LOS DERECHOS CULTURALES Y SUS POLÍTICAS PÚBLICAS EN MÉXICO, A LA LUZ DEL FENÓMENO DE GLOBALIZACIÓN. Dr. Fernando Valenzuela Pernas. Profesor Investigador de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Resumen: La globalización como fenómeno ha penetrado en diversos ámbitos incluido el de la cultura. En México, no obstante haberse suscrito y ratificado diversos compromisos para garantizar los derechos culturales, éstos habían sido relegados del marco constitucional por considerarse derechos programáticos, suficientemente incluidos en la legislación vigente. Pero la preocupación de diversos sectores por salvaguardar y promover nuestro patrimonio cultural, y la constante exigencia para que el Estado garantizara el acceso a la cultura y el ejercicio de los derechos culturales, propiciaron la reforma constitucional de mayor envergadura en la materia, en los últimos años. No obstante, lo prometedor del nuevo marco constitucional, es importante revisar las políticas públicas que se diseñan en las tres esferas de gobierno para su cumplimiento, así como el presupuesto asignado por cada una de ellas para su correcta ejecución. En la presente disertación, señalamos que la política presupuestal para la cultura en nuestro país, se ha visto permeada en los recientes ejercicios fiscales, situación no sólo ha afectado el avance de la industria cinematográfica, sino los recursos asignados a diversas dependencias y a proyectos para el rescate, promoción y acceso a la cultura. Dicha situación a la luz de la globalización, nos lleva a reflexionar acerca del papel del Estado en el campo de las industrias culturales, pronunciándonos en una posición ecléctica entre su libre desarrollo y su regulación pública. Consideramos que para garantizar efectivamente los derechos culturales, no basta con un catálogo de buenas intenciones, sino que además requerimos una actitud pública responsable en la que además de aportar los recursos necesarios para impulsar la cultura, se regule y vigile la inversión privada. Todo con la finalidad de afianzar la difusión cultural en México. Ponencia: La riqueza cultural de México es un hecho que nadie pone en duda. Nuestra ubicación geográfica y el mosaico de grupos étnicos, conocimientos, tradiciones y lenguas manifestadas en nuestro territorio a lo largo de los años, son un exiguo reflejo de nuestro caudal. No obstante ello, la difusión y promoción de nuestros bienes culturales, no ha sido proporcional a ellos, resultando insuficiente la proyección de nuestra identidad cultural. 1 Una posible vía para ello, es la comunión entre la industria y el Estado, como fuerzas primordiales en el desarrollo de la cultura a escala global. La mundialización se considera como un proceso conducido por los negocios transnacionales y el Estado, para transformar los espacios a través de los cuales circulan recursos y productos, incluyendo la comunicación y la información. Bajo esa perspectiva, la presente disertación pretende conocer el marco jurídico mexicano en materia de cultura, para analizar las políticas públicas en la materia, a la luz del fenómeno de la globalización. Conceptualmente la cultura se define como el conjunto de todas las formas, modelos o patrones, a través de los cuales una sociedad regula su comportamiento, y manifiesta sus costumbres, prácticas o formas de ser. Jurídicamente ésta puede analizarse a través de los siguientes elementos: a) El acceso a los bienes y servicios culturales; b) La creación intelectual y artística, y c) La difusión de todo lo anterior. En el 2004 la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos diagnosticó que la política cultural mexicana era discontinua, que padecía ausencias legales y que primaba un esquema de carácter estatista. Dicho organismo internacional indicó que nuestro país carecía de programas educativos eficientes y de mecanismos para impulsar las industrias culturales, y subrayó que el vacío más importante era la falta de un precepto constitucional que estableciera el principio general de acceso, participación y disfrute de los bienes y servicios culturales. En consecuencia, Naciones Unidas realizó 48 recomendaciones al gobierno mexicano, entre las que destacaron: La urgencia de una reforma constitucional en la materia; La necesidad de precisar la naturaleza jurídica y el carácter del órgano que determina la política cultural del país; Lograr que las empresas culturales cuenten con un régimen fiscal propio; Regular la protección jurídica del patrimonio intangible, y Aumentar el presupuesto de las dependencias culturales. En respuesta a lo anterior, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 estableció la realización de esfuerzos importantes para ampliar el alcance y la profundidad de la acción pública en materia de cultura y arte. En el mismo sentido, el Programa Nacional de Cultura para el mismo periodo, enfatizó el compromiso de impulsar una legislación integral para garantizar el derecho a la cultura y disfrute de los bienes y servicios artísticos para todos los mexicanos; de fomentar la difusión y promoción nacional e internacional de nuestra riqueza cultural, así como la protección del patrimonio histórico y artístico de México. 2 No obstante los objetivos planteados en dichos documentos programáticos, y pese al papel positivo que el Estado mexicano había venido desempeñando en diversos foros internacionales en materia cultural, las acciones aún no se plasmaban en nuestro marco normativo. Por lo que el 30 de abril de 2009, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, un Decreto que reformó y adicionó los numerales 4º y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para garantizar el derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. Dicha reforma recogió las iniciativas presentadas de 1999 al 2007, por legisladores de diversos partidos políticos ante el Congreso de la Unión, y estableció: Que el Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa; Que la Ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural; Que el Congreso de la Unión estará facultado "para legislar en materia de derecho de autor y otras figuras de la propiedad intelectual relacionadas con las misma"; Que el Poder Legislativo podrá expedir leyes "que establezcan las bases sobre las cuales la Federación, los Estados, los Municipios y el Distrito Federal, coordinarán sus acciones en materia de cultura", y Que se establecerán los mecanismos de participación de los sectores social y privado, con objeto de cumplir los fines previstos en el párrafo noveno del artículo 4º de la Constitución. Cabe señalar que esas reformas y adiciones, respondieron al compromiso asumido por nuestro país a través de la firma y ratificación de diversos instrumentos internacionales como: la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos (o Pacto de San José); el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (o Protocolo de San Salvador), entre otros. Lo anterior demuestra que nuestro país cuenta con las bases para la construcción de un marco jurídico que si no óptimo sea suficiente para el diseño de políticas públicas apropiadas que permitan el efectivo acceso de los mexicanos a la cultura. Sin embargo, por tratarse de normas catalogadas como programáticas, su aplicación se sujeta al presupuesto que para su ejecución es destinado. Este año el Presupuesto de Egresos de la Federación, redujo tres mil 338 millones de pesos destinados a la cultura, lo que representó un 25 por ciento menos al ejercido en 2009. La dependencia más afectada con dicho recorte fue el Instituto Mexicano de la Radio (IMER), con una reducción del 90.8 por ciento. La actividad cinematográfica en México es otro espacio que se vio afectado, ya que la reducción en el gasto presupuestario significó un impacto negativo en la inversión del sector por más de 300 millones de pesos. 3 En este año el presupuesto sólo permite asignar 42 millones de pesos a los fideicomisos (FOPROCINE y FIDECINE), poniendo en riesgos los avances logrados en la materia. Lo anterior, pone de manifiesto que el recorte aprobado para el sector cultura, podría poner en peligro la viabilidad del patrimonio artístico y cultural de nuestro país, y más aún la correcta instrumentación de la citada reforma. En otras palabras, el éxito de las normas y políticas públicas en materia de cultura, depende en gran medida del monto y distribución de los recursos que son asignados por el Presidente de la República y aprobados por la Cámara de Diputados Federal, para su ejecución. Al respecto, Miguel Carbonell señala que es tarea de los intérpretes de los ordenamientos jurídicos, su aplicación; ya que los preceptos constitucionales, aunque sean derechos sociales (como el derecho a la cultura), no son una lista de recomendaciones o de buenos deseos que las autoridades puedan ir cumpliendo como mejor les parezca: son por el contrario, mandatos constitucionales, es decir, normas jurídicas vinculantes para autoridades y particulares. Modificar la Constitución prometiendo que ese simple cambio va a garantizar el acceso a la cultura, sin destinar el presupuesto necesario para su realización, no solamente es un ejercicio demagogo, sino la vía más directa para fomentar la desconfianza de la ciudadanía hacia la Constitución. Si las autoridades continúan con esa tendencia, los mexicanos no sólo seremos críticos ante la carencia o ineficacia de las políticas públicas en el ámbito cultural, sino que además perderemos toda fe a los contenidos de nuestra Constitución. La intervención del Estado en el campo de las industrias culturales ha sido objeto de un intenso debate, por la confrontación entre las opiniones partidarias del libre desarrollo, y las favorables a su regulación pública. Si bien se ha señalado que los poderes públicos raramente tienen un papel neutral o residual ante en el proceso de mundialización, en el campo de la cultura existe una tendencia según la cual el Estado va restringiendo su ámbito de actuación a lo artístico, mientras que deja lo comunicativo a la industria. Como decía J. Martín Barbero, la cultura es un proceso mediante el cual “el Estado se hace cargo del pasado y deja el futuro a la industria…”. La intromisión pública en el ámbito de las industrias culturales supone una excepción a las leyes de la libre competencia del mercado. En los países de gran dimensión y con unas industrias culturales muy desarrolladas e internacionalizadas (como Estados Unidos, Francia, España, Italia, etc.), puede considerarse como poco o nada justificada la intervención pública en este sector de la economía. Contrariamente, en los países de pequeño tamaño y con unas industrias culturales débiles (como es el caso de México), la intervención pública en el sector puede ser valorada como una falta de sensibilidad colectiva por el desarrollo de la cultura propia. En estos casos, la cantidad de recursos públicos asignados a dichas políticas, y la capacidad de innovación en su implementación, son un reflejo del reconocimiento colectivo de su importancia. 4 Si revisamos la historia, la acción pública en el ámbito de las industrias culturales se ha diseñado tradicionalmente sobre la base de dos líneas estratégicas fundamentales: la protección de la cultura propia respecto del exterior, y la promoción de la cultura propia en el interior y el exterior del país. El grado de eficacia de estas políticas reside, sobretodo, en la capacidad de conseguir los objetivos deseados. Por ejemplo, las políticas proteccionistas (como las mexicanas) pueden resultar ineficaces si no van acompañadas de medidas de promoción cultural suficientemente adecuadas a la realidad y a las características económicas actuales del mercado de las industrias culturales. Al respecto, es importante valorar la organización de la intervención pública en el ámbito cultural se caracteriza por la intervención de los distintos niveles de gobierno. El papel de los gobiernos federales es muy relevante, de manera que en muchos países como el nuestro, éstos concentran una gran parte del gasto público destinado a actividades culturales. En el escenario internacional, sin embargo, el protagonismo de la intervención corresponde primordialmente a los órdenes de gobierno comparados con las entidades federativas o Estados, a los que se reconoce la personalidad jurídica de pleno derecho en las relaciones internacionales. Hablando específicamente de México, aunque las ciudades y las regiones (como Chiapas), han empezado a proyectar sus actividades en el exterior, su capacidad jurídica y sus recursos disponibles para ello son, comparativamente, muy limitados en relación con la federación. Así, ciertas identidades culturales nacionales (como grupos indígenas), o importantes ciudades que no ostentan la condición de capitales de los Estados (como ocurre con algunas localidades del Estado de Tabasco), se encuentran en una posición desfavorable para canalizar sus políticas culturales a nivel internacional. PROPUESTAS Hay que revisar y replantear la estructura interna de los gobiernos, y la asignación de responsabilidades sobre el ámbito de las industrias culturales; debido a que existe un notable grado de segmentación y/o dispersión de la competencia sobre esta materia entre distintos ámbitos: cultura, educación, comunicación, industria, comercio, protección jurídica de derechos, etc. El acceso a la cultura y su difusión es un reto grande. En México, para garantizarlo en su totalidad no alcanzaría el presupuesto más generoso de ningún orden de gobierno, por lo que en aras de dar una posible solución, consideramos que el Estado debe atraer la inversión privada ya sea nacional o de las grandes corporaciones empresariales que gestionan el proceso de producción y difusión de contenidos culturales alrededor del mundo, para lo cual es indispensable que ofrezca: La asignación de un presupuesto público responsable; La existencia de un sistema de creatividad e innovación dinámico y rápido (una fuerza laboral preparada, una fluida transferencia de los centros de enseñanza e investigación hacia las empresas, etc.); La disponibilidad de infraestructura técnica avanzada (especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones, para acceder a los grandes mercados); Bajos costos de producción en relación con los precios del mercado de destino; Calidad de servicios; Un mercado financiero adaptado a las particularidades de las industrias culturales; Un régimen fiscal favorable; 5 La proximidad de poder político para encauzar las estrategias de difusión de las empresas; El dominio de lenguas de uso mayoritario en el mundo, y La existencia de medios de comunicación con gran capacidad de difusión en los mercados, etc. Además de lo anterior, debemos afirmar que ante una situación de cambio permanente y acelerado en el mundo globalizado, la velocidad para dar respuesta a los problemas que se plantean en el campo de las industrias culturales, es un factor fundamental de éxito en el desarrollo de las políticas públicas. Las medidas de intervención pública introducidas con lentitud o a destiempo, se convierten rápidamente en ineficaces. En consecuencia, es necesario que los responsables de las políticas culturales en el país, tengan una gran capacidad de innovación, para adaptar con rapidez las estructuras organizativas de la administración pública cultural a las exigencias del mundo globalizado. Villahermosa, Tabasco a 6 de julio de 2010. Bibliografía: Aguayo Quezada, Sergio, El papel de la Sociedad Civil en la Política Exterior, publicado en Gutiérrez Canet, Agustín, “México en el mundo del siglo XXI”, Universidad Iberoamericana, México, 2001. Carbonell, Miguel, Constitución, Reforma Constitucional y Fuentes del Derecho en México, 4ª edición, Porrúa-UNAM, México, 2001. Convención Americana sobre Derechos Humanos, http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-32.html (en línea), disponible en: Da Silva, José Alfonso, Aplicabilidad de las normas constitucionales, UNAM-IIJ, México, 2003. Declaración Universal de los http://www.un.org/es/documents/udhr/ Derechos Humanos, (en línea), disponible en: Delgado, Eduard, Temas para el debate económico y político del contexto cultural, (en línea), disponible en: http://www.oei.es/cultura/debatesdelgado.htm Jiménez, Lucina, Políticas Culturales y Cooperación Internacional para la diversidad y la equidad, (en línea), disponible en: http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric08a05.htm Nivón, Eduardo, Malestar en la Cultura. Conflictos en la política cultural mexicana vigente, (en línea), disponible en: http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric07a01.htm Prieto de Pedro, Jesús, Políticas públicas http://www.planetagora.org/espanol/note2.html y cultura, (en línea), disponible en: Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador”, (en línea), disponible en: http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-52.html Rausell Kóster, Pau, Poder y cultura. El origen de las políticas culturales, (en línea), disponible en: http://www.uv.es/econcult/pdf/PoderCultura.pdf 6 TÍTULO DE LA PONENCIA: Los derechos culturales y sus políticas públicas en México, a la luz del fenómeno de globalización. NOMBRE DEL AUTOR: Dr. Fernando Valenzuela Pernas. INSTITUCIÓN: Profesor Investigador de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. DIRECCIÓN: H. Congreso del Estado, Independencia No. 303, Col. Centro, Villahermosa, Tabasco. TELÉFONOS: 3-12-97-22, 3-12-96-11 y 3-12-04-48 (Extensión 723). CORREO ELECTRÓNICO: [email protected] CURRÍCULUM DEL AUTOR: Fernando Valenzuela Pernas, realizó estudios superiores en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo los grados de Especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo, así como Maestría y Doctorado en Derecho. Ha sido docente en diversas Universidades públicas y privadas del país, como: la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, la Universidad Autónoma del Carmen, la Universidad Intercontinental, la Universidad Anáhuac del Sur, la Universidad del Valle de México y la Universidad Olmeca; donde ha impartido cursos, seminarios, diplomados y módulos de posgrado de los que destacan: Teoría del Estado, Derecho Constitucional, Garantías Individuales, Derechos Humanos, Derecho Administrativo, Derecho Presupuestario y Financiero, Derecho Electoral, Metodología Jurídica, Seminario de Tesis, entre otros. Como investigador ha participado en diversos foros y conferencias; ha publicado artículos de investigación y divulgación en revistas especializadas, y ha sido autor en obras colectivas. También se encuentra acreditado ante los Sistemas Nacional y Estatal de Investigadores. En su trayectoria profesional, ha sido abogado postulante y servidor público en dependencias del orden federal, estatal y municipal. Actualmente es Diputado Local de la LX Legislatura del Estado de Tabasco, en la que preside la Comisión Orgánica de Fortalecimiento Municipal, siendo además integrante 7 de las Comisiones Orgánicas de: Educación, Cultura y Servicios Educativos; Gobernación y Puntos Constitucionales; Hacienda y Presupuesto, y Trabajo y Previsión Social. TEMÁTICA: Propuestas y recomendaciones para una legislación cultural. 8