IMPORTANCIA Y ACTUALIDAD DE PLATÓN Platón es el primer filósofo que sintetiza las diversas temáticas que habían ocupado a los filósofos anteriores a él, recogiendo en su filosofía y dando una explicación unitaria de la filosofía de la naturaleza de los primeros filósofos, la ontología de Parménides y Heráclito, las matemáticas de los pitagóricos, las teorías ético-políticas de los sofistas y Sócrates,… Toda la filosofía que sigue después de Platón y hasta nuestros días, tomará la forma dada por el filósofo a las distintas temáticas objeto de reflexión filosófica: cosmología, metafísica, epistemología, ética,… Por otra parte, aunque es indudable que actualmente Platón ha perdido gran parte de su antigua influencia, no obstante aún hoy hay filósofos que se reclaman platónicos. Así ha sido, por ejemplo, en la universidad de Oxford, en la durante prácticamente todo el siglo XX ha existido un grupo de profesores a quienes se les conocía como platónicos. La diversidad de su temática: la política, la moral, el amor, la justicia,…, expuesta por medio de personajes que representan distintos puntos de vista, a través de la técnica del diálogo, son aún hoy una fuente de inspiración y reflexión, dado que muchos de sus planteamientos son defendidos en la actualidad. Un ejemplo claro de esto es el diálogo sobre las distintas maneras de entender el amor en el diálogo El Banquete. En otro campo donde sin duda el platonismo ha sido de una importancia transcendental ocurrió en el cristianismo. Agustín de Hipona entre otros teólogos cristianos, vio en la filosofía platónica la fuente fundamental para crear una filosofía cristiana. Elementos importantes de la religión cristiana de hoy tienen un origen platónico. Existen hallazgos en Platón que tienen vigencia en nuestros días. Es el caso del papel que Platón concede a la educación. El filósofo por boca de Sócrates pone de manifiesto en multitud de ocasiones la importancia de la educación para el hombre. Su idea de la trascendencia de la educación de los jóvenes para alcanzar la sociedad buena no está nada alejado de la importancia que tiene el proceso educativo hoy. Sobre este mismo tema de la educación, la importancia que Platón concede a la “educación en valores” para conformar al futuro hombre y ciudadano, es algo que desde hace unas décadas constituye uno de los ejes vertebrales del proceso educativo. Como hemos dicho más arriba, muchas de las ideas del pensamiento platónico carecen de actualidad e interés descriptivo, así su concepción de dos mundos radicalmente distintos y separados, su concepción dualista del hombre y su consideración negativa del cuerpo, su separación radical entre el conocimiento sensible y el racional,…. Igualmente, es inasumible hoy la infravaloración del conocimiento sensible para alcanzar la verdad. Sin embargo, en algo de esto último Platón no andaba totalmente desencaminado, tal y como nos lo pone de manifiesto la ciencia moderna: la idea de que es preciso para alcanzar el conocimiento científico de la realidad, una cierta desconfianza ante las “apariencias” que percibimos a través de nuestros sentidos. La ciencia nos pone de manifiesto experimentalmente que la información que recibimos de los sentidos no siempre es veraz, como por ejemplo, el movimiento “aparente” del sol alrededor de la tierra. Platón, al afirmar la existencia independiente de las Ideas, se sitúa en el extremo opuesto del relativismo moral que caracteriza a las sociedades occidentales. Platón considera que los valores intelectuales, morales y políticos son objetivos, universales y, por supuesto, cognoscibles. A diferencia de este planteamiento, lo que hoy encontramos como postura mayoritaria al respecto en nuestra sociedad es el relativismo moral: no todos entendemos lo mismo cuando hablamos del bien o de la justicia. Pero este problema plantea la dificultad de cómo alcanzar el consenso social en determinadas cuestiones éticas que afectan al conjunto de la sociedad. Dicho consenso, al no fundamentarse hoy en la existencia objetiva de los valores, como pensaba Platón, sólo es posible mediante el acuerdo –algo ya defendido en tiempos de Platón por los sofistas–, que, por el destacado papel de los medios de comunicación social como generadores de opinión, siempre puede ser objeto de manipulación interesada. El relativismo actual tiene como valor fundamental la tolerancia, pero, ¿debemos ser tolerantes con todas las manifestaciones culturales? Indudablemente que no, no podemos consentir que, por ejemplo, un marido o un padre pueda golpear brutalmente a la mujer porque esto haya sido tolerado por esa cultura. Ante estos problemas y dado que, contra lo que pensaba nuestro filósofo, no existen valores absolutos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que ha sido firmada por prácticamente todos los países, debería ser una tabla de derechos y valores que todos los países deberían de respetar. Es igualmente evidente que aunque Platón admiró el saber matemático, al que colocaba en importancia sólo por debajo de las ideas de Bien, Belleza, Justicia y Verdad, sin embargo, 1 confería a la matemática un carácter cuasi-religioso, y no supo ver en ella, como por otra parte ocurrió a todos los filósofos y científicos hasta que Galileo realizó su genial descubrimiento: la idea de que la matemática es un instrumento imprescindible para el conocimiento científico de la realidad, que las leyes que regulan la naturaleza se pueden expresar en términos matemáticos. Tampoco su concepción aristocrática de la sociedad y sus posturas antidemocráticas, pueden ser hoy tenidas en cuenta; ni su concepción del Estado y el gobierno justo, pero es obvio, por ejemplo, que la consideración de que la mejor medida para suprimir o disminuir la delincuencia juvenil es una buena educación en valores de la población infantil y juvenil, tiene su origen en el “intelectualismo moral” platónico que nos dice que el mal es producto de la ignorancia y de la irreflexión al no darnos cuenta de que no hemos actuado buscando nuestro auténtico bien. Pero a pesar de la “inactualidad” de muchas de sus ideas, hay algo que perdura y es probable que lo siga haciendo en el futuro: la aspiración de su saber, el intento de responder a interrogantes fundamentales que el hombre se ha hecho a través de la historia y que nunca se han podido contestar definitivamente: o o o ¿cómo podemos conocer la verdad del mundo? ¿cómo conseguir la paz y la justicia social? ¿cómo ser auténticamente feliz? VALORACIÓN DE ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO DE DESCARTES La filosofía de Descartes abre caminos y alumbra problemas que tienen un largo recorrido que llegan a nuestro presente. No se trata de hacer una valoración de su pensamiento como de hablar en torno a la actualidad de algunos de sus planteamientos. ¿UN MUNDO MATEMATICO? Como ya hemos destacado, y como se percibe en la Segunda parte del Discurso del método, tanto el método como el criterio de verdad que propone Descartes son herederos del modo como opera la razón matemática, las matemáticas como ciencias universales y racionales. Esta confianza cartesiana, junto con el éxito de la matematización de la realidad, ha pretendido trasladarse a todo el saber, a todos los campos. La consideración de que la realidad es matemática, de que con la matematización la ciencia nos proporciona un saber cuantitativo capaz de ofrecernos las leyes que expresan las relaciones reales entre los hechos, ha impregnado toda nuestra cultura. Algunos han criticado que esta fe en la ciencia ha sustituido la antigua fe en la religión. Hay en la razón moderna una convicción de que todo provendrá de la ciencia, de que el desarrollo científico-técnico liberará a la humanidad de todos los males. Esta fe ciega en la ciencia y en el progreso es, insistimos, profundamente moderna, hoy, en tiempos que algunos llaman “posmodernos” no falta quien descree de esa utopía de progreso constante que parece una especie de creencia fanática y perversa. AUTONOMÍA Y SOBERANÍA DE LA RAZÓN Descartes inicia el camino que llevará a la consideración del hombre como una realidad desligada de Dios, una visión del ser humano que triunfará en el s. XIX y que 2 conllevará el surgimiento de las ciencias sociales o humanas desligadas de Dios y la religión: antropología, psicología, pedagogía… En su base está esa razón moderna, absolutamente autónoma y soberana absoluta que se libera de toda tutela, de la tradición, de la fe… Es la razón laica, la que no debe nada a la fe, la que inicia el camino para llegar a la verdad, desmitificar el mundo, y que abre el camino para el desarrollo científico y la concepción del mundo desligada de la religión (secularización). UNA FILOSOFÍA DE LA CONCIENCIA La primera gran repercusión del pensamiento de Descartes hay que buscarla en su radical punto de partida: su filosofía es una filosofía de la conciencia. Es en la conciencia donde el hombre moderno quiere hallar la verdad, la certeza del conocimiento. Es el subjetivismo de la razón que impone un nuevo concepto de verdad. Verdad como evidencia de los contenidos de conciencia, ideas claras y distintas, intuición intelectual. Sin embargo, este subjetivismo no es relativista, ya que Descartes establece que la razón funda un orden verdadero acerca del mundo, de Dios y el hombre. Y el hombre es razón y conciencia libre, rectora y señora de nuestras acciones. Esta concepción de la acción y la libertad humana basada en la razón es la que va a ser criticada por la filosofía contemporánea, por la llamada “filosofía de la sospecha” representada por el marxismo, el psicoanálisis de Freud y por Nietzsche. Los tres, de una u otra manera, van a poner en duda que el ámbito de la conciencia coincida con todo lo que podemos pensar o sentir, por lo que el sujeto no sería consciente de todo aquello que determina y fluye por su pensamiento. Extraño de sí mismo, el sujeto no querría lo que dice querer y querría lo que dice no querer. DIOS COMO GARANTE DE MI PENSAMIENTO El tema de Dios es central en el pensamiento de Descartes. Por un lado, es cierto que Dios ocupa un lugar preeminente en su sistema filosófico, como garantía de la verdad del conocimiento y la verdad. Pero, por otro, es profundamente novedoso y rompedor, ya que no parte de la realidad de Dios, sino que llegamos a su existencia a partir de una idea del sujeto, de una idea de la razón. Si esto es así, Dios no es lo primero y más evidente, sino que es el sujeto, su razón, y Dios se da como idea verdadera y existente. Con ello, parece que estamos a un paso del dios de los deístas (Dios es sólo causa racional del mundo, nada más, negando la revelación y cualquier culto). Y, más cerca de nosotros, se ve que ha podido influir en el ateísmo contemporáneo. Cuando, por ejemplo, en frase de Feuerbach se afirme que “no es Dios quien ha creado al hombre, sino el hombre el que ha creado a Dios”. Se piensa, pues, a Dios como idea del hombre, no el hombre como idea existente de Dios. 3 UNA METAFÍSICA DUALISTA Descartes divide la realidad en dos sustancias radicalmente diferentes: sustancia pensante y sustancia extensa, espíritu y materia. La división entre espíritu y materia está también en la base de la separación entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu, entre el reino de lo extenso, mecánico, pura materia en movimiento, y el reino de la racionalidad, del pensamiento, reino libre. Esto abre el problema de si podemos estudiar la realidad humana con la misma metodología con la que se estudia la realidad físico-material. Este dualismo crea una distancia que plantea el problema de la libertad humana -¿es el hombre un ser libre?- en un universo determinista regido por leyes necesarias. DUALISMO ANTROPOLÓGICO El dualismo antropológico cartesiano, por el que el hombre es alma y cuerpo, plantea el problema de la relación entre alma y cuerpo. Este problema se plantea en la actualidad entre el pensamiento (o mente) y el cuerpo. Aunque actualmente algunos autores, como J. Eccles, han sostenidos posiciones dualistas (dualismos interaccionista), desde finales del siglo XIX han predominado las teorías monistas que consideran que los procesos mentales se explican únicamente por su base material, localizada en el cerebro. El materialismo fisicalista ha sostenido que los procesos mentales son meros procesos fisicoquímicos o neurofisiológicos, reduciendo todo lo mental al plano físico. Otras posiciones monistas menos radicales, como el emergentismo de M.Bunge o J. Searle, que consideran que no podemos identificar los estados mentales con los físicos, aunque los procesos mentales son procesos que acaecen en el cerebro (lo mental emerge de lo físico). VALORACIÓN DE LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE Las ideas de Nietzsche han ejercido una profunda influencia en la creación filosófica del siglo XX, dando origen a tendencias incluso opuestas. Su pensamiento sigue teniendo una gran actualidad que se plasma en diversas corrientes filosóficas que evidencian la huella nietzscheana. Como es sabido, la fama, que tanto buscó a través de sus publicaciones, le llegó a nuestro filósofo en sus años de demencia y, por tanto, no fue consciente de su progresiva notoriedad. Sus libros se volvían a editar y se traducían a multitud de lenguas. En todos los países de Europa y América se leían sus obras con gran interés y por todos lados empezaron a proliferar individuos que se reclamaban nietzscheanos. Sin embargo, la naturaleza de sus libros, la mayoría compuestos de aforismos, y su mismo pensamiento contradictorio y polémico, posibilitó que se su obra fuera interpretada de forma contradictoria. A este hecho colaboró su hermana, que se negó a publicar muchos de los textos que Nietzsche dejó sin editar, seleccionando sólo aquéllos textos que no contradecían 4 sus creencias religiosas y autoritarias. Sólo a partir de mitad del siglo XX fueron publicados la totalidad de los textos nietzscheanos. Sin embargo, sin negar lo anterior, la lectura de la obra más significativa de Nietzsche, muestra un carácter claramente antinazi, en realidad contra toda ideología política, sin tener en cuenta que ella es también en sí misma otra “ideología política” y, muchas veces, extremadamente peligrosa. Nietzsche fue crítico contra todo aquello que implicara sometimiento y pertenencia al “grupo”, a todo lo que supusiera el sometimiento a normas sociales y/o políticas y, por ello, en multitud de ocasiones utiliza la crítica y el sarcasmo contra el pueblo, la cultura y la nación alemana. Este carácter contradictorio y polémico de las obras de nuestro filósofo dio lugar a la aparición de múltiples interpretaciones, siendo utilizado por el nazismo, que se sirvió algunas de sus ideas para fundamentar sus consignas y acción. Hay en la filosofía de Nietzsche aforismos que pueden ser interpretados, si se les separa del resto, como críticas al “espíritu judío”, aforismos de los que se sirvieron los nazis en su persecución de este pueblo. También hay en la obra nietzscheana algunos pasajes en los que se ensalza al pueblo alemán, al ario,… que fueron interpretados por los nazis como un apoyo a su política. En esta lectura sectaria del filósofo jugó un papel notable su hermana, simpatizante nazi y que como ya hemos dicho más arriba, tergiversó los textos y dejó sin publicar una buena parte de ellos. Los nazis creyeron ver en Nietzsche a uno de los padres fundadores del nazismo. Expresiones como la voluntad de poder fueron relacionadas con el nazismo y proclamadas como paradigma del movimiento. Hay en la obra ciertos textos que, seleccionados, tienen connotaciones totalitarias. Sin embargo, existen muy pocas similitudes entre Nietzsche y el nazismo. En múltiples pasajes Nietzsche defiende a los judíos y expresa su odio y oposición a la corriente antisemita que va tomando auge en Alemania. Recordar que renuncio a su ciudadanía alemana, precisamente por su rechazo al nacionalismo, y se hizo suizo. A esta manipulación de los textos contribuyó como hemos dicho más arriba la selección que hizo su hermana del legado nietzscheano. También es clara la influencia de Nietzsche en el pensamiento anarquista. La radicalidad de la crítica nietzscheana a todos los aspectos de la cultura occidental (religión, ciencia, filosofía, democracia,…), la crítica al Estado, al poder constituido, la muerte de Dios, su rabioso individualismo, etc. fueron recogidos por ciertas corrientes ácratas como los nihilistas rusos. Nietzsche tuvo gran influencia en la aparición del psicoanálisis freudiano, que afirma el hecho de que la conciencia no es más que la superficie de nuestro mundo interior (inconsciente); es decir, los fundamentos de nuestra conciencia está en los deseos reprimidos. El ser humano es un campo de batalla de fuerzas, pulsiones inconscientes, regidos por los principios de placer y de muerte (agresividad, rechazo, odio,…), que determinan que el individuo sienta cierto malestar por la cultura en la que vive, ya que ésta reprime estos deseos aunque, piensa Freud este malestar es inevitable y el precio que tenemos que pagar por los beneficios de la vida social. Se hace necesaria la búsqueda de una cultura no represora, o lo menos represora posible. 5 Estos dos pensadores, junto con Marx, sometieron a una crítica radical, desde perspectivas distintas, a los valores en los que se sustentaba la vida, la estructura social y los valores de la cultura contemporánea. Esta actitud de crítica llevó a un filósofo del siglo XX, Paul Ricoeur, a bautizarlos como “maestros de la sospecha”. En nuestro país, Ortega y Gasset, especialmente en su segunda época perspectivista y en su época vitalista, sintió el influjo del filósofo alemán. Pero, aunque es innegable la influencia de Nietzsche en el filósofo español, sin embargo, también es verdad que Ortega fue muy crítico con ciertos excesos de Nietzsche. También dentro de nuestro país, hay que señalar la influencia nietzscheana en nuestra literatura contemporánea, como en El árbol de la ciencia de Pío Baroja o en Unamuno. Es necesario mencionar también la enorme influencia de la obra nietzscheana en la llamada “filosofía posmoderna” que surge en Europa y se extiende a América a partir de los años sesenta del siglo pasado. Esta heterogénea corriente defiende la “muerte de la modernidad” que se había iniciado con la Revolución Francesa y que había colocado como ideales los valores de la libertad, hermandad, solidaridad, fraternidad, justicia,… guiados por la razón ilustrada. La posmodernidad abandona las grandes cuestiones que han asediado a la filosofía para entrar en el sendero del “pensamiento débil”. Vattimo en “Fin de la modernidad” proclama que es Nietzsche quien abre las puertas de esta ruptura con su sentencia de “Dios ha muerto”, proclamando el fallecimiento de la Modernidad. Nietzsche mostró que es un mito la idea de una realidad ordenadora racional. No hay una verdad ni un sentido único de la historia, sino que cada uno inventa el suyo. La posmodernidad se ha encargado de desenmascarar la seguridad de la ciencia, el poder de la razón, la certeza del pensamiento...todo ello son “falsos ídolos” que hay que derrocar, según esta corriente filosófica heredera de Nietzsche. Sin embargo, no han faltado críticas a esta corriente por su relativismo y por su rechazo a toda posibilidad de llegar a un saber legítimo. El hombre posmoderno no posee certezas absolutas y sus opiniones se modifican en un instante, lo que desemboca en el “todo vale”. Sin embargo, el pensamiento de Nietzsche no avala un relativismo sin más. Él defendió la superioridad de unas perspectivas sobre otras, por eso reivindica la voluntad de poder activa y el advenimiento del superhombre. Es más, se puede afirmar que su filosofía es profundamente moralista con su defensa a ultranza de la vida del hombre por encima de todo. En el campo de los valores contribuyó a la crítica del intelectualismo de los valores y de su carácter y validez absolutos y a los que todos los hombres habrían de plegarse. En esta crítica Nietzsche puso de manifiesto las profundas motivaciones ideológicas que subyacen en la hegemonía de unos valores sobre otros y cómo en su genealogía (evolución desde el origen de los valores) los valores que se consideran superiores en la cultura europea, tienen su origen en la imposición de una voluntad de poder sobre las otras, o sea, los valores predominantes son fruto de relaciones de poder en que unos se imponen sobre los otros. 6 Nietzsche dio una importancia extraordinaria al lenguaje, defendiendo la relación entre el lenguaje y el pensamiento, la conciencia de que el pensar no puede ser distinto del lenguaje. En la medida en que la expresión de la verdad se realiza mediante el lenguaje éste se convierte en algo fundamental a la hora de hablar de la verdad. Nietzsche verá en el lenguaje una supeditación a los conceptos que hacen de él un instrumento poco útil para reflejar la verdad de la vida, única e irrepetible. Frente al lenguaje de la razón, del concepto, propondrá el lenguaje de la imaginación, basado en la metáfora. Mientras que el lenguaje conceptual pretende ser un fiel reflejo de la realidad (quedando petrificada en él) el lenguaje metafórico respeta la pluriformidad y el movimiento de la realidad. El lenguaje conceptual es el de la lógica dogmática. El metafórico es el lenguaje del arte, de la vida, de la equivocidad, de la ambivalencia, de la belleza y, en definitiva, expresión de la libertad de la voluntad. A partir de estos análisis de nuestro filósofo el estudio del lenguaje y su capacidad para describir la realidad se convirtió en un aspecto primordial de la filosofía del siglo XX y XXI. VALORACIÓN DE LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO DE ORTEGA Hoy día el aprendizaje está en función de la vida, aprendemos para la vida; pero también es cierto que la vida humana, que no es una simple vida orgánica, está “determinada” por el aprendizaje. Necesitamos aprender continuamente, porque la vida nos plantea nuevos problemas a los que tenemos que dar respuesta. De hecho, gran parte de los avances científicos o tecnológicos se producen al intentar resolver problemas concretos, dificultades técnicas o alguna necesidad social o psicológica, a las que hay que dar respuesta. Recientemente ha surgido un conjunto de prácticas filosóficas, que tratan de usar la razón en el sentido orteguiano de orientación a la vida, de respuesta a los problemas que plantea la vida. Se las designa con el nombre de “filosofía práctica” o “asesoramiento filosófico”. No se trata de una filosofía académica sino mundana, o mejor dicho, saca la filosofía académica del reducido ámbito gremial y lo abre al resto de las personas, ante las que se presenta como una ayuda racional, a “su” razón. En esta línea están los llamados “consultorios filosóficos” o libros de autoayuda como Más Platón y menos Prozac de Lou Marinoff. Respecto a la doctrina del punto de vista, es importante señalar una importante consecuencia de orden práctico, la tolerancia tanto individual como social. Muestra su fecundidad cuando la aplicamos a las sociedades actuales multiculturales. Tanto la población indígena como la inmigrante tienen que ser fieles a su circunstancia histórica, lo que implica que la primera adapte sus costumbres con el fin de favorecer la convivencia con esa nueva población y que la segunda abandone sus pretensiones de aplicar en el nuevo país que le recibe las mismas pautas culturales que en su país de origen. En el siglo XX, ya desde sus inicios, se han producido una serie de cambios de todo tipo y de forma acelerada (sociales, urbanísticos, trabajo, familia, etc.) Todos estos cambios influyen no solo en nuestro mundo, sino también en nuestro horizonte. Si el horizonte cambia, cambia el sentido que las cosas tienen en el mundo. Un fenómeno donde se ve con claridad la importancia del horizonte es el cambio generacional. Aquí Ortega fue pionero por la importancia que le concedió al concepto de generación. En la actualidad las diferencias generacionales están a la vista y son con frecuencia 7 fuente de conflicto. Una generación no entiende a la otra porque sus expectativas, su horizonte, son distintos; y como consecuencia, el valor que da a las cosas, su mundo, también es distinto. El horizonte interviene en el proyecto de vida. Si queremos dominar la situación en vez de ser dominados por ella e ir a remolque, necesitamos fabricarnos un proyecto de vida, plantearnos qué queremos hacer y qué queremos ser, y que nuestras decisiones se orienten por ese proyecto. Para establecerlo necesito establecer un horizonte, determinar mis expectativas vitales, que son las que van a dar sentido a mi mundo, a las cosas que hago y a las personas con las que me relaciono. El debate en torno al valor del estudio y enseñanza de la historia encuentra en el perspectivismo un enfoque interesante: en todo momento histórico el hombre ha encontrado una parte de verdad que en posteriores momentos históricos han olvidado. Su conocimiento nos acercará a partes de la verdad a las que nuestra circunstancia nos impide acceder. La historia es, por tanto, un medio privilegiado para el enriquecimiento. La filosofía de Ortega se propone como una solución a la crisis de la modernidad. La vida política de su tiempo, oligárquica y fundada en un sistema caciquil, expulsa de sí a la sociedad a la que ni ofrece respuestas ni deja participar. Actualmente se ha difundido la expresión «clase política»: se reconoce la existencia de un grupo de «profesionales de la política» que parecen ocuparse más de sus propios asuntos que de los que preocupan a la sociedad. La consecuencia suele ser el desinterés de los ciudadanos por todo lo que «huele» a política. Los bajos índices de inscripción en los partidos políticos o sindicatos, y la baja participación en muchas consultas electorales prueban ese desinterés reactivo al desinterés de la clase política. Otra consecuencia es el auge de organizaciones políticas alejadas de los partidos tradicionales y que se presentan como alternativas que «responden a las necesidades de los ciudadanos». Por eso, una vez más, las críticas de Ortega a la vida política de su tiempo, una política alejada de la vida concreta, así como sus propuestas de superación, siguen siendo vigentes. Para terminar la valoración hacemos referencia al valor de la filosofía de Ortega en un tema de máxima actualidad, como es la aprobación del nuevo proyecto de reforma educativa, LOMCE, que reduce a la Filosofía a la mínima expresión. Parece ser que no es de ningún interés que se eduque en la formación de un pensamiento crítico y racional, en la reflexión sobre lo bueno y lo malo, la vida o los fundamentos de nuestra cultura. En definitiva la Filosofía no les parece útil a los responsables de este proyecto educativo. Y ciertamente no lo es como decía Ortega y Gasset, al menos no es útil para sus intereses. “La física sirve para muchas cosas, mientras que la filosofía no sirve para nada. Ya lo dijo conste, un filósofo, el patrón de los filósofos, Aristóteles. Precisamente por eso soy yo filósofo: porque no sirve para nada serlo. La notoria inutilidad de la filosofía es acaso el síntoma más favorable para que veamos en ella el verdadero conocimiento. Una cosa que sirve es una cosa que sirve para otra, y en esa medida es servil. La filosofía, que es la vida auténtica, la vida poseyéndose a sí misma, no es útil para nada ajeno a ella misma. En ella, el hombre es solo siervo de sí mismo, lo cual quiere decir que solo en ella el hombre es señor de sí mismo. Mas, por supuesto, la cosa no tiene importancia. Queda usted en entera libertad de elegir entre estas dos cosas: o ser filósofo o ser sonámbulo”. 8