CASO MENORES EN EL NOU CAMP. Sandro Rosell tiene razón en el fondo Por Javier LATORRE MARTÍNEZ 1 Esta semana ha sido agitada en “Can Barça” por las manifestaciones de su presidente, SANDRO ROSELL, en relación con la inminente prohibición definitiva del acceso de los menores de siete años en el Nou Camp que no dispongan de entrada. No vamos a entrar en si han sido afortunadas o no sus declaraciones en relación a este asunto ("Prefiero un titular que diga 'Rosell no deja entrar a un niño' que no uno que diga 'Rosell ha matado a un niño"). Como Vdes. conocen, el presidente barcelonista ha manifestado que ha tomado una decisión con la que “no está de acuerdo” ni él ni su Junta Directiva. Tampoco entraremos en consideraciones de oportunidad si esta declaración se tenía que haber efectuado hace unas semanas, con ocasión de la celebración de otros partidos menos trascendentes que el que se avecina el próximo sábado 26 de octubre -ni más ni menos que el “clásico” ante el eterno rival-, o bien si se debía haber propuesto en la última Asamblea Extraordinaria del 5 de octubre, en la que, entre otros asuntos, se aprobó la reforma de los Estatutos sociales. No cabe duda que alguien se dio cuenta que, al celebrarse el partido FC BARCELONAREAL MADRID, a las 18 h del próximo sábado, en un horario que anima a las familias a acudir al Estadi, podría ocurrir que se presentaran diez, veinte o treinta mil niños, acompañados de sus padres, sin entrada, que ocuparían sitios en las gradas del Nou Camp. Desconocemos si en la decisión han primado motivos económicos, motivos logísticos o motivos de seguridad; lo que, sin duda, está acreditado es que el próximo sábado no entraran niños menores de siete años sin entrada, a pesar de que siempre ha sido costumbre acceder a esta posibilidad en el recinto barcelonista. Muchos son los comentarios que se han vertido sobre este asunto, unos pasionales, otros románticos, otros estratégicos –era buen momento para los opositores para arremeter contra esta Junta Directiva-, y, otros relacionados con la seguridad del recinto. Pues bien, analicemos si existe base jurídica para que el presidente SANDRO ROSELL haya dictaminado un acuerdo tan impopular, a pesar de que MAITE CASADO, Directora General de la Administración de Seguridad de la Generalitat de Catalunya, haya manifestado públicamente que no existe ninguna regulación específica al respecto. 1 Subdirector IUSPORT Para empezar, y, en base al desarrollo que sigue a continuación, me sorprende que durante tantos años se haya permitido esta práctica –loable y cariñosa con los niños y sus familias, por otro lado-, pero que tantas connotaciones de responsabilidad puede conllevar. Una cosa es que los directivos de un club intenten contentar a su masa social y otra es que incumplan de forma sistemática y reiterada la normativa existente, de obligado cumplimiento. Recordemos, además, las posibles responsabilidades jurídicas que podría contraer el propio club y, por supuesto, los miembros de la Junta Directiva, en caso de fatales accidentes, aunque, por otro lado, sea mínima la probabilidad de su existencia, pero la historia ya ha sido cruel y despiadada en otras circunstancias similares con ocasión de acontecimientos deportivos. Pues bien, comencemos con las sorpresas. Resulta que hace VEINTE AÑOS que el ordenamiento jurídico español en relación con el ámbito deportivo ya obligaba a acceder a un estadio deportivo con la correspondiente entrada. En ese sentido se manifestaba el Real Decreto 769/1993, de 21 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento para la prevención de la violencia en los espectáculos deportivos. El artículo 11 de este Real Decreto disponía cuáles eran las obligaciones de los espectadores presentes en un recinto deportivo en el que se celebrase un espectáculo deportivo: “1. Toda persona que pretenda acceder a un recinto deportivo deberá ser portadora de un billete de entrada expedido a título individual, de billete múltiple, de abono o de cualquier otro título que autorice a los interesados a acceder a un espectáculo o a más de uno.” El ámbito de aplicación de este Real Decreto correspondía a las competiciones deportivas de ámbito estatal (por ejemplo, la Liga Española de Fútbol) o de carácter internacional, y en especial, al fútbol profesional, a las calificadas de alto riesgo, y a aquellas otras que en el futuro se determinasen, a instancia de la Comisión Nacional contra la Violencia en los Espectáculos Deportivos, creada por la Ley 10/1990 y regulada por el Real Decreto 75/1992, de 31 de enero. Unos años más tarde, el legislador español, preocupado por la violencia y otras actuaciones graves en los recintos deportivos, decidió regular la situación a través de la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. Dicha Ley, vigente en la actualidad, ha establecido las obligaciones de las personas espectadoras asistentes a las competiciones y espectáculos deportivos, y, en concreto en su artículo 6, relativo a las condiciones de acceso al recinto deportivo, se dispone que: “1. Queda prohibido: e) Acceder al recinto sin título válido de ingreso en el mismo.” El ámbito objetivo de aplicación de esta Ley 19/2007 está determinado por las competiciones deportivas oficiales de ámbito estatal, que se organicen por entidades deportivas en el marco de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del Deporte, o aquellas otras organizadas o autorizadas por las federaciones deportivas españolas. 2 La Disposición adicional primera de esta Ley 19/2007 autorizaba al Gobierno a dictar las normas reglamentarias tanto en los supuestos específicos previstos en esta Ley y en aquellos otros que sean necesarios para la efectiva aplicación de las previsiones contenidas en la misma, sin perjuicio de las competencias de las Comunidades Autónomas fijadas en sus respectivos Estatutos de Autonomía. Pues bien, así fue. Y, en concreto, el 1 de julio de 2010 entró en vigor el Real Decreto 203/2010, de 26 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento de prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. El artículo 17 de este Real Decreto 203/2010 regula asimismo las obligaciones de los espectadores respecto de los billetes de entrada al recinto deportivo, y dispone que “1. Toda persona que pretenda acceder a un recinto deportivo deberá ser portadora de un billete de entrada expedido a título individual, de billete múltiple, de abono o de cualquier otro título que autorice a los interesados a acceder a un espectáculo o a más de uno.” No olvidemos que el ámbito de este Reglamento viene definido en el artículo 2, según el cual las disposiciones en él contenidas serán aplicables con carácter general a las competiciones deportivas oficiales de ámbito estatal que se organicen por entidades deportivas en el marco de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del Deporte, así como a las organizadas o autorizadas por las federaciones deportivas españolas. En definitiva, es sorprendente el desconocimiento o la no aplicación de lo dispuesto en la normativa estatal relativa a los espectáculos deportivos. “Contentar al personal contra legem” puede conducir a consecuencias serias e imprevisibles para los organizadores de las competiciones deportivas. En definitiva, desde que entró en vigor el Real Decreto 769/1993, de 21 de mayo, ya han pasado más de 20 años, en los que siempre se ha exigido que toda persona que acceda a un recinto deportivo en el que se celebre un espectáculo deportivo vaya provisto de la respectiva entrada. Es decir, tres normas así lo han establecido: RD 769/1993 (art. 11.1), Ley 19/2007 (art. 19.1.e) y RD 203/2010 (art. 17.1). Por todo lo anterior, no debería echarse la culpa del incumplimiento de la normativa exclusivamente a la Junta Directiva de Sandro Rosell –que, ahora ha corregido inteligentemente su postura permisiva-, sino que desde hace muchos años los diferentes directivos del club han aceptado la permisividad por encima de la normativa aplicable. Dicen que “el fin justifica los medios”. La realidad es que no hay iniciativa más loable y maravillosa que puedan acudir los niños menores de siete años gratis a un campo de fútbol acompañados de sus padres, pero lo que no cabe duda, es que deben hacerlo en condiciones de seguridad y siempre, en cumplimiento de la normativa vigente, puesto que cuando vienen “mal dadas” todos se apuntan a exigir responsabilidades, en este caso, de los directivos de una entidad deportiva. Tampoco puede olvidarse que la normativa de la Comunidad Autónoma catalana también vela por la seguridad en los recintos deportivos mientras se celebren en ellos espectáculos de tal naturaleza, como podremos ver a continuación. El legislador catalán, con competencia en la materia sobre espectáculos públicos, dictó la Ley 11/2009, de 6 de julio, de regulación administrativa de los espectáculos públicos y las actividades recreativas. En su artículo 5, establecía los derechos y obligaciones de los espectadores y los usuarios, entre los que se destacan: 3 1. Los espectadores, los participantes y los usuarios de los espectáculos públicos y de las actividades recreativas tienen los siguientes derechos: (…) c) Ser admitidos al establecimiento o al espacio abierto al público en las mismas condiciones objetivas para todos los asistentes, siempre que la capacidad de aforo lo permita y que no se dé ninguna de las causas de exclusión, que deben ser establecidas por reglamento, por razones de seguridad, para evitar la alteración del orden público o en aplicación del derecho de admisión. 2. Los espectadores, los participantes y los usuarios de los espectáculos públicos y de las actividades recreativas tienen las siguientes obligaciones: a) Ocupar sus localidades o permanecer en las zonas señaladas para el público, sin invadir el espacio destinado a otras finalidades, salvo que esté previsto en el desarrollo del espectáculo o que sea inherente a la naturaleza de la actividad. (…) f) Cumplir los requisitos y las normas de acceso y de admisión establecidos con carácter general por los titulares de los establecimientos abiertos al público o por los organizadores de las actividades. Los criterios de acceso y admisión deben darse a conocer mediante rótulos visibles colocados en los lugares de acceso y por los demás medios que se determinen por reglamento.” Como puede deducirse, se obliga a cada espectador a que ocupe “SU LOCALIDAD”, la cual se especifica en la entrada o carnet de socio correspondiente. Es decir, alguien previamente debía dictaminar dónde se debe situar cada menor sin entrada que acceda a un estadio de fútbol, o dictaminar cuáles son las zonas señaladas para su ocupación, y hasta ahora no consta que se haya hecho así en el Nou Camp. Posteriormente, se desarrolla esta Ley 11/2009, de 6 de julio, mediante el Decreto 112/2010, de 31 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento de espectáculos públicos y actividades recreativas. El artículo 90 de este Decreto dispone, en relación con la venta de entradas o localidades, que: “1. En los espectáculos públicos y actividades recreativas en los que se requiera la venta de entradas o localidades, las personas organizadoras deben habilitar las expendedurías necesarias, en relación con el número de localidades, para despacharlas directamente al público.” Si entráramos en un terreno de conflicto de competencias entre Administraciones Públicas, se podría discutir la aplicación o no, en el caso de la competición liguera española cuando los partidos se celebren en el Nou Camp, de la NORMATIVA ESTATAL (Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, y el Real Decreto 203/2010, de 26 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento de prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte), donde se expresa taxativamente la obligación de acceder al recinto deportivo con entrada, o de la NORMATIVA CATALANA (Ley 11/2009, de 6 de 4 julio, de regulación administrativa de los espectáculos públicos y las actividades recreativas, y Decreto 112/2010, de 31 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento de espectáculos públicos y actividades recreativas), en la que no consta expresamente dicha obligación, pero sí que se deduce positivamente de su articulado. Recordemos que la Directora General de Administración de Seguridad de la Generalitat de Catalunya, MAITE CASADO, ya se ha apresurado a manifestar que el FC Barcelona tiene la potestad de vetar la entrada al Camp Nou de niños menores de siete años sin entrada pero que no existe una regulación específica, y ha destacado que decisiones de este tipo entran "dentro del derecho de admisión, de la capacidad de gestión y de una cierta capacidad de discreción que le corresponde al club". La Directora General ha asegurado que el club no les ha consultado en materia de seguridad antes de tomar la decisión, pero ha puntualizado que no es necesario comunicar esta medida a la administración, y ha valorado que "si el FC Barcelona lo considera adecuado puede adoptar las medidas oportunas porque el tema no está regulado de manera concreta". Es decir que, según se desprende de las palabras de la Directora General de Administración de Seguridad de la Generalitat de Catalunya, parece que no exista norma expresa alguna que obligue al presidente del FC Barcelona a adoptar la medida restrictiva de impedir la entrada de menores de siete años sin entrada. No podemos compartir dicha afirmación por dos motivos: 1) De la propia normativa catalana (Ley 11/2009, de 6 de julio, de regulación administrativa de los espectáculos públicos y las actividades recreativas, y su posterior desarrollo, mediante el Decreto 112/2010, de 31 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento de espectáculos públicos y actividades recreativas), se desprende la obligación del club titular del recinto deportivo en el que se celebrará un espectáculo deportivo de que los espectadores ocupen “sus localidades” o “permanecer en las zonas señaladas para el público, sin invadir el espacio destinado a otras finalidades”; por tanto, las localidades deben haber sido asignadas previamente mediante la entrada o invitación correspondiente, o bien, mediante el carnet de asociado que asigne la localidad; en su lugar, deberían asignarse zonas para casos especiales sin entrada, como sería el caso de los niños menores de siete años. Podemos interpretar que la normativa catalana no se corresponde con la situación de permisividad que ha venido sucediendo en los últimos años en el Nou Camp con los menores de edad. Por tanto, aunque es cierto que la normativa catalana no contempla de forma expresa la obligación de acceder con entrada al recinto deportivo, ya deja claro en su articulado que no debe improvisarse en materia de control de aforos, por obvios motivos de seguridad y el que dicha situación no estuviera regulada vulneraría la normativa existente. 2) En segundo lugar, en el caso de la competición en la que participa el FC Barcelona, la Liga de Fútbol Profesional, también son de obligada aplicación las normas estatales al respecto (como la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, y el Real Decreto 203/2010, de 26 de febrero, por el que se aprueba el 5 Reglamento de prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte), en las que se deja de forma meridianamente clara que toda persona que pretenda acceder a un recinto deportivo, en el que se celebren competiciones oficiales de ámbito estatal, deberá ser portadora de un billete de entrada expedido a título individual. Su ámbito de aplicación se extiende a toda competición oficial de carácter estatal, de acuerdo con los requisitos explicitados, y, no hay dudas de que la Liga de Fútbol Profesional no es ajena a su aplicación. En consecuencia, sí que existen normas aplicables a este caso concreto, que impiden el acceso al estadio sin entrada, pero son de ámbito estatal. 3) Si la razón esgrimida para rechazar la aplicación de dicha normativa estatal a los partidos de Liga Española que celebre el FC BARCELONA en el Nou Camp, tuviera origen en las competencias que tiene otorgadas la Generalitat de Catalunya en materia de espectáculos -entre los cuales se incluyen los que se celebren en un campo de fútbol-, deberíamos rechazar tal afirmación de acuerdo con la Sentencia del Tribunal Constitucional 148/2000, correspondiente al conflicto positivo de competencia núm. 3242/93, promovido por el Consejo Ejecutivo de la Generalitat de Catalunya contra el anteriormente citado Real Decreto 769/1993 (que, como hemos dicho anteriormente, fue derogado posteriormente por el RD 203/2010 por el que se aprueba el Reglamento de prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte). Recordemos que el 4 de noviembre de 1993, la representación procesal del Consejo Ejecutivo de la Generalitat de Catalunya formalizó conflicto positivo de competencia contra el Real Decreto 769/1993, de 21 de mayo, por el que se aprobó el Reglamento para la prevención de la violencia en los espectáculos deportivos. La representación de la Generalitat consideraba que el Real Decreto 769/1993 se incardinaba en el ámbito material de los "espectáculos" y en el de las normas de organización y actuación de los cuerpos policiales, competencias propias de la Generalitat, además que lo relacionado con el “deporte” era competencia exclusiva de la Comunidad Autónoma. Por su parte, el Abogado del Estado alegó que el Reglamento para la prevención de la violencia en los espectáculos deportivos contenía una serie de normas destinadas a prevenir la violencia en determinadas competiciones deportivas concretas, por lo que no cabe duda alguna de que la competencia que el Estado ejercita es la relativa a la "seguridad pública" (art. 149.1.29 CE). Y ello sin perjuicio de que concurriera también la potestad sancionadora prevista y habilitada por la Ley del Deporte. El texto controvertido disciplinaba las medidas que habían de adoptarse para que determinadas competiciones de fútbol, singularmente las de ámbito estatal o internacional y las calificadas de alto riesgo, pudieran celebrarse con orden, seguridad y sin peligro para las personas asistentes, aspectos todos ellos que determinan que, según el Tribunal Constitucional, el Real Decreto no podía incardinarse en la materia "deporte", pues tanto el objeto como la finalidad de sus preceptos no son propios de este título competencial. Por tanto, se trataba de analizar si sus preceptos se incardinaban en las materias "espectáculos" y "Policía autónoma", pertenecientes al ámbito competencial de la 6 Generalitat de Catalunya, como sostenía su representación procesal, o, por el contrario, en la de "seguridad pública", según reivindicaba el Abogado del Estado. Según afirmó el Tribunal Constitucional, es obvio que el control informatizado de acceso al recinto y de venta de entradas, la obligación de que las localidades sean de asiento y numeradas y de que existan zonas reservadas y distantes entre sí para situar a las aficiones rivales, impidiéndose la circulación de una zona a otra mediante verjas o elementos similares y la localización específica del personal de los medios de comunicación y la exhibición de su acreditación, son, todas ellas, medidas preventivas de seguridad que no han de adoptarse con carácter general en los espectáculos deportivos y que, por ello, trascienden el ámbito de la actividad administrativa ordinaria propia de la materia "espectáculos" y se sitúan en la de "seguridad pública", pues tales medidas se han revelado como absolutamente necesarias para prevenir y, en su caso, disminuir los efectos derivados de los comportamientos violentos. En definitiva, una vez dictaminada la competencia estatal sobre "seguridad pública" (art. 149.1.29 CE), por ser desarrollo directo del Título IX de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del Deporte, ya que los espectáculos deportivos presentan especiales características de riesgo de alteración del orden y la seguridad, el Tribunal Constitucional acordó en su sentencia desestimar el conflicto positivo de competencia núm. 3242/93, promovido por el Consejo Ejecutivo de la Generalidad de Cataluña frente al Real Decreto 769/1993, de 21 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento para la prevención de la violencia en los espectáculos deportivos. Por todo lo anterior, debemos afirmar que la normativa estatal en materia de prevención de la violencia en el ámbito deportivo, en la que se obliga a acceder con entrada a un recinto deportivo en competición oficial estatal, es de rigurosa aplicación a este caso concreto de los menores de siete años en el Nou Camp, siendo también aplicable en materia de “espectáculos deportivos” la normativa catalana, de la cual se deduce, de forma tácita, no expresa, la necesidad de acceder con entrada en un recinto deportivo de Cataluña. Ya se encargó el Tribunal Constitucional de manifestar con claridad que nos hallamos ante una materia de seguridad pública, competencia del Estado, y, por ello, consideramos que sí que existe regulación específica (Ley 19/2007 y RD 203/2010) que debe aplicar Sandro Rosell pese a lo manifestado por la Directora General de Administración de la Generalitat de Catalunya. Octubre de 2013. © Javier LATORRE MARTÍNEZ (Autor) © Iusport (Editor). 2013. www.iusport.com 7