SS. XII-XV - Revistas Científicas Complutenses

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Indumentaria y sociedad medievales
(SS.
XII-XV)
Medieval society and clothing
(13tI,- l5th centuries)
Maria MARTÍNEZ
Universidad de Murcia
E
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‘A
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PALABRAS
CLAVE
El vestido como parte esencial de las estructuras de lo cotidiano. Revisión de las fuentes
de estudio y bibliografia. Innovaciones en la indumentaria castellana bajomedieval.
Elementos de diferenciación social a través del vestuario. ‘<Leyes suntuariass, signos de
marginación social en el vestido. Tratados de moral sobre la vestimenta.
Vestido.
Castilla,
siglos XIV
y XV.
Cultura
cotidianaHistoria
social.
1’-
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4
1-
‘A
u
Dress an essential pafl of daily structures. Review of the sources and b¡bliography.
lnnovat¡ons in late medieval Castilian clothing. Elements of social diferentiation through
dress. «Sumptuary lawss, signs of social marginalization in clothes. Moral treaties about
clothing.
4
KEY
WOItDS
Dress
clotbing
Castile. 1 3th
and isth
Centuries,
Daily culture.
Social history.
SUMARIO Introducción. 1. Algunas innovaciones del atuendo occidental y la especificidad castellana. 2. La diferenciación social por la indumentaria. 3. La prohibición del
lujo, la discriminación social y el valor moral del vestido.
En la España Medieval
2003.26
35-59
35
ISSN
0214--3038
Maria Martínez
lndíernerrraria y-sociedad oredievales (rs. XIII--XV)
Introducción
Como formulación de pa-incípio quisiera que se erradicara de una vez por todas el trata-míeníto (le frivolidad, intranscendencia o subgénero con que a veces se ha considerado el tema
del vestido o, en un concepto más amplío, la indumentaria. Sin temor a exagerar podría decir-se que la evolución de las formas de vestir repa-esenta la historia de los grupos sociales que las
crean y usan en un tiempo y lugar determinados. Nadie. creo, discute pues que la indumenta-ría identifíca por si misma a un período dc tiempo, un estilo artístico. urma forma de pensar y
estructurar las sociedades en el pasado y en un espacío concretos. El estudio del tema se realiza desde diferentes especialidades: Arqueología, Lílerartíra. Linmgtiística, Historia e llistoria del
Arte fundamentalmente. A pesar de las individualizadas Isaentes utilizadas (escritas, iconográficas, restos materiales, etc.) para cada una de estas (lisciplínas así corno su autónoma investigación, en un nivel más global e integrador seria necesario una insoslayable interrelación de las
mismas para completar su tratamiento y conaprensión. Enípero, dada mí condición de hísto-ríadora, lavisión otorgada en esta exposición consistirá eno sistematizar, dentro delcontexto del
resurgimiento europeo occidental propiciado desde el siglo XI, algunos rasgos básicos de los
indumentos y vestidos, advirtiendo que el objetivo del estradio no se centra en una descripción
dc los varíadosy complejos atuendos, accesoríosy abalorios, sus cambiosyla copiosa termino-logia de prendas, tejidos, tocados, calzado, adornos y complementos, cual si hiera un catálogo
de moda, sí bien resultará obligado hacer algunas referencias ilustrativas para clarificar en lo
posible estos aspectos.
En consecuencia, el tema se aborda metodológícamente desde una interpretación del
vestido corno parte esencial de las estructuras de lo cotidiano, pues junto a la alimentación y
la vivienda constituyen las necesidades prioritarias de la especie humana. Todas estas nece-sidades vitales es-tuvieron condicionadas por la organización político-social existente y por
la diferenciación del habitat donde se desarrollaron, urbano o rural. Ahora bien, ropas. tra-les. Zapatos o cualaaaierotrn nhíún Satili7,rlfl
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margen de su generalizado uso social como necesidad básica, la seña de identidad de los gru-pos, lo cual es tanto como expresar por la imagen estética y la apariencia externa la representación colectiva de las diferencias sociales entre ellos. En este sentido. Ja sociedad castellana tiene para nosotros especial inmterés. y no sólo por tratarse de nuestro espacio
geopolitico, sino porque la Corona de Castilla durante los siglos finales del Medievo
(XIII--XV)establece respecto de otros espacios europeos algunas diferencias indaínaentarias
resníltamates del perdurable contacto con el anundo hispanomusulmán, especialmente desde
111y Alfonso X con las conquistas de Andalucía occidental y Murcia lograran a
que Fernando
mediados del siglo XIII estabilizar la frontera con el recién creado reino nazarí de Granada.
Frontera castellano--granadinaque, pese a las puntuales coyunturas de conflíctívidad bélica,
constituyó durante más de dos siglos una extensa zona de permeabilidad. conmtacos e
ufluenme ias culturales En la España Medier:al
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Indumentariay sociedad medievales (ss, XIII--XV)
Maria Martínez
Aunque en la actualidad desde distintas disciplinas se ha consolidado el interés por la cultura material ola vida cotidiana’, perspectiva en la que se integranla vivienda. el vestido yla famiha (conferencias que fueron programadas de forma conjunta en el Curso de verano de San
Lorenzo de El Escorial>), todavia enlo que a la indumentaria se refiere queda bastante porinvestigar, sobre todo desde una vertiente multidisciplinar. El Romanticismo, y especialmente el
interés por adecuar el vestuario enel teatro y la pintura históricas a los tiempos medievales que
representaban. generó en las últimas décadas del siglo XIX los primeros estudios sobre indumentaría en España, realizados por el conde de Clonard, J. AznaryJ. Puiggari3. si bien antes hay
que reseñar la valiosa contribución documental y gráfica de J. Sempere y Guarinos. Historia del
lwroyde las l~s suntaa cts, en a7BS~. Pero seria C. Berriis quien, desde mediados del siglo XXy
mediante el análisis de las fuentes iconográficas y documentales, dejaraasentada la evolución de
la indumentaria española, especialmente medieval y renancentista, como prueban sus todavia
no superadas monografías y algunos trabajos puntuales5. Apartir de estos pionerosy hoy clási-
¡
Vid, como muestra representativa de dicba consolidación los estudios dedicados a la Vida cotidiana en la
Esp <rita Medieval, Actas del VI Curso de Cultura Material de Aguilar de Campoo, Madrid, 5998- La vida cotidiano en la Edad Media, VIII Semana de Estudios Medievales. Nájera, Logroño. 5998; para una relación detallada
remilo a la extensa y clasificada bibliografía temática recopilada en esta última obra por Roota~Gt;Ez LATORRE. L.
E,; SÁENZ PRECIADO, P. y SrGLrENzA PERLADA. C. «Vida cotidiana en la Edad Media Bibliografia’>. pp. 407-483.
2 Estos tres aspectos, entre los muchos que se abordaron en eí ciclo de conferencias impartidas entre eí
26-30 de agosto. coordinado por eí Dr. D. Nicasio Salvador Miguel bajo el título «Vida públicay privada en la
Edad Media», fueron desarrollados por Maria Barceló. Maria MartínezyManiaAsenjo. respectivamente. En
cuanto a la indumentaria, los oficios se especializan a lo largo de todo el proceso de producción. y fueron estos
artesanos quienes formaron uno de los sectores mayoritarios de la economía urbana, junto a los de la indus-tría alimentaria y de la construcción.
CLoNAnO. conde de: ¡I)iscurso histórico sobre el traje de los españoles desde los tiempos <uds remotos hasta eí reinado de los Reyes Católicos. Memorias de la Real Academia de la Historia, t. IX, Madrid, 5879. A2NAD. F,
Indumentaria española. Documentos para su estudio desde la época visigodo hasta nuestros dios, Madrid. m8
79. La
obra de PuiccAní, J, Monografía histórica e iconografía del traje, Barcelona, s886. ha sido reeditada enValencia,
m~~¿r Estudios de induníentaria concretaycomparada (ss, XIII--XWj, Barcelona, 1988. Wd. la relación bíbísogra-fica (desde finalesdel siglo XIX) en MAmII1NEZMAIIIINEZ, M, La inriustria delvestido enMurcia (ss. XX--XVI, Murcia.
1988, Pp. 354355; LAVES, 1 Breve Historia del traje y la <noria. Madrid, 1997, pp. 355-359; BoonictiEZ LáTORRE,
SÁENZ PREcLAooy SmcliENYA PEIAm&Dñ, ob. cit,, pp, 448--452.Es interesante destacar que la publicación en España.
tan sólo tres años después. de la obra del alenoán Maxvon BonN: La moda: Historia del traje en Europa desde los
orígenes del Cristianismo hasta nuestros dios. Barcelona, Salvat, 8 vols., 1928-r929, se hiciese adjuntando unos
estudios preliminares acerca del traje bispano. cuya autoria se debió al Marqués de Lozoya. y que sin duda contribuyeron a contemplar el tema con cierto interés cientifico.
4
Beed. en facsímil, Madrid, Ed. Atlas, 2 vols., 1973.
Por orden cronológico. «El tocado masculino en Castilla durante elúltimo cuarto del siglo XV losbonetes». enArchivo Español deArte, XXI,
0 86(1949).
ni’ Br (1948).
pp. pp.
íím--r35r
20--42;
«El«El
traje
tocado
masculino
en Castilla
en Castilla
durantedurante
eí último
el último
cuarto
del siglo
cuarto
del
XV’>,
sigloenA,E.A,
XVII, en Boletín
XXXII, de
n, la Sociedad Española de Excursiones, LIV (>950), pp. í91-236; Indunoentaria
medieval español. Madrid, 5956; «Indumentaria femenina española: la camisa de mujer*-,A.E.A. XXX, u,0 mí~
(‘957). pp. 587-209; «Modas moriscas en la sociedad cristiana española del siglo XVy principios del siglo
XVI » en Boletín de la Real Academia de la Historia. tIYLIV, (1959). pp. 199--228;«Pedro Bernmguete y la moda:
algunas aclaraciones cronológicas sobre su obraD. enArchivo Español deArte»,500(11 (1959). pp. 9--28;«Modas
españolas medievales ci> eí Renacimierato europeo>~, Zeimschnft ftir hismoriche i,valffen-und
kójstumkunde,Múnchen (‘959). Heft a--a.p. 94; Heft í, p. 27; «Echanges pendant la Beinassance entre les
modcs espagnoles ec les modes de lEurope centrale et orientale (hongroise. albanaise et turque». enActes du
37
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moo3, a6 35-59
María Martínez
Irrd;;or-enroriay sociedad medievales <ss. XIH--XV~
cos trabajos, a los que hay que adjuntar posteriorumente los de RM. Andersont>, tanto historiadores del as-te como medievalistas y filólogos han proseguido desde aspectos generales o pun-tuales el análisis de esta temática, sí bien con propuestas y objetivos diferenciados~. Así mismo,
los pioneros trabajos de E. Arlé acerca del traje bispano--árabehan sido más objeto de atención
por parte de arabistas y otros especialistas que inciden en aspectos varios del atavio musulmán5.
Con ser interesante la evolución historiográfica seguida en nuestro país y el renovado interés
XXII Congrés Ineernaeio,raí dIlistoire de VAro, Burlapeso. 5 laa sepoenire des 969. pp. 705713: «La mnoday las
imágenes góticas de la Virgen. Claves para su fecFaacióa’~.Árrhis:o Español deArre, ni’ >70 (1970). pp. 193<tSB:
Trojesyrnodas enlaLspañade los fiqes lkreólicos, -avols. (1. las anujeTes, II. Los hombres), Madrid, 978; encola-boración ceo> C. Menéndez Pidal: «Las Cantigas. Lavida en eí sigloXílí según la representación iconográfica
(1. Traje, aderezo, afeites>», Cuadernos de LaAlha,nb,-a, s5-a7(í979--a98í> ; «Las pinturas de la sala de los
Reyes de la Albatubra. Los asuntos, los trajes, lafeeba» en Cuadernos deLaAíhaonbra, >8(1982). pp. 20--50.
Hispanic Costurne ‘48o-753o, NewYork, The Hispanie Soeiery ofAmerica, 0979; «El chapiny otros zapa-tos afines», en Ijuadernos de laAlhanmbra, V (‘969>, pp. 17--4~.
Remnoito omm-a vez a la bibliograíia opre sobre Indumeartaria y textiles incluyema Rohartieo;r.z LATORRE, SÁENZ
PBccuxooySmcíieNzA PeRrADA, ob. cio. Además vid, estos otros estudios no incluidos endielsa relación, realizados
desde distintas perspectivas: CASADO IJrIIATo, M. C,: «Im>dumentaria de la España cristiana del siglo Xl», en
Revista de Dialce; al apia ~yTradiciones Popuiarer. 500<11 (5976>. pp. 529--m53r FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, E.: «Una tela
hispano--musulmanael> el sepulcro de doña Mencia de Lara del monasterio cisterciense de San Andrés del
Arroyo (Palencia>» enArtas de las llJonradas de Cultura cirube e islámroiea, Madrid, 598$. CONLALEZ MADRERO,
Nt. C.~ «El vestido, su tipologia y st’ significaciós> social. El caso dc Tearerife tras sí> incorporación a la Coraíaa
de Castilla». en Xl Cotoquia de historia Canario--AuoericanaÓ
994>. 1. Las Palomas de Cran Canaria, 5996. Pp.
291-308: en colaboración con A. RODRÍGUEZ «La noirada del otro: Dc cómo los europeos percibteaonlesveseídos de 1-os antiguos canarios», en XII tioloqujo de Hisoria Canario--Aorericana «996). a, Las Palmas de Gran
Ganaría 1998. pp. 675--696.lópez Aa,er.nrs J.: «Tejidos y pí-crodas de vestir más comunes era los tiempos
noedievales franceses», en Homenaje al Prof Ji ijantera, Madrid, 1997 (desde una perspectiva filológica).
S!GOEN?A PenrMm>.s, C.: «La vida eotidiaeaa en la Edad Media: La anada ene1 vestir en la pintusa gótica», en La
vida cotidiana en la Edad Media, Logroño, 1998. CREANTE PILBAUDI, L.: «Referencias del Marqués de Santillana
sobre indamnrentaria en el siglo XV». en Funadación, II, (1999--2000>. pp. 3ír--324. Pese alo restringido de las
poblicaeiones es de destacar la reciente revalorización dcl terna, tal corno manifiesía el hecho deque se le haya
incluido con espacio propio en consagradas obras de carácter genmeral: Ud. GáscrA [rECoRT:Qñe, lA.: «El ves-tido: de protector del cuerpo a signo externa sacialenente diferenciador», en «La época del gótico en la c;sltu-Pr-¿>..
‘t.,e,,Á,.
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8.y ero manuales, que
incluyen
las.4.,
formas
de 0vestir
dentro de los modos devida de las gnoapos sociales: vid.
raeR~annln
O— , ->.-,,-.--,
~
oc tn¡urus¡. ívserreunn-zndai dirigida pon. Nt, jover, Madrid. 994, PP.
Bor=NÁSSIE,P.
29--4
1 GurcHasur, P. vGEISSET. M. C.:Lastspaño.sr;sedievales Baicelona, aooí, p. 325--326.tJna reciena-te síntesis enAtrarZuA HUARTE, E. El cruje en España. Apéndice de la Brete Historía riel traje dej. Laver. Barcelona.
1997, pp, 285-359. Pan-a bibliografia de indumerotaria hispanomusulmana vid. isota siguiente.
Arme, E.: «Qraelques rensarques suría costume des nuisíalmanes dEspague mu tenps des níasnides», en
Arabiea, XIII, (1965). pp. 24.426í: «Acerca del traje musulrriáro en España desde la caída de Gíatíada hasta la
expíalsión de los nroriseos», en Revisto: del Instituto de Estudios Islásnicos. XII (‘965--1966).Pp. 1a3ío7: «Le
costunne des raoíísulmans de C:ístille su Xllle siécle daprés las miniatures du Libro del Ajedrez», en Mélaeges
de la Cosa de l’elázqu-ez, II (m966>, Pp. 59--66.MArniNer, Ruíz, 1.: «Almohadas y calzados atoriscos». en Revista
de Dnalectologia-r- li-adiciones Populares, XXIII, (>967). Pp. 2139--3>3: «la indunnenmaria de los naoniseos según
Pérez de Hita y los docunrentos dc La Alhambra», en Cuadernos de La Alhambra. 3 (1967>. PP. 55--124:
Iníentaaos de bienes moriscos riel reino de Granada (sigloxl/LS. Madíid, ‘972. AIBARRAcÍN, i.: «El vestidoy adoríro
bispanoárabes ene1 Libro del Bocas Aznar». cayeras del Primer ~oogresoInternacional sobre elArcipreste de hita;
Barcelonoz. 1973, pp. 488--494:«Ropas hispanomusuln-toanas de la marjer tetuani (Mamniccos> ». en II lomadas
-Internacionales dc Cultura Islámica. Aragónovive su llisromia, Tenícl, 1988. Pp. 235-247. Próur, E,: El atavio bis-¡sano--árabe: la >rerencia des;o no,soerrclanura enla España cristiana, Universidad de Granada, 1979.64 pp..- «Elmíso
del fielta-o cocí atavio árabe: Su huella en la España osaedieval», enAnales riel Colegio Un¿tersioario deAlonería,
Almería, 19713; «El cuero en el atavío árabe medieval: su huella en la España eíistiana»,Vic. 1990. BAseció, C,
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Induínentariaysoeiedari medievales (ss. XIII-XV)
Mentía Martinez
científico que desde las distintas disciplinas ha suscitado la indumentaria en las últimas décadas
del siglo XXV. como parte integrante de la cultura social en definitiva, la propuesta en este
momento es muysencilla, pues se trata sólo de exponer algunas de las ideas más relevantes, pero
obviamente más generales, que se han extraído de la aún escasa bibliografía existente y de las
investigaciones propias>0, intentado así sintetizar los conocimientos básicos del vestido en el
contexto bajomedíeval de las estructuras materiales yla psicología social del periodo.
Corno se ha apuntado. el aspecto externo enun sentido más amplio que eí estético es uno de
los componentes característicos de las distintas civilizacionesy culturas. Por ello, la indumentana, es decir, el conjunto de ropajes y adornos que configuran la apariencia y la identidad de
las personasa través tanto del cuerpo físico como del social, obedece a funciones diversas: de
necesidad básica. de ostentación y lujo para expresar la condición económica, la función profesional, la distinción y discriminación social, étnica o religiosa. Evidentemente, antes como
ahora, los atuendos cambian; sobre permanencias y aspectos comunes y autóctonos comien—
san de forma más acelerada en la Europa del siglo XIII a percibirse influencias varias que dota-ronde transformaciones significativas a la indumentaria, articulándose consecuentemente las
modas y los elementos peculiares del vestido europeo occidental en sus distintos espaciosgeopolíticos (Francia, Borgoña. Flandes. Italia. Inglaterra, Aragón y Castilla). coexistiendo, no
obstante, tradicióny modernidad. lina inimaginable variedad de modas. novedadesy peculiaridades autóctonas procedentes del ámbito franco-borgoñón e italiano, sobre todo, que se
difundieron por el desarrollo global de la economia y la consolídación de las diversas áreas
políticas (Coronas, reinos, ciudades--estadoo repúblicas).
Es por ello que la rentovación indumentaria estuvo directamente vinculada a los significativos cambios económicos, sociales y de mentalidad operados en la Cristiandad occidental píe—
y LABASITA, A «Indumentaria morisca valenciana», en Sharq al-Andalus, 2 (‘985), pp. 49-73. SERBANo
PaEnecAsas FEníNk4oez, L.: «Elementos para una historia de la manufactura textil andalucí (ss. IX--XIII), en
Stvdia Histotica. IV, n.0 2 (0986). pp. 205--227- SERmw~o NiZA, D. «Para una nomenclatura acerca de la índu-mentaría islámica en al-Andalus», enAcross the Mediterranearn Frontiers: Trade, Politics and Reí ngnon 650--14=0
(D. Agiusy 1. Netton, Edts,) - Thurbnout, Brepols. 5997, pp. 333--345;«Fuentes para el estudio de la indumen-taria andalusí», en Revista de Filología, m4 (s~~~) ; «Nombres de tejidos islámicos según un vocabulario del
siglo IX, en Boletín de laAsoeiación Española de Orientalistas, 500(1V (1998) ; «La indumentaria árabe islámicay
sus palabras: la elaboración de una terminología». en Moda y sociedad, Estudios sobre Educación, knguaje e
Historia del vestido. Granada. >998. MABIN. M,r «L habillement des femmes dans al--Andalus».en Recherches
Regionales. s47 (Niza, >998); M.5J1JN. M. (Ed.) : Tejeryvestir:delaAntigt2edari al Isíant. Madrid, 2001 <especial-mente los trabajos de C. dc la Puente, E. el lzloury Nt, Marín), Complétese la información bibliográfica con
LAVE5A, A: «Tejidos islámicos una aproximación bibliográfica», en Tejeryvestir.... PP. 473-496.
9
Vid. Bíntc. O,: <nHistoriographie duvétement: un bilan», enLe vetemenn. Hintoire. archéologie et syrnbolique vestirnentaires au <noven rige. >989.
MÁRS1NEZ, Nt.: «Valor social del vestido», en La industria del vestido en Murcia <ss. XIII--X¡5.Murcia. 1988.
Pp. 353 452.; «La seda en Míarcia: deeadenciayreactivactón de una actividad musulmana’>, enbr ciu&ad islámica, Zaragoza, a
99m, Pp. 465--47>;«Los gastos suntuarios de la monarquía castellana: aproximación a los aspectos
técnicos y económicos a través del ejemplo de luan 1. en La manufca.ctura ustana i tls menestrala (segles XIII— VI).
Palma. >99>, Pp. 115--540: «La imagen del rey a través de la indumentaria: el ejemplo de juan IdeCastilla». en
Beslíetin Hispanique. 96/2 (‘994). Pp. 277--287;«Oficios, artesaniay usos de la piel en la indumentaria (Murcia.
siglosXlll-XV), en IíSiusposio de las Técnicas. El trabajo del Cuero (Córdoba, 6-8 mayo de >999) (en prensa).
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Mcr,‘.o r%Irorrjaez
Irtár; <rse!, 5úrra -;- socio/o rl rateéie;-aíes <ss. XIII- XV)
roo y bajomedievales. El desarrollo agrario, el nacimiento y resun-gínniento de las ciudades, la
ampliación de las rutas eoniereíalesy los medios de transporte. la división social del trabajo, el
desarrollo de las técnicas, la movilidad de las gentes, la nueva concepción nuclear de la homília,
el acceso a la cultura en las escuelas -urbanas y unrvcrsidades. la existencia de oía-as -formas dc
pensar, sentir, expresary hablar (tales eonao la líterainra laieayvcrnáeírla. las nuevas corrmen<
tes religiosas, los nuevos estilos arqtoilectónicosy plásticos. etc.), coadyuvaron cía las innova-cionoes estéticas y éticas de los inodunnentos. Las representaciones ieonoga-áfícas y los textos
escritos ilustran bastantes de estos sápidos cambios qose propíciaroro, sobn-e todo a partir de la
de ~.auíusa
h
-~-~
~ las artes en la ~‘>“-segunda nrafiad (leí s inri o XV e1 Renacimiento, el ~.s:,,A.,~
y un
ca míroderna. cuyas maíces de modernidad hay (
1ise buscarlas también para el vestido en la Baja
Edad Medía,
Es, el ajubito ciccidejatal, pero <nás nuareadannaenie en ‘a Corona (le Castilla, apuntalada
sobre par--tede antiguos territorios mutisulmanes
y
frontera daus-anate más de dos siglos con el
reino nazasí de Granada, las influencias, contan-oínacionies o préstamos derivados de la civili-zacron islámica fueron directos y visibles en inonumerables aspectos: lingiíístieos, técnicos.
an-tlslicos e indiansoen tas-íos. Fí gusto por lo (sri ental por ío bisparanán-abe. sesultó ‘ira elemerato
.
característico (le la estética del poder, de reyesynobles. El atavio ha sido (sigue siendo pese a
su denrsoea-otizacióra) el escaparate de la sociedad civil, que se irnpregriótardiameníede lavul-garización dc algunos indssnsenitos rísados por la nobleza. Sin-o embargo, nao olvidemos que en
las sociedades feudales (leí oceidenate enrojaco. la snaersa y por consiguiente el traje militar
(srsjeto también a su paopía evolución y a la adaptación de las nsuevas formas de guerrear)
constitssyeron la función y cl indumento exclusivos ríe los poderosos. el dísti nativo de la élíte”,
La caballería, ya filen-e de carácter nobiliario o villa-no, se erigió en el estamento privilegiado
(entre los prIvilegios asumidos. adesnás dejos fisealesyjudíciales, mnlaratsvo el uso exclusivo
de tejidos. metales, adornos y j~eendas dc vestir susatuarirrs).AI margen del origena noble por
Br ya arar; - Nt. le, /. ornaras del cris-a-IIer: Acarres i or,anadrar-es co-raisn-ans ;rredie;:rr!s. Bacecí oria, r~68. Sorno raEL
(Rs-a msa, A.: «Ariasasir enro nr’ erijas-al Isis panro» - lár-rr rica,mor de Inico go ción rsre;] irval. 6, Madrid. í987: «Arnsasy
-
Armad o ras» - en; Las orles isirirair-a-s crí Fspañcs - Marlí i d - í 994 La e; olu< son del ars; atirrr-ernto rr redresal en- el reino cris
rellano Ir nr>; -o! lnda-lus <Ss. XII - XIV), Masínid. i 993 Cosí-ss az Así z5a x [arrPara:, M.: «Amo-as y A,-nr~adsirass>,
nr hhisrmroa rl;: lrs a ‘la;-> Apíirxrsícrs e bid a rsrsiala:.s en Lapo <nr, Nt ‘<1 cid í 93 kaÁsTcr;a:í - 1.: A¡rrrnres históricos sobre la
mor> ¿[lcr-ra e-qrrrrr(alas dar r-rsnre iras siglosXIV>- XV Madr íd s987 Aí rs Brrrarís ras 1 Lar> MEYER: « Las arruas en’ la Misto ria
(le la Roas,,, sp ‘Sr a (ss. X al Xiv). en 1 Sir, mposio Nri currars ¡ sobra ¿srs a rasros crí la historia <ra rano, ‘ySJ) ». Clod i;s.s
(torito; s¡aerrrsl), rrj83. Losas Ss;ro½aNar,O.: «Lmrrrgassizar-ion tic 1-’ dr fi ni oriaslsoar desíra estníalorrcñocíaly el poteracial Isal ‘oca rl; nr <‘‘jo Is le: a ir; calrodos ds-.1 5gb XV’> - nr Hm ataríars Iri st mro mrarr’ i docurrmer;ros. iB (í 991>. FrP~ 297--338.
klíarÑ=,Gasa sca; 1 A «Aiíáiirais nc un rlennenoo sIc 1 YTStír-sniar nsíílísaí allonrulieval períirossílac», era 1l~ Coflgaesm>
rl-eAr-c¡ir colrsao mr -~1vdu-s-aí Espar-ñrrlrr. III - Ab caía te, r 9)3 p~r 969 9711
La nílisíecíes-, sIc la vestiiiaenma rírilirar crí la civil ~ruede a:rsnrpr;alracse ci’ la Baja Edad Media en, lajaque-ra y si jubo ni [lisiar’re la segar nr]a irritad rlel aig1 o XLV se fue i iirfrorrÍ eud o el liso dc la al-osar;duisa rs arr’és, do nrde
se eíimbriii al, lrgis~ a i-igislní del eaIrrrllem-o, cuyo linaje se d isrisígíria sasrolriéíí ea, las jursias, torneos y paradas con
las mlivi sas mis1 <arr s y IrIs>s(ars ca aje ~ri0:55s; - Parr rama paile - <-1 (ss¡rle imrí cnt e aiax-io militar masaul ‘irán fije dcl gusta:;
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Indarnentariaysociedad medievales (Ss. XhII-XV)
Maria Marsínez
nacimiento, en la Corona de Castilla (erigida en baluarte contra el reino nazarí) adquirieron
la condición de caballeros (o sea quienes combatían a caballo) aquellos hombres a quienes su
estatus económico les permitía costearse animales, armas e indumentos apropiados. por otra
parte inaccesibles al común de la sociedad- Mientras, a quienes tuvieron que hacer la guerra
a pie se les denomínó peones y estuvieron exentos de vestir una específica y costosa indu-mentar~a militar’3.
Esta dicotomía sociornilitar, caballería y peonaje, se mantuvo en Castilla para estimular la
conquista del Islam hispánico. ya que tanto a los grandes y nobles de sangre como a los burguesesy caballerosvillanos el poder monárquico los obligó, en flanción de sus respectivos nive-les de riqueza, a invenlir en una economía de guerra que exigía pagaruna cara equipación militar cOTí el fin de mantener la noble función de la defensa de todo el conjunto social. La
idealizada función guerrera de una minoría correspondía a los bellatores en el imaginario feudal de la Cristiandad- Corno contrapartida. estos privilegiados caballeros obtuvieron recom-pensas exclusivas, tales como exención fiscal y la posibilidad de acceder al lujo enel vestir, es
decir a manteneruna distinción estética ampliada a los miembros de su familia, esposa e hijos.
Minoría poderosa que se distinguía por el uso de determinados tejidos. prendas. adornos y
joyas. pese a las restricciones al lujo que tempranamente impuso la monarquía occidental, y
más concretamente la castellana desde Alfonso X. con eí fin delimitare1 derroche de riquezay
el boato excesivos, sin qise por otra parte esto se consigurera: es mas, se imponía vestir aquello
que se prohibía.
En este aspecto se ha conservado una repetitíva legislación suntuaria que. con sus pertí-nentes variaciones. fue promulgada por los monas-cas bajomedievales (y renacentistas) por
varias sazones. Unas. de tipo econónmico, ya apuntadas, y es que la enorme inversión en telas,
trajes y joyas característica de los linajes aristocráticos fue considerada improductiva por la
realeza, pese al incumplimiento que todos, y en primer lugar la monarquía. realizaron.
También consideraciones sociales estuvieron en la base de las leyes indumentarias, pues
había que distinguir visualmente a los privilegiados de los pecheros. es decir a los «laborato-res»4 o mayoría trabajadora que pagaba impuestos y se dedicaba a actividades productivas
(caso de campesínosy artesanos). Yfinalmente, dicha legislación obedeció a motivaciones de
carácter ideológico - -nnoral,cuales fueron marginary denunciar mediante el uso infamante de
ciertas señales ene1 vestido a judíos. mudéjares y prostitutas, así como prohibirles el empleo
de determinados tejidras y prendas de vestir, Obviamente, frente al afán de legislar por mantener a cada persona vestida según el estamento soeíoeconómico y la fe religiosa correspondientes, la transgresión de las normativas fue una realidad que nos muestra los textos de aplí—
a>
Para los siglos Xl II --XVvid, ejemplos docurnoenatales en MARTÍNEZ, br irodustnia del vestido
«Oficios. artesaniayusos de la piel...». nota 37.
‘4 Sobre el coneepio de trabajo. las actividades laboíales y sus realidades cotidianas
FO5SiiIR, Br El trabcojo ers ¡-mí Edad Media. Barcelona. 2000.
4a
aid.
pp.
397-422;
el ensayo de
En la España Medieval
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Maria Marainca
Inclírraserotariay sociedad rnredieaaales (st. XIH--XV)
cacíónm del derecho y otros documentos archivistíeos’~, Las justificaciones étíeomorales del
uso de la ropa promovieron asimismo rmormatívasy tratados, como se analizará, pues no olvi
demos que la moderación. crí cualquier acto o conducta, era considerada rina virtud, con la
que se debía dar ejemplo.
Establecidos estos planteamientos generales pasemos a lo concreto nredianmte la exposición
de algunas ideasy ejemplos puntuales. En prímerlugar, debemos familiarizarnos con las pren-das básicas del atuendo occidental bajornedíeval, hacíenado especial hincapié en la conífígura-ción de lo que ya podría denominarse «moda hispanas en el reinado de los Reyes Católicos,
debido a la alta calidad de los indumentos, a los diseños originales creados en este período y a
laprofusióne innovación de eomnplemetuos, adornos. toeadosy calzado. Derroche indumen-tario que fríe combatido lina vez más con leyes suntuarias desdeAlfonso Xa los Reyes Católicos,
máxime cuando la política estatal estuvo necesitada de mayores secursos ruateníales para la
consecírción del «ideal rcconquistsodor». plasmado en 549? con la conquista de Granada, la
expulsióní de los judíos y poco después la de los mudéjares.
a. Algnnas nlnovaciones del atuendo oeeidentalyla especifidad castellana’t’
Tradicionalmente se ha conasider-ado que las Cruzadas, esa especie de Cuerna Santa cfue el
Papado a finales dcl siglo XI justificó para emprender la lucha contrae1 Islam, isifbox-eron sobre
el traje europeo. os ricos tejidos de Oriente, la refinada indumentaria y el gusto por determínadas prendas hicieron que los cruzados trajesen cosa ellos las técnicas y el aprendizaje de su
hechura. Era el caso castellano, desde eí siglo XIII, la ampliación territorial, el desarrollo de la
ganadería, la orgamaizacióno corporativa del-trabajo y la especialización de oficios, la aportación
de rnates-ías tíntóreasytejidos síantuosos que traiana feriasx-mcrcadoslocales los mercaderes
anternacionales (especialmente italianos) y la ecrearria. cuando no coexistencia, con la cultura
islámica posibilitaron
[10
sólo tnansfornnaaeiones esenciales en el atuendo sino la constitución
de una forma de vestir cori cierta identidad y nníás personíalizada. Si bien en Occidente más que
sana universaiizacíóú dé la nídúúiéiitátíá y dé§ú líééhbí-ái ééíaiÚni¿ se trató de una expansión
generalizada míe los textiles de lana y seda, un desarrollo técnico de tejidos apa-eciados y cas-os
-Vid, parsi las osoranamivas sunnirarias la ob,> de Scxí;’r;ama-: a- Gesasraca ya citada. Remiro a Msrmrrxez, Lmr inc/ira-5-nnmr,.. pp. 353--452.donmle se cotefa el anilisis dc la doeraorerotación nolorciasía (la eoaieejií y Ir, rernimida por los
roen rlama-as crostel lanras al Corre Ej o) con> aigaí rías di a~ irla> i cirasa es (le Las Pumi (las, los O críenr arslimtolos rs 1 fonísi es de
1242. í258 a ->68. dr: las Contes de íMeali (a 348), Vusiladolid (i3~í>. Toro 6371), \aalladolid (r4o5). Madrigal
(a .4t8), Orílenirosnienaro de Toledo (o4~~a). Cores (le Madrigal (r 476) y Prrigaráriea dc 5499>. Vir]. tk~iNz-xri-A±iie.
.1 .D - : A¡arrr-icrs;-:ia s- jaraniea-. lcr /ecisloca arrs a rsarramarono ca atellmrram cas. los- mi~los XHJ—X1K lIsieersidad de ladis. s 998,
pp. 84--r79.
barrio los lisíaimes esmalaleer ales grie restringen la exrensrón cía pa-oliara(l dad dc oir-os oraascl-sca aspeesos (por
otra
1aarre ríras corupese raca> (le linoguiasas e Iris> o riaalíarea sI cl arte) se a cralizaránm algasnías dc las araedidas cosa-cretas rjoc se dir tanaainas-oía para segregar a Irí soeie(lsrsI oreéja ‘are la ion-rara (le vestir, anises de qora a iiraales dcl
sigla> XV a pr> nmr ipío> miel XVI sc rr aralgríl ecro « tracia; mriiitrorí cal ficticio ideal de risa dasI jioliiiO(r --- reí i giosa. Beno
antes 1 agrase a> rs breve ce posca de eriales foics-caa las prer rías Lassima-as cl alríeorn o occidental>—. en ooa:esr=ttr.
dal
casfellasio sfr atar cl(a las piritas a]e Sra evrrlaicialara.
Fo lan 1: Tantas t.tedrer:ol
200.3,
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4?
Irodurnentariaysociedari rnedievcdes <ss- XIII-XV)
Maria Martínez
que llegaron a los mercados europeos’7. Muy diversas calidadesytipos de telasfundamentaron
las facturas de las formas sencillas y sofisticadas de las variadas prendas; porque más allá de las
formas, los atuendos humildes y lujosos que convivieron como reflejo de las jerarquías sociales se distinguieron por la materia textil y su tratamiento (color, técnica, aplicación de adornos,
etc). Privilegiados y común, ricos y pobres, minorias marginadas, con sus abismales apariencias son el espejo de esta época renovadora que eclipsa al feudalismo y emerge hacia el capitalismo.
Freúte a las influencias del mundo clásico y del Imperio Bizarotino que perduraron en la
indumentaria altomedíeval (o más concretamente durante el Románico),la «revolución urbana» dinamiza y diversifica la sociedad yíos ámbitos de sus relaciones, lo que se tradujo también en las nuevas formas de vestís’0. Los hombres de los burgos, los burgueses. enriquecidos
con las nuevas actividades laborales, compiten en suntuosidad con los nobles. Todos se visten
para ver y ser vistos. Menos ilustrativos son los testimonios existentes para conocer eí aspecto
de quienes estuvieron excluidos de los avatares indumentarios, de la ostentacíóny de la estétí-ca acuñada por los poderosos. pues para la gran mayoría social vestirse fue una necesidad. si
bien la posesión de tejidos y ropas constituyeun buen indicador para matizar los niveles de fortuna o pobreza dentro de los sectores no privilegiados. Las diferencias quedaban marcadas,
según se ha expresado. más que por las hechuras por la calidad de los tejidos; en consecuencma.
más que en sí mismos los vestidos (que se deterioraban concluso y eran objetos de donación
en testamentos a sirvientes y familiares, como muestra de generosidad y afecto), los paños,
telasy joyas (que formaronparte sustancial de la dotey ajuar) fueronunbíenpreciado. unvalor
casi inalterable, una inversión que podía sacar de un apuro y sustituir a la moneda, siempre una
reserva para engalanarse cuando las circunstancias y rituales sociales así lo requerían (boda.
entierro, procesión. fiesta, etc.).
En la Europa del siglo XII, ya consolidada la expansión económica, se produjeron algunos
cambios indumentarios. tales como que las calzas de lana o lino que los nobles usaban se ajustaran a la forma de las piernas y subieran hasta los muslos, además de que podían llevar una
suela (calzas soladas) para poder andar con ellas dentro de las casas. así como su realización
en colores vistosos e incluso a rayas. Otras transformaciones fueron: la independencia de la
capucha del manto, eí ajustamiento de la túnica femenina hasta las caderas, la caída en pliegues hastalos pies de la faldayla aparición a finales del sigloXIl delbarboquejo, o seauntoca-do que se caracterizaba porque una banda de lino pasaba por debajo de la barbíllay subía has-
‘7 VitI, con carácter general. LimAco HERNANDO, M,a La indusrriayel comercio deproductos textiles en Europa
<sigioXJalXV). Madrid. 5988, p. r~,
‘~
Al decir de BOEFlE. ob. riO,. 1, p. 231 «Los ciudadanos que se encuentrantodos los días en la iglesia, enel
mercado y en la calle tienen q-oc sentir, naturalmente, el impulso de observarse unos a otros, estableciendo
comparaciones entre los trajes, con la consigoriente satisfacción de las personas más elegantesylas inevitables
humillaciones de las peor vestidas. Estas comparaciones. que no podían establecerse en los tiempos en que
cada señorvivía, con todos los suyos, enun apartado castillo. constituyen elpábulo de la moda».
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Maria Man-o ¿raer
In durr,erataria -y sociedad araediea’almas (rs. XI/l--XV)
ta las sienes, y que perduró Imasta el siglo XlV’~, Pero sería en este siglo cuando las galas se
renovaron tanto en el traje masculino como en el fenaenino, siendo característico que el
denominado jubón de los hombres se almohadillase por delatate para ensanchar el toraz (lo
cual íes daba sana falsa apariencia de robustez), se acortase (tanto que los moralistas lo densin-eraron como indecenacia), se ajustase yabotonase por delante adornándolo con uncínturóna
la aSín-a de las caderas. Enrique de Villena, en su obra LI uiau#b de las Donas, criticaba la (les-1 ridículo ar-tificíma en que se h¿obía incurrido eno la etapa final dcl medievo
medida vanidad ye
y. en concreto, citaba el jaibócí coca-ro prenda ajristada en exceso cora la qrrc apenas sí el hom-bre podía respirar>.
Se considera que las guerras europeas del siglo XIV (la conocida Guerra de los Cien Años)
nailítasizaron la sociedad, lo que se reflejó en ía influeracia del traje militar en cl civil maseuli -no (jubónoyjaqueta). Del mismo modo, las consideraciones estéticas del bajomedievo produ-jeron el despertar de la moda, a la vez que en ocasiones eí rechazo a las fon-mas extranjeras para
consen-var los rusos del paisy la afír-anacióra de una concieracia protonacioraal. La aparición de las
rnomlasy su irradraciónpaaedcn ííatcrpretarse corno una deseo de evolírciósa, de avance y de afán
de emulación del otro. Pese al hostigamiento qtre se realizó contra las íaovedades indurí-renta-nos, y las consideraciones sociales y snos-ales arguidas, las influerícías y translon-a-naciones fue-ron inevitables, pires alejadas dcl clasimaísnaao del trescientos, de estilo senaeillo y eqamilibrado.
dicrona paso al gusto por lo complicado. la variedad y el enriqoaccímiento de formas, elementos
y prendas. la contundente tendencia a la exagerac¿ós-ay los rápiolos cannabios: el se~uinuaíento dc
la moda,
fas prendas abiertas por delarote obligaban a que las ropas se cerrasen, anediarate cintas,
lacetes, agujetas, o botones. En eí traje risaseulíno las calzas se ciñen y las -ropas se acortan, se
recogen era la cintura y se fnnneen, originásadose a partir de 5370 imna nueva prenda: la jaqueta.
la cortedad de esta nueva prenda escanadalizaba a quienses como el fraile Eixinaerris denunciabaqoae «estos-vestidos descubrían nalgas yvergúenzas; que los mozos sirviendo ala onesa por
fuerza irabi n de nsioslras~ cosas que repugrían al decon-or y que el fruncido sólo servia para cobi
jo de pulgas», Así mismo otra novedad, en este caso para el traje femenino, fine que la saya se
apostase araucho en la
1aanle superior del pecho y haciendo anaplio escote, lo que se denominaba
a-a
Lwn-n, ob. oit, pp. 62--74,fig. 5i.
« ~lL¶oaaatos sani aqoicílos que sois facienmías por traben- ropa brmacada, 6 ebící-la. veordicrora siíríplenaen
te, crcyensrl o poderse a] a c adiad lo gr íe les í segó la raaaran-al e/a - las rpíal se llasara a engaiao, 6 tocí arr o iris dell os recIa
rara por diverrn-as monos? linirís coaea~iirs miO largos con alsos patinaes: otros lasiviendo las piernas soPles erítre
dobles cal-zas, 6 aar¡ra elías tan grríeso 1aañra forradas ¿algas mí ras rasros gire fro r la so Oil e-za cl ma los Clac<laos. ‘a o orares,
pareseen sirio cíae 9>05 dma giganaíes.. n-ííaanam:lra pon-el esícemahílí coren-po jara— el a migoslo jubón, airadas eslasa 6 jíasto
calzarlo á gran O perra, íaaas-o rraxcoate reposando poredenr -dspirar.» - [71-~ mabísísfrae pacas alar cora[ccclo nacía por espe
cia listas, 1 ras jrrbra rserrar - que segarla iras ~r>trais a n-igraccaso. comaso sísuimar ti-aro las di sposie lo ramas par-a sir con’ ccció mr rea
li-zaidas crí Miir--r-r enr i ir O’ r n-an-ac ristleo Fríe al] alan-ría cío en-arr aren-lar, espeaa i alanretare los « o <-sísíges » o rl llacaics }- los
botonses y [caír ir- cosa Irm mazda Ir gn-a i grac ‘O, lilaS ~rrsisras y la, 5 bIcIa a paca olor¿ir-lcr dc sri pecí sí i ¿ir rl crí sí-a. las nosar migas,
ecrocras a; iriealaa. star jhríirara oían> telas de nmdjdrr cOlín-ladI e isseloso de rail color (listirain-i al críes-po del jrabóar, lo
í~ac mi e ootola i ría stm ríe’ un- Sr1/ra la llapo rara lien] trío
200% ->6
3- ea)
51ra-dr- Htstoolcu, miel. Lro’>. - -
p~i - sc-e-- 579.
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Ci r.
íío c
MÁrr-a-í E ¡e., 1.0- ira-nl
asiria.- - - p - BlSy-
Irodurnentariaysociedad medievales (ss. XIII--XV)
Maria Martínez
«moda francesa», despegándose con elío de la cintura y las caderas, lo que propiciaría un
mayor vuelo de la prenda y también el incremento de su longitud, las conocidas como faldas.
que se recogian con la ruano de forma elegante para lucirvistosas faldas interiores5’. Con estas
acusadas diferencias, la indumentaria masculina y femenina adquiría una clara conmotación
sexual desde mediados del siglo XIV. Nuevas formas de vestirse surgen como causa o conse-cuencia de tiempos difíciles, ylos cronistas de la época así lo reflejan, escandalizados por interpretar las novedades como signo de peligrosas perturbaciones22.
La conocida crisis de esta centuria no impediría, todo lo contrario, que las supervivientes cla-
ses nobles, la alta burguesía (financiera y comercial) y los nuevos linajes encumbrados (en
Castilla arropados por eí triunfo trastamarista) renovaran sus guardarropas. diriase que con mas
ímpetu dadas las recobradas ganas de vivir y de alejar las imágenes de muerte, escasezy desolación que las guerras, el hambre y la peste habían desatado durante el trescientos. Así pues. eí
ansia por romper con eí inmediato pasado pudiera explicar la aparición y exageración de algu-nos elementos del vestido, como por ejemplo nos muestra entre a38o y a450 el empleo de una
sofisticada hopalanda. que consisfia en una prenda de longitud variable (más larga en ceremonias) ajustada a los hombros desde donde caía suelta para ceñírse con un cinturón. Pero lo más
destacable de la iníssaoa era el empleo de unas mangas tan anchas que incluso llegaban hasta el
suelo, o bien eí uso de cuellos tan altos que tapaban las orejas. Chaucer en uno de sus cuentos (El
cuento del párroco) denuncia este tipo de exageraciones en la vestimenta (Dice así: Tanto traba-
jo de cincel para abrir oquedades. tantos cortes con tijeras en esas túnicas de longitud exagera-da, que arrastran en e] estiércol yel fango. vayan a caballo o a pie, tanto los hombres como las
mujeres~).
Entre otras innovaciones cabe destacar el abandono del velo femenino, usado a partir de
entonces (finales del XIV) por monjas y viudas, dando paso aun complejo y variado muestra-
río de fantásticos tocados característicos del siglo XV. La individualidad entre los géneros se
hizo patente durante la Baja edad medía. El tocado masculino y femenino siguió una evolución
propias, destacando para los varones la moda del capirote de rollo ye1 bonete troncocónico en
el siglo XV, mientras que las damas se cubrían con los bautizados como tocado cojín, que en
realidad se trataba de un extravagante rodete almohadillado sobre una redecilla, o el «tocado
de craernos» donde el cabello se enrollaba sobre una estructura de alambre en espiral alrededor de ambas orejas. simulando los cuernos de una vaca y cubriéndose con un velo alzado.
Ambos pueden observarse en la miniatura procedente de las Obras de Cristine de Pisan, de
principios del siglo XV, donde esta culta y «feminista» mujer entrega a la reina Isabel de
Francia un libro de poemat~.
rin.. pp. 356--357Binsc, O. «La diversitévestimentaire á la fin dii Moycn Ages formation d’un discours de mode?», en
Tejer y vestir..., p. >82 y 55Cit. por L,wemr, msb. rin,, p. 66.
>5 Londres. Britisb Mroseum, Reproducido por Lucís, ob. cit.. fig. 68,
SIctlí7NnX. ob.
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Jndurrnerarar-ia y sociedad rrmediei’cles (rs. XIU--XV)
Literatos y nnoralistas denunciaban el artificio y la vacuidad que impregnaba a quienes se
esclavizaban con las modas yvivian volcados hacia el exterior, expresando así la decadencia de
los valores nobiliarios. sin separar, como planteaba Jorge Manrique. en la cadrarcidad de lo
terrenal y la fatuidad indumentaria, Hacía la mujer se dirigen funadamentalmente las voces
masculinas, conviniéradola en el modelo pecaminoso de vanidad, frivolidad y lujuría, repre—
sentado a través de las formas variopintas y extravagantes que utilizaban pasa mostrarse.
Misoginia exuda el Arcipreste de Talavera quien valora y describe a la mujer de la primera
mitad del siglo XV como una insatisfecha urraca acaparadora de adornos, vestidos yungtxentos
con qrae mantenerse bella y disfrazarlos defectos. Por eí contrarío, en ese mismo siglo. Diego
de San Pedro valoraba las funciones de las mujeres y entre las muchas razones que expuso para
justificar el agradecimiento que hacía ellas debían detenerlos varones se encuentra la del cuí-dado personal y la buena presencia masculínas>~. Peso sí eí Arcipreste denunciaba exclusiva-mente la frivolidad de las mluje¡-es en la primera mitad del siglo XV, sería el licenciado fray
Hernando de Talavera, confesor de Isabel la Católica. y una de las voces más autorizadas de la
Iglesia, quien dedicaría muciras páginas con el fin de justificar la prohibición de los excesos,
6.
tanto de indumentaria como alimentarios’
No obstante los cambios, lo importante era el gusto por mostrarse bello, original y distín-guido, según dictaban los nurevos cánones indunnentarios, que no hacían dístincióma de géne--
ro’. como pnieban los documentos escritos e iconográficos. Así pues, cl jubón, prenda prima-‘~
Qué se hicieron las daíaaas, rías tocados, sus vestidos. sus olores? ¿Qrsé se lai-,.o aquel danzar, aquellas ropas
chapadas que tralan? (Jorge M-sa<sir>rúc. Cancionero) (Ropas claapadas cran las recubiertas de adornos).
«Asymesmo es dc la nauger dale, que cantando tornará, pídele. qare regaisasado llorará. E lo que toman e fian-tanasy
lo esconden por arcas e por cofres e por rrapos atados que parescen revendedes-as o nacrcerasr e garando comien-~an las arcas a desbolver, agaal tvenemo alfójar. allá ryenen sortijas. aquí las arracadas, allá tycnen pon-seras, muchas
ynaplas trepadas de sedar e todo seda, boloaríes, tres o quatro lengacejas. caaabrays nauy nauclamas devisados, toes
catalairas, tnanfas con argentenia, polscras brosladas, crespinas, partidores, alfardas. alvanegas, cordones, trasco-les: almanacas dc aljófar e de cuentas negras. otras de las azules de diez mill esa alínarnaca, de diversas labores, las
gorgueras ríe seda dc yao}lrla e dc liengo delgaido brosladas, ranadadas. mar-agar de alcasadoras de ynpla de axilar,
camisas brorladas—;estoya no loa par!—-, mangas con puñetes fruazidas e por franzíra otras también brosladas e
porbroslara frañe-zoclos de manos a dozearar: e naás bolsas e ciartas de oro e plata muy ricamenaseobradas. alfileles,
espejo. alcofolera, peynre. erponja coda goma para asenstar el r:abello, partidor de marfil, teara-zuelas ríe plata Jrara
algund pelillo quitarsyse desnostrace. espejo de ralfiode para apraisrel rostro, la salivaaymrnaa con el paño paralepar
(Astcrpnus-r-E orlTAr.ssacrtx, Corbacho. «U razóndeciseys esjaarr-qnie nos bazen sergalarses porellas míos desíaclansos
en cl vestir, por ellas estradiarnos carel traer, por ellas nos atauianaos de tríanema que poníemnor por industria era
nuestras personas la buena disposición> que naamraaleza a algoinos nos naegó. Pon-artificio se enmicreyan los cuerpos.
pidiendo las ropascora agrade-za, y por el enaismo se ponie cabello donde fallece,y se adelgaran o engordan las pien--mfluátCQjaíawneisaae55n;rrori>o~arm.resseinu~o~. Ití> ~,oomírorss essaa-cnaíes, ras dascieras flordadhrrs-as. las rsueuas
anaíeeíonesa de gcandes biesaes poc cieno soma erlosa» (Daeco raE u-v~ Pureo. [$rirr-el
de araaoa-)r PsYRNÁNr-,rzr;dlaN-¿kín, 1>.
Textos literurimasporo lo historia aaredievol de L4aara. Madrid. 1994,. pp. Sa, Sa. 93.
Sr.
Agradezco al paofesor J. Sásaeloez l-lcmrer-o gaae toe haya faar:ilimado generosannente la sigraicose isaforma-clón loibliogiraficar Escritores místicos espoñoles. t. i - Madrid. Al conatenido de esie tratadmr se e dedicará ota espa--
cio propio en las págiroar sigrilerites.
Desde la época insperial íomaaaaaa se asocié rasen-la y nnaajec, Iracienado a ésira responsable de la laiflírenícia
corra’ pror-a m{oe srs instecés pon-la vesol tienta transmoitia al hombre. Sin> erarbargo. pese a las criticas rarasculirrns
oc rlii anril ccoo don-anac siglos esta ascaciación, U. Oir-en isaten-prera arme la fasamasía que recreaban las isrodas allel
Lcr lii España Medieval
ooí<6 3~-~r>
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Indurrrentariaysociedadi medievales (rs, XIlI-XV)
María Martínez
cipal masculina se acortó tanto durante la segunda mitad del siglo XV que se hizo necesario líe
-
var braguetas para no perder el decoro, al igual que se usaban hombreras para aumentar fictícíamente la corpulencia, y se ajustaban las ropas para resaltar las formas. El tocado masculino
igualmente se impuso con formas variadas y sofisticadas, con innovaciones o recreaciones,
tales como la difundida entre los grandes de enrollar en torno a la cabeza y a modo de turbante
5.
la cola del tradicional capirote>
Las puntas cada vez más alargadas de los zapatos, siguiendo la moda gótica, fueron objeto de
prohibición o limitación por las leyes suntuarias inglesas, que no sólo recortaban el lujo sino
que intentaron, como hiciera sin resultado Eduardo 1, frenar las innovaciones, exageraciones
y extravagancias que rompían con las formas de vestir úadicíonales. No obstante, los zapatos
«a la polonesa» o «a la cracoviana» fueron importados mediante el matrimonio de Ana de
Bohemia con Picardo lI~~ y fueron muy del gusto de la nobleza europea. Los vaivenes de la moda
produjeron que los elementos puntiagudos y la verticalidad dieran paso a formas achatadas y
romas a finales de siglo.
La estética gótica de formas apuntadas se trasladó igualmente ala moda (visible en tocados.
zapatos y prendas de vestir), que recreaba así una silueta estilizada, esbelta, elegante. cuidada y
artificiosa, realzando ciertas partes del cuerpo y subordinando o difuminando otras3>. De la
corte de los duques de Borgoña irradiaron durante el siglo XVlas más artísticas innovaciones
indumentarias, pero sin duda fue Italia donde, desde mediados de siglo, los contrastes en el
arte de vestir fuerona más rotundos. Frente a las permanencias de la tradición gótica en el Norte
de Europa (complicados y artificiales tocados cual pináculos góticos. mangas ceñidas, etc,) la
próspera Italia mercantil y la aristocracia del dinero derrochaban lujo. imaginación y ruptura
de las formas (peinados más naturales, mangas holgadas. abiertas, desmontables y ornamentadas) exportaron sra moda a la nueva Europa del Renacimiento>’. Las figuras cambiaron, la
silueta femenina sinurosa se caracterizó por la lineaS que marcaba el pecho y abultaba las caderas, mientras que la níasculina se convirtió en una línea X que ampliaba el torso, ceñía la cintura y enfundaba las piernas5>. Se creó pues un auténtico modelo estético fácilmente reconocible en la plástica imperial de la Europa renacentista.
vestir no supuso una esclavitud femenina, sino que las ropas fueronutilizadas, mediante la transgresión de las
normas que controlabas> la indumentaria, como una liberación, una naptura con lo establecido por la moral y
la legislación dictamniararla por los hombres. Vmd. OWEN HUoHEs. U. «Las modas femeninasysu control». en
Historia de las rsrnsjeres. , Madrid, n992, pp- a84--2aa.
,ra Lávcs, ob, nt., Liga. 63 y 67s Para capirotes, tocados y vestidos, La boda de Boeaccio Adirmoa mt, hacia 470.
Escuacla florentina. Igualorente Felipe eí Bueno, Duque de Borgoña. aparece representado en 1448 con el ata-vio de mudar tocado de a-ollo, jubón corto, calzasyzapatos puntiagudosLaven, ob. cm., ¡a. 74. Existe una revista La clramcssa¿re. renoe de Vlrrstitr:t de calcéologie, fundada en Paris.
098o. dedicada al estudio del calzado como objeto de arte, civilización e historia.
Siguicnidoar O, Heríais. SrOraENYAPERLA5laA, «La niodaen elvestirenlapinturagótica».P. 355.
Ira Vmd. el contrasle entre la dama flamenca retratada por van der Weydcn bacia 0455 y la imagen de
Giovaamaa Tomnabuoni qrae pirataba Girlandaio en 1488, LávER, ob. cit. -, figs. 70 y 71.
Un detallado resrímuren con pcecisión cronológica en G.áscia DE CoRsilAIt, «El vestido..,», Pp. 4243.
47
En la España Medieval
soo3,m6 35-59
Mario Martírrer
Ira] as-rarcracor-ica y soriíadmaml rau-mal ¿es mr les (ss. XlII--XI)
Según se ha señalado, para Castilla los clásicos y no sraperados estudios de C- Bernís han
permitido acceder al desarrollo de un proceso ínmdumenrtario qtre adquirió identidad propia en
el reinado de los Reyes Católicos, el cual apliqué en m
988 a las fuentes murcianas bajomedieva--
les. Teniendo en cuenta dichas pautas. María del Cristo Conzález Marrero, en su reciente tesis:
Los escenarios domésticos del eerern.orcioj cortesano. La Gasa de Isabel La Gatélica, pro ndiza con
buen Isacer en-o la irídrarnemataría cortesana de dicho periodo».
No resulta pausible hacen-un recorrido por las variadas ropas que comaipusien-on la inclumenta-ría hispano bajomnedieval: tan) sólo señalar que, según lapropuesta de Bernís>~, aquéllas se pueden
catalogar en función del lugar que ocrapan ero el croerpo. De dentro hacia afuera, prendas interio-res o senaíinteríores (camisa, coses, calzas, jubón y faldillas), prendas de vestir a cuerpo (saya.
bríal. vasquiña, goncíay sayo) ytrajes de eneimay sobretodos (pellote, piel, gabán, redorodel, gar-nacha, capa, níanto, eloeha, tabardo, bopa. capuz, balandrání, ropa. loba, palctoqnsey hábito), a las
que hay que agí-egar un igualmente variado liruestrario de calzado (diversos modelos cíe zapatos.
botas. ch¿rpiracs, esearpimaes, elaisoelas. ¿ileorques. pantuflos. jeawdllas. zapatas, zuecos, alpargatas,
esparteñas, etc,), tacados (cofias, albararegas, bonetes, rollos, sombreros, tocas moriscas, etc.) y
c:omplemnentos (agsíjetas. címatas, gríantes, cinlos, ceñideros, texillos, gon-graeras. «fhxasu. etc.).
La rimpbeza estilística de finales del naedievo constituye unía muestra nangílale de la renova-cióno dc Oceiclemate. La origirialídad de la moda híspanra dra—amate el siglo XVse irupraso crí la indos-mentaría femenina a través de tres creaciones qise se diahmndieron y pernoaneclier-crn en los
siglos posleriores, t¿oles fuerono los vea-clugos (as-os cosidos a la falda para dar-le forma acasnpa-nada>~) el tramozado (tocado cona cofia y larga trenza en la mpme se embutía el pelo y se adornada
con cintas ea>trecríizadas o enrolladas alrededor de la cobIsta) ylos chapines (calzado sin talón.
decorados y de gran altura>7), Mienta-as que los hombres del siglo XVsiguen Iris dictados de la
nnaoda í nternacíonal (qune ira-aclia de los centros franceses. bos-goñoraes, llamníeneos e ítaliaríos).
las mujeres visten esas creaciosaes propias. Otro rasgí> a terror en cuenta es ajase en los reinos
lar-í’1
si> Ir sala a mr la U nr i vers ¡ dar] de la 1 aguasaa (u aía}-o 2002)
pronatra puí¡alsr arle darlo srs or-iagiamalirlarl
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Dm seo y esjrm u-ra c1 tse es Sc ci ¿uros-acío tiaha¡o sea
la i-icay bn-ill¿onrsc iaríYani,rar ‘cts <pse r riritrene.
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rajas ‘a sumad i< ., 1. [4+ i4 —í5.
:az Sega ura ii-ana ob a A]ca ni sra cl rl: Paile ni alias era r 468. 1 ¿a creae ió ir da los ‘a a nr] sagos fríe una os trícia cíe Juraira dc
i>ortragal jrana arr usina i tui cs¡aosca Enrique IV («El lrsipoueraaeas) el Ir-osuda ala salt inrfidelidsdcs. Taoto en Castilla
cosíao en Aragoso se rírípuaso rápida esra mearla ajare se esresídio arterIa i num epa con distintos rícírabaes (veiduga-ciar, ver-uigarle, fo u ala ni iga la:, grí a mdaí ¡ir [arr tes - ir a iniña r¡ties y cari rs oliríais) lid Bemas rs, Tao~a Y rrssac/oo, - - 1. pp. 38--44.
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s aje- arreas ipo cia ruíz lila, san alema cosí saacl rs ría crime lío (por eja mo
1ale los alaaorcpies>, el ehaapiui fase
rmna.í aralitie arr ad aisri—iilaiasaia a4rit la Lsp.ana.í ea mIaran rc-smívc-maarayesaporto -a la itirepas r-eaaadaeiarista, especaialrnc:rr-It ixar ísecr.í SecamacIcii,orrair jaras sí, lua]aa (a u río dirar idos y jamirtidras ‘a <a aalaaars-allaani iraelírso d:orlcarra, plaatay pie-allis par arrasar>, .1 rsaríS,acrcaíí tic lraSdiitirflalaaseli ipirat s-oleaier 1005)5 ¡lisis a’ isralale, caí c:airileíuierc¿aso ser-alarde-OS Irlas airas ría rs Br asNas ¡‘mijes a raree/ras
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ial ajare imaclaisa> caí rin a miad arIa onara Nlrsi-c-i-r lss exaga mía ¿rs dcli maicria ala ía clima Fesíseraiiaai dieron bígaro que el
daarrerjaa jaitdai salí rna a 459 al cli ajíair ra, Daa ge í st inris’ tía a¡ainr~ ar1aíirrs piriaamlos «e1ise moda Sc aíran era esta
arridad» Msaa-rar¿a-¡ «Olía idas artesana,> y risos sIc la riel >í (tas prenso)
Era la Es¡arr Fra Medita-a]
aoc3. arÓ
35-59
48
Indumneniarinysociedad medievales <ss. XILI-XV)
María Marsim¡ez
peninsulares convergen las influencias europeas con las moriscas, además de algunos rasgos
singulares autóctonos35. Préstamos indumentarios musulmanes que se acentuarian en laúltima centuria del medievo, como puede verse en la adopción de ricas telas de seda, los bordados
moriscos, las camisas «listadas» (con cintas de colores cosidas a la tela), en algunas prendas
de vestir (el quizote. la marlota, los capellares y albornoces), tocados (alharemes y almaizares,
especie de turbantes usados por hombres y mujeres) y calzados (borceguíes, alcorques y chinelas) y ceñideros (telas bordadas colocadas alrededor de la cintura, anudadas por delante y
con los extremos colgando. muy del gusto femenino a finales del siglo XV). Ya la inversa, sultanes y soldados andalusíes emulan las túnicas escarlatas, las armas y monturas de sus vecinos
cristianos, como relata lbn Sa’id3~.
Pese atodo. se puede admitir la creación de una moda propia a fines de laedad Medía, o más
concretamente durante el reinado de los Reyes Católicos, que coexistió con algunas pervivencias francesas, de mayor calado en Castilla (vestidos plegados. cuernos, rollos y bonetes), y
otras italianas, más evidentes enAragón (cortes o cuchilladas en las mangas de los vestidos por
donde asomaban las mangas blancas de las camisas). En suma, junto al estilo borgoñón o ita-liano, en la Península se creaninterpretaciones libres que imprimieron originalidad y marca-ron las aportaciones de un nuevo estiloSo.
Desde finales del siglo XVla supremacía híspana se fue imponiendo en Europa. A ello con-tribuyeron varios factores: la política matrimonial de los monarcas, la inyección económica
que supuso el descubrimiento de América y la creación del vasto Imperio occidental con la
subida al trono de CaslosV, que ampliaría su hijo Felipe II. Como consecuencia. elelegantey
sobrio traje español donníinaba la moda europea: el negro. color característico de la monarquía.
reinaba entre los colores de Europa y servia de fondo al realce de joyasy pieles4.
z.
La diferenciación social por laindumentaria
La cultura de la imagen y dc la representación que constituye la indumentaria materíalíza la
simbologíay los valores compartidos por los individuos adscritos aun mismo grupo social. Las
relaciones y la comunicación internas estuvieron determinadas por la asunción de creencias,
ritos, comportamientos y costumbres (entre éstas la utilización de indumentos adecuados a su
sar Aunque no se píreden establecer con precisión. los textos de forma lacónica remiten a los usos indu-nuentarios peculiares de ralgranas regiones. En Las Partidas AlfonsoXlo manifestaba al comentar las vestiduras
deles caballeros o los leyes Católicos al permitir el uso de jubones. caperuzas y adornos «según acostunmobra-ban» las gentes del norte MA5STÍNcZ, La imodnoatr-ia.... p. 405 a GAncrA oc ConrrÁzAis. «Elvestido p. 34.
39 Asió demostré la influencia del atuendo cristiano en el atavio militar islámico (-e=Quelqraesrenrarques..»). Prototipo de la adopción entre las elites musulnoanas de la vestidura cristiana fooe Iba Mardanix,
quien vestía trajes ceñialmas como los reyes cristiatros, con quienes se alió contrae1 poderalmobader MAISiN. M.~
«Sigaros visuales de la identidad andahísí». enTejeryvestir.... p. 144.
Vmd. para ampliar llena-rus, Trajesyrnodasenla España de los Reyes Católicos
5 un resumen de dicha mono-359.Paraunaaíaapliación.
y
grafíay otros estudios ale la autora
enAI,BiZÚA Huasre. erL? Bítasis,
traje en Indurnoentaniaespañolaentieorposde~ado5
España pp. 305-316.
-u-’ AtBs-ztaá,ob.
cd., ¡aja. .3r6-Madrid.
5962.
49
En la España Medieval
zoo3,r6 35-59
rWona Mmrrtalrrez
/ndmsoseramaa-iesjj- sociedad rasemíiea’ales (rs. XIU--XIÚ
estabas). Sociológicamente, la indumentaria tiene como finalidad la configuración de una ima-gen propia, de individualidad~ y contradictoriamente será el temor a ser diferente (quedar-sc
aislado del grupo) lo que impíol sa a seguir las modas~~. El vestido opera corno un instrunarento
de sociabilidad, de integración, tanto par-a ser lucido en los espacios públicos (arítoafirniación
de la identidad social), corno tasnbiéno para expresar de aranera vistral la majesirsosidad del
poder segio ante los súbditos o vasallos natrrralesy para señalar igualmente la condición de cada
cuál. Desde eí siglo XII. la doctrina corporativa que consideraba el reino como corpus, cuya
cabeza co-a el rey, a quien el resto de los miembros (súbditos o vasallos) debían auxiliar, derivó
hacia las fórnitalas representativas estarnentales. Airosa bíena, en la Corona de Castilla, las
Cortes froerono apenas un resaredo ele representación e intervención era la política de la snonar-quia, cuya tendencia asitoritaria sc consolidé con Isabel 1, quien unícasnente las convocaría
para conseguir recursos econrómniíeos o sancionar cambios irastitucionales.
La exaltación del poder regio. quebrantado con facilidad doirante la etapa bajonnedieval castellana, tanabién se innípulsó nnscdíante la utilización de urna indumentaria esplenadente que
enctmmnbrase la figura del rey por encima del resto de los individuos, tal conio correspondía a
quIera se considerabavicario de Dios es-a latíerna. En este sentido seasuilízarorí las cosrípras suri-toallas icalizamias por irían Ide Castilla ligadas a su entrosíízación~, puede reerearse la figura dc
1-a- o acceder al copioso gasto llevado a cabo
Fernando de Anteqisera la víspera de srs coronaciónpor Isabel la Católica (cayo tesorerea Gonzalo de Baeza anoté pormenorizadarníesrte), todo lo cual
ratifíca el des-pliegue de naagnifieeraciay ornato exigidos para el realce dcl ceremonial de la Casa
acal es-a sus apar-íciories puiblícasy en los escesa;ir-ios doííaéstieos, parafraseando el titulo de la ba-í-llanate tesis dc doctorado de María del Cristo González Manrero. cuya publicación sesailta mmiv
oportasnarí. En la míesen-ipelóna personal que Hernando del Puolgar hizo acer-ca de la seinía Isabel
(naedíana tstatura, proporcionuada, blaroeay rubia, ojos claros, cara hernsos¿oyalegí-e, nnooder-ada
en aidernarw sv eosuurrulares, etc,) se indica qoe era cea-emnaonírosa en sus vestidosy arreos, pero se
lí-tego Gasset dije> aísae el iiamlividoao se aletrate coatí-e des iorstintosr el de ser dilererare y el de ser corare
los den
a
Fo u Iño sm g asrarora u z6. 044 no rs. en pirales, pataca, redas, telas ale lino, pi-enrias de vermir, adorraos y
accesoaucas y solas c u catira, ardía mata irlos arsuasor ííaa ¿rara s a ras ir pu ídos cara Gra nada (e]oa e casatoro is 85643 anura, o sea tal
lrotm/ar dial gusara glola al), lo Tse- eerrralaear:a el pauto ¡araa la cstm sus a arr¡caaual ele la crisparía aracarI; Morra-hez, «Leis
garriría airarrussraaas
laja. aa~ alo; «La inra:agera ale-1 rey
¡a -aI16
sS \r~,
5~ ‘cia> cOn <e la acafia de crí-ca e¿us-srresi cli forrado caí ¡irnos al sa In ¿ir-tas ana uy finas aja Sr a saravaa ‘a ¡u a r ci suc
lo». Artes Allemiso Xi, oruilizas caí Sta cmamosraeiaiarr «pasaras rs--ales Ialaa-acloa ele oro carie plasa o señales ríe casmie-ííes cas ría ítorre s dar gire-: ¿rada nublan ríe íuuuselrrr ¿rIjof mr ca ruate5 <rrreso, es rraurlras 1íam timas cualiics t:t zafiros er
esamaenaríd as n ir Iris admataca; cola s-ev‘rau sri rna agc-r Ile; a Ir ¡aaríos ale gras rí p neseidro 1> mt pca G-saaeis Lar-; Cearaftúrn,
«Elvestaelo » p S&
Lenaca i a a II tmerreas y aleírraaría. jíafaos frasícese a e ingle so s. sedas italiarras lii oc rulos a aur oidor] y variedad
ale aiees iuualuisrrc rascas pacius cmuiaaplaariaeaatcs. aíulerircísy joy-as alnao:ahaaruia de Irajo, dilvensiriarí y cos-implejidad clara-tío usauheluiarí sala rasíarí iletalír y t-x-~alir-a pmarleetaaarrr:rsre Ir ¿arr5mrr:i. Iror ejerns¡rlcr. da ranrar ial-ea rIel narisiraca la cíes
taripeaósa qoic laizea it a naalric , alt 1 a r:raru-aalai ala; Isalael eta ml a-carl de llIosa rraoralaria Sollare rusia nuirulrí ricamncaírte
m:najaezaal a ar avsorla amas, ir ir lasa al nr im:a-a-irapcalcr nne rie¡aataaa :a.arrsrrar Lrraaas falelas míe líuoe:aalrr, eaumaauraau aíra malufriiz rIca
gí-asuaaí rraaa saína liras aseriar rías crulíam;s—ia r:aara arriarLaa-ras—ea ¿ial aaanandar ría; Ira-ea-arrIo.
Era Ira Ea.pes rara aMa-mIar-a-así
§tita¿S, 21
3
a
so
Indasoreronariaysociedad mmoedievales (sí, XIII-XI)
Maria Martínez
la crítica por el exceso de pompa. El guardarropa de la reina, con el desorbitado coste aparejado.
ratifica la veracidad del cronista, si bien no debiera intespretarse como un dispendio innecesa-
río (derroche o exceso) contrapuesto a la legislación suntuaria, alas medidas proteccionistas ala
industria y a la moderación exigida por las autoridades eclesiáticas. sino como una obligación
inherente a la concepción autoritaria del poder asumida también «de fácto» por los monarcas.
No obstante. Enrique IV, según testimonian las cuentas de su camarero, Juan de Tordesillas,
para m462, analizadas por MA. Ladero, fue comparativamente muy modesto en suvestír. como
asimismo ratifican algunos cronistas (Enrriquez del Castillo y Hernando del Pulgar), pero sin
que esa falta de boato implicara la imagen astrosa y descuidada con que lo presentaba Alonso
de Palencia, sino más bien un aspecto sencillo o con escaso interés por la imagen46. Desde Ine-go, Enrique Nno puede ser tomado como modelo regio en cuanto a vestimenta se refiere, bien
sea por su modesto aspecto (que para algunos pudiera ser descuidado e inapropiado a su real
figura). fuere incluso por su excentricidad, tal como lo representa el converso Alonso de
Cartagena en su obra «Cenealogia de los reyes de España» (s. XV)~~. Es posible que esta esté-tíca regia tampoco ayudara a atraer a lanobleza desafecta, cuya imagen sin dudase podría equí parar cuando no superar (fácilmente en el caso de Enrique IV) a la de los propios reyes.
Una valiosa documentación publicada por G. Lora, confirma el parangón indumentario
establecido entre monarquía y alta nobleza, pues en 1478, el inventario de los bienes del duque
de Arévalo y Conde de Plasencia. Alvaro de Estúñiga (hasta 1467 opositor de Enrique IV),
demuestra la riqueza del atavio civil y militar de este poderoso noble~5, Asimismo, las galas y el
lujo de los grandes nobles castellanos quedan puestos de relieve en eí deslumbrante collar de
oro (cuyo peso superaba los 9 marcos, casi los 2,5 Kgs.) que recibió de dote Isabel de Estúñiga
Pimentel (hija del citado Alvaro de Estúñiga), cuyo valor aumentaba por la profusión de pie-
dras preciosas (7 esmeraldas, ío nabíes, a diamante,
12 perlas gruesas y
143
perlas menores).
Ello no constituía unía excepción; como tampoco el gasto desorbitado en telas foráneas (paños.
sedas y brocados de oro y plata). valiosas por cantidad y calidad, que aportaban en su ajuar las
40 «Usaba siempre de lúgubre aspecto. sin collar ni otro distintivo real o militar que le adornasea cubría
sus piernas con toscas polainas y sus pies con borceguíes u otro calzado ordinario y destrozado... Cubría snempre su hermosa cabellera con feos casquetes o con cualquier indecorosa capeníza o birrete». Sin embargo. eí
guardarropa del monarca, resrovado en r46aa, constaba de 9 jubones, 04 sayOs, 4 capuces. 4 pares de calzas. 5
caperuzas. dos lobas. n pellote, a capa. 3 gabanes, oB camisas, 9 pares de pañetes, 8 escarpines, a sombrero, n6
boiretes (doblados o sencillos), 29 pares de borceguiesy39 de zapatos. Las telas de las prendas de vestir eran
mayoritariamente de larsa (paños europeos. de Contrai, Brujas. Londres, Ruán), salvo las sedasy terciopelos
para algunos jubones orés lujosos-a Ljrrsro QoarsanA, lvl.A.a 1462; «Un año en la vida de Enrique IV, rey de
Castillar>, en En la Espmnña Medieval. n4, (r99a). Pp. 240--241. Empero, dista mucho del gusto por las sedas
marsulmnanas de luan o, pares sólo el pellote largo de Enrique tVfue labrado con seda «a la morisca».Tampoco
cl colorido del ropaje eraniqueño demuestra interés por mostrar sana insagen vistosa, ya que la mayoría de los
colores son «pnietos»y «pardillos», excepto algunosverdes.
-u-? Reproducida crí el nasnual de Ber4Nassaa-:, P.. GorciaAno, P. y Censen. M.C.a Las Españas Medievales.
Barcelona, 2001. p. 3a~.
5aa «La organización de la defensa militar de un estado señorial yel potencial bélico de un noble a media-dos del sigloXV». enfl.J.fl., rS (í99a), pp. 317338.
55
En la España Medie val
rooS.ré 35-59
María Mar-tinca
Trodaaarmenscr-aa y sociedad osedeea-aies <sg. XIII --XV)
rmeas danías. También las pieles lujosas. importadas desde eí ámbito hanseático, fueronun distintivo exclusivo de la eliteyaina evidencia del despilfarro indumentario, aun apesar de las restríccioníes promnulgadas4-9,
Los gr-andes linajes castellanoos (aproxinradarnente, unos seo y conupirestos por unas seco
fansilías) e-mo esta época mantuvieron sus prerrogativas sociales (no así las poiítíco--adnniistrativas) y sus riquezas, lo que les pennítió ruauítener su formas de vida (basadas todavia en lo
militar) y sus servidores y deperrdicmrtes. Como reflejo del modo de vivir de la alta nobleza sir-yana algunídas de los ejemplos antedichos, a la espera dc que se exlrumne y publique este tipo de
decumentaciónto. En el caso dc la baja nobleza murciaría de finales del siglo XV sc inventarían
bastantes ricas prendas. tales corito alcandoras o camisas de lienzo fino, listadas, moriscas,
bordadas, trenzadas enncgs-oyblanco, cosi cintas sevillanas de coloresy guarniciones de oro,
bordadas con grana), bríales de linaos paños y seda, calzas de distintas calidades y colores,
capas, capuces. faldas y Ihídíllas, juboares de seda. mantos de buenos paños. pellotes (uno de
paño bervi, bernitejo con 70 botones de plata «gioboviscos», valorado en 1.500 anís, en 14.a2),
sayas y sayos de btseura calidad, tabardos adornados con sedas’.
Mientras, eí común seguía vistiendo por necesidad de manera toseay nada, sin posíbili-dades de acceso ala moda, al ornato o la disúnición. ‘Pelas y pafros bastos. sin color, prendas
básicas (casarisas y canrísonaes), sayas deslucidas, simples sayos abiertos por delante. alpar-gatas, abarcasy zuecos según las zonas (o serreillamente descalzos), sencillos tocados (eolias)
y algunas presidas de abrigos? lromnogeneizarono la vestimenta popular. La iconografía, los
onventarios de bienes y otra documentación indirecta permiten conocer algunos sasgos del
vestuario (le los grupos no privilegiados, así conro las diferencias de riqueza entre ellos a Ira-vds de las descripciones y representaciones deles objetos materiales que for¡nmabanr parte de
sur quehacer cotidiano. El vestido era país-a aquellos tan mero protector del cuerpo. aunque sc
adaptaba a las funciones que sus pos-tadores sleseunpeñabaar. Así, eí campesino vestía ropa
coria que íe permitiera libertad de movimientos y sombres-o con ala ancha para resguardar--
-Ya i-í edanarercio de pieles, las nuevas tendencias del vestuario (forros, ribetes, eorurplennacnros, cte.)yla per-uneabilidad camoaroica original-era Cít la baja edad inedia mroedidas sociales restricnivas, cense ¡sor ejeníplo la pro-líibiciósa Irecíra a los pecheros curíes amtaos seocrata del siglo XV. por la coral mío pediama llevar narartas ni otras pie-les lujosas, joyas ni indraunentos da; seda, lainto a ansar-tas, nasorias y arnaifaes, la base popular usilizaulsa pieles
aratóctonas (eonm;jcrs y corderos) par-a prendas de abrigo tales como zamarras y zansara-os: Xtm-rix’cz, La indias-Sumo p. 446~ e<Oficios, .rrtesarria y sises de la piel...».
Es míe agradecer la iaaeorporaeiós-a dc este tipo de dates qtae airasen que ver con la vida cotidiana era recientes uroansosales. carrramr el aníteriernnaeuríe e it-arlo ele l5nrairaaqip Cia-la u-A a (?u,-5-.~
>(
a>>
~‘~‘va’- 0.-,,
O<
5-u<r). udIlusuesí Ognao--
alezeo a orn toeea amiga Cloria Lora a1mso. irme lsa~ o peu-nai nido leer algunos dor-íamíseuasmrs ele la Casa de Friera igar TIC
cora-obrarata el sigari fiesialar de la ir-idi-anam ni taa ad [aars la ce riscal i risacié n rIel Iiuraje.
MasaTiren, la irudoslnia. - -. pp. 357 Sóe
l3oasirr;raca FenareÁse raer. IV.: «El aujaror mli lo casa caaurraperi rau sevillana a fi ores de la Edad Meslía», ensArtas del
III lieuloq salas aiea Jifia Otaria MaaclaÁa’olÁardolrs ma Líe nr u 91?. Jr - 2 iB. Arrrarísima írrs inve nr arios raer ram nraoíy 1 ocoí¿aeras u-es
peeto a isa ira ría-irma earta risa, custre ras ras a ñausos pouc¡ are el gosas rdarnar¡ras ea arpes ario prriet~ra ru-aerare era el quia? se líe a-aíra ~rua;strs, sea citaría juanito sa caris iras a dorarascua ea (picor alas irascari a-as-es) - ea a Iqísirraules » (tecas ca ‘-el os lranaetri
orasa), rar¿rr-atillras, ‘tunar nrarser, bcanrraar:r saisasaloa capuse:r;s.
Ero la Raparía Medieval
2003. afl
3559
52
Maria Martínez
Irrdurnerrtariay sociedad medievales <ss. XIII-XV)
se del sol. Los pastores usaban capas con capucha para la lluvia, alpargatasy medias calzas- El
artesano hacia del cinturón una prenda funcional donde colgar sus útiles y la bolsa del dinero~3. Los diferentes niveles de riqueza dentro de un mismo grupo social se materializan enel
acceso a otro tipo de vestiduras, como por ejemplo las que tenían 9 labradores y dos artesanos gienenses en r5m a, que fueron inspeccionados para su promoción a la caballeriavillana.
Entre las mismas se registran camisas (algunas moriscas. de lino delgado y adornadas con
seda), prendas femenrinas (faldas, faldillas, refajos. sayas, sayuelosyvasquiñas guarnecidas
de seda) de vistoso color (verde, rojo, rosado y turquesado), tocados (velos y tocas) y complementos varios («texillos» o ceñidores, pañuelos, bolsas, alhajas de plata y coral, etc.).
prendas masculinas usuales (hábitos, sayos. jubones, calzas, capuces. gorgueras y sombre-ros) de paño y en algún caso de terciopelo, si bien con menos colorido (aunque con predo-minie del verde)~~.
Les colores respondieron a un significado simbólico (blanco, fe y castidad; azul, fidelidad;
verde, esperanza; rojo. amor y caridad; negro, penítencia; amarillo, hostilidad, etc.); pero al
margen del simbolismo el color fue un signo de estatus, debido al encarecimiento de los teji-dos teñidos con técnicasy tinturas de calidad (índigo, pastel, etc.). lnavariada gama de eolo-res (entre los que destacanypermanecen triunfantes el rojo y el azul) va dando paso durante el
siglo XV entre la cúspide a colores menos vistosos, tenidos por honestos en el lenguaje de los
moralistas. El negro, color de moda, se introdujo entre la aristocracia occidental, combinado
con otros colores y materias de lujo que completaban el atuendo55.
Podrían multiplicarse los ejemplos para corroborar las variadas funciones de la indumentaria: materia protectora del cuerpo físico, signo identifícador del cuerpo social, manifestación
del simarbolísmo de vestidos y colores (que expresan luto. alegria, solenmidad, ascetismo, dedí-cación profesional~6. religiosa, gustos estéticos, etc.) y reflejo de pautas de comportamiento
morales-La indumesutaria se convierte en cualquier cultura enuna forma de lenguaje visual que
posibílita la comunicación, la sociabilidad, o más, la civilidad.
3. La prohibición del lujo, la disernamacion socíalyel valor moral del vestido
El gasto suntuario sc consaderó improductivo ante la prioridad de recabar recursos que per-mitíeran llevar a término los objetivos de las políticas regias durante los siglos finales del
Medievo. Para evitarlo la monarquía occidental díctaminó normativas suntuarias al respecto.
SIOCENzA, «Lanrodaenelvcstir...»,p.359.
5-u- AsoeNTa OCL Cñsnia,r,as. C.r «Bienes muebles e inmuebles de pequeños labradores y artesanos en Jaén
(í5s a) ». enArtas del III Coloquio de Historia Medieval>4rrdal taza. laén. m982, pp. 209--2iO.
~5 Sobre elsimbolisnao delcolor. PaSToURFAc. M.: EiKbreseteooalenars. Etadessurlasynoboloqoa.eetlasenatbolnténaédiévaies, París. 0986; Colear-a. imroages, srrboles. Enuídesdfoistoireetdanthropologie. Paris, 1989. Wam.SKA, M.a
«Do syiubole au vétesrrenit. Puzemaction et significatien de la ceuleur dans la culture ceurtoise de la Pelogne
nrédiévale». enLe veteuuren-n... La ritilización real deles colores en PIO’oNNiER, F.r «Le cboix des coleurs.au fémínin et au mnasculin. becas día restaurare beurgosigiron (Xl Vc-XVe siécle)». Tejer j- vestir.., Pp. 453--470. El case
borgoñón confirma qríe ci color fue un criterio dc discriminación socialy tamlsién de diferenciación sexual.
re-a
En la España Medieval
zoo3ró 35-59
froda:raseaararia y secaemlad aamedieu-roles <sa. XIII—XIO
Maria Mar-o¿raer
Sin embargo, prevalecieron durante los siglos )QVy XV motivaciones sociales en la ideología
legisladora, Y es que la nueva sociedad urbana, eí aumento de la riqueza, la mayor demanda,
consumo y movilidad explican la permeabilidad estética entre los grupos sociales. Se denunciaban las trarrsfereiocias y transgresiones indumentarias («desórdenes») y se fijaba desde
mediados del siglo XIII cónro debía reconocerse a los individuos (rey, nobles, caballeros y
danras, campesinos y común, maidéjares y jradíos y mujeres deshonestas). La difusión de la
moda y los esfuerzos emuladores por vestir como otros obligó a prohibir en las Cortes de
Madrigal de 1438 que las mujeres de pecheresy campesinos, meras, judías y mancebas arrastrascar faldas ni usaran pieles. Del nnaisme usede en los años setenta del siglo XVse reiteraba que
los pecheros no llevasesa martas ni pieles de lujo, joyas ni prendas de seda, La acumrrilación de
legislación suntuaria impide establecer con detalle las diferenciaciones establecidas y su evo-lucíónr~. No ebstanate, significativa resraulta en Castilla la promoción de la caballcríaurbana a tra-vés del acceso al luajo (sedas, joyas. pielesy adornes) realizada por Alfonso XI y confirmada postcríornnentesaa. Los privilegies era el vestir otorgados a los caballeros y sus familias fueron un
estímulo eficaz de la función guerrera.
En España, desde la unión dinástica castellano--aragonesa,los viejos ideales de unificación
territorial cobraren realidad, La conquista de Granada necesitaba de ingentes recursos materiaiesy la monarquía linnaitalsa los gastos superfluos, sabedora dele quebrantadas que se encon-traban las arcas públicas y las economías particulares. Sirva de ejemplo entre les recortes y
medidas de asasteridad propiciadas el becho deque les Reyes Católicos prohibieran ales regidores murcianos vestir ropas de terciopelo y a los jurados capuces de grana con motive de su
llegada a Murcia en m488 para esa-aprender la campaña contra Granada por el frente oriental,
1estimnentas caras, y, por tales, dísprasíeron que cada uno «saliese con lo mejor que pudiese»,
\
murentras que les niños menores dc 14 años vistiesen camisas blancas y portasen lanzas de caña
y escudos de papel pan-a el recibimiento de los monarcasSo. Simultáneamente, las normativas
tuvieron ijar clare objetive mercantilista, puesto que incentivaban el consumo interno y grava-ban las importaciones stantuarias.
r5 Aderrois del sr-aje militar o el lopaje litúrgico, otras prarfesionca. como los maestros y escolares univer-sitanios cesnenzanona a llevarpreadas distintivas: lospí-innerosrega. eaprszy birrete; Cit. porCARciAoc Cariar-tsr,
«El vesrido rs - p. 4a fld. nola o5.
<a MArTiN e/, Lo nnalasstrro
Pl> 426 y sar-a Pese a laus u-eran r:eimirí es suaratosou-las, los obj cnN-os nailita u-es de Al fo raso XI le ion puilsarca ir a 1 cagislar cus nl
caracimar territorrial (Oraiciiamiesato de A]ealá de 1348) que las ananijenes e hijas selseras deles ciudadanos, rosa-nos y «arníes de naenuor galisa» que nasíntraviesen caballo pudiesen vestir cendal (tejido de seda). trena (adornos caras buda de nreaa-zaa con qise se gaaaruaeciaaay realzaban, las preardas de vestir), peña blanca (pieles firoas de
diríro color con que se forraban sígmutios indasnuentos) y orofrés (adornos deere y plata). Más iraforanacióna al
respecto ea-a MAriNE?, lira iardaastrimr, , 1P- 4-28 y ss Esa rama territorio de frensera corno el nasrí-ciano, el estinaulo
dra la eabaileria naedia rite el ¡acceso al laujo i nudrímen nario alio resrolescías, corran pnueba ajase e o los sf505 ¡470 y
0472. tras la proimarilgaeir5ía dr: oíalenaarozas soaramírarsas se oncrenaerasara notertianrense el número de caballeros
casa rut i caos da tic al¡oírle.
MAP¿i-ÍNE/, liar aodas-saosa
Arr, la Españmm Medieval
aoo, a6 3~--~q
pie
442--144
54
Indoorrrentariaysociedad medievales <sí. XIII--XV)
María Martinez
Tener o aparentar riqueza se mostraba con el lucimiento de muchas y variadas prendas de
vestir. Los excesos se habían intensificado y extendido tanto que un nuevo intento para frenarlos antes de finalizare1 siglo XV fue realizado por los Reyes Católicos, ya conseguidos sus objetivos conquistadores. La Pragmática de 1499 tenía por finalidad «proueer a nuestros subditos
e naturales commo no gasten sus baziendas desordenadamente e las conserven e guarden para
sus menesteres e nesqesídades», y se recalcaba «la gran desordenque avia en todas las gentes.
otilares e mujeres. de las 9ibdades e villas y lugares dellos. en la forma de vestir,..»6’. Las
Ilustraciones de don Diego de Clemencín sentoda una muestra del lujo loco y extravagante que
imperaba; y a su decir: «Este desordenado lujo se extendía a todos los objetos de lucimiento, y
eravicio común de princípesy magnates. El empeño de sobresaliry de distinguirse hacia estudiar y andar siempre buscando nuevas y exquisitas maneras de gastos. El reinado de doña
Isabel interrumpió este orden,o por mejor decir, este desorden de cosas... los trages y atavios
de la Reina y de sus hijos fueron, y no más, lo que exígia la alta calidad de sus personas: los de
sus damas forzozo fue que se arreglasen a ejemplo tan autorizado»6~.
Es lógico dada la autoridad del poder regio que se justificase la riqueza y boato indumentaríos de las reales figmaras, a quienes en exclusividad se les reservaba una serie de atributos e
indumentos contenidos en las leyes. como ya expusiera tempranamente Alfonso X; lo que
sucede es que el fasto regio contrastaba con la austeridad y los recortes suntuarios exigidos. No
obstante, la reina redujo entre 1487 y r5ei los dispendios en indumentariat eficaces para fórmulas de gobiernos de concepción absolutista.
Junto a la critica social y el derroche en moda y sofisticación, el vestido se erige en el código
visual discriminatorio con que se perciben las diferencias religiosas de las minorias no confe
sionales. Desde Alfonso X, mudéjares y judíos tuvieron que exteriorizar su condición. obligándoseles a vestir atuendos diferenciadores y estigmas indumentarios que impidiesen confusmon. Globalmente, las disposiciones de las últimas centurias les prohibieron vestir pieles,
sedas, calzas bermejas e de soleta, paños de calídady de colores vivos, capirotes, zapatosytejí-dos lujosos, adornos deere, plata y joyas. Pero sobre todo permanecieron inmutables hasta su
expulsión los distintivos segregacionistas que debían llevar de forma visible encima de las
ropas: los judíos una rodela roja en la parte izquierda del pecho. los musulmanes una luna azul
turquesa ene1 hombre derecho6~. Mancebas. barraganasyprostítutas fueron objeto de restricciones suntuarias y de la obligación de llevar distintivos vergonzantes con que reconocer su
- -
-
a., MaresiNc7., La írrdormnria..., pp. 431-432.
El texto se ha incorporado en Doraersrerrtea cte los Reyes Católicos
<r4p-~--rgo4)(Ed. A. G*sslÁariz M,aúrisó, Murcia, 2000, p. 659.
ca CLEMEN5JIN. D, ase, Ilaiasraciones sobre modos aau:naoa del reorrado de doña Isabel La ~atoimca.Memorias de la
Real Academia de la laislonia. -vol. VI. a8zs (7). llostración XII, PP. 3o5--35o.Se recopilan las dispesicienesy
leyes suntuarias prennílgadas desde 1493 a aúoa. Cia. por M>rJtTiNEY, La indanssrin.,,, p. 433.
e.:a Apesar de qrie se ariantuvieronpor encima de otros (mercedes, mobiliario. reciclajes. etc.) su reducción
la ha analizado de ferina guáfica González Marrere en sutesis de doctorado (ob. nt.).
54 MARTiNEz. La irrdarasaia..., pp. 434--440. Rtrurie GARcÍA, L.: Les judíos de Maírria caía bajo- Edad Media
<i%o--rgoo).Murcia. a 992PP- m50- -isa.
CtaNzALcY. AracE.4parmerociaypedm?r pp. 170--177.
55
En la España Medieval
-2003. -26 35--59
aVío-rse Afeas ¿raer
Jrmdaearrcrrraa-ia y aoeicmiod aaaeaííea’oles <rs. XIII—XVI
6s. Medidas excepcionales mantauvíeren cierta permisividad cuan-condición de «msmndas-ias»
mío se trataba de mancebas de caballeros, o esa coyunturas especiales, como la del inicie de la
gnrerra de Granada por el frente murciano en r48e, la cual posibilitaba a las prestítoatas mes-trarse nisás atractivas, vistiendo zamarras y adermaándese con ore y aljófar. ¿Descarase sensual
del guerrero para incentivar e recenapesar les esfucí-zes militares? ¿O quizá degradación del
Irte laemeuimae cerne fornía eficaz de conabatirlo?
El aspecto traeral dc la isrdumnaentaria fue objeto dc reflexión por parte. seabre todo, de fray
Ilersrando delalavera. confesor de la neisía Isabel. quierr en a~r escribía urs ?flatmndo del vestir-,
del eaízaxr--r-dei eaoursm’r16 Lar él deforma constundcí-ate y basándose era la asoctoritas dirnaníada de las
ensenanozas de Jesús. seyesy profetas bíblicos, Apóstoles. Padres de la lglesiay diversos santos
y santas. denuracíaba les excesos cusmnetides y las inarevacionres introdarcidas en la indoanrentariay la gastronomnía. El eonses-vadurísnso de sta arater le obligaba a que la crítica resultase í naspla-cable con el fin de justificar las saorsrrativas suntuarias Mía vuelta a la austeridad con que se cíe-a-ra el Medievo hísparre. La castidad, la moderación, la Irumildamí, la honestidad. sena virtardes
cristianas atacadas por las ruedas. De hecho, aunspre las pragmáticas eonrl:r-arías al luto se
rennontear a Alfonso X, y snonaareas pesíes-iea-es las prosiguieran ceno escasa efectividad, serian
los Reyes Católisaes quienes retomaron con rrrayor eficacia el problenara social, ecesnómice y
moral que siqsxsso saltarse las barreras inadurnentarias. Lar cesasecraencia ~sronrarrlgarondes
pragraláticas, era 1494 y 1499. eeuu el fin de contrarrestaryfrenuar la desmesrara; práctica legís-lativa que Ireredó Carlos 1 yfinralizaí-ía Carlos IV
El raso indumníení:an-íe estuve srsjete a códigos de cesrmioscta impuestos por las rooínusy tradí-caesres católicas (al igual que en el judaismime y el islana). Desde el sígloXílí, srrenrdicanrtes. predi-cadoí-es y meralistaus aseciarona moda a pecado, y a éste con musojer deyes-adora de ropa. Algunros
cornaparabasr las colas deles vestidos y faldas femeninos corr ratos de animal y la fanotasía deles
peinados («eornettes») con los cuernos de los diablos, ¡‘anta es-arr las ocurras y lmss desafies de
la moda que sobre ella se hizo recaer la decadencia del er-istiasrisí-aíeylrasíao el desees-ase demne-gráficas (pues se retrasabanr los rníatrirr-aonios hasta cosraprar aan ajtsar eonavelaienteaC).
Resulta epmlas-ttolro recordar el severo ~jtuicir)reíígieso dan célebre confesor de la refría con ci
fico de aefle¡ar el carácier moral cera que la iglesia trataba la indaomnaentaria, y a ta-avés de ella les
ca Nra ir csa:lía ro arlas sar faldas sai. bici r vest ial mr s 1 rajoscas mr alar r rusiaesta-ras ríe estesa las ci¿os - sir re sedca lms ce iiti-ario,
lrañ mss ríe isas a calatan y sin col o u-, a lo sisan o lista míos, ~
sanaa-e tardo cl cíaiala ser recaca la ociel :55 cesta acuSa’ 1 ras i raía-naaaauír:as y a-iamrasaas (toesas aazafs-aiaaar]ns íaseiaalc:alerar mis: litaras ca lacrasaejra rs cí-erjasní cao la calsezas. raruciurra ele la lascaau) a
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2003. /6 35-59
Indrsrnenrariaysociedad noedíevales <ma. XIII--XV)
Maria Martínez
cambios sociales producidos. La ideología eclesialtrataba de perpetuar el orden social estable--
cido tiempo atrás en el imaginario de Occidente; también la civil coadyuvaba en pretender un
1 siglo XV habían roto barreras y
mnmovilísmo social marcado por la formas de vestir que ene
ataduras tradicionales.
El objetivo del tratado, tal como expresa su autor, fue justificar que las prohibiciones indumentarías, que baje pena de excomunión fueron decretadas por el prelado deVailadolid, tení-
an sólidas razones para mantenerse. Se prohibió vestir «trajes deshonestos», y así eran considerados los camisosres masculinos con cabezones labrados y los verdugos femeninos que
tanto ampliaban las caderas- Aprovecha, entre tanto, para arremeter contrael género femení-no, de probada inferioridad, dado que tiene «comúnmente el entendimiento y la discretíva
más flaca que los varorses». y lo culpa de ignorancia al considerar que los trajes no se pueden
prohibir. que cada cuál podía vestir según placiera, sin sometimiento a regla alguna. El
Arcipreste tratará de demostrar lo contrario, y para ello se remontaba a la Creación, pues desde eí pecado de Adán y Eva era natural (por honesto) cubrir el cuerpo, no sólo para preservarlo delirio y del calor, sino para encubrir la deshonestidad yvergtienza de la desnudez65.
Diversas ideas centran el discurso del fraile, que las considera «contra natura», pues fiel
a las normativas religiosas repudia los cambios en los modelos indumentarios, lo que refleja
a la postre un pretendido inmovilismo social, Siguiendo el orden establecido por el autor.
aquéllas se pueden resumir en: La desmesura de ropas con que se visten algunas personas. la
subsiguiente vanidad de quienes por ello se pavonean y la desvergilenza que conlíeva descubrir algunas partes del cuerpo (en referencia a los escotes y a la cabeza descubierta de las
mujeres casadas)6~.
justifica por tanto la diferencia sexual de la indumentaria, dada las distintas funciones asignadas a mujeresya hombres. Al género femenino (creado para estar encerradoy ocupado den-tro de la casa) le corresponde vestir ropas largas, mientras que al masculino ropas cortas. «ca
para andar acáy allá por el polvo yel lodo es menester hábito cortow. Añade que la ropa feme-
mna debe usarse además larga «para refrenar la ligereza que naturalmente tienen las mujeres». De la misma manera «natural» argumenta que elvarónpuedavestír destocado mientras
quela mujer debe culrrir la cabeza, si está casada, como señal de sujección7’msa Génesis (2.25) expresa; «,..Losdosestaban desnudos. elhonaobreysunasajer.pcro noscntianvergtien-za» Vmd. acánaiAoA, Ml. de; «Laindumentaria enelArrtigmaoTestamcntor susgezosysus sesarbras». en Tejer
y vestir. De laArniigtiedasl al Ir!arro, Madrid, aooo. PP.
15-41.
res «Aljubas traisna esa buen tiempo, que cubrían todo el pecho. Gorguera traían siempre delgada o basta.
que cobnía las espaldas y pechos enteramente hasta la gargantaa y aun usa-van sartales anchos, collares y almanacas. porqrae la honestad demanda que aun cubriesen las gargantas, y las casadas traían teca larga y con pun-te desde e’ dia que se casavan. Mas ya con gran disolución, perdida toda vergttenza. hasta el estómago descubren las que son deshesrestas»; HEatNANoO oc TALAVEP~. ob. cii,. p. 6í.
5~
A excepción de clérigos, letrados y ancianos honrados que por su dedicación a obras intelectuales vestianbábitoslargesalbidermn, p. Úo,
7’
Lo justifica porque «el-varón, como dice el apóstol, es cabeza de la mujeraxAdemás. prosigue. la natu-raleza detó por elle a las naujeres de cabellos largos con míe cubrirse las cabezas, En consecuencia es contra
natura y razón qore les vareares alisen el cabello, lo dejen largo ele recojan con coleta (cap. VI).
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Era la España Medieval
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lndarrnerrtariay sociedad nmed¿evales Cas. XIII-XIO
fecuerda en el capítulo VII que los caballeros (naitad monjes, mitad soldados, integrados en
órdenes rr-diitares) no vistan sedas, brocados «ni aun todos colores de paños, uras solamente
los honestes» Manifiesta que la opción personal en la forma de vestir derivaba en pecado, venial o mortal «según que niáso nrenes la persona se partay excede e fallece de lonaturalynecesarío».
Ypara evilarle había que sonneterse a unas reglas que irnapidíeran les excesos «en el vestiry en
el calzar» - El desenfreno indunnentarie conllevaba pecar de soberbia?ry avariciaar. Como tales
excesos consideraba vestir demasiadas prendas e de gran tamañoy longitud, ya que sólamen-te debía llevarse lo que cerrespendiesa según condición y estado. Tampoco calzarse chapines
muy altos, pues increnraentaban la cantidad de tela y el coste del vestido femenino, además de
qare se incurría en pecado de soberbia y meartira, «case fingen con elles y se muestran luen-gas las que de ssoyo son ¡sequeñas, é quieren enrnenadar a Dios que hizo á las mrteres de menores enea-pos que á les hombres». Desapnseba el acopie de ropas y les cambies frecuentes de
las mismas «por apetito de vestir denrrasiade>~?-b. El guste por la moda se había divulgado de
tal forma que «ya no hay pobre labrador ni oficial por nraravilla que no viste fine paño y aun
seda, que es srrás. En les escuderos é hombres de honor, betas é gayan solían encobrir mucha
laceria; mosás ya ni basta paño fine ni seda. Así que en aquesta parte toda carne ha corrompido
su urariera, y también en les aferí-es. que si puede Iraverlos de grises ó de martas, no se con-tentan con que sean de peña. El sayo e manto viejo solía servir para aferrar lo nuevo, más agor¿o tanto ó más vale el aferre que la haz», Nadie qarería parecer menos que nadie. sine, a ser
posible. más que el otro.
flecha-za tajantenmente fray Hernando las novedades indumentarias y el colorido, el gusto
por la erigírualidady las nuevas creaciones que impiden conservar las formas de vestir autectó-75, También lamenta que «nobles e hidalgos, cavalleros y escuderos, grandes y pequeños»
nas
mro acaten la tradición de vestir según requiera la ocasión», mientras que reprende a las dueñas
«grandes y pequeñas» que salen «vestidasy relucientes, pintadas é compuestas en las fiestas,
7>
Vistienclea ¿calzando cesas de naucho valoré cosrosas, porvia quse aunqrae la ropa no sea más de urna,ytaá
sea bíengaa Sor corta, más raresurada é usta, es excesoy pecado si segúra su estado es mucho costosa. Era le cual
osr-rssi sineleana las personas exceder por sober-ria y deleite.,, Tancbién pecar-u las ralees pcrsenr>rs que así excedeno
aje pecamio de sobesvia, si por jactancia é vanagloría se arrueven por pujar é parecer aarayor, 6 á le noenos no
eaauda uno qrie el otro,..» (cap. Xí½.
7ar Arguye que «es cosa naaoy desordenada qure sanos estén deasrasiadarraenie calzadeus y vestidos ¿otros por
unenaguro deste asaden desnudos é mueran de frio».
Aonaqs-se cenasidera qose el gosardarropa debe tener prerudaus según la estación y la ocasión, peso sin caer
ena la vanidad; «anas tienera (ropa) para anudar cada r-naes ¿carla semarra, ¿aun cada día ¿cada rato» (cap. XII).
o
« Estas soma las personas que no se visten e traen por se comafer-mar al use común de aqs-oellas tierras Crí
que Isiven e convea-sama, ni por aplacer los casaudees sus mujes-es. ni las dueñas por aplacerá sus níaridosa nais
visten e araviamuse porqrae les deleita parecer hiero á quien quiera, ¿sino a otnisiqraiera, á si mismos ¿así mesmas. Estas sosa ~uersoarasqase se Jareciasa de iswerotsr trajes nuevos de diversas maneras,.,» (cap. XVII).
76;
«... no hacear diferencia de carnaval á la cuaresma. sai dcl viernes al dorraimogo. un del cuimiano a la fieseaa
antes [miensaroqure gosardaresta diferemrciapen-seraece áloes aldeanos, á los ofieialesyá los villsrresaypor eso elles,
por el contrario, visten le mejor entre searnana y el doarainogo ó la pascria aro salen naejorados»
En la Jftsparia Medieval
soo3. 26 35 -59
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Irrduasrernnariaysoe¿edad medievales <Ss, XIII-XV)
María Martínez
porque esperan ser más vistas en los tales dias»7Z. Esgrime además doce razones para vetar el
uso de una creación híspana, que califica de «aquel traje descomulgado de caderas é verdugos
es muy malo»~5.
Retórica expositiva detallada de la realidad, crítica socialy casuística religiosa ejemplarizan-
te consagran las penas eclesiásticas (excomunión) para quienes no refrenasen sus apetencias
gastronómicas e indumentarias, porque las penas civiles no habían conseguido detener el
imparable gusto por los trajes y las modas. Seguir la moda, crear, era una manifestación de
libertad, una transgresión que atacaba el orden socialy moral establecidos. Se había conseguí-do deleitación y placer ene1 cuidado del cuerpo. Se había iniciado el culto a la imagen. el interés por mostrar una estética personal. En los cambios indumentarios se visualiza la mudanraza
de los tiempos.
~ Continúa reprobando el objetivo femenino de mestrarse bellas en público, sin diferenciar tiempo mal
circunstancia (carnaval, cuaresma, exequias, bodas y bautizos) (cap. XVI).
yO Llevarlo es pecado naertal. ma Es dañoso, porque al ser pesado produce abortos o riesgos ene1 partor 2:
Es lujurioso, pues eí paño y forro que redes las caderas calienta dicha aonIa e incita a la Injuria. 3 Es deshonro-so, porque su amplitud encubre preñados ilegitimes. 4; Es deshonesto, porque «muy ligeramente descubre é
demuestraleszancajosé laspiermaas*-. 57 Es escandeloso, porqueprovoraalosvaronesarequerfra sususna-rias. 7; Es inútil, porque aunque abrigee las caderas «dende abajo todo anda hueco ¿apartado de las piernas».
7: eS peligroso, tanteen invierno como enverano. porque bien enfría elvientreyprovoca dolores o resulta muy
caluroso. 8; Es caro, pues necesita mucha tela, resulta muy laborioso su confección y se estropea fácilmente
porque cuando se lleva obliga a caminar muy lento y estirado. 9; Es enojoso a la mayoria de los manidosy silo
visten las mujeres además desacatan la voluntad nrarisal. oca Es vil, porque el uso de faldetas Irabia sido tradi-cionalmentepropio de servidoras (faldas interiores) y oficios humildes, cocineras, regateras y triperas (faldas
exteriores sustituidas por delantales). ma: Es feo, pues hace a las mujeres tan anchas como largas. es decir des-proporcionadas. feas y deformadas. Las compara con dragones reventados y sirenas- ana Es engañoso. pues
ocultanyfingen «elerrerpo que notienen». Resume así: «... que enmendarloque Dioshizofingiende otros
cabellos, otros ojos, otras cejas, otros colores ene1 rostro, otra estatura y proporción de cuerpo. es gra”e ofen-Sa de Nuestro Señor e grave sacrilegio.. - »
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