El Florido Pensil por Andrés Sopeña Monsalve - Sopeña Monsalve, Andrés, El Florido Pensil: memoria de la escuela nacionalcatólica, Barcelona, Crítica, 1994. - Dramaturgia: Tanttaka Teatroa Dirección: Juan Antonio Ríos Coordinación: Susana Pardo Corrección: Soledad Guillem Maquetación: Fina Carrión Diseño: Mª Elena Sáez Imágenes: Mamen López Colaboración: Óscar Pina Tanttaka PRÓLOGO El florido pensil es una invitación a la sonrisa. Pero porque nos habla de un pasado aparentemente alejado de nuestra realidad actual. Quienes reímos recordando episodios de nuestra infancia en la escuela del franquismo también sentimos un escalofrío cuando pensamos en aquellos tiempos. Andrés Sopeña no nos propone un ejercicio de nostalgia bobalicona al modo de algunos programa televisivos sino una forma lúdica, agradable gracias al humor, de ejercer la siempre necesaria memoria histórica. Mediante la misma comprendemos el absurdo de un sistema educativo autoritario. Un absurdo incrementado por el paso del tiempo, pero que durante cuarenta años fue un dogma impuesto por la fuerza. Y padecido por quienes sentimos alivio al recordar con humor aquello que a tantos amargó. La memoria es selectiva. Afortunadamente, porque de lo contrario nos sentiríamos abrumados. Tendemos a recordar aquello que soportamos y el humor suele ser una buena ayuda para afrontar nuestro pasado. También tiene el riesgo de desvirtuar la realidad, pero El florido pensil lo sortea gracias a la fidelidad a unos textos, a unos hechos, que hablan por sí solos. Andrés Sopeña no ha necesitado explicar o subrayar nada para que tengamos una idea cabal de aquella escuela. Tampoco lo han hecho quienes con tanto acierto han adaptado al teatro lo que en principio fue una recopilación de textos. Pronto se dieron cuenta de que entre aquellas paredes de la escuela había material para crear una divertida obra que, con efecto catártico, nos traslada a un pasado que no conviene olvidar. Ni repetir, aunque sea bajo otras formas. El resultado ha sido un clamoroso éxito, uno de los mayores del teatro representado en España durante los últimos años, que corrobora el obtenido por el libro original y que ahora puede ser conocido por los usuarios de la Biblioteca Miguel de Cervantes gracias a la ejemplar generosidad de sus autores. No podemos sustituir la riqueza de la obra original ni el directo de unas representaciones en las que las carcajadas se contagian, pero esta edición digital puede ser una excelente invitación para que acudamos al libro o al teatro. En cualquier caso, recordemos aquella escuela y, para los más jóvenes, sólo cabe decir que nada es inventado y que lo insólito o lo absurdo en realidad se padeció sin tanto sentido del humor. Juan A. Ríos El florido pensil Andrés Sopeña Monsalve Dramaturgia de Tanttaka Teatroa PERSONAJES BRIONES ALBERDI ARTOLA AGUIRRE JÁUREGUI DON JUSTO DON SIMÓN DON SECUNDINO DOÑA JACINTA LOCUTOR MAESTRO SOLDEVILLA DON SALVADOR INSPECTOR y padres, madres, abuelos, abuelas, tíos, tías y hermanos de los escolares. La obra es una revisión actual de la educación franquista. Nos moveremos siempre a caballo de dos coordenadas temporales. La época vivida/la revisión actual. 1 La escenografía sugerirá una escuela de los años cincuenta. Tiene algunos elementos totalmente realistas; los pupitres, la bandera, encima de un entarimado que, en principio, delimita interior/tiempo recordado frente a proscenio y laterales que sugieren exterior/tiempo actual. La distribución de los pupitres juega a romper la lógica espacio-temporal; no es realista, es coreográfica y respeta y remarca los saltos en el tiempo. El vestuario es sencillo. Pantalones cortos. Medias altas. Las batas unifican la diversidad. Serán todas iguales, de color té. El piano es importante. La evocación musical nos introduce en la memoria. La música en directo refuerza la sensación de veracidad de la experiencia. Crea una atmósfera reconocible, nuestra «educación sentimental». Cinco adultos interpretan el papel de niños. Huir de la imitación de los tics más reconocibles como tópico del comportamiento infantil. No caer en el infantilismo. Ser infantiles significa jugar a revivir desde «dentro hacia fuera» aquella escuela. Realismo. Austeridad. El resultado es siempre la suma de dos factores. La situación y el comentario crítico. El paso de uno a otro se establece a través del contacto con el público. Siempre que los actores están en situación interpretan el papel de niños; cuando hablan hacia el público se produce la ruptura; el punto de vista es el del adulto y el tiempo, el actual. A pesar de la crudeza de lo narrado, la obra es la superación de una época que la distancia hace cómica. ¡Intérpretes, comportaros como actores; no como humoristas! ¡No caigáis en la comicidad a ultranza! 2 ESCENA I: PRÓLOGO EL FLORIDO PENSIL El escenario está formado por una tarima de madera con un pequeño escalón al fondo. A la izquierda -siempre del espectador- hay un mástil con la bandera de España arriada. A su lado, sobre el escalón, se encuentra la mesa del profesor y una silla. Encima de la mesa hay libros escolares y material diverso. Una gran pizarra ocupa toda la zona central, al fondo. De ella cuelga un mapa de España sin desplegar. A la derecha hay un piano con unos cuantos libros escolares encima, y un taburete. En el centro de la tarima, colocados ordenadamente, hay cinco pupitres de los años 50, de cara al público, con las batas escolares colgadas en el respaldo. Fuera de la tarima, a la derecha y en primer término, hay un perchero de madera. Al empezar la función se encuentran en escena, a contraluz, cinco hombres con gabardina. Son BRIONES, ALBERDI, ARTOLA, AGUIRRE y JÁUREGUI. ALBERDI, sentado al piano, toca una melodía. Los otros cuatro están situados detrás del piano. Cantan. TODOS.A la escuela que ya es hora, sin demora vamos pues. Nos lo exige, nos lo manda, la voz santa del deber. 3 (Después de cantar la estrofa dos veces alrededor del piano, se van acercando a la corbata, y la repiten por tercera vez a mayor volumen. Cada uno lleva, atados a una cuerda, un pizarrín y un ejemplar de la Enciclopedia Álvarez. Poco a poco se ilumina todo el escenario. Al acabar la canción, ALBERDI se les une.) BRIONES.- (Al público.) Cantábamos a la entrada y cantábamos a la salida. ALBERDI.- (Canta.) Colegio querido de mi corazón. TODOS.El Señor te guarde, quédate con Dios. ARTOLA.- Cantábamos los límites de España... TODOS.- España limita al norte con el mar Cantábrico. AGUIRRE.- ...y la tabla de multiplicar... TODOS.- 2x1=2, 2x2=4, 2x3=6... BRIONES.- Y los ríos, cabos y golfos... TODOS.- El Ebro nace en Fontibre provincia de Santander. JÁUREGUI.- Cantábamos las respuestas del Catecismo... TODOS.- Soy cristiano por la gracia de Dios... ARTOLA.- ...y cantábamos el himno de la Legión. TODOS.- ¡¡¡Joé!!! ARTOLA.- ¿Qué pasa? Entonces a mí me gustaba... (Canta.) 4 Soy valiente y leal legionario TODOS.- (Le siguen.) Soy soldado de brava Legión... AGUIRRE.- Lo cantábamos todo. ALBERDI.- ¡Hasta cantábamos el himno nacional! TODOS.- ¡Hombre, claro! ALBERDI.- Bueno, no tan claro, si se tiene en cuenta que el nuestro debe ser de los pocos himnos, si no el único, que no tiene letra. JÁUREGUI.- Pero entonces sí la tenía. BRIONES.- Mejor dicho, las tenía, que había letras para elegir. JÁUREGUI.- La de Eduardo Marquina, por ejemplo. ALBERDI.- También estaba la de José María Pemán, menos incendiaria, pero... ¿qué exigía? TODOS.- ¡Joé! ¡Levantar el brazo! JÁUREGUI.- Sin embargo, en el colegio, cantábamos una versión... AGUIRRE.- Anónima, ella... ALBERDI.- Que venía recogida en la Enciclopedia Álvarez. (La enseñan al público y empiezan a cantar el himno nacional. Mientras lo hacen, realizan un ejercicio de fregolismo, quedando en ropa escolar de los años 50.) TODOS.¡Viva España!, mi Patria esclarecida, madre sin igual, compendio del honor. 5 ¡Viva España!, solar de noble vida, regio pedestal de Cristo Redentor. Fuiste de glorias florido pensil: hoy reverdecen a un impulso juvenil. Veinte naciones coronan tu sien: ¡Arriba España! Raza invicta es tu sostén. BRIONES.- Miles y miles de veces pasamos inmaculados, a voz en grito por él: TODOS.- (Cantando.) Fuiste de glorias florido pensil. ARTOLA.- Sin la menor idea de lo que pudiéramos estar berreando. AGUIRRE.- Y sin la más mínima curiosidad por averiguarlo, la verdad sea dicha. JÁUREGUI.- Pero en esta frase, en el recuerdo de su repetición tonta y mecánica, encontramos, sin embargo, el símbolo inefable de aquella escuela, la cifra del caos aparente. ALBERDI.- La «lógica» de tanta y tanta sandez. BRIONES.- Y es que está todo ahí, en el florido pensil. TODOS.- ...de las narices. (Empiezan a recitar una oración mientras cuelgan las gabardinas en el perchero, se dirigen a sus respectivos pupitres y se ponen las batas escolares.) TODOS.Iluminad, Señor, nuestro entendimiento y moved nuestra voluntad, para que, 6 estando con la debida atención, aprendamos las cosas que se nos enseñan para nuestro provecho espiritual y temporal. Lo que os pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 7 Siguiente ö ESCENA II: MATEMÁTICAS Los cinco, cada uno en su pupitre, resuelven un problema. ARTOLA.- (Se levanta.) Señor Maestro, ya está, la respuesta es: ningún caramelo, y Pilarín es tonta. BRIONES.- (Se levanta, imitando al maestro.) Dos palmetazos: ¡plas! TODOS.- ¡Ay! BRIONES.- Y ¡plas! TODOS.- ¡Ayyy! BRIONES.- Y te quedas sin salir al recreo. (Se sienta.) JÁUREGUI.- ¡No veas! ¡Por culpa de Pilarín, la niña esa! (Se sienta.) ARTOLA.- (Al público.) Yo repasé con los dedos por si me había equivocado. (Cuenta.) A ver, dos caramelos que dio a su hermanita... TODOS.- ¡Bien! ARTOLA.- ...más un caramelo que dio a su primito... TODOS.- ¡Bien! ARTOLA.- ...suman tres caramelos. TODOS.- ¡Sí señor! ARTOLA.- Y si tenía tres caramelos y dio tres caramelos, pues no le quedó ningún caramelo a Pilarín... TODOS.- ¡Claro! ARTOLA.- ¡Y era más tonta que Abundio! 8 TODOS.- ¡Tiene razón! JÁUREGUI.- Hombre, si les hubiera dado uno a cada uno le habría sobrado otro para ella. Y eso es lo que hay que hacer cuando tú tienes tres caramelos, y tu hermanita y tu primito, ninguno. ALBERDI.- Sobre todo si los puñeteros se enteran y se lo dicen a tu madre. ARTOLA.- Pero el problema no dice nada de eso. JÁUREGUI.- A lo mejor es que le faltan datos. ARTOLA.- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! AGUIRRE.- Igual Pilarín es diabética como mi tía y no puede tomar dulces. ARTOLA.- Pero eso no puede ser AGUIRRE.- ¿Por qué? ARTOLA.- Porque entonces en el ejercicio tendría que poner: «Un asesino da tres caramelos a una niña diabética que se llama Pilarín». BRIONES.- Ya sé, ya sé... ¿A que es una de esas niñas asnegadas...? ALBERDI.- (Interrumpiéndolo.) ¿Lo qué? AGUIRRE.- Negadas BRIONES.- ¡No, Aguirre, as-negadas! JÁUREGUI.- Que no Briones, que no se dice asnegadas. Se dice ab, abnegadas. ARTOLA.- ¿Y eso qué quiere decir? JÁUREGUI.- Y yo qué sé... BRIONES.- Bueno, ¿a que es una de esas niñas aleladas... TODOS.- ¡¡¡Ah!!! 9 BRIONES.- ...que salen en las lecturas con paralís en una pierna, la madre enferma y toda la pesca? TODOS.- (Concluyendo.) ¡Pilarín! (BRIONES se levanta, va hacia la mesa y se pone una bata larga que había en la silla. A partir de ahora hará de maestro.) ALBERDI.- (Al público.) Adolfo y Emilio también nos cayeron gordos enseguida. JÁUREGUI.- Por culpa del 73. MAESTRO.- (Con un libro en las manos.) A ver, niños, ejercicio 73. (Los niños giran con sus pupitres de cara a la pizarra.) Para mañana, vais a hacer como Adolfo y Emilio. Tomad muchas piedrecitas y con ellas formad montones de una, dos, tres o más decenas. NIÑOS.- (Al público.) ¡¡¡Joé!!! ARTOLA.- ¡No veas, toda la tarde cogiendo piedras! AGUIRRE.- Y los amigos: (JÁUREGUI, ARTOLA y ALBERDI se acercan a AGUIRRE.) JÁUREGUI.- Eh, Aguirre... (Se añaden ARTOLA y ALBERDI.) 10 ¿Qué haces? AGUIRRE.- Aquí con las piedras... haciendo unas decenas. JÁUREGUI.- ¡Vale, chaval! (Vuelven a sus pupitres.) ALBERDI.- (Al público.) A pique de que te pongan de mote «el decenas» o «el piedras» para toda la vida. AGUIRRE.- Por lo visto Adolfo y Emilio no tenían amigos. JÁUREGUI.- (Acercándose a la corbata.) Pues no veas cómo se puso mi madre. MADRE.- (BRIONES haciendo de madre, con la misma bata del maestro y un gorro de baño en la cabeza.) Pero este desalmado... ¿Se puede saber qué traes ahí? JÁUREGUI.- Piedras. MADRE.- Pero ¿tú quieres acabar conmigo o qué? ¿Es que nunca se te va a ocurrir nada bueno o qué? JÁUREGUI.- ¡Que no, mama! Son los deberes. Tengo que contarlas. MADRE.- No, si es que encima me va a tomar por tonta. Anda, tira para la calle y suelta esa porquería. ¡Qué purgatorio de chiquillo, chica! ¡Qué asco! JÁUREGUI.- (Al público.) Y lo peor es que, en aquella ocasión, mi madre tenía razón. (Vuelve a su pupitre.) AGUIRRE.- Por lo visto, Adolfo y Emilio, aparte de no tener amigos, eran huérfanos. ARTOLA.- Pues la cosa se va a poner más fea cuando lleguemos a las centenas y los millares. 11 AGUIRRE.- ¿Pues...? ARTOLA.- Recoge muchas piedrecitas y agrúpalas en montañas de mil... dos mil... tres mil... ALBERDI.- (Al público.) El maestro decía: MAESTRO.- El saber no ocupa lugar y todo lo que estudiéis ahora os será de utilidad el día de mañana. ALBERDI.- Pero yo comenté en casa que el día de mañana no quería ser contador de piedras, y a todos les pareció bien. JÁUREGUI.- Es que muchos problemas estaban mal planteados. El 74, por ejemplo: MAESTRO.- (Lee.) En un cesto hay 36.584 huevos ¿Cuántos pares de huevos contiene? NIÑOS.- (Giran de cara al público con los pupitres.) 18.292. ARTOLA.- (Levantándose.) Imposible. TODOS.- ¿Eh? ARTOLA.- Por los huevos de abajo. JÁUREGUI, AGUIRRE y ALBERDI.¡¡¡Joé!!! BRIONES.- (Acercándose a ARTOLA. Los demás ríen a escondidas.) ¿De qué huevos habla, Artola? ARTOLA.- 36.584 huevos son una barbaridad, todos los de abajo estarían aplastados (Risas más fuertes.) y, además, a ver cómo es el cesto, que encima estaría chorreando por todas partes. ALBERDI.- (Al público.) Cuando todos temíamos por la integridad física del Artola, va el maestro y dice: MAESTRO.- Tiene razón, Aguirre. (Le da un pescozón.) ¿Quién va a llevar un cesto tan enorme poniéndose perdido? 12 ARTOLA.- (Al público.) La tonta de Pilarín. (Se sienta.) Bueno, esto no lo dije, pero lo pensé. JÁUREGUI.- Con la mayoría de los problemas pasaba lo mismo: o les faltaban datos, o estaban mal planteados, o no podías comprobarlos. MAESTRO.- (Lee.) Dos caminantes se dirigen uno hacia el otro. (Los niños giran el pupitre de cara a la pizarra.) La distancia entre los puntos de partida es de 648 kilómetros. AGUIRRE.- (Al público.) ¡Pues vaya una cita! (Vuelve a mirar al profesor.) MAESTRO.- Uno anda 25 kilómetros por día y el otro 23 1/3. ¿Cuántos días tardarán en encontrarse? AGUIRRE.- (Al público.) Hombre, no te ibas a echar a la carretera para comprobar si un individuo era capaz de pasarse la vida recorriendo 23 y 1/3 kilómetros diarios. ALBERDI.- Y sin más fuste que el de encontrarse con otro peatón que había salido de un punto situado a seiscientos y pico kilómetros. JÁUREGUI.- Y es que todas las excursiones eran como el camino de Santiago... ARTOLA.- Hasta que un día nos enteramos del porqué del frenesí andante. MAESTRO.- (Lee.) Un andarín gana 614,50 pesetas por cada kilómetro que recorre. Según esto, ¿cuánto vendrá a ganar por cada hectómetro recorrido? NIÑOS.- (Giran de cara al público con los pupitres.) ¡Joé, qué chollo! 13 AGUIRRE.- Yo eché cuentas y con cruzar la calle ya tenía para chicle y cacahueses. Bueno, y con subir y bajar el paseo, ya ganaba más que mi padre en un mes. Por eso, aquella noche, cuando en la cena dije que de mayor quería ser andarín, a todos les pareció muy bien. JÁUREGUI.- Claro que tampoco son malas profesiones las de lechero o tabernero. Porque el agua de la fuente es gratis y... (Giran con el pupitre de cara a la pizarra.) MAESTRO.- (Lee.) Si a 50 litros de leche le echas 15 de agua... (Los niños vuelven a girar de cara al público.) JÁUREGUI.- Como dice el 64; pues haces una pasta gansa. ALBERDI.- Para eso, mejor ser tabernero, porque al vino también se le echa agua y en el consumo no hay ni comparación. Porque de leche ¿qué?, un vasito a lo sumo. Pero de vino... JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.¡Joé...! MAESTRO.- (Lee.) Una familia gasta 4 litros de vino diarios. (Los niños giran con los pupitres de cara a la pizarra.) ¿Cuánto dinero invertirá a la semana si lo compran por barriles de 540 litros, a 540 pesetas cada barril? 14 (Cada niño va girando de cara al público durante su intervención.) AGUIRRE.- ¡Por barriles! ¡Lo compran por barriles! ARTOLA.- Cuando comenté en casa que a lo mejor me hacía tabernero, a todos les pareció bien; sin entusiasmo, pero bien, bien. ALBERDI.- Lo que seguro, seguro, no queríamos ser de mayor era jornaleros. JÁUREGUI.- Lo decidimos al llegar al 203. (Giran todos de cara a la pizarra.) BRIONES.- Un jornalero gana 58 pesetas a la semana. Si gasta 168 pesetas al mes ¿cuánto le queda de lo ganado? (Los niños se reúnen, aguantando sus pupitres, en el centro del escenario. Deliberan.) JÁUREGUI.- Oye, pues una mierda. (Vuelven a su sitio. De cara al público.) ARTOLA.- Pues salía que ganaba... NIÑOS.- 7 pesetas diarias. AGUIRRE.- Esto no lo pedía el maestro, pero nosotros lo calculamos. ALBERDI.- 7 pesetas era lo que costaba un kilo de arroz. 15 JÁUREGUI.- Y encima le sobraba dinero al tío. AGUIRRE.- Que lo mismo no sabía en qué invertirlo. ARTOLA.- (Se levanta y enseña el bolsillo del pantalón vacío.) A mí me parecía que en casa estábamos siempre a la cuarta pregunta. AGUIRRE y ALBERDI.- ¡Ya! AGUIRRE.- (Mismo juego.) Y en la mía. ARTOLA y ALBERDI.- ¡Ya! ALBERDI.- (Mismo juego.) Y en la mía. ARTOLA y AGUIRRE.- ¡Ya! (Los tres niños miran a JÁUREGUI.) JÁUREGUI.- ¡No, no, en la mía también, eh! ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.(Incrédulos.) ¡Sí, ya...! ARTOLA.- Pero en los ejercicios todo el mundo ahorraba. Hasta que en el 159 descubrimos cómo se hacía. (Giran de cara a la pizarra.) MAESTRO.- (Lee.) ¿Cuánto debo en total si adeudo... (Va apuntando las cifras en la pizarra. ARTOLA se va acercando poco a poco a JÁUREGUI para copiarle el ejercicio.) 16 ...205 pesetas al panadero, 112 al carnicero, 150 al sastre, 320 al casero, (Sin girarse.) ¡ARTOLA, que le veo! (Éste se queda quieto, disimulando.) ...y 9 al cartero? (Cada uno va girando con el pupitre de cara al público durante su intervención, y se trasladan a primer término.) AGUIRRE.- ¡Al cartero! ¡El tío le debe hasta al cartero! ALBERDI.- Mi padre me preguntó si ponía también lo que el panadero, el carnicero, el sastre y el cartero pensaban hacer con el jeta ése. JÁUREGUI.- Como siempre, el problema estaba mal planteado porque más lógico que preguntar cuánto debo hubiera sido que preguntara... ARTOLA.- ¿Dónde me escondo? NIÑOS.- ¡¡¡Claro!!! ALBERDI.- Pero nada, oye, el personal tan tranquilo; que cuando la cosa viene achuchada, pues... NIÑOS.- Se quita de aquí y se pone de allí. MAESTRO.- (Mientras lee, se acerca donde están los niños.) Mi amigo Lorenzo me prestó 125 pesetas, (Los niños giran de cara a la pizarra; pero, al no ver al maestro, vuelven a la posición anterior.) 17 con lo cual pude pagar una deuda de 280 y me sobraron 45. ¿Cuánto tenía primero? AGUIRRE.- (Al público.) Primero, lo que se dice primero, el tío tenía un morro que se lo pisaba... JÁUREGUI.- ...que le sacó 9 duros más al amigo. ARTOLA.- Pues nada hombre, a vivir en plan rumboso y que no decaiga. ¡Como los toreros! MAESTRO.- (Mientras lee, se traslada de izquierda a derecha del escenario. Los niños le persiguen con los pupitres. Acaban quedando en fila india, en el centro.) Un torero ha cobrado 20.600 duros por torear durante hora y media. Si de ellos ha tenido que pagar 18.000 pesetas a la cuadrilla, ¿cuántas pesetas ha ganado por segundo? ARTOLA.- (Al público.) ¡Cobra en duros y paga en pesetas! ALBERDI.- Eso es lo mío. JÁUREGUI.- Y lo mío. AGUIRRE.- Pues cada olé le debe salir a cien duros, lo menos. JÁUREGUI.- Cuando aquella noche, en la cena, dije que de mayor quería ser torero, mi madre comentó: MADRE.- (De nuevo con el gorro de baño.) ¡Cariñooo! (Se acerca. Al público.) Por fin este hijo mío dice cosas normales. NIÑOS.- Y... ¡OLÉ! (Oscuro. Suena España Cañí.) 18 Siguiente ö ESCENA III: CATECISMO En escena, cuatro pupitres en fila india, tal y como quedaron en la escena anterior. BRIONES, ARTOLA, JÁUREGUI y AGUIRRE permanecen al lado, de pie. Cantan acompañados al piano por DON SIMÓN. TODOS.La virgen bendita sonríe de amor, al ver que los niños hacen oración. Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María. Del cielo ha bajado la Madre de Dios, cantemos el Ave a su concepción. Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María. AGUIRRE.- (Al público.) A la clase de catecismo le teníamos más miedo... que a una vara verde. La daba... NIÑOS.- ¡Tantatachán...! AGUIRRE.- ...Don Simón. (DON SIMÓN se levanta del taburete. Se acerca a los alumnos con un libro de catecismo en las manos.) BRIONES.- Y después de los coros venían las danzas. Don Simón se paseaba en silencio durante un rato... 19 (Se sientan.) ...y de repente, señalaba a uno y le espetaba... (Cada vez que son preguntados, los alumnos se ponen de pie.) DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿Quiénes son ellos? JÁUREGUI.- Los Apóstoles ARTOLA.- (Al público.) «Ellos» siempre eran los Apóstoles. DON SIMÓN.- ¿Qué es orar? JÁUREGUI.- Orar es levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes. DON SIMÓN.- (A AGUIRRE.) ¿Cómo se vence la carne? AGUIRRE.- Con asperezas y ayunos. DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿Quiénes son ellos? BRIONES.- Eh, eh... estas... las... JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.(Chivándoselo.) Los Apóstoles. BRIONES.- Los Apóstoles. (Se sienta.) ¡Uf...! DON SIMÓN.- Decidme, Artola ¿Cómo os llamáis? ARTOLA.- Bixente. DON SIMÓN.- Pero, ¿cómo pone en el libro, eh? ¿Cómo pone en el libro? (Lee.) Decid, niño ¿cómo os llamáis? 20 ARTOLA.- (JÁUREGUI, que está delante suyo, ha sacado el libro y, sin que lo vea DON SIMÓN, se lo enseña. ARTOLA lee.) El niño debe responder su nombre. Pedro, Juan, Francisco, etc... DON SIMÓN.- ¡Eso sí, eso sí! AGUIRRE .- (Al público.) Eso era exactamente lo que ponía en el catecismo. JÁUREGUI.- Y había que decirlo así, de carrerilla. AGUIRRE.- El catecismo siempre nos trataba de vos, pero Don Simón nos trataba de tú... NIÑOS.- Y a guantazos. JÁUREGUI.- Y nosotros a él de Padre: «Sí, Padre» por aquí... «Sí, Padre» por allí... ARTOLA.- Aunque no era cura... AGUIRRE.- Ni padre de ninguno de nosotros, (Mirando a BRIONES.) supongo... ARTOLA.- Salvo Jáuregui, raro era el día que no salías con la cara caliente. Y es que no podía ser de otra manera. DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿Quién es Dios? JÁUREGUI.- Dios es nuestro Padre que está en los cielos. BRIONES.- (Al público.) Y estaba bien. Lo decías y te librabas; pero, después, Don Simón te preguntaba... DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿Dónde está Dios nuestro Padre? JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.- Y Briones... BRIONES.- Pues en los cielos. JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.- Y Don Simón... 21 (Bofetada de DON SIMÓN.) ...plas, tortazo. BRIONES.- Que ya no estaba en los cielos, que se había ido; que ahora estaba... DON SIMÓN.- ¿Jáuregui? JÁUREGUI.- En todo lugar por esencia, presencia y potencia. BRIONES.- ¡¡¡Qué paciencia!!! DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿Por qué decís que está en los cielos? BRIONES.- No, no, si yo ya no lo digo. Es que me he equivocado. (Bofetada.) JÁUREGUI, AGUIRRE y ARTOLA.Y... plas, tortazo. DON SIMÓN.- ¿Jáuregui? JÁUREGUI.- Porque en los cielos se manifiesta más particularmente su gloria divina. BRIONES.- (A AGUIRRE, detrás suyo.) ¡Mira tú lo rápido que se ha vuelto al cielo, eh! ARTOLA.- (Al público.) Lo de los Dioses no me lo había estudiado, pero lo saqué por matemáticas. DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿El Padre es Dios? JÁUREGUI.- Sí, Padre. El Padre es Dios. ARTOLA.- (A JÁUREGUI, en voz baja.) ¿El padre de quién? JÁUREGUI.- No, ahora no, ¿eh? ¡Ahora no! DON SIMÓN.- (A AGUIRRE.) ¿El Hijo es Dios? AGUIRRE.- Sí, Padre. El Hijo es Dios. 22 DON SIMÓN.- (A BRIONES.) ¿El Espíritu Santo es Dios? BRIONES.- (Mirando a sus compañeros, que le hacen un gesto afirmativo.) Sí, Padre. El Espíritu Santo es Dios. ARTOLA.- (Al público.) El Briones ya le había pillao el truco. DON SIMÓN.- (A ARTOLA.) ¿Son por ventura tres Dioses? ARTOLA.- Tres exactamente. JÁUREGUI, AGUIRRE y BRIONES.Y, plas. (Bofetada.) ARTOLA.- ¡¡¡Monumental tortazo!!! DON SIMÓN.- (A JÁUREGUI.) ¿Veis vos que sea Dios trino y uno a la vez? JÁUREGUI.- Hombre... verlo... verlo... no. Pero créolo más que si viéselo. ARTOLA.- (Al público.) Claro, después de contemplar el guantazo que me había llevado, el Jáuregui creía ya hasta en que las vacas volaran, si menester fuéra-LO. AGUIRRE.- Es que daba igual que estudiáraste-LO... BRIONES.- ¡Anda que en los descansos no repasábamos-LO! DON SIMÓN.- Jáuregui, fíjese bien en quién habla y apúntemelo. (Sale.) AGUIRRE, ARTOLA y BRIONES.- (Al público.) ¡La próstata...! JÁUREGUI.- Estáis todos apuntados. AGUIRRE, ARTOLA y BRIONES.Pero si no hemos hablado. JÁUREGUI.- Ahora sí. 23 BRIONES.- Jáuregui, te doy cinco cromos si no me apuntas. JÁUREGUI.- Briones, tú con el libro y vigilando. BRIONES.- ¡Joé... siempre yo! (Coge el libro de catecismo y se sienta sobre un pupitre, JÁUREGUI ha cogido una pelota de trapo y, mientras repasan la lección, juega con ARTOLA y AGUIRRE.) JÁUREGUI.- A que te apunto ARTOLA.- ¡Apúntale! BRIONES.- (A AGUIRRE.) naturalezas hay en Cristo? ¿Cuántas AGUIRRE.- Sí, padre, perpetuamente. BRIONES.- No, ésa es la anterior. JÁUREGUI.- Una y divina. BRIONES.- Si esas son las personas. ARTOLA.- No, no, las personas son tres, que después del guantazo me lo he mirao. Una es un triángulo con un ojo dentro, (Coge un cartabón de la mesa del maestro y se lo pone delante del ojo.) otra una paloma... BRIONES.- ...el Espíritu Santo. ARTOLA.- Y la otra... ¡joé, la otra! Unas veces tiene forma de corazón y otras de corderillo. JÁUREGUI.- Según le pida el cuerpo. BRIONES.- (Leyendo.) Las naturalezas son dos, divina y humana, que lo dice aquí. JÁUREGUI.- Los entendimientos también son dos: divino y humano. 24 BRIONES.- ¡Muy bien, Jáuregui! ¿Cuántas memorias, Aguirre? AGUIRRE.- Pues dos también: divina y humana. BRIONES.- Pues una, pa que te enteres, (Leyendo.) porque en cuanto Dios, todo lo tiene presente. AGUIRRE.- ¿Cómo va a tener una memoria si tiene dos entendimientos? ¿Estás tonto? Se entiende con la cabeza... Si tiene dos cabezas, pues dos memorias. ARTOLA.- Pero ¿cómo va a tener Dios dos cabezas? AGUIRRE.- ¡Porque tiene dos naturalezas! Que lo ha dicho éste. (Señala a JÁUREGUI.) JÁUREGUI.- Que yo no he dicho nada. BRIONES.- (Al público.) Y todo era por el estilo de complicado. Siempre andábamos; igual sopapo va, sopapo viene. (Ve entrar a DON SIMÓN.) Eh, que viene, que viene. (Todos se sientan y entra el MAESTRO.) JÁUREGUI.- A veces era tanto el follón, que ni el maestro se aclaraba. (ARTOLA, el último de la fila, se esconde con la tapa del pupitre y empieza a comer una manzana.) DON SIMÓN.- ¡Qué alivio! Una persona muy cristiana entra en la iglesia y se dispone a comulgar; pero, de pronto se da cuenta de que, por distracción, no tomó agua bendita al entrar. (Ve a ARTOLA y se le acerca sigiloso.) ¿Puede comulgar? Caso de no hacerlo por temor a 25 cometer un sacrilegio, ¿qué clase de conciencia tiene? (Golpeando a ARTOLA en la cabeza con la tapa del pupitre.) ¿Artola? ARTOLA.- Yo creo conciencia. (Bofetada.) que tiene mala JÁUREGUI, AGUIRRE y BRIONES.Y, plas, tortazo. DON SIMÓN.- ¿Jáuregui? JÁUREGUI.- (No muy convencido.) Yo creo que tiene escrupulosa... conciencia ARTOLA.- (Creyendo errónea que se o ha equivocado.) Y, plas, tortazo. DON SIMÓN.- Quizás... ¿Aguirre? AGUIRRE.- (Por probar.) ¿Du-do-sa? ARTOLA.- Y, plas, tortazo. DON SIMÓN.- Podría ser... ¿Briones? ARTOLA.- (Al público.) Yo tenía la conciencia perpleja, que era el único que había cobrao. Aunque faltaba Briones. BRIONES.- Yo creo que si no ha desayunao sí que puede comulgar. Y beber todo el agua bendita que quiera. ARTOLA, JÁUREGUI y AGUIRRE.Y, plas, tortazo. (DON SIMÓN le da un tortazo y lo envía al lado de ARTOLA.) ARTOLA.- No, si el Briones y yo formábamos pareja artística, que cobrábamos a dúo, ¿eh, Briones? BRIONES.- ¡Joé! (Oscuro.) 26 Siguiente ö ESCENA IV: EL CURA Sábado por la mañana. En escena, cuatro pupitres, dos a cada lado, en dirección al centro de la corbata. Al EMPEZAR, ALBERDI, BRIONES, ARTOLA y JÁUREGUI entran por el lateral derecho, en fila india, con un libro en las manos. Cantan. TODOS.Habla libro mío, habla sin cesar lo que tú me digas nunca he de olvidar. Te leo con gusto y con afición marcando los signos de puntuación. Descanso en las comas cual se debe hacer, me paro en los puntos y aprendo a leer. Los interrogantes ya los hago bien, los admirativos los marco también y a cada palabra que leyendo voy su justo sentido de paso le doy. Habla libro mío, habla sin cesar lo que tú me digas nunca he de olvidar. (Se sientan en los respaldos de los respectivos pupitres.) BRIONES.- (Al público.) Los sábados por la mañana lo pasábamos estupendamente. 27 ALBERDI.- Venía al colegio Don Secundino, un cura obsesionado con la ortografía, que nos contaba unas historias preciosas que sacaba de un libro que se llamaba A los niños. Pláticas y ejemplos. ARTOLA.- Yo no sabía qué eran las pláticas, pero me enteré enseguida. Así llamaban los curas a los pellizcos. JÁUREGUI.- En latín, seguramente. BRIONES.- ¡Dejaban unos cardenales! ALBERDI.- Claro, ¡como que eran eclesiásticos! BRIONES.- Don Secundino predicaba en misa de una los domingos. (Imitándole. Los demás niños repiten todo lo que dice.) ¡Eeesas mujeres! ¡Que fuman! ¡Que se atreven a llevar pantalones! ¡Marimachos, eso es lo que sois! (Entra DON SECUNDINO, el cura, en sotana y por la corbata.) CURA.- (Al público.) Esas mujeres que os falta tiempo para quitaros la rebeca en cuanto salís de aquí, dejando los brazos al aire. ¡Impudicia! ¡Eso es pecado de impudicia! Ya vendréis a confesaros, ya. NIÑOS.- ¡Impudicia! ¡Eso es pecado de impudicia! Ya vendréis a confesaros, ya. (DON SECUNDINO sube a la tarima. Los niños se levantan. Empieza la clase.) 28 CURA.- Ave María Purísima... NIÑOS.- Sin pecado concebida María Santísima. CURA.- (Coge un libro de su mesa.) Muy bien chicos... (Les hace un gesto de que se sienten.) Hoy, como todos los sábados, vamos a proceder a la lectura... JÁUREGUI.- Padre, usted predica en San Francisco, ¿verdad? CURA.- Sí, hijo. ¿Oyes la Santa Misa allí? JÁUREGUI.- Todos los domingos, con mis padres. CURA.- Muy bien, hijo, muy bien. Así me gusta. Vamos a ver, niños... JÁUREGUI.- Pero yo nunca le he visto. CURA.- ¿A quién no has visto nunca? ¿A Dios Nuestro Señor? Dios Nuestro Se... JÁUREGUI.- No, a usted. Bueno, a Dios tampoco. Como siempre hay tanta gente... CURA.- Y, si no me has visto, ¿cómo me has reconocido? JÁUREGUI.- Por la voz aguardentosa. (El CURA se va hacia el alumno y le da un pellizco.) ARTOLA.- ¡Toma plática! CURA.- (Coge a JÁUREGUI por la patilla. Lo levanta en vilo.) Aguardentosa viene de aguardiente, y yo no bebo aguardiente, ¿te enteras? Yo tengo la voz ron-ca. (Se aleja.) ALBERDI.- (Al público.) ¿Qué más dará que sea de ron o de aguardiente? 29 ARTOLA.- Vaya plática tan tonta te has ganado, Jáuregui. CURA.- (Abriendo el libro.) Vamos a continuar con la lectura de aquellas dos hermanas que, por su vida licenciosa, ardieron vivas... ¡Briones! Proceda a la lectura. BRIONES.- (Se acerca donde está el CURA. Éste le pasa el libro. Empieza a leer, con dificultad y muchos errores.) Resbalo... CURA.- (Corrigiéndole.) ¡Resbaló! BRIONES.- Resbaló la pobrecita y cayo...ó en medio de las llamas. CURA.- Punto. BRIONES.- Prendio...ó el fuego en sus vestidos y en pocos momentos quedo...ó envuelta en una gran llamarada. CURA.- Punto y abre admiración. BRIONES.- ¡Ardía como la mecha de un cándil! CURA.- ¡Candil! BRIONES.- ...candil. Llego...ó la hermana, CURA.- Coma. BRIONES.- se abalanzo...ó sobre ella para socorrerla, CURA.- Coma BRIONES.- y las llamas crueles prendieron también en sus ropas; (Está cada vez más nervioso.) CURA.- Punto y coma. BRIONES.- Y ardían las dos hermanas. CURA.- Punto. BRIONES.- Estaba todo rodeado de llamas. CURA.- Punto. 30 BRIONES.- Sus mismos cuerpos parecían candentes ascúas. CURA.- (Desesperado.) ¡Ascuas! ¡Y punto y aparte, que no hay quien te aguante! (Le coge el libro. BRIONES vuelve a su pupitre. DON SECUNDINO lee.) Y el fuego avanzaba. Llamaban las pobres a su madre con unos aullidos espantosos. Y ella ¿las podía socorrer? ¡¡¡NO!!! Entre admiraciones. Y las llamas se cebaban en sus carnes blancas... (Señala a ARTOLA, inquisitivo.) ARTOLA.- Mayúsculas. CURA.- ¡Santo Cielo! (Señala a JÁUREGUI.) JÁUREGUI.- Esdrújulas, padre. CURA.- ¿Será posible? (Señala a ALBERDI.) ALBERDI.- Diptongo. CURA.- ¡Dios! BRIONES.- Yo ya sé, padre: Punto y aparte, que no hay quien te aguante. CURA.- ¡¡¡Puntos suspensivos!!! NIÑOS.- ¡Ah! (Dibujando en el aire los puntos suspensivos.) Toc, toc, toc. CURA.- Las llamas avanzaban implacables devorando sus entrañas, convirtiendo sus ojos en focos siniestros de luz. Cuando aquella noche la desventurada madre llegó a casa sólo encontró un montón de huesos calcinados... y punto final. JÁUREGUI.- Padre, pues a mí me han dicho que los niños no pueden condenarse al infierno. CURA.- (Acercándose peligrosamente a JÁUREGUI.) Niego. Niego rotunda y categóricamente que un niño no pueda condenarse. (Se le queda mirando.) 31 JÁUREGUI.- ¡Punto! CURA.- Si en materia grave quebrantan los mandatos divinos se condena y punto final... ¡FINAL! Y te traes la banqueta y todos al corrillo. NIÑOS.- ¡Bien! JÁUREGUI.- ¡Joé, qué día tiene! (JÁUREGUI coloca el taburete del piano en el centro de la escena. Los cuatro niños se sientan alrededor.) CURA.- Mirad, si no, lo que le ocurrió a Máximo Ochoa. (Se sienta en el taburete.) Máximo Ochoa fue el mejor alumno del colegio. Hijo de una de las más ilustres familias de la ciudad, rico y agraciado, tenía todo lo que un joven cristiano puede desear. Sacaba matrícula de honor en todas las asignaturas. ARTOLA.- ¡Como Jáuregui! JÁUREGUI.- ¡Qué! CURA.- Pero un día, un mal día, tuvo una tentación; una tentación de la carne, una tentación contra su pureza hasta entonces inmaculada cual rama de azucena. Se dejó persuadir por el maligno y pecó. Un horrible pecado solitario. (ARTOLA reacciona avergonzado.) Después, manchado ya y embarrada su alma por el cieno nauseabundo del pecado, no se atrevió a confesar su caída a su confesor y siguió pecando una y otra vez. Empezó a volverse taciturno, abandonó sus amistades, fue perdiendo la inteligencia. 32 (Es evidente que ARTOLA está poniéndose malísimo.) Cada vez se veía más atrapado por la viscosa araña de la concupiscencia y se debilitaba su voluntad un poco más cada día. Pronto fue incapaz de resistirse al pecado. El maligno había ganado una nueva víctima para el infierno. JÁUREGUI, ALBERDI y BRIONES.¡Joé! CURA.- Empezó a sacar suspensos, le salieron grandes ojeras y su piel perdió el brillo que solía tener. Se pasaba el día dormitando. Sus padres tuvieron que llevarlo al médico, alarmados. ARTOLA.- ¿Y? CURA.- ¡Demasiado tarde! ARTOLA.- (Para sí.) ¡Joé! CURA.- El vicio solitario le había reblandecido el cerebro y la médula espinal. Su cabeza apenas contenía un líquido acuoso. Hoy, aquel chico al que todos envidiaban es uno de los internados en el manicomio, un pobre imbécil babeante que pide caramelos a los pocos que vamos a visitarlo. JÁUREGUI, ALBERDI y BRIONES.(Aplauden, encantados con la historia.) ¡Qué bonita, padre! CURA.- A eso os conducirá el pecado de la concupiscencia! ¡Meditad sobre ello! (ARTOLA se levanta precipitadamente en medio de grandes arcadas. Sale corriendo.) ALBERDI.- Artola, Artola... JÁUREGUI.- Es que estas historias le impresionan, Padre. Se pone fatal. 33 CURA.- Yo no quiero asustaros, niños queridos. Sólo quiero que veáis qué sería de vosotros si os condenaseis y fueseis a parar al infierno, rodeados de sus eternas e imperecederas llamas para siempre jamás. (DON SECUNDINO mira al público y sonríe con aire de complicidad. Se acerca a su mesa. Los niños van a la corbata.) ALBERDI.- (Al público.) Y, a pesar de los sufrimientos de Artola, seguimos con aquellas bellas y truculentas historias en las que se ponía de relieve la suerte que corrían los pecadores. JÁUREGUI.- Fueron muchas y muy emocionantes las que nos contó... BRIONES.- Muerte de un malvado, en la que uno moría y después los perros desenterraban su cadáver y se lo comían, porque se había mofado de los divinos mandamientos. ALBERDI.- Y Enterrado vivo. JÁUREGUI.- Y La hallaron muerta por la mañana. BRIONES.- Y Aún vive el asesino de vuestro padre. JÁUREGUI.- Y Desde allí se divisa el cementerio. ALBERDI.- Y tantas y tantas otras que poblaron de pesadillas nuestros sueños y de culpabilidad nuestros corazones. (Señalan hacia donde salió ARTOLA.) (ARTOLA entra desencajado.) ARTOLA.- Padre, quisiera confesarme, padre. 34 CURA.- Como quieras, hijo. Acércate. ARTOLA.- ¿Pero me va a confesar aquí, delante de todos? CURA.- Cualquier sitio es bueno para recibir el dulcísimo consuelo de la penitencia. Chicos... (Les hace un gesto con la mano para que se alejen. Quedan ellos dos solos. DON SECUNDINO se sienta en el taburete y se pone la estola.) CURA.- Jenuflexi. ARTOLA.- ¿Qué? CURA.- Que te arrodilles. (Lo hace.) Ave María Purísima ARTOLA.- Sin Pecado concebida María Santísima. CURA.- ¿De qué te acusas, hijo? ARTOLA.- Me acuso, Padre, de haber pecado contra los mandamientos... (Repasándolos con los dedos.) dos, cuatro... seis y siete. CURA.- No, no, no y no. Así no se confiesa uno, hijo mío. Debes proceder por partes. Veamos, ¿qué has hecho para pecar contra el cuarto? ARTOLA.- (Recordando cuál es.) Contra el cuarto, el cuarto... Desobedecer a mis padres. CURA.- ¡Pues, muy mal hecho! Y ahora, dime, ¿contra el sexto? ARTOLA.- He tenido malos pensamientos. CURA.- ¿Quieres decir pensamientos obscenos? ARTOLA.- Sí, padre. 35 CURA.- ¿Y has pecado sólo de por pensamiento, o también de por obra? ARTOLA.- También. CURA.- También de por obra. ¿Y ésta ha sido solitaria o compartida? ARTOLA.- Solitaria, padre. CURA.- ¿Tocamientos? ARTOLA.- (Lloriquea.) Sí, padre. CURA.- Vamos, vamos... El perdón de Dios te espera si me cuentas toda la verdad. ¿Cuántas veces... has pecado? ARTOLA.- Todos los días, padre. CURA.- ¿Desde hace cuanto? ARTOLA.- Desde los once años. CURA.- ¿Y cuántas veces al día? ARTOLA.- (Llorando.) Una... dos... a veces seis. CURA.- ¿Y dónde? ¿Dónde haces esas cosas? ARTOLA.- En todos los sitios, padre... En el excusado, en la calle, en la escuela, en el armario... CURA.- ¿En el armario también? ARTOLA.- Sí, padre, pero con la puerta cerrada. CURA.- ¡Santo Dios! ¿Y piensas en mujeres cuando lo haces? ¿En qué mujeres piensas cuando lo haces? ¿Piensas en alguna prima tuya, en alguna amiga de tu madre? ARTOLA.- Pienso en... (Duda.) CURA.- Venga, dame todos los detalles; como si lo estuvieses viendo en una película. ARTOLA.- En Carmen, la carnicera... Bueno, y a veces también en Sarita Montiel. 36 CURA.- (Emocionado.) ¿Saritísima? ARTOLA.- Sí, padre, Saritísima Montiel... CURA.- Y cuéntame, ¿qué le haces a la carnicera? ¿La ves desnuda? ¿La desnudas tú? ¿Le tocas? ¿Te toca ella? ARTOLA.- Realizo el coitus estrupturuptus. CURA.- ¿Y cuánto tardas en hacerlo? ¿Qué es lo que sientes cuando lo haces? ARTOLA.- (Roto.) Me siento mal. CURA.- ¡Ay... dice que se siente mal! Ése es el castigo divino por el pecado. Ay, Artola, Artola... si entre santa y santo pared de cal y canto, ¿qué no habrá que poner entre vosotros? Me vas a rezar diez padrenuestros y diez avemarías como penitencia. Ego te absolvo in nomine patri et fili... (DON SECUNDINO sale por el lateral derecho. Por el lado opuesto, entran JÁUREGUI, BRIONES y ALBERDI con una vela encendida en la mano, y cantando una canción. JÁUREGUI le pasa una vela a ARTOLA. Éste se sienta en el taburete y se une a la canción.) TODOS.- (Cantando.) Es pura la azucena cuando en abril perfuma su fragancia, rico pensil. Pero más pura que tu divina gracia es la hermosura. (Apagan las velas y oscuro.) 37 Siguiente ö ESCENA V: SENSELANOCALEAL En escena, los cinco pupitres colocados ordenadamente, de cara al público. ARTOLA y JÁUREGUI están castigados. Los vemos de rodillas, con los brazos en cruz y un libro en cada mano. Estudian los pueblos de España. JÁUREGUI tiene un libro abierto en el suelo para repasar las respuestas. JÁUREGUI.- Y los asturianos... sufridos, sobrios y amantes de sus costumbres. ¡Ya está! ¿Lo he dicho bien? ARTOLA.- ¿Por qué sufren? JÁUREGUI.- ¿Quiénes? ARTOLA.- ¡Pues los asturianos! Lo acabas de decir: sufridos, sobrios... JÁUREGUI.- Porque lo pone en el libro. ARTOLA.- Pero los gallegos no sufren. JÁUREGUI.- No, los gallegos son serios, laboriosos, pacientes... ARTOLA.- ¿Te das cuenta?... Pacientes; pero no sufridos. JÁUREGUI.- Y los andaluces, delgados, morenos, alegres, imaginativos y... espera... (Mira en el libro.) aficionados a las fiestas camperas, los toros, el baile y los cantos típicos ¿Me sé o no me sé la pregunta? ARTOLA.- ¡Que sí! JÁUREGUI.- ¡Pues, entonces! Además, te toca a ti. Los hombres de la meseta. ARTOLA.- ¿De la meseta?. 38 JÁUREGUI.- De la meseta. ARTOLA.- Espera, que lo tengo en la punta de la lengua... Recios, como el acento de su jota. JÁUREGUI.- Son recios, pero a secas, sin la jota. ARTOLA.- Y ¿religiosos? JÁUREGUI.- No. ARTOLA.- Joé, pues a misa irán, ¿no? JÁUREGUI.- No, no te la sabes. Son sencillos, serios, laboriosos, nobles, caballerosos... SENSELANOCALEAL. Repítelo tú. ARTOLA.- ¿El qué? JÁUREGUI.- Pues SENSELANOCALEAL. A ver, dilo. eso, ARTOLA.- SENOCA... ¡Yo qué sé! No sé jugar a eso. JÁUREGUI.- Si no es un juego, es para que te lo aprendas. (Deja los libros en el pupitre, va a la pizarra y apunta, una debajo de otra, la primera sílaba de cada palabra.) Los hombres de la meseta: SENcillos, SErios, LAboriosos, NObles, CAballerosos... Es así de fácil: coges la primera sílaba de cada palabra y ya está. Los hombres de la meseta SENSELANOCALEAL. Los gallegos SOLAPAAN, los andaluces DEMOALIM, y así... ARTOLA.- ¡Pues a mí, así, no me entra! JÁUREGUI.- (Volviendo a su sitio.) Venga tú, que como acabe el recreo y no nos lo sepamos de pe a pa, Doña Jacinta Linares nos deja sin ir a comer. ARTOLA.- Pues a mí el SOLANO ése no me entra. Además, si te equivocas la cagas. JÁUREGUI.- ¿Por qué? 39 ARTOLA.- (Yendo a la pizarra y señalando lo que ha escrito JÁUREGUI.) A ti te pregunta por los andaluces, ¿no?, y piensas SOLANO... lo que sea, que son los de la meseta, y vas y dices: los andaluces son SENcillos, SErios, Laboriosos... y no das ni una (Borra la pizarra y vuelve a su sitio.) JÁUREGUI.- Pero tú no te lo sabes de ninguna manera... ARTOLA.- A mí, me pregunte lo que me pregunte voy a decir un montón de cosas, y alguna acertaré. Los nosequienes... fuertes, sobrios, serios, amantes de su tierra, fenomenales. ¡Y ya está! JÁUREGUI.- ¡Fenomenales...! Pues como te pregunte cómo somos los vascos, no das ni una... COATFU: COrpulentos, ATléticos, FUertes. (Se miran entre sí, alucinados.) ARTOLA.- ¡La Virgen! ¿Eso dice? ¿Nada de laboriosos? ¿Ni siquiera amantes de su tierra? JÁUREGUI .- Ni siquiera. Y los valencianos... alegres, simpáticos, de temperamento artístico, amantes de la música y de las flores. ARTOLA.- Sí, y de la paella. JÁUREGUI.- Y los madrileños... un pueblo simpático, cual ninguno. ARTOLA.- ¡Pues mira qué suerte! Oye, ¿cómo dices que era la palabra ésa de antes? JÁUREGUI.- SENSELANOCALEAL. ARTOLA y J ÁUREGUI .- (Uno memorizando y el otro ayudándole, repiten u n a y o t r a ve z l a p a l a b r a . ) SENSELANOCALEAL, SENSELANOCALEAL, SENSELANOCALEAL... 40 (La MAESTRA, que ha entrado con un libro, despliega el mapa de España. En ese momento, los oye. Piensa que los dos están hablando en euskera.) MAESTRA.- ¿Cuántas veces os he dicho que está prohibido hablar en vascuence? (Se coloca entre los dos y los alza, estirándoles de una oreja.) Os voy a limpiar la boca con lejía y os la vais a enjuagar con agua bendita. ¡Hombre, por Dios! ¡¡¡A ver!!! ¿Los hombres de la meseta? (Los mira y se decide por ARTOLA.) ¿ARTOLA? ARTOLA.- (Sin dudar lo más mínimo.) Sencillos, serios, laboriosos, caballerosos, leales y altivos. nobles, MAESTRA.- Y, además, conservan las esencias de los antiguos caballeros de España. No lo olvides nunca, Artola, nunca. ¡Ja! (Va hacia el fondo.) ARTOLA.- Y nunca he conseguido olvidarlo. ¡Nunca! (Imitándola.) ¡Ja! (Oscuro.) 41 Siguiente ö ESCENA VI: LOS POBRES El escenario como en la escena anterior. En la corbata, AGUIRRE, ALBERDI, JÁUREGUI y ARTOLA con una taza en las manos. DOÑA JACINTA, la maestra, al fondo, de espaldas. NIÑOS.- Chin, chin... (Beben.) ¡Puafff! AGUIRRE.- (Al público.) Doña Jacinta Linares... MAESTRA.- (Se acerca a primer término. Lleva un libro en las manos.) ¡Uy, sí! ¡Buenas tardes! (Vuelve a su sitio.) AGUIRRE.- ...que era dama de la Cruz Roja, de la Caridad y de mil cosas más, nos repartía la leche grumosa, JÁUREGUI.- ...y el queso rancio de los americanos. ARTOLA.- Nada de queso rancio, que estaba bien bueno. JÁUREGUI.- Pero la leche grumosa. ARTOLA.- Bueno, eso sí, y también nos leía unas historias tristísimas de familias pobres... ALBERDI.- Pero... ¡Pobres, pobres, pobres, eh! ¡Pobres de pedir! AGUIRRE.- Y vaya suerte que tenían los pobres de ser pobres. MAESTRA.- (Se acerca a primer término con el libro abierto. Los niños suben a la tarima. Se colocan dos a cada lado, dejando a la maestra en medio. Ésta lee.) «La pobreza tiene sus inconvenientes, bien es cierto, pero son más las ventajas». (Vuelve a su sitio.) 42 AGUIRRE.- (Al público.) De hecho, los pobres, ni siquiera tenían que aprender el catecismo... ALBERDI.- Ni guardar ayuno, ni abstinencia... ARTOLA.- Y podían comer cualquier alimento por vedado que estuviera o estuviese. JÁUREGUI.- O sea, que un pobre, por pobre que fuera, si llegaba Viernes Santo y quería hincharse de solomillo, podía... podía... AGUIRRE.- Y no como los ricos que, si juntabas ayunos y abstinencias, te salía que los ricos, no comían casi nunca. ARTOLA.- Y los pobres tampoco estaban obligados a dar limosna. MAESTRA.- (Se acerca a primer término.) Sólo los que tienen bienes están obligados a las limosnas. JÁUREGUI.- ¡Faltaría más...! MAESTRA.- En necesidad común del prójimo, le hemos de socorrer con los bienes que nos sobran. ARTOLA.- Bueno... MAESTRA.- En grave necesidad, con los bienes superfluos. AGUIRRE.- ¡Coño! MAESTRA.- En extrema necesidad, con los bienes propios. ALBERDI.- ¿Propios de quién? MAESTRA.- Aun con los necesarios a nuestro estado y posición social. (Cierra el libro y vuelve a su sitio.) (Los niños se colocan en primer término.) 43 JÁUREGUI.- (Al público.) ¡Menudo trabajo medir la superfluosidad de nuestros bienes! AGUIRRE.- Y preguntarle al pobre si su necesidad es... NIÑOS.- ...común, grave o extrema. ALBERDI.- Que a lo mejor ni lo sabe. ARTOLA.- Un suponer... (ARTOLA hace de pobre, mientras los otros tres hacen de transeúntes.) Una limosna por caridad... ALBERDI.- (Al público.) ¿Cómo calculabas tú, allá, en las mismas narices del pobre, su necesidad? ¿Qué hacías? ¿Se lo preguntabas? ARTOLA.- Tengo hambre... JÁUREGUI.- Pero ¿es hambre o apetito? AGUIRRE.- ¿No será apetito desordenado? Pues eso es gula y no se le tiene que dar nada. (A ARTOLA.) Nada chico, no hay nada. ARTOLA.- ¡CAGONTUSMUERTOS! JÁUREGUI.- (Al público.) Es que en aquellos tiempos la mayoría de los pobres no aceptaban haber sido elegidos por Dios. ARTOLA.- Eran pobres disconformes. ALBERDI.- Que les llamaban también socialistas. AGUIRRE.- Eran otros tiempos. JÁUREGUI.- U otros socialistas. (Se colocan en diagonal, formando una línea. Delante, DOÑA JACINTA. Lee.) 44 MAESTRA.- «Los pobres rencorosos y resentidos que maldicen de los ricos no quieren otra cosa que ocupar su lugar» (Al público.) Qué asquerosos, ¿verdad, ustedes? (Vuelve a su sitio.) (Los niños vuelven a primer término.) ARTOLA.- (Al público.) Y para eso era mejor que se quedaran de ricos los ricos, que ya lo eran. JÁUREGUI.- Que ya sabían de qué iba la cosa. Además, para triunfar en la vida había que ser... NIÑOS.- ¡POBRE! (Se colocan de nuevo en diagonal. DOÑA JACINTA va a primer término.) MAESTRA.- Pasteur, el inventor, ¡POBRE! Ramón y Cajal, el premio Nobel, ¡POBRE! Joselito, el pequeño ruiseñor, ¡POBRE! Manolete... JÁUREGUI.- ¡El torero! MAESTRA.- ¡Uy, Jesús, qué pobre...! ¡¡¡Qué hombres!!! ¡¡¡Estos sí que eran hombres!!! (Mirando a los niños.) Y no estos mondonguines de... NIÑOS.- Eh, eh... ¡Oiga, señora! MAESTRA.- ¿Pasa algo, niños? Si es que me orino de la risa... (Sale corriendo, muerta de risa.) AGUIRRE.- (Al público.) Pero Alberdi, veía las cosas de otra manera. 45 (Los niños se sientan encima de los pupitres.) ALBERDI.- ¡Eso son pamplinas! Esas cosas no pasan nunca. Yo vivo en las casas baratas. En mi barrio, la gente se viste con saldos. Y yo no veo que abunden esos portentos... JÁUREGUI.- Es que a los pobres hay que dividirlos. ALBERDI.- (A ARTOLA.) Pero ¿estás oyendo lo que dice? ¿Lo estas oyendo? ¡Dividir a los pobres! (A JÁUREGUI.) ¿Cómo se divide a un pobre? ¿Lo descuartizas? JÁUREGUI.- ¿Me vas a decir que es lo mismo un pordiosero que un indigente? ¿Me lo vas a decir? AGUIRRE.- En eso lleva razón el Jáuregui... No es lo mismo. (Al público.) Yo por intervenir que, la verdad, no tenía ni idea de en qué se diferenciaban. JÁUREGUI.- ¡Y un mendigo tampoco, hombre! ¿Y los vagabundos? ¿Vas a comparar a un vagabundo con un menesteroso? ARTOLA.- O con un pobre de solemnidad... (Al público.) Yo ampliaba el cuadro con lo que me sonaba. JÁUREGUI.- (A ARTOLA.) No, no, esos son más parecidos. ALBERDI.- (Con socarronería.) ¡Un menesteroso! ¿Pero qué es un menesteroso? ¿Y dónde se ha visto un pobre solemne? ¿Qué clase de pobres son esos? JÁUREGUI.- Cuidadito, cuidadito, que mi madre y doña Jacinta son de las damas apostólicas de... no sé qué y tienen sus propios pobres; y hay una lista, pa que te enteres; y les dan ropa vieja y paquetes con comida, pa que te enteres; y están muy divididos, y... eso, que hay muchas clases de pobres, pa que te enteres. 46 AGUIRRE.- (Al público.) Pero el Alberdi no quería enterarse. ALBERDI.- (Se levanta, a punto de ponerse a llorar.) Pues les dices de mi parte a tu madre y a doña Jacinta que se metan la ropa vieja y la comida por donde les quepa, pa que te enteres. (A AGUIRRE.) ¿Vienes? AGUIRRE.- ¡Vamos! (Salen.) JÁUREGUI.- (Se acerca a ARTOLA. Recitando, casi.) ¡El rico es para el pobre el administrador de la providencia, y todo lo demás es socialismo! ARTOLA.- Tú, ahora, no te tires el pegote, Jáuregui, que eso viene en el libro, pa que te enteres. (Sale.) (JÁUREGUI ha quedado solo. Cuando se da cuenta empieza a llorar. Se sienta en su pupitre y se tapa la cabeza con los brazos. Entran los otros niños.) ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.Jáuregui... ¿vienes? JÁUREGUI.- Sí, claro..., (Saca la pelota de trapo de su pupitre.) porque tengo la pelota, ¿no? ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.No... JÁUREGUI.- Pero, yo tiro los penaltis. ARTOLA, AGUIRRE y ALBERDI.Bien, vale... (Salen todos corriendo, contentos y oscuro.) 47 Siguiente ö ESCENA VII: AL FIN, JUEVES Estamos en la emisora local. Es la hora de la radionovela. A un lado de la escena, formando una especie de grada, cuatro pupitres juntos. En ellos se encuentran ARTOLA, JÁUREGUI y AGUIRRE. En el centro, un locutor con un micrófono de pie. Y, al otro lado, el MAESTRO SOLDEVILLA al piano. LOCUTOR.- (Al tiempo que el MAESTRO SOLDEVILLA toca una melodía.) Rosita miraba con desesperación la foto de Juan Luís Alonso. Parecía imposible que aquel hombre de tierna y bondadosa mirada hubiera sido capaz de traicionarla con Mari Loles, su amiga del alma. Por fin, Rosita abrió la puerta. Mari Loles estaba allí, con el rostro desencajado y el cabello mojado por la lluvia. Estaban frente a frente. Había llegado el momento de decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. (Pausa. Se acaba la música.) Han escuchado ustedes el capítulo 437 de la radionovela Un arrabal junto al cielo, de Guillermo Sautier Casaseca y Luisa Alberga, interpretada por Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso. (Motivo musical.) Y tras la hora de la plancha, hoy, como todos los jueves, damos paso al programa destinado a los más pequeños de la casa. Maestro Soldevilla, sintonía del programa. (Mientras el MAESTRO SOLDEVILLA interpreta y canta la sintonía, el locutor procura que los niños estén quietos.) MAESTRO SOLDEVILLA.Niño, si quieres ser feliz, ser feliz, Radio alegría has de oír. 48 TODOS.Niño si quieres ser feliz, ser feliz, Radio Alegría has de oír. MAESTRO SOLDEVILLA.Radio Alegría, Radio Alegría, has de oírrrrr. LOCUTOR.- Queridos niños, ¡al fin, jueves! Y a esta nueva España del trabajo y la prosperidad, le llega también la hora del esparcimiento espiritual. (ARTOLA hace un gesto como si bajara el volumen de la radio. El locutor sigue hablando, pero no se le oye.) ARTOLA.- (Al público.) Los jueves por la tarde teníamos fiesta, y solíamos ir al programa infantil de la radio del pueblo, AGUIRRE.- ...que tenía como un teatrillo para cantar y recitar poesías. JÁUREGUI.- No te dejaban hacer otra cosa en la emisora local. AGUIRRE.- «La emisora local» ¡Qué fino! (ARTOLA hace como si volviera a subir el volumen.) LOCUTOR.- (Se le vuelve a oír.) ...niños, que tal vez el día de mañana, sean celebrados artistas o laureados poetas de la Patria. (A JÁUREGUI.) ¡Acércate al micrófono, querubín! (JÁUREGUI se acerca.) 49 ¿Cómo te llamas? JÁUREGUI.- Saludo a mis padres y a mi tío Manolo... LOCUTOR.- Que cómo te llamas, niño. JÁUREGUI.- Y a mi tía Angustias que me estará escuchando. LOCUTOR.- Tu nombre. JÁUREGUI.- ¿Yo? José Antonio Jáuregui, para servirle a Dios y a usted. LOCUTOR.- ¿Vas a cantar o a recitar? JÁUREGUI.- Y también saludo a mi maestro Don Simón. ¡Se me había olvidao! (Al locutor.) ¿Yo? ¡Recitar! LOCUTOR.- ¡Vaya por Dios! ¿Y con qué piensas deleitarnos? JÁUREGUI.- (Que no entiende.) Sí, señor. LOCUTOR.- Que ¿qué poesía vas a decir? JÁUREGUI.- ¿Yo? La Canción del Pirata, de Espronceda. LOCUTOR.- ¡Entera! JÁUREGUI.- Hasta donde me sé. ARTOLA.- Se la sabe entera... LOCUTOR .- Muy bien, José Antonio, adelante. JÁUREGUI.- (Recita de carrerilla.) Con cien cañones por banda viento en popa a toda vela no corta el mar sino vuela un velero bergantín, bajel pirata que llaman por su bravura el temido en todo mar conocido del uno al otro confín. Y va el capitán pirata cantando alegre en su popa Asia a un lado, al otro Europa y allá en la frente... (Pausa. Tiene un lapsus.) ARTOLA y ALBERDI.- ¡Estambul! 50 LOCUTOR.- Muy bien, muy bien, José Antonio, un fuerte aplauso. (Aplauden.) JÁUREGUI.- ¡Que no he terminao, que no he terminao! LOCUTOR.- (Interrumpiéndolo.) Más fuerte ese aplauso, venga. (Aplauden más fuerte.) JÁUREGUI.- (A sus compañeros, mientras vuelve a su sitio.) Se me ha olvidao, se me ha olvidao... LOCUTOR.- Y tras este emocionante recitado de nuestro inmortal Espronceda damos paso a un consejo de nuestro patrocinador. Adelante, maestro... MAESTRO SOLDEVILLA.- (Interpreta y canta el anuncio.) Pervorol, pervorol. Ninguno con él compite ni le supera. Es entero y molde crisol. Pervorol, pervorol, pervorol. LOCUTOR.- Pervorol, el dentífrico decano, cincuenta años de antigüedad y de éxito, fabricado por los laboratorios Pasteurine. MAESTRO SOLDEVILLA.Pervorol, pervorol, pervorol... 51 LOCUTOR.- Radio Alegría en su programa infantil, continuamos. (A ARTOLA.) A ver niño, ¿tú qué vas a hacer? ARTOLA.- (Se acerca.) ¿Yo? Cantar un villancico, (Va hacia AGUIRRE y lo acerca al micrófono.) pero con éste. LOCUTOR.- ¿Qué canción es? AGUIRRE.- El villancico de las castañas. LOCUTOR .- ¡Qué bonito, qué bonito! (Al micrófono.) Señoras, Señores, con ustedes... las castañas... (El MAESTRO SOLDEVILLA arranca como un poseso, mientras los niños cantan.) ARTOLA y AGUIRRE.- Hator, hator mutil etxera, gastañak... (De repente, el LOCUTOR y el MAESTRO SOLDEVILLA se dan cuenta que están cantando en euskera.) LOCUTOR.- (Interrumpiéndolos.) ¡Maestro Soldevilla!, sintonía del programa. MAESTRO SOLDEVILLA.- (Canta.) Niño, si quieres ser feliz, ser feliz... (La voz se va perdiendo poco a poco.) LOCUTOR.- (A ARTOLA y AGUIRRE.) ¡Aquí se canta en cristiano, coño! Si se enteran los de arriba me hunden en la miseria. ARTOLA y AGUIRRE.- ¡Pero si sólo es un villancico! LOCUTOR .- ¡Sí, pero un villancico separatista! Iros y no volváis por aquí nunca más. Vamos, fuera. ¡Fuera! 52 (Se dirigen a primer término izquierda. Se sientan en el borde de la tarima.) ARTOLA.- (Al público.) Siempre salíamos a golpes y a gritos pisando las butacas. AGUIRRE.- Pero aquel día nos fuimos de uno en uno, en silencio, y con la conciencia más perpleja que nunca. JÁUREGUI.- (Se les une JÁUREGUI, a AGUIRRE.) ¿Qué ha dicho que era el villancico? AGUIRRE.- No sé... seminarista. ARTOLA.- ¡Hemos cantao fatal...! ALBERDI.- (Se les unen BRIONES y ALBERDI al público.) Con la merienda en la mano, nos íbamos al cuchitril del zapatero, que tenía el techo repleto de... TODOS.- ¡Tebeos! ALBERDI.- ...colgando de unas cuerdas. ARTOLA.- Que tenían más mierda que el palo de un gallinero. BRIONES.- Entre que aquello era una zapatería y que nosotros merendábamos pan con aceite. JÁUREGUI.- O chocolate. (Los otros se lo miran incrédulos.) Yo, sí. TODOS.- (Menos JÁUREGUI.) ¡Qué envidia! AGUIRRE.- El alquiler costaba una perra gorda y se ponía aquello de bote en bote. ALBERDI.- De los que más había era de Aventuras del febeí. 53 JÁUREGUI.- El Cachorro, El Guerrero del Antifaz. ARTOLA.- El Jabato, Hazañas Bélicas. AGUIRRE.- Patxo dinamita... BRIONES.- Y mi preferido, que era con mucho el mejor. TODOS.- (Menos BRIONES.) ¿Cuál? BRIONES.- ¡Roberto Alcázar! El tío era como Charlón Heston, pero en intrépido aventurero español. JÁUREGUI.- Además cultivao, que sabía una pila de idiomas. (Imitándolo en diferentes situaciones.) ¡Conozco el árabe a la perfección...! ¡Déjeme la dirección de este asunto, yo domino el turco! ARTOLA.- ¡Como que por una palabra, ya te sacaba el idioma! Oía yes y ni dudar... JÁUREGUI.- ¡Es inglés! ARTOLA.- ¿Sabía o no sabía, el tío? AGUIRRE.- Eso no es nada, veía unas pisadas y decía... JÁUREGUI.- Son de chino. BRIONES .- En algunas aventuras le acompañaba un tío pequeño que se llamaba Pedrín... TODOS.- (Menos BRIONES.) ¡¡¡Ostras, Pedrín!!! BRIONES.- Que era especialista en interrogatorios sutiles a malhechores. ALBERDI.- (Imitando a Pedrín.) Roberto, este tipo tiene la cabeza muy dura. (Por AGUIRRE, como si fuera el malhechor.) Pero yo se la ablandaré poco a poco... (Hace un cilindro con el tebeo y le pega.) Toma maldito... 54 AGUIRRE.- No hablaré aunque me maten. JÁUREGUI.- (A ALBERDI.) Dale un poco más de jarabe, Pedrín. ALBERDI.- (Pegando a AGUIRRE.) Pues toma jarabe de Pedrín, jarabe de palo... AGUIRRE.- ¡Basta, basta! ¡Hablaré! JÁUREGUI.- ¡Eres inefable, Pedrín! AGUIRRE.- (Al público.) Es que cuando actuaban a dúo era la repanocha y el acabose. ARTOLA.- ¡Qué pareja! Estábamos deseando que les hicieran una peli para poder seguir las aventuras después en el cine. ALBERDI.- Que era donde íbamos un jueves sí y otro también. JÁUREGUI.- A una sesión infantil, que se llamaba matinée AGUIRRE.- ...y era por la tarde. (Oscuro. Suena la música del NO-DO. Cuando vuelve la luz, nos encontramos a los cinco niños sentados encima de los cuatro pupitres. Estos forman una sola línea en primer término. Estamos en el cine.) ARTOLA.- (Al público.) Sacábamos entrada de gallinero, que era más barata y además no te caían ni cáscaras de cacahueses ni escupitajos. JÁUREGUI.- En cuanto se apagaba la luz, salía Franco. AGUIRRE.- Es que echaban unas peliculitas con lo que hacía durante el día, que es que no paraba, el hombre. BRIONES.- Primero de todo se iba a misa. ALBERDI.- Después, inauguraba un pantano. ARTOLA.- Luego le hacían un desfile. 55 ALBERDI.- Y enseguida se iba corriendo a casa, que iban a llegar las visitas. Todo gente bien, como de boda. BRIONES.- ¡Una vez, fue a verle la Virgen de Fátima! JÁUREGUI.- Algunas veces se asomaba a un balcón; pero siempre veía lo mismo: un gentío enorme chillando. Y él, claro, tenía que decir unas palabras, pero en cuanto decía: AGUIRRE.- (Imitando al Generalísimo.) ¡Españoles! JÁUREGUI.- Se liaba el follón. ARTOLA.- Ya no se le entendía. Saludaba con una mano (AGUIRRE lo hace, imitándolo.) JÁUREGUI.- Y se iba a pasar las tardes al estadio de Chamartín. ALBERDI.- Y allí veía la final de su Copa y se la entregaba a Gainza. TODOS.- ¡Atleti, Yeu! BRIONES.- La peliculilla acababa siempre con alguna desgracia, pero, cuidao, en el extranjero. AGUIRRE.- Una inundación en Masachuses. ALBERDI.- O un terremoto en la India. JÁUREGUI.- Salía FIN. TODOS.- (Aplauden.) ¡Bieeeen! JÁUREGUI.- Y acababa el follón porque iba a empezar la peli... 56 BRIONES.- Casi todas las pelis eran en el extranjero; de indios, de chinos, de romanos... ¡Todos más tontos que Abundio! Ahora que, de todos los extranjeros, los más simplones sin comparación... los negros. ALBERDI.- Pero había negros buenos. AGUIRRE.- Sí, los que llevaban los bultos en las excursiones. ARTOLA.- Y negros malos. BRIONES.- Los que te ataban a un poste para que no te fueras sin ver el baile completo. TODOS.- Pero todos de muy cortas luces. ARTOLA.- ¡Cómo sería la cosa que en un continente entero de negros, el rey de la selva era un blanco! JÁUREGUI.- ¡Y además, había que ver al blanco! En seis pelis que le habíamos visto no había aprendido a decir gran cosa: Mí, TARZÁN. TÚ, YEIN BRIONES.- ¡Y para decirlo tiene que señalar, no sea que se confunda! AGUIRRE.- No te digo más que hasta la mona era más lista. Y si ese era el rey, imaginaos cómo serían los súbditos... Rara era la peli en la que no se despeñaban seis o siete con equipaje y todo. JÁUREGUI.- Pero la peli de aquella tarde era de vaqueros. (Cambio de luz. Parece como si sólo les iluminara el reflejo de la pantalla. Suena la banda sonora de una película del Oeste.) BRIONES.- Ostras, tú, ésta va de colonos que marchan hacia el lejano Oeste. AGUIRRE.- ¿Quién quiere cacahueses? 57 ARTOLA.- (A BRIONES.) ¿Por qué todos los colonos llevan barba? ALBERDI.- (Al público.) Era verdad. Todos llevaban barba y se sabían la Biblia de memoria... AGUIRRE.- ¡Claro, que era el único libro que tenían! ARTOLA.- (A BRIONES.) ¿Quiénes son esos? AGUIRRE.- ¿Quiénes van a ser? Los malos. BRIONES.- (Al público.) Los malos iban siempre en cuadrilla. JÁUREGUI.- Es que, generalmente, eran de la misma familia: hermanos, primos... AGUIRRE.- Cuñados también... (Se oyen los indios, atacando.) ARTOLA.- ¡Los indios! BRIONES.- (Al público.) Aquellos seres salvajes, pintarrajeados y semidesnudos, que sólo se expresaban en infinitivo, no tenían mejor ocurrencia que meterse ¿con quién?... ¡Con los blancos! AGUIRRE.- Y así les iba como les iba, que los molían película tras película. JÁUREGUI.- Es que, con esa manera tan tonta de atacar, dando vueltas y vueltas a lo loco... ARTOLA.- Briones, ahora entran en el carromato y raptan a la chica... (Se oye un grito de chica, y, al poco rato, la música del Séptimo de Caballería.) 58 BRIONES.- Pero no te preocupes, Artola, que ahora llega el Séptimo de Caballería. (Los niños acompañan con palmadas la música del Séptimo de Caballería.) JÁUREGUI.- Y, con ese final feliz, se acababa la peli. (Sale corriendo.) ALBERDI.- ¿A dónde vas? JÁUREGUI.- A mear... ALBERDI.- Siempre te estás meando... AGUIRRE .- (Al público.) Pero antes descargábamos sobre la platea cáscaras, papeles, restos de chucherías, escupitajos, en un ataque sin cuartel. (Lo hacen. Entra el acomodador fumándose un puro y con la linterna de rigor.) ACOMODADOR.- ¡A ver, esta fila! ¡Un poco de formalidad o sus vais todos desfilando pa la puta calle! ¿Estamos o no estamos? ¡Estamos! BRIONES.- (Provocando.) Guau, guau, guau... (Se esconde detrás de AGUIRRE.) ACOMODADOR .- Mira el Briones haciendo el perrito y escondiéndose detrás del gordito. ¿Qué te crees, que no te conozco? Si voy a estar ahora mismo con tu padre en la taberna... ¡Gamberros, más que gamberros! ¡Tengo unas ganas de retirarme! (Sale.) ARTOLA.- Como era programa doble, nos callábamos para ver la que venía después. ALBERDI.- Total, para nada, porque la de aquella tarde era una españolada. 59 TODOS.- ¡Buaaaf, vaya mierda! ¡La mala...! (Empiezan a salir. Cuando ARTOLA está a punto de desaparecer, vuelve el efecto de proyección y se oyen unos compases de Fumando espero, cantada por Sarita Montiel. ARTOLA queda embelesado. Vuelve a sentarse en el pupitre, empieza a tocarse y... oscuro.) 60 Siguiente ö ESCENA VIII: LA MEDALLA Los cinco pupitres están en medio del escenario, formando un círculo y orientados al centro. BRIONES, ALBERDI, JÁUREGUI y AGUIRRE están en la corbata. Simulan hacer equilibrios con una pelota. Tres golpes con el pie, tres con la rodilla, tres de cabeza, uno en cada hombro... y la cogen con las manos. BRIONES.- O sea, que todos queríamos ser futbolistas. AGUIRRE.- Que esos sí que ganaban dinero, y no los jornaleros. JÁUREGUI.- Menos que los toreros, pero no estaba nada mal. ALBERDI.- César, Kubala, Manchón... AGUIRRE.- Gento, Di Stefano, Puskas... BRIONES.- Gainza, Panizo, Venancio. AGUIRRE.- Estaba claro, íbamos para... TODOS.- ...deportistas. JÁUREGUI.- Que ya nos lo repetía Don Salvador, el profe de educación física. DON SALVADOR.- (Desde fuera.) Fortaleced vuestros cuerpos, para fortalecer el espíritu. AGUIRRE.- Aunque no puede decirse que él fuera muy deportista. ALBERDI.- Que le habían encomendado la clase de gimnasia porque algo había que darle al pobre. 61 (Aparece DON SALVADOR vestido de militar. Renquea ostensiblemente y es manco.) DON SALVADOR.- ¡Venga, en formación! ¡Ar! ¡Paso ligero! ¡Ar! (Los niños dan la vuelta al escenario. BRIONES es el último.) ¡Briones, que me lleva el paso cambiado! BRIONES.- ¿Yo? ¡Si es Jáuregui! DON SALVADOR .- Venga, venga, que siempre es el mismo... (Le da un pescozón.) BRIONES.- ¡Ay! ¡Don Salvador, que me ha hecho daño! DON SALVADOR.- Pues ¿qué te creías, pájaro bobo? Fortalece tu cuerpo para fortalecer el espíritu, ¡so rojo! BRIONES.- (A los otros.) ¡Me ha dao una leche, el tío! AGUIRRE.- (Al público.) ¡Y aquellas tablas de gimnasia tan entretenidas! JÁUREGUI.- ¡Que hubiera que hacer todas aquellas tonterías para llegar a delantero centro! DON SALVADOR.- (Sin mover un músculo.) Brazos extendidos, palmas hacia abajo y vamos hacia arriba con palmada en lo alto y a ver cómo bajamos con golpe en el muslo. Y en cuatro tiempos. Y uno..., dos..., tres..., golpe. (Va marcando el ritmo. Los niños hacen el ejercicio. A AGUIRRE.) 62 ¡Sigue el ritmo, zopenco! (Le da un pescozón.) BRIONES.- Pero, Don Salvador, cuando nos silba ¿Qué es... la palmada en lo alto o el golpe en el muslo? DON SALVADOR.- ¿Que yo te silbo a ti, mariconazo? (Le da un pescozón.) Venga, ¡otra vez! Y en cuatro tiempos. (Marca el ritmo. Al cabo de un rato, les hace parar.) ¡Pandilla de inútiles! ¡Ya os voy a enseñar yo a vosotros! ALBERDI.- Eso, enséñenos cómo se hace, que es que usted no mueve ni las cejas. DON SALVADOR.- (Se le acerca peligrosamente.) ¿Que yo no muevo ni las cejas, especie de rojo, separatista, masón? (Intenta hacer él el ejercicio; pero, evidentemente, tiene serios problemas para realizarlo. Está a punto de caer al suelo. AGUIRRE consigue evitarlo. Los niños ríen. A AGUIRRE.) Ponte firme, que estás hablando con un Caballero Mutilado, héroe de la División Azul y medalla de sufrimientos por la Patria. (Cada vez más histérico.) Como demuestra la ilustre condecoración que prueba mi valor en aquellos campos helados de la lejana Rusia materialista y atea. (Se toca el pecho en busca de la medalla. No está. Mira por los bolsillos. Mientras, los niños se dan codazos y se sonríen entre ellos.) Pero ¿dónde está? ¿Dónde coño está la medalla? ¿Dónde cojones está mi medalla? (Se da cuenta del jolgorio entre los alumnos.) ¿Qué pasa? ¿Qué es este cachondeo? (A ALBERDI y JÁUREGUI, que están a un lado.) 63 ¿Habéis sido vosotros? (Enfureciéndose, a BRIONES y JÁUREGUI, que están al otro lado.) ¿Y vosotros? (No responden.) Ah, ¿sois todos cómplices? ¡Mi medalla! ¿Quién ha tocado mi medalla? BRIONES.- ¡Don Salvador! DON SALVADOR.- (Se le acerca precipitadamente.) ¿Qué? BRIONES.- ¿No se le habrá caído en los vestuarios? JÁUREGUI.- ¡Don Salvador! DON SALVADOR.- (Corre hacia él.) ¿Qué? JÁUREGUI.- ¿Está seguro de que la traía? DON SALVADOR.- ¡Jamás me separo de ella! AGUIRRE.- ¡Don Salvador! DON SALVADOR.- (Se le acerca corriendo.) ¿Qué? AGUIRRE.- ¿No se le habrá vuelto a la lejana Rusia...? DON SALVADOR.- A la lejana Rusia va a ir tu... 64 (Intenta darle una patada con la pierna postiza. Se le queda encasquillada. No consigue volverla a su posición normal hasta que no le da unos cuantos golpes. Los niños ríen.) ¡Basta de cachondeo! Voy a contar hasta diez. (Se da cuenta que sólo tiene cinco dedos para contar.) Mejor dicho, voy a contar hasta cinco... y si no aparece el culpable vais a dar vueltas al patio hasta que os salgan los hígados por la boca. Uno, dos, tres, cuatro y una que me llevo cinco. (Nadie abre la boca.) Muy bien, a dar vueltas. ¡De frente! ¡Ar!, ¡Paso ligero! ¡Ar! (Empiezan a dar vueltas al escenario.) ¡Ya veremos qué dicen vuestros padres, ya veremos...! (Sale.) (Los cinco siguen corriendo. Al pasar por la corbata, hacen su intervención.) ALBERDI.- Pero la medalla no apareció, claro. Preferíamos que quedara la duda antes que reconocer que habíamos sido nosotros. JÁUREGUI.- Hicimos más kilómetros que en la maratón, y nos salieron los hígados, los riñones y hasta el páncreas por la boca. BRIONES.- Intervinieron Don Simón, Doña Jacinta, Don Secundino y hasta el director. Pero nosotros, ni caso. 65 AGUIRRE.- (Agotado.) Lo malo fue cuando nos mandaron a casa, expulsados hasta que apareciera la maldita medalla. (Se han ido amontonando, ya cansados, en la corbata.) ALBERDI.- Y aquella noche, durante la cena, la que se armó en casa de cada uno después del parte de las diez. (Oscuro. Suena la sintonía del «parte». Al hacerse la luz, estamos en casa de AGUIRRE. Sentados en los pupitres, nos encontramos a la MADRE, el PADRE y el TÍO DE AGUIRRE. De pie, una CRIADA que sirve la comida y AGUIRRE en un rincón, llorando.) PADRE.- Pero ¿estáis locos o qué? Con ésos no se juega. MADRE.- Escucha a tu padre ¡Virgen Santa! ¿Eso es lo que te hemos enseñado? TÍO.- Venga, dile a tu tío dónde la escondes y te daré una pela... AGUIRRE.- Que no tío, yo no... PADRE.- ¡Te voy a dejar más caliente que una estufa! Venga, ¡habla! Mira que te... (Le levanta la mano.) CRIADA.- Pero señoritu, si el rapaziño non pudo ser, pobriño. ¿Non ve que está chorando? MADRE.- Chorando, chorando... ¡Y más que llorará! Y tú baja a la tienda, que nadie te ha dado vela en este entierro. CRIADA.- Mire señora, últimamente se burla mucho mío. ¿A que marcho para Orense? 66 MADRE.- ¡Simoniña, adiós! (Oscuro. Sintonía del «parte». Casa de ARTOLA. Los personajes de los pupitres rotan un puesto. Al hacerse la luz, en los pupitres, vemos al PADRE, la MADRE, el HERMANO y la ABUELA DE ARTOLA. Comen. ARTOLA, de pie, llora.) HERMANO.- Pues ¡buena se la habéis jugado al «Cojo»! ¡Con la mala leche que gasta! MADRE.- Eso, tú dale alas a tu hermano. ¿No veis que eso está muy mal, pero que muy mal hecho? PADRE.- Dios mío, como se enteren en el negociado, a mí es que me cesan. ¡Me cesan! ABUELA.- Malas entrañas, que tu padre va a acabar teniendo que pedir en la calle para que podamos comer... ARTOLA.- No, a pedir no, a pedir no... HERMANO.- (Yendo hacia él. Le ofrece algo de comer.) Venga, ¿la tenéis o no la tenéis? PADRE.- ¡Y mi jefe de negociado, que hizo la guerra en la Legión! Pero ¿quién os mete esas ideas? ¿Quién? ABUELA.- Si es que a vuestro hijo le dais demasiadas libertades y, claro, luego pasa lo que os pasa. MADRE.- ¡Ya está bien, abuela, usted cállese y coma! ABUELA.- Si ya como... 67 (Oscuro. Nueva rotación de los personajes. Casa de JÁUREGUI. Al hacerse la luz, la TÍA, la MADRE y el ABUELO DE JÁUREGUI en los pupitres. JÁUREGUI llora de pie. Su PADRE está a su lado.) PADRE.- Vale, vale, no llores más. Si hay que pagarla, se paga ¡Será por dinero que van a achicarme a mí esos... pobretones! (Se sienta.) TÍA.- Claro, si es lo que yo digo, si hace falta una nueva medalla de ésas, pues se compra y ya está. MADRE .- Pero ¿qué dices? Joaquina, hermana, ¿dónde has visto tú que vendan medallas de ésas de la División Azul? ABUELO.- (Al PADRE.) Hijo, tú es que todo lo arreglas con el dinero. ¿Y el honor? ¿Y la Patria? MADRE.- (A JÁUREGUI.) Pero, hijo mío, ¿la tenéis o no la tenéis? Mira que ese Don Salvador nos organiza otro 18 de julio... JÁUREGUI.- Que no ama, si nosotros... PADRE .- Se acabó. Yo hablo con ese don Salvador y, si quiere, le pago un monumento a los caídos, ¡coño! (Oscuro. Sintonía. Nueva rotación. Casa de BRIONES. Al hacerse la luz, en los pupitres están el PADRE, la MADRE, la ABUELA y el mismo BRIONES. Su TÍO se pasea por la habitación.) PADRE.- ¡Lo mato! ¡Yo ez que lo mato! ¿Ez que sólo se os ocurren mardades, bribón? MADRE.- Acabarás en chirona. ¡Mira er día que te lo digo, papá, este hijo tuyo acabará en prezidio! 68 PADRE.- No, que antes lo deslomo, le mido las costillas, le zurro la badana, le aliso el tupé... ¡Lo capo! ABUELA.- Tú, a mi nieto, no le pones las manos encima, desaborío, que me saco una horquilla y te dejo la cara como una reja. TÍO.- Ay, sobrinito, con esas ideas de delincuente ¿quieres ser seminarista? BRIONES.- (Levantándose.) ¡Joé, que yo no he hecho na, joé...! MADRE.- ¿Éste? Si no cree ni en Dios, ni en los santos, ni en la Virgen de la Macarena... Ni en el Caudillo, cree... (Se santigua entre lágrimas.) (Oscuro. Sintonía. Nueva rotación. Casa de ALBERDI. Al hacerse la luz, el ABUELO, la ABUELA y la MADRE en los pupitres. ALBERDI, llorando, está sentado en la falda de su abuela. El PADRE pasea nervioso.) ABUELO.- ¡Bien hecho, cojones! ¡Que se joda el fascista ése! ¡No haberse ido a Rusia, la madre que lo parió! PADRE.- Padre, no nos comprometa otra vez. ¿No tuvo bastante aún? ABUELA.- Pero ¿qué has hecho, chiquitín de la casa? Díselo a la abuelita, que lo arreglará todo... ABUELO.- Calla y no me lo amariconees más, leñe. Para una vez que sale, el crío, con los cojones de su abuelo. MADRE.- No, si todavía nos contará lo de Brunete... ABUELO.- Si me llegáis a ver allá, en el frente de Brunete... 69 MADRE.- Padre, por favor, haga el favor, por favor... (A ALBERDI.) Venga, hijo, dile a tu madre ¡qué ha pasado! ALBERDI.- Es que no puedo chivarme... ABUELO.- ¡Así se habla, chaval! ¡No pasarán! ¡Y no me llores más, mecagüen los regulares de Ceuta y Melilla! PADRE.- ¡Padre! (Oscuro. Se ilumina la zona derecha de la corbata. Van apareciendo todos llorando. Forman un grupito. Se miran y van cambiando los lloros por risas. Al fin, se calman.) ARTOLA.- ¿Y a vosotros cómo os ha ido? BRIONES.- Jolín, a mí, mi padre me ha dado más palos que a un colchón. JÁUREGUI.- (Ha encendido un cigarro y lo va pasando a los demás.) Pues el mío está buscando otra para comprarla. AGUIRRE.- A mí me han dejado sin postre hasta que aparezca la dichosa medalla. ALBERDI.- Bueno, ¿y qué vamos a hacer? ARTOLA.- ¿La tienes aún? JÁUREGUI.- Sí, claro. (Se la saca del bolsillo. Todos la miran, la cogen, se la pasan unos a otros.) AGUIRRE.- ¿Y por esta mierda me he quedao yo sin postre? ARTOLA.- ¡Si es de latón! 70 BRIONES.- ¿Pero no las hacían de oro? ARTOLA.- ¡Sí, del que cagó el moro! BRIONES.- ¿Y ahora qué hacemos? ¿La devolvemos? ALBERDI.- ¿A ti qué te parece? ARTOLA.- ¡Joé, con lo que nos ha costao! JÁUREGUI.- Que no, que nos la quedamos. Una semana cada uno. ¿Vale? TODOS.- ¡Vale! Primer, segun... (Salen corriendo y oscuro. Suena una marcha militar.) 71 Siguiente ö ESCENA IX: EL INSPECTOR Los cinco pupitres están colocados como en la escena I, pero orientados a la pizarra. ARTOLA, ALBERDI y AGUIRRE están haciendo limpieza en los pupitres. AGUIRRE.- (Al público.) Una vez al año, recibíamos la visita del inspector. ALBERDI.- Aquel día el maestro se ponía de los nervios. (Entra el MAESTRO.) MAESTRO.- Cuando el inspector entre en el patio, quiero un brioso ondear de banderitas. NIÑOS.- Sí, maestro. MAESTRO.- Tú, Artola, izarás la enseña patria. ARTOLA.- ¿Nik maisu? MAESTRO.- Bai, zuk... (Se le acerca, con rabia.) ¡Como me vuelvas a hacer hablar en vascuence te arranco la lengua de cuajo, ignorante! A ver esas uñas, idiota. ¡Bien! (A todos.) En ese momento entonaremos el Oriamendi, pero con la letra que viene en el libro ¡eh! «Por Dios por la patria y la fe» ¡La fe!... ¡Que a nadie se le ocurra decir «el Rey»! ¡Y todos brazo en alto! NIÑOS.- Sí, maestro. MAESTRO.- (A AGUIRRE.) ¡A ver esas orejas! (Le da un capón.) ¡Cerumen, mucho cerumen, Aguirre! (A todos.) El inspector os hará algunas preguntas. Son las que hemos 72 repasado estos días, así que, ¡cuidadito con equivocarse! Contestaréis al inspector con voz alta y clara, pero sin gritar. ¡Que nadie me grite! ALBERDI.- (Mirando hacia fuera.) ¡Que vieneeeeee!... ¡Que vieneee! MAESTRO.- Vamos, todos a sus puestos... (ARTOLA se prepara para izar la bandera, AGUIRRE y ALBERDI se colocan a su lado, encima del escalón del fondo de la tarima. Por la corbata, aparece el inspector, vestido con la camisa de la Falange. El MAESTRO se acerca a recibirlo.) INSPECTOR.- ¡Don Justo! MAESTRO.- ¡Señor inspector! INSPECTOR.- Vayamos hacia el aula... MAESTRO.- Como usted inspector... usted primero. diga, señor (Hace señas a los niños para que canten el Oriamendi, mientras ARTOLA iza la bandera.) NIÑOS.Por Dios, por la patria, y el rey lucharon nuestros padres. Por Dios, por la patria, y el rey lucharemos nosotros también. (Ante el error en la canción, el INSPECTOR se enfada y pide al maestro que los haga callar. El MAESTRO, nervioso, obedece.) 73 MAESTRO.- ¡A los pupitres! Luego hablaremos. (Los niños van a los pupitres.) INSPECTOR.- Ave María Purísima... NIÑOS .Santísima. Sin pecado concebida María INSPECTOR.- (A ARTOLA.) A ver tú, ¿cómo te llamas? ARTOLA.- Artola. (El MAESTRO hace señas de que hable más alto.) INSPECTOR.- ¿Cómo? ARTOLA.- (Con fuerza.) ¡¡Bixente Artola!! INSPECTOR.- Así está mejor. (Se da cuenta que DON JUSTO los está adiestrando.) Don Justo, déjeme un momento a solas con los chavales. MAESTRO.- Como usted diga, señor inspector. (En voz baja, a los niños.) Alto y claro, pero sin gritar. (Sale.) INSPECTOR.- Voy a haceros unas preguntas. Son muy sencillas. Así que contestaréis tranquilamente, sin nervios. ¿Está claro? NIÑOS.- ¡Sí, señor inspector! INSPECTOR.- ¿Está claro? NIÑOS.- (Más fuerte.) Sí, señor inspector. INSPECTOR.- ¡Eso está mejor! (Entra BRIONES.) Y tú ¿de dónde sales, chiquitín? 74 BRIONES.- Del excusa... del excusadero. INSPECTOR .- Anda, siéntate. (A AGUIRRE.) A ver, tú ¿dónde fue colocada España providencialmente por Dios? AGUIRRE.- En el centro del mundo. Exactamente, la puso en el mejor sitio del mundo, donde no hace ni mucho frío ni mucho calor. Y no como en otros sitios, donde se hielan de frío o se asan de calor... INSPECTOR.- ¡Eso está muy bien! ¿Qué más concedió Dios a España? (Señala a los niños que deben contestar.) BRIONES.- Un cielo azul. ARTOLA.- Y unos montes muy altos. AGUIRRE.- Y unos campos grandes y muy ricos. ALBERDI.- Y la colocó entre los mejores mares: el Atlántico y el Mediterráneo. INSPECTOR.- ¿Qué es España? NIÑOS.- Una bendición de Dios. INSPECTOR.- ¿Qué es España? NIÑOS.- (Más fuerte.) ¡Una bendición de Dios! INSPECTOR.- (A ARTOLA.) ¿Por qué lo sabemos? ARTOLA.- Porque todos los hombres querrían vivir en España. INSPECTOR.- (A AGUIRRE.) Los primeros hombres que hubo en España eran leales y valientes, celtas e íberos. (De repente, gira hacia BRIONES, que hablaba con ALBERDI.) 75 ¿Cómo se llamaban los que vivieron luego y eran muy listos? BRIONES.- Los fundicios. INSPECTOR.- Fenicios... (A ALBERDI.) ¿Y otros que eran muy sabios? ALBERDI.- Los griegos. INSPECTOR.- (A AGUIRRE.) ¿Y otros que eran muy fuertes? AGUIRRE.- Los romanos. ARTOLA.- (Al público.) Vamos, que eso del turismo viene de tiempos. AGUIRRE.- Y así España era cada día más fuerte, más lista y más sabia. ARTOLA.- (A AGUIRRE.) ¡Pelota! Eso te lo has inventao. AGUIRRE.- Eso viene en el libro... INSPECTOR.- Así vemos como hay pueblos predestinados por Dios para que ejerzan su vocación de Imperio. (Examinando las orejas de BRIONES.) Y aquí hay cerumen, mucho cerumen. (A BRIONES.) ¿Qué reyes fueron los forjadores del Imperio Español? BRIONES.- Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto. INSPECTOR.- ¿Qué les cantamos por ello? NIÑOS.De Isabel y Fernando el espíritu impera. INSPECTOR.- ¡Con ímpetu! NIÑOS.- (A gritos, sobre todo ALBERDI.) Moriremos besando... INSPECTOR.- Pero sin gritar. NIÑOS.- ...la gloriosa bandera. 76 (El INSPECTOR hace un gesto y para la canción.) INSPECTOR.- Después de unificar España y hacer de ella un Estado fuerte y unido, había que descubrir un Nuevo Mundo. (A ALBERDI.) ¿Qué era preciso para ello? ALBERDI.- (Lanzado.) Tres carabelas, la Pinta, la Niña y la Santa... INSPECTOR.- (Se le acerca, enfadado.) ¡No, no, no y no! Antes de las carabelas. Aténganse al orden exacto de la exposición. (ALBERDI se ha escondido, asustado, detrás de su pupitre.) Siéntese, hombre, siéntese... (Lo hace.) ¿Qué era preciso para descubrir un Nuevo Mundo? ALBERDI.- Tres carabe... INSPECTOR.- Que no, hombre, que no... (BRIONES, detrás del inspector, hace señas a ALBERDI y le chiva la respuesta.) ALBERDI.- Un descubridor... y un nuevo mundo. INSPECTOR.- Ahora, sí. (A BRIONES.) ¿Quién fue este descubridor? BRIONES.- Cristóbal Colón. 77 INSPECTOR.- (A todos.) ¿Era Colón español? ARTOLA.- ¡No! (Mirada fulminante del inspector.) Igual sí. INSPECTOR.- (Se le acerca, amenazador.) En todo caso, si no lo era, fue España la que lo acogió y le ayudó, haciendo posible su empresa, ¿estamos? ARTOLA.- Sí, señor inspector. INSPECTOR.- ¿Qué españoles fueron para América? AGUIRRE.- (Saludando brazo en alto.) ¡Los mejores! ALBERDI.- Como vuelvas a levantar el brazo te lo retuerzo a la salida. INSPECTOR.- ¿Qué les enseñamos a aquellos salvajes? (Señala a quien debe responder, pero los niños ya van por libre.) BRIONES.- A hablar, a rezar. ALBERDI.- A vivir. ARTOLA.- A lavarse. AGUIRRE.- A vestirse. NIÑOS.- Y a ir a la escuela. 78 INSPECTOR.- Pero esa empresa magnífica y colosal, esa labor civilizadora está oscurecida por la malevolencia internacional, que no quiere reconocer nuestro proceder en aquel mundo al que habíamos sacado de la barbarie para llevarlo a la civilización. (A AGUIRRE.) ¿Qué otras hazañas realizaron los descubridores españoles? AGUIRRE.- ¡Dieron la vuelta al mundo! INSPECTOR.- ¿Cómo se llamaba el marino que circunvaló por primera vez el globo? (El INSPECTOR se encuentra en el lateral derecho, de espaldas a los alumnos. Éstos aprovechan para girar sus pupitres hacia donde está el inspector.) NIÑOS.- ¡¡Elcano!! INSPECTOR.- (Se da la vuelta. Nota alguna cosa extraña.) ¿Dónde había nacido? NIÑOS.- ¡¡¡En Getaria!!! BRIONES.- (Al público.) ¡Toma ya! ¡En Getaria! Que todos lo conocíamos y por eso lo sabíamos tan bien. ALBERDI.- Era la única pregunta del libro de Historia en la que salíamos los vascos. AGUIRRE.- ¡Por lo menos quedábamos bien! INSPECTOR.- Pero luego vino la decadencia de nuestro Imperio. (A BRIONES.) ¿Quiénes fueron los culpables? BRIONES.- Inglaterra y las logias masonicas. INSPECTOR.- Masónicas BRIONES.- Masonicas. INSPECTOR.- ¡Masónicas! BRIONES.- Pues ésas... 79 INSPECTOR.- ¿Fue España generosa con las naciones que lograron su independencia? (El INSPECTOR va a la pizarra. De nuevo está de espaldas a los niños. Éstos orientan los pupitres hacia la pizarra.) NIÑOS.- Sí, fue generosa. INSPECTOR.- (Gira y nota el cambio. Comienza a estar escamado.) Por eso sus hijos la miran con amor y respeto. (Se apoya en el pupitre que queda libre. Se va emocionando.) Y después de siglos, cuando dirigen sus ojos hacia el Océano, allí donde está España, la llaman Madre Patria y sus ojos se nublan de lágrimas. ARTOLA.- (Al público.) Vamos, que echarnos, nos echaron; pero les dio mucha pena. AGUIRRE.- Aunque, con el tiempo, España de Madre pasó a ser suegra. INSPECTOR.- Podemos decir que las naciones americanas, unidas a la Madre Patria, se han ido, como hijas casadas, independizando políticamente. BRIONES.- (Al público.) Hay que joderse con la metáfora... INSPECTOR.- Perdimos el Imperio porque interrumpimos la defensa del nombre de Dios y nos convertimos en un juguete de los vientos pasionales, los contubernios judeo-masónicos y la pertinaz sequía. Pero hoy renace el Imperio de España y por eso cantamos: (Los niños se ponen de pie, de cara a la pizarra.) 80 TODOS.Prietas las filas, recias, marciales nuestras escuadras van cara al mañana que nos promete patria, justicia y pan. Mis camaradas fueron a luchar, el gesto alegre y firme el alemán (Los niños giran de cara al público.) ALBERDI.- En el Prietas las filas el alemán era firme, en el Cara al sol era imposible. ARTOLA.- No había forma de aclararse. BRIONES.- Y nadie nos decía qué coño pintaba tanto alemán en nuestras canciones. (Giran de cara a la pizarra y acaban de cantar.) TODOS.busca el imperio que ha de llevarte por cielo y mar. INSPECTOR.- Muy bien, sentaros. ¿Cómo se llama el hombre destinado por Dios a salvar a España? 81 (El INSPECTOR se encuentra en el lateral derecho, de espaldas a los niños. Éstos vuelven a girar los pupitres.) NIÑOS.- Francisco Franco INSPECTOR .- (A AGUIRRE, mosqueado.) ¿Y qué más? muy AGUIRRE.- Y Bahamonde. INSPECTOR.- (A ARTOLA.) ¿Qué es España hoy en día? ARTOLA.- Un estado... (AGUIRRE se lo chiva.) totalitario. INSPECTOR.- Totalitario, bien, pero qué más... ARTOLA.- Totalitario, pero... pero que muy, muy totalitario. INSPECTOR.- ¡No, hombre, no! Totalitario, pero cri... ARTOLA.- Cri... cri... ¡Criminal! INSPECTOR.- ¡Salvaje! ARTOLA.- ¡Criminal salvaje! INSPECTOR.- (Desencajado.) A ver, ¿quién lo sabe? AGUIRRE.- Totalitario, pero cristiano. INSPECTOR.- Exacto. (A ARTOLA, echándole una bronca.) Que es el bueno, el que conduce a la prosperidad de la Patria y al bienestar de los individuos. No como el estado totalitario marxista, que rebaja a los hombres a la categoría de bestias a cambio de placeres sensibles, ¿estamos? 82 (ARTOLA llora.) Tranquilo hombre, tranquilo, que no es para tanto. Un fallo lo tiene cualquiera... ¡Tranquilo! ¡Tranquilo! (Le da una bofetada en el cogote a AGUIRRE.) ¿Cómo conduce Franco el Estado? (Va hacia la mesa del profesor.) AGUIRRE.- (Al público.) Ahí me había pillao. INSPECTOR.- Chicos, chicos... (Va hacia la mesa. Queda de espaldas. Gira de golpe para pillarlos in fraganti moviendo los pupitres, pero el intento es fallido. Vuelve a la mesa y coge un libro. Nuevo giro de los pupitres, hacia la izquierda.) Esta la teníais que sa... (De cara a los niños. Ve que han movido los pupitres. Fuera de sí.) ¡Mecagüen Rusia! (Intenta calmarse.) Franco conduce España por medio de consignas, que saca de los mismos símbolos del nacionalsindicalismo. Por ejemplo, Franco se queda mirando la bandera de la Falange. (A ALBERDI.) Por cierto, ¿cuál es el nombre completo de la Falange? ALBERDI.- (De corrido.) Fetidelasjons. INSPECTOR.- Exacto, FET y de las JONS. (A TODOS.) ¿A qué corresponden estas siglas? BRIONES.- Falange. ALBERDI.- Española. AGUIRRE.- Carlista. INSPECTOR.- ¡No! ¿Dónde hay una C? ¡Es una T, una T de tarugos! ARTOLA.- (Leyéndolo de un libro.) Tradicionalista. (Esconde el libro.) 83 INSPECTOR.- Bien, así me gusta, que estés atento. Un pirulí por saberte la respuesta. (Se lo da.) Vayamos por el segundo término... y de las... AGUIRRE.- Juventudes BRIONES.- Obreras ALBERDI.- Nacionales ARTOLA.- Socialistas INSPECTOR.- ¡Pero, cómo socialistas, cómo socialistas...! Trae aquí el pirulí. (Se lo arranca de las manos.) Uyuyuyuyuy... Como no me descifréis eso de las JONS, aquí va a pasar algo muy gordo. (A AGUIRRE, amenazador.) Juntas... AGUIRRE.- Obreras. INSPECTOR.- ¡De obreras, nada! De Ofensiva... BRIONES.- (Leyéndolo de un libro. Inmediatamente se lo pasa a ALBERDI, que lo esconde.) Nacional-sindicalista. INSPECTOR.- ¡Por fin! (A AGUIRRE, fijo a los ojos.) Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. ¿Estamos? AGUIRRE.- ¡A ver!... INSPECTOR.- Sigamos. (A AGUIRRE.) ¿Cómo es la bandera de la gloriosa Falange? AGUIRRE.- Rojinegra con franjas verticales. INSPECTOR.- ¡Muy bien, hombre, muy bien! (AGUIRRE se pone tan contento que le ofrece la mano. El INSPECTOR no se la da.) 84 Pues Franco enseguida se da cuenta de que eso quiere decir que la autoridad se ejerce de arriba a abajo, y que debe hacerse lo que quieran los mejores, no los más. AGUIRRE.- (Pelota.) ¡Natural! INSPECTOR.- (A ALBERDI.) ¿Tú qué ves cuando miras el yugo y las flechas? ALBERDI.- ¿Yo? INSPECTOR.- Sí, tú. ¿Quién va a ser? ¿Tú qué ves cuando miras el yugo y las flechas? (ALBERDI no entiende. Ante la situación tensa, le da por sonreír.) ¡Hay que joderse con el sonrisas! ¿Que qué ves...? (Señalando el escudo de su camisa.) ¡Míralo, hombre, míralo! ALBERDI.- Un yugo así y unas flechas así... INSPECTOR.- ¡Bien! ALBERDI.- ¿Sí? INSPECTOR.- Tú, como el común de los mortales... ALBERDI.- ¡Ay, menos mal! INSPECTOR .- Pero Franco, no. Franco ve en ello una cruz, que significa que somos en Cristo. En las flechas ve sueños imperiales, y en el yugo, disciplina. En el azul ve un color entero, serio y proletario, porque la Falange es rotunda, varonil y firme. Por eso Franco ha hecho a España UNA, con letras mayúsculas, porque España no tiene más que una voluntad, una doctrina, una obediencia, y un caudillo. ARTOLA.- Oiga, que eso, sumado, da cuatro. 85 INSPECTOR.- (Se le acerca furioso.) ¡Silencio! La ha hecho GRANDE, porque vamos a extender nuestro imperio espiritual por todos los pueblos hispánicos y por África. Y es LIBRE porque no está esclavizada a los estados judíos y capitalistas, a las democracias portadoras en su propia organización del germen de su destrucción. Porque encomendar al pueblo, que no ha estudiado ni aprendido el difícil arte de gobernar, la responsabilidad de dirigir un Estado, es una insensatez o una maldad. Y luego pasa lo que pasa, que aparecen los partidos políticos, que se dedican a luchar entre sí y fundan el parlamento, que es una institución corrompida y corruptora, asilo de presidiables y ladronera de piratas. (ARTOLA aplaude. El INSPECTOR se le acerca.) Anda, quédate con el pirulí. Por eso, os exijo que defendáis el buen nombre de España contra las calumnias extranjeras y contra la envidia de los malos españoles, que, envenenados por la perfidia liberal de Inglaterra y el materialismo de Rusia, pretenden socavar la unidad de la Patria. (ARTOLA se ha quedado ensimismado, con el pirulí en la boca y la vista perdida.) Y tú, ¿dónde coño estás mirando? (ARTOLA le devuelve el pirulí.) Anda, quédatelo, que ya está chupao. (A todos.) La vida es una guerra. Todos los hombres somos soldados. (Viendo a BRIONES, tan debilucho.) Y no es posible luchar si se carece de fuerza y de salud. ¡Apartaos de los vicios, rechazad los excitantes como el café, el tabaco, el alcohol, los 86 periódicos, la política y el lujo que minan nuestra salud y gastan nuestro organismo! (Se toma un respiro, al borde del infarto.) AGUIRRE.- (Al público.) Esto se lo tengo que comentar yo a mi padre, que anda pachucho y lo mismo es de leer el periódico. INSPECTOR.- (Retomando el mitin.) Dedicaros en cuerpo y alma a la tarea que nos ha encomendado la historia: salvar la civilización occidental, ser su reserva espiritual y acercarnos por el Imperio hacia Dios. ¡Por eso, puestos en pie, cantemos brazo en alto! TODOS.Cara al sol, con la camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer, me hallará la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver, formaré junto a mis compañeros que hacen guardia sobre los luceros, imposible el alemán ya está. (Los niños giran de cara al público.) ALBERDI.- ¿Ven ustedes cómo en ésta también salía el alemán? AGUIRRE.- Y lo de por tierra, mar y aire, que salía en todas. ARTOLA.- Pero eso era más fácil de entender. Porque el Generalísimo era generalísimo de los tres ejércitos: tierra, mar y aire. BRIONES.- Un solo general para tres ejércitos verdaderos. ¿A qué me suena esto? 87 (Vuelven a alzar el brazo y acaban la canción.) TODOS.Arriba escuadras a vencer, que en España empieza a amanecer. (Oscuro.) 88 Siguiente ö ESCENA X: EPÍLOGO August 8, 2001 Los cinco personajes en la corbata, con las gabardinas en un brazo. BRIONES.- (Al público.) Bien es verdad que han pasado los años. ALBERDI.- A saber qué habrá sido de la familia del ejercicio 720, tan hospitalaria ella. JÁUREGUI.- O mejor saber, ¿qué hicieron ellos con los parientes que un buen día se presentaron y permanecieron «64 días» de visita? ARTOLA.- ¿Y qué será de aquel obrero que se gastaba la doceava parte de su salario en la taberna? AGUIRRE.- ¿Aquél? ¡Cirrótico perdido! ARTOLA.- ¿Y de Pilarín? TODOS.- Uy, Pilarín... JÁUREGUI.- Creo que algún benefactor le puso un estanco. ALBERDI.- ¡Cuánto han cambiado las cosas! ARTOLA.- Sí, pero algunas siguen vigentes: la Santísima Trinidad, por ejemplo. BRIONES.- Y eso que, después de las bofetadas que nos costó aprender aquel misterio del triángulo, el corderillo y la paloma con sus respectivos parentescos, llega un tal Giménez Caballero y dice: AGUIRRE.- «Franco es el Hijo del Padre Todopoderoso». ARTOLA.- ¡Y nosotros sin enterarnos! 89 JÁUREGUI.- Además, Pilar Primo de Rivera, sin duda escamada por la tibieza de la frase anterior, apuntillaba: «Franco es nuestro señor en la tierra». ALBERDI.- Y Millán Astray, tuerto y todo, veía las cosas con claridad meridiana cuando decía: «Franco es el enviado de Dios». BRIONES.- Pero el colmo fue cuando Fernández de Córdoba afirmó estar totalmente convencido de que: «Franco es el niño Jesús en el portal de Belén». TODOS.- ¡Toma! ARTOLA.- Y así, atando cabos, descubrimos que la Santísima Trinidad era realmente una Cuaternidad. AGUIRRE.- No hemos levantado cabeza desde entonces, máxime cuando Carrero Blanco reveló: «Franco es un regalo que nos hace la providencia cada tres o cuatro siglos». JÁUREGUI.- ¡Manda cojones! ¡Y nos tuvo que tocar a nosotros! ALBERDI.- Aunque tal vez el «regalito» lo compartamos con varias generaciones venideras. BRIONES.- Sí, porque algo nos dice que Fernández Miranda, el más lúcido y reivindicado de aquellos apóstoles, sabía muy bien a qué se refería cuando le tocó el turno de largar su frase... TODOS.- «Franco seguirá con nosotros por los siglos de los siglos». BRIONES.- ¡Y mucho nos tememos que tuviera razón! (Se ponen las gabardinas. Van todos hacia el fondo, desapareciendo detrás de la pizarra, menos ALBERDI, que se sienta al piano.) 90 ARTOLA.- Bueno, eran otros tiempos. AGUIRRE.- O no eran otros tiempos. ¡Vete tú a saber...! (ALBERDI empieza a tocar Suspiros de España. Queda iluminada únicamente la zona del piano. Por encima de la música, en off, se oye...) VOZ EN OFF.- Alberdi se hizo emigrante y fue testigo del famoso «milagro» alemán. Allí trabajó para el imperio de la Mercedes Benz, consiguiendo una jubilación anticipada por incapacidad permanente. (Aparece BRIONES. Se coloca detrás del piano.) A pesar de sus dificultades con el catecismo, Briones acabó pasando por el Seminario, doctorándose en Teología por Lovaina. Luego ocupó una vacante en el barrio de Txurdinaga, donde tomó conciencia social afiliándose al Partido Comunista en 1973, año en el que ahorcó los hábitos para casarse. Actualmente ocupa un puesto en la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco. (Aparece AGUIRRE. Se une a BRIONES.) Aguirre puso una taberna. Trabajó duramente e hizo fortuna, abriendo después un restaurante que se convirtió rápidamente en una referencia inexcusable dentro de la gastronomía vasca. Sin abandonar la gastronomía, actualmente, es el principal accionista de una conocida cadena de reparto de pizzas a domicilio. 91 (Aparece JÁUREGUI y se une a los anteriores.) Jáuregui hizo sus pinitos de torero en Salamanca, donde estudió. Pero el revolcón de un novillo le metió un susto del que todavía no se ha repuesto. Fue incapaz de acabar la carrera, y su padre, harto de tanta juerga estudiantil, lo colocó en su fábrica, donde hoy ocupa el puesto de «el hijo del dueño». (Aparece ARTOLA. También él se coloca detrás del piano.) Tras una estancia en la cárcel por posesión de propaganda ilegal, ARTOLA acabó por hacerse andarín. Su afición a la montaña le llevó a una de las más famosas expediciones al Himalaya. Actualmente dirige una agencia especializada en deportes de aventura con la que organiza expediciones al Aconcagua por encargo de la ONCE. La biografía del resto de los personajes que han aparecido en esta historia fue tan contradictoria a partir de 1975 que sería demasiado largo contarla. (Oscuro.) FIN 92 Volver al inicio ö