EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y CREACIÓN DEL IMPERIO

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EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y CREACIÓN DEL IMPERIO COLONIAL
7.1 El descubrimiento de América.
A finales del siglo XV la búsqueda de Asia parecía necesaria. Se había perdido la ruta
por el Mediterráneo, cerrada por los turcos. Se necesitaban las especias y también metales para
fabricar moneda, las minas europeas estaban agotadas pero la economía y los intercambios
comerciales no dejaban de crecer desde el siglo XIII. Por otra parte se disponía de adelantos
técnicos (brújula, astrolabio, carabela…) que permitían la navegación por el Atlántico.
Por el tratado de Alcaçovas, Portugal mantenía el control sobre el litoral africano
(excepto Canarias) así que su expansión en busca de Asia bordeando África estaba muy
adelantada.
Colón se presentó en 1486 en la corte de los Reyes Católicos ofreciendo un viaje hacia
Asia por el oeste, es decir, sin tocar el litoral africano. Esta idea la había expuesto ya en
Portugal pero había sido rechazada por razones obvias.
La expedición podía ser beneficiosa para los monarcas españoles pero había varios
problemas que resolver, por un lado el tema de la financiación del viaje y por otro la complicada
política del momento pues se encontraban en plena guerra de Granada.
Una vez concluida la guerra se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe según las cuales
Colón recibiría los títulos de virrey y gobernador de las tierras descubiertas y también un 10%
de las riquezas obtenidas.
Colón realizó cuatro viajes a América o las Indias, nombre que se dio a estas tierras
durante mucho tiempo por creer que se viajaba hacia Asia.
El primero partió del puerto de Palos y después de recalar en las Canarias surcó el
océano aprovechando los vientos alisios y llegó a la isla de Guanahaní o San Salvador (Watling
en las Bahamas) después de 33 días de navegación (12 de octubre de 1492).
A su regreso Portugal protestó de que Castilla interfiriera en sus rutas hacia Asia y pidió
la mediación del Papa. Castilla y Portugal llegaron a un acuerdo, Tratado de Tordesillas de
1494, por el cual el mundo se dividió en dos zonas de influencia trazando una línea imaginaria a
370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Esto permitirá, en el futuro, a los portugueses
explorar la zona de Brasil.
7.2 Conquista y colonización de América
El proceso de conquista de América (siglos XVI al XVIII) por los españoles se
desarrolló en tres etapas.
Entre 1502 y 1519 se comenzó la ocupación de La Española, Cuba y el resto del
archipiélago de las Anti llas. La población indígena desapareció debido a diversas causas
como la mortalidad derivada de la dureza del trabajo al que no estaban acostumbrados o la
incidencia de las enfermedades llevadas desde Europa.
Los españoles decidieron adentrarse en el continente para buscar nuevas fuentes de
riqueza ya que las islas no tenían minas, el clima no permitía adaptar los cultivos
mediterráneos, todo debía importarse desde la Península. La fundación más importante en
esta etapa fue la de la ciudad de Panamá (1519).
También continuaron la idea inicial de Colón: encontrar la ruta marítima hacia
Asia. Este objetivo lo consiguió, entre 1519
y 1522, Fernando de Magallanes, marino
portugués al servicio de Carlos V que cruzó el estrecho que hoy lleva su nombre y alcanzó
las islas Molucas, conocidas como «las islas de las especias». Tras la muerte de
Magallanes, el vasco Juan Sebastián Elcano culminó la primera circunnavegación del
mundo y regresó a España doblando el cabo de Buena Esperanza. Los europeos, por tanto,
descubrieron que era posible llegar por una ruta occidental a Asia.
Entre 1519 y 1549 se inició la exploración del continente: la con
quista del Imperio
azteca de México (1519-1521), por el extremeño Hernán Cortés, y la conquista del
Imperio incaico del Perú (1531-1535), por el también extremeño Francisco Pizarro.
Estos grandes imperios contaban con una población sedentaria
y numerosa,
acostumbrada a la obediencia. Esta circunstancia per
mitió emplear mano de obra
abundante para explotar las tierras
y las minas de plata que se iban descubriendo:
Zacatecas (1546, México) y Potosí (1544, Bolivia). Más adelante se descubrieron las
minas de Huan cavelica (Perú), de las que se extraía mercurio. México y Perú fueron los
dos núcleos principales del dominio español en América.
La superioridad tecnológica de los conquistadores suplió el escaso número de
hombres.
Los procesos de conquista fueron promovidos por iniciativas particulares de
hombres ambiciosos, que, con frecuencia, se endeudaban para financiar sus propias
expediciones; solían actuar sin someterse a las autoridades establecidas en América.
México y Perú sirvieron de modelo para otras conquistas, como la de Chile por Pedro de
Valdivia.
Hasta el siglo XVIII se siguieron realizando expediciones por todo el continente.
Desde México se exploró el Pacífico, y las islas Filipinas fueron conquistadas por el vasco
Miguel López de Legazpi entre 1565 y 1571.
Tras la conquista de los nuevos territorios, comenzó el proceso de coloni
zación y
explotación de los recursos.
La mano de obra indígena se repartió primero de forma espontánea
(repartimientos) y, a partir de 1512, con las Leyes de Burgos, se estableció el sistema de
encomiendas: se asignaba un grupo de indígenas a un encomendero, quien, a cambio de su
trabajo y del pago de tributos, se comprometía a alimentados, cristianizados y respetarlos.
A la encomienda siguió el reclutamiento forzado de mano de obra para trabajos
como la minería (en la zona de Perú recibió el nombre de Mita). La explotación de los
indígenas llegó a tales niveles que se alzaron voces de pro
testa desde ciertos sectores de la
Iglesia (Bartolomé de Las Casas) .
Como consecuencia de las protestas contra la explotación de los indios, la corona
aprobó las Leyes Nuevas de 1542, que suprimían las encomiendas e introducían reformas
para evitar abusos. Estas normas fueron recibidas con hostilidad por los encomenderos;
en Perú incluso hubo una revuelta armada.
La corona hubo de ceder a las presiones y se llegó a una solución de com
promiso,
reduciendo la encomienda a un tributo que pagaban los indios al encomendero.
7.3 Gobierno y administración
La monarquía organizó la Administración de América inspirándose en las leyes e
instituciones castellanas. El control de los dominios americanos se realizaba desde la
Casa de Contratación y el Consejo de Indias (creado en 1524), un órgano consultivo del
monarca con jurisdicción sobre los asuntos de América.
Las instituciones más importantes fueron las siguientes:
Los virreinatos. Eran áreas gobernadas por un virrey (representante del rey), casi
siempre procedente de la nobleza castellana. Hasta el siglo
XVIII hubo dos: Nueva
España (1535), con capital en Ciudad de México (construida sobre la antigua
Tenochtitlán azteca), que abarcaba todos los territorios al norte de Panamá; y el del Perú
(1543), con capital en Lima (una ciudad nueva creada cerca de la costa para sustituir a la
antigua capi tal inca, El Cuzco), que comprendía todos los territorios al sur.
Las gobernaciones. Eran circunscripciones administrativas similares a las
provincias; cuando eran fronterizas o conflictivas se denominaban capita
nías generales.
Los gobernadores tenían funciones administrativas, judi
ciales y militares.
Los corregimientos. Llamados también alcaldías mayores en Nueva España, eran
distritos más pequeños que los virreinatos y las gobernaciones. Los corregidores (o
alcaldes) presidían los cabildos o ayuntamientos. Como sucedía en España, estas
instituciones estaban controladas por las oligarquías locales formadas por españoles y sus
descendientes.
Las audiencias. Eran tribunales de justicia; aunque había otros funcionarios con
atribuciones judiciales, la última instancia de apelación correspondía a las audiencias.
Se desarrolló una legislación específica para la organización de los nuevos territorios, las
Leyes de Indias,. La primera recopilación que se hizo fue la de las Leyes de Burgos de 1512 que
pretendía, por una parte evitar los abusos de los colonos y, por otra, no perder el control de los
territorios. Aunque en teoría los indígenas eran libres y súbditos de la Corona, en la práctica,
estaban sometidos a prácticas semifeudales. En 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas de
Indias, que también fueron incumplidas sistemáticamente. Las dificultades de comunicación
dieron una gran autonomía a los colonizadores respecto al poder real y la corrupción y venta de
cargos fue un hecho importante.
7.4 Impacto de América en España
La conquista americana permitió un intercambio de productos agrarios que eran
desconocidos hasta entonces en uno u otro lado del Atlántico. El maíz, la patata, el cacao, el
tabaco o el cacahuete fueron las aportaciones más relevantes desde América, mientras los
europeos introdujeron el cultivo de cereales, la vid, el olivo y muchos de los animales básicos
para la alimentación humana.
Pero, sin ninguna duda, fueron el oro, y sobre todo la plata, los que dominaron la
aportación del Imperio hispánico a la economía europea aunque tuviera escasos efectos sobre la
española. A lo largo de los dos siglos siguientes, el tesoro americano permitió que las
existencias de este segundo metal en el viejo continente quedaran triplicadas, mientras las del
primero aumentaron en un tercio, en especial entre 1531 y 1560. En su punto álgido, la
producción de plata de América, incluyendo las minas mejicanas, alcanzó las 300 toneladas
anuales, de las cuales algo más de la mitad se enviaba n a Europa a través de Sevilla. El rápido
aumento de la cantidad de metal en circulación, tanto en España como en Europa, ante una
oferta de productos que crecía más lentamente, fomentó el alza sostenida de los precios dando
lugar a un fenómeno conocido como la “revolución de los precios”.
El elevado endeudamiento de la corona española para financiar la expansión, primero, y el
mantenimiento del Imperio, después, hizo que gran parte de este tesoro se gastara con tanta
rapidez como fue adquirido. Los banqueros alemanes y genoveses avanzaron gran parte de los
recursos necesarios para equipar a la armada y a los ejércitos que lucharon por mantener el
Imperio en Europa, de forma que a ellos fue la mayor parte del tesoro americano, en pago de los
créditos a corto plazo concedidos y sus elevados intereses. Sus efectos dinamizadores de la
economía castellana fueron escasos ya que gran parte de la riqueza que no acabó en manos de
los banqueros extranjeros fue invertida improductivamente en joyas o bienes de lujo importados
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