De romance, fantasía y verdad

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De romance, fantasía y verdad*
En el mundo de los insectos un mes es un año. Así que hace un par de años, lo que
para nosotros serían dos meses, empezó esta historia de un mosco que vivía en un
pequeño vecindario de veinte casas en Estados Unidos y que trabajaba en una
empresa llamada “Olores Fétidos”. Nuestro mosco era vicepresidente de esa empresa.
Era un mosco importante.
Cierto día, por la tarde, recibió una carta donde se le pedía que como
vicepresidente de la empresa debía recorrer el mundo en busca de los peores olores
que encontrara y de esa manera ayudar a que la empresa siguiera siendo una de las
más importantes de Norteamérica. En tres días preparó todo y se montó en un avión
con rumbo a México. Llegó a México y se hospedó en un hotel que quedaba frente a un
parque, al lado de un restaurante.
Era temporada de carnavales. Su habitación tenía ventana hacia la calle y esa
tarde se quedó a ver a través de su ventana los desfiles y las celebraciones. Entre
todas las moscas que merodeaban la celebración, vio una hermosa mosca dorada y
quedó enamorado inmediatamente. Aquella hermosa mosca se perdió entre la multitud
y no volvió a verla; sin embargo, quedó locamente enamorado. Esa noche salió a
buscar el peor olor de México, lo encontró en un bote de basuras en una de las calles
que había quedado sucia por el carnaval. Esa misma noche tomó un avión a Honduras.
En Honduras escogió quedarse en una choza frente al mar. No sabía que un
mosquito había estado siguiéndolo, tal vez para robarlo. Cuando se dio cuenta, en una
hábil maniobra voló hacia donde un hombre estaba durmiendo. El mosquito lo siguió a
través del aire. Arriesgando todo, el mosco pasó cerca de la cara del hombre y éste dio
una palmada para espantarlo. La palmada se la dio al mosquito ladrón y el mosco siguió
su camino. Esa noche buscó rápidamente el peor olor de Honduras y salió en una
avioneta hacia Panamá.
Al llegar a Panamá se encontró con que festejaban un festival de poesía. Esta vez
buscó un hotel en el centro de la ciudad y decidió ir rápidamente por el peor olor. En el
camino, se encontró con un escarabajo científico. Éste, al verlo, se emocionó pues
desde hacía tiempo necesitaba un mosco con sus características para terminar uno de
sus experimentos, necesitaba saber qué tenían por dentro estos moscos. Lucharon por
varios minutos y al final el escarabajo amarró al mosco y lo llevó a una alcantarilla
cercana donde tenía su laboratorio. Cuando el escarabajo estaba realizando su
experimento apareció de repente una rata. Ésta mordió el queso de la trampa que le
había puesto el escarabajo para tenerla alejada de su laboratorio y se formó un gran
alborotó dentro de aquel lugar. La cola de la rata golpeó la camilla donde estaba
atrapado el mosco y lo liberó. En la confusión, la rata se liberó de la trampa y de un
bocado se comió el escarabajo. Había un olor horrible en aquel lugar. El mosco lo
recogió y decidió marcharse inmediatamente a Colombia.
Llegó cansado a Colombia, tan cansado que se desmayó. Una hormiga bruja que
pasaba por el lugar se lo llevó para hacerle brujerías. El mosco empezó a soñar y eso
no le convenía a la hormiga bruja, porque para que sus brujerías tuvieran efecto el
mosco no debía soñar. La hormiga bruja hizo un hechizo y se metió en el sueño del
mosco para detenerlo. Ya estaba destruyendo el sueño cuando el mosco se dio cuenta.
Con las pocas fuerzas que tenía, lanzó a la hormiga a la lava ardiente de un volcán que
había soñado. En ese momento despertó y notó que había un olor a pescado muerto y
podrido. Lo recogió y se fue.
Llegó al aeropuerto dispuesto a tomar un avión a Europa. Mientras estaba en el
aeropuerto recibió un correo de la empresa Olores Fétidos en el que se le informaba que
no tendría que viajar por todo el mundo buscando los peores olores, sino sólo por el
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continente americano, y que podía tomar un avión privado que le habían enviado para
uso personal. Decidió entonces viajar a Ecuador.
Cuando llegó a Ecuador le dijeron que no tenía los papeles correctos para entrar al
país, se molestó y puso resistencia. Lo llevaron a la fuerza a una espesa selva y se
quedaron con su avión. Le dijeron que si lograba salir de esa selva se lo devolverían. En
la selva se encontró con un monstruo llamado “Dengue” y lo llevó a su aldea. En una
parte del camino el mosco se encontró una flor gigante y apestosa. Era el peor olor que
había olido en su vida. Cuando iba a agarrarla, Dengue se la arrancó de las manos y le
dijo: “Yo la encontré primero”. Pelearon por un momento y el mosco se la arrancó de las
manos. Dengue no se dio cuenta y pisó una planta carnívora que se lo tragó de un solo
bocado. El mosco recogió el olor de aquella flor y voló toda la noche hasta que vio una
luz. Era la luz de las lámparas de la ciudad de Quito. Llegó a la estación donde le tenían
el avión. Se sorprendieron mucho al verlo, pero le devolvieron el avión y pudo marchar
con aquel terrible olor de la flor de la selva.
Pensó en hacer un último viaje antes de volver a la empresa. Viajó a Brasil. Unas
moscas amigas le advirtieron que tuviera mucho cuidado con un zancudo asesino muy
famoso de ese país. En esa ocasión se quedó en una casa, a las afueras de una gran
ciudad. Cocinaba gusanos con carne podrida cuando se dio cuenta de que alguien había
entrado a la casa sin ser visto. Se encontró de pronto frente a frente con el zancudo
asesino. Era mucho más grande de lo que le habían dicho. El zancudo lo amenazó y lo
amarró a una silla. Se puso a comer lo que el mosco había cocinado, mientras el mosco,
con un fósforo que siempre cargaba, quemaba la cuerda con la que lo había atado.
Rápidamente saltó sobre el zancudo y lo golpeó con una de sus patas. El zancudo quedó
tirado en el piso de aquella casa y el mosco salió volando rápidamente por una de las
ventanas. Llegó al aeropuerto, donde había dejado su avión, y mientras volaba escribió
su carta de renuncia a la compañía Olores Fétidos. Les explicaba que renunciaba porque
a cada país que iba siempre enfrentaba algún peligro y que estaba cansado de eso. Les
dijo que se había enamorado de una mosca dorada en su viaje a México y que iba a
buscar a esa mosca dorada. Voló a México. Llegó al aeropuerto. Buscó a la mosca
dorada y aquí está contándole esta historia a un niño llamado Moisés.
*Edwin Enrique Espitia Martínez
Lórica, Córdoba.
Grado Quinto, Colegio Lacides C. Bersal – Sede Santo Domingo Savio.
Ganador Categoría 1.
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