Página 1 de 11. EVOLUCIÓN DE LA CONTROVERSIA AL RESPECTO DEL DESARROLLO Jorge Isauro Rionda Ramírez1 OBSERVACIÓN: Las lecturas aquí expuestas se obtienen en gran parte de la selección de lecturas hechas por Guillermo Ramírez H. del IIE de la UNAM (1970). También está el texto sobre el desarrollo económico de Salvatore y Dowling (1985), fuente también consultada para la redacción del presente trabajo. DESARROLLO DE LAS CONTROVERSIAS: Existe cierta polémica al respecto de dos conceptos que se usan indistintamente entre autores como si se tratara de sinónimos en materia del desarrollo que debe prever racionalmente las necesidades del Hombre a futuro: el llamado desarrollo sostenible y desarrollo sustentable. El éxito del modelo keynesiano de crecimiento con subempleo mediante la demanda interna y el uso de la política monetaria (con mesura), dan pié a la preocupación al respecto del fomento o avío económico orientado a intereses de desarrollo estratégico de las economías nacionales. Paralelamente, el éxito de las economías con planificación central abre el marco de cómo inducir y orientar estratégicamente el desarrollo. Esto se da a razón de la crisis de régimen de producción artesanal basado en una regulación liberal (laissez faire, laissez passer), ante la emergencia del esquema de producción rígido o moderno, que lleva a la crisis de 1929 – 1933 en las latitudes desarrolladas del occidente capitalista. El oriente se viene a gestar para el segundo lustro de los años 30 del siglo pasado el régimen de producción flexible, principalmente dentro de las instalaciones de la empresa Toyota. Mientras en occidente la modernidad lleva a una crisis que implica el cambio de régimen de regulación de liberal a uno de alto grado de intervención estatal (keynesiano), como proteccionismo, en orienta ya implementan un esquema de producción flexible, con apertura económica y cuya estrategia parte de la integración regional y la producción compartida. Esquema que occidente conocerá hasta tres décadas después (en los años 60 de la misma centuria). 1 Economista de formación. Doctor en ciencias sociales y en estudios laborales. Profesor tiempo completo titular “A” de la Universidad de Guanajuato, campus León. Miembro del sistema nacional de investigadores (nivel 1) CONACYT. Correo: [email protected] Página 2 de 11. Ya desde la creación en la segunda posguerra de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), se concibe la creación de las comisiones económicas regionales, donde aparece la CEPAL (1946) se estudian modelos keynesianos para propiciar el crecimiento con estabilidad a mediano y largo plazo. Los primeros planteamientos los da Raúl Prebisch, como presidente de dicha comisión. Previamente destaca la labor como secretario de Hacienda de Eduardo Suárez durante las administraciones de los presidentes Gral. Lázaro Cárdenas (1934- 1940) y Manuel Ávila Camacho (1940 – 1946), quien con base a la asesoría de la Secretaría de Estado de la administración de Franklin Delano Roosevelt y diseñado por William L. Clayton y George F. Kennan llevan a cabo el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, de donde salen muchas de las ideas y esquemas de fomento económico para el crecimiento. La polémica viene a ser abiertamente considerada más allá de los planteamientos de la ortodoxia keynesiana en la década de los años 60, precisamente ante el reconocimiento del éxito de las economías emergentes de Asia, lideradas principalmente por Japón y cuyo régimen de producción es el flexible, lo que indica una postura distante a la occidental en todo sentido. Esta preocupación sobre el tema del desarrollo en la ciencia económica se da principalmente entre autores de formaciones distintas como Paul Sartre (1963; 7-11), quien ya cita en su artículo “Los condenados de la tierra” el tema de las personas en condiciones de miseria. Enrique González Pedrero (1961; 96-117), explica las cuestiones del subdesarrollo entre los pueblos y da un primer acercamiento al tema de rezago. Douglas V. Steere (1961; 251-274) se cuestiona la razón del desarrollo económico material y para qué debe servir o bien, para quienes. Cuestiones importantes para cuando Arthur Lewis (1958; 459-475) ya ha propuesto desde 1958 su modelo de crecimiento económico basado en una oferta casi ilimitada de mano de obra, dirigido a países en vías de desarrollo y lo que posteriormente le dará el premio Nobel en economía (1979), quien se cuestiona cuán deseable es el desarrollo desde el punto de vista de los costos y los beneficios sociales y económicos de los mismos. La teoría del subdesarrollo inicia propiamente en los años 60 del siglo XX. El enfoque histórico en la explicación de los orígenes del rezago económico lo da Everett E. Hagen (1964; 24-32), donde el análisis comparativo es el sustento de las principales conclusiones del desarrollo entre economías emergentes. Paul Barán (s/f; 71-84), indica la dialéctica en torno a la economía política del atraso. Controversias que pasan al ámbito latinoamericano y dan pié a una visión regional del desarrollo (economía regional), donde destacan como pioneros los trabajos de Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto (1969; 22-38), de donde se plantea la teoría de la dependencia económica desde un punto de vista marxista ortodoxo. Trabajos que tienen eco en otros intelectuales de la región como Ruy Mauro Marini (julio – agosto de 1968), quien habla de una dialéctica de la dependencia, desde el mismo enfoque, y abunda en la cuestión del subdesarrollo y la necesidad de un cambio radical (revolución) en el esquema económico de América latina, postura radical ante la corriente socialdemócrata que prevalece en la mayor parte de los programas de gobierno de la región. Deriva de la teoría de la dependencia la visión de los círculos viciosos, que bien plantea André G. Frank (1967), quien habla del la reproducción de subdesarrollo y cómo se viene a perpetuar bajo esta lógica. Página 3 de 11. Pronto surge el tema de la medición del crecimiento y creación de sus indicadores. La economía política en cuanto al dialéctica del desarrollo queda atrás y la preocupación se orienta a crear los instrumentos matemáticos que permitan evaluar el impacto de las políticas en el crecimiento con estabilidad. Simon Kuznets (1958; 72-96), ya indica la necesidad de contar con indicadores de su medición. Se parte de la necesidad de definir qué se entiende por crecimiento económico donde destaca la aportación de Ronald A. Shearer (1958; 645-676), quien aporta un sentido económico a su concepción, Polémica enriquecida por Eduardo L. Suárez (1960; 401-411) al adecuar algunas consideraciones de aplicación real en materia de política económica en México, lo que deja el ámbito académico y le da un sentido más aplicado al concepto, al menos en la práctica mexicana. Sobre todo se deja atrás la cuestión del crecimiento como tema del ingreso nacional como per cápita para darle un enfoque de crecimiento ordenado (justo, equitativo, igualitario, incluyente, convergente, estable). Aquí ingresa consideraciones discriminadas tradicionalmente por los teóricos del desarrollo económico, en especial el efecto de la tecnología indicada por Joseph A. Schumpeter (1958; 63-71). Cuestión acotada por Maurice Dobb (1958; 63-71) y Howard S. Ellis (1959; 685-698). Entonces se tiene que primero nace la inquietud al respecto de inducir y orientar el crecimiento, de lo que deriva el tema de “crecimiento o desarrollo”, su medición para llevar entonces a la necesidad de crear modelos económicos que indiquen en grado y cuantifiquen el efecto de las políticas de fomento tanto en el nivel de ingreso nacional, en el per cápita, como su distribución. Ya existe en el bagaje de la economía política acercamientos al respecto de concebir la lógica del crecimiento y el desarrollo, de lo que se cita el trabajo de Joseph J. Spengler (1964; 36-51). Se habla de la ventaja que implica un enfoque de comercio exterior como proteccionista. Ya se indica la polémica entre el Free trade Vs. Faire trade. Donde Thomas Mun (1954; 57-68), indica la ventaja del libre comercio con respecto al comercio justo, donde se habla del éxito económico de Inglaterra con base a su comercio exterior. Propuesta importante para el tiempo del desarrollismo económico basado en el crecimiento con base a la demanda interna y con alto nivel de proteccionismo económico. Postura nada novedosa pues ya la sustenta Adam Smith en 1776 (1961; 93416). La economía política liberal o clásica ya esgrime de hecho el concepto del desarrollo económico. David Ricardo (1821; 67-291) ya hace citas al respecto. También aparece otro teórico clásico destacable: Thomas Robert Malthus (1836; 309-413) en su célebre obra “Principio de población”. Otros teóricos de la misma escuela cuyas aportaciones al concepto como a la teoría del crecimiento económico son John Stuart Mill (1900; 210265), Karl Marx (1959; Vol. I: 130-549) y Vol. III: 213-263), cuestiones que con base a la experiencia histórica de la economía capitalista mundial llevan a postular a W. W, Rostow (1956: 16-25, 159, 175 y 179) cinco etapas del crecimiento, en una concepción lineal y positivista de la historia económica, contraparte de la corriente marxista y quizá una de las primeras teorías neoclásicas del desarrollo. Lo que abre una nueva corriente de posturas similares que conciben el desarrollo de las naciones por etapas sucesivas, tal como lo plantean P. A. Baran y J. Hosbawn (1958; 63-71), Joseph A. Schumpeter (1963; 68-103), conceptos ya considerados en materia de política económica por el asesor en materia económica del presidentede los Estados Unidos de América Alvin H. Hansen (marzo de 1939; 1-15), quien lleva las tesis keynesianas a la política económica de dicha nación para sacar de la postración económica a la Unión Americana. Los modelos keynesianos desde entonces arriban en modelos matemáticos ricos y complejos para propiciar el crecimiento Página 4 de 11. con base a conceptos tales como el acelerados, el multiplicador, la demanda efectiva, agregada, propensión marginal a consumir como a ahorrar, tasa de desempleo o subempleo, entre otros conceptos. En ello destacan los trabajos de R. F. Harrod (1963; 63-100), Evsey D. Domar (1947; 34-55), James E. Meade (1962; 8-18), Robert M. Solow (1956; 65-94), Joan Robinson (1960; 75-111), Nicholas Kaldor (1962; 240-259), todos estos modelos controvertidos y muy matematizados, neokeynesianos y neoclásicos, mecanicistas, reduccionistas y estrictamente matemáticos, nada dialécticos. Los investigadores finalmente dejan cuestiones técnicas en el pasado para pasar a procurar el diseño de políticas singulares para cada país en materia del fomento de su crecimiento económico. Las comisiones económicas creadas en el seno de la ONU y derivadas del las distintas Conferencias de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, especialmente la de Europa (CEPE) y la de América latina /CEPAL), llegan a implementar baterías completas de recetas y sugerencias para el crecimiento de cada país de la región a la que atañen. En Europa destaca el trabajo de P. N. Rosenstein Rodan (s/f), quien toca el tema de las economías del Este donde el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) trata de fortalecer el proceso de industrialización de las naciones de la región mediante el fortalecimiento de la industria pesada. Se habla de la relevancia que tiene en la formación de capital interno la aportación de las divisas, y en ello destaca la aportación de Ragnar Nurke (1965; 13-40). El tema de la demanda es importante en estos trabajos puesto que la herencia keynesiana sustenta el crecimiento endógeno basado en la demanda interna, cuestión que también es un recurso muy indicado en las economías del Este europeo de planificación central o socialistas, así como la complementariedad que trae consigo el aporte de divisas logrado con una demanda externa que permita tanto la formación de capital interno nacional, como del fortalecimiento del ahorro de la nación. Albert O. Hirschman (1961; 58-82), habla de la necesidad de buscar un desarrollo con estabilidad a largo plazo, esto es, con fuerte control de la inflación interna, lo que propicia una demanda externa en expansión y el aumento de divisas. W. Arthur Lewis (1965; 629-673), aporta a las estrategias de desarrollo otro punto de vista pero ahora desde la óptica de la oferta. Define un modelo para las economías en desarrollo que cuentan con una oferta altamente elástica de mano de obra (casi ilimitada), pensado sobre todo para las economías de América latina. Parte de un punto de vista keynesiano y basa la expansión de la curva de posibilidades técnicas de producción bajo el congelamiento real del salario al indizar el salario nominal a la inflación nominal. Modelo que se viene a aplicar desde 1965 en México a la sombra del Programa de la Industria Maquiladora de Exportación (vigencia 1965 – 2001). Razón por la cual supone la creación de ahorro interno al expandirse la tasa general de ganancia ante el congelamiento del salario real y el aumento constante del ingreso nacional. Para la aplicación del modelo de Lewis hay consideraciones importantes en materia de empleo y oferta de la mano de obra. Jacobo Viner (1957) ya indicaba previamente la existencia de un desempleo disfrazado, donde se trata de relocalizar mano de obra ocupada a puestos más productivos lo cual promueve el crecimiento. Propiamente se refiere más que al desempleo disfrazado al subempleo. No tarda en aparecer un modelo más completo que aporte o considere estos aspectos de la cuestión del empleo y el subempleo tanto de carácter neokeynesiano como neoliberal. Está el trabajo de G. Ranis y J. C. H. Fei (s/f; 246-271), quienes plantean precisamente un modelo económico con este sesgo. En esto no solo se considera la cuestión de la oferta de la mano de obra sino el propio crecimiento demográfico de un país. Página 5 de 11. Dentro de las estrategias del desarrollo también aparecen trabajos que tocan al fomento sectorial, o de aquellas ramas del crecimiento industrial consideradas como estratégicas, prioritarias y detonadoras del desarrollo. Para naciones en vías de desarrollo el sector primario resulta el más importante, en especial el fortalecimiento de la agricultura, para las naciones que buscan la autosuficiencia alimenticia. El trabajo de Bruce F. Johnston y John W. Mellor (1965) precisamente abordan esta cuestión. Aportan a su vez al tema otros autores como Maurice Dobb (s/f). También aparecen trabajos al respecto de la teoría clásica de David Ricardo al comparar las ventajas comparativas de los pueblos en materia del fomento de sectores estratégicos que gocen con una situación en este sentido favorable, como lo propone Hollis B. Chenery (1966; 308-343). El desarrollo de modelos neoclásicos arriba con especial fuerza en la década de los años 60, comparten la polémica con visiones keynesianas como clásicos, pero el análisis marginalista viene a aportar posturas respecto al incremento de la productividad y las razones del estancamiento. El modelo de Wassily Leontief (1959; 454-461), precisamente atañe a este aspecto. El crecimiento con estabilidad es otro tema que no escapa a la visión de todos estos teóricos del desarrollo, precisamente Dudley Seers (1965; 397-418), plantea una teoría general sobre el crecimiento con estabilidad de precios a largo plazo. Dejando de lado la teoría económica, en el segundo lustro de los años 40 el interés se centra en las realidades estructurales e infraestructurales de las economías de la región latinoamericana. Raúl Prebsch (marzo de 1961 y febrero de 1962); rescata mucho de la teoría keynesiana, de la corriente endogenista, de tesis socialistas como socialdemócratas para fundar el estructuralismo económico. Del modelo cepalino deriva la polémica entre estructuralistas y monetaristas, donde los primeros conciben la necesidad de considerar la política monetaria bajo la mesura keynesiana, mientras que los segundos hablan de que la trampa de la liquidez es un riesgo teórico no real, por lo que sugieren un pleno uso de la política monetaria sin mesura alguna para fomentar el crecimiento. La polémica se enriquece con base a las controversias que al parejo se vienen dando entre las escuelas de Cambridge (Mass.) Vs. Cambridge (Inglaterra). Anibal Pinto (s/f) hace un recuento de estas dos posturas y deriva algunas posibilidades a considerar en el caso latinoamericano. Fuera del análisis monetarista, la cuestión keynesiana deriva al desarrollo de tesis de corte fiscalista o neokeynesiano. John F. Due (1969; 38-46), Raja J. Chelliah (en Ramírez, 1970; 371-372) y Harry G. Johnson (en Ramírez 1970; 373-380), indican la relevancia del papel de Hacienda pública y de una política que conciba la estructura impositiva de una economía para soporte de la política monetaria. Con Ragnar Nurkse (1960; 278-313) el comercio internacional vuelve a aparecer como tema importante en materia del crecimiento económico. Esto abre un debate interesante al respecto de la participación de la inversión extranjera como de la demanda externa en el fomento de una economía nacional, contraparte de la tradición socialista y estructuralista de basar el crecimiento en la demanda interna, el proteccionismo y el ahorro nacional. Página 6 de 11. Aparecen los trabajos de autores como Gunnar Myrdal (1956; 295-315), Raúl Prebisch (1964; 31-37) y Henry C. Wallich (1960; 403-425). Destaca de los distintos autores aquí reseñados la necesidad de contar con una planificación económica, tal como lo señala Albert Waterston (1965). Con ello queda claro que es en el último lustro de los años 50 del siglo pasado donde se despierta el interés respeto al desarrollo, se inicia con cuestiones conceptuales y metodológicas para su medición y evaluación, se conciben y revisan tesis de autores clásicos, marxistas como nacen los nuevos planteamientos marginalistas o neoclásicos como monetaristas, en el seno de la controversia que deriva de los trabajos y teorías de John Maynard Keynes desde los años 30 de la misma centuria. LOS GRANDES TEMAS DE LA CONTROVERSIA Al respecto del desarrollo y subdesarrollo aparece en interés neofisiocrático del diseño de modelos para el desarrollo de sectores estratégicos, especialmente el agrícola, para economías en vías de desarrollo con fuerte participación de la economía rural, como lo es el caso de México a mediados del siglo XX. Se hablan y consideran los problemas de la industrialización, donde aparecen de referencia las economías del este europeo y las socialistas, en un modelo de sustitución de importaciones de bienes básicos, intermedios y de capital, como lo es en su momento el soviético y cuyo resultado es relativamente exitoso. En ello también estriba o radica el aspecto del desarrollo de los llamados recursos humanos, cuestión que explica el éxito reciente de economías del Este ante la caída de las economías socialistas de la región desde los años 90. Con fuerte herencia keynesiana se desarrollan modelos económicos basados en la manera de resolver el problema de la brecha entre el ahorro y la inversión, propiciar el crecimiento con estabilidad de precios a largo plazo. Posturas neokeynesianas como monetaristas discurren en la polémica donde la controversia se resuelve ante la crisis de 1987 de México que demuestra la necesidad de concebir en el diseño de la política moneraria la mesura keynesiana relativa a la trampa de la liquidez. Toma fuerza el fiscalismo como política complementaria y de reforzamiento a la monetaria. Ante la controversia desatada entre estructuralismo y monetaristas, entre el free trade y el fair trade, y el laissez faire laisse passer respecto al endogenismo, viene a colación la importancia que tiene el comercio internacional en el crecimiento económico de las naciones, partiendo de la experiencia anglosajona desde el siglo XVIII a la actualidad. En ello no solo el tema es la participación de la demanda interna en el crecimiento de la industria nacional, sino de la inversión extranjera. Necesariamente, dentro de todo este contexto de discusión teórica lo que es destacable es precisamente la necesidad de no dejar a las libres fuerzas del mercado la inducción del crecimiento, el cual resulta anárquico, adverso y caprichoso. En grado el papel del Estado es un renglón relevante en consideración del efecto que tiene su papel en la economía, ya sea como orientador del desarrollo mediante reformas (neoliberalismo), o bien por su participación e Página 7 de 11. involucramiento directo en la economía (neokenesianismo o tercera vía), mediante el gasto público y su inducción económica (Salvatore y Dowling; 1985). Pero qué pasa desde la década de los años 70 del siglo XX a la actualidad, en especial en materia de políticas para el crecimiento ordenado y estable. Se admite que las tesis neoclásicas hacen su aparición desde principios de los años 60 y que eso conlleva a un esquema más novedoso basado en la integración y la apertura económica, donde el crecimiento se mantiene principalmente por la partición de la Inversión Extranjera Directa (IED) y la apertura económica. El llamado exogenismo económico que en 1973, posterior al golpe de Estado propiciado por el Gral. Augusto Pinochet al presidente chileno Salvador Allende, se implementa en la economía de Chile bajo el auspicio de los Estados Unidos, principalmente siguiendo las tesis de Milton Friedman y los Chicago Boy’s de la escuela monetarista (Cambridge, Mass.). No se niega que el endogenismo económico bajo la vertiente estructuralista ya es una realidad en la economía norteamericana desde tiempos de Franklin Delano Roosevelt y que en México Eduardo Suárez ya implementa el modelo durante los sexenios del Gral Lázaro Cárdenas (1934 – 1940) y el Lic. Manuel Ávila Camacho (1940 – 1946). No es Raúl Prebisch, como se sostiene el inventor del endogenismo ni el estructuralismo económico latinoamericano, el cual la CEPAL lo echa a andar en la segunda posguerra, sino los norteamericanos William L. Clayton y George F. Kennan. Y en México estos planteamientos son bien llevados a la realidad económico nacional por el entonces secretario de Hacienda, Eduardo Suárez. Otro antecedente importante es la creación del programa PIME o Programa de la Industria Maquiladora de Exportación (1965 – 2001), que es sustitutivo del Programa Bracero (1942 – 1964), donde se implementa el modelo de Arthur Lewis (1965) lo que funda la acumulación capitalista basada en el congelamiento del salario real en México, así como crea una zona franca en la frontera norte del país de 20 kilómetros longitudinales de la franja fronteriza al interior del territorio nacional. 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