Lesiones térmicas y eléctricas

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CLÍNICAS
QUIRÚRGICAS
DE NORTEAMÉRICA
SAUNDERS
Surg Clin N Am 87 (2007) 185 – 206
Lesiones térmicas y eléctricas
Tam N. Pham, MD, y Nicole S. Gibran, MD*
University of Washington Burn Center, Department of Surgery, Harborview Medical Center,
Box 359796, 325 Ninth Avenue, Seattle, WA 98104, USA
El tratamiento actual de las quemaduras se ha caracterizado por aumentos sustanciales de
la supervivencia y la mejoría de los resultados funcionales de los pacientes quemados, a
lo largo de los últimos 30 años. El tratamiento óptimo de las quemaduras en el siglo XXI
se basa en un esquema de tratamiento especializado que incorpora el cierre precoz de la
herida quirúrgica, la asistencia en unidades de críticos y los esfuerzos de rehabilitación.
El éxito del tratamiento de las quemaduras de acuerdo con un modelo multidisciplinario
ha promovido la organización de centros de quemados como recursos regionales para los
pacientes con lesiones graves, incluyendo aquellos con heridas abiertas grandes.
La revisión ofrecida en este artículo y las Burn Care Guidelines publicadas por la
American Burn Association ilustran la necesidad de ensayos en fase I para fundamentar
las pautas de tratamiento de quemados [1]. En muchos casos, nuestras prácticas se basan
en años de ensayos en fase II procedentes de ensayos clínicos pequeños. Las colaboraciones para la investigación multicéntrica, como el proyecto de genómica subvencionado por los National Institutes of Health, «Inflammation and the Host Response»
(http://www.gluegrant.org), han comenzado a codificar las pautas de tratamiento que
deben preparar el camino para futuros ensayos clínicos multicéntricos [2,3].
Tratamiento de la quemadura aguda
Tratamiento de la herida por quemadura
La escisión precoz de las escaras de quemaduras masivas ha tenido el mayor impacto
sobre la supervivencia del paciente quemado, por la reducción de la incidencia de infección de la herida, el hipercatabolismo, el número de intervenciones y la duración de la
estancia hospitalaria [4-6]. Las heridas que tardan más de 3 semanas en epitelizar, cicatrizan clásicamente con fibrosis excesiva y contracturas que producen alteraciones estéticas y funcionales. Los médicos deben ser capaces de anticipar el potencial de cicatriza-
*Autora para la correspondencia.
Dirección electrónica: [email protected] (N.S. Gibran).
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ción de una herida fresca para compensar los riesgos y beneficios relativos de la escisión
e injerto de la quemadura. La estimación exacta de la profundidad de la quemadura es
fundamental para el tratamiento correcto de la herida. Un médico experto en quemaduras
suele identificar las heridas superficiales y las de grosor completo sobre la base de sólo
los datos clínicos. La lesión dérmica intermedia (quemadura «indeterminada») plantea el
mayor reto. Por desgracia, varios estudios indican que la evaluación inicial, incluso por
un cirujano experimentado, puede tener una exactitud de sólo el 50 al 70% en cuanto a si
una quemadura dérmica indeterminada cicatrizará antes de 3 semanas [7-9].
Los investigadores han buscado un complemento objetivo para el juicio clínico, de
forma que los pacientes con quemaduras indeterminadas y escaso potencial de cicatrización puedan beneficiarse también con la escisión precoz. Varias técnicas intentan cuantificar los cambios físicos asociados con lesiones cutáneas, como la presencia de colágeno
desnaturalizado, edema de la herida y un patrón alterado de flujo sanguíneo [10-13]. El
desarrollo más reciente en este campo es la imagen Doppler láser sin contacto, que registra la desviación de la refractancia de los hematíes en movimiento en el plexo capilar dérmico, para proporcionar un mapa en color de la perfusión de la herida [14]. En teoría, el
flujo sanguíneo dérmico reducido conlleva una baja probabilidad de cicatrización, y puede
hacer que el médico intervenga antes. Esta técnica es bien tolerada por los pacientes y evita
el artefacto de presión en la herida, puesto que el dispositivo de exploración se mantiene a
distancia. Los exámenes de imagen Doppler láser sin contacto pueden repetirse seriadamente a lo largo de los primeros días después de la herida, conforme la perfusión del lecho
de la herida evoluciona a través de la fase de reanimación. Las quemaduras dérmicas indeterminadas pueden convertirse en progresivamente más profundas varios días después de
la lesión (un proceso conocido como «conversión de la herida»), conforme el potencial
de cicatrización es afectado por la perfusión, el edema y la infección [15]. La conversión de
la herida, sin embargo, se reduce al mínimo si el paciente recibe la reanimación adecuada
con líquidos y tratamiento correcto de la herida [16]. Aunque prometedora, la imagen Doppler láser sin contacto no ha demostrado todavía reproducibilidad consistente, y no ha
resultado más fiable que un cirujano con experiencia en quemaduras [17-19]. No ha sido
incorporada en el tratamiento habitual de las quemaduras.
Aunque las quemaduras de grosor completo y las dérmicas profundas deben ser
escindidas dentro de la primera semana después de la lesión, las heridas más superficiales pueden tratarse con fármacos tópicos hasta que cicatrizan o se demuestra que no cicatrizarán antes de 3 semanas. El apósito ideal debe ser confortable para el paciente, fácil
de aplicar y quitar, adaptable a la herida, relativamente barato y no necesitar cambios
frecuentes. Desde el punto de vista biológico, debe proporcionar un medio ambiente
húmedo, limitar el crecimiento de microorganismos, con buena penetración en la escara, tener efecto sistémico escaso o nulo y desbridar el tejido desvitalizado según sea
necesario. En la actualidad, no existe tal apósito universal; sin embargo, no todas las
heridas necesitan todas esas características. Las quemaduras superficiales pequeñas, por
ejemplo, no necesitan apósitos con actividad antimicrobiana. La gasa lubricada es apropiada para las quemaduras dérmicas superficiales. Recientemente, se ha comercializado
una pomada que contiene β-glucano (Glucan-Pro, Brennan, St. Paul, Minnesota), un
hidrato de carbono derivado de la avena, que puede ser apropiado para las heridas superficiales, debido a su efecto calmante y antipruriginoso. El β-glucano puede tener un efec-
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to inmodulador por estimulación de la actividad de los macrófagos [20,21]. El β-glucano
también se encuentra disponible en forma de apósito (Glucan II, Brennan Medical,
St. Paul, Minnesota), y se emplea como tal para la cobertura de los sitios donantes en
muchos centros de Estados Unidos [22,23].
Los apósitos biológicos pueden favorecer la cicatrización de las lesiones de grosor parcial. Los beneficios propuestos incluyen cambios menos frecuentes del apósito, mayor confort del paciente y administración tópica de factores del crecimiento.
Cada vez es mayor la lista de apósitos biológicos aprobados por la Food and Drug
Administration de Estados Unidos, y varios más están siendo sometidos a ensayo clínico. En las quemaduras grandes, cuando el coste es un factor limitante y no resulta
posible la terapia ambulatoria, la piel humana de cadáver y la piel porcina siguen proporcionando buenas opciones para la cobertura biológica temporal. La tabla 1 enumera los apósitos biológicos y no biológicos usados con frecuencia para las heridas
de quemaduras.
La actividad antibiótica adquiere más importancia en los apósitos para heridas más
profundas, puesto que están más predispuestas a la infección. El antimicrobiano tópiTabla 1
Apósitos usados habitualmente para quemaduras, injertos cutáneos y sitios donantes
Apósitos
Categoría
Ejemplos
Indicaciones apropiadas
Vaselina
Poliuretano
Xeroform, Xeroflo,
Adaptic, gasa
Aquaphor
Acticoat, Acticoat-7,
Aquacel-Ag,
Silvasorb
OpSite, Tegaderm
Espuma
Lyofoam
Silicona
Mepitel
Terapia de presión
negativa
Avena
Sistema Wound
VAC
Glucan II
Quemaduras de grosor
parcial, injertos cutáneos,
sitios donantes
Quemaduras de grosor
parcial, injertos cutáneos,
sitios donantes
Quemaduras de grosor
parcial, sitios donantes
Quemaduras de grosor
parcial
Quemaduras de grosor
parcial, injertos cutáneos,
sitios donantes
Injertos cutáneos
Colágeno
y fibroblastos
Colágeno,
fibroblastos
y queratinocitos
Aloinjerto
(cadáver)
Xenoinjerto
Transcyte, Apligraf
No biológicos
Plata
Biosintéticos
y biológicos
OrCel
Fresco o
crioconservado
Piel porcina,
submucosa intestinal
porcina (Oasis)
Quemaduras de grosor
parcial, injertos cutáneos,
sitios donantes
Quemaduras de grosor
parcial
Quemaduras de grosor
parcial
Quemaduras de grosor
parcial
Quemaduras de grosor
parcial
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co usado con mayor frecuencia para las quemaduras dérmicas profundas es la sulfadiacina de plata (Thermazine, King Pharmaceuticals, Bristol, Tennessee). La plata se
muestra efectiva contra una amplia gama de microorganismos grampositivos y gramnegativos, entre ellos la mayoría de las cepas de Staphylococcus aureus y Pseudomonas
aeruginosa [24]. Ha sido incorporada en apósitos disponibles en el comercio, como el
Acticoat (Smith and Nephew, Largo, Florida) y el Aquacel-Ag (Convatec, Princeton,
New Jersey) [25,26]. Ambos productos se pueden usar para cubrir quemaduras de grosor parcial, injertos cutáneos con mallas y sitios donantes.
Desde un punto de vista ideal, cuando se escinde una herida de quemadura, el lecho
debe ser cubierto por un autoinjerto cutáneo de grosor total; por desgracia, la disponibilidad de piel de grosor total está limitada por el número y la localización de los sitios
donantes de grosor completo que pueden ser sometidos a cierre primario [27]. Siempre
que sea posible se deben aplicar láminas de grosor parcial, ya que esos injertos aumentan al máximo la función y la estética [28]. La práctica estándar de autoinjerto cutáneo
de grosor parcial con malla expandido consigue el cierre de la herida sobre áreas más
grandes, pero sus desventajas incluyen fragilidad del lecho de la herida, aspecto subóptimo, flexibilidad reducida y fibrosis. En los pacientes con quemaduras grandes pueden
ser necesarias las recogidas seriadas (recropping) de sitios donantes, con lesiones más
grandes de la superficie corporal; se debe esperar a que el sitio donante cure, y los injertos cutáneos subsiguientes son más finos y de menor calidad. Mientras tanto, se puede
usar piel de cadáver crioconservada (aloinjerto), como una cobertura biológica temporal sobre el lecho de la quemadura escindida. En conjunto, el proceso actual de autoinjerto de grosor parcial para quemaduras grandes proporciona escasos resultados para
las heridas de quemaduras cubiertas con injertos cutáneos ampliamente expandidos y
los sitios donantes sometidos a recogida repetida. El reconocimiento de las limitaciones actuales ha creado un ímpetu para la investigación sobre sustitutos cutáneos disponibles comercialmente.
Existen dos clasificaciones generales de sustitutos cutáneos: injertos epidérmicos cultivados y sustitutos dérmicos. Se aplican varias advertencias al uso de sustitutos de la piel
para la cobertura permanente de la herida. Los autoinjertos epiteliales cultivados tienen
un uso limitado como sustitutos autónomos, debido a que proporcionan una lámina fina
y frágil de queratinocitos, que se desgarra con frecuencia y ofrece poca durabilidad [2931]. Aunque los aloinjertos epiteliales pueden ser adecuados como apósitos biológicos,
no se pueden usar como sustitutos de la piel, puesto que acaban siendo rechazados por el
sistema inmunológico del receptor. La dermis determina la implantación óptima y la
duración del injerto. La regeneración in vitro de la dermis autóloga no se ha conseguido
con la tecnología disponible actualmente. La proporción de una capa dérmica para las
heridas requiere una plantilla de matriz exógena. La piel artificial Integra (Integra Life
Sciences Corp., Plainsboro, New Jersey) es una plantilla de sustitución dérmica compuesta de una capa matriz interna de colágeno bovino y glucosaminoglucano de tiburón,
adherida a una capa externa de silicona [32-34]. La capa interna proporciona un entramado para la regeneración dérmica in situ, mientras que la capa externa contiene vapor de
agua y proporciona una barrera física para el medio ambiente exterior. Al cabo de aproximadamente 2 semanas, la neodermis está suficientemente vascularizada para aceptar un
autoinjerto de grosor parcial fino (0,15 cm de grueso) [35]. Aunque Integra es relativamente frágil y susceptible a la infección, la experiencia longitudinal en varios cen-
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tros sugiere la posibilidad de obtener resultados consistentemente buenos con este producto [32,36-38]. También se ha comercializado como sustituto dérmico una dermis de
cadáver crioconservada acelular (AlloDerm, LifeCell Corporation, Branchburg, New Jersey), pero el respaldo clínico para el empleo de este producto como sustituto en quemaduras agudas sigue siendo limitado [39,40]. Boyce et al [41] comunicaron un método
nuevo y prometedor para la maduración in vitro de un sustituto cutáneo epidérmico-dérmico, mediante el cultivo de queratinocitos autólogos sobre una matriz de colágeno. El
sustituto cutáneo compuesto se aplica a la herida 2 a 3 semanas después de la recogida de
piel autóloga; mientras tanto, el lecho de la herida se puede preparar con otra capa de sustituto dérmico. Si tiene éxito, esta metodología puede reducir el problema de desgarro
observado con la aplicación de células cultivadas directamente en el lecho de la herida, y
aumenta la elasticidad, flexibilidad y funcionalidad del lecho de la herida.
Reanimación con líquidos
La reanimación con líquidos juiciosa es uno de los mayores retos en el cuidado de las
víctimas con quemaduras agudas. Las quemaduras en más del 20% de la superficie corporal originan un aumento de la permeabilidad y el edema en los tejidos tanto quemados
como no quemados. Los mediadores vasoactivos procedentes de la piel lesionada, como
la histamina, las prostaglandinas y los radicales libres de oxígeno, median un síndrome
de fuga capilar masiva que, en los casos clásicos, dura 24 horas después de la lesión [42].
El shock por quemaduras se caracteriza por hipovolemia persistente que requiere la
modificación continua de la tasa de líquidos intravenosos durante las primeras 24 a
48 horas de hospitalización. Durante los últimos 50 años se han desarrollado varias fórmulas para estimar las necesidades de líquidos del paciente, basadas en el peso corporal
y el área de superficie quemada. Cada fórmula difiere en la cantidad y el tipo de cristaloides y la necesidad de infusión de coloides durante la reanimación. La fórmula más
ampliamente utilizada en los adultos es la de Parkland (o de Baxter) [43], que requiere
la infusión de 4 ml/kg/% del área superficial corporal total (ASCT) quemada, de solución Ringer lactato durante 24 horas. La mitad del volumen se debe administrar durante
las 8 primeras horas y la otra mitad durante las 16 horas siguientes. A lo largo de ese
período, el médico debe revaluar continuamente la respuesta del paciente a la reanimación y ajustar los líquidos para conseguir una presión arterial media superior a 60 mmHg
y diuresis superior a 30 ml/h. En los niños, las reservas de glucógeno bajas y las necesidades de líquidos de mantenimiento se deben compensar mediante el aumento del líquido de reanimación con una solución isotónica de mantenimiento que contenga dextrosa.
Continúa la controversia entre los especialistas en quemaduras sobre el uso de coloides
y su cronología. Los estudios en animales sugieren que la permeabilidad capilar es máxima dentro de las primeras 8 a 12 horas, y puede ser exacerbada por la administración de
coloides [42,44]. Los centros que usan sistemáticamente coloides suelen administrarlos
más tarde en la fase de reanimación.
Se acepta que las necesidades de líquidos son aumentadas por las quemaduras profundas, la lesión por inhalación, las enfermedades coexistentes, las lesiones asociadas y el
retraso de la reanimación [45]. Las fórmulas sólo sirven como guías iniciales, y el mantenimiento de la diuresis (0,5 ml/kg/h en los adultos y 1 ml/kg/h en los niños) constituye el
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mejor marcador de la perfusión adecuada de los órganos terminales. No satisfechos con
sólo la guía de la diuresis, muchos investigadores han pretendido mejorar la terapia dirigida a objetivos durante la reanimación. A pesar del atractivo de la monitorización hemodinámica invasiva y el deseo natural de aumentar el suministro de oxígeno, un ensayo aleatorio prospectivo bien diseñado no demostró ventaja alguna de la reanimación guiada por
la precarga [46]. Los pacientes con reanimación guiada por la precarga mostraron presiones de llenado centrales y volúmenes intratorácicos de sangre igualmente bajos que los
pacientes reanimados mediante la fórmula de Parkland. Los autores concluyeron que el
volumen de líquido adicional (60% por encima de los cálculos iniciales) administrado al
grupo «precarga» se fugó fuera del espacio intravascular y contribuyó al edema periférico.
Aunque el Dr. Baxter destacó repetidamente que la mayoría de los pacientes podían
ser reanimados con 3,7 a 4,3 ml/kg/% ASCT quemada, informes recientes describen
volúmenes de reanimación medios significativamente superiores a las necesidades teóricas, tan altos como 8 ml/kg/% ASCT [47,48]. Este fenómeno ha sido denominado «deslizamiento de líquido». Las explicaciones propuestas para esta discrepancia incluyen no
reducir las tasas de líquidos cuando la diuresis supera los 0,5 ml/kg/h, uso de monitores
invasivos para guiar la reanimación y administración de dosis más grandes de opioides
para controlar el dolor de las quemaduras (lo que se conoce como «deslizamiento de
opioides») [49]. Es posible que la naturaleza de las lesiones por quemadura y por inhalación haya evolucionado; los pacientes afectados por explosiones de metanfetamina pueden ejemplificar esa evolución, puesto que en los casos característicos requieren grandes
volúmenes para la reanimación [50]. No está claro si la administración de volúmenes más
altos de líquido guarda relación con la mejoría de la supervivencia. En comparación con
la década de 1950, la insuficiencia renal aguda, una secuela habitual de la reanimación
insuficiente, es infrecuente cuando la reanimación se inicia pronto, y la muerte por fracaso de la reanimación es todavía más rara. La reanimación con volumen excesivo genera
sus propias complicaciones. El edema se puede hacer suficientemente intenso en las
extremidades no quemadas como para necesitar escarotomías y, en ocasiones, fasciotomías [51]. El edema del tejido pulmonar puede conducir a insuficiencia respiratoria aguda
[52]. El edema intestinal y mesentérico se manifiesta como hipertensión intraabdominal;
puede ser necesario liberar las fascias para tratar el síndrome de compartimento abdominal [53,54]. El edema también se puede hacer sintomático en las órbitas, a juzgar por el
aumento de la presión intraocular y la necesidad de cantotomía lateral [55].
En la actualidad se están investigando varias estrategias para mitigar el «deslizamiento de líquidos». Por ejemplo, la medición horaria de la diuresis ha sido objeto de críticas,
ya que el intervalo por horas se elige de modo arbitrario, por razones de conveniencia. Un
reciente estudio en animales sugirió que un sistema de circuito cerrado automático, que
ajusta la administración de líquidos a la medición continua de la diuresis, puede disminuir
las fluctuaciones originadas por la intervención humana [56]. Estos sistemas pueden ser
adaptados para usar información adicional, como las mediciones de la presión arterial o
el defecto de base, para guiar las necesidades de reanimación. También existe un interés
considerable por la terapia antioxidante, puesto que la peroxidación de los lípidos de
membrana y los radicales libres de oxígeno son componentes mayores de la fisiología del
shock por quemaduras [57]. Los ensayos en animales y los estudios clínicos sugieren que
los antioxidantes reducen las necesidades de líquidos y el edema de las heridas por
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quemaduras durante la reanimación [58,59]. La administración temprana de tocoferol y
ascorbato a pacientes traumatológicos quirúrgicos en situación crítica también acorta la
duración de la ventilación mecánica y disminuye la incidencia de fracaso multiorgánico
[60]. La terapia antioxidante como complemento para la reanimación de los quemados
necesita una validación prospectiva multicéntrica a gran escala antes de ser aceptada
como pauta de tratamiento. Otra estrategia interesante es el intercambio de plasma, que
teóricamente elimina los mediadores inflamatorios de la circulación sistémica. Aunque
Warden et al [61] describieron hace más de 20 años el uso del intercambio de plasma para
el rescate de pacientes en los que fracasaba la reanimación, todavía se carece de estudios
confirmadores para explicar los mecanismos de acción o los beneficios clínicos.
Lesión por inhalación y tratamiento de cuidados intensivos
Las lesiones por quemadura de las vías respiratorias se pueden clasificar en dos tipos:
lesión térmica de la vía aérea superior y lesión química de las vías aéreas inferiores. La
intoxicación por monóxido de carbono probablemente se deba clasificar como una intoxicación sistémica en la que los pulmones actúan como puerta de entrada. Los médicos
agrupan con frecuencia las tres entidades bajo el término «lesión por inhalación» debido a que pueden coexistir, por ejemplo, en caso de exposición al fuego en un espacio
cerrado. El diagnóstico de quemadura de la vía aérea superior puede establecerse con
facilidad mediante la evaluación de la ronquera o del estridor y el examen de la faringe
posterior en busca de edema o necrosis de la mucosa. Las lesiones de las vías respiratorias inferiores pueden diagnosticarse mediante visualización directa (fibrobroncoscopia), indicios de desequilibrio ventilación/perfusión (gammagrafía de ventilación con
xenón) o demostración radiográfica de inflamación y obstrucción de las vías aéreas
pequeñas (TC) [62-64]. El estudio con xenón tiene sobre todo interés histórico, y la
información adicional proporcionada por la TC tiene un valor clínico cuestionable. El
transporte del paciente a la sala de radiología durante la reanimación es complicado y, a
veces, peligroso. Aunque la broncoscopia confirma el diagnóstico clínico de lesión por
inhalación, rara vez altera la asistencia clínica.
El diagnóstico de intoxicación por monóxido de carbono puede establecerse con facilidad por el nivel sérico de carboxihemoglobina. La administración de oxígeno al 100%
reduce la semivida de la carboxihemoglobina desde 4 horas (con O2 al 21%) hasta aproximadamente 45 minutos. En la práctica, muchos pacientes con intoxicación por monóxido de carbono tienen valores normales cuando llegan al centro de quemados. Los defensores de la terapia con oxígeno hiperbárico (OHB) han argumentado que el tratamiento
en la cámara hiperbárica disminuye las secuelas neurológicas a largo plazo, incluso con
niveles normales de monóxido de carbono antes del tratamiento. Dos ensayos aleatorios
prospectivos de terapia OHB han proporcionado resultados dispares [65,66]. Scheinkestel et al [65] describieron los tratamientos secuenciales en la cámara durante 3 a 6 días,
y los individuos tratados con oxígeno hiperbárico funcionaron peor en las pruebas neuropsicológicas que los sometidos a tratamiento normobárico. A la inversa, Weaver et al
[66] utilizaron un algoritmo de tratamiento consistente en tres sesiones de OHB dentro de
las 24 horas siguientes a la inclusión, y comunicaron que las alteraciones cognitivas eran
menos frecuentes a las 6 semanas en el grupo OHB y persistieron con el seguimiento al
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cabo de un año. El primer estudio excluyó de modo específico a los pacientes quemados,
mientras que el segundo no incluyó aparentemente lesiones de quemaduras graves, a juzgar por los pocos pacientes hospitalizados (14%) o que necesitaron ventilación mecánica
(8%). La presencia de quemaduras mayores exige reanimación cuidadosa con líquidos,
mientras que la ventilación mecánica impone una complicación logística adicional a los
pacientes colocados en cámaras de OHB. En nuestra propia experiencia, las víctimas con
quemaduras graves e intoxicación simultánea por monóxido de carbono experimentan
tasas altas de complicaciones cuando se intenta la terapia con OHB [67]. El tratamiento
con OHB para la intoxicación por monóxido de carbono probablemente se deba limitar
a los pacientes con quemaduras menores del 15% de la ASCT.
Los pacientes con lesiones por inhalación de las vías aéreas inferiores experimentan
el riesgo de desarrollar el síndrome de dificultad respiratoria aguda, a causa de la lesión
directa de las vías respiratorias, junto con la necesidad de reanimación con un volumen
de líquidos aumentado. Aunque todavía no se ha definido una estrategia de ventilación
óptima para la lesión por inhalación, muchos centros de quemados han adoptado volúmenes corrientes menores y presiones mantenidas en la vía aérea reducidas para tratar el
síndrome de dificultad respiratoria aguda, sobre la base de los datos convincentes obtenidos por el grupo Acute Respiratory Distress Syndrome Network [68]. Aunque el uso
«profiláctico» de una estrategia de ventilación protectora del pulmón en la lesión por
inhalación es una idea atractiva, los intentos previos no han conseguido demostrar beneficios clínicos en los pacientes con riesgo de sufrir el síndrome de dificultad respiratoria
aguda [69]. Para el pequeño número de pacientes con oxigenación deficiente en contextos convencionales, la ventilación oscilatoria a alta frecuencia puede mejorar de forma
importante la oxigenación mientras se resuelve el síndrome de dificultad respiratoria
[70,71]. Se ha demostrado que varias intervenciones farmacológicas destinadas a disminuir el espasmo de las vías aéreas, evitar la obstrucción de esas vías y mejorar la eliminación de restos, tienen éxito de forma variable en modelos animales de lesión por inhalación de las vías aéreas inferiores. Entre esas estrategias se incluyen fragmentación del
moco (N-acetilcisteína), broncodilatación (agonistas β2, óxido nítrico), disolución
del coágulo (antitrombinas, activador del plasminógeno tisular y heparina), reducción de
la turbulencia del flujo (ventilación parcial con líquido) e inhibición de la inflamación
(fármacos antiinflamatorios esteroideos y no esteroideos) [72-77]. La adopción generalizada de cualquiera de esos fármacos espera la confirmación con pruebas de nivel I.
La ventilación mecánica prolongada complica con frecuencia el tratamiento de las
quemaduras grandes con o sin lesión por inhalación. El debate sobre la traqueostomía
comparada con la intubación translaríngea sigue sin resolverse, debido a la ausencia de
estudios prospectivos con comparación apropiada [78-81]. Para obtener cualquier beneficio de la traqueostomía, este procedimiento se debe realizar en fases tempranas de la
evolución del paciente. Sin embargo, los signos predictores del éxito en la desconexión
del ventilador son, con frecuencia, inexactos, y la traqueostomía puede causar morbilidad.
La comparación de la evolución también es difícil, puesto que todos los pacientes con traqueostomía son cambiados a intubación translaríngea, y la evaluación exacta de las complicaciones traqueales a largo plazo sólo se puede hacer mediante fibrolaringoscopia en
todos los pacientes estudiados. Es probable que los centros de quemados individuales permanezcan atrincherados en el lado conservador o agresivo del debate sobre la traqueos-
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tomía. Dada la ausencia de pruebas de clase I, las recomendaciones para el control de la
vía respiratoria deben incluir opciones en vez de pautas de tratamiento clínico.
Anemia
Las víctimas de quemaduras hospitalizadas desarrollan anemia a causa de hemodilución, supresión relativa de la médula ósea y extracción frecuente de sangre para pruebas
de laboratorio. La escisión precoz de la escara, en la actualidad ampliamente aceptada
como norma de tratamiento para las quemaduras en Norteamérica, se ha asociado de
forma tradicional con una pérdida quirúrgica de sangre significativa [82]. La transfusión
de sangre es un tratamiento de rescate en algunas circunstancias, pero tiene inconvenientes potenciales, como la transmisión de virus, las reacciones transfusionales y los
efectos inmunosupresores. Los leucocitos «pasajeros» presentes en los concentrados de
hematíes transfundidos son componentes críticos de la inmunomodulación [83]. La
transfusión de sangre libre de leucocitos reduce la incidencia de infección en pacientes
sometidos a cirugía cardíaca y no cardíaca [84,85]; sin embargo, la validez de esta metodología en los pacientes lesionados sigue sin estar demostrada. En un estudio retrospectivo multicéntrico sobre el uso de sangre en centros de quemados, Palmieri et al [86]
comunicaron que los pacientes con quemaduras en más del 20% de la superficie corporal recibieron una media de 14 unidades de concentrados de hematíes durante el curso
de la hospitalización, y sugirieron que los requisitos de transfusión aumentaron de modo
independiente el riesgo de infecciones y mortalidad. Los métodos desarrollados para
reducir la pérdida de sangre intraoperatoria incluyen uso de torniquetes, vendajes de
compresión y elevación de las extremidades, aplicación de sustancias hemostáticas y
almohadillas empapadas de adrenalina para escindir las heridas, y la infusión subcutánea de adrenalina diluida bajo la escara y los sitios donantes [82,87]. Con la acumulación de los datos que subrayan la seguridad de la anemia relativa (hemoglobina 7 g/dl)
en los pacientes con enfermedad crítica [88,89], los centros de quemados están aceptando gradualmente niveles de hemoglobina mantenidos más bajos fuera del quirófano. La
tendencia actual es adoptar una política de transfusiones restrictivas basadas en las necesidades demostradas de los pacientes de manera individualizada.
La necesidad de profilaxis de las trombosis venosas profundas y de las embolias pulmonares en los pacientes quemados, sigue sin resolverse. Aunque la enfermedad tromboembólica fue considerada históricamente como un hecho infrecuente en los pacientes
quemados, informes recientes documentan una incidencia variable de trombosis venosa
profunda/émbolos pulmonares en esta población de pacientes, proporcional a la frecuencia de exámenes con ecografía Doppler, realizados como un sistema de cribado
seriado o de forma selectiva basada en la sintomatología [90-92]. Los dispositivos de
compresión son de valor dudoso, y su aplicación es poco tolerada por los individuos con
heridas abiertas en las extremidades inferiores. La administración de heparina y de fármacos relacionados debe sopesarse frente a sus efectos secundarios. En especial, la
trombocitopenia inducida por heparina ha emergido como una complicación reconocida en la unidad de quemados [93,94]. La trombocitopenia inducida por heparina es un
estado protrombótico grave que se asocia con complicaciones temibles, como necrosis
digital, pérdida de miembros e incluso muerte. La eficacia de anticoagulantes alternati-
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vos, como los derivados de la heparina de bajo peso molecular y los pentasacáridos,
todavía no ha sido evaluada. Son necesarios estudios prospectivos a gran escala para
poder definir las indicaciones y los fármacos más eficaces para la profilaxis de la trombosis venosa profunda/embolias pulmonares en los pacientes quemados.
Modulación del hipermetabolismo posterior a las quemaduras
Las quemaduras de más del 25% de la ASCT se asocian con un estado hipermetabólico que
se desarrolla durante los cinco primeros días y persiste hasta que las heridas han curado por
completo. A veces dura hasta un año después de la lesión [95]. El catabolismo de las proteínas es una característica especialmente perjudicial de esta respuesta: la pérdida de masa
corporal magra representa una barrera para la rehabilitación en todos los pacientes y retrasa el crecimiento normal en los niños quemados. La escisión quirúrgica temprana de la herida y el injerto cutáneo sigue siendo la forma más expeditiva de reducir la carga inflamatoria impuesta por la herida. El tratamiento habitual en la unidad de cuidados intensivos para
quemados debe incluir también estrategias terapéuticas diarias específicas para controlar el
hipermetabolismo. El mantenimiento de temperaturas ambientales templadas (33 ºC) reduce en parte la pérdida térmica obligada creada por la fiebre [96]. El suplemento nutricional
debe ser instituido pronto en la evolución del paciente, de modo ideal durante la fase de reanimación y antes de que aparezca íleo. La alimentación enteral inicial se puede basar en las
necesidades estimadas, y más adelante se ajusta mediante calorimetría indirecta. La prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento de las infecciones representan una tarea
diaria en los pacientes quemados. Dos evaluaciones aleatorias prospectivas recientes realizadas por Van den Berghe et al [99,100] han demostrado que el mantenimiento de la normoglucemia por medio de infusión continua de insulina es deseable en todos los pacientes
críticos, debido a que disminuye la incidencia de infecciones y reduce la mortalidad.
Durante la fase de recuperación, un programa de rehabilitación que incluya ejercicio
contra resistencia añade no sólo masa corporal magra sino también fuerza muscular
[101,102]. Las sustancias farmacológicas que ayudan a conservar y restaurar la masa
corporal magra proporcionan complementos para modular el hipermetabolismo posterior a las quemaduras. La evaluación prospectiva de la hormona de crecimiento recombinante (administrada durante un año) mediante un ensayo doble ciego en niños con
quemaduras graves, sugirió que los sujetos tratados ganaban más masa corporal magra,
altura y contenido mineral óseo que los controles [103]. Los beneficios de la hormona
del crecimiento no son aplicables a los adultos, debido a que la hiperglucemia representa un efecto secundario habitual en este grupo [104]. La oxandrolona, un análogo de la
testosterona, es un esteroide anabólico con potencial virilizante reducido [105,106]. Un
ensayo prospectivo de la oxandrolona en niños demostró la mejoría del equilibrio neto
de proteínas después de una semana de administración [107]. En un ensayo controlado
con placebo y aleatorio, completado recientemente, los adultos tratados con oxandrolona experimentaron menor duración de la estancia hospitalaria, en comparación con el
grupo placebo [108]. Aunque son muchos los factores capaces de influir en la duración
de la estancia, el estudio sugiere un beneficio de la oxandrolona. El propranolol, un β-bloqueador no selectivo, reduce la taquicardia, el gasto de energía y la utilización de sustrato, y previene la infiltración grasa del hígado [95,109]. En un estudio aleatorio de
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25 niños, Rendón et al [110] demostraron que el propranolol atenuaba el efecto del
hipermetabolismo, al frenar el catabolismo de las proteínas musculares. El betabloqueo
también constituye una estrategia atractiva para los adultos en los que la taquicardia es
indeseable y peor tolerada en los pacientes con enfermedad cardíaca previa. Se necesitan más ensayos para evaluar la eficacia y la seguridad del propranolol en los adultos.
Lesiones por electricidad
Las quemaduras eléctricas representan una minoría de los ingresos en las unidades de
grandes quemados, pero muchas veces causan morbilidad grave, aparte de las lesiones
cutáneas obvias. En particular, las lesiones por alto voltaje (definido arbitrariamente
como > 1.000 V) pueden conducir a disritmias temporales en los supervivientes, asociarse con traumatismos cerrados graves y causar destrucción de tejidos profundos.
Otros trastornos pueden manifestarse de forma tardía: dos secuelas a largo plazo descritas habitualmente son la neuropatía periférica motora o sensorial, y la aparición de
cataratas [111,112]. La mayoría de los pacientes con quemaduras eléctricas son varones
jóvenes lesionados en el trabajo (p. ej., trabajadores de la construcción, electricistas y
guardavías). La lesión y la discapacidad en este grupo demográfico conllevan la pérdida
importante de salarios y costes médicos significativos [113,114]. No existen pruebas de
clase I para respaldar el tratamiento estandarizado de las quemaduras eléctricas. Los tratamientos disponibles recomiendan monitorización mediante telemetría de 24 horas para
todos los pacientes con lesiones por alto voltaje, y para aquellos con lesiones por bajo
voltaje con alteraciones en el ECG inicial [115]. Algunos datos, sin embargo, sugieren
que la monitorización de las lesiones por alto voltaje con ECG inicial normal puede ser
superflua [116]. Las lesiones eléctricas profundas generan rabdomiólisis y mioglobinuria. En este contexto se debe titular la reanimación con líquidos para mantener una diuresis de 100 ml/h hasta que la orina aparezca clínicamente clara. La insuficiencia renal
aguda por mioglobinuria es infrecuente, a menos que se retrase la reanimación. Se han
propuesto varios métodos para favorecer el aclaramiento renal de la mioglobina, entre
ellos la alcalinización de la orina y la diuresis osmótica con manitol [117]. No se ha
demostrado el valor de esas medidas complementarias; representan prácticas de centros
individuales, y seguirán en ese estado hasta que la prueba prospectiva valide su beneficio en comparación con la reanimación simple mediante solución cristaloide isotónica.
La fasciotomía temprana y el desbridamiento quirúrgico del músculo necrótico pueden
estar indicados si la acidosis grave y la mioglobinuria no mejoran con rapidez mediante la
reanimación agresiva; la atención será óptima en un centro para quemados, en el que esas
alteraciones puedan ser vigiladas de cerca por un cirujano especialista en quemados. Aunque la mayoría de los miembros pueden ser salvados mediante el diagnóstico precoz del síndrome compartimental y fasciotomías, en ocasiones pueden ser necesarios el desbridamiento mayor y la amputación temprana [118]. Aunque se ha propuesto la fasciotomía
sistemática, una revisión de las tendencias nacionales en el tratamiento de los pacientes con
quemaduras eléctricas proporciona soporte a la descompresión selectiva [119]. Mann et al
[113] encontraron que la mayoría de los pacientes con lesiones de alto voltaje (70%) no
necesitaban una intervención urgente, y que no se necesitaron amputaciones entre los
pacientes monitorizados. La monitorización consiste en evaluaciones clínicas seriadas de la
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perfusión tisular y la función nerviosa periférica en las extremidades de alto riesgo. El uso
de la gammagrafía con tecnecio no ha obtenido amplia aceptación, y la prueba resulta excesivamente sensible para detectar el daño de los tejidos profundos [120]. La fibrosis es el
resultado final de la necrosis limitada del tejido profundo, mientras que el desbridamiento
demasiado agresivo puede introducir infección y aumentar el riesgo de amputación.
Rehabilitación y reconstrucción
Al aumentar el número de supervivientes de quemaduras graves, la reincorporación con
éxito a la sociedad se convierte en el siguiente reto importante. Un programa coordinado
con participación de cirujanos, fisiatras, pediatras, terapeutas laborales, fisioterapeutas,
especialistas en rehabilitación y psicólogos es esencial para la rehabilitación con éxito.
Quizás debido a su resistencia y capacidad de adaptación, los niños se recuperan bien
incluso después de quemaduras graves. Sheridan et al [121] comunicaron que la mayoría
de los niños tratados en el Shriners Burn Institute (Boston), que había sobrevivido a quemaduras masivas (≥ 70% ASCT), se convirtieron en miembros integrados en la sociedad.
En su serie, sin embargo, el 20% de los pacientes tenían puntuaciones físicas por debajo de
lo normal, lo que indica que este grupo tenía secuelas persistentes. En los adultos, un dato
importante puede ser la reincorporación al trabajo. Sin embargo, existe poca información
en la literatura médica sobre este tema. Una reciente revisión llevada a cabo en dos centros
comunicó que el tiempo medio de ausencia del trabajo fue, aproximadamente, de 12 semanas, y que el 90% de los pacientes habían recuperado el empleo a los 2 años [122]. Vale la
pena destacar que sólo el 37% de los pacientes volvieron al trabajo previo a la lesión sin
necesidad de adaptaciones. Varios factores contribuyeron a ese resultado: tamaño de las
quemaduras, localización de las quemaduras e historia psiquiátrica. Un resultado relacionado, pero rara vez comunicado, es la discapacidad. Los métodos estándar para calcular la
discapacidad física no son ampliamente usados en la asistencia a los quemados, debido a
que requieren cálculos laboriosos (calificación del deterioro de la persona completa) o
inversión inicial en equipo caro (27.000 dólares para el sistema Dexter Evaluation)
[123,124]. La evaluación psicológica es otro componente importante de la calificación de
discapacidad. Se están realizando esfuerzos en este campo para conseguir instrumentos
apropiados que permitan calibrar la calidad de vida en los supervivientes de quemaduras.
La actual colaboración multicéntrica Burn Injury Rehabilitation Model System Program,
subvencionada por el National Institute of Disability and Rehabilitation Research, ha
aumentado la percepción de las necesidades de los supervivientes de quemaduras por parte
de los asistentes y de los propios pacientes; a pesar del progreso desde su introducción, se
puede hacer mucho más para mejorar la recuperación funcional de estos pacientes.
La cirugía reconstructora es esencial para el proceso de rehabilitación, puesto que
ayuda a restaurar la función y la imagen corporal. Los problemas de la cicatrización hipertrófica y la contractura siguen planteando retos importantes a los cirujanos reconstructores. Es posible el desarrollo de cicatrices hipertróficas en las áreas quemadas curadas, los
sitios injertados e incluso en los sitios donantes. Las estrategias preventivas usadas habitualmente destinadas a reducir las cicatrices elevadas incluyen la terapia de presión, la aplicación tópica de gel de silicona y el masaje [125-127]. Faltan estudios prospectivos bien
diseñados para respaldar el uso de esas modalidades. Los pacientes con grandes quema-
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duras pueden necesitar varias revisiones de las cicatrices a lo largo de la vida, debido a que
cada intervención proporciona pequeños beneficios adicionales de la función y el aspecto.
Por desgracia, el conocimiento actual de la fisiopatología de la cicatrización hipertrófica
sigue siendo limitado, puesto que muchos estudios previos han investigado cicatrices
maduras en vez de cicatrices en evolución. Todavía no existe un modelo animal estándar
para la cicatrización hipertrófica. Los trabajos de laboratorio recientes se han centrado en
la hembra del cerdo Duroc rojo, y se han hecho múltiples intentos de validar las semejanzas de la cicatrización cutánea entre ese modelo y los humanos [128-130].
Acceso al tratamiento de las quemaduras
El éxito del tratamiento actual de las quemaduras, caracterizado por la mejoría de la
supervivencia y la recuperación de la función previa a la lesión, está íntimamente relacionado con el desarrollo de centros de quemados especializados. El centro de quemados no es sólo «una zona del hospital» sino un sistema de asistencia que incluye infraestructura especializada, asistentes altamente cualificados y algoritmos de tratamiento
especialmente adaptados a las necesidades peculiares de las víctimas de quemaduras. El
centro de quemados debe estar equipado para suministrar todos los aspectos de la atención a los quemados, desde el control inicial y la cobertura de la herida quirúrgica aguda,
hasta la rehabilitación concienzuda y la reconstrucción a largo plazo. De modo similar a
otras áreas de la medicina en las que se ha demostrado una relación entre volumen de
casos y calidad de los resultados, parece suceder lo mismo en los centros de quemados.
Ese proceso ha impulsado la regionalización del tratamiento de quemados en las 2 décadas pasadas; muchos centros con escaso volumen están cerrando y envían a los
pacientes con lesiones importantes a centros de quemados regionales para el tratamiento definitivo. La American Burn Association ha participado de forma activa en esa transformación, mediante la generación de criterios para el envío a centros de quemados
(cuadro 1). La American Burn Association en colaboración con el American College of
Surgeons también ha establecido un programa de verificación de centros de quemados
durante aproximadamente 2 décadas. Hasta ahora, 43 de los 139 centros de quemados listados en Estados Unidos han sido certificados mediante ese proceso, y es probable que continúen sirviendo como centros de excelencia en el futuro previsible.
La atención especializada para quemados ha creado una demanda de asistentes altamente cualificados, incluyendo cirujanos, enfermeras, terapeutas, psicólogos, farmacéuticos y psiquiatras de rehabilitación para formar un equipo de atención multidisciplinario. Los puestos de cirujanos de quemados suelen ser ocupados por profesionales que
han completado la formación en cirugía general o cirugía plástica. Su ámbito de práctica, sin embargo, también incluye componentes de tratamientos críticos pediátricos y
quirúrgicos. Los cirujanos interesados en la asistencia a quemados suelen buscar formación adicional a través de cursos para posgraduados. Aunque el número de esos especialistas sólo suele ser de cinco a siete por año, muchos puestos de los cursos para posgraduados no son ocupados. La situación es similar para otros especialistas del equipo
de quemados. Existe escasez de terapeutas expertos para quemados, debido a que la
competencia en este campo requiere muchos meses de entrenamiento práctico, y los
puestos ofrecidos pueden permanecer vacantes durante períodos de tiempo indefinidos.
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Cuadro 1. Criterios de envío a la unidad de quemados
de la American Burn Association
1. Quemaduras de grosor parcial > 10% ASCT
2. Quemaduras que afectan a manos, cara, pies, genitales, periné
o articulaciones mayores
3. Quemaduras de tercer grado (grosor completo) en cualquier grupo
de edad
4. Quemaduras eléctricas, entre ellas las lesiones por rayo
5. Quemaduras químicas
6. Lesiones por inhalación
7. Lesión por quemadura en pacientes con trastornos médicos previos, que pueden complicar el tratamiento o la recuperación
o afectar a la mortalidad
8. Pacientes con quemaduras y traumatismos simultáneos en los
que la lesión por quemadura conlleva el mayor riesgo de morbilidad o mortalidad
9. Los niños quemados en hospitales sin personal ni equipo cualificados para el tratamiento de los niños
10. Lesiones por quemaduras en pacientes que requieren intervención
especial social, emocional o de rehabilitación a largo plazo
Adaptado de American Burn Association. Burn unit referral criteria. Disponible
en http://www.ameriburn.org. Visitado el 30 de junio de 2006.
Sigue sin estar claro si esa realidad conducirá a la escasez de profesionales cualificados
o creará un ímpetu adicional para la regionalización.
El uso a gran escala del transporte aéreo para los pacientes quemados comenzó
durante la guerra de Vietnam, en la que las víctimas con quemaduras eran trasladadas al
Brooke Army Medical Center, en San Antonio, Texas. Desde aquella época, el transporte aéreo se ha convertido en más sofisticado, especialmente con la adición de respiradores que no estaban disponibles en la época de la guerra de Vietnam. El transporte/traslado por aire a grandes distancias requiere buena comunicación y coordinación entre el
centro de origen y el de destino, y personal bien formado en la fase prehospitalaria del
tratamiento. Aunque nuestro centro de quemados regional cubre la cuarta parte del territorio de Estados Unidos, los resultados en los pacientes trasladados a larga distancia son
equivalentes a los obtenidos en los que ingresan directamente en el centro [131].
La regionalización del tratamiento crea también dos retos adicionales: 1) la clasificación correcta de los pacientes, y 2) la coordinación del transporte, en ocasiones a grandes distancias. Se acepta desde hace tiempo que los médicos de origen suelen subestimar o sobreestimar el área superficial quemada, lo que conduce a un tratamiento inicial
incorrecto, aumenta la morbilidad y la mortalidad, y causa el uso innecesario de los sistemas de transporte aéreo. La clasificación inicial de las quemaduras parece muy ade-
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cuada para la consulta por videoconferencia, puesto que la mayoría de las lesiones pueden ser evaluadas con rapidez por un médico experto situado en un lugar remoto. Varios
centros de quemados de Estados Unidos y del extranjero han adquirido experiencia en la
aplicación de la telemedicina para el tratamiento inicial y el seguimiento de los pacientes quemados [132-134]. Las ventajas comunicadas incluyen mejor acceso al tratamiento en zonas rurales y otras áreas con escasa atención médica, ahorro de costes al disminuir los transportes aéreos para quemaduras menores, mayor satisfacción del paciente al
disminuir los gastos de viajes y más tiempo pasado con los cuidadores. El ahorro de gastos se aplica, sobre todo, al paciente, mientras que la tecnología de videoconferencia
tiene un coste importante para los sistemas de atención sanitaria, debido a las inversiones en infraestructura, los costes de mantenimiento y los gastos de comunicación. Otros
autores han descrito el uso del correo electrónico, incluyendo fotografías, para la comunicación de los datos del paciente. Hasta ahora, las normas reguladoras han ido por
detrás de la tecnología y quedan muchos temas por resolver, como la confidencialidad
del paciente, la autorización y acreditación, la responsabilidad por negligencia profesional de los asistentes y los acuerdos de reembolso que puedan compensar el coste de la
telemedicina. Está claro que este campo representa un avance muy interesante en
la atención a los quemados, y es probable que madure a lo largo de los próximos años.
Planificación para desastres con quemaduras
Los desastres de masas causados por explosiones o incendios estructurales originan, en los
casos clásicos, un gran número de víctimas con quemaduras. El incendio del club nocturno Rhode Island Station el 20 de febrero de 2003 ocasionó 100 muertos y 215 lesionados, más de 50 de ellos con quemaduras graves [136]. Los ataques terroristas del 11 de
septiembre de 2001 fueron tan letales que el número de supervivientes lesionados resultó
realmente pequeño. A pesar de todo, la tercera parte de los pacientes lesionados en New
York City necesitaron tratamiento por quemaduras graves [137]. Podemos imaginar que si
las torres del World Trade Center no se hubiesen hundido, el número de víctimas quemadas hubiese sido mucho más alto. El tratamiento óptimo de las víctimas con quemaduras
sigue una secuencia de clasificación rápida y correcta en el lugar de los hechos, atención
de cuidados intensivos, procedimientos de escisión de las quemaduras y cobertura de las
heridas, y, por último, rehabilitación. Por todas esas razones, el acceso temprano a la asistencia especializada para los pacientes quemados tiene una importancia fundamental.
La clasificación de las víctimas en el lugar de los hechos conlleva, naturalmente, la
activación de los sistemas de respuesta estatales y locales. Para aumentar las capacidades
locales, el gobierno federal puede desplegar equipos de asistencia médica para desastres
en la escena de los acontecimientos. Los equipos especializados en quemaduras son un
tipo especial de equipos de asistencia médica para desastres, compuestos por personas con
experiencia en quemaduras, para proporcionar la ayuda necesaria en el tratamiento inicial
de las víctimas. En la actualidad, se dispone de cuatro equipos especializados en quemaduras regionales, preparados para el despliegue por la autoridad federal. Los equipos especializados en quemaduras fueron desplegados después del ataque al World Trade Center el
11 de septiembre, y sirvieron para complementar los recursos locales después del incendio
del club nocturno de Rhode Island. La última capa de este sistema de respuesta escalona-
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da conlleva soporte militar para la autoridad civil, mediante la activación de los equipos de
respuesta médica especial del ejército de Estados Unidos. En la actualidad, existen dos
equipos de respuesta médica especializados en quemaduras, con base en San Antonio,
Texas, pero hasta ahora no han sido usados nunca para catástrofes masivas civiles en Estados Unidos. Debido a que los equipos de respuesta médica especial poseen capacidad de
evacuación por aire a largas distancias, pueden resultar invalorables para la clasificación
secundaria y el traslado de las víctimas fuera de las áreas del desastre.
Si el número de víctimas supera en un 50% la capacidad máxima (capacidad pico), se
agotarán con rapidez los recursos de los centros de quemados locales, por lo que la American Burn Association ha propuesto un sistema único de clasificación de las víctimas con quemaduras de catástrofes masivas [138]. La clasificación primaria se realiza de acuerdo con los
planes de activación estatales y locales, con envío de los pacientes a un centro de quemados
dentro de las primeras 24 horas. La clasificación secundaria consiste en la transferencia coordinada de pacientes desde un centro de quemados a otro después de alcanzar la capacidad
pico. En el caso de que las víctimas superen la capacidad de los recursos locales y nacionales, pueden ser clasificadas de acuerdo con la probabilidad de supervivencia, que concede
prioridad al tratamiento de los pacientes con las mayores probabilidades de supervivencia.
Investigación sobre las quemaduras
Un principio central de cualquier centro de quemados debe ser su labor de educación e
investigación. El trastorno fisiológico causado por la lesión de quemadura puede ser
mayor que cualquier otro tipo de lesión del cuerpo humano. Es un modelo que conduce
por sí mismo al estudio, y puede ser replicado en el laboratorio. En 2006, la publicación
oficial de la American Burn Association adoptó el nuevo nombre de Journal of Burn
Care and Research. Ese cambio subrayó la necesidad de investigación adicional para
validar las prácticas actuales y examinar preguntas todavía no respondidas en nuestro
campo. En la arena clínica merecen mención varios proyectos, debido a que adoptan el
concepto de economía de escala para la investigación orientada al paciente. En primer
lugar, la organización del National Burn Repository ha creado una gran base de datos de
pacientes accesible para la investigación. En segundo lugar, muchos centros de Estados
Unidos han organizado grupos de ensayos multicéntricos sobre quemaduras. Sus trabajos han conducido a publicaciones valiosas sobre prácticas de transfusión [85], tratamiento del síndrome de necrólisis epidérmica tóxica [107] y validación de la oxandrolona como fármaco anabólico [86,108,139]. Inflammation and the Host Response to
Injury es un importante programa multicéntrico subvencionado por el National Institute
of Health que incluye a pacientes traumatológicos y quemados. Este proyecto ambicioso intenta correlacionar las respuestas genómicas y proteómicas con las perturbaciones
fisiológicas observadas a la cabecera de la cama. Por último, el sistema de modelo de
lesión por quemadura es un proyecto multiinstitucional fundado por el National Institute of Disability and Rehabilitation Research (http://bms-dcc.uchsc.edu) para evaluar los
resultados longitudinales después de quemaduras mayores. En el mejor caso, los intentos actuales de investigación en el laboratorio, la ciencia básica aplicada y el análisis de
resultados, proporcionarán las necesarias pruebas de clase I a fin de crear pautas de tratamiento para las quemaduras durante la próxima generación.
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