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LA ARQUITECTURA DE LA MONARQUÍA ASTURIANA
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El contexto histórico en el que se sitúa esta Arquitectura Asturiana, como la definió Jovellanos por su singularidad,
sencillez y originalidad formal respecto a la tradición visigoda inmediatamente anterior y a la románica, venida de
Francia, inmediatamente posterior, es la Alta Edad Media, concretamente entre finales del siglo VIII y principios del X.
Está considerado el conjunto arquitectónico de esta época más importante de toda Europa y está formado por catorce
construcciones, de las que seis: el palacio de Santa María del Naranco, las Iglesias de San Miguel de Lillo, Santa Cristina
de Lena y San Julián de los Prados, la fuente de la Foncalada y la Cámara Santa, desde finales de los años ochenta, están
reconocidas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Su evolución y desarrollo está estrechamente ligado al de la Monarquía asturiana de este periodo y será consecuencia y
testimonio directo de ese tiempo en el que, monarquía a monarquía, desde mediados de ese siglo VIII se fue consolidando
el Reino de Asturias, política, territorial y socialmente hasta su cambio de rumbo, entrado ya el siglo X, con el traslado de la
corte a León, que marcará el final de esta etapa de la Monarquía asturiana.
Nuevedoce realiza proyectos de fotografía que documentan los diferentes
aspectos de la vida, las tradiciones y el patrimonio de Asturias, describiendo
su belleza y riqueza cultural, el modo en el que la tierra ha sido usada, las
costumbres de sus gentes y en definitiva, el testimonio visual que ha
permanecido en ella.
© de la edición: Ediciones Nuevedoce
© de las fotografías: Alejandro Braña
© de los textos: Susana Rodríguez
Foto de portada: Santa María del Naranco (Oviedo)
Foto de contraportada: Detalle fachada San Miguel de Lillo (Oviedo)
Asturias: 12 enclaves del Prerrománico
Tres reinados serán los que más claramente impulsarán esta arquitectura con soluciones constructivas y características
estéticas y formales diferentes entre si: el de Alfonso II entre el 791 y el 842, el de Ramiro I entre el 842 y el 850 y el de
Alfonso III entre el 866 y el 910. El carácter de las construcciones que se conservan de los tres periodos, así como el de las
que se tiene constancia escrita, será básicamente religioso a raíz de la fuerte cristianización que se va implantando y de
carácter civil para uso de la corte.
La antesala de esta etapa de la Monarquía asturiana se centra en los primeros años del siglo VIII, cuando la sociedad astur
se organizaba en agrupaciones campesinas gobernadas por jefes locales en un territorio disperso y de difícil geografía,
romanizado en cuanto a vías de comunicación pero sin núcleos urbanos de población importantes y con un espíritu religioso
aún de prácticas paganas y romanas en muchos casos. En ese momento en la Península Ibérica se vivía una realidad política
y social fundamentalmente condicionada por la hegemonía del Reino visigodo de Toledo, ya desde el siglo V, y por el inicio
en el 711 de las primeras expediciones a las tierras del norte de al-Andalus con intenciones de conquista.
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En estos años grupos astures y cántabros cansados del sometimiento y del pago de tributos deciden levantarse contra ese
orden político toledano en una rebelión que tiene éxito y que hacia el 718, con Pelayo al frente, se transforma también en
una resistencia contra el Islam, frenando en el 722 el primer intento de invasión musulmana cerca de Covadonga. En este
momento y con Pelayo se inicia la sucesión de reinados, que con diferentes ubicaciones de la corte y realidades políticas, irá
conformando a fuerza de luchas, alianzas y expansiones territoriales ese futuro Reino de Asturias, que comprenderá llegado
el siglo X prácticamente toda la franja norte de la península. A su muerte en el 737 y por sucesión directa, su hijo Favila, que
mantendrá la corte en Cangas de Onís, se hará cargo de ella y reafirmará junto a su mujer Froiluba esa cristianización en
ciernes construyendo, sobre un antiguo dolmen neolítico del lugar, la primera Iglesia de este periodo y que dedicarán a la
Santa Cruz en relación a la cruz de roble que Pelayo habría llevado en la victoria de Covadonga y que más tarde en el reinado
de Alfonso III se convertiría en la Cruz de la Victoria. De esta Iglesia original no se conserva más que la lápida fundacional del
737, está totalmente reconstruida desde los años cincuenta tras quedar muy dañada y ser derruida completamente en los
años treinta.
A partir de este momento cada uno de los reinados tendrá una importancia particular tanto en el desarrollo político como
artístico del reino y sobretodo en ese proceso de cristianización. La jerarquía social seguirá definiéndose claramente en
pueblo, nobleza y aristocracia y las instituciones de Estado y la Iglesia Astur tendrán cada vez más fuerza.
A Favila, que muere muy pronto y sin descendencia, le sucederá su cuñado Alfonso I conocido como el Católico y cuyo
reinado será importante por el apoyo que dará a gallegos, cántabros y vascones (regiones que constituirán la nueva realidad
geográfica del reino) contra el estado árabe que en este momento tiene fuertes crisis internas, de las que se favorecerá para
definir, en una política de expansión territorial ese futuro Reino de Asturias asegurando importantes vías de comunicación;
que entre otras cosas abrirán la puerta a la emigración de cristianos hacia el norte, lo que será fundamental para la
consolidación de la Iglesia Astur. Constructivamente impulsará la fundación de iglesias de las que no se conservan restos y
de monasterios, entre las que se encuentra la fundación del monasterio de Covadonga en el 740.
A Alfonso I, entrada ya la segunda mitad del siglo VIII, le sucederá su hijo Fruela que reinará como Fruela I y que al contrario
que su padre no se encontrará un estado árabe desunido sino fuerte pero que si tendrá que solucionar problemas, en este
caso, dentro de su propia corte derivados de la configuración del reino que hereda y que ahora ya comprende las regiones
cántabro-astur, Galicia y Vasconia. Trasladará la corte de Cangas de Onís a Oviedo (Ovetao) donde impulsará el asentamiento
rural que en estos momentos, a manos de los religiosos Máximo y Fromistano se está organizando en ese lugar y construirá
allí entre otras cosas una Iglesia dedicada a San Salvador, que más tarde será el obispado de Oviedo. Tras Fruela I vendrá
Aurelio que mantendrá la corte en Oviedo pero que tendrá un breve reinado en el que solo será significativo la paz que pacta
con los árabes.
Silo, casado con Adosinda, hermana de Fruela, por estrategia militar, trasladará la corte a Pravia donde abrirá la antesala de
esa arquitectura prerrománica que conocemos con la construcción en Santianes de Pravia de una Iglesia dedicada a San Juan
Evangelista de la que si se conservan restos aunque muy transformados.
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Tendrá un reinado complicado porque volverán las tensiones con los árabes, Carlomagno entra en la Península y la Iglesia
Astur empieza buscar la independencia de la de Toledo; en estos años el Beato de Liébana escribe sobre la herejía del
Adopcionismo, que se va extendiendo y que tiene que ver con la interpretación de cristo como hijo adoptivo del Padre y
que junto con sus Comentarios al Apocalipsis de San Juan empiezan a generar mucho movimiento y tensiones apocalípticas
milenaristas; se acerca el año mil y la idea del fin del mundo empieza a coger forma.
A su muerte, su esposa Adosinda pretende subir al trono a Alfonso II, hijo de Fruela I pero Mauregato con su oposición
consigue hacerse con la corte en un reinado breve en el que seguirán los enfrentamientos con el Islam, la herejía del
Adopcionismo sigue extendiendo y también el rumor de la evangelización de la península por Santiago el Mayor. Muere en
el 788 y Vermudo I, hermano de Alfonso II, le sucederá teniendo que abdicar poco después por sus torpezas militares frente a
la fuerza árabe con la subida al trono en Córdoba de Hisham I que envía fuertes expediciones.
Ante su abdicación, ahora si, Alfonso II conocido como El Casto, en el 792 toma el mando. Alfonso II será la pieza clave en
la definitiva consolidación de Reino Astur con un largo reinado de cincuenta años en el que frenará los intentos de invasión
musulmana, trasladará la corte definitivamente a Oviedo reorganizándola política y administrativamente y verá como la
iglesia asturiana se separa definitivamente de la Carolingia, aunque ante la condena de ambas al adopcionismo y la alianza
contra los árabes, políticamente, Alfonso II y Carlomagno tendrán una estrecha relación. En estos años, supuestamente, se
encuentra el sepulcro de Santiago el Mayor y allí (Compostela) patrocina una iglesia en su honor, actualmente la Catedral
de Santiago. En el interior de lo que entonces era el recinto amurallado de Oviedo (Ovetao), construye bajo las dirección del
maestro Tioda varias edificaciones: la Iglesia de San Salvador, la Iglesia de Santa María y la Iglesia de San Tirso; y fuera de el:
la Iglesia de Santullano o San Julián de los Prados, Santa María de Bendones y San Pedro de Nora; además de la pieza de
orfebrería de la Cruz de los Ángeles.
Muere sin descendencia hacia el 842 y le sucede su sobrino Ramiro I, hijo de Vermudo, que tendrá que frenar sublevaciones
nobiliarias dentro de la corte. En cuando a su actividad constructiva marcará una renovación artística frente a las
construcciones de Alfonso II con un lenguaje estético y unas características constructivas muy diferentes. Construirá el
Palacio de Santa María del Naranco, la Iglesia de San Miguel de Lillo y Santa Cristina de Lena, que no está claro si pertenece a
este periodo o al de su hijo Ordoño I inmediatamente posterior.
Estamos ya a mediados del siglo IX, el reino está tranquilo y militarmente es muy fuerte y Ordoño I impulsará la repoblación
de ciudades desiertas de la meseta con astures y población mozárabe hasta que le frene la derrota que sufre ante el ejército
de Muhammad en el 865. Ordoño I muere al año siguiente y le sucede su hijo Alfonso III conocido como El Magno, que
tendrá un largo reinado en el que consolidará definitivamente el reino de Asturias, a pesar del accidentado inicio de reinado
con intentos de usurpación del trono. Continuará la labor de repoblación y expansión territorial de su padre llegando hasta
Portugal, forzará a pactar la paz con el emirato de Muhammad después de varias contiendas y creará en este periodo las
cartas pueblas y los fueros a las comunidades recién establecidas.
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Tendrá un reinado de intensa actividad constructiva con la Iglesia de San Salvador de Valdediós, la fuente de la Foncalada,
Santo Adriano de Tuñón, San Salvador de Priesca y Santiago de Gobiendes; así como en relación a la orfebrería con la
Cruz de la Victoria y la Caja de las Ágatas. También puede ser de su reinado la Iglesia con la capilla de la Cámara Santa por
no aparecer hasta este momento reflejada en las crónicas. La corte de Alfonso III impulsará también el arte en general y
algo fundamental es que contribuirá a elaborar un conjunto de crónicas historiográficas clave para dejar constancia de las
etapas de la Monarquía asturiana, desde Pelayo hasta este momento; magnificando en ellas posiblemente los hechos que
realmente sucedieron pero que en cualquier dejan constancia junto a estas construcciones de lo que fue esa época y la
consolidación del Reino de Asturias: La Crónica Albeldense, la Crónica Profética y la Crónica de Alfonso III en dos versiones,
la Rotense y la Ovetense o ad Sebastianum. También hará la labor de conservar las construcciones existentes de las etapas
anteriores y prácticamente donará a principios del siglo X todas las iglesias del periodo de Alfonso II a la Iglesia de Oviedo.
Al final de su reinado el Reino de Asturias se repartirá entre sus hijos varones, García, Ordoño II y Fruela II dividiéndolo en tres
zonas, Asturias , Galicia y León-Castilla; con esta fragmentación territorial y política la corte se traslada a León y con ello, a su
muerte, termina el Reino de Asturias como tal y la evolución de este periodo artístico del Arte Asturiano.
Arquitectura de Alfonso II (791-842):
Tenía dos proyectos entorno a Oviedo, uno urbano dentro del recinto amurallado que comprendía las construcciones hoy
desaparecidas o muy modificadas de: la Iglesia de San Salvador, la Iglesia de Santa María y la Iglesia de San Tirso (de la que si
se conserva el testero de la cabecera); y uno fuera de las murallas, en Santullano, con la Iglesia de San Julián de los Prados y
el conjunto palacial que habría entorno a ella, con palacio y varias dependencias anexas para servicios de la propia corte.
De su etapa se conservan además dos templos rurales: Santa María de Bendones y San Pedro de Nora. Todas las obras de
esta etapa estarían hechas bajo la dirección del maestro Tioda.
Constructivamente en esta etapa se define lo que se conoce como estructura en planta basilical, que consta de tres naves
rectangulares y alargadas, separadas entre si por estructuras porticadas de arcos de medio punto sobre pilastras y que
terminan en sendas cabeceras, siendo la central la más destacada tanto en volumen como en iluminación. Las cubiertas de
estas construcciones se resuelven con bóveda de cañón y techumbre de madera, que hacia el exterior es característico que
descanse sobre unas pequeñas ménsulas o modillones.
La construcción de los muros se realiza en sillarejo para los paños y sillar colocado a soga y tizón para las esquinas.
Es significativa la decoración interior de pintura mural al fresco de motivos florales y geométricos; por restos de revoco
encontrados en el exterior de los muros de alguna de las construcciones, se sabe que también estarían decorados con pintura
mural.
Arquitectura de Ramiro I (842-850):
Se hará construir un conjunto palacial en la ladera sur del Monte Naranco, parece ser que en terrenos de caza y como lugar
de descanso, que comprendía: el Palacio de Santa María del Naranco, la Iglesia de San Miguel de Lillo y otras construcciones
que daban servicio y de las que actualmente no se conservan restos. A las afueras de Oviedo estará la otra construcción que
se conserva de esta etapa: la Iglesia de Santa Cristina de Lena.
Constructivamente en este periodo se produce una importante innovación con la utilización de la bóveda de cañón
reforzada por arcos fajones que contrarrestan sus empujen y permiten conseguir esa altura de las naves de casi once
metros, tanto en San Miguel de Lillo como en Santa María del Naranco, de ahí que los muros aparezcan reforzados con
altos contrafuertes. En esta etapa desaparecen las techumbres de madera y el lenguaje estético cambia con la decoración
escultórica y con el uso de la columna en lugar del pilar.
Arquitectura de Alfonso III (866-910):
De esta etapa, además de la labor de conservación de las construcciones anteriores, están las iglesias rurales de: San
Salvador de Valdediós, Santo Adriano de Tuñón, San Salvador de Priesca y Santiago de Gobiendes; y la peculiar construcción
de la Cámara Santa de Oviedo. San Salvador de Valdediós y Santo Adriano de Tuñón formarían parte de la fundación de
sendos monasterios.
Tanto las características constructivas como formales y estéticas se relacionarán con las de las dos etapas anteriores, sobre
todo con las de la etapa ramirense, pero lo más significativo es que hay una simplificación tanto técnica como decorativa y
una influencia mozárabe en algunos elementos.
Asturias: 12 enclaves del Prerrománico
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Iglesia de San Tirso, Oviedo, vista de la fachada este.
Este es el muro testero de la cabecera y única parte original que se conserva de la
Iglesia de San Tirso que desde el siglo XIV, junto con la Iglesia de San Salvador y la
Iglesia de Santa María, fueron poco a poco absorbidas por la construcción del conjunto
de la actual Catedral Gótica. Las crónicas la describen como una obra importante en
su momento y tiene relación formal con los testeros de la Iglesia de San Julián de los
Prados, Santa María de Bendones y San Pedro de Nora.
El sillarejo del muro es original y el sillar en esquina a soga y tizón también
así como las ménsulas sobre las que descansan los aleros. La ventana tripartita,
hoy ciega, se abriría entonces al interior iluminando la nave central de la Iglesia.
Los capiteles, basas y columnas de esta ventana son de mármol y posiblemente
pertenecerían a construcciones anteriores, era habitual la reutilización de elementos
escultóricos.
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San Julián de los Prados o Santullano, Oviedo, vista de la fachada oeste.
Esta Iglesia es la única construcción que se conserva del conjunto palacial que
Alfonso II se hizo construir en lo que entonces eran las afueras de Oviedo.
Estaba dedicada a los mártires egipcios Julián y Basilisa y en ella se conserva,
pese a las restauraciones sufridas, el conjunto de pintura mural que la decoraba
y que prácticamente en todas las demás iglesias conservadas se ha perdido. La
técnica usada se sabe que era de punzón y posterior pintura al fresco sobre estuco,
que tenía el antecedente en la pintura mural paleocristiana, los motivos florales y
geométricos son de legado romano donde todavía no se incorpora la figura humana;
lo que actualmente se ve es una restauración llevada a cabo en los años ochenta. El
pavimento interior es original del siglo XII.
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Iglesia de Santa María de Bendones, Bendones, Oviedo, vista de la fachada oeste.
Está construida a cinco kilómetros de Oviedo, en un alto, en dirección a Pola de
Laviana. Tiene mucha relación con la Iglesia de Santullano tanto en el volumen
que la conforma, como en su construcción y en la decoración interior de pintura
mural que tendría originariamente, en motivos y técnica, y de la que se sabe porque
actualmente se conservan algunos restos.
Muy deteriorada por el abandono y la guerra, es descubierta y puesta en valor
en los años cincuenta por Joaquín Manzanares, un historiador y conservador del
patrimonio prerrománico. El arquitecto Luis Menéndez Pidal se hará cargo de su
recuperación durante los años sesenta partiendo de un estudio sobre como podría
ser su configuración original de la que solo se conservaban en ese momento parte de
sus muros. La torre parece ser que en origen sería más baja y haría las funciones de
campanile de la iglesia. En su interior si se conserva el altar original. Aparece en las
Crónicas medievales como donación de Alfonso III a la Catedral de Oviedo en el 905.
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Cámara Santa de San Salvador de Oviedo, vista desde el noreste.
Es una capilla con carácter martirial que al interior se organiza en dos plantas iguales
superpuestas, de doce metros por seis y completamente abovedadas: la cripta de Santa
Leocadia (mártir del Reino de Toledo) abajo y la capilla de San Miguel arriba. En la
fachada este se distinguen estas dos alturas por los huecos que se abren en ella y que
iluminan el interior a través de las celosías, la de mayor tamaño arriba para la capilla y
otra pequeñita en la parte inferior para la cripta. Entre otras cosas, en ella se guardaban
las reliquias traídas por los mozárabes y servía de sepulcro funerario para mártires
cristianos.
En un principio se relacionaba con el periodo de Alfonso II pero al no aparecer hasta
las crónicas del siglo XII se sitúa dentro del periodo de Alfonso III. La primera reforma
que cambió su configuración original y de la que se tiene constancia, fue en el siglo XII,
y le introdujo cambios fundamentalmente decorativos en el interior e importantes al
exterior con la modificación de la cubierta, se puede apreciar el recrecido por el distinto
tratamiento del muro así como por la decoración escultórica de la cornisa muy propia
del románico; y también la reconstrucción de la fachada norte con arcos apuntados que
parten de los contrafuertes originales. En el siglo XX sufrió daños durante la guerra y a
principios de los cuarenta también fue restaurada.
En ella se encuentra la obra de orfebrería de la Caja de las ágatas, que su hijo Fruela II
donaría a principios del siglo X a la Catedral de Oviedo
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San Pedro de Nora, Las Regueras, Oviedo, vista de la fachada sur.
Pertenece al final del reinado de Alfonso II y tiene mucha relación constructiva y
formal en cuanto a su tipología con Santullano y Santa María de Bendones, con la
planta basilical de tres naves, los muros de mampostería y la sillería en las esquinas,
el acceso bajo arco de medio punto de ladrillo, la cubierta de madera sobre ménsulas
al exterior y la iluminación de la nave central por las celosías de del transepto.
También quedará muy dañada durante los años de la guerra haciéndose cargo, ya en
los años cuarenta, de su restauración el arquitecto Luis Menéndez Pidal. En este caso,
la torre campanile es de libre configuración ya que no existían restos arqueológicos
que la situasen en el entorno de la Iglesia y el vestíbulo también está totalmente
reconstruido, este si sobre los restos originales. Hacia la mitad de los muros laterales
de ambos lados, donde se abre los huecos rectangulares dispuestos uno encima del
otro, como si marcasen dos alturas, se aprecian signos de una posible construcción de
accesos laterales adosados a esos muros.
Asturias: 12 enclaves del Prerrománico
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Santa María del Naranco, Monte Naranco, Oviedo, vista desde el suroeste.
Fue en su origen una construcción civil como Palacio de recreo y forma parte del
conjunto situado en el Monte Naranco junto con la Iglesia Palatina de San Miguel de
Lillo, debido al derrumbe de parte de la cual en el siglo XII el palacio es temporalmente
transformado en la Iglesia de Santa María del Naranco. Esta construcción no responde a
ninguna tipología. En el altar original, actualmente en el Museo arqueológico, consta este
hecho y una dedicación con fecha de 848. Está edificado al parecer sobre las ruinas de una
antigua residencia romana.
Dividido en dos plantas, la baja funciona de zócalo y tiene ventanas semicirculares,
puertas de acceso y huecos de ventilación y la alta tiene un mirador hacia el este donde
está situada la copia del altar original. Son significativos los medallones con cuadrúpedos
en el centro y las fajas en las que está grabada la Cruz de los Ángeles del tiempo de
Alfonso II. En lo alto de esta fachada está la ventana con arquería. Posiblemente en su
momento tuviese decoración pictórica, actualmente no quedan restos.
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San Miguel de Lillo, Monte Naranco, Oviedo, vista de la fachada este.
Fue construida en el mismo año de 848 como Iglesia palatina del conjunto del Monte
Naranco.
En el siglo XIII, principios del XIV, un corrimiento de tierras la destruyó parcialmente
y lo que se conserva hoy en día es una tercera parte de la configuración original; el
vestíbulo y las tres naves junto con la cabecera son originales.
En las jambas de la puerta de acceso hay dos relieves en piedra que reproducen
motivos de un díptico bizantino del siglo VI. En el interior los restos de pintura mural
que se conservan muestran que en este periodo ya se representaba la figura humana.
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Santa Cristina de Lena, Pola de Lena, vista desde el noreste.
Puede ser que tenga origen visigodo relacionado con la fundación de San Pedro y San
Pablo de Felgueres . Tiene muchas similitudes en los muros con arquería ciega con Santa
María del Naranco.
La planta tiene cinco cuerpos cuadrados, el central es de mayor tamaño y de el salen los
otros cuatros conformando una estructura muy especial dentro del conjunto de las iglesias
que se conservan. Los muros están perforados con cinco huecos cerrados por celosía,
algunas de ellas actualmente reconstruidas y cuyo dibujo seguramente tendrá también
procedencia visigoda.
Es significativa la separación interior de la nave central de la cabecera principal mediante
un iconostasio de piedra de tres arcos peraltados sobre columnas.
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San Salvador de Valdediós, Villaviciosa, vista de la fachada este.
Esta iglesia será la única construcción hecha fuera de la etapa anterior que está
completamente abovedada, de ahí la esbeltez de su forma. Ha sufrido numerosas reformas
que han ido modificando su aspecto original, se nota la diferencia en el tratamiento de la
mampostería de los muros originales en sillarejo y en sillar de los reconstruidos, como los
de la capilla situada al norte. Las cubiertas originales también fueron modificadas en los
años ochenta.
Son originales los elementos de celosía y las ventanas bíforas de mármol, de influencia
mozárabe, y la decoración de pintura mural recuperada en parte y restaurada que
tiene relación con la de San Julián de los Prados, aunque mucho más sencilla y donde
parcialmente ya aparece la representación de la figura humana. En una inscripción del
templo consta que fue consagrada en el 893.
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Santo Adriano de Tuñón, Concejo de Santo Adriano, vista de la fachada sur.
Está situada a 23 km de Oviedo y fue construida sobre un antiguo convento
benedictino, se sabe que fue consagrada en el 891 y restaurada completamente en el
1108. Estaba dedicada a los mártires romanos Adriano y su esposa Natalia. En los años
treinta será declarada monumento nacional y posteriormente en los años cincuenta
restaurada. De estas reformas será consecuencia el alargamiento del pórtico.
La planta guarda relación con la planta basilical del periodo de Alfonso II con la
diferencia de que la arquería que separa las naves en el interior se resuelve sin línea
imposta. Las tres naves tendrán cubrición de techumbre de madera mientras que en
las cabeceras será de bóveda de cañón. Los muros serán también de mampostería de
sillarejo y sillar en las esquinas, reformados entre los siglos XVII y XVIII. Se conserva
original el espacio lateral de la fachada sur. En el interior se conservan restos de
decoración de pintura mural también relacionada en cuanto a motivos con la de San
Julián de los Prados.
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San Salvador de Priesca, Villaviciosa, vista desde el suroeste.
De planta también basilical guarda relación con su volumen original aunque ha sufrido
numerosas modificaciones, sobretodo a raíz del incendio que sufre en 1936, cuando se le
añaden partes como el cuerpo de nave añadido en la fachada sur. En el interior además
de la decoración de arquerías ciegas sobre columnas en el muro también existen restos de
pintura mural decorativa.
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Santiago de Gobiendes, Gobiendes, Colunga, vista desde el suroeste.
Se sitúa en la falda del Sueve y ha sufrido diversas reformas que han cambiado su
constitución original alargando la cabecera y los pies y ampliando la capilla central.
Si conserva originales el cuerpo central y las capillas norte y sur. Las cubiertas son de
bóveda de cañón en las capillas y en la ampliación de las naves a los pies.
También estaría decorada con pintura mural de la que solo quedan escasos restos.
La donará Ordoño II, hijo de Alfonso III a la Iglesia de Oviedo en el 921.
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BIBLIOGRAFÍA
LORENZO ARIAS PÁRAMO Prerrománico Asturiano, Arte de la Monarquía Asturiana, Ediciones Trea, 3ª edición 2009
REVISTA COTA CERO nº 7, Oviedo, Coaa 1987
JOSÉ RAMON ALONSO PEREIRA, Historia General de la Arquitectura en Asturias, Oviedo, Coaa 1996
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