¿ES POSIBLE UNA SALIDA DEMOCRATICA A LA ACTUAL CRISIS POLITICA DE HONDURAS? Escenarios de corto plazo Por Gustavo Irías 28 agosto 2009 “… El futuro puede ser indescifrable, y no faltan las condenas del pasado. Pero no es posible creer que merezcan otra primavera interrumpida” 1 Héctor Pérez Brignoli 1) INTRODUCCIÓN Honduras a pesar de poseer históricamente altos niveles de pobreza y exclusión social que la han ubicado entre los países con menor nivel de desarrollo humano en América Latina, en términos políticos, por lo menos en los últimos 50 años, no se han producido “rupturas” significativas que alteraran el equilibrio conservador construido por la elite gobernante. Si bien es cierto, la histórica huelga de los obreros bananeros en 1954 cuestionó las formas originarias de sobreexplotación de la fuerza de trabajo, le facilito a la institucionalidad dominante su ingreso a la era “moderna” reconociendo legalmente el derecho a la libertad de organización sindical y popular. En general, los diversos movimientos de rebeldía popular han terminado en derrota, ahogados por la represión del Estado y por el débil respaldo social. Al respecto, la explicación generalmente aceptada es que en Honduras ha gobernado una elite política con la capacidad de procesar y solucionar los conflictos sociales recurriendo a reformas o represión (o bien a una combinación de ambas), de acuerdo a las características de cada contexto, con la gran virtud que ha sabido sofocar las crisis presentadas al corto plazo y sin riesgos para la supervivencia del sistema y de sus propios intereses Contando para ello con las Fuerzas Armadas y con los medios de comunicación, como sus instrumentos más importantes. La última crisis de envergadura fue sofocada a mediados de los 70’s, se trató del conflicto agrario que adquirió proporciones nacionales y formas de lucha pre insurreccionales, pero que fue hábilmente atenuado por el gobierno de los militares reformistas. De ese acontecimiento a la fecha han transcurrido más de 30 años durante los cuales se han acumulado graves desajustes sociales. Para empezar, Honduras ostenta los niveles de desempeño económico más deficientes del subcontinente, en cuarenta años apenas ha tenido un crecimiento per capita anual del 0.8%2, careciendo el sistema de la capacidad de dar 1 2 Pérez Brignoli, Héctor. Breve historia de Centroamérica. Alianza Editorial, 1985. Pág. 156. Cf. Achard, Diego/ González, Luis. Honduras los escenarios posibles 2006-2009. PNUD. Septiembre 2006. Pág. 2. 1 respuesta a las demandas de empleo digno, la pobreza se ha extendido como padecimiento crónico y la desigualdad no ha mejorado3. El crecimiento de Honduras ha sido de “estrecha base” que sólo ha beneficiado a una minoría. Resulta difícil pensar que una sociedad con estas características pudiera mantener un equilibrio social al largo plazo. Eso también explica el consistente y creciente descontento ciudadano con el funcionamiento de la democracia hondureña, expresado en los estados de opinión4. Esto se ha estado produciendo en un contexto donde los índices de alfabetización y de escolaridad han aumentado, lo que nos indica la existencia de una creciente frustración con el sistema muy difícil de gestionar si el sistema no se reforma y proporciona reales oportunidades a la mayoría de la gente para mejorar sus condiciones de vida. Los elevados grados de abstencionismo electoral no serían más que una confirmación de lo anteriormente anotado (en 1980 el 18.6% y en el 2005 el 44.6% de electorado no han asistido a las urnas). Con estos antecedentes, es un hecho que la protesta social desatada desde el 28 de junio se explica, en sus causas más profundas, en estos graves desajustes del sistema; el reformismo de Manuel Zelaya, sumado a la ruptura constitucional, sólo contribuyó a su aceleración y estallido. De otra manera resulta difícil explicar más de 60 días de protesta popular en las diferentes ciudades del país: movilizaciones, tomas de carreteras y de edificios públicos, conciertos de música popular y otras más. Habrá que constatar en los próximos meses si el 28 de junio del 2009 marca un punto de inflexión o quiebre histórico en la Honduras de este nuevo siglo. En realidad Manuel Zelaya no impulsó significativas transformaciones estructurales que pusieran en peligro los intereses de la tradicional elite dominante, es más continuó moviéndose en la lógica clientelista de la política tradicional, siendo permisivo con las prácticas corruptas que ha sido una de las características más perversas del sistema político hondureño. Pero Zelaya con su extraordinaria capacidad de conectarse con los sentimientos de la gente y de comunicar sus ideas a los sectores sociales menos favorecidos, fue capaz de plantear un horizonte de ruptura y cambio condensado en el llamamiento a una Asamblea Nacional Constituyente. En un contexto de frustración social y deficiente desempeño económico de la democracia hondureña, este discurso prendió, en principio, en la dirigencia gremial/popular simpatizante del “Chavismo”, pero luego en el resto del movimiento popular, también en la población pobre beneficiaria de los bonos de la Red Solidaria y en las capas 3 En Honduras se ha consolidado un sistema de desigualdad social extrema donde el 20% de la población con más altos ingresos recibe el 55% del ingreso nacional, mientras el 20% de la población de más bajos ingresos apenas percibe el 4.7% del ingreso nacional (Fuente: PRODDAL/Honduras. La Democracia en América Latina. Enfoque: Centroamérica/ Honduras. 2004. Pág. 28. 4 Ver los reportes anuales de Latinobarometro (http://www.latinobarometro.org/). En general, la opinión mayoritaria de la población hondureña considera que la democracia funciona mal, que las desigualdades sociales aumentan, que los gobiernos administran el Estado en función de los intereses de grupos de poder minoritarios, que la influencia del voto para cambiar las cosas no es significativo, que la corrupción gubernamental se incrementa, que las instituciones públicas son ineficientes. Además, existe una percepción mayoritaria, incluso en períodos de bonanza económica, que a futuro la situación personal y familiar será peor. 2 medias empobrecidas. Ya antes Zelaya había adherido a Honduras al ALBA (agosto del 2008), expresado su simpatía con el liderazgo de izquierda de Sur América y estructurado un discurso con ciertos tonos anti estadounidense. Estas reflexiones iniciales aportan, probablemente, una base más objetiva (como telón de fondo) para explicarnos la presente crisis, superando la mirada superficial que limita el análisis al intervencionismo de Hugo Chávez, la adhesión incondicional de Zelaya a su ideología y su desobediencia a las ordenanzas de la Corte Suprema en el tema de cuarta urna (consulta no vinculante para la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente). 2) ESTALLIDO DE LA CRISIS Y LA RECONFIGURACIÓN DE LOS ACTORES ESTRATÉGICOS 2.1 El momento previo a la crisis Los días previos al estallido de la crisis expresaban mucha tensión y polarización política no experimentada por la sociedad hondureña en los últimos cincuenta años. Los puntos más sobresalientes eran los siguientes: Agenda marcada por el llamado del Ejecutivo a la consulta popular (“cuarta urna”) y a la Constituyente. Rumbo político del gobierno definido por el proyecto de la ALBA. Ausencia de una candidatura presidencial de continuidad del proyecto de Zelaya, pero incremento de su simpatía popular (Encuesta de CID Gallup de febrero del 2009 y del Barómetro de Gobernabilidad Iberoamericano)5. Confrontación intra partidaria (desacuerdos entre el “melismo”6 y la alianza Micheletti-Santos en el Partido Liberal; intento de Pepe Lobo de tomar distancia de los sectores más conservadores del Partido Nacional para disputar la base de simpatía al Presidente de la República). Pugnas entre los diferentes poderes del Estado. Desobediencia del ejecutivo a decisiones del poder judicial en el tema de la “cuarta urna”. Fuerte campaña en los medios de comunicación a favor y en contra de la “cuarta urna”. Acusaciones de ruptura constitucional y de continuismo presidencial. Rumores de golpe de Estado y reiterados desmentidos por los voceros de las Fuerzas Armadas. 5 Durante la administración del Presidente Zelaya, los índices de aprobación han sido altos: en el 2006 su aprobación era del 50%, en el 2007 subió al 61%, en el 2008 cayó a 52% y en abril del 2009 obtuvo un 62% de aprobación, de acuerdo al Barómetro de Gobernabilidad Iberoamericano. (Eduardo Gamarra/ Diana Pardo. Las encuestas y el golpe en Honduras. Nuevo Herald, 27 de Julio 2009 ) 6 “Melismo” hace referencia a la corriente política encabezada por el Presidente Zelaya. 3 Fraccionamiento electoral sin precedentes de la izquierda: rupturas dentro de la UD7 y surgimiento de candidaturas independientes progresistas. Respaldo de los sectores más activos del movimiento popular a la propuesta del Presidente Zelaya por la “cuarta urna” y la Constituyente. Gobierno de Zelaya actuando como partido político (recolección de firmas de respaldo a la “cuarta urna”, articulación de un bloque popular de respaldo y otras acciones, utilizando como personal de apoyo a los empleados públicos). Embajada de EEUU llamando al respeto de la Constitución y a las elecciones de noviembre del 2009, tratando de mantener un bajo perfil público. Reagrupación de la oposición política a la “cuarta urna” a partir de dirigentes intermedios de los dos grandes partidos tradicionales, atrayendo a otros sectores políticos (PINU y DC) y a los sectores religiosos (católicos y protestantes). Surgimiento de nuevos agrupamientos representantes de una sociedad civil con orientación política de derecha: Alianza por el Cambio, Unión Cívica Democrática y otras. Es difícil saber exactamente cuáles hubieran sido los siguientes pasos de Zelaya, después de la consulta popular no vinculante por la cuarta urna. Sin embargo, la elite dominante interpretó el proyecto de Zelaya de alta peligrosidad para la estabilidad del sistema y recurrió al viejo expediente del Golpe de Estado. Obviando por completo la institucionalidad democrática construida en los últimos 28 años, en una situación donde todos los poderes del Estado estaban a favor de la elite dominante, con la única excepción del Ejecutivo (controlado por Zelaya). En todo caso, quedo en evidencia la precaria cultura democrática de los actores claves que han sostenido la institucionalidad hondureña que ha entrado en un grave desajuste, difícil de revertir en el corto plazo. 2.2 Factores claves de la crisis hondureña Si bien es cierto que los elementos que hicieron la crisis se fueron acumulando desde tiempo atrás, esta estalló con el rompimiento constitucional de la madrugada del 28 de junio, desatando una situación de incertidumbre propia de toda crisis política y abriendo la posibilidad de la consolidación de la ruptura conservadora o su reversión en un cambio reformista. Diferente a otros momentos en la historia de Honduras, la elite gobernante, esta vez no tuvo la capacidad de resolver la crisis en el corto plazo y sin mayores riesgos para la supervivencia de sus propias “reglas del juego”. Ciertamente se han presentado un conjunto de factores que no lo han hecho posible, tanto de origen interno y externo. 7 UD, hace referencia al Partido de Unificación Democrática, inscripto legalmente y reconocido como el representante de la izquierda hondureña. 4 En primer lugar, el estallido de la crisis política no atenuó sino que profundizó la polarización política, produciendo una reconfiguración de los actores estratégicos. En este punto dos hechos claves hay que destacar: i) La conversión de la elite política tradicional en un sólido grupo político-militarempresarial cohesionado ideológicamente en torno a un enfoque anticomunista de guerra fría, donde convergen “viejos” cuadros de los dos grandes partidos tradicionales con un rol destacado en la represión contrainsurgente de los años ochenta. De allí que no sean casuales sus posiciones duras para negociar. Además alrededor suyo han logrado agrupar una apreciable base social de respaldo de sectores de clase media, religiosos (especialmente evangélicos) y de la militancia conservadora de los partidos tradicionales. Y ii) La rearticulación del movimiento social en un amplio y unitario Frente de Resistencia al golpe, en torno a dos objetivos comunes: el reestablecimiento del Presidente Zelaya y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que redefina las “reglas del juego”. Este frente ha surgido del fragmentado movimiento popular, de las organizaciones de izquierda y de la población simpatizante al presidente Zelaya. Nunca en la historia moderna del país los sectores progresistas y de izquierda habían logrado construir tan amplia alianza y mantenerse movilizados en las calles por tanto tiempo a pesar de la represión y las condiciones climáticas adversas. Resulta difícil contabilizar el número de personas movilizadas en cada bando, pero una encuesta de opinión de CID GALLUP, levantada días después del rompimiento constitucional nos aporta una idea. En esta encuesta un 41% justificaba el golpe de estado y un 46% lo desaprobaba. Aunque también un 56% de la población desaprobaba la intención de Zelaya de incluir la cuarta urna en las elecciones generales del próximo noviembre8. Estos datos confirman la polarización política actual de la sociedad hondureña. En segundo lugar, un factor clave a destacar es el desconocimiento diplomático unánime de la comunidad internacional al gobierno instalado el 28 de junio y que es encabezado por Roberto Micheletti. En un contexto de post guerra fría donde el elemento dominante ha sido la expansión de la democracia como régimen político en América Latina y el mundo, la ruptura constitucional ha contado con el rechazo desde la Organización de Estados Americanos (OEA), incluyendo al gobierno de los EEUU, la Unión Europea y demás bloques de países. Hasta el momento se ha implementando un conjunto de medidas de presión que han incluido: i) Por parte de la OEA, la suspensión de Honduras como miembro pleno de este organismo y respaldo activo y directo del Plan Arias (que ha incluido la visita a Honduras de un grupo de cancilleres); ii) Por parte del gobierno de los EEUU, cancelación de la totalidad de la ayuda militar, suspensión selectiva de algunos programas de ayuda, cancelación de algunas visas diplomáticas de funcionarios golpistas; y, suspensión de la expedición de visas no inmigrantes para ciudadanos/as hondureños; iii) Por parte de la Unión 8 Diana Logreira- Gessel Tobías. Honduras un país dividido. Washington 9/07/09, AF. 5 Europea, cancelación de los desembolsos pendientes de ayuda (por uno 90 millones de euros); y, iv) el Sistema de Integración Centroamericano (SICA) ordenó el cierre de las fronteras con Honduras por 48 horas y ha cancelado todo tipo de desembolsos del BCIE destinados al gobierno hondureño. Otros países han cancelado el estatus diplomático de embajadores afines al gobierno de facto y reconocido los representantes nombrados por Zelaya. En resumen, el actual gobierno hondureño esta aislado del mundo, pero aún así se mantiene firmemente instalado en el poder. Aquí cabe una interrogante: ¿Tendrá la comunidad internacional la capacidad, fuerza y voluntad política de revertir la ruptura constitucional de Honduras?. Hay que destacar que el gobierno de los EEUU aún no ha reconocido oficialmente que lo que se produjo en Honduras el 28 de junio fue un “golpe militar”, esto tendría como consecuencia la cancelación de toda relación y tipo de ayuda con el gobierno de Roberto Micheletti. En todo caso, la eventual consolidación del gobierno de facto constituye una real amenaza para la frágil democracia de América Latina y plantea la eventual apertura de un nuevo período de golpes militares e inestabilidad política. Por ello, Honduras se ha constituido en una pieza esencial en la defensa del régimen político democrático en las Américas en torno a la cual están coincidiendo las disímiles fuerzas políticas del continente. Aunque también hay que reconocer la existencia de sectores políticos, algunos de ellos ubicados en la misma Administración de Washington, que sostienen que es preferible “detener al chavismo” (Hugo Chávez) que defender la vigencia de la democracia en el continente. Es más, varios dirigentes del golpe de Estado en Honduras, se adjudican el primer triunfo contra el “chavismo” y su socialismo del Siglo XXI en América y llaman a seguir su ejemplo en países como Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Adicionalmente, la coincidencia de la crisis económica mundial y la crisis política nacional le aporta una complejidad especial a la crisis hondureña y mayores costos económicos y sociales. En el primer trimestre de este año ya se registraba una reducción del dinamismo económico y una reducción en la tasa de empleo. Se espera que Honduras, al final del año, registre un crecimiento económico negativo. Por supuesto que esto agravará el ya deficiente desempeño de la economía, en especial de la pequeña y mediana producción. Al respecto, existen datos preocupantes expresados por José Núñez, Presidente de la Asociación Nacional de Pequeños y Medianos Productores –ANMPIH-, en el sentido que la crisis política ha hecho caer en un 60% la producción y el empleo9. Por otro lado, es un hecho que en la actual situación de Honduras, marcada por la profundización de la polarización política, los espacios de diálogo son limitados para pactar una solución a la crisis actual. Hasta el momento, el único 9 La Prensa. Producción y empleo en las Mipymes cae en 60%. Bajas ventas, poco financiamiento y lentitud en trámites son los problemas que las aquejan. 20 agosto del 2009 6 espacio visible de diálogo ha sido la medición abierta por Oscar Arias10, presidente de Costa Rica; dónde el diálogo ha sido escaso y facilitado a través del mediador. En realidad quienes rompieron el orden constitucional no tienen ningún interés de diálogo que implique la posibilidad de reestablecer a Zelaya en el poder y para el Frente de Resistencia no es posible el diálogo sin en el establecimiento de condiciones básicas que impliquen el restablecimiento del orden constitucional (incluido el restablecimiento de Manuel Zelaya en la Presidencia), garantías individuales ciudadanas y el cese de la violencia del Estado. Desde el gobierno de Micheletti se apuesta a que la solución de la crisis estará en la celebración de las elecciones de noviembre de este año; mientras tanto la comunidad internacional continúa abogando por la propuesta de Arias, pero el tiempo se esta agotando. Asimismo, las elecciones generales se presentan como un espacio donde pueden producirse las primeras fisuras del Frente de la Resistencia. Tanto el Partido de Unificación Democrática (Izquierda) y una candidatura independiente progresista (representada por el ex dirigente sindical Carlos Reyes) están habilitadas legalmente para participar en estas elecciones. Asimismo, avanzar a este proceso electoral sin una solución de la crisis política actual plantea el alto riesgo de una profundización de la crisis, hasta llegar a un boicot de las elecciones. De allí que este próximo torneo electoral resulta esencial para proyectar los escenarios políticos de futuro de corto plazo (una mirada hacia delante de seis meses). 3) LOS ESCENARIOS DE CORTO PLAZO: ¿PRESERVACIÓN DEL STATU QUO O AVANCES HACIA LA REFORMA DEMOCRÁTICA? De cara al futuro mediato de Honduras, hay dos variables claves a considerar la calidad de la institucionalidad del proceso electoral (que considera la realización de las elecciones con el reestablecimiento del orden constitucional o en su actual situación de facto) y la orientación política estratégica que asuma el país (mantenimiento del statu quo o avanzar hacia una reforma democrática). El cuadro siguiente ilustra esta construcción: 10 En contenido del Plan Arias para la solución de la crisis se resume en los puntos siguientes: 1) Constitución de un Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional integrado por representantes de todos los partidos políticos; 2) Amnistía para los delitos políticos antes y después de los acontecimientos del 28 de junio; 3) Renuncia a convocar una Asamblea Nacional Constituyente; 4) Adelanto de la realización de las elecciones y del traspaso de gobierno; 5) Dejar las Fuerzas Armadas a disposición del Tribunal Supremo Electoral desde un mes antes de las elecciones; 6) Retorno de los poderes del Estado a su integración previa al 28 de junio; 7) Constitución de una Comisión de verificación de los acuerdos y una Comisión de la Verdad de lo acontecido antes y después del 28 de junio; 8) Normalización de las relaciones de la república de Honduras con la Comunidad Internacional. (Esta propuesta de Acuerdos fue planteada el 22 de julio del 2009). 7 Calidad institucional Elecciones restablecimiento Zelaya Orientación Política Estratégica Statu quo Reforma democrática con Escenario 1: de Compromiso pactado en base a Plan Arias, estabilidad temporal Escenario 2: Gobierno de coalición, con una agenda de reforma democrática Elecciones con gobierno Escenario 3: de facto Gobierno de minoría, sin legitimidad, y extensión de la crisis. Al margen del esquema anterior, que resulta demasiado rígido para captar la compleja realidad hondureña, también es posible considerar el escenario de NO ELECCIONES en noviembre que dependiendo de los caminos que se tomen podría contribuir a una salida de la crisis o bien a una mayor complejidad. Más adelante se aportarán algunos elementos al respecto. La imagen reflejada en la Grafica anterior hay que completarla con las condiciones externas (contexto) que bien sabemos que de mantenerse el gobierno de facto se agravarán, siendo sus costos sociales y económicos mayores a las que ya se esperaban con la crisis económica mundial. En realidad el retorno de Zelaya a la Presidencia no significará mayor alivio a la economía, pero el deterioro podría ser atenuado con la normalización de los flujos financieros de la cooperación internacional, de los cual cuales depende en gran medida la capacidad de inversión y de sobrevivencia del dependiente Estado hondureño. Los escenarios identificados son los cuatro siguientes: 1) Compromiso pactado en base a Plan Arias, estabilidad temporal Se reestablece el orden constitucional con el regreso del Presidente Zelaya, que representa la base de un compromiso pactado entre los grandes actores del conflicto, en ese marco se realizan las elecciones generales de noviembre que adquieren un grado de legitimidad aceptable nacional e internacionalmente. A pesar de los esfuerzos de una alianza por el cambio que involucra a los diferentes actores del Frente de la Resistencia (simpatizantes liberales de 8 Zelaya, el partido de Unificación Democrática, la candidatura independiente de Carlos H. Reyes y ciudadanos con diferentes inclinaciones políticas) termina por imponerse la candidatura de uno de los dos grandes partidos tradicionales. Los problemas de fondo generadores de la crisis son sólo parcialmente reconocidos por los ganadores del torneo electoral. De esta manera entramos a una estabilidad temporal, con reales riesgos de un nuevo estallido social en el corto/mediano plazo, La dinámica de los actores que determinan este escenario es la siguiente: Las candidaturas de los partidos progresistas (UD, independientes y liberales “melistas”) aunque pactan un marco de alianza, desarrollan campañas por separado dividiendo el voto de simpatía y desestimulando a los electores independientes por el cambio. Electoralmente el planteamiento de la Asamblea Constituyente (a futuro) no tiene el respaldo esperado por esta alianza. Los partidos tradicionales logran convencer al electorado que han sido factores claves para resolver la crisis y que su vocación es por la democracia. Sin embargo, sus programas e intenciones de gobierno continúan vaciados de contenido de la reforma democrática que requiere el país. A pesar de los esfuerzos realizados por el Tribunal Supremo Electoral el abstencionismo persiste representando un rechazo y desencanto del electorado con el sistema político. El gobierno resultante de este proceso es reconocido por la comunidad internacional, dando fin al aislamiento del país. Se reestablecen los flujos financieros de ayuda al desarrollo. 2) Gobierno de coalición, con una agenda de reforma democrática Igual que el escenario anterior, se reestablece el orden constitucional con el regreso del Presidente Zelaya en el marco del Plan Arias y se realizan las elecciones de noviembre. El Frente de Resistencia se mantiene como un bloque unitario y se transforma en una amplia coalición electoral, que respetando la actual ley electoral definen un candidato único y un “combo” que incluye candidatos/as a diputados y a las alcaldías municipales de los diferentes partidos políticos. Los candidatos de los partidos tradicionales reciben el voto de castigo del electorado y, por primera vez en la historia de Honduras, triunfa electoralmente una coalición progresista de izquierda. Siendo el punto de partida de un proceso de reforma democrática que modifica las actuales “reglas del juego” y busca resolver los problemas de fondo generadores de la crisis. La dinámica de los actores que explican este escenario es la siguiente: El Frente de Resistencia convertido en frente electoral (bajo la sigla de la UD) logra definir un programa de reforma democrática, resultado de la consulta a diferentes sectores del país, este programa incluye el 9 3) planteamiento de constituir una Asamblea Nacional Constituyente (a futuro) pero en esencia retoma aspiraciones claves de la sociedad hondureña por transformar el país y toma distancia de la propuesta política del “chavismo”. Es por ello que este programa convoca a un amplio sector del electorado. El Frente de Resistencia tiene la habilidad de pactar puntos claves de su programa con un sector de la empresa privada que públicamente manifiesta su respaldo a la agenda de reforma democrática. El Frente de Resistencia establece contactos informales con el gobierno de los EEUU, donde ambos se comprometen a futuro en sostener relaciones de mutuo respeto, identifican y pactan áreas de colaboración. Los candidatos de los partidos tradicionales son percibidos por el electorado como responsables de la ruptura constitucional y de los problemas estructurales de fondo que afectan al país (la exclusión y la pobreza). En estas elecciones el entusiasmo del electorado crece y se reduce el elevado nivel de abstencionismo. Teniendo este resultado electoral un alto nivel de legitimidad. El nuevo gobierno es reconocido por la cooperación internacional, se reestablecen los flujos financieros de ayuda al desarrollo. Algunas de estas agencias y gobiernos se comprometen a incrementar la ayuda para financiar la reforma democrática. Gobierno de minoría, sin legitimidad, y extensión de la crisis Las elecciones son realizadas en el marco del actual gobierno de facto. El gobierno surgido de este proceso carece de legitimidad tanto nacional como internacional y se presentan las condiciones para una extensión de la crisis. Sin embargo, este escenario podría tener dos variantes: i) Un escenario donde sólo participan los dos grandes partidos tradicionales y sus aliados (DC y PINU), que nos plantea una situación de absoluta ilegitimidad; y, ii) Un escenario donde no solo los dos partidos tradicionales y sus aliados participan, sino que también el Partido UD y algunas candidaturas independientes lo hacen, que nos propone un escenario donde sus resultados tendrán un grado aceptable de credibilidad, refrendada con observadores electorales (independientemente que no sean de la OEA). Esto sólo bajo el supuesto que estas elecciones discurren en un clima de normalidad, sin ninguna resistencia popular y con el silencio del Presidente Manuel Zelaya. Pero sabemos que aún con la participación electoral de una facción de la UD y de algunas candidaturas independientes, sectores del Frente de la Resistencia presentaran oposición al proceso electoral. La dinámica de los actores que determinan este escenario es la siguiente: Sectores del Frente de la Resistencia al golpe intentaran boicotear las elecciones bajo diferentes formas: llamamientos a no votar, bloqueos de centros de votación y otras formas. Los partidos tradicionales tratarán de proyectarse de una manera diferente al electorado, probablemente intenten presentar propuestas más estructuradas, 10 conscientes del descrédito que actualmente goza el sistema de los partidos políticos. Es probable que se desate la tradicional confrontación inter partidaria, siendo esperable un incremento del abstencionismo electoral que podría llegar a más del 50% del electorado. Dependiendo de los resultados de este proceso y de los actores participantes, la comunidad internacional decidirá si normaliza las relaciones con el nuevo gobierno surgido de estas elecciones. Es probable que la respuesta sea diversa, dependiendo de los intereses de cada país y agencia de cooperación. 4) Elecciones no se realizan en noviembre Ante el crecimiento de la presión de la comunidad internacional, de último momento, el gobierno de facto esta planteando la renegociación del Plan Arias que consideraría la posibilidad de integrar un gobierno de transición, sin incluir a Zelaya ni a Michelletti, que extienda el período de gobierno en un año mínimo para la organización de las elecciones en condiciones de mayor “normalidad”. En realidad esta propuesta beneficia, principalmente, al candidato del Partido de Gobierno (Elvin Santos) cuyo partido (El Liberal) se encuentra totalmente fragmentado resultado de la crisis política nacional. Parece difícil que el candidato de la oposición (Porfirio Lobo) que se perfila como el virtual ganador (en el escenario 3), pueda avalar una iniciativa de esta naturaleza. En todo caso este cuarto escenario, refleja dos cosas: i) la complejidad de la solución de la crisis hondureña al corto plazo; y, ii) el probable inicio de un resquebrajamiento del bloque político de respaldo al gobierno de facto. En caso de llegar a concretarse, este cuarto escenario presenta dos variantes. La primera, nos puede llevar al escenario uno: “compromiso pactado y estabilidad temporal”. La segunda, nos puede conducir al escenario dos: “Gobierno de coalición, con una agenda de reforma democrática”. A manera de cierre: entre lo probable y lo deseable Dadas las circunstancias actuales el escenario más probable sería el de la realización de las elecciones en el marco del gobierno de facto que nos daría como resultado un “gobierno de minoría, sin legitimidad, y una segura extensión de la crisis”. Por otro lado, desde una perspectiva de gobernabilidad democrática. Lo deseable sería el de “un gobierno de una amplia coalición con una agenda de reforma democrática”, que sería el mejor camino en la búsqueda de una salida duradera a la crisis que enfrentamos en el presente y la oportunidad histórica para los sectores democráticos y progresistas hondureños de empujar las necesarias reformas que urgen en Honduras. 11 En todo caso, considerar que la situación de Honduras se modifica cada día y semana. Resultando muy difícil apuntar con precisión a cuál podrá ser el escenario que tendremos en noviembre de este año. Así que este conjunto de propuestas de escenarios no nos aportan respuestas precisas de lo que pasará en el futuro inmediato, pero nos ayudan como referentes para orientarnos en la toma de decisiones como organizaciones ciudadanas y ciudadanos en particular que aspiramos a vivir en un país más justo y democrático. 12