COMENTARIO INTERNACIONAL SUDAFRICA Y LA POLÍTICA DEL APARTHEID ANDRÉS CAMPOS En los últimos años se ha producido un notorio incremento de las relaciones diplomáticas, económicas, políticas e incluso culturales entre Chile y Sudáfrica. Este estrechamiento de vínculos entre ambos países contrasta con el relativo desconocimiento que tiene la opinión pública chilena de la realidad sudafricana, que se explica por la distancia geográfica que separa a ambos pai'ses y, también, por la distancia política que los sucesivos gobiernos chilenos tradicionalmente conservaron frente a Pretoria. Considerando el nuevo interés chileno en Sudáfrica, parece oportuno comenzar a llenar este vacío, reseñando los principales aspectos del actual sistema político sudafricano, el que sin duda tiene un carácter único en el mundo. Esta exclusividad está dada por la existencia de la política del Apartheid. El actual Estado Sudafricano Tal como existe hoy, la República de Sudáfrica está compuesta por cuatro provincias: El Cabo, Transvaal, Natal y Orange. Desde el punto de vista étnico, el país está poblado por cuatro elementos separados, desiguales tanto en número como en status político. El grupo más numeroso —aunque ei menos favorecidoes el negro, que comprende aproximadamente el 70% de la población (20.000.000 hab.) y que. MENSAJE N° 302, SEPTIEMBRE 1981 históricamente, procede de tres grandes pueblos originarios de África, conocidos colectivamente como bantúes. El segundo grupo en cantidad está compuesto por los blancos, que represen tan cerca del 16°/* de la población (4.500.000), y que ejercen la supremacía política, económica y social en el país. El tercer grupo está integrado por los 'mestizos" o personas de sangre mixta (negra y blanca), que ascienden al 9% de la población' (2.500.000). Finalmente, el cuarto grupo está formado por los asiáticos, principalmente de origen hindú, que comprenden cerca del 3% de la población del país (300.000 personas). Aproximadamente, tres quintos de los blancos son "Afrikaners", que descienden de los colonizadores holandeses (conocidos también como "boers", "campesinos" en holandés), alemanes y hugonotes franceses que fueron estableciéndose en los alrededores de El Cabo a partir del siglo XVII, y que en muchos casos emigraron hacia el interior sudafricano cuando la antigua colonia holandesa de El Cabo pasó a manos de los ingleses (1836). Los Afrikaners constituyen un pueblo fuertemente cohesionado sobre la base de una tradición forjada en una sociedad agraria, aislada del resto del mundo y orientada hacia la realización de un destino histórico, que incluía la subyugación y posterior civilización de los pue- blos nativos africanos que fueron encontrando en su expansión hacia el interior del país. Además de la historia, los une un idioma común, el Afrikaans (estrechamente vinculado al holandés), y una religión de orientación calvinista. Históricamente, los Afrikaners han constituido-el centro político del país y el principal, aunque no único, soporte de la política oficial de "desarrollo separado de las razas", conocida mundialmente por su nombre original: el Apartheid. El resto de los blancos habla el inglés, ha procurado identificarse históricamente con las tradiciones británicas, ejerce una posición dominante en la economía, que se está reduciendo en forma gradual, y en las últimas décadas ha tendido a seguir el liderazgo político de las Afrikaners, aunque con ciertas reservas. Política del Apartheid Históricamente, el fenómeno del Apartheid se originó en diversas formas de discriminación racial que comenzaron a ser incorporadas a las tradiciones de los colonos blancos sudafricanos a partir del siglo X V I I I , y que se fueron consagrando en leyes dictadas tanto en las posesiones inglesas de El Cabo y Natal, como en las breves experiencias independientes de las repúblicas "boers" de Orange y Transvaal durante el siglo XIX. Estas prácticas del Apartheid recibieron un nuevo y definitivo impulso a partir de 1948, cuando el Partido Nacional, de origen Afrikaner, llegó al poder con el propósito de ¡mplementar un programa basado explícitamente en la separación racial, bajo la tutela blanca. Este programa fue reforzado durante las administraciones siguientes, dirigidas todas por el Partido Nacional y, a pesar de algunos cambios recientes, sigue vigente en la actualidad. Durante todo este período, las medidas de discriminación racial se fueron transformando en un 459 COMENTARIO INTERNACIONAL sistema tan complejo y oimnicomprensivo, que un medio nada sospechoso de extremismo como es The Economist, lo ha descrito como "probablemente el sistema más complejo de control humano en el mundo (sin exceptuar el bloque soviético)".1 En términos yenerales, se puede afirmar que el Apartheid ha tenido el efecto de limitar seriamente las vidas de más del 80% de la población del país. La simple constatación de que sólo los blancos pueden votar en las elecciones para formar el Parlamento de la República, que constituye el centro político del país, confirma esta aseveración. Incluso los mestizos de la Provincia de El Cabo, a los cuales los ingleses habían otorgado el derecho a voto en 1853, perdieron este derecho básico en 1956. Como se podrá comprender un sistema basado en una segregación tan profunda exige un enorme esfuerzo de reglamentación, implementación y coacción. Desde el punto de vista del individuo, su destino es determinado a partir de su inclusión en el Registro Civil, cuyo objetivo es asegurar la pureza de la raza blanca a través de la creación de un sistema de clasificación racial que pone a cada sudafricano en un casillero, que determina la calidad de su vida desde la cuna hasta la tumba. Así, su clasificación decidirá su lugar de residencia, su lugar y posibilidades de trabajo, los cargos que puede ocupar en una empresa, la escuela y universidad a la que puede asistir y, todavía en muchos casos, el hotel, parque o cine que puede utilizar en sus momentos de ocio. Cabe agregar que la clasificación racial también afectará sus relaciones sentimentales, ya que hasta el día de hoy los matrimonios y las relaciones íntimas entre miembros de distintas razas están terminantemente prohibidos. Obviamente, esta separación racial no podría ser absoluta, ya que la pujante economía sudafricana se paralizaría si no contara 460 con el aporta de !a mano de obra, no calificada y ahora crecientemente calificada, de los negtos. De ahí que el gobierno sudafricano haya creado en la práctica un sistema de trabajo migratorio, en virtud del cual los negros sólo pueden residir en las áreas reservadas a los blancos cuando responden a una necesidad económica; para muchos de los hombres que se encuentran en esa situación, esto significa la aceptación de contratos que los mantienen separados de sus familias durante once meses al año. En realidad, esta práctica no resulta sorprendente si se recuerda que, tal como lo reveló en 1978 el entonces Ministro de Información de Sudáfrica, Connie Mulder, el objetivo final es que todos los hombres y mujeres negros en Sudáfrica sean considerados como ciudadanos de uno de los "homelands" (tierras natales) y, por lo tanto, como extranjeros en el área blanca.1 El cumplimiento de esta política ha sido riguroso: se calcula que durante la década del 70, cinco millones de negros fueron arrestados alguna vez por infringir las normas que limitan su libertad de movimiento en las áreas blancas. Este sistema de segregación ha sido objeto de numerosas críticas, procedentes tanto de la comunidad internacional como de importantes sectores empresariales en Sudáfrica, que estiman que las limitaciones al libre desplazamiento de los trabajadores puede convertirse en un serio obstáculo para el crecimiento de la economía sudafricana. Todas estas presiones, que se suman a aquellas que históricamente han planteado los debilitados sectores liberales de Sudátrica, se han traducido en la eliminación de algunas de las prácticas más obvias de la discriminación racial en campos tales como el transporte público, la admisión de niños no blancos a algunas escuelas privadas blancas (especialmente católicas), las licencias para abrir negocios en algunos sectores, la admisión a algunas univer- sidades, el deporte, etc. Sin embargo, ninguna de estas medidas de liberalización ha afectado los aspectos esenciales del Apartheid: el monopolio blanco del voto para el Parlamento de la República, y la propiedad blanca de casi todas las tierras, los recursos naturales y las industrias. Esto queda en evidencia cuando se analiza la nueva poli tica de "desarrollo multinacional" que está aplicando el gobierno sudafricano. El neo-Apartheid En su nueva versión, el Apartheid tiene ahora como objetivo final la división política de Sudáfrica en once estados independientes. Diez de estos nuevos estados, conocidos originalmente como "bantustanes" y luego como "homelands", serían negros, correspondiendo a igual número de subdivisiones étnicas, realizadas por las autoridades (blancas) de Pretoria. Todos los estados negros contendrían teóricamente a más del 70% de ¡a población actual de Sudáfrica y ocuparían el 13% del territorio nacional. Consolidado este'proceso de "devolución" de los grupos étnicos a sus "lugares de origen", fijados de acuerdo a los criterios históricos del gobierno sudafricano, los diez nuevos estados serían invitados a formar una federación económica dirigida por el 11° estado, Sudáfrica, que contendría a una mayoría, formada por 4.500.000 blancos y dos minorías: los mestizos y los asiáticos, y que ocuparía el 87% del territorio nacional. 1 "The Great Evasión. South África: A Survey", The Economist, 21-27 june 1980, p. 14. 2 Citado en Donnl Wooüs, "South Africa's Face to the World". Foreign Affairs, 66 |3}, 1978, p. 524. Woods tue el Editor del Daily Dispatch de East Londun, Sudáfrica, hasta que lúe encarcelado en 1977, liuv^ndu posteriormente del país. MENSAJE N° 302, SEPTIEMBRE 1981 COMENTARIO INTERNACIONAL i sudáfrica No cabe duda que, tal vez con una sola excepción, los estados negros que resultarían de esta división ocuparían territorios demasiado pequeños", fragmentados y pobres en recursos como para poder mantener a la población que se les ha asignado. Por de pronto, resulta interesante comprobar que la mitad de estos nuevos estados negros no tendrían continuidad territorial, ya que constan de diversos fragmentos de tierra esparcidos en el territorio reservado a los blancos de Sudáfrica. Bophuthatswana, por ejemplo, fue dividido en siete fragmentos: tres en el norte de la Provincia de El Cabo, tres en el noroeste de Transvaal, y un séptimo en la provincia de Orange, situado a 600 kms. del fragmento mas cercano. En cuanto a algunos estados que sí tendrían continuidad territorial, se producen situaciones que permiten dudar de la seriedad de los proyectos de Pretoria. Así, el más pequeño de los estados proyectados, Qwaqwa, consiste en una región montañosa de sólo 457 km 2 en la provincia de Orange, des provisto de recursos agrícolas o minerales, caminos, ferrocarriles o aeropuertos. En 1977, esta región ya estaba sobrepoblada por los 200.000 miembros del grupo étnico Sotho del Sur. que en su MENSAJE N° 302, SEPTIEMBRE 1981 mayor parte fueron "devueltos" a su "tierra de origen"; sin embargo, de enviarse a todos los integrantes de este grupo al territorio, la densidad poblacional llegaría a 3.200 personas por km 2 , 3 En todo caso, esta política general ya ha comenzado a ser implementada, a través del otorgamiento de la "independencia" a Trankei (1977), Bophuthatswana (1977) y Venda (1979). Cabe mencionar que sólo Sudáfrica ha reconocido a estos nuevos estados. En realidad, el impacto más significativo de estas medidas ha sido transformar a los cerca de 3.300.000 negros Xhosa, Tswana y Venda, que viven en territorio blanco desde hace varias generaciones, en extranjeros en el país en que nacieron y en que todavía tratan de vivir. Cabe señalar que el gobierno de Pretoria justifica esta política mediante dos argumentos básicos. En primer lugar, afirma que los nuevos estados negros asignados constituyen los territorios tradicionales de cada pueblo; y, én segundo lugar, declara que los negros de Sudáfrica se subdividen en varias naciones, cada una con su propio lenguaje, cultura y lugar de origen. En cuanto al primer argumento, cualquier aná- lisis histórico objetivo lleva a la conclusión de que los pueblos negros habitaron territorios sudafricanos mucho antes de la llegada de los europeos; por otra parte, los antiguos pueblos negros no habitaron territorios estáticos, sino que constituían tribus nómadas que constantemente se desplazaban por el interior sudafricano en busca de praderas para su ganado. Asimismo, es oportuno recordar que los primeros blancos que colonizaron las provincias de Natal, Orange y Transvaal só!o se establecieron allá en la primera mitad del siglo XIX, después de vencer y expulsar a los pueblos nativos de algunas de esas regiones. Con respecto al segundo argumento, es cierto que, históricamente, los negros de Sudáfrica pertenecían a pueblos distintos; sin embargo, en la actualidad, sus diferencias culturales, lingüísticas y, también, políticas se han reducido enormemente. Así, como lo reconocen los mismos lingüistas' sudafricanos, las cuatro lenguas del grupo Nguni comparten el 70% de su vocabulario, lo que les permite entenderse entre ellos mejor de lo que se entienden entre sí los blancos anglófo nos y los Afrikaners. A pesar de ello, el grupo Nguni está dividido en cinco naciones, mientras que los Afrikaners y anglófonos sólo forman una. En realidad, la aplicación de un doble standard respecto a blancos y negros no puede ser más evidente. Cuando se habla de los blancos, se destaca la existencia de un proceso acabado de integración entre Afrikaners y anglófonos, a pesar de los conflictos históricos entre 3 Manarme Cornevin, Apartheid: power and historical falsificaron [París: UNESCO 1980). p. 124. 4 En el anuario edílado por el Gobierna Sudafricano se afirma que las diferencias entre los idiomas del grupo Nguni o del grupo Sotho son "ganaralmente manares V na constituyen una barrera para entenderse mutuamente". South África. 1977 (Pretoria, 1978), p. 105. 461 COMENTARIO INTERNACIONAL ambos grupos, a pesar de sus divisiones políticas y a pesar de las persistentes diferencias lingüísticas y culturales. El negro, en cambio, no puede integrarse, y por esa razón debe ser dividido. Como dice una fuente oficial, "El hecho de que un trabajador negro en una ciudad blanca exhiba todos los signos externos y materiales del estilo de vida occidental no significa necesariamente que haya absorbido plenamente el sistema occidental de valores".5 En realidad, al verificar la naturaleza y contradicciones del neo-Apartheid, es imposible no asociar esta política con la vieja receta colonialista de "dividir para reinar". Repercusiones internacionales Tanto las políticas descritas como la cuestión de Namibia6 han merecido la condena generalizada de organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas y la Organización de la Unidad Africana, y de un vasto número de países, incluyendo a todas las potencias occidentales y las naciones del Tercer Mundo. Chile, por cierto, también se ha sumado tradicionalmente a estas protestas. Sin embargo, a pesar de este ambiente tan hostil, que incluso se tradujo en un embargo de armas decretado por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1977, la situación internacional de Sudáfrica es menos amenazante de lo que parece. Para entender esta aparente paradoja, se debe recordar que Sudáfrica es el país más próspero de África y uno de los más ricos del mundo. Sus minas de oro contienen casi la mitad de las reservas conocidas de este metal en el mundo. Asimismo, el país es un importante productor de. minerales estratégicos como el platino, manganeso, cromo y vanadio, que son escasos en los países occidentales. Sudáfrica también es un exportador importante de productos agrícolas. Fi- 462 nalmente, el considerable dinamismo de su economía ha transformado a Sudáfrica en un país muy atrayente para los inversionistas, exportadores e importadores del resto del mundo. Obviamente, esto ha traído como consecuencia una fuerte interdependencia entre Sudáfrica y los pai'ses desarrollados occidentales, Pero estos florecientes vínculos no se limitan sólo a los países occidentales. Por el contrario, Sudáfrica provee el 40% de las importaciones de Mozambique y administra importantes instalaciones ferroviarias y portuarias del país vecino; a su vez, Mozambique recibe considerables remesas de dinero de sus nacionales que trabajan en Sudáfrica, y proporciona además energía eléctrica al régimen blanco. Con Zambia, los vínculos son igualmente intensos, mientras que en el caso de países como Botswana, Lesotho, Swazilandia y Zimbawe, se podría hablar de un proceso de integración económica de facto con Sudáfrica.7 La existencia de estos vínculos, unida a la potencialmente explosiva situación interna existente en Sudáfrica, hacen particularmente difícil la búsqueda de una solución definitiva para el país, solución que obviamente deberá tomar en cuenta los intereses y aspiraciones de los cuatro grupos étnicos que tienen pleno derecho a vivir en él. El problema no consiste tanto en que esta solución no se haya encontrado, sino que en la falta de voluntad de un grupo minoritario para comenzar a buscarla seriamente, y aceptar el costo correspondiente. • 5 Ibld.p, 229. 6 Namibia es una ex colonia alemana que fuá ocupada por Sudáfrica durante la I Guerra Mundial y que, a pesar de la oposición de la ONU, sigue en poder de Pretoria. 7 Véase, sobre este tema, "Mozambique, Zambia and South Áfrico' y "Southern África economic relationships", en Strategic Review [Pretoria), Jsnuary 1981 PP. 1-30. MENSAJE N° 302, SEPTIEMBRE 1 98 1