SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE EEUU EN EL CASO

Anuncio
SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE EEUU EN EL CASO MGM vs
GROKSTER
HECHOS:
Grokster y StreamCast ofrecen en forma gratuita un programa de computación en Internet que
permite transmitir archivos digitales que contienen música, películas, programas de televisión y
otros. Un grupo de empresas de la industria del entretenimiento y algunos individuos
promovieron un juicio contra Grokster y StreamCast por infracción al derecho de autor. En
primera y segunda instancia se resolvió que Grokster y StreamCast no eran responsables por
las infracciones que cometiesen los usuarios de estos programas de computación provistos por
ellas. Los accionantes apelaron la decisión de segunda instancia ante la Corte Suprema de
Justicia de los Estados Unidos de Norteamérica. La Corte Suprema de dicho país entiende que
las demandadas son responsables por las infracciones al derecho de autor cometidas por los
terceros que han recibido de éstas el programa de computación en cuestión. Por ende, dicho
tribunal revoca lo resuelto en las instancias inferiores y ordena que el expediente sea reenviado
a la Cámara de Apelaciones del Noveno Circuito a fin de que se dicte una sentencia a favor de
los accionantes.
SUMARIOS:
1. Aquel que distribuye un dispositivo con el objeto de promover su uso para defraudar
derechos de autor, según lo exhiba por manifestación expresa u otras medidas
positivas llevadas para fomentar la defraudación, es responsable por los actos de
defraudación llevados a cabos por terceros (del voto del juez Souter, al que adhieren el
resto de los jueces por unanimidad). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de
Borthwick y Federico Pablo Vibes).
2. Una persona incurre en defraudación en forma concurrente al derecho de autor cuando
en forma intencional induce o fomenta la defraudación directa, y una persona comete
defraudación a través de otra cuando beneficiándose de la defraudación directa, se
niega a ponerle fin o limitar la misma (del voto del juez Souter, al que adhieren el resto
de los jueces por unanimidad). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y
Federico Pablo Vibes).
3. Nada de lo establecido en el caso Sony -en el que se entendió que el fabricante de una
videograbadora no es responsable indirecto por las infracciones a los derechos de
autor que cometan los compradores de ese producto- permite a los jueces ignorar la
evidencia sobre la intención de fomentar la defraudación, si la misma existe (del voto
del juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por unanimidad). (Traducción
libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
4. Cuando la evidencia va más allá de las características de un producto o del
conocimiento acerca de que el mismo puede ser utilizado con fines defraudatorios, y se
demuestra que los demandados han efectuado declaraciones o han ejecutado
acciones dirigidas a promover la defraudación, la regla del artículo común aplicada en
el caso Sony -en el que se entendió que el fabricante de una videograbadora no es
responsable indirecto por las infracciones a los derechos de autor que cometan los
compradores de ese producto- no libera de responsabilidad al demandado (del voto del
juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por unanimidad). (Traducción libre
realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
5. Cabe destacar que el potencial alcance de la defraudación a los derechos de autor
resulta asombroso, si la evidencia presentada por la accionante conduce a pensar que
la gran mayoría de las descargas realizadas por los usuarios constituyen actos de
defraudación, y si se conoce que se han descargado más de 100 millones de copias
del programa de computación en cuestión, y que miles de millones de archivos se
intercambian cada mes por intermedio de las redes informáticas que utilizan los
programas de computación provistos por las demandas (del voto del juez Souter, al
que adhieren el resto de los jueces por unanimidad). (Traducción libre realizada por
Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
6. La regla de la incitación para cometer defraudación, que ha venido desarrollándose en
los últimos casos, no difiere de su aplicación en la actualidad. La evidencia de medidas
prácticas tomadas para fomentar la defraudación directa de los derechos de autor,
como puede ser realizar publicidad de un uso ilícito o proporcionar instrucciones para
consumar su uso ilícito, demuestran una intención positiva tendiente a promover el uso
del producto de manera defraudatoria (del voto del juez Souter, al que adhieren el resto
de los jueces por unanimidad). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y
Federico Pablo Vibes).
7. El mero conocimiento del potencial de la defraudación a los derechos de autor o de la
efectiva defraudación mediante el uso del dispositivo no resultaría suficiente para
responsabilizar al distribuidor por las defraudaciones cometidas por terceros que usan
dicho dispositivo (del voto del juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por
unanimidad). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo
Vibes).
8. Ni los actos ordinarios incidentales vinculados con la distribución del producto, como
pueden ser la oferta de soporte técnico a los clientes o actualizaciones del producto,
fundamentan por sí solos la responsabilidad del distribuidor por las defraudaciones a
los derechos de autor cometidas por terceros que usan dicho dispositivo (del voto del
juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por unanimidad). (Traducción libre
realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
9. A través de la regla de la incitación se sustenta la responsabilidad contra el distribuidor
por las manifestaciones y conducta intencionales y temerarias efectuadas por éste, y
por ende, en nada se ve comprometido el comercio legítimo ni se desalienta la
innovación vinculada al desarrollo de nuevos productos destinados a usos lícitos (del
voto del juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por unanimidad).
(Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
10. No existe controversia en torno al hecho de que StreamCast direccionó publicidad a los
usuarios de programas compatibles con Napster, instándolos a adoptar su programa
OpenNap, que fue diseñado, como su nombre lo indica, para atraer a los usuarios de
Napster, la cual en ese momento estaba sujeta a un proceso judicial por facilitar
defraudaciones masivas (del voto del juez Souter, al que adhieren el resto de los
jueces por unanimidad). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y
Federico Pablo Vibes).
11. No existe controversia en torno al hecho de que Grokster distribuyó un boletín
electrónico institucional que contenía enlaces con artículos que promocionaban la
capacidad de su programa de computación para acceder a música popular protegida
por derechos de autor. Cualquier persona cuyas búsquedas de Napster o por
intercambio de archivos gratuitos resultarán en un enlace con Groskster entendería que
Grokster ofrecía la misma posibilidad de intercambio de archivos que Napster (del voto
del juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por unanimidad). (Traducción
libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
12. El objetivo ilícito resulta incuestionable si del expediente surge la evidencia que
Grokster y StreamCast, a diferencia del fabricante y distribuidor del caso Sony,
actuaron con el fin de motivar defraudaciones de derechos de autor mediante el uso de
programas de computación aptos para cometer actos ilícitos. Tres características de la
evidencia son particularmente notables. En primer lugar, cada una de las demandadas
se presentaron a sí mismas frente al público consumidor como empresas orientadas a
satisfacer una demanda de usuarios dedicados a cometer defraudaciones continuas a
los derechos de autor, en un mercado conformado por ex-usuarios de Napster. En
segundo lugar, esta evidencia de objetivo ilícito adquiere mayor significado si se tiene
en cuenta que se ha acreditado que no ha existido ni el menor intento de desarrollar
filtros u otros mecanismos para disminuir la actividad ilícita desarrollada mediante el
uso de sus programas de computación. En tercer lugar, hay que tener presente que
tanto StreamCast como Grokster obtienen sus ingresos mediante la venta de espacio
publicitario, direccionando anuncios publicitarios a las computadoras que utilizan sus
programas de computación. Según muestra el expediente, cuanto mayor es la cantidad
de usuarios que descargan el programa de computación ofrecido por las demandadas,
mayor es el número de anuncios que se envían y mayores son las utilidades por
publicidad a favor de las demandadas. Dado que el mayor o menor uso del programa
de computación determina las mayores o menores utilidades de las demandadas, cabe
concluir que la finalidad comercial del negocio es obtener grandes volúmenes de
usuarios de los programas de computación, los cuales son utilizados mayormente en
forma defraudatoria. Esta evidencia en forma aislada no alcanza para inferir que existe
una intención ilícita en la conducta de las demandas, pero en el contexto de la causa
su importancia resulta clara (del voto del juez Souter, al que adhieren el resto de los
jueces por unanimidad). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y
Federico Pablo Vibes).
13. Aunque un cálculo exacto de la magnitud del uso fraudulento, como base de cálculo en
una acción de indemnización por daños y perjuicios, es objeto de controversia, no
existen dudas respecto de que la evidencia presentada en el expediente resulta
suficiente para habilitar a los accionantes a reclamar por daños y perjuicios (del voto
del juez Souter, al que adhieren el resto de los jueces por unanimidad). (Traducción
libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
14. Aun cuando el número absoluto de archivos copiados en forma legítima mediante los
programas de computación de Grokster y StreamCast es importante, ello no es
suficiente para afirmar que el producto sirve para usos legítimos sustanciales, y que por
ello, sus titulares sean inmunes a ser legalmente responsables por las infracciones
realizadas por los usuarios de dichos programas de computación. Por el contrario, el
número de copias legítimas debe ser cotejado con el número total de archivos
traficados entre los usuarios (del voto concurrente de los jueces Guinsburg, Rehnquist
y Kennedy). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo
Vibes).
15. Los jueces no tienen la especialidad técnica para responder la cuestión relativa a la
presente o futura compatibilidad o viabilidad comercial de las nuevas tecnologías, en la
cual los profesionales con formación técnica, ingenieros y hombres de negocios
pueden disentir radicalmente, y donde las respuestas pueden diferir dependiendo del
enfoque, y según el tiempo en que el producto fue desarrollado o el tiempo en que fue
distribuido (del voto concurrente de los jueces Breyer, Stevens y O´Connor).
(Traducción libre realizada por Ana M. A. de Borthwick y Federico Pablo Vibes).
16. Debe mantenerse el estándar del caso Sony -en el que se entendió que el fabricante
de una videograbadora no es responsable indirecto por las infracciones que cometan
los compradores de ese producto- si el accionante no demuestra la necesidad de que
dicho precedente sea reinterpretado de manera más estricta, sobre todo si ello conlleva
invariablemente el riesgo de afectar la innovación tecnológica (del voto concurrente de
los jueces Breyer, Stevens y O´Connor). (Traducción libre realizada por Ana M. A. de
Borthwick y Federico Pablo Vibes).
Descargar