Secretaría Técnica del Frente Social SIISE - Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador BORRADOR PARA COMENTARIOS FAVOR NO CITAR ¿SON EFECTIVOS LOS PROGRAMAS DE TRANSFERENCIAS MONETARIAS PARA COMBATIR LA POBREZA? EVALUACION DE IMPACTO DEL BONO SOLIDARIO EN EL ECUADOR Mauricio León G., Rob Vos y Wladymir Brborich SIISE-ISS Quito - La Haya, Abril 2001 © Mauricio León, Rob Vos y Wladymir Brborich, 2001 Estudio preparado para la Red para la Reducción de la pobreza y la Protección Social del Banco Interamericano de Desarrollo, Washington D.C. El documento es un borrador. Los comentarios son bienvenidos. Favor dirigir a: Rob Vos, Institute of Social Studies, P.O. Box 29776, 2502 LT The Hague, The Netherlands, e-mail: [email protected] o a Mauricio León, Proyecto SIISE, Edificio Banco del Austro 5to. piso, Av. Amazonas y Santa María, Quito-Ecuador, e-mail: [email protected] Mauricio León y Wladymir Brborich son consultores del Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador-Proyecto SIISE. Rob Vos es Vice-Rector del Institute of Social Studies de La Haya, Holanda. Las opiniones expresadas son las de los autores y no necesariamente coinciden con las de las instituciones a las que representan. CONTENIDO 1.- INTRODUCCION 1 2.- ECUADOR: CRISIS, VULNERABILIDAD Y DOLARIZACION 4 3.- EVALUACION DEL PROGRAMA BONO SOLIDARIO 7 3.1 Descripción del programa Bono Solidario 7 3.2 Los subsidios a la energía 11 3.3 La focalización del programa Bono Solidario 12 3.4 Evaluación de impacto del Bono Solidario sobre la pobreza actual y la pobreza futura 16 4.- CONCLUSIONES 30 5.- BIBLIOGRAFIA 33 6.- ANEXOS 35 ¿Son efectivos los programas de transferencias monetarias para combatir la pobreza? Evaluación de impacto del Bono Solidario en el Ecuador Mauricio León G., Rob Vos y Wladymir Brborich “ El bono nos dieron a mi y a mi marido por unos cuatro meses. Por lo que salió dos meses alto la luz nos quitaron. En el banco nos dijeron que estaba suspendido, lo mismo a mi marido. Será orden del gobierno mismo que hicieron alzar altísimo el consumo de la luz, y por ese motivo ya me quede sin bono.” (Quito, mujer de la tercera edad del barrio urbano marginal ATUCUCHO. CEPLAES,1999). “Si es una buena ayuda, porque antes yo trabajaba, pero ya se hizo más difícil ahora ir a trabajar, no estoy trabajando ahora. Yo tengo a mi niña que está en el Colegio y me toca pagar el recorrido del bus, pagamos la tienda y ya nos quedamos sin plata. Si me ayuda a pagar el recorrido del bus de mi hija que es 50.000,oo.....Me alcanza también para mi otra niña que tengo pagar 70.000 sucres, también pago con el bono. Es decir, cuando tengo pago yo, cuando tiene mi esposo paga él. Si es una ayuda, yo si estoy agradecida, si fuera por mí que no se acabara” (Quito, madre de familia del barrio urbano marginal ATUCUCHO. CEPLAES, 1999). “Bueno, prácticamente ese bono no ha llegado a todos los pobres sino a los que no son tan pobres. Por ejemplo aquí en el recinto hay bastantes familias pobres y ellos no se han capacitado en el cobro del bono. Cobran los que antes no son demasiado pobres. Cobran personas que son más capacitadas que nosotros y nosotros que somos verdaderamente pobres solo cogimos una vez y como debíamos en el banco, nos cortaron. Decían que como trabajamos en el banco (tiene préstamo como agricultor) éramos capacitados de otra manera, pero, como le digo yo, se fueron todas las pertenencias de nosotros. Hemos quedado peor que pobres, más que pobres” (RECINTO RIOCHICO - PAJAN, agricultor. CEPLAES, 1999). RESUMEN Los programas de transferencias monetarias son instrumentos ampliamente utilizados para proveer protección al ingreso de los pobres. Este estudio analiza un vasto programa de transferencias monetarias en el Ecuador, el cual se ha convertido en la columna vertebral de la red de protección social en el país durante la crisis económica de 19982000. El programa está focalizado en las familias pobres sin ingresos salariales y, en particular, en las mujeres con hijos menores de edad, en los ancianos y en los discapacitados. La eficiencia de la focalización del programa no es muy alta, pero beneficia principalmente a los pobres. La investigación aplica un método de evaluación cuasiexperimental para evaluar el impacto del programa sobre la pobreza. Los resultados muestran que el programa proporciona alguna protección al ingreso de los más pobres de los pobres, pero que los beneficiarios cercanos a la línea de pobreza reducen su esfuerzo laboral y reciben menos apoyo financiero familiar y, por tanto, tienden a tener menor bienestar que el grupo de comparación conformado por los no beneficiarios. Un hallazgo más positivo es que la tasa de matrícula parece haberse incrementado debido a la transferencia monetaria. Este resultado sugiere que las transferencias monetarias no condicionadas están ya alcanzando los objetivos de los nuevos programas de transferencias monetarias que condicionan la transferencia a la inversión de los hogares en capital humano. Los programas de transferencias monetarias condicionadas se han vuelto opciones populares de política en América Latina; sin embargo, los hallazgos de este estudio plantean ciertas dudas acerca de si la introducción de tales programas en el Ecuador induciría una reducción adicional en la pobreza estructural. 1.- INTRODUCCION Desde inicios de la década del ochenta, a raíz de la crisis de la deuda, distintos gobiernos ecuatorianos adoptaron medidas de ajuste fiscal, consistentes en el aumento de los precios de la gasolina, gas de uso doméstico y electricidad. Estas medidas encontraron siempre una fuerte oposición social, que fue creciendo en el tiempo debido a la incapacidad de los mandatarios de consolidar la estabilización de la economía y tener que recurrir reiteradamente a nuevos ajustes. La oposición a los ajustes de estos precios se convirtió en un referente trascendental de la lucha social. En tal contexto, surgió la necesidad de que futuras medidas económicas de este tipo contaran con un mecanismo efectivo de compensación social que facilitara políticamente su adopción. Se discutieron varias alternativas tales como subsidios cruzados, cilindros de gas de uso doméstico de diferente tamaño y color para la población pobre, directorios de pobres, entre otros. No obstante, ninguna de estas alternativas logró ser implementada. Generalmente, los ajustes de precios en los bienes antes indicados, implicaban como medida de compensación social únicamente incrementos salariales, lo cual dejaba a una parte importante de la población sin compensación directa alguna. En 1998, el frente económico del gobierno de Jamil Mahuad, a los pocos meses de posesionado el gobierno, instituyó el programa “Bono Solidario” como un mecanismo para compensar a la población pobre no asalariada por el establecimiento de precios reales en el gas de uso doméstico, la electricidad y los combustibles. Adicionalmente, se incrementaron también los salarios. Este tipo de compensación tanto para asalariados y no asalariados, por primera vez consideró la heterogeneidad estructural del mercado laboral ecuatoriano1. El “Bono Solidario” constituye desde entonces, una transferencia monetaria mensual a sus beneficiarios sin que medie contraprestación alguna por parte de éstos. En la actualidad, el programa cubre a cerca de 1,3 millones de beneficiarios, que corresponden a su vez a alrededor del 45% de los hogares ecuatorianos. Esto determina que actualmente constituya el programa social no tradicional de mayor importancia. La implementación del “Bono Solidario” desde finales de 1998, incorporó un nuevo elemento en la discusión sobre la política social en el Ecuador, que es la transferencia directa de ingresos. En mucho el “Bono Solidario” fue factible debido a que su diseño e implantación estuvo a cargo del frente económico del gobierno y no del frente social. La tradición y prácticas del sector social gubernamental posiblemente hubieran determinado una compensación social no monetaria. Desde entonces, el “Bono Solidario” ha recibido varias críticas. Quizá la más importante es aquella que lo considera especialmente un programa de tipo “asistencialista” o de compensación social, incapaz de contribuir en forma más estructural a la lucha contra la pobreza. No obstante, a pesar de la existencia de cuestionamientos al programa, estudios a profundidad, tanto desde una perspectiva conceptual como operativa, son limitados en el país. De allí la importancia de investigar diferentes alternativas para el caso ecuatoriano. 1 El 24% de la población económicamente activa ocupada está conformado por trabajadores por cuenta propia y el 26% por trabajadores familiares o no familiares sin remuneración. En el caso de la PEA ocupada femenina, los porcentajes son 25% y 37% respectivamente, es decir, más del 60% de las mujeres ocupadas se encuentran en estas dos categorías. 2 Por otro lado, el dramático impacto social de la crisis que afronta actualmente el Ecuador, ha determinado que el “Bono Solidario” sea considerado como un eje importante en la política social, principalmente atando determinados beneficios sociales al mismo grupo beneficiario del bono. En tal sentido, es un reto para el Ecuador encontrar la mejor definición de este programa en el contexto de crisis económica que vive el país y de cara a la construcción de un sistema de protección de social. El Ecuador hoy en día no cuenta con un sistema de protección social sino con un conjunto de acciones y programas sociales sin coordinación y objetivos precisos, y el debate acerca de la importancia de contar con un sistema de este tipo recién se ha iniciado (Vos et. al., 2000; Banco Mundial, 2000a). Al mismo tiempo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo han estado negociando con el gobierno programas de transferencias monetarias complementarios, los cuales, a diferencia del Bono, serían condicionados a la inversión en capital humano, tales como un programa de becas escolares (Beca Escolar) y uno de transferencias por maternidad y chequeos médicos de los niños (Bono Materno-infantil). Estos programas buscan prevenir la “destrucción” irreversible de capital humano como consecuencia de la crisis. Luego de que han pasado dos años de una profunda crisis, estos programas, en particular la Beca Escolar, están todavía bajo discusión. En tal contexto, se plantearon las siguientes preguntas en este estudio: ¿en qué medida el Bono Solidario ha protegido a los pobres durante la crisis? ¿Son los programas complementarios condicionados a la inversión en capital humano complementos o sustitutos deseables a los programas de transferencias monetarias no condicionadas? Las transferencias monetarias focalizadas son instrumentos interesantes en las estrategias de reducción de la pobreza. Los esquemas de subsidios uniformes (alimenticios) a menudo han favorecido a los no pobres en lugar de los pobres. La idea de que la focalización de las transferencias gubernamentales puede volverse más efectiva para combatir la pobreza es, por tanto, atractiva. Sin embargo, aun cuando las transferencias monetarias estén perfectamente focalizadas en los pobres, se puede cuestionar su efectividad para reducir la pobreza. El análisis estándar de la incidencia de tales transferencias compararía los niveles de ingreso y pobreza antes y después de la intervención gubernamental. No obstante, la existencia de transferencias generalmente provoca cambios de comportamiento en los beneficiarios. Por ejemplo, los hogares pueden decidir reducir el esfuerzo laboral o dejar de recibir ayuda de las redes familiares y sociales, tal que el efecto sobre la pobreza es menor que el que se esperaría del tamaño de la transferencia (Cox y Jakubson 1995; Sahn y Alderman 1995). Tales desincentivos, que estarían asociados con las transferencias monetarias, proveerían un argumento para preferir las transferencias en especie, tales como la distribución de alimentos y la provisión subsidiada de servicios de educación y salud. Varios estudios han mostrado, sin embargo, que los incentivos negativos también pueden estar asociados con las transferencias en especie y la asignación de recursos al interior del hogar (Cuesta 2001), en tanto que la oferta mejorada de servicios de educación y salud puede no ser efectiva si la inseguridad económica u otros factores relacionados al hogar obstaculizan el acceso de los pobres a tales servicios. Mientras que los esquemas de subsidios han ido desapareciendo en los países en desarrollo, el problema de implementar transferencias monetarias directas efectivas está todavía en agenda. Debido a la crisis asiática y a la persistente volatilidad del ingreso en América Latina, el interés acerca de la inseguridad y los efectos sociales de las crisis económicas y los desastres naturales ha conducido a nuevas reflexiones acerca de la idoneidad de los sistemas de protección social en los países en desarrollo. Los denominados programas focalizados de desarrollo humano (BID 2000) son parte de las respuestas a dichas preocupaciones. Estos programas transfieren efectivo (o servicios) a 3 los hogares pobres y condicionan la transferencia al compromiso de los hogares de invertir en el capital humano de sus hijos (mediante la asistencia escolar o el chequeo médico en centros de salud). El apoyo al ingreso reduce la pobreza inmediata (resultante de la crisis) y combate la pobreza intergeneracional mediante el condicionamiento de las transferencias a la inversión en capital humano. Para evaluar el impacto de las transferencias de efectivo, en este estudio se aplica el método de evaluación cuasi-experimental desarrollado por James Heckman y colaboradores. Específicamente, se usa la técnica de “matching comparisons” que consiste en identificar un grupo de beneficiarios y un grupo de comparación conformado por no beneficiarios elegibles al programa. Los individuos del grupo de comparación son emparejados con los beneficiarios sobre la base de un “propensity score” que refleje la probabilidad estimada de participar en el programa dado un conjunto de características observables. Mientras más cercana la probabilidad estimada, mejor el emparejamiento. Luego de obtener el emparejamiento, el impacto del Bono Solidario sobre la pobreza es evaluado comparando los indicadores de impacto para los grupos de beneficiarios y no beneficiarios. El impacto sobre el bienestar se evalúa a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida-ECV. La ECV cuarta ronda 1998-99, incorpora entre las preguntas de ingresos si se recibe o no la transferencia del “Bono Solidario” y cuánto reciben. Dado que el programa es de amplia cobertura nacional, cerca del 45% de los hogares del Ecuador, la muestra de beneficiarios incluida en la ECV es suficientemente grande. Los impactos sobre la pobreza se evalúan utilizando como medidas de pobreza la incidencia, brecha y severidad La comparación de la pobreza con y sin el programa, se complementa con pruebas de dominancia estocástica para verificar si los resultados son robustos, es decir, se determina si el impacto del programa es o no ambiguo. La investigación encuentra que, en el total, el programa de transferencias monetarias ha inducido incentivos negativos y que tales efectos negativos sobre el ingreso excedieron el tamaño de la transferencia. Según el análisis contrafactual, la incidencia de la pobreza habría sido menor en ausencia del programa. Esta conclusión es matizada por dos otros importantes hallazgos. Primero, se encuentra que los beneficiarios del Bono tienen tasas de matrícula mayores que el grupo de comparación, lo cual significa que el programa parece haber generado efectos positivos sobre la reducción de la pobreza intergeneracional mediante la inversión en capital humano. Segundo, aunque el programa incrementó la incidencia de la pobreza, ha conducido a una pequeña reducción en la brecha de la pobreza y, ha mejorado sin ambigüedad los ingresos de los beneficiarios más pobres. Este resultado es explicado en parte por el hecho de que en la cola inferior de la distribución el Bono ha producido efectos positivos sobre el esfuerzo laboral. Se encuentran tanto efectos positivos como negativos sobre el esfuerzo laboral, lo cual sugiere la existencia de una curva de oferta laboral discontinua. Se plantea la hipótesis de que este resultado está asociado con la composición del hogar y con la negociación de recursos al interior del hogar y que, por tanto, es de relevancia quienes reciben la transferencia. En el caso del Bono, son principalmente las mujeres las beneficiarias del programa. Se obtienen varias conclusiones de política a partir de esto. Finalmente, existen varios estudios recientes sobre la crisis y la protección social en el Ecuador, que incluyen análisis sobre el programa “Bono Solidario” (Banco Mundial, 2000a; Vos et. al., 2000; León, 1999). Estos estudios se han centrado básicamente en delinear el contenido de un sistema de protección para el Ecuador y, respecto al “Bono Solidario”, en evaluar la eficiencia 4 de la focalización de la transferencia de ingresos bajo su diseño actual. No obstante, hasta el momento ningún estudio ha analizado el Programa “Bono Solidario” respecto a su objetivo original consistente en sustituir subsidios generalizados a los precios de los combustibles, gas de uso doméstico y electricidad, por subsidios focalizados en los pobres. Tampoco se ha evaluado el impacto del programa sobre las condiciones de vida de los beneficiarios. Otra limitación de estos análisis es que fueron efectuados a partir de bases de datos preliminares y parciales de la Encuesta de condiciones de vida cuarta ronda, debido a que ésta fue levantada a lo largo de un año y en el momento en que se realizaron dichos estudios no se contaba con la base completa. El estudio está compuesto de tres capítulos adicionales. En el capítulo 2 se realiza una breve caracterización de la crisis económica por la que está atravesando el Ecuador y sus impactos sociales. Además, se describen varios factores que determinan la vulnerabilidad de este país. En el capítulo 3, se evalúa el programa “Bono Solidario” bajo su diseño actual. Por último, en el capítulo 4 se exponen las conclusiones y recomendaciones de esta investigación. 2.- ECUADOR: CRISIS, VULNERABILIDAD Y DOLARIZACION En este capítulo se describirán brevemente las principales características de la crisis económica que actualmente afronta el Ecuador y sus impactos sociales. Adicionalmente, se detallarán varios factores que explican la vulnerabilidad económica y social del Ecuador. Por último, se analizarán las implicaciones que la reciente implantación de un esquema de dolarización oficial de la economía tiene sobre la vulnerabilidad del país y la política social. Desde 1995, el Ecuador empezó a acumular múltiples desequilibrios que lo han sumido en una de las peores crisis de su historia. El surgimiento de un conjunto de problemas políticos condujeron a un relajamiento del ajuste fiscal y de la restricción monetaria que desembocó en una aceleración de la inflación y una disminución en la confianza para invertir en actividades productivas. La falta de disciplina fiscal, el conflicto bélico con el Perú, los daños económicos causados por el fenómeno de El Niño2, la caída del precio del petróleo en 1997-983 y la crisis del sistema financiero nacional4, fueron factores detrás de una situación económica que se deterioró rápidamente. En 1999, la economía decreció en más del 7% respecto del año anterior, el desempleo en las ciudades se duplicó entre 1995 y 19995 y la inflación en el 2000 superó el 100% anual. En especial, el mayor deterioro se produjo a partir de 1998. Efectivamente, el PIB per cápita decreció en –1,6% en 1998 y en –9,0% en 1999. Durante el año 2000 la economía tuvo un crecimiento nulo en términos per cápita. Las perspectivas futuras no son muy alentadoras. Aún bajo el supuesto optimista de que el PIB real crecerá en un 5% a partir de 2001, 2 Ver Vos (2001) para un análisis de la política económica en ese período y Vos, Velasco y De Labastida (1998) para un análisis de los efectos económicos y sociales del fenómeno de El Niño en 1997-98. 3 El precio del barril del petróleo cayó en un 41% al reducirse de un promedio de US$ 15,50 en 1997 a un promedio de US$ 9,20 en 1998, llegando a cotizarse hasta en US$ 7 en diciembre de 1998. 4 Aquí no es el lugar para entrar en un análisis de las causas de la crisis financiera, pero hay que mencionar que ya existió una situación de fragilidad del sistema bancario a fines de los años ochenta, con la virtual insolvencia de los bancos comerciales domésticos encubierta por el flujo continuo de créditos del Banco Central hacia los bancos privados. Ver Izurieta (2000) para un análisis detallado de cómo se acumularon los problemas en el sector financiero desde los años setenta. 5 Según la Encuesta Urbana de Empleo, Subempleo y Desempleo del INEC, la tasa de desempleo nacional urbana aumentó de 6,9% en noviembre de 1995 a 14,4% en noviembre de 1999 . 5 al país le tomará por lo menos cuatro años adicionales alcanzar los niveles de producción por habitante anteriores a 1998. La profundidad de la crisis económica implica que el sector formal tendrá un rezago muy importante en la reabsorción de la mano de obra que perdió su empleo durante la crisis. El súbito deterioro económico ha afectado a toda la población ecuatoriana, pero tiene mayores repercusiones en los sectores de escasos recursos; es más, la crisis ha sumido en la pobreza a muchos ecuatorianos que antes tenían expectativas de mejorar sus niveles de vida. La medición reciente de la pobreza según la capacidad de consumo de los hogares muestra que la pobreza en el país en 1999 es 1,6 veces superior a la de 1995. La proporción de la población que vive en hogares cuyo consumo es inferior al valor de la línea de pobreza aumentó del 34% en 1995, al 46% en 1998 y, finalmente, al 56% en 1999. La incidencia de la extrema pobreza o indigencia también aumentó significativamente. Entre 1995 y 1999, subió del 12% al 22% en todo el país. Esto es, hoy en día, uno de cada cinco ecuatorianos vive en hogares que ni siquiera logran cubrir sus necesidades alimenticias. Un fenómeno particularmente destacable durante 1999 es la aparición de “nuevos” pobres, principalmente en las ciudades. Entre 1998 y 1999, la pobreza reciente6 creció de 9 a 14% (ver anexo No. 1), una muestra del impacto de la crisis sobre las condiciones de vida de la población. Pero no solo se ha incrementado el número de ecuatorianos/as que vive en situación de pobreza, sino que hoy los pobres son más pobres que antes. La brecha de la pobreza –una medida del déficit de consumo de la población pobre— muestra un aumento del 11% al 22% entre 1995 y 1999; este incremento implica que mientras en 1995 el déficit agregado de consumo de la población pobre representaba el 4% del PIB, en 1999, esta cifra subió al doble (8% del PIB). Asimismo, en el mismo período, la severidad de la pobreza –una medida de desigualdad entre la población pobre— se incrementó del 5% al 11%. Cuadro No. 1 Evolución de la Pobreza en el Ecuador basada en el método de Consumo Incidencia Brecha Severidad 1995 1998 Oct/98- abr/99- 1995 1998 oct/98- abr/99- 1995 1998 Oct/98mar/99 sep/99 mar/99 sep/99 mar/99 Nacional 33,9% 46,4% 46,7% 55,9% 11,2% 17,5% 17,2% 21,7% 5,2% 8,9% 8,6% Urbano 19,0% 30,2% 31,8% 42,0% 5,0% 9,2% 9,5% 12,8% 2,0% 4,0% 3,9% Rural 55,6% 68,8% 68,0% 76,6% 20,2% 29,0% 28,1% 34,9% 9,8% 15,6% 15,1% Evolución de la Extrema Pobreza en el Ecuador basada en el método de Consumo abr/99sep/99 11,2% 5,5% 19,8% Nacional 11,8% 16,8% 16,0% 21,0% 3,2% 4,8% 4,5% 6,4% 1,2% 2,0% 1,9% 2,9% Urbano 4,3% 7,0% 7,0% 9,0% 0,9% 1,6% 1,3% 2,0% 0,3% 0,5% 0,4% 0,8% Rural 22,7% 30,2% 28,0% 38,0% 6,4% 9,2% 9,1% 12,9% 2,6% 4,1% 4,1% 6,0% Fuente: SIISE a partir de INEC, ECV varias rondas. Nota: Las líneas de pobreza aplicada son: US$ 24 en 1995, US$ 27 en 1998 y US$ 21 en 1999 por persona por quincena. Las líneas fueron calculadas a base del consumo calórico alimenticio de los hogares y el coeficiente de Engel. 6 Este concepto fue calculado a base de la tipología de Katzman, que permite clasificar a la población en cuatro categorías: pobreza crónica, pobreza reciente, pobreza inercial y no pobres. Ver Katzman, 1989 o Izurieta y Vos, 1995. 6 Una deducción lógica de los párrafos anteriores, es que el Ecuador es un país vulnerable a varios tipos de crisis7. Esta vulnerabilidad se explica por factores económicos, geográficos e institucionales. Los factores económicos están relacionados, en primer lugar, con la estructura productiva del país fuertemente dependiente de pocos productos de exportación tales como el petróleo, banano y camarón. Las políticas de ajuste estructural implementadas hasta ahora han tenido poco éxito en diversificar significativamente las exportaciones ecuatorianas. El segundo factor económico tiene que ver con el proceso de globalización, en especial la liberalización de los mercados financieros. Actualmente, toda la economía mundial es más vulnerable a crisis provocadas por salidas repentinas de capitales financieros. La alta volatilidad de los ciclos financieros influyen fuertemente en los ciclos reales de la economía. El tercer factor económico es la condición de subdesarrollo del país que determina que buena parte de su infraestructura no se haya construido técnicamente y sea, por tanto, inadecuada. Este hecho implica, en el caso de desastres naturales, que sea generalmente difícil separar el impacto propiamente generado, por ejemplo, por el fenómeno de El Niño de aquel derivado de lo inadecuado de la infraestructura (Vos et. al., 1999). El principal factor geográfico que ayuda a explicar la vulnerabilidad del Ecuador es su ubicación geográfica. Esta lo vuelve vulnerable a desastres naturales como aquellos provocados por el fenómeno de El Niño, que tiene un carácter cíclico y que afecta, entre otros, a cultivos de exportación como el banano, café y cacao. Por último, los factores institucionales de la vulnerabilidad ecuatoriana están relacionados con la débil institucionalidad democrática, que se manifiesta en la dificultad de procesar los conflictos sociales. En la última década el Ecuador ha contado con seis gobiernos, sin considerar un gobierno de pocos días y otro de pocas horas. Otro factor institucional es la ausencia de una cultura de la prevención en las autoridades, y en la población en general, que determina una mayor vulnerabilidad al embate de las crisis. A esto se suma la falta de capacidad y eficiencia en la ejecución de las respuestas a las crisis. Estas debilidades institucionales son factores determinantes de la condición de vulnerabilidad del país, al igual que la falta de continuidad en las políticas sociales y sus arreglos institucionales. Finalmente, la adopción de una u otra política macroeconómica, en particular del esquema monetario y cambiario, determina distintos grados de vulnerabilidad. La reciente dolarización oficial de la economía ecuatoriana, ha servido para detener el deterioro del tipo de cambio, pero es un esquema que vuelve más vulnerable al país frente a choques exógenos, sean estos provocados por razones económicas o naturales. Bajo la dolarización de la economía, el gobierno pierde la posibilidad de utilizar el tipo de cambio como una variable de ajuste frente a crisis externas y, de esta manera, amortiguar sus impactos. Un deterioro de los términos de intercambio, provocado, por ejemplo, por una caída de los precios de alguno de los principales productos de exportación, o una salida repentina de capitales, no solo que generaría un efecto negativo en la balanza de pagos, sino que desmonetizaría la economía, en la medida en que el dólar es la única moneda de circulación oficial. En este caso, la economía se ajustaría mediante deflación y recesión. Es decir, la crisis se transmitiría directamente al sector real. Si bien la dolarización minimiza a la inflación como uno de los mecanismos de transmisión de las crisis, 7 Si sólo se pasa revista a los últimos veinte años, se observan dos fuertes impactos del fenómeno de El Niño (1982-83 y 1997-98), dos conflictos bélicos con el Perú (1981 y 1995), la crisis de la deuda en 1982, choques debidos a la caída de los precios del petróleo (1986 y 1998), un terremoto en 1987 que dañó el oleoducto e interrumpió durante 6 meses las exportaciones petroleras, una importante sequía en 1995 y, recientemente en 1998 y 1999, una crisis económica y financiera con fuertes connotaciones sobre el deterioro económico y social. 7 podría magnificar el aumento del desempleo y la precarización de las condiciones de trabajo. En otras palabras, bajo este esquema se reduce el riesgo de devaluación pero se incrementa el riesgo social. Este nuevo esquema monetario obliga a pensar la política social mucho más desde la óptica de la vulnerabilidad a choques externos. En tal contexto, la discusión sobre la función de las transferencias de ingresos cobra relevancia, ya sea como mecanismo de compensación social o como un instrumento más estructural en la lucha contra la pobreza. Existen varios aspectos que sustentan la opinión de mantener el “Bono Solidario” como un mecanismo de compensación social frente a ajustes económicos, crisis económicas o crisis provocadas por fenómenos naturales. Al mismo tiempo, el problema de la pobreza en el Ecuador es generalizado, y no se lo puede reducir a la carencia de ingresos o la baja capacidad de consumo de bienes y servicios. En mucho la pobreza se debe a la carencia de infraestructura económica y social adecuada y al acceso y disponibilidad de servicios sociales públicos. Por tanto, es imprescindible encontrar un diseño institucional de los programas de transferencias de ingresos que permitan atacar estos dos aspectos, vulnerabilidad y pobreza estructural, simultáneamente. En las próximas secciones, se abordará este desafío, evaluando el impacto del “Bono Solidario” sobre la pobreza corriente y la pobreza estructural. 3.- EVALUACION DEL DISEÑO ORIGINAL DEL PROGRAMA BONO SOLIDARIO El “Bono Solidario” no fue creado como parte de una política estructural de lucha contra la pobreza sino como un mecanismo de compensación monetaria a la eliminación de los subsidios a los precios del gas de uso doméstico, gasolinas y electricidad. Posteriormente, debido a la profundización de la crisis económica y social se lo ha considerado también como un mecanismo importante de compensación a los pobres frente a la crisis. Como se discutió antes, este diseño del “Bono Solidario” se justifica en tanto el Ecuador es un país vulnerable a un conjunto de eventos económicos y extraeconómicos. Bajo esta perspectiva, el objetivo del programa debe ser asegurar un ingreso mínimo a la población vulnerable en períodos difíciles. Al mismo tiempo, se debe buscar la flexibilidad suficiente del programa para actuar rápidamente durante las crisis, aumentando los beneficios y ampliando la cobertura, y para reducirse cuando la situación económica mejore. No obstante, si bien el “Bono Solidario”, bajo su diseño actual, no tiene un objetivo explícito de combatir la pobreza estructural, la transferencia de ingresos en los hogares puede tener efectos positivos sobre la acumulación de capital humano de sus miembros, ya sea mejorando su alimentación, los cuidados de la salud o la educación. Por tanto, es necesario evaluar el impacto del programa en estos rubros y determinar si tiene o no un carácter más estructural en la erradicación de la pobreza. En este capítulo, se evaluará el “Bono Solidario” bajo su diseño actual y se indagará en que medida el programa ha protegido a sus beneficiarios durante la crisis de 1998-99. Adicionalmente, se estimará el impacto sobre la pobreza estructural. 3.1.- Descripción del programa Bono Solidario: El programa se inició simultáneamente en todo el país en septiembre de 1998 y no tiene una fecha explícita de terminación. El objetivo del diseño original del “Bono Solidario” consistió en sustituir subsidios generalizados a los precios de la electricidad, gas de uso doméstico y gasolina por un subsidio directo a la población pobre. Es decir, consistió en compensar 8 monetariamente (mediante transferencias en efectivo) a la población pobre por la eliminación de los subsidios a los precios de la energía. La población objetivo del programa está compuesta de tres grupos de población: ? ? Madres de familia pobres con al menos un hijo menor de 18 años, cuyo ingreso familiar mensual no supere un millón de sucres (actualmente equivalente a US$ 40), siempre que ni ellas ni su cónyuges, si lo tuvieren, perciban salario fijo, ni estén afiliados al IESS. ? ? Personas mayores de 65 años de edad, cuyo ingreso familiar mensual no supere un millón de sucres (actualmente equivalente a US$ 40), siempre que el beneficiario no perciba salario fijo. ? ? Personas que tengan un grado de discapacidad de por lo menos el 70%, cuya edad se encuentre entre los 18 y 65 años. Este grupo de población fue incorporado desde abril de 1999. Actualmente, el programa cubre a 1,3 millones de beneficiarios de los cuales, el 80,7% son madres, 18,7% ancianos y 0,6% discapacitados. El total de beneficiarios equivalen a aproximadamente 1.150.000 hogares, que a su vez representan aproximadamente el 45% de los hogares del Ecuador (ver cuadro No. 2). El programa se inició con una transferencia de US$ 15,10 mensuales a cada madre beneficiaria y de US$ 7,60 a cada anciano beneficiario. El beneficio no es automáticamente corregido por inflación, aunque varios incrementos nominales fueron decretados posteriormente para compensar la pérdida del poder adquisitivo. A pesar de que el valor en Sucres de la transferencia se incrementó en tres oportunidades -la primera en abril de 1999, la segunda en junio de 2000 y la tercera en enero de 2001- como se puede apreciar en el Cuadro No. 3, estos incrementos no fueron suficientes para conservar el valor de la transferencia en dólares. A inicios de 2001 las madres recibían US$ 11,50 mensuales, en tanto que los ancianos y los discapacitados recibían US$ 7,00, es decir, un 24% y un 8% menos que al inicio del programa respectivamente. Cuadro No. 2 Beneficiarios del Bono Solidario a agosto de 2000 REGION SIERRA INSULAR COSTA AMAZONIA PAIS REGION SIERRA INSULAR COSTA AMAZONIA PAIS Madres Ancianos Discapacitados 428.192 124.237 3.438 623 106 603.245 118.683 4.217 45.480 6.559 268 1.077.540 249.585 7.923 Madres Ancianos Discapacitados 77,0% 22,4% 0,6% 85,5% 14,5% 0,0% 83,1% 16,3% 0,6% 86,9% 12,5% 0,5% 80,7% 18,7% 0,6% Fuente: BANRED, Red de Bancos Privados Total 555.867 729 726.145 52.307 1.335.048 Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 9 Cuadro No. 3 Valor de las transferencia del Bono Solidario Sucres corrientes mensuales Oct-98 Abr-99 Jun-00 100.000 150.000 262.500 50.000 75.000 150.000 75.000 150.000 US dólares corrientes mensuales Oct-98 Abr-99 Jun-00 15,10 16,00 10,50 7,60 8,00 6,00 8,00 6,00 Madres Ancianos Discapacitados Madres Ancianos Discapacitados Ene-01 287.500 175.000 175.000 Ene-01 11,50 7,00 7,00 En el Gráfico No. 1, que presenta el poder de compra de la transferencia en sucres constantes, se observa que el incremento de abril de 1999 mejoró la capacidad adquisitiva de las transferencias respecto a los niveles correspondientes al inicio del programa. La posterior aceleración de la inflación determinó un drástico deterioro del valor real de las transferencias, las cuales, con el segundo incremento realizado en junio de 2000, se recuperaron a niveles semejantes a los del inicio del programa. El incremento de enero de 2001, también permitió recuperar el poder de compra de la transferencia, que se había deteriorado debido a la persistencia del proceso inflacionario durante el segundo semestre de 2000. La transferencia percibida por los ancianos y discapacitados se recuperó a niveles ligeramente superiores a los de inicios del programa. En cambio, la transferencia recibida por las madres beneficiarias, a pesar del aumento, aún se mantiene un 15% por debajo del nivel de inicios del programa. La diferencia entre los valores en dólares y en sucres se debe a que la devaluación de la moneda durante 1999 e inicios del 2000 fue mucho más rápida que la inflación. Gráfico No. 1 Poder de compra de las transferencias del Bono Solidario (sucres constantes de sep-94/ago-95) 45,000 40,000 35,000 30,000 25,000 20,000 15,000 10,000 5,000 Madres Ancianos Feb-01 Dic-00 Oct-00 Ago-00 Jun-00 Abr-00 Feb-00 Dic-99 Oct-99 Ago-99 Jun-99 Abr-99 Feb-99 Dic-98 Oct-98 - 10 El pago a los beneficiarios es inmediato, a través de la red bancaria nacional-BANRED. Los beneficiarios pueden cobrar la transferencia en cualquier agencia bancaria, en cualquier lugar del país. Actualmente, operan en el sistema de pago del “Bono Solidario” más de veinte bancos. El costo del servicio proporcionado por el sistema bancario es de US$ 0,38 por transacción, de los cuales US$ 0,25 se destinan a los bancos privados y US$ 0,13 a BANRED. El costo anual de este servicio, con el número actual de beneficiarios registrados en BANRED, alcanza los 6,1 millones de dólares. Por otro lado, el costo del personal administrativo encargado del programa es de aproximadamente US$ 100.000 anuales. Es decir, el costo administrativo total del “Bono Solidario” representa aproximadamente el 4% del valor total de las transferencias a los beneficiarios del programa. Por tanto, con cerca de 6,2 millones de dólares anuales se transfiere a la población más de US$ 160 millones anuales. La capacidad de respuesta del programa a la crisis es inmediata en términos de la rapidez en que los beneficios o la ampliación de los mismos pueden llegar a los actuales beneficiarios. No obstante, en términos de ampliar su cobertura el programa ha sido inflexible. Cualquier inclusión de nuevos beneficiarios ha implicado la exclusión de beneficiarios actuales que no son elegibles según controles indirectos como el consumo de electricidad, tenencia de vehículo y afiliación a la seguridad social. Este proceso ha operado solo a pequeña escala. El marco institucional del programa “Bono Solidario” ha tenido varios cambios. Fue diseñado y puesto en marcha por el Consejo Nacional de Modernización del Estado-CONAM. Luego estuvo a cargo del Ministerio de Finanzas y Crédito Público. En junio de 2000, el programa fue transferido legalmente al Ministerio de Bienestar Social. No obstante estos cambios, el CONAM ha continuado proporcionando apoyo técnico al programa. El programa “Bono Solidario” se financia con recursos fiscales del Presupuesto del Estado. El costo mensual con el número de beneficiarios actuales (según BANRED) alcanza los US$ 14,2 millones y el anual US$ 170 millones. En 1999, el presupuesto alcanzó los US$ 164 millones (1.920 miles de millones de sucres), es decir, aproximadamente el 1,2% del PIB de ese año. Este valor representó el 15% de la brecha agregada del consumo de 1999, que alcanzó un 8% del PIB. Desde una perspectiva de análisis estático, esto implica que el “Bono Solidario” tendría que quintuplicarse para eliminar la pobreza de consumo. En el año 2000, la importancia del Bono en relación al tamaño de la economía disminuyó a 0,9% del PIB. No obstante, es importe resaltar que actualmente el Bono Solidario constituye el segundo rubro en importancia en el gasto social del gobierno central, luego del gasto en educación. En efecto, el Bono representa alrededor del 20% del gasto social (ver cuadro No. 4). En términos del efecto del programa sobre la eficiencia económica, se puede indicar que la transferencia de ingresos puede desestimular la búsqueda de empleo o el número de horas trabajadas. Adicionalmente, el Bono puede haber reducido las transferencias privadas (de amigos, familiares u ONGs) que recibían las personas antes de ser beneficiarias del programa. Por otro lado, al utilizarse como criterio de rechazo al programa la afiliación al seguro social, algunos beneficiarios actuales o potenciales pueden evitar su incorporación al sistema de seguridad social. Algunos de estos efectos serán analizados posteriormente. 11 Cuadro No. 4 Gasto social del gobierno central en el Ecuador Sector Educación Bienestar Social Trabajo Salud Vivienda Bono Solidario Total 1999 2000 Millones de dólares 292,1 360,2 68,7 78,0 2,7 3,4 102,4 109,4 7,9 35,4 163,8 127,6 705,8 645,9 1999 2000 1999 2000 % del PIB Composición sectorial 2,6% 2,1% 51,0% 45,2% 0,5% 0,6% 9,7% 12,1% 0,0% 0,0% 0,4% 0,5% 0,7% 0,8% 14,5% 16,9% 0,1% 0,3% 1,1% 5,5% 1,2% 0,9% 23,2% 19,8% 5,1% 4,6% 100,0% 100,0% Fuente: Ministerio de Economía-UNICEF 3.2 Los subsidios a la energía Como se indicó antes, el objetivo original de la creación del “Bono Solidario” consistió en sustituir subsidios generalizados como los subsidios a los precios del gas de uso doméstico, electricidad y gasolinas, por subsidios monetarios directos dirigidos a la población pobre. En esta parte, por tanto, se analizan los resultados de este objetivo, comparando las distribuciones por quintiles de consumo per cápita de los subsidios mencionados anteriormente con la distribución del “Bono Solidario” y la distribución del consumo. Los subsidios a la energía han sido criticados por beneficiar principalmente a la clase media urbana y a los grupos de mayores ingresos. Este argumento se mantiene, en particular, para el subsidio a las gasolinas, cuya distribución es regresiva comparada con la distribución del consumo de los hogares. En cambio, la distribución de los subsidios al gas de uso doméstico y a la electricidad es progresiva en relación a la distribución del consumo, aunque beneficia en una gran proporción a los quintiles más ricos. Cuadro No. 5 Distribución de los subsidios por quintiles de consumo per cápita 1999 Gas Electricidad Gasolina Consumo Bono doméstico total solidario 20% más pobre 13,2% 23,1% 0,5% 7,7% 33.1% Quintil 2 20,3% 24,3% 1,9% 12,3% 29.7% Quintil 3 21,9% 20,6% 5,5% 15,5% 22.4% Quintil 4 22,6% 18,4% 15,6% 21,2% 12.1% 20% más rico 21,9% 13,6% 76,6% 43,3% 2.7% País 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100.0% 1995 20% más pobre 14,9% 12,4% 2,4% 8,8% Quintil 2 19,5% 16,7% 4,3% 13,5% Quintil 3 21,7% 20,1% 11,8% 16,7% Quintil 4 22,7% 23,0% 21,3% 22,4% 20% más rico 21,2% 27,8% 60,2% 38,6% País 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% Fuente: SIISE a partir de INEC, Encuestas de Condiciones de Vida 1995 y 1999. Quintiles 12 En efecto, en 1995, tres años antes de la implantación del “Bono Solidario”, los subsidios a los precios del gas de uso doméstico, electricidad y gasolina, se destinaban mayoritariamente a los estratos más ricos. El 2,4% del monto total del subsidio a la gasolina8, el 12.4% del subsidio a la electricidad y el 14,9% del subsidio al gas de uso doméstico9, se destinaban al 20% más pobre de los hogares ecuatorianos, en tanto que el 60,2%, 27,8% y el 21,2% respectivamente, se destinaban al quinto más rico de los hogares. En 1999, el efecto distributivo del subsidio al gas de uso doméstico fue más o menos el mismo que en 1995, aquel de la electricidad (mediante el uso de tarifas cruzadas) 10 fue más progresivo, en tanto que el subsidio a la gasolina fue más regresivo que antes. La introducción del “Bono Solidario” en septiembre de 1998, como mecanismo de compensación monetaria a la eliminación de estos subsidios, logró su objetivo de dirigirse en mayor proporción a la población más pobre que los subsidios anteriores. Efectivamente, en 1999, el 33,1% del monto total de las transferencias monetarias otorgadas por el “Bono Solidario” estuvo dirigido al 20% más pobre de los hogares y el 62,8% al 40% más pobre. Aunque el Bono es progresivo respecto de la distribución del consumo, los resultados también sugieren una sustancial filtración a los no pobres. Cerca del 15% de las transferencias benefician a los dos quintiles más ricos. La eliminación de los subsidios a los precios de la energía en 1998 no implicó una liberalización de precios, razón por la cual la aceleración de la inflación y la rápida devaluación de la moneda durante 1999 determinaron la reaparición de los subsidios implícitos, nuevamente con un carácter generalizado. Al mismo tiempo, estos precios no podían ser aumentados dado que el gobierno de Jamil Mahuad acordó con los movimientos sociales, en particular con los grupos indígenas, no ajustarlos hasta junio de 2000. Este compromiso fue asumido también por el nuevo presidente del Ecuador, Gustavo Noboa. En junio de 2000 se ajustó el precio de las gasolinas, pero se mantuvo constante el precio del gas de uso doméstico. Concomitantemente, se incrementaron las transferencias del “Bono Solidario”. En enero de 2001, se incrementaron nuevamente las transferencias, pero esta vez solo para compensar el aumento del precio del gas de uso doméstico y no el aumento en el precio de las gasolinas. En estas oportunidades, nuevamente el “Bono Solidario” ha continuado actuando como un mecanismo de compensación social frente a una política de ajuste fiscal. 3.3 La focalización del programa Bono Solidario 3.3.1 Tipo de focalización: la focalización del programa operó a través de un mecanismo de autoselección. Las personas que se consideraban candidatos llenaron una autodeclaración juramentada en las iglesias católicas y evangélicas, que consistió de un formulario con datos personales y socioeconómicos del beneficiario. Las iglesias no realizaron 8 En este estudio se analiza únicamente las gasolinas extra, eco y super, que son las gasolinas principalmente consumidas por los hogares y cuyo consumo es declarado en las Encuestas de Condiciones de Vida. 9 En esta investigación, el subsidio al gas de uso doméstico se calculó únicamente para el consumo de gas para cocinar. Las Encuestas de condiciones de vida no permiten registrar el uso de gas doméstico en otras actividades como, por ejemplo, calentar agua mediante calefones. 10 En la electricidad se introdujo un nuevo esquema de tarifas cuyo propósito consistía en eliminar el subsidio por parte del Estado y crear un subsidio cruzado entre los abonados al servicio eléctrico. Bajo este esquema, los consumidores con mayor nivel de consumo subsidiaban a aquellos con menor consumo. El subsidio cruzado mostró estar distribuido de una forma más progresiva que antes. Ahora, el 23,1% del subsidio se dirige al 20% más pobre de la población y el 47,4% al 40% más pobre. 13 control de calidad de dichos formularios, los cuales una vez llenados, se digitaron en una base de datos a cargo de BANRED, una red de bancos privados. Esta base de datos tampoco tuvo un buen control de calidad, por lo que presenta inconsistencias significativas, que impiden realizar un análisis adecuado de las variables incluidas. Posteriormente, esta base de datos se cruzó con las bases de datos del Seguro Social, de las empresas eléctricas, de los bancos y de la Dirección de Tránsito, a fin de excluir a personas que tenían trabajo estable, consumían electricidad más allá de un determinado nivel, tenían créditos o eran garantes, o tenían vehículo. No se han realizado verificaciones directas sobre el nivel de ingresos familiares de los beneficiarios. 3.3.2 Eficiencia en la focalización según las condiciones de elegibilidad del programa: existen varios conceptos para evaluar la eficiencia de la focalización tales como el error de inclusión, error de exclusión, subcobertura y filtración (Grosh, 1992). Estos comparan la pertenencia o no de un individuo a un determinado programa con su elegibilidad o no al mismo. Todos estos conceptos fueron calculados utilizando los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida cuarta ronda 1998-99 (ECV), que incorpora una pregunta en la que se averigua si el entrevistado recibe o no la transferencia del “Bono Solidario” y cuánto recibe. Igualmente, a partir de la ECV, se determinó la población elegible de acuerdo con los criterios de elegibilidad establecidos en la base legal del “Bono Solidario” (ver sección 3.1). El cuadro No. 6 muestra la existencia de un error de exclusión (Tipo I) de 17,9% y un error de inclusión (Tipo II) de 33,4%. Así mismo, evidencia una subcobertura del 48,1% y una filtración del 63,4%. Es decir, cerca de 1 de cada 2 personas elegibles para el “Bono Solidario” no reciben este beneficio, en tanto que 6 de cada 10 individuos que reciben el bono son no elegibles11. 3.3.3 Eficiencia en la focalización según pobreza de consumo: Si se asume como condición de elegibilidad para el programa el ser pobre según la capacidad de consumo, los resultados de la eficiencia de la focalización son menos severos que aquellos obtenidos con la condición de elegibilidad por ingresos familiares menores a un millón de sucres mensuales (ver cuadro No. 7). Efectivamente, en este caso el error de exclusión es 21,2% y el error de inclusión es 18,3%. Por su parte, la subcobertura alcanza un 38,1% y la filtración un 34,6%. Como se puede observar, el error de inclusión y la filtración son significativamente menores comparados con los resultados correspondientes obtenidos según el ingreso familiar. Por otro lado, se tiene que el 23% de las madres y el 18% de los ancianos beneficiarios del programa pertenecen a hogares indigentes y que el 44% y el 39% respectivamente, pertenecen a hogares pobres no indigentes. En cambio, el 35% del total de beneficiarios pertenecen a hogares no pobres. Esta última cifra es especialmente elevada en los ancianos. El 43% de los ancianos beneficiarios son no pobres (ver cuadro No. 8). 11 Bajo estos mismos criterios de elegibilidad, Parandekar encuentra una filtración de 54% y una subcobertura de 41% (Parandekar, 2000). La diferencia se explica, probablemente, por diferencias en la definición del universo de beneficiarios y porque Parandekar utilizó una base parcial y provisional de la ECV. 14 Cuadro No. 6 Eficiencia de la focalización según elegibilidad del programa (1999) Eficiencia por inclusión/exclusión Elegibles No elegibles 19,3% 33,4% (error de inclusión) 29,5% 17,9% (error de exclusión) 37,1% 62,9% Reciben el bono No reciben el bono TOTAL TOTAL 52,7% 47,3% 100,0% Eficiencia por cobertura Elegibles No elegibles 51,9% 53,1% 48,1% 46,9% (subcobertura) 100,0% 100,0% Reciben el bono No reciben el bono TOTAL TOTAL 52,7% 47,3% 100,0% Eficiencia por filtración Elegibles No elegibles TOTAL 36,6% 63,4% 100,0% (filtración) 37,7% 62,3% 100,0% No reciben el bono 37,1% 62,9% 100,0% TOTAL Fuente: SIISE a partir de INEC, Encuesta de condiciones de vida 1999. Reciben el bono Cuadro No. 7 Eficiencia de la focalización según pobreza de consumo (1999) Eficiencia por inclusión/exclusión Reciben el bono No reciben el bono TOTAL Pobres No pobres 34,5% 18,3% (error de inclusión) 21,2% 26,1% (error de exclusión) 55,7% 44,3% TOTAL 52,7% 47,3% 100,0% Eficiencia por cobertura Reciben el bono No reciben el bono TOTAL Pobres No pobres 61,9% 41,2% 38,1% 58,8% (subcobertura) 100,0% 100,0% TOTAL 52,7% 47,3% 100,0% Eficiencia por filtración Pobres No pobres TOTAL 65,4% 34,6% 100,0% Reciben el bono (filtración) 44.9% 55.1% 100.0% No reciben el bono 55.7% 44.3% 100.0% TOTAL Fuente: SIISE a partir de INEC, Encuesta de condiciones de vida 1999. 15 Cuadro No. 8 Beneficiarios del Bono Solidario según condición de pobreza Ancianos/as Madres Total 33.728 214.571 248.299 Indigentes 71.633 407.455 479.089 Pobres no indigentes 78.735 306.620 385.355 No pobres 184.097 928.646 1.112.743 Total Ancianos/as Madres Total 18,3% 23,1% 22,3% Indigentes 38,9% 43,9% 43,1% Pobres no indigentes 33,0% 34,6% 42,8% No pobres 100,0% 100,0% 100,0% Total Fuente: SIISE a partir de INEC, Encuesta de condiciones de vida 1999. La utilización del ingreso familiar total como criterio de selección determina que algunos no pobres sean elegibles para el programa, puesto que la pobreza se define, en cambio, en términos del consumo del hogar por persona o del ingreso familiar per cápita. Este hecho reduce el impacto del programa sobre la reducción de la pobreza. Actualmente, basados en las experiencias del SISBEN colombiano y la ficha CAS chilena, el Ecuador está implementando un sistema de identificación individual de beneficiarios de programas sociales. Se concluyó la prueba piloto del cuestionario y se inició ya la fase de levantamiento definitivo de información. No obstante los problemas de focalización, las transferencias provenientes del Bono Solidario representan el 10% de los ingresos totales del quinto más pobre de los hogares ecuatorianos y solo el 0,1% de los ingresos totales del quinto más rico. Este resultado enfatiza la importancia de este programa como mecanismo redistributivo, aunque no puede ser visto directamente como un indicador del impacto del Bono sobre la pobreza o la distribución del ingreso. Esto asumiría que los beneficiarios del Bono no alteran su comportamiento socioeconómico en respuesta a la transferencia monetaria. Luego se analizará en que medida los beneficiarios del Bono han ajustado su comportamiento. Cuadro No. 9 Importancia relativa del Bono Solidario en los ingresos del hogar Quintiles de pobreza según el ingreso per Ingreso Bono cápita laboral Solidario Otros Total 20% más pobre 65,3% 9,9% 24,7% 100,0% 2do. Quintil 78,4% 5,2% 16,3% 100,0% 3er. Quintil 82,1% 2,9% 15,1% 100,0% 4to. Quintil 84,4% 1,1% 14,6% 100,0% 20% más rico 80,7% 0,1% 19,2% 100,0% Total 80,7% 1,6% 17,7% 100,0% Fuente: SIISE a partir de INEC, Encuesta de condiciones de vida 1999. 16 3.3.4 El Bono Solidario en relación a otros programas sociales. Otra forma de medir la eficiencia de la focalización del “Bono Solidario” consiste en comparar la distribución, por quintiles de consumo per cápita, de los beneficiarios del programa con las distribuciones correspondientes a los beneficiarios de otros programas sociales. Las cifras revelan que el 50% de los beneficiarios del “Bono Solidario” pertenece al 40% más pobre de la población y que el 8% corresponde al 20% más rico de la población. No obstante, existen otros programas sociales como el Desayuno Escolar Gratuito, el Seguro Social Campesino y la educación fiscal primaria que están mejor focalizados en la población pobre. En efecto, el 76% de los beneficiarios del desayuno gratuito pertenecen al 40% más pobre de la población. Cuadro No. 10 Distribución de los beneficiarios de programas sociales según quintiles de consumo per cápita Quintiles 20% más pobre 2 Quintil 3 Quintil 4 Quintil 20% más rico País BONO DESAYUNO GRATUITO SOLIDARIO Escolar Preescolar 23,3% 26,5% 23,0% 19,2% 7,9% 100,0% Atención Institucional de Salud 49,1% 26,6% 13,7% 7,6% 3,0% 100,0% SEGURO SOCIAL Campesino 41,2% 40,3% 29,0% 29,0% 16,3% 13,6% 8,1% 13,8% 5,4% 3,3% 100,0% 100,0% EDUCACION FISCAL General 5,0% 10,9% 19,0% 26,7% 38,4% 100,0% Quintiles PRIMARIA SECUNDA- UNIVERSITA- TODAS RIA RIA 20% más pobre 19,7% 36,7% 15,0% 5,9% 27,4% 2 Quintil 25,6% 29,6% 26,5% 12,6% 27,2% 3 Quintil 20,8% 17,3% 27,1% 21,0% 20,6% 4 Quintil 20,8% 11,6% 22,8% 31,7% 16,7% 20% más rico 13,1% 4,9% 8,6% 28,8% 8,1% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% País Fuente: SIISE a partir de INEC, Encuesta de condiciones de vida 1999. 3.4.- Evaluación de impacto del Bono Solidario sobre la pobreza actual y la pobreza futura. La evaluación de impacto de un programa social busca determinar si el programa tuvo los efectos deseados atribuibles a la intervención, así como también determinar si hubo consecuencias no previstas, sean positivas o negativas, sobre los beneficiarios. En el caso del programa Bono Solidario no es evidente cuál fue el impacto deseado. Como se señaló antes, el programa fue originalmente diseñado para compensar a los hogares pobres por la reducción en los subsidios a los precios de la energía. Sin embargo, inmediatamente luego de su implementación, el programa fue percibido –por el gobierno y la población– como la base del programa de protección social y como un mecanismo para aliviar la pobreza durante la crisis 17 económica. Tomando esto en consideración, esta sección se concentrará en evaluar el impacto del Bono Solidario sobre la pobreza. Un aspecto adicional que se considerará es la crisis económica. Cuando está ausente un mecanismo apropiado de protección social, los pobres pueden hacer frente a las condiciones adversas de varias maneras, tales como la migración, búsqueda de apoyo en amigos y familiares (transferencias privadas) y cambios en la participación laboral. Un estudio sobre las respuestas de los hogares en las áreas urbanas pobres del Ecuador encontró que el principal mecanismo que utilizan para enfrentar la crisis es el incremento de la participación laboral, particularmente de mujeres y niños (Moser 1996). El fortalecimiento de los mecanismos de apoyo familiar fue también importante, pero claramente imponiendo cargas desiguales al interior de los hogares debido a que las mujeres tienden a llevar el mayor peso. Ya que las transferencias del Bono han estado dirigidas principalmente a las mujeres, la hipótesis básica podría ser que el programa ha reducido la necesidad de tales mecanismos para enfrentar la crisis y que los beneficiarios mostrarían menores tasas de participación laboral para mujeres y niños, y menores ingresos por concepto de transferencias privadas que el grupo comparable de no beneficiarios. Tal respuesta podría tener un efecto positivo, por ejemplo, en términos de la asistencia escolar. El aspecto negativo sería que sin el programa, los ingresos provenientes de fuentes diferentes a las transferencias podrían haber sido mayores. El Bono Solidario, en tanto un programa de transferencias monetarias a los hogares, tiene un impacto directo sobre los ingresos corrientes de éstos, así como en decisiones intrafamiliares como la asignación del tiempo a labores productivas o reproductivas, la acumulación de capital humano de sus miembros, entre otras. Recibir el beneficio a través del Bono Solidario en principio aumentaría el ingreso familiar en el monto del Bono. Sin embargo, pueden haber reacciones en respuesta al programa que alteren la participación laboral, recepción de otros ingresos (o transferencias) o sustitución de productos de consumo que influyen sobre el bienestar del hogar. Los efectos del programa de transferencias sobre el comportamiento de los hogares pueden ser tanto positivos como negativos. Un efecto positivo sería, por ejemplo, que incentive la acumulación de capital humano tanto vía mayor educación como mejor alimentación o cuidado de la salud. Pueden haber también efectos positivos sobre la participación laboral (el contar con más dinero puede favorecer la posibilidad de cubrir los costos de transacción que implica buscar un empleo). Entre los efectos negativos se puede tener que desincentiva la búsqueda de empleo, reduce el número de horas trabajadas, disminuye la recepción de otras transferencias (otros hogares pueden dejar de enviar transferencias a los hogares beneficiarios del bono). No tomar en cuenta dichas reacciones puede llevar a subestimar (o sobrestimar) el efecto verdadero del Bono sobre la pobreza. Esto conduce a plantear la necesidad de encontrar el contrafáctico correcto del ingreso del hogar y otros indicadores en el evento de que el programa de transferencias monetarias no hubiera sido introducido. Una posibilidad sería concentrarse en las respuestas de la oferta laboral usando los modelos estándar de oferta laboral individual tal como ha sido realizado en parte de la literatura (ver, por ejemplo, Sahn y Alderman 1995). Los resultados de estos modelos son muy sensibles a los supuestos adoptados acerca de la asignación de recursos al interior del hogar (ver Cuesta 2001 para una discusión). Adicionalmente, los procedimientos de estimación requieren considerar adecuadamente los problemas relativos a una posible doble causalidad (o endogeneidad) de las decisiones de los hogares que son tanto causa y efecto de la generación y la 18 distribución del ingreso, y encontrar las maneras para corregir los sesgos de selección muestral y los datos perdidos (missing data). Alternativamente, y permitiendo considerar varios efectos, se podría usar grupos de comparación y control. El grupo de comparación, que consiste de individuos elegibles al programa pero que no reciben los beneficios, será comparado con el grupo de tratamiento que está conformado por los beneficiarios reales. En este estudio se sigue este enfoque. Para que la comparación funcione, el grupo de comparación debe asemejarse al grupo de tratamiento tanto como sea posible, siendo la única diferencia entre los dos grupos el hecho de ser o no beneficiario de la transferencia monetaria. En el enfoque cuantitativo para la evaluación de los beneficios de un programa, el diseño aleatorio (experimental) es visto como óptimo (Heckman y Robb 1985). Sin embargo, los diseños experimentales son difíciles de implementar tanto por problemas de disponibilidad de datos como por razones éticas y de política (Baker 1999). Respecto a lo último, podría ser inaceptable negar aleatoriamente los beneficios de un programa a la población elegible solo por propósitos de evaluación. Aunque hay maneras para sobrellevar tales limitaciones (Pradhan, Rawlings y Ridder 1998), la carencia de información impide que se siga este enfoque en esta investigación. Los diseños cuasi-experimentales proveen una segunda mejor opción. Aquí se aplicará el método de emparejamiento (matching comparisons), que debe su desarrollo al trabajo pionero de James Heckman (Heckman, Ichimura y Todd 1997). Se estimarán las probabilidades de participar en el programa (propensity score) para alcanzar el mejor emparejamiento posible12. Está técnica estima la probabilidad de participar en el programa dado un conjunto de características socioeconómicas. Este enfoque puede ser aplicado incluso en ausencia de una línea de base antes de la implementación del programa. En este estudio los grupos de tratamiento y de comparación fueron seleccionados luego de la introducción del programa usando métodos no aleatorios. A fin de evitar los sesgos de selección, una sofisticada técnica de emparejamiento es aplicada para asegurar que el grupo de comparación sea lo más similar posible al grupo de beneficiarios. La ventaja de este método es que permite confiar en las fuentes de datos existentes (encuesta de condiciones de vida). La posible desventaja del método es que la confiabilidad de los resultados se verá reducida debido a que la metodología es estadísticamente menos robusta y a que el problema del sesgo de selección necesita ser considerado. El problema del sesgo puede ser doble. Podría haber un sesgo debido a diferencias en las características observables o a problemas de medición, y un sesgo debido a diferencias en las características no observables. El primero puede estar relacionado a la diferencia en el criterio de selección (por ejemplo, localización geográfica), mientras que el segundo podría deberse a un proceso de selección conducido políticamente. Tales sesgos podrían rendir resultados inexactos del impacto estimado del programa. Mediante la modelización del proceso de selección, el diseño cuasi-experimental trata de arribar a una estimación insesgada usando datos no experimentales. Aquí se tratará de alcanzar esto manteniendo el proceso de selección constante cuando se compara los beneficiarios y los no beneficiarios. Obviamente, la validez del modelo depende de cuan bien éste sea especificado. 12 Ver Rosenbaum y Rubin (1985), Heckman, Ichimura y Todd (1997, 1998), y Jalan y Ravallion (1999) para otras aplicaciones y discusión adicional acerca de la técnica de emparejamiento. 19 Aquí, con el propósito de medir el impacto del programa sobre la pobreza, se utiliza como medida de bienestar el ingreso per cápita debido, principalmente, a que la transferencia otorgada por el Bono Solidario es una transferencia monetaria. El utilizar como medida de bienestar el ingreso per cápita tiene la limitación de que no toma en cuenta como se distribuyen los recursos al interior del hogar, lo cual es muy importante en el caso del Bono Solidario debido a que la transferencia es recibida por la madres. Es decir, en esta investigación se asume que el ingreso proveniente del Bono se distribuye igualitariamente entre los miembros del hogar. El contrafactual busca conocer cual hubiera sido el ingreso de los beneficiarios en ausencia del programa. Para el efecto, no basta con únicamente restar el valor de la transferencia recibida del programa al ingreso total del hogar sino considerar también las decisiones que los hogares hubieran tomado de no existir o no haber sido aceptados en el programa. Es factible que los hogares al no tener acceso al Bono Solidario hubieran trabajado más horas para aumentar sus ingresos o dejado de enviar sus hijos a la escuela. En el primer caso existiría un ingreso “perdido” actual producto de la participación en el programa, lo cual reduce el impacto del programa sobre la pobreza corriente, y en el segundo una desacumulación de capital humano que afecta la generación de ingresos futuros y, por tanto, tiende a aumentar la pobreza futura. En el caso de los ingresos, el problema radica en estimar el “ingreso perdido”. Se quiere llegar a una estimación no sesgada de dicha variable. Esta sección está compuesta de cinco partes. En la primera se discuten las características y limitaciones de la fuente primaria, y la metodología utilizada para realizar las evaluación de impacto. En la segunda se presenta un perfil descriptivo de los beneficiarios del Bono Solidario. En la tercera se presentan los resultados de estimar las probabilidad de participar en el programa. La cuarta parte presenta el impacto del programa sobre el ingreso y la pobreza 3.4.1 Base de datos y metodología.No existe una línea de base para evaluar el programa Bono Solidario. Sin embargo, la Encuesta de Condiciones de Vida –cuarta ronda 1998-99 (ECV)- incorpora entre las preguntas de ingresos si el individuo recibe o no la transferencia del Bono Solidario y cuánto recibe por este concepto. La ECV cuarta ronda se levantó a lo largo de un año –desde octubre de 1998 hasta septiembre de 1999- en muestras trimestrales con representación nacional. El período en que se levantó la ECV –octubre de 1998 a septiembre de 1999- genera dos limitaciones para los propósitos de este estudio. La primera es que la muestra correspondiente al trimestre octubre a diciembre de 1998 coincide con el período de implementación del Bono Solidario, especialmente con la fase de inscripciones. Esta restricción fue superada excluyendo esta parte de la muestra para las estimaciones del impacto del programa. La segunda es que la muestra correspondiente a enero-septiembre de 1999 coincide con un período de crisis en la economía ecuatoriana y es un período inmediatamente posterior a la implementación del programa. Esta restricción no era factible de ser sobrellevada. Por lo tanto, a pesar de que esta investigación se basa en un análisis de corte transversal, es difícil aún establecer si las posibles diferencias de comportamiento son o no adaptaciones estructurales al programa Bono Solidario. No obstante, la ventaja de la coincidencia con el período de crisis es que sugiere que las diferencias de adaptación están relacionadas con la condición de pertenecer o no al programa. Es decir, no se puede conocer aún si en ausencia de la crisis económica los cambios de comportamiento debidos al Bono Solidario 20 serían similares a los encontrados en este estudio. Dado que el programa es de amplia cobertura nacional –cerca del 45% de los hogares del Ecuador- la muestra de beneficiarios incluida en la ECV es también lo suficientemente grande como para adoptar metodologías cuantitativas cuasi-experimentales que permitan realizar análisis contrafactuales mediante la conformación de grupos de intervención y comparación (Baker, 1999). Se obtienen resultados consistentes de la comparación (‘matching estimates’) si13: (i) los beneficiarios y los individuos del grupo de control tienen la misma distribución de características no observadas (si no, existiría un problema de sesgo de selección); (ii) tienen la misma distribución de características observadas; (iii) se aplica el mismo cuestionario para ambos grupos tal que los resultados y las características son medidas de las misma manera; y (iv) los dos grupos se encuentran en el mismo tipo de contexto económico. Si estas condiciones no se cumplen, la diferencia entre el ingreso promedio del grupo de beneficiarios y el grupo de comparación sería un estimador sesgado del impacto del Bono. El hecho de que tanto el grupo de beneficiarios del Bono como el grupo de no beneficiarios se obtuvieron de la misma encuesta, permitió eliminar los sesgos provenientes de la utilización de cuestionarios y encuestadores distintos. La localización del programa en todo el país, lo cual está reflejado en la encuesta, permite evitar el sesgo (iv). La técnica de emparejamiento de acuerdo a las características observables permite reducir el sesgo (ii). Sin embargo, no es posible excluir la posible influencia del sesgo (i) sobre los resultados. Tal como señala la literatura econométrica reciente sobre evaluación de programas, pruebas aleatorias podrían haber sido usadas para sobrellevar este sesgo. Sin embargo, se asume, bajo la autoridad de Heckman, que el énfasis sobre el primer tipo de sesgo podría ser exagerado y que los aspectos (ii – iv) tienden a ser más importantes en la mayoría de aplicaciones (Heckman, Ichimura y Todd 1997). Se desea obtener un contrafáctico de los “ingresos perdidos” de los beneficiarios, debido a que ellos responden a las transferencias monetarias mediante cambios en la participación laboral, en la recepción de transferencias privadas, entre otros. Así, la ganancia neta de ingresos (G) sería: G ? Tbono ? F ( y ) donde: Tbono es el ingreso o la transferencia por concepto del Bono y F(y) es el ingreso “perdido” debido a ajustes en el comportamiento del hogar en respuesta a tener acceso al programa del Bono. El ingreso contrafactual (Y*) de los beneficiarios es, por tanto, igual a la suma del ingreso sin el Bono (Y) y la “ganancia neta” contrafactual (G): Y* = Y + G El ingreso “perdido” para cada hogar beneficiario del Bono se estima al tomar su ingreso sin el Bono y compararlo con “su pareja” del grupo de comparación. Con estos resultados se puede simular el efecto “verdadero” del impacto del Bono sobre la pobreza (es decir simulando el efecto de G). A fin de realizar el emparejamiento de los beneficiarios con los 13 Heckman, Ichimura y Todd (1997: 606). 21 no beneficiarios elegibles de características similares, se estimó la probabilidad de participar en el programa como función de un conjunto de variables explicativas. La estimación se realizó con un modelo Logit donde la variable dependiente es 1 si el individuo participa efectivamente en el programa y 0 si es elegible y no participa. Se define la probabilidad de ser beneficiario del programa del Bono como: P? 1 1? e ? ? ? iXi donde Xi son las características observables de los beneficiarios y no beneficiarios, y ? i los coeficientes de las variables respectivas. La probabilidad de ser beneficiario es P y de no ser beneficiario (1-P). Para la estimación de la probabilidad de participar en el programa, se consideraron como elegibles a las madres con hijos menores de 18 años y a las y los ancianos mayores de 65 años. Es decir, los hombres menores de 65 años, y las mujeres menores de 65 años y que no son madres tienen probabilidad cero de participar en el programa. Las otras dos restricciones para participar en el programa – el no percibir ingresos fijos y tener ingresos familiares inferiores a un millón de sucres- no fueron consideradas para establecer la población elegible debido a que estas condiciones no fueron controladas en el momento de la inscripción al programa y, por tanto, existen beneficiarios que no las satisfacen. Otro grupo de beneficiarios, a partir de abril de 1999, fueron los discapacitados con más de 70% de discapacidad. Esta situación no es posible identificar en la ECV, por lo que se restringió el análisis a los dos primeros grupos. Una vez estimada la regresión Logit, para realizar el emparejamiento se utilizaron los “propensity scores” de cada beneficiario y no beneficiario. Los “propensity scores” son las probabilidades de participar en el programa estimadas por el modelo. Dado que el rango de las probabilidades entre los beneficiarios y los no beneficiarios no coincide, especialmente en el extremo inferior de la distribución, se eliminaron los casos de no beneficiarios con probabilidades estimadas menores al menor valor de las probabilidades estimadas para los beneficiarios. En el caso del tramo superior de la distribución no fue necesario realizar ajuste alguno. Luego de establecido un rango común de probabilidades, se realizó el emparejamiento (matching) mediante el “odds ratio” que se define como: pi ? Pi 1 ? ? ? X ? e? (1 ? Pi ) e ? i i ? i Xi donde Pi es la probabilidad estimada de participar en el programa para el individuo i. En este estudio se calculó el estimador de impacto que compara el ingreso de cada beneficiario con el ingreso promedio de sus cinco vecinos más cercanos. Para la realización del emparejamiento se permitió reemplazo, es decir, un mismo no beneficiario puede ser la pareja de varios beneficiarios. Se encontraron los cinco no beneficiarios j con los “odds ratio” más cercanos a cada uno de los beneficiarios i, definidos como aquellos que minimizan [p(Xi) – p(Xj)]2 sobre todos los j del conjunto de no participantes, donde p(Xk) es el odds ratio predicho para la 22 observación k. Una vez encontrados los cinco vecinos más cercanos a cada uno de los participantes en el programa, se promedió los correspondientes indicadores de impacto a ser evaluados. El promedio de los cinco vecinos más cercanos se comparó con el respectivo indicador del beneficiario emparejado a fin de obtener el impacto del programa sobre cada uno de los participantes: G ? Yi1 ? 1 j? 5 ? Yij 0 5 j? 1 donde Yi1 es el ingreso post-intervención del hogar del participante i y Yij0 es el ingreso preintervención de los vecinos más cercanos. Los subíndices 1 y 0 se refieren a los beneficiarios y no beneficiarios respectivamente. Luego de que se obtuvo el impacto para cada beneficiario, se calculó el estimador del impacto medio del programa: G? ? 1 j? 5 ? ? Y i ? ?i ? 1 ? 5 ?j ? 1 Yij 0 ?? / N ? ? P donde N es el número total de beneficiarios. Una vez calculado el impacto medio sobre el ingreso total del hogar, se estimó el impacto del programa Bono Solidario sobre la pobreza. Los impactos sobre la pobreza se evaluaron utilizando como medidas de pobreza la incidencia, brecha y severidad. La comparación de la pobreza con y sin el programa se complementó con pruebas de dominancia estocástica para verificar si los resultados fueron robustos, es decir, se determinó si el impacto del programa fue o no ambiguo. A fin de obtener mayores luces sobre los factores que podrían explicar el impacto estimado del programa, se utilizó el mismo procedimiento para evaluar otros indicadores de impacto tales como el ingreso per cápita del hogar, la tasa de matrícula del hogar de los niños entre 6 y 17 años de edad14, la tasa global de participación, la tasa de ocupación, las horas trabajadas por el hogar y las transferencias privadas. Las estimaciones contrafactuales del impacto sobre el ingreso rinden casos con resultados negativos y positivos. Tales casos existen tanto para ganancias netas positivas y negativas (G > 0 y G < 0) como para “ingresos perdidos” positivos y negativos (F(y) > 0 y F(y) < 0). En el caso de las ganancias netas negativas (G < 0), los ingresos perdidos (por ejemplo, debidos al efecto desincentivo en la oferta laboral) son mayores que el valor de la transferencia monetaria. Algunos estudios (Jalan y Ravallion 1999) excluyen tales casos del impacto medio global. No es claro el porqué habría que excluirlos. 3.4.2 Resultados de la evaluación de impacto.14 Se escogió la tasa de matrícula del hogar en lugar de la escolaridad, debido a que la evaluación del programa se realizó con una base de datos levantada inmediatamente luego de implementado el programa, por lo que no se puede aún captar cambios en la escolaridad efectiva de los niños; sin embargo, sí es factible captar cambios en las tasas de matrícula. 23 3.4.2.1 Perfil de los beneficiarios del Bono Solidario.A fin de determinar las variables más relacionadas con la probabilidad de participar en el programa, primero se elaboró un perfil de las características socioeconómicas observadas de los beneficiarios del Bono Solidario, seleccionando únicamente la población elegible: madres con hijos menores de 18 años y ancianas(os) mayores de 65 años (ver Anexo No. 2). Este es un análisis descriptivo que no controla un determinado resultado por sus posibles determinantes, por tanto, pueden algunos de ellos diferir de los resultados obtenidos mediante la regresión Logit para estimar la probabilidad de participar en el programa, los cuales se presentan más adelante. Las empleadas domésticas, jornaleras, cuentapropistas, trabajadoras no remuneradas e inactivas y desocupadas, en ese orden, tienen mayor posibilidad de participar en el programa que los asalariados. Este resultado es consistente con la restricción aplicada en la inscripción del programa: no percibir ingresos fijos. Otra restricción de ingreso al programa estableció que podían participar solo aquellas personas que vivían en hogares con ingresos familiares menores a un millón de sucres. En efecto, la tasa de participación en el programa es mayor en aquellos hogares con ingresos familiares monetarios inferiores a dicho umbral, 51%. En cambio, la tasa correspondiente para los hogares con ingresos familiares superiores a un millón es 35%. El análisis respecto a la pobreza de consumo es también consistente con este resultado. En efecto, la tasa de participación en el programa es mayor entre quienes son pobres según su capacidad de consumo (52%), que entre aquellos que no son pobres (29%). El 66% del total de beneficiarios son pobres según consumo. Estos datos muestran que el programa está más orientado hacia la población pobre, ya sea según su ingreso o según su capacidad de consumo. En las condiciones de elegibilidad del programa se estableció también el no ser afiliado a la seguridad social. Los resultados son consistentes con esta restricción. En efecto, la población no asegurada tiene mayor posibilidad de participar en el programa (46%) que aquella asegurada (25%). Mientras mayor es el tamaño del hogar, mayor es la posibilidad de participar en el programa. El porcentaje de beneficiarios entre la población que vivía en hogares con 6 o más miembros fue 45%, con 4 a 5 miembros el 40% y con 1 a 3 miembros el 36%. Las personas con educación primaria tienen mayor posibilidad de participar en el programa (48%) que aquellos con ninguna educación (40%) o con educación secundaria (40%) o superior (17%). Esta última cifra indica que aquellos con altos niveles de escolaridad tienen menos posibilidad de participar en el programa. Mientras más joven es la persona, tiene mayor posibilidad de participar en el programa. Cerca del 60% de los beneficiarios se concentra en las edades comprendidas entre 25 y 49 años y el 77% entre 15 y 49 años. Estos datos están correlacionados con la edad fértil de las mujeres, lo cual tiene sentido en tanto una restricción del programa consistió en ser madre de un hijo menor de 18 años. En contraste, aunque el programa está también dirigido a los ancianos y ancianas, su tasa de participación (30%), es muy inferior a las correspondientes a los otros tramos de edad, que superan el 40%. La posibilidad de participar en el programa es mayor para quienes residen en el área rural (46%), que para aquellos del área urbana (38%). Igualmente, la tasa de participación fue mayor para quienes viven fuera de Quito y Guayaquil. Aquellas personas cuyo estado civil es “Unión Libre” tienen mayor posibilidad de participar en el programa (54%). Siguen en importancia aquellas que son solteras, divorciadas o viudas (43%). La población que tiene mayor posibilidad de participar en el programa es aquella que no tiene acceso a servicios públicos como alcantarillado, recolección de basura y teléfono. Esto también 24 es consistente con el hecho de que el programa está más orientado hacia la población pobre. Finalmente, la posibilidad de participación en el programa está inversamente relacionada con el número de cuartos exclusivos para dormir. Mientras que la tasa de participación de las personas que habitan en viviendas sin ningún cuarto exclusivo para dormir es de 57%, la tasa para quienes habitan en viviendas con más de cuatro cuartos exclusivos para dormir es 23%. Por otro lado, aquellas personas que viven en viviendas con piso de tierra, caña, cemento, ladrillo o tabla tienen mayores posibilidades de participar en el Bono Solidario que aquellas que viven en viviendas con piso de duela, parket, baldosa o vinil. 3.4.2.2 Estimaciones de la probabilidad de participar en el programa Bono Solidario Los resultados de la regresión Logit son en general consistentes con el perfil de los beneficiarios del Bono detallado anteriormente (ver Anexo No. 3). Los coeficientes indican que es más probable que los participantes en el programa sean jóvenes y que no sean asalariadas. Igualmente, es más probable que los participantes en el programa residan fuera de Quito y Guayaquil; que sean jefes de hogar, cónyuges y que sean separadas, viudas o divorciadas. Los participantes tienen más probabilidad de tener ingresos monetarios inferiores a un millón de sucres mensuales y de carecer de algunos servicios e infraestructura como alcantarillado, teléfono y electricidad. Los participantes en el programa tienen más probabilidad de no tener seguro social y carecer de ahorros. Es más probable que los beneficiarios del bono habiten en viviendas con ninguno o solo un cuarto exclusivo para dormir y que son viviendas con piso de tierra, caña o cemento. Luego de estimadas las probabilidades de participar en el Bono Solidario, se obtuvo que la probabilidad media de los beneficiarios fue 0,50712 con un error estándar de 0,16875, mientras que la de los no beneficiarios fue 0,34218 (0,19381). Estos resultados se reflejan en el gráfico No. 2 (probabilidad media para 20 intervalos) ya que los beneficiarios están concentrados al lado derecho (tienen una alta probabilidad de participar), en tanto que los no beneficiarios están concentrados al lado izquierdo de la distribución (tienen una baja probabilidad de participar en el programa). En el gráfico No. 2 se observa también que existen beneficiarios con una baja probabilidad de participar en el programa y no beneficiarios con una alta probabilidad de participar en el programa. Estos resultados son consistentes con los errores de focalización encontrados en secciones anteriores. Es decir, existen errores importantes de inclusión y exclusión. Estas probabilidades y los “propensity scores” relacionados se usaron para el emparejamiento. Para asegurar que los beneficiarios y no beneficiarios estén dentro del mismo rango de probabilidades se eliminó el 5% inferior de la distribución. Una vez realizado el emparejamiento –matching– la probabilidad estimada del grupo de comparación constituido a base de los cinco más cercanos fue 0,50711 con un error estándar de 0,16873. Esto sugiere que el emparejamiento fue adecuado ya que se encontró un grupo de comparación con una distribución de probabilidades similar a la del grupo de intervención. 25 Gráfico No. 2 Probabilidad estimada de participar en el Bono Solidario 250 Número de casos 200 150 100 50 0.757 0.698 0.653 0.616 0.582 0.552 0.524 0.496 0.465 0.436 0.408 0.375 0.336 0.303 0.265 0.232 0.186 0.142 0.097 0.056 0 Probabilidad estimada No beneficiarios Beneficiarios 3.4.2.3 Impacto sobre el ingreso total del hogar y la pobreza.El estimador de impacto neto medio sobre el ingreso total del hogar, G , es –160.000 sucres mensuales con un error estándar de 39.43615. Esto implica que el ingreso perdido fue, en promedio, mayor que el valor transferido por concepto del programa. Es decir, en ausencia del programa los beneficiarios (o mejor los hogares a los que ellos pertenecen) hubieran tenido, en promedio, un ingreso mayor al que tuvieron en presencia del mismo. Por lo tanto, el Bono Solidario ha provocado incentivos netos negativos para la generación de ingresos por parte del hogar. El impacto contrafactual sobre la pobreza es presentado en el Cuadro No. 11. Sin considerar cambios de comportamiento en los hogares beneficiarios, se concluiría que el programa de transferencias monetarias ha permitido una reducción del porcentaje de pobres en 2,4 puntos porcentuales en 1999. Igualmente, se diría que la brecha de la pobreza se ha reducido. Estas conclusiones cambian luego de considerar los resultados contrafactuales generados por el emparejamiento de beneficiarios y no beneficiarios, los cuales consideran los cambios de comportamiento. Los resultados contrafactuales sugieren que la incidencia de la pobreza se incrementó levemente en alrededor de 0,6 puntos porcentuales. Sin embargo, la brecha y la severidad de la pobreza disminuyeron ligeramente. Estos resultados sugieren que el incentivo negativo en la generación de ingresos ocurrió principalmente entre los hogares cercanos a la línea de pobreza y que el programa mejoró la distribución del ingreso entre los pobres, en especial mejoró la situación de los más pobres. Esta conclusión es sustentada por las pruebas de dominancia estocásticas de primer y segundo orden para las tres medidas de la pobreza (ver 15 Los errores estándar fueron estimados mediante 50 submuestras aleatorias, un método que se conoce en la literatura econométrica como ‘bootstrapping’. 26 gráficos No. 3 a 5). El cambio de la distribución del ingreso a favor de los más pobres se aprecia en los tramos de las curvas de distribución contrafactual (sin el Bono) que se ubican por encima de las curvas de distribución post-intervención observadas (con el bono). La prueba de dominancia estocástica para la severidad de la pobreza es robusta, es decir, el impacto del programa de transferencias monetarias sobre la reducción de la pobreza de los más pobres de los pobres es no ambiguo e independiente de la línea de pobreza de referencia (298.986 sucres mensuales por persona). Cuadro No. 11 Simulación del impacto del Bono Solidario sobre la pobreza de ingreso, 1999 Incidencia (P0) Brecha (P1) Severidad (P2) Tasas de pobreza (%) PrePostPreintervención intervención intervención OBSERVADA ESTATICA CONTRAFACTUAL (a) (c) (b) 41,8% 44,2% 41,2% 17,0% 18,9% 17,5% 9,7% 11,2% 10,3% Impacto estimado del Bono ESTATICO (a – b) -2,4% -2,0% -1,6% CONTRAFACTUAL (a – c) 0,6% -0,6% -0,6% Cuadro No. 12 Indicadores de impacto para el grupo de beneficiarios y el grupo de comparación de no beneficiarios Indicadores Beneficiarios/ No beneficiarios/ Grupo Grupo tratamiento comparación 67,2% 67,9% 71,3% 71,1% 2,1 2,0 97 103 Tasa de ocupación Tasa global de participación Tasa de dependencia Número de horas trabajadas por semana (promedio para el hogar) Ingreso per cápita del hogar promedio (sucres por mes) - Ingreso post-intervención 350.000 - Ingreso contrafactual 320.000 - Ganancia neta ingreso per cápita [G = Ty – F(y)] -30.000 Transferencias privadas netas (sucres por mes, por 67.200 hogar) Tasa de matrícula escolar (6-17 años de edad) 79,0 (Región Sierra, solamente; ver pie de página ) Nota: * indica que los cambios son significativos al 95% de confianza. Diferencia -0,7 0,2 0,1 -6* 388.000 388.000 0 96.500 -38.000* -68.000* -30.000* -29.700* 73,8 5,2* Según el cuadro No. 12, uno de los determinantes de este efecto negativo neto sobre el ingreso fue el número de horas promedio trabajadas por el hogar. Los participantes en el Bono, redujeron el número de horas semanales dedicadas al trabajo. Dicho de otra manera, en ausencia del programa hubiesen trabajado más horas y, por ende, obtenido mayores ingresos. El cuadro permite observar también que no hay cambios estadísticamente significativos en las tasas de ocupación y participación. La importancia de estas variables del mercado laboral, particularmente el número de horas trabajadas, es confirmada cuando se analizan los indicadores de impacto para los 27 beneficiarios con ingresos perdidos positivos y negativos. El número de horas trabajadas en promedio por los hogares con ingresos perdidos negativos (incentivos positivos) es 126 por semana, mientras que los hogares que tienen aparentemente incentivos laborales negativos (F(y) > 0) trabajaron solo 79 horas semanales en promedio. Los promedios para los grupos de beneficiarios y de comparación son 97 y 107 horas respectivamente. Estos resultados muestran que, a diferencia de lo que es mantenido en partes de la literatura, las transferencias sociales no necesariamente conducen a efectos negativos sin ambigüedad sobre la oferta laboral. Esto sugiere que hay discontinuidades en el ajuste del mercado laboral. Una hipótesis obvia sería que tales discontinuidades están relacionadas a la composición del hogar y a procesos de negociación intrafamiliares, tal como ha mostrado un estudio reciente sobre los efectos distributivos de las transferencias sociales en Chile (Cuesta 2001). Tales aspectos no han sido sistemáticamente tratados en este estudio y son dejados para investigaciones adicionales. No obstante, la hipótesis subyacente sería que, por ejemplo, como respuesta a los beneficios sociales las mujeres de hogares con relativamente más niños en edad temprana podrían reducir las horas de trabajo a favor del tiempo dedicado al cuidado de los niños. Igualmente, los hogares con más niños en edad escolar verían la transferencia de efectivo como un incentivo para mantener a los niños en la escuela. En tales casos, la transferencia de efectivo, por un lado, incrementaría la pobreza de ingreso, mientras que, por otro, reduciría la pobreza estructural mediante el mejoramiento del cuidado de los niños y los mejores resultados educacionales para la generación más joven. Estos factores podrían estar determinando la respuesta de los hogares que tienen niños jóvenes y que están más cercanos a la línea de pobreza. En efecto, en este estudio se encuentra que, en promedio, la matrícula escolar de los niños entre 6 y 17 años de edad es 5.2 puntos porcentuales más alta para los beneficiarios del Bono (ver cuadro No. 12)16. Este último resultado es interesante debido a que existe evidencia empírica contrapuesta sobre el impacto de la crisis en la matrícula escolar. Una encuesta realizada en julio de 1999 a los beneficiarios de Bono Solidario mostró la disminución de la asistencia escolar de los hijos en edad escolar de los beneficiarios (León 1999). Posteriormente, un análisis basado en una encuesta escolar de alerta temprana en 2500 planteles fiscales de todo el país, no encontró evidencia estadísticamente significativa de una caída en la tasa de matrícula a nivel de país o por regiones (SIISE-SINEC-UNICEF, 2000). Por otro lado, las encuestas de condiciones de vida muestran una caída de la tasa de matrícula entre 1998 y 1999, en el quintil más pobre del área 16 El error estándar es 1,7 puntos porcentuales. Los datos se refieren únicamente a los hogares con niños en edad escolar de la región Sierra, excluido el cantón Santo Domingo de los Colorados. Las estimaciones de la asistencia y la matrícula escolar tienen algunos problemas de interpretación debido a que coexisten dos años escolares en el país. En la Sierra el año escolar corre de septiembre a junio, mientras que en la Costa lo hace de abril a enero. Ya que el cuestionario de la ECV de 1999, preguntó acerca de la matrícula en el año escolar 1998-99, esto implica que, en el caso de la Costa, se mediría el impacto en la matrícula escolar para el período abril de 1998- enero de 1999, el cual cae, en gran parte, fuera del período de intervención del Bono Solidario. En la práctica los datos para la Costa podrían incluir información sobre la matrícula del año escolar 1999-2000, debido a que la ECV se levantó en el período octubre 98 – septiembre 99, período en el que se traslapan dos años escolares, y a que el manual del encuestador es algo ambiguo en las instrucciones para la recolección de los datos. No obstante, cuando se incluye la Costa, el resultado es similar. Para el total del país la matrícula escolar entre los beneficiarios del Bono es 6,7 puntos porcentuales mayor que la del grupo de comparación (con un error estándar de 0,8 puntos porcentuales), tal que la conclusión parece mantenerse. 28 urbana17. Este resultado sería consistente con una investigación anterior (Younger 1996) que encuentra que la elasticidad precio de la demanda por educación es mayor para los estratos más pobres de la población, es decir, que frente a un aumento de los costos de educarse, disminuiría la demanda de educación en mayor proporción en estos grupos. Sin embargo, el mismo estudio señala que la disposición a pagar (‘willingness to pay”) por educación primaria es relativamente alta, lo cual significa que un aumento en los costos de educación no reduciría significativamente la demanda de educación primaria. Aunque la caída en la tasa de matrícula del primer quintil urbano puede reflejar que los hogares más pobres son más vulnerables durante una situación de crisis, los resultados no son conclusivos debido a que al no provenir de encuestas tipo panel, la composición del quintil más pobre pudo haber cambiado. Finalmente, un estudio reciente (Banco Mundial, 2000b) analiza los problemas de volatilidad, políticas macroeconómicas y sistemas de protección social, con referencia especial a América Latina. Este concluye que el supuesto de que las crisis generan mayor deserción escolar no tiene suficiente fundamento empírico en la región y, por tanto, ponen en duda, aunque de forma suave, que programas como “Bolsa Escola” o “Beca Escolar”, realmente ataquen un problema existente. No obstante, en el caso ecuatoriano, existe evidencia también de otro tipo de desinversión en capital humano por parte de los hogares. En efecto, la encuesta realizada a los beneficiarios del “Bono Solidario”, muestra que el 58% de la población pobre beneficiaria del programa ingiere menos comidas diarias que antes de la crisis financiera, mientras que el 36% ha postergado la atención médica de algún miembro del hogar, afectando en particular a menores de 15 años (León 1999). Independientemente de lo indicado, la evidencia empírica de esta investigación sugiere que el Bono Solidario coadyuvó a mantener la matrícula escolar, es decir, que en ausencia del programa, la tasa de matrícula de los hijos de los beneficiarios del Bono hubiera sido menor. Como se mostró antes, en el extremo inferior de la distribución las transferencias de efectivo parecen haber creado incentivos laborales positivos y mejorado los ingresos de los hogares correspondientes. Una explicación para este resultado diferente en comparación con los beneficiarios menos pobres puede ser encontrada en el proceso de negociación intrafamiliar. Si se descarta el supuesto de un modelo de hogar unitario, tal como se ha aplicado hasta aquí, y se lo reemplaza con un modelo en el cual los miembros del hogar negocian los recursos del hogar, entonces los ingresos no laborales y las transferencias sociales se vuelven determinantes del proceso de negociación. Frente a un incremento de los ingresos por transferencias (tales como el Bono), el esfuerzo laboral de los miembros del hogar puede cambiar en dos direcciones. Por un lado, la transferencia cerraría la brecha entre el ingreso y el nivel mínimo de consumo deseado y, por tanto, crearía incentivos laborales negativos. Por otro lado, la recepción de una transferencia que es transferible a otros miembros del hogar (tales como las transferencias en efectivo, no así las transferencias en especie) incrementará el poder de negociación del receptor, lo cual podría inducir a que otros miembros del hogar incrementen su esfuerzo laboral. Este impacto podría ser mayor en hogares con más perceptores de ingreso y más niños en edad de trabajar, así como también en los hogares más pobres en donde el impacto de las transferencias sociales sobre las decisiones de trabajar puede ser mayor. Finalmente, también se encontró que las transferencias del Bono parecen haber desplazado las otras transferencias monetarias recibidas por los hogares beneficiarios, tales como aquellas provenientes de familiares y organizaciones privadas. Las transferencias netas medias a 17 Este resultado esta probablemente afectado por lo señalado en el pie de página No. 16. 29 los hogares en el grupo de comparación son alrededor de 50% más grandes que aquellas a los hogares en el grupo de beneficiarios. La pérdida neta implícita para los beneficiarios (- 30.000 sucres por hogar) explica cerca de un quinto del ingreso perdido. La existencia del Bono ha conducido a los hogares beneficiarios a confiar menos en el apoyo de familiares y amigos. Los efectos sobre el mercado laboral parecen dominar el impacto global sobre el ingreso y la pobreza. Estas hipótesis sobre los determinantes van más allá del alcance de la metodología y los objetivos iniciales del estudio. Sin embargo, ellas establecen una importante agenda para investigaciones futuras, cuyos resultados podrían modificar las conclusiones tentativas de política planteadas en la sección final. Gráfico No. 3 Dominancia estocástica de primer orden de la incidencia de la pobreza 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% Postintervención 2.0 1.8 1.6 1.4 1.2 1.0 0.8 0.6 0.4 0.2 0.0 0% Preintervención contrafáctico Gráfico No. 4 Dominancia estocástica de segundo orden de la brecha de la pobreza 45% 40% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% 0.0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1.0 1.1 1.2 1.3 1.4 1.5 1.6 1.7 1.8 1.9 2.0 Postintervención Preintervención contrafáctico 30 Gráfico No. 5 Dominancia estocástica de segundo orden de la severidad de la pobreza 30% 25% 20% 15% 10% 5% Postintervención 2. 0 1. 8 1. 6 1. 4 1. 2 1. 0 0. 8 0. 6 0. 4 0. 2 0. 0 0% Preintervención contrafáctico 4.- CONCLUSIONES.El programa Bono Solidario se implementó simultáneamente a nivel nacional en septiembre de 1998. Actualmente representa el programa social no tradicional de mayor cobertura en el país, cubriendo aproximadamente al 45% de los hogares ecuatorianos. El Bono Solidario tiene una ventaja relativa importante respecto de otros programas sociales: con bajos costos administrativos cubre a un porcentaje elevado de los hogares del Ecuador y entrega el beneficio directa e inmediatamente a los beneficiarios, lo cual reduce considerablemente las posibilidades de que los beneficios se diluyan y no lleguen a quienes realmente deben llegar. El objetivo inicial del Bono Solidario fue sustituir los subsidios generalizados a la energía por un subsidio directo dirigido a la población pobre del país. La distribución de las transferencias del programa resultó ser más progresiva que aquellas de los subsidios a la electricidad, gasolinas y gas de uso doméstico. Esto sugiere que el programa sí actuó como un mecanismo redistributivo, es decir, se mejoró la focalización del gasto social hacia la población pobre. No obstante, existen otros programas sociales mejor distribuidos hacia los pobres que el Bono, tales como el desayuno escolar, el seguro social campesino y la educación fiscal primaria. El Bono Solidario no está bien focalizado de acuerdo a sus criterios de elegibilidad; sin embargo, el programa favorece a los pobres razonablemente bien. El Bono beneficia a una proporción importante de los hogares ecuatorianos, pero tiene poca capacidad de respuesta a situaciones de crisis. Tiene una restricción presupuestaria fija que no le permite ampliar la cobertura durante condiciones económicas adversas y que ha dificultado mantener el poder de compra de la transferencia. La implementación del Bono Solidario implicó una ruptura en la forma de hacer política social en el Ecuador ya que introdujo a las transferencias monetarias directas a la población como un mecanismo de gasto social a gran escala. Actualmente representa el segundo rubro en 31 importancia dentro del gasto social del gobierno central, luego del gasto en educación. Este hecho determinó que se critique al programa de asistencialista y con poco impacto sobre la pobreza estructural. En esta investigación se buscó contrastar empíricamente esta afirmación, para lo cual se realizó una evaluación de impacto del programa sobre la pobreza actual (pobreza de ingresos) y sobre la pobreza estructural (a través de la tasa de matrícula escolar). Con esta finalidad se construyó un contrafáctico mediante la conformación de un grupo de intervención (beneficiarios del Bono) y un grupo de comparación (elegibles no beneficiarios), y se evaluó el impacto del programa utilizando las técnicas de “matching comparisons” y “propensity score matching”. El método de evaluación cuasi-experimental aplicado permite obtener varias conclusiones acerca del impacto del programa sobre la pobreza considerando los cambios de comportamiento de los hogares beneficiarios. El resultado global es que el impacto del programa sobre la incidencia de la pobreza de ingreso es negativo, en la medida en que el valor de la transferencia es más que compensado por los ingresos perdidos debidos a la reducción en el esfuerzo laboral. Sin embargo, al mismo tiempo, se observa que el incentivo negativo en la oferta laboral no se aplica a los más pobres de los pobres. En consecuencia, el programa permite una ligera reducción en la brecha de la pobreza y una mejora sin ambigüedad de la distribución del ingreso entre los pobres. No obstante, la reducción de la brecha de la pobreza considerando los cambios de comportamiento de los hogares es menor que la reducción esperada si se ignoraran tales respuestas de los hogares. El impacto estimado es pequeño, tal que se puede concluir que el Bono Solidario ha hecho poco por la reducción de la pobreza de ingreso durante la crisis. En contraste, el Bono parece haber tenido efectos indirectos positivos sobre la pobreza estructural. La matrícula escolar entre el grupo de beneficiarios es mayor que en el grupo de comparación. Esto significa que sin el programa la matrícula se hubiera deteriorado. Este es un hallazgo importante a la luz del debate actual sobre la efectividad del Bono y sobre si debe o no ser complementado o reemplazado por transferencias monetarias directamente condicionadas a la inversión en capital humano. Una de estas propuestas es el programa Beca Escolar, el cual proveería una transferencia monetaria a los hogares con niños en edad escolar condicionada a una prueba de que los niños realmente asisten a la escuela. La evaluación de impacto del Bono Solidario sugiere que la actual transferencia no condicionada está ya generando el incentivo deseado y que posiblemente no sería necesario un programa adicional como la Beca Escolar, el cual tendría costos administrativos indudablemente más altos. Al parecer el Bono sirve ya a ese propósito. Esta conclusión debe, sin embargo, ser tomada con cierta reserva debido a que se requiere mayor investigación sobre algunos de los determinantes de los resultados presentados aquí. No obstante, esta conclusión tiene potencialmente importantes implicaciones para los programas focalizados de transferencias monetarias condicionadas a la inversión en capital humano, los cuales son actualmente impulsados por los bancos de desarrollo tanto en Ecuador como en otros países de la región (World Bank 2000, IDB 2000). Las transferencias monetarias no condicionadas pueden igualmente estimular la inversión de los hogares en capital humano. En la medida en que la acumulación de capital humano es una de las maneras efectivas de combatir la pobreza estructural, el Bono Solidario no solo ha actuado como respuesta temporal a la crisis sino que ha coadyuvado en la reducción de la pobreza estructural. Dado que el programa no condiciona la recepción del beneficio al envío de los niños a la escuela, este resultado se produjo debido exclusivamente a decisiones autónomas del hogar y posiblemente 32 está asociado al hecho de que las transferencias se entrega a las madres. La coincidencia del período de levantamiento de la ECV con un período de crisis económica no permite concluir aún si los impactos encontrados son estructurales al programa o corresponden únicamente a cambios de comportamiento influenciados por la crisis. Es necesario mayor investigación en el futuro, especialmente en un contexto en el que no exista crisis económica. Para el efecto, es importante que en la próxima ronda de la ECV se incorpore una muestra de panel tanto para beneficiarios como no beneficiarios, lo cual permitirá evaluar el impacto del programa con métodos más robustos como el de doble diferencia. La discusión sobre el papel de los programas de transferencias de ingresos en el contexto socioeconómico que caracteriza al Ecuador no es fácil. Por un lado, el Ecuador es un país vulnerable a diferentes tipos de choques externos, ya sean estos de carácter económico o extraeconómico como la volatilidad de los precios de los principales productos de exportación o el fenómeno de El Niño, respectivamente. Por otro lado, la pobreza en el Ecuador es un problema generalizado y está relacionada no solo con la carencia de ingresos sino también con la falta de infraestructura económica y social y el limitado acceso de importantes grupos de la población a los servicios sociales. La vulnerabilidad del país justifica contar con un mecanismo de transferencia de ingresos que garantice un ingreso mínimo a la población vulnerable durante momentos difíciles. Bajo esta perspectiva, el programa sería permanente mientras no se reduzcan o eliminen los factores que determinan la vulnerabilidad del país (económicos, institucionales y geográficos). Las alternativas de desarrollar un sistema de seguro social viable y un seguro contra el desempleo aún parecen muy lejanas en el caso del Ecuador. La reforma del sistema de seguridad social existente (riesgo médico y jubilaciones) avanza lentamente y la factibilidad financiera de ampliar el acceso del sistema para los grupos pobres en la actualidad es baja. La introducción de un seguro contra la cesantía se complica por la alta proporción de empleo informal y precario en el Ecuador. No obstante, para el mediano plazo es crítico plantear el futuro del esquema de transferencias monetarias en el contexto de una reforma y ampliación del sistema de seguridad social. Similar a las características típicas de los sistemas de seguridad social, el “Bono Solidario” debe tener la posibilidad de expandirse durante las crisis en términos de cobertura y beneficios y contraerse durante los momentos de buen desempeño económico. En suma, la transferencia de beneficios es temporal (durante las crisis), pero sin otras alternativas el programa tendría una característica permanente como mecanismo de prevención de los riesgos que amenazan al Ecuador. Este diseño implica pensar un financiamiento similar a los fondos de estabilización, como el del petróleo en Venezuela, café en Colombia y cobre en Chile. La lógica del fondo sería acumular recursos durante los años de crecimiento y desacumular durante las crisis ampliando los beneficios y cobertura. Obviamente, acumular recursos en un país con grandes déficit sociales, tiene un costo de oportunidad alto, por lo que se debe, en este caso, buscar el tamaño óptimo del fondo. No obstante, la política social no puede ser reducida a la transferencia de ingresos o subsidios a la demanda. Todavía en el Ecuador la pobreza está determinada por factores relacionados a la oferta de servicios e infraestructura. La erradicación de la pobreza estructural requiere de políticas sociales que integren educación, salud, infraestructura económica y social, acceso a activos productivos y financieros, y que estén coordinadas con la política económica. En este contexto, las transferencias monetarias son solo un elemento adicional que puede coadyuvar en la superación de la pobreza y que, según la evidencia empírica de este estudio, puede constituir un vínculo entre el combate a la pobreza corriente y el combate a la pobreza estructural e intergeneracional. 33 BIBLIOGRAFIA.Ashenfelter, Orly y David Card (1985) “Using the longitudinal structure of earnings to estimate the effect of training programs”, Review of Economics and Statistics, 67: 648-60. Baker, Judy (1999). Evaluating the Poverty Impact of Projects: A Handbook for Practitioners, Washington D.C.: Banco Mundial. CEPLAES (1999), “Estudio cualitativo del impacto social de la crisis”. 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Younger, Stephen D., Mauricio Villafuerte, y Lily Jara (1997), ‘Incidencia distributiva del gasto público y funciones de demanda en el Ecuador: educación, salud, y crédito agrícola del BNF’, Quito: FLACSO. 35 ANEXO 1: Análisis integrado de la pobreza (% de población según la tipología de Katzman) País Pobreza crónica Pobreza reciente Pobreza inercial No pobres Total 1995 28 6 27 39 100 1998 38 9 18 36 100 Urbano 1999 39 13 14 34 100 1995 13 6 25 56 100 1998 20 10 18 52 100 Rural 1999 23 14 14 49 100 1995 50 6 30 15 100 1998 62 7 18 14 100 1999 61 11 15 13 100 36 ANEXO 2: Perfil de beneficiarios del Bono Solidario Población de referencia: madres con hijos menores de 18 años y ancianos(as) mayores de 65 años Categorías Tasa de participación en el programa Contribución al total de beneficiarios Contribución al total de la población Sexo Hombres Mujeres Total 27,2% 42,7% 41,0% 7,5% 92,5% 100,0% 11,2% 88,8% 100,0% 36,0% 40,2% 44,7% 41,0% 19,6% 38,9% 41,5% 100,0% 22,4% 39,6% 38,0% 100,0% 47,0% 46,2% 42,4% 41,1% 29,9% 41,0% 17,9% 27,4% 31,4% 6,0% 17,4% 100,0% 15,6% 24,3% 30,3% 6,0% 23,8% 100,0% 39,5% 48,0% 40,4% 17,3% 41,0% 11,4% 56,1% 27,2% 5,3% 100,0% 11,8% 47,9% 27,7% 12,7% 100,0% 45,8% 37,6% 41,0% 45,8% 54,2% 100,0% 41,0% 59,0% 100,0% 37,7% 47,0% 45,5% 41,0% 54,9% 13,0% 32,1% 100,0% 59,7% 11,4% 28,9% 100,0% 48,2% 33,1% 41,0% 61,4% 38,6% 100,0% 52,2% 47,8% 100,0% Tamaño del hogar 1a3 4a5 Más de 6 Total Edad Menos de 25 25 a 34 35 a 49 50 a 64 65 o más Total Nivel de educación Ninguna Primaria Secundaria Superior Total Area residencial Rural Urbano Total Area Urbano Rural amanzanado Rural disperso Total Región natural Costa Sierra Total 37 ANEXO 2 (continuación) Categorías Tasa de participación en el programa Contribución al total de beneficiarios Contribución al total de la población Dominios Quito Guayaquil Resto urbano Rural amanzanado Rural disperso Total Lengua Sólo español y otros Habla una lengua indígena Total Condición de actividad ocupados desocupados abiertos desocupados ocultos inactivos mayores no determinados Total Parentesco Jefe Esposa/Conviviente Hijos Otros Total Estado civil Unión Casado Soltero Separado/divorciado/viudo Total Seguro social No asegurado Asegurado Total Piso de la vivienda Duela/parket Baldosa/vinil Cemento/ladrillo/tabla Tierra/caña/otros Total 26,9% 39,2% 41,1% 47,0% 45,5% 41,0% 7,9% 16,9% 30,0% 13,0% 32,1% 100,0% 12,1% 17,7% 30,0% 11,4% 28,9% 100,0% 41,2% 39,0% 41,0% 92,7% 7,3% 100,0% 92,3% 7,7% 100,0% 39,9% 44,3% 40,5% 42,6% 32,3% 41,0% 59,1% 3,2% 0,7% 37,0% 0,0% 100,0% 60,7% 3,0% 0,7% 35,6% 0,0% 100,0% 39,9% 42,7% 39,7% 35,2% 41,0% 22,0% 60,2% 8,6% 9,1% 100,0% 22,7% 57,8% 8,9% 10,6% 100,0% 53,6% 35,4% 32,3% 43,0% 41,0% 30,8% 44,2% 4,7% 20,3% 100,0% 23,6% 51,1% 6,0% 19,3% 100,0% 46,0% 25,4% 41,0% 84,9% 15,1% 100,0% 75,7% 24,3% 100,0% 15,3% 16,3% 46,9% 48,1% 41,0% 3,8% 3,7% 74,0% 18,4% 100,0% 10,3% 9,3% 64,7% 15,7% 100,0% 38 ANEXO 2 (continuación) Categorías Combustible para cocinar Gas Leña/carbón Electricidad/otros Total Número de cuartos solo para dormir Cero cuartos Un cuarto Dos cuartos Tres cuartos Más de cuatro cuartos Total Televisión blanco y negro No tiene TV B/N Sí tiene TV B/N Total Televisión a color No tiene TV a color Sí tiene TV a color Total Teléfono No tiene teléfono Sí tiene teléfono Total Electricidad Sí tiene electricidad No tiene electricidad Total Servicio de recolección de basura Sí tiene recolección No tiene recolección Total Alcantarillado No tiene alcantarillado Sí tiene alcantarillado Total Residente por más de 10 años Reside aquí menos de 10 años Reside aquí 10 años o más Total Tasa de participación en el programa Contribución al total de beneficiarios Contribución al total de la población 41,1% 41,3% 28,8% 41,1% 80,1% 19,4% 0,5% 100,0% 80,0% 19,2% 0,8% 100,0% 56,5% 47,6% 40,1% 30,0% 22,6% 41,0% 18,5% 34,0% 28,1% 14,9% 4,5% 100,0% 13,4% 29,2% 28,8% 20,4% 8,2% 100,0% 36,1% 48,5% 41,0% 53,3% 46,7% 100,0% 60,5% 39,5% 100,0% 50,0% 34,1% 41,0% 52,8% 47,2% 100,0% 43,3% 56,7% 100,0% 48,6% 19,4% 41,0% 87,7% 12,3% 100,0% 73,9% 26,1% 100,0% 41,0% 40,7% 41,0% 93,3% 6,7% 100,0% 93,3% 6,7% 100,0% 36,6% 46,2% 41,0% 48,8% 51,2% 100,0% 54,6% 45,4% 100,0% 49,2% 29,1% 41,0% 71,2% 28,8% 100,0% 59,3% 40,7% 100,0% 37,2% 41,7% 41,0% 14,1% 85,9% 100,0% 15,5% 84,5% 100,0% 39 ANEXO 2 (continuación) Categorías Tasa de participación en el programa Contribución al total de beneficiarios Contribución al total de la población Ahorro No tiene ahorros Sí tiene ahorros Total MILLON Ingreso monetario mayor a un millón Ingreso monetario menor a un millón Total Pobreza de consumo Pobres No pobres Total Rama de actividad Inactivos y desocupados Agropecuaria/minería Construcción/manufactura/electricidad Transporte/comercio Servicios financieros Otros servicios Total Categoría de ocupación Inactivos y desocupados Asalariados Patronos Cuentapropistas Trabajadores no remunerados Jornal Empleado(a) doméstico Total 45,0% 21,8% 41,0% 90,8% 9,2% 100,0% 82,8% 17,2% 100,0% 35,1% 50,8% 41,0% 53,6% 46,4% 100,0% 62,6% 37,4% 100,0% 52,2% 28,8% 41,0% 66,4% 33,6% 100,0% 52,2% 47,8% 100,0% 42,7% 43,1% 38,3% 14,0% 12,4% 59,0% 41,0% 41,0% 28,1% 17,2% 1,1% 1,4% 11,3% 100,0% 39,4% 26,7% 18,4% 3,1% 4,6% 7,8% 100,0% 42,7% 19,8% 19,3% 47,0% 43,2% 51,5% 60,5% 41,0% 40,9% 6,0% 1,4% 24,8% 18,8% 3,4% 4,7% 100,0% 39,3% 12,4% 2,9% 21,6% 17,9% 2,7% 3,2% 100,0% 40 ANEXO 3 Regresión Logit de la probabilidad de pertenecer al Bono Solidario Estimado No beneficiario Beneficiario Observado No beneficiario Beneficiario Total Variable Independiente 1,953 803 2,756 ? -2 Log Likelihood Goodness of Fit Cox & Snell - R^2 Nagelkerke - R^2 N 614 979 1,593 Error Wald estándar coeff. SEXO (M=1) .4035 EDAD -.0188 INGRESO(<1 mln) .3815 ESCOLARIDAD -.0500 PATRON .0963 CUENTA PROPIA .8627 TRAB. NO REMUN. .7423 JORNALERO .9780 EMPLEAD. DOMEST. 1.1359 INACTIVO .8013 DESEMPLEADO .9304 TAMAÑO HOGAR .0685 INDIGENA -.3177 GUAYAQUIL .0863 RESTO URBANO .3579 RURAL AMANZANADO .4487 RURAL DISPERSO .0949 JEFE DEL HOGAR .5035 CONYUGE .2823 CASADO .0167 UNION LIBRE .1957 SEPARADO/DIVORC. .4167 SEGURIDAD SOCIAL -.2881 PISO CEMENTO .1797 PISO TIERRA .2342 COCINA CON LEÑA -.4629 TELEFONO -.6820 ELECTRICIDAD -.6163 RECOLEC. BASURA -.1285 ALCANTARILLADO -.2963 CUARTOS -.0974 RESIDENCIA(>10) .3610 AHORROS -.5682 Constante -1.0076 .1581 .0028 .0 804 .0113 .2666 .1472 .1551 .2368 .2406 .1417 .2238 .0166 .1310 .1583 .1417 .1729 .1777 .1319 .1273 .1738 .1805 .1670 .0913 .0857 .1155 .1021 .1062 .1315 .1099 .1019 .0361 .1003 .1107 .3630 5093.663 4240.625 .167 .225 4,349 Porcentaje 6.5099 46.5023 22.5267 19.7413 .1305 34.3343 22.9136 17.0536 22.2876 31.9865 17.2795 16.9619 5. 8847 .2970 6.3813 6.7324 .2852 14.5660 4.9206 .0093 1.1762 6.2300 9.9520 4.3902 4.1111 20.5365 41.2374 21.9626 1.3686 8.4620 7.2599 12.9626 26.3471 7.7056 df Si gn. 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 .0107 .0000 .0000 .0000 .7179 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0153 .5858 .0115 .0095 .5933 .0001 .0265 .9234 .2781 .0126 .0016 .0361 .0426 .0000 .0000 .0000 .2421 .0036 .0071 .0003 .0000 .0055 76.08% 54.94% 67.42% R .0277 -.0869 .0591 -.0549 .0000 .0741 .0596 .0506 .0587 .0714 .0509 .0504 -.0257 .0000 .0273 .0284 .0000 .0462 .0223 .0000 .0000 .0268 -.0368 .0202 .0189 -.0561 -.0816 -.0582 .0000 -.0331 -.0299 .0432 -.0643 e? iXi 1.4970 .9814 1.4645 .9512 1.1011 2.3696 2.1008 2.6591 3.1141 2.2284 2.5355 1.0709 .7278 1.0901 1.4304 1.5663 1.0995 1.6545 1.3262 1.0169 1.2162 1.5170 .7497 1.1968 1.2639 .6295 .5056 .5399 .8794 .7436 .9072 1.4348 .5666