Los Encantos de la Culpa Acto I El Hombre navega por el mar del

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Los Encantos de la Culpa
Acto I
El Hombre navega por el mar del mundo acompañado por su tripulación: los cinco
sentidos (Vista, Oído, Tacto, Olfato y Gusto) y por el timonel del barco: el
Entendimiento.
En medio de una feroz tormenta el Hombre lucha por no naufragar, mientras que sus
sentidos le dicen que todo está perdido y quedan aterrados. En medio del peligro el
Hombre escucha el consejo del Entendimiento quien le recuerda que están bajo la
protección del Padre de los Navegantes, que es puerto seguro para toda humana nave.
El Padre los salva de la tormenta y llegan a tierra, a una isla desconocida.
El Hombre, cansado de tanto esfuerzo decide quedarse en la isla, a pesar de los consejos
del Entendimiento, quien le advierte los peligros de desviar su atención del puerto
seguro donde el Padre de los Navegantes lo espera.
Los sentidos se sienten a gusto en esa isla nueva y el hombre les consiente ir a buscar lo
que les plazca. Así sus sentidos se alejan de su dominio desordenadamente mientras el
hombre duerme.
La isla es gobernada por la Culpa, el mismo demonio que cuenta con los servicios de los
Vicios (Hermosura Humana, Vanidad, Pereza y Gula) quienes salen al encuentro de los
sentidos y con atractivos ofrecimientos se llevan a los sentidos al palacio de la reina,
que no es otra que la Culpa.
Al despertar, el Entendimiento le cuenta al Hombre lo que ha sucedido con sus sentidos
y éste tras reconocer su falta, queda sin esperanza de poder volver a navegar en busca
del Puerto Final, pues sin la guía correcta de sus sentidos no puede ya echarse a la mar.
En medio de esa situación aparece la Reconciliación, enviada por el Padre para llevarle
al Hombre su perdón y brindarle un arma con la cual podrá rescatar a sus sentidos: un
ramillete de virtudes.
El Hombre decide entonces ir a rescatar a sus sentidos de las garras de la Culpa.
Acto II
Los sentidos se encuentran agasajados en el palacio de la Culpa con toda clase de
excesos, sin percatarse de las verdaderas intenciones de la Culpa.
El Hombre llega acompañado del Entendimiento a rescatar a sus sentidos. La Culpa sale
a recibirlo con halagos, pero el Hombre la rechaza con firmeza. La Culpa utiliza
entonces otras estrategias para engañarlo, convenciéndolo que sólo quiere agasajarlo
para que descanse de las fatigas del mar. Sus sentidos le piden quedarse en el palacio.
Los Vicios también le ofrecen lo que le pueden brindar si se queda un tiempo con ellos.
El Hombre decide entonces separarse del Entendimiento, quien hasta ahora lo había
alentado a rechazar los ofrecimientos de la Culpa y de los vicios. El entendimiento trata
de convencerlo, pero él le ordena irse.
Ya sólo, sin el Entendimiento, el Hombre cae presa fácil de la Culpa y es coronado
como rey del palacio en medio de una gran fiesta.
Acto III
El Entendimiento se lamenta sólo, frente a la playa y la nave vacía, de la suerte del
Hombre. Sin esperanza cree que ya todo está perdido. Entonces aparece la Fe a
auxiliarlo.
Al principio no la reconoce, pero luego de hacerlo se llena de esperanza y le pide ir a
rescatar al Hombre. La Fe le recuerda que él también debe ir con ella a rescatarlo, pues
los dos son necesarios para el Hombre. Tras recordar su misión, unida a la de la Fe, el
Entendimiento la acompaña a rescatarlo.
Se descubre nuevamente el palacio de la Culpa, pero ahora los sentidos no son
agasajados, sino tenidos como animales. El Hombre está junto al trono de la Culpa, pero
cambiado y encadenado. La Culpa y los Vicios se burlan de lo fácil que es engañar al
Hombre y a sus sentidos.
En medio de eso llegan el Entendimiento y la Fe a rescatar al Hombre. La Culpa se in
quieta y sabiendo que su reinado sobre el Hombre corre peligro, manda distraer al
Hombre con canciones que le hablan de olvidarse de la lucha en el mar y acordarse de
disfrutar los placeres que puede adquirir en el palacio.
La Fe y el Entendimiento cantan también, pero una canción que hace recordar al
Hombre cuál es su identidad y a dónde pertenece, haciéndolo entrar entonces en una
lucha entre el Bien y el Mal.
Al final el Hombre escucha la voz de la Fe y sale del hechizo de la Culpa. La Culpa se
llena de ira y descubre su verdadero rostro al Hombre, diciéndole que no importa que él
la haya descubierto pues para él ya no hay esperanza de volver al Padre.
Llega entonces otra vez la Reconciliación quien le trae nuevamente el perdón del Padre.
Después la Fe le presenta la Eucaristía y la Culpa aprovecha para confundir a los
sentidos para que le digan al Hombre que es sólo pan. Casi todos caen nuevamente en
su hechizo, menos el Oído, quien reconoce la voz de la Fe y le indica al Hombre que
debe creerle. El Hombre entonces comulga y luego vuelve a hacerse señor de sus
sentidos, ordenándoles salir de ese palacio. La Culpa es vencida y llena de odio
desaparece con sus Vicios en medio de amenazas.
El Hombre regresa al barco, acompañado del Entendimiento, la Fe y la Reconciliación y
manda a sus sentidos ponerse alerta para zarpar y seguir navegando por el mar del
mundo hasta llegar al Puerto Final donde el Padre lo espera.
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