El Florido Pensil - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

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El Florido Pensil
por Andrés Sopeña Monsalve
- Sopeña Monsalve, Andrés, El Florido Pensil:
memoria de la escuela nacionalcatólica,
Barcelona, Crítica, 1994.
- Dramaturgia: Tanttaka Teatroa
Dirección: Juan Antonio Ríos
Coordinación: Susana Pardo
Corrección: Soledad Guillem
Maquetación: Fina Carrión
Diseño: Mª Elena Sáez
Imágenes: Mamen López
Colaboración: Óscar Pina
Tanttaka
PRÓLOGO
El florido pensil es una invitación a la sonrisa. Pero porque nos habla de un pasado
aparentemente alejado de nuestra realidad actual. Quienes reímos recordando episodios
de nuestra infancia en la escuela del franquismo también sentimos un escalofrío cuando
pensamos en aquellos tiempos. Andrés Sopeña no nos propone un ejercicio de nostalgia
bobalicona al modo de algunos programa televisivos sino una forma lúdica, agradable
gracias al humor, de ejercer la siempre necesaria memoria histórica. Mediante la misma
comprendemos el absurdo de un sistema educativo autoritario. Un absurdo incrementado
por el paso del tiempo, pero que durante cuarenta años fue un dogma impuesto por la
fuerza. Y padecido por quienes sentimos alivio al recordar con humor aquello que a tantos
amargó.
La memoria es selectiva. Afortunadamente, porque de lo contrario nos sentiríamos
abrumados. Tendemos a recordar aquello que soportamos y el humor suele ser una buena
ayuda para afrontar nuestro pasado. También tiene el riesgo de desvirtuar la realidad, pero
El florido pensil lo sortea gracias a la fidelidad a unos textos, a unos hechos, que hablan
por sí solos. Andrés Sopeña no ha necesitado explicar o subrayar nada para que
tengamos una idea cabal de aquella escuela. Tampoco lo han hecho quienes con tanto
acierto han adaptado al teatro lo que en principio fue una recopilación de textos. Pronto se
dieron cuenta de que entre aquellas paredes de la escuela había material para crear una
divertida obra que, con efecto catártico, nos traslada a un pasado que no conviene olvidar.
Ni repetir, aunque sea bajo otras formas.
El resultado ha sido un clamoroso éxito, uno de los mayores del teatro representado
en España durante los últimos años, que corrobora el obtenido por el libro original y que
ahora puede ser conocido por los usuarios de la Biblioteca Miguel de Cervantes gracias a
la ejemplar generosidad de sus autores. No podemos sustituir la riqueza de la obra original
ni el directo de unas representaciones en las que las carcajadas se contagian, pero esta
edición digital puede ser una excelente invitación para que acudamos al libro o al teatro.
En cualquier caso, recordemos aquella escuela y, para los más jóvenes, sólo cabe decir
que nada es inventado y que lo insólito o lo absurdo en realidad se padeció sin tanto
sentido del humor.
Juan A. Ríos
El florido pensil
Andrés Sopeña Monsalve
Dramaturgia de Tanttaka Teatroa
PERSONAJES
BRIONES
ALBERDI
ARTOLA
AGUIRRE
JÁUREGUI
DON JUSTO
DON SIMÓN
DON SECUNDINO
DOÑA JACINTA
LOCUTOR
MAESTRO SOLDEVILLA
DON SALVADOR
INSPECTOR
y padres, madres, abuelos, abuelas, tíos, tías
y hermanos de los escolares.
La obra es una revisión actual de la
educación franquista. Nos moveremos
siempre a caballo de dos coordenadas
temporales. La época vivida/la revisión
actual.
1
La escenografía sugerirá una escuela de los
años cincuenta. Tiene algunos elementos
totalmente realistas; los pupitres, la
bandera, encima de un entarimado que, en
principio, delimita interior/tiempo
recordado frente a proscenio y laterales que
sugieren exterior/tiempo actual. La
distribución de los pupitres juega a romper
la lógica espacio-temporal; no es realista, es
coreográfica y respeta y remarca los saltos
en el tiempo.
El vestuario es sencillo. Pantalones cortos.
Medias altas. Las batas unifican la
diversidad. Serán todas iguales, de color té.
El piano es importante. La evocación
musical nos introduce en la memoria. La
música en directo refuerza la sensación de
veracidad de la experiencia. Crea una
atmósfera reconocible, nuestra «educación
sentimental».
Cinco adultos interpretan el papel de niños.
Huir de la imitación de los tics más
reconocibles como tópico del
comportamiento infantil. No caer en el
infantilismo. Ser infantiles significa jugar a
revivir desde «dentro hacia fuera» aquella
escuela. Realismo. Austeridad.
El resultado es siempre la suma de dos
factores. La situación y el comentario
crítico. El paso de uno a otro se establece a
través del contacto con el público. Siempre
que los actores están en situación
interpretan el papel de niños; cuando
hablan hacia el público se produce la
ruptura; el punto de vista es el del adulto y
el tiempo, el actual.
A pesar de la crudeza de lo narrado, la obra
es la superación de una época que la
distancia hace cómica. ¡Intérpretes,
comportaros como actores; no como
humoristas! ¡No caigáis en la comicidad a
ultranza!
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ESCENA I: PRÓLOGO
EL FLORIDO PENSIL
El escenario está formado por una tarima
de madera con un pequeño escalón al fondo.
A la izquierda -siempre del espectador- hay
un mástil con la bandera de España
arriada. A su lado, sobre el escalón, se
encuentra la mesa del profesor y una silla.
Encima de la mesa hay libros escolares y
material diverso. Una gran pizarra ocupa
toda la zona central, al fondo. De ella cuelga
un mapa de España sin desplegar. A la
derecha hay un piano con unos cuantos
libros escolares encima, y un taburete. En el
centro de la tarima, colocados
ordenadamente, hay cinco pupitres de los
años 50, de cara al público, con las batas
escolares colgadas en el respaldo. Fuera de
la tarima, a la derecha y en primer término,
hay un perchero de madera.
Al empezar la función se encuentran en
escena, a contraluz, cinco hombres con
gabardina. Son BRIONES, ALBERDI,
ARTOLA, AGUIRRE y JÁUREGUI.
ALBERDI, sentado al piano, toca una
melodía. Los otros cuatro están situados
detrás del piano. Cantan.
TODOS.A la escuela
que ya es hora,
sin demora
vamos pues.
Nos lo exige,
nos lo manda,
la voz santa del deber.
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(Después de cantar la estrofa dos veces
alrededor del piano, se van acercando a la
corbata, y la repiten por tercera vez a
mayor volumen. Cada uno lleva, atados a
una cuerda, un pizarrín y un ejemplar de la
Enciclopedia Álvarez. Poco a poco se
ilumina todo el escenario. Al acabar la
canción, ALBERDI se les une.)
BRIONES.- (Al público.) Cantábamos a la
entrada y cantábamos a la salida.
ALBERDI.- (Canta.)
Colegio querido
de mi corazón.
TODOS.El Señor te guarde,
quédate con Dios.
ARTOLA.- Cantábamos los límites de
España...
TODOS.- España limita al norte con el mar
Cantábrico.
AGUIRRE.- ...y la tabla de multiplicar...
TODOS.- 2x1=2, 2x2=4, 2x3=6...
BRIONES.- Y los ríos, cabos y golfos...
TODOS.- El Ebro nace en Fontibre provincia
de Santander.
JÁUREGUI.- Cantábamos las respuestas del
Catecismo...
TODOS.- Soy cristiano por la gracia de Dios...
ARTOLA.- ...y cantábamos el himno de la
Legión.
TODOS.- ¡¡¡Joé!!!
ARTOLA.- ¿Qué pasa? Entonces a mí me
gustaba... (Canta.)
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Soy valiente y leal legionario
TODOS.- (Le siguen.)
Soy soldado de brava Legión...
AGUIRRE.- Lo cantábamos todo.
ALBERDI.- ¡Hasta cantábamos el himno
nacional!
TODOS.- ¡Hombre, claro!
ALBERDI.- Bueno, no tan claro, si se tiene en
cuenta que el nuestro debe ser de los pocos
himnos, si no el único, que no tiene letra.
JÁUREGUI.- Pero entonces sí la tenía.
BRIONES.- Mejor dicho, las tenía, que había
letras para elegir.
JÁUREGUI.- La de Eduardo Marquina, por
ejemplo.
ALBERDI.- También estaba la de José María
Pemán, menos incendiaria, pero... ¿qué exigía?
TODOS.- ¡Joé! ¡Levantar el brazo!
JÁUREGUI.- Sin embargo, en el colegio,
cantábamos una versión...
AGUIRRE.- Anónima, ella...
ALBERDI.- Que venía recogida en la
Enciclopedia Álvarez.
(La enseñan al público y empiezan a cantar
el himno nacional. Mientras lo hacen,
realizan un ejercicio de fregolismo,
quedando en ropa escolar de los años 50.)
TODOS.¡Viva España!, mi Patria esclarecida,
madre sin igual,
compendio del honor.
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¡Viva España!, solar de noble vida,
regio pedestal
de Cristo Redentor.
Fuiste de glorias florido pensil:
hoy reverdecen a un impulso juvenil.
Veinte naciones coronan tu sien:
¡Arriba España! Raza invicta es tu
sostén.
BRIONES.- Miles y miles de veces pasamos
inmaculados, a voz en grito por él:
TODOS.- (Cantando.)
Fuiste de glorias florido pensil.
ARTOLA.- Sin la menor idea de lo que
pudiéramos estar berreando.
AGUIRRE.- Y sin la más mínima curiosidad
por averiguarlo, la verdad sea dicha.
JÁUREGUI.- Pero en esta frase, en el
recuerdo de su repetición tonta y mecánica,
encontramos, sin embargo, el símbolo inefable
de aquella escuela, la cifra del caos aparente.
ALBERDI.- La «lógica» de tanta y tanta
sandez.
BRIONES.- Y es que está todo ahí, en el
florido pensil.
TODOS.- ...de las narices.
(Empiezan a recitar una oración mientras
cuelgan las gabardinas en el perchero, se
dirigen a sus respectivos pupitres y se ponen
las batas escolares.)
TODOS.Iluminad, Señor, nuestro entendimiento
y moved nuestra voluntad, para que,
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estando con la debida atención,
aprendamos las cosas que se nos
enseñan
para nuestro provecho espiritual y
temporal.
Lo que os pedimos por Jesucristo
Nuestro Señor.
Amén.
7
Siguiente ö
ESCENA II: MATEMÁTICAS
Los cinco, cada uno en su pupitre, resuelven
un problema.
ARTOLA.- (Se levanta.) Señor Maestro, ya
está, la respuesta es: ningún caramelo, y Pilarín
es tonta.
BRIONES.- (Se levanta, imitando al
maestro.) Dos palmetazos: ¡plas!
TODOS.- ¡Ay!
BRIONES.- Y ¡plas!
TODOS.- ¡Ayyy!
BRIONES.- Y te quedas sin salir al recreo.
(Se sienta.)
JÁUREGUI.- ¡No veas! ¡Por culpa de Pilarín,
la niña esa! (Se sienta.)
ARTOLA.- (Al público.) Yo repasé con los
dedos por si me había equivocado. (Cuenta.) A
ver, dos caramelos que dio a su hermanita...
TODOS.- ¡Bien!
ARTOLA.- ...más un caramelo que dio a su
primito...
TODOS.- ¡Bien!
ARTOLA.- ...suman tres caramelos.
TODOS.- ¡Sí señor!
ARTOLA.- Y si tenía tres caramelos y dio tres
caramelos, pues no le quedó ningún caramelo a
Pilarín...
TODOS.- ¡Claro!
ARTOLA.- ¡Y era más tonta que Abundio!
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TODOS.- ¡Tiene razón!
JÁUREGUI.- Hombre, si les hubiera dado
uno a cada uno le habría sobrado otro para ella.
Y eso es lo que hay que hacer cuando tú tienes
tres caramelos, y tu hermanita y tu primito,
ninguno.
ALBERDI.- Sobre todo si los puñeteros se
enteran y se lo dicen a tu madre.
ARTOLA.- Pero el problema no dice nada de
eso.
JÁUREGUI.- A lo mejor es que le faltan
datos.
ARTOLA.- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
AGUIRRE.- Igual Pilarín es diabética como
mi tía y no puede tomar dulces.
ARTOLA.- Pero eso no puede ser
AGUIRRE.- ¿Por qué?
ARTOLA.- Porque entonces en el ejercicio
tendría que poner: «Un asesino da tres caramelos
a una niña diabética que se llama Pilarín».
BRIONES.- Ya sé, ya sé... ¿A que es una de
esas niñas asnegadas...?
ALBERDI.- (Interrumpiéndolo.) ¿Lo qué?
AGUIRRE.- Negadas
BRIONES.- ¡No, Aguirre, as-negadas!
JÁUREGUI.- Que no Briones, que no se dice
asnegadas. Se dice ab, abnegadas.
ARTOLA.- ¿Y eso qué quiere decir?
JÁUREGUI.- Y yo qué sé...
BRIONES.- Bueno, ¿a que es una de esas
niñas aleladas...
TODOS.- ¡¡¡Ah!!!
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BRIONES.- ...que salen en las lecturas con
paralís en una pierna, la madre enferma y toda la
pesca?
TODOS.- (Concluyendo.) ¡Pilarín!
(BRIONES se levanta, va hacia la mesa y se
pone una bata larga que había en la silla. A
partir de ahora hará de maestro.)
ALBERDI.- (Al público.) Adolfo y Emilio
también nos cayeron gordos enseguida.
JÁUREGUI.- Por culpa del 73.
MAESTRO.- (Con un libro en las manos.)
A ver, niños, ejercicio 73.
(Los niños giran con sus pupitres de cara a
la pizarra.)
Para mañana, vais a hacer como Adolfo y
Emilio. Tomad muchas piedrecitas y con ellas
formad montones de una, dos, tres o más
decenas.
NIÑOS.- (Al público.) ¡¡¡Joé!!!
ARTOLA.- ¡No veas, toda la tarde cogiendo
piedras!
AGUIRRE.- Y los amigos:
(JÁUREGUI, ARTOLA y ALBERDI se
acercan a AGUIRRE.)
JÁUREGUI.- Eh, Aguirre...
(Se añaden ARTOLA y ALBERDI.)
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¿Qué haces?
AGUIRRE.- Aquí con las piedras... haciendo
unas decenas.
JÁUREGUI.- ¡Vale, chaval!
(Vuelven a sus pupitres.)
ALBERDI.- (Al público.) A pique de que te
pongan de mote «el decenas» o «el piedras» para
toda la vida.
AGUIRRE.- Por lo visto Adolfo y Emilio no
tenían amigos.
JÁUREGUI.- (Acercándose a la corbata.)
Pues no veas cómo se puso mi madre.
MADRE.- (BRIONES haciendo de madre,
con la misma bata del maestro y un gorro de
baño en la cabeza.) Pero este desalmado... ¿Se
puede saber qué traes ahí?
JÁUREGUI.- Piedras.
MADRE.- Pero ¿tú quieres acabar conmigo o
qué? ¿Es que nunca se te va a ocurrir nada bueno
o qué?
JÁUREGUI.- ¡Que no, mama! Son los
deberes. Tengo que contarlas.
MADRE.- No, si es que encima me va a tomar
por tonta. Anda, tira para la calle y suelta esa
porquería. ¡Qué purgatorio de chiquillo, chica!
¡Qué asco!
JÁUREGUI.- (Al público.) Y lo peor es que,
en aquella ocasión, mi madre tenía razón.
(Vuelve a su pupitre.)
AGUIRRE.- Por lo visto, Adolfo y Emilio,
aparte de no tener amigos, eran huérfanos.
ARTOLA.- Pues la cosa se va a poner más fea
cuando lleguemos a las centenas y los millares.
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AGUIRRE.- ¿Pues...?
ARTOLA.- Recoge muchas piedrecitas y
agrúpalas en montañas de mil... dos mil... tres
mil...
ALBERDI.- (Al público.) El maestro decía:
MAESTRO.- El saber no ocupa lugar y todo
lo que estudiéis ahora os será de utilidad el día
de mañana.
ALBERDI.- Pero yo comenté en casa que el
día de mañana no quería ser contador de piedras,
y a todos les pareció bien.
JÁUREGUI.- Es que muchos problemas
estaban mal planteados. El 74, por ejemplo:
MAESTRO.- (Lee.) En un cesto hay 36.584
huevos ¿Cuántos pares de huevos contiene?
NIÑOS.- (Giran de cara al público con los
pupitres.) 18.292.
ARTOLA.- (Levantándose.) Imposible.
TODOS.- ¿Eh?
ARTOLA.- Por los huevos de abajo.
JÁUREGUI, AGUIRRE y ALBERDI.¡¡¡Joé!!!
BRIONES.- (Acercándose a ARTOLA. Los
demás ríen a escondidas.) ¿De qué huevos
habla, Artola?
ARTOLA.- 36.584 huevos son una
barbaridad, todos los de abajo estarían
aplastados (Risas más fuertes.) y, además, a ver
cómo es el cesto, que encima estaría chorreando
por todas partes.
ALBERDI.- (Al público.) Cuando todos
temíamos por la integridad física del Artola, va
el maestro y dice:
MAESTRO.- Tiene razón, Aguirre. (Le da
un pescozón.) ¿Quién va a llevar un cesto tan
enorme poniéndose perdido?
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ARTOLA.- (Al público.) La tonta de Pilarín.
(Se sienta.) Bueno, esto no lo dije, pero lo
pensé.
JÁUREGUI.- Con la mayoría de los
problemas pasaba lo mismo: o les faltaban datos,
o estaban mal planteados, o no podías
comprobarlos.
MAESTRO.- (Lee.) Dos caminantes se
dirigen uno hacia el otro.
(Los niños giran el pupitre de cara a la
pizarra.)
La distancia entre los puntos de partida es de
648 kilómetros.
AGUIRRE.- (Al público.) ¡Pues vaya una
cita! (Vuelve a mirar al profesor.)
MAESTRO.- Uno anda 25 kilómetros por día
y el otro 23 1/3. ¿Cuántos días tardarán en
encontrarse?
AGUIRRE.- (Al público.) Hombre, no te ibas
a echar a la carretera para comprobar si un
individuo era capaz de pasarse la vida
recorriendo 23 y 1/3 kilómetros diarios.
ALBERDI.- Y sin más fuste que el de
encontrarse con otro peatón que había salido de
un punto situado a seiscientos y pico kilómetros.
JÁUREGUI.- Y es que todas las excursiones
eran como el camino de Santiago...
ARTOLA.- Hasta que un día nos enteramos
del porqué del frenesí andante.
MAESTRO.- (Lee.) Un andarín gana 614,50
pesetas por cada kilómetro que recorre. Según
esto, ¿cuánto vendrá a ganar por cada
hectómetro recorrido?
NIÑOS.- (Giran de cara al público con los
pupitres.) ¡Joé, qué chollo!
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AGUIRRE.- Yo eché cuentas y con cruzar la
calle ya tenía para chicle y cacahueses. Bueno,
y con subir y bajar el paseo, ya ganaba más que
mi padre en un mes. Por eso, aquella noche,
cuando en la cena dije que de mayor quería ser
andarín, a todos les pareció muy bien.
JÁUREGUI.- Claro que tampoco son malas
profesiones las de lechero o tabernero. Porque el
agua de la fuente es gratis y...
(Giran con el pupitre de cara a la pizarra.)
MAESTRO.- (Lee.) Si a 50 litros de leche le
echas 15 de agua...
(Los niños vuelven a girar de cara al
público.)
JÁUREGUI.- Como dice el 64; pues haces
una pasta gansa.
ALBERDI.- Para eso, mejor ser tabernero,
porque al vino también se le echa agua y en el
consumo no hay ni comparación. Porque de
leche ¿qué?, un vasito a lo sumo. Pero de vino...
JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.¡Joé...!
MAESTRO.- (Lee.) Una familia gasta 4 litros
de vino diarios.
(Los niños giran con los pupitres de cara a
la pizarra.)
¿Cuánto dinero invertirá a la semana si lo
compran por barriles de 540 litros, a 540 pesetas
cada barril?
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(Cada niño va girando de cara al público
durante su intervención.)
AGUIRRE.- ¡Por barriles! ¡Lo compran por
barriles!
ARTOLA.- Cuando comenté en casa que a lo
mejor me hacía tabernero, a todos les pareció
bien; sin entusiasmo, pero bien, bien.
ALBERDI.- Lo que seguro, seguro, no
queríamos ser de mayor era jornaleros.
JÁUREGUI.- Lo decidimos al llegar al 203.
(Giran todos de cara a la pizarra.)
BRIONES.- Un jornalero gana 58 pesetas a la
semana. Si gasta 168 pesetas al mes ¿cuánto le
queda de lo ganado?
(Los niños se reúnen, aguantando sus
pupitres, en el centro del escenario.
Deliberan.)
JÁUREGUI.- Oye, pues una mierda.
(Vuelven a su sitio. De cara al público.)
ARTOLA.- Pues salía que ganaba...
NIÑOS.- 7 pesetas diarias.
AGUIRRE.- Esto no lo pedía el maestro, pero
nosotros lo calculamos.
ALBERDI.- 7 pesetas era lo que costaba un
kilo de arroz.
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JÁUREGUI.- Y encima le sobraba dinero al
tío.
AGUIRRE.- Que lo mismo no sabía en qué
invertirlo.
ARTOLA.- (Se levanta y enseña el bolsillo
del pantalón vacío.) A mí me parecía que en
casa estábamos siempre a la cuarta pregunta.
AGUIRRE y ALBERDI.- ¡Ya!
AGUIRRE.- (Mismo juego.) Y en la mía.
ARTOLA y ALBERDI.- ¡Ya!
ALBERDI.- (Mismo juego.) Y en la mía.
ARTOLA y AGUIRRE.- ¡Ya!
(Los tres niños miran a JÁUREGUI.)
JÁUREGUI.- ¡No, no, en la mía también, eh!
ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.(Incrédulos.) ¡Sí, ya...!
ARTOLA.- Pero en los ejercicios todo el
mundo ahorraba. Hasta que en el 159
descubrimos cómo se hacía.
(Giran de cara a la pizarra.)
MAESTRO.- (Lee.) ¿Cuánto debo en total si
adeudo...
(Va apuntando las cifras en la pizarra.
ARTOLA se va acercando poco a poco a
JÁUREGUI para copiarle el ejercicio.)
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...205 pesetas al panadero, 112 al carnicero, 150
al sastre, 320 al casero, (Sin girarse.)
¡ARTOLA, que le veo!
(Éste se queda quieto, disimulando.)
...y 9 al cartero?
(Cada uno va girando con el pupitre de cara
al público durante su intervención, y se
trasladan a primer término.)
AGUIRRE.- ¡Al cartero! ¡El tío le debe hasta
al cartero!
ALBERDI.- Mi padre me preguntó si ponía
también lo que el panadero, el carnicero, el
sastre y el cartero pensaban hacer con el jeta ése.
JÁUREGUI.- Como siempre, el problema
estaba mal planteado porque más lógico que
preguntar cuánto debo hubiera sido que
preguntara...
ARTOLA.- ¿Dónde me escondo?
NIÑOS.- ¡¡¡Claro!!!
ALBERDI.- Pero nada, oye, el personal tan
tranquilo; que cuando la cosa viene achuchada,
pues...
NIÑOS.- Se quita de aquí y se pone de allí.
MAESTRO.- (Mientras lee, se acerca donde
están los niños.) Mi amigo Lorenzo me prestó
125 pesetas,
(Los niños giran de cara a la pizarra; pero,
al no ver al maestro, vuelven a la posición
anterior.)
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con lo cual pude pagar una deuda de 280 y me
sobraron 45. ¿Cuánto tenía primero?
AGUIRRE.- (Al público.) Primero, lo que se
dice primero, el tío tenía un morro que se lo
pisaba...
JÁUREGUI.- ...que le sacó 9 duros más al
amigo.
ARTOLA.- Pues nada hombre, a vivir en plan
rumboso y que no decaiga. ¡Como los toreros!
MAESTRO.- (Mientras lee, se traslada de
izquierda a derecha del escenario. Los niños
le persiguen con los pupitres. Acaban
quedando en fila india, en el centro.) Un torero
ha cobrado 20.600 duros por torear durante hora
y media. Si de ellos ha tenido que pagar 18.000
pesetas a la cuadrilla, ¿cuántas pesetas ha
ganado por segundo?
ARTOLA.- (Al público.) ¡Cobra en duros y
paga en pesetas!
ALBERDI.- Eso es lo mío.
JÁUREGUI.- Y lo mío.
AGUIRRE.- Pues cada olé le debe salir a cien
duros, lo menos.
JÁUREGUI.- Cuando aquella noche, en la
cena, dije que de mayor quería ser torero, mi
madre comentó:
MADRE.- (De nuevo con el gorro de baño.)
¡Cariñooo! (Se acerca. Al público.) Por fin este
hijo mío dice cosas normales.
NIÑOS.- Y... ¡OLÉ!
(Oscuro. Suena España Cañí.)
18
Siguiente ö
ESCENA III: CATECISMO
En escena, cuatro pupitres en fila india, tal
y como quedaron en la escena anterior.
BRIONES, ARTOLA, JÁUREGUI y
AGUIRRE permanecen al lado, de pie.
Cantan acompañados al piano por DON
SIMÓN.
TODOS.La virgen bendita sonríe de amor,
al ver que los niños hacen oración.
Ave, ave, ave María.
Ave, ave, ave María.
Del cielo ha bajado la Madre de Dios,
cantemos el Ave a su concepción.
Ave, ave, ave María.
Ave, ave, ave María.
AGUIRRE.- (Al público.) A la clase de
catecismo le teníamos más miedo... que a una
vara verde. La daba...
NIÑOS.- ¡Tantatachán...!
AGUIRRE.- ...Don Simón.
(DON SIMÓN se levanta del taburete. Se
acerca a los alumnos con un libro de
catecismo en las manos.)
BRIONES.- Y después de los coros venían las
danzas. Don Simón se paseaba en silencio
durante un rato...
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(Se sientan.)
...y de repente, señalaba a uno y le espetaba...
(Cada vez que son preguntados, los alumnos
se ponen de pie.)
DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿Quiénes
son ellos?
JÁUREGUI.- Los Apóstoles
ARTOLA.- (Al público.) «Ellos» siempre
eran los Apóstoles.
DON SIMÓN.- ¿Qué es orar?
JÁUREGUI.- Orar es levantar el corazón a
Dios y pedirle mercedes.
DON SIMÓN.- (A AGUIRRE.) ¿Cómo se
vence la carne?
AGUIRRE.- Con asperezas y ayunos.
DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿Quiénes son
ellos?
BRIONES.- Eh, eh... estas... las...
JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.(Chivándoselo.) Los Apóstoles.
BRIONES.- Los Apóstoles. (Se sienta.)
¡Uf...!
DON SIMÓN.- Decidme, Artola ¿Cómo os
llamáis?
ARTOLA.- Bixente.
DON SIMÓN.- Pero, ¿cómo pone en el libro,
eh? ¿Cómo pone en el libro? (Lee.) Decid, niño
¿cómo os llamáis?
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ARTOLA.- (JÁUREGUI, que está delante
suyo, ha sacado el libro y, sin que lo vea DON
SIMÓN, se lo enseña. ARTOLA lee.) El niño
debe responder su nombre. Pedro, Juan,
Francisco, etc...
DON SIMÓN.- ¡Eso sí, eso sí!
AGUIRRE .- (Al público.) Eso era
exactamente lo que ponía en el catecismo.
JÁUREGUI.- Y había que decirlo así, de
carrerilla.
AGUIRRE.- El catecismo siempre nos trataba
de vos, pero Don Simón nos trataba de tú...
NIÑOS.- Y a guantazos.
JÁUREGUI.- Y nosotros a él de Padre: «Sí,
Padre» por aquí... «Sí, Padre» por allí...
ARTOLA.- Aunque no era cura...
AGUIRRE.- Ni padre de ninguno de nosotros,
(Mirando a BRIONES.) supongo...
ARTOLA.- Salvo Jáuregui, raro era el día que
no salías con la cara caliente. Y es que no podía
ser de otra manera.
DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿Quién es
Dios?
JÁUREGUI.- Dios es nuestro Padre que está
en los cielos.
BRIONES.- (Al público.) Y estaba bien. Lo
decías y te librabas; pero, después, Don Simón
te preguntaba...
DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿Dónde está
Dios nuestro Padre?
JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.- Y
Briones...
BRIONES.- Pues en los cielos.
JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.- Y
Don Simón...
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(Bofetada de DON SIMÓN.)
...plas, tortazo.
BRIONES.- Que ya no estaba en los cielos,
que se había ido; que ahora estaba...
DON SIMÓN.- ¿Jáuregui?
JÁUREGUI.- En todo lugar por esencia,
presencia y potencia.
BRIONES.- ¡¡¡Qué paciencia!!!
DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿Por qué
decís que está en los cielos?
BRIONES.- No, no, si yo ya no lo digo. Es
que me he equivocado. (Bofetada.)
JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.Y... plas, tortazo.
DON SIMÓN.- ¿Jáuregui?
JÁUREGUI.- Porque en los cielos se
manifiesta más particularmente su gloria divina.
BRIONES.- (A AGUIRRE, detrás suyo.)
¡Mira tú lo rápido que se ha vuelto al cielo, eh!
ARTOLA.- (Al público.) Lo de los Dioses no
me lo había estudiado, pero lo saqué por
matemáticas.
DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿El Padre es
Dios?
JÁUREGUI.- Sí, Padre. El Padre es Dios.
ARTOLA.- (A JÁUREGUI, en voz baja.) ¿El
padre de quién?
JÁUREGUI.- No, ahora no, ¿eh? ¡Ahora no!
DON SIMÓN.- (A AGUIRRE.) ¿El Hijo es
Dios?
AGUIRRE.- Sí, Padre. El Hijo es Dios.
22
DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿El Espíritu
Santo es Dios?
BRIONES.- (Mirando a sus compañeros,
que le hacen un gesto afirmativo.) Sí, Padre. El
Espíritu Santo es Dios.
ARTOLA.- (Al público.) El Briones ya le
había pillao el truco.
DON SIMÓN.- (A ARTOLA.) ¿Son por
ventura tres Dioses?
ARTOLA.- Tres exactamente.
JÁUREGUI, AGUIRRE y BRIONES.Y, plas. (Bofetada.)
ARTOLA.- ¡¡¡Monumental tortazo!!!
DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿Veis vos
que sea Dios trino y uno a la vez?
JÁUREGUI.- Hombre... verlo... verlo... no.
Pero créolo más que si viéselo.
ARTOLA.- (Al público.) Claro, después de
contemplar el guantazo que me había llevado, el
Jáuregui creía ya hasta en que las vacas volaran,
si menester fuéra-LO.
AGUIRRE.- Es que daba igual que
estudiáraste-LO...
BRIONES.- ¡Anda que en los descansos no
repasábamos-LO!
DON SIMÓN.- Jáuregui, fíjese bien en quién
habla y apúntemelo. (Sale.)
AGUIRRE, ARTOLA y BRIONES.- (Al
público.) ¡La próstata...!
JÁUREGUI.- Estáis todos apuntados.
AGUIRRE, ARTOLA y BRIONES.Pero si no hemos hablado.
JÁUREGUI.- Ahora sí.
23
BRIONES.- Jáuregui, te doy cinco cromos si
no me apuntas.
JÁUREGUI.- Briones, tú con el libro y
vigilando.
BRIONES.- ¡Joé... siempre yo!
(Coge el libro de catecismo y se sienta sobre
un pupitre, JÁUREGUI ha cogido una
pelota de trapo y, mientras repasan la
lección, juega con ARTOLA y AGUIRRE.)
JÁUREGUI.- A que te apunto
ARTOLA.- ¡Apúntale!
BRIONES.- (A AGUIRRE.)
naturalezas hay en Cristo?
¿Cuántas
AGUIRRE.- Sí, padre, perpetuamente.
BRIONES.- No, ésa es la anterior.
JÁUREGUI.- Una y divina.
BRIONES.- Si esas son las personas.
ARTOLA.- No, no, las personas son tres, que
después del guantazo me lo he mirao. Una es un
triángulo con un ojo dentro, (Coge un cartabón
de la mesa del maestro y se lo pone delante
del ojo.) otra una paloma...
BRIONES.- ...el Espíritu Santo.
ARTOLA.- Y la otra... ¡joé, la otra! Unas
veces tiene forma de corazón y otras de
corderillo.
JÁUREGUI.- Según le pida el cuerpo.
BRIONES.- (Leyendo.) Las naturalezas son
dos, divina y humana, que lo dice aquí.
JÁUREGUI.- Los entendimientos también
son dos: divino y humano.
24
BRIONES.- ¡Muy bien, Jáuregui! ¿Cuántas
memorias, Aguirre?
AGUIRRE.- Pues dos también: divina y
humana.
BRIONES.- Pues una, pa que te enteres,
(Leyendo.) porque en cuanto Dios, todo lo tiene
presente.
AGUIRRE.- ¿Cómo va a tener una memoria
si tiene dos entendimientos? ¿Estás tonto? Se
entiende con la cabeza... Si tiene dos cabezas,
pues dos memorias.
ARTOLA.- Pero ¿cómo va a tener Dios dos
cabezas?
AGUIRRE.- ¡Porque tiene dos naturalezas!
Que lo ha dicho éste. (Señala a JÁUREGUI.)
JÁUREGUI.- Que yo no he dicho nada.
BRIONES.- (Al público.) Y todo era por el
estilo de complicado. Siempre andábamos; igual
sopapo va, sopapo viene. (Ve entrar a DON
SIMÓN.) Eh, que viene, que viene.
(Todos se sientan y entra el MAESTRO.)
JÁUREGUI.- A veces era tanto el follón, que
ni el maestro se aclaraba.
(ARTOLA, el último de la fila, se esconde
con la tapa del pupitre y empieza a comer
una manzana.)
DON SIMÓN.- ¡Qué alivio! Una persona
muy cristiana entra en la iglesia y se dispone a
comulgar; pero, de pronto se da cuenta de que,
por distracción, no tomó agua bendita al entrar.
(Ve a ARTOLA y se le acerca sigiloso.) ¿Puede
comulgar? Caso de no hacerlo por temor a
25
cometer un sacrilegio, ¿qué clase de conciencia
tiene? (Golpeando a ARTOLA en la cabeza
con la tapa del pupitre.) ¿Artola?
ARTOLA.- Yo creo
conciencia. (Bofetada.)
que
tiene
mala
JÁUREGUI, AGUIRRE y BRIONES.Y, plas, tortazo.
DON SIMÓN.- ¿Jáuregui?
JÁUREGUI.- (No muy convencido.) Yo
creo que tiene
escrupulosa...
conciencia
ARTOLA.- (Creyendo
errónea
que
se
o
ha
equivocado.) Y, plas, tortazo.
DON SIMÓN.- Quizás... ¿Aguirre?
AGUIRRE.- (Por probar.) ¿Du-do-sa?
ARTOLA.- Y, plas, tortazo.
DON SIMÓN.- Podría ser... ¿Briones?
ARTOLA.- (Al público.) Yo tenía la
conciencia perpleja, que era el único que había
cobrao. Aunque faltaba Briones.
BRIONES.- Yo creo que si no ha desayunao
sí que puede comulgar. Y beber todo el agua
bendita que quiera.
ARTOLA, JÁUREGUI y AGUIRRE.Y, plas, tortazo.
(DON SIMÓN le da un tortazo y lo envía al
lado de ARTOLA.)
ARTOLA.- No, si el Briones y yo
formábamos pareja artística, que cobrábamos a
dúo, ¿eh, Briones?
BRIONES.- ¡Joé!
(Oscuro.)
26
Siguiente ö
ESCENA IV: EL CURA
Sábado por la mañana. En escena, cuatro
pupitres, dos a cada lado, en dirección al
centro de la corbata. Al EMPEZAR,
ALBERDI, BRIONES, ARTOLA y
JÁUREGUI entran por el lateral derecho, en
fila india, con un libro en las manos.
Cantan.
TODOS.Habla libro mío, habla sin cesar
lo que tú me digas nunca he de olvidar.
Te leo con gusto y con afición
marcando los signos de puntuación.
Descanso en las comas cual se debe
hacer,
me paro en los puntos y aprendo a leer.
Los interrogantes ya los hago bien,
los admirativos los marco también
y a cada palabra que leyendo voy
su justo sentido de paso le doy.
Habla libro mío, habla sin cesar
lo que tú me digas nunca he de olvidar.
(Se sientan en los respaldos de los
respectivos pupitres.)
BRIONES.- (Al público.) Los sábados por la
mañana lo pasábamos estupendamente.
27
ALBERDI.- Venía al colegio Don Secundino,
un cura obsesionado con la ortografía, que nos
contaba unas historias preciosas que sacaba de
un libro que se llamaba A los niños. Pláticas y
ejemplos.
ARTOLA.- Yo no sabía qué eran las pláticas,
pero me enteré enseguida. Así llamaban los
curas a los pellizcos.
JÁUREGUI.- En latín, seguramente.
BRIONES.- ¡Dejaban unos cardenales!
ALBERDI.- Claro, ¡como que eran
eclesiásticos!
BRIONES.- Don Secundino predicaba en
misa de una los domingos.
(Imitándole. Los demás niños repiten todo
lo que dice.)
¡Eeesas mujeres! ¡Que fuman! ¡Que se atreven
a llevar pantalones! ¡Marimachos, eso es lo que
sois!
(Entra DON SECUNDINO, el cura, en
sotana y por la corbata.)
CURA.- (Al público.) Esas mujeres que os
falta tiempo para quitaros la rebeca en cuanto
salís de aquí, dejando los brazos al aire.
¡Impudicia! ¡Eso es pecado de impudicia! Ya
vendréis a confesaros, ya.
NIÑOS.- ¡Impudicia! ¡Eso es pecado de
impudicia! Ya vendréis a confesaros, ya.
(DON SECUNDINO sube a la tarima. Los
niños se levantan. Empieza la clase.)
28
CURA.- Ave María Purísima...
NIÑOS.- Sin pecado concebida María
Santísima.
CURA.- (Coge un libro de su mesa.) Muy
bien chicos... (Les hace un gesto de que se
sienten.) Hoy, como todos los sábados, vamos a
proceder a la lectura...
JÁUREGUI.- Padre, usted predica en San
Francisco, ¿verdad?
CURA.- Sí, hijo. ¿Oyes la Santa Misa allí?
JÁUREGUI.- Todos los domingos, con mis
padres.
CURA.- Muy bien, hijo, muy bien. Así me
gusta. Vamos a ver, niños...
JÁUREGUI.- Pero yo nunca le he visto.
CURA.- ¿A quién no has visto nunca? ¿A Dios
Nuestro Señor? Dios Nuestro Se...
JÁUREGUI.- No, a usted. Bueno, a Dios
tampoco. Como siempre hay tanta gente...
CURA.- Y, si no me has visto, ¿cómo me has
reconocido?
JÁUREGUI.- Por la voz aguardentosa.
(El CURA se va hacia el alumno y le da un
pellizco.)
ARTOLA.- ¡Toma plática!
CURA.- (Coge a JÁUREGUI por la patilla.
Lo levanta en vilo.) Aguardentosa viene de
aguardiente, y yo no bebo aguardiente, ¿te
enteras? Yo tengo la voz ron-ca. (Se aleja.)
ALBERDI.- (Al público.) ¿Qué más dará que
sea de ron o de aguardiente?
29
ARTOLA.- Vaya plática tan tonta te has
ganado, Jáuregui.
CURA.- (Abriendo el libro.) Vamos a
continuar con la lectura de aquellas dos
hermanas que, por su vida licenciosa, ardieron
vivas... ¡Briones! Proceda a la lectura.
BRIONES.- (Se acerca donde está el CURA.
Éste le pasa el libro. Empieza a leer, con
dificultad y muchos errores.) Resbalo...
CURA.- (Corrigiéndole.) ¡Resbaló!
BRIONES.- Resbaló la pobrecita y cayo...ó en
medio de las llamas.
CURA.- Punto.
BRIONES.- Prendio...ó el fuego en sus
vestidos y en pocos momentos quedo...ó
envuelta en una gran llamarada.
CURA.- Punto y abre admiración.
BRIONES.- ¡Ardía como la mecha de un
cándil!
CURA.- ¡Candil!
BRIONES.- ...candil. Llego...ó la hermana,
CURA.- Coma.
BRIONES.- se abalanzo...ó sobre ella para
socorrerla,
CURA.- Coma
BRIONES.- y las llamas crueles prendieron
también en sus ropas; (Está cada vez más
nervioso.)
CURA.- Punto y coma.
BRIONES.- Y ardían las dos hermanas.
CURA.- Punto.
BRIONES.- Estaba todo rodeado de llamas.
CURA.- Punto.
30
BRIONES.- Sus mismos cuerpos parecían
candentes ascúas.
CURA.- (Desesperado.) ¡Ascuas! ¡Y punto y
aparte, que no hay quien te aguante!
(Le coge el libro. BRIONES vuelve a su
pupitre. DON SECUNDINO lee.)
Y el fuego avanzaba. Llamaban las pobres a su
madre con unos aullidos espantosos. Y ella ¿las
podía socorrer? ¡¡¡NO!!! Entre admiraciones. Y
las llamas se cebaban en sus carnes blancas...
(Señala a ARTOLA, inquisitivo.)
ARTOLA.- Mayúsculas.
CURA.- ¡Santo Cielo! (Señala a JÁUREGUI.)
JÁUREGUI.- Esdrújulas, padre.
CURA.- ¿Será posible? (Señala a ALBERDI.)
ALBERDI.- Diptongo.
CURA.- ¡Dios!
BRIONES.- Yo ya sé, padre: Punto y aparte,
que no hay quien te aguante.
CURA.- ¡¡¡Puntos suspensivos!!!
NIÑOS.- ¡Ah! (Dibujando en el aire los
puntos suspensivos.) Toc, toc, toc.
CURA.- Las llamas avanzaban implacables
devorando sus entrañas, convirtiendo sus ojos en
focos siniestros de luz. Cuando aquella noche la
desventurada madre llegó a casa sólo encontró
un montón de huesos calcinados... y punto final.
JÁUREGUI.- Padre, pues a mí me han dicho
que los niños no pueden condenarse al infierno.
CURA.- (Acercándose peligrosamente a
JÁUREGUI.) Niego. Niego rotunda y
categóricamente que un niño no pueda
condenarse. (Se le queda mirando.)
31
JÁUREGUI.- ¡Punto!
CURA.- Si en materia grave quebrantan los
mandatos divinos se condena y punto final...
¡FINAL! Y te traes la banqueta y todos al
corrillo.
NIÑOS.- ¡Bien!
JÁUREGUI.- ¡Joé, qué día tiene!
(JÁUREGUI coloca el taburete del piano en
el centro de la escena. Los cuatro niños se
sientan alrededor.)
CURA.- Mirad, si no, lo que le ocurrió a
Máximo Ochoa. (Se sienta en el taburete.)
Máximo Ochoa fue el mejor alumno del colegio.
Hijo de una de las más ilustres familias de la
ciudad, rico y agraciado, tenía todo lo que un
joven cristiano puede desear. Sacaba matrícula
de honor en todas las asignaturas.
ARTOLA.- ¡Como Jáuregui!
JÁUREGUI.- ¡Qué!
CURA.- Pero un día, un mal día, tuvo una
tentación; una tentación de la carne, una
tentación contra su pureza hasta entonces
inmaculada cual rama de azucena. Se dejó
persuadir por el maligno y pecó. Un horrible
pecado solitario.
(ARTOLA reacciona avergonzado.)
Después, manchado ya y embarrada su alma por
el cieno nauseabundo del pecado, no se atrevió
a confesar su caída a su confesor y siguió
pecando una y otra vez. Empezó a volverse
taciturno, abandonó sus amistades, fue
perdiendo la inteligencia.
32
(Es evidente que ARTOLA está poniéndose
malísimo.)
Cada vez se veía más atrapado por la viscosa
araña de la concupiscencia y se debilitaba su
voluntad un poco más cada día. Pronto fue
incapaz de resistirse al pecado. El maligno había
ganado una nueva víctima para el infierno.
JÁUREGUI, ALBERDI y BRIONES.¡Joé!
CURA.- Empezó a sacar suspensos, le salieron
grandes ojeras y su piel perdió el brillo que solía
tener. Se pasaba el día dormitando. Sus padres
tuvieron que llevarlo al médico, alarmados.
ARTOLA.- ¿Y?
CURA.- ¡Demasiado tarde!
ARTOLA.- (Para sí.) ¡Joé!
CURA.- El vicio solitario le había
reblandecido el cerebro y la médula espinal. Su
cabeza apenas contenía un líquido acuoso. Hoy,
aquel chico al
que todos envidiaban es uno de los internados en
el manicomio, un pobre imbécil babeante que
pide caramelos a los pocos que vamos a
visitarlo.
JÁUREGUI, ALBERDI y BRIONES.(Aplauden, encantados con la historia.) ¡Qué
bonita, padre!
CURA.- A eso os conducirá el pecado de la
concupiscencia! ¡Meditad sobre ello!
(ARTOLA se levanta precipitadamente en
medio de grandes arcadas. Sale corriendo.)
ALBERDI.- Artola, Artola...
JÁUREGUI.- Es que estas historias le
impresionan, Padre. Se pone fatal.
33
CURA.- Yo no quiero asustaros, niños
queridos. Sólo quiero que veáis qué sería de
vosotros si os condenaseis y fueseis a parar al
infierno, rodeados de sus eternas e
imperecederas llamas para siempre jamás.
(DON SECUNDINO mira al público y sonríe
con aire de complicidad. Se acerca a su
mesa. Los niños van a la corbata.)
ALBERDI.- (Al público.) Y, a pesar de los
sufrimientos de Artola, seguimos con aquellas
bellas y truculentas historias en las que se ponía
de relieve la suerte que corrían los pecadores.
JÁUREGUI.- Fueron muchas y muy
emocionantes las que nos contó...
BRIONES.- Muerte de un malvado, en la que
uno moría y después los perros desenterraban su
cadáver y se lo comían, porque se había mofado
de los divinos mandamientos.
ALBERDI.- Y Enterrado vivo.
JÁUREGUI.- Y La hallaron muerta por la
mañana.
BRIONES.- Y Aún vive el asesino de vuestro
padre.
JÁUREGUI.- Y Desde allí se divisa el
cementerio.
ALBERDI.- Y tantas y tantas otras que
poblaron de pesadillas nuestros sueños y de
culpabilidad nuestros corazones. (Señalan hacia
donde salió ARTOLA.)
(ARTOLA entra desencajado.)
ARTOLA.- Padre, quisiera confesarme, padre.
34
CURA.- Como quieras, hijo. Acércate.
ARTOLA.- ¿Pero me va a confesar aquí,
delante de todos?
CURA.- Cualquier sitio es bueno para recibir
el dulcísimo consuelo de la penitencia. Chicos...
(Les hace un gesto con la mano para que se
alejen. Quedan ellos dos solos. DON
SECUNDINO se sienta en el taburete y se
pone la estola.)
CURA.- Jenuflexi.
ARTOLA.- ¿Qué?
CURA.- Que te arrodilles. (Lo hace.) Ave
María Purísima
ARTOLA.- Sin Pecado concebida María
Santísima.
CURA.- ¿De qué te acusas, hijo?
ARTOLA.- Me acuso, Padre, de haber pecado
contra los mandamientos... (Repasándolos con
los dedos.) dos, cuatro... seis y siete.
CURA.- No, no, no y no. Así no se confiesa
uno, hijo mío. Debes proceder por partes.
Veamos, ¿qué has hecho para pecar contra el
cuarto?
ARTOLA.- (Recordando cuál es.) Contra el
cuarto, el cuarto... Desobedecer a mis padres.
CURA.- ¡Pues, muy mal hecho! Y ahora, dime,
¿contra el sexto?
ARTOLA.- He tenido malos pensamientos.
CURA.- ¿Quieres decir pensamientos
obscenos?
ARTOLA.- Sí, padre.
35
CURA.- ¿Y has pecado sólo de por
pensamiento, o también de por obra?
ARTOLA.- También.
CURA.- También de por obra. ¿Y ésta ha sido
solitaria o compartida?
ARTOLA.- Solitaria, padre.
CURA.- ¿Tocamientos?
ARTOLA.- (Lloriquea.) Sí, padre.
CURA.- Vamos, vamos... El perdón de Dios te
espera si me cuentas toda la verdad. ¿Cuántas
veces... has pecado?
ARTOLA.- Todos los días, padre.
CURA.- ¿Desde hace cuanto?
ARTOLA.- Desde los once años.
CURA.- ¿Y cuántas veces al día?
ARTOLA.- (Llorando.) Una... dos... a veces
seis.
CURA.- ¿Y dónde? ¿Dónde haces esas cosas?
ARTOLA.- En todos los sitios, padre... En el
excusado, en la calle, en la escuela, en el
armario...
CURA.- ¿En el armario también?
ARTOLA.- Sí, padre, pero con la puerta
cerrada.
CURA.- ¡Santo Dios! ¿Y piensas en mujeres
cuando lo haces? ¿En qué mujeres piensas
cuando lo haces? ¿Piensas en alguna prima tuya,
en alguna amiga de tu madre?
ARTOLA.- Pienso en... (Duda.)
CURA.- Venga, dame todos los detalles; como
si lo estuvieses viendo en una película.
ARTOLA.- En Carmen, la carnicera... Bueno,
y a veces también en Sarita Montiel.
36
CURA.- (Emocionado.) ¿Saritísima?
ARTOLA.- Sí, padre, Saritísima Montiel...
CURA.- Y cuéntame, ¿qué le haces a la
carnicera? ¿La ves desnuda? ¿La desnudas tú?
¿Le tocas? ¿Te toca ella?
ARTOLA.- Realizo el coitus estrupturuptus.
CURA.- ¿Y cuánto tardas en hacerlo? ¿Qué es
lo que sientes cuando lo haces?
ARTOLA.- (Roto.) Me siento mal.
CURA.- ¡Ay... dice que se siente mal! Ése es el
castigo divino por el pecado. Ay, Artola,
Artola... si entre santa y santo pared de cal y
canto, ¿qué no habrá que poner entre vosotros?
Me vas a rezar diez padrenuestros y diez
avemarías como penitencia. Ego te absolvo in
nomine patri et fili...
(DON SECUNDINO sale por el lateral
derecho. Por el lado opuesto, entran
JÁUREGUI, BRIONES y ALBERDI con una
vela encendida en la mano, y cantando una
canción. JÁUREGUI le pasa una vela a
ARTOLA. Éste se sienta en el taburete y se
une a la canción.)
TODOS.- (Cantando.)
Es pura la azucena
cuando en abril
perfuma su fragancia,
rico pensil.
Pero más pura
que tu divina gracia
es la hermosura.
(Apagan las velas y oscuro.)
37
Siguiente ö
ESCENA V:
SENSELANOCALEAL
En escena, los cinco pupitres colocados
ordenadamente, de cara al público.
ARTOLA y JÁUREGUI están castigados.
Los vemos de rodillas, con los brazos en
cruz y un libro en cada mano. Estudian los
pueblos de España. JÁUREGUI tiene un
libro abierto en el suelo para repasar las
respuestas.
JÁUREGUI.- Y los asturianos... sufridos,
sobrios y amantes de sus costumbres. ¡Ya está!
¿Lo he dicho bien?
ARTOLA.- ¿Por qué sufren?
JÁUREGUI.- ¿Quiénes?
ARTOLA.- ¡Pues los asturianos! Lo acabas de
decir: sufridos, sobrios...
JÁUREGUI.- Porque lo pone en el libro.
ARTOLA.- Pero los gallegos no sufren.
JÁUREGUI.- No, los gallegos son serios,
laboriosos, pacientes...
ARTOLA.- ¿Te das cuenta?... Pacientes; pero
no sufridos.
JÁUREGUI.- Y los andaluces, delgados,
morenos, alegres, imaginativos y... espera...
(Mira en el libro.) aficionados a las fiestas
camperas, los toros, el baile y los cantos típicos
¿Me sé o no me sé la pregunta?
ARTOLA.- ¡Que sí!
JÁUREGUI.- ¡Pues, entonces! Además, te
toca a ti. Los hombres de la meseta.
ARTOLA.- ¿De la meseta?.
38
JÁUREGUI.- De la meseta.
ARTOLA.- Espera, que lo tengo en la punta
de la lengua... Recios, como el acento de su jota.
JÁUREGUI.- Son recios, pero a secas, sin la
jota.
ARTOLA.- Y ¿religiosos?
JÁUREGUI.- No.
ARTOLA.- Joé, pues a misa irán, ¿no?
JÁUREGUI.- No, no te la sabes. Son
sencillos, serios, laboriosos, nobles,
caballerosos... SENSELANOCALEAL. Repítelo
tú.
ARTOLA.- ¿El qué?
JÁUREGUI.-
Pues
SENSELANOCALEAL. A ver, dilo.
eso,
ARTOLA.- SENOCA... ¡Yo qué sé! No sé
jugar a eso.
JÁUREGUI.- Si no es un juego, es para que
te lo aprendas. (Deja los libros en el pupitre,
va a la pizarra y apunta, una debajo de otra,
la primera sílaba de cada palabra.) Los
hombres de la meseta: SENcillos, SErios,
LAboriosos, NObles, CAballerosos... Es así de
fácil: coges la primera sílaba de cada palabra y
ya está. Los hombres de la meseta
SENSELANOCALEAL. Los gallegos
SOLAPAAN, los andaluces DEMOALIM, y
así...
ARTOLA.- ¡Pues a mí, así, no me entra!
JÁUREGUI.- (Volviendo a su sitio.) Venga
tú, que como acabe el recreo y no nos lo
sepamos de pe a pa, Doña Jacinta Linares nos
deja sin ir a comer.
ARTOLA.- Pues a mí el SOLANO ése no me
entra. Además, si te equivocas la cagas.
JÁUREGUI.- ¿Por qué?
39
ARTOLA.- (Yendo a la pizarra y señalando
lo que ha escrito JÁUREGUI.) A ti te pregunta
por los andaluces, ¿no?, y piensas SOLANO... lo
que sea, que son los de la meseta, y vas y dices:
los andaluces son SENcillos, SErios,
Laboriosos... y no das ni una (Borra la pizarra
y vuelve a su sitio.)
JÁUREGUI.- Pero tú no te lo sabes de
ninguna manera...
ARTOLA.- A mí, me pregunte lo que me
pregunte voy a decir un montón de cosas, y
alguna acertaré. Los nosequienes... fuertes,
sobrios, serios, amantes de su tierra,
fenomenales. ¡Y ya está!
JÁUREGUI.- ¡Fenomenales...! Pues como te
pregunte cómo somos los vascos, no das ni
una... COATFU: COrpulentos, ATléticos,
FUertes.
(Se miran entre sí, alucinados.)
ARTOLA.- ¡La Virgen! ¿Eso dice? ¿Nada de
laboriosos? ¿Ni siquiera amantes de su tierra?
JÁUREGUI .-
Ni siquiera. Y los
valencianos... alegres, simpáticos, de
temperamento artístico, amantes de la música y
de las flores.
ARTOLA.- Sí, y de la paella.
JÁUREGUI.- Y los madrileños... un pueblo
simpático, cual ninguno.
ARTOLA.- ¡Pues mira qué suerte! Oye,
¿cómo dices que era la palabra ésa de antes?
JÁUREGUI.- SENSELANOCALEAL.
ARTOLA
y J ÁUREGUI .- (Uno
memorizando y el otro ayudándole, repiten
u n a y o t r a ve z l a p a l a b r a . )
SENSELANOCALEAL,
SENSELANOCALEAL,
SENSELANOCALEAL...
40
(La MAESTRA, que ha entrado con un
libro, despliega el mapa de España. En ese
momento, los oye. Piensa que los dos están
hablando en euskera.)
MAESTRA.- ¿Cuántas veces os he dicho que
está prohibido hablar en vascuence? (Se coloca
entre los dos y los alza, estirándoles de una
oreja.) Os voy a limpiar la boca con lejía y os la
vais a enjuagar con agua bendita. ¡Hombre, por
Dios! ¡¡¡A ver!!! ¿Los hombres de la meseta?
(Los mira y se decide por ARTOLA.)
¿ARTOLA?
ARTOLA.- (Sin dudar lo más mínimo.)
Sencillos, serios, laboriosos,
caballerosos, leales y altivos.
nobles,
MAESTRA.- Y, además, conservan las
esencias de los antiguos caballeros de España.
No lo olvides nunca, Artola, nunca. ¡Ja! (Va
hacia el fondo.)
ARTOLA.- Y nunca he conseguido olvidarlo.
¡Nunca! (Imitándola.) ¡Ja!
(Oscuro.)
41
Siguiente ö
ESCENA VI: LOS POBRES
El escenario como en la escena anterior. En
la corbata, AGUIRRE, ALBERDI,
JÁUREGUI y ARTOLA con una taza en las
manos. DOÑA JACINTA, la maestra, al
fondo, de espaldas.
NIÑOS.- Chin, chin... (Beben.) ¡Puafff!
AGUIRRE.- (Al público.) Doña Jacinta
Linares...
MAESTRA.- (Se acerca a primer término.
Lleva un libro en las manos.) ¡Uy, sí! ¡Buenas
tardes! (Vuelve a su sitio.)
AGUIRRE.- ...que era dama de la Cruz Roja,
de la Caridad y de mil cosas más, nos repartía la
leche grumosa,
JÁUREGUI.- ...y el queso rancio de los
americanos.
ARTOLA.- Nada de queso rancio, que estaba
bien bueno.
JÁUREGUI.- Pero la leche grumosa.
ARTOLA.- Bueno, eso sí, y también nos leía
unas historias tristísimas de familias pobres...
ALBERDI.- Pero... ¡Pobres, pobres, pobres,
eh! ¡Pobres de pedir!
AGUIRRE.- Y vaya suerte que tenían los
pobres de ser pobres.
MAESTRA.- (Se acerca a primer término
con el libro abierto. Los niños suben a la
tarima. Se colocan dos a cada lado, dejando a
la maestra en medio. Ésta lee.) «La pobreza
tiene sus inconvenientes, bien es cierto, pero son
más las ventajas». (Vuelve a su sitio.)
42
AGUIRRE.- (Al público.) De hecho, los
pobres, ni siquiera tenían que aprender el
catecismo...
ALBERDI.- Ni
guardar
ayuno,
ni
abstinencia...
ARTOLA.- Y podían comer cualquier
alimento por vedado que estuviera o estuviese.
JÁUREGUI.- O sea, que un pobre, por pobre
que fuera, si llegaba Viernes Santo y quería
hincharse de solomillo, podía... podía...
AGUIRRE.- Y no como los ricos que, si
juntabas ayunos y abstinencias, te salía que los
ricos, no comían casi nunca.
ARTOLA.- Y los pobres tampoco estaban
obligados a dar limosna.
MAESTRA.- (Se acerca a primer término.)
Sólo los que tienen bienes están obligados a las
limosnas.
JÁUREGUI.- ¡Faltaría más...!
MAESTRA.- En necesidad común del
prójimo, le hemos de socorrer con los bienes que
nos sobran.
ARTOLA.- Bueno...
MAESTRA.- En grave necesidad, con los
bienes superfluos.
AGUIRRE.- ¡Coño!
MAESTRA.- En extrema necesidad, con los
bienes propios.
ALBERDI.- ¿Propios de quién?
MAESTRA.- Aun con los necesarios a
nuestro estado y posición social. (Cierra el
libro y vuelve a su sitio.)
(Los niños se colocan en primer término.)
43
JÁUREGUI.- (Al público.) ¡Menudo trabajo
medir la superfluosidad de nuestros bienes!
AGUIRRE.- Y preguntarle al pobre si su
necesidad es...
NIÑOS.- ...común, grave o extrema.
ALBERDI.- Que a lo mejor ni lo sabe.
ARTOLA.- Un suponer...
(ARTOLA hace de pobre, mientras los otros
tres hacen de transeúntes.)
Una limosna por caridad...
ALBERDI.- (Al público.) ¿Cómo calculabas
tú, allá, en las mismas narices del pobre, su
necesidad? ¿Qué hacías? ¿Se lo preguntabas?
ARTOLA.- Tengo hambre...
JÁUREGUI.- Pero ¿es hambre o apetito?
AGUIRRE.- ¿No será apetito desordenado?
Pues eso es gula y no se le tiene que dar nada.
(A ARTOLA.) Nada chico, no hay nada.
ARTOLA.- ¡CAGONTUSMUERTOS!
JÁUREGUI.- (Al público.) Es que en
aquellos tiempos la mayoría de los pobres no
aceptaban haber sido elegidos por Dios.
ARTOLA.- Eran pobres disconformes.
ALBERDI.- Que les llamaban también
socialistas.
AGUIRRE.- Eran otros tiempos.
JÁUREGUI.- U otros socialistas.
(Se colocan en diagonal, formando una
línea. Delante, DOÑA JACINTA. Lee.)
44
MAESTRA.- «Los pobres rencorosos y
resentidos que maldicen de los ricos no quieren
otra cosa que ocupar su lugar» (Al público.)
Qué asquerosos, ¿verdad, ustedes? (Vuelve a su
sitio.)
(Los niños vuelven a primer término.)
ARTOLA.- (Al público.) Y para eso era
mejor que se quedaran de ricos los ricos, que ya
lo eran.
JÁUREGUI.- Que ya sabían de qué iba la
cosa. Además, para triunfar en la vida había que
ser...
NIÑOS.- ¡POBRE!
(Se colocan de nuevo en diagonal. DOÑA
JACINTA va a primer término.)
MAESTRA.- Pasteur, el inventor, ¡POBRE!
Ramón y Cajal, el premio Nobel, ¡POBRE!
Joselito, el pequeño ruiseñor, ¡POBRE!
Manolete...
JÁUREGUI.- ¡El torero!
MAESTRA.- ¡Uy, Jesús, qué pobre...! ¡¡¡Qué
hombres!!! ¡¡¡Estos sí que eran hombres!!!
(Mirando a los niños.) Y no estos
mondonguines de...
NIÑOS.- Eh, eh... ¡Oiga, señora!
MAESTRA.- ¿Pasa algo, niños? Si es que me
orino de la risa... (Sale corriendo, muerta de
risa.)
AGUIRRE.- (Al público.) Pero Alberdi, veía
las cosas de otra manera.
45
(Los niños se sientan encima de los
pupitres.)
ALBERDI.- ¡Eso son pamplinas! Esas cosas
no pasan nunca. Yo vivo en las casas baratas. En
mi barrio, la gente se viste con saldos. Y yo no
veo que abunden esos portentos...
JÁUREGUI.- Es que a los pobres hay que
dividirlos.
ALBERDI.- (A ARTOLA.) Pero ¿estás
oyendo lo que dice? ¿Lo estas oyendo? ¡Dividir
a los pobres! (A JÁUREGUI.) ¿Cómo se divide
a un pobre? ¿Lo descuartizas?
JÁUREGUI.- ¿Me vas a decir que es lo
mismo un pordiosero que un indigente? ¿Me lo
vas a decir?
AGUIRRE.- En eso lleva razón el Jáuregui...
No es lo mismo. (Al público.) Yo por intervenir
que, la verdad, no tenía ni idea de en qué se
diferenciaban.
JÁUREGUI.- ¡Y un mendigo tampoco,
hombre! ¿Y los vagabundos? ¿Vas a comparar
a un vagabundo con un menesteroso?
ARTOLA.- O con un pobre de solemnidad...
(Al público.) Yo ampliaba el cuadro con lo que
me sonaba.
JÁUREGUI.- (A ARTOLA.) No, no, esos
son más parecidos.
ALBERDI.- (Con socarronería.) ¡Un
menesteroso! ¿Pero qué es un menesteroso? ¿Y
dónde se ha visto un pobre solemne? ¿Qué clase
de pobres son esos?
JÁUREGUI.- Cuidadito, cuidadito, que mi
madre y doña Jacinta son de las damas
apostólicas de... no sé qué y tienen sus propios
pobres; y hay una lista, pa que te enteres; y les
dan ropa vieja y paquetes con comida, pa que te
enteres; y están muy divididos, y... eso, que hay
muchas clases de pobres, pa que te enteres.
46
AGUIRRE.- (Al público.) Pero el Alberdi no
quería enterarse.
ALBERDI.- (Se levanta, a punto de ponerse
a llorar.) Pues les dices de mi parte a tu madre
y a doña Jacinta que se metan la ropa vieja y la
comida por donde les quepa, pa que te enteres.
(A AGUIRRE.) ¿Vienes?
AGUIRRE.- ¡Vamos! (Salen.)
JÁUREGUI.- (Se acerca a ARTOLA.
Recitando, casi.) ¡El rico es para el pobre el
administrador de la providencia, y todo lo demás
es socialismo!
ARTOLA.- Tú, ahora, no te tires el pegote,
Jáuregui, que eso viene en el libro, pa que te
enteres. (Sale.)
(JÁUREGUI ha quedado solo. Cuando se da
cuenta empieza a llorar. Se sienta en su
pupitre y se tapa la cabeza con los brazos.
Entran los otros niños.)
ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.Jáuregui... ¿vienes?
JÁUREGUI.- Sí, claro..., (Saca la pelota de
trapo de su pupitre.) porque tengo la pelota,
¿no?
ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.No...
JÁUREGUI.- Pero, yo tiro los penaltis.
ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.Bien, vale...
(Salen todos corriendo, contentos y oscuro.)
47
Siguiente ö
ESCENA VII: AL FIN, JUEVES
Estamos en la emisora local. Es la hora de la
radionovela. A un lado de la escena,
formando una especie de grada, cuatro
pupitres juntos. En ellos se encuentran
ARTOLA, JÁUREGUI y AGUIRRE. En el
centro, un locutor con un micrófono de pie.
Y, al otro lado, el MAESTRO SOLDEVILLA
al piano.
LOCUTOR.- (Al tiempo que el MAESTRO
SOLDEVILLA toca una melodía.) Rosita
miraba con desesperación la foto de Juan Luís
Alonso. Parecía imposible que aquel hombre de
tierna y bondadosa mirada hubiera sido capaz de
traicionarla con Mari Loles, su amiga del alma.
Por fin, Rosita abrió la puerta. Mari Loles estaba
allí, con el rostro desencajado y el cabello
mojado por la lluvia. Estaban frente a frente.
Había llegado el momento de decir la verdad,
toda la verdad y nada más que la verdad.
(Pausa. Se acaba la música.) Han escuchado
ustedes el capítulo 437 de la radionovela Un
arrabal junto al cielo, de Guillermo Sautier
Casaseca y Luisa Alberga, interpretada por
Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso. (Motivo
musical.) Y tras la hora de la plancha, hoy,
como todos los jueves, damos paso al programa
destinado a los más pequeños de la casa.
Maestro Soldevilla, sintonía del programa.
(Mientras el MAESTRO SOLDEVILLA
interpreta y canta la sintonía, el locutor
procura que los niños estén quietos.)
MAESTRO SOLDEVILLA.Niño, si quieres ser feliz, ser feliz,
Radio alegría has de oír.
48
TODOS.Niño si quieres ser feliz, ser feliz,
Radio Alegría has de oír.
MAESTRO SOLDEVILLA.Radio Alegría, Radio Alegría, has de
oírrrrr.
LOCUTOR.- Queridos niños, ¡al fin, jueves!
Y a esta nueva España del trabajo y la
prosperidad, le llega también la hora del
esparcimiento espiritual.
(ARTOLA hace un gesto como si bajara el
volumen de la radio. El locutor sigue
hablando, pero no se le oye.)
ARTOLA.- (Al público.) Los jueves por la
tarde teníamos fiesta, y solíamos ir al programa
infantil de la radio del pueblo,
AGUIRRE.- ...que tenía como un teatrillo
para cantar y recitar poesías.
JÁUREGUI.- No te dejaban hacer otra cosa
en la emisora local.
AGUIRRE.- «La emisora local» ¡Qué fino!
(ARTOLA hace como si volviera a subir el
volumen.)
LOCUTOR.- (Se le vuelve a oír.) ...niños,
que tal vez el día de mañana, sean celebrados
artistas o laureados poetas de la Patria. (A
JÁUREGUI.) ¡Acércate al micrófono, querubín!
(JÁUREGUI se acerca.)
49
¿Cómo te llamas?
JÁUREGUI.- Saludo a mis padres y a mi tío
Manolo...
LOCUTOR.- Que cómo te llamas, niño.
JÁUREGUI.- Y a mi tía Angustias que me
estará escuchando.
LOCUTOR.- Tu nombre.
JÁUREGUI.- ¿Yo? José Antonio Jáuregui,
para servirle a Dios y a usted.
LOCUTOR.- ¿Vas a cantar o a recitar?
JÁUREGUI.- Y también saludo a mi maestro
Don Simón. ¡Se me había olvidao! (Al locutor.)
¿Yo? ¡Recitar!
LOCUTOR.- ¡Vaya por Dios! ¿Y con qué
piensas deleitarnos?
JÁUREGUI.- (Que no entiende.) Sí, señor.
LOCUTOR.- Que ¿qué poesía vas a decir?
JÁUREGUI.- ¿Yo? La Canción del Pirata,
de Espronceda.
LOCUTOR.- ¡Entera!
JÁUREGUI.- Hasta donde me sé.
ARTOLA.- Se la sabe entera...
LOCUTOR .- Muy bien, José Antonio,
adelante.
JÁUREGUI.- (Recita de carrerilla.) Con
cien cañones por banda viento en popa a toda
vela no corta el mar sino vuela un velero
bergantín, bajel pirata que llaman por su bravura
el temido en todo mar conocido del uno al otro
confín. Y va el capitán pirata cantando alegre en
su popa Asia a un lado, al otro Europa y allá en
la frente... (Pausa. Tiene un lapsus.)
ARTOLA y ALBERDI.- ¡Estambul!
50
LOCUTOR.- Muy bien, muy bien, José
Antonio, un fuerte aplauso.
(Aplauden.)
JÁUREGUI.- ¡Que no he terminao, que no he
terminao!
LOCUTOR.- (Interrumpiéndolo.) Más fuerte
ese aplauso, venga.
(Aplauden más fuerte.)
JÁUREGUI.- (A sus compañeros, mientras
vuelve a su sitio.) Se me ha olvidao, se me ha
olvidao...
LOCUTOR.- Y tras este emocionante
recitado de nuestro inmortal Espronceda damos
paso a un consejo de nuestro patrocinador.
Adelante, maestro...
MAESTRO SOLDEVILLA.- (Interpreta
y canta el anuncio.)
Pervorol, pervorol.
Ninguno con él compite ni le supera.
Es entero y molde crisol.
Pervorol, pervorol, pervorol.
LOCUTOR.- Pervorol, el dentífrico decano,
cincuenta años de antigüedad y de éxito,
fabricado por los laboratorios Pasteurine.
MAESTRO SOLDEVILLA.Pervorol, pervorol, pervorol...
51
LOCUTOR.- Radio Alegría en su programa
infantil, continuamos. (A ARTOLA.) A ver
niño, ¿tú qué vas a hacer?
ARTOLA.- (Se acerca.) ¿Yo? Cantar un
villancico, (Va hacia AGUIRRE y lo acerca al
micrófono.) pero con éste.
LOCUTOR.- ¿Qué canción es?
AGUIRRE.- El villancico de las castañas.
LOCUTOR .- ¡Qué bonito, qué bonito! (Al
micrófono.) Señoras, Señores, con ustedes... las
castañas...
(El MAESTRO SOLDEVILLA arranca
como un poseso, mientras los niños cantan.)
ARTOLA y AGUIRRE.- Hator, hator
mutil etxera, gastañak...
(De repente, el LOCUTOR y el MAESTRO
SOLDEVILLA se dan cuenta que están
cantando en euskera.)
LOCUTOR.- (Interrumpiéndolos.) ¡Maestro
Soldevilla!, sintonía del programa.
MAESTRO SOLDEVILLA.- (Canta.)
Niño, si quieres ser feliz, ser feliz...
(La voz se va perdiendo poco a poco.)
LOCUTOR.- (A ARTOLA y AGUIRRE.)
¡Aquí se canta en cristiano, coño! Si se enteran
los de arriba me hunden en la miseria.
ARTOLA y AGUIRRE.- ¡Pero si sólo es un
villancico!
LOCUTOR .- ¡Sí, pero un villancico
separatista! Iros y no volváis por aquí nunca
más. Vamos, fuera. ¡Fuera!
52
(Se dirigen a primer término izquierda. Se
sientan en el borde de la tarima.)
ARTOLA.- (Al público.) Siempre salíamos a
golpes y a gritos pisando las butacas.
AGUIRRE.- Pero aquel día nos fuimos de
uno en uno, en silencio, y con la conciencia más
perpleja que nunca.
JÁUREGUI.- (Se les une JÁUREGUI, a
AGUIRRE.) ¿Qué ha dicho que era el
villancico?
AGUIRRE.- No sé... seminarista.
ARTOLA.- ¡Hemos cantao fatal...!
ALBERDI.- (Se les unen BRIONES y
ALBERDI al público.) Con la merienda en la
mano, nos íbamos al cuchitril del zapatero, que
tenía el techo repleto de...
TODOS.- ¡Tebeos!
ALBERDI.- ...colgando de unas cuerdas.
ARTOLA.- Que tenían más mierda que el
palo de un gallinero.
BRIONES.- Entre que aquello era una
zapatería y que nosotros merendábamos pan con
aceite.
JÁUREGUI.- O chocolate.
(Los otros se lo miran incrédulos.)
Yo, sí.
TODOS.- (Menos JÁUREGUI.) ¡Qué envidia!
AGUIRRE.- El alquiler costaba una perra
gorda y se ponía aquello de bote en bote.
ALBERDI.- De los que más había era de
Aventuras del febeí.
53
JÁUREGUI.- El Cachorro, El Guerrero del
Antifaz.
ARTOLA.- El Jabato, Hazañas Bélicas.
AGUIRRE.- Patxo dinamita...
BRIONES.- Y mi preferido, que era con
mucho el mejor.
TODOS.- (Menos BRIONES.) ¿Cuál?
BRIONES.- ¡Roberto Alcázar! El tío era
como Charlón Heston, pero en intrépido
aventurero español.
JÁUREGUI.- Además cultivao, que sabía una
pila de idiomas. (Imitándolo en diferentes
situaciones.) ¡Conozco el árabe a la
perfección...! ¡Déjeme la dirección de este
asunto, yo domino el turco!
ARTOLA.- ¡Como que por una palabra, ya te
sacaba el idioma! Oía yes y ni dudar...
JÁUREGUI.- ¡Es inglés!
ARTOLA.- ¿Sabía o no sabía, el tío?
AGUIRRE.- Eso no es nada, veía unas
pisadas y decía...
JÁUREGUI.- Son de chino.
BRIONES .- En algunas aventuras le
acompañaba un tío pequeño que se llamaba
Pedrín...
TODOS.- (Menos BRIONES.) ¡¡¡Ostras,
Pedrín!!!
BRIONES.- Que era especialista en
interrogatorios sutiles a malhechores.
ALBERDI.- (Imitando a Pedrín.) Roberto,
este tipo tiene la cabeza muy dura. (Por
AGUIRRE, como si fuera el malhechor.) Pero
yo se la ablandaré poco a poco... (Hace un
cilindro con el tebeo y le pega.) Toma
maldito...
54
AGUIRRE.- No hablaré aunque me maten.
JÁUREGUI.- (A ALBERDI.) Dale un poco
más de jarabe, Pedrín.
ALBERDI.- (Pegando a AGUIRRE.) Pues
toma jarabe de Pedrín, jarabe de palo...
AGUIRRE.- ¡Basta, basta! ¡Hablaré!
JÁUREGUI.- ¡Eres inefable, Pedrín!
AGUIRRE.- (Al público.) Es que cuando
actuaban a dúo era la repanocha y el acabose.
ARTOLA.- ¡Qué pareja! Estábamos deseando
que les hicieran una peli para poder seguir las
aventuras después en el cine.
ALBERDI.- Que era donde íbamos un jueves
sí y otro también.
JÁUREGUI.- A una sesión infantil, que se
llamaba matinée
AGUIRRE.- ...y era por la tarde.
(Oscuro. Suena la música del NO-DO.
Cuando vuelve la luz, nos encontramos a los
cinco niños sentados encima de los cuatro
pupitres. Estos forman una sola línea en
primer término. Estamos en el cine.)
ARTOLA.- (Al público.) Sacábamos entrada
de gallinero, que era más barata y además no te
caían ni cáscaras de cacahueses ni escupitajos.
JÁUREGUI.- En cuanto se apagaba la luz,
salía Franco.
AGUIRRE.- Es que echaban unas peliculitas
con lo que hacía durante el día, que es que no
paraba, el hombre.
BRIONES.- Primero de todo se iba a misa.
ALBERDI.- Después, inauguraba un pantano.
ARTOLA.- Luego le hacían un desfile.
55
ALBERDI.- Y enseguida se iba corriendo a
casa, que iban a llegar las visitas. Todo gente
bien, como de boda.
BRIONES.- ¡Una vez, fue a verle la Virgen de
Fátima!
JÁUREGUI.- Algunas veces se asomaba a un
balcón; pero siempre veía lo mismo: un gentío
enorme chillando. Y él, claro, tenía que decir
unas palabras, pero en cuanto decía:
AGUIRRE.- (Imitando al Generalísimo.)
¡Españoles!
JÁUREGUI.- Se liaba el follón.
ARTOLA.- Ya no se le entendía. Saludaba
con una mano
(AGUIRRE lo hace, imitándolo.)
JÁUREGUI.- Y se iba a pasar las tardes al
estadio de Chamartín.
ALBERDI.- Y allí veía la final de su Copa y
se la entregaba a Gainza.
TODOS.- ¡Atleti, Yeu!
BRIONES.- La peliculilla acababa siempre
con alguna desgracia, pero, cuidao, en el
extranjero.
AGUIRRE.- Una inundación en Masachuses.
ALBERDI.- O un terremoto en la India.
JÁUREGUI.- Salía FIN.
TODOS.- (Aplauden.) ¡Bieeeen!
JÁUREGUI.- Y acababa el follón porque iba
a empezar la peli...
56
BRIONES.- Casi todas las pelis eran en el
extranjero; de indios, de chinos, de romanos...
¡Todos más tontos que Abundio! Ahora que, de
todos los extranjeros, los más simplones sin
comparación... los negros.
ALBERDI.- Pero había negros buenos.
AGUIRRE.- Sí, los que llevaban los bultos en
las excursiones.
ARTOLA.- Y negros malos.
BRIONES.- Los que te ataban a un poste para
que no te fueras sin ver el baile completo.
TODOS.- Pero todos de muy cortas luces.
ARTOLA.- ¡Cómo sería la cosa que en un
continente entero de negros, el rey de la selva
era un blanco!
JÁUREGUI.- ¡Y además, había que ver al
blanco! En seis pelis que le habíamos visto no
había aprendido a decir gran cosa: Mí,
TARZÁN. TÚ, YEIN
BRIONES.- ¡Y para decirlo tiene que señalar,
no sea que se confunda!
AGUIRRE.- No te digo más que hasta la
mona era más lista. Y si ese era el rey,
imaginaos cómo serían los súbditos... Rara era la
peli en la que no se despeñaban seis o siete con
equipaje y todo.
JÁUREGUI.- Pero la peli de aquella tarde era
de vaqueros.
(Cambio de luz. Parece como si sólo les
iluminara el reflejo de la pantalla. Suena la
banda sonora de una película del Oeste.)
BRIONES.- Ostras, tú, ésta va de colonos que
marchan hacia el lejano Oeste.
AGUIRRE.- ¿Quién quiere cacahueses?
57
ARTOLA.- (A BRIONES.) ¿Por qué todos los
colonos llevan barba?
ALBERDI.- (Al público.) Era verdad. Todos
llevaban barba y se sabían la Biblia de
memoria...
AGUIRRE.- ¡Claro, que era el único libro que
tenían!
ARTOLA.- (A BRIONES.) ¿Quiénes son
esos?
AGUIRRE.- ¿Quiénes van a ser? Los malos.
BRIONES.- (Al público.) Los malos iban
siempre en cuadrilla.
JÁUREGUI.- Es que, generalmente, eran de
la misma familia: hermanos, primos...
AGUIRRE.- Cuñados también...
(Se oyen los indios, atacando.)
ARTOLA.- ¡Los indios!
BRIONES.- (Al público.) Aquellos seres
salvajes, pintarrajeados y semidesnudos, que
sólo se expresaban en infinitivo, no tenían mejor
ocurrencia que meterse ¿con quién?... ¡Con los
blancos!
AGUIRRE.- Y así les iba como les iba, que
los molían película tras película.
JÁUREGUI.- Es que, con esa manera tan
tonta de atacar, dando vueltas y vueltas a lo
loco...
ARTOLA.- Briones, ahora entran en el
carromato y raptan a la chica...
(Se oye un grito de chica, y, al poco rato, la
música del Séptimo de Caballería.)
58
BRIONES.- Pero no te preocupes, Artola, que
ahora llega el Séptimo de Caballería.
(Los niños acompañan con palmadas la
música del Séptimo de Caballería.)
JÁUREGUI.- Y, con ese final feliz, se
acababa la peli. (Sale corriendo.)
ALBERDI.- ¿A dónde vas?
JÁUREGUI.- A mear...
ALBERDI.- Siempre te estás meando...
AGUIRRE .- (Al público.) Pero antes
descargábamos sobre la platea cáscaras, papeles,
restos de chucherías, escupitajos, en un ataque
sin cuartel.
(Lo hacen. Entra el acomodador fumándose
un puro y con la linterna de rigor.)
ACOMODADOR.- ¡A ver, esta fila! ¡Un
poco de formalidad o sus vais todos desfilando
pa la puta calle! ¿Estamos o no estamos?
¡Estamos!
BRIONES.- (Provocando.) Guau, guau,
guau... (Se esconde detrás de AGUIRRE.)
ACOMODADOR .- Mira el Briones
haciendo el perrito y escondiéndose detrás del
gordito. ¿Qué te crees, que no te conozco? Si
voy a estar ahora mismo con tu padre en la
taberna... ¡Gamberros, más que gamberros!
¡Tengo unas ganas de retirarme! (Sale.)
ARTOLA.- Como era programa doble, nos
callábamos para ver la que venía después.
ALBERDI.- Total, para nada, porque la de
aquella tarde era una españolada.
59
TODOS.- ¡Buaaaf, vaya mierda! ¡La mala...!
(Empiezan a salir. Cuando ARTOLA está a
punto de desaparecer, vuelve el efecto de
proyección y se oyen unos compases de
Fumando espero, cantada por Sarita
Montiel. ARTOLA queda embelesado.
Vuelve a sentarse en el pupitre, empieza a
tocarse y... oscuro.)
60
Siguiente ö
ESCENA VIII: LA MEDALLA
Los cinco pupitres están en medio del
escenario, formando un círculo y orientados
al centro. BRIONES, ALBERDI, JÁUREGUI
y AGUIRRE están en la corbata. Simulan
hacer equilibrios con una pelota. Tres
golpes con el pie, tres con la rodilla, tres de
cabeza, uno en cada hombro... y la cogen
con las manos.
BRIONES.- O sea, que todos queríamos ser
futbolistas.
AGUIRRE.- Que esos sí que ganaban dinero,
y no los jornaleros.
JÁUREGUI.- Menos que los toreros, pero no
estaba nada mal.
ALBERDI.- César, Kubala, Manchón...
AGUIRRE.- Gento, Di Stefano, Puskas...
BRIONES.- Gainza, Panizo, Venancio.
AGUIRRE.- Estaba claro, íbamos para...
TODOS.- ...deportistas.
JÁUREGUI.- Que ya nos lo repetía Don
Salvador, el profe de educación física.
DON
SALVADOR.- (Desde fuera.)
Fortaleced vuestros cuerpos, para fortalecer el
espíritu.
AGUIRRE.- Aunque no puede decirse que él
fuera muy deportista.
ALBERDI.- Que le habían encomendado la
clase de gimnasia porque algo había que darle al
pobre.
61
(Aparece DON SALVADOR vestido de
militar. Renquea ostensiblemente y es
manco.)
DON SALVADOR.- ¡Venga, en formación!
¡Ar! ¡Paso ligero! ¡Ar!
(Los niños dan la vuelta al escenario.
BRIONES es el último.)
¡Briones, que me lleva el paso cambiado!
BRIONES.- ¿Yo? ¡Si es Jáuregui!
DON SALVADOR .- Venga, venga, que
siempre es el mismo... (Le da un pescozón.)
BRIONES.- ¡Ay! ¡Don Salvador, que me ha
hecho daño!
DON SALVADOR.- Pues ¿qué te creías,
pájaro bobo? Fortalece tu cuerpo para fortalecer
el espíritu, ¡so rojo!
BRIONES.- (A los otros.) ¡Me ha dao una
leche, el tío!
AGUIRRE.- (Al público.) ¡Y aquellas tablas
de gimnasia tan entretenidas!
JÁUREGUI.- ¡Que hubiera que hacer todas
aquellas tonterías para llegar a delantero centro!
DON SALVADOR.- (Sin mover un
músculo.) Brazos extendidos, palmas hacia
abajo y vamos hacia arriba con palmada en lo
alto y a ver cómo bajamos con golpe en el
muslo. Y en cuatro tiempos. Y uno..., dos...,
tres..., golpe.
(Va marcando el ritmo. Los niños hacen el
ejercicio. A AGUIRRE.)
62
¡Sigue el ritmo, zopenco! (Le da un pescozón.)
BRIONES.- Pero, Don Salvador, cuando nos
silba ¿Qué es... la palmada en lo alto o el golpe
en el muslo?
DON SALVADOR.- ¿Que yo te silbo a ti,
mariconazo? (Le da un pescozón.) Venga, ¡otra
vez! Y en cuatro tiempos. (Marca el ritmo. Al
cabo de un rato, les hace parar.) ¡Pandilla de
inútiles! ¡Ya os voy a enseñar yo a vosotros!
ALBERDI.- Eso, enséñenos cómo se hace,
que es que usted no mueve ni las cejas.
DON SALVADOR.- (Se le acerca
peligrosamente.) ¿Que yo no muevo ni las
cejas, especie de rojo, separatista, masón?
(Intenta hacer él el ejercicio; pero,
evidentemente, tiene serios problemas para
realizarlo. Está a punto de caer al suelo.
AGUIRRE consigue evitarlo. Los niños ríen.
A AGUIRRE.)
Ponte firme, que estás hablando con un
Caballero Mutilado, héroe de la División Azul y
medalla de sufrimientos por la Patria. (Cada vez
más histérico.) Como demuestra la ilustre
condecoración que prueba mi valor en aquellos
campos helados de la lejana Rusia materialista y
atea.
(Se toca el pecho en busca de la medalla. No
está. Mira por los bolsillos. Mientras, los
niños se dan codazos y se sonríen entre
ellos.)
Pero ¿dónde está? ¿Dónde coño está la medalla?
¿Dónde cojones está mi medalla? (Se da cuenta
del jolgorio entre los alumnos.) ¿Qué pasa?
¿Qué es este cachondeo?
(A ALBERDI y JÁUREGUI, que están a un
lado.)
63
¿Habéis sido vosotros? (Enfureciéndose, a
BRIONES y JÁUREGUI, que están al otro
lado.) ¿Y vosotros?
(No responden.)
Ah, ¿sois todos cómplices? ¡Mi medalla! ¿Quién
ha tocado mi medalla?
BRIONES.- ¡Don Salvador!
DON SALVADOR.- (Se le acerca
precipitadamente.) ¿Qué?
BRIONES.- ¿No se le habrá caído en los
vestuarios?
JÁUREGUI.- ¡Don Salvador!
DON SALVADOR.- (Corre hacia él.)
¿Qué?
JÁUREGUI.- ¿Está seguro de que la traía?
DON SALVADOR.- ¡Jamás me separo de
ella!
AGUIRRE.- ¡Don Salvador!
DON
SALVADOR.- (Se le acerca
corriendo.) ¿Qué?
AGUIRRE.- ¿No se le habrá vuelto a la lejana
Rusia...?
DON SALVADOR.- A la lejana Rusia va a
ir tu...
64
(Intenta darle una patada con la pierna
postiza. Se le queda encasquillada. No
consigue volverla a su posición normal
hasta que no le da unos cuantos golpes. Los
niños ríen.)
¡Basta de cachondeo! Voy a contar hasta diez.
(Se da cuenta que sólo tiene cinco dedos para
contar.) Mejor dicho, voy a contar hasta cinco...
y si no aparece el culpable vais a dar vueltas al
patio hasta que os salgan los hígados por la
boca. Uno, dos, tres, cuatro y una que me llevo
cinco.
(Nadie abre la boca.)
Muy bien, a dar vueltas. ¡De frente! ¡Ar!, ¡Paso
ligero! ¡Ar!
(Empiezan a dar vueltas al escenario.)
¡Ya veremos qué dicen vuestros padres, ya
veremos...! (Sale.)
(Los cinco siguen corriendo. Al pasar por la
corbata, hacen su intervención.)
ALBERDI.- Pero la medalla no apareció,
claro. Preferíamos que quedara la duda antes que
reconocer que habíamos sido nosotros.
JÁUREGUI.- Hicimos más kilómetros que en
la maratón, y nos salieron los hígados, los
riñones y hasta el páncreas por la boca.
BRIONES.- Intervinieron Don Simón, Doña
Jacinta, Don Secundino y hasta el director. Pero
nosotros, ni caso.
65
AGUIRRE.- (Agotado.) Lo malo fue cuando
nos mandaron a casa, expulsados hasta que
apareciera la maldita medalla.
(Se han ido amontonando, ya cansados, en
la corbata.)
ALBERDI.- Y aquella noche, durante la cena,
la que se armó en casa de cada uno después del
parte de las diez.
(Oscuro. Suena la sintonía del «parte». Al
hacerse la luz, estamos en casa de
AGUIRRE. Sentados en los pupitres, nos
encontramos a la MADRE, el PADRE y el
TÍO DE AGUIRRE. De pie, una CRIADA
que sirve la comida y AGUIRRE en un
rincón, llorando.)
PADRE.- Pero ¿estáis locos o qué? Con ésos
no se juega.
MADRE.- Escucha a tu padre ¡Virgen Santa!
¿Eso es lo que te hemos enseñado?
TÍO.- Venga, dile a tu tío dónde la escondes y
te daré una pela...
AGUIRRE.- Que no tío, yo no...
PADRE.- ¡Te voy a dejar más caliente que una
estufa! Venga, ¡habla! Mira que te... (Le levanta
la mano.)
CRIADA.- Pero señoritu, si el rapaziño non
pudo ser, pobriño. ¿Non ve que está chorando?
MADRE.- Chorando, chorando... ¡Y más que
llorará! Y tú baja a la tienda, que nadie te ha
dado vela en este entierro.
CRIADA.- Mire señora, últimamente se burla
mucho mío. ¿A que marcho para Orense?
66
MADRE.- ¡Simoniña, adiós!
(Oscuro. Sintonía del «parte». Casa de
ARTOLA. Los personajes de los pupitres
rotan un puesto. Al hacerse la luz, en los
pupitres, vemos al PADRE, la MADRE, el
HERMANO y la ABUELA DE ARTOLA.
Comen. ARTOLA, de pie, llora.)
HERMANO.- Pues ¡buena se la habéis
jugado al «Cojo»! ¡Con la mala leche que gasta!
MADRE.- Eso, tú dale alas a tu hermano. ¿No
veis que eso está muy mal, pero que muy mal
hecho?
PADRE.- Dios mío, como se enteren en el
negociado, a mí es que me cesan. ¡Me cesan!
ABUELA.- Malas entrañas, que tu padre va a
acabar teniendo que pedir en la calle para que
podamos comer...
ARTOLA.- No, a pedir no, a pedir no...
HERMANO.- (Yendo hacia él. Le ofrece
algo de comer.) Venga, ¿la tenéis o no la
tenéis?
PADRE.- ¡Y mi jefe de negociado, que hizo la
guerra en la Legión! Pero ¿quién os mete esas
ideas? ¿Quién?
ABUELA.- Si es que a vuestro hijo le dais
demasiadas libertades y, claro, luego pasa lo que
os pasa.
MADRE.- ¡Ya está bien, abuela, usted cállese
y coma!
ABUELA.- Si ya como...
67
(Oscuro. Nueva rotación de los personajes.
Casa de JÁUREGUI. Al hacerse la luz, la
TÍA, la MADRE y el ABUELO DE
JÁUREGUI en los pupitres. JÁUREGUI
llora de pie. Su PADRE está a su lado.)
PADRE.- Vale, vale, no llores más. Si hay que
pagarla, se paga ¡Será por dinero que van a
achicarme a mí esos... pobretones! (Se sienta.)
TÍA.- Claro, si es lo que yo digo, si hace falta
una nueva medalla de ésas, pues se compra y ya
está.
MADRE .- Pero ¿qué dices? Joaquina,
hermana, ¿dónde has visto tú que vendan
medallas de ésas de la División Azul?
ABUELO.- (Al PADRE.) Hijo, tú es que todo
lo arreglas con el dinero. ¿Y el honor? ¿Y la
Patria?
MADRE.- (A JÁUREGUI.) Pero, hijo mío, ¿la
tenéis o no la tenéis? Mira que ese Don Salvador
nos organiza otro 18 de julio...
JÁUREGUI.- Que no ama, si nosotros...
PADRE .- Se acabó. Yo hablo con ese don
Salvador y, si quiere, le pago un monumento a
los caídos, ¡coño!
(Oscuro. Sintonía. Nueva rotación. Casa de
BRIONES. Al hacerse la luz, en los pupitres
están el PADRE, la MADRE, la ABUELA y
el mismo BRIONES. Su TÍO se pasea por la
habitación.)
PADRE.- ¡Lo mato! ¡Yo ez que lo mato! ¿Ez
que sólo se os ocurren mardades, bribón?
MADRE.- Acabarás en chirona. ¡Mira er día
que te lo digo, papá, este hijo tuyo acabará en
prezidio!
68
PADRE.- No, que antes lo deslomo, le mido
las costillas, le zurro la badana, le aliso el tupé...
¡Lo capo!
ABUELA.- Tú, a mi nieto,
no le pones las
manos encima, desaborío, que me saco una
horquilla y te dejo la cara como una reja.
TÍO.- Ay, sobrinito, con esas ideas de
delincuente ¿quieres ser seminarista?
BRIONES.- (Levantándose.) ¡Joé, que yo no
he hecho na, joé...!
MADRE.- ¿Éste? Si no cree ni en Dios, ni en
los santos, ni en la Virgen de la Macarena... Ni
en el Caudillo, cree... (Se santigua entre
lágrimas.)
(Oscuro. Sintonía. Nueva rotación. Casa de
ALBERDI. Al hacerse la luz, el ABUELO, la
ABUELA y la MADRE en los pupitres.
ALBERDI, llorando, está sentado en la falda
de su abuela. El PADRE pasea nervioso.)
ABUELO.- ¡Bien hecho, cojones! ¡Que se
joda el fascista ése! ¡No haberse ido a Rusia, la
madre que lo parió!
PADRE.- Padre, no nos comprometa otra vez.
¿No tuvo bastante aún?
ABUELA.- Pero ¿qué has hecho, chiquitín de
la casa? Díselo a la abuelita, que lo arreglará
todo...
ABUELO.- Calla y no me lo amariconees
más, leñe. Para una vez que sale, el crío, con los
cojones de su abuelo.
MADRE.- No, si todavía nos contará lo de
Brunete...
ABUELO.- Si me llegáis a ver allá, en el
frente de Brunete...
69
MADRE.- Padre, por favor, haga el favor, por
favor... (A ALBERDI.) Venga, hijo, dile a tu
madre ¡qué ha pasado!
ALBERDI.- Es que no puedo chivarme...
ABUELO.- ¡Así se habla, chaval! ¡No
pasarán! ¡Y no me llores más, mecagüen los
regulares de Ceuta y Melilla!
PADRE.- ¡Padre!
(Oscuro. Se ilumina la zona derecha de la
corbata. Van apareciendo todos llorando.
Forman un grupito. Se miran y van
cambiando los lloros por risas. Al fin, se
calman.)
ARTOLA.- ¿Y a vosotros cómo os ha ido?
BRIONES.- Jolín, a mí, mi padre me ha dado
más palos que a un colchón.
JÁUREGUI.- (Ha encendido un cigarro y lo
va pasando a los demás.) Pues el mío está
buscando otra para comprarla.
AGUIRRE.- A mí me han dejado sin postre
hasta que aparezca la dichosa medalla.
ALBERDI.- Bueno, ¿y qué vamos a hacer?
ARTOLA.- ¿La tienes aún?
JÁUREGUI.- Sí, claro.
(Se la saca del bolsillo. Todos la miran, la
cogen, se la pasan unos a otros.)
AGUIRRE.- ¿Y por esta mierda me he
quedao yo sin postre?
ARTOLA.- ¡Si es de latón!
70
BRIONES.- ¿Pero no las hacían de oro?
ARTOLA.- ¡Sí, del que cagó el moro!
BRIONES.- ¿Y ahora qué hacemos? ¿La
devolvemos?
ALBERDI.- ¿A ti qué te parece?
ARTOLA.- ¡Joé, con lo que nos ha costao!
JÁUREGUI.- Que no, que nos la quedamos.
Una semana cada uno. ¿Vale?
TODOS.- ¡Vale! Primer, segun...
(Salen corriendo y oscuro. Suena una
marcha militar.)
71
Siguiente ö
ESCENA IX: EL INSPECTOR
Los cinco pupitres están colocados como en
la escena I, pero orientados a la pizarra.
ARTOLA, ALBERDI y AGUIRRE están
haciendo limpieza en los pupitres.
AGUIRRE.- (Al público.) Una vez al año,
recibíamos la visita del inspector.
ALBERDI.- Aquel día el maestro se ponía de
los nervios.
(Entra el MAESTRO.)
MAESTRO.- Cuando el inspector entre en el
patio, quiero un brioso ondear de banderitas.
NIÑOS.- Sí, maestro.
MAESTRO.- Tú, Artola, izarás la enseña
patria.
ARTOLA.- ¿Nik maisu?
MAESTRO.- Bai, zuk... (Se le acerca, con
rabia.) ¡Como me vuelvas a hacer hablar en
vascuence te arranco la lengua de cuajo,
ignorante! A ver esas uñas, idiota. ¡Bien! (A
todos.) En ese momento entonaremos el
Oriamendi, pero con la letra que viene en el
libro ¡eh! «Por Dios por la patria y la fe» ¡La
fe!... ¡Que a nadie se le ocurra decir «el Rey»!
¡Y todos brazo en alto!
NIÑOS.- Sí, maestro.
MAESTRO.- (A AGUIRRE.) ¡A ver esas
orejas! (Le da un capón.) ¡Cerumen, mucho
cerumen, Aguirre! (A todos.) El inspector os
hará algunas preguntas. Son las que hemos
72
repasado estos días, así que, ¡cuidadito con
equivocarse! Contestaréis al inspector con voz
alta y clara, pero sin gritar. ¡Que nadie me grite!
ALBERDI.- (Mirando hacia fuera.) ¡Que
vieneeeeee!... ¡Que vieneee!
MAESTRO.- Vamos, todos a sus puestos...
(ARTOLA se prepara para izar la bandera,
AGUIRRE y ALBERDI se colocan a su lado,
encima del escalón del fondo de la tarima.
Por la corbata, aparece el inspector, vestido
con la camisa de la Falange. El MAESTRO
se acerca a recibirlo.)
INSPECTOR.- ¡Don Justo!
MAESTRO.- ¡Señor inspector!
INSPECTOR.- Vayamos hacia el aula...
MAESTRO.- Como usted
inspector... usted primero.
diga,
señor
(Hace señas a los niños para que canten el
Oriamendi, mientras ARTOLA iza la
bandera.)
NIÑOS.Por Dios, por la patria, y el rey
lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la patria, y el rey
lucharemos nosotros también.
(Ante el error en la canción, el INSPECTOR
se enfada y pide al maestro que los haga
callar. El MAESTRO, nervioso, obedece.)
73
MAESTRO.- ¡A los pupitres! Luego
hablaremos.
(Los niños van a los pupitres.)
INSPECTOR.- Ave María Purísima...
NIÑOS .Santísima.
Sin
pecado
concebida
María
INSPECTOR.- (A ARTOLA.) A ver tú,
¿cómo te llamas?
ARTOLA.- Artola.
(El MAESTRO hace señas de que hable más
alto.)
INSPECTOR.- ¿Cómo?
ARTOLA.- (Con fuerza.) ¡¡Bixente Artola!!
INSPECTOR.- Así está mejor. (Se da cuenta
que DON JUSTO los está adiestrando.) Don
Justo, déjeme un momento a solas con los
chavales.
MAESTRO.- Como usted diga, señor
inspector. (En voz baja, a los niños.) Alto y
claro, pero sin gritar. (Sale.)
INSPECTOR.- Voy a haceros unas
preguntas. Son muy sencillas. Así que
contestaréis tranquilamente, sin nervios. ¿Está
claro?
NIÑOS.- ¡Sí, señor inspector!
INSPECTOR.- ¿Está claro?
NIÑOS.- (Más fuerte.) Sí, señor inspector.
INSPECTOR.- ¡Eso está mejor! (Entra
BRIONES.) Y tú ¿de dónde sales, chiquitín?
74
BRIONES.- Del excusa... del excusadero.
INSPECTOR .- Anda,
siéntate. (A
AGUIRRE.) A ver, tú ¿dónde fue colocada
España providencialmente por Dios?
AGUIRRE.- En el centro del mundo.
Exactamente, la puso en el mejor sitio del
mundo, donde no hace ni mucho frío ni mucho
calor. Y no como en otros sitios, donde se hielan
de frío o se asan de calor...
INSPECTOR.- ¡Eso está muy bien! ¿Qué
más concedió Dios a España? (Señala a los
niños que deben contestar.)
BRIONES.- Un cielo azul.
ARTOLA.- Y unos montes muy altos.
AGUIRRE.- Y unos campos grandes y muy
ricos.
ALBERDI.- Y la colocó entre los mejores
mares: el Atlántico y el Mediterráneo.
INSPECTOR.- ¿Qué es España?
NIÑOS.- Una bendición de Dios.
INSPECTOR.- ¿Qué es España?
NIÑOS.- (Más fuerte.) ¡Una bendición de
Dios!
INSPECTOR.- (A ARTOLA.) ¿Por qué lo
sabemos?
ARTOLA.- Porque todos los hombres
querrían vivir en España.
INSPECTOR.- (A AGUIRRE.) Los primeros
hombres que hubo en España eran leales y
valientes, celtas e íberos.
(De repente, gira hacia BRIONES, que
hablaba con ALBERDI.)
75
¿Cómo se llamaban los que vivieron luego y
eran muy listos?
BRIONES.- Los fundicios.
INSPECTOR.- Fenicios... (A ALBERDI.) ¿Y
otros que eran muy sabios?
ALBERDI.- Los griegos.
INSPECTOR.- (A AGUIRRE.) ¿Y otros que
eran muy fuertes?
AGUIRRE.- Los romanos.
ARTOLA.- (Al público.) Vamos, que eso del
turismo viene de tiempos.
AGUIRRE.- Y así España era cada día más
fuerte, más lista y más sabia.
ARTOLA.- (A AGUIRRE.) ¡Pelota! Eso te lo
has inventao.
AGUIRRE.- Eso viene en el libro...
INSPECTOR.- Así vemos como hay pueblos
predestinados por Dios para que ejerzan su
vocación de Imperio. (Examinando las orejas
de BRIONES.) Y aquí hay cerumen, mucho
cerumen. (A BRIONES.) ¿Qué reyes fueron los
forjadores del Imperio Español?
BRIONES.- Isabel y Fernando, tanto monta,
monta tanto.
INSPECTOR.- ¿Qué les cantamos por ello?
NIÑOS.De Isabel y Fernando
el espíritu impera.
INSPECTOR.- ¡Con ímpetu!
NIÑOS.- (A gritos, sobre todo ALBERDI.)
Moriremos besando...
INSPECTOR.- Pero sin gritar.
NIÑOS.- ...la gloriosa bandera.
76
(El INSPECTOR hace un gesto y para la
canción.)
INSPECTOR.- Después de unificar España
y hacer de ella un Estado fuerte y unido, había
que descubrir un Nuevo Mundo. (A ALBERDI.)
¿Qué era preciso para ello?
ALBERDI.- (Lanzado.) Tres carabelas, la
Pinta, la Niña y la Santa...
INSPECTOR.- (Se le acerca, enfadado.)
¡No, no, no y no! Antes de las carabelas.
Aténganse al orden exacto de la exposición.
(ALBERDI se ha escondido, asustado, detrás
de su pupitre.)
Siéntese, hombre, siéntese...
(Lo hace.)
¿Qué era preciso para descubrir un Nuevo
Mundo?
ALBERDI.- Tres carabe...
INSPECTOR.- Que no, hombre, que no...
(BRIONES, detrás del inspector, hace señas
a ALBERDI y le chiva la respuesta.)
ALBERDI.- Un descubridor... y un nuevo
mundo.
INSPECTOR.- Ahora, sí. (A BRIONES.)
¿Quién fue este descubridor?
BRIONES.- Cristóbal Colón.
77
INSPECTOR.- (A todos.) ¿Era Colón
español?
ARTOLA.- ¡No!
(Mirada fulminante del inspector.)
Igual sí.
INSPECTOR.- (Se le acerca, amenazador.)
En todo caso, si no lo era, fue España la que lo
acogió y le ayudó, haciendo posible su empresa,
¿estamos?
ARTOLA.- Sí, señor inspector.
INSPECTOR.- ¿Qué españoles fueron para
América?
AGUIRRE.- (Saludando brazo en alto.)
¡Los mejores!
ALBERDI.- Como vuelvas a levantar el brazo
te lo retuerzo a la salida.
INSPECTOR.- ¿Qué les enseñamos a
aquellos salvajes?
(Señala a quien debe responder, pero los
niños ya van por libre.)
BRIONES.- A hablar, a rezar.
ALBERDI.- A vivir.
ARTOLA.- A lavarse.
AGUIRRE.- A vestirse.
NIÑOS.- Y a ir a la escuela.
78
INSPECTOR.- Pero esa empresa magnífica
y colosal, esa labor civilizadora está oscurecida
por la malevolencia internacional, que no quiere
reconocer nuestro proceder en aquel mundo al
que habíamos sacado de la barbarie para llevarlo
a la civilización. (A AGUIRRE.) ¿Qué otras
hazañas realizaron los descubridores españoles?
AGUIRRE.- ¡Dieron la vuelta al mundo!
INSPECTOR.- ¿Cómo se llamaba el marino
que circunvaló por primera vez el globo?
(El INSPECTOR se encuentra en el lateral
derecho, de espaldas a los alumnos. Éstos
aprovechan para girar sus pupitres hacia
donde está el inspector.)
NIÑOS.- ¡¡Elcano!!
INSPECTOR.- (Se da la vuelta. Nota
alguna cosa extraña.) ¿Dónde había nacido?
NIÑOS.- ¡¡¡En Getaria!!!
BRIONES.- (Al público.) ¡Toma ya! ¡En
Getaria! Que todos lo conocíamos y por eso lo
sabíamos tan bien.
ALBERDI.- Era la única pregunta del libro de
Historia en la que salíamos los vascos.
AGUIRRE.- ¡Por lo menos quedábamos bien!
INSPECTOR.- Pero luego vino la decadencia
de nuestro Imperio. (A BRIONES.) ¿Quiénes
fueron los culpables?
BRIONES.- Inglaterra y las logias masonicas.
INSPECTOR.- Masónicas
BRIONES.- Masonicas.
INSPECTOR.- ¡Masónicas!
BRIONES.- Pues ésas...
79
INSPECTOR.- ¿Fue España generosa con las
naciones que lograron su independencia?
(El INSPECTOR va a la pizarra. De nuevo
está de espaldas a los niños. Éstos orientan
los pupitres hacia la pizarra.)
NIÑOS.- Sí, fue generosa.
INSPECTOR.- (Gira y nota el cambio.
Comienza a estar escamado.) Por eso sus hijos
la miran con amor y respeto. (Se apoya en el
pupitre que queda libre. Se va emocionando.)
Y después de siglos, cuando dirigen sus ojos
hacia el Océano, allí donde está España, la
llaman Madre Patria y sus ojos se nublan de
lágrimas.
ARTOLA.- (Al público.) Vamos, que
echarnos, nos echaron; pero les dio mucha pena.
AGUIRRE.- Aunque, con el tiempo, España
de Madre pasó a ser suegra.
INSPECTOR.- Podemos decir que las
naciones americanas, unidas a la Madre Patria,
se han ido, como hijas casadas, independizando
políticamente.
BRIONES.- (Al público.) Hay que joderse
con la metáfora...
INSPECTOR.- Perdimos el Imperio porque
interrumpimos la defensa del nombre de Dios y
nos convertimos en un juguete de los vientos
pasionales, los contubernios judeo-masónicos y
la pertinaz sequía. Pero hoy renace el Imperio de
España y por eso cantamos:
(Los niños se ponen de pie, de cara a la
pizarra.)
80
TODOS.Prietas las filas,
recias, marciales
nuestras escuadras van
cara al mañana
que nos promete
patria, justicia y pan.
Mis camaradas
fueron a luchar,
el gesto alegre
y firme el alemán
(Los niños giran de cara al público.)
ALBERDI.- En el Prietas las filas el alemán
era firme, en el Cara al sol era imposible.
ARTOLA.- No había forma de aclararse.
BRIONES.- Y nadie nos decía qué coño
pintaba tanto alemán en nuestras canciones.
(Giran de cara a la pizarra y acaban de
cantar.)
TODOS.busca el imperio
que ha de llevarte
por cielo y mar.
INSPECTOR.- Muy bien, sentaros. ¿Cómo
se llama el hombre destinado por Dios a salvar
a España?
81
(El INSPECTOR se encuentra en el lateral
derecho, de espaldas a los niños. Éstos
vuelven a girar los pupitres.)
NIÑOS.- Francisco Franco
INSPECTOR .- (A AGUIRRE,
mosqueado.) ¿Y qué más?
muy
AGUIRRE.- Y Bahamonde.
INSPECTOR.- (A ARTOLA.) ¿Qué es
España hoy en día?
ARTOLA.- Un estado...
(AGUIRRE se lo chiva.)
totalitario.
INSPECTOR.- Totalitario, bien, pero qué
más...
ARTOLA.- Totalitario, pero... pero que muy,
muy totalitario.
INSPECTOR.- ¡No, hombre, no! Totalitario,
pero cri...
ARTOLA.- Cri... cri... ¡Criminal!
INSPECTOR.- ¡Salvaje!
ARTOLA.- ¡Criminal salvaje!
INSPECTOR.- (Desencajado.) A ver, ¿quién
lo sabe?
AGUIRRE.- Totalitario, pero cristiano.
INSPECTOR.- Exacto. (A ARTOLA,
echándole una bronca.) Que es el bueno, el que
conduce a la prosperidad de la Patria y al
bienestar de los individuos. No como el estado
totalitario marxista, que rebaja a los hombres a
la categoría de bestias a cambio de placeres
sensibles, ¿estamos?
82
(ARTOLA llora.)
Tranquilo hombre, tranquilo, que no es para
tanto. Un fallo lo tiene cualquiera... ¡Tranquilo!
¡Tranquilo! (Le da una bofetada en el cogote a
AGUIRRE.) ¿Cómo conduce Franco el Estado?
(Va hacia la mesa del profesor.)
AGUIRRE.- (Al público.) Ahí me había
pillao.
INSPECTOR.- Chicos, chicos...
(Va hacia la mesa. Queda de espaldas. Gira
de golpe para pillarlos in fraganti moviendo
los pupitres, pero el intento es fallido.
Vuelve a la mesa y coge un libro. Nuevo giro
de los pupitres, hacia la izquierda.)
Esta la teníais que sa... (De cara a los niños. Ve
que han movido los pupitres. Fuera de sí.)
¡Mecagüen Rusia! (Intenta calmarse.) Franco
conduce España por medio de consignas, que
saca de los mismos símbolos del
nacionalsindicalismo. Por ejemplo, Franco se
queda mirando la bandera de la Falange. (A
ALBERDI.) Por cierto, ¿cuál es el nombre
completo de la Falange?
ALBERDI.- (De corrido.) Fetidelasjons.
INSPECTOR.- Exacto, FET y de las JONS.
(A TODOS.) ¿A qué corresponden estas siglas?
BRIONES.- Falange.
ALBERDI.- Española.
AGUIRRE.- Carlista.
INSPECTOR.- ¡No! ¿Dónde hay una C? ¡Es
una T, una T de tarugos!
ARTOLA.- (Leyéndolo de un libro.)
Tradicionalista. (Esconde el libro.)
83
INSPECTOR.- Bien, así me gusta, que estés
atento. Un pirulí por saberte la respuesta. (Se lo
da.) Vayamos por el segundo término... y de
las...
AGUIRRE.- Juventudes
BRIONES.- Obreras
ALBERDI.- Nacionales
ARTOLA.- Socialistas
INSPECTOR.- ¡Pero, cómo socialistas, cómo
socialistas...! Trae aquí el pirulí. (Se lo arranca
de las manos.) Uyuyuyuyuy... Como no me
descifréis eso de las JONS, aquí va a pasar algo
muy gordo. (A AGUIRRE, amenazador.)
Juntas...
AGUIRRE.- Obreras.
INSPECTOR.- ¡De obreras, nada! De
Ofensiva...
BRIONES.- (Leyéndolo de un libro.
Inmediatamente se lo pasa a ALBERDI, que
lo esconde.) Nacional-sindicalista.
INSPECTOR.- ¡Por fin! (A AGUIRRE, fijo
a los ojos.) Falange Española Tradicionalista y
de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista.
¿Estamos?
AGUIRRE.- ¡A ver!...
INSPECTOR.- Sigamos. (A AGUIRRE.)
¿Cómo es la bandera de la gloriosa Falange?
AGUIRRE.- Rojinegra con franjas verticales.
INSPECTOR.- ¡Muy bien, hombre, muy
bien!
(AGUIRRE se pone tan contento que le
ofrece la mano. El INSPECTOR no se la da.)
84
Pues Franco enseguida se da cuenta de que eso
quiere decir que la autoridad se ejerce de arriba
a abajo, y que debe hacerse lo que quieran los
mejores, no los más.
AGUIRRE.- (Pelota.) ¡Natural!
INSPECTOR.- (A ALBERDI.) ¿Tú qué ves
cuando miras el yugo y las flechas?
ALBERDI.- ¿Yo?
INSPECTOR.- Sí, tú. ¿Quién va a ser? ¿Tú
qué ves cuando miras el yugo y las flechas?
(ALBERDI no entiende. Ante la situación
tensa, le da por sonreír.)
¡Hay que joderse con el sonrisas! ¿Que qué
ves...? (Señalando el escudo de su camisa.)
¡Míralo, hombre, míralo!
ALBERDI.- Un yugo así y unas flechas así...
INSPECTOR.- ¡Bien!
ALBERDI.- ¿Sí?
INSPECTOR.- Tú, como el común de los
mortales...
ALBERDI.- ¡Ay, menos mal!
INSPECTOR .- Pero Franco, no. Franco ve
en ello una cruz, que significa que somos en
Cristo. En las flechas ve sueños imperiales, y en
el yugo, disciplina. En el azul ve un color entero,
serio y proletario, porque la Falange es rotunda,
varonil y firme. Por eso Franco ha hecho a
España UNA, con letras mayúsculas, porque
España no tiene más que una voluntad, una
doctrina, una obediencia, y un caudillo.
ARTOLA.- Oiga, que eso, sumado, da cuatro.
85
INSPECTOR.- (Se le acerca furioso.)
¡Silencio! La ha hecho GRANDE, porque vamos
a extender nuestro imperio espiritual por todos
los pueblos hispánicos y por África. Y es LIBRE
porque no está esclavizada a los estados judíos
y capitalistas, a las democracias portadoras en su
propia organización del germen de su
destrucción. Porque encomendar al pueblo, que
no ha estudiado ni aprendido el difícil arte de
gobernar, la responsabilidad de dirigir un
Estado, es una insensatez o una maldad. Y luego
pasa lo que pasa, que aparecen los partidos
políticos, que se dedican a luchar entre sí y
fundan el parlamento, que es una institución
corrompida y corruptora, asilo de presidiables y
ladronera de piratas.
(ARTOLA aplaude. El INSPECTOR se le
acerca.)
Anda, quédate con el pirulí. Por eso, os exijo
que defendáis el buen nombre de España contra
las calumnias extranjeras y contra la envidia de
los malos españoles, que, envenenados por la
perfidia liberal de Inglaterra y el materialismo
de Rusia, pretenden socavar la unidad de la
Patria.
(ARTOLA se ha quedado ensimismado, con
el pirulí en la boca y la vista perdida.)
Y tú, ¿dónde coño estás mirando?
(ARTOLA le devuelve el pirulí.)
Anda, quédatelo, que ya está chupao. (A todos.)
La vida es una guerra. Todos los hombres somos
soldados. (Viendo a BRIONES, tan debilucho.)
Y no es posible luchar si se carece de fuerza y
de salud. ¡Apartaos de los vicios, rechazad los
excitantes como el café, el tabaco, el alcohol, los
86
periódicos, la política y el lujo que minan
nuestra salud y gastan nuestro organismo! (Se
toma un respiro, al borde del infarto.)
AGUIRRE.- (Al público.) Esto se lo tengo
que comentar yo a mi padre, que anda pachucho
y lo mismo es de leer el periódico.
INSPECTOR.- (Retomando el mitin.)
Dedicaros en cuerpo y alma a la tarea que nos ha
encomendado la historia: salvar la civilización
occidental, ser su reserva espiritual y acercarnos
por el Imperio hacia Dios. ¡Por eso, puestos en
pie, cantemos brazo en alto!
TODOS.Cara al sol,
con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte
si me lleva
y no te vuelvo a ver,
formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
imposible el alemán ya está.
(Los niños giran de cara al público.)
ALBERDI.- ¿Ven ustedes cómo en ésta
también salía el alemán?
AGUIRRE.- Y lo de por tierra, mar y aire,
que salía en todas.
ARTOLA.- Pero eso era más fácil de
entender. Porque el Generalísimo era
generalísimo de los tres ejércitos: tierra, mar y
aire.
BRIONES.- Un solo general para tres
ejércitos verdaderos. ¿A qué me suena esto?
87
(Vuelven a alzar el brazo y acaban la
canción.)
TODOS.Arriba escuadras a vencer,
que en España empieza a amanecer.
(Oscuro.)
88
Siguiente ö
ESCENA X: EPÍLOGO
August 8, 2001
Los cinco personajes en la corbata, con las
gabardinas en un brazo.
BRIONES.- (Al público.) Bien es verdad que
han pasado los años.
ALBERDI.- A saber qué habrá sido de la
familia del ejercicio 720, tan hospitalaria ella.
JÁUREGUI.- O mejor saber, ¿qué hicieron
ellos con los parientes que un buen día se
presentaron y permanecieron «64 días» de
visita?
ARTOLA.- ¿Y qué será de aquel obrero que
se gastaba la doceava parte de su salario en la
taberna?
AGUIRRE.- ¿Aquél? ¡Cirrótico perdido!
ARTOLA.- ¿Y de Pilarín?
TODOS.- Uy, Pilarín...
JÁUREGUI.- Creo que algún benefactor le
puso un estanco.
ALBERDI.- ¡Cuánto han cambiado las cosas!
ARTOLA.- Sí, pero algunas siguen vigentes:
la Santísima Trinidad, por ejemplo.
BRIONES.- Y eso que, después de las
bofetadas que nos costó aprender aquel misterio
del triángulo, el corderillo y la paloma con sus
respectivos parentescos, llega un tal Giménez
Caballero y dice:
AGUIRRE.- «Franco es el Hijo del Padre
Todopoderoso».
ARTOLA.- ¡Y nosotros sin enterarnos!
89
JÁUREGUI.- Además, Pilar Primo de Rivera,
sin duda escamada por la tibieza de la frase
anterior, apuntillaba: «Franco es nuestro señor
en la tierra».
ALBERDI.- Y Millán Astray, tuerto y todo,
veía las cosas con claridad meridiana cuando
decía: «Franco es el enviado de Dios».
BRIONES.- Pero el colmo fue cuando
Fernández de Córdoba afirmó estar totalmente
convencido de que: «Franco es el niño Jesús en
el portal de Belén».
TODOS.- ¡Toma!
ARTOLA.- Y así, atando cabos, descubrimos
que la Santísima Trinidad era realmente una
Cuaternidad.
AGUIRRE.- No hemos levantado cabeza
desde entonces, máxime cuando Carrero Blanco
reveló: «Franco es un regalo que nos hace la
providencia cada tres o cuatro siglos».
JÁUREGUI.- ¡Manda cojones! ¡Y nos tuvo
que tocar a nosotros!
ALBERDI.- Aunque tal vez el «regalito» lo
compartamos con varias generaciones venideras.
BRIONES.- Sí, porque algo nos dice que
Fernández Miranda, el más lúcido y
reivindicado de aquellos apóstoles, sabía muy
bien a qué se refería cuando le tocó el turno de
largar su frase...
TODOS.- «Franco seguirá con nosotros por
los siglos de los siglos».
BRIONES.- ¡Y mucho nos tememos que
tuviera razón!
(Se ponen las gabardinas. Van todos hacia
el fondo, desapareciendo detrás de la
pizarra, menos ALBERDI, que se sienta al
piano.)
90
ARTOLA.- Bueno, eran otros tiempos.
AGUIRRE.- O no eran otros tiempos. ¡Vete
tú a saber...!
(ALBERDI empieza a tocar Suspiros de
España. Queda iluminada únicamente la
zona del piano. Por encima de la música, en
off, se oye...)
VOZ EN OFF.- Alberdi se hizo emigrante y fue
testigo del famoso «milagro» alemán. Allí
trabajó para el imperio de la Mercedes Benz,
consiguiendo una jubilación anticipada por
incapacidad permanente.
(Aparece BRIONES. Se coloca detrás del
piano.)
A pesar de sus dificultades con el catecismo,
Briones acabó pasando por el Seminario,
doctorándose en Teología por Lovaina. Luego
ocupó una vacante en el barrio de Txurdinaga,
donde tomó conciencia social afiliándose al
Partido Comunista en 1973, año en el que
ahorcó los hábitos para casarse. Actualmente
ocupa un puesto en la Consejería de Cultura del
Gobierno Vasco.
(Aparece AGUIRRE. Se une a BRIONES.)
Aguirre puso una taberna. Trabajó duramente e
hizo fortuna, abriendo después un restaurante
que se convirtió rápidamente en una referencia
inexcusable dentro de la gastronomía vasca. Sin
abandonar la gastronomía, actualmente, es el
principal accionista de una conocida cadena de
reparto de pizzas a domicilio.
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(Aparece JÁUREGUI y se une a los
anteriores.)
Jáuregui hizo sus pinitos de torero en
Salamanca, donde estudió. Pero el revolcón de
un novillo le metió un susto del que todavía no
se ha repuesto. Fue incapaz de acabar la carrera,
y su padre, harto de tanta juerga estudiantil, lo
colocó en su fábrica, donde hoy ocupa el puesto
de «el hijo del dueño».
(Aparece ARTOLA. También él se coloca
detrás del piano.)
Tras una estancia en la cárcel por posesión de
propaganda ilegal, ARTOLA acabó por hacerse
andarín. Su afición a la montaña le llevó a una
de las más famosas expediciones al Himalaya.
Actualmente dirige una agencia especializada en
deportes de aventura con la que organiza
expediciones al Aconcagua por encargo de la
ONCE.
La biografía del resto de los personajes que han
aparecido en esta historia fue tan contradictoria
a partir de 1975 que sería demasiado largo
contarla.
(Oscuro.)
FIN
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