LA ESTUPIDEZ por - Gerontogeriatria.org

Anuncio
LA ESTUPIDEZ
por
LEONARDO STREJILEVICH
Dice Paul Tabori (1908 – 1974) en su magnífico libro “Historia de la
estupidez humana” (1959) que la estupidez es la tontería, la imbecilidad, la
incapacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrechez de miras, la fatuidad, la
idiotez, la locura, el desvarío, la estulticia, la necedad crónica. Son legión los
estúpidos, los necios, los seres de inteligencia menguada, los de pocas luces,
los débiles mentales, los tontos, los bobos, los superficiales, los mentecatos,
los novatos y los que chochean, los simples, los desequilibrados, los chiflados,
los irresponsables, los embrutecidos, los que se vuelven estúpidos por los
estupefacientes.
La estupidez es letal, puede constituirse en epidemia; las diversas formas de la
estupidez han costado a la humanidad más que todas las guerras, pestes y
revoluciones.
El psicoanálisis no ha profundizado el estudio de la estupidez, sus causas y su
tratamiento; se siente desconcertado y derrotado de antemano con este rubro
del comportamiento humano por lo simple, al paso que pretende prosperar en
el reino de lo complejo y de lo complicado.
Oscar Wilde decía: “No hay más pecado que el de estupidez”. Pues la
estupidez es, en cierto modo el pecado de omisión, la perezosa y a menudo
voluntaria negativa a utilizar lo que la Naturaleza nos ha dado, o la tendencia a
utilizarlo
erróneamente.
Hay hombres estúpidos que poseen amplios conocimientos y pueden, a pesar
de todo, ser imbéciles.
Es habitual la estupidez del médico cirujano que sólo cree en su bisturí como
remedio infalible y único para la curación de las enfermedades; la estupidez
del político, que supone que sus propias promesas incumplidas se olvidan tan
fácilmente; la estupidez de algunos militares que siempre están sospechando el
conflicto y librando la penúltima guerra sin hacer nada por la paz; la estupidez
de la clase alta que no advierte la desigualdad social y se asombra con miedo
irrefrenable por la revuelta social; la estupidez suicida de muchos pueblos y
naciones que son incapaces de reconciliarse con la realidad y reformularse con
el paso de las épocas, la estupidez de los fundamentalistas que en su cerril
egoísmo traicionan a su propia ideología y a los principios y valores de sus
creencias ancestrales; la estupidez de los reaccionarios, de los anticuados, de
los jóvenes viejos y de los viejos que se creen jóvenes. Son muchas las
personas arruinadas por la estupidez. Es notoriamente estúpido el ansia de
títulos, honores, homenajes, distinciones, premios, agasajos o la subordinación
acrítica para gozar de los favores del soberano o del poderoso. Muchas obras
maestras quedaron sin construir porque sus autores ambulaban por el medio
académico para conseguir favores y reconocimiento. Cuánto dinero y vidas
humanas se gastaron para demostrar la pertenencia a un abolengo o una
dinastía. Se sigue alimentando la forma más costosa de la estupidez que es la
del papeleo o la burocracia. La burocracia no solamente absorbe parte de la
fuerza útil de trabajo de la nación, sino que al mismo tiempo dificulta el
trabajo de aquellos que quieren trabajar y producir.
La estupidez infecta la política cuando se miente y se prometen cosas
irrealizables o cuando la locura del masoquismo y la soberbia nacional se
generaliza, surgen los gobiernos autoritarios y decae la democracia. Sí, la lista
es interminable.
[email protected]
Descargar