LA TRADICIÓN TEUCHITLÁN EN COLIMA,

Anuncio
LA TRADICIÓN TEUCHITLÁN EN COLIMA,
notas para una discusión
Dra. María de los Ángeles Olay Barrientos
Sección de Arqueología, Centro INAH Colima
Arqlga. Ligia Sofía Sánchez Morton
Dirección de Registro Arqueológico
Introducción
H
acia la mitad de la década de los ochenta,
Phil C. Weigand mostró en diversos artículos
su rechazo a la idea de que en el Occidente
mesoamericano no se había desarrollado el periodo
Clásico, debido a la ausencia de sociedades urbanas.
Para este autor fue evidente que la belleza plástica
de los materiales cerámicos procedentes de sus
emblemáticas tumbas de tiro había inhibido el
desarrollo de investigaciones que atendieran regiones
y no solamente aquellas localidades apetecidas por los
saqueadores. Por medio de reconocimientos hechos
en los valles que se extendían en las faldas del volcán
de Tequila, Weigand registró y definió un patrón de
asentamiento que utilizaba el círculo como la figura
principal de los elementos arquitectónicos (como
plataformas, banquetas, patios y altares centrales),
al que terminó por nombrarse tradición Teuchitlán.
Weigand propuso que esa tradición caracterizó el
Formativo tardío y el Clásico del Occidente, y que
fue la expresión de las sociedades complejas que se
adscribieron a la tradición Tumbas de Tiro (Weigand,
1985; 1989; 1990). Sus propuestas coincidieron con
el impulso de las investigaciones en la región, que
realizaron los primeros proyectos en el área. A ello
se debe sumar que el crecimiento demográfico y
la creación de infraestructura diversa procuraron
la implementación de numerosos proyectos de
rescate y salvamento arqueológicos, los cuales
permitieron la exploración extensiva de espacios
y contextos poco conocidos. En suma, a partir de
1990 las investigaciones arqueológicas en la región
multiplicaron la información y permitieron confrontar
con datos duros las hipótesis y propuestas relativas
a la interpretación de las sociedades pretéritas.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
1
Los trabajos realizados permitieron la exploración
científica de tumbas de tiro no saqueadas (Cabrero,
1989; 2004; Cabrero y López, 2003), algunas
monumentales y de elite (López Mestas y Ramos,
1998; 2002), y también reconocimientos de regiones
poco estudiadas, como la de Bolaños en Zacatecas,
varios sectores del extenso Valle de Atemajac (Galván,
1993; Beekman, 1996a; Montejano, 2007) y la región
de Sayula (Valdés, 1996; 2002), ambas en Jalisco.
Parte de la propuesta inicial de Weigand señalaba que
la tradición Teuchitlán había influido en buena parte
de los desarrollos de las sociedades del Occidente,
incluyendo regiones como Zacatecas y Guanajuato.
El autor observó que la impronta de esta tradición
estaba presente en sitios de Guanajuato y Zacatecas,
pero no en la extensa Cuenca de Sayula. De un
reporte de investigadores del INAH que realizaban
el Atlas Arqueológico Nacional en Colima, Weigand
obtuvo la noticia de la existencia de un sitio (Comala)
con características similares a los sitios mayores
existentes de Teuchitlán (Serna, 1991). Esa suerte
de discontinuidad lo llevó a explorar modelos de
interacción cultural, como la conformación de
Estados segmentarios (Beekman, 1996b), y a intentar
una explicación basada en el desarrollo del concepto
Ecumene para dar cuenta de la difusión de ciertos
rasgos de cultura material como una expresión de las
estrategias de sobrevivencia humana en Mesoamérica
(Weigand, 2000).
EL AJUAR FUNERARIO Y
EL JUEGO DE PELOTA
E
l sitio Comala se ubica hacia el oriente de la amplia
terraza aluvial formada por los cauces de los ríos
San Juan y Suchitlán, al norte de la población moderna
de Comala. El área central se integra por tres círculos,
definidos a partir de plataformas que aprovecharon
la pendiente natural del terreno. El círculo mayor
tiene un diámetro variable que alcanza los 200 m;
el segundo círculo, un diámetro aproximado de 110
m, y el tercero, unos 100 m. Según los parámetros
establecidos por el propio Weigand (1993a), el
diámetro del círculo mayor indica que Comala puede
ser considerado como un asentamiento mayor. Esta
aseveración es relativa, toda vez que Weigand afinó
sus clasificaci nes a partir de un conocimiento más
acabado de las zonas habitacionales colindantes a los
círculos ceremoniales, las áreas de cultivo susceptibles
de mantener ciertos contingentes poblacionales y, de
manera relevante, la existencia de canchas de juegos
de pelota asociados con los sitios más importantes,
elemento que ausente en el caso de Comala.
Las exploraciones realizadas durante los últimos
años en torno al sitio Comala han establecido
algunas diferencias entre la arquitectura circular de
los sitios emblemáticos de la tradición Teuchitlán
(principalmente Etzatlán) y la de los sitios de
esa misma tradición en el Valle de Colima.
Figs. 1 y 2. Esculturas de barro de la tradición Tumbas de Tiro de Colima. Se
aprecia un personaje con cabezas trofeo, así como un jugador de pelota.
Según Jane Stevenson Day, el juego desempeñó un
papel relevante entre las comunidades prehispánicas
de la tradición Tumbas de Tiro, lo cual se expresa de
manera clara en las esculturas de barro identificadas
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
2
precisamente como jugadores. La autora afi ma que
las representaciones en barro reproducen pertrechos
y atavíos del juego y propone que los jugadores
de pelota solían llevar esos arreos en otro tipo de
rituales relacionados con la parafernalia ceremonial
de los actos previos y posteriores al juego, rituales
que incluían danza, música y drama. Stevenson
resalta el hecho de que la tumba de Huitzilapa se
haya encontrado en un sitio en el cual sobrevivieron
las evidencias de cuatro juegos de pelota de planta
rectangular. Además, el que se haya recuperado una
escultura con un jugador de pelota en el interior de
la renombrada tumba da cuenta de la importancia
de este elemento como parte integrante de los
símbolos de prestigio asociados con las elites.
Las evidencias de la existencia del juego entre las
comunidades de la tradición Tumbas de Tiro son
claras tanto para Jalisco como para Nayarit. Las
canchas asociadas con los círculos ceremoniales de la
tradición Teuchitlán son, como se dijo, un referente de
la importancia jerárquica del asentamiento. En cuanto
a Nayarit, las famosas maquetas describen con detalle
no sólo las canchas (dimensiones, banquetas, gradas,
marcadores) sino también la dinámica del juego
(número de jugadores, empleo de caderas, atavíos) e
incluso la actitud contemplativa, participativa o festiva
de un público en el que hubo hombres, mujeres y niños.
En Colima los datos referidos a juegos de pelota
tempranos son escuetos y enigmáticos. El único
ejemplo relativamente conocido ―por desconocerse
su clara procedencia― es una maqueta labrada en
piedra con doce jugadores colocados en la periferia
de una cancha casi rectangular, contemplando
impávidamente una pelota colocada al centro del
juego (Von Winning, 1996a). Stevenson propone que
es factible hablar de jugadores de pelota en Colima
a partir de un escrupuloso análisis del atavío. Lo
que para Carolyn Baus (1978) son fajas con borlas
laterales, para Stevenson son yugos para el juego de
pelota, o sea, pesados cintos especializados hechos
de piedra, cuero, madera o algodón acolchado,
los cuales se colocaban alrededor de las caderas
(Stevenson, 2002). La clasificación de Stevenson
señala que el yugo tradicional remite a un cinto
pesado y acolchado ajustado alrededor de las caderas.
El yugo fálico es igual al anterior, con la diferencia
de que presenta representaciones de falos adheridos
al frente. En cuanto al yugo Tuxcacuesco, el mismo
que se observa en las conocidas figurillas masculinas
de esta tradición, remite a yugos acolchados
con textiles o con cuero, cubiertos de bandas
protectoras en varias capas alrededor del torso.
Stevenson abona a la teoría de que el juego de pelota
era una práctica usual las constantes representaciones
de cabezas trofeo en el corpus temático de la tradición
escultórica de la tradición Tumbas de Tiro en Colima.
Un aspecto relevante es que Stevenson establece
que la variedad del juego de pelota practicado en
Colima era distinta de la de Jalisco y Nayarit, pues:
La ausencia de canchas y de réplicas de cerámica en Colima
[….] indica que estos elementos arquitectónicos pudieron
no haber existido ahí, por lo que el juego [….] se pudo
haber practicado en campos abiertos (Stevenson, 2002:169).
Es claro que esta variedad del juego de pelota
es la que documenta Arturo Oliveros para El
Opeño (1988; 2000) y que estudiosos como Eric
Taladoire relacionan con Teotihuacán (de acuerdo
con las famosas pinturas de Tepantitla) (1976).
Figs. 3-5. Representaciones con los atavíos reseñados por Stevenson e
interpretados como jugadores de pelota. Proceden de la Tumba 22 del sitio
Loma Santa Bárbara, Colima.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
3
EL SITIO COMALA Y LAS
EXPLORACIONES EN EL
VALLE
E
l sitio Comala fue reportado por primera vez
hacia 1989 cuando personal del Centro INAH
atendió una denuncia de saqueo. El sitio fue registrado
por el equipo del Proyecto Atlas Arqueológico
Nacional y posteriormente dado a conocer en una
publicación regional (Serna, 1991). Hubo varios
intentos posteriores de investigar el sitio, hasta que
en 2009 se concretó el expediente técnico destinado
a iniciar el protocolo para obtener la declaratoria de
protección del sitio (Olay, 2009) y se inició el Proyecto
de Investigación Arqueológica Comala (Olay, 2010).
El estudio formal del sitio tuvo como objetivo
esclarecer la existencia y particularidades de las
sociedades complejas en el Valle de Colima durante
el Clásico, un periodo hasta ahora definido por la
presencia de conjuntos funerarios asociados a aldeas
agrícolas. La propuesta consideraba que la explicación
de la ocurrencia de la denominada tradición Teuchitlán
Fig. 6. Serie 1, sitio Comala
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
4
en Colima permitiría comprender su presencia en
la región como una expansión de rasgos desde el
centro-norte de Jalisco, o como la expresión local de
un corpus simbólico inmerso en una cosmovisión, de
la cual apenas se ha investigado, ligada a la expresión
funeraria conocida como tradición Tumbas de Tiro.
Las actividades para recuperar información al
interior del sitio han sido particularmente difíciles
a causa del estatus de la propiedad de la tierra y
de un presupuesto austero. No obstante, se han
concretado dos cortas temporadas de exploración,
así como una tercera intervención propiciada por
un salvamento arqueológico. Se han identificado
varios de los elementos arquitectónicos que Weigand
estableció como característicos de Teuchitlán, así
como evidencias de que su construcción requirió
una nivelación del terreno que implicó un esfuerzo
social importante. En una primera lectura, los
resultados apuntan a que Comala fue, hacia el fin
del Preclásico tardío y el Clásico temprano, uno de
varios sitios del valle de Colima que reflejan una
cosmovisión compartida con el área de Teuchitlán.
Las excavaciones: los elementos
arquitectónicos y constructivos
C
omo se mencionó antes, Comala presenta
tres círculos de estructuras nombradas como
círculos A, B y C. El círculo mayor (A), el único
que ha sido trabajado hasta ahora, se compone
de 17 estructuras: una central (denominada altar)
y 16 exteriores rodeándola y desplantadas sobre
una plataforma o banqueta común que enmarca
un patio de planta circular y superficie nivelada.
Los trabajos iniciales en el círculo A permitieron
identificar una serie de elementos correlacionados con
la arquitectura y el sistema constructivo establecido
por Weigand. Durante la primera temporada
de exploración se realizaron dos grandes calas
perpendiculares destinadas a definir los elementos
que conformaron el círculo mayor del sitio. Durante
la segunda temporada se trabajó el perfil interior de
la plataforma mayor ubicada al oeste, la denominada
Estructura 13, con dimensiones aproximadas de
60 m de largo por 30 m de ancho y 6 m de altura.
En esos trabajos se identificaron elementos
arquitectónicos y constructivos también descritos
para los edificios de Teuchitlán y de los cuales
hemos documentado sus características, las cuales se
describen a continuación:
Piso de patio
Realizado a partir de un recorte de la ladera tepetatosa,
la nivelación permitió una superficie semiplana en la
cual los sectores irregulares fueron rellenados con
una base de gravilla de tepetate triturado y apisonado.
El piso logrado no fue del todo horizontal, pues se
buscó mantener una suave pendiente que facilitara
el drenaje del patio. Es importante mencionar que al
tratarse de un piso acondicionado sobre el tepetate,
se mantuvo un cierto nivel de impermeabilidad que
permite que el patio se inunde durante la temporada
de lluvias (fenómeno que pudimos observar),
propiciando que el altar central “flote” en medio de
un espejo de agua. A reserva de obtener más datos
al respecto, hemos planteado la hipótesis de que la
inundación del patio y la formación de un espejo de
agua alrededor del altar central fue un efecto buscado
al construir el Guachimontón; de ahí la pertinencia
de acondicionar el tepetate como superficie de
ocupación en lugar de colocar apisonados o pisos.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
5
Cajón de relleno
Estos elementos suelen conformar el núcleo de las
estructuras y establecen la idea constructiva acorde
al manejo del espacio que se desee. En el caso de
Comala, sólo se reportó la utilización de este recurso
en la parte superior de la Estructura 1 (el denominado
Altar). Consistió en los restos de un muro en escuadra
compuesto hasta por cuatro hiladas de piedras, entre
cantos rodados y bloques de tepetate amarillo y
rosado, que presentaron escaso trabajo de careado;
el mismo contuvo un relleno de arcillas y tepetate.
Muros de contención
Si bien no podemos ser contundentes (debido
al largo periodo de abandono y reocupación del
espacio), los registros dan cuenta de que estos
muros fueron elaborados mediante una sola hilada
de grandes piedras y rocas alineadas, entreveradas
con cantos rodados y bloques de tepetate amarillo
y rosado. Su función fue dar soporte y estabilidad
a los rellenos de las estructuras, con la finalidad
de definir sus superficies y evitar deslizamientos.
Cuerpos escalonados y escalinata central
Estos elementos no eran visibles a simple vista. Luego
de las excavaciones en la Estructura 13 fue posible
ubicarlos a partir del escalonamiento de dos cuerpos
definidos en sus arranques mediante alineamientos
de piedras. La liberación sólo recuperó un segmento
de muro ubicado al norte de la fachada, mismo que
conservó hasta tres hiladas de piedra. Estos sencillos
elementos parecen indicar un sistema de construcción
básico en el cual la piedra no fue seleccionada ni
por tamaño ni por forma; si bien se aprovechó
algún lado careado de las piedras, la acción no fue
una constante. Las hiladas no mostraron simetría;
da la impresión de que los muros se construyeron
colocando una argamasa de lodo a manera de
cementante y se colocaron las piedras al azar. La
exploración permitió también ubicar la escalinata de
acceso, colocada hacia el centro y elaborada mediante
escalones cortos de una hilada de piedras, misma
que conservó una alfarda hacia su costado izquierdo.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
6
Banqueta perimetral
Se define como el extremo interior de la gran
plataforma que delinea la plaza circular. Circunda al
patio y sirve a la vez como una suerte de tarima de
acceso. En el caso de la Estructura 13, observamos
que la banqueta era discontinua, sin estar claramente
construida mediante un muro de confinamient .
El tramo registrado consistió en una serie de
alineamientos de piedra cuya superficie se niveló
mediante la colocación de piedras pequeñas, a
manera de fi me. Los escalonamientos en la parte
baja y media estaban deteriorados y discontinuos.
Los espacios funerarios
A
través del Salvamento Calle Juan Silva
Palacios, mismo que afectó un franja de
200 x 20 m en el sector sur del sitio, fue posible
documentar la existencia de tres tumbas de
bóveda, las tres con más de una cámara (véase
Olay, Mijangos y Sánchez, 2012). La primera fue
reportada por Gabriela Abadalá en 2006, quien
se percató de que tras la nivelación con uso de
maquinaria pesada en los terrenos del sitio se
devastó una loma, dejando visibles tres cámaras
a las que se accedía, al parecer, por un solo
tiro. Las otras dos tumbas detectadas contaban
con dos cámaras y se descubrieron con las
exploraciones de salvamento ya mencionadas;
se denominaron Tumba 1 y Tumba 2: la primera
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
7
se develó sellada y cubierta con un relleno de
azolve y sin ofrendas o entierros en su interior;
la segunda se recuperó saqueada y rellena de
basura y escombro. Se debe mencionar que
si bien el área ha sido golpeada por el saqueo
(mismo que procuró el desarrollo de colecciones
magníficas, como la que se exhibe en el Museo
Alejandro Rangel Hidalgo, en la localidad de
Nogueras, Comala), es posible pensar que
futuras exploraciones permitirán recuperar
espacios funerarios no detectados por los
agresivos moneros (saqueadores) de la región.
En todo caso, los datos y referencias permiten
establecer la existencia de tumbas monumentales
asociadas a los espacios arquitectónicos del sitio (fig. 9. Serie 4. Características de las Tumbas 1 y 2 del sitio Comala).
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
8
El hinterland del sitio
A
la par de las exploraciones en el sitio
Comala, el proyecto de investigación
planteó desde sus inicios la realización de
reconocimientos del área circundante, para
detectar otros elementos arquitectónicos cuya
disposición en círculo sugiriera la extensión
de la tradición Teuchitlán en la zona norteña
del Valle de Colima. Al respecto, es importante
mencionar que la dinámica cultural del Valle de
Colima da cuenta de una continuada reocupación
de espacios debido, es fácil advertirlo, a que
el espacio conjunta una serie de recursos que
lo definen como un lugar propicio para la
vida humana. Con dos breves temporadas de
reconocimiento se han ubicado claras evidencias
de sitios con elementos arquitectónicos que dan
cuenta de conjuntos circulares. Sin embargo,
buena parte de ellos fueron modificados por
grupos distintos y posteriores al desarrollo
de la tradición Tumbas de Tiro en la región.
El reconocimiento del sector ubicado al SE, E y NE
del sitio Comala ha procurado hasta ahora el registro
de 18 sitios, cinco de los cuales fueron actualizaciones
de los datos contenidos en la Dirección de Registro
Público del INAH. Casi la mitad de ellos contiene
indicios que dan cuenta de modificaciones y
reutilización de elementos que originalmente
formaron parte de Guachimontones. Entre esos
lugares destacan los sitios conocidos como Potrerillos
y Puente de Ladrillo, tanto por estar ubicados en
la proximidad del sitio Comala como por el claro
acomodo de sus estructuras formando círculos.
Fig. 6. Serie 1, sitio Comala Figura 9. Plano del área de estudio. Se observa
la ubicación del sitio Comala y los sitios Potrerillos y Puente de Ladrillo.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
9
Potrerillos fue reportado y registrado originalmente
por el Proyecto Atlas Arqueológico Nacional. No
obstante, fue hasta 2010, en el marco del Proyecto
Arqueológico Comala, cuando se definió su poligonal
y se realizó el levantamiento topográfic , que
determinó la existencia de seis círculos de diferentes
diámetros, dos con un altar central. En superficie
no son visibles las banquetas, escalinatas o cuerpos
escalonados; el sector oeste tiene claras señales
de nivelación y despiedre, así como de saqueos.
Fig. 10. Levantamiento topográfico del sitio otrerillos.
Fig. 11. Vista de las lomas del lado oeste del Círculo A del sitio Potrerillos.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
10
Al igual que los círculos del sitio Comala, estos se
nombraron con letras. El círculo A (el mayor) tiene
un diámetro aproximado de 260 m y una forma
ligeramente elíptica en planta. Está dividido a la mitad
por una cerca de alambre que distingue terrenos de
dos propietarios, razón por la cual las lomas externas
y la central presentan distinta conservación: menos
alteradas las del lado oeste que las del lado este,
que sufrieron una intensa nivelación y una pérdida
significat va de su altura original. Las lomas del lado
oeste miden entre 5 y 6 m de altura y conforman lo que
podríamos llamar un Guachimonton de características monumentales. El círculo B cuenta a su vez con
un diámetro aproximado de 100 m y se encuentra
relativamente separado de los otros cinco, que
mantienen un agrupamiento relativamente homogéneo.
Puente de Ladrillo es un sitio que al parecer estuvo
integrado por cuatro círculos. El círculo 1 está formado
por siete estructuras; el 2, por otras tres; la disposición
de tres estructuras más sugiere que podrían integrar
otro círculo al suroeste del área, y finalmente otras
cuatro integran un círculo más al este. Los círculos
tienen un diámetro máximo de unos 150 m, con lomas
de entre 1 y 3 metros de altura, aproximadamente.
Fig. 12. Plano topográfico del sitio Puente de Ladrill .
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
11
LA TRADICIÓN TEUCHITLÁN EN
COLIMA
L
os elementos aquí presentados indican
que los pueblos que habitaron hacia los
primeros siglos de nuestra era la ladera tendida
del Valle de Colima desarrollaron una expresión
arquitectónica que puede pertenecer a lo que
Weigand definió como tradición Teuchitlán,
esto es, la expresión compleja de la tradición
Tumbas de Tiro. Los asentamientos con plazas
circulares no se restringen al conocido sitio de
Comala, sino que se extienden en buena parte
del valle. Su caracterización se encuentra en
curso por medio de reconocimientos puntuales
que indican la relativa conservación de sus
espacios (el caso de Potrerillos), así como sitios
reocupados y transformados por grupos que no
compartieron una visión del mundo anclada en
el ritual funerario que predominó en la región
entre el Preclásico tardío y el Clásico temprano.
Sitios como Puente de Ladrillo, Canoas, Cruz de
Comala, Ojo de Agua y Pastores dan cuenta de
la existencia de plazas circulares con diferentes
grados de conservación. En general, se observó
la presencia de una estructura central rodeada por
un patio y una serie de plataformas circundándola.
De acuerdo a lo esbozado por Weigand (2008; 36-37) y
Beekman (2008; 169-171) la variabilidad arquitectónica de los sitios de Guachimontones y Llano Grande
en Jalisco es la evidencia de la colaboración de
diversos grupos en un mismo espacio público; según
los autores, cada grupo articuló un mismo discurso
constructivo con distintos recursos y destrezas, cuya
unidad descansó en una organización sociopolítica
legitimada a través del linaje. Al respecto quisiéramos
esbozar algunas consideraciones al respecto.
Una idea importante tiene que ver con el espacio
físico. La ladera sur del Volcán de Fuego, sobre el que
se extiende la ladera tendida que forma el Valle de
Colima, presenta características singulares. Las partes
altas de la ladera están marcadamente escarpadas y
aunque en ellas nace un sinnúmero de arroyos, estos
se encuentran al interior de profundas cañadas; en la
medida en que su pendiente se suaviza y sus corrientes
de agua son accesibles, se torna relativamente fácil
sangrar sus cauces y conducir el líquido a los campos
de cultivo (Olay, 2005). Estos lugares propicios (en
muchos de los cuales existieron manantiales) se ubican
debajo de los 1,700 msnm. Otra variable característica
de estos lugares es la abundancia de hummuks (lomas
tepetatosas causadas por derrames lávicos), que son
reflejo de la actividad recurrente de un volcán que
sigue activo. Esas lomas tomaron formas caprichosas
y conforman conjuntos que facilitaron de algún
modo la elección del lugar de residencia de muchos
pobladores prehispánicos.
La exploración de sitios diversos (incluidos El Chanal y
La Campana) ha comprobado que en numerosas
ocasiones las lomas funcionaron como núcleos de
grandes plataformas y que eventualmente fueron
modi icadas y adecuadas a una idea arquitectónica. Esa
particularidad hizo que la arquitectura (particularmente
asimétrica) que caracteriza los sitios del Epiclásico y
Posclásico de Colima fuera explicada a partir de esa
variable (Olay, 2004). Se observó que esa característica
se cumple en el caso de la Estructura 13 del Círculo A
de Comala. En otras palabras, el área tuvo a su favor un
elemento constructivo primario que fue aprovechado
de diversas maneras a lo largo del tiempo. Los datos
recuperados en el sitio Comala indican la nivelación
del patio interior del Círculo A y que la Estructura
13 se adecuó a una loma tepetatosa. Exploraciones
futuras indicarán qué tanto trabajo humano debió
consumir la construcción de esas plazas circulares.
La siguiente diferencia del Valle de Colima respecto a
la región Valles de Jalisco es la inexistencia de canchas
de juego de pelota. Se mencionó ya la hipótesis de
que en Colima, en etapas tempranas, se practicó
el juego en canchas abiertas. Si bien el Complejo
Capacha, ubicado y definid por Isabel Kelly (1980),
ha enfrentado numerosos problemas para concretar
una ubicación temporal certera (Olay, Alcántara
y Almendros, 2010), no existen dudas respecto a
su contemporaneidad con la expresión cultural de
El Opeño (Oliveros, 2000). Su famosa ofrenda de
jugadores de pelota procedente de la Tumba 3 consistió
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
12
en un lote de diez figurillas de barro no mayores de
12 cm amontonadas en el pasillo interior de la tumba:
No cabe duda que la idea principal de estas pequeñas
esculturas ―considerando las diferentes posiciones y actitudes
dadas a cada una de ellas― fue poder recrear la escena de
un juego de pelota [….] es muy probable que del total de
las diez figurillas de dicho grupo solamente ocho de ellas
formaran parte de la misma escena (cinco masculinas y tres
femeninas, las dos restantes son también masculinas, pero
estilística y formalmente diferentes) (Oliveros, 1988:192).
Si bien para la fase Capacha de Colima no se han
reportado fig rillas de la calidad y expresión armónica
de las de El Opeño, sí existen en su registro arqueológico
para etapas más tardías. Sin duda, las representaciones
en barro enmarcadas en el estilo Ortices-Tuxcacuesco
son las más bellas y las que reproducen con mayor
armonía el cuerpo humano. Además sus aditamentos
y la intención con la que fueron elaboradas señalan
actitudes, actividades, atavíos y peinados, expresiones
plásticas que permiten atisbar el objetivo con que
fueron elaboradas. En este sentido, y acorde con
las pautas planteadas por Stevenson, consideramos
que varias de las figur llas encontradas como
ofrenda a la entrada de la Tumba 22 en Loma Santa
Bárbara pueden representar jugadores de pelota.
Si tomamos en cuenta que las canchas de juego de
pelota en Colima reportadas hasta el momento sólo
son de sitios tardíos (claramente en El Chanal, sitio
Posclásico), parece evidente que durante las fases
tempranas se jugó en canchas abiertas, siguiendo
la propuesta de Stevenson. Consideramos que las
características de la cultura material de los grupos
adscritos a la tradición Tumbas de Tiro son la
continuidad cultural de los grupos Capacha, la
impronta humana más temprana documentada hasta
ahora en Colima. Si bien es cierta la existencia de
un hiato entre las fases Capacha y Ortices (en un
rango que puede ir de 400 a 600 años de acuerdo
con la temporalidad que se acepte para Capacha),
también lo es que los diversos intentos por fechar
contextos tempranos han sido insuficientes y que el
continuado avance de la tecnología terminará por
esclarecer su enigma. En todo caso, la permanencia
Figura 13. Ofrenda 1, Tumba 3 de El Opeño
Figura 14 Ofrenda 1 de la Tumba 22 de Loma Santa Bárbara.
Figura 15. Ofrenda 1 de la Tumba 22 de Loma Santa Bárbara.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
13
del juego de pelota en canchas abiertas puede
considerarse un rasgo antiguo que permaneció en los
pueblos de la tradición Tumbas de Tiro de Colima.
Ahora bien, de las numerosas exploraciones
realizadas en las partes bajas del Valle de Colima
(por debajo de 600 msnm) se ha documentado que
la impronta de las poblaciones Capacha (1200-800
a.C.) y Ortices (400-100 d.C.) es que privilegiaron los
lugares donde los cauces de manantiales y arroyos
corrían apenas por abajo de las terrazas aluviales.
Por tanto, el aprovechamiento del agua (para
actividades domésticas o cultivo) requirió menor
esfuerzo y una tecnología elemental. ¿Cómo surgió
entonces la idea de espacios de celebración colectiva?
Una hipótesis puede ser la que se enunció en la
descripción del Círculo A de Comala. En algún
momento la inundación del patio creaba un espejo de
agua en cuyo centro sobresalía un montículo principal.
Esa imagen debió ser muy poderosa; de acuerdo con
Enrique Florescano, el fenómeno remitía de manera clara
a un mito cosmogónico fundacional de Mesoamérica:
sino también en el sitio que parece haber tenido la
plaza circular más grande de la región: Potrerillos. Si
bien para Comala tenemos una mera aproximación
a las estructuras de mayor tamaño al interior del
círculo A, fue notable la falta de constantes en el
diseño de los elementos arquitectónicos y el sistema
constructivo de los núcleos y rellenos; sin embargo,
hacen falta más exploraciones para poder plantear que
aquello representa una similitud entre nuestro sitio de
estudio y el área nuclear de la tradición Teuchitlán.
Sobra señalar la importancia de incrementar
las investigaciones en el área para completar y
profundizar el registro de las evidencias y para
esclarecer los fenómenos sociales detrás de esta
expresión tardíamente estudiada. Esos fenómenos
dan cuenta algo que de que Weigand esbozó
décadas atrás: los grupos adscritos a la tradición
Tumbas de Tiro habitaron una región articulada
a través de un imaginario simbólico que legitimó
sociedades jerarquizadas; hasta ahora sólo habíamos
atisbado esas sociedades a través de las expresiones
asociadas a la muerte y sus espacios funerarios.
La creación primordial tiene el sentido de una fundación
y de un modelo. Al dividir y nombrar el cosmos, el acto
creador lo funda, describe sus características y lo vuelve un
espacio conocido. [Dado que los mitos de creación ordenan
las regiones del cosmos] las cosmogonías mesoamericanas
siguen este modelo: los actos inaugurales que concentran
la atención de los dioses creadores son la división del
cosmos en los tres niveles verticales, el señalamiento de
las cuatro esquinas del universo y la definición del centro
del espacio cósmico [….] La primera colina o montaña
sagrada que surgió del mar primordial era el lugar que unía
las tres regiones esenciales del cosmos: el cielo, la tierra y el
inframundo; era el lugar terrestre más cercano al cielo y a
la entraña fértil, pues en su interior había cuevas colmadas
de agua y de semillas nutricias (Florescano, 2001:16).
Una vez conocido el espacio donde se reproducía
de manera concreta el mito, el mismo debió ser
celebrado y visitado con objeto de ser partícipe del
prodigio. Es explicable que el acondicionamiento del espacio y su posterior reproducción como
idea arquitectónica fuera un claro instrumento de
legitimación para las elites gobernantes. Es evidente
que esta es una hipótesis a comprobar a partir de
exploraciones puntuales no sólo en el sitio Comala
Fig. 16-19. Figurillas de la Tumba 22 (ofrenda 1) de Loma Santa Bárbara.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
14
BIBLIOGRAFÍA
ABDALÁ VÁZQUEZ, Gabriela Eugenia
2006 El urbanismo en el Occidente mesoamericano. Sus determinantes geográficas y astronómicas dentro del área de influencia del
Volcán de Colima. México, UNAM (tesis doctoral en Arquitectura).
BAUS, Carolyn
1978 Figurillas sólidas de estilo Colima. México, INAH (Científica 66)
BEEKMAN, Christopher S.
1996a The Long-Term Evolution of a Political Boundary: Arhaeological Research in Jalisco, México. Nashville-Ann Arbor,
Vanderbilt University, Department of Anthropology (disertación doctoral).
BEEKMAN, Christopher S.
1996 b Political Boundaries and Political Structure. The limits of the Teuchitlán tradition. Ancient Mesoamerica
7:135-147.
BEEKMAN, Christopher S.
Linajes y casas en el Formativo y el Clásico. Los casos de Navajas y Llano Grande, Jalisco. En P.
Weigand, C. Beekman y R. Esparza, eds., Tradición Teuchitlán. pp. 167-190. Zamora, Michoacán, El Colegio de
Michoacán/Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco.
CABRERO, María Teresa
1989 Civilización en el norte de México: arqueología de la cañada del río Bolaños, Zacatecas y Jalisco. México, UNAM.
CABRERO, María Teresa
2004 La producción y el intercambio de concha marina en el Cañón de Bolaños, Jalisco. En Eduardo
Williams, ed., Bienes estratégicos del antiguo Occidente de México. Producción e intercambio, pp. 261-282. Zamora, El
Colegio de Michoacán.
CABRERO, María Teresa y Carlos LÓPEZ
2003 Civilización en el norte de México. Arqueología en la parte central del Cañón de Bolaños, Jalisco. México, UNAM/
Instituto de Investigaciones Antropológicas.
FLORESCANO, Enrique
2001 Memoria mexicana. México, Taurus.
GALVÁN, Javier
1993 El Clásico del Occidente en Mesoamérica, visto desde el Valle de Atemajac, Jalisco. Nashville, Tennessee,
Vanderbilt University/Department of Anthropology (mecanoescrito).
KELLY, Isabel
1980 Ceramic sequence in Colima: Capacha an early phase. Tucson, Anthropological Papers of the University of
Arizona Press.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
15
LÓPEZ MESTAS, Lorenza y Jorge RAMOS
2002 La excavación de la tumba de Huitzilapa. En Richard F. Townsend, ed., El antiguo Occidente de México.
Arte y arqueología de un pasado desconocido, pp. 57-73. México, The Art Institute of Chicago/Gobierno del Estado
de Colima/Secretaría de Cultura Gobierno de Colima.
MONTEJANO Esquivias, Marisol del Carmen
2007 El complejo El Grillo en la porción oriental del valle de Atemajac, Jalisco. Desarrollo Cultural en Tonalá, durante el
Clásico tardío/Epiclásico (450-900 d.C.). Guadalajara, Universidad Autónoma de Guadalajara (tesis de licenciatura).
OLAY B., Ma. Angeles
2004 El Chanal. Lugar que habitan los custodios del agua. México, INAH/Universidad de Colima.
OLAY B., María Ángeles
2005 Volcán de Fuego, cuna del agua, morada del viento. Desarrollo social y procesos de cambio en el valle de Colima. México,
Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (tesis doctoral).
OLAY B., María Ángeles
2009 Expediente técnico del sitio arqueológico Comala, estado de Colima. Colima, Centro INAH Colima.
OLAY B., María Ángeles
2010 Proyecto de Investigación Arqueológica Comala, Colima. Colima, Centro INAH Colima (mecanoescrito).
OLAY B., María Ángeles, Tito Cuauhtémoc MIJANGOS, Ligia Sofía SÁNCHEZ
2012 Informe Técnico final del Salvamento Arqueológico Calle Juan Silva Palacios, Proyecto Comala (2011-2012), México,
Centro INAH Colima (mecanoescrito).
OLAY B., María Ángeles, Saúl ALCÁNTARA y Laura ALMENDROS
2010 La tradición Capacha. Evaluación y perspectivas desde el valle de Colima. En Laura Solar (ed.), El
sistema fluvial Lerma-Santiago durante el Formativo y el Clásico temprano: precisiones cronológicas y dinámicas culturales,
pp.19-41. México, INAH.
OLIVEROS, José Arturo
1988 Juego de pelota entre las ofrendas del Opeño, Michoacán. En Mari Carmen Serra, Carlos Navarrete,
ed., Ensayos de alfarería prehispánica e histórica de Mesoamérica.Homenaje a Eduardo Noguera Auza, pp. 187-204. México,
UNAM/Instituto de Investigaciones Antropológicas.
OLIVEROS, José Arturo
2000 El espacio de la muerte. Hacedores de tumbas en el mundo prehispánico. México, Escuela Nacional de
Antropología e Historia (tesis doctoral).
RAMOS, Jorge y Lorenza LÓPEZ MESTAS
1998 Investigaciones arqueológicas en Huitzilapa, Jalisco. En El occidente de México: arqueología, historia y medio
ambiente. Perspectivas regionales, pp. 157-166. Guadalajara, Actas del IV Coloquio de Occidentalistas, Universidad de
Guadalajara, Instituto Francés de Investigación Científica para el Desa rollo en Cooperación.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
16
SERNA, Rosalío
1991 Perspectivas de investigación a través del catálogo de sitios arqueológicos de Colima. Barro Nuevo
6:16-21.
STEVENSON Day, Jane
2002 El juego de pelota del Occidente. En Richard F. Townsend, ed., El antiguo Occidente de México. Arte y
arqueología de un pasado desconocido, pp. 155-171. México, The Art Institute of Chicago/Gobierno del estado de
Colima/Secretaría de Cultura Gobierno de Colima.
TALADOIRE, Eric
1976 El juego de pelota en Teotihuacán y sus posibles relaciones con el Occidente de México. En Las
fronteras de Mesoamérica. XVI Mesa Redonda, t. 2, pp. 25-30. México, Sociedad Mexicana de Antropología.
VALDEZ, Francisco
1996 Tiempo y espacio en la Cuenca de Sayula. Estudios del Hombre 3:15-35.
VALDEZ, Francisco
2002 Recursos y asentamientos antiguos en la cuenca de Sayula. En Richard F. Townsend, ed., El antiguo
Occidente de México. Arte y arqueología de un pasado desconocido, , pp. 221-235. México, The Art Institute of Chicago/
Gobierno del Estado de Colima/Secretaría de Cultura Gobierno de Colima.
VON WINNING, Hasso
1996 Esculturas anecdóticas antiguas del Occidente de México. En Phil Weigand y Eduardo Williams, eds.,
Arte prehispánico del Occidente de México, pp. 27-282. Zamora, El Colegio de Michoacán/Secretaría de Cultura de
Jalisco.
WEIGAND, Phil C.
1985 Evidence for Complex Societies during the Western Mesoamerican Classic Period. En Michael Foster
y Phil Weigand, eds., The Archaeology of West and Northwest Mesoamerica, pp. 47-91. Boulder and London, Westview
Press.
WEIGAND, Phil C.
1989 Architecture and Settlement patterns within the Western Mesoamerican Formative Tradition. En
Martha Carmona Macías, coord., El Preclásico o Formativo, avances y perspectivas. Seminario de Arqueología “Dr. Román
Piña Chan”, pp. 39-64. México, INAH/Museo Nacional de Antropología.
WEIGAND, Phil C.
1990 The Teuchitlán Tradition of Western Mesoamerica. En Amalia Cardós, coord., La Época Clásica: nuevos
hallazgos, nuevas ideas, pp. 25-54. México, INAH/Museo Nacional de Antropología.
WEIGAND, Phil
1993 “Arquitectura y patrones de asentamiento en la tradición Formativa del Occidente Mesoamericano”, en
Evolución de una civilización prehispánica, pp. 39-68. Zamora, El Colegio de Michoacán.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
17
WEIGAND, Phil. C.
2000 La antigua ecúmene mesoamericana: un ejemplo de sobreespecialización. Relaciones. Estudios de Historia
y Sociedad XXI(82):39-58.
WEIGAND, Phil C.
2008 La tradición Teuchitlán del Occidente de México. Excavaciones en los Guachimontones de Teuchitlán,
Jalisco. En Phil C. Weigand, Christopher Beekman y Rodrigo Esparza (Eds.), Tradición Teuchitlán. Zamora,
Michoacán, El Colegio de Michoacán/Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco.
http://www.mna.inah.gob.mx/contexto.html
R e v i s t a Junio 2015
OCCIDENTE
18
Descargar