Relato de su nieta

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Historia de una sobreviviente
Ratno era un pequeño pueblo situado aproximadamente a 50km de Kowel (a veces
Polonia, a veces Ucrania). Allí vivían 4500 judíos que frecuentaban cinco sinagogas y
desarrollaban una rica vida cultural.
Perla Kuperberg nació allí en 1921. Era la mayor de sus cinco hermanos (Ijiel, Saúl, Itzjok,
Feigue y Sarita). Tenía papá y mamá. Estudió Idish y Hebreo. A los 10 años trabajaba y
estudiaba ya que su padre se había enfermado. En 1938 se empezó a hablar de la guerra,
de Hitler. Sin embargo la tragedia parecía distante e increíble. El primer sacudón ocurrió
en 1941, cuando por un decreto, un grupo de alemanes se llevó a 30 personas del pueblo
“a trabajar”, entre ellos al hermano varón mayor de Perla. Pero nunca más volvieron a
verlos. Los padres intuyeron desde el principio que todo era una trampa, pero no se podía
detenerlos. Dos días más tarde se enteraron que habían matado a sus hijos.
Unos meses después, empezaron a aparecer alemanes por el pueblo en busca de judíos,
metiéndose en las casas y llevándose las pertenencias.
Antes que empiece la guerra, Perla trabajaba de cuentenik (vendía hilos, etc). Pero la vida
de los judíos en el pueblo se empezó a tornar cada vez más complicada, no podían andar
por los caminos centrales y debían salir de noche por los bosques a buscar comida. Perla
siempre salía en busca de alimentos que le daban sus clientes acompañada de su hermano
Itzjok. Llevaba siempre una canasta (como usaban los no judíos) y allí guardaba pan,
leche, yogurt, para toda su familia.
La tranquilidad ya no tenía lugar por estos caminos. La hermanita menor ya tenía 10 años
y ella alrededor de 20. En la casa no se podía permanecer, los alemanes estaban a cada
momento más presentes.
Una vecina ucraniana escondió en su casa al papá, la mamá y a Sarita. Los cuatro
hermanos mayores se fueron a esconder a la granja de un ucraniano (que había estado en
la guerra del ´14 y no tenía hijos). Este les dio lugar para dormir donde estaban las ovejas
e hizo una pared de pasto seco para protegerlos.
El gobernador denunció a los alemanes que sus padres y hermanita estaban escondidos.
El ucraniano, dueño de la granja, salía a averiguar novedades sobre todo lo que ocurría, y
así se enteró que habían matado a Srulek, Batia y Sarita (sus padres y hermana). Los
cuatro hermanos quedaron huérfanos.
Se supo hasta los nombres de los alemanes que se los habían llevado y que el gobernador
había denunciado el escondite (aun cuando Perla le había llevado personalmente tres
cortes de tela para traje y colchas como obsequio).
Quien los escondía les avisó que no era conveniente que salgan y se quedaron 15 días
más; tenían un poco de harina para hacer pan, leche, pero igual el ucraniano (que no era
judío) los ayudaba. Sin embargo su esposa, mientras él no estaba en su casa, ordenaba a
Perla que pinte la casa, que lave los pisos, etc. Se aprovechaba, a pesar del dolor.
Para estos tiempos, Saúl estaba muy enfermo (tenía ronchas malas y mal ánimo). Se
encontraba en la misma estancia, pero arriba, ya que lo suyo era contagioso.
Perla sabía que una clienta suya preparaba pomadas y así fue como esta señora le preparó
una y aparte le dio comida para sus hermanos. Esto ayudó a que Saúl mejorara. Perla se
sentía responsable por la supervivencia de sus hermanos.
La granja donde ellos se escondían se encontraba a un kilómetro de la casa paterna. No
tenían radio. Las novedades se las seguía trayendo el buen ucraniano. Les contó que la
gente seguía preguntando por ellos cuatro, que todos les tenían lástima y querían saber
dónde estaban esos pobres chicos. Los vecinos ucranianos y el gobernador se habían
apoderado de las pertenencias de su casa.
Los peores años fueron el ´41 y el ´42.
En 1941 los rusos entraron a la guerra. La comitiva rusa se instaló en la casa en la que
estaba Perla, ya que este lugar estaba escondido; allí instalaron sus máquinas, radios, etc.
El mayor ruso era judío y se llamaba Abraham. El preguntó si había judíos escondidos en la
granja y le dijeron que sí. Así Perla y sus hermanos entraron a la casa. Fueron atendidos
muy bien por los rusos.
Los alemanes dieron otro golpe. Los rusos les anunciaron a los cuatro hermanos que
debían irse, ya que si no podrían ser encontrados en ese lugar. Tenían que salir del pueblo.
Abraham les dio una carta para el director de un hospital al cual podrían ir (a 40kms del
lugar). Llegaron arrastrando a Saúl, que estaba mejor pero no curado totalmente. Ahí los
trataron muy bien, pero luego los mandaron a una casa de familia, donde no les daban ni
un poco de pan. Pero siempre quedaban hombres buenos y el director del hospital mandó
soldados rusos con alimentos (sopa, leche, pan). Ahí estuvieron dos semanas.
Pasados unos días les anunciaron que las cosas se estaban tranquilizando y que podían
seguir camino a un pueblo llamado Kamenkashirs. Allí triunfaron los rusos, así que los
alemanes estaban lejos. Este fue el centro de reunión de muchos judíos y partisanos. Aquí
se encontraba Simón el partisano. Fue el lugar donde conoció a Perla.
Organizaron un hotel para los judíos y los soldados rusos. Había comida, se podía ver la luz
del día, el clima había cambiado. Los cuatro hermanos consiguieron trabajo. Perla
trabajaba con Simón, su futuro esposo, sin saberlo todavía.
Simón pedía la comida a los pueblos vecinos. Ella era la encargada de recibirla. A quienes
salían de los bosques se trataba de darles algún trabajo.
Cuando Perla volvió a su pueblo de origen, su casa había sido ocupada por los rusos.
Itzjok atraído por propuestas de los rusos, se fue a estudiar, pero tuvo que entrar en el
ejército de ellos.
Simón le propuso casamiento a Perla y se fueron a Cowel. Después siguieron a Jelen para
encontrarse con un hermano de Simón, ya que todos juntos iban a partir rumbo a Israel.
Pero esa ilusión no duró mucho tiempo, los habían estafado.
Simón se acordó que tenía un paisano en la Argentina y le mandó una carta contándole
que se había casado y que Perla tenía un primo (Moishe) pero no se acordaba la dirección.
Moishe se había ido de Ratno un mes antes del comienzo de la guerra. Él los mandó
llamar. Perla, Simón y una beba nacida en Italia junto con Saúl llegaron a Paraguay, desde
donde no podían salir porque no permitían la entrada de judíos a la Argentina.
La otra hermana (Feigue) se casó y se quedó en Berlin. Después vino a este país.
Un paisano de Ratno que vivía en la Provincia del Chaco viajó a Paraguay a ver qué pasaba
con la familia que no podía llegar. El conocía a un señor que tenía una lancha, entonces
todos cruzaron el río hasta llegar a Formosa. Lograron entrar al país a pesar de las
dificultades. De allí viajaron en tren a Buenos Aires y se establecieron en Lanús donde
transcurrió la mayor parte de sus vidas. Esto ocurrió en el año 1948.
El primo de Perla le dio créditos y trabajo a Saúl y Simón. Así pudieron salir adelante. Acá
nace otra beba.
Perla es mi abuela.
Natalia Rucki. 16 años. 1992.
EPILOGO (1992)
Perla, Fany y Saúl viven con sus familias en la Argentina.
Simón murió en 1962 y José (esposo de Feigue) en 1958.
En 1988 Itzjok se reencontró en la Argentina con sus hermanos y familia después de 44
años de no verse. El 1° de marzo de 1992 hizo aliá.
Hay una imagen que seguramente recordaré por siempre, es la de los cuatro hermanos
abrazados en silencio….
(EPÍLOGO II. Agregado en 2016)
Los 4 hermanos se reencontraron en 2 oportunidades más, momentos que aprovecharon
para recordar su infancia.
Itzjok falleció en Israel en mayo de 2002.
Perla falleció en noviembre de 2008.
Fanny falleció en Septiembre de 2010.
Saúl falleció en Julio de 2012.
Los 4 formaron familias con hijos y nietos.
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