Pali Aike, el nuevo gran parque de Magallanes

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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 28 de septiembre de 2013
imposible, con vientos huracanados y
granizos, que obligaban a los grupos de
cazadores a guarecerse dentro de una
cueva. Mientras afilaban sus flechas junto a una fogata, se mantenían a la espera
de que las condiciones meteorológicas, o
quizás sus dioses, les dieran una oportunidad para saciar su hambre, cazando algún caballo americano o un milodón,
animal herbívoro de más de dos metros,
que era extremadamente difícil de cazar,
ya que su piel, compuesta por diminutos
huesos y un pelaje muy tupido, era casi
impenetrable.
Una vez que el viento amainara podrían
salir de aquellas cuevas, pero debían ir
siempre atentos, evitando los sectores de
lava hirviendo y cuidándose las espaldas
en esos aleros rocosos que solían ser una
trampa mortal, ya que siempre estaban
merodeados por alguna pantera patagónica o un tigre dientes de sable.
Suena a ficción, pero ese era el panorama en aquella época, y lo sabemos gracias
a los estudios científicos que se hicieron
en la zona. Fue en 1930 cuando llegó al
lugar el arqueólogo Junius Bird para revolucionar la ciencia con sus descubrimientos. Fue uno de los primeros científicos
en el mundo en usar la técnica del carbono-14 para datar la fecha de antigüedad
de los materiales orgánicos y logró demostrar que este sitio, junto a la vecina
Cueva Fell, fueron los asentamientos más
antiguos de poblamiento en Patagonia.
Pero los descubrimientos no terminaron ahí. “Bajo la capa de arenisca descubrimos aún más huesos y entre ellos un
tipo de punta de lanza de piedra (cola de
pescado) nuevo para nosotros. Esto es suficientemente gratificante, pero cuando
vemos que los huesos son de caballo,
aparece entonces un sentimiento más
desconcertante. El caballo doméstico no
existió en las Américas antes que llegaron los españoles y la única alternativa
fue que aquellos pertenecieran a un pariente prehistórico del caballo común.
(…) Un examen posterior probó que habíamos encontrado la primera evidencia
de que este caballo antiguo era cazado y
comido por los primeros nativos en Sudamérica”, relata el propio Junius Bird en
su libro Viajes y Arqueología en Chile
Austral. El hallazgo lo publicó el 9 de julio de 1937 en la revista Science, bajo el
título “Human artifacts in association
with horse and sloth bones in southern
south america” (“Artefactos humanos en
asociación con huesos de caballo y milodón en Sudamérica”), lo que provocó
gran revuelo en la época, ya que eran las
primeras pruebas concretas de que el
hombre coexistió con la llamada megafauna, esos animales prehistóricos que se
han hecho tan famosos y queridos gracias a la saga de películas de niños La era
del hielo.
El recorrido
Recién en junio de este año se inauguró
un Centro de Información Ambiental
para recibir a los visitantes, uno de los
primeros esfuerzos para fomentar el aumento de visitas en un sitio tan relevante, pero tan desconocido por los turistas.
De hecho, al año lo visitan menos de 2
mil personas, muy lejos de los más de 30
mil que recibe Torres del Paine, también
en Magallanes.
El parque, a 196 km de Punta Arenas,
tiene cinco senderos de caminata que llevan a los principales atractivos de sus
5.030 hectáreas. El más corto es el circuito que conduce hasta la Cueva Pali Aike,
donde se encontraron restos humanos,
herramientas, caballos americanos y, a lo
menos, siete ejemplares de milodones. Es
el imperdible dentro del parque, ya que
en sólo 600 metros da una buena idea de
la fisonomía del sector y su historia, con
paneles informativos y dos miradores.
También es recomendable recorrer el
sendero Cráter Morada del Diablo (1.700
metros), que cruza por un extenso campo
volcánico conocido como el Escorial del
Diablo, hasta llegar a un sitio de impresionantes formaciones de lava basáltica y
rocas volcánicas. Desde aquí se puede
extender la caminata otros 2 km hasta el
sector Pozos del Diablo, donde se encuentran las mejores vistas panorámicas
para los aficionados a la fotografía.
Una opción más extensa es el circuito
de 8 km inaugurado en 2010, que recorre
todos los atractivos principales, más Laguna Ana, que concentra gran cantidad
de aves. En el recorrido también verá manadas de guanacos y, de seguro, ejemplares de zorros, ñandúes y armadillos.
Quizás para entender la historia de este
parque nacional tenga que hacer el ejercicio de echar a volar su imaginación,
pero los tesoros geológicos, su fauna y
sus peculiares paisajes están a la vista,
esperando atraer nuevos visitantes. T
Viajes
Pali Aike, el
nuevo gran
parque de
Magallanes
Siempre opacado por las Torres del Paine, el
Parque Nacional Pali Aike quiere atraer a
más turistas con nuevas instalaciones y
senderos. La idea es que el visitante sienta
en carne propia el asombro de los antiguos
exploradores británicos con esta zona de
particular actividad geológica, que incluso
llegaba a atemorizar a los tehuelches.
TEXTO Y FOTOS:
Evelyn Pfeiffer
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