TEXTO Al volver a casa y encerrarme en ella con mi hermano, le eché los brazos al cuello y besándole le dije: -¡Ay Lázaro, Lázaro, qué alegría nos has dado a todos, a todos, a todo el pueblo, a todos, a los vivos y a los muertos, y sobre todo a mamá, a nuestra madre! ¿Viste? El pobre don Manuel lloraba de alegría. ¡Qué alegría nos has dado a todos! -Por eso lo he hecho -me contestó. -¿Por eso? ¿Por darnos alegría? Lo habrás hecho ante todo por ti mismo, por conversión. Y entonces Lázaro, mi hermano, tan pálido y tan tembloroso como don Manuel cuando le dio la comunión, me hizo sentarme en el sillón mismo donde solía sentarse nuestra madre, tomó huelgo, y luego, como en íntima confesión doméstica y familiar, me dijo: -Mira, Angelita, ha llegado la hora de decirte la verdad, toda la verdad, y te la voy a decir, porque debo decírtela, porque a ti no puedo, no debo callártela y porque además habrías de adivinarla y a medias, que es lo peor, más tarde o más temprano. Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que me sumergió en un lago de tristeza. Cómo don Manuel le había venido trabajando, sobre todo en aquellos paseos a las ruinas de la vieja abadía cisterciense, para que no escandalizase, para que diese buen ejemplo, para que se incorporase a la vida religiosa del pueblo, para que fingiese creer si no creía, para que ocultase sus ideas al respecto, mas sin intentar siquiera catequizarle, convertirle de otra manera. Miguel de Unamuno, San Manuel Bueno, mártir. PREGUNTAS: 1.- Señale la organización de las ideas del texto. El presente texto, en el que se alternan la voz de la narradora y el diálogo de los personajes, puede dividirse en dos partes: - La primera (hasta la línea 8.ª), en la que Ángela manifiesta a su hermano Lázaro la alegría que siente tras haber visto que tomaba la comunión de manos de don Manuel. - La segunda abarca el resto del fragmento y contiene la revelación de Lázaro a su hermana sobre las razones de haber comulgado: no lo ha hecho por convicción sino a petición del párroco y con el único objetivo de preservar la felicidad de los feligreses. Esta es la idea principal del texto, que presenta una estructura secuencial, propia de las narraciones, según la cual se van exponiendo los hechos en el orden cronológico en el que suceden. 2.- Indique el tema y escriba un resumen del texto. El tema del texto es la confesión de Lázaro a Ángela del motivo de su comunión. Resumen: Tras la misa parroquial en la que Lázaro se decide a tomar la comunión de manos de don Manuel, todos en el pueblo –incluida Ángela- piensan que el párroco ha conseguido que Lázaro vuelva a abrazar la fe católica. Pero Lázaro, incapaz de mentir a su hermana, le confiesa que ha comulgado no por haber vuelto a creer, sino porque don Manuel le ha pedido que aparente ser ante el pueblo un verdadero creyente. 3.- Comentario crítico sobre el contenido del texto. El texto pertenece a la novela de Miguel de Unamuno (1864-1936) San Manuel Bueno, mártir, obra publicada en 1931 y, con carácter definitivo, en 1933. En ella, el reputado intelectual, poeta, dramaturgo, ensayista, novelista y “guía” de la Generación del 98 reflexiona sobre la fe y la inmortalidad, tema que le obsesionó durante toda su vida y que plasmó en otros muchos escritos, especialmente en su obra Del sentimiento trágico de la vida. San Manuel Bueno, mártir, por su fecha de redacción, se convierte en su testamento literario. Tres son los personajes principales de la novela (y del presente texto): Ángela, narradora-testigo de la vida de don Manuel; Lázaro, su hermano, antagonista de las ideas que mantiene el pueblo, y don Manuel, párroco de la aldea de Valverde de Lucerna y protagonista de la historia. Una historia que cuenta la vida atormentada de un sacerdote (un hombre “bueno”) que necesita creer en la resurrección para mantener la felicidad de sus feligreses, pero que no está convencido de ello. Esa duda agónica, esa lucha entre la inteligencia y el corazón, constituye su “martirio”. El texto nos presenta el momento en que Ángela conoce el secreto del sacerdote, revelado por su hermano. Don Manuel finge creer en la inmortalidad para que su pueblo continúe feliz en su ignorancia, soñando con la vida eterna. En cambio, quien cree en el destino mortal del ser humano (el hombre es un ser para la muerte es la idea central del existencialismo) vive atormentado, como vive este párroco. Así que don Manuel se plantea ocultar su verdad a los feligreses, porque como dirá más adelante, “con mi verdad no vivirían”. Pero esta verdad no puede ocultársela a Lázaro y se la confiesa porque, de no hacerlo, su tormento sería tan fuerte que acabaría gritándola en medio de la plaza. Sorprendentemente, don Manuel se ha ganado a Lázaro para su causa: la misericordia compasiva. El hombre culto, razonador, agnóstico, accede a comulgar no por convicción, sino por colaborar con el párroco en la perpetuación de la mentira, justificando el proceder del sacerdote y alineándose con él en la idea (más propia de un ‘despotismo ilustrado’ que de estos tiempos modernos) de que lo mejor para el pueblo es vivir feliz en la ignorancia. ¿Es ético este comportamiento humano? No desde la ortodoxia católica, desde luego. Lázaro tiene que contarle esta verdad a su hermana antes de que ella misma la descubra (su hermana es ‘pueblo’ en la fe, pero dotada de la inteligencia de los ‘elegidos’ –parece querer decirnos el autor). Lázaro espera la comprensión de su hermana, lo mismo que él ha comprendido la actitud de don Manuel. Ángela, que relata el suceso muchos años después, cuando la diócesis está promoviendo la canonización del sacerdote, nos dirá más adelante que su consuelo es creer que ambos murieron creyendo que no creían, que Dios les hizo creerse incrédulos, pero que en el último instante de sus vidas se les cayó la venda (típica paradoja de Unamuno). La tesis del autor es que nadie puede renunciar a su anhelo de inmortalidad ni a buscar el refugio de Dios. Por eso elige como cabecera del libro las palabras de San Pablo a los Corintios: “Si sólo en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de los hombres todos.” En conclusión, Unamuno nos muestra en esta novela (o ‘nivola’, como él gustaba calificar a sus obras) la crisis de la conciencia, el conflicto existente en los intelectuales de principios del siglo XX entre la fe y la razón, así como el sentido de las religiones (¿opio para el pueblo, como dijo Marx?). Para ello, elige cuidadosamente los nombres de personajes y lugares y los llena de valores simbólicos, sin los cuales no podríamos entender esta obra: Lázaro, ‘el resucitado’ a la fe de don Manuel, transmite el mensaje a su hermana Ángela, que a su vez se convierte en ‘mensajera’ del secreto de un sacerdote ‘bueno’, entregado evangélica y socialmente a su pueblo de Valverde de Lucerna, ‘valle verde de luz’ donde los feligreses viven felices, ‘paraíso’ situado entre el lago y la montaña, es decir, entre la confusión y la fe que ‘martirizan’ a este ‘Cristo entre nosotros’. Lo que Unamuno nos ofrece, en definitiva, es la imagen de una fe en la otra vida, aunque esta fe se alimente permanentemente de la duda. P.D. Dos opiniones distintas manifestadas por dos alumnos: “Don Manuel es un hombre bondadoso y admirable por sacrificar su vida por la felicidad de su pueblo. Para él vivir con la esperanza de que hay otra vida más allá de la muerte, hace que la gente sea más feliz, sin la preocupación ni la frustración de pensar que hemos nacido para morir, que es lo que pensaban don Manuel y Lázaro.” “La falta de creencia de don Manuel en la otra vida nos lleva a pensar si todos los sacerdotes son como él. ¿Nos mienten para que seamos felices? Todo el mundo desea saber la verdad y no le gusta sentirse engañado, por muy cruel que esta sea.” Con la colaboración de Francisco Javier, Eva y M.ª del Mar, 2.º Bach., IES Nervión, 2010. JMIM.