En el primer relato de su reciente libro “Por favor rebobinar”-, Alberto Fuguet demuestra que es un estupendo escritor. Nos presenta la visión desencantada de un joven que se equilibra entre el tedio y el fracaso, y se aferra al universo de los videos y las películas como quien se sostiene de un palo ardiente para no caer al abismo de la nada existencial. Es un texto impecable, que vale por sí solo para justificar ai autory el éxito comercial del libro, que figura en las listas de best sellers como siempre ocurre con los libros de Fuguet. Más adelante, “Por favor rebobinar” ofrece nuevos retratos de adultos jóvenes, todos contados en primera persona, todos con el mismo lenguaje, todos personajes muy similares en su humanidad o en su falta de humanidad. Todos muy bien escritos. No existe un hilo argumenta1sólido entre los diferentes capítulos de esta novela, no hay una acción progresiva que conduzca a alguna parte, como ocurreen la novela tradicional. Sin embargo, el primer capitulo, con su dosificado mis- Por Antonio Rojas Gómez terio, vale por el libro entero. Una impresión similar me dejó la novela de Ana María del Río “Tiempo que ladra”. Excelente comienzo, y una prolongación excesiva,un deleitarse en ese feliz descubrimiento narrativo que sorprende y cautiva al lector, pero termina por cansarlo.Ana Mana del Río, escritora de primer nivel, nos entrega una visión de la época de la Unidad Popular a través de los ojos de una niña pequeña, tuya familia viñamarina de rancio abolengo es tenaz opositora al gobierno de Allende, pero cuyo padre es ganado para la causa de la UP y alcanza rango de ministro. Un enfoque novedoso, trazado con mano maestra, que recompone una realidad desde un punto de vista alejado de las pasiones que hace veinticin- co años estremecieron a los chilenos. Y que enriquece, por cierto, las perspectivasde aproximación a una época decisiva en la historia nacional. Al margen de su enraizamiento enla conringencia histórica chilena, “Tiempo que ladra” tiene validez universal como novela. Sólo su excesiva dilación conspira contra su excelencia, porque el lector conoce de antemano las reacciones de los personajes y la f o m a en que actuarán, una vez promediado el libro. El misterio, en cambio, es la materia prima de la segunda novela de Roberto Ampuero, “Boleros en La.Habana”. Y así debe serlo en una historiapolicíaca.Ampuero revive aquí al investigadorprivado Cayetano Brulé, gordo y piticiego, en una historia internacional cuyos escenarios se trasladan de Valparaíso a Cuba, pasandopor Montevideoy Buenos Aires. Este libro, de menores pretensiones que los anteriores,está logrado de pe a pa y descuella en la literatura policial chilena. Más que entretener, cautiva al lector mediante una prosa ágil, una progresión del misterio y la sorpresa que aguarda en cada página, hasta el final inesperado. Roberto Ampuero escribió un muybcen libro, que pudo ser excelente si se hubiera detenido en trabajar un poco más la prosa, en abreviar algunos diálogos, y en corregir un error tan grueso como el de ubicar a Montevideo a la orilla del mar Atlántico. L a capital uruguaya es ribereña del no de la Plata y la bañan dulces olas fluviales; desde ella es imposible divisarlas olas atlánticas. ¿En qué estuvieron el comité editorial y la corrección de pruebas que no advirtieron al autor?Un texto de tal valía no merece aquel ripio.