RESUMEN Actualmente se está tratando el tema de la inclusión y la exclusión social, tomadas fundamentalmente como un acto que se ejerce sobre sectores marginales fundamentalmente desde lo económico y que les impide acceder a una serie de oportunidades sociales y mejorar su nivel de vida. Ahora bien, los grupos hegemónicos que de diferentes modos dominan una sociedad poseen un grupo de valores que en virtud del poder de este grupo se consideran como los valores “normales” de la misma. Los grupos marginales toman estos valores como naturales, es decir que los ontologizan y a partir de ellos se miden. Si se consideran apartados de estos valores, consideran también que no son aptos para gozar de oportunidades materialmente presentes, se autoexcluyen. La autoexclusión es una fuerza más dañina y poderosa que la exclusión, porque es invisible y es una creencia profundamente arraigada en los autoexcluidos. En un proyecto comenzado en el 2008 y través del filosofar sobre los valores hegemónicos y los valores de los diferentes grupos intentamos implementar estrategias para remover estas creencias. QUE ES LA AUTOEXCLUSIÓN Desde la edad moderna en que al menos en teoría la condición para ser ciudadano ya no era la pertenencia a cierto grupo el cual era determinado por la herencia, como en el caso de la nobleza sino que al menos en principio todos estaban “incluidos” en el nuevo sistema político, dicha inclusión también se veía facilitada por un invento típicamente moderno: “la escuela a cargo del estado”, el denominado templo del saber que debía reemplazar como opuesto a al púlpito y las escuelas parroquiales de las iglesias, caracterizados como templos de la ignorancia y el oscurantismo. La función primordial de la escuela no era la de difundir conocimientos para usos prácticos sino de difundir la ideología oficial, la de preparar o mejor dicho la de construir al nuevo ciudadano, principalmente en todo el continente americano, en el que los nuevos países independientes y recién creados se vieron en la necesidad de inventar una historia, tradiciones, héroes y principalmente al ciudadano de cada nuevo país. Es por esto que la escuela se convirtió en la gran incluidora, la que daba las oportunidades de mejoramiento social, la oportunidad de “ser alguien”. Ahora bien, quien no cumplía con los valores y condiciones impartidos a través de la escuela, quedaba excluido de las ventajas que esa nueva sociedad brindaba, por ello la inclusión trae indefectiblemente aparejada la exclusión, pero la gran ventaja del sistema de los estados modernos de inclusión a través de la educación, es que al ser accesible para todos, al menos en teoría, quien quedaba excluido por no ir a la escuela o por abandonarla, lo hacía por su propia culpa, al menos esta es la creencia y propaganda oficial todavía vigente. Es así que los excluidos por este mecanismo eran considerados como los culpables de su exclusión y además el sistema hegemónico al poseer los mecanismos de difusión de masas de su ideología generaba en los excluidos el convencimiento de que su exclusión sucedía por su propia responsabilidad al no haber aprovechado las oportunidades que el sistema les ofrecía. En segundo lugar el sistema hegemónico representado en la modernidad por las escuelas y el sistema de difusión de ideología del estado y actualmente representado por los medios de comunicación de masas y el sistema publicitario de la lógica del consumismo, establecen modelos y a cada modelo le asignan una serie de mercancías-símbolos así como también lugares específicos en el sistema social lo que implica también las oportunidades a las que puede aspirar. Ahora bien, en muchos casos existen posibilidades materiales a las que las personas creen no poder acceder por el lugar que creen ocupar en el sistema social y así se autoexcluyen de muchas oportunidades materialmente a su alcance Este es el centro mismo del fenómeno de la autoexclusión, un mecanismo de estratificación social implementado desde los sectores hegemónicos, identificados con las clases dominantes tanto en la edad media en que se recurría a argumentos religiosos basados en la biblia como es el caso de la historia de Noé, o en la edad moderna a través del argumento de la meritocracia. FORMACIÓN DE LA MASA DE AUTOEXCLUIDOS El proceso de formación de una masa de autoexcluidos es el siguiente: La sociedad establece una serie de valores y condiciones para poder gozar de los beneficios de esa sociedad Aparentemente, desde la edad moderna, estas condiciones son posibles de alcanzar por medio del esfuerzo individual, llámese esto meritocracia o el “sueño americano” del “self-made man”. Los sectores hegemónicos ponen ejemplos de triunfadores que lo han hecho por haber seguido el sistema de valores por ellos impuestos Los sectores hegemónicos muestran a quienes no pueden gozar de los bienes de “la sociedad” como aquellos que no han seguido los dictados, es decir la receta, dada por ellos para lograr triunfar. Es decir aquellos que no han trabajado duramente, aquellos que no fueron ahorrativos, aquellos que no siguieron la moral oficial o aquellos que no siguieron los estudios de acuerdo a su edad. Con la reiterada repetición de lo mecanismos de “triunfo” y con la ejemplificación de “triunfadores” que lo hicieron por seguir las normas sociales hegemónicas y “perdedores” que lo son por no seguir dichas normas, se logra naturalizar u ontologizar las normas de triunfo, a los triunfadores y a los perdedores. Un claro ejemplo de esto es la asociación del espacio geográfico en el que se vive con los lugares sociales que puede ocupar. Por ejemplo quienes viven en barrios marginales creen que no pueden entrar a las bibliotecas públicas de centro de una ciudad. Esto lo he experimentado con un grupo de estudiantes jóvenes y adultos de escuelas primarias nocturnas para adultos. Es decir que las condiciones y mecanismos de inclusión a la nueva sociedad que en un principio fueron revolucionarias y destinadas a ampliar la base de seres humanos que gozarían de las ventajas de la sociedad, se cristalizan y se convierten en la piedra angular inamovible de una sociedad que se vuelve estática y estratificada. Los mecanismos que se pensaron para ampliar la base de inclusión social, se convierten ellos mismos en valores a alcanzar, valores que gracias a su naturalización justifican la exclusión de quienes no los cumplen, y los mismos excluidos en su lucha por alcanzar de modo individual esos valores, justifican aún más su exclusión, es decir que no trabajan por alcanzar los bienes que dichos valores les permitirían, sino que por no cumplir con esos valores, no intentan gozar los bienes que en muchos casos están materialmente disponibles. Ya no son necesarias leyes y sistemas legales y materiales visibles para mantener a las clases bajas fuera del ámbito de los sectores hegemónicos, las mismas clases bajas se mantienen fuera del circuito hegemónico porque no cumplen con los valores que se suponen necesarios para gozar de esos derechos, es decir que se autoexcluyen. Este mecanismo de autoexclusión es el mejor método de mantener la llamada “paz social” que justifica de diferentes modos la estratificación social, como el sistema de castas. Es más, si el sistema está bien implementado, los mismos autoexcluidos con su esperanza de incluirse a través de los valores aceptados, defienden y refuerzan este sistema. CONCLUSIÓN El centro de la autoexclusión es la existencia de un núcleo de valores de un sector social hegemónico el cual se considera superior a los valores de otros sectores sociales. Entre esos valores no solo cuentan los valores morales, sino también las concepciones de familia, de felicidad, la música, los programas de televisón.