la iniciativa, la responsabilidad y las calificaciones que engendran rivalidad, ce­ los y odios. Así la enseñanza podrá ser integral: desarrollo armó­ nico y progresivo de todo el individuo tanto en lo intelectual como en lo manual. Igualmente racional o fundada en principios de la ciencia natural, no en la piedad y obediencia, aboliendo la ficción divina, causa eterna de servidumbre (35). En «N .N .» no aparecerá ni una sola vez la palabra Dios ni cualquier otra alusión religiosa, tan frecuente en el resto de la obra del autor. Desconocemos qué rumbos hubiera tomado el teatro de Casona de haber seguido bajo esta influencia. P or últim o proclaman también que la enseñanza debe ser mixta y libre (coeducación), ya que el objeto final de la misma es form ar hombres libres (36). Estos maestros introducen en la escuela no sólo la imprenta sino el teatro, el canto y las conferencias que Ca­ sona ya había visto usar en Miranda por su madre en la Mutualidad Escolar. Aunque el maestro de Miranda, en cuya escuela según pa- (32) Ibíd. (33) Patronato de Misiones... M adrid, 1934, pág. 20. (34) chard: O bra s Com pletas I. Prólogo, pág. X V II, y Boletín... (B ID E A ), J.R. R i­ Casona..., pág. 151. B a jo el título La escuela moderna. ¿Reacción o progreso? re acaba de pu­ b licar en L a H ab an a (Editorial Ciencias Sociales. 1986) la obra pedagógica de uno de estos maestros (H erm inio Alm endros) en la que se aboga por la im­ plantación de la imprenta en las escuelas. L a obra escrita anteriormente y finalizada en 1963 va precedida de un prólogo sin firm ar que refleja el pen­ samiento cubano actual en materia de educación y que ha sido duram ente contestado p or el cineasta N éstor Alm endros, hijo del autor del libro, en “ El P a ís ” (Opinión, pág. 11 del día 13 de marzo de 1936). (35) C a r r a s q u e r , Félix.— Una experiencia..., (36) C a r r a s q u e r , Félix.— Una experiencia..., págs. pág. 23. 29-30. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «N UE STR A NATACHA» 997 labras del propio Alejandro Casona «aprendí a le er» (37), hacía algunos m onólogos que luego representaban los niños (38), doña Faustina no era muy partidario de la literatura y por consiguiente del teatro, ya que decía que restaba capacidad para otros objetivos pedgógicos más urgentes. Casona hará uso de todo este material didáctico en el acto ter­ cero de la obra. Una vez sentadas estas bases, trataré de resaltar el valor de la pedagogía libertaria en «N .N .» en cinco puntos: 1.— Lo 2.— Lo 3.— Lo 4.— L o 5.— L o popular sobre lo académico-escolar. práctico sobre lo teórico. manual sobre lo intelectual o memorístico. libertario y progresista sobre lo tradicional. rural sobre lo urbano. 1.— LO PO PU LAR SOBRE LO ACADEMICO-ESCOLAR Entiendo aquí por académico el conjunto de asignaturas apren­ didas de m em oria que luego deben someterse a un examen final. Como dice Lalo: «L o de ayer (los estacazos de la policía) no ha tenido ninguna importancia. Lo grave fue p or la mañana. R IV E R A .— ¿Qué ocurrió por la mañana? LALO .— Los exám enes...» (I, 402). En la obra se habla de algunas asignaturas con preferencia a otras: Matemáticas, Agronomía, Medicina, Ciencias, Música y Tea­ tro. Algunas son tratadas con un cierto desprecio. Matemáticas.— El momento más importante se alcanza cuando las alumnas del reform atorio, alentadas por Natacha, le hacen la petición que más desean: «E N C A R N A .— Señorita Natacha, (. .. ) si a Vd. no le parece mal nosotras quesiéramos ¡no tener más clases de matemáticas! N ATAC H A.— ¡Ah!.. N o os gusta la clase de matemáticas... Per­ fectamente. N o la tendréis nunca más... (37) C a s o n a , A le jan d ro.— H om enaje a José Menéndez. A sturias. O rgano del Centro A sturian o de Buenos A ires, n.° 290, marzo 1943, págs. 14-15. (38) Mutualidad Escolar... Mem oria-Balance y varios trabajos. Ejercicio segundo, págs. 154-157 y 179-181, entre otros. JOSE MANUEL FE1T0 998 SRTA. CRESPO.— (. .. ) ¿Piensa Vd. suprimir en el reform atorio las matemáticas? NATACH A.— Las matemáticas no, las clases» (I, 430). Al final del prim er cuadro las educandas tienen que com prar uniformes (otra reform a que introduce) y es entonces cuando, sin darse cuenta, emplean unas matemáticas vivas, aplicadas: «E N C A R N A .— Somos treinta... a tres metros. Un buen percal puede encontrarse a sesenta y cinco... Espera... F IN A .— (. .. ) ¿Sabes? Nunca más tendremos clase de matemáti­ cas... (E n la pizarra: « ¡Abajo las matemáticas! »). ENCARNA.— Noventa, a una peseta y cinco, nueve por cinco cuarenta y cinco. F IN A .— Y llevo cuatro. Nueve por seis cincuenta y cuatro. M AR IA.— Y cuatro cincuenta y och o...» (I, 434). Recuerda aquel muchacho negado para aprender la tabla de sumar y que al cabo de algún tiempo se convirtió en el m ejor ju ­ gador de cartas, sumando, calculando y operando con gran eficacia. Casona hereda, en este campo, el espíritu materno: su aversión por las matemáticas. Según doña Consuelo Suárez, muchacha de servicio de doña Faustina y hoy maestra jubilada en Piedras Blan­ cas (Castrillón), la madre de Casona no quería saber nada de ma­ temáticas. De esto sabía más su marido. Lo único que parecía im portarle a ella era leer y escribir, y hablar y hablar... Por eso sacaba las oposiciones a la primera mientras que don Gabino «ca te ó » dos veces. La razón es que en las oposiciones de entonces daban más importancia a las letras que a las ciencias. Esta locua­ cidad la heredaron también todos sus hijos (39). Hay otra anécdota que contaba Natalia Nuevo, colaboradora de doña Faustina y tesorera de la Mutualidad. Era su mano derecha debido a la asiduidad a las conferencias y a su disponibilidad. Na­ talia era una gran modista. Un día la llamó doña Faustina para que la acompañara a los comercios de Avilés. Compraron tela en abun­ dancia a 50 céntimos el metro con la que hicieron luego mandilones en la escuela para las niñas (40). Es posible que Casona oyera algu­ na vez de labios de su madre esta anécdota. Abona lo anterior un dato que aporta García M iñor: la manía de Casona a las medidas del Sistema M étrico Decimal, que encon­ traba prosaicas y frías: (39) Consuelo Suárez “L a Pachica” . Piedras B lancas (Castrillón). 90 años en 1986. (Com. pers.). LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «N U E STR A NATACHA» 999 «L as medidas siempre fueron humanas: un pie, una pulgada, una braza, un codo; no decímetros, centímetros o m ilím etros... Aquéllas aún se conservan en Galicia y, hasta no hace mucho, en Gran B retaña» (41). Cuando Platón escribe en el frontispicio de su República «que nadie entre aquí que no sepa geom etría», está haciendo pura me­ tafísica, música celestial. Le saldrá al paso Casona en otra obra, «L a sirena varada»: Ricardo habla con Florín de que la vida es aburrida por falta de imaginación. En su República sí la habrá, y pondrá a la entrada esta otra inscripción: «N a d ie entre aquí que sepa geom etría» (I, 297). En Agronom ía tampoco ataca el saber sino la pura teoría. Así Lalo, aunque suspenda la fisiología general, está satisfecho porque aprendió a cultivar el maíz (I , 404). Y en el tercer curso de la ca­ rrera «ca í en patología y terapéutica pero aprendí la cría del co­ nejo (I, 404). De cóm o se consigue el Doctorado en Agronom ía lo revela Aguilar (posiblem ente el Luis Santabárbara de la Misiones Pedagógicas), al m ostrar en el tercer acto las manos a don Santiago: «M ir e », a lo que comenta el Rector: «¿C allos? N o está mal, es un doctorado que debiera tener todo el m undo» (I, 459). En la granja todo respira, pues, trabajo: el m olino para m oler el trigo (I, 459), el lagar, los establos, la nueva roturación. E llo hará responder al entom ólogo M ario a los remoquetes de Lalo: « ¡Qué poco generoso eres conmigo! He aprendido a cultivar la tierra, sé cazar y fabricar cestos de mimbre que nunca me servi­ rán de nada» (I, 466). Y Francisco el conserje aprenderá a cortar leña y Fina a elabo­ rar el pan. La misma Natacha aconseja a la señorita Crespo, sím­ bolo antipático del orden y de la disciplina exagerada: «S R T A . CRESPO.— He de dar mis clases. N ATAC H A.— Deje las clases. Las educandas están ocupadas en la huerta. ¿P or qué no va Vd. allá..?» (1,437). Una tal M aría Crespo se cita en las Segundas M em orias Peda­ gógicas de Sanabria, en una misión que realiza la Delegación Va­ de 1934. Se hizo en plena guerra y es suspendida por indicación (40) N atalia N uevo. M iran da de Avilés. 75 años en 1970 (Com . pers.). (41) B oletín... 104. (B ID E A ). Antonio G a r c ía M t w r : A lejandro Casona, pág. 1.000 JOSE M ANUEL FEITO lenciana en Bronchales (Teruel), desde el día 27 al 31 de octubre del je fe de la Guardia Civil (42). Ignoro si se trata de la misma persona. Medicina.— Según Iván Illich la medicina lo único que ha logra­ do felizm ente es alargar la agonía. Algo parecido comenta Lslo con Sandoval: «Ahora soy poeta, que es una ciencia tan inútil como la m edicina» (I, 451). Sin embargo toda la obra tiene un trasfondo de etiología y cura de un mal social. Así, aparecen al menos tres médicos: Sandoval, Lalo y Somolinos. En este cuerpo enferm o que es el mundo de la educación, la salud de las educandas llega de la mano de Natacha, una m ujer Doctora en Pedagogía — doctor se suele llam ar también al médico— . La perspectiva para Lalo como galeno no es nada halagüeña: « ( . . . ) m ire Vd. el porvenir: clavículas rotas, fiebres tercianas, partos atroces (...). Y yo por esos caminos en una muía, con un paraguas ro jo ( . . . ) » (I, 422). Al final de la obra Lalo se dedicará en la granja a dar clase a Fina sobre H istoria Natural en relación con la medicina. Pero Fina estaría también abocada a repetir curso com o él (I, 406). Ciencias.— Tal parece que «N .N .» arranca desde el prim er mo­ mento bajo el signo de la ciencia, simbolizada en el retrato de Ramón y Cajal, que preside la salita de la residencia el prim er acto (I , 399). Enseguida hace acto de presencia un entom ólogo, naturalista, el ingenuo y abstraído Mario, estereotipo de sabios y cuyo trabajo sobre «Las costumbres nupciales de los insectos» choca frontalm ente con el doctorado de Natacha en Ciencias de la Educación (Pedagogía) convirtiéndose en una agria crítica de las ciencias. M ario conoce perfectamente las costumbres amorosas de los insectos pero no es capaz de descubrir el am or que su compa­ ñera Flora siente por él. Todo el parlamento de M ario es una pura ironía: «U n ejem plar m aravilloso... Es el más terrible cazador del mun­ do animal. Tiene en el aguijón un veneno misterioso que deja a sus víctimas vivas pero inmóviles (...) para que sus hijos tengan toda la temporada carne indefensa y fresca. LALO.— Buen padre de familia. M AR IO .— Madre, es una «cérceris hem bra», los machos son la mitad más pequeños y menos interesantes. N o cazan ni constru(42) Patronato de Misiones... M adrid, 1935, pág. 69. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «N UE STR A NATACHA» 1.001 yen, se lim itan a fecundar a las hembras y no toman parte en nin­ gún otro trabajo. LALO.— ¿Ves tú? Eso está bien. Las cosas com o son» (I, 406). M ario seguirá, respecto a Flora, en un distanciamiento am oroso y en un acercamiento científico. La ciencia no logra com unicar a M ario con Flora. P or lo que ésta tirará por la ventana al final cien­ cia e insectos: «L a 'locusta veridísim a’ es un escarabajo repugnante. Linneo un monstruo. Y tú... tú... lo que están haciendo conm igo es insul­ tante. M AR IO .— ¿Y o? ¿Qué te hago yo? FLO RA.— Pero ¿es que no lo estás viendo? ¿Es posible que también tú seas un animal rudimentario? ¡M a rio !... estúpido. M AR IO .— Flora, F lo ra ...» (I, 468-469). M ario abandonará por fin la granja y huirá con Flora. ¿Hacia la libertad com o Atta Troll? N o olvidemos que en la fábula el oso (M a rio ) termina asesinado por el hombre, el lobo y el zorro. 2.— LO PRACTICO SOBRE LO TEO RICO Algunas de las enseñanzas de Casona en «N .N .» parecen funda­ mentarse sobre la fábula y lo teatral. De ambos echa mano en la obra. Se podría afirm ar que echa mano de la Naturaleza (fáb u la) para analizar cóm o se enseña, y del teatro para tratar de enseñar a la Naturaleza, al hom bre y por él a su entorno social. Toda la his­ toria que acabamos de insinuar entre M ario y Flora no es más que una parábola o fábula moral que podría haber acabado perfecta­ mente con una m oraleja: «Conoce el com portam iento am oroso o sexual de los insectos y desconoce el am or que, a través de toda la obra, le está ofreciendo Flora». Pero también ese m odo tan tra­ dicional de enseñar (la fábula) es puesta en entredicho p or Casona. En una de sus «Charlas de un fum ador» que pronunció hacia 1960 en Buenos Aires manifiesta: « Y o confesé una vez (¿en «N .N .»? ) mi escasa simpatía hacia los fabulistas. En efecto, los detesto igual que a los charlatanes de plazuela que nos hacen creer a gritos y campanillazos que van a realizar ante nosotros un prodigioso juego de prestidigitación, y cuando han conseguido interesarnos con la promesa de una magia, acaban proponiéndonos una máquina de afeitar. Los fabulistas utilizan descaradamente la misma impostura. Nos hacen creer que van a contarnos un cuento maravilloso, para 1.002 JOSE MANUEL FEITO el cual fingen mundos de fantasía, con hormigas proletarias y ci­ garras apasionadas por la música; y en cuanto empezamos a apa­ sionarnos por el cuento resulta que no era más que un pretexto para demostrar a nuestros niños que la más respetable de todas las instituciones del mundo es la Caja de A h orros» (43). Doña Faustina y don José Artim e están también en contra de los cuentos de fantasía para los niños seguramente por influencia de algunos pedagogos de la época. Pero no en contra de las fábulas. El mismo Casona en la charla antes citada pone el ejem plo de la gallina que algún día llegará a decir: «S e me pone carne de hom­ bre». Es lo que años después escribiría Angel González en su pocm ario Grado Elem ental, en fábulas para animales: «Durante muchos siglos» se aleccionó al hombre «con historias a cargo de animales de voz docta, de solemne ademán o astutas tretas, tercos en la maldad y en la codicia, o necios como el ser a quien glosaban». Ahora, dice el poeta, (. .. ) el hombre «en su vejez occidental» puede ya «servir de ejem plo al perro para que el perro sea más perro, y el zorro más traidor y el león más feroz y sangui­ nario, y el asno com o dicen que es el asno, y el buey más inhibido y menos to ro » (44). Es otro modo de desbancar cí fabulismo tradicional. Casona preparando la fábula de Atta Troll, pone el siguiente parlamento en boca de M ario: «¿U n a fábula? N o me gusta; las fábulas de los animales no se ajustan a la verdad. Desde el punto de vista científico todo La Fontaine es un disparate» (I, 412). Incluso llega a ridiculizar una fábula de Iriarte, «E l naturalista y las lagartijas», anotando de paso cómo a algunos libros se les hace demasiado favor con solo criticarlos. M ejor es la campaña del silencio, la cual parece que se ha cernido también sobre el propio Casona. (Casona escribe en 1936, Angel González en 1962). La fábula de Iriarte es de todos conocida: «V io en una huerta dos lagartijas cierto curioso naturalista», etc. (43) A r c e , E varisto.— Obra inédita de Casona. Charlas radiofónicas. ID E A . Oviedo, 1982, pág. 147. (44) pág. 35. A l a r c o s , E .— A ngel González, poeta. P u b l. Archivum . Oviedo, 1969, LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.003 La fábula ha sido uno de los instrumentos de educación en todas las escuelas tradicionales, y no cabe duda que alcanzó gran popularidad. Casona funde fábula y teatro en la balada de Atta T roll, la his­ toria de M ario y Flora que, al decir de algunos, rom pe el ritm o de la obra. Pero el teatro iba muy dentro del alma de Casona para no tenerlo presente en esta nueva pedagogía libertaria, «teatro de Lope de Rueda, Juan de la Encina, Cervantes, Calderón, Conde de Lucanor, M oliere, Los Quintero, Ramón de la Cruz o Benavente», autores representados por las Misiones de pueblo en pueblo. De ahí que la balada, teatro dentro del teatro, es com o la semilla en el corazón de la fruta, como una matrioska o muñeca rusa, una dentro de otra. Y así a través de la obra va organizando la pieza de teatro com o algo fundamental, vivo recuerdo de las tareas pla­ neadas en la famosa residencia estudiantil de Madrid. La balada se representa en el tercer cuadro del acto segundo. M ario hace de oso enamorado, que es la expresión plástica del di­ cho popular «hacer el oso» o estar enamorado. M ario en su vi­ da real no parece enamorado, lo está sí Flora, la osa Mumma. Pero en la obra Atta T ro ll «es un oso alemán, educado en España (...), no muerde. Es un marido fiel y serio como un senador» (I, 446-447). El poeta, Lalo en la obra, Casona en la vida real, le canta: «R o m p e el hierro, Atta T roll... La montaña te aguarda» (I, 477). Atta T ro ll rom pe la cadena, es libre. Entonces cantará el poeta: «Conquistó la libertad. M ordiendo flo r de jinesta y aire lib re» (I, 448). Natacha cuando se hace cargo del reform atorio exigirá el aire puro de esta libertad: «L o que necesito es contar con plena libertad de iniciativa. Nunca aceptaría dar un solo paso en contra de mis convicciones» (I, 423). «U n día nos rebelaremos contra los hombres y los arrollaremos. Entonces todos seremos lib res...» (I, 448). Pero pronto asoman el hombre, el lobo y el zorro conspirando: El hom bre pidiendo la muerte del oso, «m e dejó en la miseria, ten­ go derecho a su p iel». Es el hombre explotado por el hombre. Ca­ sona hablará de codicia. El lobo avisa: «E l oso es fuerte, pero yo tendré su carne». El lobo viene armado de cuchillo. El zorro cree que «lo im portante es una fórm ula». «Cuando podáis hacer una cosa a traición, no la intentéis de frente (. .. ) Y o os absuelvo en nombre de la ley. Atta es un oso demagógico y lib ertario» (I, 449). 1.004 JOSE MANUEL FEITO N o sé si cuando Sandoval, secretario de las Damas Azules, entrega a Natacha el reform atorio Casona quiere ver en él la actitud del zorro: «E l Patronato se reserva solamente la representación legal» (I, 423). De hecho en la balada nos encontramos, igual que en «S iete gri­ tos en el m ar» o en «Las tres perfctas casadas», con un simbolismo que algunos llegaron a comparar con los de un auto sacramental: los siete pecados capitales, las tres virtudes cardinales, y aquí tres nuevos pecados: la codicia en el hombre, la hipocresía en el legalismo del zorro y la muerte o asesinato en el lobo. Y de nuevo am or y muerte. Faltaría no obstante una tercera palabra, en este caso Dios, pero, como vamos viendo, este término así com o cual­ quier otra manifestación religiosa estará ausente durante toda la comedia. Y quizás, como hemos dicho, muy deliberadamente dado el carácter libertario que Casona quiso im prim ir a «N .N .». Da la sensación de que, en su afán de realismo, sorteando todo aquello que pudiera llevarlo al «deus ex machina», evitará todo matiz preter o sobrenatural. Otras obras del momento atacan la pedagogía re­ ligiosa de un modo frontal y con un anticlericalism o rampante. Recuérdese A.M.D.G. de Pérez de Ayala. Aquí sólo se habla de damas azules, uniformes inconcretos... Sin embargo se da la pa­ radoja de que sin citar para nada el elemento religioso podría calificarse a «N .N .» como una de las obras de más puro cristianisno. Bastaría aplicarle el texto evangélico llamado de los agnósticos, cuando Jesús invita al final de los tiempos a entrar en su reino a cuantos le alimentaron, vistieron, consolaron... « ¿ Y cuándo te vi­ mos hambriento o desnudo..?». N o conocen a Jesús. «Siem pre que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos». Sin saberlo eran de los suyos. Pero esto sería entrar ya en otro tema. Decíamos que la obra va en esa línea que siguió la pedagogía libertaria al prescindir de todo elemento religioso objetivo o manifestación trascendente. Como final a este apartado veremos brevemente (lo hemos he­ cho de paso con anterioridad) la importancia que en la obra da Casona a la música, asignatura también muy im portnte en la cul­ tura libertaria. Según José R. Richard: «Casona ha revelado varias veces que su madre fue quien le enseñó a cantar y que ella misma solía entonar rom ances...» (45). Doña Faustina no tenía buena voz, según aseguran las alumnas que aún viven, pero le interesaba en gran manera. En una confe(45) Boletín... (B ID E A ). J.R. R i c h a r d : Casona..., pág. 152. Doña Faustina A lv a re z García, prim era m ujer Inspectora de P rim era Enseñanza en E spaña y fundadora de la prim era M utualidad Escolar de A sturias, “Perpetuo Socorro”, para niñas. Escuela del maestro Artime, donde Alejandro Casona aprendió a leer. (1910). A le ja n d ro Casona con sus herm anas Teresa y M atutina a su llegada a M iranda. 1912. “A mi buena am iga Honesta... A le ja n d ro ” P rim era fotografía de Casona dedicada M iranda, 1918. a una mujer. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.005 rencia pronunciada en Miranda por don Florentino García A rrojo, profesor en Valdediós y director de un sencillo coro escolar, es­ cribe al respecto don José Artim e: «(6 de junio de 1914). El público aclama al Sr. A rrojo, la Di­ rectiva de la Mutualidad de Niños le ovaciona y el propio don Flo­ rentino, acompañándoles la señora maestra doña Faustina Alvarez García y algunas niñas y niños de ambas mutualidades entonan el H im no de la P revisión » (46). En la reseña de otra conferencia, pronunciada por Ricardo Es­ cobar y M aría Esperanza Cerdán el 11 de julio de 1915, es la propia doña Faustina quien dirige el coro mixto que entona el Him no de la Previsión (47). De ahí la influencia que debió de recibir su hijo. W illiam Shoe­ m aker dirá también cóm o «la música (...) debe ser considerada com o una parte esencial del arte creador de Casona» (48). Esta cualidad la hace patente el autor de «N .N .» al llevar con el teatro popular un coro de canciones tradicionales en las M isio­ nes, algunas armonizadas por otro gran asturiano y com positor: Eduardo M artínez Torner. Casona compuso libretos incluso para óperas com o «D. R o d rigo » o adaptaciones de alguna de sus obras com o la de «L a Dama del Alba». En «N .N .» las alusiones musicales abundan: «Gaudeamus igitu r», la canción «Am aba yo una niña de quince años...», canción que repite Lalo después de preguntar a Sandoval si sabe tocar la guitarra para alegrar a las gentes que se mueren de asco por las eras de Castilla. En la balada de Atta se oye «música de dulzaina y tam b oril», y el húngaro canta así mismo: «Ruede el pandero, sue­ ne la gaita». Baila el oso al son del romance: «L a luna de Roncesvalles / lava el pañuelo en la fuente / lo lava en el agua clara / lo tiende en la rama v erd e ...» (I, 447). Como si toda esta balada fuera una pequeña opereta musical en embrión, cargada con todo el sim­ bolism o lorquiano, perdón, casoniano, de am or y muerte. (46) Mutualidad Escolar... (47) Mutualidad Escolar ... Balance... Segundo ejercicio, pág. 56. (48) Musical Underscoring in the Dramas of Casona. H íspanla. Vol. X L V I I , 1964, págs. 507-509. Cit B alance 1915. P rim er ejercicio, pág. 57. por J.R. Richard en Boletín... (B ID E A ), pág. 185. 1.006 JOSE MANUEL FEITO 3.— LO MANUAL SO B R E LO INTELECTUAL Será una de las líneas a seguir por Casona a la hora de poner en marcha la granja, inspirada en las corrientes pragmatistas de prim eros de siglo: frente a la visión del «h om o sapiens» según el m odelo clásico, surge el «hom o faber», la del productor. La verdad estará en función de la acción. Así lo dieron a entender W illiam Jamer, John Dewey, Ortega y Gasset e incluso Owen. Pero sobre todo debieron de ser estos autores clásicos en los que bebió Caso­ na, además de la influencia aportada por aquel grupo de maestros leridanos. Y aún se puede decir que son dos los autores con los que coinciden las tesis de «N .N .»: Eduard Claparéde, fundador en Ginebra del Instituto para Ciencias de la Eduación Jean Jaques Rousseau, y el alemán George Kerschensteiner, inspector de las Escuelas Primarias de Munich y creador de la «Escuela de T ra b a jo » que parte del principio «aprender haciendo». Claparéde fundamen­ ta toda su pedagogía en el principio de «actuar sin necesidad es antinatural». En cuanto a Kerschenster sitúa la fecha del nacimien­ to de su sistema el mismo día en que se cumplía el aniversario del nacimiento de Pestalozzi (12 de enero de 1746 y 12 de enero de 1908). Estos pedagogos debieron de influir no sólo directamente por el estudio de los mismos en Madrid sino de un m odo práctico a través de la labor de doña Faustina su madre, en cuyos escritos aparecen citas y referencias, como ya hemos visto, a alguno de es­ tos autores en el trabajo premiado en M elilla (49). Del mismo m odo se deja tralucir la influencia de Claparéde, una de cuyas máximas es que «n o basta con que los gobernantes den leyes, necesitan esas leyes ser conformes a las verdaderas ne­ cesidades de los seres a quienes las dirigen». Acción, necesidad sobre intelectualismo y memoria afloran continuamente en «N .N .». Así cuando se monta el tablado, Lalo pedirá: « ( . . . ) que salte al tablado el que quiera, se admiten im provisa­ ciones. N o os pedimos ni perdón ni silen cio...» (I, 445). La acción está en marcha. Mario, abstraído, dice en este mismo acto a Lalo: « ( . . . ) Y o he aceptado todas tus convicciones, he aprendido a cultivar la tierra, sé cazar y hacer cestos de m im bre que nunca me servirán de nada...» (I, 466). E l propio Casona aprendió carpintería (I, 437), los talleres están a pleno rendimiento (I, 441), saben hacer cestos (I, 460). Todo el (49) M edios prácticos..., pág. 126. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.007 acto tercero es un canto a la acción. El mismo hecho de decirlo, de enseñarlo a través del teatro, poniéndole un marco que se llama acto (acción), ello m ism o habla de creatividad, la cual trascenderá también a la vida del propio Casona al poner en marcha su propio teatrillo, al aprender varios oficios en su vida real (carp in tero) y finalm ente al d irigir algunas de las Misiones Pedagógicas. 4.— LO L IB E R T A R IO Y PR O G R E SISTA SOBRE LO T R A D IC IO N A L En el campo de la socialización de «N .N .» o del socialismo de Casona habrá que partir del hecho de que su exilio voluntario a Hispanoam érica fue debido prim ordialm ente a su labor durante la República, v.g.: Ser cofundador del periódico republicano Víspera, de tan corta vida, y el tem or a represalias por la polvareda que había levantado el estreno de «N .N .». ¿Había razones para exi­ liarse? Depende de cóm o se analice. Desde luego en «N .N .» mu­ chos advirtieron su visión liberal fruto de las directrices de la Escuela Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos. A través de lo que llevam os dicho se pueden encontrar acá y allá detalles de esta línea libral en la que no vamos a insistir. El mismo nom bre de la obra: Natacha, traía resonancias rusas. Y a socialismo suena la propuesta de Lalo para la fundación en su finca de una a m odo de comuna o falansterio oweriano: «T ú tienes una finca abandonada (. .. ) préstanosla. ¡Allí puede desenvolverse toda una v id a » (I, 455). La imaginación al poder... Y Lalo entregará la finca con una frase de todos conocida y cuyas resonancias son fáciles de adivinar: «¿Q u é era para mí esta tierra? Una ruina abandonada» (I, 455). «L a doy para los que han sabido trabajarla» (I, 469). O sea, la tierra para quien la trabaja, en menos palabras. Apenas iniciada la obra les hace un desafío el mismo Lalo: «Os regalo esa finca. ¿A que no sois capaces entre todos: peri­ tos agrícolas, ingenieros, arquitectos, etc., de levantar allí una granja m odelo, una fáb rica?» (I, 404). N o han sido los ingenieros ni los médicos ni la élite de la so­ ciedad sino, en algún modo, fueron las alumnas del reform atorio, una vez libres. P or eso dirá Aguilar: «Demasiadas cabezas y pocas manos» (I, 404). Sin em bargo esa comuna no debe convertirse en una utopía individualista y robinsoniana, la cual, según Natacha, «es una idea educativa de la revolución francesa. Ya está mandada retirar esa 1.008 JOSE MANUEL FEITO teoría» (I, 416). Lalo insistirá en que «aparte de un poco de m edi­ cina sé cazar, pescar, cultivar maíz, fabricar cestos de m im b re...» (I, 417), artesanías que harán acto de presencia en la m ayor parte de las comunas juveniles. Natacha pregunta «p o r qué no le busca un cauce social a su optim ism o». Pero el régimen de trabajo libre implantado en el reform atorio no convenció a la dirección ya que «e l régimen de trabajo libre (...) es peligroso tratándose de almas m oralmente débiles», al decir de la marquesa (I, 452). Natacha su­ prim e los uniformes que separan llegando a decir al conserje si «le sería muy violento dscender un poco de categoría y vestirse sen­ cillamente de am ericana» (I, 431). Pero el conserje le replica: «¿Q ué sería de mí sin uniforme entre estos bárbaros?» (I, 436). Es todo ello una ironía. Se suprimen los uniformes y no sucede nada. Tam ­ bién la form ación libertaria tiende a la desm itologización de ciertos atributos externos. La dignidad no está en el uniform e que uno lleva sino en la persona que realmente se es. Sé tú y sé únicamente lo que eres. Eso es lo que Natacha pretende de sus alumnas. A la marquesa en cambio la seguirán tratando de «sí, señora marquesa; no, señora marquesa». Para Natalia Valdés la confianza está por encima del temor, de modo que a medida que el am or emnieza a funcionar las leyes empiezan también a perder terreno. En «N .N .» los saludos carecen de empaque. Es más, Lalo recibirá un estacazo al principio de la obra en una revuelta estudiantil reprim ida por la fuerza pública provocada por la federación estudiantil que había fundado Somolinos. El delito había sido el dirigirse equivocada­ mente a un policía disfrazado, es decir, sin uniforme, con aquel saludo inconfundible: «Cam arada». Entonces se volvió, sacó la porra y ¡zas! (I, 401). M ario también saluda con otro giro por entonces inequívoco: «R IV E R A .— Ilustre Mario, hijo predilecto de Linneo: salud. M ARIO .— Salud, am igos» (I, 405). Lo repite de nuevo Juan ante el conserje: «CO NSERJE.— ¿Es eso todo lo que trabajas? JUAN.— (. .. ) Salud, m aestro» (I, 442). La citada federación aspiraba dentro de sus posibilidades a una reform a universitaria solucionando los problemas escolares, im partiendo clases para obreros, etc. (I, 400). En cuanto a la mentalidad progresista de Alejandro Casona en «N .N .» hay algunos detalles que interesa destacar aunque sea de paso. P or ejem plo en Etnología. En 1958 aparece en Francia la Antropología Estructural de C. Levi Strauss y en 1964 el tomo LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.009 prim ero de M itológicas titulado «L o crudo y lo cocid o» (50). En él trata de probar el autor la evolución del hombre partiendo del mo­ mento en que el animal fue capaz de cocer los alimentos. La misma tesis sostiene Faustino Cordón en su librito «Cocinar hizo al hom­ b re», sin referencia alguna al autor de «Tristes Trópicos». Pues bien, Casona se había adelantado a ambos al sostener en 1936 esa tesis en la Balada de Atta Troll, el oso que conquistó la libertad huyen­ do de algún m odo hacia la Naturaleza. He aquí el párrafo: «A b ajo, en las ciudades, los hombres. Son débiles y verticales; pero tienen una terrible inteligencia para hacer daño. Se creen su­ periores a nosotros porque cuecen la carne antes de comerla. Pero un día nosotros nos rebelaremos contra ellos y los arrollerem os...» (I, 448). Repetirá este argumento en «Proh ibido suicidarse en prim ave­ ra», obra estrenada en México en 1937: «D O CTO R.— A usted le gustaría una naturaleza anárquica, llena de sorpresas. FE R N AN D O .— ¡Con imaginación! ¡Ah, si no le ayudáramos nosotros...! E lla produce todos los alimentos; pero todos cru dos...» (I, 504). Y en el terreno sociológico habría que tener también en cuenta la com edia no incluida en sus Obras Completas « E l m isterio de M aría Celeste», donde toca un tema eminentemente social: La igual­ dad y la fraternidad en la tierra, la isla sin nombre, será im posible mientras en el mundo dominen las pasiones (51). 5.— LO R U R A L SOBRE LO URBANO La obra de Casona respira ecología, ambiente rural en la mayor parte de sus páginas. A veces hasta nos recuerda obras posteriores, com o la novela de Miguel Delibes «E l disputado voto del señor Cayo». Aunque repitamos algunas citas merece la pena ver estas concomitancias. El señor Cayo vive en su alquería solo, pero sabe hacer el pan, cultivar abejas, manejar la azada, recoger la rem ola­ cha, pescar cangrejos y hacer queso contra la inoperancia del uni­ versitario V íctor, delegado de un partido progresista que desconoce lo más elemental para una hipotética supervivencia. Esto le hará exclam ar de regreso ante sus correligionarios: (50) L r .v i-S T R A U S S , C lau d e.— L e cru et le cnit (M ythologique II) Pion, P a ­ ris, 1966. (51) B oletín... (B ID E A ). J.R. R i c h a r d : Casona..., pág. 161. 1.010 JOSE MANUEL FEITO «Im agina, por un momento, que un día los dichosos americanos aciertan con una bom ba com o esa de neutrones que mata pero no destruye, ¿no? Bueno, es una hipótesis, una bom ba que matara a todo dios menos al señor Cayo y a mí, ¿te das cuenta?... El señor Cayo podría v ivir sin Víctor, pero V íctor no podría v iv ir sin el se­ ñor Cayo» (52). Comparemos el texto con alguno de «N .N .»: «L A L O .— El prim er año me suspendieron en disección pero aprendí carpintería; el segundo me colgaron en fisiología general, pero aprendí a cultivar el maíz; el tercero caí en patología y tera­ péutica, pero aprendí la cría del conejo y a fabricar cestos de mimbre. Y si hoy naufragara en una isla desierta, yo os ju ro que sabría v iv ir solo y a mis anchas m ejor que el prim er Robinson» (1,404). Todo lo cual se puede razonar, como hemos visto, frente a la ciencia, a lo urbano y a lo burgués: «L A L O .— Estudiar no basta; hay que vivir. (. . . ) Cuando os en­ contréis de lleno con la vida veréis para qué os han servido tanto libro. ( . .. ) Tú ( . . . ) agrónomo, habrás estudiado a fondo las leyes mendelianas de la herencia del guisante (. .. ) Pero... ¿tú sabes en qué época del año se siembran los guisantes? ( . .. ) Tú ( . . . ) ingeniero (. .. ) ¿sabes encender el fuego ante tu tienda y hacerte una sopas de a jo ?» (I, 403). Fina en el reform atorio se dedicará a la cría de pollitos y cone­ jos. N o sabrá otra cosa pero sabe que «las conejas paren siete crías todos los meses, ochenta y cuatro al año» (I, 428). Y de nuevo las matemáticas aplicadas a la vida. M aría usará los cestos de mimbre que hizo Lalo para llevar la ropa al río. Y todos harán pan del trigo «qu e hemos sembrado nosotras», dice Natacha, «lo hemos m olido en nuestro m olino y se ha cocido en nuestro horno... ¡qué hondo sabe el pan cuando es verdaderamente nuestro» (I, 465). En relación con la artesanía o industrias populares el propio Casona describe sus recuerdos de infancia: «N o llegué a conocer a mi abuelo (h errero de p rofesión ) pero supe que tenía un mazo romano. Si no le conocí me lo imaginé muchas veces al lado del fuego. Me atraía contemplar el chisporro- (52) D e l i b e s , M igu el.— El Barcelona, 1978, págs. 177 y s. disputado voto del señor Cayo. Ed. Destino. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.011 tear de las llamas, la fragua soplar y ver cómo los pesados m artillos caían sobre los yunques» (53). ¿Se puede a la vista de lo anterior afirm ar que «N uestra Natacha» es una obra de inspiración libertaria? Creo que la respuesta se puede deducir fácilmente. Libertario — según la Real Academia— dícese de aquel «qu e defiende la libertad absoluta, la supresión de todo gobierno y toda ley». Escapar de la tiranía de la Ley es casi una constante en «N .N .», com o hemos visto en la Balada de Atta T roll. Hasta para los responsables del mantenimiento o cumpli­ m iento de ella tendrá Casona duras palabras a pesar de que en su fam ilia hubo abogados y de gran renombre com o su hermano José, y él mismo, pues según «E sp añ olito» (54) aprobó en la Universidad de Oviedo bastantes asignaturas de la carrera de leyes. Lo refleja en «N .N .»: «N A T A C H A .— Oh, los abogados son admirables. Nunca dudé de ellos; estaba segura de que lo mismo hubieran arreglado esto que lo con trario» (I , 462). Y lo m ism o al hablar de la libertad: «N A T A C H A .— ( . . . ) Hagamos hombres libres, Lalo. Los hombres libres no toman nada ni p or la fuerza ni de limosna. Que aprendan a conseguirlo todo p or el trabajo. (. .. ) Estos muchachos irán en­ contrando su camino y volarán librem ente» (I, 470). Es significativo que sea precisamente una m ujer la abanderada de esa libertad. Y m ujer es también la que dirige en la obra y educa en vez del hombre com o sucede por ejem plo en Segismundo educado p or Clotaldo o Cándido por Pangloss o Andrem io por Critilo. Es un aspecto a favor del feminismo casoniano que hay que tener en cuenta. Pues bien, esta misma línea la sigue en la vida real su m adre Faustina Alvarez. Y a hemos dicho que fue la primera m ujer que obtuvo en España el título de Inspectora de Prim era Enseñanza. Es un buen aval. Pero sus escritos apuntan igualmente en esta misma línea lamentando esta discriminación: «H ace unos cien años un ministro de España, Calomarde, dicta­ ba un reglam ento sobre la Enseñanza Prim aria que decía: 'N o será condición indispensable en las escuelas de niñas que la maestra sepa escribir, podrá tener un pasante’, y este reglam ento publicado en 1825 entra en vigo r en 1838 (...). Era el hom bre el legislador. Y (53) P l a n s , Juan José.— A lejandro Casona. Biografía de un asturiano (I). “L a N u e v a E spañ a” , agosto de 1964. T am bién : A lejan dro Casona. Juego bio­ gráfico d ividido en una raíz y tres árboles. G ráf. Summa. Oviedo, 1965. (54) S u á r e z , Constantino.— Escritores..., p á g. 496. 1.012 JOSE MANUEL FEITO sin embargo, en las estadísticas sobre analfabetismo la m ujer ha dado un porcentaje de cultura muy superior al hombre en estos últimos cien años, con verdadera voluntad de hierro, se introdujo en las escuelas y llegó a las universidades teniendo que disfrazar su sexo, vistiendo de hombre, como Concepción Arenal, para poder demostrar sin jactancia que en las mismas condiciones podía llegar a valer tanto com o é l» (55). Otras veces hace un canto a la m ujer y ante su pluma desfilan desde Safo, la Pardo Bazán o Beatriz Galindo hasta Teresa de Je­ sús. Esta preocupación feminista tuvo que influir necesariamente en su h ijo Alejandro. Cualquier escrito de su madre rezuma la mis­ ma idea: «L a m ujer musulmana (...) ya no fue la esclava del señor, la bestia del harén, se subleva contra los preceptos coránicos y elevó notablemente su cultura; las niñas recibían la misma instrucción que los niños, llegando algunas a sobresalir según Espinosa: Marien Alfaizule, en poesía; Radhya, en la cátedra de literatura; Aixa, en elocuencia, etc.» (56). En esta línea habría que incluir a doña Faustina: «E ste año asistí a una normal a las explicaciones y salí conven­ cida de lo aparatosa, científica y poco práctica de la enseñanza que allí se transmite. Es un verdadero ciempiés (...). Desde la mañana hasta la tarde (...). Estudiar por apuntes que toman al vuelo (. .. ) todo este trabajo ¿para qué? (...). Retener en la m em oria respues­ tas pueriles que nunca van a necesitar ni poner en práctica porque no la tienen (...). Así me han enseñado a mí. Después de mucha experiencia he reform ado mis métodos cuando había perdido el tiem po de toda una generación» (57). Esto en cuanto al sistema de enseñanza. Pero incluso en los modales de Natacha se encuentra un paralelo con el cuadro pinta­ do por doña Faustina. A riesgo de repetirnos recordemos por ejem ­ plo el pasaje en el que Natacha habla en el reform atorio con María, dirigiéndose a todas: «N A T A C H A .— (. .. ) H oy voy a empezar pidiéndoos un favor a todas: no me llaméis nunca 'señora directora'. N o suena bien... y me parece que me hace vieja. ¿Quereis? Me llam o Natalia Valdés. Entre compañeras, Natacha. ¿Os gusta así? (...). (55) A l v a r e z , Faustina.— La maestra leonesa..., pág. 9. (56) A l v a r e z , Faustin a.— Medies prácticos.. (57) Ibíd., pág. 121. pág. 123. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.013 (L a lleva a la mesa, le entrega el ramo (...). Se quita el sombre­ ro, etc., con la naturalidad del que toma posesión de su casa ...)». (1,429). Precisamente el polo opuesto de cómo retrata doña Faustina a sus profesoras: «T o d a vía pude observar en la Escuela Norm al, a que hago re­ ferencia, ese algo que me disgustó: Alguna de las profesores daba una lección científica, con petulancia, empaque de maniquí, sin quitarse el som brerito y velo que cubría parte de su rostro cetrino y antipático; sin despojarse de sus guantes (...). Si algún débil murm ullo llegaba a sus oídos lo contenía con una mirada furibun­ da; llevaba tan aprendida la lección que ni un com entario ni una digresión a que tanto se prestaba el tem a...» (58). Es fácil reconocer la figura de la señorita Crespo. Y si me apu­ ran un poco hasta a los modernos catedráticos con su incorregible sistema de seguir dando sus lecciones magistrales p or apuntes. En «N .N .» se aboga igualmente por la educación mixta, tal como apuntamos más arriba, testigo que recogió de su madre que abo­ gaba ya en su tiem po no sólo por la educación mixta entre mucha­ chos sino también para los adultos: «¿ P o r qué no han de tener clases de adultos mixtas también? ¿Qué se teme?... Hace un siglo decía Concepción Arenal: 'Sería fuerte cosa que los señoritos respetasen a las mujeres que van a los toros y faltaran a las que asisten a las aulas'. (. .. ) Los peligros del instinto m aterial sólo se evitan educando el espíritu » (59). El siguiente parlamento de la señorita Crespo en «N .N .» a m o­ do de ejem plo: «S R T A . CRESPO.— Aquí no hace cada uno más que lo que le gusta. Si las cosas siguen así esto, más que un reform atorio, va a parecer una colonia de vacaciones. Y desde que las comidas y re­ creos se hacen en común con los muchachos, peor. Esos chicos son unos salvajes. Acabarán por quitar a nuestras educandas la poca delicadeza de m ujer que les quedaba» (I, 436). Un hecho pudiera haber dado al traste con este tipo de libertad. Marga, la chica que huyó del reform atorio, va a tener un hijo. Y a hemos dicho que incluso este suceso no fue fruto de la libertad sino de la represión. Con todo: (58) Ibid., pág. 124. (59) A l v a r e z , Faustin a.— La maestra leonesa..., pág. 13. 1.014 JOSE MANUEL FEITO M ARGA.— ( . . . ) Me parece que lo que yo buscaba sin saberlo por todos los caminos, no era más que esto: un h ijo donde recos­ tarme... Y a lo tengo» (I, 461). La tragedia se convierte en gozo gracias al aliento y a los cui­ dados de Natacha: «N A T A C H A .— Aquí, Marga. ¡Conmigo! Es preciso que lo sepas. Vas a tener un hijo. Pero no te avergüences. ¡Levanta la frente y grítale ese d olor al mundo negro! ¡Que se arrodillen los culpa­ bles! ... ¡Tú, de pie, con tu hijo! MARGA.— ¡Un h ijo !... ¡Un h ijo !...» (I, 456). Un h ijo es quien libera también a la Marga de «L a tercera pa­ labra» y la une con Pablo. Posiblemente se ha descuidado esta relación de Casona con su madre siendo el elemento femenino tan radical en su obra. En efecto: su seudónimo, el lugar donde acostumbraba a jugar de niño: La Castañalona, los pueblos de su niñez: Miranda, Villaviciosa... Los prim eros recuerdos de Consuelo González «L a Pachica» respecto a sus escritos, antes de haber ganado los juegos florales de Zamora en 1920 con «L a empresa del Ave M aría», es una novelita titulada «Cabecita loca», curiosa coincidencia con la prim era obra de teatro que ve representarse en Gijón: «L a loca de la casa», de Pérez Galdós, junto con «L a canción de cuna», de M artínez Sie­ rra (60). Y una de las primeras obras que lee es «L a vida es sueño», de Calderón. N o hace mucho llegó a mis manos una fotografía suya cuando contaba unos 14 años dedicada a una mirandina: «A mi buena amiga Honesta, recuerdo de A lejandro». Durante su estan­ cia en Miranda comparte sus juegos con sus hermanas Matutina, Teresa y Jovita, así com o con la chica que doña Faustina prepara­ ba para M agisterio al tiempo que le ayudaba en el servicio de la casa. Su prim er libro tiene título femenino: «L a flauta del sapo». E l único retoño de su m atrimonio con Rosalía fue una hija: Marta. Si a esto añadimos los títulos de sus comedias que llevan conno­ tación feminina e incluso algunos trabajos literarios («L a s mujeres de Lope de V e g a ») el campo se amplía aún mucho más. Y no olvi­ demos tampoco que «N .N .», como ya dijimos, fue escrita en Canales, pueblo natal de su madre y no lejos de donde está enterrada. Casona aún no está reivindicado por los asturianos. Ciertamente no es un autor com prom etido en el sentido que algunos quieren dar a este vocablo. Pero tampoco una flo r lo está y no por eso deja (60) Boletín... (B ID E A ). J.R. R i c h a r d : Casona..., pág. 153. V éase también (I, 992), (I, 1.040), etc. LA PEDAGOGIA LIBERTARIA DE «NUESTRA NATACHA» 1.015 de ser sím bolo de grandes compromisos o de ideologías revolucio­ narias. Esta brisa poética del teatro casoniano es más necesaria hoy que nunca. N o hay p or qué identificar teatro con denuncia. E l teatro también es evasión. Pero en esa evasión un espectador avispado puede descubrir a poco que se lo proponga las claves del eterno «h om o sapiens» civilizado o por civilizar. Casona plan­ tea soluciones románticas a veces, fantásticas otras, no a base de violencia y sangre, o de agria y desabrida dialéctica, aunque se sirva de ello com o recurso alguna vez. Más bien le gusta plantear los problem as de la vida y de la muerte sin crispación, en un diá­ logo más que en una disputa. De ese m odo consigue que el teatro sea el m ejo r m edio para llegar al espectador por m edio de un re­ curso literario que el propio Platón usó magistralm ente para de­ jarnos el m ensaje de su filosofía. Tam poco le es ajeno, com o se ve en «N .N .», el mundo univer­ sitario. Desgraciadamente lucha contra los mismos «m olin os de vien to » de hace setenta años. Quizás «N .N .» quiso ser un pequeño mayo-68 con su aparente fracaso, pero al menos trató de levantar su voz y poner en pie de protesta al mundo e-studiantil de enton­ ces. Las soluciones de Casona también suenan a utópicas, fantás­ ticas, fuera de la realidad. N o importa. También lo fueron las de aquel m ayo 1968 utópico y libertario, prim avera que no fue, fiesta libertaria que quiso ser contestaría de toda autoridad y librarse de toda traba. Casona también hubiera gritado: « ¡Seamos realis­ tas. Pidamos lo im posible! ». IN STITU TO DE ESTU D IO S ASTURIANOS PRESIDENTE : I ltm o. Sr. D. M a n u e l F e r n a n d e z de la Cera DIRECTOR : D. Je s ú s E v a r is t o C a s a r i e g o SECRETARIO EN FUNCIONES : D. E f r e n G a r c ía F e r n a n d e z DIRECTOR DEL BOLETIN: D. Jo s é M.a F e r n a n d e z P a j a r e s PR ECIO DE SU SC R IPC IO N ANUAL España, 1.500 pesetas. Extranjero, 1.800 pesetas. Número suelto: España, 500 pesetas. Extranjero, 600 pesetas. Dirección: Plaza Portier.—OVIEDO Esta revista no es responsable de las opiniones expuestas por sus colaboradores I DEA