Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 FILOSOFÍA DE LA MENTE Y PSICOANÁLISIS: UN ENFOQUE INTERDISCIPLINARIO DE LA NOCIÓN DE EMPATÍA Dra. Patricia Brunsteins Universidad Nacional de Córdoba Argentina I Si bien gran cantidad de conceptos contemporáneos, considerados básicos para el psicoanálisis, tienen un espacio ya establecido, tanto en el ámbito teórico como en las evaluaciones de la práctica psicoanalítica, el concepto de empatía, en un sentido estricto, hace sus apariciones de modo casi ondulante en la arena psicoanalítica. En un sentido tangencial o quizás poco riguroso, es un término que aparece constantemente en los desarrollos psicoanalíticos. El lugar que ocupa en el psicoanálisis el concepto de empatía es variado y también lo son, las influencias que posee dentro de las diversas escuelas psicoanalíticas. Asimismo, no parece haber claridad respecto de qué es lo que se comprende por empatía, aún dentro de una misma corriente psicoanalítica, tanto en su aspecto semántico como en el uso que se hace del mismo, si es que ambos factores pueden considerarse separadamente. Al hacer referencia a la noción de empatía, es lícito preguntarse ¿Es sólo una experiencia que el analista posee al comienzo del tratamiento o debe ésta acompañarlo a lo largo de todas las sesiones? ¿ Es una experiencia compartida con todos los individuos en la vida cotidiana o forma parte de la técnica del terapeuta? Si fuera así, ¿Cuál es su estátus? ¿Es meramente un factor relacionado con lo emotivo o se le adicionan también ciertos aspectos cognitivos? ¿Está asociado a otro tipo de procesos psíquicos? En este trabajo intento abocarme, en un plano teórico, a reconocer y dar forma a diversos sentidos de “empatía” en psicoanálisis y sus posibles vínculos con algunos desarrollos teóricos de la filosofía de la mente. Mi objetivo, en consecuencia, no consiste en brindar resultados empíricos o mostrar a través de la práctica psicoanálitica la presencia o no de la empatía y su rol en el desempeño analítico. Más bien, quiero resaltar la necesidad de una mayor clarificación por parte de los psicoanalistas del empatía y la posibilidad, para ello, término de que hagan uso (entre otras disciplinas) de 1 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 algunos resultados teóricos obtenidos en el ámbito de la filosofía de la mente y de las neurociencias. II Hay muchas definiciones y caminos abiertos para considerar la noción de empatía en sí misma y en relación con otros procesos psíquicos. Los trabajos de los psicoanalistas remontan el término “empatía” tanto a Adam Smith (1759, “De la Simpatía”), como a los desarrollos efectuados entre 1790 y 1800 en los círculos universitarios de Leipzig, Jena y el romanticismo alemán en general, y, finalmente, a los desarrollos de la hermenéutica (Dilthey) y de la fenomenología (Husserl) entre otros. Tanto Pigman, G. W. (1995) en “ Freud y la Historia de la Empatía”como Bolognini, S. (2004) en La Empatía Psicoanalítica y Etchegoyen. L (2000) en “La Empatía en la Práctica Psicoanalítica” (entre una gran mayoría de autores) coinciden en que Freud, en “Sobre la Iniciciación del Tratamiento” (1913) considera a la empatía como una condición necesaria para el análisis con el fin de permitir el desarrollo de una transferencia positiva y para el acceso a la interpretación. Aún así, parece haber acuerdo en que, para Freud, no es uno de los elementos fundantes y fundamentales para la comprensión de los conflictos internos del paciente. Según Heinz Kohut (1971) la única información válida que el psicoanalista puede obtener es a través de su empatía. Otros seguidores de la escuela de la psicología del self, utilizan contribuciones de otras ciencias para confirmar su observación empática (Schneider, 1999). El objeto del psicoanálisis para Kohut es el sí mismo, el self y define a la empatía como “una modalidad cognoscitiva específicamente adecuada a la percepción de configuraciones psicológicas complejas”. Siguiendo a Bolognini, si el analista para Kohut no está dotado de empatía no puede percibir y tomar los elementos que necesita, pero, si no sabe ir más allá de la empatía, no puede establecer hipótesis y teorías y no puede llegar a una explicación de los datos observados (Bolognini: 70). Por ejemplo, Roy Schafer (1959) define a la “empatía generativa como “... la experiencia interna de compartir y de comprender la condición psicológica de otra persona [...] en su organización jerárquica de deseos, sentimientos, pensamientos, defensas, controles, presiones superyoicas, capacidades, representaciones de sí y representaciones de las relaciones personales reales y fantásticas”. (Bolognini: 64) 2 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 En la misma época se encuentra el trabajo de Greenson (1960), para quien la empatía es un fenómeno esencialmente preconsciente, a diferencia de ciertos fenómenos conscientes como la imitación, “un conocimiento emotivo, compartir, y experimentar los sentimientos del otro”. Según el autor “debo dejar que una parte de mí entre en el paciente, y recorrer sus experiencias como si yo fuese él, para ver qué sucedería en mí mientras las vivo. Estoy intentando describir los procesos que intervienen cuando se entra en empatía con el paciente”. En estos autores, desde mi perspectiva, el redescubrimiento de la empatía los llevó a sostenerla como una condición necesaria y, en algún sentido, suficiente para comenzar el proceso de curación del paciente. Según lo reseñado por Montaliou en “La empatía desde el diván” J. Arlow y D. Beres (1974), consideran que el proceso empático por el cual la fantasía del paciente provoca la del terapeuta es enteramente inconsciente, produciéndose por identificación a través de un deseo inconsciente compartido. Acaece una ruptura cuando el terapeuta se da cuenta de que su experiencia interior no es más que un comentario sobre el material del paciente. Otras veces, la empatía está particularmente conectada con el conflicto psíquico del analista y, por ende, relacionada con otras nociones teóricas. Como, según Hinshelwood (1989) ocurre cuando M. Klein considera a la empatía como el producto de una identificación proyectiva normal y, así, la empatía podría considerarse, según L. Etchegoyen, como la habilidad del analista para aceptar las perturbaciones del paciente a través de la elucidación detallada de la identificación proyectiva. Podría considerarse en Bion (1963), siguiendo el desarrollo de la misma autora, que la empatía se relaciona con la noción fundamental de réverie que designa las funciones maternas de recibir, contener, elaborar, modificar y restituir transformadas, las proyecciones y las identificaciones proyectivas del bebé a través de un proceso de transformación de elementos sensoriales en elementos elaborados favoreciendo la mentalización progresiva del niño. Un nuevo significado de la noción de contratransferencia (Heimann, 1950, 1960; Racker, 1948, 1960; Money-Kyrle, 1956; León Grinberg, 1956, 1976) como problema y al mismo tiempo como recurso terapéutico, se encuentra también relacionado con la noción de empatía en psicoanálisis. El grado de sustentabilidad teórica de tal relación depende 3 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 fuertemente de los diversos significados asignados a la contratransferencia, a sus tipos y variantes. La empatía, para algunos autores, es condición necesaria para la práctica psicoanalítica, para algunos pocos hasta suficiente. Para L. Etchegoyen provee un punto de partida y actúa como indicador técnico en la modulación del dolor psíquico, en la anticipación a la posible respuesta de la interpretación y en tanto es un aspecto de la contratransferencia, se la puede utilizar para estudiar el diálogo analítico. Para Stefano Bolognini la empatía es un fenómeno intra e interpsíquico complejo y requiere de cierta capacidad de articulación interna y de libertad de percepción y representación de los afectos y configuraciones de todo tipo. En otros términos, la empatía psicoanalítica es un estado complejo no limitado a un acuerdo con lo vivido consciente egosintónico del sujeto, ni con una parte específica consciente o inconsciente privilegiada por una teoría, sino que requiere espacio y suspensión para que los momentos de identificación parcial y consciente puedan darse articulados con las diferentes zonas y niveles internos del paciente. No es una experiencia programada y posibilita el acceso con el tiempo, a través de la elaboración transferencial, a la reintegración de los elementos escindidos del paciente que el analista experimenta y reconoce a través de lo que Bolognini denomina un proceso de conciencia vivida y recuperada. Hasta aquí, he esbozado las distinciones de algunos psicoanalistas respecto de la noción de empatía y sólo he mostrado hacia dónde tienden sus investigaciones más que alcanzar en tan pocas líneas cuál es su significado. III Intentaré ahora evaluar algunos factores que considero son determinantes para una mejor comprensión del término empatía. En primer lugar, es importante poder diferenciar entre dos conceptos que suelen confundirse: la simpatía y la empatía. Muchos psicoanalistas establecen una distinción previa entre la noción de empatía y la de simpatía. Por ejemplo, algunos consideran que la empatía consiste en la participación afectiva y emotiva de un sujeto en una realidad ajena y que la simpatía es una inclinación afectiva entre personas de carácter general y mutuo. Desde una definición ya clásica y, a menudo bien aceptada, L. Wispé (1996) distingue ambos conceptos de la siguiente manera: 4 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 “En la empatía el yo es el vehículo para la comprensión y nunca pierde su identidad. La simpatía, por otra parte, tiene que ver más con la comunión que con la certeza (...) En la empatía uno se substituye a uno mismo por la otra persona; en la simpatía uno substituye a otros por uno mismo. Saber cómo se sentiría ser esa persona es empatía. Conocer lo que sería ser esa persona es simpatía (...) El objeto de la empatía es la comprensión. El objeto de la simpatía es el bienestar de la otra persona. En suma, la empatía es un modo de conocimiento; la simpatía es un modo de relacionarse”. (Wispé: 318, 1986) Esta distinción, si bien para muchos psicólogos sociales y filósofos, es nítida, no siempre lo es para otros. Esto significa que o bien hasta pueden ser términos intercambiables (Goldman, 1995; Goldie, 2000) o bien el sentido que cada uno de ellos les otorga difiere (Gordon, 1995, Barnes y Thagart 1998, Strayer, J y von RosbergGempton, I. 1992). Existen, en el ámbito filosófico numerosas discusiones acerca del lugar asignado a cada una de ellas, esto es, si la simpatía es anterior y fundante de la empatía o si apuntan a describir fenómenos diferentes o si los fenómenos del contagio emocional o la mímica de orientación perceptual son antecendentes de uno y no de otro fenómeno. Desde la perspectiva psicoanalítica, si se considera a la empatía como un mecanismo utilizado por el terapeuta en la práctica clínica, éste debe ser explicitado. Muchas veces, se describe al proceso empático como preconsciente, automático, involuntario y las descripciones que hacen de tal fenómeno apuntan más hacia lo que se comprende por simpatía que por empatía puesto que no se introduce ningún elemento de comprensión y se acentúa la comunión de emociones por parte del analista hacia el analizado. Por ello, es importante reconocer qué factores quedarían incluidos propiamente dentro del concepto de empatía y no de otros conceptos, diferentes pero con base común (como puede ser la simpatía), en tanto responden a relaciones básicas de intersubjetividad, y en un nivel de mayor profundidad, cómo se diferencian de otros fenónemos psíquicos más relevantes para el psicoanálisis (contratransferencia, identificación proyectiva, etc.) En segundo lugar, quisiera referirme a una distinción que ofreció D. Dennett (en 1969 pero que sólo en estos últimos años se tomó en cuenta) acerca de la llamada distinción personal/sub-personal. Esta distinción, en filosofía de la mente, abrió una línea 5 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 de discusión filosófica diferente en torno al debate de la autonomía de la explicación psicológica en relación con otro tipo de explicaciones ni filosóficas ni psicológicas, polémica que está tomando un curso de acción efectivamente ineludible. Una explicación es personal si atañe particularmente a fenómenos intencionales de las personas y apela a algún tipo de relación entre los estados mismos (las creencias, los miedos, las angustias, las intenciones, los deseos) siguiendo un criterio de racionalidad (no siempre satisfecho) y, en consecuencia, las acciones de las personas se explicarían según razones. En el nivel personal se encuentran las explicaciones de lo que se considera en filosofía de la mente, la psicología intencional del sentido común. Una explicación es subpersonal sino se apela a explicaciones que conllevan la noción compleja de persona y sólo se consideran explicaciones referentes a los mecanismos o tipos de capacidades que subyacen a diversos subsistemas relacionados entre sí, de un conjunto dado. Las explicaciones sub-personales consideradas como de dos tipos diferentes: pueden ser o en términos de procesamiento de la información cognitiva (estados sub-personales o mecanismos subyacentes) o en términos de la neurociencias, del vocabulario biológico en general. Dada, tal diferenciación, el problema consiste en si el nivel personal es autónomo y, si lo es, qué consecuencias se derivan de ello. Asimismo, no está aún resuelta cuál es la relación más adecuada entre los niveles. Podría considerarse como una relación de tipo vertical, al mismo tiempo que se sostiene la tesis de la autonomía del nivel personal. Si fuera así, podría sostenerse que el nivel sub-personal ofrece las bases sólo como condiciones para que el nivel personal pueda desarrollarse o también podría pensarse que ambas explicaciones interactúan, de una manera particular, sin confundirse, pero coartando algún sentido específico de autonomía. Como ejemplo de esto último, se puede citar la existencia de desórdenes producidos por daño cerebral que pueden afectar acciones explicadas en el nivel personal. Desde el momento que en el psicoanálisis se ofrecen reconsideraciones del fenómeno de la empatía es lícito preguntarse a qué nivel de descripción se están refiriendo con ello. ¿Se está describiendo una capacidad emotiva que las personas poseemos y a partir de la cuál, y sin ningún otro tipo de agregado el psicoanálisis parte y relaciona con otros fenómenos psíquicos que la teoría psicoanalítica postula? Si es así, parecería describir un fenómeno común a todos los individuos y el modo de comprensión 6 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 de su uso formaría parte del bagaje del que el psicoanalista no puede desligarse en su práctica terapéutica y correspondería a los aspectos que todo individuo posee. Sin embargo, si el mismo refiere a otro proceso o es un refinamiento de la noción “cotidiana” de empatía y forma parte o es condición de otro fenómeno psíquico postulado por la teoría psicoanalítica, hay que analizar un poco más qué es lo que está ocurriendo. Teniendo en cuenta la distinción personal-subpersonal, se podría sugerir que en el psicoanálisis ocurren los mismos problemas epistemológicos que se presentan en otras disciplinas tal como la psicología intencional del sentido común en relación con las explicaciones funcionales o las explicaciones en un nivel neural. La teoría psicoanalítica daría cuenta de la individualidad, en un nivel personal de las acciones de las personas con fines específicamente terapéuticos pero tales explicaciones si bien son autónomas no estarían separadas de otras en un nivel, por ejemplo, funcional o de tipo neural. Tal es el tipo de explicación que ofrece de la empatía Silvain Missonnier (véase “La empatía desde el diván”) apelando a la noción de empatía de Serge Levobici y su carácter específico humano evocando los aportes neurobiológicos tanto de Jean Decety como de Gallese, explicaciones que pertenecen claramente a un nivel sub-personal y que integrarían, en algún sentido no definido del término por parte del autor, algunos de los aspectos componentes necesarios de la empatía. Tampoco está diferenciado claramente el nivel de explicación cuando se hace referencia a otros hechos psíquicos como la contratransferencia y la identificación proyectiva. La cuestión reside, puntualmente, en cómo se relacionan y qué elementos son intrínsecamente constitutivos a cada uno de esos hechos psíquicos, es decir, la empatía por un lado y la contratrasferencia por el otro. Finalmente una cuestión no menor corresponder a dilucidar a qué nivel explicativo corresponde la noción de contratransferencia. Ocurre lo mismo con la noción de identificación proyectiva. De un modo análogo, en el ámbito de las diversas estrategias de atribución mental o mindreading, la simulación mental sugiere que para atribuir tanto a uno mismo como a los demás diversos estados mentales hacemos uso de la empatía. A diferencia de la teoría de la teoría, que sostiene que poseemos un amplio repertorio conceptual que utilizamos en nuestra vida cotidiana para comprender y anticipar las acciones de los otros, a través de una estructura legaliforme, la simulación mental argumenta que no poseemos la capacidad para teorizar sino que nos usamos a nosotros mismos 7 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 imaginándonos o “proyectándonos” en el lugar de la otra persona con el fin de comprender, explicar y hasta predecir las conductas. Uno de varios de los problemas que plantea la teoría de la simulación mental, según mi opinión, es intentar dar cuenta de la noción de empatía que supone para llevar a cabo la simulación. Se la puede caracterizar como un tipo de capacidad natural, no mediada por nada, que es adecuada para poder comprender a otros y para poder poseer la experiencia de los propios sentimientos. Si se parte de un enfoque naturalizado de la misma, esto es, se sigue los lineamientos quineanos de la epistemología naturalista, la explicación de la empatía, si bien es autónoma, podría relacionarse con ciertas explicaciones a nivel subpersonal, como la propuesta por Jean Decety y Philip Jackson en (2004) “The Functional Architecture of Human Empathy”, y sostenida nuevamente en un artículo de este año “The power of simulaton: imagining one’s own and other’s behavior” escrito por Jean Decety y Julie Grèzes. La noción de empatía que Decety y Jackson proponen está integrada por tres componentes funcionales que interactúan dinámicamente y están sostenidos por sistemas neurales específicos: un afecto compartido entre el yo y el otro, esto es, la experiencia afectiva del estado emocional inferido o real de la otra persona, una conciencia del yo del otro y cierta flexibilidad mental para adoptar la perspectiva subjetiva del otro. El primer componente, el afecto compartido entre el yo y el otro, se basa en el emparejamiento entre la percepción y la acción que conduce a lo que los autores sostienen como un elemento de la noción de empatía: las representaciones compartidas entre el yo y el otro. La noción de representación compartida refleja la idea de que la percepción de una conducta dada en otro individuo activa automáticamente las propias representaciones de uno de aquella conducta. Tal punto de vista se basa en las propiedades fisiológicas fundamentales del sistema nervioso con respecto a la continuidad entre la acción y la cognición, que primariamente se sustenta en ciclos de percepción y acción (funcionalmente interconectados). Las acciones están codificadas en términos de los efectos perceptibles que ellas generan. Las percepciones de una acción activarían las representaciones de tal acción al grado tal de que se conciben como similares, las acciones percibidas y las acciones representadas. Los mecanismos motores de representación compartida ofrecen una base para la noción de intersubjetividad porque 8 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 establece un puente funcional entre la información desde la perspectiva de la primera persona y desde la tercera. El segundo componente de la empatía es la existencia de la conciencia del yo del otro. Se parte del punto de vista de la distinción entre el conocimiento obtenido desde la perspectiva de la primera persona y aquel obtenido desde la perspectiva de la tercera persona. Es un supuesto de la empatía y surge, según estudios, de la interacción de diversos procesos distribuidos en el cerebro. Es posible distinguir entre las representaciones activadas por el propio yo y las activadas por los otros, puesto que las cadenas neurales que subyacen al autoprocesamiento y al procesamiento de otros, poseen algunos elementos en común y otros independientes. Se cree, también, que la capacidad de autoconciencia requiere previamente de la habilidad para efectuar representaciones de segundo orden puesto que el yo como objeto de conocimiento es una representación secundaria. Ocurre lo mismo en relación con la conciencia de los otros porque se requiere de la capacidad para explicar desde la perspectiva de la otra persona. El tercer y último componente necesario de la empatía es la capacidad de flexibilidad mental y la autorregulación. Existe mucha evidencia en favor de la idea de que la flexibilidad mental para adoptar la posición de alguien más, es un proceso controlado e intencional y que requiere de algún nivel de regulación de las emociones para manejar y optimizar las transacciones intersubjetivas entre el yo y el otro. Un aspecto esencial de la empatía es el reconocimiento de la otra persona como “parecida a mí” mientras que se mantiene una clara diferenciación entre el yo y el otro. De esto se sigue, que la flexibilidad mental y la autorregulación son componentes importantes de la empatía y, que por tanto, es necesario regular la propia perspectiva que ha sido activada por la interacción con los otros o aún la mera imaginación de tal interacción. Para ello, se requiere de ciertos mecanismos inhibitorios con el fin de regular y disminuir el rol de la auto-perspectiva y permitir la evaluación de la perspectiva del otro. Tales mecanismos están presentes en los sujetos normales. Algunas investigaciones empíricas han mostrado cómo ciertos daños cerebrales producen la falta de estos mecanismos inhibitorios lo cual conduce a la falta de empatía. En filosofía de la mente, la simulación es una capacidad para mentalizar, para comprender los estados mentales de uno mismo y de los demás. El que atribuye estados 9 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 mentales intenta copiar los estados mentales de la persona a simular utilizando sus propias fuentes psicológicas. Si bien la acepción de Decety y Grezes, de un lado y la definición de simulación mental por parte de los filósofos de la mente de otro, parecen ser descripciones muy diferentes, podrían considerarse como refiriéndose a un mismo fenómeno, explicado de dos maneras diversas según el nivel de análisis correspondiente (un nivel personal y un nivel subpersonal) y, en consecuencia, obteniendo una teoría de la simulación fundamentalmente naturalista y más completa abarcando todos los niveles de este fenómeno tan complejo. Volviendo al ámbito psicoanalítico, podría considerarse la descripción de empatía a nivel subpersonal en un nivel neural como fundante de la explicación psicoanalítica de la empatía (en un nivel personal) evaluando si los aportes ofrecidos en las distintas versiones de empatía propuestas por los psicoanalistas, esbozadas en la primera parte de este trabajo, estarían en concordancia con estas explicaciones en un nivel neural. Para concluir, dentro de las explicaciones que en un nivel personal el psicoanálisis puede ofrecer de las acciones empáticas del analista en relación con el paciente, estarían también integrados como elementos explicativos, aquellos pertenecientes a la simulación mental como una posible estrategia de atribución mental que cotidianamente los sujetos utilizamos en nuestra vida diaria y que el psicoanalista estimula y completa a partir de la introducción, de un modo coherente epistemológicamente de la técnica psicoanalítica apropiada. IV Un acercamiento a la noción de empatía en psicoanálisis nos revela la necesidad de una mayor revisión. En primera instancia, propongo comenzar por clarificar la distinción entre los elementos empáticos y los simpáticos teniendo en cuenta los resultados obtenidos desde la filosofía y la psicología social. En segunda instancia, considero relevante evaluar si los elementos que se describen fenomenológicamente de la empatía corresponden a aspectos compartidos por todas las personas, como parte de su acervo o si son desarrollos específicamente producidos por el entrenamiento de una técnica a partir de esas propiedades compartidas. 10 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 En tercera instancia, estimo importante el intentar diferenciar los aspectos conscientes de los no conscientes, inmersos en la noción de empatía, y considerar su participación (vincular o como parte de la estructura) en otros hechos psíquicos de relevancia en la práctica psicoanalítica (particularmente la contratransferencia y la identificación proyectiva) Finalmente, creo que es necesario insertar la caracterización psicoanalítica de la empatía de un modo epistemológicamente coherente con explicaciones de la empatía en un nivel neural, ya que, después de todo, las personas somos, por decirlo de algún modo, unidades psicofísicas. Bibliografía Barnes, A. y Thagart, P. (1998) “Empathy and analogy” Canad. Philos. Rev. 37: 707-720 Beres, D. y Arlow, J. (1974) “Fantasy and identification in empathy” Psychoanalytical Quarterly, Vol.43, 26-50. Bion, W. (1963) Elements of Psycho-analysis, London, Heinemann.. Bolognini, S. (2004) La Empatía Psicoanalítica, Lumen. Freud, S. (1913) “Sobre la iniciación del tratamiento” Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis. A.E.12 Brunsteins, P. (2005) Leyendo nuestras mentes: una visión de la controversia en torno a las teorías de la atribución mental, Tesis doctoral, UNC. Brunsteins, P. (2004) “Estrategias de atribución mental” en Rabossi, E. La Mente y sus Problemas, Catálogos. Davies, D. “The Mental Simulation Debate” Philosophical Issues,5. Truth and Rationality, 1994. Davies,M. y Stone, T. (1995) Folk Psychology: The Theory of Mind Debate, Blackwell Publishers. Decety, J. y Jackson, P. (2004), “The Functional Architecture of Human Empathy” Behavioral and Cognitive Neuroscience Reviews, 3,2: 71-100 Decety, J. and Grèzes, J. (2006), “The power of simulaton: imagining one’s own and other’s behaviour”. Brain Research, versión web. Dennett, D. (1969) Content and Consciousness, Mit Press. 11 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Etchegoyen, L. (2000) “La empatía en la práctica clínica” en Las Tareas del Psicoanálisis, Polemos. Goldie, P. (2000) The Emotions,. A philosophical Exploration, New York, Oxford University Press. Gordon, R. Mentzel, R., “Sympathy and Altruism in Response to Disasters.Authors Source” en Journal of Social Psychology; 90, Vol. 130 Issue 3: 309 Goldman, A. (1995), “Interpretation Psychologized” en Davies, M y Stone, T. (1995), Folk Psychology: The Theory of Mind Debate, Blackwell. Goldman, A. (1993), Philosophical Applications of Cognitive Science, Westview Press. Goldman, A. (1992), Liaisons: Philosophy Meets the Cognitive and Social Sciences, Cambridge, MIT Press. Gordon, R. (1995) (a) “Folk Psychology as simulation” en Davies, M y Stone, T. (1995), Folk Psychology: The Theory of Mind Debate, Blackwell. Gordon, R. (1995) (b) "The Simulation Theory" en Davies, M y Stone, T. (1995), Folk Psychology: The Theory of Mind Debate, Blackwell. Greenson, R. (1960) “Empathy and its vicissitudes” Int. J. Psycho-Anal., 41: 418-424 Grinberg, L. (1956) “Sobre algunos problemas de técnica psicoanalítica determinados por la identificación y la contraidentificación proyectiva”. Rev.Psicoanál., 13:507-511. Heimann, P. (1950) “On countertransference” Int.J.Psycho-Anal., 31: 81-84 Kohut, H. (1959) “Introspection, empathy and psychoanalysis”. J.A.P.A., 7: 459-483 Kohut, H. (1971) The Análisis of the Self, International University Press. Montoliu, J. “La Empatía desde el diván” en Aperturas Psicoanalíticas: hacia modelos integradotes, Revista de Psicoanálisis, 20, 2005. Money-Kyrle R. (1956) “Normal countertransference and some of its deviations”. Int. J. Psycho-Anal., 37: 360-366. Pérez, D. (comp.) (2002) Los Caminos del Naturalismo: Mente, Conocimiento y Moral, Eudeba. Pigman, G. “Freud and the history of empathy”, Int. J. Psycho-Anal. Vol 76: 237-254 Premack, D. y Woodruff, G. (1978) “Does the Chimpanzee Have a Theory of Mind?” en The Behavioral and Brain Sciences, 1, 515-526. Rabossi, E. (ed) (1995), Filosofía de la Mente y Ciencia Cognitiva, Paidós. Racker, H. (1960) “La neurosis de contratransferencia” en Estudios sobre técnica psicoanalítica, 1960. 12 Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Scotto, C. (2002) “Interacción y atribución intencional: la perspectiva de la segunda persona”. Anál. Fil.XXII, 2:135-155 Schafer, R. (1959) “Generative empathy in the treatment situation” Psychoanal. Q. 28: 342-373 Strayer, J. Y von Rosberg-Gempt, (1992) I. “The empathy continuum scoring manual” (version web) Wispé, L. (1986) “The distinction between sympathy and empathy” J. of P and Soc. Psycho.20,2:314-321 13