Resumen

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Libertad occidental y opresión indígena: 1690s-1790s
Eva Botella Ordinas
Universidad Autónoma de Madrid1
Parece existir consenso en el mundo académico occidental sobre el vínculo existente
entre la libertad, el comercio y el parlamento, de manera que la relación histórica entre
parlamentarismo e imperialismo se plantea como una cuestión bien de adquisición gradual de
libertad vía parlamentaria (y de exención, así, de un imperio); bien de legitimación de la
expansión de imperios comerciales (o de su expansión efectiva por esta causa, ya que
escaparían del declive de los imperios terrestres gracias a dicha forma de gobierno); bien de
imposición de un gobierno parlamentario a los habitantes de un territorio, sin que éstos tengan
derecho a estar representados en él. Estas relaciones entre libertad, parlamento y comercio por
lo general, no se cuestionan: ni se preguntan, ni se responden. Sin embargo es preciso
revisarlas, pues afectan no sólo a la historia o a la erudición: entran de lleno en el derecho
internacional y, por tanto, en nuestras vidas. No son cosas del pasado, ni de lugares exóticos.
En 2010 el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
publicó un libro sobre pueblos indígenas, desarrollo y “gobernabilidad
democrática”. Por “democracia” se entiende un sistema parlamentario.
Potenciar el desarrollo significa inducir al crecimiento económico y a la
representación parlamentaria de las minorías (las categorías de “mujer” e
“indígena” caben en este apartado), a la existencia de un Estado con una
“Constitución Legítima”, es decir, parlamentaria, que impulse el “crecimiento
económico” y la democracia.2 Otro tipo de participación más activa y otra
1
Investigadora Ramón y Cajal en el Departamento de Historia Moderna de la
Universidad Autónoma de Madrid (RYC-2007-01121), y miembro del proyecto “Epistemología
Histórica: Historia de las emociones en los siglos XIX y XX”, Ministerio de Ciencia e Innovación
FFI2010-20876 (subprograma FISO) y de .
2
Cabrero, Ferrán; Noto, Gerardo; Pinto, Álvaro (Coords.), Desafíos interculturales del
desarrollo Experiencias significativas en pueblos indígenas y gobernabilidad democrática,
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, New York, 2010,
http://clavero.derechosindigenas.org/wp-content/uploads/2011/07/PNUD-DesafiosInterculturales.pdf . Y, para explicarse, el informe cita otro de 2007: http://iidhwebserver.iidh.ed.cr/multic/UserFiles/Biblioteca/IIDHSeguridad/12_2010/be846c2a-a0e6-44d09fae-5d9d637df9ff.pdf, en cuyas páginas 331-335 (entre muchas otras) se declara sin ambages
qué quiere decir democracia en este contexto. La crítica del primero de los libros por parte de
Bartolomé Clavero, Miembro del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones
Indígenas, incide precisamente en el concepto gobernabilidad democrática que, además, parte
del Estado, como la célula política a considerar:
http://clavero.derechosindigenas.org/?p=9647#more-9647 ; además hay que tener en cuenta la
cultura política, ni se contempla. Tampoco se explican, por supuesto, cuáles
son las bondades ni del desarrollo, ni del crecimiento, ni del parlamento. Es en
ese silencio sordo, cicuta en almíbar, donde radica la ideología imperial
parlamentaria,
de
fundamentos
teológicos
e
implementación
jurídica,
económica, cultural, territorial y ecológica.
Desde nuestra cultura parece obvio que escribir sobre las relaciones
entre parlamentarismo e imperialismo es hacerlo sobre la relación entre libertad
e imperio. De hecho, la exuberancia de la literatura dedicada a este tema
extiende sus frondosas ramas desde el siglo diecisiete hasta hoy. Como explica
magistralmente David Armitage, para la tradición moral romana libertas e
imperium eran incompatibles. Las fuentes que empleaban los humanistas
cívicos, como Salustio, consideraban que sólo la libertad generaba la
expansión de la república, aunque dicha expansión acabaría produciendo un
lujo que corrompería a sus ciudadanos; éstos mirarían más por su interés
particular que por el común, dividiéndose y, finalmente, perdiendo la libertad.
Como es sabido dicha tradición fue recibida en Inglaterra asumiendo ese
esquema, pero asociando la libertad con el parlamento. Ese preciso contexto
es el de la publicación de Oceana de James Harrington, que marcó un cambio
sustancial en esa narración catastrofista. Harrington partía del modelo
expansivo romano, que ampliaba el imperio mediante la creación de alianzas
desiguales mientras mantenía su liderazgo metropolitano; pero argumentaba
que aquel declive romano podría evitarse aplicado a Inglaterra, gracias al
dominio inglés del mar. La fuerza de Inglaterra consistiría en su comercio
marítimo, que retroalimentaría la libertad. A partir de ahí se generó una
ideología imperial que se consolidó en la década de 1730 y que definió al
Imperio británico como comercial, protestante, marítimo y libre: “Para proteger
la libertad de los habitantes del Imperio Británico existía un parlamento, el
Declaración sobre el derecho al desarrollo de la ONU en su resolución 41/128 de 4 de
diciembre de 1986: http://www2.ohchr.org/spanish/law/desarrollo.htm , particularmente los
artículos 2.3, 3, 4.2 y 10. Existen propuestas menos desalentadoras, aun partiendo de las
mismas bases “democráticas”: Angulo Sánchez, Nicolás, El derecho Humano al Desarrollo
frente a la mundialización del Mercado. Conceptos, contenido, objetivos y sujetos, IEPALA,
Madrid, 2005.
derecho, la propiedad y las leyes, todo lo cual se exportó por el atlántico
británico”.3
Partiendo de esos supuestos, la historiografía lleva décadas sumida en
debates que tratan de aclarar los conflictos surgidos en el seno del imperio
británico, atendiendo, principalmente, a la relación establecida entre sus
diversos componentes y el parlamento (primero inglés y luego británico). Así se
acaban definiendo la libertad existente y el desarrollo comercial en el imperio
(como las independencias respecto del mismo) en función de la representación
o no de los territorios no-ingleses en el parlamento británico. El paradigma que
se asume al abordar el pasado desde esa perspectiva es que una comunidad
es más libre cuando está representada, bien en los parlamentos coloniales,
bien en el metropolitano; y que es más dependiente y menos libre en caso
contrario. Los ejemplos de Irlanda y Estados Unidos son paradigmáticos.
Flaherty, por ejemplo, entra en el debate para demostrar que la supremacía
imperial parlamentaria emergió entre 1717 y 1720 como consecuencia de la
sucesión Hannoveriana y la victoria del partido whig.4
Cuando además se trata de establecer comparaciones con otros
imperios como el hispano (y más aún si lo que se escribe es una narración de
larga duración), cierta historiografía asume la ideología imperial británica como
parte de su explicación causal sobre determinados acontecimientos: allá donde
existía parlamento, y por tanto libertad, se habría desarrollado especialmente el
comercio, generando prosperidad y modernidad; sin embargo, no se habrían
incorporado a la modernidad tan felizmente otras latitudes carentes de dicho
ordenamiento constitucional, pues éste garantizaría mejor que ningún otro la
3
Armitage, David, The Ideological Origins of the British Empire, Cambridge U.P., 2000,
capítulo V; p. 135 para el caso notablemente claro de Marchamont Nedham en este contexto;
Pocock, J. G. A., The Machiavellian Moment: Florentine Political Thought & the Atlantic
Republican Tradition. Ewing, NJ, USA: Princeton University Press, 1975. Todas las
traducciones del inglés son mías.
4
Flaherty, Martin Stephen, “The Empire Strikes Back: Annesley V. Sherlock and the
Triumph of Imperial Parliamentary Supremacy”, Columbia Law Review, vol. 87, 543, 1987, 593622
propiedad privada. No se puede obviar que el planteamiento expuesto
constituye tanto una narración liberal como un ejercicio de historiografía whig.5
Escribir sobre las relaciones entre parlamentarismo e imperialismo
desde otra perspectiva, requeriría distanciar la compleja y cambiante realidad
analizada (los imperios globales europeos) de su descripción contemporánea
(los textos que han construido las ideologías imperiales), y así mismo ser
conscientes de las implicaciones políticas de nuestra narración histórica. Definir
la libertad mediante el sistema parlamentario legitima no sólo una interpretación
jerárquica del derecho internacional, sino la exclusión de individuos y
comunidades enteras respecto del mismo, y su desprotección frente a quienes
se amparan en cierto derecho de intervención para su ventaja.6
Lo que mal empieza, mal acaba, dice el saber popular, y si ésta es una
larga historia con final teleológico, su origen es teológico. De modo que en vez
de analizar las relaciones entre parlamentarismo e imperialismo desde la
perspectiva tradicional, hablaré sobre cómo llegó a considerarse a partir de
supuestos teológicos que, efectivamente, existía un vínculo entre libertad,
comercio y parlamento, con sus profundas consecuencias para el derecho de
gentes y, a largo plazo, para el derecho internacional.
5
Herbert Butterfield, The Whig Interpretation of History (1931) URL:
<http://www.eliohs.unifi.it/testi/900/butterfield> Html edition for ©Eliohs by Guido Abbattista February 2002; Pitts, Jennifer, A Turn to Empire: the Rise of Imperial Liberalism in Britain and
France, Princeton U.P., 2005.
6
Clavero, Bartolomé, Ama Llunku Abya Yala: Constituyencia Indígena y Código Ladino
por América, CEPC, Madrid, 2000, Introducción; Clavero, Bartolomé, “NO DISTINCTION
SHALL BE MADE: Gentes sin Derechos y Enemigos sin Garantías en los Órdenes
Internacional y Constitucional, 1945-1966”, anuario del Centro per la Storia del Pensiero
Giuridico Moderno, volumen 38, 2009, monográfico dedicado a I diritti dei nemici, en:
http://www.centropgm.unifi.it/quaderni/introduzione.htm ;
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