El país más feliz del mundo Lydia M. Morell Agrinsoni Dos niños y niñas de nueve años soñaban con buscar un país denominado “El país más feliz del mundo”. En el camino se preguntaban ¿cómo sería? y ¿cuándo llegarían? Tarareaban canciones con alegría pues su sueño perseguían. Salir en la búsqueda del país más feliz del mundo del que habían escuchado pero que muy pocos habían visitado. En su camino vieron y escucharon pájaros de un azul brillante e intenso, que cantaban melodías que invitaban a sonreír y sentir un gran gozo. Trataban de imitar el sonido, pero en sus intentos no lograban aquel gozo. También vieron árboles frutales que por lo brillante de sus frutos parecía que con su brillo invitaban a tomarlas y disfrutar de su oloroso y rico sabor. Todo a su alrededor se veía grande y hermoso y parecía un paisaje que invitaba a un gozo. Pasados unos tres días y disfrutando del trayecto comenzaron a pensar que ya estaban cerca de llegar a su final. Pero no sabían que les esperaban grandes sorpresas en ese día en particular. Apareció este duende con mirada radiante para decirles que los quería guiar hasta el final para que no se perdieran la belleza de ese lugar del que habían escuchado y pocos visitado. Los niños entusiasmados se miraron y rieron por aquel momento especial y le creyeron a este personaje casi real. Continuaron su camino bajo la mirada especial de este personaje genial. Pasados unos cuantos días, su entusiasmo y alegría no disminuían, y sin querer parecer ansiosos por llegar le preguntaron al duende si faltaba mucho por ver el país que soñaban encontrar. El duende los miro con este rostro de alegría y festividad y con mucha sabiduría contesto: --El país más feliz del mundo esta tan cerca de ustedes como han visto ya. Es aquel que genera en las personas ese amor a mirar y disfrutar de la belleza de sus árboles y el cantar de los pájaros que no puedes imitar. Los niños se miraron y comenzaron a reír porque en El país más feliz del mundo hace rato que se encontraban ya.