1 PERSPECTIVISMO JURÍDICO DE EDUARDO GARCÍA MÁYNEZ. Por: Fernando Rodrigo López Torres. 2 PERSPECTIVISMO JURÍDICO DE EDUARDO GARCÍA MÁYNEZ. Por: Fernando Rodrigo López Torres. Trabajo presentado para el Preordinario del curso de Introducción al Estudio del Derecho. Segundo Año Grupo C. Escuela Libre de Derecho. Noviembre 2013. 3 Índice: Introducción. CAPITULO I.- VIGENCIA, O VALIDEZ EN SENTIDO FORMAL. 1.1 1.2 1.3 1.4 1.5 Derecho Legislado. El Derecho Consuetudinario. El Derecho Jurisprudencial. Los Acuerdos Internacionales. La Doctrina. CAPITULO II.- CONCEPTO DE POSITIVIDAD. 2.1 Positividad y Vigencia. 2.2 Cumplimiento y aplicación de preceptos legales. CAPITULO III.- LA NOCIÓN DE VALIDEZ OBJETIVA O INTRÍNSECA Y LA IDEA DEL DERECHO NATURAL. 3.1 La teoría de las dos órdenes. 3.2 El Iusnaturalismo biológico. 3.3 El Iusnaturalismo Teológico. 3.4 El Iusnaturalismo Teleológico de Platón y Aristóteles. 3.5 El iusnaturalismo racionalista y panteísta de los filósofos del Pórtico. 3.6 El iusnaturalismo trascendente de los filósofos cristianos San Agustín y Santo Tomás. 3.7 El iusnaturalismo trascendente, racionalista y social de Hugo Grocio. 3.8 El iusnaturalismo individualista de Thomas Hobbes y John Locke. 3.9 El iusnaturalismo determinista de Spinoza. 3.10 El iusnaturalismo racionalista de Samuel Pufendorf. 3.11 El iusnaturalismo utilitarista y eudemonista de Christian Thomasius. 3.12 El iusnaturalismo objetivista de Godofredo Guillermo Leibinz y Christian Wolff. 3.13 La noción de autonomía y la tesis del contrato social. 3.14 El derecho natural de contenido variable. CAPITULO IV.- TEORÍA DE LOS TRES CÍRCULOS. 4.1 Relaciones entre los conceptos de validez intrínseca, validez formal y positividad. 4.2 de los diferentes puntos de vista. 4.3 Cotejo de Opiniones. CAPITULO V.- SUPUESTOS DEL DERECHO VIGENTE. 5.1 5.2 5.3 5.4 5.5 El Derecho Vigente como derecho estatal. Supuestos Lógicos. Supuestos axiológicos de la vigencia del derecho. Supuestos Sociológicos de la vigencia del derecho. Las tres actitudes atípicas. 4 CAPITULO VI DERECHO RACIONAL Y DERECHO POSITIVO, SEGÚN MIRCEA DJUVARA. 6.1 El Planteamiento del Problema. 6.2 EL derecho racional. 6.3 El Derecho Positivo. CAPITULO VII.- APLICACIÓN, AL TERRENO JURÍDICO, DEL OBJETIVISMO AXIOLÓGICO. 7.1 Planteamiento del Problema. 7.2 Tesis de la objetividad de lo valiosos. 7.3 Los Valores Como objetos ideales. 7.4 Realidad de los Valores. 7.5 Los limites de la intuición de lo valioso. 7.6 El problema de la realización de los valores. 7.7 Los valores como principios éticos de la esfera ética ideal. 7.8 Los valores como principios del esfera ética actual. 7.9 Los valores como principios de la esfera ética ideal. 7.10 Objetividad de los valores jurídicos. 7.11 Relatividad de los valores Jurídicos. 7.12 Justicia y Seguridad Jurídica. CAPITULO VIII.- DISCUSION DE LOS ARGUMENTOS DE KELSEN EN CONTRA DE LAS TESIS IUDNATURALISTAS. 8.1 8.2 8.3 8.4 Derecho natural y positivismo jurídico. Las dos ordenes y sus respectivas razones de validez. Iusnaturalismo Utópico. Juicios de Legalidad y juicios de Justicia. CAPITULO IX.- MÁS ALLA DEL IUSNATURALISMO Y DEL POSITIVISMO; CONCLUSIONES. 9.1 9.2 9.3 9.4 9.5 9.6 9.7 Tres definiciones. Norma y Exigencia. La idea Jurídica y su desarrollo Dialéctico. Ideal de justicia e Ideal de paz. Reconocimiento y eficacia. La actitud del jurista. Para Finalizar. 5 Introducción. El propósito de este trabajo consiste en conocer lo que el gran jurista Don E. Garcia Maynez nos quiso dar a entender acerca del perspectivismo jurídico, para esto es necesario remitirnos a su Libro "La definición del derecho, ensayo del perspectivismo jurídico"; y buscar señalar una caracterización general de los varios objetos conocidos con lo que entendemos acerca del derecho. La primera parte desembocara en una especie de perspectivismo, dentro del cual cada objeto podrá ser contemplado y descrito desde el único punto de vista que es correcto colocarse para su consideración y estudio. El termino perspectivismo, es empleado aquí en la misma acepción que la de Ortega y Gasset; no se trata de una formulación nueva de la postura subjetivista, según la cual hay tantas verdades como individuos; el perspectivismo ofrece una fiel visión de la realidad, pero una visión condicionada por la situación del espectador, para Ortega y Gasset la perspectiva es el orden y forma que la realidad toma para el que la contempla. También es importante mencionar que en este trabajo se presentan un sin número de autores exponiendo su perspectiva jurídica, para tratar de entender lo que es el derecho; ya que como se mencionara a lo largo de este trabajo, resulta muy complicado asegurar que hay una definición como tal de derecho, como veremos a continuación: Decía Kant "los juristas buscan todavía una definición para su concepto del derecho. Los autores todavía no han logrado armonizar sus doctrinas en asunto de tal importancia ya que las definiciones no aluden siempre al 6 mismo objeto. La idea de que el derecho no puede definirse es conocida como la teoría de la indefinición presentado por Schreier y propone dos tipos de solución: "1. la determinación del derecho en función de la naturaleza del hombre; es una explicación causal, sobre la base de una legalidad psicológica que pretende captar una esencia partiendo de un devenir 2. la determinación por medios inductivos que tiende a obtener la noción del derecho abstrayéndola de la consideración del mayor numero posible de fenómenos jurídicos "1 La circunstancia de que el concepto no pueda referirse, a través de una definición, a notas jurídicas, no demuestra que sea indefinible, sino que su definición es meta jurídica. Todos los autores admiten que el derecho es una regulación del proceder de los hombres en la vida social, y solo discrepan en lo que atañe a la naturaleza de los preceptos jurídicos. El error de quienes han pretendido encerrar en una sola definición (en el caso del derecho) objetos diferentes entre si, no implica únicamente confusión de puntos de vista, sino, lo que es peor, concomitante confusión de los objetos contemplados; en vez de ofrecer de cada cosa desde el punto de mira que el espectador ocupa, se ha pretendido obtener, de objetos distintos, perspectivas idénticas y en relación con cada objeto, una perspectiva igual, pero desde miradores diferentes. El error de perspectiva ha sido pues en el caso del derecho, un error doble. Los tres objetos a que las definiciones del derecho sueles referirse son: derecho formalmente valido, derecho intrínsecamente valido y derecho positivo. 1 F. SCHREIER, Concepto y formas fundamentales del derecho, Editorial Losada, Buenos Aires, 1942, pág. 25. 7 CAPITULO I.- VIGENCIA, O VALIDEZ EN SENTIDO FORMAL. 1.1 Derecho Legislado. Uno de los motivos de discrepancia entre los autores que han pretendido definir el derecho, se refieren al problema de validez.2 Desde el punto de vista formal solo son validas aquellas normas que reúnen los requisitos extrínsecos de vigencia establecidos por el poder publico. Derecho en sentido jurídico formal es definido por Don E. García Máynez como: el conjunto de reglas bilaterales de conducta que en una cierta época y un determinado país la autoridad suprema considera obligatorias. A las normas jurídicas reconocidas o creadas por el poder republico se les designa como derecho vigente. La obligatoriedad de una norma depende de la reunión de una serie de condiciones, establecidas por otras normas del mismo sistema, verbigracia, los artículos 71 y 72 de nuestra Constitución y 3 y 4 del Código civil; señalan las reglas para la elaboración, promulgación, publicación e iniciación de vigencia de las leyes federales. Para que una iniciativa se convierta en ley, es necesario que el proyecto sea presentado a las Cámaras por cualquiera de los órganos facultados para ello; que se discuta y se apruebe por diputados y senadores; que lo sancione, expresa o tácitamente, el poder ejecutivo; que se haga publicación en el D.O.F, y que llegue la fecha de iniciación de la vigencia, al cumplirse esta serie de tramites la ley entra en vigor. Estos son requisitos de orden formal, porque únicamente atañen a la forma en que las iniciativas deben de ser 2 Por validez entendemos la existencia especifica de las normas, Hans Kelsen, General theory of law and state, Harvard University Press, 1945, Pág. 30. 8 presentadas, discutidas y aprobadas, lo mismo que la forma de publicación y a las reglas de iniciación de su fuerza obligatoria. 1.2 El Derecho Consuetudinario. Las consideraciones anteriores se refieren exclusivamente a la validez formal de las reglas legislativamente creadas; pero las mismas ideas son aplicables al derecho consuetudinario. Para que el derecho consuetudinario se constituya, es indispensable la concurrencia de dos elementos, uno objetivo (la inveterarata consuetudo); otro subjetivo (la opinio iuris seu necessitatis). La inveterata consuetudo se hace consistir en la repetición, más o menos constante, de determinadas formas de conducta; por opinio iuris seu necessitatis entiéndase las convivencia existente en quienes practican la costumbre, de que esta es fuente de obligaciones. La costumbre es reconocida por los órganos del Estado, esta puede ser expresa o tacita; la primera consiste en la declaración hecha en un texto legislativo y el segundo es la aplicación, por parte de los tribunales, de reglas consuetudinarias a casos concretos. La costumbre jurídica tiene obligatoriedad formal solo en hipótesis de que haya un reconocimiento textual o presunto de la misma por el poder publico. Lo que se llama costumbre jurídica delegada es en todo caso derecho vigente, por reconocimiento expreso del legislador. 1.3 El Derecho Jurisprudencial. La actividad de ciertos tribunales puede producir, cuando se cumplen determinados requisitos de orden formal, normas jurídicas generales, cuya fuerza obligatoria es equiparable a la de una ley. La jurisprudencia así establecida solo puede ser modificada o destruida en los términos de la propia ley de amparo. Mientras las cinco ejecutorias que forman 9 jurisprudencia tienen el carácter de normas especiales, la tesis contenida en ella adquiere el valor de una norma general, que debe de ser respetada por el tribunal máximo y obedecida, además, por los otros; sus requisitos de creación son de índole extrínseca marcados en la ley de amparo. 1.4 Los Acuerdos Internacionales. Los tratados no son fuentes, sino producto de un proceso regulado por el orden jurídico institucional, el tratado es norma obligatoria para las partes contratantes el cual deriva de un procedimiento regulado formalmente, y este ultimo constituye la fuente de aquella norma. Las fuentes formales son procedimientos de comprobación del derecho, resulta indudable que el carácter de fuente corresponde al acuerdo internacional no al tratado.3 La obligatoriedad de esta depende de un conjunto de requisitos externos, señalados por el derecho internacional publico, desde el punto de vista exclusivamente estatal, la validez de los tratados se hace depender de una serie de requisitos establecidos por las constituciones de los diversos países como, verbigracia, en nuestra constitución encontramos uno de ellos en el articulo 89 fracción X; que establece la facultad de celebrar tratados con las potencias extranjeras corresponde al Presidente de la República. De acuerdo con Maurice Bourquin " toda norma de derecho internacional es formalmente establecida por un acuerdo de los Estados que está destinada a regir. Ningún estado puede hallarse ligado por una norma de derecho de gentes a 3 Kelsen establece una diferencia para todas las convenciones y hay que distinguir: 1º el acto o el procedimiento de la convención 2º la norma o el orden convencional creados por aquella en cuanto acto o procedimiento. El acto o procedimiento consiste en un acuerdo expreso de las voluntades de dos o varios sujetos, cuya consecuencia estriba en que cualquiera conducta subjetivamente querida por los contratantes debe ser objetivamente considerada como obligatoria. Hans Kelsen, el contrato y el tratado, México, imprenta universitaria, 1943, Pág. 11. 10 la que no ha dado su asentimiento, pero este consentimiento puede exteriorizarse de diferentes maneras. Se manifiesta de modo expreso, a través de un tratado o una convención escrita, o bien tácitamente, por adopción de una costumbre" 4 La validez formal de las normas internacionales descansa, de manera exclusiva, en la voluntad de los Estados de someterse a ella. La vigencia de sus preceptos depende del reconocimiento de los mismos por el poder público; las normas internacionales encuentran su fundamento de validez en la voluntad, expresa o tacita de cada potencia. Es necesario recurrir a la teoría de la autolimitación, establece que el Estado puede auto limitarse, y aceptar, en ejercicio de su soberanía, restricciones normativas a su esfera de acción y tiene un principio "Lo que la voluntad hace, puede ser desecho por la voluntad contraria" 5 Solamente una voluntad superior a la voluntades individuales, voluntad común, nacida de la unión de la voluntades particulares y manifestada a través de un tratado-ley, puede relevarnos el carácter obligatorio de las reglas de conducta impuestas a los miembros, iguales entre si, de la comunidad internacional. La voluntad, que es, sin duda alguna, una condición de realización de derecho objetivo, no puede ser el fundamento último de éste, pues no engendra consecuencias jurídicamente obligatorias sino en virtud de una norma superior que le reconoce tal poder. 4 Maurice Bourquin, Régles Genérales du droit de la paix, en recueil des cours. Academie de Droit Internatioanal, 1931, I, Pág. 54. 5 Charles de visscher, contribution à l'tétude des sources du droit, en recueil d´ etudes sur les sources du droit en l`honneur de François Gény 11 Para Kelsen el tratado internacional tiene su fundamento de validez en una norma general de ius gentium, que suele expresarse por medio de la formula romana, pacta sum servanda. Tal regla posee, a diferencia de la convención. Carácter abstracto y el tratado por su parte es una norma individualizada, el merito Kelseniano consiste en referir fuerza obligatoria de las convenciones y, en general, de todas las normas a un principio normativo. Pero este ultimo no puede ya apoyarse en una regla de jerarquía superior, por lo cual su validez formal tendrá que ser considerada como un supuesto. 1.5 La Doctrina. La doctrina no es fuente formal del orden jurídico, es una fuente real de suma importancia, establece una influencia de especulaciones jurídicas y filosófico jurídicas en la vida del derecho. CAPITULO II.- CONCEPTO DE POSITIVIDAD. 2.1 Positividad y Vigencia. Los términos derecho positivo y derecho vigente suelen ser usados como sinónimos, la cual no siempre es correcto. La nota de positividad es independiente de los atributos de validez formal y validez intrínseca. Positivo es todo aquello que se cumple, la positividad no se refiere al valor objetivo, ni al valor formal de las normas del derecho, sino solo a su eficacia, es decir, la positividad es el hecho de la observancia de tales normas y esta siempre es relativa. Ha dicho Kelsen que la positividad del derecho representa una zona indeterminada de aplicación, que no puede llegar a un limite superior de observancia indefectible, ni descender a otro inferior de absoluto 12 incumplimiento, porque por definición, si no hay observancia, la norma no es positiva, cuando no se trata de un solo precepto, sino de todo un sistema jurídico, su positividad consiste en la observancia formal del mismo. La positividad de una regla o de un conjunto de reglas admite diversos grados, la diversidad puede obedecer a factores cuantitativos o cualitativos. Para entender esto necesitamos conocer que es el cumplimiento; en un sentido estricto debe aplicarse solamente la obediencia de un precepto o de un conjunto de preceptos por los particulares a quienes obligan. El derecho estatal es un ordenamiento coactivo; por ello sus preceptos pueden ser impuestos a los destinatarios, incluso en contra de su voluntad. El término cumplimiento para la observancia voluntaria y llamar aplicación al proceso por el cual los órganos estatales hacen valer, por medio de la fuerza si es preciso, las normas jurídicas vigentes. La llamada seguridad jurídica es un valor que crece o disminuye en función de diferencias cualitativas. Si por positividad se entiende el hecho de la observancia de una ley o conjunto de leyes, resulta notorio que las expresiones derecho positivo y derecho vigente no son sinónimas, el atributo de vigencia concierne a la validez formal; la positivad atañe solo a la eficacia de las diversas normas, el derecho positivo es el que efectivamente se practica según Djuvara, ya que si una ley, que por hipótesis, no se cumpliera, no seria en realidad derecho positivo. 6 6 M.Djuvara, Droit rationel et droit positif, en recueil d´études sur les sources du droit, en l´honneur de francois Gény. I, Pág. 264 13 La circunstancia de que una norma a la que el Estado atribuye validez formal, carezca de eficacia, no priva al precepto de su fuerza obligatoria. Mientras el término vigencia designa el atributo de las reglas de conducta que en un cierto lugar y en una cierta época el poder público considera obligatorias (sean o no cumplidas o aplicadas), la expresión positividad refiérase a la eficacia de esas reglas. Derecho positivo significa pues, derecho eficaz, o lo que es lo mismo, derecho que es cumplido o aplicado. 2.2 Cumplimiento y aplicación de preceptos legales. La tarea de los órganos jurisdiccionales no es puramente técnica, ya que un mismo texto legal es a veces interpretado en diferente forma por jueces distintos, e incluso por el mismo tribunal. Los textos legales son formas de expresión de normas abstractas; pero la aplicación de estas a los casos concretos que la experiencia presenta no puede consumarse si el sentido de tales expresiones no ha sido desentrañado de antemano; la aplicación del derecho escrito, tiene necesariamente que realizarse a través de una nueva norma, ya no general, sino individualizada, que es la sentencia del juez. La aplicación del derecho no es un proceder puramente mecánico, ni una mera operación silogística, sino actividad parcialmente creadora. El reconocimiento del carácter creador de la función judicial aparece de manera no infrecuente en los términos legales. Tal cosa ocurre cuando el legislador faculta a los jueces para resolver una controversia atendiendo a las peculiaridades del caso planteado por las partes. Al imponer a los órganos jurisdiccionales la obligación de individualizar la pena, de acuerdo con un cúmulo de circunstancias concretas y a la luz de principios o directrices más o menos generales, señalados en parte por la propia ley, el 14 autor reconoce implícitamente la índole no mecánica de la misión encomendada al juzgador. Instrumento de la técnica jurídica conocido con el nombre de standard. El standard ha sido definido como un criterio de conducta social, capaz de adaptarse a las particularidades del caso concreto. Nada mejor que compararlos con el concepto de regla jurídica. Las normas del derecho constan de dos partes: el supuesto y la disposición. El supuesto es la hipótesis de cuya realización se hace depender el nacimiento de las consecuencias normativas; la disposición indica cuales son las consecuencias. Lo mismo el supuesto, que la disposición porque son de índole abstracta: el primero se define de manera genérica, una situación que puede producirse; la segunda ofrece, también abstractamente, la solución jurídica del caso. El standard es como dice Sanhoury "una gran línea de conducta, una directiva general de la que el juzgador puede servirse , a fin de llegar a una solución mas justa, basada en el examen de las circunstancias especiales del asunto sometido a su conocimiento." 7 Otra diferencia entre regla y standard consiste, en que la aplicación de aquélla encuéntrese dominada por la lógica, en tanto de éste no es puramente lógica, ni mucho menos mecánica, sino que requiere una fina intuición y una larga experiencia. Según Roscoe Pound, los standards presentan, en materia jurídica, tres características principales: " 1. Todos ellos implican un cierto juicio moral acerca de la conducta. Esta debe ser justa, o consciente, o razonable, o prudente. 7 A. A. Aanhoury, Le standard juridique, en recueil Gény, tomo II, Pág. 146. 15 2. No exigen un conocimiento jurídico exacto que haya de aplicarse en forma rigurosa, sino el uso del buen sentido para juzgar cosas comunes, y el empleo de una certera intuición. 3. No aparecen formulados de manera absoluta, ni tienen un contenido preciso, establecido legislativamente o por decisión judicial, sino que son relativos a los diferentes tiempos y circunstancias, y deben aplicarse en vista de las peculiaridades de cada asunto concreto." 8 CAPITULO III.- LA NOCIÓN DE VALIDEZ OBJETIVA O INTRÍNSECA Y LA IDEA DEL DERECHO NATURAL. 3.1 La teoría de las dos órdenes. La validez sentido formal nada tiene que ver con el contenido de los preceptos jurídicos. De aquí que pueda hablarse de validez del derecho en un sentido completamente diverso, a saber el objetivo. La validez intrínseca u objetiva de un precepto no deriva de la forma o estructura lógica del mismo, ni de las condiciones en que fue formulado, sino exclusivamente de su materia. Objetivamente valido es el precepto justo. El problema de la validez objetiva es filosófico; su tratamiento supone necesariamente la existencia de una filosofía del derecho y, por tanto, la de una axiología jurídica. El iusnaturalismo postula la existencia del orden jurídico cuya validez depende exclusivamente su justicia, las concepciones iusnaturalistas está muy lejos de coincidir entre si, no hay una, sino múltiples teorías sobre el derecho natural. La única coincidencia 8 R. Pound, law and Morals, Second edition, The University of north carolina press, Chapel Hill, 1926, Págs. 56 y 57. 16 entre tales doctrinas estriba en la afirmación de que existe un derecho que vale en si y por si, es decir, de manera objetiva, la obligatoriedad del derecho no depende de elementos formales o sociológicos, sino del valor intrínseco de sus preceptos. Las causas de desacuerdo, proceden de la actitud de los iusnaturalistas frente al derecho positivo y son: 1. El monismo iusnaturalista es la antítesis del positivismo jurídico. De acuerdo con esta posición Derecho que el que efectivamente regular la vida de una comunidad en un momento dado de su historia. Los partidarios del monismo iusnaturalista piensan que el derecho positivo, es un simple fenómeno manifestación de fuerza según Rodolfo Laun. de poder, una 9 2. La teoría de las dos órdenes admite la coexistencia de derecho positivo y derecho natural, su origen en las enseñanzas de los sofistas griegos. A ellos se debe la oposición entre orden jurídico convencional y el orden jurídico natural, así como la tesis de que el segundo es, por su misma naturalidad o espontaneidad, el único derecho auténtico. Hay que tener presente que naturaleza no significaba para los antiguos lo que para nosotros, sometidos a la influencia de la idea de evolución. El objeto natural era el que expresaba más cabalmente la idea de la cosa. El objeto perfecto. Por tanto, derecho natural será el que exprese perfectamente la idea del derecho, aplicada al sujeto en cuestión; el derecho que permita a tal sujeto desenvolverse en plenitud. 9 10 Rudolf Laun, recht und sittlichkeit, Hamburgo 1927, Verlag von C. Bovsen, Zweite Auflage. Rose Pound, An Introduction to the philosophy of law, Yale University Press, NEW haven, 1922, Pág. 3. 10 17 3.2 El Iusnaturalismo biológico. El fundamento objetivo del derecho radica en la fuerza. No se trata del poder intelectual, ni de una superioridad basada en el bien o en la sabiduría, sino del vigor corpóreo y la capacidad imposición y de dominio. La justicia legal descansa en la idea de igualdad. Es la justicia de los sistemas democráticos, negadora de los privilegios que la vida ha instituido. 3.3 El Iusnaturalismo Teológico. Las leyes de los dioses son las creadas por la divinidad y tiene una validez absoluta. La respuesta de Antígona al tirano Kreon; la afirmación de un derecho eterno e inmutable, superior a las convenciones y caprichos de los legisladores terrenos. 3.4 El Iusnaturalismo Teleológico de Platón y Aristóteles. I.- La doctrina platónica tiene su mayor mérito en el intento de poner en conexión los dos órdenes, en vez de establecer entre ellos un divorcio absoluto. La teoría de las ideas ofreció al fundador de la Academia la pauta para la solución de aquel problema. Las ideas son para platón esencias ónticas, ontico éticas, valores objetivos y normas que constituyen para nuestro comportamiento moral y para la estimación de los fenómenos culturales, criterios supremos de validez general que sirven de fundamento a nuestros predicados categoriales de valor. El ser en si ideal, pero real en sentido óntico, de las ideas y los valores, ostenta, frente a nosotros, el carácter de un deber ser según Johann Sauter. 11 El contraste entre mundo sensible y mundo inteligible vuelve a presentarse entre derecho positivo y derecho justo: el derecho histórico 11 Johan Sauter, Diew Philosophischen Grundlagen des Naturrechts, Wien, Verlag von Julis Springer, 1932, pág. 15. 18 sólo tiene realidad y es derecho genuino en cuanto participa de la idea que le sirve de modelo. Las nociones de ejemplaridad, presencia y participación, que el maestro Aristóteles emplea para explicar las relaciones entre el mundo inteligible y el mundo del Génesis, son después aplicadas al ámbito de lo jurídico. El derecho positivo es verdadero derecho: a) en cuanto participa del derecho, b) en cuanto participa o remedio de este y c) en cuanto la idea de la justicia se halla presente en el. La relación que existe entre un modelo y su copia, sino a la que existe entre un fin y los medios que a el conducen, o la que se da entre un ideal por realizar y una realidad orientada hacia valores. II.- Aristóteles establece la distinción entre ley universal o natural y ley espacial o positiva. Ley positiva es la que regula la vida de una comunidad determinada; por ley natural se entiende un conjunto de principios objetivamente válidos, que tienen aplicación en todos los países. El derecho universal es comparable al fuego, que quema en cualquier sitio. El positivo difiere en cada estado, sólo vale para él. Los principios de la equidad son permanentes e inmutables, el derecho universal tampoco cambia, pues es la ley de la naturaleza; las leyes escritas a menudo varían. El derecho positivo es en parte escrito y en parte no escrito; el primero es creado por Asambleas Legislativas; el segundo deriva de la costumbre. En lo tocante al problema de las relaciones entre las dos órdenes, dice Aristóteles que el natural representa, frente al positivo, el fin a cuyo logro debe este aspirar. Pero por lo general sólo puede actuar existir en lo individual, el derecho positivo, como accidens, da existencia a la sustancia jurídica. El derecho universal debe manifestarse en la ley positiva, la cual, por su parte, ha de tender hacia la realización del orden natural. En la ética 19 Nicomaquea distingue los conceptos de justicia natural y justicia legal. La primera, obliga por igual en todos los países, independientemente de lo que acerca de ella se piense; la segunda es establecida por el legislador. 3.5 El iusnaturalismo racionalista y panteísta de los filósofos del Pórtico. inspiración y antecedente deben buscarse en la idea heraclitana de logos. Heráclito concebía la realidad como un devenir perene. La doctrina del perpetuo fluir de todas las cosas implica la negación de un ser sustancial, más no la de la legalidad del universo. Este mundo es el mismo para todos los seres, y no ha sido creado o producido por un dios ni por un hombre, sino que fue siempre, es y será eterno fuego que se enciende con medida y se apaga con medida. Los filósofos del pórtico conciben la realidad como un proceso de crecimiento, es decir, como naturaleza en trance de cambio o devenir que estructura y orienta todas las cosas hacia el cumplimiento de su función propia. Si el proceso del mundo es una evolución sujeta leyes, y el hombre forma parte de tal proceso, deberá hallarse igualmente sometido a la legalidad del universo. Hay pues una ley natural, pero se trata, como dice Gilbert Murray, de una ley que tiene vida, que es vida. Esta ley parece confundirse con un propósito, el propósito de gran proceso universal. Es como un poder providente o preconsciente. Nuestra palabra vulgar Providencia es la traducción latina de la voz pronoia, aún cuando su significado haya sido oscurecida en el proceso de las edades. El principio de Providencia es considerado como la divinidad misma, siendo esta la aproximación más cercana a un dios personal que admite la austera lógica del estoicismo. Los filósofos del pórtico hicieron del concepto de razón un principio cósmico inmanente y lo pulverizaron de una infinidad de gérmenes 20 racionales. De este modo expresaron la idea de que el alma participa de razón universal. La idea de ley natural llevo a los estoicos a sostener la existencia de ciertos conceptos innatos, entre los que pueden mencionarse la distinción entre el bien y el mal, los concernientes a la inmortalidad del alma y la eternidad y bondad divinas. 3.6 El iusnaturalismo trascendente de los filósofos cristianos San Agustín y Santo Tomás. La Doctrina cristiana del derecho natural es un iusnaturalismo trascendente, en cuanto concibe la ley de la naturaleza como manifestación de la ley eterna en la criatura racional, y la lex aeterna como razón divina que gobierna el universo. En el rubro del iusnaturalismo trascendente quedan incluidas las teorías que fundan el derecho natural en la ley eterna. I.- SAN AGUSTÍN. La hazaña decisiva de San Agustín en relación con la metafísica occidental, consistió, según Sauter, en la fundamentación personalista de la doctrina platónica de las ideas, es decir, en la tesis de que las ideas deben ser concebidas como pensamientos de Dios. Transformó al objetivismo en un realismo moderado, al sostener que los arquetipos no residen en una esfera ideal de validez. Las ideas se encuentran en la inteligencia divina; y no naciendo, ni muriendo en ellas mismas, se dice que todo lo que pueden hacer y morir y todo lo que nace muere, se forma según ellas. La ley eterna es, en la doctrina Agustiniana, la razón divina o voluntad de Dios que manda conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo. A la ley eterna, o razón existente en la mente de Dios que dirige todo lo creado hacia sus propios fines corresponde, como a priori subjetivo, la lex naturalis, que otra cosa que la misma ley eterna. A pesar 21 de que todo individuo posee, a través de la ley natural un a priori moral y jurídico, no por ello resultan superfluas las leyes positivas. Los primeros hombres santos y justos no necesitaron de legislaciones positivas que ejerciesen presión sobre sus conciencias; ellos imperaba solamente sobre los irracionales de la creación y mirando los demás hombres como hermanos, excluían toda posible violación de la ley natural. Las leyes positivas que encierran un contenido de justicia son considerados por San Agustín como derivaciones de la literatura. Categóricamente sostiene que la que no es justa no es realmente ley. Afirma que la ley temporal puede permitir ciertas acciones cuya ejecución es castigada por la eterna, pues la ley humana se propone castigar no más que en la medida de lo preciso para mantener la paz entre los hombres y solo en aquellos casos que están al alcance del legislador. La ley temporal puede modificarse, la eterna es por esencia inmutable. La justicia consiste en dar a cada quien lo suyo, pero esta fórmula no resuelve el problema, ya que necesario determinar previamente que es lo suyo de cada quien, San Agustín resuelve la dificultad a la luz de su teoría del orden. Por ello define a le ley aeterna como la misma razón divina o voluntad de Dios que manda preservar el orden natural y prohíbe perturbarlo. II.- SANTO TOMÁS. la natural, la divina Distingue cuatro clases de leyes: la eterna, y la humana. La ley suele definirse como una prescripción de la razón en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad. De la anterior definición se infiere que la ley es una prescripción de la razón, que su fin consiste en el bien común y que debe ser promulgada por aquel que tiene el cuidado la comunidad. 22 Toda ley es una regla o medida de los actos humanos, en cuanto prescribe al hombre lo que debe hacer o evitar. La ley se establece como dice San Isidro, no es para provecho del individuo, sino para ventaja y utilidad de todos los ciudadanos. El hombre es sólo una parte de la colectividad y el fin de la ley no puede consistir en el provecho del individuo, sino en el bien común. En cuanto norma o mediada de conducta, la ley debe aplicarse a aquellos a quienes obliga. Tal aplicación resultaría imposible, si la regla se diera a conocer a quienes deben cumplirla. Según J. Sauter la ley no es otra cosa que el dictamen de la razón práctica del príncipe que gobierna una comunidad o sociedad perfecta. Es evidente, si se admite que el mundo es regido por la divina Providencia, que la comunidad toda entera del universo es gobernada por la razón divina; por tanto, esa razón del gobierno y la ordenación de todas las cosas existentes en Dios como supremo monarca de todo el universo, tiene carácter de ley. 12 La ley eterna es pues la misma razón divina, en cuanto gobierna todo lo que existe. Esta no es conocida por el hombre en si misma, sino en irradiaciones o efectos . No se trata de un conocimiento absoluto y total, si no limitado e imperfecto. De la ley eterna proceden las demás leyes. La ley Natural es definida como una participación de la ley eterna en la criatura racional. Los preceptos de la ley natural representan, en el orden práctico, lo que los primeros principios en el especulativo. El primer principio, en el orden teórico, es el ser ; en el orden practico, el bien. La 12 Los Escolásticos hablan siempre de ley natural en vez de hablar de derecho natural, como solemos hacerlo actualmente, proceden de este modo porque piensan que todo derecho se basa en una obligación por lo tanto tratan de subrayar su aspecto ético. J. Sauter, Die philosophischen grundlagen des naturrechts, Wien, 1932, Pág. 72. Nota 2. 23 norma fundamental de este último es la que ordena hacer el bien y evitar el mal. Del anterior precepto proceden todos los demás de la ley natural; el principio, común a todos los seres, es el que impone a estos el deber de conservarse , vienen después aquellas prescripciones que versan sobre lo que la naturaleza enseña a todos los animales y finalmente, los preceptos correspondientes a una inclinación propia del ser humano, fruto de su peculiar naturaleza: el conocimiento de las verdades divinas, la convivencia social. El hombre participa originaria naturalmente de la vida eterna, en cuanto algunos principios generales de la misma, pero nosotros más o menos especiales, que se hayan por igual contenidos en ella. Las leyes humanas pueden derivar de la ley natural en dos formas: la primera por vía de conclusión, es decir, deductivamente y la segunda por vía de determinación de lo que en aquella ley aparece indeterminado. Por vía de conclusión pertenecen a las leyes humanas no sólo como si fueran obra exclusiva de tales leyes sino también alguna fuerza que es propia de la ley natural; mientras que las que proceden de otro modo, por vía de determinación recibe todo su vigor de la ley humana. Las leyes humanas son injustas de dos casos: el primero porque se opone al bien humano y el segundo porque son contradictorias al bien divino. Se oponen al bien humano cuando su finalidad no consiste en el bien común, sino la utilidad personal del soberano, cuando su autor carece de facultades para expedirlas y cuando violan los principios de la justicia distributiva. Las leyes humanas son contrarias al bien divino cuando infringen la ley de Dios, como ocurre, verbigracia, con las que dictan los tiranos prescribiendo la idolatría. 3.7 El iusnaturalismo trascendente, racionalista y social de Hugo Grocio. 24 El jurista holandés Hugo Grocio es el padre del derecho natural comenzó una nueva era al establecer la independencia del derecho natural frente a religión llegar a tal derecho, como fundamento exclusivo, el instinto social del hombre. Entre las cosas que son propios del hombre dice Grocio este el deseo de sociedad, esto es, de comunidad; no de una comunidad cualquiera sino tranquila y ordenada. La definición Grociana del derecho natural: “el derecho natural es un dictado de la recta razón, que indica que alguna acción por su conformidad o disconformidad con la misma naturaleza racional necesidad moral, y de consiguiente está prohibida o mandada por Dios, autor de la naturaleza.” 13 En cuanto los principios del derecho natural derivan de la sociabilidad humana y de la recta razón, y el hombre forma parte del orden natural, hay que considerar a Dios como la fuente última o suprema instancia de aquel derecho. El atributo esencial del derecho natural es su inmutabilidad, el derecho natural es inmutable, escribe Grocio, que ni a un Dios lo puede cambiar. El derecho se divide en natural y voluntario. Y el voluntario se divide, a su vez, en humano y divino. A diferencia del derecho divino voluntario que, como su nombre lo indica, tiene su fuente en la voluntad de Dios, el derecho natural debe ser visto como un derecho divino necesario. El derecho humano voluntario puede ser civil, civil amplio o civil estricto. Es civil el que proviene del poder civil. Poder civil el que está al frente de la ciudad. Y ciudad es la reunión perfecta de los hombres libres, asociados para gozar del derecho y utilidad comunes. El todo social no es para Grocio una noción teológica, sino una solución autónoma referida al 13 Hugo Grocio, Del derecho de la guerra y la paz, trad. Torrubiano Ripoll, tomo I, libro primero, X, 1, pág. 52. 25 ser humano, perfectamente comprensible para su razón, limitada y dirigida por ella. Si Grocio dio un paso decisivo el cambio de la laicización , no fue en virtud de su teoría del derecho natural inmutable, sino de la idea completamente heterogénea, del instinto social conforme a la razón humana, o de la idea de la sociedad natural. 3.8 El iusnaturalismo individualista de Thomas Hobbes y John Locke. I.- THOMAS HOBBES. El iusnaturalismo de tendencia individualista encontró en el pensador inglés Hobbes su representante más conspicuo. La filosofía social y política de Hobbes puede considerarse como un desarrollo de las doctrinas defendidas por el moralista griego Epicuro, acerca del derecho y la justicia. El punto de partida es la hipótesis de un primitivo estado de naturaleza, desprovisto de toda ley, en el cual los hombres viven en perpetua lucha, abandonados a sus propias fuerzas y expuestos a toda suerte de ataques. En esa infortunada etapa no existían ni la justicia ni el derecho, y la condición de los individuos nada la difería del de las bestias. Cansados de vivir en una pugna constante y deseoso de asegurar su bienestar personal, decidieron concluir un pacto, comprometiéndose recíprocamente a no dañar ni ser dañados. La palabra justicia empezó a emplearse en el trato humano. Justo es, de acuerdo con la tesis epicúrea lo útil o conveniente y, en un sentido más estricto, lo que los hombres consideran como tal es relaciones mutuas. Hobbes hace también la hipótesis del estado natural, caracterizándolo con una lucha de todos contra todos. “En el estado de naturaleza todos tienen derecho a todo, es decir, pueden hacer lo que les venga en gana, sin limitación que la de sus propias fuerzas, la naturaleza ha dado todas las 26 cosas a todos los hombres; de tal modo que derecho y utilidad, deben ser considerados como sinónimos. En el derecho de todos a todas las cosas, no es realidad algo mejor que la situación que existiría si nadie tuviese derecho a nada. Pues poco vale el derecho que un hombre tiene, cuando otro tan fuerte como él, o más fuerte que él, posee el mismo derecho.” 14 En el Estado de naturaleza no se conocen las nociones de derecho y entuerto, justicia e injusticia. Donde no hay un poder común, el derecho no existe; donde no existe el derecho, la justicia no puede existir. La fuerza y el fraude son en la guerra las dos virtudes cardinales. Una ley de la naturaleza es un precepto o regla general, descubierto por la razón, que prohíbe a un hombre hacer lo que es destructivo de su vida o puede privarle de los medios de conservarla; y omitir lo que en su concepto debe dejar de hacer para asegurar su existencia. El primer proyecto del derecho natural es que cada hombre debe tender hacia la paz, en la medida en que tiene la esperanza de alcanzarla; y, si no puede conseguirla, buscar y hacer uso de todos los recursos y ventajas de la guerra. La segunda norma de derecho natural, según la cual cada hombre debe estar dispuesto, si los otros también lo están, a despojarse de su derecho a todas las cosas, en la medida de que le parezca necesario para lograr la paz y defenderse a sí mismo. La restricción parcial y recíproca del derecho todos a todas las cosas, solo es posible en virtud de un convenio. Para asegurar la paz no basta sin embargo la promesa de una restricción recíproca del derecho de todo a todas las cosas, pues sin el auxilio de la espada, los pactos no son sino palabras. La eficacia de los preceptos del derecho natural depende del 14 Hobbes, The elements of law an politic, Cambridge, University press, 1828, pág. 55. 27 establecimiento de un poder común, capaz de garantizar la observancia de las normas promulgadas por el soberano y defender a la comunidad de los ataques procedentes del exterior. Ese poder común solo puede instituirse si todos los individuos delegan en un hombre o en un cuerpo colegiado la facultad de reducir sus diversas voluntades a una voluntad. Cada individuo cede el derecho de gobernarse a si mismo, confiriéndolo a un hombre o una asamblea, y la multitud así unida en una persona, recibe el nombre de Estado. Todo lo anterior esta expresado en el libro de Hobbes “el Leviathan” en la cual su tesis debe clasificarse como un iusnaturalismo individualista porque, de acuerdo con ella, los derechos colectivos de una pluralidad de individuos, y el nexo interno de tal comunidad se agota en una de las relaciones contractuales entre los asociados. II. JOHN LOCKE. En su famoso libro titulado “Two Treatises of Civil Goverment, la tesis de que el estado de naturaleza es un estado día. Eres tan natural y antillana difiere tanto decir como uno de pagos, asistencia mutua y propia conservación, de honradez vida, malicia, violencia y destrucción recíproca. “Lo que propiamente puede llamarse estado de naturaleza es el de los hombres que viven juntos de acuerdo con la razón, sin un superior común dotado de autoridad para erigirse en juez de sus actos. La falta de un juez común dotado de autoridad coloca todos los hombres en un estado de naturaleza; el uso injustificado de la fuerza sobre las persona ajena provoca en cambio el estado de lucha” 15 15 John Locke, Of Civil Goverment, Everyman´s, Library, 1940, pág. 126 28 El estado de naturaleza es un estado de libertad, no de licencia. Los derechos del hombre en el estado natural son, además de la igualdad y la independencia, el de hacer u omitir lo que la razón no ordena ni prohíbe. Aún cuando estado de naturaleza sea un estado pacífico, no deja sin embargo de ofrecer desventajas, de las cuales la primera y más importante la carencia de un juez con autoridad y poder suficientes para dirimir las controversias y garantizar a cada uno su derecho. Como en el estado de naturaleza todos los individuos son libres, independientes e iguales, nadie puede salir de ese estado sin su propio consentimiento, es decir, si no conviene con otros en formar una sociedad política, para vivir en paz y seguridad, garantizando de este modo el goce tranquilo de sus propiedades y derechos. Cuando un determinado número de individuos consiente en establecer una comunidad, todos ellos están unidos en un solo cuerpo, y la mayoría adquiere el derecho de obrar en nombre de ese cuerpo y de obligar con sus decisiones a todos los miembros del mismo. 3.9 El iusnaturalismo determinista de Spinoza. El derecho es para Spinoza, una parte de la naturaleza. Por derecho natural entiende las leyes según las cuales cada individuo se encuentra naturalmente determinado a existir y a conservase. Estas leyes no son normas, sino determinaciones inflexibles, manifestaciones de la sustancia única, infinita y eterna. Si la ley es indefectible la de que todos los seres tiendan a la propia conservación, habrá que admitir que en el estado de naturaleza el derecho de cada uno llega hasta donde alcanza su poder. El esfuerzo que el individuo realiza para preservar en su ser y evitarse daños, se ajusta a los dictados de la razón y es por ende, actividad virtuosa. En 29 este aspecto, la tesis spinozista concuerda en modo perfecto con la doctrina de los estoicos. Una Coincidencia fundamental de las dos concepciones panteístas del mundo consiste en que los principios del derecho natural no son en ellas leyes del deber sino leyes del ser. El deber ser es limitado a la omisión de cuanto se oponga a la naturaleza. “Como es ley General de la naturaleza que todo individuo tiene derecho absoluto de conservarse, esto es, de vivir y obra según es determinado por su naturaleza.” 16 Por su aspecto subjetivo el derecho natural es la facultad que cada individuo tiene de persistir en su ser, de acuerdo con la determinación de su esencia, desde el punto de vista objetivo, el derecho natural no es expresión de normas o deberes, sino manifestación de una legalidad causal inalterable. Después de lo dicho que sólo la divinidad es causa libre, ya que Dios es el único ser que existe por la mera necesidad de su naturaleza, nada es pues contingente en el orden cósmico y el empleo de esta palabra sólo puede explicarse en función de nuestra ignorancia. Consecuencia lógica de tal determinismo es la afirmación de que en el estado de naturaleza nada puede llamarse bueno o malo, justo o injusto, ya que cada hombre, siguiendo la ley natural, toma en cuenta únicamente su propio provecho, sin cuidarse de los demás. Para que de justicia o injusticia pueda hablarse es necesario que los individuos, de común acuerdo, instituyan el estado civil. Ello supone la celebración del pacto, por el cual transfieren su poder a la sociedad que de este modo a quiere sobre todas las cosas el derecho absoluto de la naturaleza. 16 B. Spinoza, Tratado Teológico Político, traducción de Julián de Vargas y Antonio Zozaya, tercera edición, Madrid, 1935, Tomo III, pág. 31. 30 El pacto que da origen al estado civil encuentra su explicación en esa tendencia natural del ser humano que impulsa a éste hacia lo útil y le aparta de lo que puede causarle daño. El contrato social vale únicamente por los beneficios que procura, y pierda toda su fuerza tan pronto como deja de producirnos ventajas. Ningún pacto tiene valor sino en razón de su utilidad; si la utilidad desaparece, el pacto se disipa con ella, y pierde su autoridad por completo. 3.10 El iusnaturalismo racionalista de Samuel Pufendorf. Las normas rectoras de la conducta humana derivan, en opinión Pufendorf, de tres distintas fuentes: “las luces de la razón, la voluntad del soberano y la revelación divina. A esas tres fuentes corresponden tres diversas clases de normas: los principios del derecho natural, las leyes civiles y los preceptos religiosos. Y las disciplinas que estudian tales normas son el derecho natural, el derecho civil y la teología moral.”17 Las normas que constituyen el objeto de estudio de la teología moral tiene un fundamento ultra terreno o trascendente, los principios del derecho natural y las leyes civiles se limitan a regular la conducta exterior de los hombres en esta vida. A diferencia de la ley natural, los preceptos del derecho positivo no tiene fundamento en la Constitución General de nuestra naturaleza, sino la voluntad del soberano. A la clasificación tripartita de la fuentes de esas normas que rigen nuestra conducta, corresponde, según Pufendorf, la siguiente clasificación de los deberes: el primero es el deber del hombre para con Dios, el segundo de los deberes del hombre para consigo mismo y el tercero es de los deberes del hombre para con sus semejantes. Los del tercer grupo se reducen a dos clases: una formada por 17 Pufendorf, Les devoirs de l´homme et du citoyen, Trad. Barveyrac, París, Janet et Cotelle, 1820, pág. 2. 31 los que fundan únicamente en las obligaciones mutuas que el creador impone en general a todos los hombres, en cuanto tales; otra, por lo que suponen determinada institución humana o bien, ciertos estados accesorios. Los deberes del primer grupo se llaman absolutos; los del segundo, condicionales. Entre los deberes absolutos el primero y más importante es el de no hacer daño a nadie, el segundo de los deberes absolutos es estimar y tratar a los demás hombres como naturalmente iguales y el tercer deber absoluto es el que cada individuo tiene de contribuir, en la medida de sus fuerzas, al bienestar de sus semejantes. Para Pufendorf el estado de naturaleza no es otra cosa que la condición del hombre considerado en tanto que Dios lo ha hecho el más excelente de los animales. Por lo que toca a los derechos del hombre en el estado natural entendido el término en el tercer sentido es decir, que se opone al estado civil, el primero de estos derechos es la independencia de cada individuo frente a cualquiera que no sea Dios. Por eso sea considerado en el estado de naturaleza como un estado de libertad natural, la libertad del estado de naturaleza no debe sin embargo declararse ilimitado o absoluto, ya que su ejercicio ha de inspirarse en los dictados de la razón, es pues la norma de tal estado. A pesar de la independencia e igualdad de los individuos, el estado de naturaleza no deja de presentar inconvenientes, pues en el los individuos están expuestos a toda suerte de ataques y que para defenderse solo cuentan con sus propias fuerzas. Pufendorf describe las desventajas del estado natural muy semejante a la seguida por favor Hobbes. En primer término, la celebración de llamado contrato de sociedad, en cuya virtud cada uno de los individuos se compromete con los demás a 32 unirse para siempre con ellos en un solo cuerpo, y a regular de común acuerdo lo concerniente a su mutua conservación y seguridad. 3.11 El iusnaturalismo utilitarista y eudemonista de Christian Thomasius. La sociedad humana es para Thomasius el fundamento del derecho natural. Este autor concibe a la sociedad como institución establecida contractualmente por los individuos para el logro de fines específicos. En el estado natural las tendencias hostiles prevalecen sobre las que orientan hacia la paz. El establecimiento de la sociedad civil no es resultado de un impulso gregario, sino de consideraciones de utilidad y convivencia. El principio supremo del derecho natural tiene el siguiente enunciado: debe hacerse lo que en grado sumo prolonga la vida humana y la hace feliz; debe evitarse lo que la hace desgraciada y apresura la muerte. La sociedad política surge de un contrato en virtud del cual se instituye un poder civil cuya misión consiste en la formulación y aplicación de las normas jurídicas. El derecho aparece entonces como conjunto de mandatos impuestos por la voluntad del gobernante. Para hacer efectivos tales mandatos, la autoridad política debe echar mano de procedimientos coercitivos. Thomasius hace de la coacción un atributo esencial del derecho, porque afirma que el derecho natural, más que un haz de imperativos, lo es de consejos o, si se quiere de normas que sólo obligan moralmente. Un derecho natural en sentido amplio abarca los preceptos de lo honesto, lo justo y lo decoroso; el derecho natural en un sentido estricto comprende sólo los de lo justo. Para lograr la tranquilidad interior debe el hombre vivir honestamente; si desea estar en paz con sus semejantes ha de practicar la justicia; y si anhela de la ayuda de sus prójimos y conseguir que se vean impulsados a la conservación del orden, ha de vivir con decoro. Tal derecho 33 tiene por objeto las normas de lo justo, en tanto que la ética debe referirse a las de lo honesto, y la política a las del decoro. El principio de lo honesto “haz contigo mismo lo que quieras que otros hagan con ellos mismos”; el decoro: “lo que desees que otro haga contigo, hazlo tú con ellos”; el de lo justo, por último, reza: “no hagas a otros lo que no quieras para ti. “ 3.12 El iusnaturalismo objetivista de Godofredo Guillermo Leibinz y Christian Wolff. I.- GUILLERMO LEIBINZ. Distinguen los conceptos de validez intrínseca y validez formal de las reglas jurídicas. Este último tipo de validez corresponde a la ley concebida como mandato de un superior. “ El orden legal, debe orientarse hacia la idea de realización de justicia; pero cuando a la autoridad le falta sabiduría o buena fe, puede establecer e imponer leyes completamente malas. Lo justo no depende de los juicios estimativos de los hombres; tampoco está condicionado por la divina voluntad.” 18 Si llamamos justo y bueno a lo querido por Dios, simplemente porque Dios lo quiere, aniquilaremos su justicia, ya que no habrá razón para alabarla, desde el momento en que el concepto de la misma nada añade en el al concepto de su acción. La justicia tampoco puede ser referida al arbitrio del más fuerte. La tesis de Trasímaco de Calcedonia es radicalmente falsa; lo justo es lo que conviene o place al más fuerte. Si esta tesis fuese correcta las sentencias de un Tribunal Supremo o del juez de última instancia nunca serian injustas, como nunca seria vulnerable la conducta del hombre malo, pero fuerte, lo cual es pura falsedad. La fuerza no constituye el verdadero fundamento de la justicia, todos los fuertes serian justos, proporcionalmente a la extensión de su 18 poder, cosa que la experiencia G.W. Leibniz, Hauptschriften zur Grundlegung der Philosophie, Zweiter Band, Zweite Auflage, Leipzig 1824, págs. 506 a 517. 34 desmiente. Declarar que la justicia es relativa y arbitraria, o hacerla depende el parecer de un juez o un poderoso, equivalen en el fondo a aniquilarla, dejando en pie sólo el nombre. El error de quienes hace depender la justicia de la fuerza viene en parte de que confunden el derecho con la ley. Mientras la ley puede ser injusta el derecho no puede serlo. Hablar de derecho justo es, de acuerdo con la tesis de leibniziana, pleonástico , pues todo derecho auténtico realiza necesariamente la justicia; hablar de derecho injusto es disparatado, por contradictorio. El derecho no puede ser injusto ello implicaría una contradicción más la ley si puede encerrar injusticias. II.- WOLFF. En vez de fundar el derecho natural en el principio de sociabilidad, retorno al fundamento metafísico de la lex aeterna. En su moral afirma que la naturaleza nos obliga a ejecutar las acciones intrínsecamente buenas y a omitir las que son malas en sí mismas. Wolff acepta la tesis de que el derecho natural conservar su validez aún en la hipótesis de que Dios no existiera, afirma que en el hombre existe una tendencia innata hacia la práctica del bien y la evitación del mal, y quiere que el bien consiste en el perfeccionamiento de uno mismo y del genero humano en general. Enseña que el hombre no sólo tiene el deber de perfeccionarse a si mismo, sino el de contribuir al perfeccionamiento de los demás y es de imitar, en la mayor medida posible, las divinas perfecciones. Considera que todo derecho se basa directa o indirectamente en una obligación y que, en cuanto la ley natural nos obliga a perfeccionarnos y a perfeccionar el de nuestros semejantes, tenemos derecho a todo aquello que puede servir como medio para el logro de tal Finalidad. 3.13 La noción de autonomía y la tesis del contrato social. 35 I.- ROUSSEAU. Según Rousseau el problema consiste en encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común a la persona y los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a si mismo, y queda tan libre como antes. Esto sólo es posible si todos y cada uno de los individuos, en uso de su albedrío, consienten en enajenar sus derechos a la comunidad. En virtud del pacto social cada hombre pone en común su persona y su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general dando origen a un ente colectivo. “El pacto social coloca a los individuos en una doble relación, en cuanto cada uno, como miembro del soberano, resulta comprometido con los particulares y, como miembro del Estado, se obliga frente al soberano. Dicho de otro modo: en cuanto sometidos al orden jurídico, los miembros de la comunidad desempeñan el papel de súbitos; en cuanto votantes, desempeño en cambio el de ciudadanos.”19 El hombre pierde por el contrato social su libertad natural y un derecho ilimitado a todo cuanto le apetece y puede alcanzar; lo que gana es la libertad civil y la propiedad todo lo que posee. II.- KANT. Apartándose de la opinión de casi todos los iusnaturalistas, Kant no opone el estado de naturaleza al Estado social, sino al civil, porque en su concepto, la sociedad puede existir en el estado de naturaleza, aún cuando no se trate de una sociedad civil, es decir, de una organización capaz de garantizar, por medio de leyes comunes, lo que a cada uno pertenece. 19 Rousseau, El contrato Social, Trad. De Fernando de los Rios, Calpe, Madrid, 1929, pág. 26 36 Para este autor el estado de naturaleza es un estado de inseguridad y de violencia, en el que los individuos carecen de leyes públicas y, por ende, de toda garantía legalmente estructurada. Si bien es cierto que en el estado natural podemos concebir la adquisición de las cosas por ocupación o por contrato, tal adquisición es puramente provisional. Los individuos tienen el deber de transformar el estado de naturaleza en un estado civil, lo cual supone un pacto de unión o sociedad. Este pacto se distinguen los demás contratos de Sociedad porque, a diferencia de ellos, tiene una finalidad que todos los individuos deben proponerse, si quieren dar origen a las sociedad civil y someterse a un orden jurídico. El contrato originario, conjunción de todas las voluntades particulares con vistas al establecimiento de una voluntad común y una legislación general, no tiene porque ser considerado como un hecho histórico. La institución de un orden jurídico es posible en cuanto cada uno limita su libertad natural en la media necesaria para hacer posible la libertad jurídica todos, de acuerdo con la una ley General. Ahora bien: “Como toda restricción impuesta a la libertad por la voluntad de otros se llama coacción, siguiese de ello que la constitución civil es una relación de hombres libres que se someten sin embargo leyes coactivas, ya que así lo exige la razón misma, la razón pura, en cuanto da leyes a priori, sin tener en cuenta ningún fin empírico.”20 Los principios apriorísticos en que descansa el estado civil, como estado jurídico, son los tres siguientes: el primero, la libertad de cada miembro de la sociedad, en cuanto hombre. El segundo la igualdad de todos Kant, De ce proverbe: “Cela peur être bon en théorie, mais ne caut rien en pratique, 1793, trad. Jules Barni, en el volumen titulado Eléments métaphysiques de la doctrine du droit. Paris, 1853, pág. 355. 20 37 los individuos, en cuanto súbditos; el tercer y último la independencia de los distintos miembros de la República, en cuanto ciudadanos. En cuanto hombre, todo individuo tiene derecho de buscar su felicidad en la forma que le parezca más conveniente, la igualdad de cada miembro del Estado, en cuanto súbito, consiste en el deber de someterse a las leyes comunes y el derecho de ejercer coacción sobre los otros y en cuanto ciudadano o, lo que es lo mismo, en cuanto colegislador, cada miembro del Estado debe reputarse independiente, ya que no está sujeto al poder de otros hombres, sino a la autoridad de leyes que tienen su fuente en la voluntad general. Al entrar a formar parte de la sociedad civil, los miembros de la comunidad no sacrifican hablando rigurosamente, una parte de su libertad primitiva, para conservar lo que resta, sino que renuncian a una independencia anárquica y salvaje para recuperar, en un estado jurídico que emana de su propio albedrio, el ejercicio legítimo y plenario de su libertad. 3.14 El derecho natural de contenido variable. Uno de los temas más apasionantes y discutidos por los iusnaturalistas es el que versa sobre la mutabilidad o inmutabilidad del derecho natural. Los partidos de la Escuela clásica tenían la convicción de que los preceptos de este último debe ser considerados como inmutables. La idea del derecho natural de contenido variable era incompatible con la objetividad atribuida a ese derecho. Creían, asimismo, que las normas de este podían obtenerse deductivamente, partiendo de un conjunto de principios de carácter general. El complemento de semejante tarea habria de culminar en la elaboración de un sistema cerrado y perfecto, eterno código de nuestros deberes y derechos. A razón de este modo, olvidaban 38 por completo la relatividad esencial de los valores jurídicos, frente a las exigencias cambiantes de la historia. El hecho de que los valores propios del derecho sean relativos a tales situaciones, no implica aniquilamiento de su objetividad. Cuando se dice que un valor es objetivo no quiere expresarse que haya de ser general, sino simplemente que no depende de los juicios estimativos que acerca de el se formulen. Esto no significa que el ideal iusnaturalista sólo pueda encarnar en una serie infinita de normas individualizadas, pues el precepto que resuelve de manera objetivamente justa un caso dado, puede aplicarse con igual justicia todos los demás que sean iguales; la regla que los resuelve vale para todos ellos y deviene, por ende, una norma general. En conclusión el derecho positivo y el derecho natural no son ordenamientos rivales o antagónicos, referidos a una esfera común de aplicación, sino términos o aspectos de la misma tarea, a saber, la de realización de la justicia en un determinado lugar y un momento dado. El primero de esos términos constituye el elemento ideal de la relación que examinamos; el segundo es el medio a realizar el ideal jurídico en una situación histórica concreta. CAPITULO IV.- TEORÍA DE LOS TRES CÍRCULOS. 4.1 Relaciones entre los conceptos de validez intrínseca, validez formal y positividad. Es necesario distinguir cuidadosamente los términos derecho formalmente válido, derecho intrínsecamente válido y derecho positivo. Se establece un principio fundamental: el que esas notas no se excluyen, sino que pueden coexistir en un mismo precepto, e incluso en todo un sistema 39 jurídico. Pero si bien aquellas nociones no se contraponen, tampoco se implican recíprocamente, puede haber reglas positivas que no sean formal ni intrínsecamente válidas, o preceptos formalmente válidos sin positividad ni valor objetivo, o normas intrínsecamente válidas desprovistas lo mismo de positividad que de vigencia. La combinación de los tres conceptos descubre siete diversas posibilidades, cada una de las cuales encuentra su fundamentación teórica en alguna de las doctrinas elaboradas en torno a la noción del derecho. 4.2 de los diferentes puntos de vista. El primer sector corresponde al concepto de un derecho formalmente válido, pero desprovisto de positividad y de validez intrínseca. Esta hipótesis sólo es admisible en relación con preceptos jurídicos aislados. Un precepto legal, expedido de acuerdo con todos los requisitos formales que la constitución establece, es derecho vigente, aun cuando sea injusto y no sea cumplido ni aplicado. El segundo corresponde a preceptos que poseyendo validez formal e intrínseca, carecen empero de eficacia. Es el caso de normas legales justas, que no son cumplidos por los particulares, ni aplicadas por el poder público; su obligatoriedad no queda destruida por el hecho de su inobservancia. El tercer caso es el de normas o principios jurídicos ideales que el legislador no ha sancionado, y que tampoco tienen positividad, siendo principios objetivamente válidos, no sancionados por el poder público, desprovisto de eficacia, resulta imposible clasificarlos como mandatos; aparece, sin embargo como expresión de un deber ser ideal, y puede servir como criterios axiológicos para el enjuiciamiento de la ley o la costumbre; en cuanto expresión de un deber ser objetivo, fundado en el valor de la justicia, su existencia no depende del reconocimiento oficial, ni 40 puede tampoco de la observancia de los mismos por los miembros de una sociedad determinada y aún cuando no sean cumplidos, conservan la dignidad de todo paradigma, y sirve como pautas para la valoración del derecho positivo. El cuarto caso es el de los preceptos dotados de validez formal y de positividad, pero carentes de valor intrínseco. Se presenta por ejemplo cuando una ley o una costumbre son injustas. El sector número cinco representa el caso ideal: el derecho dotado de vigencia, intrínsecamente justo y, además positivo. El sexto caso corresponde a las reglas consuetudinarias no reconocidas de manera oficial, cuyo contenido es intrínsecamente valioso. La última hipótesis sólo es admisible a la luz de la citada teoría. Puede ocurrir, en efecto, que una práctica social injusta, no reconocida por el poder público, se halle unida a la opinio iuris seu necessitatis. 4.3 Cotejo de Opiniones. El derecho se debe definir según Kelsen como: “Un conjunto de normas, heterónomas, que no postulan deberes en sentido ético, sino que se limitan a enlazar a un hecho condicionante una consecuencia condicionada, que pueden ser coactivamente impuestas y su observancia debe hallarse garantizada por un poder capaz de aplicarlas normalmente, aún en contra de la voluntad los obligados.” 21 La teoría jurídica pura aspira a exponer el derecho tal como es, sin legitimarlo por su justicia ni descalificarlo por su injusticia; preguntase por el derecho real y posible, no por el derecho justo. El derecho es un orden coercitivo en la medida en que establece, como sanciones, ciertas formas de coacción. Las normas jurídicas representan una técnica social específica, 21 Hans Kelsen, El Método y los Conceptos fundamentales de la teoría pura del derecho, versión de Luis Legaz y lacambra, editorial revista de derecho privado, Madrid, 1933, pág. 19. 41 consistente en lograr la observancia de la conducta deseada mediante la amenaza de una medida coercitiva que debe emplearse en el supuesto de que el destinatario del precepto ejecute la conducta contraria. Los preceptos del derecho tienen validez en la medida en que se juzga que deben ser obedecidos por los particulares y aplicados por el poder público; son eficaces, o positivos, cuando la conducta real de los obligados coincide con lo que tales preceptos estatuye. Para Kelsen una norma no es válida porque tiene eficacia; es válida si el orden al cual pertenece es, en general, positivo. Esta relación entre validez y eficacia sólo puede entenderse desde el punto de vista de una teoría dinámica del derecho, que enfoque el problema de la razón de validez y del concepto del orden jurídico. Desde el ángulo visual de una teoría estática, sólo viene en cuestión la validez de las normas. La validez no puede consistir simplemente en lo que nosotros llamamos vigencia, ya que la eficacia del orden jurídico considerado como un todo es condición de tal validez, aun cuando no pueda considerarse como su fundamento. La vigencia sólo puede existir unida a un segundo atributo: el de la eficacia del mismo sistema. Las posibilidades señaladas en los sectores números 1 y 2 no son admitidas por Kelsen como tampoco lo son las que hemos indicado valiéndonos de los números 3, 6 y 7, ya que, por lo que respecta a estas últimas, no pueda haber, de acuerdo con el mismo jurista, un derecho no reconocido por el poder público. Las únicas posibilidades doctrinales admitidas por el jurista austríaco son las que corresponden a los números 4 y 5. Para Leiniz la expresión derecho injusto es contradictoria en los términos. Si sólo es derecho auténtico el que realiza la justicia, habrá que 42 negar carácter jurídico a las reglas de conducta que no sean justas, incluso en el supuesto de que ostenten el sello de validez formal; las únicas posibilidades teóricamente admisibles son las señaladas con los números 2, 3 , 5 y 6 para Leibniz. La propuesta de Goodhart, para el la norma jurídica es una regla de conducta reconocida como obligatoria. La actitud de los particulares frente un orden jurídico puede ser, según Goodhart, de cuatro especies diversas; “en primer término, que reconozca la autoridad del órgano legislativo y estén dispuestos a cumplir con sus mandatos; segundo que a pesar de reconocer la autoridad del legislador, no quieran someterse a las normas por el expedidas, en el tercer caso es el de quienes desconocen la legitimidad de la autoridad que expide el precepto pero, ello no obstante, cumplen con lo prescrito, deseosos de evitar las consecuencias de acto violatorios. El cuarto caso se presenta cuando los particulares no reconocen la autoridad del órgano legislador, ni se someten a sus leyes; tanto esta hipótesis, como la tercera, el destinatario del precepto no se considera asimismo sujeto al derecho, sino sometido al poder. CAPITULO V.- SUPUESTOS DEL DERECHO VIGENTE. 5.1 El Derecho Vigente como derecho estatal. El llamado derecho formalmente válido, vigente, no es otra cosa que el derecho estatal, es decir, el conjunto de preceptos que en una cierta época y un lugar determinado, el poder público considera obligatorias; es indispensable examinarlo de una serie de supuestos: el primero lógico, el segundo axiológico y el tercero sociológico. 5.2 Supuestos Lógicos. 43 1) Entre los supuestos lógicos el primer y más importante está constituido por la noción formal del derecho, o sea, por la teoría sobre la forma o estructura lógica de la regulación jurídica. No basta, en efecto, declara que el derecho vigente es el conjunto de reglas que en cierto país y determinada época el poder público considera obligatorias, sino que es necesario, igualmente, saber cuándo un precepto es jurídico, y en que difieren los del derecho de otras formas no jurídicas de regulación del obrar. El poder público indica cuáles son las fuentes formales del orden jurídico, establece en qué condiciones se producirán normas nuevas; más no expresa que sea el derecho, ni brinda criterios para distinguir a este de otros tipos posibles de regulación del obrar. La teoría más certera es la que ve en la bilateralidad la forma o estructura lógica de la regulación jurídica. En toda regla normativa cabe distinguir los elementos: el contenido material y la forma o estructura; por contenido de una norma entendemos lo que está ordena o prohíbe. La estructura lógica representa, en cambio, el tipo o forma de la prohibición o del mandato. El comportamiento de los individuos en la vida común puede ser regulado de modo unilateral o de manera bilateral o multilateral. La regulación es unilateral, o simplemente imperativa, en los casos en que se obliga a un sujeto sin otorgar a otro la facultad de exigir del primero la observancia de lo prescrito. La obligación del sujeto pasivo de la relación jurídica es, de acuerdo con la certera fórmula de Radbrunch, simple deber, pero no deuda. 22 La regulación es bilateral, o imperativo atributiva, cuando el precepto no solo impone una obligación a determinado sujeto, sino que, al propio 22 G. Radbrunch, Filosofía del derecho, traducción de José maría Echevarría, Editorial Revista de derecho Privado, Madrid, 1933, pág. 55. 44 tiempo, autoriza a otro exigir de aquel la observancia de lo que la regla manda. La norma bilateral no sólo obliga; también faculta. Para Del Vecchio “las valoraciones jurídicas implican siempre una referencia transubjetiva. Lo que un sujeto puede jurídicamente, lo puede frente a los demás: la facultad jurídica significa facultad de exigir alguna cosa de otro. De aquí que, mientras las valoraciones morales son subjetivas y unilaterales, las jurídicas, en cambio, son objetivas y bilaterales. La norma ética, el primer sentido, es norma sólo por el sujeto; esto es, el precepto moral indica una directriz sólo para aquel que debe obrar. Y aunque a veces también el comportamiento del sujeto al cual se dirige la norma, tenga efectos sobre otros, éstos, sin embargo, no reciben de aquella ninguna indicación acerca de su propia conducta o modo de obrar. Por el contrario, en el sentido jurídico las determinaciones del obrar son siempre bilaterales y están concatenadas”. 23 A la interioridad de la moral suele contraponerse la exterioridad del derecho. Como el destinatario final de las normas jurídicas es le pretensor, y su derecho queda satisfecho cuando el obligado hace u omite lo que el precepto manda o prohíbe, basta la ejecución externa de la conducta obligatoria para que tales normas resulten cumplidas. La moral supone espontaneidad en su observancia. Los deberes éticos sólo quedan cumplidos cuando el obligado por procede con libertad absoluta, ello es consecuencia de la interioridad característica de la conducta genuinamente virtuosa. La norma jurídica en cambio, no sólo puede ser cumplida; también es posible imponerla, aún en contra de la voluntad del sujeto rebelde. Las normas jurídicas no únicamente admiten, a 23 Giorgio Del Vecchio, Filosofía del derecho, segunda edición, Tomo I, pág. 414 de la traducción castellana de Luis Recaséns Siches. 45 menudo incluso ordenan la aplicación coercitiva. La norma jurídica ordena al obligado la observancia de lo prescrito; pero al mismo tiempo autoriza al pretensor a reclamar lo que constituye su derecho. Y como la facultad jurídica correlativa del deber impuesto por la regla, se tiene que admitir la posibilidad de que el sujeto pasivo sea constreñido a la obediencia. La norma jurídica queda acatada cuando la pretensión del otro sujeto ha sido satisfecha; poco importa que la pretensión del otro sujeto se realice de manera espontánea, del mal talante, o con ayuda de los aparatos de coerción. El atributo de la bilateralidad distingue a las normas jurídicas no sólo de los preceptos morales, sino de las reglas del trato social; pero como las dos últimas categorías tienen en común la nota de unilateralidad, resulta indispensable descubrir un criterio que permita establecer una clara diferenciación entre las tres clases de normas. La bilateralidad y la exterioridad son atributos del derecho, la unilateralidad y la interioridad, de la moral; la exterioridad y unilateralidad, de los convencionalismos sociales. Los convencionalismos son unilaterales porque, a semejanza de las normas éticas, simplemente obligan, pero no faculta; verbigracia, tenemos la obligación de ceder nuestro asiento a una dama que viaja de pie en un ómnibus o en un tranvía; más tal obligación no es correlativa de un derecho de la dama. La regla convencional queda cumplida cuando hacemos lo que la misma manda, sea cual fuere la índole de nuestras intenciones. Esta hipótesis puede hablar de hipocresía, más no de falta de educación. En lo que atañe a las normas religiosas las Autoridades eclesiásticas no pueden establecer regulación alguna si no es sujetándose a las formas de la obligatoriedad subjetiva o intersubjetiva, o lo que es lo mismo, de la moral o del derecho. 46 2) Otro de los supuestos lógicos del derecho vigente esta constituido por la idea de que el orden jurídico forma una unidad. Hay principios que establece que la fuente última de validez del Derecho reside en la voluntad del Estado, e implican la convicción de que la voluntad es unitaria y soberana. La posibilidad de referir a la ley suprema todas las otras del mismo ordenamiento, supone además la estructura jerárquica de éste. No sólo se trata de un orden, sino de un sistema jerárquicamente organizado. 5.3 Supuestos axiológicos de la vigencia del derecho. Entre los supuestos axiológicos de la vigencia uno de los más importantes es que el derecho en vigor en una época y un lugar determinados, vale independientemente de la voluntad de los particulares. La característica de que hablamos podría denominarse absoluta pretensión de validez de las normas vigentes. Hablamos de pretensión de validez y no de validez, a secas, porque, según se ha explicado en otro capítulo, puede existir una discrepancia entre el valor formal y el valor intrínseco de los preceptos jurídicos. La pretensión es sin embargo absoluta, lo cual significa que el Estado acepta la posibilidad de que se desconozcan la fuerza obligatoria de los preceptos reconocidos por el; lo dicho equivale a sostener que el Estado no admite que sus leyes sean injustas, ni facultad a los individuos para condicionar su obediencia al reconocimiento o voluntaria aceptación de tales leyes. El sentido de toda norma jurídica reconocida en forma expresa o tácita por el poder público, podría resumirse en estas palabras: debes hacer tal o cual cosa, independientemente de que quieras o no someterse a lo ordenado. 47 Para Heller, las fuentes formales del orden jurídico no son otra cosa que el conjunto de requisitos que, de acuerdo con el poder público, condicionan la obligatoriedad extrínseca de las normas del derecho. Si la existencia y validez de los preceptos jurídicos se hiciese depender de la opinión de los particulares, la seguridad sería imposible, la anarquía inevitable. Se afirma que si las ciencia y la filosofía son impotentes para establecer con certeza absoluta que es justo y que es injusto, la voluntad y el poder serán los encargados de decidir qué reglas han de valer como derecho. Es cierto que la seguridad jurídica reclama la formulación coherente y unitaria entre las reglas que integran cada ordenamiento. Inspirándose sin duda alguna en este orden de idead, Kelsen ha sostenido que los únicos juicios objetivos que pueden formularse al respecto, son los de legalidad, no los de justicia. Los partidarios de esta doctrina se declaran relativistas, llegan a una conclusión que ostenta carácter absoluto, a saber, la de que el derecho vigente debe ser incondicionalmente obedecido, en cuanto realiza un valor de seguridad completamente independiente de su valor de fondo. 5.4 Supuestos Sociológicos de la vigencia del derecho. El más importante de los supuestos sociológicos de la vigencia es el de la positividad normal del derecho. Desde el punto de vista de la dogmática jurídica, se puede aceptar que un precepto legal carezca de eficacia. La ley que no es cumplida por los particulares ni aplicada por el poder público, sigue siendo ley, a pesar de que no se acata. Ya hemos dicho que la positiva de las más jurídicas no depende solamente de la obediencia 48 de los particulares. Cuando un precepto legal no es observado por los individuos a quienes obliga, la aplicación del mismo por el poder público confiere positividad a tal precepto. El precepto tiene vigencia cuando así expedido de acuerdo con las normas que reglamentan el proceso de la legislación. La positividad consiste en la observancia del mismo precepto por los particulares, o en la aplicación de la norma por el poder público. Por definición, el derecho vigente es el conjunto de normas que en una cierta época y en un lugar determinado el poder público considera obligatorias, tal derecho tendrá que ser, en la inmensa mayoría de los casos, positivo. Lo anterior significa que el derecho vigente es el que el Estado crea o reconoce, lo que equivale a sostener que la existencia del segundo es un supuesto ineludible de la vigencia de todo ordenamiento legal. Las ideas anteriormente expuestas revelan relaciones que median entre los conceptos de derecho y poder. Siendo el derecho en vigor el derecho del Estado, quiere decir que detrás de aquel debe existir un poder social con fuerza suficiente para lograr, en la generalidad de los casos, el acatamiento espontáneo sus mandatos, o la imposición coactiva de los mismos. El poder es uno de los elementos esenciales de la comunidad política y debe afirmarse igualmente que el poder figura entre los supuestos sociológicos de la vigencia del derecho. 5.5 Las tres actitudes atípicas. Los supuestos lógicos corresponden al punto de vista del jurista dogmático. Éste no se preocupa por investigar la justificación intrínseca de los preceptos legales, ni le interesa mayormente el problema sociológico de la positividad; lo que al jurista dogmático le incumbe es conocer los criterios 49 de acuerdo con los cuales una regla de conducta puede clasificarse como jurídica, así como los principios que permiten resolver las cuestiones relacionadas con la interpretación y aplicación de los preceptos del derecho. La injusticia o la ineficacia de estos últimos nunca destruye, la obligatoriedad formal de los mismos preceptos. Los supuestos axiológicos encuentran su explicación en el ángulo visual adoptado por el filósofo. Lo que a este fundamentalmente preocupa no es la obligatoriedad formal, sino el valor intrínseco de las distintas normas; la cuestión fundamental para él es la validez objetiva de la norma. El supuesto sociológico posee un conocimiento del derecho que efectivamente regula la conducta de los miembros de una sociedad. Este tipo especial de consideración ha movido a algunos autores a sostener que el único derecho auténtico es el creado por los tribunales en el ejercicio de la función jurisdiccional, y a declarar que la misión de la ciencia jurídica consiste en predecir lo que los jueces harán en determinadas circunstancias tales teorías son presentadas por jueces como Holmes y Cardozo. CAPITULO VI DERECHO RACIONAL Y DERECHO POSITIVO, SEGÚN MIRCEA DJUVARA. 6.1 El Planteamiento del Problema. El objetivo esencial de Djuvara, consiste en investigar si es o no posible concebir la existencia del derecho independientemente del orden jurídico positivo. Lo que denominamos derecho positivo no es sino el reconocimiento y expresión de un conjunto de pensamientos y principios a los que viene a añadirse un nuevo elemento, en virtud del cual los 50 consideramos como derecho. Si prescindimos de todo juicio de justicia, el orden jurídico aparecerá ante nosotros como una congerie de mandatos arbitrariamente establecidos por los detentadores del poder. Declarar que no hay más derecho que el positivo es confundir el derecho con la fuerza. El derecho y el poder son realidades heterogéneas, y que el primero representa también una fuerza, acaso la más alta, por ser doble moral. El problema estriba en indagar si entre esos juicios y los preceptos vigentes hay algún nexo y, en caso afirmativo, cuál será su naturaleza. 6.2 EL derecho racional. Los actos por los cuales se afirma que un proceder es justo o injusto tienen el carácter de juicios. Éstos últimos pueden ser examinados bien desde el ángulo visual de su génesis psicológica, bien desde un punto de vista lógico, con la mira de subrayar su valor racional. La segunda perspectiva es la que interesa directamente al cultivador de nuestra ciencia. Los juicios sobre la justicia o injusticia de una acción son actos racionales, gobernados por la lógica, y se hallan necesariamente referidos a hechos reales de la experiencia cotidiana; tales juicios deben poseer, por su misma índole, valor objetivo y su fin es enunciar correctamente una verdad determinada. La imperfección de un conocimiento no puede invocarse como prueba de que las verdades a que se encuentra referido carezcan de objetividad. Los juicios sobre valores jurídicos pretenden establecer algo objetivo, y suponen que todo sujeto capaz de comprenderlos habrá de admitir la verdad que encierran. Los juicios de justicia no son enunciativos, por consiguiente, son juicios de valor y tales juicios pueden fundarse en otros de igual especie, del mismo modo que una proposición enunciativa deriva, por inducción o 51 deducción, de otras de idéntica naturaleza. Pero es lógicamente imposible inferir lo que es, de lo que debe ser; o lo que debe ser, de lo que es: las normas jurídicas, por tanto, deben ser violables, pues no pueden tener la pretensión de establecer hechos, es decir, si habrán o no de ser violadas. Todo juicio tiene en primer término, la existencia de la conducta a que la predicación se refiere. En segundo lugar, consiste en afirmar que tal conducta es justa o injusta. Tiene un elemento formal que es constante y uno material, que es variable por esencia. El juicio sobre la justicia o injusticia de un proceder será en todas partes idéntico, únicamente en la hipótesis de que la situación a qué alude no sufra ningún cambio. Los juicios sobre valores jurídicos se basan siempre en el examen y apreciación de casos concretos; por ellos son, en realidad, normas individuales. Esto no excluye la existencia de normas generales o abstractas. Cuando las normas generales se refieren a casos concretos a que deben aplicarse, ya que, de lo contrario, no tendrían sentido. Las nociones generales sirven de base a conocimientos más concretos, en el terreno práctico las normas individualizadas derivan lógicamente de las de índole abstracta. Como los juicios jurídicos especiales constan, según se ha dicho, de un elemento material y otro formal, habrá que admitir, en consecuencia, que las normas abstractas se pueden formular por inducción, tomando, como punto de partida, unas veces el primer elemento; otras, el segundo. 6.3 El Derecho Positivo. Suele afirmarse que el derecho positivo encuentra su fundamento en el principio de autoridad. Pero el ejercicio de esta última supone a su vez la idea de justicia. La autoridad encargada de formular el derecho tiene, por 52 definición, la facultad de juzgar, desde puntos de vista materiales, la justificación de los preceptos creados por ella. El orden positivo aparece ante nosotros como un conjunto de reglas de conducta que tienen la pretensión de ser justas. El elemento formal de los juicios vuelve a darse, por tanto, en los preceptos que integran el derecho vigente. Considerada en sí misma, la ley no es derecho positivo. Para que adquiera tal carácter es necesario que los particulares la obedezcan, o que sea aplicaba por los órganos investidos de la función jurisdiccional. “el verdadero derecho constitucional positivo de un país no es el que se consigna solemnemente en el papel, aún cuando se trate del derecho sagrado de una constitución escrita, sino el que los órganos políticos efectivamente practican, en su esfuerzo orientado a dirigir los intereses de la sociedad de que se trate”.24 El derecho positivo no sólo es creado por la aplicación jurisdiccional de los preceptos que el legislador fórmula; deriva asimismo de la actividad de los órganos constitucionales y administrativos. La aplicación de las normas consuetudinarias supone asimismo la necesidad de apreciaciones semejantes. El derecho consuetudinario es fuente formal del orden jurídico en cuanto los jueces y tribunales lo aplican a los litigios de que conocen; es la jurisprudencia la que confiere a la costumbre el rango de fuente productora de normas positivas. Además de las fuentes formales del orden positivo, existen diversos hechos, generadores de las normas jurídicas, que las posible referirse, desde el punto de vista de la teoría tradicional, a preceptos generales dotados de vigencia. Las fuentes sólo pueden subsistir en 24 cuanto responden, en Djuvara, obra citada, pág. 262. cada caso concreto, a ciertos intereses 53 primordiales de la sociedad de que se trate. Pero su supresión, incluso momentánea, se explica también mediante un razonamiento jurídico; tal supresión es el producto de juicios de apreciación jurídica de las acciones humanas. Su legitimidad desaparece si ya no corresponden al estado de hecho y, en este caso surge la realidad profunda oculta bajo su superficie, a saber, el razonamiento jurídico independiente. CAPITULO VII.- APLICACIÓN, AL TERRENO JURÍDICO, DEL OBJETIVISMO AXIOLÓGICO. 7.1 Planteamiento del Problema. Se buscará explicar la aplicación del objetivismo axiológico al caso especial de los valores jurídicos. Los problemas capitales que la axiología fenomenológica pretende resolver, pueden y deben plantearse nuevamente en relación con el derecho. Si se admite que la ciencia jurídica no tiene por objeto explicar hechos, si nos estudiar normas, y que la idea de norma lógicamente implica el concepto de valor, a fortiori habrá que admitir la necesidad de que el jurista se pregunte cuál es la esencia de los valores que el derecho debe realizar, en qué medida puede el hombre conocerlos, y hasta qué punto y en qué forma es posible que trascienda a la esfera de la conducta. Las grandes cuestiones que la moderna axiología discute, relativamente los valores éticos son: Existencia de tales valores, tiene o no objetividad y si es posible conocerlos. 7.2 Tesis de la objetividad de lo valiosos. Esta tesis se formula diciendo que los valores existen en sí y por si, podríamos decir que el objetivismo axiológico es el reverso de la medalla subjetivista. Se reducen los valores a simples apreciaciones del individuo o 54 de la sociedad, la moderna estimativa predica la objetividad de lo valioso, y enseña que la existencia del valor no depende de las opiniones humanas. Si una persona ha depositado en mi su confianza, el valor de ésta es independiente de lo que yo piense acerca tal actitud. Debe incuestionablemente aceptarse que el valor de aquella es relativo a mi; pero el hecho de que lo sea no está condicionado por mis opiniones, sean estas las que fueren. 7.3 Los Valores Como objetos ideales. La teoría que acabamos exponer no debe confundirse con la de la idealidad del valor. La primera atañe a la existencia; la segunda al modo de ser de lo valioso. Los valores no son entes reales, ni pueden ser objeto de un conocimiento sensorial. Lo que quiere firmarse es que son objetos ideales, comparables, por lo que a su modo de ser respecta, a las ideas platónicas, los entes lógicos y matemáticos y las esencias de que habla la fenomenología. La justicia o la templanza no puede ser vistas con los ojos del cuerpo, ni palpadas con las manos; pero tienen una existencia tan independiente del acto por el cual logramos intuirlas. 7.4 Realidad de los Valores. Los valores se ha dicho no flotan en el aire, ni pueden hallarse desvinculados de la existencia humana. Lo que vale, vale siempre para alguien, y los bienes sólo existen en relación con un sujeto. Todo valor moral un bien y, como tal, es relativo a otras personas, distintas de aquellas que lo realizan. La circunstancia de que la actitud moral sea un bien para el sujeto a quien se dirige, deriva de valor intrínseco de aquella, y 55 ese valor en ningún caso está condicionado por los juicios estimativos del individuo a quien beneficia. La relatividad de los valores propiamente éticos; todo valor moral lo es de una conducta, y toda conducta se refiere siempre alguien. El hombre sólo puede conducirse en relación con las personas. Los valores éticos tiene indefectiblemente un objeto y este último sólo puede ser una persona o una comunidad de personas. También podría decirse que la relatividad de los valores morales es la que existen dichos valores y la persona que los realiza. En esta relación entre valores éticos y su portador específico, tampoco su oculta un relativismo, pues el mérito moral de tal actividad virtuosa no depende de los juicios estimativos del que obra. La cordura no existe porque ciertos hombres obran cuerdamente, sino al revés: ciertos hombres obran cuerdamente porque la cordura existe. Y el mérito de su conducta no está condicionado por la opinión que acerca de tal proceder tengan los sujetos actuantes. 7.5 Los limites de la intuición de lo valioso. La intuición de los valores nunca es perfecta. Se habla de la estrechez del sentido de lo valioso, las limitaciones del conocimiento estimativo explican la enorme multiplicidad de ideas morales de los individuos y los pueblos. El que las estimaciones de los individuos y los pueblos varíen a través del tiempo y del espacio, no prueba que los valores sean engendrados de nuestra subjetividad, porque esas diferencias no proceden de los valores mismos, sino las imperfecciones de su conocimiento; el valor existe independientemente también de que se le capte o ignore, e independientemente también de que su intuición sea o no perfecta. 56 Los valores no se inventan ni transmutan, sólo se descubren o se ignoran. La estrechez o angostura de la intuición de lo valioso limita indefectiblemente el conocimiento de que los valores tienen en un momento dado la colectividad o el individuo. 7.6 El problema de la realización de los valores. La axiología moderna estudia cuatro grandes problemas: el primero el de la existencia los valores; el segundo del conocimiento estimativo; el tercero de la realización de lo valioso y el cuarto de la libertad del sujeto frente al valor. La primera cuestión es ontológica, la segunda epistemológica y las dos últimas son propiamente éticas. Los límites de la conciencia no son los de la relación. Entre la esfera ética ideal y el mundo de la realidad hay una relación de tensión: el ser ideal niega la realidad rebelde a sus principios, por bien fundada que se encuentre desde el punto de vista ontológico; la tacha de antivaliosa y contrapone a ella la idea de su propia estructura. 7.7 Los valores como principios éticos de la esfera ética ideal. En la esfera epistemológica hay también una serie de leyes y principios, condicionantes del acto de conocer. Si el conocimiento de lo real o de lo ideal es posible, ello se debe a que las categorías epistemológica coinciden, al menos parcialmente, con las de la realidad y la idealidad. Los valores tienen incuestionablemente el carácter de principios y en este sentido, podemos considerarnos como condiciones de posibilidad de los fenómenos éticos; la realización de los contenidos axiológicos resulta, desde el punto de vista, contingente por esencia. A ello hay que añadir que la intuición estimativa va siempre en los independientemente de su realización efectiva. valores algo que existe 57 7.8 Los valores como principios del esfera ética actual. Si los valores se agotasen en ser principios de la esfera ética ideal carecerían de significación para la conducta o, lo que es lo mismo: no serían principios éticos. Por ello es que los valores tiene que trascender su ser ideal, para introducirse en el orden de la actividad humana. Los valores pueden este modo convertirse en factores determinantes de los juicios de aprobación o de censura, del fenómeno de la imputación y del sentido de responsabilidad. Mientras en la esfera ética ideal los valores son determinaciones supremas e inviolables, frente a las que no existe ninguna oposición capaz de desviarlas o modificarlas, en la esfera ética actual no son categorías, ni determinaciones inflexibles, por la actividad humana no se ciñe dócilmente a las exigencias que de ellas proceden, a menos de que sobre ella gravitan otras formas de terminación, diversas de la axiológica. Lo que determina la actualidad de los valores es la relación que media entre ellos y nuestra conciencia estimativa. 7.9 Los valores como principios de la esfera ética ideal. Lo que confiere actualidad a los valores es la posibilidad de un comportamiento antivalioso. Pero la discrepancia entre la conducta humana y las exigencias de la moralidad no destruye la relación entre los dos órdenes. El mundo ético real no es solamente el del sujeto y su conciencia, sino el de su actividad progresiva y creadora. La realización de los valores en la vida humana consumase a través de la conciencia estimativa, la intención, la voluntad y la acción externa. Como administrador de los valores en el mundo, adquiere el hombre una significación demíurgica, y se convierte en copartícipe de la gran obra de Dios. 58 7.10 Objetividad de los valores jurídicos. Declarar que los valores jurídicos son objetivos equivale a sostener que su existencia no está condicionada por las opiniones cambiantes de los hombres. El Estado resulta entonces la medida de lo justo de lo justo. Y lo que un ordenamiento legal se consagra como la expresión de una acendrada justicia, podrá anatematizarse en otro como la iniquidad más nefanda. 7.11 Relatividad de los valores Jurídicos. Las diversas formas de relatividad se pueden clasificar en tres grupos; el primero por los distintos tipos de relatividad de los valores jurídicos a la comunidad y a las personas, el segundo consiste en la relatividad de los mismos valores a las situaciones reales que la experiencia jurídica presenta y el tercero son las diversas formas de relatividad temporal y especial de aquellos. 1.- La relatividad de los valores Jurídicos, en conexión con las personas, se manifiestan en varios aspectos. El derecho es una de las formas posibles de regulación de la conducta y, en este sentido, los valores jurídicos. Aquellos valores sólo pueden realizarse a través del cumplimiento de deberes y el ejercicio de derechos; pero deberes y derechos únicamente pueden tener los las personas. La relatividad personal de los valores jurídicos es pues indudable; y esta especie de relatividad la comparten tales valores con todos los que pueden servir de fundamento a una norma. La conducta de la persona jurídicamente obligada es siempre relativa a su pretensor; en efecto: el deber jurídico no es sólo deber, sino deuda. Esto significa que lo que para el sujeto pasivo de la relación jurídica es contenido de una obligación, para el sujeto activo es contenido de un derecho. 59 La Solidaridad jurídica de los individuos constituye además el fundamento de las instituciones destinadas a garantizar la eficacia del derecho. El monopolio de los aparato de coacción en manos del Estado y el derecho de castigar que el mismo se atribuye, sólo puede entenderse desde un punto de vista social. El sometimiento los particulares al orden existente no beneficia únicamente estos, sino que es un bien común. 2.- Los valores de que hemos venido hablando son, en segundo término, relativos a las situaciones concretas en que deben de manifestarse. Las normas generales que enlazan a un supuesto jurídico abstractamente descrito, determinadas consecuencias de derecho, no pueden actualizarse mientras la hipótesis normativa no se realice. Lo que es valioso en una situación determinada o en un cierto lugar, puede no serlo en una situación distinta, o en lugar o época diversos. Todo valor se realiza en una situación específica. Esta ultima es la que constituye la materia de aquél. De acuerdo con la doctrina los valores no son, si quiere hablar con exactitud, los que adquieren realidad; lo que el hombre puede hacer es producir las situaciones concretas en que ellos encarna. Si los valores jurídicos son siempre relativos a hechos reales, y estos cambian incesantemente, quiere decir que la solución válida en un caso deja de serlo en otro. Con esto no queda dicho que los valores carezcan de objetividad, pues la circunstancia de que las situaciones cambien no determina una mutación paralela del valor. La solución objetivamente justa sigue siendo justa para todos los casos iguales. Los que sean diversos deberán ser resueltos en forma distinta; pero la solución de los iguales tendrá que ser idéntica. 60 3.- Como las situaciones en que los valores jurídicos se producen son hechos reales, capaces de transformarse y desaparecer, resulta inevitable admitir una tercera forma de relatividad tales valores: la espacial y temporal. Esta se refleja siempre en las consecuencias normativas, ya se trate de deberes, ya de derechos subjetivos. Tanto los primeros, como los segundos, tiene una existencia limitada en cuánto al tiempo, y una validez espacial igualmente limitada. La limitación en el tiempo y el espacio es corolario de la relatividad de los valores a las situaciones de hecho que se dan. El principio de carácter de necesidad lógica, y habla de una ley de causalidad jurídica, que expresan estos términos: “No hay Hecho jurídico sin consecuencias de derecho; de donde deriva este otro principio: todo cambio en el hecho condicionante determina una modificación de las consecuencias normativas.” 25 La Relatividad temporal y espacial de los valores jurídicos tampoco implica, como suele creerse, un relativismo de tales valores, ni puede invocarse en contra de su subjetividad. La modificación material de tales situaciones no impide que puedan ser resueltas de manera objetivamente justa, en épocas y lugares diferentes. El transcurso del tiempo o desplazamiento espacial pueden, en efecto, modificar esencialmente el carácter material de las circunstancias. De todo lo expuesto se infiere la imposibilidad de admitir un derecho justo de contenido invariable. La conclusión contraria es la única correcta: derecho objetivamente válido será aquél que se adapte al fluir proteico de la vida. 7.12 Justicia y Seguridad Jurídica. 25 F. Scherier, Grunberigffe und Grundformen des rechts, pág 4. 61 Se ha dicho que la seguridad jurídica es uno de los valores fundamentales del derecho, el pensador alemán Gustavo Radbruch; define al derecho como una realidad que tiene el sentido de servir a la justicia. Los ensayos de definición de tal valor son, a los ojos de la Radbruch, formulas abstractas, desprovista de un contenido específico, y susceptibles, por ende, de interpretaciones múltiples, incluso contradictorias. El relativismo epistemológico del jurista tudesco aparece aquí al desnudo. Dícese de la justicia estriba en tratar igualmente a los iguales y desigualmente a los distintos, en proporción a su desigualdad. La definición de las tres actitudes fundamentales: individualista, supra individualista y transpersonal, revelan la imposibilidad de reducirlas a una concepción unitaria. Piensa Radbruch que el orden es la finalidad inmediata y necesaria de todo derecho positivo. Es verdad que la creación de un estado de seguridad puede en ocasiones vulnerar a ciertos ideales de justicia; pero estos últimos deben quedar postergados, si se quiere evitar la anarquía. Adviértase que Radbruch ve en la seguridad jurídica un valor independiente de la justicia o injusticia del ordenamiento impuesto por los detentadores del poder. Decir que un sistema jurídico valer en cuanto tiene eficacia, es atribuir valor a su positividad, sin atender al contenido de los preceptos que lo integran. Una de las fallas de esta concepción consiste en olvidar las diferencias cualitativas que se dan entre los actos de imposición y cumplimiento. Una norma que da cumplida aun cuando el obligado no obre espontáneamente. La intención puede no ser correcta, pero si el sujeto hace lo que precepto manda, el deber jurídico se extingue. La concepción positivista, la rectitud del querer es relegada a la esfera ética. Pero desde el ángulo visual de la filosofía del derecho, el cumplimiento libre y la 62 imposición violenta no tienen, ni pueden tener, valor idéntico, como tampoco lo tienen la conducta que se realiza por temor y la que brota espontánea de las profundidades de nuestro espíritu. No debe olvidarse, el concepto de seguridad es funcional, y que la significación que en último término se atribuya a su objeto depende de la que corresponda al contenido del orden cuya eficacia se busca. La positividad del derecho es supuesto de su justicia. “Tan propio es del concepto del derecho justo es el ser positivo, como es tarea del derecho positivo ser justo en sus contenidos. De los elementos de la idea del derecho, sólo para el segundo vale la autolimitación del relativismo; los otros dos, justicia y seguridad, están sobre la oposición de las concepciones en torno al derecho y al Estado”.26 A los ojos de la Radbruch la seguridad jurídica vale por sí misma, independientemente del contenido de las normas en vigor; y que el carácter valioso de aquella proviene de que es garantía de paz y de orden. CAPITULO VIII.- DISCUSION DE LOS ARGUMENTOS DE KELSEN EN CONTRA DE LAS TESIS IUDNATURALISTAS. 27 8.1 Derecho natural y positivismo jurídico. Está de moda, en nuestros días, declarar que el derecho natural ha pasado de moda; quienes afirman que esa teoría ha pasado a la historia, siguen pensando en la versión del Escuela Clásica, y parecen olvidar otras variantes de la misma doctrina, especialmente, la fecunda idea de un derecho natural de contenido variable. 26 Radbruch, Filosofia del derecho, trad. Medina Echavarría, Editorial Revista de derecho Privado, Madrid, 1939, pág. 96. 27 Kelsen, General Theory of law and state, Harvard University press, 1945, pág 14. 63 El punto de partida de Kelsen es el análisis de los supuestos filosóficos de vida del derecho natural y del positivismo jurídico. El derecho positivo distinguiese del natural en la misma forma en que lo artificial se opone a lo que existe en sí y por sí, esto es, al objetivo, originario y auténtico. El orden positivo es producto del querer humano, por ende, aparece ante nosotros como creación esencialmente subjetiva. Siendo el derecho positivo obra de la insuficiente voluntad del hombre. “El contraste entre los dos órdenes refleja los diversos fundamentos de validez de uno y otro. La razón de validez del natural está en la misma naturaleza, en Dios o en la razón; la del positivo debe buscarse en la voluntad humana. En el primer caso se trata de un fundamento material; el segundo, de una razón forma de validez”.28 La reglas del derecho natural dice Kelsen que son tan evidentes como las de la lógica. La del positivo en cambio, no tiene ese atributo de inmediata evidencia. Siendo los preceptos del derecho natural evidentes por sí mismos, no hace falta coacción ninguna para imponerlos. Los del derecho positivo, por el contrario, hace indispensable el empleo de los aparatos de coerción, ya que carecen de la evidencia inmediata de los otros preceptos. “El derecho positivo es un orden coactivo en cuanto sus normas establecen que un determinado hombre debe ejercer encontrar otro ciertos actos de coacción, si tales o cuales supuestos se realizan. Ello implica la existencia de los órganos encargados de sancionar al sujeto rebelde” 29 . También los preceptos del derecho natural hace depender de la realización de ciertos hechos el nacimiento de las consecuencias normativas. Pero la 28 William Ebenstein, Die Rectsphilosophische Schule der Reinen Rechtslehre, prag. 1938, Taussind und Taussind, pág. 85. 29 La idead del Derecho natural, pág. 10 de la traducción de Francisco Ayala. 64 consecuencia jurídica no es un acto coactivo, sino el deber de observar cierta conducta. La consecuencia jurídica sólo se refiere a la conducta de un hombre: el obligado; y el deber jurídico de esté no se fundan amenaza de un acto coercitivo, sino que deriva inmediatamente de la norma que postula esa conducta como obligatoria. 8.2 Las dos ordenes y sus respectivas razones de validez. De las razones de validez del derecho positivo y el derecho natural revela una nueva diferencia, puede mientras el positivo sólo tiene una validez hipotética y, por tanto, relativa, el natural pretende fundarse en principios absolutamente válidos. Las normas del derecho positivo valen no porque procedan, como las del derecho natural, de la Naturaleza, de Dios o de la razón, es decir, de un principio de absoluta bondad, de un valor supremo absoluto, sino porque han sido producidas de una cierta manera, legisladas por un cierto hombre. 8.3 Iusnaturalismo Utópico. La idea de que los preceptos del derecho natural no son aplicados por órganos especiales, sino inmediatamente por el obligado, se basa, según Kelsen, en una utopía. En tanto que el derecho natural cuya existencia objetiva se presupone debe ser aplicada al caso concreto; en tanto que se opone en relación en el proceso de su individualización con la realidad del acontecer efectivo; la posibilidad de su realización depende de las aptitudes y condiciones de esos hombres empíricos. No hay porque sostener que la idea del derecho natural sólo puede darse bajo el supuesto de que los sujetos a quienes ese derecho se aplica reúnan ciertas condiciones de entendimiento y voluntad, mismas que han 65 de manifestarse en un grado de perfección absoluta, pues hombres imperfectos puede tender a la realización de lo perfecto. La validez formal de ordenamiento no puedo hacerse depender del valor intrínseco de las reglas que lo integran; pero, desde el punto de vista sociológico el valor formal de ese ordenamiento depende de su eficacia, y ésta, por su parte, sólo puede lograrse en la medida en que el sistema en cuestión es reconocido como válido por quienes se pretende que deben cumplirlo y aplicarlo. Si la eficacia de un orden jurídico depende de su reconocimiento, tal reconocimiento se encuentra su vez condicionado por consideraciones de orden material. El derecho positivo quiere ser ante todo una organización de la Paz, como afirma Kelsen, tendrá que ser también, al menos en buena medida, un ensayo feliz de realización de la justicia. La falta de positividad no puede arruinar la idea del el derecho natural, porque la ineficacia de la norma no destruye su validez. 8.4 Juicios de Legalidad y juicios de Justicia. Para Kelsen la justicia es un ideal irracional; por indispensable que sea desde el punto de vista de las voliciones y de los actos humanos, no es accesible al conocimiento. También menciona que la idea de justicia es una ideología, cuyo verdadero fin consiste en justificar una determinada forma de gobierno. Aun cuando los juicios sobre la justicia o la injusticia son siempre subjetivos, el jurista vienés considera que hay otra especie de juicios acerca de lo justo, a los que sí puede atribuirse significación objetiva. Justicia en este sentido, significa legalidad; justo es que una regla sea efectivamente aplicada en todos aquellos casos en que, de acuerdo con su 66 contenido, debe aplicarse. Injusto es que la regla sea aplicaba en un caso y deje de aplicarse en otro semejante; la justicia en el sentido de legalidad, es una cualidad que no se refiere al contenido de un orden positivo, sino a su aplicación. CAPITULO IX.- MÁS ALLA DEL IUSNATURALISMO Y DEL POSITIVISMO; CONCLUSIONES. 9.1 Tres definiciones. La aplicación de la idea del perspectivismo al caso especial de la definición de lo jurídico nos permitió comprobar que entre distintos objetos de conocimiento a los que se ha dado el nombre de derecho. Cada uno de estos objetos corresponde un punto de vista sui generis, y sólo puede ser conocido a través un método específico. Las nociones referidas a tales objetos nos excluyen entre sí, pero tampoco se implican recíprocamente, ya que cabe hablar de un derecho formalmente válido que no sea positivo ni tenga validez intrínseca, o de un derecho justo desprovisto lo mismo de positividad que de vigencia o, por último, de un derecho positivo injusto no reconocido por el poder público. Lo que es derecho para los órganos estatales puede no serlo para el filósofo, y lo que éste considera como tal acaso no lo sea para el sociólogo. Lo que se denomina derecho intrínsecamente válido no coincide con el derecho vigente, ni se confunde tampoco con lo que el sociólogo llama derecho positivo. Aún cuando podemos decir, qué se entiende por derecho positivo, que por derecho vigente y que por derecho intrínsecamente válido, aún no sabemos qué sea derecho en sí mismo, pues las mencionadas expresiones sólo corresponden a lo que el sociólogo, el jurista dogmático y el filósofo jurista considera como tal. 67 Las tres definiciones que aporta Don E. García Máynez son: 1.- Derecho intrínsecamente válido: es la regulación bilateral justa de la vida de una comunidad en un momento dado. 2.- Derecho formalmente válido: es el conjunto de reglas bilaterales de conducta que en un determinado país y en una cierta época la autoridad política considera obligatorias. 3.- Derecho Positivo: es el conjunto de reglas bilaterales de conducta que efectivamente rigen la vida de una comunidad en un cierto momento de su historia. La correcta interpretación de las definiciones anteriores depende de que se tenga en cuenta: primero que la palabra derecho no es empleada en ellas en el mismo sentido, por lo cual los objetos a qué se refieren no deben considerarse como especies distintas de un mismo género: y segundo que la expresión reglas bilaterales de conducta tampoco significa lo mismo en cada caso. Las expresiones regulación bilateral y norma bilateral de conducta plantean un problema idéntico al que suscitan los términos derecho formalmente válido y derecho intrínsecamente válido. 9.2 Norma y Exigencia. La distinción entre norma en sentido estricto y regla bilateral de conducta reconocida o creada por el poder público, puede precisarse diciendo que la última es, desde el punto de vista filosófico, un mandato o exigencia. La exigencia implícita en un precepto legal no se funda en un valor, sino que deriva de la voluntad del Estado. Declarar que una ley vale formalmente, equivale a sostener que es parte del sistema jurídico, esto es, 68 que fue establecida de acuerdo con ciertos requisitos extrínsecos, señalados por otras reglas del mismo ordenamiento. La validez de una regla de conducta sólo puede hacerse consistir en su existencia, cuando el criterio que se utiliza no se refiere al contenido del precepto, sino a la forma en que fue creado, o a las condiciones en que el poder público le reconoce fuerza obligatoria. Las llamadas fuentes formales son los supuestos cuya realización permite afirmar que determinada regla de conducta pertenece al sistema jurídico. Los preceptos que integran el llamado derecho positivo han de recibir la denominación de normas, será necesario no olvidar que no son ni pueden ser principios ideales de validez absoluta. Se trata de reglas cuya fuerza de obligar deriva de un acto autoritario, y cuya fuente ha de buscarse en la voluntad del hombre. 9.3 La idea Jurídica y su desarrollo Dialéctico. Aun cuando las expresiones derecho formalmente válido, derecho intrínsecamente válido y derecho positivo corresponde a puntos de vista diversos, es necesario investigar que relaciones existen entre las diferentes perspectivas, y hasta qué punto es posible referirlas a un objeto unitario. Una disposición legal, debidamente promulgada, puede ser, al tiempo, eficaz y justa. En tal coyuntura, los tres atributos coinciden en un solo precepto, como puede concurrir en todo un cuerpo de leyes, o en la generalidad de los integrantes un sistema. Un filósofo juzgaría tal realidad a la luz de la idea de justicia; el sociólogo vería en ella una organización eficaz de la convivencia humana, y el jurista dogmático tendría que interpretarla como un conjunto de reglas bilaterales de conducta cuya 69 unidad estaría condicionada por la posibilidad de recibir esas mismas reglas a la constitución o norma fundamental de un Estado concreto. Las causas que estorban la coincidencia de los tres atributos en un solo orden jurídico, derivan, primordialmente, de la estrechez o angostura de la conciencia estimativa. Dada la índole social y el carácter coercible de los preceptos jurídicos, la formulación y aplicación de éstos no puede dejarse al árbitro de los particulares, sino que es vista como empresa común y, por tanto, como tarea que sólo puede ser convenientemente realizada por una organización ad hoc. La relación dialéctica existente entre la idea de un orden intrínsecamente justo y la de una organización social a quien se encomienda en forma exclusiva la formulación y aplicación de los preceptos del derecho. El propósito de realizar, en una determinada circunstancia histórica, los valores jurídicos, conduce la establecimiento de la organización política de la sociedad; pero cuando tal organización existe, reclama al punto para sí el monopolio de las funciones de formulación y aplicación del derecho, y niega la posibilidad de que se ponga en tela de juicio la fuerza obligatoria de sus mandatos, lo que lleva a subsistir el criterio material de validez por otro puramente extrínseco. Así como derecho positivo aspira en todo caso a ser derecho justo, el derecho justo tiene el sentido y la misión de convertirse en derecho positivo. Entre el ideal jurídico y el hecho de la positividad aparece la organización social encargada de realizar, a través del derecho vigente, los valores que constituyen el paradigma de los preceptos en vigor. 9.4 Ideal de justicia e Ideal de paz. 70 Se ha llegado a la conclusión de que el dualismo normativo sólo puede superarse cuando se logra que los atributos de validez formal y validez intrínseca coincidan en un sólo ordenamiento; los ideales jurídicos aparecen como la más importante las fuentes reales del derecho en vigor. Se argumente, que quien dice orden, dice legalidad, y la legalidad supone cierto grado de igualdad y, por ende, de justicia según García Máynez. El simple hecho de que los detentadores del poder regulen la conducta de los particulares por medio de disposiciones legales, implica una limitación al árbitro del gobernante. La generalidad del orden tiene como consecuencia el tratamiento igual las personas, en las situaciones abstractamente descritas por los supuestos de cada norma. La ley no puede dejar de crear una cierta igualdad, y la igualdad es un elemento decisivo de la justicia. Si la legalidad es valiosa su valor depende precisamente de ese mínimo de justicia que a través de ella se logra. “la regulación legal vale en la medida en que asegura un cierto grado de igualdad y de justicia; el conflicto entre orden y justicia no representa una pugna entre un valor negativo y otro positivo, sino entre dos momentos o aspectos del proceso de realización de un mismo valor o, como también podría decirse, entre un mínimo y un máximo de justicia”. 9.5 Reconocimiento y eficacia. La convicción de que un entrenamiento es justo no demuestra su justicia intrínseca, pero si condiciona su eficacia; el orden inicuo, afirmado por el gobernante sobre la base del principio de legalidad, es negado por los particulares a la luz de la idea de la justicia. De este modo, la relación de tensión entre los dos criterios de validez vuelve a producirse. Rota la armonía, no hay ya coincidencia entre lo que el Estado considera como 71 derecho y lo que es el punto de vista filosófico aparece como tal. Es entonces cuando el problema de la esencia del derecho adquiere perfiles dramáticos, ya que deja de ser cuestión académica para convertirse en un problema vital que es necesario resolver a toda costa. Aun cuando las tres posiciones que se han venido hablando difieren entre sí y lleva al conocimiento de objetos distintos, tales actitudes son siempre asumidas por el hombre, si bien este procede unas veces como filósofo, otras como sociólogo y otras como jurista oficial. El conflicto entre las diversas perspectivas implica una lucha de estimaciones y, por tanto, sólo puede resolverse si se conoce la jerarquía de los valores en pugna. Más por importante que tal conocimiento sea, no basta en todo caso, pues las situaciones pueden diferir profundamente. La cuestión no puede resolverse en abstracto, ya que hay que tomar en cuenta las peculiaridades de cada circunstancia, siempre a la luz de medidas axiológicas. 9.6 La actitud del jurista. Se ha discutido largamente cuál debe ser la posición del jurista en el caso de una pugna entre los dos criterios estimativos. Kelsen ha defendido que el jurista dogmático no puede admitir más criterio de validez que el puramente extrínseco. El jurista debe aceptar la validez del derecho existente, y limitarse a las tares de interpretación y sistematización de los preceptos que integran cada ordenamiento. En orden positivo no sólo el factum de la ciencia jurídica, sino el dogma intangible que el jurista tiene que admitir, si quiere 72 proceder como jurista. Kelsen no desconoce el valor de la sociología del derecho, ni niega la importancia de las investigaciones axiológico-jurídicas; pero cree que semejantes tareas son menester exclusivo del sociólogo y del filósofo. La expresión jurista dogmático, popularizada por los Kelsenianos, resulta en realidad sumamente vaga, porque el jurista puede desempeñar tareas de muy diversa índole, aun cuando todas ellas están ligadas al ejercicio de su profesión. Tratándose del jurista práctico o sea del abogado parece obvio que éste debe preocuparse, ante todo, por conocer a fondo el derecho en vigor, así como los criterios oficiales acerca de la interpretación y aplicación de los distintos preceptos. El litigante debe usar también sus facultades críticas, sino en el momento en que invoca ante el tribunal una ley o un precedente, si cuando examina la justificación de los preceptos que el Estado crea, o cuando tiene que emitir un juicio sobre la necesidad de realizar una reforma. 9.7 Para Finalizar. Debemos mencionar que hay defectos en la postura llamada colectivista; la comunidad, tomada en si misma, es una abstracción. Frente al Ser en si y para sí de los individuos lo puede afirmarse un ser en si de la comunidad. Esta sólo existe en sus miembros, pues ellos son quienes la forman. El todo de afirmar la dignidad de sus partes, respetar y fomentar valores característicos, y garantizar el desarrollo de su personalidad moral. La dialéctica sui géneris de la totalidad adquiere transparencia cristalina 73 cuando se reflexiona en que el individuo no solamente parte o fracción de un todo, ni mucho menos simple elemento de una masa, como la palabra lo indica, individuo, totalidad micróscomica, indivisible y autónoma. Como miembro de la comunidad es, en cuanto persona, el ser axiológicamente superior, incluso en ellos casos en que, con olvido de sí mismo, se subordina a las finalidades macrocósmica del todo y se muestra dispuesto a sacrificar sus intereses privados. El todo no puede proponerse como meta si al mismo tiempo no transforma en medio al servicio de las partes. El individuo es también una abstracción. Ni siquiera podemos sostener que sea para así, independientemente de la comunidad, ya que sólo en ella y por ella puede existir y desenvolverse. Todo individuo nace se desarrolla en el seno de una colectividad, de quien recibe toda clase de bienes y en quien encuentra un conjunto de posibilidades de formación y desenvolvimiento, que él no ha creado, pero que le permiten participar de la existencia común y disfrutar los beneficios de la cultura, a la vez que cumplir su propio destino como ser personal. El individuo debe reconocer el valor de la comunidad a que pertenece, pues de lo contrario se niega o elimina a si mismo. A la vez que se afirma como fin autónomo, debe ponerse al servicio de los objetivos comunes, convirtiéndose en instrumento de realización de los designios del todo. Los conflictos entre el criterio material y el criterio formal de validez, en aquellos casos en que el problema se traduce en una pugna entre valores individuales y colectivos, no puede resolverse correctamente cuando se parte de una concepción individualista extrema o de una extrema 74 concepción colectivista. Representa, por otra parte, dos formas de egoísmo: La comunidad es egoísta, reclama su propia continuidad y prioridad sobre el individuo. Antes de los individuos es la comunidad. En ella nacieron y en ella son. Ella es el todo y los individuos las partes. El individuo, parte de un todo, ha de subordinarse a la comunidad. Esta decencia egoísta del comunismo. También está la esencia egoísta del individualismo: “el individuo declara, a su vez, que su ser es el único real. Dice: concibo el Estado como medio de mi dicha; la sociedad se instauró para mi felicidad. Yo soy yo mismo. De Dios es lo divino; pero yo no soy Dios; lo humano es de la humanidad, pero yo no soy la humanidad. Yo soy lo que es real. Mi bien es lo que quiero tener, no lo que me quieren dar; y, si no me lo dan, procuraré tomarlo”.30 La dignidad constituye fundamento de la idea de igualdad, como ingrediente indispensable de la justicia. La afirmación de la igualdad humana ante el derecho no se refiere a las características y actitudes que constituyen lo que en cada sujeto hay de personal e intransferible, sino exclusivamente a lo que, por ser personas, todos tienen en común. La personalidad sirve de base a los derechos fundamentales del ser humano, por lo que tales derechos no deben verse como concesión gratuita del poder público, sino como exigencias inalienables que la autoridad política no puede ignorar. Se trata de derechos en sentido objetivo o material, no en sentido formal. Cuando, inspirado en una ideología totalitaria, el legislador cree tener facultades para limitar esos derechos o suprimirlos a su antojo, la persona humana puede echar mano de cuantos medios estén a su alcance para hacer que se respeten. 30 Antonio Caso, La persona Humana y el Estado totalitario, pág. 191. 75 El principio de la igualdad dignidad de todos los hombres es uno de los elementos de idea de justicia, pero no agota el contenido de esta última. Dos personas igualmente dignas puede presentar diferencias en cuanto carácter, constitución física, inteligencia, edad o sexo. La personalidad solamente el fundamento de la igualdad esencial; es también la base de la diversidades existentes entre los individuos. La personalidad es, por consiguiente, el fundamento de la desigualdad de funciones en la vida común, como es también de la igualdad dignidad de todos hombres. Éstos principios tienen extraordinaria importancia para la justa ordenación de la relaciones interhumanas. Sólo donde existe diversidad hay una comunidad posible. Sin diversidad puede haber unidad, más no comunidad. La comunidad supone un ofrecer y un recibir recíprocos. Comunidad es intercambio y complementación. Este es el punto de vista bíblico sobre la valoración de la diversidad de los individuos: tal diversidad no es sólo capacidad, sino necesidad de complementación. El sentido funcional de las diversidades individuales en el seno de la vida común condiciona la bilateralidad de la regulación jurídica. Si el derecho no sólo impone deberes sino que concede, correlativamente, facultades, ello obedece a que los hombres, por su índole social y sus diversidades individuales, necesitan forzosamente unos a otros, no sólo para cumplir su estilo como seres personales, sino para llenar la función que en cuanto miembros de la colectividad a cada uno corresponde. Lo que distingue a los valores jurídicos de los valores éticos es precisamente el hecho de que los primeros sirven de fundamento a los deberes del hombre frente a otros hombres, en tanto que los segundos sirven de base a sus deberes para consigo mismo. La diversidad de los 76 citados valores condiciona además la diferencia entre persona en sentido moral y en sentido jurídico. La protección de los valores personales se consigue a través de los derechos fundamentales y, sobretodo, los que tienen carácter absoluto. Los derechos Fundamentales, resulta evidente que su violación no sólo es contraria a la justicia, sino un conjunto de valores que el Estado debe siempre proteger, nunca limitar. 77 BIBLIOGRAFÍA. F. SCHREIER, Concepto y formas fundamentales del derecho, Editorial Losada, Buenos Aires, 1942. Hans Kelsen, General theory of law and state, Harvard University Press, 1945. * Hans Kelsen, el contrato y el tratado, México, imprenta universitaria, 1943. 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