MAÑONGO 30

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Mañongo
No.30, Vol.XVI; Enero - Junio 2008
DINÁMICA POLÍTICA EN LA VENEZUELA DE ANTONIO
LEOCADIO GUZMÁN.
Carlos Cochiarella.
Resumen
La Venezuela decimonónica, en su aún fresca ruptura colonial y, más concretamente, en su definitiva separación grancolombiana, experimentará las convulsiones propiciadas por los grupos políticos representados en Conservadores y
Liberales; de uno y otro lado, sus miembros convencidos de la heredad
bolivariana, pugnaban por el control de la ahora República de Venezuela. Esta
situación política se hacia acompañar de una aguda crisis económica y social
como resultante del propio proceso Independentista, el cual, trajo consigo, el
reacomodo de un cerrado grupo oligárquico y el desfavorecimiento para con las
mayorías que aún reclamaban sus reivindicaciones: los pardos, los mulatos,
entre otros. La difícil realidad política, social y económica que atravesaba la
joven república, terminó, en el estallido de una guerra; la Federal (1859-1863).
Palabras Clave: doctrina, filosófico-políticas, partido liberal, liberalismo.
THE DYNAMICS POLITICAL IN THE VENEZUELA OF
ANTONIO LEOCADIO GUZMÀN.
Abstract
The Venezuela of the nineteenth, when even fresh in it break up colonial and,
more specifically, its definitely separation of Grand Colombia, experimented
convulsions propitiated by political groups, who represented the republicans
and liberals; in both side their members convinced of the heritage bolivarian,
fought for control of the new Republic of Venezuela. That political situation was
a process of readjustment accompany by a sharp crisis economic and social as
answer of the on processes of independency, which bring with it a lodgings of
a closed group of oligarchic and unfavorable for the majority who demanded
their rights: the brown (pardos), mulattos among other. The hard reality political,
social and economic that through the young republic, and ended with the
outbreak of Federal war (1859- 1863).
Key words: Doctrine, philosophic political, liberal party, liberalism
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Carlos Cochiarella
I.
INTRODUCCIÓN.
El presente trabajo somete a interpretación filosófico- histórica la figura de
Antonio Leocadio Guzmán, vista desde la óptica de Ramón Díaz Sánchez, quien
dedicó una magistral biografía a este personaje del Partido Liberal, titulada como:
«Guzmán, elipse de una ambición de poder». Por estos senderos analíticos transitarán las líneas que siguen, en algunos momentos, sobre la propia persona de
Guzmán, en otros, en torno a su legado, es decir, a su obrar político en la Venezuela del siglo XIX.
II.
DESARROLLO DEL TEMA PROPUESTO.
Cuando en el siglo XIX existió una división nominal de los partidos históricos: Liberal y Conservador, no cobijaron en dichas organizaciones políticas,
zanjamiento ideológico alguno, que haya constituido el leimotiv de discusiones
políticas a lo largo de la centuria aludida. Intereses de diversa índole sobrevendrán en el seno de dichas estamentos políticos, sin embargo, pudiera pensarse
que el Partido Conservador preservaba el ideario político que implantó la Corona española, Caballero (1997:49) dice que en el siglo XIX venezolano, los
motejados partidos de: Liberal y Conservador, lucharon por imponer la dominación del liberalismo, y que estos dos viejos bandos políticos debieron recibir el
epíteto de liberales.
A igual tenor de lo que refiere Caballero, Raynero (2001), manifiesta que «la
libertad, igualdad, seguridad y propiedad constituirán el sanctasanctórum de
los principios liberales de los políticos venezolanos de la primera mitad del siglo
XIX» (p.132).
Venezuela se constituye como nuevo país de la libertad. La joven República
es arropada por el manto del Liberalismo del Mundo Occidental. Una nueva
conciencia se fue gestando aquende los mares; surge una nueva mentalidad
que fue eclosionando a través de los enciclopedistas y filósofos Franceses e
Ingleses. Las doctrinas económicas de Adam Smith y David Ricardo, cuyo denominador común fue la libertad, ideal que influyó en la Independencia de los
Estados Unidos, la Revolución Francesa, la Independencia de las colonias españolas, y el establecimiento de la Comuna de París en 1871.
…en nuestra primerísima idea de la República había dos posiciones encontradas sobre cómo concebir la libertad. Por una parte, lo
que llamaremos los libertarios (para insinuar a los pardócratas,
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igualitarios, nivelados, tumultuosos y posibles libertinos, esto
es, lo que hoy llamaríamos ultruosos); y por la parte estarían los
moderados, los hombres de la ley y del civismo. Para mencionar
nombres, de un lado los Ribas y los Yanes, quizá Peñalver; del
otro Roscio, Sanz, etc. (Castro Leiva, 2005, p. 210).
En este contexto histórico se aprobarán los primeros documentos
liberales del país, como la Constitución de 1830, la Libertad de Cultos y la Ley de
Libertad de Contratos del 10 de Abril, ambas de 1834, sumado a otros instrumentos jurídicos indicativos del espíritu liberal de los órganos del poder público
nacional; no obstante, a partir de la separación de Venezuela de la Unión Colombiana, pervivirán los rezagos coloniales, como la esclavitud y el sistema electoral censitario. El primer residuo del coloniaje será suprimido por intereses
políticos y económicos, en 1854, por el gobierno de los Monagas; el segundo
permanecerá como práctica de la vida cotidiana hasta mediados del siglo XX.
Doctrinariamente, en los partidos liberales, como lo apunta Caballero (Ob.cit),
no había diferencia alguna en el ejercicio del poder político. Es por ello, y a
manera de ejemplo, cuando ocurren las elecciones presidenciales de 1838, escribe Sanoja (1998):
Las elecciones presidenciales… tuvieron la particularidad de ser
un evento pacífico, sin oposición, sin lucha. A diferencia de las
del partido anterior donde hubo varios candidatos, éstas se caracterizan por la ausencia de ellos. Sólo se hace referencia a un
nombre. Ese nombre tiene para muchos significaciones mágicas.
Es el que corresponde al hacedor de la República, al general
invicto, a la lanza afortunada.(…) se llama José Antonio Páez. (…)
En Octubre, al reunirse el colegio electoral de Caracas de los sesenta electores cincuenta y nueve votaron por él. Y el 26 de enero
de 1839, al practicar en Congreso los escrutinios, de los 222 votos
sufragados 212 fueron suyos. (p.11).
Se evidencia, entonces, lo beneficioso que le resulta al Centauro Páez la
existencia de este sistema electoral exclusivo, en el cual tiene la posibilidad de
recibir el respaldo de sus pares; hacemos referencia al apoyo dispensado por los
intelectuales, los comerciantes y militares que lucharon con él en la Guerra de la
Independencia.
El personalismo político que permite dichas prácticas electorales, permanecerá incólume en el siglo XIX. La estela de violencia que dejaron las elecciones
de 1846 no significó cambio alguno en el sistema político establecido; si el
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partido Conservador estuvo conformado por el grupo oligárquico señalado, la
Sociedad Liberal de Caracas (nucleada alrededor del gremio agricultor), y antecedente del Partido Liberal, estará formada a decir de Díaz (1975) por los barones
de la tierra, de éstos se nutriría el partido soñado por Tomás Lander, allí aparecen.
Francisco Rodríguez del Toro, Manuel Felipe Tovar, y Juan Bautista Mijares, esto es, dos marqueses y un Conde, Casiano Santana,
miembro de una opulenta familia de comerciales y hacendados,
Tomás Lander, Diego Bautista Urbaneja Y Tomás José Sanabria,
que han hecho fortunas, unos en el comercio, otros en la política;
Mariano Ascanio, José Ignacio Paz del Castillo, Florencio Orea,
Félix Castro, Remigio Armas , Mariano Mora, Rafael María Lugo,
el coronel José Austria, Jacinto Gutiérrez, José Julian Ponce; José
Bernardo Arévalo, Anacleto Clemente (hijo de María Antonia
Bolívar), José Gabriel Lugo, Bartolomé Manrique, José Toribio
Iribarren, Ignacio Chaquert, el doctor Manuel María Echandía,
Medardo Medina, Guillermo Espino y otros relacionados con la
Aristocracia agraria. Los ideólogos son pocos todavía… Entre
los que forman la plana mayor de la sociedad, Guzmán es de los
pudientes. (p.204).
Se conjuga en la Sociedad Liberal, a la postre, Partido Liberal, una gama
de ciudadanos o pueblo (elegidos y electores), quienes gozarán de sus derechos políticos más fundamentales. No obstante, dichos facultados, retomando
a Díaz (1975), menguan de doctrina filosófica Política; referente a los fundadores
del Partido Liberal, asevera que
Sus promotores carecen de espíritu revolucionario, de doctrina
filosófica, incluso de mística partidaria. Liberalismo – se limitan a
decir estos hombres – es la libertad de hacer cada cual con lo
suyo lo que le dé la gana. El estado solo tiene una misión: proteger los intereses de los acaudalados, conservar el orden. (Ob. Cit;
p. 204).
Coincidiendo con la postura de Díaz, Esteves (2006) afirma que en el siglo
XIX venezolano, no habían partidos políticos con doctrina «los llamados partidos sólo fueron grupos con aspiraciones de poder. El concepto de partido político con una base doctrinaria sólo se conocerá en Venezuela después de la
muerte de Juan Vicente Gómez». (p.21). En este sentido, podemos afirmar que
existió en el siglo XIX, lo que Díaz (Ob.cit) citando a Lander, acota en su obra,
una transmigración del campesino, aplicando este término a la realidad política
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del contexto histórico objeto de estudio, dicho lexema no es más que la transfiguración de los labriegos en aquellos hombres que ejercían sus derechos ciudadanos; el aldeano se siente representado por el hacendado, quien lo tiene sujetado a la hacienda por diversos mecanismos, es por ello, que en muchas ocasiones el peonaje se enrolaba en refriegas armadas en distintos procesos
eleccionarios, casos elecciones de 1846 y Septenio Gusmancista.
La transfiguración a la que hace referencia en el párrafo anterior, tiene su
manadero de inspiración política en hombres como Antonio Leocadio Guzmán,
personaje descollante que toca la sensibilidad del campesino, «él sabe que las
masas incultas no entienden de filosofía, de moral ni de economía y que sólo
reaccionan con el sentimiento» (En Díaz 1975. Ob. Cit; p215).
De esto se vale Guzmán, y no escatima esfuerzo para explotar esta fibra de
sensibilidad de ese conjunto social excluido de las lides políticas. Para que éste
se mantenga latente, es menester, crear una figura simbólica que sirva de referente político, y Guzmán lo hizo; ya en 1840, la veneración de Bolívar cobra
ímpetu en las clases sociales más desposeídas, pero también el nombre de Bolívar es el meollo de las pugnas que existirá entre la oposición liberal y el gobierno
(de igual forma liberal), ambos se disputan la figura de Bolívar para tomarlo
como bandera política. ¿Y la ideología? ¡Brilla por su ausencia!
…Bolívar es: <<caminante y guiador>>, <<caudillo incomparable>>, <<caudillo milagroso>>, <<complemento de todo>>, <<genio perfecto>>, <<perfecto
representante esporádico y único de su raza, de todos los de su raza>>… (Carrera Damas, Pp. 39-40, 2003).
Bolívar será el referente político nacional que se utiliza como modelo para el
actuar político. Es imposible que en ese entonces se prescindiera de esta figura
histórica, y la historiografía patria, difundida por la historia política oficialista ha
insertado la imagen de Bolívar en el actuar político cotidiano y en la vida política
del país; y para ello según Cabrera (2002).
…se ponen en marcha los instrumentos que lograrán perfeccionar esta manipulación ideológica que vienen a ser en primer lugar,
el aparato de la propaganda liberal, apoyada en la prensa, con
esto se busca manipular a la opinión pública y reducir al silencio
a los adversarios; en segundo lugar, la instrucción pública: la
educación es el segundo instrumento a través del cual se quiere
llevar indirectamente estos valores a la conciencia de las masas
dominadas; en tercer lugar, y por último , la religión civil o religión
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laica como la denomina Germán Carrera Damas (1991), a través de la
exaltación de los valores patrios (los Próceres de la Independencia,
el Panteón Nacional, la Casa Natal de El Libertador, etc.), y evitando la injerencia de la iglesia en los asuntos del Estado. (p.18).
De lo afirmado por Cabrera, podemos hacer algunas interrogantes: ¿Hacia
quiénes iba dirigida esa manipulación ideológica?, ¿Si hubo manipulación ideológica, ésta fue efectiva?, ¿Hacía quiénes iba dirigida la propaganda del Partido
Liberal, difundida por la prensa?, ¿Quiénes eran los receptáculos de los valores
trasmitidos por medio de la educación?.
Ciertamente, estos instrumentos tuvieron aplicabilidad a lo largo del siglo XIX, sin embargo, había un desapego de la gran mayoría de los pobladores
del país por los asuntos políticos, esto era cuestión de ciertas élites o grupos
oligárquicos que monopolizaban la actividad política para ellos, a consecuencia, de las restricciones que sobre el actuar político imponía el Estado.
La existencia de dichos instrumentos de manipulación ideológica, no
implicaba la dinamización política de todos los sectores de la sociedad. Por el
contrario, la sociedad, en su mayoría, estaba despolitizada y la deliberación era
inexistente, Tenzer (1991) sostiene que
En un mundo donde la deliberación se ha debilitado: el ciudadano
casi no experimenta la necesidad de controlar al poder del Estado,
reducido a los asuntos domésticos,…. La política, es decir, el arte
de definir el futuro de una sociedad; está ausente en un Estado
que, sin deliberación, no tiene cualidad para querer pero por cuya
sola presencia no es ahora garante del lazo social.
Por lo tanto, sin definición de un proyecto por la instancia
deliberativa, la sociedad quedará condenada a permanecer sin
vínculo. (p.19)
Se desprende de lo dicho por Tenzer que existió – refiriéndose a la sociedad
del siglo decimonónico- una sociedad que permite la indiferencia política,
desvinculada de las cuestiones que le son inherentes. El conjunto social venezolano, en su mayoría se dedicaba a lo que la cotidianidad le deparaba a lo largo
de su existencia. Empero, en ocasiones, por el desborde de las pasiones, éste,
hace paréntesis de activismo político; señalamos el caso en la obra de Díaz (Ob.
cit: 244) cuando el Partido Liberal en enero de 1845, en ese evento electoral,
obtiene el triunfo detentando una mayoría en la Municipalidad de Caracas. Dos
meses más tarde, se corre el rumor de que Antonio Leocadio Guzmán es objeto
de prisión, decretada por un juez de Calabozo, y el populacho se lanza a las
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calles armados de trabucos, puñales, garrotes, apedreando viviendas, aclamando la democracia y brindando loas a Guzmán, a quien catalogan de ¡Segundo
Bolívar!.
Esa carrera de la ciega libertad natural es la que <<teatraliza>> el
juego dramático de las pasiones y las traduce en los intereses
aleatorios, casuales, fortuitos, del predominio de una u otra forma
de gobierno. Las pasiones y los intereses de la física de la libertad
natural hacen visible la concepción de utilidad (y su cálculo)
como condición para la viabilidad de la <<subordinación civil>>
y, por consiguiente, de la preservación de la propia libertad. Es
porque cada partido o grupo de intereses <<obra por su propia
utilidad>>… (Castro Leiva, 06. Ob. Cit., p.200).
En líneas precedentes, citando a Tenzer, se hace referencia a la despolitización
de las masas, esta realidad deriva en el seguimiento del líder a tientas, no existe
ideología alguna que ejerza influencia y excite los ánimos de los sectores más
desposeídos de la sociedad, y que dichos ideales propendan el apoyo incondicional a un caudillo en particular; lo que existe es la indiferencia hacía la política
y el gobierno. Esta apatía abre «las puertas a la ambición y a la arbitrariedad y
forman los escalones por donde la tiranía sube a ocupar el trono de la justicia y
de la libertad». En: Instalación de la Sociedad Liberal de Valencia, Valencia,
imprenta de Juan A. de Sola, 1845; citado por Raynero (Ob. cit: 2001).
El desafecto por los asuntos políticos que hemos señalado en párrafos anteriores se puede evidenciar, retomando a Díaz (ob. Cit: 258-259), cuando este
autor plasma en su obra lo siguiente: a mediados de 1845 los dirigentes del
Partido Liberal, creyeron oportuno solicitar a las masas una definición de su
sentido partidista, empero advirtieron con asombro que tal sentido no existía. Si
a miles de seres diseminados por el país, prosigue Díaz, se les requiere qué
piensan de Guzmán y de sus periódicos, a lo sumo éstos responderían que ¡todo
eso es muy bonito!.
Si se le preguntara, a quién consideran capaz de conducir los destinos del
país, en cada espacio geográfico de nuestro territorio, donde existía un aislamiento regional por diversos factores, cada conjunto social que poblaba las
diferentes localidades y regiones de Venezuela, prescindiría automáticamente
de noción doctrinaria alguna, de idea de partido y disciplina ideológica. Dada
esta realidad, es que las masas sociales recurren a sus caciques y gamonales de
sus regiones, a quienes ofrecen su timón para que éstos conduzcan su destino
político.
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La displicencia hacia los asuntos políticos, con la cual actúan los sectores
sociales más desposeídos, trae como consecuencia, que esos grupos sociales
no sacrifiquen un tiempo en pro de lo público; aunque en 1845, informa Magallanes
(1973: 84) se hayan constituido sociedades liberales en Caracas, Maracaibo,
Cumaná, Barcelona, Acarigua, Coro, Valencia, Margarita, Calabozo y Ciudad
Bolívar, y asevere éste que la Sociedad Liberal fue un movimiento nacional,
estas asociaciones (sus élites) predicaban la doctrina liberal que reproducía la
ideología de la clase dominante. Al respecto, mejor explicación de esta realidad
la da Carrera Damas (1991) al decir que «si algún pensamiento tiene continuidad
y coherencia en la historia de Venezuela, es justamente el pensamiento liberal
que cuaja en la Constitución de 1864». (p.108).
Se notan dos puntos de vistas contrapuestos entre lo que expresa Díaz y
Carrera Damas; por un lado, el primero, hace referencia a la ausencia de doctrina
filosófica con respecto a los fundadores del Partido Liberal; por el otro, el segundo expresa que la base de la Carta Magna de 1864, es el pensamiento liberal,
no obstante estas dos perspectivas divergentes, es posible que en tiempos de
Antonio Leocadio Guzmán, los creadores del Partido Liberal, incluyéndose éste,
prescindieran de las nociones más elementales del ideario filosófico liberalista;
lo que si es evidente es que retomando a Raynero (Ob.cit:52), la constitución de
1830 fue expresión del liberalismo; entonces las subsiguientes constituciones,
entre ellos la de 1864, se nutrirán de dicha doctrina, a fin de beneficiar los
círculos económicos más pudientes de la sociedad.
Si ocurren revueltas armadas, y acontecimientos políticos violentos, es debido a ciertos personeros del Partido Liberal, entre ellos Antonio Leocadio
Guzmán, recurrimos a Díaz (1975: 250) quien afirma que Guzmán se dedica a
internarse en los campos y haciendas, y tentar a los pardos, despertar ansias de
rebelión, prometiendo expropiaciones de tierras para distribuirlas a los campesinos analfabetas.
Estas ofertas engañosas constituyen la presea, por la cual, se generen las más
enconadas refriegas armadas en la sociedad venezolana. Por ende, dichas disputas crearán un clima hostil a diversas escalas, derivándose de este panorama la
existencia de una sociedad pretoriana, que define Hungtinton (1977) como una:
Sociedad politizada… en un sistema pretoriano las fuerzas se enfrentan desnudas; no se reconocen ni se aceptan instituciones
políticas, ni cuerpo de dirigentes profesionales, como intermediarios legítimos para moderar los conflictos entre grupos, en cuanto
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a cuáles son los medios legítimos y autorizados para solucionar
tales conflictos. (Pp.177-178).
Así será la dinámica política venezolana en tiempos de Antonio Leocadio
Guzmán, todo el decurso histórico del siglo XIX y parte del XX, de nuestra
República estará plenado de tensiones, de encuentros y desencuentros, de
luchas por ideales conocidos para unos, y desconocidos para otros.
III.
CONCLUSIONES.
No puede pretenderse que entre apretadas líneas se ofrezca, una suerte de
tema acabado sobre un personaje de singulares características en la Venezuela
decimonónica. Antonio Leocadio Guzmán es, a la postre, el emblema del partido
Liberal, ese que pugnaba con su contra parte, el Partido Conservador, mas bien,
contra su cerrada oligarquía ostentadora del poder. Guzmán, sin duda alguna,
fue un gran agitador de las masas desposeídas que, aunque no pudo hacerse
con el poder presidencial, como sí lo hizo su hijo Antonio Guzmán Blanco-y
vaya de que forma-, pudo a través de las páginas del periódico el Venezolano y
de sus constantes actuaciones al lado de las mayorías relegadas del poder;
cristalizar una personalidad sin par, que le valió, en un determinado momento,
ser llamado por muchos de sus partidarios, el segundo Bolívar.
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