El edificio que albergó la maternidad

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DOS AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DE ELISABETH EIDENBENZ,
ORGANIZADORA DE LA LLAMADA MATERNIDAD DE ELNA –EN FRANCIAENTRE 1939 Y 1944.
Elisabeth Eidenbenz, maestra suiza autora de la gran proeza, muere a los 97 años en Zurich
El día 23 de Mayo se cumplen dos años de la muerte en Zurich de Elisabeth
Eidenbenz, una profesora suiza que, con apenas 24 años, arriesgando su vida salvó la
vida a cientos de mujeres y niños de una muerte segura.
A Elisabeth, le tocó vivir una de las épocas más duras de nuestra historia reciente
y fue en medio del dolor, la tristeza, la amargura y la muerte, una fuente de luz y
esperanza para cientos de madres que, con bebés recién nacidos o embarazadas, se
vieron envueltas en las más inhóspitas de las realidades. Eidenbenz Fue capaz de
organizar y dirigir una maternidad a escasos kilómetros de un auténtico infierno.
La maternidad
En este lugar estuvo la Maternidad Suiza de Elne de 1939 a 1944. Vio nacer a
597 niños. Dirigido por Elisabeth Eidenbenz bajo el patrocinio de "Seguridad a
los niños de la Cruz Roja suiza". Las madres, víctimas inocentes de la Retirada y
de la Segunda Guerra Mundial, estuvieron internadas en los campos de Argelès,
Saint-Cyprien y Rivesaltes.
Elne, 23 de marzo de 2002
(placa conmemorativa del edificio)
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Este edificio fue construido en 1900 y se encuentra ubicado en el municipio
francés de Elne, departamento de los Pirineos Orientales en el Languedoc-Rosellón.
Pero esto no es lo más importante de la construcción, que se alza solitaria en esta
fotografía. De hecho hubiese pasado completamente desapercibida en la historia, si no
hubiese sido por un acontecimiento que la marcó para siempre: entre estos muros, que
se alzan firmes y llenos de luz en esta imagen, se esconde una triste, pero a la vez
esperanzadora, historia llena de sacrificios y entrega. Este fue el lugar que Elisabeth
Eidenbenz eligió para desarrollar un emotivo proyecto humanitario: Una maternidad en
los difíciles tiempos de guerra. El edificio de la fotografía, situado cerca de Perpignan
y en la actualidad restaurado se encontraba en 1939 abandonado, el techo hundido, la
instalación eléctrica estropeada... pero con la aportación voluntaria de 30.000 francos
suizos, este palacete de tres plantas, de grandes ventanales, escalinatas, balaustradas
y rodeado de jardines y montañas, fue reconstruido y puesto en funcionamiento en
apenas un mes. Contaba con 50 camas repartidas en habitaciones de 4 y 8 camas,
algunas de las cuales estaban bautizadas con nombres de ciudades o incluso de países,
en una clara representación de su universalismo solidario.
Corría el año 1939. España seguía inmersa en la Guerra Civil y el miedo a la
represión provocó que, entre el 28 de enero y el 12 de febrero, se produjera un éxodo
masivo hacia la frontera de Francia. Es decir, no fue una evacuación organizada de
personal civil, se trataba del llamado “paso de la frontera” en una trágica realidad. La
mayoría de estas mujeres, impelidas a abandonar forzosamente sus hogares, no tenían
compromiso político activo; era el miedo a los bombardeos, a la destrucción, a la falta
de alimentos o el temor a posibles represalias cuando el pueblo o ciudad donde vivían
fuera tomado por los militares franquistas. La caída de Barcelona por tropas fascistas
puso en movimiento a medio millón de personas, entre los que se encontraban ancianos,
mujeres, niños, enfermos que desfilaron bajos unas duras condiciones de frío y hambre
hacia territorio francés, esperando quizás que sus circunstancias fueran algo mejores
que lo que dejaban atrás. Sin embargo, tras tan sobrehumano esfuerzo lo que
encontraron al otro lado de la frontera no fue mejor. El gobierno francés, desbordado
por la situación, no halló mejor solución que la concentración de estas personas en las
playas, sin ningún tipo de infraestructuras, suministro, etc... Cientos de personas
fueron hacinadas y sufrieron duras condiciones cercadas y controladas por personal
militar de las colonias. A siete kilómetros de este palacio, en una de estas playas, se
encontraba el llamado Campo de Concentración de Argelés-Sur-Mer.
El palacete se ubicaba cerca de estas concentraciones humanas y resultó ser el
sitio ideal para llevar a cabo la proeza. Elisabeth se fija en él y decide emplearlo para
intentar ayudar a que las mujeres embarazas, internas en estos campos de
concentración, tuvieran a sus hijos con dignidad y en condiciones saludables. Apoyada
por la Cruz Roja Suiza, Elisabeth emprende su obra recogiendo a las mujeres encinta y
llevándolas a la maternidad. De este modo, casi 600 niños nacieron entre estos muros,
200 de ellos judíos, cuando de otro modo hubiesen tenido muy pocas posibilidades de
salir con vida, perdiendo así el palacete su nombre para siempre y conociéndose desde
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entonces como “Maternidad de Elna”. La maternidad Estuvo funcionando como tal entre
1939 y 1944, año en el que los alemanes, tras la invasión de Francia ya en la segunda
guerra mundial, deciden su cierre.
La maternidad se mantenía con aportaciones voluntarias. Los víveres llegaban a
través de los corredores sanitarios despejados por la Cruz Roja Internacional desde
Suiza y de su mantenimiento se encargaban las propias mujeres ingresadas allí para dar
a luz. Como personal sanitario contaba con tres enfermeras voluntarias, una
comadrona, que se desplazaba a la maternidad específicamente para atender a las
mujeres, y un médico sólo para casos de emergencia.
Tras la segunda Guerra Mundial, el edificio fue de nuevo abandonado a su suerte
durante casi 50 años, hasta que en 1997 es sacado del olvido gracias tanto a su nuevo
propietario ―que se interesa por el pasado del palacete y de los hombres y mujeres
unidos por el hecho de haber nacido en él―, como a la asociación “Helene´Art”. Entre
ambos consiguen que el caserón sea adquirido por el Ayuntamiento de la Villa de Elne,
quien decide restaurarlo. En la actualidad La Maternidad permanece abierta como
museo.
Los niños en la maternidad, rescatados de una muerte casi segura
Tienen nombre, existen y estos fueron algunos de ellos… actualmente cuentan entre 60 y 65 años:
“Adela Aguado, Alberto Álvarez, Matilde Alcaire, Isabel Malagrassa, Lidia Alarcón, Ángel Vaquero,
Francisco Cruzado, Conchita Rovira, Azucena Baquero, Faustino Bretos, Juan Mund, Teresa Abadia,
Sonia Ugalde, Rosita Murillo, José Valero, Ricardo Ros, Isabel Cartana…” (www.elpais.com Página
consultada el 10 de agosto de 2010)
“Cada alumbramiento era un acontecimiento para cada uno de nosotros”
(Elisabeth Eidenbenz)
El 7 de diciembre de 1939 nace el primero de los 597 niños que tuvieron la suerte
de disfrutar de las condiciones que les ofrecía la Maternidad de Elna. De no ser así,
hubiesen tenido muy pocas probabilidades de salir adelante. La mortalidad infantil –que
ni siquiera se registraba- en los campos de concentración franceses se situaba en
torno al 95%, unas cifras escalofriantes que se justifican por las condiciones en que
fueron obligados a estar los denominados por el Gobierno de Daladier como
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“extranjeros indeseables”. La falta de alimentos, ropas, abrigo, lugar donde
resguardarse hacía que los niños murieran de enfermedades relacionadas con estas
nefastas condiciones que estaban obligados a vivir ellos y sus madres, que llegaban al
punto de enterrar a sus hijos en la arena de las playas para protegerles en lo posible.
Tras la ocupación alemana se beneficiaron de la Maternidad de Elna mujeres y
niños principalmente judíos, pero también alemanes, franceses y austriacos
perseguidos por la Gestapo. Teóricamente, la maternidad organizada por la Cruz Roja
Suiza forma parte del entramado de socorro en periodo de guerra, de manera que su
espacio no podía ser violado por las fuerzas bélicas. Sin embargo, estos niños y sus
madres estuvieron constantemente amenazados y, en más de una ocasión, algunas
madres –especialmente judías- fueron detenidas y sacadas de la maternidad a la
fuerza, para ser enviadas a los campos de exterminio. Elisabeth falsificaba los
documentos de las mujeres judías para hacerlas pasar por arias, con riesgo de su
propia vida.
El aprovisionamiento de Los víveres y los artículos necesarios para el
mantenimiento de estos niños y de sus madres se llevaba a cabo por el pasillo abierto
desde Suiza por la Cruz Roja. Gracias a esta ayuda pudieron salir adelante en medio de
la desesperación que se vivía a tan solo unos kilómetros de la maternidad. Como “un
oasis de paz” fue descrita la maternidad. Un oasis en medio de un infierno que
difícilmente podemos imaginar desde la perspectiva que vivimos en la actualidad.
"un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas y chozas de paja que
ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay
agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena".
(Robert Capa, 1939)
Las madres, aproximadamente cuatro semanas antes de dar a luz, eran rescatadas
por Elisabeth y llevadas a la maternidad para coger fuerzas antes del alumbramiento. Y
después de dar a luz se quedaban al menos unas cuatro semanas más para su
recuperación, tal y como especifica la propia Elisabeth en una entrevista realizada a los
medios de comunicación años antes de morir. Se ponía al alcance de las madres y de los
niños todo aquello que pudiera mejorar su salud y su calidad de vida. Los pequeños que
no podían ser amantados por sus madres lo eran por otras madres, que cooperaban con
su propia leche para salvar a los más débiles, de manera que esta actitud solidaria salvó
la vida a muchos niños. La disentería, la neumonía, la tuberculosis y la pulmonía eran
enfermedades comunes en el campo y las que más muertes se cobraban.
Es imposible que aquellos niños, que ahora cuentan con más de 60 ó 70 años,
recuerden esta experiencia, pero haber formado parte de ella hace que en la
actualidad muchos hayan querido volver al sitio que les dio la vida por partida doble.
Actualmente se llevan a cabo interesantes propuestas con el fin de conmemorar la
hazaña llevada a cabo por Eidenbenz, especialmente en Barcelona, de donde eran
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originarias la mayor parte de las madres, todo ello en conmemoración y gratitud a esta
acción.
Niños nacidos en la maternidad
Elisabeth, residente en Rekawinkel, cerca de Viena.
Las madres y los hijos que nacieron en la maternidad han sido en el fondo de esta
entrañable y difícil historia lo que ha tirado de la memoria y ha posibilitado en buena
medida, no sólo su recuperación, sino prácticamente su visualización. En medio de ello
está Elisabeth, que sólo en sus últimos años empieza a ser recordada, rescatada y
reconocida como se merece. El edificio está vivo y Elisabeth sigue de alguna forma en
él.
Con sólo 24 años en el momento de los hechos, lo primero que hay que admirar de
esta joven profesora es su extraordinaria fuerza de voluntad y su entrega. Trabajaba
para la Asociación de Ayuda a los Niños de la Guerra. En concreto en 1936, cuando
comienza la Guerra Civil en España, ya forma parte de los movimientos sociales que se
forman en Suiza para organizar la solidaridad con los países en guerra. Tras la negativa
de Franco a ayudar a los exiliados españoles, en Suiza –como en otros países- se
organiza esta solidaridad y se aúnan esfuerzos para realizar una acción conjunta de
ayuda a España por medio de la llamada Obra Suiza de Ayuda Obrera, la Central
Sanitaria suiza o el Colectivo de Profesores y Profesoras entre otras. Entre todos
formarán la Asociación de Ayuda Suiza a los Niños de España con el fin concreto de
reunir alimentos, ropa, calzado o material escolar con el que socorrer a los niños
expuestos a los avatares de la guerra en España. Entre el personal de la Asociación de
Ayuda, llega por primera vez a España
Elisabeth el 24 de Abril de 1934
(memoriadelexilio.wordpress.com, página consultada el 11 de agosto de 2010) y desde
aquí se desplaza a Francia con el objetivo de organizar la maternidad, en un proyecto
emprendido por la Cruz Roja Suiza, a quien también, desde luego, se debe el mérito de
haber salvado tantas vidas de una muerte casi segura.
Elisabeth Eidenbenz es la que elige el edificio y dirige la organización de la
maternidad. En Un mes, la maternidad comienza a funcionar y ella personalmente
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recorre los campos de concentración para localizar a mujeres embarazadas a las que
ayudar.
Toda esta entrega tiene ahora pasados los años su reconocimiento: en 2002
recibe la Medalla de los Justos entre las Naciones, del Estado de Israel. En la
actualidad se dan pasos para recuperar el edificio con gestos como el que tuvieron 52
ayuntamientos y varias universidades catalanas, que hicieron posible que en 2006 le
fuera concedida la Cruz de Sant Jordi; o las diferentes medallas que le han sido
otorgadas, como la de Chevalier de la legion d´Honneur, el 15 de Mayo de 2007 ―la
más importante y reconocida de las condecoraciones francesas concedidas a hombres y
mujeres por méritos extraordinarios realizados en periodo de guerra- y la Medalla
española de la Orden de la Solidaridad Social. En 2006 Assumpta Montellá relata en un
libro la proeza de Elisabeth. Un libro de investigación sobre esta particular forma de
darse a los demás, una historia llena de amor, entrega y decisión.
Assumpta Montellá La maternidad de Elna, Barcelona, Ara Llibres, 2007
María del Rosario Narváez Ternero
Mayo 2013
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