28 de Noviembre Liturgia de las Horas Beato

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28 de Noviembre
Liturgia de las Horas
Beato Francisco Esteban y compañeros, Mártires
Todo del común de Mártires, excepto la 2ª Lectura y la Colecta
II Lectura
Hombres apostólicos: dispuestos a sacrificar la propia vida por amor a Jesucristo, servicio de la Iglesia y santificación
de sus hermanos.
De los escritos de san Eugenio de Mazenod. Constituciones y Reglas de la Congregación de los Misioneros
Oblatos de la Santísima e Inmaculada Virgen María, Roma, Políglota Vaticana 1926, pág. 13-16.
“La Iglesia, preciada herencia que el Salvador adquirió a costa de su sangre, ha sido en nuestros días atrozmente
devastada. Esta querida Esposa del Hijo de Dios llora aterrorizada la vergonzosa defección de los hijos por ella
engendrados. Cristianos apóstatas, olvidados por completo de los beneficios de Dios, han irritado la justicia divina con
sus crímenes, y si no supiésemos que el depósito de la fe ha de conservarse intacto hasta el fin de los tiempos, apenas
podríamos reconocer la religión de Jesucristo en las huellas que quedan de lo que fue.
En esta lamentable situación, la Iglesia llama a voces a los ministros a quienes confió los más preciados intereses de su
divino Esposo, para que se esfuercen en reavivar con la palabra y el ejemplo la fe a punto de extinguirse en el corazón
de buen número de sus hijos. Mas, por desgracia, qué pocos son los que responden a esta apremiante invitación;
muchos, incluso, agravan esos males con una conducta reprobable.
La consideración de estos males ha conmovido el corazón de algunos sacerdotes celosos de la gloria de Dios, que aman
entrañablemente a la Iglesia, y están dispuestos a entregar su vida, si es preciso, por la salvación de las almas. Están
convencidos de que, si se formasen sacerdotes inflamados de celo, desprendidos de todo interés, de sólida virtud, en una
palabra: hombres apostólicos, que, convencidos de su propia reforma, trabajasen con todas sus fuerzas por la conversión
de los demás, se podría abrigar la esperanza de hacer volver en poco tiempo los pueblos descarriados a sus obligaciones
largo tiempo olvidadas. Cuídate tú y cuida tu enseñanza, recomienda San Pablo a Timoteo, sé constante; si haces esto,
te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen (1 Tim. 4, 16).
¿Qué hizo, en realidad, nuestro Señor Jesucristo cuando quiso convertir el mundo? Escogió a unos cuantos Apóstoles y
Discípulos que él mismo formó en la piedad y llenó de su espíritu y, una vez instruidos en su doctrina, los envió a la
conquista del mundo que pronto habían de someter a su santa ley.
¿Qué han de hacer a su vez los hombres que desean seguir la huellas de Jesucristo, su divino Maestro, para conquistarle
tantas almas que han sacudido su yugo? Deben trabajar seriamente por ser santos y caminar resueltamente por las
sendas que recorrieron tantos obreros evangélicos, que nos dejaron tan buenos ejemplos de virtud en el ejercicio del
mismo ministerio al que ellos se sienten llamados. Deben renunciarse completamente a sí mismos, sin más miras que la
gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la edificación de las almas. Deben renovarse sin cesar en el espíritu de su
vocación, vivir en estado habitual de abnegación, y con el empeño constante de alcanzar la perfección; deben trabajar
sin descanso por hacerse humildes, mansos, obedientes, amantes de la pobreza, penitentes y mortificados, desapegados
del mundo y de la familia, abrasados de celo, dispuestos a sacrificar bienes, talentos, descanso, la propia persona y la
propia vida por amor a Jesucristo, servicio de la Iglesia y santificación de sus hermanos; y luego, con firme confianza
en Dios, entrar en la lid y luchar hasta la muerte por la mayor gloria de su Nombre santísimo y adorable. ¡Qué inmenso
campo se les abre! ¡Qué santa y noble empresa! Los pueblos se corrompen en la ignorancia supina de todo lo que
concierne a su salvación. De ahí el abandono de la fe, la depravación de las costumbres y todos los desórdenes que la
acompañan. Es, pues, sumamente importante, es urgente, hacer que vuelvan al redil tantas ovejas descarriadas, enseñar
a los cristianos degenerados quién es Jesucristo, y, arrebatándolos del dominio de Satanás, mostrarles el camino del
cielo. Hay que intentarlo todo para dilatar en reino de Cristo, destruir el imperio del Mal, cerrar el paso a innumerables
crímenes, difundir la estima y la práctica de todas las virtudes, llevar a los hombres a sentimientos humanos, luego
cristianos, y ayudarles finalmente a hacerse santos.
RESPONSORIO
R/ Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe.
* Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
V/ Revistámonos de fuerza y preparémonos para la lucha con un espíritu indoblegable, con una fe sincera, con una total
entrega.
* Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que al beato Francisco Esteban y a sus compañeros les has concedido la gloriosa victoria del
martirio, mediante su oblación cruenta haz que, por sus méritos e intercesión, podamos dar testimonio ante el mundo de
quién es Jesucristo.
Por el mismo Jesucristo nuestro Seño. R/. Amén.
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