una ventana abierta al sentido del humor ene el aula

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UNA VENTANA ABIERTA AL SENTIDO DEL HUMOR EN EL AULA
El presente artículo se publicó en la revista Tándem, nº 32, Año XI, Enero de 2010. Editorial Graó.
Begoña García Larrauri
Profesora de Psicología. Universidad de Valladolid
Dirección de contacto:
[email protected]
[email protected]
Resumen
Para evitar malos entendidos, se comienza por clarificar el concepto de sentido del humor del que
partimos, el cual engloba varias dimensiones. Para facilitar cómo introducir el humor en el aula,
proponemos la rueda del humor, una metáfora que alude a que todo puede “rodar” mejor en la vida, y
en el aula, si se utiliza el humor. La rueda del humor tiene tres sectores: el primero, activar el cerebro
social, se refiere al hecho de facilitar las buenas relaciones del alumnado entre si y del profesorado con
el alumnado. El Sector II, aprender con humor, supone unir diversión y trabajo y el Sector III, pretende
favorecer el pensamiento optimista y resiliente del alumnado. En este artículo, se define cada sector y
se presenta una pequeña muestra de las actividades que cada uno conlleva. Se discuten, por ultimo,
algunas de las resistencias que puede tener el profesorado ante la inclusión del humor en su aula.
Palabras clave:
Humor y aprendizaje, humor y estrés, humor como recurso pedagógico, humor y relaciones positivas,
optimismo y resiliencia en la escuela.
English:
To avoid misunderstandings, we begin by clarifying the concept of sense of humor. This concept
includes several dimensions. To facilitate and introduce humor in the classroom, we propose the wheel
of humor, a metaphor that means that you can "ride" everything better in life, and in the classroom,
using humor. The wheel of humor has three sections: the first one, activate the social brain, refers to the
act of facilitating good relations among the students and besides, between the students with the
teacher. Sector II, learning with humor, involves working with fun and the Sector III, has as a target to
improve the optimistic thinking and resilient of the students. This article defines each sector and
presents some examples of the activities that each carries. We discuss, finally, some of the resistance
that teachers may have when introducing humor in their classrooms.
Key words: learning and mood, stress and humor, humor as a teaching resource, positive relationships
and humor, optimism and resilience in school.
Habrá algunos profesores y profesoras que al leer el titulo de este articulo pensaran algo así como:
“¡lo que faltaba!, introducir el humor en el aula para que cunda el descontrol en la clase; “el alumnado
cada vez sabe menos y se comporta peor”, “pensarían los padres que soy poco exigente”; “suena bien
esto del humor y ya me gustaría, pero ya, ya… con la presión que tengo para acabar el programa!”,
“queda muy bonito esto del humor en algunas materias.. pero en la asignatura que yo imparto, ¡es
imposible!”; “para mi, el sentido del humor, sería imposible con la poca gracia que tengo”… en fin,
podríamos continuar con algunas reflexiones más, pero las dejamos aquí de momento.
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Parece claro que podemos empezar por ponernos de acuerdo en relación a qué entendemos por
sentido del humor y de qué sentido del humor hablamos, luego podemos abordar cómo llevarlo a la
práctica y finalmente volver a discutir esas resistencias que hemos planteado inicialmente…
1. De qué sentido del humor hablamos
Como señala Martin (2008), opinión que compartimos, el humor se ha de entender como una
variable multidimensional. Según este autor, en la consideración del humor hay que abordar aspectos
cognitivos (procesos mentales que conllevan la percepción, comprensión, creación y apreciación de
incongruencias humorísticas), aspectos emocionales (sentimientos de diversión y placer que
proporciona), conductuales (expresión facial, risa, postura corporal...), psicofisiológicos (cambios en
patrones cerebrales, secreción de hormonas...) y sociales (contextos sociales donde se produce una
situación humorística).
Algunos autores establecen la diferencia entre los términos sentido del humor y humor. Cuando el
término empleado es humor “a secas” se estaría haciendo referencia a lo cómico o divertido de una
situación, a una respuesta concreta, o a las características atribuidas a un material definido como
humorístico –por ejemplo, los chistes- . Sin embargo, el sentido del humor se centraría en la persona y
en las diferencias individuales. Creemos que la distinción queda bien expresada en palabras de
Antonio Fraguas -Forges- (Carbelo, 2005, p. 44), cuando dice “lo cómico es cuando una persona
inesperadamente se cae en la calle, y el sentido del humor es lo que la persona dice mientras se
levanta”.
En nuestro caso, el sentido del humor se operativiza en un Modelo Multidimensional de cuatro
dimensiones (García-Larrauri, Monjas, Román, Flores y Cuetos, 2004). Modelo teórico que nos ha
orientado en el desarrollo de un Programa para su mejora (García Larrauri, 2006) y que está integrado
por cuatro dimensiones, que pasamos a exponer de forma resumida:
a). Creatividad y juego.
Esta dimensión abarca la faceta más evidente y fácilmente identificable del sentido del humor. Se
refiere al conjunto de estrategias y habilidades para percibir relaciones de forma insólita (frecuentes
“ocurrencias”; mostrar el lado divertido, cómico de las personas, ideas o cosas) y habitualmente
comunicarlas de modo que provoque risas o sonrisas en los demás aunque también pudiera
reservarlas para sí.
Las investigaciones demuestran que la mayoría de las personas disfrutan y les gusta reír pero no
son demasiado creativas en cuanto a generar humor. Algo que nosotros confirmamos en nuestra
experiencia. Cuando pedimos a las personas (en Cursos de Mejora del Sentido del Humor) que se
den una nota en sentido del humor y preguntamos las razones de esa nota, no es habitual que la gente
se defina por su ingenio, creatividad o gracia...
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I. Creación de humor.
Percibir relaciones de forma
insólita y divertida. Gusta de
reír y no pierde la ocasión.
IV. Utilización del
humor en el marco de
las relaciones sociales:
como vía de
acercamiento y reducción
de tensiones.
III. Afrontamiento
Dimensiones
Sentido del
humor
constructivo
optimista de
problemas.
Utilización del humor
como distanciamiento,
como toma de
II. Apreciación de humor:
tomarse la vida en serio con
toques de humor. Sentido del
juego. Reírse de uno o una
misma Gusta de la diversión.
Figura 1. Dimensiones del SH
(García-Larrauri, Monjas, Román, Flores y Cuetos, 2004)
b). Apreciación del humor.
Esta dimensión se refiere a la persona que disfruta riendo, lo hace frecuentemente y se considera
alegre. De vez en cuando puede crear humor y hacer reír a los demás. Se refiere además, según se
deduce de nuestros datos, al conjunto de estrategias y habilidades para tomarse la vida en serio pero
con “toques de humor”, pensar en positivo, apreciar y disfrutar del humor generado por los demás,
reírse de uno o una misma, disfrutar de las situaciones cotidianas o de lo que se hace aunque sea
rutinario o poco agradable.
La importancia del gusto por la risa ya la puso de manifiesto Julio César, cuando dijo: “desconfía de
quienes nunca rían, no son personas serias”… Las paradojas de la vida, al igual que muchas de las
situaciones cotidianas tienen un gran potencial para poder “encontrar” su lado divertido y apreciarlo,
pero sin duda hay que estar dispuestos/as a percibirlo. En muchas ocasiones las personas, según
vamos entrando en la edad adulta, vamos abandonando esta faceta lúdica, de apreciación del humor,
de disfrutar y reír, con los consiguientes perjuicios para el bienestar físico y psicológico. Tiene que ver
en ello el peso de las responsabilidades y de las presiones sociales hacia una malentendida
“efectividad”, algo a tener en cuenta para poder contrarrestarlo.
c). Afrontamiento optimista de problemas.
Esta dimensión es similar a la definida por Thorson y Powell (1991). Se refiere al uso del humor
para hacer frente a las contrariedades de la vida. Implica la capacidad, o el conjunto de estrategias y
habilidades que tiene una persona para afrontar fracasos, dificultades o contratiempos sin hundirse,
para distanciarse de esas situaciones e incluso encontrarles un punto de humor... Supone un estilo de
pensamiento para percibir lo positivo en las personas, cosas o acontecimientos que nos ocurren y
actuar de forma más efectiva. Deseamos llamar la atención de ello requiere flexibilidad mental.
Se ha investigado mucho esta capacidad del humor y de la risa como herramientas importantes
para afrontar el estrés e incrementar un sentido de control personal en nuestras vidas. Los resultados
de la investigación indican que al concentrar la energía en otras alternativas, el humor puede reducir el
estrés, aliviar la tensión y la agresividad. El humor tiene un papel liberador de la tensión acumulada a
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causa de los miedos, preocupaciones, angustia... Como señala Klein (2000), las personas que son
capaces de reír ante los contratiempos dejan de sentir lástima de sí mismas. Es sabida la frase de
Indira Gandhi quien dijo al respecto: “de no ser por mi sentido del humor hace ya mucho tiempo que me
habría suicidado”.
d). El humor en la relación interpersonal
La última de las dimensiones tiene que ver con la capacidad para, o el conjunto de estrategias y
habilidades que tiene una persona para, relacionarse y comunicarse más eficazmente mediante el
humor.
Algunos trabajos de investigación se refieren al papel del humor en la mejora de las relaciones en
el contexto del aula. Es el caso de Wanzer y Frymier (1999) y de Aylor y Opplinger (2003) cuyos
resultados muestran que el humor permite establecer una relación cercana entre profesorado y
alumnado, mejora la comunicación y contribuye con ello a la mejora de los resultados académicos.
Por lo demás, esta dimensión constituye la base de muchas de nuestras propuestas para crear un
buen ambiente en el aula, lo que supone acercar las relaciones entre el profesorado y el alumnado y de
éste entre sí, teniendo como eje el buen humor.
Después de señalar las cuatro dimensiones, podemos concluir que el sentido del humor al que
nos referimos requiere flexibilidad mental. La flexibilidad mental es necesaria para percibir relaciones
novedosas que son la base de la creatividad y para poder descentrarse ante las situaciones y, aún con
más motivo, cuando no van por el carril previsto, percibiendo los aspectos positivos. Además está
unido a la apreciación del humor respecto de nosotros/as mismas y de lo que nos rodea, a la
frecuencia y gusto por la risa y a su poder de cohesión entre las personas. Para finalizar, añadiríamos
que el sentido del humor, así concebido, tiene un gran poder de contagio.
Esta forma de conceptualizar el sentido del humor se aleja de cualquier consideración restrictiva a
una sola de sus dimensiones. En este sentido, se puede tener un sentido del humor excelente sin
contar ni un chiste. Sin embargo podríamos decir que una persona tiene sentido del humor si posee la
capacidad para contemplar las cosas de forma positiva y humorísticamente (lo cual depende en
definitiva de su pensamiento). Por otro lado, y dado que “somos lo que practicamos”, también
podríamos decir, con toda propiedad, que las personas que practican el humor (es decir que sonríen y
gustan de reír con frecuencia de manera oportuna, que se ríen de sus fallos y confían en ellas, que
muestran su lado amable con los otros y gustan de arrancarles una sonrisa, etc.), tienen un excelente
sentido del humor aunque no sean capaces de producirlo.
En definitiva, es importante entender que cuando propugnamos el sentido del humor del
profesorado en el aula, en un Centro o en cualquier organización, nos referimos a un sentido del humor
constructivo: una actitud fundamentalmente flexible y positiva ante la vida, que libera la mente,
proporciona alivio emocional en momentos adversos y conecta a las personas.
La flexibilidad es clave: en nuestro comportamiento, en la forma de responder a nuestros propios
pensamientos y sentimientos, de forma que nos sirva para llevar la vida que deseamos llevar.
De este modo el profesor o profesora que decide asumir el sentido del humor como un valor en su
vida, es la persona que decide mostrar su lado amable, cercanía y consideración por las necesidades
personales y académicas de su alumnado. Es la persona que busca disfrutar de lo que hace, que
comparte el humor en el aula con sus estudiantes, favorece la creatividad, transmite ilusión por el
aprendizaje, muestra su sonrisa más honesta y sincera, decide promover del mejor modo que sabe un
buen ambiente en el aula, se prepara a fondo su materia y facilita su comprensión de forma amena…y
todo ello con independencia de sus circunstancias personales o profesionales mas o menos adversas,
y con independencia de que tenga algún alumno/a de comportamiento hostil, provocador/a o el grupo
no sea el modélico.
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Somos conscientes que hay otras formas mucho menos sanas de sentido del humor. Como
dice el dibujante de humor gráfico JRMora, “el humor es como el colesterol, unos tienen del “bueno” y
otros “del malo”. Es el caso de la ironía y el sarcasmo que pueden herir y dividir. El profesorado tiene
una cierta situación de privilegio que le confiere su posición, la cual se puede utilizar para comunicar y
conectar o para destruir relaciones y desunir. De las reacciones del profesorado depende mucho el
clima o ambiente que se genere en su grupo de clase…. El sentido del humor destructivo supone una
utilización de la inteligencia para perjudicar y destruir la confianza. No es este humor objeto de nuestro
interés en este artículo. Por eso, seguimos centrados en el sentido del humor constructivo y vamos a
considerar formas de llevarlo a cabo e el aula.
2. Como llevar el sentido del humor al aula.
Entre los problemas más acuciantes en las aulas de hoy en día, se suelen citar el desánimo, la
desmotivación, el distanciamiento u hostilidad y la conflictividad del alumnado. Como contrapartida, casi
nunca nos preguntamos qué cosas importantes recibimos de nuestros/as estudiantes, cuál ha sido la
conversación más estimulante que se ha tenido con ellos o ellas, que es lo mejor que podemos
ofrecerles, como se puede evitar la rutina e incrementar el grado de satisfacción con la docencia, cómo
transmitir ilusión por el aprendizaje…
Tenemos el convencimiento de que el buen humor (como lo hemos definido) supone una actitud
que mejora la vida de las personas y es un valor a transmitir. Por ello, durante estos tres últimos años
hemos revisado la literatura al respecto, reflexionado y experimentado formas de implementarlo en el
aula.
Estamos convencidas de que un alumno o alumna aprende sobre el profesorado además de
aprender con él. Gran parte de los valores que el alumnado necesita para su formación los recibe de la
propia manera de actuar del profesorado en clase... Es más fácil aprender lo que se practica y se vive.
Con el fin de facilitar al profesorado el modo en que el sentido del humor puede introducirse en los
grupos de aprendizaje, proponemos la rueda del humor. Una expresión con la que queremos
metafóricamente referirnos a tres bloques o sectores de actividad para desarrollarlo. Esta rueda tiene
como eje el buen humor y la energía positiva que se puede generar en un grupo. Entendemos que el
profesorado es el principal responsable en cuanto a promover ambientes saludables y dar el primer
impulso a la rueda…luego las situaciones suelen “rodar” suavemente por si solas.
Los sectores de la rueda del humor que proponemos son los siguientes (Figura 2):
 Sector I, activar el cerebro social, se refiere al hecho de facilitar el conocimiento mutuo y la
comunicación entre el alumnado, así como las buenas relaciones entre el profesorado y
alumnado en un ambiente de humor compartido.
 Sector II, aprender con humor, supone unir diversión y trabajo, favorecer la atención y
motivación y en definitiva transmitir ilusión por el aprendizaje.
 Sector III, favorecer el pensamiento optimista y resiliente, supone por parte del profesorado
tener en cuenta las diferentes facetas de su alumnado y potenciarlas; fomentar el
autoconocimiento. Además fomentar un optimismo realista, animar, estimular, enseñar el valor
del esfuerzo y de los errores
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SECTOR III. PENSAMIENTO
OPTIMISTA Y RESILIENTE EN EL
ALUMNADO
Supone por parte del profesorado tener
en cuenta las diferentes facetas de su
alumnado y potenciar las mejores;
Fomentar el autoconocimiento, el
optimismo realista, animar, estimular,
enseñar el valor del esfuerzo y de los
errores.
SECTOR I. ACTIVAR EL CEREBRO
SOCIAL
Como eje
de la
rueda, el
humor y la
energía
positiva
Persigue el conocimiento, la
comunicación entre los estudiantes y
unas relaciones auténticas entre
profesorado y alumnado en un ambiente
de humor compartido.
SECTOR II. APRENDER CON HUMOR
Persigue unir diversión y trabajo, favorecer
la atención y motivación y en definitiva
transmitir ilusión por el aprendizaje
Fig. 2. Rueda del Sentido del Humor e interrelaciones mutuas entre sectores
(García-Larrauri, 2009)
Queremos señalar que todos los sectores de la rueda tienen su importancia y se interrelacionan y
potencian mutuamente… el buen humor y la energía positiva actúan como la marea, cuando ésta sube,
todos los barcos y elementos que flotan en el mar, también ascienden. Por tanto la división de los
sectores no deja de ser un poco artificial y tiene solo un interés didáctico y de organización de los
objetivos y actividades para el profesorado.
A continuación, vamos a definir los sectores de la rueda, algunos de sus objetivos más relevantes e
igualmente pasaremos una rápida mirada por las actividades y sugerencias de actuación en relación
con cada uno de ellos. Los limites razonables de este artículo, impiden referirnos de modo exhaustivo a
las más de 80 actividades y sugerencias de actuación que hemos diseñado en relación a los sectores
de esta rueda (García-Larrauri, 2009).
2.1. ACTIVAR EL CEREBRO SOCIAL.
El cerebro social es un hallazgo de la neurociencia social. Goleman (2006) se refiere al poder de la
interacción social para influir en el estado de ánimo y en la química cerebral. Muestra que las
relaciones no sólo pueden moldear nuestra experiencia, sino también nuestra biología… de modo que
las relaciones buenas tienen un impacto benéfico sobre la salud, mientras que las tóxicas pueden
actuar como un veneno lento en nuestro cuerpo…
La expresión “cerebro social” nos parece que representa adecuadamente el significado que
queremos dar a este primer sector de la rueda del humor. El objetivo general que en él se persigue es
el de cuidar –diríamos más, mimar- el ambiente de relaciones en y con el grupo. Cuando el profesorado
mantiene unas relaciones de confianza y cercanía con su alumnado, y se logra un clima positivo y
seguro en el aula, se previenen conductas de indisciplina y de acoso entre compañeros. Como dice
Vaello (2003) “Tratar bien los resfriados evita pulmonías”.
Para nosotras los elementos básicos de un buen ambiente en el aula vienen dados por:
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(a) las relaciones de autenticidad que establece el profesorado con el alumnado y se manifiestan por
la intención de acercarse a ellos y ellas, comprenderles mejor y preocuparse por su bienestar
personal y académico. Estamos de acuerdo con Marchena (2005) al señalar que las prácticas
concretas que se derivan de esta intención tienen que ver con la personalización de la relación, la
flexibilidad en los acuerdos, la valoración positiva que se hace del alumnado, y todo ello desde el
humor compartido. En realidad, cuando en un aula se dan las practicas señaladas, surgen con
facilidad las muestras de humor en el grupo.
(b) Las interacciones positivas entre los integrantes de un grupo. No dudamos de que las personas en
un grupo, después de un tiempo, lleguen a conocerse y hasta puedan establecer lazos afectivos.
Sin embargo, nuestra experiencia con grupos variados (en su mayoría jóvenes y adultos que no se
conocen previamente), nos confirma que las personas, después de una sola sesión “lúdica” de no
más de 30-35 minutos, aseguran encontrarse más desinhibidas, relajadas, con energía, animadas,
sorprendidas, contentas, conectadas al otro, como si se conociesen desde hace tiempo... Desde
nuestro punto de vista, el profesorado puede hacer mucho por impulsar y favorecer las relaciones
positivas entre el alumnado y prevenir con ello los conflictos. Cuando se inicia la vida de un grupo,
es importante que sus integrantes se conozcan; asimismo conviene favorecer la integración rápida
de nuevos alumnos/as que llegan al aula, es bueno que los alumnos trabajen en equipo y se
relacionen en un clima de buen humor, y proporcionar un ambiente relajado y participativo, libre de
temores a la expresión personal. Actualmente la escuela se está perfilando como un lugar para
favorecer la resiliencia del alumnado, precisamente a través del ambiente que es posible generar
en ella. Así para Henderson y Milstein (2003) un ambiente resiliente es el que brinda afecto y apoyo
(elemento fundamental y básico), que además establece y transmite expectativas elevadas y
brinda oportunidades de participación significativa.
Algunas/os profesores temen la presencia del humor en el aula porque pudiera dar lugar a una
relajación del control. Por otro lado, pueden temer que el humor y la risa minen su autoridad como
profesor/a. De hecho, estas suelen ser algunas de las reticencias que nos hemos encontrado. Al
respecto, queremos señalar que es importante mantener un equilibrio entre el humor y la formalidad.
Generar un clima favorable hacia el humor no está en absoluto reñido con estipular unas normas y
establecer unos límites para minimizar los posibles riesgos. Esas normas actuarían como las señales
de la carretera que ayudan a que el tráfico sea más seguro y fluido.
Algunas de las propuestas concretas que sugerimos para favorecer las buenas relaciones
bidireccionales son:
 Actividades de “Rompe-hielos”. Se trata de propuestas, que han probado su eficacia en diferentes
contextos y etapas educativas, para conocerse e interactuar en un grupo que se inicia. Pretenden
desarrollar la desinhibición, disminuir la timidez o la vergüenza, el sentido del ridículo ante el grupo,
en un ambiente de humor compartido. El profesor o profesora participará en las dinámicas como
uno o una más en el grupo: es la mejor forma de mostrar acercamiento y los valores que queremos
desarrollar. A modo de ejemplo, citamos: actividades de presentación con diferentes modalidades,
dándose a conocer el nombre desafiando el sentido del ridículo; saludos risueños entre sí (una
excelente forma de empezar una jornada de trabajo llenándose de la energía que da el movimiento
y la risa. En todos los saludos propuestos la consigna consiste en que las personas se han de
mover por la sala y saludar aleatoriamente al máximo número de compañeros/as, siempre
mirándose a los ojos y sonriéndose mutuamente…).
 Actividades para “despejar el cerebro”. Son propuestas cortas, de no más de 5 o 6 minutos,
activas, risueñas, para introducir en los comienzos, descansos o finalización de una clase. La
investigación sobre la atención y memorización sugiere que el comienzo o entrada en clase, que
ocupa los primeros cinco minutos, puede tener una gran influencia en lo que aprende y retiene el
alumnado: para algunos profesores y profesoras es el momento del repaso de lo visto el día
anterior y/o la presentación de un nuevo contenido. Asimismo está comprobado que cuando se
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avecina el final de la clase, la mente procesa la información de este espacio de tiempo facilitándose
la memorización. Pero, ¿qué sucede con la capacidad de atención, y de memorización, durante el
resto del tiempo?... lo que sucede es que suele decaer la atención y en consecuencia la capacidad
de retención. Es por ello por lo que proponemos cortes periódicos y breves a lo largo de la duración
de una clase (con mayor motivo cuando se tienen varias horas seguidas con el mismo grupo).
Estos cortes constituyen lo que denominamos despejar el cerebro ya que suponen una “bocanada
de nuevo oxigeno” y renuevan la atención, razón por la cual creemos que se han de incluir en la
programación. Por ejemplo la respiración feliz (asociada a pensamientos del valor del presente); la
olimpiada de la risa, para llevar a cabo en momentos que se requiera “desentumecer el cuerpo –¡y
la mente!- (se indica un deporte y todo el grupo ha de “practicarlo” reproduciendo los movimientos
pertinentes al ritmo de una música marchosa..).
 “Modulando conflictos. Plan PREVER”: Se trata de que el profesorado pueda manejar el estrés
de forma efectiva y desarrolle una perspectiva proactiva ante los conflictos. Sugerimos modos de
actuación, que a nosotras nos han resultado eficaces en situaciones en las que hay riesgo de
perder la paciencia y el control emocional. Además, propugnamos actividades para fomentar entre
los alumnos y alumnas un clima de confianza, reconocimiento mutuo y resolución de sus
problemas antes de que se enquisten.
 A lo largo del curso hay momentos especiales en que deseamos hacer algo diferente, con mayor o
menor motivo. Propugnamos la realización de planes de clase para días especiales. Para ello se
ha de dar cauce a las propuestas creativas y al ingenio de los chicos y chicas de modo que tengan
la oportunidad de poner a prueba sus mejores habilidades y recursos.
 También encontramos importante contagiar al Centro, en su conjunto, con la chispa positiva del
humor. Las propuestas para unas “Buenas vibraciones en el Centro” son ideas (como el Día del
Doctor o Doctora “Humoris causa” o para prevenir y relajar el ambiente de un Claustro…) que
pretenden destacar la cultura del optimismo y los valores del buen humor entre todos los miembros
de la Comunidad educativa.
2.2. APRENDER CON HUMOR
Nuestra propuesta para combatir la desmotivación y la falta de atención, es la de aunar, en lo
posible, la diversión (una emoción muy potente que involucra a la persona en su totalidad) y el
aprendizaje. La investigación psicológica demuestra que el humor fomenta la escucha, el pensamiento
crítico, la creatividad, el aprendizaje y la memoria. Para Doni Tamblyn (2006), una experta en la
utilización del humor en grupos, el empleo del humor en clase, ayuda a los y las estudiantes a agilizar
sus mentes, a ser flexibles ante el nuevo conocimiento y a resolver problemas de manera creativa. En
definitiva, los contenidos aliñados con buen humor serán más divertidos y facilitarán los aprendizajes.
El profesorado puede hacer mucho por proporcionar a sus estudiantes ilusión por los aprendizajes:
predisponer con buen animo ante la dificultad de los temas, subrayar lo importante, facilitar estrategias
para el recuerdo, minimizar las dificultades con el fin de que todo el alumnado continúe motivado para
estudiar y avanzar,… Por otro lado, el profesorado puede mostrar flexibilidad ante los acuerdos
tomados en función del contexto, compaginar la exigencia con un ambiente lúdico, la seriedad con un
clima festivo, procurar que el alumnado aprenda con alegría, implicar a los chicos y chicas y compartir
las enseñanzas.
Las sugerencias y actividades que proponemos (García-Larrauri, 2009), van en la línea de
provocar, sorprender… También entendemos que la diversión y el placer se dan cuando
satisfacemos la curiosidad, cuando se investiga, se resuelven problemas, cuando se brindan
oportunidades de participación significativa en la clase dando cauce a los puntos fuertes (o
inteligencias múltiples) de los estudiantes y a las ideas novedosas por su parte… Véamos algunos
ejemplos:
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 Nos parece conveniente “Fijar expectativas y límites”, es decir, asignar responsabilidades,
construir normas de clase… con posibilidad de ser adaptadas a diferentes niveles educativos.
 Algunas ideas deberían de tener como objetivo ambientar físicamente el aula (creando por
ejemplo, un rincón de humor en el que todo el grupo aporte elementos de interés) y planificar el
tiempo de clase (por ejemplo haciendo explicito al alumnado cuál es la organización prevista de
la clase y dándoles cauce para que sean ellos y ellas quienes decidan el momento para un
cambio de actividad avisando al profesor/a).
 Otras propuestas tienen que ver con enseñar, y crear en clase, el hábito de practicar la relajación
y otras estrategias que centren la atención plena hacia el momento presente.
 Son múltiple las propuestas que pueden desarrollarse para “Hacer informales las clases
formales”. Con ellas se trata de fomentar la participación, mantener la atención en los grupos y
desarrollar la creatividad a través de actividades como los “deberes creativos”; también
ilustrando con toques de humor (viñetas de humor gráfico, anécdotas, etc.) los contenidos que
imparte el profesorado (bien a través de apuntes, del ordenador o en las explicaciones orales) y
contando con la participación de los alumnos/as.
 Finalmente algunas sugerencias tienen como objetivo evaluar lo que cada uno o una sabe de
forma habitual y evitando el estrés que representan los exámenes. Se pretende que el
alumnado tome conciencia del punto en qué está en su proceso de aprendizaje (por ejemplo la
actividad MMI, lo Más y lo Menos Interesante, se puede llevar a cabo cuando se finaliza un
tema y se trata de que el alumnado se pregunte qué es lo que más o menos interés le ha
suscitado de ese tema, lo que no ha entendido bien…, con el animo de que por pares o grupos
se solucionen las dudas).
2.3. FAVORECER EL PENSAMIENTO OPTIMISTA Y RESILIENTE
Un curso académico brinda múltiples oportunidades para poder mejorar las competencias del
alumnado en relación con este Sector III de la rueda del humor.
La investigación actual en psicología positiva (Seligman, 1999, 2003, 2004) ha puesto de relieve
que las creencias o pensamientos que las personas tienen acerca de sus éxitos y fracasos son muy
importantes porque determinan la forma de responder que tienen ante las circunstancias.
Todas las personas pasamos por situaciones favorables y negativas. Lo que diferencia a la
persona optimista de la persona pesimista es la forma de percibir los acontecimientos, es decir, de
interpretar las experiencias de la vida y, en consecuencia, de enfrentarse a ella. El pesimismo es una
forma de pensar que se caracteriza por una tendencia general a centrarse en lo que va mal, aunque
haya muchas otras cosas que vayan bien. Numerosos estudios demuestran que el pesimismo es un
síntoma de depresión. Las personas que piensan de ese modo se sienten atrapadas e infelices y,
dado que las actitudes se contagian, convivir con una persona pesimista supone un fuerte desgaste.
Pensar de modo positivo u optimista, por el contrario, supone trabajar en nuestro beneficio y en el
de los demás: es creer que los problemas, cuando se presentan, pueden solucionarse. Creer que los
éxitos son resultado del esfuerzo, de la perseverancia y del aprovechamiento de las oportunidades. Las
personas que piensan de forma positiva, son las que tienen sueños ante el futuro; creen que los
fracasos representan oportunidades de nuevo aprendizaje… En consecuencia, estas personas están
más abiertas a buscar nuevas soluciones. El optimismo y el sentido del humor actúan como
motivadores promoviendo conductas concretas preventivas en relación con la solución de un problema.
Según Martin Seligman, podríamos concluir que el optimismo es un antídoto contra la depresión y el
bajo rendimiento.
Los profesores y profesoras, después de lo dicho, deberíamos de tomar muy en serio las
observaciones que hacemos a nuestros estudiantes, sobre todo cuando se dan condiciones
desfavorables. Esto es aplicable a las bajas calificaciones en un examen, fallos o torpezas en una
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presentación oral, en un trabajo o ensayo escrito, etc... Para moldear estilos de explicación optimistas
necesitamos conocer los modos habituales de pensar y de responder que tiene nuestro alumnado ante
las dificultades y los éxitos.
Muchas de las actuaciones del profesorado, en lo relativo a desarrollar un pensamiento positivo, van
a estar ligadas a situaciones concretas que surgen de manera espontánea con algunos/as estudiantes,
durante la marcha normal de la clase, o cuando surgen contratiempos (por ejemplo los suspensos). Por
tanto, por parte del profesorado, se requiere actuar de forma sensible y contingente con la situación,
para que surtan su efecto.
No obstante también creemos que, a lo largo de un curso, se pueden llevar a cabo acciones más
específicas. Entendemos que en este sentido, cabe una variedad de propuestas que van desde
aprender a desmitificar la gravedad de las confusiones o de los errores (algo que ha de empezar por
dar ejemplo el propio profesor/a), aumentar la confianza en nosotros/as mismas, gestionar
adecuadamente las emociones (aprender de los errores, afrontando los contratiempos de forma más
positiva o disfrutar de lo bueno que nos proporciona la vida), y ayudar a no ser catastrofistas y a debatir
ideas o creencias negativas. Mostramos algunos ejemplos:
 Hay todo una variedad de formas de proporcionar mensajes de buen ánimo a los estudiantes
(reconocimiento individual del trabajo bien hecho y alabando el esfuerzo) y al grupo (los
aplausos oportunos en grupo, por ejemplo, potencian y refuerzan nuestros logros). También se
favorece el desarrollo de una perspectiva positiva asegurándonos de que haya más
experiencias positivas en la vida de las personas que experiencias o intercambios negativos. El
lenguaje es una poderosa arma en manos del profesorado, de ahí la importancia de emplear un
lenguaje positivo.
 Una actividad que para nosotras es de gran utilidad, para ayudar a perder las tendencias
intolerantes y perfeccionistas de algunos alumnos o alumnas, es la que titulamos: Me
confundo, ¿y qué?”. Puede realizarse en más de una ocasión variando el contenido de la
tarea. Supone una forma de mostrar que está en nosotros y nosotras la elección de cómo
vamos a reaccionar ante los errores y confusiones, que podemos tomarnos un fracaso a la
ligera y aprender de él para la siguiente ocasión. Además el que una persona cometa un error
no supone que la persona “sea un error”… Los participantes se colocan de pie, en forma de “U”;
se plantea una tarea con cierta complejidad en las instrucciones de modo que se preste a
frecuentes confusiones. Por ejemplo les sugerimos que vayan, uno a uno contando de forma
rápida, pero alternando números (supongamos del 1 al 3 seguidos), luego sólo palmadas
(también de una a tres, sin hablar) y un movimiento de “contoneo” que se preste a risas (igual
que las palmadas, de uno a tres).. se puede seguir complicando según la edad, agilidad mental
o características de los y las participantes. Se pacta en el grupo que cada vez que la persona
titubee lo más mínimo o se confunda, tiene que hacer un paseillo por el medio del grupo
“festejando el error” (diciendo ¡Bien!, gestos de victoria, etc..) ¡pero tiene que creérselo!.. El
grupo mientras aplaude y lo festeja con la persona. Sorprende siempre observar los resultados
de esta sencilla actividad. El apuro que da equivocarse, a pesar de que sabemos es un juego, y
además festejarlos… Conviene que todas las personas pasen por la experiencia. Muchos
expertos en el tema consideran que la esencia del humor está en la capacidad de reírse de uno
o una misma. Reírnos de nosotros o nosotras mismas significa que estamos a gusto en nuestra
piel a pesar de nuestras imperfecciones; que nos aceptamos como personas que cometemos
fallos, torpezas o equivocaciones en algunos momentos. Esta actitud se admite como signo de
inteligencia y de buena salud mental. Si alguien se ríe de nosotros/as, ¡no nos importará
demasiado porque nos habremos reído primero!.
 El retrato personal es una actividad diseñada para ayudar a las personas a tomar conciencia
de sus fortalezas y propios logros y sentir orgullo por ellos. Se plantea de modo voluntario y se
da un tiempo libre de preparación previa. Durante no más de cinco minutos los y las estudiantes
exponen, ante su grupo, sus puntos fuertes, sus metas de futuro, las personas o situaciones
que les han impactado...En la misma línea se pueden llevar a cabo actividades para analizar la
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presencia o no de un pensamiento excesivamente critico hacia nosotros/as que pudiera
paralizar nuestra expresión personal. Se trata de restaurar la imagen personal y tomar
conciencia de los pensamientos que tenemos hacia nosotros/as que a veces causan
limitaciones. Nosotras denominamos a actividades de este tipo Aprendiendo a convivir con tu
mejor amigo o amiga y también ¿Quién está dentro de tu cabeza?.
 Mi master de la experiencia. Aprendiendo de los errores es una forma de habituarse a
analizar, por escrito, los fallos o fracasos de nuestras acciones y los aprendizajes de ellos/as
para el futuro.
 Para transformar los contratiempos y enfocarles con una visión más positiva proponemos,
según la edad, bien la utilización de títeres que representen la actitud negativista y la positiva.
De este modo, los chicos y chicas pueden poner pensamientos y voz a los personajes, ante
circunstancias que puedan darse en la clase, y que se prestan a ser percibidas de muy diferente
manera. Para personas adultas, la idea se trabaja por escrito utilizando la metáfora del Zapping
mental para cambiar de una forma negativa de percibir los acontecimientos a formas más
tolerantes y aceptables.
No podemos extendernos más en el comentario de actividades. Confiamos que el lector o lectora
se haya hecho una idea de lo queremos decir con la aplicación de la rueda del humor en el aula.
Queremos finalizar, al igual que iniciábamos este artículo, retomando las resistencias o temores
del profesorado en relación con este tema.
Si del temor a perder el control de la clase se trata, señalar que ninguna técnica puede conseguir
el respeto y el control del alumnado si el profesorado no muestra previamente su competencia en el
dominio y organización de los contenidos y se ha ganado previamente la confianza de su alumnado. En
definitiva, no negamos que introducir en el aula actividades e ideas como las comentadas aquí tan
someramente, puedan dar lugar a situaciones de un cierto “descontrol”… Junto a ello, lo que si es
necesario, es definir bien la actividad, dejar las normas claras y compartir con el grupo la finalidad y
sentido que tienen las actividades o propuestas que se lleven a cabo. En nuestra experiencia con
grupos de diferentes edades y contextos, no hemos tenido dificultad alguna en retomar de nuevo las
riendas de la clase y en lograrlo a un nivel mucho más positivo y energizante para todos. Lo cual no
quiere decir que puedan darse situaciones puntuales con alumnos muy concretos, que en cualquier
contexto, siempre van a requerir una atención por nuestra parte muy personalizada.
Otro temor suele ser el de la persona que se considera la antitesis de la gracia y del humor (temor
al ridículo, timidez personal…). Suscribimos totalmente el argumento de Tamblyn (2006), cuando dice
que ante este temor la respuesta es muy sencilla: no se trata de resultar divertido o divertida sino
sencillamente de lo que hay que tratar es de divertirse de forma natural. El humor sano en el aula es el
utilizado como medio para acercarse a los demás, para facilitar las relaciones interpersonales y romper
las barreras entre el profesorado y el alumnado… y no para tratar de ser aceptado por el grupo con un
chiste preparado. Se trata mas bien de percatarse de las cosas divertidas que están en el aula, en las
personas, en lo que decimos o hacemos nosotros/as mismas, y disfrutar con cualquier cosa que inspire
la risa, dándose permiso para reír –incluso de si mismo/a- y que los demás lo compartan.
Un tercer temor del profesorado ante el uso del humor en el aula es el que utiliza como argumento la
seriedad de la asignatura o de los contenidos que imparte. Al respecto podemos decir que no hay
ningún tema considerado “serio” que haya escapado al humor (como lo demuestra el humor en
relación con temas como la enfermedad, muerte, terrorismo, accidentes…). Conocemos profesores de
asignaturas de matemáticas que disponen de toda una batería de chistes de los que se sirve para
ilustrar conceptos matemáticos y que son materia de examen (Flores, 2003). Precisamente la
dificultad de una asignatura debería ser considerada como un argumento a favor de crear las mejores
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condiciones para disfrutarla y sabemos, que el humor adecuado es un excelente medio para relajar y
crear una buena predisposición hacia los contenidos.
Si finalmente, la preocupación pudiera estar relacionada con el riesgo de ofender a alguien mediante el
humor, efectivamente es un riesgo que corremos, pero creemos que mínimo si se evitar el humor
despectivo, peyorativo y especialmente con aquellas personas con las que no se tiene aún demasiada
confianza.
Como resumen queremos señalar que para que los resultados de la utilización del humor en clase
sean positivos, es necesario tener en cuenta una serie de consideraciones previas tales como las que
señala Ziv (1988) y que hacemos nuestras:
El humor utilizado en la clase debe estar íntimamente relacionado con los contenidos a tratar de
modo que tenga un papel relevante en los aprendizajes
No debe abusarse del humor en las clases, por lo que su uso será limitado. No todas las clases
tienen necesariamente que incluir actividades de humor. Es importante programar las
intervenciones humorísticas o los toques de humor a lo largo de las clases de modo que
evitemos perder el norte de lo que pretendemos.
El humor ha de ser siempre positivo, favoreciendo una actitud adecuada para el aprendizaje,
constructivo ayudando al alumnado a almacenar y retener la información de manera más
adecuada y ágil y, ante todo, debe de ser adecuado a las características el alumnado (edad,
género, procedencia étnica, etc..).
Desde nuestra experiencia, añadimos además estas otras sugerencias:
Es muy importante generar un ambiente de confianza y buena comunicación, que motive al
alumnado a participar libremente y sin temor a ser ridiculizado o puesto en evidencia..
Se ha de conjugar la exigencia con un ambiente lúdico, la seriedad con un clima festivo. El humor
debe ser compartido por todos los implicados
Conviene ir introduciendo las actividades o sugerencias (como las expuestas) procurando que el
profesor/a se sienta cómodo/a dentro de la inseguridad que conlleva cualquier innovación. Es
importante persistir, que no decaiga el entusiasmo, no desanimase ante la más minima dificultad,
observar bien los efectos e introducir las correcciones oportunas.
Preparar las clases considerando la conveniencia de los elementos humorísticos. No dejarlo en
manos de la improvisación (dejar clara la actividad y el objetivo que se persigue). Recordamos
que una cosa es el humor espontáneo, aprovechando el que se da de forma imprevista en el
aula, y que otra cosa son los toques de humor previstos para mejorar la atención y retención de
los materiales objeto de aprendizaje.
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Valladolid, 31 de Agosto de 2009
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