Quién soy yo, para que vaya al Faraón” Parashat Shemot

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Parashat Shemot
“Quién soy yo, para que vaya al Faraón”
Por Nejama Leibowitz
Cinco veces rehusó Moshé la misión que le fue encomendada en el acto de la zarza
ardiente. Cinco veces expuso sus argumentos e igual :número de veces fueron rechazados
por el Señor. Pasemos revista a este extraordinario diálogo
Y Moshé dijo a D-s:
“¿Quién soy yo, para que vaya al Faraón, y para que saque a los hijos de Israel de Egipto?”
3, 11
Pero Moshé dijo a D-s:
“He aquí, yo iré a los hijos de Israel y les diré … y cuando me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué
les responderé? 3, 13
Respondió Moshé y dijo: “y si no me creyeren ni escucharen mi voz, porque dirán: No te ha aparecido el
Señor” 4, 1
Y dijo Moshé al Señor: “¡Ay Señor! No soy hombre elocuente, de ayer ni de anteayer, ni desde que
hablaste a Tu siervo, sino que soy torpe de boca y torpe de lengua”.
4, 10
Y él respondió: “¡Por favor Señor! Envía, Te ruego, por mano de quien quieras enviar”. 4, 13
Moshé aparece aquí como intentando ocultarse, en cada respuesta, tras un nuevo
pretexto. En las dos primeras respuestas el motivo es su incapacidad personal para tal
misión. Esto es notable especialmente en la segunda pregunta: “¿Qué les responderé?”
En la tercera oportunidad, el motivo de su negativa es el pueblo. La expresión
“Respondió Moshé y dijo” prueba que Moshé adoptó esta vez un argumento nuevo.
Casuto, en su comentario a Exodo dice:
Esta fórmula, sirve a veces, no sólo como significando directamente una respuesta, sino
que también viene a indicar una idea o una iniciativa nuevas por parte de quien habla.
Este es el uso que tiene en el libro de Yob y aquí.
Pero, luego que también este argumento fue rechazado por el Señor, vuelve Moshé a
basar su negativa sobre una supuesta incapacidad personal, física o espiritual. Nuestros
Sabios, debido a la extensión del discurso y a los numerosos “ni”, vieron reflejados en el
texto la tremenda lucha interna de Moshé y su temor a asumir tal responsabilidad.
Dijeron:
Shemot Rabá 3, 20:
“ Y dijo Moshé al Señor: “¡Ay Señor!: Díjole Moshé al Santo, alabado sea: “Tú eres el
Señor del mundo ¿y quieres que yo sea Tu emisario? Pero ¡si no soy hombre elocuente!”.
Los Sabios explicaron que durante siete días, antes del acto de la zarza ardiente, trató D-s
de convencerlo que asumiera la misión, pero Moshé no se rindió hasta que enfrentó la
zarza. Interpretaron el texto así: “No soy hombre elocuente”, un día. “De ayer”, dos días.
“Ni”, tres. “Desde anteayer”, cuatro. “Ni”, cinco. “Desde que”, seis. “Hablaste”, siete
días.
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Después que también este argumento fue rechazado por D-s, vino la quinta negativa –
totalmente diferente a las anteriores: “Por favor, Señor, envía Te ruego, por mano de
quien quieras enviar” – que carece por completo de motivo alguno. Sin embargo,
nuestros Sabios intentaron encontrarle motivos también a esta negativa. Leemos en
Shemot Rabá 3, 21:
´´…y él dijo: “Por favor Señor, envía te ruego, por mano de …” Rabí Jiyá, el mayor,
interpretó ésto así: “Dijo Moshé ante el Santo, alabado sea: ¡Soberano del mundo! ¿Por
mi intermedio quieres redimir a la progenie de Abraham, aquel que Te proclamó como el
Señor de toda la creación? “Envía, Te ruego, por mano de quien quieras enviar”: Dijo
Moshé ante El: ¿Quién es más querido al hombre, su sobrino o su nieto? Cuando
quisisTe salvar a Lot, el sobrino de Abraham, dispusisTe que fuese salvado por mano de
ángeles; los hijos de Abraham, que son sesenta decenas de miles, ¿quieres salvarlos por
mi mano? Dispone que sean salvados por manos de los ángeles que acostumbras a
enviar.´´
Pero, en el versículo mismo no encontramos sino un rechazo liso y llano. El último.
Moshé desespera casi; parece como si se le hubieran agotado sus argumentos y no le
queda nada por alegar.
Estudiemos detenidamente la primera de las negativas. Las palabras de D-s a Moshé
después que se reveló en la zarza.
"Ahora, pues, ven, y te enviaré al Faraón, y saca a Mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto". 3, 10
Dado que cada hemistiquio contiene un mandato que Moshé debe cumplir, podemos en
tal caso ver el versículo como conteniendo dos ideas. No le fue dicho: “para sacar a Mi
pueblo” sino que le fue ordenado: “¡Saca a Mi pueblo!” Rashí explica ésto así:
“Ahora, pues, ven, y te enviaré al Faraón”: Y si preguntares ¿Para qué servirá ello?
“¡Y saca a Mi pueblo!”: Tus palabras servirán y los sacarás de allí.
La segunda parte del versículo revela el propósito de la misión y encierra también la
promesa de que será exitosa. Vino la doble negativa de Moshé para rehusar las dos
misiones:
“¿Quién soy yo, para que vaya al Faraón y para que saque a los hijos de Israel de Egipto?” 3, 11
Las opiniones de los comentaristas se dividieron al considerar esta doble respuesta.
Estudiaremos dos opiniones opuestas para profundizar la comprensión de este texto.
Rashí:
“¿Quién soy yo, …?”: ¿Qué importancia tengo para que vaya a hablar con reyes? “¿y para
que saque a los hijos de Israel?” Y si soy importante, ¿cuál es el mérito de Israel para que
se les haga un milagro y se los saque de Egipto?
Diametralmente opuesta es la opinión de Rashbam:
“¿Quién soy yo?” Quien desea comprender el significado directo de este texto podrá
servirse de la explicación que propongo, pues mis predecesores no lo comprendieron en
absoluto. Moshé respondió a dos cuestiones. Una, la orden de dirigirse al Faraón y la otra
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el mandato de sacar a los hijos de Israel de Egipto, por orden del Faraón. A lo primero
contestó: “¿Quién soy yo para que vaya al Faraón?”, aún si le llevara un gran presente
¿acaso puede una persona extraña y desconocida como yo entrar en la corte real?
“¿Y para que saque a los hijos de Israel de Egipto?” Suponiendo que sea apto para
presentarme ante el Faraón, para que me atienda en diversos asuntos, pero, en éste, ¿qué
argumento convincente podré esgrimir? ¿Acaso es el Faraón tan tonto como para
hacerme caso y liberar a un pueblo numeroso, esclavo suyo, y dejarlo salir de su tierra?
¿Qué podré decirle para convencerle? ¿Cómo podré convencerlo para que ordene la
salida de Israel de Egipto? Quien interpreta estos versículos adjudicándoles otro
significado yerra por completo.
He aquí una prueba del error en el que puede caer un racionalista, que, tratando de
encontrar el sentido directo del texto se aleja de toda interpretación midráshica, llegando
a desvirtuar el significado del texto. Aún cuando Rashbam puede alegar en oposición a la
opinión de Rashí – a quien critica cuando dice: “Mis predecesores se equivocaron por
completo” – que el orden de las palabras no armoniza con su explicación, pues de
acuerdo con Rashí, Moshé no debía haber sido el sujeto del segundo hemistiquio; el
pueblo de Israel debió haber sido el subjeto, es decir, según Rashí, el texto debería leerse
así: “¿Quién es Israel para que sea sacado de Egipto?”. Este argumento y ni tampoco la
explicación del mismo Rashbam resisten la crítica.
Uno de los principios fundamentales de la exégesis es explicar el texto conforme a su
espíritu, lo cual permite intuir el significado de los pasajes oscuros de dicho texto. Con
este principio en mente veremos hasta que punto erró Rashbam al ver en la negativa de
Moshé una reflexión política. Moshé está frente a la zarza que arde y no se consume.
Escucha por primera vez, de en medio de la llama la palabra de D-s: “¡Ven! Y te enviaré
al Faraón”. Vemos a Moshé cubriéndose el rostro, “porque tuvo temor de mirar a D-s”.
En un momento tan majestuoso, en presencia de un milagro evidente, en circunstancias
henchidas de santidad, responde Moshé, según Rashbam, con razones frías y calculadas:
que la constelación política presente no es apropiada para tal empresa; que la casta
reinante en ese momento en Egipto no está dispuesta a negociar la liberación del pueblo
y, ¡ay de nosotros!, si nos equivocamos en la apreciación del enemigo, si lo consideramos
tonto.
Este es el modo en que Rashbam interpreta las palabras de Moshé, sin darse cuenta que
al hacerlo así, traslada la escena del escenario de la zarza ardiente al gabinete frío y
calculador de un estado mayor militar; pero el texto se rebela contra tal explicación:
"…Le llamó D-s de en medio de la zarza, diciendo: “¡Moshé! ¡Moshé!” 3, 4
Y él respondió: “¡Héme aquí!”
Y El dijo: “¡No te llegues acá!
Quita tu calzado de tus pies porque el lugar en que estás Tierra santa es.” 3, 5
" Y dijo: “Yo soy el D-s de tus padres, el D-s de Abraham, el D-s de Yitzjak, y el D-s de Yaakov.”
Entonces se cubrió Moshé su rostro, porque tuvo temor de mirar a D-s. 3, 6
"Y el Señor dijo: “Ciertamente he visto la aflicción de Mi pueblo en Egipto y he escuchado su clamor a
causa de sus exactores …” 3, 7
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¿Contestaría acaso Moshé, en un ambiente como éste, frente a la zarza que ardía y no se
consumía, con dudas políticas y diplomáticas? “¿Acaso es el Faraón un tonto en acceder
a la liberación de un pueblo numeroso, esclavo suyo?”
Cuán superiores son las palabras de nuestro maestro Rashí a las del racionalista Rashbam.
Rashí ve en las palabras de Moshé la única reacción apropiada en circunstancias como
éstas, momentos iniciales de su carrera profética. Capta en las palabras de Moshé el eco
de sentimiento de la insignificancia del hombre; percibe el estremecimiento espiritual de
Moshé ante la vanidad del hombre – ceniza y polvo – frente al Supremo; intuye el
sentimiento de su propia debilidad que tiene Moshé y de la falta de méritos del pueblo
para ser redimido. ¿Qué valen nuestra vida y nuestra justicia para que se derrame sobre
nosotros tal gracia? Podemos suponer sin duda, que sólo éste puede ser el sentido directo
del texto. Tal interpretación armoniza con la respuesta de su Creador, que no niega la
pequeñez, la insignificancia y la falta de méritos, pero, que opone a todo esto un sólo
argumento:
“Porqué Yo estaré contigo” 3, 12
También esto fue explicado acertadamente por Rashí:
“No es éste asunto tuyo, sino Mío”.
A la segunda pregunta de Moshé, ¿Cuál es el mérito de Israel?, fue dada una gran
respuesta:
“Y cuando hayas sacado al pueblo de Egipto serviréis a D-s en este monte.”
3, 12
Rashí:
En cuanto a tu pregunta, ¿Cuál es el mérito de Israel para que salgan de Egipto?”, te
responderé: “Les tengo preparado algo granD-so: Están por recibir la Torá en este
monte, al cabo de tres meses después que hayan salido de Egipto”.
No es un mérito el que tienen, sino una misión; no son redimidos por sus buenas
acciones pasadas, sino por su futuro. Esta redención tiene una meta.
En más de una oportunidad lo hemos leído en la Torá:
“ … Que os saqué de la tierra de Egipto para ser el D-s vuestro.” Bamidbar 15, 41
Tomado de“ :Reflexiones sobre la Parashá ,”Prof. Nejama Leibowitz ,publicado por el
Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora, Jerusalém 1986 ,págs .
76 – 71
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