ECUADOR: ¿CRISIS COYUNTURAL O RESURGIMIENTO DE LA INESTABILIDAD POLÍTICA? Por Andrés E. Echeverría R. (*) Este jueves 30 de septiembre, la ciudad de Quito se convirtió en el escenario de la crisis más que compleja que hasta el momento ha tenido que enfrentar el actual presidente del Ecuador Rafael Correa. Lo que comenzó como una sublevación de algunos miembros de la policía que protestaban por la aprobación de la Ley Orgánica de Servicio Público, terminó en la agresión a la dignidad presidencial, el caos generalizado en varias ciudades y al final de la jornada, en enfrentamientos entre las fuerzas especiales del ejército con la policía. Estos sucesos hicieron temer por un nuevo capítulo en la inestabilidad política que ha caracterizado al vecino país durante los últimos tiempos. ¿La historia se repite? Una mirada a la inestabilidad política en el Ecuador La crisis del jueves revivió los temores, tanto de la opinión pública ecuatoriana como de la comunidad internacional, ante la posibilidad de un nuevo golpe de Estado en una nación que ha tenido ocho presidentes en menos de 15 años. Los orígenes de la inestabilidad política ecuatoriana se remontan hacia mediados de la década de los noventa del siglo pasado, cuando es destituido por cuenta de un escándalo de corrupción Alberto Dahik, vicepresidente del entonces mandatario Sixto Durán Ballén. En 1996 fue elegido por voto popular Abdalá Bucaram, quien ejerció el poder por menos de un año al ser destituido en febrero de 2007 por el Congreso Nacional, órgano que lo declaró “mentalmente incapaz para gobernar” tras varios días de levantamientos populares. Si bien la vicepresidenta Rosalía Arteaga asumió las riendas del ejecutivo por poco menos de una semana, el parlamento nombró como presidente interino a Fabián Alarcón Rivera. Alarcón Rivera quien promulgó una nueva carta constitucional, gobernó durante 18 meses hasta agosto de 1998, cuando asumió el poder Jamil Mahuad, luego de vencer en las elecciones anticipadas convocadas por su predecesor. Sin embargo, como resultado de la difícil situación económica, la crisis bancaria, la devaluación del sucre y la adopción del dólar como moneda nacional, Mahuad fue derrocado por un levantamiento indígena apoyado por un sector de las fuerzas militares, liderado por el coronel Lucio Gutiérrez. Tras la caída de Mahuad, llegó a la presidencia el hasta entonces vicepresidente Gustavo Noboa Bejarano. En enero de 2003 Noboa entregó la Presidencia de la República al ex coronel golpista Lucio Gutiérrez, vencedor de los comicios electorales del año inmediatamente anterior. Pero en abril de 2005, una huelga del poder judicial sumada al descontento popular, conllevó a que el Congreso nuevamente declarara vacante la Presidencia de la República, asumiendo el cargo Alfredo Palacio, quien finalizaría el mandato constitucional de Gutiérrez. El 15 de enero de 2007 se posesionó como presidente Rafael Correa, actual mandatario del Ecuador. La crisis del jueves Durante las primeras horas de la mañana del jueves, miembros de la policía ecuatoriana, se sublevaron al tomarse varios cuarteles, tanto en Quito como en otras ciudades del vecino país, como protesta por la aprobación de la Ley Orgánica de Servicio Público, que amenaza con desmontar una serie de beneficios para los miembros de la fuerza pública. Hacia las 10 de la mañana, el presidente Correa asistió en compañía del Ministro del Interior ecuatoriano, Gustavo Jalkh, al Regimiento Quito con la finalidad de confrontar a los enfurecidos policías por la aprobación de la mencionada Ley. Luego de una fuerte discusión, cuando el Jefe de Estado se disponía a abandonar el lugar, algunos de los efectivos policiales amotinados lanzaron gases lacrimógenos, lo cual afectó la integridad física del mandatario ecuatoriano, quien fue trasladado al Hospital de la Policía. Las protestas policiales y el ataque al Presidente, desencadenaron un ambiente de caos que rápidamente se propagó por varias ciudades del país. La difícil situación conllevó a que el gobierno declarara el "estado de excepción por una semana", período en el que las fuerzas militares se harán cargo del orden público y la seguridad ciudadana. Durante la tarde, el Presidente afirmó encontrarse “secuestrado” en el Hospital de la Policía. Finalmente, hacia las nueve de la noche, un grupo de fuerzas especiales del ejército, tras un enfrentamiento con los policías sublevados que rodeaban el centro médico, rescataron a Correa dirigiéndose hacia el Palacio de Carondelet. La “Ley de la discordia” y las causas de fondo Si bien el factor que desencadenó la crisis fue la aprobación de la Ley Orgánica de Servicio Público, varios sectores de la opinión coinciden en afirmar que la sublevación policiaca del jueves, constituye sólo una expresión de las dificultades para gobernar en un contexto político tan complejo como el ecuatoriano. La Ley aprobada sin objeciones por la Asamblea Nacional, apunta hacia el desmonte de los regímenes especiales de los que se benefician en la actualidad miles de funcionarios públicos del Ecuador, incluidos los miembros de la policía. Así mismo, propende por un nuevo plan de jubilación para los empleados del Estado que según los opositores, busca aumentar la edad de jubilación a los 70 años y reducir los beneficios para aquellos que decidan pensionarse entre los 65 y los 69. No obstante, existen varios factores que permiten afirmar que los sucesos del jueves obedecen a causas más profundas y no simplemente a una situación coyuntural. La disminución global en los precios del petróleo, ha conllevado a que las condiciones económicas del Ecuador ya no sean tan favorables como en los primeros años de la presidencia de Correa. Así mismo, existe una creciente polarización de amplios sectores políticos derivada por una parte, de la cercanía del dignatario ecuatoriano con Hugo Chávez Frías, Presidente de Venezuela y por otro lado, de la toma de decisiones y la implementación de medidas calificadas como autoritarias, fundamentalmente en lo referente a la salud y a la educación. A estos factores, terminaría por sumarse la amenaza proferida en los últimos días por el Presidente, de disolver el Parlamento para gobernar directamente por decreto. Reflexiones finales Aunque es difícil determinar si la crisis del jueves pudo desencadenar un golpe de Estado, lo cierto es que los graves hechos acontecidos constituyen un campanazo de alerta en varios sentidos. Por una parte, demuestra que el Ecuador aún no ha podido superar del todo la inestabilidad política que ha caracterizado su sistema durante las últimas décadas. Por otro lado, es un llamado al presidente Correa para que revise, en aras de mantener la unidad nacional, sus posturas de tinte autoritario y su cercanía al Socialismo del Siglo XXI propuesto por Chávez. Finalmente, queda claro que la única alternativa posible, es la preservación de la institucionalidad democrática por encima de cualquier vía de hecho que pueda amenazar no sólo al gobierno constitucional del Ecuador, sino a cualquier otro en el hemisferio. (*) Co-Coordinador Académico Programa en Gobernabilidad y Gerencia Política de la Universidad del Rosario.