Cristóbal Henestrosa · Una droga peligrosa Foro: Ciudad de México · Tema: Salud Pública y prevención Hoy quiero hablarles de una droga peligrosa. Una droga cuyo uso muchas veces nos parece sin mayores consecuencias, cuando la realidad es muy distinta. Una droga que en el último año ha sido consumida por 55.7% de los mexicanos entre 12 y 65 años. Una droga que es referida como la primera que probó el 43% de la población que acude a centros de tratamiento y rehabilitación, así como la primera droga que esta población señala como la que le causa mayores daños, con 37.6%.1 Una droga que incrementa en 900% la probabilidad de ser responsable de un accidente automovilístico fatal.2 Una droga que es, por mucho, la más frecuente entre los decesos ocurridos bajo el efecto de una sustancia, con 77%.3 Una droga que, de acuerdo con la Encuesta a Población en Reclusión del Sistema Penitenciario Federal, fue consumida por 17.3% de los reclusos en las seis horas previas a cometer su delito.4 Esa droga peligrosa de la que hablo es el alcohol. Es legal, sí, pero se trata de una droga de acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud.5 Y, si se comparan los daños del alcohol con los de la marihuana, 1 2 3 4 5 Citado en Juan Ramón de la Fuente y otros, Marihuana y salud, México, Fondo de Cultura Económica, 2015, p. 99, a partir de información del Informe 2011 del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (Sisvea). Ibid., p. 240. Ibid., p. 244. Ibid., pp. 233-234. «En medicina se refiere a toda sustancia con potencial para prevenir o curar una enfermedad o aumentar la salud física o mental y en farmacología como toda sustancia química que modifica los procesos fisiológicos y bioquímicos de los tejidos o los organismos. De ahí que una droga sea una sustancia que está o pueda estar incluida en la Farmacopea. En el lenguaje coloquial, el término suele referirse concretamente a las sustancias psicoactivas y, a menudo, de forma aún más concreta, a las drogas ilegales. Las teorías profesionales (p. ej., “alcohol y otras drogas”) intentan normalmente demostrar que la cafeína, el tabaco, el alcohol y otras sustancias utilizadas a menudo con fines no médicos son también drogas en el sentido de 1 de 10 que es la droga que aquí nos tiene reunidos, comprobaremos que los que causa el alcohol en la sociedad son mayores. Cuadro 1 Mexicanos que la han consumido en el último año AlcoholMarihuana 55.7% 1.2% 43% 14.6% 37.6% 16.2% Presente en los decesos bajo el efecto de alguna droga 77% 7.4% Primera droga que probó la población que acude a tratamiento y rehabilitación Droga que causa más daño a la población que acude a tratamiento y rehabilitación Incremento de probabilidad de ser responsable de un accidente automovilístico fatal Delitos cometidos en horas previas a su consumo 900% 100%6 17.3% 7.5% El alcohol es una sustancia cuyo uso recreativo se permite en la mayor parte de países, y el de la marihuana no. A la luz de estos datos, es claro que deberíamos, al menos, replanteárnoslo. Mi argumento principal es que nuestra relación con el alcohol puede dar mucha luz acerca de cómo enfrentar el consumo de marihuana en la sociedad. Todos conocemos personas que beben alcohol sin desarrollar un consumo problemático ni dependencia. Nosotros mismos probablemente formamos parte de ese grupo. Sabemos que en dosis moderadas posee beneficios indudables: a algunos les facilita la interacción con otras personas, a algunos los relaja, a algunos los alegra. Se bebe alcohol para celebrar, para aminorar las penas… Razones que, por cierto, no son muy distintas de las que reportan los usuarios de marihuana.7 6 7 que se toman, el menos en parte, por sus efectos psicoactivos». (Organización Mundial de la Salud, Glosario de términos de alcohol y drogas, 1994). Citado en De la Fuente y otros, op. cit., p. 240. «La euforia, la acción relajante y el alivio de la tensión son los efectos más deseados por los 2 de 10 Imaginemos por un momento que el consumo recreativo del alcohol estuviese tan prohibido como hoy lo está el de la marihuana. Imaginemos que no pudiéramos consumir vino en nuestras reuniones de fin de semana, ni cerveza mientras vemos el futbol, ni sidra en navidad. Muchos de los aquí presentes nos hemos permitido una o dos copas en tales situaciones, y no creo mentir si aseguro que han hecho más alegre nuestra vida. Si el gobierno hoy prohibiese el consumo recreativo del alcohol porque hay quien abusa de esta sustancia, ¿qué diríamos? ¿Pensaríamos que es una medida justa? Sinceramente lo dudo mucho. ¿Por qué? Porque sabemos que sí existe el abuso, pero también el consumo responsable, que es mucho más frecuente. Un diabético sabe que el consumo de azúcar lo daña y por eso lo limita. Pero se lo limita a él mismo, no pide que se prohíban las pastelerías. Un alcohólico sabe que el consumo de alcohol lo daña y por eso se lo prohíbe a él mismo, pero no prohíbe las vinaterías. Y, sin embargo, ante la marihuana sí pensamos que, como hay quien puede volverse adicto, debemos prohibir su consumo a todos. Como si con la marihuana de algún modo se volviese imposible el consumo responsable. No es así. De este modo, mientras nos permitimos el placer del alcohol, negamos a los consumidores de marihuana el mismo derecho. ¿Bajo qué argumentos? 1 El consumo de marihuana daña a niños y menores de edad. Y sí, es verdad. También el alcohol. ¿Y por eso hemos prohibido el consumo de alcohol a los adultos? No; hemos prohibido el consumo de alcohol a niños y menores de edad. Una medida similar podría aplicarse para el consumo de marihuana. Incluso podría permitirse únicamente a partir de los 21 años, edad en la que el cerebro ha concluido su desarrollo. 2 Provoca adicción. Y sí, es verdad. Según la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental de los Estados Unidos de América, la dependencia se presentará en alrededor de 9% de sus consumidores.8 En el caso del alcohol, esto ocurrirá en 6.6% de los 8 consumidores de marihuana». Ibid., p. 32.) Ibid., p. 128. 3 de 10 usuarios.9 La diferencia no es mucha en términos de porcentaje pero, si analizamos a cuántas personas equivalen esas cifras, resulta que, como el universo de individuos que consume alcohol es mucho mayor que el que consume marihuana, nos encontramos con que en México existen alrededor de 46.7 millones de personas entre los 12 y 65 años que consumen alcohol (55.7% de los 84 millones que se ubican en ese rango de edad), y que de ellos 3 millones podrían tener algún problema de dependencia (6.6% de 46.7 millones). Para la marihuana, como la consume únicamente el 1.2% de esa misma población (un millón de personas), y de ellos el 9% podría generar dependencia, estaríamos hablando de unas 90 mil personas. Tres millones contra 90 mil: 33 veces más. Subrayo lo anterior para enfatizar que, aunque el alcohol provoca adicción en un número 33 veces mayor de mexicanos que la marihuana, no pensamos en prohibir el consumo recreativo de alcohol. En lo que sí pensamos es en rehabilitar a quienes enfrentan un problema de dependencia. No decidimos de antemano que todos los usuarios serán adictos. Prudentemente esperamos a que el usuario presente un problema y después lo tratamos; no antes. Una medida similar podría aplicarse para el consumo de marihuana. 3 Incrementa el riesgo de accidentes automovilísticos. Y sí, es verdad, pero el alcohol lo incrementa mucho más: decía hace unos minutos que la proporción es de 9 a 1. ¿Y por eso hemos prohibido el consumo de alcohol? No; hemos prohibido que la gente conduzca bajo sus efectos. Una medida similar podría aplicarse para el consumo de la marihuana. 4 Es la «puerta de entrada» para que los jóvenes tengan acceso a sustancias que sí son peligrosas. Hagamos momentáneamente de lado la objeción de que la teoría de la «puerta de entrada» ha recibido numerosas críticas y aceptemos que la marihuana ha sido la droga de inicio para el 14.6% de las personas que después han sido atendidas en centros de tratamiento 9 Encuesta Nacional de Adicciones 2011. Alcohol, p. 26. 4 de 10 y rehabilitación no gubernamentales. En cambio, el alcohol lo ha sido en el 43% de los casos, casi el triple, lo que la convertiría en la verdadera «puerta de entrada».10 ¿Y por eso hemos prohibido todo consumo de alcohol? No; nos hemos enfocado en hacerle ver a los jóvenes sus peligros, pero sí nos lo permitimos al llegar a cierta edad. El mero hecho de que abundan los consumidores de alcohol que no consumen otras drogas nos debería alertar de que consumir cierta droga no necesariamente lleva a otras y, de hecho, hay opiniones en el sentido de que, más que una «puerta de entrada», el consumo de marihuana puede ser un contenedor que impide el paso a otras sustancias potencialmente más dañinas.11 5 Su consumo puede ser mortal. La dosis letal del delta-9tetrahidrocannabinol, el principal componente psicoactivo del cannabis, es de 15 gramos, muy superior a los 2.5-15 miligramos que se requieren para percibir sus efectos. Es decir, para que alguien muriera por sobredosis de marihuana tendría que consumir al menos mil veces más de la dosis necesaria. En cambio, para el alcohol la dosis letal (más de 400 mg%) se ubica apenas unas 20 veces por encima de la dosis que el organismo requiere para comenzar a sentir sus efectos (20 a 50 mg%). 10 De la Fuente y otros, op. cit., p. 99. 11 Así, por ejemplo, «En 1972 la Comisión Nacional Estadounidense sobre Abuso de Drogas y Marihuana descubrió que sólo el 4% de los consumidores de cannabis se había pasado a la heroína; un informe de 1999 del departamento de Servicios Humanos y de Salud indicó que setenta y dos millones de norteamericanos habían consumido marihuana; sin embargo, sólo había un consumidor regular de cocaína por cada 120 personas que habían probado la marihuana. Nunca se le ocurrió a estos políticos que el cannabis, en lugar de atraer la atención de la gente hacia las drogas más fuertes, podía haber sido el tamiz que detuvo a muchos que de otro modo hubieran recurrido directamente a ellas». Richard Davenport-Hines, La búsqueda del olvido. Historia global de las drogas, 1500-2000, México, Turner-Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 344. 5 de 10 ¿Qué conseguimos entonces con la prohibición del consumo recreativo de la marihuana? ¿Se ha retrasado la edad de inicio del consumo? No: en 2002 era de 20.6 años, en 2008 de 18.7, y en 2011 de 18.8.12 ¿Se ha limitado el acceso de las drogas a los jóvenes? No: tres cuartas partes de la población dicen que es fácil o muy fácil conseguirlas.13 Y lo más importante: ¿Protegemos la salud de los jóvenes? No, porque: 1 La marihuana sigue llegando a todos los jóvenes que quieren tener acceso a ella, y además no podemos controlar, y ni siquiera sabemos, si el narcotraficante la ha adulterado con sustancias más dañinas. 2 Como el narcotraficante que vende marihuana también vende cocaína, heroína y otras drogas ilegales, es muy sencillo que los jóvenes entren en contacto con esas otras sustancias. ¿Quiere esto decir que lo mejor sería una liberalización total? No. De nuevo, nuestra experiencia con el alcohol puede brindarnos pautas aplicables a la marihuana. Algunas de las medidas que se aplican o se aplicaron en el pasado al alcohol son: 1 Impedir el consumo en menores de edad 2 Impedir el consumo de quienes ya están intoxicados 3 Limitar el número y ubicación de expendios 4 Restringir las horas y los días en los que se expende 5 Racionar su distribución 6 Limitar los anuncios en medios de comunicación 7 Realizar campañas de prevención y concientización de sus efectos dañinos 12 Encuesta Nacional de Adicciones 2011. Drogas ilícitas, p. 29. 13 XIV Encuesta Nacional Sobre Percepción de Inseguridad Ciudadana en México. Disponible en http://www.mucd.org.mx/Encuesta-Mitofsky-sobre-Percepci%C3%B3n-de-InseguridadCiudadana-en-M%C3%A9xico-c67i0.html 6 de 10 8 Prohibir que quienes conducen un vehículo lo hagan en estado de intoxicación 9 Prohibir su consumo en lugares públicos 10 Ejercer control gubernamental sobre los productores para brindar mayor seguridad y calidad al producto 11 Desalentar el consumo por medio del aumento (moderado) en el precio 12 Incentivar el consumo de presentaciones más diluidas o menos nocivas 13 Otorgar y cancelar licencias 14 Castigar al vendedor por los daños resultantes de ventas prohibidas 15 Aplicar un impuesto de artículo suntuario.14 Todas estas medidas, como digo, se han aplicado al alcohol. Sin embargo, en el caso de la marihuana, la mayoría de ellas son muy difíciles de aplicar hoy. ¿Por qué? Porque el control que se tiene sobre un mercado ilegal es casi inexistente en comparación con el que puede tenerse sobre un mercado legal. Dije hace unos minutos que nos imagináramos qué ocurriría si de pronto se prohibiese el consumo recreativo de alcohol. Bueno, pues no hace falta, porque existen casos documentados donde eso ya ha ocurrido. Bastaría con mirarnos en esos espejos para saber qué consecuencias hubo entonces y compararlas, haciendo las modificaciones y reservas pertinentes, con la prohibición actual de la marihuana. El ejemplo que suele citarse, sin duda porque lo tenemos más presente debido a las películas y series de televisión, es el de la llamada ley seca en Estados Unidos, vigente de 1920 a 1933.15 No es momento para entrar en detalles, pero sí menciono que el objetivo fundamental de esta medida fue acabar con el alcoholismo. ¿Lo logró? No. 14 Estas y otras medidas se mencionan en Robin Room y otros, El alcohol y los países en desarrollo. Una perspectiva de salud pública, México, Fondo de Cultura Económica, 2013, pp. 295-326. 15 Véase Daniel Okrent, Last Call. The Rise and Fall of Prohibition, Nueva York, Scribner, 2010. 7 de 10 La gente siguió bebiendo, con el agravante de que los ricos sí tenían acceso a un producto seguro y de buena calidad, pero los pobres debían fabricarlo por sí mismos o arriesgarse a consumir un producto de procedencia y calidad dudosas. Antes la gente podía morir por abusar del alcohol, pero con la ley seca podía morir por beber una sola copa adulterada. Y si tu copa estaba adulterada, ¿ante quién te podías quejar? No podías acudir con la policía porque, para empezar, legalmente tú ni siquiera debías tener acceso a esa copa. Se podrán imaginar los riesgos para la salud que eso acarreaba. Como si hoy quisiéramos tomar una aspirina pero no tuviéramos idea de si lo que ingerimos es efectivamente una aspirina, un placebo o veneno en forma de aspirina. ¡Y decían que esta medida protegía la salud de los ciudadanos! El otro gran efecto indeseado de la prohibición fue el tráfico ilegal de alcohol. Antes de la ley seca sí había gente que fabricaba bebidas alcohólicas de manera ilegal, pero después de ella el número se incrementó significativamente. ¿Por qué? Porque un producto prohibido es una oportunidad de negocio muy atractiva. No hay pago de impuestos ni regulaciones sanitarias y, en cambio, sí hay muchas personas dispuestas a pagar mucho dinero por el producto. Antes de la ley seca existía el problema de los alcohólicos, pero después de ella, al problema de los alcohólicos se sumó el de Al Capone y los demás traficantes ilegales, el de la violencia, el de los riesgos por la calidad del producto, se incrementó el problema de la corrupción… En suma, la prohibición permitió el perfeccionamiento de las actividades y organizaciones criminales. Del mismo modo, si estudiamos el comienzo de la prohibición de la marihuana en México, en 1920, no había un Caro Quintero, ni un Amado Carrillo, ni un Chapo Guzmán. En esta primera etapa no puede hablarse propiamente de líderes del narco sino de redes informales de productores que vieron una oportunidad para mejorar su situación económica. Conforme pasa el tiempo sí comienzan a despuntar algunos nombres, pero si los comparamos con los capos actuales la verdad es que hasta provocan un 8 de 10 poquito de ternura. No tenían, ni de lejos, la capacidad delictiva que tienen hoy. Resulta inevitable concluir que, tanto en el caso del alcohol como en el de las otras drogas, la misma prohibición es la que, paradójicamente, genera y fortalece a los narcotraficantes que después tendrá serias dificultades para combatir.16 La industria del alcohol sí tiene empresarios millonarios e influyentes, y hasta capaces de torcer las leyes a su favor, pero ninguno con el poder con el que los grandes jefes del narco han llegado a amenazar a los estados nacionales. A los empresarios del alcohol, ¿se les persigue? No, al contrario; se agradece cuando invierten en el país o inauguran una nueva fábrica. Así ocurrió, por ejemplo, el 15 de junio de 2015 cuando el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, se congratuló de que la empresa Constellation Brands, la máxima productora de vino en el mundo, anunció la construcción de una planta cervecera en Coahuila. En esa ocasión, el presidente habló de los beneficios de los empleos generados, del fortalecimiento de la cadena de la industria cervecera nacional y de que esta inversión permitiría, y cito al presidente, «la exportación de la cerveza a otras partes del mundo, lograr lo que genera la cerveza en muchos, felicidad para muchos ciudadanos del mundo».17 Es evidente que ante la marihuana no hemos logrado llegar a conclusiones similares, y que podríamos muy bien hacerlo. La prohibición de las drogas, y en concreto de la marihuana, no existió siempre. Tuvo un comienzo histórico muy definido y también terminará algún día. Confío en que pronto terminaremos de aceptar que la dependencia de la marihuana se relaciona menos con su peligrosidad y más con 16 Considero que una excelente introducción al tema es la de Guillermo Valdés Castellanos, Historia del narcotráfico en México. Apuntes para entender al crimen organizado y la violencia, México, Aguilar, 2013. A lo largo de su exposición, el autor deja muy claro que, desde sus inicios, el narcotráfico en México creció bajo el amparo del gobierno mexicano y subordinado a él, tendencia que comenzaría a romperse en la década de 1980, con el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena y la fragmentación del cartel de Sinaloa. 17 Disponible en http://www.gob.mx/presidencia/prensa/palabras-del-presidente-enrique-penanieto-durante-el-anuncio-del-programa-de-inversiones-de-la-empresa-constellation-brands. 9 de 10 otros factores, tales como «la desventaja socioeconómica, el abandono emocional a edades tempranas, el maltrato durante la infancia, los trastornos psiquiátricos y el uso de marihuana entre los pares y entre los padres».18 Concentrémonos en mejorar dichas condiciones y ya no en prohibir sustancias. Aun si se confirmase un hipotético incremento en el consumo después de la legalización, pienso que siempre será preferible que el Estado lleve un registro y control apegado a la realidad para así poder actuar en consecuencia, y regular el mercado es una condición necesaria para ello. El Estado tiene el derecho y la obligación de informar objetivamente de los riesgos de cualquier droga, pero también debe reconocer el derecho del individuo para decidir qué sustancias permite que entren (o no) en su propio cuerpo, aun si su decisión resultase perjudicial. En este tema el Estado no puede decidir en lugar del ciudadano. Sí puede recomendar y regular, y sí puede establecer las condiciones de consumo que limiten los posibles daños a terceros, pero no puede, o no debería, prohibir. Como ha dicho Antonio Escohotado, autor de la monumental Historia general de las drogas: «El experimento no es legalizar; el experimento fue prohibir. […] Lo que hay que hacer es derogar la prohibición, no legalizar las drogas». Muchas gracias por su atención. Ciudad de México y Puebla de los Ángeles, marzo de 2016 18 De la Fuente y otros, op. cit., p. 109. 10 de 10