la sombrilla china

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La sombrilla china de la colección Marcial Solana.
Museo Diocesano Regina Coeli
Patricia Asua
La sombrilla china de la colección Marcial Solana.
Parroquia de Villanueva de Villaescusa
La seda desde sus orígenes ha sido símbolo del poder del emperador, su
familia y los más altos dignatarios. Existen multitud de mitos relacionados, con el
origen legendario de la seda y su invención por parte de emperadores y princesas.
Los restos más antiguos de seda hallados hasta hoy han sido encontrados en la costa
centro oriental de China, en la provincia de Zhejiang. Según la técnica del C14, han
sido datados en torno al año 2.750 antes de nuestra era. Zhejiang sigue siendo en la
actualidad una de las principales productoras de seda de toda China.
La necesidad que tenían las antiguas cortes imperiales de seda era enorme. Durante
la dinastía Han (206 a.C-220 d.C) ya se había convertido en una industria altamente
organizada con dos talleres imperiales en la capital y miles de expertos artesanos en
otros tantos talleres del resto de las provincias. El rango o la categoría social de los
vivos quedaba patente en sus vestimentas, cuyos diseños quedaban impuestos cada
año por el llamado “Tribunal de los Ritos”, y el de los muertos, en los ajuares
funerarios en los que se han hallado ejemplos bien conservados de rollos y rollos de
seda satinada, y decenas de vestidos bordados en seda, para las nobles damas en el
más allá.
La industria de la seda estuvo monopolizada por China durante unos 3.000 años
debido a que se promulgó un decreto imperial por el que se castigaba con la pena de
muerte a quien vendiese los gusanos o divulgase fuera del Imperio los secretos para
la obtención y la fabricación de estas preciadas telas.
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En los talleres de tejidos trabajaban fundamentalmente hombres, mientras que las
tareas de bordado quedaban reservadas para las mujeres. El producto más
importante y más valioso para la exportación junto con la porcelana, eran las sedas
chinas. Toda la producción dedicada a la exportación era transportada desde Amoi y
Cantón hasta el puerto de Manila (Filipinas) en juncos (la típica embarcación
China) y de allí al puerto de Acapulco (México). En función de la forma, tamaño,
grosor y estado del capullo se producen dos tipos de seda: seda natural devanada (1ª
calidad) y seda natural cardada (2ª calidad). También hay diferentes tipos de
hilos: crespón, trama, torzal, crepé, tafetán, organza, gasa transparente, etc. La seda
se transportaba en todas las calidades y en todas las variedades de hilados,
bordados, puntadas y diseños: gasas, crespones, seda floreada, damascos, brocados,
diseños con hilos de oro y plata, colchas, tapices, pañuelos, manteles, servilletas,
ricos ornamentos litúrgicos y miles de calcetines.
Los primeros europeos que se establecieron en China fueron los portugueses,
a los que el emperador les permitió vivir en Macao. Ellos se especializaron en el
comercio de la cerámica. En el siglo XVIII las relaciones e influencias entre China
y Europa eran tan estrechas que WU LI (1632-1718), uno de los pintores más
afamados de la dinastía manchú, aprendió latín, se convirtió al cristianismo, y se
ordenó jesuita con el nombre portugués de Simón Acunha.
Durante el siglo XVII, el comercio de la seda china estaba tan extendido que
suponía serias pérdidas para el Imperio Español, que no podía dar salida a las sedas
nacionales producidas en Andalucía, Murcia y Valencia. Pronto los chinos se
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adaptaron al gusto de sus clientes españoles y copiaron los modelos andaluces
(Mantones de Manila). Esta situación se prolongó tanto en el tiempo que en parte de
la primera del siglo XVIII el comercio de seda china con Manila quedó prohibido.
En la segunda mitad del siglo XVIII, las relaciones entre España y China
fueron mucho más fluidas, y los barcos españoles llegaban directamente hasta el
puerto de Cantón. En esta ciudad existió también en la primera mitad del siglo XIX
una “factoría” de cerámica española que estaba situada junto a la de otros países
occidentales1.
Este comercio constante con China impuso en la Europa del siglo XVIII la
moda de los objetos orientales. Se demandaban todo tipo de objetos que
combinaban productos europeos con diseños chinos, se adaptaron a los usos y
costumbres europeos los servicios de mesa, de tocador, de farmacia y las
tabaqueras. La estructura metálica que forma el cuerpo de la sombrilla, consiste en
una estructura de varillas dispuestas alrededor de un eje central, que genera una
superficie cóncava desplegable, con sistema
de paraguas occidental , que muy poco tiene
que ver con las típicas sombrillas chinas de
madera de bambú.
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SIERRA DE LA CALLE, BLAS: “Museo oriental de Valladolid. Catálogo VII. Porcelanas chinas. Donación Ibáñez Urbón”
Valladolid 2007.Pág. 39
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La sombrilla ha sido fechada por Blas Sierra de la Calle, director del Museo
Oriental de Valladolid, entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Este
periodo en la cultura china corresponde con la Dinastía Manchú, la última dinastía
imperial anterior a la instauración en 1912 de la Republica de China.
Otro de los productos fabricados para la exportación eran los Mantones de
Manila. Se denominan mantones de Manila a unos chales cuadrados de seda
bordados en China y vendidos en Manila. Estos no forman parte de la tradición
china del vestido, su forma viene impuesta por las necesidades de la moda europea
y de modelos andaluces, donde eran a la vez piezas de vestir y piezas de decoración
para paredes, mesas o pianos. Ya se hacían en el siglo XVIII pero comenzaron a
fabricarse para la exportación en gran escala hacia 1820 y desde entonces han sido
producidos sin interrupción a lo largo del siglo XIX y XX. La decoración de flecos
amplios de seda terminados en nudos, característica de estos mantones, deriva de la
tradición de los tejidos chinos y se encuentra tanto en las colgaduras de pared como
en los trajes sin mangas de las mujeres
China fue una de las mayores fuentes de vestido litúrgicos en seda pintada o
bordada con destino Filipinas, América Latina y Europa2. Los llamados “bordados
de Manila” eran los ornamentos litúrgicos, colchas, y colgaduras ejecutadas en el
sureste de China, en Cantón o en Fukien, por encargo de las órdenes religiosas
europeas. En el siglo XVIII, existen ejemplos de encargos concretos de ornamentos
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SIERRA DE LA CALLE, BLAS: “El museo Oriental. China, Japón, Filipinas”. Museo Oriental de P.P Agustinos. Valladolid.2004.
Pág.506
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litúrgicos para padres agustinos en los que se representaban corazón y el águila,
símbolos de la orden, rodeados de motivos florales típicos de la tradición china.
La sombrilla cumplía una función sacramental en la parroquia de Villanueva
de Villaescusa, era utilizada para acompañar al Santísimo en las procesiones o para
llevar el viático a los enfermos. En este sentido hay que relacionarla con el resto de
colchas sacramentales de seda china con las que se cubría a los enfermos durante la
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comunión, como la que se encuentra en la iglesia del convento Regina Coeli y otros
ejemplos que forman parte de la colección de seda china de la catedral de
Santander.
Colcha sacramental de seda china con motivos de caza. Museo Regina Coeli.
La colcha es de seda blanca, sin teñir y está enriquecida con abundantes bordados,
rameados florales y cuatro escenas de caza en medallones de perfil conopial.
Estas obras de procedencia y factura china, son manifestaciones artísticas
adquiridas con capital indiano en Filipinas o en México. Desde estos dos países, han
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llegado hasta Cantabria y el resto de la península (la seda, las porcelanas, las
pinturas orientales, los marfiles, y la orfebrería centroamericana y del Perú). El
comercio con países tan lejanos se hacia posible gracias a la línea marítima que
recibió el nombre de Nao de China, Galeón de Manila o Galeón de Acapulco. Esta
ruta de galeones españoles atravesaba el océano pacifico mensualmente de Manila a
Acapulco y viceversa. En México las mercancías que debían llegar España eran
transportadas por tierra desde el puerto de Acapulco abriéndose a camino por las
selvas y montañas hasta el puerto de Veracruz. Desde allí zarpaban las llamadas
“Flotas de Indias”, que eran los galeones españoles que surcaban el océano
Atlántico pasando por Cartagena de Indias, Portobello, La Habana, para terminar su
recorrido atracando en el puerto de Sevilla o de Cádiz. El inicio de estas líneas de
navegación tiene lugar a mediados del siglo XVI, y se corresponde con la expansión
del Imperio español hasta Filipinas y a China con los primeros agustinos. Esta ruta
comercial funcionó desde 1565 hasta la guerra de la Independencia de México en
1815. En Manila se cargaban bellísimos marfiles y piedras preciosas hindúes, sedas,
porcelanas china, clavo de las Molucas, canela de Ceilán, alcanfor de Borneo,
jengibre, damascos, lacas, tibores, tapices, perfumes, etcétera. Y se vendían en la
feria de Acapulco. En ella además de venderse los géneros orientales se cargaba
cacao, vainilla, tintes, zarzaparrilla, cueros y, sobre todo, la plata mexicana con
destino a la colonia de Filipinas, ya que en Asia la plata escaseaba.
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Cenefa de flores y mariposas rematando el centro de la sombrilla
El conjunto decorativo de la sombrilla continúa las tradiciones de la pintura y la
cerámica chinas. Sigue el esquema de la cerámica de la dinastía Ming, en la que se
establecía un sistema concéntrico, con un tema principal central que era recorrido
por un marco radial a modo de cenefa.
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Durante la dinastía manchú (periodo al que pertenece la sombrilla) el terreno
de la pintura se vio muy influenciado por el confucionismo, en el que el
protagonista era el personaje humano representando temas históricos y
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costumbristas. En la sombrilla se bordan ocho escenas de
carácter folclórico
relacionadas con el mundo del teatro: Encuentro de dos actores (hombre con
alabarda y mujer con espejo), diálogo entre un letrado y una cortesana, actores
interpretando una danza de artes marciales, actor despidiendo a una mujer a caballo,
un encuentro de un joven con abanico con una pastora de ovejas, un mandarín
delante de un pavo real soñando subir de rango, un agricultor regresando a su casa
sobre su "carabao" saludando a un letrado con sombrilla, y por último un encuentro
entre un hombre y una mujer que está escurriendo la ropa.
Otro de los temas recurrentes de la dinastía manchú fueron las escenas de caza
como las que aparecen en la colcha del Regina Coeli.
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Escena de teatro con actores, él con alabarda y la mujer con un espejo
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Diálogo entre un letrado y una cortesana
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Actores interpretando una danza de artes marciales
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Actor despidiendo a una mujer a caballo
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Encuentro de un joven con abanico con una pastora de ovejas
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Mandarín delante de un pavo real soñando subir de rango
(El pavo real es símbolo del mandarín de tercer grado, de los nueve grados existentes)
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Agricultor regresando a su casa sobre su "carabao" saludando a un letrado con sombrilla
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Encuentro entre un hombre y una mujer que está escurriendo la ropa
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Los pájaros y las flores tienen un sólido trasfondo en la pintura tradicional
china y se convirtieron en el tema más recurrente para la pintura de exportación.
Por lo general a cada pájaro le corresponde una flor concreta y siempre se
representan juntos. Los de cola larga como las aves del paraíso, el pavo, el faisán, o
el gallo van con la peonía, el pato con el loto, la golondrina con el sauce, las
codornices con el mijo, las grullas o las cigüeñas con el pino, como símbolo de
longevidad.Los álbumes de pájaros e insectos se hicieron muy populares en la
Europa del siglo XIX3.
Detalle de una grulla en la empuñadura de marfil de la sombrilla
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SIERRA DE LA CALLE, BLAS: “El museo Oriental. China, Japón, Filipinas”. Museo Oriental de P.P Agustinos. Valladolid.2004.
Pág.260.
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También para los poetas y los pintores era importante la representación de
mariposas. Pueden significar la alegría el verano o la felicidad conyugal. La
mariposa también es un tema recurrente en la literatura taoísta en la que muchos de
sus personajes encuentran el amor y la felicidad siguiendo su vuelo.
Detalle de una mariposa entre flores en la empuñadura de marfil de la sombrilla
La arquitectura, al emplear como principal material de construcción la
madera, es una de las artes chinas que peor ha logrado resistir el paso del tiempo.
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En la sombrilla aparecen ejemplos de pagodas, torres, stupas y los peculiares
palacetes de verano de la dinastía manchú con sus jardines, estanques y puentes.
Por último destacar la relevancia del color. El rojo es un color muy importante
para la cultura china, está relacionado con inauguraciones, las celebraciones
familiares, especialmente bodas y nacimientos. Rojo en China es “FU” y a su vez el
ideograma de la felicidad también se dice “FU”, por eso es el color de la fiesta y la
felicidad. El color rojo también está asociado con el fuego, evoca el verano y la
vida4. Durante la dinastía Manchú el color imperial era el amarillo pero en las
ceremonias dedicadas al sol el emperador debía lucir un gorro de color rojo.
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SIERRA DE LA CALLE, BLAS: “El museo Oriental. China, Japón, Filipinas”. Museo Oriental de P.P Agustinos. Valladolid.2004.
Pág.200.
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