727 EL ALIENTO DE LA VIDA*

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VIDA
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HGpitaux et cliniques.-Le
personnel des hôpitaux et dispensaires n’a
subi, au cours de l’année aucun changement important.
Assistance
medicale 193334: admissions aux hôpitaux, 13,676; consultations aux
dispensaries, 353,836; consultations aux cliniques rurales, 606,037.
medicale 193334: admissions aux hôpitaux, 13,676; consultations aux
dispensaries, 353,836; consultations aux chniques rurales, 606,037.
(Chiffres pour Port-au-Prince:
6,629, 128,072, y 69,865.)
Budget.-Le budget de l’exercice 1934-1935 a été amputé de près de
300,000 gourdes et des 5 per cent des recettes communales montant à
plus de 100,000 gourdes qui venaient en augmentation du budget
Un Crédit extraordinaire devient par
ordinaire du Service d’Hygiène.
ainsi d’une absolue nécessité. Le budget du Service National d’Hygiène et d’dssistance Publique pour I’année qui fait I’objet de ce rapport
a été de G 2.702,730,46 (y compris G. 717,500,OO allouées à la Mission
Scientifique Américame).
Ce budget comparé à celui de l’année
précédente accuse una augmentation de G. 16,190,32, valeur allouée
pour payer le salaire de deux professeurs suppléants a I’Ecole de Médecine et Pharmacie.
Voici d’ailleurs le tabIeau comparatif des différentes
sommes accordées au Service National d’Hygiène Publique depuis
l’année 1927-28: 1927-28, G. 3,167,940,00; 1928-29, 3,603,230,00;
192930, 3,903,229,00; 1930-31, 3,784,588,32; 1931-32, 2,760,304,78;
193233, 2,686,540,14; 193334, 2,702,730,46. Le 5 per cent des
recettes accordées au Service d’Hygiène ont aidé dans une certaine
mesure à faire quelques travaux indispensables d’assainissement.
Recommandat~ons.-En terminant cet expose, il est utile de faire la
recommandation des travaux suivants à effectuer: travaux de drainage,
renouvellement du matériel des transports, renouvelIement du matériel
des hôpitaux, réparations de certains bâtiments dans tous les hôpitaux
de la république, construction d’un Asile d’AIiénés.
EL ALIENTO
DE LA
Por el Dr. JONATHAN
Presidente
de la Asocian&
VIDA*
C. MEAKINS
Médica
Canadiense
El texto de mi conferencia se encontrará en el Antiguo Testamento,
en el segundo capitulo del Génesis, 7” versículo, donde dice: “Y Jehová
Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices
aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”; pero vemos en
el segundo párrafo del primer libro de Flavio Josefo que “Dios tomó
polvo de la tierra y formó al hombre, y le introdujo un espfritu y un
* Comunicación leIda en k assmblea conjunta de la Asociación MBdica Americana y la Asociaci6n
Mhiica Canadiense, Athtic
City, jun. 11, 1935; tomado del Jour. Am. Med. Assn., 2141, jun. 15, 1935.
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SANITARIA
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alma,” por lo cual vemos que existe aparentemente una afinidad intima
entre la vida, el espíritu y el alma. En los primeros capítulos del
Génesis también observamos que Dios ordenó a las aguas que produjeran
en grande abundancia enjambres de almas vivientes, y a las aves que
volaran sobre la tierra en Ia abierta expansión de los cielos. Y creó
Dios grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve,
y mandó a Ia tierra a producir almas vivientes, y bestias según su
género, y reptiles del suelo según su género. Y les mandó Dios multiplicarse según su género; y habiendo asl atendido a las futuras necesidades del hombre, “le sopló el aliento de la vida,” e hizo de él un alma
viviente.
Esa bella alegoría de la creación no puede menos de infundirnos
admiración hacia el historiador perfecto, que en breves frases concretas
nos define a su modo el principio y las modalidades de la vida; pero
observemos que sólo el hombre recibió algo extraordinario, pues a todos
los demás animales se les ordenó que vivieran y se multiplicasen,
mientras que sólo al hombre el aliento de la vida le otorgó alma.
Una interpretación algo más amplia de ese aliento vital se encuentra
sin duda en las obras antiguas, pero ateniéndonos al Evangelio, veremos
en el 4” capítulo de II Reyes, versículos 34 y 35, cómo fu6 que Eliseo
resucitó al hijo de la sunamita:
Subi6 despuésencima de la cama, y acostósesobre el niño, y puso su boca sobre
la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos, y tendióse
asi sobre 61: y calentóse la carne del niño.
Luego volvió y anduvo por la casa, para acá y para allá. Subió entonces, y
tendióse sobre 61: y estornudó el muchacho siete veces; y abrib el muchacho
los ojos.
Esa es la primera constancia de una resurrección por medio de la
respiración artificial directa: el traslado del aliento de la vida, o espiritu
del alma del hombre, del santo profeta al hijo de la sunamita.
Los miembros del reino animal
“El hombre no vive só1o de pan.”
llevan consigo reservas de la mayor parte de sus requisitos, o sean agua,
sales y alimento en el sentido corriente; pero no de oxígeno, sin el cual
se extingue la vida. En su evolución milenaria, parece extraño que no
hayan elaborado ningún mecanismo que les permitiera acumular una
sustancia tan indispensable.
Aun en las especies que habitan constantemente en las aguas, Ia adquisición de oxigeno es una función
momentánea, que tienen que llevar a cabo incesantemente.
Mecanismo respiratorio.-Limítase
por lo común la respiración a la
inspiración de oxfgeno y exhalación de bióxido de carbono por 10s
pulmones, u otro órgano análogo. En general, asi sucede en todas las
especies, pues obtienen oxigeno del medio circundante, por difusión
a través de una membrana más o menos permeable, de cuya cara interna,
bien el plasma 0 Ia sangre lo transportan a las células vivientes, en
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donde interviene de una manera tan primordial en la nutrición y la vida.
A esas funciones celulares podríamos llamarlas “respiración interna.”
Propongome ahora repasar sucintamente la forma ingeniosísima
en que el organismo animal, en sus varias fases, adquiere esa esencia
de la vida, indispensable para la existencia y, de paso, la emplea también
para ese canto de amor, para llamarlo así, con que atrae a su compañero
o compañera para la perpetuación de las especies.
Organ&nos unicelulares.-Consideraré
primero el organismo unicelular, que en cierto sentido puede representar las partes componentes
de las especies superiores, las cuales sólo constituyen disposición agregada, aunque organizada, de células separadas anatómicamente por
interfases fisico-químicas, para formar los tejidos, órganos y otras
estructuras complicadas de los mamíferos superiores, hasta llegar a
esa imagen de Dios, según nos complacemos en llamar al hombre.
Como símbolo de ese organismo unicelular, escogeré a la humilde, pero
a veces mortífera amiba, la cual, aunque posea alguna facultad respiroexcretoria, adquiere la esencia de la vida por la difusión interna directa,
debido a la diferencia negativa en la presión parcial del oxígeno entre
el medio interno y el externo. Si imaginamos que una célula tan
pequeña adquiere su vida y energía del limo que la circunda, comprenderemos fácilmente cómo es que el animal multicelular primitivo,
al desarrollarse en el fango primordial, debe haber elaborado algún
medio más eficaz de adquirir ese aliento de la vida. A medida que se
transformaban en entidades más complejas y se intensificaba la lucha
por la propagación, tenían forzosamente que moverse más aprisa, y
de ahí la necesidad de encontrar un método mejor de locomoción que
los primitivos pseudópodos plasmódicos; pero mientras mayor movimiento, mayor el requisito de oxigeno. Como para entonces la membrana exterior protectora había perdido en gran parte la propiedad que
permitía la difusión de gases, tenfa que encontrar algún medio de
adquirir el aliento de la vida, que necesitaba cada vez en cantidades
mayores. Habilidosos esos medios y variados por demás, en el fondo
vienen a ser más 0 menos la misma cosa. En ciertas zonas, la cuticula
permanece i?na y delicada, y tal vez sea una superficie lisa, o plegada
con indentaciones más o menos complejas, a guisa de agallas rudimentarias.
Su localización varía en distintas especies, pero en todas
acusan una característica más o menos constante, a saber: su radicación
en los órganos de locomoción, o cerca de éstos. Como ejemplo podría
tomar los isópodos, en los cuales la respiración tiene lugar por las
amplias ramas de los miembros abdominales.
El cambio del agua,
que contiene el oxfgeno, en la superficie respiratoria, es obtenido y
acelerado por el movimiento de los miembros en que ésta se encuentra
situada, aunque a menudo ciertos apéndices o anexos poseen lóbulos
especiales capaces de provocar una corriente debajo del, cascarón o
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tAmt0
carapacho, inundando así la cámara que contiene las agallas. De ese
modo, se atiende al aumento de actividad por la actividad misma, pero
esas criaturas se mueven lentamente, aunque se las manejan lo mejor
que pueden.
Agallas y vejiga natatoria de Eospeces.-A medida que ascendemos en
la escala de desarrollo, observamos que, al acelerarse el consumo de
oxígeno en los tejidos, también se facilita cada vez más la manera de
adquirirlo, hasta que por fin el medio conteniente penetra en cantidades
crecientes a través de delicadas membranas de una amplia zona, donde
circula a todo pasto por los capilares, la sangre que va a adquirir y
conducir el oxígeno a las células muy remotas, a SII de desempeñar en
ellas un papel esencial en la nutrición.
De esto nos ofrecen un buen
ejemplo las agallas completamente desarrolladas de los peces, pues esos
órganos delicados realizan una tarea maravillosa, y pueden amoldarse
en una forma sorprendente a los cambios del medio externo. En los
lagos y los océanos, y en los cuerpos profundos de agua, el oxígeno
mantenido en solución disminuye al aumentar la profundidad, pero
aun en las condiciones más favorables la concentración es baja. Nos
daremos mejor cuenta de los grandes obstáculos que tiene que sobrepujar
el animal acuático, si recordamos que un litro de aire a la temperatura
corriente contiene 210 CC de oxígeno, y uno de agua sólo 3 a 9 CC; es
decir, que los animales acuáticos tienen, cuando más a su disposición,
en un litro de su medio inmediato, menos de la vigésima parte de la
cantidad de oxigeno con que cuenta el animal que respira aire. A fm
de compensar esta deficiencia, los peces poseen una gran capacidad para
extraer oxígeno del agua circundante, aun cuando la concentración
oscile sumamente en una escala relativa, a lo que no podría acomodarse
con igual rapidez un animal que respira aire.
Además de agallas, los peces poseen otro órgano interesante, a saber,
la vejiga natatoria, que en algunos desempeña una función respiratoria,
pues contiene casi la misma proporción de gases que el medio circundante, y el contenido suele variar con el de éste. En la mayorfa de
los peces, ese órgano se llena sin duda por difusión física, pero en otros
parece que existe una activa secreción de gases hacia adentro, punto
este alrededor del cual gira una de las mas importantes controversias
fisiológicas de nuestros dfas: iPuede el hombre segregar oxigeno hacia
adentro si se le expone a un medio apropiado? No me detendré en
este punto, pues la solución corresponde al porvenir.
Volviendo a la
vejiga natatoria, además de las funciones respiratorias que pueda
poseer, actúa como órgano hidrostático, permitiendo que el pez de
saltos mortales, se revuelva y gire, se sumerja a grandes profundidades,
y se remonte a la superficie, y al mismo tiempo le permite recibir la
llamada amorosa de su compañera, y enviar a ésta su invitación a una
noche de placer.
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An$tios.-Pasemos
ahora a los anfibios, de los cuales escogeremos la
humilde rana, que en sus días de renacuajo posee agallas, pero que
cuando llega a su madurez y se convierte en el bajo profundo de su
universo, puede respirar no sólo por los pulmones, sino también por la
piel, en particular en las formas que hibernan en el lodo, de modo que
puede adaptarse a las vicisitudes de su medio, y adquirir, sin embargo,
suficiente oxigeno para su pocas necesidades.
Aves.-De las aguas, nos remontaremos al firmamento y consideraremos al puntiagudo pájaro, ‘que toma el oxígeno del aire por medio
de sus pulmones, cuya relativa pequeñez compensan los bronquios,
conectados con espacios aéreos que llegan hasta los huesos. El aire
inspirado es así distribuído por todo el cuerpo, de modo que la sangre se
airea no sólo por las algo limitadas superficies pulmonares, si bien esto
sirve también otro fin, pues haciendo más liviana y flotante la armazón,
ayuda al ave a volar y a cambiar rápidamente de altura.
Los mam$jeros y las proezas del hombre.-Llegamos por fin a los mamiferos, y nuestro ejemplo será el hombre, cuya respiración externa tiene
lugar en absoluto por los pulmones, sin ningún mecanismo auxiliar o
accesorio, y a los cuales el aire ventila rápidamente a medida que se
inspira.
Tan delicada y flexible es esta ventilación, que mantiene el
oxígeno del aire alveolar medio a un tenor tan constante en las condiciones habituales, que satura casi por completo la hemoglobina, la que
actúa a su vez como reservorio de oxfgeno para el plasma sanguíneo,
del cual los tejidos obtienen su aliento de la vida. Sin embargo, no es
ésa la única función de la respiración.
Los procesos biológicos quizás
parezcan a veces derrochadores, pero de serlo existe algún motivo, y si
podemos descubrirlo, nos revelará que el proceso es lo mejor en las
circunstancias dadas, y que realiza otras funciones vitales para la
conservación o la propagación.
Además de facilitar oxígeno al cuerpo,
la respiración elimina el bióxido de carbono, retira agua, ayuda a regular
la temperatura orgánica, ajusta delicadamente la reacción qufmica de
nuestro medio interno, que mantiene con relativa constancia, y por fin,
pero no de menos importancia, nos sirve para que registremos nuestra
evolución.
De ser eso todo, ya fuera maravilloso, pero el hombre no
se ha contentado con permanecer en su medio propio, sino que ha
aspirado a imitar a los peces del mar, y a las aves del espacio. Criatura
envidiosa y entremetida, que siempre se inmiscuye en los asuntos ajenos,
espiando por pura curiosidad la vida ajena, para lograrlo ha empleado
el ingenio de Satán, pues su respiración se lo veda. Impulsado hacia
adelante por la curiosidad de Eva y la sabiduría de la serpiente, a veces
también lo han llevado a la tumba en nombre de la verdad y de la
ciencia; pero lo más extraño del caso, es que va triunfando en su empresa.
Cuando aspiró a invadir el dominio de los peces, pensó que lo único
necesario era el aliento de la vida, pero pronto descubrió que su primo
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provisto de aletas podfa tolerar variaciones de Ia presión externa, que
a 61 lo aplastarfan por completo. Adem&, el mecanismo respiratorio
no era tan sencillo, pues comprendía otras cosas, aparte de oxigeno.
Las leyes ffsicas resultan hasta molestas por su constancia, y aunque 80
por ciento de la atmósfera es azoe, que de nada sirve para la vida, el
hombre no acabó de entender que, regido por dichas leyes, difundíase
en el plasma en cantidades proporcionales al aumento de la tensión
parcial, de modo que al regresar de su visita a sus amigos acuáticos en
las profundidades del mar, pronto tuvo que darse cuenta de que algo
le habfa salido mal, pues lleno de burbujas, en efecto, venía a ser una
especie de sifón destapado repentinamente; y ademas, que las embolias
aéreas son propensas a parar la máquina, por decirlo así. Esa aparente
derrota espoleó su perseverancia, y descubierta la causa, busc6 el
remedio que, como sucede con la mayor parte de las verdades, era bien
sencillo. En vez de destaparse de repente, aprendió a hacerlo gradualmente, a fin de expulsar el exceso de ázoe a una velocidad inocua; pero
como esto resultaba lento e inexacto, se determinó a hacerlo con precisión matematica, descubriendo que podfa “desgasearse” no tan sólo
con mas rapidez, sino seguridad. Ya vencidas las dificultades respiratorias, se determinó a visitar de nuevo a sus amigos los peces, e investigar
sus habitos y moradas; y hasta les sacó fotograffas sin pedirles permiso,
y para colmo de injuria, obtuvo pelfculas de sus actos más fntimos y
privados.
Habiendo conquistado y las profundidades del mar, el hombre
concentró su atención en las entrañas de la tierra. Muchos de los
obstáculos con que tropezaba la ingenierfa procedfan del factor humano,
algunos de los cuales la sobrevivencia en aire comprimido ya, había
resuelto, permiti6ndole horadar como un conejo. A fin de sat,isfacer su
afAn de velocidad y su codicia de los tesoros de la madre tierra, emprendió exploraciones y anastomosis permanentes dedicadas a exteriorizar todo el interior de aquélla.
Desde el principio de la vida, el hombre ha envidiado a las aves:
envidiado su libertad y su vuelo! Aunque ya podía socavar la tierra
y nadar en el mar, todavía no podfa volar, de modo que sentía el alma
deprimida y el espfritu enfurecido.
De nuevo la derrota lo aguijoneó,
hasta que por fin, como los pichoncillos, logró lanzarse de su nido
terrestre al primer torpe e incierto vuelo. Tuvo ent’onces a su disposición los medios de sobrepasar al ave en sus vuelos, como la sobrepasó
a los pocos años, aunque para descubrir de nuevo que la respiración
interponfa limites a sus ambiciones. A medida que ascendfa, como el
halcón, hasta los ojos del sol, tropezó con ciertas limitaciones, no de sus
aparatos, sino propias, pues parecfa que le abandonaba el aliento vital.
Habfa atmósfera, pues sostenía a su máquina, parecida a las aves, pero
no a él. La explicación no estaba muy lejos: a medida que aumentaba
la altura, disminufa la presión parcial de los gases atmosf&icos, hasta
.
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VIDA
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que por f?n la del oxfgeno no bastaba para penetrar las paredes alveolares
y saturar el plasma y la hemoglobina en cantidades suficientes para
sustentar la vida. Comprendiendo que no es el porcentaje de un gas el
que determina la velocidad de su difusión, sino su tensión parcial, que
representa la suma de su concentración y la presión baromkrica, el
hombre se determinó a aumentar la primera, ya que no podfa alterar
la última, y provisto de un tanque de oxigeno y de un respirador,
encontró el medio de vencer sus limitaciones respiratorias.
Respiración interna.-Abandonemos
ahora la respiración externa y
sigamos a la hemoglobina y a su carga de oxígeno, en su excursión por
el laberinto del árbol arterial y hasta llegar a las células del organismo.
Recordemos claramente que éstas reciben su oxfgeno de los humores
circundantes, y éstos a su vez, del plasma sanguíneo, con el cual se
encuentran en equilibrio físico. La cantidad de oxígeno que utilizan
los tejidos se halla en proporción directa al trabajo realizado, aunque
algunos necesitan más que otros. A medida que el oxigeno de los
humores y plasma es consumido, lo repone en el acto la oxihemoglobina,
que se disocia con mucha rapidez. Nos encontramos de nuevo con el
organismo unicelular; pero mientras que la amiba tenía que buscar
el aliento de la vida donde lo podía encontrar, a nuestras células les
llega ya dispuesto para empleo, sin el menor esfuerzo de su parte.
¿Que van a hacer con él? Esto nos lleva de nuevo a la vida misma.
Recordemos que en la estructura de cualquier organismo, por complejo que sea, el único propósito constante es el mantenimiento de una
fuente continua de energfa para la célula individual.
Nuestros antepasados, en una imagen bastante justificada, compararon la existencia a una llama, y cuando se contempla el fuego en
un hogar, con sus lenguas de distintas formas, colores e intensidades,
nos maravillan los repetidos cambios y espontáneos, sin orden ni
regularidad.
&M,n semejantes son los procesos de la vida! Nada
viviente se mantiene en absoluta calma: las alteraciones en postura en
relación al medio, en morfología, en desarrollo, y por fin en la estructura
atómica y molecular, imponen una actividad incesante, y asf como los
cambios de una hoguera son físico-químicos, también lo son los
observados en la materia viva.
La facultad de vivir, la facultad de trabajar, no radican en el cerebro
ni en el cuerpo, como tampoco en una máquina corresponde esa facultad
a los émbolos, las válvulas y las volantes. La fuerza motriz de la
materia viva o de la máquina, procede del exterior.
¿Qué es esa energfa;
cómo se adquiere, y cómo funciona en la materia viva? De la energía
total del universo, cierta parte se encuentra disponible para el trabajo
(energfa quinética libre), y cierta parte no. Nuestra lucha por la
existencia, según lo expresara Boltzman, “es la lucha en busca de
energfa libre.”
jCua1 es nuestra fuente de energía? En primer lugar, las plantas
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actúan como transformadoras de la energía quinética de la luz solar,
convirtiéndola
en la energía potencial de los hidratos de carbono,
grasas y protefnas. En segundo lugar, comprendida la forma en que
esa energía queda a la disposición de las células individuales, comprendemos el destino de los alimentos ingeridos, y las alteraciones que
Por fin,
experimentan durante la digestión, absorción y asimilación.
es después de liberarse esa energía potencial en el organismo animal,
que la respiración interna entra en juego.
Tanto ha acentuado nuestro moderno concepto de las calorfas, la
combustión y los delicados valores de los alimentos, la idea de la oxidación y de la termogenia, que solemos considerar nuestros cuerpos como
una especie de suprema caldera de vapor, que forcejea penosamente a
través de la vida, empleando, como equivalentes calóricos, desayunos,
almuerzos y comidas. Cuán falaz es ese concepto, queda demostrado
por un breve estudio de la ecuación de Carnet, con la cual puede demostrarse fácilmente que si la liberación de energía en nuestros cuerpos
acusara una eficacia de 25 por ciento al convertir el alimento en calor,
la temperatura del foco térmico ascendería a 116” C, es decir, 69” sobre
el punto termoletal.
Es evidente, pues, que cuando transformamos
energía potencial en energfa libre, la conversión de alimentos en calor
no es una de las funciones realizadas. No sabemos cómo es que la
materia viviente transforma la energfa qufmica de los alimentos en
energía mecánica, pero sí sabemos que la liberación de energía en el
animal va irremisiblemente seguida de la oxidación, la cual tiene lugar
en o sobre la superficie de las unidades celulares.
Todo nuestro mecanismo respiratorio, con sus más de 100 m2 de
superficie, y una superficie de más de 3,000 m2 de hematíes, existe para
y se encuentra regido por las demandas de las pequeñfsimas células.
El aliento de la vida es el oxígeno; pero el asiento de la vida radica en
la célula.
Reproducción.-Como
ya he mencionado, muchos de los aparatos
orgánicos desempeñan funciones múltiples, lo cual constituye una de
las bellas economfas del organismo animal.
Siendo la respiración
indispensable para la vida, no nos sorprenda que desempeñe un papel
en atender a las generaciones del futuro.
Cierto es que esta función
puede ser considerada puramente accesoria, pero también es importante
para la propagación de las especies. No se ha registrado todavía el
canto amoroso más primitivo, pero ya sabemos que en ciertos celenterios
natatorios
existen ostoquistes, llamados más recientemente estatoquistes, por creerse que sirven para el equilibrio más que para la
audición, y poca duda cabe de que desempeñan ambas funciones. No
conocemos la voz de las lombrices de tierra, ni la de los peces, pero
tenemos pruebas sobradas de que la vejiga natatoria es utilizada tanto
para enviar como para recibir mensajes. El tiempo no nos permite
L
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735
ONCOCERCIASIS
mencionar otras especies, pero no nos olvidemos de ese trovador de las
primeras noches de verano: el sapo. iQuien no ha oído su canto, y
el coro que desde lejos le contesta? No se atiene a la suerte. Siendo
anflbio, siéntase al borde del estanque, y lanza su voz estentórea a
través del agua y del aire, a fkr de que todos puedan oírlo, y para los
afortunados que la entienden su canción es tan dulce como la del “espíritu etéreo” que saludara Shelley, o la serenata a la dulce doncella
El aliento que mantiene
sentada detrás de su reja en la vieja Sevilla.
la vida, hace lo que puede para que ese espfritu se transmita a las
futuras generaciones.
ESTADO
ACTUAL DEL PROBLEMA
DE LA ONCOCERCOSIS EN LA REPÚBLICA
MEXICANA1
Por el Dr. SALVADOR
GONZÁLEZ
HERREJON
Hoy sabemos exactamente que en el país existen dos focos de
oncocercosis.
El primero y el más importante numéricamente hablando se encuentra
en Cl-napas, el otro en Oaxaca.
La zona de la endemia en Chiapas esta comprendida entre el punto
de longitud y latitud 93” 13’ OO” Greenwich (W) y 16” 04’ 20” (N)
al Este, hasta encontrar la frontera con Guatemala y al Sur hasta la
playa del Oceano Pacífico, siendo los límites: Sur la costa del Pacífico
y Oriente la frontera con Guatemala.
Esta zona comprende los exDistritos de Soconusco y Mariscal y parte de los de Comitán y la
Libertad.
En Oaxaca la zona oncocercósica está comprendida dentro del rectángulo limitado al Norte, de 96” OO’ a 96” 39’ 0. Greenwich sobre el
paralelo 18 N.-E. de 18” OO’ a 17” 16’ N. sobre el Meridiano 96” OO’
0. Greenwich, Sur de 96” OO’ a 96” 39’ 0. Greenwich sobre el paralelo
17” 16’ N.-0. 18’ OO’a 17” 16’ N. sobre el Meridiano 96” 39” Greenwich.
Dicha zona comprende la mayor parte del ex-Distrito de Ixtlán, casi
en su totalidad el de Villa Alta y parte de los de Tuxtepec, Cuicatlán
y Choapan.
En la zona Chiapaneca existen aproximadamente 20,000 enfermos
y 5,000 más 0 menos en Oaxaca.
Para dar una idea de conjunto y general del estado actual del problema
nos parece indispensable mirarlo aisladamente, desde el punto de vista
científico, y considerar la campaña propiamente dicha, y aún hacer un
breve resumen de los trabajos e investigaciones que ha realizado el
1 Presentado en la III Conferencia Panamericana de Directores Nacionales de Sanidad, ab. 4-15,
1936 por el Gral. y Dr. Jo& Siwob, Jefe del Departamento de Salubridad Pública de Mexico.
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