copa tocaba al cielo estendiendo sus ramas por toda la tierra, y bajo el cual se anidaban las aves y comía toda carne, cortado después y destruido, fue la señal del término de las felicidades de su reinado. Así se cumplió con la esplicacion que le hizo el profeta Dan i e l , sucediéndole en Babilonia su hijo Merodach. {Daniel, cap. 4.) Cuando Josías edificó el templo y estableció el culto de Dios en Jerusalén, después de leer al pueblo el Deuteronomio, dio órdenes terminantes para destruir todos los ídolos entregándolos á las llamas, inclusos los corpulentos Arboles del bosque consagrado a l a diosa Asteroth, protectora de los Sidonios. (Libro 4 de los Reyes, cap. 23.) E n el libro de la Revelación también se indica alguna vez, mas especialmente cuando aparecen los siete Angeles anunciando con sus trompetas las calamidades del mundo. «Y fue abrasada la tercera parte de los Arboles, y quemada toda la yerba verde.» {Apocalipsis, capítulo' 8, v. 8.) Amigos y bienhechores de la humanidad los Arboles, no es estraño que los hombres, careciendo del conocimiento del verdadero Dios, los divinizasen. E n el curso de la obra, al describir la historia mitológica de las plantas, puesto que en su mayor parte cada cual tiene la suya, se verá que casi todos ó la mayor parte tuvieron su deidad protectora, venerada con mas ó menos suntuosidad. Los Hebreos los dividieron en dos clases, que tenían en gran estima: los G/iets-Peri, ó frutales, por el alimento sano y nutritivo que les proporcionaban, y los Aserzar, ó de sombra, bajo cuyas hospitalarias ramas gozaban la tranquila vida del campo.