Tiempo de Lectura 13 minutos 1. Hablemos de Riesgos El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra riesgo de la siguiente manera: (Del it. risico o rischio, y éste del ár. clás. Rizq, lo que depara la providencia) 1. Contingencia o proximidad de un daño 2. Cada una de las contingencias que pueden ser objeto de un contrato de seguro El propósito de las Compañías de Seguros es proporcionar una protección contra riesgos definidos compensando la pérdida económica determinada en el contrato. Podemos hablar de dos tipos de riesgos: el riesgo especulativo y el riesgo puro. Cuando hablamos de riesgo especulativo nos referimos a que existe la opción de ganar o perder. En el caso del riesgo puro no hay opción de ganar. Un ejemplo de riesgo especulativo es el que se corre al invertir en la Bolsa de Valores. Un riesgo puro sería un seguro de vida: ocurre el evento (pérdida de la vida) o no ocurre, pero no existe, o no debiera existir, la opción de ganar o de obtener ventaja, aunque pueden existir, como veremos más adelante, ciertas circunstancias en que un riesgo puro sea convertido en riesgo especulativo. Hablaremos con más detalle de riesgos especulativos al abordar el tema de interés asegurable y de selección financiera. Historia de los seguros No sabemos con certeza cuándo se inició el concepto de seguros pero ya en la antigüedad, se dice, que los mercaderes, los fenicios por ejemplo, hacían convenios para cubrirse entre sí las pérdidas que sufrieran sus mercancías en las travesías para alcanzar los mercados. En el Siglo XVII, solían reunirse en un café de Londres, propiedad de Edward Lloyd, dueños de grandes embarcaciones y personas relacionadas con la marina mercante y discurrieron protegerse mutuamente compartiendo las pérdidas y así surge el concepto de los seguros que conocemos a la fecha, con el nacimiento de Lloyd’s que cubre en la actualidad por todo el mundo, principalmente, seguros de daños. El concepto de los seguros de vida, gastos médicos, incapacidad, daños y cualquier otra eventualidad parte la misma base de las mutualidades. El gran impulso para el desarrollo del seguro de vida parte de la revolución industrial a fines del Siglo XVIII en el que la población del campo emigra a las ciudades y empiezan a conjuntarse grupos más o menos numerosos de individuos trabajando en las nacientes industrias y entonces surge la idea de proteger a sus familias en caso de que alguno falleciera y acuerdan que al fallecimiento de algún integrante del grupo, el resto aportará una suma de dinero previamente convenida. El esquema mencionado tiene buenas intenciones y de hecho pudo así apoyarse a muchas familias en desgracia, pero el concepto no era sustentable porque se rompía el principio de equidad. Los grupos que formaban una mutualidad eran heterogéneos con individuos de diferentes edades, diferencias en el estado de salud, diferentes riesgos ocupacionales, etc., y entonces empieza a surgir la idea de agrupar a los integrantes de la comunidad dentro de grupos más homogéneos y con niveles de riesgo similar. Así nacen las compañías de seguros de vida y a mediados del Siglo XIX empiezan a funcionar algunas de las grandes empresas aseguradoras que conocemos a la fecha. Inicialmente se optó por aceptar solamente a individuos sanos o que se presumieran sanos y fue hasta las primeras décadas del Siglo XX en que se desarrollan esquemas para calcular la mortalidad en riesgos subnormales con lo que se amplía la gama de protección en la población general. Condiciones para que un riesgo sea asegurable La pérdida debe ocurrir al azar, es decir, puede ocurrir o no ocurrir, como en el caso de seguros de accidentes, gastos médicos o daños. En el caso del riesgo en vida sabemos que un día terminará. La probabilidad de muerte se conoce revisando las tablas de mortalidad las cuales establecen la probabilidad de que un individuo de edad X muera en el curso del siguiente año y esa probabilidad se cumplirá, aunque no podemos predecir a quiénes afectará. Por ejemplo, una persona que se sabe sana y no tiene riesgos diferentes al promedio, a los 40 años de edad tiene una probabilidad aproximada de 0.002 de morir en un año (2 fallecimientos de cada 1000 individuos). En este caso si al contratar un seguro de vida el asegurado no conoce que tenga una propensión especial a ser uno de esos dos fallecidos, se cumpliría el requisito de que la pérdida debe ocurrir al azar. En el caso de personas enfermas la probabilidad de muerte es mayor, pero no deben existir indicios de que el prospecto tenga un riesgo mayor a otros que integran el mismo grupo. La pérdida debe ser definitiva, es decir, para que se cubra la indemnización debe comprobarse que la pérdida ya ocurrió y que el asegurado no tendrá forma de recuperar la pérdida económica que la contingencia determinó. La pérdida debe ser significativa. En todos los seguros de daños, entre los cuales podemos considerar también los de gastos médicos, existe un deducible y su objetivo es, además de que el riesgo es compartido por asegurado y asegurador, evitar cubrir pérdidas pequeñas cuyo costo de administración sería elevado lo que incrementaría de manera muy notable el costo de la prima. El riesgo debe ser medible, es decir, antes de adquirir el compromiso de cubrirlo se debe conocer la probabilidad de que el siniestro ocurra y cuál sería el costo que representaría. De presentarse el siniestro, la pérdida no debe ser catastrófica, es decir, la compañía aseguradora que lo cubre debe tener los suficientes recursos para enfrentarlo y que en caso de que la siniestralidad lo llegara a rebasar, el asegurador tenga los apoyos necesarios que le permitan enfrentar los compromisos sin caer en un estado de quiebra financiera. Para este fin existen regulaciones legales que limitan a las compañías de seguros a una suma máxima que pueden ofrecer y si el asegurado necesita de una suma mayor, al asegurador (que llamaremos ‘la compañía directa’) deberá ceder la suma excedente a compañías con mayor fortaleza financiera procedimiento que se conoce como reaseguro de lo cual hablaremos en otro momento con mayor detalle. Por ahora solo diremos que la ‘compañía directa’ puede otorgar a su cliente la suma asegurada que le soliciten y que sea justificable de acuerdo sus políticas, pero el monto excedente al que tiene autorizado lo deberá ceder a otra compañía que se dedique al reaseguro, compartiendo desde luego, parte de la primas que reciba. Todo el trámite lo asume la ‘compañía directa’ y también es la responsable única ante el asegurado de cubrir el siniestro si se llegara a presentar. En casos de sumas muy elevadas el reasegurador también comparte parte de la suma en riesgo con otro reasegurador. Todo esto con el fin de que si ocurriera un evento catastrófico no haya quiebras financieras y se garantice así el pago de siniestros. Analizando el riesgo en seguros de vida En los seguros de personas, vida, accidentes, incapacidad, gastos médicos, podemos conocer el comportamiento futuro de la siniestralidad en un grupo de riesgo si nos apegamos a ciertos principios. La ley de probabilidades nos dice que para que se cumpla debe haber un número suficientemente grande de eventos. Por ejemplo, una moneda tiene dos caras y si la lanzamos al viento debería caer el 50% de veces con una cara hacia arriba y el 50% con la otra, pero si la lanzamos 10 veces puede suceder que 7 veces sea una cara la que se vea y 3 veces la otra, pero si seguimos repitiendo el experimento, llegará el momento en que se cumpla que el 50% de veces para cada cara. ¿Cuántas veces deberemos lanzar la moneda?, eso dependerá de si esperamos que se cumpla estrictamente la proporción de 50 y 50 o si consideramos que puede haber alguna tolerancia, por ejemplo, +/- 5%, obviamente entre más exacto queremos que sea el resultado (más cercano a 50 y 50) más veces deberemos lanzar la moneda al aire. Existen fórmulas para calcular el número de experimentos que deberemos realizar de acuerdo a la exactitud con que queremos predecir los resultados. En los seguros de personas deberemos tener un número suficientemente grande de asegurados para que se cumplan las predicciones de siniestralidad. Más tarde volveremos a abordar el tema. Para calcular la probabilidad de que ocurra un siniestro en personas debemos analizar un número mayor de variables, no son solamente águila y sello como con la moneda. Un punto de referencia importante en los seguros de vida son las tablas de mortalidad en las cuales podemos analizar la probabilidad de morir a un año dependiendo de la edad y género del individuo. Típicamente en las tablas mortalidad se consideran solo riesgos normales, aunque en ocasiones se presentan subdivididos en fumadores y no fumadores. Se puede agregar a la Tabla esperanza de vida a edad X tanto para riesgos normales como a subnormales. Tabla de Mortalidad Mexicana Abreviada del 2008 (1) Edad qx * Edad qx * 12 15 20 25 30 35 0.51800 0.50604 0.69262 0.81527 1.06192 1.47209 45 50 55 60 65 70 3.16068 4.82204 7.51312 11.91604 17.83585 27.52910 40 2.12423 75 44.20150 Edad 80 85 90 95 99 ** qx * 72.43919 119.23675 193.45086 302.16810 412.81254 (1) La tabla de mortalidad se presenta con la tasa de mortalidad que corresponde a cada año de vida, cuando se presenta, como en este caso, solo con algunas edades se le llama tabla abreviada de mortalidad. *qx = proporción de defunciones/1,000/año: 0.51880 significa que muere al año 0.51800/1000, o sea 1 por cada 1930 personas **al cumplir 100 años de edad se paga suma asegurada y se cancela la póliza http://www.revista-actuario.com/weff/sites/default/files/Tablas%20de%20Mortalidad%20Mexicanas_2.pdf Para simplificar el ejemplo, en la tabla anterior dividimos los rangos de edad por quinquenios no se dividió por género. La tasa de mortalidad en la mujer en cada año de vida es significativamente menor a la del hombre, llegando a ser similar hasta más o menos los 60 años de edad. En promedio la mujer vive unos 5 años más que el hombre. Para comprenderlo mejor analicemos algunos ejemplos de la Tabla anterior. En ella observamos que la mortalidad esperada para individuos de edad 40 es de 2.12423 (esta cifra se obtiene de dividir el número de defunciones observada entre 1,000 y equivale muy aproximadamente a 3 defunciones en un grupo de 1,412 individuos). Si al final de un año fallecieron 2.12423 individuos en cada 1,000 entonces la mortalidad observada fue igual a la mortalidad esperada y decimos que en ese grupo la mortalidad fue 100% de lo esperada. Por efecto de una buena selección de los prospectos, se puede lograr que la siniestralidad sea menor. Siguiendo con el mismo ejemplo, si del grupo de 1,000 con 40 años de edad al final de 1 año fallecieron 1.69938 individuos, entonces la mortalidad fue del 80% de la esperada y a estos riesgos se les puede otorgar un descuento como riesgo preferente. Al contrario, si seguimos tratando con personas de 40 años y al final de un año fallecieron 4.24846 (el doble de lo esperado) entonces hablamos de una mortalidad del 200% y se aplica una extraprima. El mismo ejemplo lo podemos extrapolar a cualquier grupo de edad. Como resultado de la evaluación del riesgo en seguros de vida, al final se establece una comparación con la considerada Tabla de Mortalidad Normal, la cual se obtiene analizando la tasa de mortalidad a diferentes edades para sujetos cuyo riesgo se presume normal o promedio comparado con la población general y, como ya dijimos, si su riesgo es menor se pueden conceder descuentos y si es mayor se aplican cargos extras a la prima En el caso de sujetos con mayor riesgo al normal, por enfermedades crónicas por ejemplo, la forma de expresar la extramortalidad es con incrementos porcentuales que se redondean a 25 puntos porcentuales. Decíamos que en sujetos normales la mortalidad se considera del 100%, es decir, al final del período (un año) la mortalidad observada resulta igual a la esperada (la que se establece en la tabla de mortalidad que usa la compañía para calcular las primas). Los casos con mortalidad esperada de 125, 150, 175, 200, 250% etc., los etiquetamos ya sea con la mortalidad porcentual calculada o más frecuentemente con letras en la que 125% es Tabla A, 150% Tabla B, 175% Tabla C y así sucesivamente, corriendo una letra por cada 25% de incremento de riesgo. Los beneficios adicionales como muerte accidental, pérdida de miembros e incapacidad también dependen de factores como el estado de salud así como riesgo laboral y por participar en actividades de riesgo. La calificación de estos beneficios no necesariamente es paralela con evaluación que se haga del riesgo de vida. Por ejemplo, una persona que perdió la vista de un ojo en forma accidental su riesgo de vida no es diferente a la de una persona sana pero el riesgo de sufrir incapacidad sí lo es. El riesgo de muerte accidental está más ligado con ocupación o actividades que con el estado de salud, el cual generalmente no afecta el riesgo. Analizando el Riesgo en Gastos Médicos En general son más laboriosas y difíciles las definiciones de un seguro de gastos médicos, tanto en las condiciones generales como cuando se analiza un siniestro. Incluso las condiciones del seguro de gastos médicos son más complejas que en las pólizas de vida. El objetivo de un seguro de gastos médicos es evitar un quebranto económico en el caso de que ocurriera una enfermedad que implique un fuerte desembolso. Las pólizas de gastos médicos mayores tienen un deducible que tiende a aumentar, tiene varias exclusiones y períodos de espera para ciertas enfermedades e incluso ciertos gastos están excluidos totalmente. Las condiciones de estas pólizas se apegan más aún que las de vida a cuidar los requisitos para que el riesgo sea asegurable: 1) cubren solamente los gastos originados por circunstancias azarosas, no están diseñadas para cubrir riesgos esperados, 2) cubren solo enfermedades y lesiones con un diagnóstico definitivo, 3) no cubren gastos menores, 4) debe demostrarse al momento de reclamar un siniestro que cuando se contrató o rehabilitó la póliza no hubieran existido factores de riesgo conocidos relacionados con la causa de la reclamación, 5) se excluyen riesgos catastróficos prexistentes. Para las prexistencias se establecen períodos de espera o exclusiones permanentes. Las exclusiones y períodos de espera tienen por objeto evitar que el asegurado pueda influir en la siniestralidad o cubrir tratamientos en los que influya su decisión o deseo de someterse a un tratamiento y así vemos que excluye lesiones sufridas por participar en actos de guerra, actos delictivos, por haber iniciado una riña, lesiones auto infligidas, participación en ciertas actividades peligrosas como carreras de autos, problemas con alcoholo o drogas, tratamientos dentales (exceptos lesiones), tratamiento para procurar o evitar la procreación, cirugías estéticas (excepto las resultantes de un traumatismo o herida), tratamientos psiquiátricos, tratamientos para la obesidad, etc. Las enfermedades con períodos de espera buscan evitar que la contratación de la póliza se haga con el fin de atender ciertos padecimientos al cabo de unos meses de haberla contratado como serían los cálculos renales o biliares, hernias, ciertos padecimientos ginecológicos, lesiones de rodilla, etc., o sea, padecimientos por lo que bien puede esperar el asegurado unos meses (y fingir que el padecimiento apenas se inició) para atenderse con cargo a su póliza. En las pólizas de gastos médicas nos es común aplicar extra primas, aunque en ocasiones se hace. Lo más frecuente es aceptar la póliza en condiciones normales, con exclusiones o rechazarla. Dr. Roberto García Gómez