CONFERENCIA DE CLAUSURA Efectos de la desnutrición proteicocalórica en el sistema nervioso central del niño J.O. Cornelio-Nieto EFECTOS DE LA DESNUTRICIÓN PROTEICOCALÓRICA EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL DEL NIÑO Resumen. Introducción. La desnutrición proteicocalórica continúa afectando a millones de seres humanos en los países en desarrollo. Los niños son los que sufren más por la falta de nutrientes, ya que a edades tempranas la desnutrición tiene un impacto importante sobre el sistema nervioso central. Los cambios que la desnutrición produce en el cerebro de los niños, tendrán serias consecuencias en el desarrollo y el aprendizaje. Desarrollo. En los niños desnutridos se han descrito alteraciones importantes en el perímetro cefálico y en el crecimiento del encéfalo; asimismo, cambios en la arborización dendrítica y en la morfología de las espinas dendríticas, y también en la mielinización. Los estudios de tomografía computarizada de cráneo y de imagen de resonancia magnética en niños con desnutrición muestran imágenes compatibles con atrofias cerebrales. La falta de estimulación ambiental asociada a la desnutrición agrava más el daño al sistema nervioso central. Todas las alteraciones observadas originan afección importante en las funciones cerebrales superiores del niño, lo que condiciona daño neuropsicológico permanente. Conclusiones. La desnutrición proteicocalórica produce cambios morfológicos importantes en el cerebro de los niños del mundo en desarrollo. Estos cambios ocasionan daño al potencial intelectual de los supervivientes y limitan su integración al mundo competitivo. Los neurólogos pediatras que trabajamos en estas regiones del mundo debemos involucrarnos más en la difusión de este problema y desde nuestros lugares sensibilizar a los organismos públicos para que se continúen los esfuerzos contra la desnutrición infantil. [REV NEUROL 2007; 44 (Supl 2): S71-4] Palabras clave. Aprendizaje. Desnutrición. Perímetro cefálico. Resonancia magnética. Sistema nervioso central. Tomografía craneal. INTRODUCCIÓN Según datos del informe 2005 de los Objetivos del desarrollo del milenio de la ONU [1] y el comunicado del Progreso para la infancia: un balance sobre la nutrición, del 2006, de la UNICEF [2], en los países en desarrollo más de 150 millones de niños menores de 5 años tienen desnutrición. La desnutrición, especialmente en la infancia, constituye un obstáculo que impide que los individuos e incluso las sociedades desarrollen todo su potencial, ya que la falta de alimentos en edades tempranas produce serias alteraciones en el desarrollo físico y, solapadamente, pero de consecuencias más graves, daño al sistema nervioso central (SNC). Se sabe con certeza que la vulnerabilidad del SNC a la desnutrición proteicocalórica es mayor durante la fase de crecimiento rápido del cerebro y que este período corresponde al último trimestre de desarrollo prenatal y los primeros 24 meses de vida posnatal [3-6]. Si tomamos en cuenta los datos de la ONU y la UNICEF, millones de niños en el mundo en desarrollo se encuentran en riesgo [1,2]. En los niños afectados de desnutrición proteicocalórica se han descrito alteraciones anatómicas, funcionales y neurorradiológicas en el SNC. Estos cambios se manifiestan clínicamente con retraso del desarrollo psicomotor, deficiencias intelectuales y trastornos del aprendizaje [7-11], reducciones en el perímetro cefálico [12,13], atrofias corticales en imágenes de tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética craneaAceptado: 12.01.07. Departamento de Neurología Pediátrica. Hospital del Niño Dr. Rodolfo Nieto Padrón. Villahermosa, Tabasco, México. Correspondencia: Dr. José Ovidio Cornelio Nieto. Departamento de Neurología Pediátrica. Hospital del Niño Dr. Rodolfo Nieto Padrón. Avda. Gregorio Méndez, 2832. Col. Atasta de Serra. CP 86100. Villahermosa, Tabasco, México. Fax: +993 3511078. E-mail: [email protected] © 2007, REVISTA DE NEUROLOGÍA REV NEUROL 2007; 44 (Supl 2): S71-S74 les (RM) [14-20] y cambios neurofisiológicos en estudios de potenciales evocados visuales y de tronco cerebral [21]. En combinación con los efectos directos de la desnutrición está el factor ambiental, que en la mayoría de los niños del mundo en desarrollo es de una gran deprivación emocional; al ejercer su efecto asociado al de la desnutrición, ocasionará daño al SNC, lo que causara déficit intelectual, con sus consecuencias en el aprendizaje [9-11,22]. En este artículo se comentarán los efectos de la desnutrición proteicocalórica en el SNC y los cambios morfológicos que ésta produce en el cerebro del niño, visualizado por TC y RM. EFECTOS DE LA DESNUTRICIÓN PROTEICOCALÓRICA En el niño y en el animal en crecimiento la desnutrición proteicocalórica produce una serie de efectos neurobiológicos bien conocidos que alteran la multiplicación neuronal y glial, el crecimiento dendrítico y de espinas dendríticas, así como la formación de sinapsis y la mielinización [23-25]. Los trabajos de Winick et al en Chile [12] demostraron que existe una reducción en el peso del cerebro de los niños que mueren por marasmo. Stoch et al [3-6] fueron los primeros en formular la hipótesis relativa de que la desnutrición durante los primeros dos años de vida podría inhibir el crecimiento del cerebro y ello produciría una reducción permanente de su tamaño y un bajo desarrollo intelectual. Los primeros dos años de vida no sólo corresponden al período de máximo crecimiento del cerebro, sino que al final del primer año de vida se alcanza el 70% del peso del cerebro del adulto. En estudios efectuados con relación al desarrollo cerebral en autopsias de niños que han fallecido de forma inesperada, se encontró que la cantidad de sinapsis en una capa de la corteza visual se eleva desde alrededor de 2.500 por neurona al nacimiento hasta 18.000 alrededor de los 6 meses de vida [26]. No obstante, en autopsias de niños S71 J.O. CORNELIO-NIETO que han fallecido por desnutrición grave, además del menor peso cerebral, hay menor concentración de proteínas, menor contenido de ADN y ARN, al mismo tiempo que una menor circunferencia craneal cuando se comparan con niños normales fallecidos por causas accidentales; por otra parte, la desnutrición acaecida a edad temprana reduce la tasa de división celular en el cerebro, y se observa una estrecha correlación entre la circunferencia craneal y el crecimiento cerebral [27]. Asimismo, se ha descrito que la desnutrición provoca una disminución de la capacidad intelectual, en donde las condiciones nutricionales y del medio ambiente al parecer son inseparables [9-11,22]. La desnutrición afectará no sólo el período de crecimiento cerebral, sino que también ocasionará alteraciones en los procesos organizacionales tempranos, tales como la neurogénesis, la migración neuronal y la diferenciación. El cerebro de los niños desnutridos que mueren durante los primeros meses de vida muestra cambios evidentes de la estructura neuronal [24]. Entre los más destacados se cuentan la disminución del número de sinapsis debido a una disminución de la arborización dendrítica y las alteraciones de la orientación del axón. Estas alteraciones en la sinaptogénesis podrían tener como consecuencia deficiencias conductuales y del aprendizaje. También se han descrito alteraciones en las espinas dendríticas [25], las cuales están disminuidas en su densidad y con alteraciones morfológicas de tipo displásico y podrían constituir la base del pobre desarrollo neuropsicológico de los niños y niñas con desnutrición. La reducción posnatal en el número de células cerebrales afecta, obviamente, aquellas líneas celulares que se multiplican después del nacimiento, es decir, las células gliales, y ello se manifiesta por una detención en la maduración de los oligodendrocitos, con retraso en la mielinización, que ha podido documentarse en estudios de potenciales auditivos de tronco cerebral y potenciales visuales, en donde las alteraciones observadas reflejarían defectos en la mielinización [21]. En los niños que sobreviven a la desnutrición proteicocalórica grave el perímetro cefálico disminuye en una magnitud que sobrepasa en ocasiones cuatro desviaciones estándares [12]. La circunferencia craneal es un indicador antropométrico tanto de la historia nutricional, como del desarrollo cerebral y en neuropediatría; es una medición de rutina, tendente a evaluar el desarrollo del cerebro, y su alteración en los niños con desnutrición refleja los efectos de la falta de alimentos en edades tempranas del desarrollo. Los estudios de Galler et al avalan una relación causal entre la desnutrición proteicocalórica y los trastornos del aprendizaje [7,8]. Sus trabajos al respecto permiten comprender los efectos de la desnutrición a largo plazo. Realizaron el seguimiento durante más de 30 años de un grupo de 185 lactantes con desnutrición. Pese a la excelente rehabilitación y atento seguimiento que se llevó a cabo con este grupo de niños, entre un 60 y 70% de ellos mostraron síntomas de falta de atención en la escuela, memoria deficiente y pobre rendimiento escolar global. Muchos de ellos fueron incapaces de completar sus estudios en la escuela secundaria y tuvieron serios problemas en su vida profesional. Si se estima que actualmente unos 150 millones de niños menores de 5 años padecen desnutrición en el mundo en desarrollo y que hay mas de 800 millones de personas cuya alimentación no es suficiente para satisfacer sus necesidades energéticas diarias [1,2], y hacemos una extrapolación a partir de los estudios de Galler et al [7,8], hay entonces millones de niños en S72 el mundo en desarrollo susceptibles de presentar trastornos del aprendizaje por desnutrición. En una publicación reciente [28] se analizaron los efectos de haber padecido desnutrición en etapas tempranas de la vida y el desarrollo de conductas externalizadas (agresividad, hiperactividad y trastornos de la conducta) a edades posteriores. Los autores atribuyen el desarrollo de las conductas externalizadas directamente al déficit nutricional antes de los 3 años y no a las adversidades psicosociales, las cuales se controlaron. Postulan que la desnutrición en etapas tempranas de la vida afecta el crecimiento y desarrollo del cerebro, lo que deteriora las funciones cerebrales y predispone a una conducta antisocial y violenta por afección de las funciones cognitivas. Estas alteraciones se relacionarían con la corteza prefrontal que regula la emoción e inhibe los impulsos agresivos [29]. Asimismo, se piensa que las alteraciones en la neurotransmisión podrían ser otro de los mecanismos para explicar las conductas externalizadas, ya que recientes estudios experimentales en el hipocampo de ratas jóvenes con desnutrición proteica muestran una significativa disminución de los niveles de dopamina [30]. Debido a esto, hay una buena razón para creer que las anormalidades en la neurotransmisión secundarias a desnutrición pueden predisponer a una conducta agresiva [31]. Estos hallazgos sugieren que la prevención de la desnutrición proteicocalórica puede ayudar a reducir las conductas antisociales y agresivas en edades posteriores, independientemente de las adversidades psicosociales. Coincidiendo con los autores, es necesario reproducir estos estudios en otras poblaciones del mundo en donde la escasez de alimentos es relativamente común. Por otra parte, así como muchas condiciones neuropsiquiátricas pueden deberse a disfunciones en la neurotransmisión sináptica, es posible que algunas alteraciones en la conducta del niño desnutrido sean el resultado de una modificación en la síntesis de neurotransmisores [32]. Los niños con desnutrición muestran evidentes alteraciones neuropsicológicas. La apatía es característica y, además, manifiestan indiferencia ante el ambiente que los rodea. Frecuentemente, hay retardo importante en el desarrollo psicomotor con una afección en la motricidad gruesa y fina, en la conducta adaptativa y en el lenguaje. Los estímulos despiertan poco interés y la respuesta más frecuente a ellos es un llanto monótono y apagado. Investigaciones espectrográficas del sonido que analizan el llanto de niños desnutridos muestran un incremento significativo en la tonalidad máxima y mínima, además de bifonación y aplanamiento melódico. Estos hallazgos también se han observado en el llanto de niños con daño cerebral por otras alteraciones diferentes a la desnutrición.. Se cree entonces que el análisis del llanto puede ser una medida adicional en la investigación del grado de afección cerebral en estos niños [33]. Además de los factores nutricionales, el ambiente en donde el niño vive parece contribuir a la intensificación del daño cerebral [9-11,22]. La mayor parte de los niños con desnutrición proteicocalórica provienen de familias que viven en condiciones de extrema pobreza y ni los padres ni el ambiente son capaces de proporcionar la estimulación afectiva y psicomotora que se requiere para llegar a un desarrollo normal. Esta falta de estimulación ambiental puede causar retraso en el desarrollo psicomotor. Se ha demostrado que la estimulación temprana permite restaurar en alguna medida este retardo psicomotor, ya que el simple tratamiento nutricional no logra la recuperación intelectual. Desdichadamente, en la mayoría de los niños del mundo en desarrollo el estímulo ambiental oportuno se ve limitado por nu- REV NEUROL 2007; 44 (Supl 2): S71-S74 CONFERENCIA DE CLAUSURA merosos factores cuyas causas se confunden frecuentemente con las de la desnutrición, tales como el abandono de la niñez por la pobreza, la limitación del acceso a la cultura, la carencia de afecto y de diversiones, la falta de juguetes y juegos infantiles, el maltrato familiar, la disolución del núcleo familiar y migración de los padres a otros países en busca de un mejor nivel de vida, con el consecuente abandono del niño. Así pues, además de la importancia que tiene la nutrición sobre el desarrollo del cerebro, no deben olvidarse los efectos adversos por la falta de estimulación ambiental y el soporte emocional para un adecuado desarrollo. Cuando se combinan la desnutrición y la falta de estimulación, el impacto sobre el SNC en desarrollo es más grave. observó que las alteraciones tomográficas eran reversibles [16, 17]. Esto es muy alentador ya que, al parecer, instaurando un tratamiento nutricional temprano, con medidas de enriquecimiento ambiental, hay posibilidades de recuperación y probablemente esto se relacione con la plasticidad del cerebro en desarrollo, a pesar del acceso nutricional. Gunston et al [19] y Odabas et al [20] observaron que la atrofia cortical y la dilatación ventricular son los cambios que predominan en las imágenes de RM craneal en niños con desnutrición. Estos hallazgos en los estudios de neuroimagen, en apariencia reversibles en aquellos que reciben tratamiento, son datos objetivos de los efectos que la desnutrición proteicocalórica ejerce sobre el SNC del niño. ESTUDIOS DE NEUROIMAGEN EN NIÑOS CON DESNUTRICIÓN PROTEICOCALÓRICA El primer comunicado de hallazgos de TC en niños con desnutrición proteicocalórica fue realizado por El-Tatawy et al en 1983 [14]. El estudio incluyó 40 niños con desnutrición y síntomas de retraso psicomotor. Los estudios mostraron dilatación ventricular y ampliación de las cisuras de Silvio en grados variables. Estos datos se interpretaron como atrofia cerebral y su gravedad se correlacionó con la duración de la desnutrición. Posteriormente, otras publicaciones [15-18] han corroborado lo que informaron El-Tatawy et al. Esto también ha observado el autor de este artículo en una serie de niños con desnutrición proteicocalórica, y será motivo de una publicación. En dos de los estudios, una vez instaurado el tratamiento de recuperación nutricional asociado a programas de estimulación ambiental, se CONCLUSIÓN De acuerdo con lo previamente descrito, la desnutrición proteicocalórica produce en el SNC en desarrollo alteraciones importantes que van a tener como consecuencia cambios anatómicos, funcionales y neurorradiológicos. Estos cambios dan como resultado una disminución del potencial intelectual del niño, lo cual va a limitar su desarrollo neuropsicológico y su aprendizaje, con los efectos devastadores que esto tiene sobre las naciones del mundo en desarrollo, al limitar la integración de estos seres humanos a un mundo sumamente competitivo. Los neuropediatras que trabajamos en estas regiones del mundo debemos dar a conocer estos efectos e influir en las políticas públicas de nuestros países, para que se continúen desarrollando programas nutricionales de asistencia social que ayuden a preservar el potencial genético del cerebro legado de un milenario pasado evolutivo. BIBLIOGRAFÍA 1. Organización de las Naciones Unidas. Objetivos de desarrollo del milenio, informe de 2005. New York: ONU; 2005. 2. UNICEF. Progreso para la infancia, un balance sobre la nutrición. New York: UNICEF; 2006. 3. Stoch MB, Smythe PM. Does undernutrition during infancy inhibit brain growth and subsequent intellectual development? Arch Dis Child 1963; 68: 546-52. 4. Stoch MB, Smythe PM. The effect of undernutrition during infancy on subsequent brain growth and intellectual development. S Afr Med J 1967; 41:1027-30. 5. 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Protein-energy malnutrition continues to affect millions of human beings in developing countries. Children suffer most from the shortage of nutrients because at early ages malnutrition has an important impact on the central nervous system. The changes that malnutrition triggers in the brains of these children will have severe consequences on their development and learning abilities. Development. Reports of important alterations in the head circumference and brain growth of malnourished children have been published in the literature, together with accounts of changes in both the dendritic arborisation and the morphology of the dendritic spines, as well as in myelination. Computerised tomography brain scans and magnetic resonance imaging in children suffering from malnutrition show images that are compatible with cerebral atrophy. The lack of environmental stimulation associated with malnutrition worsens the damage to the central nervous system. All the alterations that are observed in such cases give rise to important compromise of the child’s higher brain functions, which may well lead to permanent neuropsychological damage. Conclusions. Protein-energy malnutrition produces notable morphological changes in the brains of children in the developing world. These changes damage the intellectual potential of those who survive and limit their capacity to become part of the competitive world. Paediatric neurologists working in these areas of the world must make greater efforts to disseminate this problem and to make public institutions aware of the issue so that they do not desist in the fight against child malnutrition. [REV NEUROL 2007; 44 (Supl 2): S71-4] Key words. Central nervous system. Cranial CT scan. Head circumference. Learning. Magnetic resonance. Malnutrition. S74 REV NEUROL 2007; 44 (Supl 2): S71-S74